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Josefina Caprile de García

Dibujos: Jorge Pérez Perri

LA ISLA DE LOS TESOROS


Caprile de García Llorente, Josefina
La isla de los tesoros/ Josefina Caprile de García Llorente;
ilustrado por Jorge Mario Pérez Perri - 1a ed. - San Isidro:
Dal Editora, 2013. 104 p. ; 22x15 cm.

ISBN 978-987-29117-0-6

1. Narrativa Infantil Argentina.2. Novela. I. Pérez Perri


Jorge M., ilus.
CDD A863.928.2

Fecha de catalogación: 26/05/2013


Segunda Edición 2015. Buenos Aires, Argentina

Ediciones DAL®
Todos los derechos reservados al autor.
Prohibida su reproducción total o parcial
Caprile de García Llorente, Josefina
daleditora@hotmail.com
www.daleditora.wix/daleditora
Tel.:(0054) (011) 4743-4158

ISBN 978-987-29117-0-6
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
© 2013

Esta edición se terminó de imprimir en Gráfica Aler S.R.L.


Calle 7 Nº 856- B 1650 HNB- San Martín, Buenos Aires,
Argentina
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A partir de la literatura, la familia y la escuela


educan en valores.

¿Por qué se llama “Colección Eslabones?


Porque, como los eslabones de una pulsera, la literatura, la
escuela y la familia se van entrelazando para brindar una edu-
cación positiva, completa y eficaz.

¿Cómo se va entrelazando cada eslabón con el si-


guiente?
Comencemos por los primeros...

Parte 1 del libro: El cuento.

Cada cuento de la Colección Eslabones reúne las cualidades


que busca todo docente para un plan de lectura: ilustracio-
nes atractivas, lenguaje accesible y sobre todo, historias en-
tretenidas para sus alumnos.
(Continúa en página 102)
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Capítulo 1

El viejo pirata Capitán Barbagruesa quería


encontrar una solución.
Resulta que, desde hace mucho tiempo
ninguno de sus tres amigos piratas venía con
cuentos de islas misteriosas.
Desde hace mucho tiempo, ninguno ha-
blaba de ballenas gigantes, ni de cofres reple-
tos de monedas de colores.
Tampoco se escuchaban frases como:

“mar terriblemente revoltoso”

o…

“laberintos submarinos”.

En fin, desde hace mucho tiempo que no


circulaba por la zona ni una, ni una solita ha-
zaña piratezca.
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¿Qué estaba sucediendo con sus amigos? ¿Se es-


taban poniendo perezosos?

Acaso, estos piratas...¿se estaban olvidadando


de ser piratas?

Así fue, como le vino la idea a la cabeza.

Él mismo, iba a organizar una búsqueda del te-


soro.
Así, viejito como estaba, él, el mismísimo Capi-
tán Barbagruesa, iba a escribir las pistas, escon-
derlas, enterrar un tesoro y, por supuesto, invitar
a sus amigos.

Por eso, ahí nomás,


escribió tres cartas
igualitas que decían lo
siguiente:
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Estimadísimos y queridísimos piratas:

Quiero invitarlos a participar de


una
fabulosa búsqueda del tesoro
Será en mi isla.
No se olviden que vivo en la
isla Tantarroca.
Los saludo atentamente,

Capitán pirata Barbagruesa

¡No falten!
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Después, enrolló las cartas, las colocó en tres
botellas y las lanzó al mar.

Cada una en dirección de la isla correspon-


diente.
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Por suerte, encontró un hueco bien espacioso


entre las rocas para acomodar su cuerpo rechon-
cho y su pata de palo.

Y ahí en la costa se quedó sentado. Mientras


su loro Simbad le hacía cosquillas en la oreja, él
se dedicó a mirar como flotaban las botellas hasta
que se perdieron en la inmensidad del mar.
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Por supuesto, miró solo con el ojo derecho. Al
ojo izquierdo lo tenía bien tapado con un PARCHE
NEGRo,
NEGRo como bien correspondía a todo auténtico
pirata.

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