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Fundamentos y decisión del Juez

El Tribunal Supremo inicia sus fundamentos dejando sentado los puntos que no son
controvertidos como son: 1. los cargos del demandado (fiscal) ni del denunciante (juez), 2. la
conversación realizada entre ellos, en la sala de audiencias del juzgado de investigación
preparatoria de Loreto Nauta, luego de la audiencia de requerimiento de prisión preventiva y 3.
el procesado reconoce un ser interlocutor de un video cuestionado (no reconoce su voz ni sus
palabras).

Luego de ello, dado que el cuestionamiento de fondo es el contenido del CD presentado como
medio de prueba, y este es cuestionado por la defensa respecto a su introducción en el
proceso, el Tribunal se avocó a analizar si este fue adecuadamente incorporado al proceso,
señalando que en la audiencia de control de acusación (resolución 9) donde se declaró valida la
acusación y saneado el proceso, y en la resolución 10, se admitió como prueba documental el
CD, determinándose en este extremo que dicho CD fue adecuadamente incorporado el debate
de juicio oral. En relación al trámite del CD, se señala que este fue proporcionado por el juez
denunciante al organismo de control del Poder Judicial, y este a su similar del Ministerio
Público (ODCI), sin la presencia del denunciado ya que era innecesario, siendo que, si se le citó
para que participara en la diligencia de visualización y transcripción del video, realizada por la
ODCI, pero no concurrió.

En relación a la atipicidad de la conducta también señalada por el impugnante, el Tribunal


interpretó, por si misma, la transcripción de la conversación del audio y video realizada por la
ODCI, y determinó que existe claridad en que el fiscal (procesado) ofreció a su interlocutor
(juez denunciante), la suma de 500 soles para declarar fundado el requerimiento de prisión
preventiva que había solicitado, dado que esto lo beneficiaria; dejando claro que no es verdad
que, como señala la defensa, el fiscal no ofreció “cinco cariños”, sino que su expresión de
“cariño”, era para referirse a un retribución económica ilícita, encontrándose su conducta
tipificada en el artículo 398 del Código Penal.

Finalmente, en lo referido al principal cuestionamiento de la apelación, relacionada a la


autenticidad del CD con archivos de audio y video, el procesado indicó que los archivos de
audio, y transcripción fuero editados y que la voz atribuida a su persona no era suya,
alcanzando un peritaje de parte que demostrarían su alegato. Al respecto, el Tribunal Supremo
sustentó su decisión final en pruebas emitidas durante los procesos de primera y segunda
instancia, asi tenemos que valoró lo siguiente:

- Informe Pericial Técnico fonético numero 028-2014 realizado por los peritos oficiales Luis
Tito Loyola Mantilla y Milton Danilo Hinojosa Delgado, del Instituto de Medicina Legal del
Ministerio Público, donde se indica que la voz pertenece al fiscal del video y que no hubo
montaje.
- La ratificación de las conclusiones arribadas en dicho informe pericial, realizada por ambos
peritos oficiales, ante la primera instancia. Y la ratificación ante el Tribunal por el perito
oficial Luis Tito Loyola Mantilla.
- El debate pericial dispuesto por la Sala Penal Especial, ante la diferencia de conclusiones de
ambos estudios (oficial y de parte), donde se discutió la posibilidad y formas de efectuar un
montaje, sin embargo, en el peritaje oficial realizado, cuyo fin era la verificación de voz, no
se observó la realización de un montaje.
- Declaración del testigo señor Marco Antonio Pinedo Santillán, analista de imagen, audio y
video del Distrito Fiscal de Loreto, que participó en la diligencia de transcripción del video
realizado por el ODCI, señalando que a pesar de no ser perito, en su experiencia el video es
lineal, no existen saltos de imagen, no advirtiéndose indicios de edición o montaje.
- La afirmación del Juez denunciante ante el ODCI y en el juicio oral, que la conversación si se
realizó, disponiendo que se dejaran el audio y video de la sala encendidos, reiterando que el
fiscal le ofrecio 500 soles de su peculio para declarar fundado el requerimiento de prisión
preventiva.
- El testigo Paul Jarama Gratello, especialista de audiencias del Juzgado de Investigación
Preparatoria de Loreto Nauta, quien afirmó que le fiscal solicito hablar a solas con el Juez y
fue este quien le pidió que saliera de a sala y dejaran el audio y video encendidos.

Ante la valoración de todas las pruebas, el Tribunal Supremo señala que la Sala Superior si
realizó un análisis objetivo de las características del audio video y transcripción de la
conversación, ya que estas fueron validadas por las pruebas, quedando incorrecta el
cuestionamiento de la defensa señalada en este extremo. Además, ante las pruebas
consideradas, el Tribunal acreditó el delito imputado al procesado, desvirtuándose todos los
cuestionamientos efectuados por la defensa e su recurso, señalando que deberá de confirmar
la condena al fiscal por el delito de cohecho activo específico, previsto en el artículo 398,
primer párrafo del Código Penal.

En tal sentido, el Tribunal Confirmó la decisión de la sentencia de la Sala que condeno al fiscal
como autor del delito de cohecho activo específico, en agravio del Estado, y al pago de 4 mil
soles por reparación civil y Reformó, la sentencia de 8 años y 8 meses, y Fijó a 8 años de pena
privativa de libertad e inhabilitación por el mismo periodo, considerando que la impuesta por
la Sala no se encontraba motivada dado que el Ministerio Público solicitó en juicio oral solicito
7 años de pena privativa de libertad mientras que en su acusación escrita solicitó ocho años.

Conclusiones del grupo (opinión critica de la sentencia)

El primer párrafo del artículo 398 del Código Penal, señala “el que, bajo cualquier modalidad,
ofrece, da o promete donativo, ventaja, o beneficio a un Magistrado, Fiscal, Perito, Árbitro,
Miembro de Tribunal administrativo o análogo con el objeto de influir en la decisión de un
asunto sometido a su conocimiento o competencia, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de cinco ni mayor de ocho años; inhabilitación, según corresponda,
conforme a los incisos 1, 2 y 8 del artículo 36; y, con trescientos sesenta y cinco a setecientos
treinta días-multa.”

Como vemos, el procesado en su recurso de impugnación intentó desacreditar la prueba clave


que demostraría que la conducta típica del fiscal, presentando una pericia de parte,
cuestionando, además, temas procesales como la introducción de esta prueba (CD) en el
proceso, así como cuestionaron la falta de motivación de la sentencia debido a un análisis
subjetivo de la Sala Superior. Sin embargo, la Sala Suprema, responde y da analiza cada
cuestionamiento realizado por la defensa de procesado, sustentando su decisión final en las
pruebas de primera y segunda instancia, concluyendo, en su vigésimo considerando,
acreditado el delito materia de acusación contra el fiscal.

Cae señalar además que el delito de mera actividad o de peligro o también denominados de
riesgo, es por ello que resulta irrelevante si la decisión del Juez de declarar fundado o no, el
requerimiento de prisión preventiva, ya que este delito no requiere de resultado, siendo
necesario que la conducta del agente se encuentre plenamente identificada y sea típica.
En ese sentido, procederemos a establecer si conducta del fiscal es típica: según el contenido
de la conversación:

El Fiscal ofreció al Juez entregarle quinientos soles para que declare fundado el
requerimiento de prisión preventiva que había solicitado, ya que así, le estaría haciendo
un favor, y lo beneficiaria ya que sería destacado a Iquitos.

Al respecto, el artículo 398 señala:

“el que…ofrece…o promete…donativo ….o beneficio a un Magistrado….con el objetivo de


influir en la decisión de una asunto sometido a su conocimiento o competencia ….”,

Podemos observar claramente que la conducta del fiscal resulta típica según lo prescrito en el
articulo 398, por el delito de Cohecho activo específico, por tal motivo, nuestro grupo esta de
acuerdo con la sentencia decisión de la Sala Suprema. Asimismo, respecto a que reformó la
pena de la sentencia disminuyéndola a 8 años, es correcto, dado que dicho delito prevé una
pena no menor de cinco ni mayor de ocho años.

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