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ANATOMÍA DE LA RODILLA-RAE 0
Los 206 huesos del cuerpo humano proporcionan el armazón estructural, y su función
principal es brindar la protección necesaria para los órganos internos y facilitar los
movimientos del cuerpo (locomoción). Sin embargo, para que la locomoción sea posible, es
importante que esos huesos sean capaces de articularse unos con otros. En contraste, la
protección de los componentes viscerales se alcanza con la inmovilidad de los huesos
adyacentes.
Por consiguiente, el punto donde dos huesos se unen entre sí (con o sin capacidad de
moverse) se denomina articulación. Ahora bien, el sistema articular se clasifica según el
rango de movimiento que presentan y por el tipo de tejido que mantiene a los huesos vecinos
juntos.
CLASIFICACIÓN ESTRUCTURAL
Los Meniscos (del griego μηνίσκος [menískos], ‘lunita’) son fibrocartílagos en forma
de semiluna que rellenan los espacios comprendidos entre superficies articulares del
cuerpo, y poseen la función de estabilizar la articulación y servir de “tope” para
los movimientos exagerados de la misma; además absorben el impacto de choque
entre las superficies articulares, aumentando la superficie de contacto.
ARTICULACIÓN DE LA RODILLA
La articulación de la rodilla es una articulación sinovial que conecta tres huesos; el fémur, la
tibia y la patela. Esta compuesta por dos articulaciones; la articulación tibiofemoral y la
articulación patelofemoral. La articulación tibiofemoral como su nombre lo indica es la unión
entre la tibia y el fémur, mientras que la articulación patelofemoral es la unión entre la patela
y el fémur.
La articulación de la rodilla es la articulación más grande y probablemente la que es sometida
a mayor estrés en el cuerpo humano. La disposición de los huesos en esta articulación
proporciona un punto de apoyo que permite que las funciones de los músculos flexores y
extensores de la rodilla sean desarrolladas. La distribución de los ligamentos extracapsulares
e intracapsulares, así como las extensiones de músculos que cruzan la articulación,
proporcionan la estabilidad tan necesaria que contrarresta el considerable estrés biomecánico
que se ejerce sobre la articulación. Debido a que esta articulación es de tipo bicondíleo,
permite principalmente movimientos a lo largo de un eje en términos de flexión y extensión
en el plano sagital.
Los cóndilos lateral y medial son dos proyecciones óseas ubicadas en el extremo
distal del fémur, que tiene una superficie convexa lisa, y están separados
posteriormente por un surco profundo conocido como fosa intercondílea. El cóndilo
medial es más grande, más estrecho y proyectado más lejos que su contraparte lateral,
lo que explica el ángulo entre el fémur y la tibia. Las caras exteriores rugosas de los
cóndilos medial y lateral son definidas como epicóndilos medial y lateral,
respectivamente. A lo largo del aspecto posterior del fémur distal, existen elevaciones
rugosas sobre los epicóndilos medial y lateral conocidas como líneas supracondíleas
medial y lateral.
La carilla articular superior de la tibia está compuesta por dos superficies superiores
ligeramente cóncavas de los cóndilos ubicados en el extremo proximal de la tibia, y
están separadas por una protuberancia ósea conocida como la eminencia
intercondílea. La carilla articular medial de la tibia tiene una forma algo ovalada a lo
largo de su eje anteroposterior, mientras que la lateral es de forma más circular.
La patela es un hueso de forma triangular, con una base proximal curva y un vértice
distal puntiagudo. Su carilla articular es definida por las superficies articulares
cóncavas medial y lateral cubiertas con una capa gruesa de cartílago hialino y
separadas por una cresta vertical. Medial a la superficie medial se encuentra una
tercera superficie pequeña, que carece de cartílago hialino.
LIGAMENTOS
Los ligamentos de la articulación de la rodilla pueden ser divididos en dos grupos: los
ligamentos extracapsulares y los ligamentos intracapsulares. Estos ligamentos conectan el
fémur y la tibia, manteniéndolos en su lugar, proporcionando estabilidad y previniendo
luxaciones.
INERVACIÓN E IRRIGACIÓN
La articulación de la rodilla recibe su inervación por parte del nervio femoral, a través del
nervio safeno y los ramos musculares. La articulación también recibe contribuciones de los
nervios tibial y fibular (peroneo) común y la división posterior del nervio obturador.
Sin embargo, en los últimos años, un estudio realizado por Sabalbal et al. rechazó la
representación tradicional de libros de texto de la red articular de la rodilla descrita
anteriormente. Durante su estudio de diez extremidades inferiores de cadáveres, encontró que
"No existían comunicaciones directas sólidas entre las ramas de las arterias femoral y
poplítea", y que la vascularización de esta región estaba sujeta a una variación
interindividual.
REFERENCIAS