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LICENCIATURA EN RELACIONES
INTERNACIONALES
CIENCIA POLITICA I
PROFESORA: Lic. MABEL PANOZZO
AÑO: 2021
Este primer tema del programa de Ciencia Política I tiene la intención de revisar
el debate ideológico central del siglo XX, a partir de las dos principales posturas
políticas que fueron la base de los procesos y las instituciones actuales.
Carlos Strasser alude a las ideologías como “mapas generales que pueden decirnos
dónde están los grandes ríos, las llanuras, las montañas, los valles y las ciudades (o
las salinas y las ciénagas) de la política. Señalarnos no sólo su ubicación sino
también las distancias, las comunicaciones o los cruces, precisar los obstáculos
entre medio. Asimismo, dónde estamos situados los humanos.” Y añade más
adelante: “De lo mismo que expresé algo más arriba resulta la necesidad de la
ideología como discurso que reduce la realidad, siempre tan compleja, a mapa
indicativo; a realidad–compleja–tal–como–puede–entendérsela–y–enfrentársela, o
sea tal como puede ser abarcativamente manejada.”1
Por otro lado, hay que considerar que las ideologías pueden llegar a un nivel tal de
desarrollo teórico y fundamentalmente político, que corren el riesgo de convertirse
en estructuras de pensamiento muy cerradas, que no aceptan la crítica ni son
capaces de considerar propuestas alternativas, a las que llamamos dogmáticas. Son
pensamientos que se consideran la única visión válida sobre el mundo y como tal,
la única habilitada para impulsar cambios y promover una vida mejor para los
hombres. El siglo XX estuvo atravesado por ideologías dogmáticas que sostuvieron
la “guerra fría” y los regímenes fascistas. Casualmente una de las enseñanzas del
siglo ha sido la necesaria convivencia entre las ideologías.
Desde la caída del muro de Berlín, como un icono que sobresale sobre la multitud
de cambios acaecidos en las últimas décadas del siglo, los ideólogos están
revisando sus ideas. No coincido con quienes señalan que vivimos una época sin
ideologías, creo que nuestras ideas clásicas están puestas en discusión y que
hemos dejado atrás la ortodoxia de las ideas. Estamos aprendiendo a convivir en
un mundo con problemas y visiones diferentes, con ideas que fracasaron en su
implementación pero se quedaron con nosotros como ideales y como fuerza
inspiradora. Por lo tanto, muchas de las ideas que vamos a ver a continuación, las
encontramos hoy de otras formas, o en otras manos y también encontraremos
viejas ideas hoy abandonadas porque los problemas del mundo hoy son otros y hay
que pensar nuevas respuestas.
Como vemos, las ideologías son necesarias porque analizan a la sociedad actual y
su forma de organización, tienen una visión de la sociedad ideal y bajan esos
elementos hasta las propuestas concretas. Las ideas fundamentan nuestros actos y
no hace falta ser grandes filósofos para interpretar una ideología, como tampoco
hace falta haber pasado por la universidad para tener ideas pertenecientes a una
ideología en particular. Es más, en cada alternativa que se nos presenta, en cada
solución que se propone para un problema, encontramos una perspectiva
ideológica; eso no ha cambiado a pesar que critiquemos a nuestras viejos
esquemas. Por eso hemos incorporado en este curso, que no tiene orientación hacia
1
Carlos Strasser, “La sociedad y la política, en necesidad de ideología”; Revista Saap, nº2, año
2003, pag. 237
la teoría o filosofía política, un escueto análisis sobre las principales ideologías que
orientaron la acción durante el siglo XX y siguen siendo, en lo mas elemental, las
ideas que decodifican los debates actuales.
Siguiendo a Sartori2, debemos decir que las ideologías no son ideas porque éstas
se discuten, se razonan permanentemente, se fundamentan con argumentos y
pruebas, y las ideologías si bien nacen a partir de ideas, están constituidas por
postulados indiscutidos que son utilizados como “palancas para la acción”.
Entonces, las ideas originarias ya no reciben el tratamiento lógico de una idea, “ya
no son pensadas” sino que se toman como verdades no sujetas a comprobación,
es decir, son ex-ideas, pasaron a convertirse en creencias en vez de nociones
filosóficas.
Sartori también nos dice que las ideologías están en relación con las actitudes de
los hombres frente a las ideas. Cuando se escucha una propuesta, hay quienes
analizan las distintas posibilidades que ésta idea abre, encontrando que algo de
razón tienen en medio de una serie de defectos o errores. En cambio, hay quienes
creen en las ideas, sin analizar todos sus aspectos. En esta actitud influye, según
Sartori, el valor que le otorgamos a la fuente de información, con la que entablamos
una relación de fidelidad y de creencia hacia la autoridad informativa muy difícil de
romper. Si esta relación se produce frente a lo que dice un líder político, o un
partido, estamos a las puertas de una ideología puesto que creemos en las ideas
que nos transmiten sin ponerlas a prueba.
Por esto, las ideologías están destinadas a las grandes masas y entonces tienen
que ser sencillas y requerir poca información, simplemente porque las masas están
menos educadas que las élites (casi por definición) y tienen menos información
sobre los acontecimientos (sobre todo porque los flujos de información los dominan
las élites).
2
Giovanni Sartori. Elementos de teoría política. Alianza Editorial, Buenos Aires, 1999. Capítulos:
Ideología.
Liberalismo clásico (siglos XVII y XVIII)
Pero, ¿qué es el liberalismo? Norberto Bobbio y Sartori dirán que hay que distinguir
dentro de lo llamamos liberalismo a lo que éste tiene de postura ético - moral, de
teoría política y de teoría económica, que aunque se complementan mutuamente,
son diferentes y hasta pueden darse una sin la otra. 3 Como postura ética se
sostiene en una visión individualista de la sociedad y aboga por el reconocimiento
de la libertad como principal derecho individual que debe ser reconocido así como
los demás derechos esenciales. Como teoría económica fundamenta el mercado
libre y como teoría política denuncia el poder opresivo del estado y articula un
estado mínimo. A partir de una idea individualista de la sociedad supone un orden
espontáneo y autorregulado que deja para lo político un papel secundario,
concentrado en establecer las condiciones necesarias para la vigencia de este orden
social, es decir, dedicado esencialmente a brindar garantías a los derechos
individuales. ¿Vemos estos temas en detalle?
Jonh Locke escribía en 1688 su famoso “II Ensayo sobre el Gobierno Civil” 4, libro de
referencia obligada para la política liberal, comparable en el ámbito político a la
repercusión alcanzada en lo económico por “La riqueza de las naciones” de Adam
Smith. En el texto de Locke encontramos una imagen acabada del individualismo,
porque nos muestra al hombre en su calidad de individuo como el punto de partida
de toda la concepción sobre la sociedad. Dice que, por naturaleza, los hombres
3
N. Bobbio; El Futuro de la Democracia; FCE, México, 1986
4
En algunas ediciones puede encontrarse este mismo texto con el título “Ensayo sobre el gobierno civil”.
somos seres racionales y apasionados, con intereses y necesidades, pero sobre
todo, somos seres libres, no estamos sujetos a ninguna voluntad extraña a la
nuestra.
Este simple esquema de partida habilita una vida en plenitud, puesto que gracias a
que somos libres de hacer lo que nuestra razón y nuestros intereses nos indican
que hay que hacer, alcanzamos la plenitud de nuestras capacidades y toda nuestra
personalidad. No es ésta la primera vez en la historia del pensamiento político ni de
los movimientos políticos que se aboga por la libertad del hombre y de las
sociedades, pero si es la primera vez que se le otorga a la libertad un rol tan
importante en la misma definición de hombre, no como un simple deseo natural
sino como componente constitutivo, como derecho indelegable.
Los derechos que nos pertenecen a los hombres por naturaleza no tienen una
función figurativa en la teoría, todo lo contrario, nos están resumiendo el sentido de
su programa. Los hombres tenemos derechos que nos pertenecen individualmente
y a todos por igual porque es el individuo el principio de la sociedad y el que da
origen al estado. Es la sociedad y el estado los que deben amoldarse, por decirlo
así, a los derechos preexistentes del hombre y no viceversa.
Profundicemos algunos conceptos
¿Qué imagen de sociedad alcanzamos con esta idea? Una sociedad pacífica y
armónica sostenida naturalmente en las relaciones de intercambio entre los
hombres. Anteriormente Thomas Hobbes había señalado que los hombres somos
tan ambiciosos, egoístas e inescrupulosos que resultaba imposible establecer un
orden sin que una autoridad poderosa imponga reglas que sean límites rígidos para
corregir la naturaleza de los hombres. John Locke dice lo contrario: los hombres
somos seres interesados y ambiciosos, pero también somos racionales y como tales
nos guiamos por reglas morales básicas más que por impulsos irracionales; esta
condición nos permite tener una convivencia pacífica y provechosa, donde cada uno
desarrolla sus habilidades, intercambia bienes y busca satisfacer sus intereses.
Pongamos un ejemplo. Si estamos organizando un concurso de música y surge un
conflicto en la definición del orden en el que actuarán las bandas y solistas
inscriptos ¿cómo resolvemos la cuestión? Si Hobbes tiene razón el más fuerte o el
que puso la plata o el amigo del dueño, definen el programa. Si Hobbes no tiene
razón y los hombres somos seres racionales como dice Locke, entonces cuando
estamos por iniciar la pelea alguien pone algo de cordura y propone algunos
criterios para definir: “hagamos un sorteo”, “por orden alfabético”, “organicemos
categorías” “los que nunca cantaron que actúen primero y los consagrados al final”
o alguna otra regla que signifique asumir un camino racional y previsible para
arreglar nuestros conflictos y llegar al final del festival sanos, felices y contentos.
La idea liberal es esa. Los hombres, por nuestra razón y nuestros criterios morales
optamos por alternativas pacíficas y racionales que nos previenen de conflictos y
nos permiten crecer a todos y cada uno. Por eso decimos que nos encontramos con
la imagen de una sociedad autorrealizada, porque no depende de un ámbito
político (como el estado hobbesiano) para satisfacer los intereses más elementales.
¿Nos queda clara otra idea hoy muy difundida en el mundo pero originalmente de
raíz liberal? La sociedad, el ámbito social es el que permite a los hombres alcanzar
todos sus ideales e intereses, es el ámbito de la satisfacción individual. La
concepción de la antigüedad, especialmente de los griegos, era exactamente la
contraria; la sociedad (si es que existía un ámbito que pudiera llamarse así)
permitía trabajar y por lo tanto satisfacer las necesidades elementales para la vida,
pero el ámbito en donde el hombre colmaba sus expectativas y se realizaba como
persona, era lo público – común, lo político6.
5
Sheldon Wolin; Política y Perspectiva, pag. 326
6
Un desarrollo realmente muy interesante de esto nos realiza Hannah Arendt en La Condición Humana
y ambiciones; entonces, el hombre se perfecciona en la medida que es libre para
desarrollar sus capacidades individuales y la mejor organización es aquella donde
existen los menores obstáculos para su despliegue.
¿Es esto algo propio y original del liberalismo? Evidentemente si, pero
fundamentalmente como expresión de una época que, tras el lento devenir de la
Edad Media, era cada vez mas individualista en lo cultural, lo religioso, lo filosófico
y lo económico. Es entonces cuando los historiadores sitúan el surgimiento de la
sociedad como esfera que se destaca cada vez más y es en ese contexto que el
liberalismo entiende que la riqueza de la vida de los hombres y los medios para su
desarrollo están en la esfera privada y en las relaciones sociales, fuera del control
político, estableciendo así una fuerte diferenciación entre lo público (político) y lo
privado – social, o si queremos decirlo de otro modo, entre lo estatal y lo no-
estatal.
Los liberales dicen que todos los hombres son iguales y tienen los mismos
derechos. Esta proclama significó un profundo cambio respecto de la concepción
vigente en el siglo XIV, dispuesta a llevar a cabo tratamientos dispares entre las
7
Wolin, op.cit., pag. 323
8
N. Bobbio, Liberalismo viejo y nuevo en “El futuro de la democracia”, pag. 90
personas de acuerdo a la clase social, el sexo o la ocupación. Pero esta igualdad
liberal no es plena igualdad, al contrario, es una concepción restringida puesto que
se refiere exclusivamente a la igualdad ante la ley, a un principio de garantía para
la vigencia de los derechos naturales.
Si bien “todos los hombres son iguales por naturaleza”, esto no significa
para Locke, “todo tipo de igualdad”. Los liberales estaban preparados, no
solo para aceptar diferencias de nacimiento, posición social y riqueza como
hechos naturales, sino también para aceptar esas desigualdades como
socialmente útiles. Los liberales entendían por igualdad una relación con la
autoridad política, antes que un hecho sociológico. En consecuencia, Locke
definía la igualdad como “el derecho igual que cada hombre tiene a su
libertad natural, sin estar sometido a la voluntad o autoridad de ningún otro
hombre”. De estos dos factores –el temor al subjetivismo y el valor de la
igualdad- derivaba la fórmula liberal para la autoridad. El subjetivismo debía
ser superado librando a la autoridad de sus elementos personales. La
sociedad política se forma por un acto de consentimiento en el cual cada
hombre entrega su poder natural “en manos de la comunidad”, es decir, a
una autoridad impersonal. La comunidad, a su vez, actúa a través de un
sistema de leyes destinadas a tratar imparcialmente a los individuos: ‘la
comunidad pasa a ser árbitro mediante reglas establecidas y permanentes,
imparciales e iguales para todas las partes’.”9
9
Wolin, op.cit. pag., 372
10
Sartori, op.cit. pag. 144
El rol de la política para el liberalismo
El liberalismo entiende que el poder del estado deben limitarse porque ahoga al
individuo y a la sociedad en sus aspectos mas ricos y provechosos, no solo desde el
punto de vista económico sino en todos aquellos aspectos que conforman la vida
social. Un estado que tenga posibilidades de invadir la esfera de lo social es
inconveniente simplemente porque no respeta los derechos individuales que
reclaman la potestad del hombre individual sobre sus bienes, sus intereses, su
moral, su manera de conseguir sus intereses, etc.
Entonces, lo que hace la idea liberal es destacar que el poder político debe ser
utilizado para respaldar los derechos de los hombres, deben articularse las
instituciones de manera de limitar el poder personal, esto es, establecer una red de
garantías para posibilitar el ejercicio de la libertad. Cuando habla de estado mínimo
no se refiere primordialmente a la cuestión del tamaño del Estado, es decir, al
número de funciones y tareas que asume y los recursos que utiliza, sino antes que
nada al principio institucional garantista que el estado debe adoptar.
Por eso, el Estado del liberalismo clásico se conoce como Estado Garantista o
Estado Constitucionalista, puesto que a partir de mantener el monopolio del poder
coactivo, establece mecanismos para controlar el uso del poder de parte del
gobernante y así proteger los derechos individuales.
Hemos iniciado este tema diciendo que los autores mas importantes de la ciencia
política contemporánea ponen el acento en la necesidad de diferenciar el liberalismo
político del liberalismo económico, puesto que, como dice Sartori, los fundadores
del pensamiento político eran anteriores al despliegue del capitalismo como tal y
principalmente, porque no estaban pensando en la acumulación de capital cuando
proclamaron la necesidad de proteger la libertad individual.
Es cierto que el liberalismo político señala a la propiedad como uno de los derechos
fundamentales del hombre, pero no está pensando en la propiedad como piedra de
acumulación de capital, es decir, como sustento de un sistema económico; está
pensando en la propiedad como herramienta para la libertad individual, en tanto
que, sino podemos ser propietarios, entonces estamos sujetos a la voluntad de
cualquier otro hombre mas poderoso que nosotros. Nuevamente tenemos que
pensar en el feudalismo, donde ser propietarios era una situación privilegiada e
inestable puesto que era resultado de una cesión especial otorgado por el rey, y por
lo tanto, dependía de la relación política que se estableciera con éste. Pero peor era
la situación de los no propietarios puesto que se encontraban plenamente a merced
del señor feudal que les tocara en turno, y entonces ni siquiera eran dueños de sus
vidas ni de sus familias.
Entonces, como dice Locke, la propiedad era la vida, la libertad y las posesiones y
en ese marco, el tratamiento especial que le otorga el liberalismo. Es cierto que
posteriormente los movimientos liberales fueron fervientes difusores del laissez
faire, del mercado y del capitalismo, pero en esencia, esas ideas no pertenecen al
cuerpo de las ideas del liberalismo político.
¿Se dan cuenta como todos los mecanismos institucionales tienen una razón de
ser? ¿Cómo se plasman todos los ideales y se hacen presentes los distintos pasajes
14
Sartori, op.cit. pag. 141
de la construcción ideológica? Como entiendo que la sociedad es individualista,
construyo al poder estatal al servicio de los requisitos de esas individualidades
mediante la limitación del poder, su división, el ejercicio del gobierno bajo el
imperio de la ley, etc; como entiendo que el hombre es capaz por si mismo de
defender sus intereses y alcanzar lo que ambiciona, y que el modelo de intercambio
capitalista permite alcanzar un equilibrio justo entre los diversos intereses de la
sociedad, debo aceptar las condiciones en las que se desarrolla este intercambio y
los resultados que obtiene; como entiendo que el mas fundamental de los derechos
naturales es la libertad, porque ésta le permite desplegar mejor sus capacidades
que si estuviera bajo la influencia o guía de cualquier autoridad, entonces considero
que las funciones de la política tienen que ver con asegurar las condiciones que
permitan al hombre vivir en libertad, mas que favorecer directamente que los
hombres ejerzan mejor sus derechos.
15
Sartori, op.cit. pag. 148
Liberalismo progresista (siglo XX)16
Por liberalismo progresista, social o radical aludimos a una versión del liberalismo
racionalista – ilustrada a la vez que predispuesta a la reforma social y política
profundas, haciendo de la justicia social uno de sus temas centrales. Esto significa
que, a partir de la confianza en la razón como instrumento que oriente la
organización de la sociedad, entiende que el individuo autónomo y racional es un
ideal que debe alcanzarse a partir de la construcción de una sociedad justa.
El individualismo progresista
Sin embargo, debe quedar claro que el liberalismo progresista es tan centralmente
individualista como el liberalismo clásico, pero considera que la reforma social y la
justicia social son instrumentos destinados a la universalización de la individualidad
16
Este apartado se realizó en base a Angel Rivero; “Liberalismo progresista” en
Ideologías y movimientos políticos contemporáneos. Joan Antón y Xavier Torrens,
Editorial Tecnos, Madrid, España, 2020
entendida como desarrollo pleno de las personas. El valor de la igualdad, que es la
guía de la reforma social, es aquí centralmente importante. Igualdad significa
igualdad de oportunidades para el desarrollo personal. La reforma social irá dirigida
a crear las condiciones que permitan a todo hombre (y a toda mujer a partir de J.
S. Mill) su desarrollo individual.
El individuo del liberalismo radical no es, por tanto, algo anterior a la construcción
de la sociedad sino algo que ha de ser logrado a través de distintos medios. Y es un
ideal porque el disfrute de los derechos prepolíticos abanderados por el liberalismo
clásico no está al alcance de la mayoría de la población debido a su situación de
penuria.
Es esta idea, la de que sin una cierta igualdad de condiciones no hay disfrute de
derechos, la que atravesará el liberalismo progresista desde entonces hasta hoy
mismo y caracterizan al pensamiento liberal en EEUU o al llamado liberalismo
moderno en el Reino Unido.
Este giro puede entenderse, en buena medida, como parte de lo que Karl Polanyi
denominó la reacción protectora de la sociedad frente a la desestructuración social
creada por el nacimiento del capitalismo: agricultura comercial, desarrollo de la
industrialización, desplazamiento de poblaciones, creación de guetos urbanos, etc.
Esto es, como una reacción auto-protectora de la sociedad frente a la gran
transformación inducida por el primer liberalismo y el capitalismo. En esta reacción,
el liberalismo progresista se acerca al diagnóstico del pensamiento conservador:
liberalismo y capitalismo producen daños que ponen en riesgo no sólo la vida de
miles de personas, sino la supervivencia misma de la sociedad. Por tanto, la
sociedad necesita generar mecanismos de protección que socorran a los individuos
sacrificados y que restauren la posibilidad de reproducción y pervivencia más o
menos armoniosa de la sociedad.
Pero los liberales progresistas no buscan el regreso a una situación previa que se
considera valiosa sino que son favorables a la modernización y buscan corregir de
forma positiva sus disfunciones. Por ello se dedicarán al diseño de instituciones que
provean a los individuos de la protección social de la que carecen, permitiendo que
el progreso no se realice a costa de los individuos. O lo que es más, que el progreso
sirva al desarrollo de los individuos.
Para el liberalismo clásico la sociedad justa es aquella a la que las relaciones entre
los individuos están sujetas a un intercambio justo. Esto es, la sociedad justa es
aquella que posee instituciones que permiten la libre interrelación de los individuos
propia de una sociedad liberal que se desarrolle justamente. El tipo de justicia que
corresponde a esta sociedad es la justicia conmutativa: “la que regula la igualdad
o proporción que debe haber entre las cosas, cuando se dan o cambian unas por
otras” (RAE).
Para algunos, el abandono del papel subordinado del Estado frente a los individuos
propio del liberalismo clásico, y la adopción de una posición activa en la
organización de la sociedad (defendida por el liberalismo progresista) significa lisa y
llanamente una traición a la concepción liberal de la libertad. Pero los liberales
progresistas afirman más bien lo contrario, que amabas cosas pueden reconciliarse
(la protección y la intervención social) y que, de hecho, sólo la intervención del
Estado puede hacer realidad la libertad liberal para la mayoría de los individuos.
EL MANIFIESTO COMUNISTA
17
De manera clara se atribuye buena parte del surgimiento del Estado de Bienestar a la expansión del
pensamiento y la organización comunista, entonces, se reforma el estado y las formas de actuación típicas
del liberalismo, pero sus principios básicos se mantienen y se previenen de la expansión del movimiento
comunista. Ampliaremos esto en otra unidad de la materia.
la relación entre las personas es, de acuerdo con Marx y Engels, la
estructura de clases.18
El Manifiesto es bastante crudo con esta visión y acusa al liberalismo de ser una
teoría un tanto ingenua porque cree que gracias a la inteligencia y la iniciativa
individual por sí solas, el mundo y las relaciones sociales marcharán
automáticamente hacia una situación de igualdad y de progreso constante. Es
ingenua porque deja de lado las relaciones de poder existentes entre los hombres y
las desigualdades sociales que imposibilitan el desarrollo de la mayoría convirtiendo
en fábula propagandística a la igualdad de derechos. Los derechos formales, dicen
Marx y Engels, son sólo eso, formales, porque en la práctica la vida económica
determina que los derechos sólo pueden ser ejercidos por unos pocos. El estado
reconoce que todos los hombres son libres e iguales, pero la realidad demuestra
que la mayoría de los hombres no son ni libres ni iguales, por lo que la libertad que
defienden los liberales protege la privilegiada libertad que tienen unos pocos. El
marxismo tiene carácter de denuncia de todas las facetas de la explotación del más
fuerte sobre el más débil.
La política es algo mas que una idea, un proyecto o una visión de la “naturaleza de
las cosas”; la política es la expresión de algo mas real: la economía, las relaciones
económicas que mantienen los hombres entre sí para satisfacer sus necesidades.
¿Qué relaciones políticas son establecidas por las relaciones económicas propias del
capitalismo? La dominación, puesto que el patrón explota al obrero, que se traduce
en la política como la dominación de una clase sobre otra utilizando al estado como
principal herramienta.
18
Held, op.cit. pag. 133
Como verán, estas pocas palabras nos están diciendo muchas cosas, por lo que
vamos a proceder a esquematizar un poco este comentario:
Visión del conflicto como relación social básica. Si el liberalismo tiene una
visión armónica de la sociedad porque entiende que aunque los intereses sean
diferentes se pone en práctica un mecanismo que lleva al acuerdo entre esos
intereses, el marxismo entiende que los intereses son tan dispares que no existe
ninguna posibilidad de acuerdo, de consenso, de interés común; no porque los
hombres sean tan tozudos o irracionales de encerrarnos en nuestro parecer sino
porque el interés de uno se contradice frontalmente con el interés de otro y hace
imposible cualquier acuerdo. Y además considera que este tipo de relación es la que
normalmente se establece entre los hombres, no como individuos, sino como
grupos que tienen condiciones sociales enfrentadas. De manera muy gráfica dice el
Manifiesto: la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de
la lucha de clases.
Pero además, los intereses de una clase se enfrentan a los intereses de la otra
clase, por lo tanto sus relaciones son de conflicto, de lucha, de dominación. Una
clase puede alcanzar sus intereses en la medida que avanza sobre los intereses de
la otra y se convierte en dominante. ¿Cuál es el interés del capitalista? La ganancia.
¿Cómo satisface su interés? Disminuyendo los costos de producción, entre los
cuales uno de los mas importantes es el costo laboral. ¿Cuál es el interés obrero?
Tener un salario más alto que le permita vivir mejor. ¿Se dan cuenta? No se trata
simplemente de que sean dos clases diferentes, se trata de dos clases enfrentadas,
con intereses contrapuestos, donde una domina a la otra y la dominada debe
sobrevivir hasta iniciar el avance que termine superando a su anterior clase
dominante. Así ha sido la historia de todos los tiempos. Sólo la lucha y el cruce de
intereses lleva a la próxima etapa. El marxismo plantea la relación de clases como
un juego de suma cero, donde lo que gana uno es exactamente igual a lo que
pierde la otra parte.
Con estas ideas preliminares veamos como las aplicamos al modo de producción
capitalista.
20
Para ampliar este punto en el unidad siguiente leeremos a Guillermo O’Donnell.
sobre la protección universal de los derechos de los ciudadanos, cuando en realidad
desconoce la situación y los derechos de los proletarios y son en la práctica,
derechos burgueses, necesidades e intereses de la clase dominante. Dice que el
estado es impersonal cuando en realidad es gobierno de una clase; dice que es
justo cuando sólo es justo con el capitalista; dice que es poder controlado y
limitado cuando el verdadero poder se encuentra en la economía y es ilimitado.
Empresario Obrero
El estado como modelador de relaciones. Pero en otros textos, Marx brinda una
visión un tanto diferente de la acción estatal al analizar como el aparato estatal, a
la vez que aparato de dominación, tiene el poder suficiente para realizar
transformaciones reales en la sociedad. ¿qué es lo que descubre aquí? Que los
movimientos y grupos políticos son tan dispares que deben confluir de alguna
manera en el aparato estatal. El estado no puede ser un simple brazo de la
burguesía, debe disimular esta circunstancia integrando a los diversos sectores. De
esta manera el poder del estado es mayor al que simplemente podría esperarse de
una estructura clasista.
Ahora bien, ¿quién debe llevar a cabo esta revolución? Marx y Engels afirman que
la clase obrera debe ser la que encare el proceso, no solo por su situación de clase
explotada, sino también porque ésta misma situación la deja al margen de
21
Held, op.cit., pag. 143
22
Held, op.cit, pag. 147
cualquier interés particular egoísta. La clase obrera es portadora de intereses
generales por la simple razón de que no tienen nada propio que defender. Esta
“capacidad emancipatoria” de los proletarios es la que conducirá hacia una nueva
sociedad, la sociedad comunista.
En este esquema nos interesa entender a la revolución como una estrategia política
más que como el objetivo final de la lucha. Una forma de acción: hay que cambiar
todo de cuajo, hay que producir un cambio dialéctico, un cambio de estructura.
Implica afirmar que la organización actual de la sociedad no tiene remedio, no hay
reformas posibles, no hay avances porque lo que genera el conflicto y la
desigualdad está en la base del sistema; entonces hay que cambiar el sistema.
Una cosa es pensar a la sociedad comunista como el final de una estrategia que
tiene a la revolución como mecanismo, que es como fue pensada por algún sector
de los seguidores del marxismo, y considerada por el momento en este comentario.
Otra cosa es pensarla como síntesis de los ideales políticos de la izquierda, única
manera que puede ser considerada actualmente, cuando la vía revolucionaria
parece haber sido desterrada de las probabilidades políticas tras el derrumbe de la
URSS:
24 ?
Held, op.cit. pag. 162
cualquier objetivo social, la acción política debe encaminarse a modificar todos
aquellos procesos que originan la diferencia, la explotación, que habilitan a una
clase a dominar a la otra. Eso es lo que significa la sociedad comunista, la
búsqueda de la igualdad.
EL DEBATE DE ENTREGUERRAS
Estos postulados iniciales, con todas las lagunas y contradicciones que contienen,
pero impulsados por la claridad de sus motivaciones y principios, dieron lugar a
distintas corrientes de pensamiento que, apoyadas en la acción política, debatieron
acerca de las estrategias que debían llevarse a cabo para alcanzar el objetivo de la
igualdad. En todas ellas era visible el mismo enemigo común: la propiedad privada,
el mercado capitalista, la explotación de la clase obrera; pero los cambios que
lentamente iba experimentando el estado hacían de éste el centro del debate. ¿El
estado era simplemente un instrumento de dominación de la burguesía o era un
aparato que podía alterar las condiciones sociales impuestas por el capitalismo?
A fines del siglo XIX, en Alemania con impulso propio y en Inglaterra en menor
medida, se dan una serie de reformas que producen beneficios directos para la
clase obrera; cuestiones como las leyes obreras, el reconocimiento de las 8 horas
de trabajo, la prohibición del trabajo infantil, las primeras expresiones de la
seguridad social, sumada a las reformas políticas que ampliaban la participación
efectiva como el reconocimiento de los sindicatos obreros y la lenta ampliación del
sufragio, obligaron a reflexionar sobre la concepción del estado que se tenia hasta
el momento.
25
J. C. Portantiero, pag. 25.
Engels entendía que la época de la insurrección se había agotado y el ascenso al
poder de la clase obrera se daría ocupando poco a poco los distintos enclaves en la
estructura de poder de la sociedad, antes que por la revolución y destrucción del
estado. De igual manera, Kautsky entendía que el desarrollo del capitalismo y la
presión de las masas organizadas modificaba la propia esencia del estado:
Pero con la revolución rusa de 1917 las aguas se dividen. De un lado tendremos al
grupo socialdemócrata, que se identifican con los postulados del Programa del
Gotha o II Internacional; del otro lado encontramos a los comunistas
revolucionarios y radicales encabezados por Lenin y agrupados en la III
Internacional o Comintern
La vía revolucionaria
26
Op. cit. pag. 25
íntegramente del Estado) podemos apoderarnos y ponerlo en marcha de un
solo golpe, con un solo decreto, pues el trabajo efectivo de contabilidad, de
control, de registro, de estadística y de cálculo corre aquí a cargo de
empleados, la mayoría de los cuales son por sus condiciones de vida
proletarios o semiproletarios.27”
Los escritos de Lenin hacen hincapié en los métodos revolucionarios y formulan una
estructura para el periodo inicial. La dictadura del proletariado será un instrumento
de la mayoría, un verdadero proceso democratizador, con sistemas representativos
diferentes a la burguesa representación parlamentaria. Los soviets o parlamentos
soviéticos se inspiran en procesos de democracia directa pero terminan confluyendo
en verdaderos parlamentos corporativos, con un poder decisorio débil y ahogados
por el poder del partido revolucionario. Pero en todo el esquema que formula no
queda nada claro cuáles son las condiciones que deben darse para superar la
primera etapa de la revolución y alcanzar la fase comunista.
27
Lenin, El estado y la revolución, citado en Portantiero, pag. 32
La vía democrática
Se los llamó reformistas, justamente por esta idea de que el estado liberal podía
ser reformado gradualmente hasta llegar a la sociedad socialista. La revolución
proletaria podía no ser una revolución violenta sino la lenta transformación del
estado desde adentro, es decir, formar un partido político, participar en elecciones
y al ganarlas establecer políticas que modifiquen la situación de la clase obrera.
Pero, si bien la democracia fue considerada en un principio como un medio para
llegar al socialismo, posteriormente la democracia pasó a formar parte del fin: la
socialdemocracia. En la práctica, se alejaron del objetivo socialista y hasta del
marxismo, para centrarse en conseguir mejoras en las condiciones de vida de los
trabajadores, dentro del capitalismo.
Pero las diferencias con el leninismo no son solamente de estrategia política, giran
también alrededor de la concepción del estado, la determinación económica de los
cambios sociales y el sentido de la revolución.
En ese marco, la lucha para instaurar una sociedad comunista es mucho mas
compleja y la revolución supone la transformación cultural de las masas y la toma
de posiciones pequeñas en el seno de la sociedad. Es un trabajo lento y continuado
que debe actuar en ámbitos muy dispares y no solamente en lo político.
Pero si traducimos estos aspectos en términos aún más teóricos lo que se está
debatiendo es la determinación de la estructura sobre la superestructura y estamos
introduciendo una opinión que parece corregir la visión clásica al plantear cierta
autonomía de las esferas. Los escritos de Marx de forma un tanto confusa y más
claramente los textos de Lenin, entienden que si la realidad de las clases sólo se
explica y se modifica por las relaciones de producción y el estado es un aparato de
la clase dominante, la acción sobre este estado no tiene sentido, hay que apuntar
desde el principio al modo de producción. En cambio, si se supone que a través de
la acción en la superestructura política se podrá mejorar la situación social, imponer
restricciones a la acción empresaria y lentamente modificar las relaciones de
explotación, es porque no todo está determinado de manera causal por la situación
en la estructura. Si yo supongo que la acción cultural y política impone reformas a
los códigos en los que se basa el capitalismo para actuar, estoy cambiando el
sentido de la acción.
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Portantiero op.cit. pag 26
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Hago alusión a una modalidad estatal vigente en gran parte del mundo desde 1930 hasta mediados de
los años 70 aproximadamente, y sobre la cual ampliaremos en la siguiente unidad.
Esquematicemos las ideas principales vistas hasta aquí
DERECHA IZQUIERDA
Estado mínimo El estado como protagonista del
LA VISIÓN cambio, instrumento de
SOBRE LO redistribución.
PÚBLICO Orden impersonal (imperio de la ley)
Escenario o campo de conflictos
Monopolio de la coacción legítima sociales.
en cuanto su poder deviene del Si el estado es una figura neutral,
poder de la comunidad. entonces puede ser una
Defensa de la libertad natural. herramienta para los fines sociales y
proletarios. En ese caso se coincide
con la democracia, los criterios
universalistas de las políticas,
políticas redistributivas y el control
del mercado.
En tanto el viejo liberalismo suponía más bien una acción que limitara el avance del
Estado sobre una vida civil libre que se suponía preexistente, reservando para esta
última una esfera de independencia, de lo que ahora se trataba era no sólo de
proteger la sociedad libre, sino de crearla o al menos de devolverle la vitalidad
perdida. Este último hecho colocaba a los ‘neoliberales’ en una posición no sólo
radicalmente nueva en relación a sus antecesores, sino también fundamentalmente
paradójica, consistente en el hecho de que, al mismo tiempo en que se proponían
reivindicar la libertad frente al creciente intervencionismo estatal, admitían implícita
o explícitamente que esa libertad no podría surgir ni sostenerse en forma natural,
sino que requería de una fuerte intervención o ingeniería social del Estado para ser
posible.
Las respuestas dadas a este dilema fueron diversas, y por eso sólo podemos
entender al neoliberalismo si reconocemos sus corrientes, puesto que es resultado
de una serie de aproximaciones sucesivas entre corrientes de pensamiento
aparentemente disímiles, que resultó en una convergencia de relativamente larga
duración.
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Este apartado se realizó en base a Igor Ahedo e Imanol Tellería; “Neoliberalismo” en
Ideologías y movimientos políticos contemporáneos. Joan Antón y Xavier Torrens,
Editorial Tecnos, Madrid, España, 2020
Consideraremos que la clave del neoliberalismo está en la forma en que sitúa lo
político a partir de dos pilares:
Ahora bien, estando de acuerdo todos los sectores de la necesidad de una actuación
liberal proactiva, las tres escuelas que conforman esta nebulosa inicial del
neoliberalismo se posicionan con diversos matices respecto de la dimensión social.
Así, los ordoliberales alemanes se acercan más a las posiciones de Lippmann, en
la medida en que van a plantear una serie de limitaciones a la competencia y la
ganancia. Esta postura, adaptativa, lleva a Röpke a buscar una “tercera vía”, no
entre socialismo y capitalismo, sino entre el Estado de bienestar y el capitalismo
salvaje. Sin embargo, la corriente austríaca liderada por Hayek y sobre todo, la
que a partir de los 70 del siglo xx se convierte en la referencia más popular de esta
“internacional neoliberal”, la de Milton Friedman, establecen limitaciones globales,
cuando no totales, a la dimensión social del Estado. Con el tiempo, esta postura
acaba radicalizándose hacia posiciones anarcocapitalistas, como las abanderadas
por David Friedman, quien rechaza cualquier tipo de legitimidad de las estructuras
estatales.
Con Mises se inicia la lógica que paulatinamente se convierte en dogma central del
pensamiento neoliberal: el individualismo metodológico y la primacía de lo micro
como eje de análisis de la realidad. Se inaugura de esta forma una lógica
metodológica que a través de herramientas de análisis micro, buscan presentar el
acercamiento a la realidad como “libre de valores”, en la que considera a la acción
humana como una maximización del bienestar individual. Con ello, la economía
permite entender como intercambios todas las interacciones de la “acción humana”.
Ahora bien, esta racionalidad y unilateralidad del análisis micro torna en absoluta
relatividad a la hora de comprender las acciones más allá de la interacción
individual. Así, la imposibilidad de discernir el sentido particular del bienestar en
cada persona, lleva a rechazar que el papel del economista sea lograr la mayor
satisfacción posible para todas las personas, ya que, como señala Mises, no existe
forma que permita medir el estado de satisfacción de varios individuos.
Pero, entiendo que este interés individual lleva a la armonía de los intereses de
todos los miembros de una sociedad de mercado, entiende que cualquier
intervención pública orientada a una “búsqueda del bienestar social”, además de
obstaculizar y perjudicar al mercado, resulta contraproducente.
Dos son los planos a través de los que se articula la concepción antropológica en el
líder de la escuela austríaca. Para Hayek el ser humano es un ser individualista,
siguiendo así la línea iniciada por Mises y continuada especialmente por la Escuela
de Chicago. Esta acción individual, es fundamento de la emergencia espontánea de
normas y tradiciones sociales, económicas, jurídicas, lingüísticas. Considera que el
accionar humano guía la evolución, que va a trascender lógicas tribales, para
alcanzar lo que denomina la “sociedad extendida” (más adelante reformulada como
“mundo libre”), cuyo principio regulador es el de las transacciones libres de
cualquier servidumbre y restricción; transacciones que configuran los principios
nucleares de la libertad. Así, la emergencia de la sociedad extendida y libre sería el
resultado del abandono de pautas instintivas y su sustitución por normas
impersonales de coordinación entre grupos cada vez más amplios. De esta forma,
el espacio de lo social se reduce al único nivel de supervivencia en clave evolutiva,
la familia, mientras se sientan las bases para una consideración impersonal del
resto de las relaciones humanas. Como se puede observar, este pensamiento
subyace a la afirmación popularizada en los años 80 por Margaret Thatcher, a quien
asesora Hayek, según la cual “la sociedad no existe, solo existen individuos y
familias”.
Así las cosas, se asume que la evolución es un proceso teleológico que se sostiene
en ciertas leyes sobre la condición humana y sobre la sociedad y la historia. La
principal de ellas es la del progreso: las sociedades tienden a progresar, es decir,
tienen una tendencia inmanente hacia formas superiores de adaptabilidad como
sucede en las especies animales. En paralelo, la segunda de las leyes que articulan
el pensamiento de Hayek es la de la tendencia hacia la autorregulación de los
órdenes autogenerados, especialmente del mercado; cuestión ésta que se convierte
en la piedra de toque de su pensamiento, al considerar cualquier intervención que
pervierta la libertad de intercambio es fundamento del totalitarismo.
En esta línea, se asume que los hombres son naturalmente desiguales (en una clara
conversión de la diversidad en desigualdad) y que las consecuencias particulares de
esta desigualdad (por ejemplo, la pobreza) no responden, en línea con lo apuntado,
a una dimensión estructural o social, sino que residen en la voluntad de cada
individuo para asumir su responsabilidad individual para con una libertad que,
insistimos, se asocia a la propiedad privada y los intercambios mercantiles. Se
sientan las bases argumentales para la conformación de un ethos que capilariza la
acción individual en nuestros tiempos.
Hayek entiende que no puede haber una responsabilidad social (ni menos justicia
social) ya que la moral y la responsabilidad son sólo individuales. Esta elaboración
discursiva se alimenta de una concepción de la libertad definida sólo en términos
negativos (como no interferencia): la única que permite el desarrollo de las
capacidades de adaptación de las sociedades y los individuos mejor dotados, pues
en la medida en que todos compiten entre sí, solo los mejores adaptados pueden
triunfar.
En coherencia con lo anterior se debe asumir que las desigualdades son resultado
esperable y deseable del elemento nuclear de lo humano, el ejercicio de la libertad
y la competencia entre individuos desiguales.
Pero esta existencia de formas de desigualdad entre los seres humanos no implica
que deban ser tratados de forma desigual por el Estado y las empresas. Al
contrario, es fundamental el reconocimiento de la igualdad ante la ley, la justicia y
el mercado. Lo que remite a la apuesta por un Estado mínimo, definido como
demarquía, que en el caso de Hayek asume un componente fuerte en lo que afecta
al establecimiento de garantías férreas para blindar los intercambios privados.
Así, define su utopía liberal como una forma especial de democracia limitada y
Estado de Derecho que no contempla la libertad como la posibilidad de satisfacer
cualquier tipo de deseo. La coerción del Estado en pos de respetar y hacer respetar
la libertad individual y salvaguardar la esfera privada, es legítima. Por el contrario,
es ilegítima la acción del Estado en pos de favorecer los intereses de corporaciones.
Esto lo lleva a afirmar que, para construir un Estado liberal, primero hay que
desmantelar la política, es decir, las medidas ilegítimas, aquellas que no se basen
en el principio de la universalidad y generalidad.
Como queda en evidencia, Hayek sostiene la primacía del ideal liberal por sobre el
ideal democrático, puesto que si tiene que elegir entre un gobierno autoritario, pero
liberal, o una forma democrática pero “totalitaria” como el Estado de Bienestar,
prefiere el modelo liberal. Entiende a la democracia como un método, pero no como
un fin.
El modelo ordoliberal
De ahí sigue la necesidad de una “constitución económica” que limite privilegios por
parte del gobierno, y que permita la construcción de una economía competitiva.
Así, se avanza en un proceso de economización de la vida, haciendo del mercado el
principio regulador del Estado.
Por su parte, Röpke, otro referente alemán, también busca una tercera posición que
se asienta en lo que denomina una “adaptación convergente”. A su juicio, era
necesario mantener una estructura social que no solo se asentara en la acción
individual, sino que se apoyara en el peso de las familias, pero también de las
comunidades para contrarrestar los efectos perturbadores del mercado, que sin
mínimos controles podría derivar en la atomización, la anomia y la justificación del
intervencionismo. Por eso, en la línea de Rustow, considera que el liberalismo
debería contemplar una dimensión social.
La Escuela de Chicago articula todo un aparato analítico que se sostiene sobre una
concepción antropológica de la naturaleza humana compartida con el resto de las
familias neoliberales, asentada en la aceptación del interés como base de todas las
acciones. Sin embargo, Friedman y sus sucesores vinculan el interés con la
racionalidad y la intencionalidad, en la medida en que asumen la existencia de una
lógica subyacente a las acciones, sobre la base de un cálculo de costos y beneficios.
En este sentido, continúan los postulados de Mises asentados en el interés, pero
añadiendo un elemento que éste y Hayek rechazaban: la racionalidad. La
consideración de la racionalidad en términos de costos y beneficios como el
elemento subyacente de la acción humana se utiliza para refutar los efectos
beneficiosos de las políticas keynesianas, al argumentar que son nefastas para la
economía en el corto y en el largo plazo.
Esta cuestión remite a otro de los elementos clave: el papel del Estado. La Escuela
de Chicago sigue manteniendo, como el resto de los neoliberales, una concepción
proactiva de la política. Sin embargo, va a verse fuertemente condicionada por los
presupuestos metodológicos asentados en la racionalidad intencional. Así, superada
la fase dura de desmantelamiento del Estado de Bienestar, se asume que el marco
político y jurídico no puede sustraerse de regulaciones racionales, con lo que se
explora la orientación de la Public choice theory.
La “tercera vía” dice basarse en las experiencias de Bill Clinton en Estados Unidos y
Tony Blair en Inglaterra, justamente los países que vivieron mas de cerca las
políticas neoliberales. Responde de alguna manera al movimiento que señala el “fin
de las ideologías” tratando de sentar una posición clara que la diferencie tanto del
“viejo socialismo” como de las posturas neoliberales, supuestamente las únicas
válidas después del fracaso de la URSS. Hay quienes señalan que esta postura en
realidad se acerca tanto al centro que pierde su identidad de izquierda, pero lo que
dice Anthony Giddens (el reconocido mentor intelectual de la tercera vía) es que
sigue siendo de izquierda porque defiende los mismos principios: la justicia social,
la solidaridad y la equidad. Lo que hace es reconocer que el mundo ha cambiado
desde principios del siglo y por lo tanto hay que revisar los postulados porque
algunos ya no son los adecuados para acercarse a los objetivos y otras estrategias
han demostrado estar equivocadas.
Hoy el mundo está totalmente globalizado, la industria se guía por los adelantos
tecnológicos al igual que nuestra vida cotidiana, la economía marcha al compás del
comercio internacional y los movimientos financieros. Las sociedades han
31
Giddens, La Tercera vía y sus críticos, pag. 38 y 39
cambiado, las culturas, el mundo del trabajo, el trabajo independiente y
profesional, la conformación de las familias, etc., modifican nuestra forma de
analizar al mundo y por lo tanto las propuestas políticas no pueden ser las mismas.
¿Qué es lo que hay que rever desde el punto de vista de la tercera vía?
La idea sobre el mercado. Dice desafiante Anthony Giddens que “los mercados
no siempre aumentan la desigualdad, sino que pueden, en ocasiones, ser la manera
de acabar con ella.” Esto es un gran cambio para la izquierda puesto que, como
hemos visto, el mercado y las relaciones capitalistas que giran alrededor de él son
el origen y el mecanismo que reproduce las desigualdades sociales. Ahora la tercera
vía acepta al mercado y hasta le reconoce resultados beneficiosos:
La idea sobre el estado de bienestar. La tercera vía recoge parte de las críticas
liberales al estado de bienestar porque reconoce la necesidad de acotarlo no solo
por razones fiscales sino también políticas. La fuerte injerencia del estado en los
asuntos de la sociedad civil perjudica los objetivos socialistas.
32
Giddens, op.cit., pag 45
La reforma de los sistemas de bienestar es necesaria por tres razones:
Se trata de asumir los desafíos del mundo actual y restablecer el equilibrio perdido
entre estado – mercado – sociedad civil.
33
op.cit. pag. 61
La izquierda tradicional o La nueva izquierda o tercera vía
socialdemocracia