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Vestuario:
Utilería:
Maquillaje:
Diseño de iluminación:
Texto de la obra:
Lucas Leiva.
Personajes:
Escena 1:
Norma y Lucía preparan la mesa para tomar té. Cantan. A medida que cantan se observa una partitura de acciones para
poner la mesa, traer las tazas, masas y la tetera. Se debe mostrar una mesa bastante adornada, muy burguesa.
“Estamos invitadas a tomar el té. La tetera de porcelana, pero no se ve. Yo no sé por qué.”
Lucía: No lo sé. No uso reloj te dije. No quiero ser controlada por el tiempo. El hombre de hoy vive pendiente del tiempo y
cree que todo lo debe hacer con rapidez. Yo no quiero ser controlada.
Norma: Eso lo decís porque tenes una hermana como yo que te cuida. Si fuera por vos te olvidarías hasta de comer.
Lucía: Eso nunca. Comer debe ser uno de los grandes placeres de la humanidad.
Norma: Lucía…
Norma: Deja. Me fijo yo. (Mirando un reloj que hay en la mesa) Son las menos cinco.
Lucía: ¿Qué?
Norma: Libertad tendría que estar llegando. Ya van a ser las cinco ¿Está lista la mesa, no?
Norma: ¿El agua está caliente aún? Mira que esa tetera deja escapar el calor bastante rápido.
Norma: ¿Las masas están tapadas? Mira que el aire las puede secar bastante pronto.
Lucía: ¿Cómo dónde están? ¿Dónde se suponen que estén? Afuera Norma. Afuera. Las masas… la gente… el pueblo
argentino está afuera ¿Los escuchas?
Norma: ¿Sos tarada? Te pregunto por las masas, las masitas para comer con el té. No las veo en la mesa ¿Dónde están?
Lucía: Bueno. Calma mujer. Están en el aparador, guardadas para que no se sequen.
Norma: Bueno, después las traes. Justo cuando estemos sirviendo el té. Sólo espero que suene el timbre ahora.
(Suena timbre)
Lucía: Yo abro.
Norma: Pará ¿Viste? Yo dije “que suene el timbre ahora”, y sonó. Escucha. “Que suene el timbre ahora”.
(Suena timbre)
Libertad: Por fin. Hay una humareda ahí fuera. Están haciendo una marcha, yo no sé por qué. Se escucha “como a los nazis
les va a pasar, a donde vayan los iremos…”
Lucía: A buscar.
“Estamos invitadas a tomar el té. La tetera de porcelana, pero no se ve. Yo no sé por qué.”
Lucía: Me olvidé.
Toman el té.
Norma: Cada tanto me dan ataques… de furia. Cuidar a nuestra hermana menor no es tarea fácil.
Libertad: Me imagino.
Lucía: Pero estar bajo las órdenes de nuestra hermana mayor, tampoco es tarea fácil.
Libertad: Me imagino.
Norma: No todas podemos ser como vos hermana. Llevar una vida de libertades, sin ataduras.
Libertad: Me imagino.
Libertad: Me imagino que no debe ser fácil estar encerradas en estas cuatro paredes todos los días. Esta casa está colmada
de recuerdos, muchos de ellos espantosos.
Libertad: Yo no tengo la culpa de querer una vida mejor y no quedarme aquí, enclaustrada como una monja de convento.
Norma: Claro. La señorita le hizo honor a su nombre y salió en busca de la libertad. Gracias a este té que nos vemos una vez
al año y con suerte.
Libertad: No vengas a reprocharme nada. Yo te ofrecí irte con conmigo, pero no quisiste. Vos ya elegiste y yo también. Acá
nadie tiene la culpa.
Norma: Si me iba quién iba a cuidar de Lucía. Vos no, por lo que veo.
Libertad: Por supuesto que no. Haya afuera hay todo un mundo y no me iba a quedar acá para ver cómo se me pasa la vida
frente a mis narices. Es más, yo siempre quise…
“La leche tiene frío, yo la abrigaré. Le pondré un sobretodo mío, largo hasta los pies. Yo no sé por qué.”
Escena 2:
En silencio se las ve tomando el té. Se puede crear una partitura de acciones y ruidos con la boca, los cubiertos y platos y los
sorbos de té. Se debe mostrar un silencio tenso, sobre todo entre Norma y Libertad. De fondo se sigue escuchando la
marcha. Jugar con los sonidos de bombas y estruendos.
Lucía: Parece que toda la ciudad está en esa marcha. Hace rato que empezó y no tiene pinta de parar.
Norma: (Se levanta y va hacia la ventana) Aún se ve las columnas de personas caminando ¿A dónde irán?
Libertad: Cómo saberlo. Todo el centro es un caos. Mientras no se queden acá y sigan caminando, todo más que bien.
(Se escucha una bomba muy cerca de la casa. Se esconden debajo de la mesa).
Lucía: ¿Y por qué yo? ¿Por qué no van algunas de ustedes dos?
Libertad: Porque vos estas enferma. Estas más cerca de la muerte que nosotras dos. Si vas a morir, que tu muerte sirva de
algo, no.
Lucía: Sabes que no me gusta el humor negro. Ni menos cuando se trata de mi enfermedad. Además ya te dije que estoy
bien… eso de los ataques es cosa del pasa…
Libertad: Bueno deja, ya entendí. Anda vos Norma. Mira si están en frente de la casa y aprovechan la marcha para entrar a
robar.
Norma: Y vos mandas nada más ¿Por qué no vas vos, si sos tan valiente?
Libertad: Está bien. Voy yo. Parece ser que la única valiente de las tres hermanas, soy yo. Voy.
Libertad: Esto no puede ser. Está toda la gente armada, con palos y ametralladoras. Tienen el rostro cubierto. No… están
robando todos los locales y comercios. Están entrando a las casas, violan a las mujeres y matan a los hombres. Se escuchan
gritos y se ve sangre por todos lados. No… no puede ser. Están cantando “Lucía fíjate en el agua que ya debe estar”
Libertad: Tranquilas. Siguen protestando y haciendo ruido. “Nunca más”. “Nunca más…”
Lucía: Nunca más nos vamos a juntar en esta fecha. Esta marcha me tiene cansada. Todos los años lo mismo.
Libertad: Y eso que vos no saliste. Yo me tuve que cruzar toda la marcha para llegar a tomar un estúpido té, justo a las
cinco.
Lucía: (Sirviendo agua en las tazas) ¿Y cómo va tu trabajo Libertad? ¿Algo nuevo, tal vez?
Libertad: Por suerte sí. Hay una prometedora oferta para trabajar en una novela mexicana. Si acepto, el mes que viene
tendría que viajar. El contrato es bastante generoso. Me dan casa, auto y un sueldo bastante inflado. Bueno, ganaría mucho
más en un mes, de lo que gano acá en un año.
Lucía: ¡Qué lindo! Quién te dice, tal vez conoces un mexicano guapo y se casan.
Norma: No sé. Tengo un mal presentimiento de todo eso. Mi instinto femenino me advierte.
Libertad: Sin embargo mi instinto femenino me dice que es un tren que no debo dejar pasar. Que es una oportunidad que
se presenta una sola vez en la vida.
Norma: Ofertas buenas de trabajo no te van a faltar. Sos muy buena en lo tuyo, si no es México será otro país más adelante.
Es más, creo que ni siquiera deberías dejar argentina. Acá sos famosa, se pueden hacer grandes cosas acá.
Libertad: Sos graciosa ¿Vos pensar que me quedaría acá, en este país, por el resto de la vida, viendo como los grandes
protagónicos se los dan a las mismas de siempre?
Lucía: No veo el motivo por el cual no pueda viajar Libertad. Me parece una gran oportunidad. Al menos probar. Si no te
gusta siempre está la opción de volver, no.
Libertad: Eso no creo que ocurra, hermana mía. Acá no paran de ofrecerme trabajo. Vive sonando mi teléfono y me llueven
las propuestas. Lamentablemente ninguna me gusta. Por eso me voy a México. Y cuando triunfe allá y vuelva a la Argentina,
si es que vuelvo, voy a ser mirada de otra forma. Como la actriz que pudo triunfar en el extranjero.
Norma: ¿Y nos vas a dejar acá solas? ¿Te olvidas de nosotras? ¿Así de simple?
Lucía: Eso es cierto. Yo te voy a extrañar. Te vas y no sabemos cuándo te volvemos a ver. O si es que alguna vez volves.
Libertad: Estoy segura de que van a estar bastante bien sin mí. Ya ven… Nos vemos sólo una vez al año para tomar el té.
Ustedes están bien sin mí y yo sin ustedes. No lo tomen a mal, pero no nos necesitamos.
Libertad: Yo necesito hacer mi vida. No me voy a quedar acá. No tengo nada qué hacer.
Norma: ¿Nada qué hacer? Entonces por qué no te venís a vivir con nosotras. La casa es grande, el lugar no sería problema. Y
así estaríamos más tiempo las tres. Nadie sabe lo que puede pasar en un futuro.
Libertad: ¡Que me venga, decís! ¡Vos estás loca! En México me ofrecen el oro y el moro y vos queres que me quede acá,
viviendo con ustedes mientras mi carrera se hunde como el Titanic.
Norma: Muy bien Lucía, anda. Porque me parece que este té va para largo. Escúchame Libertad… yo puedo entender…
Libertad: No. Vos no me estas entiendo, Norma. Me voy a México, la decisión está tomada.
Libertad: ¿Perdón? ¿Permitir, dijiste? Esto no es una consulta, es un aviso. Me voy y punto.
Norma: Acá no se trata de permiso o aviso. Se trata de que somos una familia y necesitamos de vos.
Libertad: Mira como son las cosas. Antes dijiste que sólo Lucía me iba a extrañar ¿Y vos, me vas a extrañar?
Norma: Si te vas quiero que sepas que nunca más vas a saber nada de nosotras.
Norma: La entrada a esta casa te va a estar negada de por vida. Le voy a decir a Lucía que no se atreva a pasarte
información sobre nuestra situación o de la tuya en México. La comunicación va a ser nula, totalmente nula.
Libertad: Norma. Te hice una pregunta bastante clara y no me has respondido ¿me vas a extrañar, sí o no?
Libertad: Ni siquiera poder decir si me vas a extrañar o no y vos queres que me quede. La decisión está tomada…
Libertad: ¿Queres ver cómo me voy? (Alza su bolso y camina hacia la puerta)
A Lucía se le cae la tetera de las manos. Libertad se queda inmóvil en la puerta, sin poder reaccionar ante la noticia. Norma
se hecha a llorar.
Norma: No me queda mucho tiempo. Necesito que cuides de tu hermana cuando yo no esté.
Libertad: Norma, si esto es un chiste, te juro que es de muy mal gusto. Si no queres que viaje a México, decímelo, pero no
inventes cosas que después no…
Norma: No es ningún invento. Tengo cáncer, chicas. Me lo tragué yo sola, nunca dije nada para no preocuparlas…
Norma: Hace un par de meses me dieron la noticia. Pensé en decirles apenas me enteré, pero no encontré el momento, o el
modo… no sé.
Norma: El cáncer está bastante avanzado. Es literal cuando les digo que me quedan un par de meses, por no decir días. Ya
no hay nada qué hacer.
Lucía y norman se abrazan. Libertad se mantiene cerca de la puerta, aún impactada por la noticia.
Norma: Que no te sorprenda demasiado, hermana. Recorda que mamá murió de cáncer hace un par de años. Es la
herencia. Por eso la recordamos en esta fecha, tomando un té… como a ella le gustaba tanto.
Norma: No, él murió en el ejército. Cumpliendo una orden. Lo mataron a sangre fría.
Lucía: Zurdos hijos de puta… eso es lo que son (Encara hacia la puerta donde está Libertad) Son todos unos subversivos.
Unos revolucionarios hijos de… (La interrumpe Libertad)
“Cuidado cuando beban, se les va a caer, la nariz dentro de la taza y eso no está bien. Yo no sé por qué.”
Escena 3.
Lucía: La canción… (Cantando) “Cuidado cuando beban, se les va a caer, la nariz dentro de la taza, y eso no está bien”
Lucía: ¿Qué?
Norma: Dice que hay que tener cuidado con las mentiras. Al tomar el té hay que cuidarse que no se caiga la nariz dentro de
la taza y se revelen las mentiras ocultas. Hay personas que les gusta mentir. Son capaces de inventar cualquier historia para
lograr un beneficio propio. Hay personas que se dedican a la mentira, lo toman como un trabajo y es difícil darse cuenta
cuándo dicen la verdad o cuando están mintiendo en la vida real. Son expertos en la actuación.
Lucía: Como vos Libertad. Bueno… vivís de la actuación, no. La mentiray tu poder de convicción es lo que te da de comer.
Debe ser interesante poder convencer al otro de una mentira.
Norma: Lo hacen tan bien Lucía, que no podes darte cuenta si es verdad o no lo que dicen. Lo malo que no dejan su trabajo
para el escenario, sino que llevan su capacidad de mentir a la vida real también.
Norma: Es interesante… Más cuando hay víctimas en el medio que pueden salir perjudicadas, mientras la persona que
miente… la mentirosa… siempre sale bien parada.
Lucía: Bueno, en ese caso me molestaría mucho que alguien me haya mentido. Yo soy fácil de engañar. Mi inocencia me
condena.
Norma: A eso me refiero, hermana mía. Sería muy triste enterarnos que alguien nos está mintiendo.
Libertad: Discúlpame Norma, pero noto un dejo de sarcasmo y una indirecta hacia mí.
Lucía: ¡Ah! ¡Ahora entiendo por dónde venía la mano! ¿Quieren que traiga masitas?
Libertad: Sabes perfectamente por qué. Todo eso que dijiste de la mentira, me lo estabas diciendo a mí. Y la verdad que me
molesta que pongas en dudas mis palabras.
Lucía: (Con el plato de masas) Se secaron un poquito, pero están realmente muy buenas ¿Quieren?
Norma: Yo simplemente respondí a una pregunta que había hecho Lucía. No veo por qué tanta ofensa de tu parte.
Libertad: Está comprobado que si alguien no sabe mentir en esta casa, esa sos vos. Por qué no me decís de frente lo que
pensas y terminamos con la farsa.
Libertad: Por mucho que te pese, la decisión de irme está tomada. De verdad que lamento mucho tu enfermedad, pero yo
no puedo hacer nada.
Norma: Bien sabes que no puede cuidarse sola. Y no tenemos demasiado dinero para contratar a una enfermera de tiempo
completo.
Libertad: Si no se sabe cuidar sola, pues tendrá que aprender. Yo me supe valer por mí misma desde chica y nunca recibí un
llamado de ustedes para ver si necesitaba algo.
Norma: Te repito que si te fuiste fue por voluntad propia. Nadie te echó de esta casa, ni mucho menos. Me imagino las
cosas que habrás hecho para poder sobrevivir en la gran ciudad.
Libertad: Esto es increíble. Primero me tratas de mentirosa y ahora de puta.
Norma: Al menos podrías tener un poco de respeto con Lucía… Ella es la menor y no puede…
Libertad: Ella tiene que aprender a cuidarse sola. Tiene que salir de la bola de cristal en la que está metida desde hace años
por culpa de su enfermedad. Hay personas que están mucho peor que ella y no se quedan encerradas, salen a vivir la vida.
Aprovechar el tiempo. Vos y papá lo único que hicieron es volverla frágil…. Un caballito de cristal.
Norma: No me podes culpar de nada. Traté de hacer lo que creí que fue mejor para ella. Yo soy la mayor y tengo más
responsabilidades sobre ustedes.
Libertad: Pero por favor. Criándola de esa manera la volves una inútil, que no puede ni cuidarse a sí misma.
Lucía: (Gritando) ¡Basta! (Con un golpe, deja la bandeja de masas sobre la mesa) Pueden dejar de hablar como si yo no
estuviera. Estoy acá y son tan hija y hermana como ustedes. Quiero ser escuchada también (De ahora en más, agarra las
masas y las va tirando sobre sus hermana, enojada). Estoy harta de que se hable de mí a mis espaldas, o lo que es peor…
que se hable de mí en frente mío. Me cansé de que el resto decida sobre mí. Alguna vez alguien me puede preguntar qué es
lo que yo quiero. Qué es lo que quiero para mí vida. Creo que soy demasiado grande para decidir… Tienen que dejar de
tratarme como si fuera una niña… Una muñeca de porcelana a la que no le puede dar el sol, siquiera. Estoy cansada de esta
vida de peleas constante entre ustedes… (Le da un ataque de epilepsia. Se cae al piso y comienza a temblar. Libertad y Lucía
salen a su ayuda)
Norma: Anda al mueble de haya y trae las pastillas. Las que tiene un frasco amarillo.
Libertad: (Muy nerviosa y temblando también, se le caen las cosas del mueble) No veo nada Norma… ¿estás segura?
Libertad: ¿Por qué no vas vos mejor, que sabes dónde están las cosas?
Norma: ¿Ves que sos una inútil? No sabes haces nada bien.
Libertad: (Que agarra unas masas que hay en el piso, y llorando se las tira a Norma). No me digas inútil nunca más. Sos vos
la que empezó a discutir.
Norma: (Que deja a Lucía convulsionando en el piso y comienza a tirarle masas a Libertad, también). Sos vos la mentirosa
que inventó todo eso de México para dejarnos acá. Lo que queres es huir como siempre.
Libertad: No es mentira. Me voy a México a trabajar… Cuántas veces te lo tengo que decir…
Norma: De dónde te van a llamar a vos. Te vas porque acá no tenes trabajo. Hace tiempo que no te llaman para nada…
Libertad: Qué mierda podes saber vos de mi vida si nunca te preocupaste por mí. Sólo vivís para vos y tu hermanita menor…
(Lucía aun tirada en el piso, comienza a reír sin parar. Las otras hermanas dejan de tirarse con las masas y se dan cuenta que
el ataque que le dio a Lucía, es mentira. Libertad y Norma se miran y comienzan a reírse también).
Lucía: ¡Hubieran visto sus caras! ¡Me duele la pansa de tanto reírme!
Libertad y Norma: (A Lucía, riéndose) ¿Sos tarada?
Libertad: Bueno. Vos hablaste de tu “supuesta” enfermedad. Y yo aún no he visto ningún análisis, ni nada.
Norma: Tranquila Lucía, que lo que pueda decir Libertad no me afecta en lo más mínimo. Yo sé que digo la verdad. Tengo la
conciencia en paz.
Norma: No necesito mostrarle nada a nadie. Sé perfectamente lo que digo, lo que tengo. No es algo de lo que me
enorgullezco, pero bueno… hay que afrontar la realidad.
Lucía: Como decía nuestro padre. Hay que ponerle el pecho a las balas.
Lucía: (Sin darse cuenta de la ironía) Sí, él siempre tenía la palabra justa en el momento adecuado. Recuerdo que siempre
me sentaba en su rodilla y me decía cosas hermosas. Generalmente me contaba cuantos que al final tenían una moraleja.
En sus brazos me sentía muy protegida.
Libertad: Con vos habrá sido así. A mí no sé de cómo me hacía una caricia el día de mi cumpleaños. Y nada más.
Norma: Es obvio que la preferida era Lucía, pero aun así nos quería a las tres por igual.
Libertad: Pero, por favor, Norma. Ustedes saben bien que me despreciaba y siempre encontraba el momento justo para
humillarme delante de las visitas o mis amigos.
Libertad: ¿Ves? Ese es otro título que lo tuve que soportar hasta el día de hoy, gracias a papá. Siempre me decía “sos tan
rebelde que te daría una cachetada para curarte”. Gracias a él me quedó el título de “rebelde”, cuando no fui más que una
niña, que hacían las cosas que hace una nena de su edad.
Libertad: ¡Por favor Lucía! Un “pórtate bien Lu” no es nada comparado a lo que viví yo. No creo que vos hayas ido a terapia
por malos tratos en la infancia.
Libertad: ¡Claro! Le debo a papá varios años de psicoanálisis. Mejor dicho, él me debe plata a mí para pagarme los años de
terapia.
Libertad: A mí, sí. Y mucho. No es ninguna novedad que mi infancia no haya sido de lo más feliz. De las tres fui la más
sufrida. Si no hubiera sido por mamá que siempre salía a mi defensa… no sé. Ser la hermana del medio no es fácil. Se tiene
privilegios cuando se es la hermana mayor o la más chica. Pero ser la del medio no tiene nada de bueno. Te culpan de todo
y nunca te prestan atención ni cariño. (A Lucía) ¡Trae las tostadas que tengo hambre! (Lucía trae un plato ya preparado con
tostadas, miel y manteca. Al ver el plato Libertad comienza a comer, sin dejar de decir el siguiente texto) Definitivamente
ser la menor es un dolor de ovarios. Así de simple. Debería estar prohibido tener tres hijos. Dos como mucho. Para que no
haya medios. Yo soy el medio. Siempre me quedé en el medio de todo. Había un problema acá o allá, y la culpa siempre era
mía. Papá lo único que supo hacer bien con migo, era castigarme. Y le salía bastante bien, por cierto. Sus castigos eran
bastante ingeniosos y muy creativos. Debe ser lo único para lo que tenía creatividad, porque para el resto, terminó siendo el
mismo boludo de siempre. (A esta altura del texto, su rostro debe ser un enchastre de tostadas, miel y manteca). Años de
terapia para poder sanar todas las heridas causadas.
(Norma y Lucía al ver la escena grotesca de su hermana se echan a reír sin parar y a cantar)
Norma y Lucía: “Detrás de una tostada, se escondió la miel. La manteca muy enojada, la retó en inglés. Yo no sé por qué.”
(Libertad también comienza a cantar y reír con las hermanas. Deben cantar esto todas las veces que sea necesario hasta
quedar sólo Norma, cantando lo siguiente)
Norma: “Mañana se lo llevan, preso a un coronel, por pinchar a la mermelada, con un alfiler. Yo no sé por qué.”
Norma: Nada…
Norma: Nada Libertad ¿Por qué no tomamos más te, así de paso bajas las tostadas vos? ¿Quieren?
Lucía: ¿Pero por qué tanto interés, hermana? Es sólo una parte de la canción.
Libertad: Cantala…
Lucía: ¿A qué?
Lucía: (Cantando con miedo y sin entender qué pasa) “Mañana se lo llevan…”
Libertad: ¡Preso!
Lucía: ¿Preso?
Libertad: (A Lucía) ¿No escuchaste la canción que cantó Norma? “Mañana se lo llevan preso a un coronel”.
Norma: Por favor. Semejante lío por una tonta canción. Pone la pava Lucía, haceme el favor. (Lucía le hace caso)
Norma: ¿Qué queres que diga que ya no sepan ustedes? Papá murió por la patria. Peleando por el orden y la justicia. En
contra de estos subversivos, que ahora caminan por las calles reclamando justicia. Lo que no fue justo, fue la muerte de
papá. Pero como dije antes, dejemos que los muertos descansen en paz.
(Norma se sienta con la cabeza hacia atrás, abriendo la boca y Lucía, parada a su lado, con la tetera en las manos y desde lo
alto, le va tirando en la boca un chorro de té a Norma. Ésta hace ruido con la boca. Mientras esto sucede, Libertad está
hablando sola. Pensativa)
Libertad: Claro, ahora entiendo todo. Por eso nunca hubo velorio de papá. Ni siquiera las cenizas nos trajeron. Mamá nos
mintió también y nos dijo que estaba enterrado en la casa del campo, donde a él le gustaba. Pero resulta ser que ahí
tampoco hay una puta placa o cruz que nos indique en qué lugar estaba. Nadie nos quiso decir nada. Siempre que salía el
tema vos y mamá cambiaban la conversación con cualquier mierda. Ahora lo quiero escuchar de tu boca Norma. Quiero nos
digas de una vez por todas si esto es cierto o no. Quiero me digas a mí y a Lucía que papá no está muerto. Habla.
(Silencio. Se ve el nerviosismo de Norma en sus manos. Lucía sostiene la tetera, pero no saca la mirada de Norma, esperando
la respuesta también)
Libertad: (Le tira con un par de masas o tostadas) ¡Habla, hija de puta!
Norma: (Gritando) ¡Sí! ¡Sí, sí, sí! ¡Está preso! ¡Es verdad….!¡Está preso! ¡No murió… está preso! ¡Preso!
Libertad y Lucía: “Mañana se lo llevan, preso a un coronel. Por pinchar la mermelada, con un alfiler. Yo no sé por qué.”
Escena 4
Continúan los ruidos de la marcha fuera de la casa. Se escucha la gente que canta y sus pasos. Lucía está parada al filo de la
ventana, observando la calle. Libertad y Norma están sentadas en la mesa, jugando con las masas y tazas; sin ganas de
nada.
Lucía: Acá estamos. Sin poder salir. Sin ganas de hablar. Sin ganas de nada. Y con nuestro padre aún vivo. No sé qué es
mejor. Si saber que está preso o que haya muerto. Yo prefiero la segunda opción. Que esté preso es lo mismo que esté
muerto. Al menos así no me darían ganas de verlo. De hablar con él y preguntarle por qué. Por qué se dio por muerto. O por
qué lo dieron por muerto. Lo extraño tanto que quisiera verlo ya. Pero viendo cómo están las cosas afuera, no creo que sea
prudente. Por eso digo… Digo que es mejor si se hubiera muerto de verdad, así no tendría ganas de verlo y hacerle
preguntas. Me duele mucho su traición, la mentira. Yo hubiera cuidado de él. Lo hubiera ido a visitar. Ahora qué sentido
tiene. Pasó mucho tiempo ya. Vaya a saber en qué condiciones lo tendrán ahí dentro. (Mirando hacia afuera) Al final se
salieron con la suya. Digo… consiguieron su objetivo. “A dónde vayan los iremos a buscar”. Hijos de perra… Me quitaron a
mi padre. A nuestro padre…
Lucía: Él fue un héroe. Y aun así lo tienen preso. Entregó su vida por la paz social, por el orden. Por la patria.
Libertad: Basta. No sabes lo que decís. Estas repitiendo palabras que él nos hizo creer.
Lucía: Es la pura verdad…
Libertad: Vos no sos tonta. Sabes perfectamente lo que hacían los tipos como papá. Sale en todos lados, en las noticias, en
las calles, todo el mundo sabe de los desaparecidos, las torturas…
Lucía: ¿Y mi tortura? ¿Alguien pensó en cómo es vivir sin un padre desde los 13 años?
Libertad: Estas siendo injusta. Hay mucha gente inocente que murió y vos pensas sólo en tu tortura.
Lucía: ¿Por qué no hablaste antes? ¿Por qué no me dijiste que estaba con vida? Sabías perfectamente que lo amaba mucho
y que…
Norma: (Interrumpiendo a los gritos) ¿Y qué sentido tiene? ¿De qué mierda te vale enterarte que está preso? No lo podes
ver. Ya está viejo para verlo y reprocharle algo. Ya está. Lo que pasó, pasó ¿Qué sentido tiene revolver el pasado? Si es
cierto que hizo algo malo, ya lo está pagando en la cárcel. Y nosotras acá… tenemos que seguir con nuestras vidas.
Norma: Hicimos lo mejor para la familia. Darlo por muerto era lo mejor, para evitar ser señaladas en la calle por esa gente
(señalando hacia afuera)
Libertad: ¿Hicimos?
Norma: Por supuesto. Ella fue quien lo dio por muerto y me obligó a jurarle que nunca les diría nada a ustedes. Ella se llevó
el secreto a la tumba. Y yo no pude cumplir con mi promesa…
Norma: ¡No la juzgues! Mamá quería lo mejor para nosotras. Ella quería que caminemos tranquilas por las calles sin que
nadie nos diga nada. Imagínate qué hubiera sido de nosotras si la gente se enteraba que papá estaba preso. No nos iban a
dejar en paz. Fue lo mejor…
Lucía: ¡Pobre papá! ¡Años encerrado en la soledad de una cárcel, teniendo familia que lo podían ir a ver…!
Libertad: ¡No lo defiendas más, ya te dije! Si está adentro es porque algo hizo.
Libertad: Justamente por eso, Lucía. Lo encerraron por cumplir órdenes sin decir nunca nada. Para eso estaban entrenados.
Pues bien… ahí lo tenes. Preso hace varios años y aún sigue con su voto de silencio. Aún se cree un héroe que sigue
cumpliendo órdenes.
Lucía: ¡Basta! ¡Se me parte la cabeza! ¡No quiero hablar más! ¡Tengo sed!
(Va a buscar la tetera y sin ser vista por las hermanas, pone en el agua varias de las pastillas que ella toma siempre. Luego
sirve té para todas, incluida ella).
(Silencio)
Libertad: ¿A no mentiste? ¿Y cómo se llama al hecho de habernos ocultado tanto tiempo la verdad?
Libertad: Norma, por favor. Siempre tratando de salir bien parada de cualquier situación. Como cuando eras chica. Te
mandabas alguna macana y siempre encontrabas la manera de salir inocente. Vos nos mentiste Norma. Ocultar es lo mismo
que mentir.
(Mientras tanto Lucía ya ha servido el té con drogas en las tazas. Van tomando té a medida que van hablando y el efecto de
las pastillas se hace sentir. Les da un aire relajado, de risas, casi como una borrachera)
Norma: ¿Eso es lo que queres? Tildarme de mentirosa para no sentirte tan mierda vos.
Norma: Vos y yo sabemos perfectamente que lo de México no existe. Y aun sabiendo de mi enfermedad, decidís irte lo
mismo… a hacer no sé qué cosa allá.
Libertad: Ya no necesito darte explicaciones Norma. Después de la escena que acabas de hacer, ya has perdido todo mi
respeto (Risas).
Norma: Pues estamos en el mismo plan entonces. Yo no necesito darte ninguna explicación a vos. De nada. Yo tengo la
conciencia tranquila. Y me voy a morir, dentro de poco, pero moriré en paz.
Lucía: ¡Bien…!¡Nadie tiene que explicarle nada a nadie, entonces! ¿Estamos de acuerdo?
(A pesar de estar mareadas y “borrachas” por el efecto del té, siguen tomando, riéndose y hasta se vuelven a servir una vez
que se les termina lo que tienen en las tazas).
Norma: ¿Y ahora de qué hablamos?
Libertad: De nada.
Lucía: Eso… No hablemos de nada. A ver si encima sale otro secreto a la luz.
(Risas)
Lucía: ¡Ya!
Libertad: ¡Perdiste!
Norma: ¡Ya!
Libertad: Yo no perdí. La que se rió primero es ésta (Le tira con el té a Lucía)
Lucía: ¡No! ¡Yo no! ¡Fue ésta! (Le tira con el té a Norma)
Se tiran con el té, las masas y todo lo que encuentren a mano. A esta altura, el espacio es un completo caos, con ellas
drogadas dentro.
Libertad: ¡Por eso nunca voy a tener hijos! ¡Para que no sean como ustedes!
(Risas)
(Risas)
Norma: También me gustaría ser madre. Pero tener un solo hijo, para que no tenga hermanos.
Libertad: Uno, es poco. Dos, está bien. Tres, es multitud. Míranos a nosotras (Se ríe) ¡Té para dos y medio! ¡Así le decía
mamá a la hora del té! ¿Adivinen quién es el medio? (Mientras levanta la mano)
Lucía: ¡Ah! ¡Ahora entiendo! ¡Porque vos sos la del medio!
Libertad: ¡Pero claro, tarada! (Se ríe) Siempre fui la olvidada, la odiada por papá, la oveja negra de la familia, la rebelde sin
causa.
Continúa hablando con Lucía hacia el fondo, se las escucha reír. Norma se aparta de ellas y camina hacia proscenio, mirando
al frente, como abstraída, seria. Baja un poco la luz de las hermanas que están atrás y queda un cenital para Norma, que
hace un aparte a público.
Norma: ¡La adoptada! ¡O apropiada! ¡No sé! Un día la trajeron a casa. Era muy chiquita y lloraba mucho. Eran las tres de la
madrugada cuando entró papá corriendo a la casa con ella en brazos. Mamá salió de su cuarto, con lágrimas en los ojos. La
esperaba con muchas ganas. Después de mí pensó que no iba a poder tener otro hijo, que me iba a quedar sola, sin
hermanos. Pero no fue así. Llegó Libertad, de la nada. Yo me desperté por el llanto de ella. No quise preguntar nada. La amé
y la cuidé como mi hermana, desde el primer día. Estábamos muy contentos. Mamá cambiaba de tema cuando alguien
preguntaba de dónde vino, de dónde la sacó papá. Crecimos juntas, hasta que un par de años después, nació Lucía. Mi
hermana de sangre. Lucía fue para Libertad una tortura. Quedó desplazada. Dejó de ser “la más pequeña”. Ahora, decir la
verdad no tiene sentido. Sería un golpe demasiado fuerte. Este secreto sí me lo voy a llevar a la tumba. Me lo prometí a mí
misma.
Libertad: (Que viene desde el fondo abrazada con Lucía, aun riéndose) ¿Qué cosa? ¿Qué es lo que prometiste?
Norma: (Haciendo de cuenta que no pasa nada. Se vuelve a reír con las hermanas) ¡Que nunca más voy a hacer éste maldito
té! ¡Se terminó la tradición de mamá! ¡Es una pérdida total de tiempo! ¡Nunca más!
Lucía: ¡Como afuera! ¡Que cantan “nunca más” todo el tiempo, ya me tienen la cabeza…! ¿Por qué no cantamos nosotras
también, y que nos escuche todo el mundo?
Las tres: (Cantando) “Estamos invitadas a tomar el té. La tetera de porcelana, pero no se ve. Yo no sé por qué.”
A medida que siguen cantando la canción, se baja la luz de escena y aparece una luz desde algún costado, que referencia a
la calle. Junto con esa luz, se va escuchando cada vez más fuerte, los ruidos de la marcha, la gente cantando, bombas de
estruendo, vidrios que se rompen, discursos de militantes y de militares como Videla. El caos de afuera debe crecer tanto,
que debe dar la impresión de que aquella gente ingresa a la casa y termina tapando las voces de las actrices. En el punto
máximo, hacer un apagón a cuchilla de luces y sonido.
FIN