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LA TEMPESTAD 34

El espacio entreabierto
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-a treinta años de su muerte
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o
c.. (1907-1988)-
Introduccióny traducciones:
Salvador Gallardo Cabrera
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"NÜ hay ya línea recta ni camino iluminado con un


ser que nos ha dejado", escribió Char en un bello
poema escrito tras la muerte de Albert Camus. ¿Cómo es que
al leer los poemas de un gran poeta desaparecido nuestro
afecto no se confunde ni se extravía? Es como si el pasado
se abriese para dejar paso a sus poemas, y éstos, a nuestra
altura, desde nuestro presente, fueran siempre más lejos,
delante. Los grandes poemas, como sabía Éluard, siempre
guardan márgenes en blanco. Tal vez sea ese dislocamiento
del eje temporal lo que explique que las lecturas actuales de
los poemas de Char no estén signadas ya por la búsqueda de
un sentido oculto en la dispersión de sus fragmentos, ni por
esa embriología que buscaba deducir sus procedimientos de
los poetas que más amó (Heráclito, Rimbaud, el Lautrémont
de los Cantos, Éluard), ni por esa oscuridad casi hermética
o esa envoltura filosófica con las que se buscó asfixiar su
poesía (Heidegger).
Para nosotros la poesía de Char es alegría de lo múltiple,
no nostalgia fundante; afirma todo lo que aparece y aparece
en todo lo que afirma. Crear una fuerza en el espacio del poe-
ma, la más urgente tarea de un poeta contemporáneo, Char
sabía hacerlo. Hay que seguir sus imágenes desbordando la
línea continua, imágenes que ya no necesitan sacar la cabeza
del resto del cuerpo, imágenes rebasadas por fugas hacia el
exterior, por ritmos que funcionan como pasos de ascensión.
Los ritmos del poema en prosa, del fragmento, del verso
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libre: respiraciones de pasos largos o cortos que cambian la e
dirección del poema; respiración de aspiración al detenerse ll
para observar las franjas oxidadas de una roca en la ribera u
del Sorgue, respiración de bajada para saber perderse, res- ):

piración errática por las calles de París. Resonancias, rimas


internas, fisuras para hacer circular el material de acarreo,
un ejercicio plástico del lenguaje, asimetrías ligadas a una
puntuación desde la que crecen los silencios, desde donde
brotan las exclamaciones y las preguntas. El poema no es
la vida, pero la atraviesa y así se crea ese espacio que Char
llamó de lo entreabierto. Un espacio para reconocer todo lo
que es potencial e inconcluso en nosotros y en las cosas, un
espacio de traslación, rugoso, donde la escritura y la vida
se convierten en un riesgo. Un riesgo que René Char tomó
cuando, con el nombre de guerra de Alexandre, dirigió la
resistencia armada a la ocupación nazi en Vaucluse, Bas-
ses-Alpes, Haute-Alpes, Bouches-du-Rhone-Campagne,
Drome, Var y Alpes-Maritimes, lo mismo que cuando se
opuso al colonialismo francés o a la intervención soviética
en Budapest: "me rebelo, y por tanto me ramifico". Riesgos
que sólo pueden tomarse porque se le ha,dado a la escritura
la potencia inacabada, entrecerrada, de la vida.
Los poemas aquí vertidos al español provienen de los
siguientes libros de Char: "Común presencia" (Le marteau
sans maftre, 1934), "La libertad" (Fureur et mystere, 1948),
"El tiburón y la gaviota" (Fureur et mystere), "Sobre una
noche sin ornamento" (La paro le en archipiel, 1962), "El
camino entre los senderos" (La parole en archipiel), "Dales
de nuevo ..." (Fureur et mystere), "Canción de cuna para cada
día hasta el último" (La paro le en archipiel).
RENÉ CHAR: EL ESPACIO ENTREABIERTO 36

Común presencia
Tienes prisa por escribir,
Como si estuvieras retrasado respecto de la vida.
Si es así, sigue en procesión a tus fuentes.
Date prisa.
Apresúrate a transmitir
Lo que te toca de maravilloso de rebeldía de generosidad.
Efectivamente estás retrasado respecto de la vida,
La vida inexpresable,
La única a la que aceptas unirte a fin de cuentas,
La que te niegan cada día los seres y las cosas,
De la que obtienes penosamente aquí y allá algunos fragmentos
descarnados,
Al final de combates inmisericordes.
Fuera de ella, todo es agonía sumisa, fin grosero.
Si encuentras la muerte durante tu trabajo,
Recíbela como la nuca sudorosa agradece el pañuelo seco,
Inclinándote.
Si quieres reír,
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Ofrece tu sumisión,
Jamás tus armas.
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w Has sido creado para momentos poco comunes.
o Modifícate, desaparece sin pesar
c.. A voluntad del rigor suave.
Gajo tras gajo prosigue la liquidación del mundo
Sin interrupción,
Sin extravío.

Dispersa el polvo.
Nadie descubrirá vuestra unión.

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La libertad
Vino por esta línea blanca que puede significar la salida del alba tanto como la palmatoria del
crepúsculo.
Pasó las riberas maquinales, pasó las cimas desfondadas.
Terminaban la renunciación con rostro de cobarde, la santidad de la mentira, el alcohol del verdugo.
Su verbo no fue un carnero ciego sino el lienzo donde se inscribió mi aliento.
Con paso de no extraviarse más que tras la ausencia, ella vino, cisne sobre la herida, por esta
línea blanca.

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)

El tiburóny la gaviota
Veo al fin la mar en su triple armonía, la mar que corta con su creciente la
dinastía de los dolores absurdos, la gran pajarera salvaje, la mar crédula
como una enredadera.

Cuando digo: he detenido la ley, he traspasado la moral, he armado el


corazón, no es para darme razón ante esa balanza-de-la-nada cuyo rumor
extiende su palma más allá de mi persuasión. Mas nada de lo que me ha
visto vivir y actuar, hasta aquí, es testigo a mi alrededor. Mi hombro bien
puede dormitar, mi juventud acudir. Es sólo de eso que se puede extraer
riqueza inmediata y eficaz. Así, hay un día puro en el año, un día que exca-
va su galería maravillosa en la espuma de la mar, un día que sube a los ojos
coronando el mediodía. Ayer la nobleza estaba desierta, la rama distante
de sus brotes. El tiburón y la gaviota no se comunicaban.

Oh tú, arco iris de esa orilla pulidora, acerca el navío a su esperanza. Haz
que todo fin supuesto sea una nueva inocencia, un febril adelante para
quienes tropiezan en la pesadez matinal.
RENÉ CHAR: EL ESPACIO ENTREABIERTO 38

Sobre una noche sin ornamento


Mirar la noche golpeada a muerte; que nos siga siendo
suficiente.

En la noche, poeta, drama y naturaleza son sólo uno,


pero ascendiendo y aspirándose.

La noche trae alimento, el sol afina la parte alimentada.

En la noche nuestros aprendizajes se detienen en estado


de servir a otros, tras nosotros. ¡Fértil es el frescor de esta
guardiana!

El infinito ataca pero una nube salva.

La noche se afilia a cualquier instancia de la vida


dispuesta a acabar en primavera, a volar con tempestad.

La noche se colorea de herrumbre cuando consiente


entreabrimos las rejas de sus jardines.

Para la mirada de la noche viviente, el sueño no es,


a veces, sino un liquen espectral.

No había que incendiar el corazón de la noche.


Era necesario que lo oscuro predominase allí dónde se
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cincela el rocío de la mañana.
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o La noche se sucede a sí misma. El campanario solar no es
0.. más que una concesión interesada de la noche.

De la reconducción de nuestro misterio se cuida la noche;


el aseo de los elegidos, es la noche quien lo ejecuta.

La noche despierta nuestro pasado de hombre, inclina


su psique ante el presente, pone indecisión en nuestro
porvenir.

Me colmaré de una tierra celeste.

Noche plenaria en la que el sueño sin gracia ya no


parpadea, guárdame vivo lo que amo.

El camino entre los senderos


Los senderos, los cortes que alargan invisiblemente
el camino, son nuestro único camino, el de los que
hablamos para vivir, que dormimos sin aletargarnos,
sobre el costado.
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Dates de nuevo...
Dales de nuevo lo que ya no está presente en ellos,
Verán otra vez el grano de la cosecha encerrarse en la
espiga y
agitarse sobre la hierba.
Enséñales, de la caída al vuelo, los doce meses
de su rostro,
Amarán el vacío de su corazón hasta el siguiente
deseo;
Porque nada naufraga o se regocija en las cenizas,
Y a quien sabe ver la tierra alcanzar sus frutos
No le mueve el fracaso aunque todo haya perdido.

Canción de cuna para cada día hasta el último


Muchas veces, incontables veces,
El hombre se duerme, su cuerpo lo despierta;

Después una vez, sólo una vez,


El hombre se duerme y pierde su cuerpo. LT

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