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Suicidología en línea2012;3:59-71.
ISSN 2078-5488

Revisar
Funciones protectoras de las tradiciones religiosas frente al riesgo de suicidio

Graham Nelson, Ryan Hanna, Alaa Houri, Bonnie Klimes-Dougan- *

Universidad de Minnesota, Estados Unidos

Enviado a SOL: 12elmarzo de 2012; aceptado: 7eljulio de 2012; publicado: 17eljulio de 2012

Abstracto:En general, se acepta que la religión suele actuar como un factor protector contra el
comportamiento suicida. Sin embargo, sigue existiendo cierto debate sobre los diversos mecanismos
que subyacen a esta relación y cómo estos mecanismos pueden funcionar en diferentes tradiciones
religiosas. El propósito de esta revisión ilustrativa es ampliar los temas anteriores en la literatura que
se han centrado principalmente en las creencias religiosas, para incluir la consideración de las
prácticas religiosas que pueden servir para obtener una red social protectora. Consideramos
creencias religiosas, prácticas religiosas y apoyo empírico ilustrativo de relevancia para las tradiciones
religiosas centrales, incluidas aquellas prácticas que tienen sus raíces en las tradiciones judeocristiana
(judía, católica y protestante), islámica, hindú y budista.

Palabras clave:Religión, Suicidio, Revisión Selectiva

Los derechos de autor pertenecen al Autor(es). Suicidology Online (SOL) es una revista de acceso abierto revisada por pares que se publica bajo la Licencia Creative Commons 3.0.

* En los Estados Unidos y en todo el mundo,
la religión es una parte importante de la vida diaria. Las
creencias y prácticas religiosas varían enormemente. A pesar
de estas diferencias, cada vez hay más evidencia que indica
que la religión puede servir como un factor protector contra
los problemas de salud mental, protegiendo a las personas del
peso total de los factores estresantes que se encuentran. En
una revisión sistemática reciente de la investigación
cuantitativa sobre religión, espiritualidad y depresión, la
mayoría (61 %) de los estudios informaron relaciones inversas
entre religiosidad/espiritualidad y depresión, mientras que
pocos (6 %) informaron relaciones positivas (Koenig,
McCullough y Larson , 2001). Asimismo, existe amplia
evidencia que documenta una relación inversa entre
religiosidad/espiritualidad y suicidio (Colucci & Martin, 2008).
El suicidio está estrechamente relacionado con
-Bonnie Klimes-Dougan, Ph.D.
*
depresión. Los pensamientos y acciones suicidas no solo son
algunos de los síntomas de depresión más graves,
perjudiciales y potencialmente letales, sino que aquellos que
mueren por suicidio suelen estar deprimidos (Lawson, Wulsin,
Vaillant y Wells, 1999). Sin embargo, los factores de riesgo y de
protección para la ideación suicida, los intentos de suicidio y la
muerte por suicidio no son uniformes. Se necesitan esfuerzos
para consolidar nuestra comprensión del impacto potencial de
las tradiciones religiosas en el riesgo de suicidio.
Método
El presente estudio revisa los roles que
diferentes tradiciones de fe religiosa pueden jugar en la
prevención del suicidio. En esta revisión ilustrativa de la
literatura, el objetivo es abordar los vacíos existentes en la
literatura y contribuir a la discusión de este importante tema.
La primera sección de este artículo es una descripción de los
mecanismos clave que probablemente estén implicados en

Departamento de Psicología
Universidad de Minnesota este vínculo entre la tradición religiosa y el suicidio. La
N412 Elliot Hall segunda sección de este documento considera cómo estos
75 East River Road mecanismos pueden ser evidentes en varias religiones
Minneapolis, MN 55455
comunes del mundo. Ampliamos el alcance de las revisiones
EE.UU
correo electrónico: klimes@umn.edu realizadas recientemente por Gearing y Lizardi (2009) y
teléfono: +1 (612) 626 4347

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Colucci y Martin (2008) no solo considerando las creencias
religiosas como un mecanismo clave que puede influir en el
riesgo de suicidio, sino también poniendo especial atención en
el apoyo social como factor mediador entre la religión y la
conducta suicida. Específicamente, destacamos el papel de
estos mecanismos clave al proporcionar ejemplos de trabajos
empíricos relevantes disponibles dentro de cada tradición
religiosa. Esta revisión examina las cuatro tradiciones
religiosas más predominantes en el mundo (cristianismo, con
el catolicismo y el protestantismo considerados por separado,
el islam, el hinduismo y el budismo), así como el judaísmo, que
es la base de la tradición judeocristiana. Centrarse en estas
religiones nos permite reducir nuestro enfoque sin dejar de
cubrir la mayoría de la población mundial y más de las tres
cuartas partes de los practicantes religiosos del mundo (Keller,
2000). Si bien la considerable diversidad tanto de creencias
como de prácticas dentro de cada tradición religiosa general
hace que cualquier esfuerzo por resumir estas religiones sea
incompleto, esperamos brindar una descripción ilustrativa de
algunas de las actitudes y prácticas más comunes que son
relevantes para el comportamiento suicida. La sección final
resume tanto las tendencias en el campo como las
implicaciones para esta línea de trabajo, e identifica áreas de
interés futuro.
Resultados
Mecanismos
Aunque generalmente se acepta que la religión
normalmente actúa como un factor protector contra el
comportamiento suicida, sigue existiendo cierto debate sobre
los mecanismos exactos que subyacen a esta relación. Es
probable que existan numerosos mecanismos potenciales
implicados. Dos teorías fundamentales han recibido mucha
atención en la literatura: las creencias religiosas y las redes
sociales (Robins y Fiske, 2009).
Una parte sustancial de la literatura que
examina la relación entre la religión y el suicidio se ha
centrado en la idea de que el compromiso con las
creencias religiosas fundamentales, como la creencia
en el más allá, protege contra el suicidio. Stack (1983)
encontró que las naciones con niveles más altos de
compromiso religioso también tenían tasas de suicidio
más bajas. Greening y Stoppelbein (2002) encontraron
que la ortodoxia doctrinal, una medida del
compromiso con las creencias religiosas centrales, se
correlacionó con niveles más bajos de riesgo de
suicidio. De manera similar, las objeciones morales al
suicidio como “Creo que solo Dios tiene derecho a
terminar con una vida” y “Mis creencias religiosas lo
prohíben” se asociaron con niveles más bajos de
conducta suicida (Dervic et al., 2004; Oquendo et al.,
2005). La religiosidad intrínseca, una medida de las
creencias religiosas interiorizadas, se asoció
negativamente con los síntomas depresivos,
Un creciente cuerpo de literatura desafía la
idea de que esta relación se debe a alguna iglesia específica
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doctrinas sobre el suicidio. El modelo de red, propuesto
por Pescosolido y Georgianna (1989), aborda un
mecanismo identificado de relevancia potencial. A
menudo, el enfoque de la evaluación de este modelo se ha
basado en la noción de que la asistencia frecuente a los
servicios de la iglesia puede resultar en una serie de
importantes beneficios sociales. Por ejemplo, Pescosolido
y Georgianna (1989) argumentaron que la influencia
protectora ejercida por el catolicismo y ciertos
denominaciones protestantes se debió a frecuentes
asistencia a los servicios de la iglesia y los beneficios sociales
que resultan de tal asistencia. Sin rechazar explícitamente la
influencia de las enseñanzas de la iglesia, los autores
sugirieron que esta perspectiva de red podría ser más
relevante. Un estudio posterior apoyó la teoría de la red al
encontrar que la asistencia a la iglesia estaba más
estrechamente ligada a las actitudes negativas con respecto al
suicidio que a factores como el conservadurismo de la
denominación (Stack & Wasserman, 1992). De manera similar,
Robins y Fiske (2009) encontraron que la participación en
prácticas religiosas públicas, como la asistencia a la iglesia, se
asociaba con niveles más bajos de ideación e intentos de
suicidio, mientras que las prácticas religiosas privadas, como
la oración, no lo estaban. Finalmente, Stack y Lester (1991)
encontraron que la asistencia a la iglesia se correlaciona
significativamente con una menor ideación suicida. mientras
que la identificación como católico no lo es. Además, existe
evidencia de que estar afiliado a una tradición religiosa
importante, estar comprometido con las creencias religiosas
centrales y ser parte de una red social religiosa se
relacionaron de forma independiente con las creencias sobre
la aceptabilidad del suicidio (Stack & Kposowa, 2011).
Además del trabajo que vincula a los religiosos
tradiciones al suicidio, la investigación que vincula
las tradiciones religiosas y la depresión puede ser
relevante para la hipótesis de la red. Un cuerpo de
investigación sugiere que el apoyo social juega un
papel similar en la relación entre las tradiciones
religiosas y la depresión. Jang y Johnson (2004)
encontraron que los afroamericanos religiosos
reportaron niveles más altos de apoyo social y
niveles más bajos de depresión. De hecho, algunos
han descubierto que el apoyo social y el estatus
socioeconómico pueden explicar en gran medida la
relación entre la religiosidad y la depresión
(Eliassen, Taylor & Lloyd, 2005). Si bien ciertos
aspectos de la religiosidad, como el afrontamiento
religioso negativo, pueden estar significativamente
relacionados con la depresión incluso cuando se
controla el apoyo social (Dew et al., 2010), parece
que el apoyo social está estrechamente relacionado
con la relación entre la religión y los síntomas
depresivos.
La relación entre religión y comportamiento
suicida parece ser compleja y no puede reducirse a
creencias religiosas específicas ni a meros beneficios
de protección relacionados con las redes sociales. La
investigación futura tendrá que seguir basándose en
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estas diferentes perspectivas en la formación de un relato
integrador y completo de la relación entre religión y
conducta suicida. En la sección que sigue, estos
mecanismos se consideran dentro del contexto de
tradiciones religiosas específicas. Aunque es necesario
tener una comprensión de las diversas creencias religiosas
de los miembros de estos grupos, el enfoque aquí es
extender el trabajo de otros al considerar cuidadosamente
tanto las creencias fundamentales que se relacionan con el
suicidio como las creencias y prácticas religiosas que
podrían fomentar el apoyo. redes religiosas.
Tradiciones Religiosas y Mecanismos de Protección
Judaísmo
El judaísmo otorga un gran valor a la
preservación de la vida, y el suicidio se considera una
violación de este importante principio. El judaísmo pone
énfasis en el pecado tradicional o en la bondad
fundamental de la humanidad. La fe judía respalda la idea
de que los individuos son responsables de sus buenos y
malos comportamientos y son capaces de cambiar estos
comportamientos. Históricamente, el judaísmo ha
condenado el suicidio, que se considera un delito mayor
que el homicidio debido a que el asesino no puede
arrepentirse de sus acciones (Kaplan & Schoeneberg,
1988). Un individuo que se suicida está destruyendo su
alma dada por Dios y, como resultado, merece ser
amonestado (Leach, 2006). Es importante señalar que se
condena el acto de suicidio en sí mismo y no al individuo
que se suicida (Kaplan & Schoenberg, 1988). Solo el rabino
puede dictaminar que una muerte es un suicidio a los ojos
de la comunidad religiosa. Muchos rabinos consideran que
una persona que padece un trastorno mental, como
depresión o abuso de sustancias, es incapaz de ser
responsable del comportamiento suicida, y los rabinos
examinan cuidadosamente las circunstancias que
rodearon la muerte. Como resultado, muchas personas
que parecen haber muerto por suicidio para los
observadores externos son consideradas muertes
accidentales por la comunidad religiosa y, en
consecuencia, se les asignan costumbres tradicionales de
duelo y entierro (Leach, 2006).
El judaísmo se centra en la vida vivida en la tierra en lugar de
que en el más allá (Miller & Lovinger, 2000), lo que sugiere
que las implicaciones para el más allá pueden ser menos
relevantes para el comportamiento suicida en los judíos
que para los individuos de otras tradiciones religiosas. A
pesar de esta creencia, honrar a los muertos y consolar al
doliente se consideran las consideraciones más
importantes después de cualquier muerte (Leach, 2006). Si
bien no es común en años más recientes, históricamente
cuando las personas judías morían por suicidio, a menudo
se les negaban los ritos funerarios tradicionales y no se les
permitía ser enterrados en cementerios judíos (Colucci &
Martin, 2008). Los rituales de duelo no siempre se
practican inmediatamente después de una muerte por
suicidio (Leach, 2006).
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El apoyo social puede servir como un mecanismo
de protección para el comportamiento suicida en quienes
practican las tradiciones judías. Se ha sugerido que los
beneficios de las redes sociales son un factor mediador
importante en la relación entre la afiliación religiosa y la
conducta suicida (Pescosolido & Georgianna, 1989), y se ha
identificado al judaísmo (junto con el catolicismo) como
una religión que pone especial énfasis en la integración
sus miembros en una comunidad religiosa a través de
lazos comunales (Stack & Wasserman, 1992). La oración es
una actividad comunitaria que requiere la presencia de al
menos diez hombres adultos (Miller & Lovinger, 2000). La
celebración del sábado tradicionalmente reserva un día
entero cada semana para el culto y la vida familiar,
fortaleciendo estos lazos comunales en un sentido religioso
contexto (Greenberg y Wiesner, 2004). El sábado enfatiza
la apreciación de la vida y, como resultado, es “la antítesis
de la depresión” (Miller y Lovinger, 2000). El apoyo social
también es relevante para la muerte en la fe judía a través
de la tradición de la shiva, en la que los miembros de la
comunidad religiosa presentan sus respetos a los
dolientes durante siete días. En última instancia, las
prácticas religiosas formales del judaísmo indican un
sistema de fe fundamentalmente comunitario en el que la
familia y la comunidad religiosa en general son muy
valoradas.
Una consideración importante al examinar
la relación entre judaísmo y suicidio es que más allá de ser
simplemente un sistema de creencias, el judaísmo también
puede ser una etnicidad o identificación con un grupo cultural
y/o religioso. De hecho, el 49% de los judíos no son miembros
de una sinagoga y el 30% no se identifica con una rama
particular del judaísmo (Comité Judío Americano, 2003 citado
en Greenberg y Wiesner, 2004). Dado el papel importante que
parece desempeñar el apoyo social de una comunidad de fe al
actuar como un amortiguador contra el comportamiento
suicida, es importante señalar que muchas personas judías no
son miembros de dicha comunidad. La investigación futura
tendrá que examinar el papel que juegan la membresía y la
asistencia a la sinagoga en la protección contra el
comportamiento suicida.
También es de vital importancia considerar
diferencias en creencias y prácticas entre las diferentes
ramas del judaísmo. Por ejemplo, mientras que el
judaísmo reformado pone énfasis en la autonomía
individual, es más probable que los judíos ortodoxos se
sometan a una autoridad religiosa (Zedek, 1998). Como
resultado, la importancia del apoyo social puede diferir
entre judíos ortodoxos y no ortodoxos. Curiosamente, un
estudio argumentó que los judíos no ortodoxos ponen un
mayor énfasis en el apoyo social en comparación con las
creencias religiosas en comparación con los judíos
ortodoxos, y que este apoyo social media
significativamente en la relación entre la religiosidad y la
depresión en los judíos no ortodoxos (Pirutinsky et al.,
2011). El apoyo social justifica una mayor investigación
como una variable que media los efectos protectores del
judaísmo sobre el comportamiento suicida.
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Una variedad de estudios han encontrado que el
judaísmo está asociado con niveles más bajos de
comportamiento suicida. Bailey y Stein (1995) encontraron que
los estados de EE. UU. con mayor población judía tenían tasas
de suicidio significativamente más bajas. Lester (1996) volvió a
analizar los datos utilizados por Bailey y Stein, controlando el
hecho de que los estados con una alta población judía tienden
a ser más urbanos, ricos y antiguos. Encontró que la relación
negativa entre la población judía y las tasas de suicidio seguía
siendo significativa cuando se tenían en cuenta estos factores
sociales. En el Reino Unido, se encontró que los judíos
respaldaban significativamente más objeciones morales al
suicidio que los protestantes, aunque no diferían en términos
de ideación suicida o estado de intento (Loewenthal, Mcleod,
Cook, Lee y Goldblatt, 2003). Además, hay evidencia de que las
tasas de suicidio en Israel son más bajas que las de los Estados
Unidos y una variedad de países europeos (Levav & Aisenberg,
1989). En su análisis de los condados de EE. UU., Pescosolido y
Georgianna (1989) encontraron que el judaísmo era levemente
protector, aunque no tanto como el catolicismo o el
protestantismo evangélico.
catolicismo
Católicos y protestantes son cristianos,
aquellos que creen en las enseñanzas tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento. El cristianismo representa
una amplia y diversa gama de tradiciones religiosas y se
cree que es la religión más respaldada en todo el mundo
(Keller, 2000). Shafranske (2000) escribe: “La santidad de la
vida es el principio preeminente que guía la toma de
decisiones morales dentro de la iglesia [católica]”. La
Iglesia Católica ha sostenido que el sexto mandamiento,
“No matarás”, se extiende al comportamiento suicida.
Como resultado de esta creencia fundamental, el suicidio
se considera un acto pecaminoso. Muchos católicos creen
que este pecado es imperdonable y que resulta en que el
individuo vaya al infierno después de la muerte (Leach,
2006). En general, el catolicismo ha impuesto sanciones
más sustanciales contra el suicidio que la mayoría de las
denominaciones protestantes (Stark, Doyle y Rushing,
1983, citado en Leach, 2006). El Papa condenó el suicidio
dos veces en la década de 1940, aunque desde entonces
es más probable que la iglesia tome en cuenta los factores
contextuales al considerar el suicidio (Stein, 1971 citado en
Colucci & Martin, 2008). En general, la postura oficial de la
Iglesia con respecto al comportamiento suicida se ha
suavizado. El catecismo católico afirma: “No debemos
desesperar de la salvación eterna de las personas que se
han quitado la vida. Por caminos que solo él conoce, Dios
puede brindar la oportunidad de un arrepentimiento
saludable (Catecismo, 1994, citado en Shafranske, 2000).
Además, los católicos romanos creen que el suicidio es un
signo de enfermedad mental, lo que permite que el
difunto sea perdonado y obtenga la entrada al cielo
(Leach, 2006). Si bien durante muchos años las personas
que se suicidaban no eran enterradas en cementerios
católicos, este rara vez sigue siendo el caso (Phipps, 1985
citado en Gearing & Lizardi, 2008). En suma, mientras que
la Iglesia Católica históricamente ha
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visto el suicidio como un pecado, con el tiempo la posición
adoptada por la iglesia y sus miembros ha evolucionado para tener
en cuenta los factores contextuales y, en algunos casos, ofrecer el
perdón.
La práctica del catolicismo es única en su
énfasis en la participación en las actividades formales de la
iglesia. Como resultado de la creencia católica de que uno
se acerca más a Dios a través de Cristo y más cerca de
Cristo a través de la iglesia, se fomenta la práctica de la
participación regular en la iglesia. Shafranske (2000)
escribe: “Estas características distintivas del catolicismo, la
vida sacramental como el medio principal para
relacionarse con Dios y la autoridad de la iglesia en
asuntos de fe, establecieron la relación irreductible entre
los fieles y su iglesia”. La relación personal con Dios no
puede separarse de la relación con la institución misma.
Como resultado, cuando se examina el vínculo entre el
suicidio y el catolicismo, es importante considerar cuán
estrechamente vinculado está el individuo a la institución
de la iglesia. Greeley (1977, citado en Kehoe, 1998) escribe:
“Uno puede ser un católico 'devoto', un católico 'activo', un
católico 'practicante', un católico 'marginal' o un católico
'desafiliado' y uno puede avanzar y retroceder a lo largo
del continuo de afiliación”. La medida en que una persona
católica está afiliada a la iglesia puede tener implicaciones
significativas en la medida en que sus creencias religiosas
afectan su conducta suicida.
El catolicismo ha sido demostrado en algunos estudios
ser un factor protector contra el suicidio. Joubert (1995) encontró
que los estados de EE. UU. con mayores porcentajes de católicos
también informaron tasas de suicidio significativamente más bajas.
El catolicismo también se asoció con actitudes más negativas hacia
el suicidio en una comparación de
católicos y protestantes (Siegrist, 1996).
Además, Pesconsolido y Georgianna (1989) encontraron
que tanto el catolicismo como el cristianismo evangélico
estaban asociados con tasas más bajas de suicidio en los
condados de EE. UU., donde el catolicismo ejercía la mayor
influencia protectora.
Sin embargo, no todos los estudios han
coincidido en que el catolicismo se correlaciona con tasas
más bajas de suicidio. Stack y Lester (1991) encontraron
que el catolicismo no estaba relacionado con la ideación
suicida. Un estudio de las tasas de suicidio en las áreas
metropolitanas de los Estados Unidos encontró que el
catolicismo no estaba relacionado con las tasas de suicidio
al controlar las covariables (Ellison, Burr y McCall, 1997).
Por ejemplo, la relación entre el catolicismo y las tasas de
suicidio se explicó casi en su totalidad por las tasas de
divorcio de las áreas metropolitanas (Burr, McCall y Powell-
Griner, 1994). Como resultado, los mecanismos exactos
que median la relación entre el suicidio y el catolicismo
siguen sin estar claros.
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protestantismo
Como los católicos, los protestantes son cristianos y
seguir las enseñanzas del Antiguo y Nuevo Testamento
de la Biblia. Es difícil resumir las creencias de los
protestantes sobre un tema dado debido a la gran
cantidad de denominaciones que se colocan bajo el
paraguas del protestantismo. Sin embargo, ciertas
creencias fundamentales son compartidas por la
mayoría de las denominaciones protestantes. Aceptar
la necesidad de salvación y volverse a Dios mediante la
aceptación de Jesús como salvador es todo lo que se
requiere para la salvación. Además, se considera que la
Biblia es la fuente de la doctrina religiosa (McCullough,
Weaver, Larson y Kay, 2000). En la iglesia protestante,
la relación entre el individuo y Dios es personal (Servis,
2004), lo que contrasta con las prácticas más
institucionales de la iglesia católica.
Como en la mayoría de las tradiciones
religiosas, los protestantes han condenado
históricamente el suicidio, viéndolo como un pecado
(Loewenthal, Mcleod, Cook, Lee y Goldblatt, 2003). La
Biblia contiene varias referencias a personas que se
suicidan, incluidos Saulo, Sansón y Judas. Estas
referencias son generalmente sin prejuicios y el
suicidio no se condena explícitamente (Colucci &
Martin, 2008). El trabajo de Santo Tomás de Aquino en
el siglo XIII, basado en los escritos de San Agustín,
ayudó a promover la opinión de que el suicidio es una
violación del sexto mandamiento "No matarás" y un
pecado contra uno mismo, prójimo, y Dios (Gearing &
Lizardi, 2009). Sin embargo, en tiempos más recientes,
muchas denominaciones protestantes han suavizado
significativamente sus puntos de vista sobre el suicidio
(Loewenthal, Mcleod, Cook, Lee y Goldblatt, 2003).
En uno de los primeros y más influyentes
discusiones sobre religión y suicidio, Durkheim (1897, citado en
Stack & Wasserman, 1992) argumentó que los protestantes tienen
menos creencias y prácticas compartidas que los católicos, lo que
conduce a un nivel más bajo de integración religiosa y tasas de
suicidio más altas. En contraste con este punto de vista, Servis
(2004) señala que los protestantes se benefician de comunidades
muy unidas, que típicamente toman la forma de compañerismo
dentro de iglesias individuales. La oportunidad de compañerismo
idealmente promueve un sentido de conexión con los demás. Sin
embargo, es importante tener en cuenta que las prácticas varían
ampliamente entre las denominaciones, y algunas fomentan
niveles significativamente más altos de participación en las redes
sociales que otras (Stack & Wasserman, 1992).
Es difícil evaluar hasta qué punto el cristianismo
protestante en su conjunto protege contra el
comportamiento suicida debido a la gran diversidad de
religiones protestantes. La investigación indica que ciertos
tipos de protestantismo pueden ser más protectores que
otros. Por ejemplo, en un análisis de denominaciones
protestantes, Stack y Wasserman (1992) encontraron que
aquellos con teologías más conservadoras tendían a
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tienen niveles significativamente más bajos de ideología
suicida. De manera similar, Pescosolido y Georgianna (1989)
encontraron que las denominaciones evangélicas eran más
protectoras que las no evangélicas. Sin embargo, no atribuyen
estas diferencias a la ideología. Los autores preguntaron sobre
la política oficial sobre el suicidio a los líderes de 27 grupos
religiosos, incluidas muchas denominaciones protestantes, y
solo el catolicismo y las iglesias reformadas afirmaron tener
una postura oficial. Si bien algunas denominaciones hicieron
referencia a la creencia de que el suicidio es un pecado, todas
las denominaciones dijeron que era perdonable y que debía
considerarse caso por caso.
(Pescosolido & Georgiana, 1989). Otro
El examen del protestantismo y el suicidio encontró que la
mayoría de los pastores de las iglesias protestantes negras
informaron que nunca predicaron sobre el suicidio en sus
sermones (Stack, 1998). Estos hallazgos sugieren que al
considerar la relación entre la fe protestante y el suicidio,
se debe prestar especial atención a la denominación
específica, aunque esto puede no deberse al dogma oficial
o a los temas de los sermones de estas denominaciones.
islam
Suicidio y otros actos dañinos dirigidos
hacia uno mismo o hacia los demás están
explícitamente condenados en el Corán. Por
ejemplo, la sura 4, versículo 29 del Corán dice: “Y
no os matéis [ni os matéis unos a otros]. De
hecho, Allah es siempre Misericordioso contigo.”
Además, se narró que el profeta Mahoma afirmó
que el acto de suicidio será punible en el más
allá. Existe cierto debate en la literatura sobre si
estos pasajes sugieren o no que las personas que
se suicidan irán al infierno. Mientras que Leach
(2006) argumenta que los textos religiosos
islámicos afirman explícitamente que el
comportamiento suicida conduce a una eternidad
en el infierno, Abou-Allaban (2004) afirma que el
Islam enseña que las enfermedades mentales,
como la depresión avanzada, interfieren con la
capacidad de ser responsable del
comportamiento suicida. . A pesar de todo,
También puede ser relevante considerar la especial
caso de atentados suicidas. Los atentados suicidas a
veces se consideran actos de martirio o defensa propia.
Es importante reconocer las razones que pueden llevar
a un grupo de personas a realizar actos de atentados
suicidas. A menudo, los atentados suicidas se
consideran cuando grupos de personas sienten que
han sido víctimas y se consideran medidas de último
recurso (Burnham, 2011). Además, los atentados
suicidas suelen ocurrir cuando existen conflictos entre
grupos desiguales (Burnham, 2011). En estos casos
particulares, los atentados suicidas se consideran actos
de autodefensa y no suicidio.
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Varias prácticas religiosas islámicas pueden
proteger contra el comportamiento suicida. El Islam
requiere que los musulmanes completen cinco oraciones
en varios momentos del día, lo que proporciona una forma
de sentir cercanía con Dios (Rezaeian, 2008). Se alienta a
los musulmanes que enfrentan estrés o ansiedad a
participar en ciclos adicionales de oración (Abou-Allaban,
2004). Además, el Profeta alentó la meditación diaria que,
según sugiere Abou-Allaban (2004), puede tener beneficios
similares a los de la terapia cognitivo-conductual. Por
último, el Islam ha prohibido ciertas actividades que
pueden conducir a un mal comportamiento y posibles
acciones suicidas, como las drogas, el juego y el abuso
hacia uno mismo o hacia otros (Rezaeian, 2008). El Islam se
representa como el grupo religioso con las creencias más
compartidas, como la oración y la limosna, que puede
proporcionar un sentido de comunidad o integración entre
los musulmanes (Stack & Kposowa, 2011). Las oraciones
diarias se pueden realizar en una mezquita, donde los
musulmanes pueden interactuar entre sí. Además, los
musulmanes asisten semanalmente a la mezquita para
completar las oraciones del viernes. Durante las oraciones
del viernes, el jeque presenta un sermón seguido de una
oración. Después de la oración, los musulmanes en la
mezquita son libres de interactuar entre ellos. Stack y
Kposowa (2011) sugieren que este sentido de comunidad
disminuye el suicidio
aceptabilidad entre los musulmanes.
Investigación sobre la relación entre
El islam y el suicidio es escaso. Además, existe información
limitada que detalle las percepciones de los musulmanes
sobre comportamientos suicidas como la ideación o los
intentos. Sin embargo, la investigación sugiere que los países
con un gran número de musulmanes tienden a tener tasas de
suicidio más bajas (Shah & Chandia, 2010). Al examinar los
efectos de la integración religiosa y el compromiso en la
aceptabilidad del suicidio, los seguidores comprometidos del
Islam tenían menos probabilidades de aceptar el suicidio
(Stack & Kposowa, 2011; Shah & Chandia, 2010). La
investigación futura deberá determinar los mecanismos que
subyacen a esta relación.
hinduismo
En la tradición hindú, las acciones en la corriente
vida tienen implicaciones para vidas futuras. Este principio, en
el que toda acción tiene una reacción, se denomina Karma
(Juthani, 1998). Juthani (2004) utiliza una metáfora escolar y
escribe: “Los hindúes consideran la vida como una escuela
donde uno aprende, se salta un grado, se gradúa o se queda
atrás”. Es importante reconocer la percepción hindú de la
muerte al considerar la muerte por suicidio, dado que la
muerte no se considera la etapa final de la vida. En la religión
hindú, la reencarnación o el renacimiento en otra vida tiene
lugar después de la muerte. Otro concepto central de las
actitudes de los hindúes hacia la vida y la muerte es el dharma.
Dharma se refiere a las reglas de conducta social. El dharma
conlleva un importante sentido del deber hacia la familia, la
sociedad y el universo en general (Juthani, 2004). El desinterés
es el núcleo del dharma, y se pone un gran énfasis en
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bondad hacia los demás. Como muchas otras tradiciones
religiosas, el respeto por la vida humana es fundamental para
el hinduismo. La no violencia y el amor universal hacia todas
las criaturas es el dharma más elevado para un hindú (Juthani,
1998).
Si bien las escrituras hindúes son relativamente
neutrales sobre el tema del suicidio (Colucci & Martin, 2008),
quitarse la vida para escapar del sufrimiento es inaceptable
(Leach, 2006). Los hindúes hacen una distinción entre una
"buena muerte" y una "mala muerte". Una buena muerte
sigue a una vida larga y próspera; el hindú que tiene una
buena muerte es mentalmente sano y capaz de despedirse de
sus seres queridos y poner sus asuntos en orden. Como
resultado, no se debe temer una buena muerte. En casos de
muerte súbita, el individuo puede no estar espiritualmente
preparado para entrar en la próxima vida. La muerte
resultante es una mala muerte. Algunos hindúes sostienen
que el suicidio es una mala muerte y que, como resultado, las
personas que se suicidan pueden encontrar sufrimiento en su
próxima vida o incluso pueden reencarnarse en una forma
animal inferior (Leach, 2006).
Hay ciertas circunstancias bajo las cuales el
suicidio es aceptable en la religión y la comunidad
hindú. Prāyopaveśa, el ayuno obstinado
muerte, es permisible en la religión hindú (Mannan,
1989). Prāyopaveśa es aceptable cuando un seguidor
religioso sufre de una enfermedad terminal o no puede
realizar prácticas de aseo personal.
Prāyopaveśa debe declararse públicamente para distinguir
este acto religioso de otros actos de suicidio (Mannan,
1989). Además, Sati, el acto de automutilación de una
mujer que muere quemándose en la pira funeraria de su
esposo, también está incluido en las tradiciones hindúes
(Adityanjee, 1983; Mannan, 1989). Aunque Sati ha sido
declarado ilegal en la India, hay informes de muertes de
mujeres por quemaduras que ocurren en la actualidad
(Kumar, 2003).
Los hindúes ponen un gran énfasis en la
comunidad; el individuo es visto fundamentalmente como
parte de un cuerpo social (Miller, 1994, citado en Hodge,
2004). Debido a este enfoque en el desarrollo de la
comunidad, el desarrollo de instituciones hindúes
formales, como centros y templos hindúes, se ha
acelerado en los Estados Unidos en los últimos años. Otra
fuente fundamentalmente importante de apoyo social
potencialmente protector en los hindúes es la familia. La
estructura familiar se refuerza y es reforzada por la
religión, y se fomenta la interdependencia entre los
miembros de la familia (Juthani, 2004). El apoyo también
puede provenir de un gurú, un maestro religioso que guía
al individuo hacia la realización religiosa (Juthani, 2004).
Estas fuentes de apoyo pueden ser particularmente
importantes para mediar en la relación entre las creencias
religiosas hindúes y el comportamiento suicida.
La investigación sobre el comportamiento suicida y los hindúes es
(Gearing & Lizardi, 2009). Kamal y Loewenthal (2002)
encontraron que los hindúes tenían menos probabilidades
 Suicidología en línea2012;3:59-71.
apoyar las objeciones morales al suicidio que los musulmanes.
Tal vez como resultado de estas diferencias de actitudes,
también se ha descubierto que los hindúes tienen tasas de
suicidio más altas que los musulmanes (Ineichen, 1998, citado
en Gearing & Lizardi, 2009). La investigación futura tendrá que
ir más allá de las comparaciones entre musulmanes e hindúes
y explorar mecanismos como el apoyo social que pueden ser
factores particularmente destacados en el comportamiento
suicida de los hindúes.
Budismo
El budismo se diferencia de otras religiones en que
es fundamentalmente una orientación hacia la angustia y
el sufrimiento humanos. Finn y Rubin (2000) escriben que
Buda “estaba más interesado en aliviar el sufrimiento
humano que en satisfacer la curiosidad humana sobre el
origen del universo o la naturaleza de la divinidad. Para
Buda, ni la gracia de Dios ni la intervención divina podrían
ayudar en este esfuerzo”. En lugar de centrarse en
cualquier tipo de presencia divina, el budismo se centra en
las cuatro Nobles Verdades, que son el núcleo de las
actitudes del budismo hacia el sufrimiento. La primera
Noble Verdad es Dukkha, una forma de sufrimiento que es
fundamental para la existencia humana. La segunda
verdad es el origen de este sufrimiento, que proviene del
deseo, el apego y la avidez (Juthani, 2004). La tercera Noble
Verdad es que este sufrimiento puede aliviarse, y la cuarta
verdad detalla el camino hacia este alivio. Un budista
puede superar la angustia que es inherente a la
experiencia humana y alcanzar la iluminación a través de
“la comprensión correcta, la aspiración correcta, el habla
correcta, la acción correcta, el modo de vida correcto, el
esfuerzo correcto, la atención correcta y la concentración
correcta” (Finn y Rubin, 2000). . Eliminar el deseo es central
para alcanzar el nirvana, que significa “extinguir” (Finn &
Rubin, 2000).
Las actitudes de los budistas hacia el
suicidio se centran en su relación con este
sufrimiento fundamental. Los budistas creen que el
suicidio es una forma de sufrimiento que resulta de
un anhelo de no existencia (Disayavanish &
Disayavanish, 2007). Sin embargo, los budistas no
aceptan que el resultado del suicidio sea el final del
sufrimiento, creyendo en cambio que “los seres
humanos no pueden evitar el sufrimiento
quitándose la vida… el fruto de ese acto es un
renacimiento en los planos desdichados de la
existencia, y por lo tanto aún más. sufriendo sin
cesar” (Disayavanish & Disayavanish, 2007). El
budismo otorga un gran valor a la vida humana, y el
suicidio es visto negativamente como la matanza de
un ser vivo (Lizardi & Gearing, 2010). El resultado de
este acto es no estar preparado para el próximo
reino y una perturbación en el karma del individuo
(Leach, 2006). Por último,
La meditación es una de las prácticas fundamentales
del budismo. Los budistas se involucran en dos formas de
meditación: concentración e introspección. En la meditación
de concentración, uno exhibe un enfoque sin prejuicios en un
sesenta y cinco
ISSN 2078-5488
único elemento de su experiencia, como la respiración
(Finn & Rubin, 2000). El objetivo de este tipo de meditación
es producir calma, paz y estabilidad mental (Disayavanish
& Disayavanish, 2007). El segundo tipo de meditación es la
meditación de introspección, en la que la conciencia de las
facetas cambiantes de la propia experiencia, como los
sonidos, los recuerdos y la respiración, conduce a la
atención plena (Finn & Rubin 2000; Disayavanish &
Disayavanish, 2007). La práctica específica de la
meditación varía ampliamente en todo el mundo, y los
diferentes tipos de budistas tienen sus propias técnicas de
meditación distintas. Existe evidencia de que la meditación
tiene el potencial de aliviar los síntomas de la depresión
(Burns, Lee y Brown, 2011), lo que a su vez puede conducir
a una reducción del comportamiento suicida.
Es importante que cualquier debate sobre el
budismo y la salud mental aborde la diversidad de
creencias y prácticas que respaldan los budistas de todo el
mundo. Keown (1998) escribe: “El budismo se compone de
una colección de sectas y escuelas integradas en distintas
tradiciones culturales… Estas sectas y escuelas a menudo
son tan diferentes que uno se siente tentado a hablar de
'budismo' (plural) en lugar de 'budismo'. (singular)."
Algunos teóricos sugieren que, como resultado, diferentes
tipos de budistas pueden tener diferentes actitudes hacia
el comportamiento suicida; por ejemplo, los budistas
Mahayana a veces han visto el suicidio de manera más
positiva cuando se comete por motivos desinteresados
(Florida, 1998). En los Estados Unidos, muchos budistas
también se adhieren a otras tradiciones religiosas, lo que
resulta en budistas católicos, budistas protestantes, y
judíos budistas, entre otros (Juthani, 2004). En tales
situaciones, puede haber una interacción compleja entre
las creencias al final de la vida de diferentes religiones en
el individuo suicida.
Esta diversidad de creencias puede tener profundas
implicaciones para el apoyo social que los budistas reciben
de una comunidad religiosa. Por ejemplo, existe una
división entre las formas de budismo Mahayana y
Theravada. En el budismo Theravada, el viaje a la salvación
es personal, y el progreso de un individuo en el camino se
basa en su propio comportamiento (Finn & Rubin 2000). En
el budismo Mahayana, la iluminación depende, en cambio,
de la salvación de los demás (Finn & Rubin 2000). Estas
diferencias pueden tener un impacto en las actitudes de
los budistas hacia su comunidad religiosa y activar el
apoyo social protector que pueden recibir de esta
comunidad. Muchos budistas occidentales tienen
maestros individuales que sirven como “la mejor guía del
individuo hacia la naturaleza última de la
realidad” (Scotton, 1998). Muchos budistas que se someten
a un tratamiento de salud mental lo comentan
abiertamente con su maestro, y esta colaboración puede
apoyar positivamente el tratamiento (Scotton, 1998). En
última instancia, se necesita mucha más investigación para
establecer firmemente el efecto del apoyo social en la
relación entre el budismo y el comportamiento suicida.
 Suicidología en línea2012;3:59-71.
Hay muy poca investigación que examine las tasas
de suicidio en los budistas específicamente; por lo general, las
tasas de suicidios en los grupos étnicos asiáticos se han
utilizado como una aproximación (Leach, 2006). En los Estados
Unidos, la tasa de suicidio entre los estadounidenses de origen
asiático es aproximadamente la mitad de la del país en su
conjunto (CDC, 2007, citado en Lizardi & Gearing, 2010). El
comportamiento suicida de los budistas y los mecanismos que
median este comportamiento merecen consideración en
futuras investigaciones.
Discusión
Un examen de las creencias relacionadas con el suicidio de las principales
religiones revela algunos hilos comunes importantes. En un nivel macro, cada una de las
religiones revisadas se opone al suicidio. A menudo se otorga una importancia fundamental a
la vida humana, y el suicidio se considera con frecuencia como una violación de este principio.
Además, con la posible excepción del judaísmo, las implicaciones que tiene el
comportamiento suicida para la vida después de la muerte juegan un papel importante en las
creencias de cada religión con respecto al suicidio. Esto puede tomar la forma de afectar si un
individuo va al cielo, como en la tradición judeocristiana, o afectar la naturaleza de la
reencarnación del individuo suicida, como en el hinduismo y el budismo. Religiones mosaicas
(judaísmo, cristianismo, islam), que se basan en la idea de que los humanos fueron creados a
imagen de Dios tienen una posición más pronunciada contra el suicidio que las religiones
orientales que cuentan con la creencia en la reencarnación y el renacimiento (Stompe & Ritter,
2011). Una consideración cuidadosa de las creencias actuales indica que pocas, si es que
alguna, de las tradiciones religiosas consideradas aquí no toman en cuenta los factores
contextuales al considerar el comportamiento suicida. Algunas religiones consideran que el
suicidio refleja una enfermedad mental subyacente. Como resultado, algunas religiones con
el tiempo han suavizado su postura sobre el impacto del comportamiento suicida en el más
allá. de las tradiciones religiosas consideradas aquí no tienen en cuenta los factores
contextuales al considerar el comportamiento suicida. Algunas religiones consideran que el
suicidio refleja una enfermedad mental subyacente. Como resultado, algunas religiones con
el tiempo han suavizado su postura sobre el impacto del comportamiento suicida en el más
allá. de las tradiciones religiosas consideradas aquí no tienen en cuenta los factores
contextuales al considerar el comportamiento suicida. Algunas religiones consideran que el
suicidio refleja una enfermedad mental subyacente. Como resultado, algunas religiones con
el tiempo han suavizado su postura sobre el impacto del comportamiento suicida en el más
allá.
Otro factor importante que cada uno de estos
Las religiones tienen en común la diversidad de creencias
y prácticas dentro de cada tradición religiosa general. En
varias religiones, incluido el protestantismo y el judaísmo,
el conservadurismo de las propias creencias tiene un
efecto en las actitudes de la religión hacia el
comportamiento suicida, con ramas o denominaciones
más conservadoras o tradicionales que ven el suicidio de
manera más negativa. De manera similar, los miembros de
una religión determinada pueden variar mucho en
variables como la asistencia a la iglesia, la frecuencia de la
oración o la adhesión a las creencias fundamentales. Estas
variables pueden tener un impacto directo en la frecuencia
con la que un individuo está expuesto a las actitudes de su
religión hacia el suicidio y su probabilidad de internalizar
estas actitudes. La investigación futura continuará
delineando qué aspectos específicos de la adhesión a una
tradición religiosa impactan en el comportamiento suicida.
Por ejemplo,
66
ISSN 2078-5488
sostiene que el compromiso de un individuo con las creencias
religiosas fundamentales protege contra el suicidio. La
investigación futura continuará aclarando estas relaciones.
Además de considerar las creencias religiosas,
esta revisión ha puesto especial énfasis en el apoyo social
como mecanismo de la relación entre religión y conducta
suicida. Se ha demostrado que las personas suicidas
tienen niveles más bajos de apoyo social y redes sociales
interrumpidas (Heikkinen, Aro y Lonnqvist, 1993). La
relación entre la conexión social y el comportamiento
suicida ha sido un foco central de investigación sobre el
suicidio a lo largo de su historia (Trout, 1980). De hecho,
existe evidencia de que las personas religiosas pueden
experimentar menos soledad y relaciones más
recíprocamente afectuosas. Se ha demostrado que los
miembros de la iglesia tienen redes sociales más grandes,
más contacto con los miembros de sus redes y
percepciones más favorables de la calidad y el apoyo de
estas relaciones (Ellison y George, 1994; Bradley, 1995).
Además, una literatura considerable muestra que la
religión se asocia con un mayor apoyo social percibido
(Moxey et al., 2010; Koenig, George y Titus, 2004: Koenig,
2001). Por el contrario, Duberstein y colegas (2004)
encontraron que los participantes que se habían suicidado
tenían más probabilidades de tener niveles más bajos de
interacción social y que este efecto seguía siendo
significativo después de controlar los trastornos afectivos
y de abuso de sustancias. Se ha demostrado que el apoyo
social modera el riesgo entre depresión y suicidio (Hovey,
1999). Palmer (2001) encontró que el apoyo social
representaba el 17% de la variación en el riesgo de
suicidio. De manera similar, varios estudios han
encontrado que la soledad está asociada con niveles más
altos de comportamiento suicida (Rubenowitz et al., 2001;
Weber, Metha y Nelson, 1997). Cada una de las religiones
abordadas en esta revisión pone un énfasis significativo en
la construcción de redes sociales. Esto puede tomar la
forma de alentar familias muy unidas (hinduismo),
prácticas religiosas formales altamente integradas
(catolicismo, judaísmo, islam) o relaciones cercanas con
guías o líderes espirituales (hinduismo, budismo).
Generalmente parece que las religiones en la tradición
judeocristiana
fomentar la religión formal altamente integrada
comunidades, mientras que el hinduismo y el budismo enfatizan el
desinterés como parte del camino hacia el nirvana. Sin embargo,
Stack y Kposowa (2011) sugieren que los adherentes a cualquiera
de las principales tradiciones religiosas tienen más probabilidades
de integrarse religiosamente que aquellos que no están afiliados, y
la afiliación religiosa se correlaciona con menos intentos de
suicidio (Dervic et al., 2004). Como resultado, todas las religiones
examinadas pueden brindar algunos de los beneficios protectores
de la participación en una comunidad religiosamente integrada.
Aquellos que son altamente apoyados por sus
comunidad religiosa también es probable que tengan un
sentido de pertenencia más fuerte. La teoría interpersonal
del suicidio propone que los humanos tienen un
 Suicidología en línea2012;3:59-71.
necesidad de pertenencia, y que cuando esta necesidad no es
satisfecha es más probable que se produzcan conductas
suicidas (Van Orden et al., 2010). Al principio, Sabbath (1969)
escribió sobre cómo el niño que se siente “prescindible” dentro
de su familia puede tener un riesgo elevado de suicidio. Del
mismo modo, aquellos que se sienten prescindibles dentro de
otras redes sociales, incluidas las comunidades religiosas,
pueden tener un mayor riesgo de suicidio. En un estudio
reciente, se encontró que la pertenencia es un predictor
negativo significativo tanto de la ideación suicida como de los
intentos de suicidio (You, Van Orden y Connor, 2011). Este
sólido apoyo a la relación entre la conexión social con los
demás y el comportamiento suicida llevó a Van Orden y sus
colegas (2010) a concluir que "el aislamiento social es
posiblemente el predictor más sólido y confiable de la ideación
suicida, los intentos y el comportamiento suicida letal" (págs.
579).
Si bien los resultados indican que el apoyo social
es un mediador prometedor entre la religión y el suicidio,
una serie de cuestiones metodológicas importantes
requieren mayor atención. El apoyo social es una
construcción amplia y compleja que a menudo se define y
mide de manera diferente en diferentes estudios (Fiala,
Bjorck y Gorsuch, 2002). Una consideración importante es
la fuente de este apoyo social, que puede ser la familia, los
amigos, los miembros de la comunidad o una variedad de
otras fuentes (Rudd, 1993). Es posible que las fuentes de
apoyo más relevantes difieran entre los grupos religiosos.
En religiones como el hinduismo que ponen un fuerte
énfasis en la familia, el apoyo social de los miembros de la
familia puede mediar en el vínculo entre la religión y el
suicidio. Esto puede ser menos cierto en las religiones
donde la relación con Dios es más personal, como las
tradiciones cristianas protestantes. La investigación futura
deberá aclarar qué tipos o aspectos específicos de apoyo
social protegen más contra el comportamiento suicida en
diferentes tradiciones religiosas.
Una debilidad del modelo de red es la
confianza en la asistencia a la iglesia como la
medida de la medida en que una iglesia forma una
red eficaz. Esto es problemático por dos razones. La
primera es que no es probable que toda la
asistencia sea igual; es casi seguro que ciertas
iglesias son más efectivas que otras para fomentar
los tipos de interacciones sociales que promueven el
desarrollo de redes sociales efectivas que pueden
proteger contra el comportamiento suicida. El
segundo es el hecho de que una mayor asistencia a
la iglesia también significa una mayor exposición a
los mensajes religiosos. De hecho, una serie de
estudios desafían la noción de que la relación entre
la religión y la reducción del comportamiento
suicida se debe simplemente a un mayor apoyo
social. Uno de esos estudios encontró que la
asistencia a la iglesia se asoció con menos intentos
de suicidio, incluso después de controlar los apoyos
sociales (Rasic et al., 2009). Finalmente,
67
ISSN 2078-5488
controlar los efectos de una variedad de amortiguadores
psicosociales.
Los avances en la medición han ayudado al
progreso en este campo. Por ejemplo, la Escala de
Apoyo Religioso, desarrollada por Fiala, Bjorck y
Gorusch (2002) evalúa tres dimensiones de apoyo que
las personas religiosas pueden recibir como resultado
de su adhesión a una tradición religiosa: apoyo de
Dios, apoyo de la congregación y apoyo del liderazgo
de la iglesia. Los autores encontraron que los tres
estas dimensiones están asociadas con niveles más bajos de
depresión y una mayor satisfacción con la vida. Sin
embargo, después de controlar el apoyo social general
(no religioso), la relación entre el apoyo religioso y la
depresión fue insignificante. De manera similar,
investigaciones posteriores indicaron que el apoyo
social general fue más predictivo de la salud mental, la
salud física y la calidad de la relación que el apoyo
religioso, y el apoyo religioso no fue significativamente
predictivo de las variables de resultado al controlar el
apoyo social general (Willoughby et al., 2008). ). La
investigación futura tendrá que determinar las
circunstancias bajo las cuales el apoyo social general
explica adecuadamente la relación entre la religión y
los resultados de salud, y cuándo un apoyo más
específico para la práctica religiosa es especialmente
protector.
Existe cierto debate sobre si nuestro
una mejor comprensión de los mecanismos de protección
puede operar fuera de un contexto religioso. Es posible que el
apoyo social derivado de la práctica religiosa sea en realidad
un amortiguador más efectivo que el apoyo social de fuentes
seculares. Ellison y Levin (1998) sugieren que el apoyo social
derivado de la religión puede ser particularmente beneficioso
debido a las creencias compartidas, los valores compartidos e
incluso las interpretaciones comunes de los factores
estresantes que fomentan las comunidades religiosas. De
manera similar, un estudio encontró que el apoyo social de los
miembros de la iglesia era un amortiguador más efectivo
contra el impacto del estrés en la salud física que el apoyo
social secular (Krause, 2006). Se necesita trabajo futuro para
determinar las circunstancias exactas bajo las cuales el apoyo
social basado en la religión es especialmente efectivo.
El quince por ciento de la población mundial no se
adhiere a una tradición religiosa (Keller, 2000) y, como resultado,
no se beneficiará de los factores de protección contra el suicidio
que son específicos de las creencias religiosas.
Ateísmo y agnosticismo permanecer relativamente
no examinados en la literatura al considerar el
efecto de la religión en el suicidio (Lizardi y Gearing,
2010). De hecho, Whitley (2010) sugiere que muy
poca investigación examina la relación entre el
ateísmo y la salud mental en general. Existen
limitaciones metodológicas en el cuerpo actual de
literatura sobre religión y suicidio que dificultan
sacar conclusiones sobre ateo o agnóstico.
 Suicidología en línea2012;3:59-71.
individuos Por ejemplo, algunos estudios comparan individuos
con afiliación religiosa con individuos sin afiliación religiosa,
un grupo que bien puede combinar ateos, agnósticos y
creyentes en Dios sin una afiliación formal. Como dice Whitley
(2010), “el ateísmo puede ser una cosmovisión orientadora
que a menudo es elegida conscientemente por sus
adherentes” (p. 190). Apoyando este punto de vista, se ha
descubierto que los ateos y los agnósticos son más felices que
las personas con creencias religiosas débiles (Mochon, Norton
y Ariely, 2011). Si bien esta vía de investigación está en sus
inicios, estos hallazgos sugieren que desarrollar un conjunto
coherente y significativo de creencias puede ser más
importante que la religiosidad como factor de protección
contra los resultados negativos para la salud mental, como el
comportamiento suicida. Además, dado el importante papel
que juegan las redes sociales en la prevención de la conducta
suicida, es importante considerar las implicaciones que tienen
el ateísmo y el agnosticismo para el desarrollo de estas redes.
Cimino y Smith (2011) sugieren que las nuevas tecnologías de
los medios como Internet han brindado a los ateos la
oportunidad de desarrollar comunidades en torno a conjuntos
comunes de intereses y valores.
Si bien el enfoque de esta revisión ha estado en
dos mecanismos potenciales (creencias religiosas y apoyo social) que probablemente
sean factores protectores importantes contra el comportamiento suicida, también es
importante considerar que algunas prácticas religiosas incorporaron la adherencia a
disciplinas que promueven la regulación del estrés. Por ejemplo, las alteraciones del
sistema de estrés son generalizadas en quienes padecen depresión y quienes
presentan riesgo de suicidio (Mann, 1998). Las alteraciones del sistema de estrés han
sido evaluadas mediante subdirectrices biológicas, incluidas las alteraciones en
estructuras cerebrales clave y las cascadas asociadas del sistema endocrino, nervioso
autónomo y el sistema inmunitario (Cullen, Klimes-Dougan, Kumra y Schulz, 2009). El
yoga y otras formas de meditación, que generalmente tienen sus raíces en las
tradiciones hindú y budista, pueden ser mecanismos críticos que disminuyen el
riesgo de suicidio. Se han encontrado algunos resultados prometedores en este
campo de investigación emergente recientemente (p. ej., Pace et al., 2009; Vera et al,
2009). Además, muchas tradiciones religiosas incorporan algún tipo de música o
canto en los servicios religiosos. Si bien el tipo de música puede tener un impacto
diferente en la excitación fisiológica, Khalfa, Bella, Roy, Peretz y Lupien (2003)
encontraron que la música "relajante" ayudó a alterar la respuesta endocrina
posterior al estrés. Si bien esta vía de investigación representa un campo
prometedor, aún quedan muchas preguntas importantes sin respuesta. Khalfa, Bella,
Roy, Peretz y Lupien (2003) encontraron que la música “relajante” ayudó a alterar la
respuesta endocrina post-estresante. Si bien esta vía de investigación representa un
campo prometedor, aún quedan muchas preguntas importantes sin respuesta.
Khalfa, Bella, Roy, Peretz y Lupien (2003) encontraron que la música “relajante” ayudó
a alterar la respuesta endocrina post-estresante. Si bien esta vía de investigación
representa un campo prometedor, aún quedan muchas preguntas importantes sin
respuesta.
Comprender la relación entre
La religión y la conducta suicida tendrán una importancia
fundamental en los esfuerzos de prevención y tratamiento del
suicidio debido tanto al número de personas que pueden
recibir beneficios de protección como resultado de su
pertenencia a un grupo religioso como al mayor conocimiento
de los factores protectores contra la conducta suicida que tal
68
ISSN 2078-5488
proporciona un entendimiento. También es posible
que las aplicaciones de estos mecanismos básicos
de protección puedan ser aplicables en algún grado
a un espectro más amplio de creencias que incluyen
el agnosticismo y el ateísmo. La investigación futura
debe dirigirse a aclarar qué tipos de apoyo social
son más protectores e integrar otros mecanismos
potenciales, como prácticas que promuevan la
regulación del estrés. Es probable que estos
modelos sean integradores, debido a la gran
cantidad de factores mediadores que tienen soporte
en la literatura (Stack & Kposowa, 2011). Si bien en
el pasado este campo de estudio se ha centrado en
la tradición judeocristiana, será fundamental que los
esfuerzos futuros también consideren otras
tradiciones religiosas para desarrollar modelos
integrados teóricamente de mecanismos de
protección que sean de aplicación más universal.
Como resultado,
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