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Abstract

El panorama del uso de drogas es dinámico y cambiante. Se han modificado las


actitudes y leyes públicas hacia el uso de drogas en un número creciente de
países. La producción y el consumo mundial de drogas están aumentando, al igual
que los riesgos y los daños para la salud, mientras continúan surgiendo nuevas
sustancias. (UNODC, 2020).

Esta revisión se enfoca principalmente en el consumo de cannabis y el riesgo de


psicosis asociado. Se realiza una revisión bibliográfica sobre la composición de los
diferentes tipos de marihuana, epidemiología del uso de cannabis y la incidencia en
los trastornos psicóticos, destacando cuestiones que probablemente serán cada
vez más importantes en la próxima década.

Introducción

Actualmente, el cannabis es una droga de amplio uso, principalmente con


finalidades recreativas. Diversos estudios (Plan Nacional sobre Drogas, 2001; EDA-
DES 2005-2006; ESTUDES 2006-2007) señalan que el cannabis y sus derivados
(hachís, marihuana, polen, quife) constituyen la droga ilícita más extendida y
consumida en Europa. Según el Observatorio Argentino de Drogas (2017) esta
realidad tampoco escapa a Argentina, entre 2010 y 2017, el consumo creció en
todos los grupos de edad, tanto en varones como en mujeres. Sin embargo, son los
varones y los jóvenes comprendidos entre los 18 y 24 años los que presentan las
mayores tasas de consumo. En tanto el 2,7% de los adolescentes de 12 a 17 años
consumió marihuana en el último mes.

En las últimas décadas, se ha realizado una creciente investigación con el fin de


concretar los mecanismos de acción y esclarecer la relación del cannabis con la
dependencia/abuso, así como con ciertos trastornos mentales. (Lorenzo, Ladero,
Leza, Lizasoain, 2003; Hollister, 1986; Iversen, 2000; Kalant, 2004).

El objetivo del presente trabajo es recopilar parte de estos estudios y contribuir en


la presentación de datos concluyentes acerca del impacto del uso crónico de
cannabis en la salud mental. La recolección de datos se ha basado en la revisión
de libros así como de artículos científicos extraídos de las bases de datos
PsycINFO, PubMed, Science Direct y la página web de Revista de Neurología. La
búsqueda se ha efectuado aplicando combinaciones del término ‘cannabis’ con
otras palabras clave como trastornos mentales y afectación neuropsicológica
relacionados con el uso crónico de cannabis, así como palabras claves en inglés:
dependence, abuse, psychopathology, mental disorders, psychosis, neurobiology,
cognitive impairment, etc.

Cannabis y psicosis asociada.

El uso de cannabis en dosis altas diariamente produce efectos en la esfera mental,


que empiezan con una moderada ansiedad y depresión y pueden llegar hasta la
crisis de angustia y la ideación paranoide con ideas delirantes o alucinaciones, con
despersonalización y desrealización (DSM-5, 2013). La naturaleza de estos
síntomas sugiere una relación del cannabis con trastornos psiquiátricos como la
psicosis, la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo (Tziraki, 2012).

Pearson y Berry (2019) analizan cómo el DSM-5 toma en consideración las diversas
asociaciones entre el cannabis y la psicosis. Estas mismas abarcan un amplio rango
desde leve a severo e hiper agudo hasta toda la vida. El trastorno más leve
relacionado con el cannabis en el DSM-5 es la Intoxicación por cannabis. Cuando
los síntomas psicóticos asociados exceden el umbral de atraer atención médica o
duran más de 24 hs, nos lleva a un diagnóstico de Trastorno psicótico inducido por
cannabis (CIPD), siendo este trastorno clave para conceptualizar el continuo
completo de las asociaciones de cannabis y psicosis. Este diagnóstico puede
conducir a un deterioro significativo y está muy asociado con el desarrollo de una
futura esquizofrenia. El CIPD parece simple, pero en realidad es bastante complejo.
Ya que para diagnosticar adecuadamente un caso de CIPD se deben conocer la
ausencia de síntomas antes de la exposición al cannabis y la vuelta al estado
anterior a la exposición.

Se han observado en consumidores de cannabis rasgos de esquizotipia y déficits


atencionales similares a los que se presentan en la fase aguda de la esquizofrenia,
ocasionados por el consumo (Skosnik, Spatz-Glenn y Park, 2001; Mass, Bardong,
Kindl y Dahme, 2001).

Otros autores manifiestan que en personas que presentan un cuadro de


sintomatología positiva: pensamiento inusual, desorganización conceptual,
anormalidades perceptivas, suspicacia y grandiosidad, o que ya han presentado un
breve síndrome psicótico intermitente el uso de cannabis es un factor de riesgo que
magnifica los síntomas psicóticos (Corcoran, Kimhy, Stanford, Khan, Walsh,
Thompson, et al., 2008).

Large, Sharma, Compton, Slade, Nielssen (2011) realizaron un meta análisis que
establece la medida en que el consumo de cannabis afecta a la edad de inicio de la
psicosis. Los mismos han demostrado que la enfermedad en consumidores de
cannabis se puede presentar 2,7 años más temprano que en los no consumidores.
Estos resultados proporcionan evidencia de que el consumo de cannabis puede
tener un papel precipitante en el desarrollo de psicosis en algunas personas.

Aparte de la predisposición a la psicosis, otro factor importante parece ser la


cronicidad del consumo. Un estudio de cohorte prospectivo (McGrath, Welham,
Scott, Varghese, Degenhardt, Hayatbakhsh, et al.,2010) ha analizado el riesgo de
presentación de sintomatología psicótica en relación con la duración del consumo
de cannabis en jóvenes adultos, y los resultados indican una correlación positiva
entre ambas.

Diversos estudios señalan que el uso crónico de la droga duplica el riesgo de


aparición de síntomas psicóticos y de esquizofrenia (Leweke, Koethe, 2008;
Nordentoft y Hjorthog, 2007; Moore THM, Zammit S, Lingford-Hughes A, Barnes
TRE, Jones PB, Burke M, et al. 2007). Siguiendo esta línea, Di Forti y su equipo
(2019) sugieren que el uso frecuente de cannabis y el uso de cannabis de alta
potencia contribuyen a una variación sorprendente en la incidencia de trastornos
psicóticos.

Es importante entender que no toda la marihuana es igual tal como refiere Di Forti
y colegas (2016), el cannabis contiene más de cien cannabinoides, los más
importantes son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). El cannabis
recreativo ha estado tradicionalmente disponible como hierba (marihuana) o resinas
(hachís).

Según Murray et. al., (2016) la proporción de THC en el cannabis a base de hierbas
(marihuana) y resinas (hachís) comúnmente utilizada fue de 3% o menos en la
década de 1960, pero posteriormente comenzó a aumentar. Estos autores
sostienen que las plantas cultivadas para producir una alta concentración de THC
no pueden producir simultáneamente mucho CBD, sin embargo, en los primeros
años del siglo XXI, la proporción promedio de THC había aumentado entre un 16 y
20%.

En los Estados Unidos, donde se ha legalizado el cannabis recreativo o la


“marihuana medicinal”, cada vez hay una mayor variedad de productos disponibles,
incluidos aceites y “comestibles”. Las formas novedosas de extraer THC de la planta
han producido aceite de resina con un 80% de contenido de THC. Asimismo,
refieren que en los últimos años, la atención se ha centrado en el impacto de varios
cannabinoides con respecto al riesgo para la salud mental. En particular los estudios
experimentales de intoxicación a corto plazo sugieren que las proporciones entre
THC y CBD podrían tener un impacto en el riesgo de experiencias psicóticas, con
alguna evidencia emergente que incluso sugiere que el CBD podría ser
antipsicótico. (Murray et. al., 2016)

Como concluyen Sideli y colaboradores (2019), la evidencia de que el uso intensivo


de cannabis con alto contenido de THC / bajo contenido de CBD aumenta el riesgo
de psicosis es lo suficientemente fuerte como para merecer educación en salud
pública.

Benjamín Murrie y otros (2019) examinan la proporción de personas que luego de


experimentar un trastorno psicótico inducido por sustancia desarrollan una
esquizofrenia, comparándolos con aquellos con diagnóstico de psicosis breve y
atípica y examinan los moderadores de riesgo. El tipo de sustancia fue el predictor
primario siendo el cannabis el mayor, seguido de alucinógenos y anfetaminas y la
menor tasa fue reportada para los opioides, alcohol y sedantes.
Di Forte, et al., (2019) afirma que el riesgo de transición a una esquizofrenia se ve
particularmente aumentado luego de una psicosis inducida por cannabis a lo cual
se debe responder con intentos firmes de compromiso, evaluación y cuidado. A su
vez, agregan que para algunas personas existe un mayor riesgo de psicosis como
resultado del uso diario de cannabis de alta potencia. Dado el estado legal
cambiante del cannabis en todo el mundo y el potencial aumento en el uso asociado,
la siguiente prioridad es identificar qué individuos están en riesgo por el uso diario
o por versiones más potentes de cannabis y desarrollar estrategias educativas e
intervenciones para mitigar esto.

Conclusiones

Las evidencias indican que el uso frecuente y prolongado de cannabis puede


resultar perjudicial para la salud mental. Se describe un elevado riesgo de aparición
de síntomas psicóticos en personas con predisposición, mayor para los
consumidores frecuentes.

Estos datos pueden ser valiosos tanto para guiar la continuación de la investigación
como para la actualización de programas de sensibilización y prevención respecto
al abuso de cannabis.

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