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Dr.

René Alejandro López


FUNCIONES PSÍQUICAS Villatoro
OBJETIVO GENERAL

Reconocer los disturbios volitivos, afectividad y la incidencia de criminalidad por personas con
alteraciones mentales
Identificar los disturbios de la
voluntad

Describir la afectividad, factores que


potencializan el factor criminógeno

Conocer la incidencia criminal de


personas con alteraciones mentales

OBJETIVOS ESPECÍFICOS
AFECTIVIDAD

El estado de ánimo es el tono sostenido de sentimientos que prevalece en una persona a lo largo del
tiempo.

Es posible valorarlo cuando la persona expresa por sí misma su estado de ánimo, en otras, debe
interrogarse de manera clara y específica y en otras, puede inferirse a partir de la observación del lenguaje
corporal, de la misma manera que el verbal.

Se debe valorar la congruencia entre lo que dice sentir y lo que se observa como expresión afectiva.
Se refiere a la esfera de los estados de ánimo, de los
sentimientos, de la emotividad en todos sus matices.
Es la capacidad de reaccionar, capacidad de vibración,
modulación y consonancia.
Es válido si el equilibrio entre las estructuras del sistema nervioso
central que se encargan del equilibrio entre conducta y,
emociones y sentimientos, se encuentra intacto.
De lo contrario, veremos que muchos estados anímicos o
afectivos estarán a flor de piel, sin que el necesario filtro
cognitivo e intelectual interfiera.
EMOCIÓN

Consiste en una respuesta afectiva intensa y rápida, de


corta duración y con gran componente corporal
(muscular, neurovisceral, endocrino) que se desarrolla
desde zonas subcorticales del cerebro.

Aparece en situaciones en las que más que respuesta


cognitiva se requiere de estar rápidamente en condiciones
de huida o lucha y con atención expectante a lo que
pueda ocurrir, cuando se experimenta ésta, no se tiene
una actividad intrapsíquica compleja, la cual se tiene en
otros momentos, en los cuales prevelece la razón a la
emoción.
Podemos identificar emociones primarias, las cuales son la que nos permiten sobrevivir, las que
desarrollamos en momentos en los cuáles nos encontramos ante una situación vital como miedo
(facilitadoras de conductas de huida) o ira (facilitadoras de conductas de lucha).
Las emociones secundarias, son menos intensas, aquí incluimos a la tristeza (que acompaña a la
insatisfacción, incluidas por pérdida o frustración), la alegría y la angustia (propia de situaciones
tensionantes, de inseguridad o eventual peligro).
Las emociones en general, se manifiestan en situaciones implosivas, inesperadas y de extrema amenaza
para la integridad propia o de objetos muy importantes para la persona, la emoción puede llegar a ser tan
intensa que inhibe la actividad cortical, de modo que la conducta de huida o lucha salga de forma
automática, prácticamente instintiva, sin que pueda mediar la voluntad elaborada de la persona.
SENTIMIENTOS

Son respuestas emocionales más estables, pueden durar toda la vida, son mucho menos intensas que las
emociones y están vinculadas a necesidades y motivaciones aprendidas socialmente, de modo que se van
manifestando de forma paulatina, sin la explosividad de las emociones.

Los sentimientos no inhiben la actividad cognitiva, esto es importante, porque nos permiten razonar más
y mejor lo que experimentamos ya que veces el propio sujeto no tiene clara consciencia de su influencia
en sí mismo.
Sentimientos un tanto más complejos o “superiores”, podemos citar sentimientos de
éxito o fracaso, de orgullo o pena, de culpa o remordimiento, formas más sublimadas
de amor u odio.
PASIONES

Podemos mencionar los estados afectivos más próximos a la anormalidad, casi tan intensos como las
emociones y tan duraderos como los sentimientos.
El ejemplo clásico, es el fanatismo por un equipo de foot ball ó la persona que se apasiona y que puede
llegar a matar.
Cuando se encausan en temas socialmente aceptables pueden dar sentido positivo y resultados relevantes
a la vida; en la vertiente opuesta son desastrosos y con frecuencia inducen al delito.
Se relaciona directamente con los disturbios de la
voluntad. La voluntad es una facultad psíquica
que representa la fuerza de una persona para
dirigir y mantener la orientación de la acción
hacia el cumplimiento de distintos objetivos, esto
es, estudiar, trabajar, pero en otro aspecto,
también delinquir.

La ausencia de voluntad se relaciona con la falta


de motivación por la dificultad para discriminar
entre objetivos accesibles y razonables que estén
de acuerdo con las propias posibilidades y el
hábito frecuente de aferrarse a fantasías
inalcanzables.
Soñadores ensimismados, personas inmaduras, personas con poco conocimiento de la
realidad pueden sentirse atraídos hacia situaciones irrealmente alcanzables, de manera que al
confrontarse con la realidad y que ésta no favorezca ésta circunstancia, suelen tornarse
inseguros, pesimistas, así como desarrollar una baja autoestima que los coloca en riesgo de
realizar actos que atenten contra los demás y/o contra ellos mismos.
INCIDENCIA EN LA CRIMINALIDAD POR
PERSONAS CON AFECCIONES MENTALES

Se sabe que la mayor parte de crímenes, son cometidos por personas que no padecen de alguna
psicopatología y que a lo sumo, tienen algún trastorno de personalidad, de los cuáles, como es esperado
para las características del mismo, el Trastorno Antisocial de la Personalidad (TAP) es el que más se
relaciona con la criminalidad.

El término "personalidad psicopática" equivalente al término "locura moral", usado casi un siglo antes por
Prichar, entró al lenguaje psiquiátrico y criminológico y más tarde ha sido, tal vez desventajosamente,
sustituido por el de "personalidad sociopática", muy usado en nuestros días.
Para quienes no tienen ningún trastorno de la personalidad, los
rasgos de la personalidad son patrones de pensamiento, reacción
y comportamiento que permanecen relativamente constantes y
estables a lo largo del tiempo. Las personas que tienen un
trastorno de la personalidad exhiben comportamientos de
pensamiento y de reacción más rígidos y señales de inadaptación
que suelen perturbar su vida personal, profesional y social.

El criterio esencial con el que debemos contar, es con el de que,


ni todos los delincuentes tienen un trastorno de personalidad
antisocial ni basta establecer el diagnóstico para afirmar que una
persona es criminal; de tal manera que podremos observar en
nuestro diario vivir, a personas que no han cometido un delito o
crimen, pero que tienen las características que reúne dicho
trastorno y también, podremos observar personas que no lo
padecen, pero que han realizado algún hecho antijurídico.
Su afectación psicológica no les limita la volición ni capacidad de discernimiento, en la práctica, estas
personas tienen claro el daño que causarán a los demás y la ilicitud de sus actos, al igual que la captación
perfecta que tiene de la realidad externa y propia, sin embargo, optan por el comportamiento que a ellos
les conviene para su satisfacción.

En estudios norteamericanos, el 80% de los sujetos con TAP reingresan a la prisión en los 6 años
posteriores a ser puestos en libertad, la mayoría antes de los 3 años y de los que no presentan TAP
reingresan el 20%. En mujeres delincuentes, 15% con valores elevados en la escala de psicopatía, el 60%
reincide en menos de un año, vrs. 20% en las no psicópatas.
Se ha detectado una reincidencia
tan alto de hasta 7/1 en proporción
entre psicópatas y no psicópatas a
los 50 días de haber sido puestas en
libertad.
Hay alta comorbilidad entre
Trastorno Antisocial de la
Personalidad y Asesinos en Serie,
considerándose una “Combinación
Letal” la mezcla del Trastorno de
Personalidad Antisocial con el
sadismo.
FACTORES QUE POTENCIALIZAN EL
FACTOR CRIMINÓGENO

Bernard Glueck, quien examinó a una población numerosa de prisioneros en Sing Sing,
Nueva York; este investigador encontró que 58% de ellos sufría alguna forma de desorden
mental.
En 1972, Karl Manninger, apoyándose en el punto de vista de que los criminales sufren con
frecuencia desorden psicopatológico, recomendó a la barra americana de abogados que "cada
tribunal tenga acceso a un psiquiatra y que en cada institución correccional se haga en cada
caso un reporte psiquiátrico antes de conceder la libertad preparatoria o de la transferencia
entre instituciones"
Aproximadamente en 30% de los homicidas, existen datos psicopatológicos evidentes, clasificables como
trastornos mentales. La esquizofrenia tiene entre ellos la representación más numerosa: un homicidio
brusco, impulsivo, aparentemente sin motivo, tal vez la respuesta al mandato de una voz alucinante es
característico.

En otros homicidas, la depresión puede ser un factor importante, por ejemplo, quienes matan a uno o
más miembros de la familia y continuación se suicidan, son generalmente enfermos melancólicos.
Las investigaciones en el campo de la
neuropatología y de la neurofisiología
aportan datos en cuanto a que el
sustrato neurofisiológico de las
perturbaciones de la conducta violenta
radica en las formaciones cerebrales del
lóbulo frontal y sus conexiones,
incluyendo el hipocampo, la amígdala,
el hipotálamo y la formación reticular.
Si bien los estudios de cerebros de
criminales agresivos muestran
ocasionalmente cambios en el sistema
límbico, estos cambios son discretos,
están ausentes en muchos casos y podía
tratarse sólo de artefactos.
Asimismo, la relación entre hormonas sexuales masculinas y conducta violenta es clara; de manera que
mientras que los niveles elevados de Testosterona se relacionarían con una conducta más violenta, los
progestágenos y estrógenos contribuirían de manera inversa a la violencia, sin embargo, estudios en
individuos que han cometido actos violentos no son convincentes del todo, porque es imposible separar
cambios hormonales discretos, de una variedad de factores psicológicos ambientales.
Las investigaciones de las bases genéticas de la criminalidad, muestran que los familiares consanguíneos
de un criminal tienen un riesgo mayor de ser criminales. Los estudios de gemelos monocigóticos y
dicigóticos muestran que en cuanto a perturbaciones de la conducta la concordancia es mayor entre los
primeros que entre los segundos. Asimismo, se han realizado estudios para determinar la existencia de
alteraciones cromosómicas y se ha determinado que el cromosoma Y se relacionaba con mayores índices
de violencia, encontrando que la presencia del cromosoma Y extra era el "causante de los conflictos de
estos sujetos con la ley".
El cariotipo XYY, la sobreproducción de testosterona, el daño cerebral mínimo y los desórdenes del
lóbulo temporal, son anomalías que se encuentran en 10% a 50% de las personas que han sido
aprehendidas y se les encuentra culpables de crímenes.
GRACIAS

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