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M5 Cultivo en Bolsas
M5 Cultivo en Bolsas
MODULO V
El Shiitake tiene la particularidad de ser cultivado desde la antigüedad; se cree que las
técnicas de cultivo actuales derivan de aquellas practicadas en China durante la dinastía
Sung que tuvo lugar durante los años 960-1127 de la era cristiana (Przybylowicz &
Donoghue, 1990). La historia y la leyenda le atribuyen a Wu San Kwung haber originado
el cultivo de este hongo, por lo que en muchas ciudades Chinas tienen construidos un
templo en su honor. Las técnicas de cultivo fueron explicadas por primera vez en un libro
de Agricultura por Wang Cheng (Chang & Miles, 1987). El cultivo comenzó siendo en
troncos que se inoculaban con esporas o trozos de hongos fresco. Posteriormente, en
1920 se desarrolló la producción de inóculo en forma de semilla; en 1943 Mori esterilizó
pequeñas estacas que fueron inoculadas con micelio de shiitake, de ese modo los troncos
se podían sembrar cortando con un hacha y clavando las estacas. Actualmente se utilizan
tarugos de madera sólida u otros preparados con aserrín dentro de dispensers plásticos.
El desarrollo del cultivo en bolsas permitió una expansión mayor de este cultivo.
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Sustratos empleados
Para el desarrollo del cultivo de esta especie fue indispensable estudiar varios tipos de
maderas hasta llegar a lograr formulaciones eficientes. Hace unos años realizamos los
primeros ensayos para determinar el mejor tipo de madera entre 8 de las disponibles en
el país. Los resultados indicaron que el roble pellin (Nothofagus obliqua) y la lenga (N.
pumilio) son dos sustratos de muy buena calidad para el cultivo esta especie. Estos
sustratos se encuentran sólo disponibles en abundancia en el sur de nuestro país en la
zona de bosques andino patagónicos junto la cordillera. De ese estudio se concluyó que el
álamo y el eucalipto también eran maderas aptas. Este último se empleaba para el
cultivo en troncos en Brasil. Se sabe que para el cultivo de este hongo no se debe usar
maderas con resinas (Pinus spp) ya que, como ocurre con otras especies, contienen
compuestos que inhiben el crecimiento miceliano. Probablemente existan muchas otras
maderas que permitan el crecimiento de esta especie, pero es necesario hacer ensayos
par a determinar los rendimientos y las cepas óptimas para que comercialmente sean
rentables, tarea que desarrollamos desde hace años.
Formulación
Numerosas son las fórmulas que se pueden utilizar para su cultivo; básicamente el
componente principal es el aserrín (que se puede utilizar puro o bien mezclado con otros
aserrines), al que se le agrega un porcentaje de suplementos que aumentan la velocidad
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Aserrín 50 kg.
Afrechillo de trigo 1,5 kg.
Harina de maíz o harina de mandioca 1,0 kg.
Azúcar de caña 0,6 kg.
Yeso 1,5 kg.
Sulfato de amonio 20 g.
Superfosfato de calcio 30 g.
Fórmula 7
Cáscaras de semillas de algodón 50 kg.
Afrechillo de trigo 20 kg.
Yeso 1,5 kg.
CaCO3 30 g.
Fórmula 8
Cáscaras de semillas de algodón 25 kg.
Aserrín 25 kg.
Afrechillo de trigo 10 kg.
Harina de maíz 1 kg.
Yeso 1,5 kg.
Azúcar de caña 0,5 kg.
Fórmula 9
Bagazo 50 kg.
Afrechillo de arroz 12,5 kg.
Yeso 1,5 kg.
Sulfato de potasio 15 g.
Urea 15 g.
Sulfato de magnesio 10 g.
Fórmula 10
Mazorcas de maíz 40 kg.
Aserrín 10 kg.
Afrechillo de trigo 12,5 kg.
Azúcar de caña 1 kg.
Pectina 15 g.
Urea 20 g.
Fórmula 11
Paja de arroz 50 kg.
Paja de trigo 20 kg.
Aserrín 20 kg.
Azúcar de caña 1,3 kg.
CaCO3 1,5 kg.
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Aún no está totalmente claro cuál es el tamaño óptimo de partícula para el cultivo, pero
estudios recientes (Royse & Sánchez, 2000) señalan que tamaños menores a 1 mm de
diámetro son perjudiciales demostrando que se obtienen buenos rendimientos con
tamaño de partículas que se encuentren entre 1-4 mm. Aparentemente los sustratos con
granulometría muy chica restringen el movimiento de los gases y por consiguiente una
adecuada respiración del micelio. Tamaños mayores dificultan el crecimiento del micelio.
Mezclado
Generalmente los componentes del sustrato se mezclan en seco ya que esta práctica es
más sencilla de realizar en ausencia de agua. La mezcla se puede realizar en forma
manual, por ejemplo con el auxilio de una pala ancha sobre piso de cemento o con la
ayuda de máquinas. Es de mucha ayuda el empleo de las mezcladoras portátiles que se
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El porcentaje de humedad del sustrato es muy importante; los valores propuestos varían
según los diferentes autores, proponiendo un contenido de la mezcla que varía entre 55 y
70% antes de la esterilización. Para poder cumplir con esta proporción, por ejemplo, una
bolsa con 1 kg. de sustrato húmedo, debe tener 300-450 g de materia seca y 700 a 550
cm3 de agua respectivamente. Un sustrato adecuado debe estar homogéneamente
hidratado evitando que haya zonas secas. El crecimiento del micelio se verá limitado por
valores por debajo del óptimo, mientras que el exceso de humedad puede asfixiar al
hongo al carecer de los suficientes espacios con aire para crecer. Por esto, la
incorporación de agua se hace una vez que el sustrato seco se halla mezclado
correctamente. Aquí una vez más el empleo de medios mecánicos facilita esta tarea.
Embolsado
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Bolsa de Shiitake con parche. Se halla en una posición invertida mostrando el agua que
se ha juntado al cabo de 2 meses de incubación.
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Siembra
Para la siembra se deben cumplir las reglas de higiene de una forma estricta. Al
momento de la siembra la relación C/N es de 25, el pH es entre 4-5.5, que descendió
después de la esterilización. Dado que se trabaja con material estéril las probabilidades
de contaminación aumentan considerablemente. Las condiciones ideales para la siembra
están dadas por el uso de una cámara de flujo laminar donde el operario trabaja en una
mesada con una corriente de aire estéril (obtenido por filtración) donde se disminuye
mucho el riesgo de contaminación. Estas cámaras se pueden adquirir en el mercado
nacional o bien construir en forma casera. Si uno no cuenta con este equipo, es
conveniente destinar un cuarto exclusivamente para este fin, con una mesada bien limpia
y evitando cualquier corriente de aire. El operario debe preferentemente tener barbijo y
guantes descartables, los que se pueden conseguir a bajo costo y permiten disminuir
considerablemente la probabilidad de contaminaciones.
Para la siembra es conveniente el empleo de "semilla" en una proporción del 5% al 7%
del peso (mezclar 50 a 70 g de “semilla” cada 1 kg de sustrato). Como generalmente la
semilla se provee en bolsas o recipientes sólidos es difícil colocar la cantidad necesaria
sin pasarse. Para que esto no ocurra lo más sencillo es utilizar un pequeño recipiente al
que se le efectúa una marca que corresponda la cantidad de “semilla” que se requiere por
cada bolsa. Para calcular esta cantidad, se pesan 10 o 12 bolsas, se calcula el peso
promedio, y en base a éste, la cantidad de “semilla” requerida por bolsa. También se
puede emplear una balanza automática, que se pueda llevar a cero gramos cada vez que
se coloca la bolsa a sembrar, pudiendo pesar la semilla mientras se la coloca con suma
precisión.
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Siembra por los extremos: se puede inocular una bolsa por ambos extremos en forma
superficial. En general los cultivadores emplean bolsas denominadas del tipo tubo, las
que son cerradas manualmente por ambos lados. Para ello se abre la bolsa por uno de los
extremos y se inocula inmediatamente, se sella o ata el externo y se procede a repetir la
operación por el extremo opuesto.
Siembra con estiletes: otra opción es inocular mediante el empleo de pequeños palitos
(del tipo brochet) que funcionan como se fuera “semilla”, estos se “clavan” en el sustrato
estéril. El micelio durante el proceso de producción de semilla invadió por completo la
madera del palito actuando como un inoculo efectivo.
Siembra con inoculo líquido: el inóculo puede ser también “liquido”. Este consiste en
micelio de shiitake que creció en un medio de cultivo sin agar-agar (aditivo gelificante),
esto se realiza en condiciones muy controladas de laboratorio. Este medio líquido es
luego licuado para producir un líquido homogeneo. El empleo de este tipo de inóculo tiene
la ventaja de que acelera lo tiempos de la incubación pero tiene mayor facilidad para
contaminarse. Finalizada esta operación de siembra se cierra la bolsa volviendo a colocar
el tapón o bien sellándola si tiene parches. Luego se llevan las bolsas a la sala de
incubación.
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Vista panorámica de una cámara de flujo laminar. En ella el aire es estéril por lo que es posible
trabajar sin perjuicio de que el sustrato o los medios de cultivo se contaminen durante la
operación.
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Los cajones o bolsas deberán ser llevados a la sala de incubación o cultivo a la brevedad.
Es muy recomendable colocar un felpudo o pequeño cajón plano para desinfectarse la
suela del calzado antes de entrar a esos recintos; lo más conveniente es utilizar cal en
polvo o cristales de sal. También se puede colocar una solución de formol al 2% pero esta
se evapora cuando la temperatura ambiente es elevada.
Incubación
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Mediante este proceso se logra que el micelio colonice e invada rápidamente al sustrato.
Para ello es necesario controlar principalmente, la temperatura y la humedad del
ambiente.
Las bolsas pueden colocarse en estantes, unas próximas a otras. Se debe mantener la
temperatura del sustrato en 25º C, no debe excederse los 35º C ya que es letal para el
micelio. La mayoría de las cepas crecen bien entre 20 y 30º C sin cambios aparentes. La
humedad debe ser elevada, 90-100%, por eso es conveniente no utilizar calor seco para
la calefacción del local. En caso de ser la única fuente con la que se cuenta se debe
preverse la humectación del aire de la sala. En San Pablo (Brasil) hemos observado que
preparan un sustrato muy húmedo, pero colocan las bolsas a incubar hacia abajo en
estantes con caños tubulados; de ese modo logran que el exceso de agua se acumule en
la base produciendo un microambiente interior saturado de vapor de agua y permitiendo
a su vez que el micelio respire a través del parche.
Respecto al tiempo necesario para esa etapa es variable según los diferentes autores.
Seguramente depende de la madera que utilice para formular el sustrato. Se indican
entre 30 y 120 días. Normalmente 40 días es suficiente para lograr una buena
colonización del sustrato, pero esto no indica la culminación del proceso. Ensayando
diferentes tiempos de incubación, hemos podido comprobar que empleando como
sustrato aserrín de sauce o eucaliptos el tiempo ideal de incubación se halla entre 3-4
meses, ya que no sólo mejoran notablemente los rendimientos, sino que disminuye el
tiempo de inducción y en especial aumenta la cantidad de hongos cosechados en la
primera oleada. Durante esta primera etapa no se requiere luz. El intercambio de aire
puede ser nulo o de 1 renovación por hora, cuidando que los valores de CO2 no superen
las 10.000 ppm.
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Amarronamiento
Cuando el sustrato se encuentra totalmente invadido por el micelio, las bolsas tienen un
aspecto blanquecino o color de “té con leche” y el aserrín ya no es más visible. En este
momento es conveniente suministrarle luz muy tenue durante aproximadamente 10-20
días, para que el micelio tome una coloración marrón conocida con el nombre de
amarronamiento. Este proceso se logra en la etapa final de la incubación, con luz natural
o de tubo fluorescente. Estudios realizados señalan que la longitud de onda óptima es la
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del rango del azul (370-420 nm) y una intensidad muy tenue del orden de los 500 lux
(Han et al., 1981). El color marrón que adquiere el micelio externo es producto de una
oxidación ocasionada por polifenoloxidasas en presencia de luz y oxígeno. Esta capa
protege al hongo contra la desecación y el posible ataque de enfermedades.
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Durante esta etapa no se requiere intensivos cuidados por parte de los operarios. En
primer lugar, a los dos o tres días de iniciado el proceso, se debe revisar las bolsas para
verificar que el micelio este creciendo bien y que no hayan aparecido contaminantes. Los
contaminantes más comunes son mohos, que se distinguen fácilmente del micelio del
Shiitake por el color. Los mohos pueden aparecer como manchas de color, verde, negro,
castaño, amarillo, etc. En caso de detectarse una bolsa con contaminaciones debe ser
retirada para evitar que la infección se propague a las sanas. También se debe prestar
especial cuidado a los insectos. Si bien no van a dañar las bolsas, estos se ven atraídos
por el olor del micelio y pueden ingresar a los recintos de cultivo.
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