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Título: Adolescencia, juventud y sus derechos sexuales y reproductivos


Autor: Morlachetti, Alejandro
Publicado en: RDF: 55, 02/07/2012, 55
Cita Online: AR/DOC/7924/2012
Sumario: I. Introducción.— II. El derecho a la salud y a la salud sexual y reproductiva.— III. Los derechos
sexuales y reproductivos de las personas adolescentes y jóvenes en la legislación y las políticas nacionales.—
IV. Conclusión
I. INTRODUCCIÓN
La población joven de entre 10 y 24 años representa el 24,5% de la población en la región de las Américas.
En América latina y el Caribe hay más de cien millones de adolescentes entre 10 y 18 años. Esta cifra es la más
alta en la historia de la región, lo cual implica un cambio en la estructura de edades. Esto aporta muchos
beneficios, pero también casi el mismo número de desafíos.
Por ello, es una oportunidad única que ellas y ellos, como sujetos de derechos, sean los principales agentes
de cambio en la lucha contra la transmisión intergeneracional de la pobreza, en el desarrollo social, político y
económico, y en el logro de los objetivos de desarrollo del milenio. Si se combinaran efectivamente esta gran
cantidad de población juvenil en edad de trabajar con las políticas de salud y de creación de capital humano y
social, pueden dar como resultado círculos virtuosos de creación de riqueza (1).
Sin embargo, muchas personas adolescentes y jóvenes siguen siendo objeto de discriminación, exclusión, y
se ven afectados por desigualdades socioeconómicas, territoriales, étnicas y de género, entre otras, que siguen
limitando el ejercicio de sus derechos y su desarrollo, así como su participación activa en el progreso de sus
países.
Es en especial preocupante que un número significativo viva en condiciones de pobreza y exclusión social.
En América latina, aproximadamente 58 millones —41% de jóvenes— viven en la pobreza y el 22% de
aquellos que viven en la pobreza extrema tienen entre 13 y 19 años (2).
En nuestra región se registra la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes del mundo. Un promedio
de 38% de las mujeres se embarazan antes de cumplir los 20 años. Casi el 20% de los nacimientos vivos son de
madres adolescentes (3). Entre las mujeres adolescentes en situación de pobreza, la fecundidad es tres veces más
alta que en el resto de las adolescentes, el uso de métodos anticonceptivos es menor y tienen más probabilidad
de dar a luz antes de los 20 años.
Las infecciones por transmisión sexual y la rápida expansión del VIH/sida entre la población joven son
conocidas como el "rejuvenecimiento de la pandemia". A nivel mundial, la población en edades jóvenes aporta
más de la mitad de los nuevos casos de VIH (4). En particular resalta el incremento entre mujeres jóvenes; tan
sólo en América latina se estima que casi el 0,5% de las mujeres entre 15 y 24 años viven con VIH (5).
La concentración de la reproducción en la juventud es propia de América latina. Se advierte un círculo
vicioso entre exclusión social y fecundidad adolescente, en la medida en que ésta se produce especialmente en
mujeres de escasos recursos y con menor nivel educativo. El embarazo adolescente afecta el desarrollo de las
mujeres jóvenes y sus hijos e hijas, tanto en el ámbito de la salud como por los efectos en la inclusión social de
las madres adolescentes en la educación y el trabajo y por el papel que juega en la transmisión generacional de
la pobreza. En la salud existen implicancias del embarazo adolescente en lo que se refiere a la mortalidad
infantil, el bajo peso al nacer y en complicaciones para la salud de las jóvenes durante el alumbramiento y los
abortos inducidos (6).
II. EL DERECHO A LA SALUD Y A LA SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
Se observa un claro vínculo entre salud y derechos humanos, debido a que el ejercicio de los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales y el disfrute de las libertades fundamentales, al igual que un
cierto nivel de salud física y mental, son requisitos necesarios para que las personas alcancen un verdadero
bienestar y su plena realización como ciudadanas y ciudadanos. De hecho, cierto nivel de salud física y mental
es necesario para poder participar activamente en la vida civil, social, política y económica de un país y, al
mismo tiempo, el ejercicio de ciertos derechos humanos y libertades son esenciales para que las personas
puedan disfrutar de un verdadero bienestar físico y mental.
El principio que señala que "el disfrute del más alto nivel posible de salud es uno de los derechos
fundamentales de cualquier ser humano sin distinción de raza, religión, creencia política, ideológica y condición
social o económica" se consagró por primera vez en la Carta de Constitución de la Organización Mundial de la
Salud en 1946 y, más adelante, se reiteró en la Declaración de Alma Ata en 1978 y en la Declaración Mundial

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de la Salud, adoptada por la Asamblea Mundial de la Salud en 1998.


La noción y el alcance del reconocimiento del derecho a la salud en el sistema internacional han ido
evolucionando, como se desprende de las definiciones consensuadas en las declaraciones adoptadas y los
tratados suscriptos desde 1948 en adelante en el párr. 1°, art. 25, DUDH; en el art. 11, DADDH —1948—; en el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales —1966—, en el que se establece por
primera vez el derecho a la salud en un tratado con carácter vinculante; en la Convención sobre la Eliminación
de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer —1979—; en el art. 24, CDN, y en el art. 10, Protocolo
Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales.
Asimismo, el derecho a la salud ha sido reconocido en las observaciones generales e informes sobre los
países de la Comisión de Derechos Humanos, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el
Comité de los Derechos del Niño y el Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer y en
declaraciones y programas de acción de las conferencias mundiales (7).
En la observación general 14 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (8) se establece que
la realización del derecho a la salud abarca tanto la atención de la salud como los determinantes sociales de la
salud. Y se enumeran los siguientes criterios que permiten evaluar el grado de respeto del derecho a la salud:
1) Disponibilidad: deberá haber un número suficiente de establecimientos, bienes y servicios públicos de
salud y centros de atención de salud, así como de programas.
2) Accesibilidad: los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles a todos, sin
discriminación alguna, dentro de la jurisdicción del Estado parte. La accesibilidad presenta cuatro dimensiones
superpuestas:
— no discriminación;
— accesibilidad física;
— accesibilidad económica (asequibilidad);
— acceso a la información.
3) Aceptabilidad: todos los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser respetuosos de la ética
médica, culturalmente apropiados y sensibles a los requisitos de género y el ciclo de vida, y deberán estar
concebidos para respetar la confidencialidad y mejorar el estado de salud de las personas de que se trate.
4) Calidad: los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser apropiados desde el punto de vista
científico y médico y ser de buena calidad.
Al respecto, es importante enfatizar que aunque el derecho a la salud está sujeto a la realización progresiva y
a la disponibilidad de recursos, igual impone varias obligaciones de efecto inmediato. Estas obligaciones de
carácter inmediato incluyen el deber del Estado de respetar la libertad de las personas de controlar su salud y su
cuerpo. Por ejemplo, hay una obligación inmediata del Estado de no convenir con la esterilización forzada o con
las prácticas discriminatorias. En otras palabras, los componentes de libertad de la salud sexual y reproductiva
no están sujetos a esa realización progresiva ni a la disponibilidad de recursos, característica de los derechos
económicos y sociales.
El derecho a la salud y, en particular, el derecho a la salud reproductiva comprende libertades, como el
derecho a controlar la propia salud y el propio cuerpo, a estar libre de violación y otras formas de violencia
sexual, como el embarazo forzado, los métodos de contracepción no consensuados (por ejemplo, la
esterilización forzada y el aborto forzado), la mutilación/ablación genital de la mujer y el matrimonio forzado,
constituyen otras tantas violaciones de la libertad sexual y reproductiva y son fundamental e inherentemente
incompatibles con el derecho a la salud.
Las normas internacionales de los derechos humanos prohíben toda discriminación en el acceso a la
atención de la salud, en este caso, sexual y reproductiva, y a sus factores determinantes básicos, así como a los
medios para conseguirlos. De acuerdo con la observación general 4 del Comité de los Derechos del Niño,
cualquier obstáculo injustificado al acceso a la atención de la salud, lo cual cubre también la información y la
orientación en salud sexual y reproductiva de los adolescentes, constituye discriminación sobre la base de la
edad y, por lo tanto, una violación al art. 2°, CDN. Los Estados deben asegurar a los adolescentes el acceso a la
información y la oportunidad de participar en las decisiones que afectan su salud, a través del consentimiento
informado, los derechos a la confidencialidad y a obtener la información apropiada de acuerdo con su edad.
A su vez, en virtud de los arts. 3°, 17 y 24, CDN, los Estados deben proveer a los adolescentes de
información sobre salud sexual y reproductiva, incluyendo planificación familiar y anticonceptivos, los peligros
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de la maternidad temprana, la prevención del VIH y la prevención de las enfermedades transmisibles por vía
sexual.
Paul Hunt, ex relator especial sobre el derecho a la salud, llamó la atención sobre los derechos del niño a
"acceder [a] información y material de una diversidad de fuentes nacionales e internacionales, especialmente
aquellas [que refieren] a la promoción de su bienestar social, espiritual y moral, y su salud física y mental" y
respeto por la privacidad y confidencialidad, en relación con la información médica de adolescentes y la
protección contra todas las formas de abuso, rechazo, violencia y explotación. También llama la atención sobre
la importancia de incorporar de manera apropiada a los adolescentes en el desarrollo de medidas diseñadas para
su protección (9).
Otra manifestación de discriminación es aquella basada en el género, en donde las desiguales relaciones de
poder entre mujeres y hombres afectan el igual ejercicio de los derechos humanos. Tanto en la Convención
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (Committee on the Elimination of
Discrimination Against Women [Cedaw]) como en su protocolo, ambos instrumentos vinculantes, se plantea la
necesidad de "transversalizar" el enfoque de derechos y la pertinencia de incorporar la perspectiva de género en
todos los ámbitos de la vida.
Es fundamental profundizar la interrelación e integración existente entre el Cedaw y la Convención sobre
los Derechos del Niño, teniendo como sustento el reconocimiento del ciclo de vida humano y considerar a las
niñas y adolescentes como sujetos plenos de derechos (10).
En lo que respecta al reconocimiento específico de los derechos de las personas jóvenes, la Convención
Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes (CIJ), firmada por dieciocho países en octubre de 2005 en Badajoz,
España, y que ya ha entrado en vigencia con la ratificación de los países requeridos (11), ha venido a acompañar
la transición niñez-adolescencia-juventud como una continuidad y servir como una forma de romper con la
invisibilización de un sector de la población, aportando al reconocimiento específico de los derechos de los y las
jóvenes en un tratado internacional, que individualiza a la persona joven y la especifica como titular de
derechos. Conforme lo determina el art. 1°, CIJ, ésta es aplicable a las personas entre los 15 y los 24 años,
aclarando que esa población es sujeto y titular de los derechos que esa Convención reconoce, sin perjuicio de
los que igualmente beneficien a los menores de edad por aplicación de la Convención Internacional de los
Derechos del Niño.
La Convención tiene como finalidad consagrar en forma vinculante la protección y la garantía para el
ejercicio de los derechos de las personas jóvenes de ambos sexos, incluidas la igualdad de género, la libre
elección de pareja, la salud integral y la salud sexual y reproductiva. Interesa destacar el art. 23, relativo a la
educación sexual orientada a la conducta responsable en el ejercicio de la sexualidad y a su plena aceptación e
identidad; el art. 25, sobre la salud y la salud sexual y reproductiva, así como sobre la confidencialidad en los
servicios, y el art. 5°, que incluye expresamente la orientación sexual entre los supuestos prohibidos de
discriminación.
III. LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS DE LAS PERSONAS ADOLESCENTES Y
JÓVENES EN LA LEGISLACIÓN Y LAS POLÍTICAS NACIONALES
La protección de los derechos relacionados con la salud sexual y reproductiva encuentra recepción en las
Constituciones de varios países de la región. Así, se protege el derecho a la planificación y el espaciamiento de
los hijos en las constituciones de Brasil (art. 226, párr. 7°), Colombia (art. 42), Ecuador (arts. 32 y 363,
Servicios Salud Sexual y Salud Reproductiva), Guatemala (art. 47), México (art. 4°), Panamá (promover la
paternidad y la maternidad responsables, art. 59), Paraguay (art. 61), Perú (art. 6°), Venezuela (art. 76) y, en el
caso de la recientemente promulgada Constitución de Bolivia —2009—, se establece en el art. 66 que "se
garantiza a las mujeres y a los hombres el ejercicio de sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos".
Cuentan con leyes específicas de planificación familiar y salud sexual y reproductiva, Argentina, Brasil,
Bolivia ("derechos sexuales y reproductivos") y Uruguay.
En otros países existen legislaciones generales que tienen provisiones sobre paternidad y maternidad
responsable y planificación familiar, como en el caso de la Ley de Desarrollo Social de Guatemala, la ley 7735
General de Protección a la Madre Adolescente de Costa Rica, la Ley Orgánica de Salud de Ecuador, la Ley de
Igualdad de Oportunidades para la Mujer de Honduras, la Ley General de Salud de México, la Ley General de
Salud de Nicaragua y la ley 4 de Igualdad de Oportunidades de Panamá.
Los Códigos de Niñez y Adolescencia y las leyes de protección de la Argentina, Colombia, Costa Rica,
Ecuador, México y Paraguay contienen normas para la prevención de embarazos adolescentes y el acceso a los
servicios de salud sexual y reproductiva. En el caso del Código de la Infancia y la Adolescencia de Colombia, se

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refiere también a promover el ejercicio y la difusión de los derechos sexuales y reproductivos (arts. 39 y 41).
El Código de la Niñez y Adolescencia de Ecuador establece que no se puede discriminar con base en la
"orientación sexual" para el goce de los derechos de niños, niñas y adolescentes (art. 6°) y que tienen derecho a
disfrutar del más alto nivel de salud física y sexual (art. 27).
En lo relativo a la educación sexual, se encuentra reconocida como obligación del Estado y, en especial, de
las autoridades educativas en los Códigos de Infancia de Colombia, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua,
Paraguay y Venezuela. En la Argentina, la ley 26.150 establece el Programa Nacional de Educación Sexual
Integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada.
La ley 7735 de Protección a la Madre Adolescente de Costa Rica establece impartir cursos informativos de
educación sexual, dirigidos a las madres adolescentes, con el propósito de evitar la posibilidad de otro embarazo
no planeado (art. 9°). En el Código de los Niños y Adolescentes de Perú, en el art. 15 se estipula el derecho a
una educación básica que comprenda la orientación sexual y la planificación familiar.
En cambio, el Código de Familia de Panamá parecería limitar los programas de educación sexual y familiar
de carácter obligatorio para el caso de las madres y los padres adolescentes (art. 703).
En cuanto a la atención y el acceso a los servicios médicos por parte de personas menores de edad, en
especial adolescentes, en general no surge en forma clara ni explícita en la legislación si pueden acceder sin la
presencia de padre, madre, tutores, etc. y, en caso de acceso, el cumplimiento o no de las reglas de
confidencialidad, secreto profesional y consentimiento informado. En principio, la legislación en general
aparece con una tendencia restrictiva al ejercicio de los derechos por parte de los y las adolescentes por sí
mismos.
La excepción a lo recién manifestado es el caso de la Argentina, en donde el dec. 1282/2003, reglamentario
de la ley 26.150, citando el interés superior y la Convención sobre los Derechos del Niño, establece que las
personas menores de edad tendrán derecho a recibir, a su pedido y de acuerdo con su desarrollo, información
clara, completa y oportuna, manteniendo confidencialidad sobre ésta y respetando su privacidad. En las
consultas se propiciará un clima de confianza y empatía, procurando la asistencia de un adulto de referencia, en
particular en los casos de los adolescentes menores de 14 años.
También es para destacar la Ley Marco sobre Derechos Sexuales y Reproductivos de Bolivia, que en el art.
5° establece la reserva y la confidencialidad de los temas de sexualidad y reproducción consultados por
adolescentes y jóvenes, y el caso del Código de Niñez costarricense, que en forma expresa prohíbe aducir la
ausencia de representantes legales, la carencia de documentos de identidad y la falta de cupo para negar la
atención médica (art. 41). En la Ley de Consentimiento Informado de Panamá de 2003, en el art. 19 se establece
que los menores emancipados y los adolescentes de más de 16 años deberán dar su consentimiento
personalmente.
IV. CONCLUSIÓN
En materia de los derechos a la salud sexual y reproductiva de las y los adolescentes encontramos
reconocimiento y protección por parte del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, destacándose su
protección en el Cedaw, la Convención sobre los Derechos del Niño, la Declaración y el programa de acción de
la Conferencia Internacional de Derechos Humanos de Viena, el programa de acción de la Conferencia Mundial
de la Mujer Beijing + 5, de seguimiento al programa de acción de Beijing y el programa de acción de la
Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), así como en el seguimiento al plan de acción de El
Cairo (CIPD + 5, + 10 y + 15).
Si bien, como se ha reseñado, se han registrado claros avances en la legislación de los países en el
reconocimiento del derecho a la salud sexual y reproductiva, sin embargo aparece especialmente restringido el
ejercicio de estos derechos en el caso de las personas menores de 18 años, atento la existencia de varios
obstáculos que bloquean el ejercicio pleno y autónomo a sus derechos a la salud y a la salud sexual y
reproductiva.
Estas restricciones están, en general, originadas en la escasa autonomía que la sociedad suele darles en estas
materias, en las señales contradictorias que reciben de diferentes actores e instituciones sociales y en los vacíos
de la legislación y de las políticas destinadas a fortalecer la educación y la información sobre los asuntos
reproductivos y sexuales.
(*) Abogado, Universidad de Buenos Aires. LL.M —1997—, Columbia University, School of Law.
Profesor titular en la maestría de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad Nacional de la Plata.

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(1) Bloom, David E. - Canning, David - Sevilla, Jaypee, The Demographic Dividend: A New Perspective
on the Economic Consequences of Population Change, Population Matters, RAND Program of Policy-Relevant
Research Communication, London, 2003.
(2) Cepal, Objetivos de desarrollo del milenio. Una mirada desde América latina y el Caribe, Naciones
Unidas, Santiago de Chile, 2005, www.eclac.cl/publicaciones/xml/1/21541/lcg2331e.pdf —3/5/2012—; Unicef
- Fast Facts, "Hechos sobre adolescencia y jóvenes en América latina y el Caribe",
www.unicef.org/lac/Fast_facts_SP.pdf —3/5/2012—.
(3) Cepal, Objetivos de desarrollo..., cit.; Unicef - Fast Facts, "Hechos sobre adolescencia...", cit.
(4) Farmanesh, Amir - Ashton, Melanie - Davila-Ortega, Luis, et al., Youth and the Millennium
Development Goals: Challenges and Opportunities for Implementation, Undesa, New York, 2005.
(5) Unaids, "Report on the Global AIDS Epidemia", 2006.
(6) Morlachetti, Alejandro, "Políticas de salud sexual y reproductiva dirigidas a adolescentes y jóvenes: un
enfoque fundado en los derechos humanos", Notas de Población, nro. 85, Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (Cepal), marzo 2008.
(7) Respecto de la salud y las personas adolescentes: "Se exhorta a los gobiernos a que, en colaboración con
las organizaciones no gubernamentales, atiendan las necesidades especiales de los adolescentes y establezcan
programas apropiados para responder a ellas. Esos programas deben incluir mecanismos de apoyo para la
enseñanza y orientación de los adolescentes en las esferas de las relaciones y la igualdad entre los sexos, la
violencia contra los adolescentes, la conducta sexual responsable, la planificación responsable de la familia, la
vida familiar, la salud reproductiva, las enfermedades de transmisión sexual, la infección por el VIH y la
prevención del sida. Deberían establecerse programas para la prevención y el tratamiento de los casos de abuso
sexual y de incesto, así como otros servicios de salud reproductiva. Esos programas deberían facilitar
información a los adolescentes y hacer un esfuerzo consciente para consolidar valores sociales y culturales
positivos. Los adolescentes sexualmente activos requerirán información, orientación y servicios especiales en
materia de planificación de la familia, y las adolescentes que queden embarazadas necesitarán apoyo especial de
sus familias y de la comunidad durante el embarazo y para el cuidado de sus hijos. Los adolescentes deben
participar plenamente en la planificación, la prestación y la evaluación de la información y los servicios,
teniendo debidamente en cuenta la orientación y las responsabilidades de los padres" (Conferencia Internacional
sobre la Población y el Desarrollo, El Cairo, 5 al 13/9/1994, párr. 7.47).
(8) Adoptada por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en su 22º período de sesiones,
del 25 de abril al 12/5/2000.
(9) Hunt, Paul, "El derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental",
relator especial de la Comisión de Derechos Humanos sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental, distr. general, 8/10/2004.
(10) Morlachetti, Alejandro, "Hacia la protección integral de los derechos de la niños, niñas y adolescentes
en el sistema interamericano", Interpretación de los principios de igualdad y no discriminación para los derechos
humanos de las mujeres en los instrumentos del sistema interamericano, Instituto Interamericano de Derechos
Humanos, San José, 2009.
(11) Hasta ahora la han ratificado Bolivia, Ecuador, Costa Rica, España, Honduras, República Dominicana
y Uruguay.

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