AUTÓNOMA

DE BURE”
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 LA NUEVA VIDA AUTÓNOMA DE BURE

En una cálida mañana del 12 de abril de 1970, específicamente en un zoológico de la ciudad de Lima,
se encontraba acurrucado Bure, un tigre tan hermoso y reluciente como un preciado diamante.
Rápidamente, una leve gota de agua cayó sobre él, levantándose atemorizado, pensando que se
trataba de algún peligro.
_ Parece que ya te has levantado Bure_ dijo un cuidador del zoológico mientras acariciaba la cabeza
del tigre_ Ahora si puedes darte un jugoso banquete recalcó sonriendo al felino.
Apenas pusieron el plato de comida, el tigre lo devoró al instante, exigiendo más con un fuerte gruñido.
_ ¡Ay!, ahorita te daré otro Bure, no demoro, _respondió asustado el cuidador_
Este comportamiento era el pan de cada día, parecía que Bure no conocía como era complicado
conseguir su tan delicioso alimento ni cualquier comodidad que poseía. Tan solo pedía y pedía como
un niño mimado, bueno por algo, tuvo que crecer en un zoológico.
Sin embargo, una semana después, un misterioso camión apareció en la entrada del zoológico.
Apenas pasados unos minutos, varios trabajadores ayudaron a bajar una jaula, la cual contenía a un
majestuoso tigre blanco. Este último llamó la atención de varias personas por su color tan único.
Gracias a ello, el zoológico había incrementado considerablemente sus ganancias en muy pocos días
y planeaban una remodelación para el hábitat del tigre.
. _ Señor, ya no hay espacio para incrementar el hábitat_ dijo un trabajador
_ ¡Esto no puede ser posible!, ese tigre debe relucir más ¡Debemos obtener más clientes! _ respondió
furioso el entonces propietario.
_ ¿Entonces qué haremos jefe?
_ Mm, si no me falla la memoria ¿Tenemos otro tigre de sobra?
_ Sí, es Bure
_ Ese animalejo no ha hecho nada en todos estos años, desásganse de él y usaremos su hábitat. Es
mucho más grande
_ Pero jefe, ¿A dónde lo enviaremos?
_ No lo sé, ni me interesa, mejor libérenlo para evitar problemas con las autoridades por sacrificio de
animales
En esa misma noche, aquel trabajador disparó un dardo tranquilizante a nuestro protagonista y lo
encerró en una jaula con ayuda de otros trabajadores, quienes lo trasladaron al bosque más cercano
que conocían. Todo esto pasó, sin que él se diera cuenta. Ya que, el dardo hizo efecto en él de manera
inmediata.

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 Pasaron las horas, Bure se levantó, muy confundido y asustado. Ahí mismo, él se dio cuenta de que
estaba en un sombrío bosque, lejos de su querido hogar. No podía creer que ya no estaba en el
zoológico, comenzó a desesperarse mucho. Tanto, que hasta intentó huir de ese bosque a pesar de
la inmensa oscuridad. Obviamente, no lo consiguió, ya que, no sabía ni siquiera a donde ir, pues ese
bosque parecía infinito.
Al verse en esta situación, empezó a caminar de un lado a otro, hasta que escuchó unas pisadas…
Era una tigresa llamada Felina, quien se encontraba frente a él. Después de mirarse fijamente durante
más de 2 minutos, al sentirse solo, empezó a sacarle charla a Felina.
Luego de unos minutos, al no aguantar su pena, se la contó a Felina, quien, al conocer su historia, y
ver cómo había pasado toda su vida en aquel zoológico, decidió ayudarlo, pues era una tigresa muy
experimentada. Sin dejar de lado su amabilidad y solidaridad. Esa noche, se despidieron, acordando
verse al día siguiente.
Y así fue, Felina buscó a Bure para que empiecen a practicar, le dijo, que tenía que enfrentarse a ella,
para que así, él pueda aprender a defenderse, ante un ataque de otro animal. En el entrenamiento, le
enseñó a soltar fuertes arañazos y dolorosas mordidas.
Además, comenzó a enseñarle las técnicas para la caza, por ejemplo, el escondite que debería de
tomar, ante una presa, o su emboscada. Incluso a atraparlos con mucha más fuerza, para que no se
puedan escapar. Al pasar de los días, Bure comenzó a cazar, su primer intento de caza fue ante un
mono. Sin embargo, no pudo lograr su objetivo. Al verse fracasado, se puso muy triste, pero él siguió
luchando día a día. Por ello, Felina se propuso levantarlo todas las mañanas, pues esta quería que él
aprendiera mucho más de lo que ya estaba practicando.
A la mañana siguiente Felina, muy temprano, salió a levantar a Bure, dirigiéndose a donde estaba
aquel mono, ella quería ponerlo a prueba. Al ver que el mono ya estaba por irse, se escondió detrás
de un árbol para que este no se diera cuenta de que él estaba allí y saltó muy alto, hasta agarrarlo por
el cuello, logrando cazarlo. Felina quedó sorprendida por su gran caza. Pero a la vez también muy
orgullosa, dándose cuenta de que su amigo se había vuelto más independiente.
Un día, Bure se encontraba rondando por el bosque, buscando alguna presa indefensa que pudiera
cazar. De la nada, apareció un ciervo, quien, al ver al tigre, salió corriendo a una dirección que él no
conocía. Aun así, sus ganas de banquetearse lo motivaron y siguió a su presa. Aunque, el ciervo era
tan rápido como un águila, fácilmente lo alcanzó. Pero, de pronto… ¡Un enorme jaguar apareció! Aquel
ser, tenía la misma mirada malévola de un poderoso dragón. Sin perder el tiempo, se lanzó encima de
Bure, lastimándolo levemente. Mientras ambos felinos peleaban a muerte, el ciervo escapó sin dejar
rastro. Con un poco de esfuerzo, nuestro amigo pudo reponerse y con un ágil movimiento de sus
patas, arañó a su temible adversario, dejándolo ciego en su ojo izquierdo. Eso fue lo suficientemente
doloroso, para que el jaguar se distrajera y Bure aprovechó esta oportunidad para morderlo en el
cuello. Quedando como el ganador.
Bure salió algo malherido, no obstante, se sentía sumamente orgulloso ¡Por fin era capaz de valerse
por sí mismo! Al poco tiempo, sin pensarlo, fue a ver a su gran amiga, pues quería agradecerle por
todo lo que le había enseñado.

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Finalmente, llegaba la hora de separarse, porque ahora Bure podía cuidarse y buscar su propio
alimento. Aunque, la tristeza los consumía por esta decisión, ellos sabían que cada vez que se
necesitaran uno al otro, estarían siempre ahí.

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