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Relación entre la depresión y el consumo de mariguana.

Impacto en los jóvenes entre 18 y 24 años en Nuevo Casas Grandes.

1. Planteamiento del problema.

1.1. El cannabis.

Tras la agudización de padecimientos afectivos como la depresión devenidos de las

vivencias y pérdidas de la pandemia del coronavirus, surgió también la búsqueda de

alternativas para trabajar la sintomatología depresiva. El cannabis, siendo un elemento de

consumo recurrente en los jóvenes, tal como lo demuestra el estudio realizado por Kall-

Flavin (2019), fue también el más popular utilizado para atenuar las sensaciones ansiógenas.

Tal como se menciona en el párrafo anterior, Kall-Flavin realiza un intento por

explicar la naturaleza del consumo de dicha planta y su popularidad orientada a el

reemplazo de fármacos antidepresivos. Resulta necesario mencionar que el cannabis o

marihuana es la droga ilegal más cultivada, traficada, y consumida en el mundo según la

Organización Mundial de la Salud (OMS). Se calcula que 2.5% de la población mundial la

consume, frente al 0.2% de otras drogas como la cocaína o los opiáceos (OMS, 2018).

Es en la década de los noventa donde recién se descubre el mecanismo de acción del

cannabis, mismo que consiste en un sistema de comunicación intercelular que recibe el

nombre de sistema cannabinoide endógeno o sistema endocannabinoide. Este sistema se

encuentra localizado en el sistema nervioso central (SNC) y en el sistema nervioso

periférico (SNP). Participa en diversos procesos fisiológicos como la respiración y el

movimiento ocular, así como en los efectos psicoactivos asociados al consumo de cannabis

(Kall-Flavin, 2019).

El método de acción del elemento psicoactivo cannabinoide se divide en dos: CB1 y

CB2, mismos que se encargan de transmitir la señal a diferentes tejidos provocando los

efectos del consumo y alterando la función fisiológica del sistema endocannabinoide.

Históricamente el cannabis ha estado presente en distintas aplicaciones: con fines

recreativos, medicinales, religiosos, industriales, como moneda de cambio, y hasta como


alimento. La controversia del consumo de dicha planta gira en torno a un asunto discutido

en la opinión política y social, especialmente durante los últimos años. Todo esto impulsado

por las modificaciones legales de carácter internacional y las repercusiones económicas y

sociales que esto tendría.

En los últimos años, y en lo que compete a la presente investigación, la relación entre

el cannabis y la salud mental ha sido objeto de investigación. Según el informe realizado

por la revista Biol Psychiatry en el 2012, la prevalencia del consumo de cannabis en jóvenes

latinoamericanos se encuentra en los niveles más elevados entre las drogas ilegales. Se

estima que por lo menos el 1% de la población joven en Latinoamérica consume cannabis

diariamente.

A manera de contraste, el cannabis es la única droga que ha mostrado un importante

aumento en el número de urgencias hospitalarias y destaca como la tercera droga

relacionada con el mayor número de episodios de carácter urgente.

Centrándonos en México, el abuso de cannabis ha aumentado en los últimos diez

años, hasta lograr ser la droga ilegal más frecuente (Guzmán, 2018). En relación con este

dato, la Encuesta Nacional del Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias (ESTUNES)

señala una disminución del riesgo percibido asociado al consumo, es decir, los jóvenes

consideran el cannabis como algo inofensivo y que lo pueden dejar cuando quieran,

alegando que existe un mayor riesgo para la salud en el consumo de tabaco que en el de

cannabis.

Actualmente, la literatura revela una relación significativa entre la salud mental y el

consumo cannabinoide. Investigaciones realizadas en los últimos años revelan los peligros

derivados del consumo de esta sustancia; aumento del riesgo de padecer trastornos

mentales, desarrollo de trastornos psicóticos, trastornos de ansiedad, deterioro cognitivo,

conducta antisocial e incluso ideaciones suicidas (Hall, 2018).

Si bien es cierto que no todos los consumidores de esta droga presentan problemas de

salud mental, sí parece existir un riesgo en los usuarios recurrentes que presenten ciertas
características vulnerables, tal como el inicio del consumo a una edad temprana, consumo

frecuente, y predisposición genética (Hall, 2018).

Los últimos datos arrojados por la OMS en el 2019 revelan un aumento de la

demanda de tratamiento mundial vinculada con trastornos relacionados con el cannabis,

mostrando un especial énfasis entre jóvenes menores de 18 años. Según las estadísticas, se

calcula que 32,6% de los consumidores de esta droga iniciaron tratamiento en el 2013, de

los cuales 45,8% lo iniciaron por primera vez, y 15,9% habían sido tratados ya con

anterioridad.

En este sentido, la salud mental es un elemento clave para alcanzar las características

de salud definidas por la OMS: la salud es el estado de completo bienestar físico, mental, y

social, y no se reduce solamente a la ausencia de afecciones o enfermedades.

Los trastornos mentales son un elemento importante para considerar en el ámbito de

la salud, que se caracteriza por la alteración del pensamiento, las emociones, la percepción,

la conducta, y las relaciones interpersonales (DSM-V).

Al hablar de trastornos, compréndase que generan un impacto en la calidad de vida de

las personas que las viven, se estima incluso que el impacto es mayor que en el de algunas

patologías cardíacas y respiratorias e interfieren en las esferas interpersonales, sociales,

laborales, anímicas, y familiares de quien lo padece y su entorno.

Datos registrados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)

arrojan que, en 2015, más de 100 mil personas padecieron una discapacidad por trastorno

mental. Así mismo, este tipo de trastornos se presentan habitualmente en correlación con el

consumo de sustancias, especialmente cuando este inicia en la adolescencia.

La salud mental puede verse alterada por diferentes factores, el reto que se plantea

ante los trastornos relacionados con el consumo de cannabis obliga a los profesionales de la

salud a buscar estrategias de promoción, prevención, tratamiento, y recuperación de

abordaje integral de las personas.

Por lo anterior expuesto resulta menester realizar investigaciones competentes que

muestren la causalidad del consumo de sustancias, en este caso específico del cannabis, con
el objetivo de informar con evidencia científica las consecuencias de estas prácticas. Resulta

más sencillo y barato conseguir cannabis que apelar a un especialista de la salud mental y

seguir un tratamiento apropiado.

Desde un punto de vista psicológico, resulta de carácter prioritario la intervención

multidisciplinaria sobre el abuso de drogas como el cannabis y los trastornos relacionados

con los que frecuentemente coexiste.

El profesional de la psicología ejerce un papel fundamental en este proceso mediante

intervenciones centradas en una valoración general del sujeto, abordando, planificando, y

evaluando un tratamiento apropiado y personalizado. Es desde la atención primaria donde se

tiene el acceso a un abordaje que apremie la prevención y detección en posibles problemas

de salud mental en una población segmentada y vulnerable: los jóvenes. Así mismo, estos

profesionales forman parte de la atención integral e individualizada a la comunidad

ofreciendo respuestas a las necesidades en materia de salud mental.


Referencias bibliográficas.

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