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Editorial Ged: Y HN EL
los siguientes títulos sobre
CASTILLO

FILOSOFIA DE BARBAAZUL +
pertenecientes a sus diferentes , o
colecciones y series Aproximación a un nuevo concepto
(Grupo “Ciencias Sociales”) de cultura

JON ELSTER Juicios salomónicos


IAN HACKING La domesticación del azar por
THEODOR VIEHWEG Tópica y filosofía del derecho
GEORGE STEINER En el castillo de Barba Azul George Steiner
PIERRE GRIMAL Los extravíos de la libertad

JON ELSTER Tuercas y tornillos. Una


introducción a los conceptos
básicos de las ciencias
sociales
E. BALBIER, G. DELEUZE Michel Foucault, filósofo *
Y OTROS

JOSÉ MARÍA BENEYTO Apocalipsis de la modernidad


GREGORIO KAMINSKY Spinoza: la política de las
pasiones
MARTIN HEIDEGGER Introducción a la metafísica
PIER ALDO ROVATTI Como la luz tenue

GEORGES BALANDIER El desorden


C
HANNAH ARENDT Hombres en tiempos de gedisa
. editorial
oscuridad

(sigue en pág. 183)


En primer lugar debemos hacer el inventario
más preciso posible de lo irreparable. Psicológica-
mente, ésta no es tarea fácil. El renacimiento
económico y fisico de buena parte de Europa ha
sido prodigioso. Muchas ciudades son más hermo-
sas y populosas de lo que fueron antes de la
devastación. En el paisaje actual las marcas deja-
das por la Primera Guerra Mundial, las mesetas
quebradas, los campos despanzurrados, son más
profundas que los rastros dejados por la guerra de
1940-45. Hoy puede uno viajar a través de la
Europa Occidental y hasta por la Unión Soviética
y no encontrar un lugar preciso donde situar los
hechos de la Segunda Guerra Mundial o los recuer-
dos que uno tenía de los montículos de ceniza de
1945. Es como si hubiera prevalecido un violento
instinto de borrarlo todo y de renovarlo todo, una
especie de amnesia creativa. Era indecente sobre-
vivir, para no hablar de prosperar de nuevo, te-
niendo presente el gráfico e inmediato pasado. Fre-
cuentemente, en realidad, fue la totalidad de la

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destrucción lo que hizo posible instalar plantas Ciudad Vieja de Varsovia da la impresión de un
industriales enteramente modernas. El milagro montaje escénico; cuando camina uno por sus
, económico alemán es irónicamente proporcionado calles no se sienten las resonancias activas de lo
; alas dimensiones de las ruinas del Reich. Sin em- vivo. Es la imagen de esos frentes de casas preci-
bargo, el paisaje mecanizado, a menudo antisépti- samente restaurados, de esos juegos de luces y
co, de la Europa contemporánea puede ser iluso- sombras, lo que tengo presente cuando trato de
rio. Las fachadas de las nuevas casas, los espacios distinguir entre lo que es irrecuperable —aunque
económicamente dinámicos que se extienden de- todavía podría recuperarse— y lo que tiene en si el
trás de ellas exhiben un curioso vacío. El caso ti- pulso y la presión de la vida.
pico es el de los centros urbanos restaurados. Con Debo dejar a un lado el aspecto genético, y esta
grandes trabajos y costos se han reconstruido omisión podría ser gravemente dañosa. Es eviden-
ciudades viejas, cludades enteras, piedra por pie- te que nuestro estado actual refleja formidables
dra, tiesto de geranio por tiesto de geranio. Foto- pérdidas no sólo en los medios humanos —los in-
gráficamente no hay manera de distinguir, pues la dividuos que ahora estarían sintiendo y pensando
pátina de los remates de las casas es aun más rica con nosotros—, sino también de futuras potencia-
que antes. Pero allí inconfundiblemente se siente lidades. Ciertos futuros vitales han quedado elimi-
que falta algo. Si va uno por las calles de Dresde o nados para siempre de la gama de posibilidades. |
de Varsovia, si se detiene en una de las exquisita- Pero, como ya dije antes, “la biosociología” y la
mente recompuestas plazas de Verona lo sentirá genética histórica son todavia demasiado rudi-
sin falta. La perfección de lo renovado tiene una mentarias, demasiado amplias en sus esquemas
profundidad barnizada. Es como si la luz de las conceptuales, para permitirnos una estimación
cornisas no se hubiera restaurado, como si el aire responsable y verificable de lo que fue el deterioro
fuera inapropiado y llevara consigo aún cierta car- fistológico de la civilización occidental. Lo que
ga del anterior fuego. Esta impresión no tiene nada deseo considerar ahora es la destrucción de formas
de místico, es casi penosamente literal. Puede internas. EMo centharimo
darse que la coherencia de un antiguo edificio esté La primera de ellas implica la situación local de
en armonía con el tiempo, que la perspectiva de la civilización elevada. La cultura occidental se
una calle, de una línea de tejados que vivieron desarrolló sobre el supuesto, a menudo no exami-
naturalmente en el pasado pueda reproducirse, nado, de que su propio legado era en efecto “lo
pero no es posible recrearla (aun cuando sea mejor que se haya dicho y pensado”. Salida de
idealmente indistinguible del original, una repro- fuentes judeohelénicas, en una geografía singular-
ducción no es la forma vital). Hermosa como es la mente templada para el hombre creativo, dentro de

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una matriz racial que se sentía preeminente, la producido en los valores clásicos. Las máscaras
historia occidental desarrolló la privilegiada fuerza africanas con sus muecas del arte poscubista son
de su ser. Vistas desde esas alturas superiores, las préstamos tomados de la desesperación y para
historias, las vidas sociales, las creaciones artísti- expresar desesperación. Pero ni siquiera esas
cas e intelectuales de otras razas y países asumían explosivas insinuaciones procedentes de afuera
un aire disminuido, ocasional. Y lo cierto es que no negaban la herencia occidental. Esta continuaba
se las ignoraba. En difererentes épocas, la cultura siendo la piedra de toque del orden y del continuo
islámica y las culturas del Lejano Oriente impre- poder intelectual, que en realidad hizo al hombre
sionaron la sensibilidad europea. La chinoiserie del europeo y anglosajón en gran medida amo del
siglo XVIII, el interés mostrado por ciertos pensado- globo.
res victorianos y la tradición idealista alemana por Hoy, después de sólo una generación de crisis,
“la luz procedente del Oriente” son momentos este cuadro parece anticuado. Traficantes y seudo-
característicos. Pero en ningún caso existía un filósofos han familiarizado al Occidente con la idea
sentimiento de genuina paridad, para no decir de de que los hombres blancos difundieron una lepra
inferioridad. El mito del noble salvaje había inte- en la superficie de la tierra, que su civilización es
riorizado un vigoroso dogma jerárquico. La sensi- una monstruosa impostura o, en el mejor de los
* bilidad occidental podía detenerse con nostálgica casos, un cruel y audaz disfraz de la explotación
admiración a considerar virtudes oceánicas y económica y militar. Se nos dice en tonos de
hasta ver en tales virtudes un reproche a sus histeria punitiva, ya que nuestra cultura está
propias deficiencias, precisamente porque la pri- condenada a muerte —éste es el modelo spengle-
macía occidental no se ponía seriamente en tela de riano del apocalipsis racional—, ya que sólo puede
juicio. resucitar por obra de una violenta transfusión de
Tanto esa nostalgia exótica como la autocrítica esas energías, de esos modos de sentir, propios de
se basaban en un estable y firme punto de apoyo. los pueblos del “tercer mundo”. Ellos tienen verda-
Y esa estabilidad no fue seriamente minada dera “alma”, ellos poseen la belleza de la negrura y
hasta las décadas de 1920 y de 1930. La atracción del eros. Este neoprimitivismo (o masoquismo
carismática que ejercieron “formas bárbaras” en la penitencial) tiene sus raices en el centro de la crisis
imaginación plásticay musical, como en el caso del occidental y es menester comprenderlo tanto psi-
jazz o del arte fauve, de la danza, del nuevo teatro cológica como sociológicamente. Luego volveré a
de máscaras, se debió a varias complejas tensio- ocuparme de esta cuestión. Lo que hay que afirmar
nes. Pero ese fenómeno no puede disociarse de la ahora es evidente: no puede haber ningún retorno
catástrofe de la guerra mundial y del súbito vacio natural a la perdida situación central del Occiden-
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te. Para la mayoría de los seres pensantes, y aquellos hombres sanguinarios pasaban reveren-
ciertamente sobre todo para los jóvenes, la imagen temente frente a ellas con guías y catálogos en la
de la cultura occidental concebida como evidente- mano.
mente superior, como encamando casí la suma Es igualmente cierto que —en una medida en
total de la fuerza intelectual y moral es o bien un que todavía deben estimar los historiadores econó-
absurdo teñido racialmente o bien una pieza de micos y sociales— muchos de los lujos superfluos,
museo. Especialmente en los Estados Unidos —y de los lugares de placer y de las jerarquías implí-
los Estados Unidos son hoy los principales genera- citas en la cultura occidental dependían del so-
dores y depósitos de medios culturales— el seguro metimiento de otras razas y continentes. Esa
centro de una geografía clásica se ha quebrantado circunstancia no se ha eliminado por obra de los
irreparablemente. indudables elementos de intercambio creativo y de
¿En qué medida se justifican ese sentido de beneficiosas importaciones que suponía el colo-
pérdida y el consiguiente sentimiento de culpabi- nialismo. Relaciones de fuerza específicas y a me-
lidad? nudo indefendibles con el resto del mundo presta-
Contrariamente a las fantasías del siglo XIX, ron energía al predominio cultural del Occidente.
con sus fábulas apocalípticas sobre invasiones Pero para que esa acusación sea vista en todo su
: escitas, la barbarie procedió del corazón mismo alcance es menester también internalizarla: den-
europeo. Aunque en formas paródicas y en última e tro de la propia civilización europea clásica nume-
pa

instancia negadoras, la bestialidad política recogió rosas realizaciones representativas de ella —litera-
ciertas convenciones, cierto lenguaje y ciertos rias, artísticas, filosóficas— son Inseparables del
valores exteriores de la cultura elevada. Y, como ambiente de absolutismo, de extrema injusticia
vimos, la infección fue, en numerosos casos, reci- social y hasta de cruda violencia, ambiente en el
proca. Minada por el ennui y la estética de la cual florecieron. Para argumentar seriamente, la . .
violencia, una buena proporción de la clase inte- cuestión de la “culpabilidad de la civilización” debe
lectual y de las instituciones de la civilización incluir no sólo el colonialismo y las rapacidades
europea —en el campo de las letras, de las acade- imperiales sino también la verdadera naturaleza
mias, de los ejecutantes de artes— acogió la inhu- de las relaciones que hay entre, las producciones
manidad con variados grados de bienvenida. Nada del gran arte y del pensamiento, por un lado, y
impidió en el cercano mundo de Dachau que en regímenes de orden violento y represivo, por el otro.
Munich se desarrollara el gran ciclo de invierno de En suma, trátase de un argumento que comprende
la música de cámara de Beethoven. Ninguna tela no sólo el gobierno del hombre blanco en Africa o
desapareció de las paredes de los museos cuando en la India sino también la corte de los Medici, el

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Versalles de Racine y el actual genio de la literatura Mozart van más allá de los tambores y cimbalos
rusa. (¿En qué sentido fue el stalinismo la condi- javaneses que conmueven profundamente con
ción necesaria de un Mandelstam, de un Paster- recuerdos de otros sueños. Y también es cierto que
nak, de un Solzhenitsyn?) la postura misma de autoacusación, de remordi-
Pero por acusador que sea el argumento y miento en que se encuentran hoy muchas de las
cualquiera que sea la histeria penitencial con que personas de educación y sensibilidad occidentales
se lo formule, el hecho del dominio occidental es asimismo un fenómeno especificamente cultu-
durante dos milenios y medio es en gran medida ral. ¿Qué otras razas se han mostrado penitentes
_. Cierto. A pesar de Joseph Needham, cuya reorien- con aquellos a quienes esclavizaron? ¿Qué otras
tación del mapa científico y cultural en favor de la civilizaciones han acusado moralmente el brillo de
- China y posiblemente de la India se cuenta entre su propio pasado? El reflejo de escrutarse a sí
las más fascinantes e imaginativas aventuras inte- mismo en nombre de valores éticos absolutos es un
lectuales del Occidente moderno, los centros ma- acto caracteristicamente occidental, posvoltairia-
nifiestos de la fuerza filosófica, cientifica y poética no.
siempre estuvieron situados en la cuenca del Me- Nuestra actual incapacidad de formular abier-
diterráneo, en el norte de Europa, y en una matriz tamente estos puntos evidentes, nuestra incapaci-
geográfica y social anglosajona. Las causas de esta dad de coexistir con ellos como no sea dentro de
hegemonía son evidentemente múltiples y muy una malla de culpabilidad y de impulsos maso-
probablemente estén demasiado complejamente quistas, plantea graves problemas. Tratando de
interrelacionadas para que un solo intelecto o una aplacar a las furias del presente, rebajamos el
teoría de la historia sea capaz de analizarlas. Di- pasado. Mancillamos ese legado eminente que
chas causas pueden extenderse desde considera- nuestra historia, nuestros lenguajes occidentales,
ciones de clima y nutrición (los altos niveles de su caparazón o, si se quiere, la carga que pesa
proteínas accesibles a las comunidades occidenta- sobre nuestras pieles nos invitan a participar de él,
les), hasta esas mínimas reparticiones de herencia cualesquiera que sean nuestras limitaciones per-
genética y de accidente sobre cuyo papel determi- sonales. Además las excusas y evasiones, las auto-
nante en la historia sabemos tan poco. Pero conti- negaciones y las arbitrarias reestructuraciones de
núa siendo una perogrullada —o debería serlo— los recuerdos históricos que nuestra sensación de
decir que el mundo de Platón no es el de los culpabilidad nos impone son generalmente espu-
chamanes, que la fisica de Galileo y de Newton rias. El número de seres humanos dotados con
articuló una importante porción de la realidad con suficiente empatía para penetrar genuinamente en
el espíritu humano, que las composiciones de otros grupos étnicos, para comprender sus cosmo-

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visiones, las reglas de conciencia de una cultura de aguda estas Arcadias refutaban un dominante
color o del “tercer mundo”, es inevitablemente muy sentido de ganancias. Hasta un grado pasmoso, el
pequeño. Casi todo gurú y publicista occidental sentimiento general suprimia hasta esas dramáti-
que proclama el nuevo ecumenismo penitencial, cas premoniciones de una ruina última, como
que profesa ser el hermano, bajo otra piel, del alma fueran expuestas por el estudio de la entropía
vengativa que se despierta en Asia o en Africa está desde la década de 1820. La desolada visión del
viviendo una mentira retórica. Esas personas se “eterno retorno” de toda la historia como tiovivo
encuentran, en el sentido más agudo, en fausse déjá-vu, como la encontramos en Nietszche y en
situation. En virtud de las falsas lealtades que ella Yeats, constituía una excéntrica pesadilla, El
exige, esta situación continúa deteriorando nues- sentido común estimaba las cosas de otra manera.
tras reservas emocionales e intelectuales. Si he- Si bien eran inevitables transitorios retrocesos,
mos de comprender desde el punto de vista social fatigosos desvíos y caminos sin salida, si bien la
y político en qué cometió errores el pasado, debe- flecha podría a veces parecer que volaba con enig-
mos reconocer no sólo la incomparable creatividad mática lentitud, la historia se movía hacia adelan-
humana de ese pasado, sino también los perma- te. Socialmente, intelectualmente, tocante arecur-
nentes, aunque problemáticos, lazos que nos unen sos y perspectivas, el hombre civilizado estaba en
a él. marcha. A decir verdad, la continuidad de su andar
Sin embargo, en el momento actual, semejante lo distinguía de la inercia, de la estasis del “salvaje”
alegato es ilusorio. Según creo, ese seguro centro encerrado en el mito. (Sólo la poesía y las bellas
es ahora irrecuperable. Rome n'est plus dans Rome artes,
observó
como Marx, parecían presentar una
[Roma no está ya en Romal. AxoMa dd proye fastidiosa anomalía, pues desde tiempo atrás
También se ha perdido, diría yo —o a lo menos habían alcanzado una cumbre de maestría quizás
está decisivamente dañado—, el
axioma
del pro- inigualada y seguramente insuperada desde en-
greso, el supuesto, dinámico en su evidencia, de tonces.) En lo que se refería a las instancias
que la curva de la historia occidental era una curva principales de la historia, el progreso no era un
dente. Sin duda, siempre hubo cuestiona- dogma sino una simple cuestión de observación.
mientos a este supuesto. Antes señalé una especie Hegel y Marx coincidían en esta convicción. Y
de movimiento mítico que iba en sentido contrario también coincidían Darwin y Samuel Smiles,
al de las agujas del reloj, señalé indicios amplia- cuyos libros curiosamente paralelos, y que hicie-
mente sustentados, en parte teológicos, en parte ron época, El origen de las especies y Autoayuda,
bucólicos y románticos, de un paraíso perdido y de aparecieron en el mismo mes del año 1859, en el
una edad de oro. Pero ni siquiera en su lorma más mediodía de una era colmada de confianza.

92 93.
A nosotros nos ha quedado mu e esa siados puntos fundamentales en los que nuestras
axiomática presunción (pues eso era). El concepto vidas están más amenazadas, más dispuestas á
kierkegaardiano de "posiblidad Tolar” de una es- aceptar la arbitraria servidumbre y el arbitrario
tructura de la realidad abierta en todos sus puntos exterminio de lo que estuvieron aquellos hombres
ala grita del absurdo y del desastre ha llegado a ser y mujeres civilizados de Occidente en cualquier
para
nosotros
un lugar común. Hemos vuelto a momento a partir de fines del siglo XVI. Sobriamen-
adoptar una política de tortura y de rehenes. La te nuestro pronóstico debe ser el que hace Edgar en
violencia pública y privada corroe los fundamentos El rey Lear:
mismos de la sociedad, los mina, al producir sú
ácida marca como ocurre con las aguas oscuras de Y puedo estar peor aun: lopeor
Venecia. Nuestro nivel de comprensión se ha visto no dura tanto que podamos decir “Esto es lo peor”.
enormemente rebajado. Cuando salieron clandes-
tinamente de Polonia los primeros informes sobre Pero al mismo tiempo nuestro movimiento
los campos de muerte, la gente en general no creyó material hacia adelante es inmenso y evidente. Los
en ellos: semejantes cosas no podían ocurrir en la “milagros” de la técnica, de la medicina, del saber
Europa civilizada de mitad del siglo xx. Hoy es científico son precisamente eso, “milagros”. Mu-
dificil imaginar una bestialidad, una demencia de chos más seres humanos que antes tienen la
opresión o de repentina devastación en la que no probabilidad de vivir hasta la madurez, de engen-
creamos, que no coloquemos en el orden natural de drar hijos normales, de subir por la escala social,
los hechos. Moral y psicológicamente es un hecho desde la condición milenaria de la mera subsisten-
terrible el de nuestra incapacidad de asombro. cia. Pasar por alto una verdad tan evidente y
Inevitablemente el nuevo realismo conspira con lo humana es incurrir en pecado de esnobismo.
que es, o debería ser, por lo menos aceptable en “Imagine usted un mundo sin cloroformo”, apre-
realidad. miaba C. S. Lewis.
Además no tendemos a concebir el actual Pero trátase también de una verdad que hace
clima
de extremismo como un momentáneo desliz escarnio de nosotros y lo hace de dos maneras,
o retroceso, como un sucio trecho que pronto ambas alejadas del mejoramiento racionalista de
quedará atrás. Y esto es decisivo. Llámeselo Kultur- la Ilustración y de los victorianos. Ahora sabemos
pessimismus —y no es un accidente la circunstan- (cosa que no sabían ni Adam Smith
ni Macaulay)
cia
quede el idioma sea el alemán— o llámeselo que el progreso material aplica. una diniectica de
nuevo realismo estoico. Y. rimentamos l perjuicio_o
daño concomitante, q rESsOo
historia como una curva ascendente. Hay dema- destraye irreparables equilibrios entre la sociedad

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la
y natural eza. Los avances técnicos, espléndidos tudes. Ya la doctrina de la perfectibilidad, tal como
én sí mismos, trabajan arruinando primarios sis- la concebían Rousseau y Godwin, tenía sus com-
temas vivos y arruinando ecologías. Nuestro sen- placencias musculares. No podemos separar cierto
tido del movimiento histórico ya no es lineal, sino sentido de áspera fibra y hasta de fatuidad de
que es un movimiento en espiral. Podemos ahora buena parte del optimismo propio del siglo XIX. El
concebir una utopía tecnocrática e higiénica que habernos habituado actualmente a la pesadilla es
funciona en un vacío de posibilidades humanas. no sólo una salvaguardia —es como la lengua que
El segundo escarnio de aquella verdad tiene pasamos sobre una muela que nos duele para cal-
que Ver tón la disparidad. Ya no aceptamos la mar el dolor— sino también una adhesión al “prin-
proyección [implicita en el modelo clásico del capi- ciplo de realidad”. Para emplear la terminología
talismo beneficioso) de que el progreso necesaria- freudiana, hemos llegado a la edad adulta, pero
hemos tenido que pagar un precio por ello. Hemos
mente habrá de difundirse desde los centros privi- 1 na capacidad
legiados a todos los hombres. Indecentes lujos de perdido un impulso car
las sociedades desarrolladas coexisten con lo que metafísica y técnica de “soñar hacia adelante” (de
parece ser la endémica muerte por inanición en la cual Das Prinzip Hoffnung [El principio esperare
za] de Ernst Bloch, es la inspirada expresion).
una gran parte de la tierra. En efecto, las mejoras
en cuanto a las probabilidades y duración de la Ninguna sensibilidad anterior a la nuestra, según
vida individual, alcanzadas por las técnicas médi- creo, unió el adjetivo “sucio” a la palabra “esperan-
cas, han alimentado el ciclo de la superpoblación za”, como hizo Anouilh en la helada frase contenida
y del hambre. A menudo los suministros y los en Antigone: “le sale espoir”.
medios de distribución necesarios para acallar el El daño sufrido es dificil de estimar. En puntos
hambre y la pobreza son accesibles, pero se opo- vitales nuestro desencanto es una traición del pa-
nen a su realización las inercias de la codicia o de sado. Bien podría ser que el programa mesiánico
la política. En demasiados casos la nueva tecno- de liberación social fuera ciego desde el comienzo,
cracia es no solamente destructora de otros valores que la visión de Marx de “una modificada y nueva
anteriores sino cruelmente impotente fuera de la base de producción surgida del proceso histórico”
provechosa aplicación local. De suerte que nos fuera no sólo ingenua sino que contuviera en silos
hallamos en una posición ambivalente e irónica gérmenes de la futura tiranía. Bien podría ser que
respecto del dogma del progreso y respecto del esa imagen sentida de las ciencias entendidas co-
fantástico bienestar que tantos de nosotros real- mo servidoras y liberadoras de la sociedad y del es-
mente gozamos en el Occidente tecnológico. píritu —una imagen tan vivida en Wordsworth, en
Esta ambivalencia tiene sin embargo sus vir- Auguste Comte— fuera desde el principio irreflexi-
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va y susceptible de engendrar ilusiones. Pero la Conducido por los hombres de éxtasis,
nobleza de estos errores es incuestionable asi El genero humano marcha hacia adelante;
como la función de engendrar energías de tales Marcha por la tierra; pasa,
Va en medio de la noche, en medio del espacio,
errores. Buena parte de lo más verdadero de nues- A través de lo infinito y a través de regiones limitadas,
tra cultura estuvo animada por una utopía ontoló- A través del azul de los cielos, a través de los mares
gica. Implica modestia y realismo hacer a un lado [irritados,
“ el sueño milenario, pero es mendaz negar la ventu- A la luz de Prometeo,
ra. de quienes lo soñaron u olvidar que nuestra El liberador encadenado.)
actual clara visión procede directamente de un
catastrófico fracaso de las posibilidades humanas. Aquí están todos los indicadores de la visión
Además no es seguro que pueda uno idear un creadora de energía: los líderes extáticos, la mar-
modelo de cultura, un programa heurístico para cha hacia adelante de la humanidad como en un
realizar nuevos avances, sin un núcleo utópico. La sueño, el símbolo prometeico de la rebelión dadora
cuestión “hacia qué fin dirigir el esfuerzo, hacia de vida, símbolo instrumental para Marx como lo
qué fin dirigir el trabajo” se remonta rápidamente fuera para Shelley. ¿Cómo hemos de volver a en-
a un oscuro esquema instintual o bien a un a priorl contrar seguridad nosotros que ya no comparti-
de esperanza anclado menos en la fenomenología, mos la confianza de Victor Hugo, para quien la his-
en las líneas reales de la historia, que en un sueño toria así y todo no es, o lo es sólo difusa e irónica-
de ascenso: mente, una marche en avant? Una crítica pesimis-
ta de la cultura es ima construcción positiva. Y
Dans l'ombre immense du Caucase, hasta la sátira (que en esto estriba su fuerza for-
Deputs des siécles, en révant, mal) trabajaba contra un implícito postulado de
Condutt par les hommes d'extase, utopía. Ya no disponemos de aquellos “cielos com-
Le genre humain marche en avant; pensadores” que dieron a las sociologías estáticas
Il marche sur la terre; U passe,
o circulares del pensamiento medieval y del prerre-
Il va dans la nutt, dans lU'espace,
Dans Uinfint, dans le borné, nacimiento su desequilibrio dinámico lleno de as-
Dans l'azur, dans l'onde trritée, piración. ¿Cómo suscribir un modelo lineal, con un
A la lueur de Prométhée, explícito vector de progreso como el que alineaba y
Le Ubérateur enchainé! galvanizaba nuestras sensibilidades desde por lo
menos el siglo xvIn? Nada, salvo la realidad, nos ha
(En la inmensa sombra del Cáucaso, enseñado y preparado para la estasis o la regre-
Desde siglos atrás, como soñando, sión.

98 99
“Abe! /91

Toda esta cuestión de una operante teoría de taria, las revisiones de los programas de estudio
la cultura (en ausencia de un dogma o de un escolares, la expansión de la base educacional, la
imperativo de progreso y perfectibilidad genuina- instrucción de los adultos, la inculcación de la
mente sentido por metafórico que sea), me parece excelencia por obra de periódicos y libros de bajo
una
E las mayores dificultades queenfrentamos precio. Estas expectaciones, lockeianas, jefferso-
; El diagnóstico clave es el que nos ofrece nianas si se quiere, se desarrollaron difusas y
Dante cuando analiza la exacta condición de la evidentes por sí mismas o evidentes por sí mismas
profe infierno:
en elcía por ser difusas (la universalidad implica vague-
dad). Pero su principio central era claro: había un
Peró comprender puol che tutta morta * proceso natural que iba desde el cultivo delintelec-
Sia nostra conoscenza da quel punto,
to y los sentimientosen elindividuo auna conduc-
che del futuro fía chtusa la porta.
ta raci iclosa de 1 d: El dogma
(Inferno 10). secular del progreso moral y político era precisa-
mente eso: una transferencia a las categorías de la
(Puedes pues comprender que cosa muerta instrucción pública y de la escuela —el liceo, la
sea todo nuestro conoctmiento desde el momento biblioteca pública, los colegios de trabajadores—
en que se clerra la puerta del futuro.) de aquellos elementos dinámicos de la Ilustración,
del crecimiento humano enderezado a la perfec-
“Se cierra la puerta del futuro” —es decir, ción ética que otrora fue teológica y trascendental-
renunciar al axioma ontológico del proceso histó- mente electiva. Por ejemplo, el lema jacobino de
rico— y “todo nuestro conocimiento” es cosa que la escuela era el templo y el foro moral de la
muerta. Tiustacion 3 e
/ Tuenmwimo/ Hunan
persona libre marca la secularización de un con-
El tercer axioma al que ya no podemos apelar trato utópico, en última instancia religioso, entre
y)

sin una extrema reserva es el que relaciona el la realidad del hombre y sus potencialidades.
humanismo —como programa educativo, como un La locura y la crueldad humanas eran expre-
relerente ideal— con la conducta social humana. sión directa de ignorancia, de esa injusticia en
La cuestión debe formularse muy cuidadosamen- virtud de la cual la gran herencia de las realizacio-
te. La Ideología de la educación liberal, de un nes filosóficas, artísticas, científicas se transmitió
humanismo clásicamente basado en el esquema únicamente a una casta privilegiada. Tanto para
de cultura del siglo XIX, corresponde a las expecta- Voltaire como para Matthew Arnold —y puede
ciones de la Ilustración. Esa ideologia se da en decirse que entre ambos se definen las generacio-
muchos niveles, por ejemplo, la reforma universi- nes de promesas culturales— hay una evidente
100 101
congruencia entre el cultivo del espiritu
del indivi- Henry Sidgwick y a sus colegas era precisamente
duo mediante el conocimiento formal y un mejora- las limitaciones del canon clásico. Se lanzaron a
miento
calidad
en la de vida. Aunque expusieron reexaminar el concepto ortodoxo de educación
sus ideas en diferentes idiomas y aportaron dife- clásicay examinaron si ésta era apropiada para las
rentes elementos a su silogismo, Voltaire y Arnold necesidades de una comunidad cada vez más
consideraban como definitivamente establecido el tecnológica y socialmente diversificada.
crucial lema de que las humanidades humanizan. En el más incisivo de esos ensayos, Sidgwick
La_raiz “de lo “humano” está explicitamente en es partidario de extender el concepto de cultura
ambos términos y la etimología los liga estrecha- necesaria para que incluya las letras modernas y
mente. Todo esto es para nosotros terreno familiar. cierto conocimiento de las ciencias. Ya no se puede
Pero la proposición necesita ser afinada. Aun- considerar que la literatura griega y latina abar-
que conceptos de “educación”, de “crianza”, de quen todos los conocimientos esenciales, ni siquie-
“cultura” y de mejoramiento social o de perfectibi- ra en una forma idealizada y paradigmática: la
lidad humana estaban íntimamente mezclados y a pretensión de esas literaturas “de dar la mejor
menudo eran intercambiables, continuaba siendo enseñanza en filosofía mental, ética y política” está
examinada la precisa estructura de las relaciones desapareciendo rápidamente. La ciencia fisica
entre ellos, de los elementos instrumentales que “está ahora tan ligada con todos los intereses de la
conducían de uno al otro. Encontramos una byena humanidad” que es indispensable cierta familiari-
dosis de estrepitosa confianza en la correlación dad con ella para comprender “la actual fase del
inmediata de mejor escuela y mejor sociedad, progreso de la humanidad” y participar en ella. En
particularmente en las doctrinas progresistas suma, las técnicas y el contenido sustancial de la
norteamericanas
y en el socialismo victoriano. transmisión cultural eran vigorosamente debati-
Pero también encontramos, en un plano superior dos en el momento culminante del optimismo del
de debate, una continua conciencia de lacomple- siglo XIx. Lo que no se debatía era la obligatoria
jidad de la cuestión. Los Ensayos sobre una educa- inferencia de que tal transmisión, si era correcta-
ción liberal, publicados por F. W. Farrar en 1867, mente llevada a cabo, llevaría necesariamente a
dos años antes de la publicación de Cultura y una condición del hombre más estable, más
anarquía de Arnold y tres años antes de la Ley de humanamente responsable. “Una educación libe-
Educación, constituyen un ejemplo representativo ral”, escribía Sidgwick convencido de estar enun-
de cómo se revaluó desde adentro, por asi decirlo, ciando cosas obvias, “tiene por objeto impartir la
el axioma general del mejoramiento por obra del cultura suprema, hacer que los jóvenes ejerzan de
humanismo. Lo que le preocupaba a Farrar, a modo más pleno, vigoroso y armonioso (de confor-

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midad con el mejor ideal accesible) sus facultades en una zona neutral. También sabemos —y aqui se
activas, cognitivas y estéticas”. Formulada en su trata de un conocimiento enteramente documen-
plenitud, extendida gradualmente de acuerdo con tado aunque en modo alguno incorporado en una
los diferentes grados de capacidad innata a secto- psicología racional— que las cualidades evidentes
res cada vez mayores de la sociedad y del globo, esa de la respuesta letrada, del sentimiento estético
educación aseguraría un perman mejora- pueden coexistir conla conducta bárbara, política-
o Donde florecía la mente sádica, en un mismo individuo. Hombres
cultura la barbarie era, por definición, una pesadi- tales como Hans Frank, que administraban la
llapasado..
del “solución final” en la Europa Oriental, eran pro-
Hoy sabemos que esto no es así. Sabemos que fundos conocedores de las bellas artes y en algu-
la excelencia formal y la extensión numérica de la nos casos ejecutantes de Bach y Mozart. Conoce-
educación no tiene por que estar en correlación con mos a gente de la burocracia de los torturadores y ...
una mayor estabilidad social y una mayor raciona- de las cámaras de gas que cultivaban el conoci-
lidad política. Las virtudes demostrables del miento de Goethe, que sentían amor por Rilke; y
Gymnasium o del lycée no son garantías de cómo aquí no tiene peso la fácil excusa de decir; “Esos
habrá de votar la comunidad en el siguiente plebis- hombres no entendían los poemas que leían o la
cito. Ahora nos damos cuenta de que extremos de música que conocían y parecían tocar tan bien”.
histeria colectiva y de salvajismo pueden coexistir Sencillamente no hay prueba alguna de que esos
con una conservación paralela y, es más, con el hombres sean más obtusos que cualquier otro y
desarrollo ulterior de las instituciones, burocra- menos sensibles al genio humano, a las energias
cias y códigos profesionales de una cultura supe- morales de la gran literatura y del arte. Una de las
rior. En otras palabras, las bibliotecas, los museos, principales obras que ten l
los teatros, las universidades, los centros de inves- lenguaje y sobre la interpretación
total de la poesía
tigación por obra de los cuales se transmiten las de Hólderlin fue compuesta casi a la distancia de
humanidades
y las ciencias pueden prosperar en ún tiro de bala de un campo de muerte. La pluma
las proximidades de los campos
de concentración. de Heidegger no. se detuvo ni su espíritu enmude-
El vigor de la empresa de tales instituciones puede ció.
ciertamente sufrir por el impacto de la violencia y —— Cuando cito este material, me encuentro con
del régimen que las rodea. Pero sufren sorprenden- la siguiente objeción: “¿De qué se asombra usted?
temente poco. La sensibilidad (particularmente la ¿Por qué esperaba usted otra cosa? Uno siempre
de los artistas ejecutantes), la inteligencia, el debería haber sabido que la cultura y la acción
empeño de aprender continúan desarrollándose humanas, que las humanidades y el impulso polí-
104 105
tico no están en una correlación necesaria o sufi- habrían tenido menos confianza. Quizá confiar en
ciente”. Esta objeción parece convincente, pero en la cultura suponía una actitud orgullosa y ciega
realidad es inapropiada si se tiene en cuenta la respecto de las
contracorrientes
y nostalgias de
enormidad del caso. La comprensión que ahora destrucción que la
contenía
cultura en su seno.
tenemos de las relaciones negativas o, porlo menos Acaso la incapacidad de la razón y de la voluntad
dialécticamente paradójicas y paródicas, entre política para impedir las matanzas de 1915-17
cultura y sociedad es algo nuevo y moralmente debería haber sido una advertencia final sobre la
desconcertante. A los hombres de la Ilustración y fragilidad y la condición aislada dela estructura de
a muchos de los del siglo x1x esta comprensión les la cultura.
habría parecido una morbosa fantasía (y son pre- Pero aquí nuestra comprensión (y ésta está
cisamente las premoniciones de Kierkegaard y extrañamente ausente en las Notas de Eliot escri-
Nietszche sobre esta cuestión lo que los coloca en tas en 1948) se da después de ocurridos los he-
una situación aparte). Nuestro actual conocimien- chos. Ella misma es —y éste constituye el punto
to de una transferencia negativa que va desde la principal— parte de nuestra desolación. En_no
civilización a la conducta (en el individuo y en la menor medida que nuestra competencia técnica
sociedad) va contra la fe, contra los supuestos para construir el infierno sobre la tierra, nuestro
operantes en que estaba fundado el progreso de la conocimiento del fracaso de la educación. de la
educación, de la alfabetización general y de la adición humanista, para aportar “dulzura” y
difusión de las artes. Lo que ahora sabemos hace "luz” a los hombres es un claro síntoma de lo que
befa de la visión de la historia penetrada y vuelta se perdió. Ahora nos vemos obligados a volver a un
maleable por la inteligencia y los sentimientos anterior pesimismo pascaliano, a un modelo de
educados, una visión de la historia común a Jeffer- historia cuya lógica deriva de un postulado de pe-
son y a Marx así como lo era a Arnold y a los cado original. Hoy podemos admitir fácilmente el
reformadores de 1867. Es fácil decir que uno punto de vista de De Maistre de que la barbarie de
“debería” haberlo sabido. Si la ilustración y el siglo la política moderna, de que el retorno del hombre
XIX hubieran comprendido que no podía presumir- ilustrado y tecnológicamente inventivo al asesina-
se un vehículo que fuera desde la civilización a la to es un resultado necesario de la escatología de la
civilidad, desde el humanismo
a lo humano, se Caida. Pero en nuestro retorno a estos paradigmas
habrían secado los manantiales de la esperanza y anteriores, más “realistas”, hay un elemento espu-
no habría sido posible buena parte de la inmensa rio y, por lo tanto, psicológicamente corrosivo. Á
liberación de los espiritus y de la sociedad durante diferencia de Pascal y de De Maistre, muy pocos de
cuatro generaciones. Sin duda aquellos hombres nosotros sustentamos en realidad un concepto

106 107
cm.
dogmático, explícitamente religioso, de los desas- poscultura. No haher sabido que existían inhuma-
tres personales y sociales del hombre. Para la | nas potenciali el hombre cultivado (cosas
en dades
mayoría de nosotros, la lógica del pecado original . que hoy sabemos) fue un enorme privilegio. En las
y la imagen de la historia como un proceso de : generaciones que van desde Voltaire a Arnold la
E ausencia de ese conocimiento no era inocencia
purgatorio son, en el mejor de los casos, una me-
táfora. Nuestra visión pesimista, a diferencia de la E sino que antes bien formaba parte de un programa
que fomentaba la civilización.
de un verdadero jansenista, no dispone de un
principio de causalidad ni de una esperanza en das 3 Podemos agrupar estos hechos “irreparables”
una remisión trascendente. Estamos atrapados en ¿narmah en un rótulo general. La pérdida de la situación
el medio de estos extremos. No podemos hacernos A central, geográfica y sociológica, el abandono del
eco del famoso saludo de Carducci al futuro:
. .
¿audan
Aj axioma del progreso histórico o las extremadas
reservas con que lo miramos, nuestra sensación de
SN X a LA ¿44

Salute, o gentt umane affaticate!


¿OY Ka
Tracaso o de las graves deficiencias del conocimien- ,
Tutto trapassa, e nullo puó morir. EME y del humanismo respecto de la acción social;
Not troppo odiammo e sofferimo. Amate: todos estos hechos significan el fin de una estruc-
Il mondo e bello e santo € Pauvventr. tura de valores jerárquicay aceptada. Esas divisio-
ñes o cortes binarios que organizaban la percep-
(¡Salud, oh humanidad fatigada!
ción social y que representaban la dominación del
Todo pasa y nada puede morlr.
Demasiado hemos odiado y sufrido. Ahora amad: poe código cultural sobre el código natural se han
El mundo es hermoso y santo es el futuro.) cmd Ye borrado ahora o son directamente rechazados. Se
pul trata de cortes entre la civilización occidental y
UMÉLE? — todaslas demás, entre los instruidos y los incultos,
Pero nosotros no podemos tampoco responder
con plena y honesta aquiescencia al diagnóstico entre los estratos superiores e inferiores de la
pascaliano de las crueldades y absurdos de la d sociedad, entre la autoridad de la edad y la depen-
condición histórica como consecuencias naturales .. dencia de los jóvenes, entre los sexos. Estos cortes
de una primaria falta teológica. E eran no sólo diacríticos —que definían la identidad
Esta inestabilidad de un terreno esencial y las de las dos unidades en relación consigo mismas y
evaslones psicológicas que dicha inestabilidad entre sí— sino que eran expresamente horizonta-
implica caracterizan a buena parte de nuestra les. La línea divisoria separaba lo superior de lo
actual postura. Realista y al propio tiempo psico- inferior, lo mayor de lo menor, la civilización del
lógicamente hueco, nuestro nuevo pesimismo primitivismo atrasado, la instrucción de la igno-
de la
factor rminante
estoico o irónico es undete rancia, el privilegio social de la subordinación, la
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108
madurez de edad de la inmadurez, los hombres de costumbres sociales. Y lo mismo ocurre, más re-
las mujeres, y en cada caso estaba implícita una cientemente, con la fisión de los modos sexuales
distinción de superioridad. Es el colapso, más o tradicionales. Las tipologías de la liberación de las
menos completo, más o menos consciente, de estos mujeres, de la nueva homosexualidad, políticay
gradientes de valor jerarquizados y definitorios (¿y socialmente ostentosa (especialmente en los Esta-
puede haber valores sin jerarquía?) lo que consti- dos Unidos) y del “unisex” indican un profundo
tuye ahora el hecho principal de nuestra situación reord to o desorden en eras larga-
intelectual y social. mente establecidas. “Vagamente denegados” (se-
Los “cortes” horizontales del orden clásico se gún la elocuente frase de Milton), hombres y mu-
han hecho verticales y a menudo indistintos. jeres están actuando no sólo en un terreno neutro
Me imagino que nunca un estadista blanco de indistinción sino que intercambian papeles en
volverá a escribir como lo hizo Palmerston en 1863 cuanto a la vestimenta, en cuanto a la psicología,
en ocasión de una acción punitiva que debía tocante a las funelones económicas y eróticas que
verificarse en remotos lugares: “Me inclino a pen- antes estaban claramente diferenciadas.

AN
sar que nuestras relaciones con el Japón están Nuevamente aqui se insinúa un esquema ge-
pasando por las habituales e inevitables fases del neral. Una común falta de formas o la busca de
trato de las naciones fuertes y civilizadas con nuevas formas no ha hecho sino minar las líneas
naciones más débiles y menos civilizadas” (hasta la clásicas de edad, de las divisiones sexuales, de las
capitalización se expresa en voz alta). Un antropo- estructuras de clase y de los gradientes jerárquicos
de espiritu y poder. Nos encontramos cogidos en

A
logía ubic relativista, no evaluativa, en su estu-
dio de las diferentes razas y culturas, penetra un movimiento browniano en todo nivel vital,
ahora nuestra imagen de nosotros mismos y de los molecular, de la individuación y de la sociedad. Y
demás. “Contraculturas” y conjuntos individuali- si me es lícito llevar la analogía un poco más lejos,
e

zados de referencias ad hoc están reemplazando diría que las membranas a través de las cuales se
.

discriminaciones establecidas entre instrucción y filtran las energías sociales se han hecho ahora
analfabetismo. La línea que separaba la educación permeables y no selectivas.
yla ignorancia ya no es jerárquica con evidencia. Se ha afirmado abundamente que el índice de
Buena
reatizactones
parte de tas mentales de la cambio social que estamos experimentando no
sociedad se produce ahora enuna zona intermedia tiene precedentes, que las metamorfosis y las
ANA

de eclecticismo personal. El alterado tono de las hibridaciones a través de las lineas del tiempo, de
relaciones entre grupos de edad es hoy lugar la sexualidad, de las razas, se producen ahora más
común que penetra casi todos los aspectos de las rápidamente que lo que se produjeron alguna vez

110 111
antes. ¿Ese índice y esa universalidad de cambio to de la conciencia y de la aceptación social?
reflejan transformaciones orgánicas verificables? Admitiendo el hecho, ¿es legítima esa correlación
Esta es una cuestión muy dificil de plantear con o están actuando aquí mecanismos paralelos pero
precisión, para no hablar de darle una respuesta. esencialmente disociados? En este punto cabe ser
Experimentamos buena parte de la realidad, agu- escépticos.
damente filtrada y preelaborada, a través de la Y sin embargo debería haber también cierta
sociología diagnóstica de los medios de comunica- largueza y vulnerabilidad de la imaginación. Es
ción social. Ninguna sociedad anterior se reflejó a concebible, para expresarlo modestamente, que
si misma con semejante y profusa fascinación. En cambios producidos en esquemas de nutrición, de
la actualidad, modelos y mitologías de hecho, a control de la temperatura, de rápidos viajes a
menudo muy astutos y aparentemente generales través de zonas y climas diferentes, que la prolon-
se ofrecen en intervalos asombrosamente breves. gación del promedio de vida y la ingestión de
Esta rapidez y “metaprofundidad” de explicación sustancias terapéuticas y narcóticas estén deter-
puede oscurecer la distinción entre lo que es una minando una genuina modificación de la persona-
cuestión de moda, de colorido superficial, y lo que lidad y, marginalmente, acaso del físico. Esos

in
ocurre en los niveles internos de un sistema psico- cambios podrían definirse como “mutaciones in-
lógico o social. Lo que sabemos sobre la escala termedias”, algo entre lo orgánico y lo que está de
temporal evolutiva hace en alto grado improbable moda, en el sentido más fuerte de esta expresión.
que se estén produciendo cambios psicofisiológi- No poseemos un vocabulario exacto para designar
cos a un ritmo dramático observable. Considere- metamorfosis psicosociales de segundo orden o
mos un ejemplo; se están estableciendo grandes metamorfosis sociofisológicas. Ello no obstante,
correlaciones entre la revolución producida en las me parece que estas metamorfosis constituyen la
costumbres sexuales y una supuesta reducción de variante más importante de toda la poscultura.
la edad en que aparece la menstruación. Parecería Buena dosis de todo esto es terreno común.
que esta fenomenología es susceptible de una in- También lo es el punto de vista, expresado la pri-
dagación estadística exacta. Pero en realidad mera vez por Benda (que aún continúa siendo el
abundan las dudas materiales y metodológicas. más agudo de los críticos de la cultura), de que el
¿Qué culturas o comunidades se ven afectadas y desmoronamiento de las Jerarquias clásicas se
cuántos casos dentro de ellas podrían constituir daría desde adentro. Las decisivas brechas abler-
una masa crítica? ¿Nos encontramos aqui frente a tas en
líneas
Tas del orden serían la obra de
síntomas primarios o secundarios, frente a un zapadores que excavaron túneles desde el interlor
cambio fisiológico o a un cambio dentro del contex- de la comunidad. La conciencia del privilegio, de la
112 113
madurez de edad, de los derechos de mandarín se música y la poesía, la ciencia de Bacon y de Laplace
ha vuelto contra sí misma. florecen en modos más o menos totalitarios de
La pregunta que se formula menos frecuente- gobierno social. ¿Puede ser fortuita esta circuns-
mente es la de saber si vale la pena reanimar tancia? ¿Hasta qué punto son vitales las afinida-
ciertos elementos centrales de los valores de la des entre las relaciones de poder y las humanida-
jerarquía clásica. ¿Hay una defensa concebible del des clásicas (relaciones iniciadas en el proceso de
concepto de cultura contra los dos principales la enseñanza)? ¿No es la noción misma de cultura
ataques que ahora se dirigen a ella? Especialmente sinónimo de elitismo? ¿Cuántas de sus principales
si aceptamos la proposición central de Eliot de que energías se alimentan de una violencia que está
“la cultura no es la mera suma de varias activida- disciplinada y contenida por dentro pero que es
des, sino que es un estilo de vido”. ceremonialmente visible en una sociedad tradicio-
—* Elataque se lanzó contra la fragilidad y costos nal o represiva? De ahí la crítica de Pisarev (de la
de ese “estilo de vida”. . ¿Fara quéclaborarytrans que posteriormente se hizo ccoQruede arte y de 148y
mitir cultura si ésta hizo tan poco para contener lo las letras consideradas como instrumentos de
' inhumano, en ella están i bigúedades casta y de régimen absolutista.
que
solicitaron
hasta la barbarie? En segundo lu- Estos son los reparos expuestos despectiva-
gar, admitiendo quela cultura sea un medio de ex- mente por la “contracultura”. ¿Qué cosa buena
celencia humanay de desarrollo intelectual, ¿nose hizo el elevado humanismo por las masas oprimi-
paga por la cultura un precio demasiado elevado” das de la comunidad”? ¿Qué utilidad tuvo la cultura
Considerando la desigualdad social y espiritual; cuando llegó la barbarie? ¿Qué poema inmortal
considerando el desequilibrio ontológico que es detuvo alguna vez o mitigó alguna vez el terrorismo
más profundo que el económico— entre las privile- político, aunque algunos de ellos lo celebraron? Y
giadas realizaciones intelectuales y artísticas y el de mañera más escrutadora: aquellos para quie-
excluido mundo de la pobreza y del subdesarrollo. nes un gran poema, un pensamiento filosófico, un
¿Puede haberse debido a un accidente el hecho de teorema son en definitiva el supremo valor; ¿no
que buena parte de la ostentosa civilización —de la ayudan acaso a los que arrojan napalm mirando
Atenas de Pericles, la Florencia de los Medici, la hacia otra parte y adoptando una posición de
Inglaterra del siglo XVI, el Versalles del grand siécle “tristeza objetiva” o de relativismo histórico?
y la Viena de Mozart— estuviera estrechamente A lo largo de este ensayo he tratado de sugerir
correlacionada con el absolutismo político, con un que no existe una respuesta adecuada a la cues-
rígido sistema de castas y con la presencia circun- tión de la fragilidad de la cultura. Podemos elabo- .
dante de un populacho sometido? El gran arte, la rar toda clase de puntos de vista post facto sobre la

114 115
falta de correlación entre la instrucción y la políti- negar esto, con pretexto de devoción liberal, es no
ca, entre la herencia de Weimar y la realidad de sólo mendaz sino que raya en la ingratitud. Una
Buchenwald situado a pocos kilómetros de allí. cultura “viva” es aquella que se alimenta continua-
Pero el diagnóstico después de ocurridos los acon- mente de las grandes e indispensables obras del
tecimientos es, en el mejor de los casos, una com- pasado, de las verdades y bellezas alcanzadas en la
prensión superficial y parcial. Por lo que soy capaz tradición. Contra estas cosas no cuenta la aspere-
de ver queda aún sin explicar mucho del horroroso za soclal ni el sufrimiento personal que tan a me-
enigma. nudo generaron o hicieron posible una sinfonía, un
Podemos dar una respuesta ala cuestión de si fresco, una concepción metafísica. Sies absoluta-
una cultura Ss te entrete- mente honesta, la doctrina de una cultura elevada
l ici l. No es dilici formular considerará el incendio de una gran biblioteca, la
una apología de la civilización firmemente basada, desaparición de Galois a los veintiún años o la
y sin hipocresías, en un modelo de historia conce- desaparición de una importante partitura pérdi-
bida como privilegio, como orden jerárquico. Puede das paradójicamente, pero no por eso menos deci-
uno decir sirmplemente que las realizaciones del didamente, fuera de proporción con muertes co-
arte, de la imaginación especulativa, de la ma- munes, aun cuando éstas se produzcan en gran
temática y de las ciencias empíricas fueron, son y escala.
serán en una 1 dimensión. abrumadora la creación Esa es una posición coherente que puede estar
de unos pocos hombres dotados. En la perspectiva de acuerdo cón realidades biológicas profunda-
de la evolución
de las especies hacia una interven- mente insertas. Por razones perfectamente obvias, .
ción cada vez más completa de las potencialidades sin embargo, es una posición que hoy pocos esta-
de la corteza cerebral —y la suma de la historia rían dispuestos a exponer públicamente o con .
puede ser precisamente eso— resulta vital preser- convicción. Esa posición se opone drásticamente a
var el tipo de sistema político en el que se reconoz- las dudas sobre la cultura que, según vimos, están
can los dones superiores y se acepten las presiones justificadas. Está demasiado crasamente fuera de
bajo las cuales ellas florecen. La existencia de un tono con los ideales generales de respeto humano
Platón, de un Karl Friedrich Gauss, de un Mozart y de preocupación social. Hay algo histriónico y
pueden hacer sorprendentemente mucho para psicológicamente sospechoso hasta en la simple
redimir la del hombre. La inmensa mayoría de las formulación de un canon elitista.
biografías humanas son un grisáceo relato que se Pero es importante comprender precisamente
desarrolla entre espasmos domésticos y el olvido. por qué ello es así. Empleando los términos que he
Para una sensibilidad verdaderamente cultivada indicado y haciendo con completa honestidad una
116 117
de la cultura concebida vitalidades que pronto se escaparán de su mano
defensa contemporánea
viva. El arte y el espiritu se dirigen a aquellos que
! así y todo un vacio en su centro.
como un “estilo de vida”, esa defensa presentará
todavía no han pasado inadvertidos a los vivos.
No resulta plau-
en definitiva hacer un alegato en favor del No hay nada natural, nada evidente por si
- sible
mismo en esta apuesta contra la mortalidad, con-
orden y los valores clásicos apoyándose en una
nes promesas ida. En la gran ma-
base puramente inmanente secular. Al hacer hin-
yoría de los casos —y el que apuesta a la trascen-
capié sobre este punto Eliot está justificado y sus
dencia lo sabe de antemano— el intento fracasará
Notas con miras a definir la cultura continúan
y nada sobrevivirá. Puede haber una cancerosa
siendo válidas. Pero si el núcleo de una teoría de la
manía en la mera idea de producir gran arte o
cultura es “religioso”, este término no debería to-
pensamientos filosóficos, actos, por definición,
marse como lo hace principalmente Eliot, en un
que no tienen utilidad ni recompensa inmediata.
particular sentido sectario. Aunque sólo sea por su
implicación en alto grado ambigua en el holocaus- Flaubert bramaba como un hombre atormentado
ante el pensamiento de que Emma Bovary —su
to, el cristianismo no puede servir como foco de
criatura, su invento de ordenadas silabas— no
una redefinición de la cultura, y la nostalgia que
siente Eliot por la disciplina cristiana es ahora el estuviera viva y real mucho después después de
más vulnerable aspecto de su argumentación. Yo haber sufrido él una penosa muerte. Hay una
entiendo lo “religioso” en un sentido particular y serena enormidad, más incisiva por su deliberado
más antiguo. Lo que es central en una verdadera_
eco en la literatura, en la afirmación de Pope según
cultura es cierta concepción de las relaciones entre la cual “para seguir a la poesía como deberia
e la muerte 1 idual. hacérselo debe uno olvidarse de padrey madre y
El impulso de la voluntad que engendra arte y pegarse a ella solamente”. Podemos sustituir la
pensamiento desinteresado, la respuesta que es lo palabra “poesía” de esa oración por matemática,
único que puede asegurar su transmisión a otros
música, pintura, astrofísica o cualquier otra disci-
seres humanos, al futuro, tienen sus raices en una plina que exija al espíritu una demanda total.
aspiración a la trascendencia, en una apuesta a ¿n cada caso, se trata de un sacrificio ambicio-
so, de la obsesión de perdurar, de sobrepujar a la
trascender. El escritor o el pensador utiliza las
cía de la . Morir a los treinta
palabras del poema, las fibras de la argumenta-
ción, los pers ma para que perdure su y cinco años pero haber compuesto el Don Giovan-
+ propia vida, para superar
misterio
el de la presen- ni, saber, como sabía Galois durante la última
cia_ autónoma y el estar presente. El escultor noche de sus veintiún años de existencia, que las
entrega a la piedra vitalidades contra el tiempo, páginas que estaba escribiendo alterarían las for-

118
119
SED
mas futuras del álgebra y del espacio. Quizá se amor humano y justicia, misericordia y escrúpu-
trate de un demente engreimiento, empleando este los, pero, ¿puede haber una verdadera cultura?
término en su sentido estilístico, pero un engrei- ¿Puede la civilización tal como la conocemos ser
miento que es la fuente trascendente de la cultura confirmada por una concepción inmanente de la
clásica. realidad personal y social? ¿Puede una cultura ser
. Asilo oimos proclamar al final de la Tercera vital sin una lógica de relación entre la "divinidad
Oda Pítica de Pindaro: que está activa en mi espíritu” y la sed de una
“gloria que crecería a través de los siglos”? Y es
Quiero manifestar la divinidad que está activa en mi precisamente esa lógica, con su inferencia de per-
[espiritu durabilidad en virtud de la creación artistica e
y aplicar los medios que son mios.
intelectual, lo que yo considero “religioso”.
Pero sí un dios me dlera exuberancia y su fuerza,
tendría yo la esperanza de conquistar para siempre Esta lógica y su idioma están ahora deteriora-
inmensa gloria que crecería a través de los siglos. dos. La idea, axlomática en el arte y en el pensa-
miento clásicos, de sacrificar la vida presente, la
Pues si Néstor y Sarpedonte de Licia son célebres humanidad presente a la posibilidad marginal de
[entre los hombres, un futuro literario o de un renombre universal,
sabemos que fue la voz de cantores inspirados
la que nos transmitió sus nombres.
excita los nervios modermos. Hoy en día para los
Los poetas ilustres inmortalizan la virtud con sus jóvenes, elcodigode “gloria” del acto intelectual y
[cantos, creativo es sumamente sospechoso. Muchos ven
pero son pocos aquellos a quienes les es dado lo- en él tan sólo un pathos romántico o una perpetua-
[grarlo. ción disfrazada de idolos elitistas. Hay en la actua-
lidad, particularmente en los Estados Unidos,
Nótese la modulación que pasa de la acción algunas necias- teorías que están de moda sobre
poética a la verdad aristocrática “pero son pocos revoluciones totales
de la conciencia. Pero muta-
aquellos a quienes les es dado lograrlo”. Y esto no ciones de las estructuras internas no ocurren con
A RON rc

es accidental. El tropo de la inmortalidad persiste semejante ritmo. Sin embargo, en esta cuestión
en la cultura occidental, es central en ella, desde capital del equivoco entre poiesis —la creación del
Pa

Píndaro a la época de la visión de Mallarmé de Le artista, del pensador— y muerte. pueden discer-
Livre, “tenté á son insu par quiconque a écrit”. Esta nirse profundos cambios de perspectiva. Psicológi-
obsesión está una vez más memorablemente cris- camente, hay un abismo de años luz entre la
talizada en la frase de Eluard “le dur désir de sensibilidad de la época de mi propia formación
durer”. Sin ese “duro deseo de durar” puede haber escolar de cuño formal francés, con su evidente
120 121
acento puesto en el prestigio del genio y la compul- hay oscuros pero sustanciales precedentes en los
sión de la supervivencia creativa, y la actitud de sueños milenarios del siglo XVI que veían atodos
mis actuales alumnos. ¿Acaso ponen éstos a las los hombres como artistas e iguales cantores del
plazas de la ciudad nombres de matemáticos? momento. Sólo digo que si esta revaluación de los
Las causas de este cambio son múltiples. Pue- criterios de “perdurabilidad”, de maestría indivi-
den comprender elementos tan diferentes como la dual contra el tiempo, es tan radical y de tan vasto
estandarización de la muerte en dos guerras mun- alcance como ahora parece, el núcleo del concepto :
diales, la “cultura de la bomba” y el surgimiento de mismo de cultura estará quebrantado. Sila apues-
un nuevo colectivismo. Analizar esas corrientes es- ta ala trascendencia ya no parece digna de hacerse
tá fuera del alcance de este ensayo, pero los sin- y si nos estamos moviendo en una utopía de lo in-
tomas se advierten claramente. Incluyen la ideolo- mediato, la estructura de valores de nuestra civi-
gía del “happening” y artefactos autodestructores, lización se alterará (después de por lo menos tres
con su énfasis puesto en la inmediatez, en la irre- milenios) de maneras casi imprevisibles.
petibilidad y el medio efímero de la obra. La música Hablando con la serena agudeza de la edad y
aleatoria es un caso llamativo de la disminución de de la obra realizada, Robert Graves afirmó recien-
li autoridad creativa en favor del espontáneo temente que “Nada puede detener la destrucción
shadow-play colaborativo. (Werner Henze ha de- general de nuestras antiguas glorias, encantos y
clirado que hay explotación y amenaza de poder placeres”. Tal vez ésta sea una eliminación excesi-
arbitrario en la función misma del compositor.) va y en lugar de “destrucción” podríamos decir
Cada vez hay más textos literarios y obras de arte mejor “transmutación”, “cambio”. Ello no obstan-
que se ofrecen como obras colectivas y/o anóni- te, es casi seguro que el antiguo vocabulario esté
mas. La poética del éxtasis y del sentimiento grupal agotado y que las formas de la cultura clásica no
considera como vanidad arcaica un solo “gran puedan reconstruirse en ninguna escala general.
nombre” en el proceso de la creación. El auditorio
ya no es un eco del talento del artista, alguien que
responde a su singular empresa y que la transmite;
es un creador colectivo arrastrado por un impulso
de participación que parece el movimiento de una
rueda libre. Basta de presunciones de permanen-
cia en una oeuvre clásica, basta de maestros.
Sería absurdo tratar de juzgar los méritos de
esta nueva “nivelación”, y uso esta palabra porque

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