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(Se encontraban Monk y Doc hablando en la barra, al otro lado de la escena)

Monk.- (A Doc) ¿Ves eso? (Indica con la cabeza) ¿Por aquel lado?
(Doc emerge dentro de su introspección para observar la dirección indicada por Monk.
Ambos contemplan a Violeta)
Doc.- (Con voz pastosa por el alcohol) –Oh, Sí, es algo digno de contar. Tiene aspecto de no sé
qué. Amorfo. Esa es la palabra. Es más una posibilidad que un ser completo.
Monk.- Me refiero a la maleta. La que tiene con ella.
Doc.- Oh, sí, la maleta. ¿Creerá que está en el salón de espera de una estación?
Monk.- Creo que piensa que se va a mudar aquí.
Doc.- Oh. Ese sí que es un lindo problema para ti.
Monk.- Estás condenadamente en lo cierto. Administro éste bar con permiso para expender
bebidas, no para alojar vagos. Mira, se les van los ojos hacia esta escalera. Saben que vivo arriba.
Doc.- Sí, ven la escalera y sienten, en forma vaga, que tú necesitas de su compañía allí arriba.
(Doc recordando una historia)
Doc.- ¿Recuerdas a esa mujercita de aspecto fácil, bonitos limones y un culo de tamaño
monumento nacional? Bueno, me vino a ver para que la revise (Monk se ríe con fuerza al oír
esto. Bill entra al bar; tiene un aire amable pero distante. Como un perdedor que intenta
demostrar firmeza; por definición es un ‘’gigolo’’… pero, ¿De qué sirven las definiciones?
Monk saca mecánicamente una lata de cerveza Miller, pero no la abre) Ella tenía parásitos.
Producto de una dieta a base de tacos de carne podrida, o de tamales, o de algo por el estilo. Le
di una botella y una cuchara de madera y le dije: ‘’Traiga una muestra de sus deposiciones para
el análisis del laboratorio’’. No entendió lo que yo le quería decir. Finalmente le dije: ‘’señorita,
mañana traiga un poquito de mierda en esta botella’’. (Él y Monk se ríen a carcajadas)
(Bill está preocupado porque la botella continúa cerrada y no le han servido la cerveza.)
Violeta: -Eeeh, Bill…
Doc: - un comienzo cualquiera para un romance cualquiera.
Sacarle los parásitos a una dama y acostarse con ella como pago. Jesús, que historia de amor.
Estuvo conmigo todo el verano, pero en septiembre encontró un rufián joven y bien parecido que
la hizo ponerse exigente. Me llamo viejo verde, así que la deje ir.
Monk:- (ignorando a Bill). – no recuerdo haberte visto aquí con una mujer.
Doc. – Nos sentábamos siempre en la mesa de atrás por el gran tamaño de su culo.
Bill. - ¡por Dios, Monk, que deuda enorme debe tener Leona aquí! ¡Por el amor de Dios! (se
inclina sobre el mostrador y trata de sacar la lata de cerveza de la mano de Monk. Este,
que ha ignorado a Bill deliberadamente, se molesta solo a medias por el manotón.)
Monk. -Mira, no llevo la cuenta de la deuda con Leona porque ella es solvente. Si quieres tomar
la cerveza, devuélvemela. (Abre la lata.) Ahora es tu deuda, no la de ella; no me importa, pero si
es de ella no es tuya ¿de acuerdo? Sin ofensas ni quejas, solo….
Violeta. -¿Bill?
Bill. – Podría decirte algunas cosas.
Monk. - ¿Entonces por qué no se las dices a Violeta, que ya te ha llamado dos veces?
Bill (mirándola). – Hola, vi.
Violeta. – Hoy tuve una experiencia espantosa con el señor Menzies en galería de juegos.(sonido
de sollozo) oh, no se que hacer. Estoy sin un peso. La ultima noche, Menzies dijo que yo…. Ven
aquí, así puedo contártelo. Oh, y tráeme una cerveza y un pepperoni, estoy hambrienta. Sola y
hambrienta.
Bill. - ¿y quieres que yo te resuelva los dos problemas?
Violeta. – si, por favor.
Bill (a Monk).- otra cerveza y un par de Slim Jims.
Monk. – Si, ya recibí el mensaje. ¿has dejado a Leona?
Violeta. – Bill, ¿Dónde está Leona?
Bill. – Llorando sobre un guisado en su maldita casa rodante.
(Monk abre otra cerveza y Bill se dirige hacia Violeta con los pepperonis y la cerveza, y una
sonrisa deslumbrante. Es la sonrisa de un vividor, la sonrisa de gigolo profesional…..que
añade – poco, pero todavía considerable – encanto a sus facciones)P
Violeta (muy cerca de Bill). - ¿has dejado a Leona? ¿para siempre?
Bill. – solo hasta que termine con todas esas tonterías. Es por culpa del hermano, ese marica que
tocaba el violín en la iglesia, y cuando esta borracha comienza a llorar a los gritos por ese
mariquita que ella misma admite que fue arrestado una vez por andar merodeando en un baño de
hombres de la estación Greyhound, y si yo le digo, “Bueno, él se la buscó”, me tira con algo.
Violeta (inclinándose amorosamente hacia él). – A un hombre como tú.
Bill. - ¿A un hombre como yo?
Violeta. – A un toro como tú. Tienes los brazos como jamones. (Le aprieta el brazo desnudo)
Bill. – Si no puedes ver al menos puedes sentir. (Ella estira la mano bajo la mesa y es obvio
que lo esta toqueteando) A un hombre que le gusta que lo aprecien. Acabo de recibir una carta
de una empleada gubernamental de Sacramento, una partidaria de Reagan.
Violeta. - ¿Quién?
Bill. – Mierda. No la había visto desde el 65, pero me recuerda muy bien y quiere que comparta
su colchón de agua con ella; y si has dormido en un colchón de agua no importa quien este
contigo.
( La puerta se abre con violencia. Leona irrumpe como un novillo haciendo entrada al
ruedo. Es una mujer grande, desgarbada, que usa pantalones playeros y suéter de lana
rosado. Sobre la baleza, de rulos encrespados y tenidos, lleva un gorro marinero que
ocasionalmente se quita para golpear algo con el - la barra, una mesa, la espalda de alguien
– y enfatizar sus argumentos. Hay cambios bruscos de posición en la mesa delantera del
escenario cuando ella entra, pero Leona solo ve a Bill)
Leona.- ¡TUUUUUUU…HIJO DE TU MADRE! ¡Te estaba hablando desde la cocina y tu no
estabas allí! (Bill se ríe entre dientes y hace un guiño) me pase tres horas picando carne y
preparando un…. Una cena de aniversario mientras tu mirabas la tele.
Bill.- guiso y verduras.
Leona.- (con lirismo, como si recitara un poema pop). – cordero estofado con verduras frescas
de huerta de Framer’s Market, sazonado con hojas de laurel, romero y tomillo.
Bill. – Guiso.
Leona. – Esta noche había preparado un pequeño banquete en la casa rodante, los cubiertos de
plata de mi abuela y el mantel irlandés de encaje, los candelabros de cristal con hojas de parra
afiligranadas en plata que yo había lustrado a saliva para esta cena aniversario, los había
colocado a cada lado del único florero rosa con una única rosa talismán recién abierta, en una
mesa igual a una foto del House and Garden. Hablaba sola desde la cocina. Abrí la heladera para
sacar el consomé de gelatina a la madrileña, cubierto con… “bueno, listo”. Vengo y me
encuentro con la tele andando y la puerta de la casa rodante abierta, y en medio de la confusión
golpeo y rompo el botellón de cristal tallado para la borgoña, importado.

Bill. -Sali a buscar una botella. Te habías bajado una medida del imp. Ella lloraba sobre el guiso
para ahorrar así la sal.
Leona. – sin decir una palabra o dejar una nota sobre la mesa ¡te fuiste! ¿Por qué? ¿para qué?
Violeta. – Leona, Bill no se siente muy feliz hoy, así que déjalo en paz.
Leona. - ¡Dos personas no se sienten felices y una de ella con razón! ¿no es esa tu maleta? ¿te
echaron, te desalojaron? ¿piensas vivir en la calle? (se sienta en la mesa con Violeta y Bill.)
Violeta, querida, ¿te quieres mirar las uñas?
Violeta. – Lo sé, el esmalte esta saltado.
Leona. - ¡Si! Mostrando la suciedad (Violeta oculta las manos bajo la mesa) Oh, mi Dios,
olvídalo, olvida todo el asunto. No vale la pena. (No hay respuesta) Excúsame un momento,
voy a apretar tres veces un botón de ese toca discos y, Violeta, aquí tienes un limpiauñas de
naranjo…. No te deprimas. Ser echado es una cura segura para la depresión.
Violeta. – No estoy deprimida.
Leona. – Entonces no te debes dar cuenta. (Cruza el bar hacia el tocadiscos automático)
Espero que nadie objete el disco que voy a poner. Esta noche va a sonar aquí bastante, les guste o
no. (Se inclina sobre el tocadiscos para buscar el tema deseado, con el que hace su
contribución al sector “clásico” del equipo.) ¿Rock? ¡No! ¿Popular? ¡No! ¿Clásico? .... ¡si!
¿Numero? ¿Cuál?
Violeta. – Dile que no estoy deprimida.
(La mano de Violeta desaparece bajo de la mesa. Parece que estuviera buscando a Bill)
Bill. – Ella esta deprimida… y con ganas de deprimir a otros. (Se recuesta culposamente en la
silla. Echa un vistazo a Leona. Habla con más énfasis que volumen.) …No esta mal. ¿ehh?
Una propiedad… definitiva… personal… ¿un bien?
(Monk enciende la radio. Se oye ruido de estática.)
Leona. – Tienes que encenderla cuando estoy por… (En ese momento advierte el toqueteo
bajo la mesa. Los ojos se le agrandan; aprieta los puños; da algunos pasos hacia la mesa y
se inclina un poco para espiar debajo. Luego grita de inmediato) ¡TÚUU… PUTA!
(Se arroja contra Violeta. Violeta grita y se incorpora de un salto, derribando la silla.)
Monk. - ¡Agárrenla!
(El recio cuerpo de Bill obstruye no solo los movimientos de Leona, sino también le impide
ver a Violeta. La sostiene por los hombros, sonriéndole en la cara.)
(Las réplicas siguientes se superponen.)
Leona. - ¡SACAME LAS MANOS DE ENCIMA!
Monk. – No, no, no, no, de ninguna manera.
Leona. – McCorkle, NO….
Monk. - ¡Sostenla en esa mesa! (Durante todo esto Monk ha salido de atrás e la barra.)

(Violeta ha estado dando vueltas aturdida, luego corre hacia el baño de damas.)

(Leona pisa un pie de Bill. ÉL grita, retomando y soltándola. Al correr ella hacia adelante
él le da una fuerte palmada en el trasero; ella de da vuelta para pelearlo y es atrapada por
Monk. Patea las espinillas de Monk y le asesta a Bill un fuerte golpe en la cara con la
gorra.)
Bill (frotándose los ojos). – Maldición, esta…
Monk. - ¡Nunca hubo violencia aquí! ¡Nunca! ¡De nadie! ¡En contra de nadie!
(Se produce un súbito silencio: un momento de quietud en una corrida.)
Leona (con incredulidad, con profundidad, dolorosamente, en el rostro de Bill) . – ¡TÚ!
¡Dejas que lo haga! ¡En MI presencia! … ¡en PUBLICO! … ¡En un BAR!
Bill. – ¡Que carajo me importa! Me golpeaste en los ojos con ….
Leona (da una gran vuelta teatral y grita). – ¿Dónde ESTÁ ella? ¿Dónde se metió? (Al no
recibir respuesta – todavía no se oyen ruidos en el refugio de Violeta- corre súbitamente
hacia la escalera)
Monk. – ¡Nadie subió por la escalera! Bájate de …
(Comienzan los lamentos de Violeta)
Leona. – ¡Aja! ¡Se metió en el baño de DAMAS! Cambien el nombre de la puerta.
Monk. – Este es un lugar para damas y caballeros. (Jadea un poco.)
Leona. – Caballeros y …. ¿Qué?
Monk. – Damas.
Leona. – aja, no me vengas con eso … ¿Ella? ¿Una dama? ¿Él? ¿Un caballero? (señala hacia el
baño de damas y luego hacia Bill) Hay límites para…
Monk. – Si. Mantente lejos de… (Leona comienza a avanzar hacia el baño. Monk le bloquea
el paso. Ella estira la cabeza hacia atrás y emite un alarido apocalíptico. Es como el alarido
de todas las protestas humanas.) No quiero más líos …
Leona - (perfilándose heroicamente para enfrentar a Monk, casi cara a cara). – ¡DEJAME
DECIR QUE ES UNA DAMA! ¡Una dama es una mujer, siente respeto por si misma y por las
relaciones con los otros! ¿ELLA? ¿ALLI DENTRO? ¿GIMIENDO? ¿RESPETO POR QUIEN?
… ¡No tiene respeto por si misma y ese es el único respeto que vale realmente! ¡Nadie puede
culparla por eso!.
Bill.- ¿Y eso es, acaso, asunto tuyo?
Leona.- ¡NO, NO, MALDITO SEA! ¿Y cuando estuvo enferma? ¿Quién fue a ver si estaba viva
o muerta? ¡YO! ¡SOLO YO! Le di una vajilla, le di una muda para su catre destartalado, y todos
los días después de trabaja fui a esa maldita ratonera con una botella de caldo de carne caliente, o
un pollo, para ver si necesitaba algo y llevárselo. Un día fui a ver que necesitaba, la perra no
estaba allí. Pensé, por Dios, se habrá muerto o la habrán echado. Corrí escaleras abajo y la oí
gritar de alegría abajo en la galería de juegos. Estaba jugando con unos marineros borrachos;
apenas tuvo tiempo para hablarme.
Bill._ Quizá se habría hartado de ti, esa es una razón posible.
(Entre Bill y Monk consiguen guiar a Leona al lado del tocadiscos y para ayudarle a
calmarse le dan unas monedas para que inserte en el tocadiscos y ella misma escoja que
disco quiere escuchar, aunque ya todos sepan cual va a escoger)
Monk (golpeando la puerta del baño de damas). – Violeta, ya puedes salir, ella está
escuchando ese tema de violín.
(Se apagan las luces)

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