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Esta es una traducción hecha por fans y para

fans. El grupo de The Man Of Stars realiza este


trabajo sin ánimo de lucro y para dar a conocer
estas historias y a sus autores en habla hispana.
Si llegaran a editar a esta autora al idioma
español, por favor apoyarla adquiriendo su
obra. Esperamos que disfruten de la lectura.
CONTENIDO
Sipnosis ............................................................................................................................ 4
Capítulo 1 .......................................................................................................................... 5
Capítulo 2 ........................................................................................................................ 10
Capítulo 3 ........................................................................................................................ 15
Capítulo 4 ....................................................................................................................... 20
Capítulo 5 ........................................................................................................................34
Capítulo 6 ....................................................................................................................... 45
Capítulo 7 ........................................................................................................................ 52
Capítulo 8 ....................................................................................................................... 58
Capítulo 9 ........................................................................................................................ 71
Capítulo 10 ...................................................................................................................... 82
Capítulo 11 .......................................................................................................................89
Capítulo 12 ...................................................................................................................... 94
Capítulo 13 ......................................................................................................................101
Capítulo 14 ......................................................................................................................112
Capítulo 15 ......................................................................................................................118
Capítulo 16 ......................................................................................................................131
Capítulo 17 ..................................................................................................................... 133
Capítulo 18 .....................................................................................................................142
Capítulo 19 .....................................................................................................................150
Capítulo 20 .................................................................................................................... 153
Capítulo 21 .....................................................................................................................166
Capítulo 22 .................................................................................................................... 176
Capítulo 23 .................................................................................................................... 180
Capítulo 24 .................................................................................................................... 193
Capítulo 25 .................................................................................................................... 198
Capítulo 26 ................................................................................................................... 209
Capítulo 27 ....................................................................................................................220
Capítulo 28 ....................................................................................................................228
Capítulo 29 ....................................................................................................................234
Epílogo ..........................................................................................................................246
Sipnosis

Abigail Danner es la víctima que nunca olvidó el Dr. Quentin


Bremmer. Cautiva y abusada durante años por un monstruo,
finalmente es liberada en un encuentro casual con Quentin.
Pero luego desaparece...
Aunque está fuera de la vista, Quentin no puede quitársela de la
cabeza, y no lo hará hasta que la encuentre. Meses después la halla
sentada en la celda de una cárcel, y finalmente Quentin tiene la
oportunidad de ayudar a la hermosa y asustada mujer que había
conocido.
Pero el cautiverio tiene un precio...
La joven víctima asustada se ha convertido en una luchadora hiper
vigilante que parece que no puede bajar la guardia o dejar de ser
arrestada por un cargo de asalto tras otro. Y su cargo más reciente
promete descarrilar aún más su futuro.
Su vida está fuera de control…
Pero Quentin es incapaz de alejarse de ella, debe enfrentarse con la
bella mujer de fuego cuya desconfianza en los hombres promete ser
un desafío. También sus antecedentes penales son un problema,
otro es su necesidad irracional de defenderse de cualquier cosa que
perciba como una amenaza, pero hay cosas peores que acechan en
su futuro.
Realmente es la mujer más desafortunada del mundo...
¿Puede Quentin ganarse su confianza a tiempo para ayudarla a
superar sus obstáculos y finalmente encontrar la vida que siempre
tuvo la intención de tener, o la meta simplemente está demasiado
alta?
Capítulo 1

Hace siete meses.

Asfixiante locura. Tanta que Abigail pensó que algún día él podría
matarla. Pero nunca lo hizo, ni siquiera cuando quería. Por lo general,
deseaba que lo hiciera. Era tortuoso, nada amable, con frecuencia
cruel, siempre enojado y sádico como la mierda que podía ser.
Empujó como si su boca no fuera más que un agujero húmedo hecho
de goma flexible e indulgente. No le importaba mucho que la parte
posterior de su garganta fuera un callejón sin salida que la haría
vomitar si empujaba demasiado, y había vomitado más de una vez
como resultado.
Ya no podía recordar los días de la semana. Demonios, apenas podía
recordar su propia vida. Estaba segura de haber tenido una... una
vez, pero parecía lejana, borrosa, distante. Era como si conociera esa
vida, pero no le perteneciera. ¿No había una vez estado en la
universidad? ¿No tenía también amigos? Abby podría jurar que
incluso había sido popular, querida, inteligente, incluso en la Lista de
Dean1. Ahora, ella simplemente estaba... viva... sí pudieras llamarlo
así. ¿Pero por cuánto tiempo?
La habitación en la que el hombre la tenía estaba limpia, austera,
estéril, y la odiaba. Era todo lo que veía. No había nada más allá de la
habitación... excepto, por supuesto, su habitación. La odiaba incluso
más que la suya. Sin embargo, no había nada que hacer al respecto.
Él era diferente. Era muy diferente. Casi podía sentir que su mente se
desmoronaba cuando la miraba. No siempre, pero cuando sostenía
su mirada, su mente se nublaba. Le tomó mucho tiempo ver el
patrón, pero lo descubrió. Y cuando su mente se quedó en blanco,
perdió por completo, esa comprensión de lo que había averiguado, y
si la comprensión se hubiera perdido de forma permanente, estaba
segura de que fácilmente para siempre se habría quedado en la
1
Dean's List = La Lista de Dean: Se denomina así a la relación honorífica de alumnos que se hace en muchas universidades
estadounidenses al final de cada año académico o al final de la carrera. En español sería: Lista de Honor (es), Lista del Decano,
Cuadro de Honor.
oscuridad. Pero no hubo permanencia en ello. Era sádico después de
todo, y uno de sus tormentos favoritos era hacer que lo olvidara,
solo para aparecer fingiendo que la rescataba de la habitación en la
que estaba retenida. Eso duró solo mientras decidió jugar con sus
puntos sensibles antes de violarla y liberar sus recuerdos de él, todo
al mismo tiempo. Pero así fue como funcionó; con la misma facilidad
con la que podía hacer que su mente se volviera borrosa cuando la
miraba, podía hacer con la misma facilidad que se aclarara de nuevo.
Y fue entonces cuando vio lo que le estaba haciendo a su cerebro.
Fue entonces cuando se dio cuenta, que perdería una vez más el
entendimiento cuando él decidiera tomar de nuevo su mente.
Casi podía encontrar a su verdadero yo cuando él liberaba sus
recuerdos, pero después de un tiempo incluso su verdadero yo
comenzó a desvanecerse, y cada vez que le devolvía la mente,
faltaba un poco más. Odiaba al hombre. Se imaginaba a veces
matándolo. Se imaginaba mordiéndolo cuando se lo metía en la
boca, arrancándolo de su cuerpo, pero había visto lo que sucedió
cuando una de las mujeres lo desafió, y no quería volver a verlo, y
mucho menos estar en el extremo receptor de esos dientes.
No era humano, eso era seguro. Se parecía más a un animal, pero
con una crueldad que nunca verías en uno. Cuando salió de su
habitación esa noche, la dejó allí. Dijo algo sobre un "regalo". Eso no
podría ser algo bueno. Había dejado la puerta abierta, sabiendo muy
bien que no tenía que preocuparse de que se fuera, no con sus
hombres vigilando la puerta. También había tenido que tolerarlos, y
eran casi tan malos como él. Pero entonces hubo una conmoción.
Desde su lugar en su habitación todo lo que escuchaba eran los
sonidos, y no podía decir qué estaba pasando. Él había despejado su
mente cuando la había sacado de su habitación, y en su claridad,
supo que era hora de correr. Corre rápido, corre duro. Le gustaba
correr, ¿no?
Mientras los hombres que custodiaban la puerta salían corriendo
por el pasillo hacia el ruido, Agarró el vestido arrugado tirado en el
suelo, y sin darse tiempo para reconsiderarlo, comenzó a avanzar. Se
concentró en sus pies, se concentró en mover las piernas una tras
otra, y se concentró en desconectar su cerebro que chillaba de
miedo y pánico como una maldita perra. Se sintió como si un
fantasma se acercara sigilosamente detrás suyo. Esperó a que una
mano le sujetara el hombro y la llevara de vuelta al infierno detrás de
ella, pero siguió impulsando los pies hacia adelante... hasta que
chocó con un hombre.
—Desacelera —La sujetó cuando chocó contra él después de doblar
una esquina, y los gritos en su cabeza brotaron de su boca. La agarró
por los hombros y la sacudió suavemente— ¡Guau! Cálmate, mujer.
Estás segura —Su voz la abandonó cuando se centró en su rostro.
Era uno de ellos. Podía decirlo por su piel pálida y perfecta, su
extraño semblante frío y tranquilo, y las puntas de sus colmillos eran
visibles entre sus labios ligeramente separados. Esos dientes solo
eran visibles cuando se disponían a violarla. Era peligroso. Debía
serlo—. Tienes que calmarte. Soy Quentin; vas a estar bien —Fue la
primera vez que miró hacia abajo y se dio cuenta de que todavía
estaba desnuda, y cuando sus ojos se posaron en su cuerpo, los de él
también lo hicieron.
Apretó la mandíbula, pero sus ojos volvieron rápidamente a los de
suyo.
—Estás a salvo, pero necesito que mantengas la calma. Ahora dime
tu nombre.
—Abigail —Apenas podía oír su propia voz.
Sonó un disparo. Estaba cerca, y en el momento en que lo
escucharon, sus ojos recorrieron el pasillo. Volvió a mirarla,
contemplándola, decidiendo. Finalmente, sacudiendo la cabeza,
soltó sus hombros
—Olvídame —Su cerebro se sentía borroso de nuevo, pero no se
perdió a sí misma, ¿o sí?
Estaba parada como una estatua en el pasillo, confundida de por
qué diablos había dejado de correr. ¿Por qué diablos había dejado de
correr?
Resopló profundamente mientras se colocaba el vestido por la
cabeza y salía corriendo por el pasillo. Habían pasado meses, o años,
desde que había llegado a este edificio, y encontrar la salida era un
desafío. Pero era rápida, y cuando salió disparada por la puerta de
entrada a la fresca noche más allá, comenzó a llorar mientras corría.
Corrió y corrió, sin mirar nunca hacia atrás, siempre mirando hacia
adelante. Perdió la noción de la distancia, pero era significativa, y
cuando sus pulmones comenzaron a arder, finalmente se detuvo
para recuperar el aliento y el frío de la noche la golpeó. Había
pensado que era verano... pero luego nada de lo que pensaba
parecía estar bien. Esto definitivamente no era verano.
En el momento en que recobró el aliento, avanzó de nuevo, y
cuando se detuvo, era simplemente porque estaba demasiado
cansada para moverse más lejos. Se hundió contra el costado de un
edificio, dejando que su espalda se deslizara por la pared, raspando
la piel a medida que avanzaba. No estaba vestida para el clima.
Estaba desnuda bajo el vestido de raso con su ceñido ajuste y finos
tirantes, sus pies estaban descalzos, y el frío se había hundido hasta
el centro de su cuerpo. Pero su mente se estaba desvaneciendo. No
estaba borrosa como él había hecho, solo estaba cansada. Se
preguntó si era hipotermia. Lo más probable, pero la dejó
demasiado cansada para pelear, y no quería pelear. Si iba a morir,
esta era una buena manera de hacerlo. Preferiría una muerte como
está a una muerte a manos de él cualquier día.
Una mano tocó su piel. Hacía calor en comparación con la
temperatura gélida de la suya, pero cuando se dio la vuelta y vio que
el hombre le sonreía, entró en pánico, se enfureció y golpeó. Chilló a
todo pulmón mientras se lanzaba hacia la cara del hombre. En
verdad, apenas se tomó el tiempo para ver qué aspecto tenía. Solo
se movía, saltaba, luchaba, se defendía por primera vez en... ¿mucho
tiempo? Golpeó, abofeteó, arañó, luchó… trató de matar.
Pero era fuerte, y cuando la empujó contra la pared, fue para
ponerle las esposas en las muñecas. Él jadeó mientras apretaba las
ataduras, y ella estaba llorando. Todo estaba sucediendo de nuevo.
La estaban tomando de nuevo. Uno de sus hombres la había
encontrado. Era como cuando la sacaron de la calle y la metieron en
un coche hace tanto tiempo. Cuando este hombre la empujó hacia el
asiento trasero del auto, se preparó para el dolor. Siempre hubo
dolor. No sabía de qué tipo sería, o cómo se infligiría, pero le dolería
y la dejaría deseando la muerte.
Pero no pasó nada, y cuando finalmente reunió el coraje para abrir
los ojos y ver al monstruo con el que había estado luchando, bajó la
cabeza.
—Señorita, está bajo arresto.
Mierda. Pero no estaba segura de que le importara. Era libre.
Finalmente, libre de Mason.
Capítulo 2

Ahora.

—La encontramos, Bremmer —Miró hacia arriba para ver a Brit y


Ember de pie frente a él, pero fue Brit quien habló. Estaba
sosteniendo un pedazo de papel—. Aparentemente ha estado
entrando y saliendo del sistema regularmente desde que te
encontraste hace medio año con ella. Luchando desde entonces
para mantenerse fuera de problemas. Ha estado sentada durante
unos días en la cárcel del condado por otro cargo de asalto;
aparentemente no puede encontrar a nadie que pague la fianza por
ella. Para una chica con un historial impecablemente limpio hasta
hace siete meses, se ha convertido en toda una fiera.
—No me sorprende —murmuró mientras dejaba caer el libro que
estaba leyendo en el sofá y se levantaba. Cuando tomó el papel de
Brit, ella estaba allí. Era una foto policial, y aunque su cabello era un
desastre largo, fibroso y rubio, todavía era cautivadora— ¿Puedes
hacerme entrar para verla? —Miró a Brit mientras hablaba.
—Por supuesto. Pero no está cooperando y se niega a decir mucho
de nada.
Se encogió de hombros.
—Tal vez el dinero de la fianza haga que su boca se mueva.
Brit sonrió.
—Quizás.
Cuando Brit se fue, Ember se quedó atrás.
—Entonces, esta es la primera vez que veo una foto de ella. No
mencionaste lo hermosa que es esta chica.
Levantó la vista de la imagen que una vez más había llamado su
atención
—¿Y asumes que esa es mi razón para querer ayudarla? —Ember
sonreía, pero no dijo nada y esperó a que continuara—. No estoy
tratando de levantar una mujer.
—Ya veo. ¿Y cómo crees que afectará esto a tu celibato? Quiero
decir, ella es hermosa.
Debería haber sabido que esto se le ocurriría a ella.
—No espero que lo afecte de ninguna manera. No se trata de eso.
— ¿Estás seguro?
—Tomó meses descubrir quién era ella y más tiempo descubrir
quién había sido antes de su tiempo con Mason. Era una estudiante
universitaria, Em, 4.0 GPA2, en la Lista Dean, una joven normal
americana. La noche que te rescatamos de Mason y me encontré
con ella, la arrestaron por agredir a un oficial de policía. Y luego ella
simplemente se fue. No soy tan ingenuo como para pensar que me
agradecerá por volver a presentarme ante ella, pero merece si
alguien lo hace una oportunidad de ser feliz, y obviamente en este
momento está luchando por creer eso dado su nuevo estilo de vida
criminal. Suena como una espiral hacia el olvido si alguna vez he oído
hablar de una. No es que no se haya ganado su locura. ¿Qué hay de
malo en tratar de ayudarla?
—Nada en absoluto, y estoy de acuerdo. La ayudaré si puedo con
sus necesidades emocionales de cualquier manera. Conozco a un par
de consejeros que se han ocupado extensamente de PTSD3 y trauma,
y estoy feliz de darle algunas referencias. Como tu amiga, no
deberías manejar personalmente sus necesidades psicológicas, pero
me aseguraré de que conozcas a las mejores personas en Boston
para sus problemas específicos. Pero... tengo curiosidad por tu
interés en ella. Eso es todo.
Se encogió de hombros. No estaba seguro de poder responder a esa
pregunta.
Quentin había sido amigo de Ember desde su propia transición hace
casi siete meses cuando casi muere, y él le había salvado la vida.
Sabía que tendría su apoyo, pero con Ember siempre habría
preguntas. Ember estaba tan cerca de Quentin como cualquiera, y lo
conocía bien. Quería entender exactamente cuál era su ángulo. Por
2
GPA (Grade Point Average = Promedio de Calificaciones): Es un término utilizado para asignar un valor numérico a las
calificaciones acumuladas por un estudiante en el sistema estadounidense.
3
Posttraumatic Stress Disorder - PTSD: Español; Trastorno de Estrés Postraumático y sus siglas (TEPT)
supuesto, era psicóloga, y su necesidad de entender venía con su
área de conocimiento. Pero también confiaba en que Ember al ver a
alguien darse por vencido al perder el control no era algo que
estuviera dispuesta a aceptar. Y, francamente, independientemente
de los problemas emocionales que impulsaran a Abigail a esta fase
de su vida autodestructiva, Ember sería quien más lo entendería.
—Sé que te gustan los desafíos, Quentin, pero esto es complicado.
¿Estás realmente preparado para esto?
—Ya veremos —Sus ojos regresaron a la foto de referencia. Era
bastante deslumbrante, sin duda la razón por la que Mason la eligió
para ser una de sus putas, más bien como una esclava sexual. Su piel
era pálida pero todavía rosada y llena de vida. Sus labios eran
naturalmente carnosos y sus ojos eran azules. Su cabello era rubio,
largo y despeinado, aunque recordaba que estaba sano y sedoso la
última vez que la había visto. Era demasiado delgada, pero supuso
que últimamente comer no había sido una de sus prioridades. No
tenía idea de si estaba listo para esto, pero se vio obligado a
intentarlo.
Ember aún lo observaba con curiosidad, pero no podía apartar los
ojos de la foto de Abigail. Fue fácil tomar la decisión de intentar
ayudarla. Pero el resultado, la parte de "continuación" de esta
historia, lo tenía más nervioso de lo que jamás recordaba haber
estado.
Quentin tenía la personalidad adecuada para dedicarse a la medicina.
Había estudiado hasta el último aspecto y especialidad que pudo.
Había pasado años en un quirófano y otros tantos en la sala de
emergencias. Sabía cómo mantener la calma y la compostura
cuando otros entraban en pánico. Sabía cómo pensar a través del
caos y comprendía la importancia de apagar la emoción cuando era
necesario. Disfrutaba de un desafío por encima de todo, pero esto
definitivamente lo sacaría de su elemento. Iba a involucrarse en la
vida de esta mujer, le gustara o no, la joven asustada que lo había
embestido en el pasillo del edificio de la familia de Truman siete
meses atrás. Parecía un animal asustado, enloquecido cuando la
conoció, y él se había quedado con ganas de encontrarla, de
ayudarla. Simplemente no estaba dispuesto a ver su vida destruida
por el mismo loco que casi destruyó también la vida de Ember.
La voz de Ember interrumpió el silencio mientras continuaba
estudiando la foto de Abigail.
—Tal vez seas el próximo en enamorarte de una mujer mortal.
Parece ser un hábito de ustedes, concejales.
Miró a Ember solo para verla sonreír de nuevo. Se encogió ante su
comentario. Parecía un hábito después de que su propio esposo se
hubia enamorado de ella cuando aún era una mortal. Angus, el jefe
del consejo de vampiros, hizo lo mismo poco después cuando se
enamoró de la detective de homicidios, Brit. Ahora estaban
comprometidos, y bueno, aquí estaba la foto policial de otro mortal
en sus manos. ¿Pero enamorarse? No era probable.
—Em, fue utilizada como esclava sexual durante dos años, violada y
atormentada, y Dios sabe qué más. Estoy bastante seguro de que no
necesita un hombre.
Ember lo observó, lo estudió durante algún tiempo antes de
responder.
—No puedes tomar esa decisión por ella. Fui victimizada cuando era
una niña y tuvo un efecto duradero en mí, pero no cambió mis
sentimientos por Truman. Él era el indicado para mí. ¿De verdad
crees que no tengo por qué estar en una relación porque fui víctima
de un hombre una vez?
Mierda. Obviamente ella era sensible sobre este tema. Su expresión
era desafiante. Ciertamente no apreció su comentario de ninguna
manera.
—Por supuesto que no. Eso no es lo que estaba diciendo en lo más
mínimo. Simplemente no es ningún tipo de factor para mí.
Ella sonrió. Aparentemente fue perdonado.
—Estas cosas tienden a suceder por sí solas, lo busques o no.
Pregúntale a Brit y Angus. Ninguno de ellos se habría considerado a
sí mismo como una persona de relación. Pero su relación es tan
fuerte como la de Truman y la mía.
La miró por un momento, sin decir nada. Por supuesto, otra vez
tenía razón. La relación de Angus y Brit había comenzado difícil por
decir lo menos. De hecho, probablemente era seguro decir que
ambos al principio no hicieron nada más que irritarse
constantemente. Angus trató de distraer la investigación de Brit
sobre un asesino que resultó ser un vampiro rebelde, y Brit se
esforzó por poner a Angus en su lugar y mantener el control de su
investigación, una hazaña difícil con Angus causándole problemas.
—Simplemente no es el punto, la intención, la expectativa o de otra
manera. Eso es todo lo que estoy diciendo.
—Lo entiendo, y puedo verlo. Sólo digo que es encantadora, en
realidad impresionante. Y tú le darás algo más que hacer que tratar
contigo.
Ambos asintieron y no había nada más que decir.
Cuando Ember se fue, estuvo solo para mirar la foto de Abigail. Esto
podría reventar como un globo de plomo, y sin duda hasta el
momento prometía ser el desafío más interesante de su vida. Pero
amaba los desafíos.
Capítulo 3

—¿Quién eres tú? Ya me asignaron un abogado, y si estás aquí para


tratar de convencerme de que te contrate, te aseguro que no puedo
pagarte —Parecía una perra, pero dada la expresión tranquila, si no
fría, en el rostro del hombre, no estaba funcionando. Realmente no
podía permitírselo, y ¿por qué debería intentarlo de todos modos? La
encerrarían por un tiempo, ella volvería a salir y eventualmente,
aunque no era su intención, lo haría todo de nuevo. Nadie entendía
cuando les dijo que “simplemente sucedió”. Pero era la verdad.
Acaba de suceder. Algo pasó. Algo se rompió. Un hombre dijo algo,
hizo algo, la miró de alguna manera y… simplemente sucedió.
—No soy abogado, aunque ciertamente si tienes más o menos
esperanzas en este caso necesitas uno mejor que un defensor
público —Sus ojos la estudiaron. Observó cómo viajaban desde sus
ojos hasta su cabello, siguiendo hasta las puntas irregulares debajo
de sus senos. Podía sentir sus mejillas sonrojarse. Sabía que se veía
como el infierno, y este hombre, parecía todo lo contrario.
—Bueno, tal vez soy culpable y merezco lo que sea —Cuando sus
ojos regresaron a los suyos por su comentario, le dio una pequeña
sonrisa. Sin embargo, no era una sonrisa feliz, más bien triste, y
luego su mirada se deslizó hasta sus labios. Los lamió en un esfuerzo
por devolverle la vida a la piel seca y agrietada, y frunció el ceño
ligeramente cuando lo hizo.
—Sin duda eres culpable… lo que te mereces… es algo que
podemos discutir en otro momento —Y sus ojos estaban de vuelta
en los suyos. Era guapo. Cabello rubio arena o castaño claro. Pero
estaba pálido. Odiaba a la gente pálida, en particular a los hombres
pálidos, aunque tratar de explicárselo a cualquiera de los muchos
trabajadores sociales a los que la enviaban era inútil. ¿Cómo le
explicas a la gente normal que algunos humanos son más animales
que humanos? Había pocas esperanzas de que lo entendieran, y
después de mencionárselo a un trabajador social y obtener una
evaluación psicológica como resultado, decidió guardarse ese
pequeño conocimiento para ella. Quizás estaba loca después de
todo.
—¿Por qué no me dices lo que quieres, así puedo decirte que te
pierdas? ¿Está bien? —A pesar de que su voz era grosera, podía
sentir el calor en sus mejillas mientras la estudiaba. La evaluó como
si cada centímetro cuadrado de sus rasgos significara algo
importante para él. Sus ojos se movieron a la base de su garganta
mientras luchaba por tragar el bulto allí.
Estaba demasiado tranquilo. La mayoría de la gente se ofendía
rápidamente cuando Abigail era grosera, pero este hombre solo la
estudió.
—¿Ahórrate esa actitud, por favor, Abigail, para que podamos
discutir tu futuro como adultos?
—¿Mi futuro? Creo que el último psiquiatra que mencionó mi futuro
dijo que tendría muy poco si seguía por este camino, y ya sabes, este
es el mismo maldito camino... —Negó con su cabeza burlonamente,
y él continuó sosteniéndole los ojos con firmeza e impasibilidad.
Impresionante su autocontrol.
—Tengo una propuesta para ti —Y antes de que tuviera la
oportunidad de burlarse nuevamente de él, continuó—. Fianza, un
abogado adecuado, un hogar y seguridad, todo a cambio de tu
cooperación.
—¿Cooperación? —Solo la miró, sin decir nada—. Explíquese.
—Quiero ayudarte. Con esta vida no te está yendo bien y me
gustaría tener la oportunidad e intentar volver a encarrilarte.
—Tú no sabes nada de mi vida —Su voz estaba perdiendo su filo. De
repente, el corazón le latía con fuerza en el pecho. No entendía el
interés de este hombre ni lo que quería.
—Al contrario, lo hago. Sé lo que soportaste hasta hace siete meses,
y sé que la persona que eres hoy no es la persona que eras antes de
tu tiempo con Mason. Quiero la oportunidad de arreglar eso.
Intentó ponerse de pie, pero sus puños estaban anclados a la mesa
frente a ella. Su ritmo cardíaco se disparó ante sus palabras. Era la
primera mención de ese nombre desde que se escapó, y el mero
sonido del nombre de ese hombre hizo que su cerebro entrara en
pánico.
—¿Como sabes eso? —Su voz vaciló en su miedo; podía escucharlo,
y se sentía como un animal atrapado con sus manos tan
completamente restringidas. Su cuerpo se retorció mientras
permanecía encorvada sobre la mesa tirando de la sujeción. Miró
hacia la puerta, pero estaba sola, y mientras su pánico continuaba
aumentando, su respiración comenzó a atascarse en su garganta.
—Ya no tienes que temerle más, Abigail. Te aseguro que no puede
hacerte daño.
Su mirada se dirigió a él mientras permanecía de pie, lista para tratar
de arrancar la mesa del suelo y arrastrarla con ella si fuera necesario.
—Por el momento, estoy más preocupado por ti.
—¿Cómo conoces a ese hombre? —No se atrevía a pronunciar su
nombre en voz alta por el miedo. Su voz temblaba, y quería más que
nada mantener el control de su reacción hacia él, pero no podía
ocultar su respiración temblorosa. Su expresión permaneció
tranquila, lo que no ayudó en lo más mínimo.
—Sabrás todo sobre mi relación con el hombre a su debido tiempo.
En este momento, sólo quiero tu acuerdo para darme la oportunidad
de ayudarte. ¿Qué tal si te sientas? No tienes por qué temerme.
—Entonces, me vas a rescatar y luego ¿qué? ¿Me convierto en tu
puta? Sí lo conoces, sabrás de sobra que he estado antes en ese
papel, y no tengo intención de volver a ser puesta en esa posición.
Francamente, prefiero permanecer encadenada a esta maldita mesa
por el resto de mi vida —Prácticamente escupió en su agitación.
—No tengo ningún interés en violarte o forzar tu voluntad. Pero vas
a tener que confiar un poco en mí, y me doy cuenta de que no es
algo fácil de conseguir en tu estado actual —Su enfoque permaneció
pasivamente en ella.
—¿Y qué ganas con esto? —Tomó una respiración profunda y
tranquilizadora.
—¿Me creerías si te dijera que simplemente estoy tratando de hacer
lo moral, corregir el mal que te hicieron? —Negó con la cabeza, pero
permaneció en silencio—. No lo creo. Entonces, supongo que la
verdadera pregunta es ¿cuánto tiempo quieres sentarte en esa celda
tuya? La confianza puede esperar otro día. Espero que por el
momento sea suficiente tu deseo de salir de este lugar.
Lo miró fijamente, sin decir nada, y él le devolvió la mirada con
frialdad. Guapo o no, era intimidante. Mason también había sido
guapo y resultó ser un monstruo. El hecho de que este hombre fuera
fácil de mirar no significaba nada. Todos los hombres con los que se
cruzaba se parecían a Mason desde un ángulo u otro. Pero, ¿cuánto
tiempo quería sentarse en esta maldita celda? Este era su cuarto
arresto desde que escapó de la casa de los horrores de Mason... ¿o
fueron putas?
Cada sentencia que dictó el tribunal, mínima como había sido hasta
ahora, había sido más larga que la anterior. Sin duda con este
arresto se enfrentaría a algún tiempo en la cárcel. Ya había sido
procesada, y su cita en la corte no era hasta dentro de un mes.
¿Quería sentarse en la cárcel durante los próximos treinta días
cuando podía salir ahora? Si pudiera salir ahora... bueno, entonces,
tal vez podría escapar y huir para siempre. No más cárcel, no más
policía. Una nueva vida... o tal vez algo más parecido a su antigua
vida.
—De acuerdo —Enderezó la espalda, tratando de ganar confianza—.
Bueno. Ahora, ¿quién diablos eres tú?
—Mi nombre es Quentin Bremmer. Soy doctor.
—¿Y crees que te creo? —No tenía ninguna razón real para no
hacerlo.
—No me importa mucho si me crees. Lo descubrirás pronto —Se
puso de pie y se volvió hacia la puerta, deteniéndose justo antes de
pasar—. Organizaré lo de la fianza y te veré pronto. Es bueno verte
de nuevo, Abigail —Y luego se fue, se quedó perpleja. ¿Lo había
conocido antes? No era posible, pero eso dijo.
—Hasta luego —Genial. Ahora tenía Alzheimer además de sus
muchos problemas legales.
El hombre era guapo. No se podía negar, y si ella no odiara nada con
un pene unido a él, probablemente lo encontraría bastante atractivo.
Había algo tan tranquilo y controlado en su actitud. No estaba
desconcertado por ella. Su expresión era fría y evaluadora. No era
un hombre que sonriera a menos que quisiera, fruncir el ceño a
menos que quisiera, y mostrara algo de sí mismo a menos que
tuviera la intención de hacerlo. Control absoluto.
Le gustaba eso de él. Pero no le gustaba él, ciertamente no. Pero
había algo relajante en la tranquilidad de su cuerpo. Mason había
sido ruidoso, sarcástico y vulgar. Era como si una ráfaga de
movimiento, ruido y amenaza le siguiera y emanara de su ser, y
siempre había estado a unos segundos de sobresaltarse como un
pájaro asustado. Durante dos largos años vivió en ese estado de
pánico constante. Pero este hombre era diferente. No había
siguiéndole una ráfaga de amenazas. Sólo paz, tranquilidad y calma.
Mientras esperaba que el guardia viniera a recogerla, dejó que su
mente se desviara hacia el lugar secreto donde disfrutaba yendo de
vez en cuando. No temía ni odiaba a los hombres en ese lugar. Este
lugar era el mundo que dejó atrás hace casi tres años, y el hombre,
Quentin, encajaba muy bien allí. Le gustaba su imagen en ese mundo.
Pero ese mundo realmente ya no existía, e incluso los hombres con
compostura como Quentin no eran de fiar.
La parte racional de su mente no creía que eso fuera cierto, pero la
parte irracional ya no le importaba una mierda.
Capítulo 4

Cuando el oficial la soltó y atravesó la puerta, se detuvo y miró


Parecía nerviosa por medio segundo antes de enderezar la espalda,
respirar hondo y caminar hacia él. Cuando se acercó, su corazón latía
con fuerza. Aunque externamente se veía más enojada que
aterrorizada, sabía que era miedo. El miedo estaba bien con él. Eso
tenía sentido. Sospechaba que en este momento era la fuerza
impulsora de su vida, y aunque era una luchadora se había
convertido en su modus operandi4, difícilmente era quien era.
—¿Y ahora qué? —Llevaba una gran mochila al hombro, y supuso
que era todo lo que poseía en el mundo en este momento.
—¿Tienes alguna otra pertenencia personal que necesites recoger
en algún lugar? —La miro cortésmente, escuchando atentamente
cualquier cambio en su respuesta.
—No —Su corazón se aceleró por un momento. Sospechaba que
estaba avergonzada, y cuando sus ojos se apartaron brevemente
antes de volver a los suyos, era toda la confirmación que necesitaba.
—Muy bien —Giró sobre sus talones y se alejó. En lo más mínimo no
era su intención el ser grosero. En realidad, estaba bastante
desconsolado por ella, pero no iba a dejar que sus defensas le
afectaran. Aprendería cuando estuviera lista que podía confiar en él,
pero eso no iba a suceder hoy. Lo que podría pasar hoy si no tenía
cuidado era un concurso de meadas en el que no estaba interesado
en participar. También iba a tener que aprender que él no
compartiría el liderazgo con ella, aunque se sintiera más segura allí.
Estaba demasiado acostumbrado a tener el control de su vida para
verla tomar las decisiones.
Lo siguió, para su alivio. Cuando abrió la puerta, volvió a detenerse y
lo miró con curiosidad. Sabía que estaba tratando de evaluarlo. Le
estaba pidiendo que se subiera a un auto con él, y aunque para
poder salir de la cárcel había accedido a ir, también sabía que esto

4
Modus operandi: Loc. lat.; literalmente 'modo de obrar'. 1. m. Manera especial de actuar o trabajar para alcanzar el fin
propuesto.
era peligroso. No lo era, por supuesto, pero no tenía forma de
saberlo, y era lo suficientemente inteligente como para comprender
que fácilmente podría terminar en la misma situación en la que había
estado con Mason. Cuando se puso a su lado, él habló en voz baja.
—Es un acto de fe. Entiendo que estés nerviosa.
—No estoy nerviosa —Su ritmo cardíaco decía que lo estaba,
aunque sus palabras no.
Sonrió. Era una sonrisa fría y conocedora, no destinada a
tranquilizarla, sino más bien a confirmar que su acto no lo engañó en
lo más mínimo. La sonrisa sutil en la que se convirtió su sonrisa selló
el trato, y cuando su mirada se desplazó hacia abajo, se metió en el
auto. Dio la vuelta a la puerta del lado del conductor, se subió junto
a ella y se metió en el tráfico. El camino estaba completamente en
silencio, y miró por la ventana. Supuso que preferiría estudiar la
ciudad que pasaba que tratar con el extraño a su lado, y eso no le
sorprendió en lo más mínimo.
Había decidido no devolverle el recuerdo de su breve encuentro en
el pasillo del edificio de Truman hasta más tarde. No tenía intención
de quedárselo para siempre, pero no quería que hiciera una escena
hasta que pudiera manejarlo apropiadamente. Esperaba que fuera
algo difícil de tragar cuando se diera cuenta de dónde y cuándo se
habían conocido. Si bien no estaba del todo seguro de cuán
profundo era su conocimiento de lo que eran exactamente, Brit
también le había dicho que había hecho comentarios que sugerían
que sabía mucho más que la persona promedio, y esa era una
conversación que tenía la intención de tener con ella en privado.
Hubo un tiempo en que Abigail habría sido asesinada por saber de su
existencia, sin importar si se lo merecía o no, pero esa no era su
práctica ahora. Mientras protegían su identidad ferozmente, no iba a
permitir que sufriera ningún daño por cosas fuera de su control.
Como la mayoría de las cosas que le habían sucedido en los últimos
dos años, simplemente no se lo merecía.
El camino hacia el edificio y su residencia fue tan silencioso como en
el coche. No tenía todavía intención de ser amable con ella, y una
vez que por fin entraron en su casa, caminó directamente a la
habitación con baño privado en la que se quedaría.
—Por favor, siéntete como en casa. Estaré en la sala de estar cuando
estés lista para hablar.
—No dijiste que viviría contigo. Supuse que al menos tendría mi
propio lugar.
—¿Acaso lo tienes? —Se estaba burlando de ella—. Toda tu vida
cabe en una bolsa pequeña, ¿y asumiste que simplemente te iba a
dar un apartamento? —La estudió por un momento mientras
adoptaba una postura y trataba de parecer incrédula, pero estaba
fuera de su elemento y se notaban sus nervios—. Discutiremos todo
con más detalle una vez que hayas tenido la oportunidad de
instalarte. Te sugiero que tomes una ducha. Te ves como el infierno,
y en caso de que no te hayas dado cuenta, apestas .
No esperó más respuesta antes de cerrar la puerta y dejarla sola.
Trató de relajarse mientras esperaba, pero era difícil. En cambio,
colocó el álbum de Alexi Murdoch5 en el que su mente más a
menudo se perdía y se trasladó a las puertas francesas que se abrían
a su balcón y daban al patio cubierto de maleza detrás del edificio.
Era una cálida tarde de principios de verano y prefería tener todas
las ventanas de su residencia abiertas en esta época del año.
El edificio del ayuntamiento era viejo, como gran parte de Boston,
pero había sido renovado impecablemente de una manera mucho
más contemporánea de lo que prefería. Su propia residencia era muy
diferente a la mayoría del edificio. No había otros apartamentos en
su piso. Más bien, su clínica y oficina estaban adjuntas a su casa.
Ambas también eran accesibles desde el corredor principal en el piso.
Ejerció menos la medicina de lo que investigó y colaboró con otros
médicos en su campo. “Su Campo” era la investigación de
enfermedades infecciosas y patogénicas, más específicamente,
vampirismo. Fue una creencia mantenida durante mucho tiempo por
varios otros investigadores de vampiros que el vampirismo en sí

5
Alexi Murdoch: Músico y compositor de folk británico, proveniente de Escocia y criado en Londres. "Orange Sky" se ha
convertido en una de sus canciones más populares.
podría potencialmente usarse para curar ciertas dolencias humanas
sin infectar completamente al paciente.
También fue un punto de interés en sí mismo que también podría ser
posible curar el vampirismo, si se pudiera suprimir la respuesta
inmune a la sangre viva que ingresaba al sistema circulatorio. Ambas
eran áreas importantes de interés para Quentin y así pasaba la
mayor parte de su tiempo.
Pero no era todo lo que disfrutaba en el mundo. A Quentin le
encantaba de cualquier manera posible desafiarse a sí mismo.
Estaba decidido a aprender todo lo que había que saber sobre la
medicina y algo más. Tuvo que establecerse metas y desafíos para
evitar volverse loco, y empujarse más allá de sus propios límites fue
la forma en que siempre evitó la monotonía. La eternidad era mucho
más fácil para aquellos que vivían exteriormente. Era algo
completamente diferente para él. Quentin era un introvertido. No
era tímido ni temeroso de la gente en lo más mínimo, pero rara vez
sentía la necesidad de llenar el silencio con charlas. Vivía
principalmente en su mente, y el mundo era algo que con la
percepción de un científico disfrutaba observar. Desde que conoció
a Ember lo había ayudado mucho a comprender esa faceta de su
personalidad, y ahora sabía que se reducía a una necesidad excesiva
de controlar su mundo.
Y fue esta personalidad tan poco comprendida la que sin duda fue el
catalizador para elegir una vida de celibato hace casi veinte años. No
es que alguna vez hubiese tenido problemas para encontrar sexo,
esa era la parte fácil, de hecho, probablemente era más seguro decir
que el sexo siempre lo encontraba. Encontrar a alguien que lo
entendiera, se conectara con él y no lo aburriera en los primeros
cinco minutos era algo completamente diferente. Separarse de la
intimidad física era parte del desafío, parte del experimento. Quería
ver si podía hacerlo. Pero también quería ver si lo hacía qué le
pasaría. Cuando tenías que joder para siempre, o dejar de joder,
perder el sexo durante unas décadas perdía su importancia.
Pero fue más difícil de lo que había previsto. Quizás era un poco
ingenuo al pensar que simplemente no echaría de menos el sexo
porque disfrutaba de su soledad. Era una premisa básica para seguir.
Donde otros sentían la necesidad de congregarse, él sentía el fuerte
impulso de retirarse y contemplar. Era solo quien era. Pero no
funciono con el sexo de la manera que él pensó que podría. Lo
extrañaba más de lo que quería admitir, pero se había esforzado
más y más, año tras año.
No estaba seguro de cuándo abandonaría el desafío, pero ahora era
el año diecinueve y acababa de asumir por el momento con una
mujer excepcionalmente hermosa que estaba fuera de los límites,
enfrentar su mayor desafío. De nuevo, parte desafío, parte
experimento.
Sin embargo, para él no era un juego, nada lo era nunca; nunca había
sido un hombre trivial, y si se embarcaba en un desafío, siempre valía
la pena su tiempo. Realmente quería ayudarla. No sabía si podría,
pero después de encontrarla en el pasillo, no había cambiado su
imagen después de todos estos meses. Sus intenciones eran nobles,
pero no se podía negar, sería difícil. Podría ser su mayor desafío
hasta el momento... por más de una razón. Era el tipo de belleza que
dejaba a la mayoría de los hombres reacios y sin ganas de ver a la
persona real dentro de ella. Era difícil mirar más allá de su exterior y
ver que había más allí, y no quería ser uno de esos hombres. Era lo
último que necesitaba.
Observó el cielo nocturno sobre el antiguo patio mientras su mente
divagaba, y la música flotaba desde su residencia con tranquilidad.
Las nubes eran espesas sobre la ciudad, pero la luna era grande y
brillante, asomaba a través de una pequeña brecha en la cobertura e
iluminaba la textura y la plenitud de las nubes. Parecía que iban a
estallar en lluvia en cualquier momento, y el lejano retumbar de un
trueno estaba calmando su mente algo alterada.
La escuchó acercarse y a la inhalación profunda y lenta antes de que
la dejara ir en un suspiro tranquilizador. No se giró de inmediato,
sino que se quedó en el balcón. Podía oler el sutil aroma del jabón;
obviamente había seguido su consejo de tomar una ducha, y cuando
finalmente se dio la vuelta y volvió a entrar en su residencia, su
corazón dio un vuelco.
De pie frente a él, se veía igual que siete meses antes. Su cabello era
largo, sedoso, y cayendo en cascada por sus hombros. Se veía igual
de impresionante y, lo que es más importante, estaba igual de
desnuda. Su bata había sido arrojada sobre el borde del sofá, y con
tranquilidad caminó hacia él, mientras su cuerpo se movía de una
manera sutil y seductora, podía escuchar su acelerado corazón.
Justo en ese instante, el álbum pasó a la siguiente canción "It's Only
Fear"6. Una canción inquietante y terriblemente apropiada para la
mujer frente a él.
—Es por esto que estoy aquí, ¿no? —Su rostro era extrañamente
ilegible. Había en su expresión vulnerabilidad, pero también un
desafío. Lo desafiaba a negarlo, pero también lo desafiaba a tocarla.
A su percepción le parecía imprudente, pero entonces, el aspecto
emocional de lo que estaba pasando no estaba dentro de su
comprensión. Tendría que apartar esto para discutirlo más tarde con
Ember.
—Te dije que no lo era. Vuelve a ponerte la túnica —Su voz era
concisa y áspera mientras deseaba que sus ojos sostuvieran los
suyos y no se desviaran más abajo de su cuerpo donde tan
desesperadamente querían ir.
Caminó hacia ella para pasar, negándose a dejar que lo sacudiera,
pero cuando se acercó, se interpuso en su camino, deteniéndolo.
Miró hacia abajo. Su cuerpo estaba respondiendo, y apretó los
dientes para sofocar el deseo que brotaba dentro de él. La vista de
su figura desnuda dejó su polla hambrienta dura y loca de deseo. No
había esperado ese movimiento, y ahora estaba pagando por ello.
Mirándola a la cara, habló con los dientes apretados —dije, ponte tu
bata —Cuando su mano se movió hacia su pene, mientras lo
desafiaba, reaccionó. Su mano se movió en un rápido arco hacia
abajo, agarrando su muñeca antes de que pudiera descubrir por sí
misma lo que su desnudez le estaba haciendo—. No me toques a
menos que te dé permiso. Te aseguro que te daré la misma cortesía
—Luego se apartó, ocupó su lugar en el sillón mientras ella agarraba

6
It's Only Fear = Solo es el miedo.
la bata y se sentaba en el sofá. Parecía una niña hosca, enfadada
porque la había superado en su juego.
—¿Eres gay? —Por la mirada burlona en su rostro, estaba tratando
de atacar su masculinidad, sin darse cuenta de lo inútil que era un
juego con él.
—No —observó mientras lo estudiaba.
—¿Y realmente no tienes la intención de acostarte conmigo? —Sus
ojos se entrecerraron mientras hablaba, no confiaba en él en lo más
mínimo, y lo entendió. No podía culparla por eso, pero estaba
decidido a ir más allá.
—Ya te lo he dicho.
—Entonces, ¿por qué estoy aquí? —De repente pareció perdida,
confundida, como si todo fuera más fácil de racionalizar y afrontar si
él simplemente le siguiera el juego y fuera el imbécil que suponía
que era.
—Te lo dije; solo quiero ayudarte.
—No te creo.
—No puedo decir que eso me sorprenda. ¿Por qué es tan fácil para ti
asumir que prefiero follarte antes que ayudarte?
Se encogió de hombro.
—Supongo que es porque tienes un pene.
—Sí, bueno, ahora no puedo hacer mucho al respecto, ¿verdad? —
La miró fijamente un momento más—. Mi pene y tú nunca se
conocieron, por lo que difícilmente estás en condiciones de juzgar
cuánto control tiene sobre mis acciones.
Sus ojos se apartaron de los suyos. Estaba siendo descarado...
haciéndola sentir incómoda. Cuando enfrentó sus ojos de nuevo lo
hizo con un margen de resolución que sabía era forzado.
—Incluso si no actúas como Mason o sus hombres, el hecho de que
lo conozcas no es un buen augurio para ti en mi libro. Pero no te
recuerdo de mi tiempo allí, así que… —Estaba perdida en sus
pensamientos mientras su mirada se desviaba—. Pero no recuerdo
muchas cosas —Sacudió la cabeza como para despejarla de alguna
confusión—, dijiste 'nos vemos de nuevo'. ¿Nos hemos visto antes?
La estudió por un momento. No estaba en condiciones de lidiar con
esta verdad en este momento, pero ya era hora.
—Abigail, lo que estás a punto de entender te va a trastornar.
Necesito que te ocupes de ello y sigas adelante. Por favor,
comprende, no pretendo hacerle daño —Y luego la miró, y antes
que la arruga de confusión que golpeó su frente llegara a su boca,
dejó ir su mente. Liberó el recuerdo de sí mismo y esperó la
respuesta.
Lo miró fijamente por un momento, parpadeando, y luego en una
ráfaga de pánico, gimió aterrorizada y salió disparada del sofá,
tratando de esquivarlo. Pero tenía pocas esperanzas. Fue rápido, y
en cuestión de momentos, la agarró por la cintura, inmovilizando su
cuerpo contra el suyo mientras luchaba. Estaba gritando, llorando,
rogándole que no la lastimara, y mientras la abrazaba con fuerza, la
hizo callar con la boca en su oído.
—No te voy a lastimar.
Era difícil entender sus palabras a través de sus lágrimas y su habla
entrecortada e intercalada.
—Eres… uno de ellos.
Y luego más sollozos, lágrimas aterrorizadas mientras tiraba, se
retorcía y suplicaba.
—Puede que sepas lo que soy. Pero no significa que sepas quién soy.
Mason está muerto, Abigail. Estás a salvo ahora.
De repente se derrumbó contra él, jadeando, cuando sus rodillas
cedieron, él se hundió en el suelo, acomodándola entre sus piernas.
No aflojó sobre su cuerpo su suave pero firme agarre. Podía haber
renunciado a la lucha, pero su corazón aún latía con fuerza, y no
confiaba en que de nuevo ella en cualquier momento empezara a
luchar.
Podía sentir su pecho subiendo mientras la abrazaba. No había
estado tan cerca de una mujer en más tiempo del que podía recordar,
y si solo se relajara, fácilmente podría disfrutar derretirse en su calor.
—Dime lo que eres —Su voz se quebró y se apagó mientras hablaba.
Había forzado la garganta en su reacción explosiva, y la dejó
sonando ronca y vulnerable. También era bastante tentador para su
ya mayor excitación.
—Soy un vampiro, Abigail, y con gusto responderé cualquier
pregunta que tengas, pero vas a tener que mantener la calma. Sé
que tienes miedo, pero te necesito bajo control si te dejo ir —Asintió
y relajó su agarre sobre ella.
Cuando se puso de pie, lo miró. Su propia compostura era una lucha.
Su túnica casi se había caído en la pelea, y sus ojos recorrieron su
cuerpo antes de que pudiera detenerse. Su piel era pálida y parecía
la combinación perfecta de crema y satén. Estaba demasiado
delgada pero no desnutrida, solo más delgada que la primera vez
que se conocieron. Sus pechos eran un poco pequeños, pero eran
redondos naturales con el toque justo y sutil. Sus pezones eran
pequeños y de color rosa claro, tensos por su nerviosismo. Desde su
posición en el suelo, su sexo estaba oculto, ahorrándole el tormento
de tener que ver qué era lo que más le interesaba a su polla. Sin
embargo, no se salvó de esa vista cuando se arrastró desde el suelo,
e inhaló profundamente al ver sus pequeños y pálidos labios
sexuales. Tenía el cabello claro, y él podía decir que normalmente se
afeitaba por completo, al menos cuando era conveniente y posible
bañarse con regularidad. No había sido el estilo la última vez que
había tocado a una mujer, y sus dedos temblaron repentinamente
por querer acariciar la piel sensible entre sus piernas. Esto
definitivamente iba a ser un doloroso desafío.
Se volvió hacia el sillón y se sentó de nuevo para mirarla.
Rápidamente se mudó al sofá, tirando de su bata apretada alrededor
de su cuerpo. Le dolían los colmillos, enviando punzadas de dolor a
través de su mandíbula cuando la miró a los ojos. Era jodidamente
demasiado hermosa para ignorarla. Le estaba costando mucho
mirarlo, y sus labios se separaron mientras trataba de controlar su
respiración.
—Puedes hacerme cualquier pregunta que quieras. Las responderé
si puedo —Y decidió ser más honesto con un humano de lo que
nunca había sido en toda su larga existencia.
***

Sentía que no podía conseguir que su boca funcionara. Simplemente


se sentó en el sofá mirándolo. Podía decir que sus ojos estaban muy
abiertos, y la respiración era una lucha. Era uno de ellos. Casi se
había permitido creer que podía ser diferente, podría decir en serio
lo que dijo sobre ayudarla. No le había puesto la mano encima,
aunque lo había tentado. Podría tenerla; todavía podía y, sin
embargo, ahora estaba sentado con tanta serenidad como en la
cárcel. No entendía su juego en lo más mínimo, pero era uno de ellos.
¿Eso solo no lo convertía en un monstruo?
Se aclaró la garganta y tropezó con sus palabras, teniendo que
repetirlas un par de veces antes que su voz se aclarara.
—¿Está muerto? ¿Cómo?
—Fuimos allí esa noche para matarlo. Había tomado como rehén a
una de los nuestros y la estaba torturando para vengarse de uno de
nosotros por matar a su hermano. Encontrarte fue mera casualidad,
y tenía la intención de localizarte, ver si estabas bien —La estudió
mientras hablaba. Su voz era uniforme y tranquila.
—Conocí a su hermano. Era tan malo como Mason... —Se aclaró la
garganta de nuevo mientras los tortuosos y dolorosos recuerdos se
visualizaban en su mente. Debió haberlo visto en su expresión.
Frunció el ceño y sus facciones se suavizaron. Miró el brazo de su
silla para evitar sus ojos.
—¿Esperas que hable de ellos? ¿De lo que paso ahí? —Todavía no
podía mirarlo.
—Hoy no. Algún día, sí —Cuando sus ojos se posaron en los suyos, la
miró fijamente. No era como ellos. Su cuerpo estaba tan… tan
quieto e inmóvil. No, no su cuerpo, sino su aura. Pero odiaba la
palabra aura, e incluso esa palabra no era exactamente lo que
estaba tratando de decir. La hizo querer acurrucarse en su regazo,
acurrucarse cerca de su quietud, absorber su paz. Y aunque la
miraba impasible, todo su ser se sentía como un calor fuerte y
seguro que necesitaba.
Estaba inquieta. Estaba nerviosa. Por supuesto que lo estaba. No
podía quedarse. No sabía nada de este hombre, y no confiaba en la
fe que tan desesperadamente quería poner en él. No tenía ninguna
razón para creer que con este hombre estaba a salvo, y le asustaba
querer creerlo. La asustaba más que si simplemente pudiera temerle.
El miedo tenía sentido. Este hombre no lo hacía.
—Tu corazón está acelerado. El olor de tu adrenalina es fuerte —La
miró durante varios momentos antes de continuar—. La violación y
la tortura no son sinónimos de ser un vampiro, Abigail. Te
encontraste con los peores de nuestra especie y, francamente, no
son peores que los peores de tu especie —La miró, pero todavía
estaba demasiado aturdida para reaccionar.
—¿Qué tal si comenzamos con la estructura de nuestra jerarquía?
Quizás si entendieras nuestro mundo un poco mejor —Asintió—. El
edificio en el que estamos alberga a los ejecutivos del consejo de
vampiros de la región este de los Estados Unidos. Somos cinco y
manejamos las leyes y la conducta de nuestro tipo en el tercio este
de los Estados Unidos. Mason fue sacado por una razón... o debería
decir que más razón que el simple hecho que la mujer que
rescatamos estuviera casada con uno de nuestros concejales —Una
leve sonrisa pasó por sus labios mientras hablaba—. Te los
presentaré cuando estés lista.
Se sentó en silencio. Sabía que estaba haciendo un mal trabajo
poniéndose a la defensiva, lo que al menos debería estar haciendo,
pero su mente estaba exhausta... y curiosa. Tenía curiosidad por
ellos. Parecía que no podía evitar su deseo de acurrucarse junto a él,
y mientras miraba su pecho, lo imaginó. Su constitución era delgada
y fuerte. Estaba vestido con un traje contemporáneo de corte
ajustado, pero se había quitado la chaqueta desde que llegaron. Sus
manos eran limpias, masculinas, fuertes, y odiaba admitirlo,
invitadoras.
Quería saber cómo se sentirían sus manos contra su piel,
sosteniéndola, acariciándola suavemente. Quería intimidad, la
anhelaba. La intimidad que descifraría lo sucedido... o al menos le
aseguraría que estaba a salvo. Una vez más, estaba siendo atraída
hacia ese otro mundo donde se le permitía ser mujer, y estaba bien
pensar en esas cosas. Por lo visto, realmente nada quitaba el deseo
de una mujer de estar cerca y ser cuidada. Ni siquiera Masón.
Pero ella no conocía a este hombre, y confiar en él era una tontería.
—Francamente, me sorprende que ninguno de ellos haya pasado a
verte ya. Esperaba que ella estuviera saltando a través de la puerta
en este punto —El sonido de su voz la sacó de su mente, y cuando lo
miró a la cara, sus mejillas ardían. Había estado imaginando una
cercanía que se sentía sexual, y aquí estaba él, sentado a solo unos
metros de ella, mirándola tan de cerca. Inclinó la cabeza hacia un
lado mientras rezaba para que el calor disminuyera.
—¿Qué? Eh... ¿quién? —Tropezó con sus palabras.
—Ember. Era a la que estábamos rescatando esa noche. Pero no es
esa noche la que retiene su interés. Eres tú. Es psicóloga y está muy
interesada en tu bienestar.
—Genial, otro psiquiatra —murmuró más por nerviosismo que otra
cosa. Pero le valió una pequeña sonrisa, una genuina que hizo que el
calor regresara a sus mejillas al instante.
—Supongo que no has visto a un médico por algún tiempo. ¿Cuánto
tiempo ha pasado?
—No sé. Quizá cuatro años.
—Me gustaría examinarte.
—Si crees que me vas a poner en estribos…
Se río en voz baja en respuesta a su acusación.
—No. Si deseas ver a un ginecólogo, con mucho gusto lo arreglaré,
pero me refiero a tu salud en general. Estas demasiado delgada, no
te has estado cuidado, ni alimentado adecuadamente y no has
recibido durante demasiado tiempo ni siquiera atención médica
básica. Solo quiero asegurarme de que estés saludable.
—¿Podrían haberme pegado algo? —No estaba del todo segura de
cómo hacer la pregunta, pero le había preocupado mucho.
—No. Los vampiros en ese sentido son los hombres más seguros del
mundo para tener sexo con ellos, aparte del hecho de que follar con
tu fuente de alimento puede ser un desafío —Sonrió de nuevo
mientras ella jadeaba—. Pedí a Ember y Brit que llenaran la cocina
para ti con todas tus comidas favoritas, y realmente deberías comer.
No voy a pretender saber qué hacer con nada de eso, así que
tendrás que descubrir la parte de cocinar por tu cuenta.
Se estaba muriendo de hambre, pero también le estaba costando
poner en marcha los engranajes de su cerebro. No podía quedarse
aquí. Lo sabía. Especialmente ahora. Era uno de ellos, y aunque ya no
estaba segura de lo que eso significaba para ella, no era de las que
se quedaban y esperaban hasta que era demasiado tarde para
descubrir que debería haber huido cuando tuvo la oportunidad.
Pero ella no quería huir en absoluto.
No podía evitar el deseo de subirse al regazo de este hombre y
cerrar los ojos con fuerza al mundo que la rodeaba, sentir su fuerza
envolviendo su cuerpo. Quería ser apretada por él y sentir su peso
sobre ella, como si él fuera un escudo contra todo lo demás que
estaba tan mal en el mundo en el que vivía. Era más que extraño.
Esos pensamientos no pertenecían a esta vida y, sin embargo, no
podía deshacerse de ellos. Era él, algo extraño e inesperado.
Pero no importaba. Tenía que correr. Así era como sobrevivía ahora
y cualquier momento extraño de calma que él pudiera impartirle, no
era real. Nada de esto era real. Era un hombre, y podía destruirla en
más de un sentido. No iba a esperar a verlo hecho realidad, en parte
porque creía que podría, en parte porque no quería creer que podría.
Si se iba, bueno, tal vez podría llevar consigo alguna idea romántica
de que en algún lugar del mundo existía un hombre que no tenía la
intención de lastimarla. Esa sería una buena idea a la que aferrarse.
La observó juguetear en la cocina. Tenía razón cuando dijo que
estaba abastecida. Toda la mejor comida chatarra que el dinero
podría comprar. Sin duda le daría dolor de estómago durante días,
pero iba a disfrutar esto mientras pudiera. No tenía la intención de
estar allí cuando saliera el sol, y no tenía forma de saber cuándo
encontraría comida después.
Macarrones con queso en caja, palitos de pescado, puré de papa
instantáneo, rollos de pizza, Doritos, Pringles, Cheetos, Pop-Tarts y
Coca-Cola. Llenó su cara, mientras se sentaba en la barra y la
observaba con curiosidad, a veces mirando su teléfono o
respondiendo algún tipo de mensaje. Cuando lo miraba a los ojos,
siempre parecía ser cuando tenía la boca ridículamente llena, y le
sonrió. Realmente quería quedarse. Pero no iba a suceder.
Con el vientre lleno y dolorido, se excusó para irse a la cama. No dijo
nada y la miró. Cuando finalmente cerró la puerta y hubo un poco de
espacio entre ellos, se acurrucó en la cama por un rato. Era cómoda,
y todo lo que quería hacer era dejarse llevar por una paz cálida y
deliciosa, pero se obligó a permanecer despierta, alerta. Después de
lo que parecieron horas de un silencio imposible, agarró su bolso y
salió de la habitación. Su apartamento estaba oscuro y silencioso.
Caminó de puntillas, odiando tener que irse, pero sabiendo que tenía
que hacerlo… ¿No es así?
Capítulo 5

La observó durante una semana. Mendigaba durante los días en que


el clima era agradable y dormía en un refugio casi todas las noches.
Una noche en particular la dejó en la calle cuando se le pasó el límite
para conseguir una cama en el refugio. Se quedó dormida en un
banco del parque y no pasó mucho tiempo antes de que apareciera
su primer visitante.
El hombre parecía bastante perturbador. Estuvo al acecho alrededor
de su cuerpo durante muchos minutos mientras Quentin observo
desde las sombras cercanas. No era bueno que Quentin hubiera
renunciado a cazar a cambio de observarla, y mientras el hombre
continuaba dando vueltas en el banco, ajustando ocasionalmente su
entrepierna, los colmillos de Quentin comenzaron a palpitar. Vio
sangre. Se vio a sí mismo desgarrando el cuello de este hombre y
drenándolo. Había un gruñido bajo que emanaba de su garganta
sobre el que tenía poco control.
Cuando el hombre deslizó la mano por debajo de la cintura de sus
vaqueros holgados para acariciarse, Quentin tuvo que obligarse a
permanecer oculto. No quería arriesgarse a que lo vieran, y el banco
en el que estaba Abigail estaba bajo una luz deslumbrante del
parque. Pero cuando la otra mano del hombre se acercó para tocar
su mejilla, no pudo detenerse. El gruñido se volvió feroz y saltó. Le
tomó una milésima de segundo cerrar el espacio, volcando el cuerpo
del hombre sobre el banco para aterrizar detrás de él. Quentin saltó
por encima del banco y lo inmovilizó contra el suelo.
—Por favor. ¡Yo no iba a hacer nada! —El hombre suplicaba, pero
sus palabras se confundieron cuando Quentin agarró con los dedos
el cuello del hombre y comenzó a apretarlo lentamente con más y
más fuerza. Los ojos del hombre entraron en pánico y Quentin
estudió su reacción con calma. Cuando Quentin dejó que sus labios
se abrieran y el hombre vio sus voraces colmillos, su pánico perdió
cualquier límite que pudiera haber tenido anteriormente. Empezó a
patear, retorcerse y luchar para liberarse.
Sin embargo, no era rival para Quentin.
—Nada me gustaría más que matarte, pero tengo cosas más
importantes en las que pensar en este momento. Olvídame.
Quentin saltó hacia atrás del hombre y rápidamente ocupó su lugar
al final del banco a los pies de Abigail. Ignoró al hombre detrás de
ellos hasta que rodeó el banco, sacudiendo confundido, la cabeza.
Sus ojos recorrieron a Abigail y a Quentin sentado a su lado. El
hombre parecía estupefacto, y Quentin sabía muy bien que lo estaba.
—Que tengas una buena noche —Quentin pronunció las palabras
tanto para despedir al hombre como para intimidarlo, y el hombre se
alejó tambaleándose, frotándose el cuello y sacudiendo la cabeza.
Quentin la vio dormir mientras ella se retorcía y gemía, mientras un
mal sueño tras otro aparecía en su mente. Estaba envuelta en una
manta que había robado de su casa. Su cabello estaba fibroso de
nuevo, sus comidas eran pocas y esporádicas, dejándola con un
aspecto débil y frágil. Estaba enojado, aunque no estaba
sorprendido, se había ido. Demonios, lo esperaba, pero eso no
impidió que se enojara.
Ember le suplicó que la trajera de vuelta, pero no tenía intención de
hacerlo, al menos no todavía. Quería que viera cuán más difícil era
esta vida de lo que le ofrecía. Quería que ella lo apreciara cuando
regresara, y no por ningún motivo personal; él no era de los que
necesitaban un golpe de ego. Pero sospechaba que cuanto más
apreciara lo cómoda que podía hacerle la vida, más fácil le resultaría
confiar en él. Ember estuvo de acuerdo con su razonamiento,
aunque tuvo dificultades para soportar ver a Abigail de esta manera.
Era principios de verano y Boston estaba bastante fresco por las
noches. Verla temblar y frotarse las manos mientras se sentaba en el
suelo también fue difícil para él.
Se había puesto en contacto con Blakely para una remisión legal. Era
uno de los concejales que pasaba gran parte de su tiempo en
Charlotte, donde residía la mayoría de su familia, pero también
necesitaba estar en Boston para los asuntos del consejo. Blakely era
abogado y, aunque no ejercía el derecho penal, Quentin esperaba
una recomendación decente para Abigail. Estaba por su cargo de
asalto más actual esperando un tiempo significativo sí no podía
conseguirle un buen abogado.
Se había declarado inocente con un abogado de oficio a su lado y
tenía que volver a la corte para ser juzgada en un mes.
Definitivamente estaba en un límite de tiempo con ella. Pero no fue
hasta que se enfermó que realmente comenzó a preocuparse por
ese límite.

***

—¿Vas a buscarla hoy? —Ember estaba tan preocupada como él.


—Sí. Ya han pasado dos semanas. Es la hora.
—Gracias a Dios. Entiendo totalmente y estoy de acuerdo con que
dejes que se tambalee un poco, pero no se ve bien.
—No, no lo hace.
Estaba muy enferma. La había observado desde la distancia después
del incidente del banco del parque y no se había dado cuenta de lo
enferma que se había puesto durante muchos días. Si hubiera
estado más cerca, habría oído los pulmones resollando antes. Su
color era malo, y se veía demasiado exhausta, como si fuera a
desmoronarse en el suelo en cualquier momento. Todo lo que quería
hacer era tomarla en sus brazos y llevársela. La había observado las
24 horas del día desde que se fue, y se preocupaba por ella,
especialmente ahora. Estaba al otro lado de la calle en su auto con
Ember, observándola mientras se sentaba en la acera con un vaso de
papel con monedas frente a ella.
Cuando un par de gamberros de la calle pasaron, uno se detuvo y
pateó la taza con el dinero, y cuando se estiró lentamente para
evitar que este se cayera, le gritó.
—¡Mierda! ¿Qué demonios? —Sus ojos brillaron con furia y vida.
Enferma como estaba, eso había puesto en marcha sus defensas.
Cuando el niñato le escupió en la cara, su mano se movió para quitar
y limpiar la baba de la piel alrededor de su ojo. Y luego se lanzó. No
había forma de detener a Quentin de correr por la calle más rápido
de lo que los ojos de cualquier humano podrían seguirlo para llegar a
su lado, y antes de que pudiera alcanzar al hombre y ponerse en
peligro aún mayor, Quentin estaba allí, golpeando su mano contra la
garganta del punk y apretando su cuello con su brazo. Bullían las
palabras destinadas a poner al niñato de vuelta en su lugar mientras
Abigail miraba en estado de shock.
—Si vuelves a faltarle el respeto, te arrancaré esa puta lengua de la
boca —Los ojos del punk se desorbitaron cuando Quentin lo fulminó
con la mirada. Empujó al punk, soltándolo. Su contraparte y él se
alejaron corriendo.
Giró sobre ella.
—¿Y esto es mejor que mi casa? —La miró con dureza mientras se
hundía de nuevo en el suelo y usaba el puño sucio de su camisa para
limpiarse la saliva que le quedaba en la cara.
—Esto es más seguro que tú casa.
—No, no lo es. Ni por asomo —sonaba tan enojado como estaba.
—¿Cómo me encontraste?
Se agachó para mirarla, dejando que su expresión se suavizara por
primera vez. Podría ser desafiante, pero sus ojos mostraban
vergüenza.
—Nunca te perdí. ¿De verdad creíste que pensé que te quedarías tan
fácilmente? Iba a dejar que te tambalearas un rato más, pero dado tu
estado actual, decidí que esto ya había durado lo suficiente. Estás
enferma.
Le ofreció su mano. Lo miró fijamente durante largos segundos
mientras la observaba con frialdad. Cuando alcanzó su mano, su
corazón se aceleró y el alivio inundó su cuerpo. Se puso de pie,
tirando de ella para levantarla.
Ember estaba parada al otro lado de la calle junto a su auto, y
mientras cruzaban la calle, se subió al asiento del conductor y le
guiñó rápidamente un ojo. Ayudó a Abigail a sentarse en el asiento
trasero y se deslizó junto a ella. Estaba terriblemente debilitada, y
cuando Ember se metió en el tráfico, su cabeza se hundió hacia atrás
y sus ojos se cerraron. Ember los miró por el espejo retrovisor y
pudo ver la tristeza grabada en su expresión.
Ember era uno de los vampiros más morales que jamás había
conocido. Demonios, era más moral y cariñosa que la mayoría de los
humanos, y era por eso que estaba más que agradecido de tenerla
allí.
—¿Qué opinas? Solo un resfriado o… —Ember sonaba preocupada.
—Neumonía por el sonido de sus pulmones.
Los ojos de Abigail se abrieron lentamente y observaron a Ember.
—¿Ella también es una de... tu clase? —Asintió, pero no dijo nada. En
cambio, levantó la mano hasta su frente. Se estremeció por un
momento, pero luego se relajó cuando su palma tocó su piel. Estaba
quemando.
Le puso la palma de la mano fría en la frente y volvió lentamente a
cerrar sus ojos. Cuando la tomó en sus brazos, esperaba que peleara.
Cuando no lo hizo, apartó el cabello enredado de sus ojos. Podía
sentir el ardor de su piel contra el frío de la suya. Estaba ansioso.
Estar atrapado en el auto, incapaz de cuidarla iba a poner a prueba
su paciencia, pero cuando se concentró en sus dedos acariciando
suavemente su brazo y el sonido de su corazón fuerte y estable, se
calmó. Murmuró contra su hombro, e inclinando la cabeza hacia
abajo, la calmó en silencio mientras se retorcía.
Cuando levantó la vista, Ember lo estaba observando. Se detuvo en
un semáforo y, aunque solo podía ver sus ojos en el espejo, supo por
la ligera arruga en las esquinas que estaba sonriendo.
—En realidad se ven bastante guapos juntos —comentó. Se estaba
burlando de él.
—Cállate la boca.
Pero sonrió mientras lo decía, y estaban en camino una vez más.

***
Cuando se despertó, se encontraba en una habitación cálida y
oscura. Estaba en una cómoda camilla con sábanas calientes, era un
hospital. Tenía una vía intravenosa adherida a la parte superior de su
mano y, mientras miraba alrededor de la habitación, descubrió que
estaba sola. Las luces parecían estar en un atenuador y estaban
bajas. Era relajante y cómodo, pero sabía que no podía quedarse.
Habría preguntas cuando se dieran cuenta de que estaba despierta.
Luchó por levantarse hasta el codo, sintiéndose excepcionalmente
mareada y cansada, y cuando miró fijamente la parte superior de su
mano, tratando de averiguar cómo sacar la vía intravenosa, la puerta
se abrió.
Sus ojos se posaron en la figura, y cuando lo vio, su corazón se
aceleró. Quentin. Estaba aquí. En el hospital. Dejo que él la
sostuviera. El recuerdo estaba volviendo cuando se despertó, y
mientras lo hacía, un rubor recorrió su piel. Apretó la mandíbula y
sus ojos se apartaron de los suyos por un momento, pero regresaron
rápidamente.
—¿Cómo te sientes? —Se hizo a un lado de la camilla elevada y miró
hacia arriba, a él. Se veía hermoso y tranquilo, tal como lo había
hecho durante su último encuentro.
—¿Dónde estoy? ¿Esto es un hospital? no puedo permitirme…
—Esta es mi clínica en el edificio del consejo. Has estado aquí
durante doce horas y tu fiebre finalmente se ha ido. ¿Te pregunté
cómo te sentías?
—Cansada. Dolorida. En verdad, se sentía como si la hubiera
atropellado un camión. No estaba del todo segura que le dolía, sólo
que lo hacía. Su pecho todavía estaba congestionado, y su cabeza
palpitaba.
—Te traeré algo para el dolor. Te tengo con antibióticos. Tienes
neumonía y estás muy enferma. La vía intravenosa es para
mantenerte hidratada y llevar los antibióticos a tu sistema. Ahora,
supongo que no necesito preocuparme de que intentes irte de
nuevo. Te aseguro que no te iría bien en tu actual estado.
Asintió. Realmente no había querido irse en primer lugar, y ahora
que estaba aquí, se sintió extrañamente aliviada.
—Dilo.
—No lo haré.
—Gracias —Su voz era tranquila y seria mientras hablaba. Quería
sentir de nuevo sus brazos alrededor de ella. Todavía podía recordar
la comodidad de eso, y era todo lo que había imaginado que podría
ser. Estaba empezando a sospechar que sus sonrisas eran pocas y
distantes entre sí, y sus palabras siempre eran medidas y
controladas, pero aún había una increíble calidez y seguridad en él.
No había sentido miedo cuando él la había tocado, y su toque se
sintió tan tranquilo como imaginaba que sería su alma.
Bajó la baranda lateral de la cama.
—Ahora, sé que estás débil, pero necesito que te sientes y
balancees las piernas por el costado.
Pensó por un momento que debía estar loco por pensar que estaría
demasiado débil para sentarse sola, pero cuando se incorporó desde
el codo para sentarse, su cuerpo gruñó en discusión. Dios, realmente
estaba débil.
La ayudó a sentarse con una mano suave en su brazo, y solo
entonces se dio cuenta de que le habían puesto un vestido. No una
bata de hospital, sino una cómoda bata de algodón con tirantes
finos. Abrazaba su cuerpo, pero el material era tan suave y la
habitación tan cálida que estaba más que cómoda.
—¿Me cambiaste? —No pudo ocultar el sonido de desdén en su voz,
pero en verdad, era vergüenza. Estaba más sucia de lo que nunca
había estado, y la idea de que este hombre prístino le quitara la ropa
era humillante.
—Sí —No ofreció otra explicación mientras sus mejillas comenzaban
a arder. Sus manos se movieron para ahuecar su mandíbula mientras
sus dedos empujaban suavemente sus glándulas— ¿Es esto
doloroso?
Lo era, y asintió.
Asintió en respuesta, pero no dijo nada. Cuando tomó un otoscopio7,
suavemente y casualmente le tocó la barbilla un par de veces con su
dedo índice, pidiéndole sin hablar que abriera la boca. Lo hizo, y
revisó su garganta. Cuando se inclinó para revisar sus oídos, se
acercó a su cuerpo. Tan cerca, de hecho, que la parte superior de su
muslo estaba ceñida a su rodilla, y estaba a escasos centímetros de
su ingle. Su corazón se aceleró, y mientras lo hacía, su mano se
detuvo a medio movimiento en su oído. Sus ojos se movieron hacia
los suyos, pero permaneció en silencio, observando. Su mandíbula
se apretó de nuevo, y vio como los tensos músculos de su garganta
tragaban un nudo. Todo la dejó cálida y temblorosa en respuesta.
Luchó por respirar, y no fue hasta que lo hizo que él volvió a su
senda. Cuando finalmente se echó hacia atrás, la miró fijamente a los
ojos.
—El único médico que conozco que no usa estetoscopio8.
Era solo una observación al azar para llenar el silencio, pero trajo una
sutil sonrisa a sus labios.
—Puedo escuchar cada latido de tu corazón… incluyendo el aleteo
nervioso cuando mi pierna estaba contra la tuya. Es poco lo que
puedes ocultarme —Sostuvo sus ojos con frialdad mientras el calor
se precipitaba a su rostro de nuevo. Parecía que no podía dejar de
sonrojarse con este hombre. Pero luego su expresión se volvió
seria—. Incluyendo, también, el crujido en tus pulmones. Si
realmente hubieras desaparecido y no hubiera podido encontrarte,
no estoy del todo seguro de cómo te habría ido.
Miró hacia su regazo. Estaba en lo correcto. Se había enfermado
rápidamente. Había estado mucho últimamente enferma, también
cansada. Parecía que no podía sacudirse su fatiga la mayoría de las
veces. También se había puesto en peligro más a menudo, y sabía
que era una estupidez. Este hombre no había tratado de lastimarla,
joderla, y más que eso, parecía importarle una mierda si ella vivía o
moría. ¿Qué diablos estaba haciendo tratando de huir de él?

7
Otoscopio: es un dispositivo muy útil para examinar el estado del canal auditivo.
8
Estetoscopio: Instrumento médico que sirve para explorar los sonidos producidos por los órganos de las cavidades del pecho
y del abdomen.
Sus manos estaban sucias y repugnantes. Podía sentir los nudos de
su cuero cabelludo tirando en su cabello. Especialmente debía oler,
para un hombre con sus sentidos. Pero él todavía la había tocado.
Aunque apestosa y asquerosa, no se había alejado de ella en lo más
mínimo.
—¿Puedo tomar un baño?
—Todavía no. En uno o dos días, dependiendo de lo bien que te
sientas.
—¿Un día o dos? —sonaba un poco incrédula, pero él no reaccionó.
Solo la estudió.
—Adelante, recuéstate. Regreso en un momento.
Regresó en breve con un cepillo. Se lo entregó, antes de bajar la
cama a una altura normal y levantar la cabeza para apoyarla
cómodamente. Se fue en silencio, dejándola sola. Se deshizo de la
mayoría de los nudos de su cabello, perdiendo energía cada vez que
levantaba la mano. Tenía demasiado cabello para estar haciendo
esto en su estado, pero finalmente los gruñidos desaparecieron y se
quedó con un cabello terriblemente aceitoso y sucio que se sentía
asqueroso al tacto, pero era mucho mejor de lo que había sido.
Entró con una palangana con agua, acercó una silla con ruedas al
costado de la cama y dejó caer un trapo en el agua tibia y humeante
mientras alcanzaba el cepillo en sus manos. Se quedó en silencio
cuando colocó una toalla debajo de su brazo y levantó su mano para
comenzar lentamente a limpiar la suciedad de su piel. Sus dedos se
veían marrones y llenos de suciedad contra sus masculinos y pálidos
dedos, pero parecía no importarle en absoluto, concentrándose en
su lugar en quitar la suciedad. Su toque fue suave pero firme
mientras frotaba su piel, y su piel se puso de gallina cuando el trapo
subió por su brazo.
Se puso de pie y se acercó al termostato, lo subió y luego volvió a su
lado. Se concentró en respirar de manera constante mientras
alcanzaba su otra mano. Estaba nerviosa, pero no era miedo.
Debería tener miedo de él, pero por alguna razón eso se había ido.
Era más humillación que otra cosa. Era demasiado hermoso y ella
demasiado patética, normal y sucia para que esto la dejara todo,
menos humillada, y eso era exactamente lo que sentía.
Cuando llegó a su pecho y cuello, pudo sentir sus pezones tensarse
bajo la suave tela, y cuando lo miró, lo atrapó justo cuando sus ojos
regresaron a los suyos, y definitivamente estaban moviéndose hacia
arriba de sus senos. Pero no dijo nada. La observó fijamente
mientras le pasaba el trapo por la garganta. Tragó un nudo cuando
sus dedos pasaron sobre él, y captó el más mínimo atisbo de una
sonrisa en sus labios.
Cuando terminó, se sentía un poco mejor, pero estaba muy lejos de
estar limpia.
—Tendrá que funcionar por el momento. Lo prometo, tan pronto
como estés lo suficientemente fuerte.
Dejó escapar un profundo suspiro cuando se puso de pie para
vaciarla en el lavabo, pero se detuvo y se dio la vuelta.
—No fue mi intención hacerte sentir incómoda.
Podía sentir el calor subir por sus mejillas mientras por un momento
más la miraba antes de volverse hacia el fregadero y su orden del día.
Abigail se puso de lado y levantó las rodillas mientras se acurrucaba
en la calidez de la ropa de cama y lo miraba. Estaba de espaldas a
ella, y dejó que sus ojos recorrieran cada centímetro de él. No era del
todo alto y larguirucho, pero tampoco estaba cerca de ser bajo. Su
camisa como parecía ser la moda estaba ajustada, y mostraba su
esbelta cintura y los tensos músculos debajo. Apenas podía recordar
lo que se sentía estar a la moda, pero lo había estado una vez. Sus
pantalones eran negros y usaba botines de cuero negro con punta
cuadrada. Parecía una página de una maldita revista, y lo más que
podía decir de sí misma era que se las había arreglado para pasarse
un peine por el pelo.
Cuando sus ojos comenzaron a sentirse pesados, dejó que
lentamente se cerraran. No estaba lista para dejar de mirarlo, pero
estaba demasiado cansada. Cada músculo de su cuerpo le dolía y le
rogaba que durmiera, y cuando sus ojos de nuevo por última vez se
abrieron, fue para atraparlo mirándola. Su rostro se veía
extrañamente triste, dolorido de alguna manera, pero estaba
demasiado perdida para preguntar.
Capítulo 6

Ya no había mucho que lo sorprendiera en el mundo, pero cuando


ella dejó escapar el grito más espeluznante que jamás había
escuchado, estaba más que sorprendido. Entró en pánico cuando
saltó de su cama, atravesó rápidamente su oficina y recorrió el
pasillo de la clínica hacia ella.
Solo la dejó y se retiró a su habitación porque no podía dejar de
mirarla, y cuando irrumpió en la habitación donde profundamente
por última vez la había visto dormir, se había ido. Pero no lo había
hecho en realidad. Podía oler su sangre, y siguió el olor para
encontrarla acurrucada entre la pared y la cama del hospital. Se
había arrancado la vía intravenosa de la mano y goteaba por la
pierna. Tenía las rodillas levantadas y las agarraba con fuerza con las
manos mientras respiraba entrecortadamente. Tenía los ojos muy
abiertos, mirando un lugar desconocido frente a ella, y parecía casi
loca.
Tuvo que sacar la cama de la pared para llegar a ella, y cuando se
arrodilló frente a ella, gritó y temblaron sus labios. Lentamente
extendió la mano hacia su mano, y aunque se estremeció cuando
sintió su toque, dejó que él la ayudara a levantarse del suelo. Su
respiración se hizo más lenta cuando la llevó de vuelta a la cama.
Trabajó en su vía intravenosa mientras miraba.
—Lo siento —Su voz era tranquila y sonaba avergonzada.
—No lo haga —Trató de sonreír, pero estaba más conmocionado de
lo que quería admitir.
—Ya no duermo tan bien —Dejó escapar una risa débil, y esa vez
logró sonreír.
—¿Con qué frecuencia tienes pesadillas?
—Mucho últimamente. Cinco o seis noches a la semana por lo
menos. Pensé que me iban a echar del refugio un par de veces
—Intentó reírse de nuevo, pero no pudo.
Mojó una toallita y limpió la sangre de su mano, y luego le trajo una
bata limpia. Mantuvo una mano firme en su codo mientras la
acompañaba al baño contiguo, y esperó hasta que reapareció. Tenía
en este momento poca fuerza en su cuerpo, y estaba aterrorizado
de que incluso cambiarse el vestido fuera demasiado difícil para ella,
pero lo logró. Eso hasta que trató de caminar de regreso a su cama.
Le fallaron las rodillas y, mientras corría rápidamente hacia ella, vio
que sus ojos se ponían en blanco. La atrapó antes de que golpeara el
suelo, levantándola en sus brazos. Sintió como si no pesara nada, y
después de que suavemente la acostó en la cama, tiró de las sábanas.
Acercó la silla y esperó a que se despertara. Lo hizo lentamente,
parpadeando de vuelta a la conciencia, y cuando lo vio, miró a su
alrededor confundida.
—Te desmayaste.
—Lo siento.
—Deja de disculparte. No has hecho nada malo. Ahora, ¿qué tal si
descansas un poco? Me quedaré aquí mientras duermes en caso de
que tengas más pesadillas. Mantuvo su voz baja, y ella rápidamente
asintió mientras el alivio pasaba por su rostro.
Tuvo dos pesadillas más esa noche y dos más la noche siguiente.
Renunció a dejar su lado y terminó apoyando los pies en su cama
con su computadora portátil en su regazo. No pasó mucho tiempo
antes de que se diera cuenta de que prefería mirarla a ver su correo
electrónico o a analizar los resultados de las pruebas, y a mediados
de la segunda noche, guardó la computadora portátil y cedió a su
deseo de verla.
Dejó que su mirada recorriera cada ángulo de sus rasgos, estudiando
la llenura de sus labios, la longitud de sus pestañas, incluso la forma
en que su piel parecía fluir sobre sus huesos y músculos con una
suavidad perfecta. Era impresionante. No se merecía que esa belleza
se usara en su contra, abusada y faltada al respeto.
Cuando comenzó a gimotear y sollozar en sueños de nuevo, tocó la
suave piel a lo largo de su mejilla. Estaba casi tan pálida como él y le
encantaba cómo se veía su piel junto a la suya. Amaba la sensación
de eso aún más. La hizo callar mientras la acariciaba, y sus gemidos
se convirtieron en un tarareo silencioso mientras se relajaba para
volver a dormir.
No desear a esta mujer era imposible. Su belleza suplicaba ser
explotada, y él sabía, que él mismo con cada momento que pasaba
sucumbía más a ella, que era más una carga para ella que cualquier
otra cosa. Siempre habría un hombre, un monstruo de algún tipo en
el mundo, esperando tomar esa belleza y victimizarla. Su corazón se
aceleró por un momento mientras miraba su rostro pacífico. Era
pánico. Quería protegerla. Merecía ser protegida. Pero también la
deseaba.

***

—Por favor, ¿puedo tomar un baño ahora? Te prometo que estoy


más fuerte —No se sentía muy fuerte en absoluto, pero estar en
presencia de este hombre en su estado actual era una tortura—.
Pronto voy a tener roedores viviendo en mi cabello —Se volvió hacia
ella desde el mostrador donde trabajaba en su computadora portátil
con una divertida sonrisa. Había estado viendo la televisión durante
casi dos horas en el televisor de pantalla plana montado en la pared
junto a la cama del hospital. Fue lo más largo que había estado
despierta en los últimos dos días, y finalmente se sintió lista para
estar otra vez viva. Estaba cansada de estar enferma, como si
hubiera tomado simplemente la decisión de apagarla, pero ahí
estaba. Iba a estar bien, ¡maldita sea! Y ahora.
—¿Estás segura te sientes lo bastante fuerte? —No le importaba si
lo estaba o no. Asintió con la cabeza y él se movió hacia el mostrador
detrás de él, agarrando una bola de algodón. Observó mientras
desenganchaba la vía intravenosa de su línea y rápidamente retiraba
la línea de su vena mientras la reemplazaba con la bola de algodón.
Sus manos se veían tan limpias y perfectas contra las suyas. El baño
de esponja ayudó, pero no había forma sin un baño de arreglar este
tipo de suciedad. Extendió su mano mientras ella se deslizaba de la
cama.
Estaba débil. Más que débil. Le temblaban las piernas y le dolían las
articulaciones. Estaba lista de nuevo en su agotamiento para sólo
acurrucarse en una cama cálida y agradable, pero prefería primero
estar limpia. La condujo fuera de la habitación sujetándola
firmemente por la cintura y con la otra mano en su codo. Pero no la
llevó al baño de la clínica. La clínica también se conectaba a un
pequeño corredor que conducía a través de una oficina grande y
lujosa, llena de estanterías desde el suelo hasta el techo y luego a un
amplio dormitorio que solo podía suponer que era el suyo. No había
visto antes durante su corta estadía con él, su dormitorio y cuando
salieron de la oficina, miró alrededor de su espacio privado. Tenía los
mismos techos altos y puertas francesas que conducían a un balcón.
Las cortinas colgaban del suelo al techo, y estaban abiertas a la
noche más allá. Las puertas francesas estaban abiertas de par en par,
y la fresca brisa le puso la piel de gallina.
Su mano sobre su codo se movió para acariciarle el hombro cuando
los bultos salieron de su piel y se estremeció. Su baño estaba
contiguo al dormitorio al otro lado de la habitación de la oficina, y
era enorme. La bañera era una gran tina de baño con una repisa
ancha en el frente. La dejó sentada en un pequeño banco contra la
pared mientras se movía para abrir el agua. Lo miró. Su piel era tan
impresionantemente suave, y sus dedos se morían de ganas de
acariciar su mejilla. Se inclinó hacia la bañera, ajustando y probando
la temperatura del agua, y la mirada de ella viajó hasta su trasero.
Sus pantalones eran de pesada lana gris, de verano, y mostraban en
su ajuste delgado el contorno y la fuerza de sus nalgas.
Su piel estaba sonrojada y cálida mientras estudiaba las fuertes
mejillas debajo de la tela. Dios, quería tocarlo. Estaba saliendo de la
seguridad de ese otro mundo y entrando directamente en este,
desafiando lo que por él estaba dispuesta a sentir. Era confianza,
deseo y anhelo. Cuando se volvió, sus ojos se apartaron de su cuerpo,
pero no lo suficiente rápido. Sin embargo, no dijo nada,
simplemente la miró con sus increíbles ojos azul grisáceo mientras
otra vez apretaba la mandíbula.
Se acercó y, después de ayudarla a ponerse de pie, la alcanzó por los
hombros. Sus dedos se deslizaron por debajo de los finos tirantes
del vestido cuando empezó a deslizarlos por sus hombros. Un
destello de pánico golpeó como una sacudida de energía a través de
su sistema, y sus manos volaron para agarrar sus antebrazos.
No se inmutó, no reaccionó de ninguna manera, solo la miró
fijamente. Tenía la maldita y desconcertante habilidad de mostrarle
una reacción que no deseaba que ella viera.
—Estás demasiado débil para hacer esto por tu cuenta. Soy médico
y he visto todos los cuerpos imaginables, y eso incluye el tuyo —Su
voz mientras hablaba era cálida, casi seductora—. Además, tu figura
es ciertamente encantadora.
—Bueno, eso no es muy doctoral —Su voz era débil y áspera, estaba
tratando de ser sarcástica y fuerte, pero se perdió en su nerviosismo.
—No, supongo que no lo es —De repente, su voz era tan tranquila e
insegura como la suya, pero eso no le impidió esperar
pacientemente a que soltara sus brazos. Cuando dejó caer las manos
a los costados, él deslizó las correas por sus brazos. Sus senos
quedaron expuestos lentamente y respiró hondo para calmarse. Sus
pezones ya estaban apretados, pero cuando el aire fresco tocó su
piel y sus nervios se establecieron, sus pezones se convirtieron en
guijarros duros que podía sentir contraerse y tensarse por segundos.
Sus ojos permanecieron en los suyos, nunca desviándose por debajo
de su cuello mientras sus manos empujaban hasta su cintura la suave
tela. Estaba temblando y apenas podía mirarlo a los ojos. Su mente
la estaba traicionando, y el deseo recorrió su cabeza. Era un deseo
que quería extender la mano y tocarlo, acariciar su pálida y perfecta
piel. Recordó en su vida anterior anhelar así. Mucho antes de Mason
y sus alegres monstruos. Había querido a los hombres como
cualquier mujer. Había suspirado por un profesor o dos en su día,
coqueteó de vez en cuando en una fiesta, incluso se besó con
algunos chicos a lo largo de los años. Y esta necesidad que sentía de
estar cerca de él se parecía mucho a un recuerdo perdido de esa vida,
esa existencia despreocupada que disfrutaba del toque de un
hombre.
Cuando le bajó el vestido más allá de las caderas, se inclinó más
cerca de ella. Sus mejillas casi la tocaron mientras se inclinaba para
empujar la tela sobre su parte inferior, y rozó sus dedos suavemente
sobre la piel de sus nalgas. Jadeó cuando sus ojos se movieron hacia
los de ella, y la tela cayó hasta formar un charco alrededor de sus
tobillos. Se apartó de ella mientras él la acompañaba a la bañera y la
ayudaba a meterse en la increíble y perfecta calidez del agua. Se
hundió hasta el cuello, dejando que la envolviera como un capullo
acuoso, cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás, mojando y
limpiando parte de la mugre de su largo cabello.
Su mano tocó su cabello, acariciando la suciedad aceitosa, y sus ojos
se abrieron para encontrarlo todavía estudiando su rostro. Cuando
agarró una botella de champú, se sentó, jalando las rodillas hacia el
pecho y dejando caer la cabeza para descansar la mejilla sobre las
rodillas. Él enjabonó, restregó y suavemente lavó la suciedad de las
calles. Su rostro estaba lejos de él, y cerró los ojos, imaginando este
toque en cada centímetro de su piel. Se sentiría increíble; no había
duda al respecto.
Lo imaginó desnudo. No tenía un marco de referencia, pero dejó que
su mente se desviara hacia su mundo seguro donde se le permitía
desearlo. ¿Cómo debe verse desnudo? Tenía que ser hermoso. No
podía imaginárselo más que deslumbrante. Sorprendente que un
hombre tan impresionante pasara su tiempo limpiando la suciedad
de su cuerpo; aún más asombroso era que lo estuviera dejando,
incluso disfrutándolo. Se preguntó si sería grande. Conoció algunas
pollas no deseadas durante su tiempo con Mason, y no le gustó
ninguna de ellas, pero cuando imaginó la de él, que tenía que ser tan
parecida a la de ellos, envió un pulso de calor directamente al lugar
entre sus piernas que rogaba a su cerebro que se permitiera
disfrutar de su mundo seguro y dejar que invadiera su mundo real.
Sus dedos tiraron lentamente de su cabello, y se volvió hacia él.
—Túmbate. Te ayudaré a enjuagarte.
Sonreía incluso menos que ella, y le gustaba eso de él. Mason
constantemente le sonreía. Pero era una sonrisa enfermiza, malvada
y sádica. Casi podía ver a los demonios rebotando en su cabeza,
rogándole que la lastimara, pero Quentin estaba muy callado. Su
imagen de su mente era pacífica y tranquilizadora. No era un
hombre débil para su conducta tranquila. De hecho, más que nadie
la intimidaba. Su fuerza estaba completamente en su compostura, y
no necesitaba anunciarlo para trasmitirla.
Pasó los dedos por su largo cabello mientras se hundía en el agua.
Arqueó la espalda para sumergir el cabello a lo largo de su frente, y
mientras lo hacía, los picos de sus senos se elevaron del agua. Él
gimió tan bajo que ella casi se lo pierde, y sus ojos se abrieron para
ver su mirada fija en sus duros y erectos pezones. No apartó la
mirada de sus pechos y no trató de esconderse. Su corazón latía con
fuerza y debió haberlo oído, pero pasaron muchos segundos antes
de que dejara que su mirada se alejara lentamente de su pecho para
encontrarse con sus ojos.
—Te conseguiré una bata limpia —Se quedó en silencio y salió de la
habitación. Usó la toallita que había dejado al lado de la bañera para
lavarse el cuerpo antes de que regresara. Cuando apareció de nuevo,
la ayudó a levantarse del agua, poniendo cuando el aire fresco la
tocó más piel de gallina para cubrir su piel. Se secó y se vistió
mientras pacientemente esperaba a que terminara, y cuando la
acompañó a la misma habitación en la que había estado un par de
semanas antes, su bolso estaba allí, vacío y sobre una silla.
—Tu ropa está siendo lavada. Dejaré que te acomodes. Hay un
televisor si quieres, pero aún necesitas descansar lo suficiente.
Hazme saber si necesitas algo.
Y se fue. Estaba sola. Se sentía sola y ansiaba algo que posiblemente
no debería.
Capítulo 7

—La vi una vez cuando estaba allí —Ember miró mientras hablaba a
los ojos de Truman. Ellos estaban sentados en su sala de estar con
Quentin, y el tema se había convertido en la nueva adición en el
edificio.
—Nunca lo mencionaste —Lo interrogaron los ojos de Ember.
—Estaba más preocupado por otras cosas en ese momento que
darle a la pobre mujer un segundo pensamiento. Dios, sueno como
un imbécil —Truman sacudió la cabeza con un inusual desprecio por
sí mismo—. Fue la noche en que me llamaron a Boston para hablar
con Mason, y su hermano te agredió. Fue la noche en que Mason me
dijo que tenía que enterrar tus recuerdos de mí, o te iban a matar.
Ember lo miró con tristeza. La mirada de Truman era distante y
preocupada.
—No es tu culpa, Tru —Tomó su mano mientras hablaba, y le dedicó
una pequeña sonrisa.
—Había una mujer allí cuando entré esa noche. Estaba... chupándole
la polla. Ni siquiera la dejó detenerse cuando entré.
A Quentin se le encogieron las entrañas y el corazón le latía con
fuerza ante las palabras de Truman. Las miradas de ambos se
posaron en la de suya en respuesta a su acelerado ritmo cardíaco, y
él miró hacia otro lado, tratando de relajar los músculos de su
garganta para poder tragar.
—Lo siento, Quentin —Lo miró. Truman parecía más que
arrepentido; parecía devastado.
—No me debes una disculpa. Ni siquiera puedo decir que conozco a
Abigail tan bien —Pero mientras pronunciaba las palabras, se
preguntó qué tan cierto era eso, o qué tan cierto quería que fuera.
Quería conocerla... mucho—. Estoy de acuerdo con Ember. No
puedes hacerte responsable de lo que Mason le hizo, y ambos
sabemos lo difícil que fue esa noche para ti —quiso decir cada
palabra de lo que dijo; incluso si era malditamente doloroso imaginar
lo que Abigail soportó allí.
Cuando Abigail salió de puntillas nerviosa a la sala de estar, Ember
sonrió cálidamente, pero Abigail obviamente se sorprendió al ver
que tenía compañía, y sus brazos se cruzaron sobre su pecho en un
instante.
—Abigail, es tan bueno verte de nuevo. Antes no nos presentaron
correctamente. Soy Ember y este es mi esposo Truman.
Miró de uno a otro, asintió lacónicamente con la cabeza, pero
permaneció en silencio. Estaba mordiéndose el interior de su labio
cuando se acercó al sofá en el que él estaba sentado y tomó a su
lado su lugar. Se arrugó la frente de Ember en lo que parecía
preocupación, pero mientras miraba a Abigail sentarse cerca de su
cuerpo, una pequeña sonrisa se abrió paso en sus labios. Los ojos de
Abigail miraron a Truman, pero luego se alejaron. Parecía
terriblemente incómoda, y podía oler el olor persistente de la
adrenalina. Pero el olor se estaba disipando y no de este encuentro.
Se inclinó hacia él, y su corazón se disparó de nuevo por un
momento ante su subconsciente movimiento. Por supuesto, el
aumento repentino de su ritmo cardíaco no pasó desapercibido para
Truman o Ember, y ambos compartieron la misma pequeña sonrisa
mientras les miraba.
—Deberíamos irnos, Tru —Y luego, mirando a Abigail, continuó—.
Fue un placer conocerte. Estoy segura de que te veré pronto.
Permanecieron juntos y Quentin los acompañó hasta la puerta
mientras Abigail seguía en el sofá. Ember le guiñó un ojo antes de
darle un beso en la mejilla. La sonrisa de Truman dijo todo lo que sus
palabras no dijeron, y luego desaparecieron, y la tuvo para
torturarse a sí mismo de nuevo.
—¿Tuviste una pesadilla? —habló mientras regresaba.
Lo miró un poco atónita cuando se unió a ella en el sofá.
—Sí. ¿Cómo lo supiste?
—Puedo oler la afluencia de tus hormonas suprarrenales. Fue solo
una suposición.
—¿Puedo quedarme aquí por un tiempo? No puedo estar sola allí por
más tiempo,
Cualquiera que fuera su sueño, era malo, y mientras intentaba
restarle importancia, sus ojos le suplicaban. Lo dejó deseando
tocarla, tranquilizarla, abrazarla, pero estar cerca era todo lo que
realmente podía ofrecerle. Incluso eso era una tortura para su
cuerpo, que la deseaba mucho más de lo que debería.
—Ven conmigo —Tomó su mano y la puso de pie, llevándola a su
dormitorio. Sabía dónde estaba la línea, y aunque también sabía de
nuevo, que estaba coqueteando con ella, era todo lo que podía
ofrecerle, por doloroso y tortuoso que pudiera ser para él.
Miró su cama mientras él retiraba las sábanas. Podía oír los latidos
de su corazón, y cuando se acercó por detrás a ella, colocó una
mano gentil sobre su hombro. Solo estaba destinado a tranquilizarla,
pero el repentino y sutil aroma de su excitación hizo que su pene se
endureciera y se tensara contra la parte delantera de sus pantalones.
Mierda. No había esperado eso, y su boca se hizo agua por el deseo
de probar su humedad. Sus colmillos se hundieron con dureza en su
boca cuando un gemido salió de sus labios, pero lo sofocó, dejando
que el dolor de sus dientes distrajera su deseo por ella.
—Acuéstate —Su voz se quebró mientras hablaba en voz baja.
Quentin no dormía a menudo, pero estaba muy dispuesto a
acostarse junto a ella. Quería desnudarse mientras observaba.
Quería tocarla en todos los lugares que no tenía por qué tocar,
quería saborear su piel, besar su boca. De hecho, quería mostrarle
exactamente cómo se suponía que era y cómo podía ser con él.
Estaba desesperado por compartirlo con ella. Dios sabe que tenía
más que suficiente energía sexual reprimida corriendo por sus venas
para que fuera una indulgencia muy placentera para ambos. En
cambio, se quitó la camisa mientras ella se subía a su cama. Se dejó
los pantalones puestos y se deslizó junto a ella, manteniendo una
cantidad mínima de espacio entre ellos.
Cuando rodó hacia él, su corazón dio un vuelco y su ingle se tensó.
—¿Cómo te sientes? —Su pregunta era más para distraer a su pene,
pero como necesitaba saber, era apropiada.
—Cansada, pero bien —Alcanzó su frente y tocó su suave piel con el
dorso de su mano. Ya no tenía fiebre, y el color había vuelto a sus
mejillas, sutil y pálido como era. Cuando tosía, sus pulmones
sonaban más claros, aunque estaría más feliz si la tos por completo
hubiera desaparecido. Necesitaba ganar algo de peso y, aunque
parecía estar mejor, todavía tenía círculos oscuros debajo de los ojos
y parecía exhausta.
No le tomó mucho tiempo quedarse dormida, y sus labios estaban
ligeramente separados mientras respiraba suavemente a su lado.
Trató de ver la televisión por un rato, pero sus ojos seguían
encontrando su camino hacia ella. Cuando tampoco pudo
sumergirse en un libro, eventualmente se estiró para apagar la luz.
Pero se estancó y volvió a mirarla. Estaba profundamente dormida, y
parecía que no podía hacer que sus dedos giraran el interruptor,
sabiendo que la perdería de vista. Tampoco creía poder dejar ir la
excitación que mantenía dolorosamente rígida a su polla, y cuando
bajó la cremallera y desabrochó la cintura de sus pantalones, supo
que no sería capaz una vez que comenzara de detenerse. Apretó los
puños mientras la miraba y se obligó a no continuar. Pero entonces
recordó el delicioso aroma de su excitación, y no pudo detener su
mano. En el momento en que su palma se encontró con el eje de su
erección, su autocontrol desapareció por completo.
Dejó caer la cabeza contra la almohada y rodó hacia un lado para ver
su pacífico rostro dormido. Cuando su mano comenzó a acariciar,
jadeó en silencio y los músculos de su estómago se contrajeron con
fuerza por la necesidad de liberarse. Quería cerrar los ojos e
imaginar que estaba dentro de su cuerpo mientras su mano se
movía sobre su longitud, pero no podía apartar la mirada de su
rostro. Era tan increíblemente deslumbrante, y en cuestión de
segundos, sus colmillos estaban completamente extendidos, su
boca abierta y los músculos de su rostro estaban tensos y contraídos.
Controlar el sonido que salía de su boca era casi imposible, y en voz
baja gimió mientras su palma pasaba sobre la cabeza de su pene. Ella
se movió a su lado, cerrando el espacio entre sus cuerpos, y en el
momento en que sus labios rozaron su hombro mientras se
acurrucaba en su contra, un profundo gemido emanó de su pecho
cuando los músculos de su cuello se tensaron. Hubo poca
moderación después de que lo tocó, y se corrió, lanzando chorros de
semen en su estómago mientras acariciaba la longitud de su
erección y masajeaba el líquido sedoso de su polla. Los espasmos de
los músculos de su estómago no pasaron desapercibidos para su
subconsciente, y ella gimió a su lado en silencio por los movimientos
que estaba haciendo. Miró al techo, esperando en callado a que
pasara el éxtasis, y cuando finalmente se desvaneció, se apartó de
ella, subiendo y abotonando sus pantalones mientras caminaba y se
retiraba al baño.
Su reflejo en el espejo parecía condenado casi devastado. No estaba
por encima de masturbarse, y aunque no se lo permitía a menudo,
porque descubrió que era más una burla cruel que otra cosa, no
tenía un compromiso real de mantener sus manos fuera de su pene.
Lo que fue devastador fue su total pérdida de control. Controlaba
todo en su mundo, incluyendo lo que estaba y no estaba dispuesto a
hacer con su cuerpo. Pero no podía controlar esto, no su deseo por
ella. No había discusión sobre la necesidad en absoluto. Los
músculos de su estómago brillaban, y mientras se limpiaba con una
toallita, se sobresaltó cuando entró de repente.
Se frotó los ojos mientras caminaba, y cuando él terminó
rápidamente con el trapo, observó su reflejo en el espejo frente a él.
Sus pezones estaban tensos bajo la tela del vestido, mientras sus
brazos volvían a caer a su lado, lo miró a los ojos. Su mirada se
deslizó hasta su estómago húmedo y su cabeza se inclinó hacia un
lado.
—¿Qué estás haciendo? —Su voz era un susurro bajo.
—Nada —Pero no pudo sostener su mirada mientras decía la
palabra. Lo estudió por un momento, pero finalmente lo soltó y se
acercó al mostrador junto a él— ¿Te sientes bien?
Asintió, sin dejar de mirar su estómago en el espejo. Cuando él se
volvió hacia ella y levantó el dorso de su mano hacia su frente, ella
llevó sus dedos a su estómago y sus músculos se tensaron con su
toque.
—Por favor, para —Su voz sonaba exigente, aunque era lo último
que quería que ella hiciera.
Sus ojos se movieron hacia los de él, y él sostuvo los de ella con
frialdad. Por dentro, su corazón se aceleró. Podía verse a sí mismo
arremetiendo contra sus labios, poniendo su mano en su cadera y
atrayéndola hacia él. Y mientras la observaba, estaba allí de nuevo.
El sutil e increíble aroma de su propio deseo. No debería estar allí.
No debería quererlo... pero estaría condenado si no lo hiciera.
Seguro como el infierno que no ayudó a la situación.
Cuando regresaron a su cama, no tardó en acercarse a él y
acurrucarse en sus brazos. Y estaba despierta cuando lo hizo.
Durmió por primera vez en más meses de los que podía recordar.
Tenía datos de investigación que tenía la intención de revisar, pero
con ella en sus brazos, no había lugar en el que preferiría estar.
Capítulo 8

—Entonces, este es el cargo número cuatro en el último año. Parece


Srta. Danner, que está en racha —El sarcasmo dejó a Abigail con
ganas de abofetear al hombre. ¿Qué derecho tenía para juzgarla?
—Escucha, no necesito un nuevo abogado… —espetó con su mejor
voz de perra. Fue un par de días después, y había recuperado su
fuerza... y aparentemente su voz. Había pasado el último año en
particular perfeccionando esta voz, y por lo general dejaba las cejas
fruncidas, los ojos saltones y la boca abierta. Pero no hoy.
—Silencio. ¡Ahora! El Sr. Devlin vino muy recomendado por un
colega mío, y estamos aquí para ver si puede ayudarte, así que
escucharás —espetó Quentin. Obviamente estaba enojado. Eso
tenía sentido, pero no significaba que le gustara el sonido de su voz
o que no la dejara con ganas de abofetearlo tanto como quería
abofetear al extraño sentado detrás de su escritorio enorme y feo.
Estaba a la defensiva, y lo sabía muy bien, pero ¿qué diablos? Este
hombre, el Sr. Devlin, quien diablos fuera, no sabía nada sobre ella.
Miró a Quentin y le devolvió la mirada. El Sr. Devlin sencillamente
miró entre los dos mientras se desarrollaba frente a él su guerra de
ojos.
Ella cedió primero, mientras se maldecía a sí misma cuando rompía la
mirada, el Sr. Devlin se aclaró la garganta. Cuando volvió a mirar al
hombre a los ojos, él sonrió. Fue completamente artificial e incluso
desafiante. No le devolvió la sonrisa, sino que retomó su mirada
donde la dejó con Quentin.
—Ahora, Srta. Danner, le fue fácil en su primer caso. Agredir a un
oficial debería haberle ganado mucho más que treinta horas de
servicio comunitario, pero parece que fuiste capaz de vender la
historia de que habías sido secuestrada y acababas de escapar lo
suficientemente bien como para obtener el voto de simpatía de la
policía y del juez.
—¡Eso no fue una historia, imbécil! Es exactamente lo que sucedió…
La mano de Quentin se cerró sobre su muñeca antes de que
terminara de pronunciar las palabras. Cuando se inclinó hacia ella,
sus labios rozaron su oreja mientras hablaba con los dientes
apretados. Su otra mano se movió a su cuello, sosteniendo su
cabeza firmemente en su lugar.
—Mantente unida, Abby —gimió en voz baja ante el sonido áspero
de su voz que calmó su furia en un segundo, y cuando la escuchó
gemir, sus dedos se relajaron contra su piel y un suspiro igualmente
silencioso se lanzó contra su mejilla. Su ira se disipó cuando su
pulgar acarició suavemente la piel de su mejilla antes de retirar la
mano de su cuello.
Se quedó sonrojada con una emoción desconocida cuando sus ojos
encontraron tímidamente su fría mirada. Dejó su mano en su
muñeca mientras miraba al Sr. Devlin.
—Por favor continua. Me disculpo por la interrupción. Pero implica
que Abby es una mentirosa otra vez, y me responderás —Su tono
dejó en claro que, por muy tranquilo que fuera, era capaz de
respaldar sus palabras. Abigail ya sabía que lo era, pero la mano
protectora que acarició suavemente la piel de su muñeca y el tono
bien controlado de su voz mientras hablaba con el Sr. Devlin no
dejaron dudas a nadie en la habitación, incluido el pomposo Sr.
Devlin.
—Lo siento. No debería haber… —estaba tartamudeando.
—Por favor continua.
—Por supuesto. Como... como decía, ayudó que se ordenara una
evaluación psicológica. Es parte de sus antecedentes penales por lo
que se incluyeron en su segundo caso, nuevamente y muy
probablemente la razón por la que recibió solo el tiempo cumplido
por ese. Si bien no me emociona, hay constancia de que mencionó...
bueno, monstruos, a falta de una palabra mejor, al psiquiatra
durante la evaluación, la opinión del psiquiatra para nosotros es de
suma importancia. El psiquiatra determinó que era…
—¿Qué tal si tratas de hablar directamente con ella? Merece ese
respeto.
Su piel se sonrojó de nuevo cuando se sentó junto a él, y sus dedos
rozaron suavemente sus nudillos.
—Uhh… sí, por supuesto. El psiquiatra determinó que sufría de
PTSD por el trauma de su supuesto... err... lo siento... su secuestro.
Lo describió como una reacción al trauma que le hacía estar muy
alerta por su seguridad —Bueno, él la había vendido y una grande y
gorda mierda para acompañarla, pero permaneció en silencio.
Estaba disfrutando demasiado de los suaves círculos que los dedos
de Quentin trazaban a lo largo de la parte superior de su mano como
para de nuevo enfadarlo.
—Si podemos vincular este... incidente... —Parecía casi temeroso en
este punto de decir algo que pudiera interpretarse como ofensivo
para ella—, al trastorno de estrés postraumático, entonces
podemos argumentar un cargo menor o al menos una sentencia
menor. Si tenemos mucha suerte, la fiscalía decidirá que están
demasiado ocupados para juzgar este caso y ofrecerá un buen
acuerdo con la fiscalía. Con mi reputación, y no estoy tratando de
sonar arrogante —Sí lo era—, serán más propensos a ofrecer un
acuerdo con la fiscalía que si estuvieran siendo representado por la
defensa pública.
—Entonces, ¿aceptarás representarla? —Quentin observó impasible
al hombre y la mirada de los ojos del señor Devlin pasó de uno a otro.
Su corazón se aceleró. Quería que estuviera de acuerdo. Puede que
no le gustase el hombre, pero había venido recomendado y tenía
una reputación excepcional. Y por primera vez desde que comenzó
este capítulo de pesadilla de su vida posterior a Mason, alguien
estaba tratando de ayudarla. No el abogado; simplemente estaría
haciendo su trabajo y, con suerte, haciéndolo bien. Era Quentín.
Quería creer que podría haber luz de nuevo. Y al mismo tiempo, no
quería creerlo. Era aterrador imaginarlo de alguna manera. Quería
volver a su vida y, sin embargo, no sabía si alguna vez podría encajar
allí de nuevo.
—Sí.
Los dedos de Quentin se curvaron contra su piel y deslizó la palma
de su mano por el costado de la suya para sostenerla, dándole un
suave apretón.
—Tienes mi número, sabes cómo comunicarte con su defensor
público para ponerte al día y sabes la fecha de su cita en la corte.
Llama cuando lo necesites.
Quentin se levantó y siguió su ejemplo. Su mano permaneció en la
suya, y salieron juntos de la oficina tomados de la mano. No pensó
en alejarse, y él no quitó su mano de la suya hasta que estuvieron
fuera del edificio, y la estaba ayudando a subir a su auto.
No entendía del todo la intimidad entre ellos, de hecho, no del todo,
pero seguro que le gustaba. Aparecía constantemente cuando
estaban juntos. Se había quedado con él una semana, y había estado
casi en coma durante los primeros días, pero había algo en la forma
en que su piel picaba cuando rozaba la de él. No actuaba como si
hubiera algo malo en tocarla, aunque su toque siempre fue inocente
y gentil, y hoy no fue diferente. La mano de él en su muñeca
tranquilizó su enfado por la aproximación de Devlin, y fue su
confianza en tocarla lo que la tranquilizó.
Lo vio cruzar por delante de su coche mientras el calor y el deseo
palpitaban entre sus piernas. Era increíblemente guapo y fuerte. El
simple hecho de observar la confianza de su andar, la forma casual
en que sostenía las llaves en la mano y la expresión tranquila y fría
que nunca parecía abandonar su rostro, hizo que su sexo se
humedeciera. Era más que extraño. Era impactante que estuviera
siendo tan... normal.
Cuando subió, sus ojos se cerraron cuando lo miró, y sus fosas
nasales se ensancharon mientras respiraba profundamente.
—¿Te importaría decirme en qué estás pensando? —Sí, claro, pero
sus ojos se abrieron y se encontraron con los de ella. Era una
expresión de complicidad, aunque impresionantemente impasible.
Podía sentir sus mejillas arder.
—No —No se dejó engañar—. Entonces, ¿tienes algún... como...
poder especial o..? como... eh...
—¿Leer la mente?
Bueno, eso era exactamente lo que estaba pensando, y ladeó la
cabeza mientras le miraba. ¿No era prueba suficiente?
—Sí —Estaba casi susurrando. No estaba segura de querer saber la
respuesta.
—No —respiró aliviada cuando él encendió el auto, pero antes de
meterse en el tráfico, se giró hacia ella, estudiando sus ojos—. Pero
tengo un sentido del olfato excepcional: hormonas, ligeras
fluctuaciones en la química corporal. Todas esas cosas encantadoras
que me dicen exactamente lo que está pasando dentro de esa
mente tuya.
Su sonrisa era casi imperceptible, y se quedó sin aliento cuando su
mirada volvió a la carretera. ¡Mierda santa! Apretó las manos en
puños mientras su pánico aumentaba un poco, y cuando miró hacia
atrás, habló de nuevo.
—Relájate.
Y luego se incorporó al tráfico mientras ella miraba al ridículamente
caro gato saltarín en la pantalla del panel central de la consola.
Estaba tratando de no dejar que su vergüenza la llevara al límite
mientras él actuaba como el genial gato que era.

***

Conducía sin hablar. Estaba dejando que ella lidiara con su


vergüenza. El cielo estaba nublado y estaba cómodo. No quería
llevarla a su casa en el edificio del consejo todavía. Estaba
disfrutando demasiado con ella, así que los condujo hacia Cambridge.
No estaban lejos, y en lugar de darle una pista sobre su destino, la
ignoró. Sus ojos comenzaron a parpadear hacia él cuando se dio
cuenta de que no se dirigían de regreso por donde vinieron, y siguió
sin decir nada. Cuando se detuvo en el estacionamiento, finalmente
habló.
—¿Dónde estamos? ¿Tengo otra cita o...? —Parecía confundida.
—No —Y la ignoró un poco más mientras estudiaba un lado de su
rostro.
Abrió la puerta para ella una vez que encontraron un lugar para
estacionar y tomó su mano, llevándola al ascensor cercano. No se
apartó, y él ni siquiera pensó en soltar su mano. Cuando las puertas
del Rooftop Garden se abrieron, su boca se abrió por un momento.
—Me había olvidado por completo de este lugar —Sonrió. Sus
dientes eran rectos, blancos y su sonrisa era increíble. No estaba
seguro de haber visto una sonrisa real en ella antes, y su corazón se
detuvo por un segundo ante la vista. Pero sus ojos se apartaron
rápidamente de los suyos cuando se dio cuenta de lo despreocupada
que se había permitido ser por un momento, como si ser joven y feliz
estuviera de alguna manera en contra de las reglas en su mente. Le
apretó la mano cuando comenzaron a caminar. Cuando se detuvo y
se sentó en un banco, también se sentó y su corazón empezó a latir
con fuerza.
Estaba tan malditamente nerviosa con él. Su agarre en su mano no
era abiertamente sexual, tal vez íntimo, pero no estaba tratando de
asustarla. Pero cuando se sentaron, y lo miró a los ojos, dejó que sus
dedos se deslizaran lejos de los de él, dejando que su mirada se
posara en su pecho.
No tenía intención de dejar que se saliera con la suya siendo tímida
con él.
—Quiero que veas a un psicólogo.
—No —No se molestó en esperar a que terminara de hablar.
—Abby, no puedes pensar que no te beneficiarías de…
—No —Iba a tener que decir algo más que esa maldita palabra.
—¿Por qué no quieres...?
—No —Podía sentir su mandíbula tensa ante su terquedad. Quentin
no estaba acostumbrado a que la gente fuera testaruda. Estaba
acostumbrado a tomar decisiones y ver cómo se hacían.
—Di esa palabra una vez más y me vas a molestar.
¿Podría hacerlo? Posiblemente.
—No necesito ver a otro maldito psiquiatra. Lo entiendo. TEPT. Bien.
A la mierda.
—¿Qué tal si quitas 'no' y 'joder' de tu vocabulario conmigo? ¿Eh?
—Estaba frustrado y le costaba disimularlo. No la trajo aquí para
discutir. Respiró hondo para tranquilizarse antes de volver a abrir la
boca—. ¿Qué crees que te gustaría hacer una vez que termines tu
caso en la corte?
Lo estudió por un momento antes de tomar una profunda
respiración.
—¿Quieres decir siempre que no termine en la cárcel?
—No quiero verte terminar en la cárcel, pero podría pasar. Pero en
realidad no importa. Deberías tener una idea de lo que te gustaría
hacer incluso después de salir de la cárcel, si ese fuera el caso.
¿Algún objetivo a largo plazo?
Parecía nerviosa, avergonzada. Tenía algo que decir. Podía verlo por
la expresión insegura de su rostro, pero le resultaba difícil escupir las
palabras.
—No sé —Estaba mintiendo.
—Sí, lo sabes.
Dejó escapar un profundo suspiro mientras rodaba los ojos.
—Umm... supongo... tal vez ir a la escuela otra vez.
Sus cejas estaban levantadas mientras esperaba su respuesta. No
dependía de él, por supuesto, y no le estaba pidiendo permiso, pero
le gustaba que le importara lo que él pensara.
—Definitivamente ¿El mismo campo que antes?
—Sí. Me gustó. Era buena en eso.
La miró fijamente mientras fruncía el ceño. Nunca había entendido
completamente su búsqueda anterior, y dada la mirada tímida en su
rostro, no era la primera persona en pensar que estaba demasiado
caliente para el campo.
—Estadísticas... ¿En serio? —Ladeó la cabeza mientras la miraba con
una sonrisa en su rostro. Sus mejillas se sonrojaron y se río entre
dientes.
—Tú eres el que habla. ¿Qué tipo de médico eres?
—Investigación en este momento. Biología Molecular más o menos.
Pero he estado vivo durante tanto tiempo que he estado en todos
los campos de la medicina en un momento u otro. Fui residente en
una sala de emergencias por un tiempo, médico clínico, incluso pasé
tiempo en diagnósticos. Como la radiografía. Sin embargo, estoy
disfrutando de la paz y la tranquilidad de la investigación en este
momento —Lo estaba estudiando de cerca. Todavía debía estar
juzgando hasta qué punto se merecía su confianza, y esperaba que
la honestidad fuera la clave para ello. No tenía la intención de
ocultarle mucho.
—Mira, eres tan friki como yo —Sonrió de nuevo antes que sus ojos
brillaran con timidez. Él también sonrió.
Definitivamente era tan friki como ella.
—¿Cómo es que puedes estar afuera durante el día? No me parece
muy vampírico. Quiero decir, pareces un poco normal, eso es todo,
aparte de oler hormonas y cosas raras como esa.
Río. No pudo evitarlo. Su pregunta era bastante legítima, pero su
fraseo, como siempre, estaba mezclado con su propio tipo de
sarcasmo.
—Vampíricamente, ¿eh? —Le sonrió—. Puedo salir si así está
nublado. Los vampiros son alérgicos al sol. No es lo mismo que tu
piel se queme por la exposición excesiva a los rayos UV. Entonces, si
salgo al sol, mi piel puede sentirse como si me estuviera quemando,
pero es un mecanismo diferente. Primero obtendría grandes
parches de piel irritada en mi torso. Es probable que ni siquiera lo
notes, ya que generalmente se limita a la espalda y el pecho. Se
propaga desde allí si no detenemos la exposición. No es divertido.
Parecía curiosa, pero no dijo nada más. Se sentaron en silencio
durante un buen rato. No había terminado de hablar de su necesidad
de ver a un psicólogo, pero no iba a insistir más en este momento.
Fue con desgana que se puso de pie con ella cuando las nubes de
lluvia que habían caído sobre la ciudad durante la mayor parte del
día finalmente decidieron abrirse.
Su corazón latía con fuerza durante todo el camino de regreso al
edificio, y quería tomar su mano en la suya y tranquilizarla. Pero no
tenía por qué tocarla después de su comentario algo imprudente, ¿o
era una confesión sobre cuán fuertes eran sus sentidos? Se estaba
acostumbrando a su olor, a su excitación, pero se colaba de vez en
cuando, en él todo el tiempo. Cuando solo estaban viendo la
televisión juntos y la sorprendía estudiándolo. Otras veces, era
cuando sus dedos rozaban los suyos sin darse cuenta. Pero siempre
fue tentador. Su polla estaba recibiendo un entrenamiento increíble
como el aroma de su excitación que siempre llevó a la suya, y su
polla terminaba amenazando con salirse de sus pantalones.
Había pasado una semana desde que había regresado, y estaba más
fuerte, más saludable y probablemente había puesto un par de libras
gracias a su cocina cargada con nada más que la mejor comida
chatarra que el dinero podía comprar. Parecía bastante aficionada a
todo lo que tuviera azúcar y no le faltaba nada en ese sentido. La
nutrición tendría que ser una preocupación en algún momento,
dado el tiempo que había pasado desde que había tenido una dieta
saludable, pero en este momento, solo quería que comiera.
Después de la primera noche en que la llevó a su cama y se torturó
con ella, no había pasado una noche lejos de él. Terminaba en su
habitación todas las noches, encontrando su camino sola la mayor
parte del tiempo. No dormía bien, ni siquiera acurrucada a su lado
mientras leía o miraba la televisión.
Se estremecía y gemía hasta que lentamente acariciaba su piel para
calmarla. No estaba haciendo nada de lo que debería estar logrando,
pero estaba más feliz que nunca. Nada de eso tenía sentido, y
pasaba todos los días con alguna fantasía suya corriendo por su
mente. Estaba distraído, pero joder, le gustaba tanto la distracción
que dolía.
La siguió hasta su residencia cuando finalmente llegaron al hogar.
Todavía estaba nerviosa, y aunque sabía que probablemente era un
mal momento, dada la tensión entre ellos, lo pospuso lo suficiente.
—Me gustaría examinarte.
—No —Esa maldita palabra otra vez. Escupió la palabra antes de
que terminara de hablar y sus ojos estaban muy abiertos y
petrificados.
—Te lo dije, no es ese tipo de examen. Estás terminando tus
antibióticos y definitivamente estás mejor, pero todavía quiero
tomar algunos elementales signos vitales y comenzar una línea de
base para ti. Literalmente, no has tenido tratamiento médico
durante años, y después de estar tan enferma como estabas, es
importante.
Estaba inquieta, su corazón latía con fuerza y los músculos de su
garganta parecían tensos y rígidos mientras tomaba una profunda
respiración, pero finalmente cedió y le acompañó a su clínica.
—¿Te cambiarás a un vestido, o es pedir demasiado? —Lo miró con
recelo—. Eres más que bienvenida a dejar tu ropa interior puesta.
No soy ginecólogo, ni voy a pretender serlo —Aunque ciertamente
le encantaría tener permiso para ir allí—. Sin embargo, me gustaría
que fueras más accesible —respiró hondo y asintió.
Le dejó una tradicional bata de hospital para que se cambiara y
regresó unos minutos después. Escuchó mientras se lavaba las
manos su corazón, y cuando se volvió hacia ella, su frente se frunció
de preocupación. Cuando se acercó, su pecho se elevó mientras ella
respiraba profundamente, y se quitó el estetoscopio de su cuello.
—Pensé que no lo necesitabas.
Sonrió.
—Es demasiado fácil sin él pasar por alto un sutil murmullo —
Deslizó su mano más allá de la abertura de su vestido, sosteniendo el
diafragma en su piel. No necesitó el estetoscopio para escuchar los
latidos de su corazón y, después de comprobar si había alguna
anomalía, retiró la mano de su pecho. Estaba tan nerviosa—. Por
favor relájate. Lo prometo, esto es indoloro —Asintió y se inclinó
hacia ella, moviendo el diafragma hacia su espalda. No podía evitar
estar cerca de su cuerpo, aunque había dado un paso a su lado en
lugar de empujar entre sus piernas, pero era obvio el sonido de su
garganta al tragar con fuerza cuanto más se acercaba a ella. Pero
todavía, apenas estaban sus pulmones ligeramente congestionados.
Colocó el estetoscopio sobre el mostrador antes de retroceder.
Sus oídos estaban limpios, su garganta también estaba bien, pero
cuando sus dedos encontraron la suave piel de su cuello para palpar
sus glándulas, se sorprendió levemente al verlas aún hinchadas.
—¿Todavía tienes dolor aquí? —Asintió y él notó que fruncía el ceño,
aunque no quería preocuparla. Los ganglios inflamados podían ser
cualquier cosa y, a pesar de lo enferma que había estado, sin duda
sería prematuro alarmarse... pero le gustaba preocuparse por ella;
Era bastante bueno en eso, de hecho.
Sus reflejos eran normales, aunque pensó que su corazón podía
detenerse cuando la parte posterior de sus nudillos rozó la piel de su
pierna mientras levantaba el vestido para exponer sus rodillas. Por
supuesto, dado que su corazón también dio un vuelco al tocarlo, no
estaba en posición de juzgar. Cuando probó su función neurológica
haciéndola seguir su dedo, realmente los estaba torturando
nuevamente a ambos. El corazón de él se aceleró al igual que el de
ella cada vez que volvía a mirarlo a los ojos, y en el silencio de la
habitación era mucho más íntimo de lo que debería ser. Estaba
parado cerca de ella, casi abriéndose camino entre sus rodillas
ligeramente separadas, y cuando finalmente terminó con la prueba,
apenas podía hablar.
—Recuéstate en la mesa, por favor —Su voz tartamudeó y tuvo que
aclararse la garganta para ser escuchado.
Si tocar su pierna o sostener su mirada la ponía nerviosa, podría
desanimarse con esto, pero con las glándulas inflamadas, no iba a
ignorar la importancia de terminar su examen. Cuando abrió el
vestido, lo estudió, y cuando sus dedos tocaron la piel de su
estómago, sus ojos se desviaron por un momento. Llevaba ropa
interior y sostén sencillos de algodón gris, y sus pezones estaban
apretados bajo la fina tela. Era difícil no mirar hasta el último
centímetro de su piel que quería ver, pero ignoró el deseo, sabiendo
que terminaría con una erección furiosa y que sería difícil de ocultar.
Si fuera un médico en ejercicio, debería ser despedido por los
pensamientos que le rondaban por la cabeza, pero no era un médico
en ejercicio y, francamente, era el único médico que tenía.
Palpó y presionó su abdomen, y al tocar sus músculos se apretaron y
tensaron. Se alejó de la línea de su ropa interior de ajuste bajo y se
quedó mirando su ombligo. Incluso eso lo excitaba, y todo lo que
podía ver era su boca saboreando la piel de su estómago, besando
senderos desde su vientre hasta su sexo. Cada imagen lo conducía a
lo que realmente quería: invadir su cuerpo con el suyo por completo.
Cuando terminó, se sintió aliviado y, por la expresión de su rostro,
ella también.
Se fue mientras se cambiaba, y cuando se unió a él en la sala de estar,
sus mejillas se sonrojaron furiosamente durante unos cinco minutos
antes de que pudiera controlarse. Miraron la televisión, tratando de
actuar con normalidad, aunque no se podía negar que era incómodo.
—¿De verdad no tienes la intención de acostarte conmigo? —Su
pregunta lo dejó con los ojos muy abiertos mirándola mientras la
conmoción se apoderó de su cuerpo. Una vez más, lo había
sorprendido muchísimo, pero estaba observándolo, paciente y
nerviosa, esperando una respuesta.
—He sido célibe durante diecinueve años.
Ladeó su cabeza para mirarla, esperando una respuesta, sin tener
idea de qué esperar; sorprendido, de hecho, de que lo hubiera
confesado.
Sus ojos se agrandaron por un momento antes que pudiera
controlar su reacción a sus palabras, pero luego su sarcasmo
encontró su voz.
—Tan sorprendida como estoy de que eso sea posible, realmente no
has respondido a mi pregunta —Su voz era tranquila, y él le sonrió.
Nerviosa y sexualmente cargado como había sido su día, todavía se
sentía mucho más cómoda cuando eran ellos dos que cuando
estaban alrededor de otros, y había algo increíblemente íntimo al
respecto.
—No, no tengo la intención de tener sexo contigo —Su voz era
demasiado baja cuando respondió la pregunta—. Eres hermosa,
pero no es por eso que estás aquí.
—¿Por qué eres célibe?
—Es personal.
—Está bien... ¿por qué eres célibe?
Cuando él puso los ojos en blanco, sonrió y su corazón se disparó.
—Bueno. Te diré por qué elegí ser célibe si me cuentas sobre tu
tiempo con Mason.
—Eso la detuvo en seco.
Se arrepintió de haber preguntado en el momento en que su cara se
entristeció. No había vuelta atrás de ese comentario, y después de
que se sentaron en silencio, sin decir nada durante un tiempo largo e
incómodo, se puso de pie.
—Tengo que cazar esta noche, y tengo trabajo que hacer antes de
eso en la clínica. Si me necesitas, estaré allí hasta las ocho y media
más o menos.
—¿Cazar?
Solo la miró. No había respuesta sobre esto, o al menos ninguna
respuesta que estuviera dispuesto a darle. Esto simplemente no era
algo que tuviera que saber, y dada la expresión cansada en su rostro
después de que cometió el error de mencionar su tiempo con Mason,
no había ninguna posibilidad en el infierno de que fuera a abrirse
sobre eso. Era maldita sea demasiado humana. Era tarde y había
destruido de forma efectiva su cómoda interacción.
Capítulo 9

Cuando se despertó a la mañana siguiente, no estaba lista para


levantarse. Nunca lo estaba. Desde su tiempo con Mason la fatiga
había sido parte integral de su vida, y aunque su salud parecía estar
mejorando, su constante necesidad de dormir no lo había hecho. Tal
vez solo estaba deprimida... Pero no lo estaba. Por primera vez en
mucho tiempo, no lo estaba.
No había regresado durante el resto de la noche de la clínica y al final
se había ido sola a la cama. No podía soportar estar sola en su
habitación. Cada vez que intentaba dormir allí, se despertaba con
pesadillas. Desde su escape de Mason había sido una lucha
constante encontrar una noche de sueño reparador... quizás la
razón por la que nunca se sintió descansada pero eso no lo explica
ahora.
Ahora que había encontrado sus brazos, dormía. Y no podía dormir
sin ellos. Esta noche sus sueños habían sido diferentes. Había
soñado con Quentin. Lo vio desgarrando la garganta de Mason, y
por un breve momento, la invadió el alivio, pero luego la vio. Sus
colmillos eran totalmente visibles y estaba gruñendo. Se veía
impresionante, peligroso y hambriento. Se despertó sobresaltada,
aterrorizada de él, pero también necesitándolo allí.
Pero estaba allí.
Estaba en su cama con sus fuertes brazos envueltos con firmeza
alrededor de ella. Estaba despierto; casi siempre lo estaba cuando se
despertaba por la noche. Su miedo a él se desvaneció, y su confianza
en él la inundó de alivio. Este era su Quentin, el hombre fuerte y viril
que le dio seguridad y protección.
—Lamento haber preguntado. Sé que no estás lista para hablar de
eso y no espero que lo hagas hasta que lo estés.
Asintió con la cabeza antes de rodar hacia él y hundir la cara en su
pecho. En verdad, quería decirle, o tal vez era más exacto decir que
quería que lo supiera. No podía soportar la idea de decir las palabras
en voz alta, y si simplemente pudiera insertarlas en su mente, se
ahorraría el horror de pronunciar las palabras. Pero la clave de todo
no era cómo iba a compartirlos, sino el hecho de que quería que él
tuviera los detalles. Necesitaba que supiera, que entendiera.
Estaba aterrorizada de lo que pensaría de ella, pero necesitaba que
lo supiera y estuviera de acuerdo con eso. Nada de eso tenía sentido
para ella. No es como si él fuera su novio o amante o algo que
garantizara su franqueza, pero él era algo... algo importante para
ella.
Estaba sin camisa y había sentido la piel de sus piernas contra las de
suyas. Había parado de dejarse hacía un par de días los pantalones
puestos cada vez que se acostaba con ella, y aunque nunca se
desvestía frente a ella, siempre se despertaba con la sensación de su
piel junto a la suya. Sin embargo, no estaba desnudo, nunca lo
estaba, y cuando su mano encontró su cintura para envolver su
brazo a su alrededor, sintió bajo sus dedos la tela de su ropa interior.
La cintura siempre caía sobre su abdomen, y cuando sus dedos
pasaban por la parte inferior de su espalda, a menudo podía sentir la
hendidura de la parte superior de sus nalgas firmes y fuertes.
Y ahora, despertando sola a la mañana siguiente, lo extrañaba. Algo
sin duda andaba mal con su cerebro que podía sentir de esta manera
por un hombre que apenas conocía. ¿Cómo podría ser célibe? Era
curioso. Debería sentirse más segura con él, sabiendo que no quería
acostarse con ella, pero sí quería hacerlo. Lo sabía. Lo veía en sus
ojos, lo sentía en su toque, lo escuchaba en el silencioso gemido que
emitía cada vez que lo tocaba. Sentía más decepción por su celibato
que por su seguridad. La seguridad estaba allí independientemente
de lo que quisiera hacer con su cuerpo, el jodido contratiempo era
por completo. Que lo deseaba. Había salido de su seguro mundo
imaginario, y él estaba firmemente plantado en este mundo. Y
estaba decepcionada porque hacerle el amor en este mundo no iba
a ser una opción... y quería que lo fuera.
La joven, Ember, apareció poco después de que Abigail se
despertara. Estaba con otra mujer que Abby nunca había visto antes.
Ambas se veían impresionantes de pie frente a ella, y de repente se
sintió un poco fuera de sí en su camisón y su aliento matutino.
—Vístete somnolienta vagabunda. ¡Nos vamos de compras! —
Ember tenía un hermoso cabello largo castaño claro. Era bonita de
una manera muy linda, y su personalidad parecía igual. Abigail se
sintió segura y a gusto con ella, aunque no la conocía. La otra mujer
era un poco más difícil de leer. Tenía un corte de pelo corto estilo
bob y era tan hermosa como Ember, pero su expresión era más seria,
dura y controlada—. Esta es Brit. Si te preguntas por qué no sonríe
mucho, es porque es policía. ¿No es así?
Brit miró a Ember y le dio una sonrisa sarcástica antes de mirar a
Abigail.
—Es bueno conocerte. Al parecer, vamos a ir de compras y voy
porque no soy... ¿cuál es la palabra que usaste? —Miró a Ember
mientras chasqueaba los dedos—. Oh sí. No soy lo bastante como tú
—Le disparó una mirada desafiante a Ember. Estaba siendo irónica,
pero aun así intimidaba.
—No. Dije que no eres lo bastante femenina. O lo suficientemente
agradable, francamente. Ir de compras te hará bien. Tienes pronto
una luna de miel, y necesitas ropa sexy de luna de miel. Además, tal
vez Abigail coma algo y podamos vivir indirectamente a través de
ella.
Tenía una linda mirada soñadora en su rostro, pero cuando volvió a
mirar a los ojos de Abigail, sonrió cálidamente. Y Abigail sintió que
las comisuras de su boca se levantaban plenamente en contra de su
voluntad.
—Eso suena más cruel que agradable. Y, por cierto, nos vamos de
luna de miel a las montañas. No es como si fuera a tomar el sol por el
amor de Dios. ¿Cómo haces exactamente para lucir sexy en atuendo
de montaña para clima fresco? —Hablado por la intimidante—. Oh,
lo que sea. Podríamos simplemente emborracharla y beber su
sangre —Y luego Brit la miró y sonrió cuando los ojos de Abigail se
abrieron de golpe—. Más o menos. Estoy bromeando. Quiero decir
que es un buen pensamiento. Es solo…
—La estás asustando. Cállate la boca —Ember susurró con los
dientes apretados en voz alta, como si Abigail no pudiera oírla, antes
de volver su atención a Abigail y mostrar una gran sonrisa—. No te
comeremos. Lo juro. Quentin nos mataría, y ninguno de nosotros
mataría humanos, o... bueno... ella lo ha hecho, pero él se lo merecía.
No habían dejado que Abigail hablara desde que abrió la puerta,
pero extrañamente, todavía podía sentir tratando levantarse a las
comisuras de su boca mientras parloteaban, a pesar de que habían
mencionado comerla mucho más de lo que normalmente permitía
una conversación social.
—Uh... déjame vestirme.
¿Por qué estaba de acuerdo en ir? Podía simplemente decir "no" o
fingir que tenía dolor de cabeza; en realidad tenía dolor de cabeza.
Ni siquiera tendría que mentir. Pero Quentin se había ido, y no tenía
ganas de estar sola sin él en su casa. En verdad, la noche anterior no
le gustó cómo terminaron las cosas, y sabía que se sentaría y se
molestaría si no se mantenía ocupada. Preferiría verlo, tratar con él,
lidiar con la manera terriblemente incómoda en que se sentía, pero
esa no era una posibilidad, así que ir de compras sí lo era.
La esperaron en la sala de estar mientras se cepillaba los dientes y se
apresuraba a vestirse. Y una vez abajo y en la carretera en otro auto
rayo tan lindo como el infierno, esta vez una SUV, Ember se dio la
vuelta para mirarla en el asiento trasero.
—Entonces, ¿qué piensas de nuestro pequeño mundo? Debe ser
muy diferente a la vida real. Al menos es muy diferente de lo que era
mi vida.
—Ay, no lo sé. No sois los primeros vampiros que conozco —Se río
nerviosamente, mientras su mirada se desvió por la ventana—. Lo
siento —murmuró—. Entonces, ¿todos los vampiros son tan… tan
ricos? Quiero decir, un Range Rover, un Jaguar, tu edificio, y nadie
parece trabajar…
Realmente necesitaba callarse, pero por la sonrisa divertida de
Ember, no se ofendió ni tampoco Brit por la sonrisa en el espejo
retrovisor.
—Bueno, no somos ricos. La mitad de nuestros hombres lo son. Y lo
lograron honestamente si eso es lo que te preocupa. Cuando vives
para siempre, tienes mucho tiempo para amasar una fortuna. Mi
esposo es comerciante de antigüedades y profesor adjunto de
historia en Harvard. El prometido de Brit, Angus, es un inversionista
o financiador muy exitoso, como sea que lo llames, además de ser el
jefe del consejo de vampiros que supervisa nuestra región de los
Estados Unidos. Y Quentin es médico —dijo.
—¿Dónde está él hoy? Quiero decir... quiero decir... Quentin.
Estaba tratando de ocultar su intensa curiosidad, pero su voz
entrecortada la delató.
Los ojos de Ember se encontraron de nuevo con los suyos con una
leve sonrisa jugando en sus labios.
—Oh, una reunión con un par de colegas de fuera de la ciudad. Está
involucrado en grupos de investigación con otros médicos y
biólogos de nuestro tipo. Se reúnen de vez en cuando aquí o allá o
en algún rincón tranquilo del mundo para discutir en qué están
trabajando. Está principalmente involucrado en microbiología o
biología molecular o.… algo así. Trató de explicarlo una vez, pero
cuando la mayor parte de lo que dijo se convirtió en abreviaturas
con letras en lugar de palabras, y lo único que entendí fue ADN, mi
cerebro se apagó. Piensa en mirar en un microscopio durante largos
períodos de tiempo. Es uno de esos tipos. Ya sabes... guapo nerd.
Los labios de Abigail se levantaron en una pequeña sonrisa. Sabía
muy bien que era un guapo nerd.
—Vaya —No había mucho más que decir que eso. Pero
aparentemente Ember tenía en mente entrometerse.
—Entonces, ¿cómo te va con él? Parecen estar bien juntos... err...
quiero decir cómodos... cómodos juntos es... eso es lo que estaba
diciendo... sí.
—No te preocupes. Em es psiquiatra y piensa que todo el mundo es
su paciente y debería decirle todo lo que quiera saber sobre
absolutamente todo lo que hay que saber, sobre todo —Brit sonrió
en el espejo retrovisor—. Te acostumbrarás.
—Oh… eh… está bien. Él está bien.
—¿Y te sientes mejor? Quiero decir, definitivamente te ves mejor.
—Sí. Todavía estoy muy cansada, pero no estoy segura de que sea
algo nuevo. Creo que la vida es simplemente agotadora.
Se río en voz baja sin mucho humor. No era nada nuevo. Su cuerpo
se sentía cansado. Había asumido que era por vivir en las calles, no
comer lo suficiente, e incluso antes de eso había pensado que era el
estrés de ser atormentada por Mason, pero ahora inclusive, la
tentadora idea de acurrucarse y alejarse de casi todo era muy, muy
atrayente, por supuesto, siempre quiso que ese sueño lo incluyera a
él.
—Entonces, aquí está la tarjeta de crédito de Quentin. Me pidió que
te la diera para comprar ropa.
—Oh, no. No puedo aceptarla. Realmente no necesito nada.
—Bueno, en realidad pensó que podrías decir eso, y no vamos a
volver sin gastar para ti una cierta cantidad de dinero en ropa, así
que a menos que quieras que la elijamos por ti…
—Pero tengo ropa. ¿Qué le pasa a mi…
—¡Nada! Son... encantadoras, simplemente adorables. Uh, pero…
también son un poco… uh…
—Son trapos —Brit se encogió de hombros mientras Ember la
miraba boquiabierta.
—No son tra… —Le lanzó una mirada a Brit antes de volverse
rápidamente para mirar a Abigail—. No son trapos. Pero están un
poco desgastados. Y créeme, no quieres que compre para ti. Soy
una amante de todo lo relacionado con el algodón, y no tengo
remedio —Puso los ojos en blanco, burlándose de sí misma. Abigail
tomó la tarjeta de su mano extendida—. Es mejor así. Espera salirse
con la suya. De verdad, un poco fanático del control. Solo su
naturaleza. Pero no de mala manera —Parecía que no podía dejar de
hablar.
—Entonces, ¿cuánto se supone que debo gastar?
—Bueno, ¿has visto ese programa en el que humillan a los
participantes por la moda mostrando videoclips de ellos caminando
por ahí pareciendo un lunático antes de darles algunas reglas de
moda y una tarjeta de crédito y luego los dejan sueltos en
Manhattan solo para acercarse sigilosamente con una cámara de
video para decirles cuán desafiados todavía son para estar a la moda?
—hablaba emocionada y tan expresivamente que a Abigail le
costaba no reírse.
—Sí —Estaba empezando a preocuparse.
—Me encanta ese programa. Bueno, va a ser algo así, menos las
cámaras, la humillación y las reglas. Y como hoy está bastante
nublado, tenemos todo el tiempo del mundo antes de que Brit y yo
nos sintamos incómodas. Podemos tomarnos nuestro tiempo —Y
allí estaba otra vez su sonrisa de un millón de dólares.
Mierda.
—Genial —Trató de no sonar como si estuviera susurrando.

***

En cuatro agotadoras horas, tenía un guardarropa nuevo, al igual


que Brit, y estaba agotada y lista para una siesta.
—¿Dónde te hiciste ese moretón? —Ember lo vio en la parte
posterior de su brazo cuando Abigail salió de un probador con un
vestido gris sin mangas hasta la rodilla con un cinturón dorado
delgado.
Estiró el cuello, retorciéndose en círculos como un perro
persiguiéndose la cola frente al espejo para verlo. Ember tenía razón,
era grande. Como una pelota de béisbol grande en la parte posterior
del brazo y, francamente, no tenía ni idea de dónde lo había
conseguido. Solo se encogió de hombros y trató de ignorarlo. Un
cárdigan hizo el truco, y le gustó tanto el vestido ajustado gris
esterlina con su nuevo cárdigan marrón claro con manga tres
cuartos que se lo dejó puesto.
Se tomó un minuto para trenzar su espeso cabello rubio hacia atrás
en una trenza suelta que caía sobre su hombro, y cuando terminó de
enrollar la banda para el cabello que había escondido en su bolsillo
para asegurarla en su lugar, Brit salió de su probador.
—¡Qué carajo, Em! En serio... ¿floral? ¿Te parezco una chica de flores?
—Bueno, creo que se ve bien. Perfecto para una luna de miel.
—Perfecto para una luna de miel sería desnuda, y así es
exactamente como probablemente me preferirá Angus.
—Estoy segura de que es cierto, pero no puedes estar desnuda en el
avión. Ahora, cállate y cómpralo.
Abigail se sorprendió sonriendo de nuevo. Realmente debe haber
algo mal con ella. Ember se alejó mientras sonaba su teléfono, y Brit
comenzó a caminar de regreso a su probador. Pero se detuvo a
mitad de camino sin volverse inmediatamente, y cuando lo hizo, su
rostro estaba serio, no es que no siempre lo fuera.
—Sabes, Quentin es uno de los hombres más honorables que
conozco. Todos lo son —Y luego, tomando una respiración profunda
cuando los ojos de Abigail se movieron hacia el suelo, continuó—.
Estoy segura de que es difícil para ti verlo… o entenderlo. Nunca te
hará daño, no podría. Ninguno de ellos podría. Tengo un lugar
especial en mi corazón para Quentin. Puede parecer... tranquilo y
sereno, y lo es, pero es extremadamente protector. Cuando hice la
transición, Angus no estaba contento y Quentin fue quien lo puso en
su lugar. Sé que aún no conoces a Angus; ha estado fuera de la
ciudad visitando algunos clanes de la región con otro concejal, Aaron,
pero para que cualquier hombre ponga a Angus en su lugar… bueno,
no estoy segura de que muchos puedan hacerlo —Y luego terminó
con una mirada bastante incómoda en su rostro y un rápido
encogimiento de hombros—. Solo pensé que deberías saberlo.
Y luego se fue de nuevo a su probador.
Cuando Abigail por décima vez hoy se atragantó por la sorpresa por
el precio mientras usaba la tarjeta de crédito de Quentin para
comprar el vestido y la chaqueta que ahora llevaba, Ember se acercó
con Brit a su lado, todavía quejándose de la blusa floral, pero
sosteniéndola a pesar de eso en su mano.
—Quentin quiere que te dejemos en el Hospital General Mass. Están
terminando pronto, y dijo que ustedes dos irían a alguna parte.
—Vaya —Una vez más, no estaba diciendo mucho. En verdad, su
corazón revoloteaba como una mariposa en su pecho ante la idea de
verlo. Y una vez que estuvieron de vuelta en la carretera, dejó por un
tiempo que ese consuelo dirigiera su boca— ¿Cuántos años tiene
Quentin?
—Cuatrocientos años más o menos.
—¿Y también mata humanos? Fue difícil comprender al hombre que
conocía quitando la vida.
—Si pudieras llamarlos así. Las personas que matan son una
amenaza para los humanos. Ellos son los únicos cuando Brit no
puede cerrar un caso y que seguirán lastimando, asesinando y
destruyendo vidas. No te sientas mal por estos 'humanos'. Sé que es
difícil de entender, pero estos son asesinos, violadores, abusadores
de niños, monstruos —Ember desde su lugar en el asiento delantero
la observaba atentamente.
—Es difícil de imaginar. Quiero decir, he visto cómo matan los de tu
clase, y es difícil imaginárselo... haciendo eso —No fue realmente
tan difícil en absoluto. Todavía tenía imágenes de él con colmillos
flotando alrededor de su cabeza después de sus sueños de la noche
anterior. Pero esas imágenes se habían vuelto muy eróticas en este
punto, y tenía que admitir que estaba algo interesada en verlo con
colmillos, muy interesada, de hecho.
—Es un asesino tan feroz como cualquiera de ellos.
—¿Y realmente no hay nada que pueda matarte?
—Oh, hay mucho que puede matarnos. Cortar nuestro tronco
encefálico, destruir nuestro corazón, inyectar sangre viva en nuestro
sistema circulatorio.
Abigail inclinó la cabeza hacia un lado en respuesta a esta última
declaración, y Ember tomó la señal para dar más detalles.
—Provoca una respuesta inmunológica con la toxina que nos
mantiene vivos. La toxina ve la sangre viva inyectada directamente
en nuestro torrente sanguíneo como una amenaza y, como
resultado, termina destruyéndonos. Estamos destinados a beber y
digerir la sangre, no a que nos la inyecten en las venas. Confía en mí,
no es agradable. Casi muero porque el mismísimo Mason me inyectó
sangre viva, y fue Quentin quien me salvó de esa experiencia
cercana a la muerte.
—¿Y ustedes dos en realidad no matan humanos? ¿Cómo es eso?
—Elegimos tomar la segunda sangre de nuestros maridos. No
somos tan fuertes como resultado, pero eso nunca me molestó.
—¿Por qué? Quiero decir, ¿no te dejan, o.…?
—Son lo suficientemente anticuados como para pensar que
debemos cumplir con todos sus deseos, pero no somos tan
anticuadas y no hacemos nada que no queramos hacer —Estaba
sonriendo—. Cada una de nosotras tomó esa decisión por su cuenta
por razones personales. Simplemente no tengo ningún interés en
matar, y no creo que pudiera hacerlo si lo intentara. Brit lucha con la
moralidad de ser un detective de homicidios, pero luego quita una
vida, por monstruosa que sea esa vida. Y hay… otros beneficios
también…
—¿Te gusta?
—Bueno, es difícil explicárselo a un mortal, pero es algo muy sensual
y erótico para nosotros. Lo siento… ¿Demasiada información?
Sacudió su cabeza. En realidad, la sorprendió muchísimo todo lo que
dijo la mujer, pero estaba intrigada.
—Entonces, ¿le gusta... quiere matarme... o, quiero decir, comerme?
Ember observó a Abigail con una mirada curiosa en su rostro. Abigail
se dio cuenta de que estaba tratando de decidir cómo responder a
esa pregunta.
—Bueno, seguro. Pero entonces, nosotros también. No significa que
alguna vez lo haríamos. Pero mírate a ti y a Quentin. Está
programado para amar la sangre, y la sangre de alguien que te atrae,
bueno, eso es incluso…
—¡Em, joder! —A Brit parecía gustarle la palabra-J tanto como a
Abigail.
—Quiero decir… no es que ustedes dos sean… Eso no es lo que
yo… lo siento. Solo quiero decir... lo siento —Estaba sacudiendo la
cabeza y Abigail podía sentir el calor quemándole las mejillas.
Recurrió a mirar por la ventana durante el resto del viaje. Su corazón
estaba acelerado y sabía que no había nada que pudiera hacer para
ocultárselos.
Los ojos de Brit de vez en cuando se fijaban en ella por el espejo
retrovisor, y Ember seguía girándose para mirarla. Parecía que no
podía calmar los latidos en su pecho o sacudirse lo que implicaban
las palabras de Ember. Y cuando Ember se volvió hacia ella por
última vez cuando se acercaron al hospital, habló.
—Sabes, está bien que te guste. Tienes permitido querer a un
hombre. No dejes que tu pasado dicte hacia dónde va tu futuro. Te
mereces más que eso.
—Bueno, él no es... quiero decir... nada —Compartiendo cualquier
parte de lo que Quentin le había dicho en privado no iba a suceder,
por lo que realmente había muy poco que pudiera decir.
—Lo sé todo sobre Quentin —Sus ojos sostuvieron los de Abigail
con fiereza—. Y no creo tampoco que lo que pasó en su vida hace
veinte años deba dictar su futuro.
Luego se detuvieron en el frente, y Abigail salió, agradeciéndoles
por encima del hombro mientras caminaba hacia el edificio, hacia él.
Capítulo 10

En el momento en que cruzó la entrada y entró en el vestíbulo


donde él estaba hablando con tres de los hombres con los que se
había reunido, su corazón se aceleró. Los tres por supuesto, la
escucharon, y la siguieron con sus ojos antes de regresar a él con
expresiones curiosas. Todavía no lo había visto, y sus ojos la
siguieron por la amplia habitación. Trató de seguir hablando, pero
estaba luchando por concentrarse, y cuando finalmente lo vio y se
encontró con sus ojos, hizo una pausa de medio segundo antes de
caminar directamente hacia una gran planta en una maceta.
La expresión de su rostro no tenía precio. Sus mejillas ardían de un
rojo carmesí, comenzó a negar con la cabeza y no pudo volver a
mirarlo. Pero él la estaba mirando, y observó cada paso que daba
para cerrar el espacio entre ellos. Continuó respondiendo las
preguntas de los hombres, pero fue una lucha, y tuvo que pedirles
que se repitieran dos veces para cuando lo alcanzó.
Dio un paso a su lado, todavía sacudiendo la cabeza ligeramente y
todavía con las mejillas rosadas. Tomó su mano y juntó las suyas
alrededor de las de él. Estaba nerviosa y escuchaba los latidos de su
corazón.
—Bueno, Quentin, no tenía idea de que tuvieras novia… —dijo uno
de los médicos.
—No, no somos… —Entonces, ¿por qué diablos estaba sosteniendo
su mano?—. Abigail, estos caballeros son mis colegas de
investigación.
Los presentó rápidamente a cada uno, listo para terminar, para
poder estar con ella. En el momento en que se despidieron, la
condujo hacia la salida. Era de noche, y oscurecería en un par de
horas. El día había estado nublado, pero sin lluvia, y tenía la
intención de pasar el resto de la noche con ella.
Mientras se acomodaban en su auto, lo miró.
—¿Ember dijo que íbamos a algún lado? —También se giró hacia ella,
pero fue atrapado por la vista de sus piernas. Se veía hermosa con su
vestido, y la vista de sus rodillas lo dejó con tantas ganas de tocarla
que su ingle se tensó. Encontró sus ojos, tratando de enmascarar la
necesidad de su propia expresión.
—Hatch Shell9 para la noche de cine. ¿Suena bien? —Se sonrojó y
asintió mientras salía de la plaza de aparcamiento. Quería alcanzar
su mano, pero no lo hizo. En cambio, comentó—: Te ves bien. Me
alegro de que hayas encontrado algo que te haya gustado.
—Lo hice, gracias. Oh, es cierto. Casi lo olvido —Empezó a sacar de
su bolso su tarjeta de crédito.
—Es un extra. Sólo mantenlo.
—No, no puedo.
—En realidad puedes. Todo lo que tienes que hacer es deslizarla en
tu billetera y olvidar que está ahí hasta que la necesites. Simple —Le
sonrió, y ahí estaba. El aroma que tanto amaba y que lo dejó listo
para detener el auto y deslizar sus dedos justo debajo de su
tentadora falda para encontrar la fuente de su excitación. En lugar
de eso, actuó como el caballero que sus pensamientos no
implicaban, y volvió a mirar la carretera.
Sabía que sería una aventura difícil desde el principio. Era demasiado
increíble para pensar que no tendría una reacción. Pero había más, y
lo que sabía que sería difícil se estaba volviendo francamente
imposible. La deseaba... desesperadamente. ¿Porque era hermosa?
Claro, eso era fácil, pero había más, y ahí era donde su
determinación flaqueaba más. Le importaba.
Quentin era bueno cuidando de sus amigos y de las personas que
conocía bien, pero eso nunca incluía una relación romántica. Jamás.
Había demasiada cercanía e intimidad en las relaciones románticas, y
simplemente había sido una cercanía de la que nunca había sido
capaz. Y aunque lo que él y Abby hicieran juntos en el mundo real
difícilmente podría considerarse romántico, era lo que pensaban en
hacer juntos lo que la delató. Su olor lo dejaba claro, tanto como los
pensamientos desenfrenados que daban vueltas en su mente.

9
Hatch Shell: El Edward A. Hatch Memorial Shell (comúnmente conocido como "Hatch Shell") es un lugar de conciertos al aire
libre en Charles River Esplanade en la sección Back Bay de Boston, Massachusetts.
Pero eso era necesidad física. Fue la emoción, la cercanía lo que lo
dejó sintiéndose fuera de sí con una profundidad que lo confundía
aun más. Querer follarla tenía sentido; querer conocerla tan
profundamente como él mismo no tenía sentido..
Sabía esa mañana cuando salió de su residencia que quería salir con
ella esa noche; era por eso que había programado el tiempo de
laboratorio temprano en el día, en lugar de la noche. Pasar tiempo
libre en el día no era algo a lo que estuviera acostumbrado, y
tampoco pasó desapercibido para sus colegas de investigación.
Prácticamente estaba fingiendo ser humano para ella.
Aparcó en Hatch, agarró las mantas que había tirado en el maletero
y encontraron un lugar en el extenso césped frente al caparazón.
Todavía era temprano y no anochecía, pero sería pronto. Se salvó de
la incomodidad de estar afuera gracias a las nubes oscuras que
habían amenazado lluvia todo el día, pero no pudieron cumplirla.
Se sentó a su lado, su hombro ligeramente detrás del suyo, y su
palma plantada en el suelo justo detrás de su trasero. Era demasiado
íntimo para simples conocidos, incluso para simples amigos, pero
había dejado de fingir que no había nada más para ellos, y dado que
lo consoló al tocar la parte delantera de su hombro con la parte
posterior del suyo, supuso que lo sabía también. Había pasado poco
menos de un mes desde que la conoció en la cárcel del condado, y
no podía imaginar no tener esto en su vida ya. Sabía que eso
significaba que estaba en problemas, pero a su corazón
simplemente le importaba una mierda. Todo era demasiado
gratificante.
Se inclinó hacia su oído, dejando que sus labios tocaran el borde.
—¿Tienes hambre o sed?
—Tengo sed, pero puedo…
—Iré. Quédate. ¿Qué te gustaría?
—Coca-Cola.
Más azúcar, por supuesto.
Sonrió y la dejó sobre la manta para buscar a uno de los vendedores.
Cuando volvió, vio que estaba mirando a un joven que estaba
agachado hablándole. Fue golpeado por unos celos que no estaba
seguro de haber experimentado alguna vez y que lo dejaron sin
aliento por un momento hasta que escuchó los latidos de su corazón,
estaba nerviosa Caminó rápidamente hacia ellos, deteniéndose por
un momento mientras respondía a algo que decía el hombre.
—Lo siento. Tengo novio y realmente no estoy interesada —Sonrió
mientras cerraba el espacio entre ellos. Cuando lo miró a los ojos
mientras el hombre se erguía, se sonrojó. Sabía muy bien que había
escuchado su comentario, y mientras apartaba su mirada de la suya
al hombre que aún estaba a su lado, su sonrisa se convirtió en una
mirada tranquila y fría mientras sus colmillos se prolongaban en su
boca. Era protector, posesivo, probablemente injustificado, pero era
instinto.
—Lo siento amigo. No sabía que estaba aquí con alguien.
—Ten una buena tarde —Se inclinó hacia Abigail, entregándole su
bebida mientras hablaba. Era más para esconder sus colmillos del
hombre que ahora se retiraba rápidamente avergonzado. Pero
cuando tomó asiento junto a Abigail, quedo claro que no se había
perdido nada.
—Nunca he visto tus colmillos —Parecía nerviosa, pero también
intrigada. Estaba estudiando su boca, y cuando alcanzó sus labios
que estaban cerrados, la dejó empujar un lado para ver. Examinó a la
multitud detrás de ella para asegurarse de que nadie los estuviera
mirando, y cuando sus ojos volvieron a los suyos, su boca estaba
abierta y sus ojos de par en par. También era imposible pasar por
alto el hecho de que estaba excitada— ¿Por qué puedo ver tus
colmillos ahora? —soltó su labio.
—Porque estaba pensando en arrancarle la garganta a ese hombre.
—Dada la mirada sorprendida en su cara, tal vez había sido un poco
demasiado directo.
—¿Por qué? —Estaba casi susurrando.
—Porque le tenías miedo... y porque soy un depredador, aunque no
te lo parezca.
—¿Pero no necesito tener miedo de ti?
—Nunca podría lastimarte. Sin embargo, mataré a cualquiera que lo
intente.
Pareció aceptar esta explicación, y se recostó sobre la parte
posterior de su cadera y se apoyó en su codo para mirar a la
creciente multitud frente a ellos. El anochecer estaba casi por
completo sobre ellos, y la película comenzaría en breve. Había
encontrado un lugar más atrás que la mayoría, en aras de la
privacidad más que nada, y aunque no era uno de los mejores
asientos de la casa, o lugares en el césped, prefería no estar en
ningún otro lugar. Estaba tranquilo y el fresco de la tarde
comenzaba a llegar poco a poco desde el río Charles.
Se había vestido mucho más informal de lo que solía hacerlo, en
especial teniendo en cuenta su día en el hospital, pero desde el
momento en que se levantó esa mañana, aquí era donde quería
estar, con ella, y no le importaban en absoluto sus jeans.
Probablemente eran inapropiados para el laboratorio en el que
había pasado la mayor parte del día. Mientras ella temblaba, se quitó
la chaqueta de punto y se la ofreció. Se la puso, nadando en la
calidez del material grueso, y cuando se giró hacia él, sentada sobre
su cadera con las piernas estiradas a los costados, su corazón latía
de necesidad y su polla gemía de desesperación.
—¿Por qué eres célibe? Por favor dime —se mordió el labio inferior.
La miró con frialdad, aunque su mente se aceleró. Quería que fuera
abierta con él, ansiaba saber todo sobre ella. ¿Realmente podría
ocultarse de ella y esperar que ella no hiciera lo mismo con él? ¿Y no
quería que ella lo conociera, que lo entendiera también?
—Es complicado.
—Ya has dicho eso —Su voz era tranquila cuando habló.
Con un suspiro tranquilizador, se incorporó para sentarse con las
piernas cruzadas frente al costado de su cuerpo. Ella se giró
ligeramente para mirarlo, y cuando la pantalla de cine se iluminó y la
multitud se calló, se inclinó hacia su oído, dejando que sus labios se
demoraran nuevamente y tocaran el lóbulo.
—La eternidad es un concepto difícil de entender a veces. Y he
luchado contra la idea más veces de las que te puedo decir. Puede
hacer que la vida sea fácil a veces y, sin embargo, también muy difícil.
Se supone que la vida no debe ser fácil. Las cosas que deberían
importar ya no suman mucho, las relaciones pierden su valor y tus
conexiones con los demás parecen desintegrarse, yo era infeliz.
Cada encuentro que tuve con una mujer me dejó aburrido y con
ganas de más, queriendo ser lo suficiente humano para apreciarlo.
Pero no lo hacía.
Se apartó de él y lo miró a los ojos. Estaban en una burbuja que ya no
incluía a la multitud, ni a la película. Nada en el mundo importaba en
ese momento excepto ella. Era demasiado mortal para entender lo
que estaba diciendo y, sin embargo, la profunda y clara comprensión
en su expresión decía que sí. Se movió más cerca de él, bajando la
cabeza para descansar sobre su hombro y dejando su oreja
exactamente donde él la necesitaba para seguir hablando. Su mano
encontró su muslo y descansó allí mientras él se inclinaba hacia ella
de nuevo.
—Sentí que me estaba deshaciendo y necesitaba algo para cambiar.
No podía soportar un recordatorio más de lo sin sentido que se
había vuelto todo. Entonces, tomé la decisión. No sabía lo que
significaría para mí, o cuánto tiempo tenía la intención de llevarlo a
cabo. Después de un tiempo, se convirtió en un desafío en el que
podía concentrarme para mantener mis pies en movimiento. A veces
mi decisión parece bastante estúpida, pero también me impidió
perder la cabeza durante ese terrible momento. No es una cosa
normal, vivir para siempre. No estamos hechos para ello,
construidos para ello. Para unos es más fácil que para otros, aunque
decir que para cualquiera es fácil es mentira. Los seres sociales que
viven en el exterior pueden llenar sus vidas con suficiente caos para
mantenerse cuerdos. Pero para alguien a quien le gusta pensar, vivir
internamente y mirar en silencio, todo se vuelve un poco vacío y
horrible después de un tiempo.
Levantó la cara para mantener sus ojos de nuevo, pero aún así
permaneció en silencio. Parecía triste por él, y no le gustaba.
—No te preocupes. Nada de lo que hago se siente sin sentido en
este momento.
La observó de cerca. Estaba omitiendo el final de esa declaración.
Faltaba el "gracias a ti", pero no estaba preparado para lidiar con
eso en ese momento.
Sus dedos se estiraron para rozar suavemente su labio inferior.
Respiró entrecortadamente y él gimió a un volumen casi
imperceptible ante su toque. Se quedó una vez más imaginando
cómo sería saborear sus labios con los suyos, pero en lugar de eso, la
atrajo a su lado. Tenía su hombro detrás del de ella otra vez, y se
inclinó hacia él. Apoyó la barbilla fácilmente en su hombro,
inhalando el dulce y cálido aroma de su piel mientras la película
continuaba. Se reincorporaron al mundo y se rieron y se rieron
durante las siguientes dos horas, y cuando él la miró cuando su
cabeza cayó hacia atrás por la risa, fue golpeado en la cara como un
dos por cuatro10 a su conciencia. Se estaba enamorando de ella.

10
Como un dos por cuatro: Compás de dos cuartos o compás de dos por cuatro. El numerador 2 indica que el compás se divide
en dos partes y el denominador 4 indica por convención que en cada una de esas partes hay una negra. Por lo tanto en todo el
compás entran dos negras.
Capítulo 11

—¿Cómo eras cuando estabas en la universidad, antes de Mason?


—Conducían hacia una cita con Devlin unos días después. Lo temía
gracias a la habilidad del hombre para destruir su estado de ánimo
en dos segundos. Pero había querido hablar con ellos lo antes
posible. Una propuesta de acuerdo de sentencia había llegado del
fiscal. Quizá el caro y pomposo cerdo de su abogado la había
ayudado.
Era un hermoso y brillante día de verano, pero, lamentablemente,
Quentin se veía horriblemente incómodo sentado a su lado. Cuando
habían salido del edificio del consejo en el coche de Quentin poco
antes, había mirado al cielo con un suspiro de preocupación. Se
ofreció simplemente a tomar un taxi, pero rechazó la sugerencia de
plano. Cuando le preguntó cuánto tiempo podría tolerarlo, dijo que
se curaría y nada más. Pero ahora, estaba sentado a su lado,
sorteando el tráfico, y su piel tenía un ligero rubor. Parecía
incómodo, y se preguntó si su pregunta sobre sus días en la
universidad era más para distraerse que otra cosa.
—Era normal, pero seguía siendo un nerd si la gente realmente
prestaba atención. Estadísticas importantes después de todo. Pero
yo era graciosa. Inteligente. Extrovertida. Todo lo que se suponía
que debía ser —Podía oír la amargura en su voz, pero no le
importaba. A él no le importaría, ni la juzgaría, y no tenía intención
de hacérselo a sí misma. Mirando por la ventana, liberó la boca—.
Solía pensar que, si podía alejarme de él, podría volver a hacerlo .
Pero no funciona de esa manera. No hay vuelta atrás a esa vida.
Y entonces lo miró. Se detuvo en un semáforo y parecía serio
mientras la observaba.
—Pero estoy bien con eso. Ya no quiero ser ella —Y cuando pasó el
dorso de los dedos por su mejilla, se sonrojó y se inclinó hacia el
toque. Quiso decir cada palabra que dijo.
No era la joven divertida que había sido una vez; era pensativa. No
era despreocupada, pero su vida seguía siendo importante para ella.
Ya no era la misma niña ingenua, pero empezaba a darse cuenta de
que eso no significaba que tenía que ser frígida y desconfiada. Se
encontró deseando que le gustara la nueva Abigail, y era un
sentimiento muy feliz después de tanto tiempo sintiéndose
irremediablemente rota.
—¿Tenías novio? —Acababan de detenerse en un espacio de
estacionamiento frente al edificio.
—No. Era bastante verde e inocente en relación con los hombres.
Podía sentir el calor en sus mejillas.
Su mandíbula se apretó y sus fosas nasales se dilataron por un
instante antes de que su frente se arrugara.
—¿Pero no eras virgen cuando Mason te tomó?
Se mordió el labio mientras sus ojos se posaban en su pecho. Ahora
ella entendía su fruncido ceño.
—Sí —Fue poco más que un susurro.
Cuando su mirada brilló hasta la suya, con los ojos cerrados, hubo
una ligera sacudida en su cabeza, y su mandíbula se apretó con
fuerza. Parecía tener dolor, y cuando la miró de nuevo, pudo ver lo
difícil que era para él digerirlo. Su mirada revoloteó por la ventana
para sofocar su propia emoción. La emoción no era por lo que le
habían hecho; había llorado esas lágrimas hace mucho tiempo. Pero
fue por el hombre fuerte e inmortal sentado a su lado que parecía
más devastado de lo que pensó que podría manejar por su cuenta.
—Es una maldita cosa buena que el hombre ya esté muerto —Sus
palabras fueron pronunciadas con los dientes apretados mientras
abría la puerta y salía. Dio la vuelta a su lado y abrió la puerta para
ella, tomándola de la mano cuando salió. Pero no entraron al edificio
inmediatamente.
En cambio, tomó sus mejillas entre sus manos.
—Lo siento mucho, Abby —Asintió y se inclinó hacia adelante,
depositando un suave y dulce beso en su frente que se derritió
directamente a través de su piel hasta su rebosante corazón.
El encuentro con Devlin fue corto y dulce, súper dulce.
—La fiscalía está ofreciendo una sentencia suspendida. En mi
opinión, es un buen acuerdo. Te declaras culpable y puedes
quedarte fuera de la cárcel. Según sus términos, tendrías que asistir
a un programa de tratamiento de salud mental ambulatorio tres días
a la semana durante un período de seis semanas. Siempre que no te
metas en problemas durante el período de esas seis semanas de tu
tratamiento, el juez anulará la sentencia. La sentencia que proponen,
en caso de que no te comportes, es de cinco meses de prisión.
Servirías al menos un mes de ese tiempo. La esperanza en los ojos
de Devlin era inconfundible. Estaba listo para terminar con ella y,
francamente, también estaba lista para terminar con él.
—¿Y el juez simplemente aprobará esto? ¿Cómo funciona esto?
—Bueno, el juez no tiene que aprobarlo. Podría proponer una
sentencia más estricta o rechazar de plano el trato. Es probable que
se tome unos días para revisar y decidir, si te propone algo más
estricto, tendrás que decidir cómo quieres proceder. Y te lo digo
ahora, si vas a la corte con algún tipo de actitud porque tienes que
aceptar un acuerdo de sentencia alternativa que no es tan favorable
como la acusación sugiere, no te estarás haciendo ningún favor. El
juez tiene que estar de acuerdo, y tendrás que declararte culpable
para sacar provecho de cualquier negociación. Así que, sugiero
mientras tanto que empieces a practicar mordiéndote la lengua, en
caso de que no consigas todo lo que la fiscalía está ofreciendo. Si la
fiscalía lo propone, tienes buenas razones para creer que el juez lo
aceptará. Pero como dije, no sabremos hasta dentro de un par de
días si el juez está a bordo o no. Tienes que comparecer ante el
tribunal en unos días, y supongo que ahora a tiempo están haciendo
la oferta para obtener la aprobación del juez y que te declares
culpable en la corte el viernes.
—¿Por qué la fiscalía ofrecería este trato? —Estaba siendo un
capullo con ella incluso mientras le daba buenas noticias, y sus
mejillas ardían de ira, pero lo estaba ocultando en su excitación.
—Porque están ocupados. Tienen mejores cosas que hacer con su
tiempo que lidiar con gente como…
—¡Oye! Jo… —Ups, perdón lo guardo.
Los dedos de Quentin encontraron su muñeca y la sujetaron
suavemente, acariciando el costado inferior.
—Lo que Abby estaba tratando de decir era, deja de ser un maldito
imbécil, patético pedazo de mierda —habló en un tono tranquilo y
frío. Enviando calor irradiando desde sus dedos y subiendo hasta su
columna—. Ahora, ¿qué tal si nos das un poco de privacidad, para
que podamos discutir la propuesta? —Los ojos de Quentin
sostuvieron la mirada del hombre y, mientras Devlin se levantaba
con un gruñido de descontento, Quentin volvió la mirada hacia ella y
la estudió. Cuando finalmente estuvieron solos, tomó su mano. No
dijo nada en absoluto, pero esperó a que hablara.
—Sí —Es todo lo que se le ocurrió decir. Ciertamente había más que
decir que eso, pero solo sonrió. Se río entre dientes antes de llegar a
su rostro y pasar suavemente el pulgar por su barbilla.
—Sí. Estoy de acuerdo. Ahora, ¿cuánto tiempo debemos dejar que
Devlin se enfurezca porque lo echamos de su propia oficina? —Le
dedicó una traviesa sonrisa.
—Mucho tiempo. No le gusto.
—No, no le gustas. Pero a mí me gustas lo suficiente como para
compensarlo —Guiñó un ojo, y pasaron los siguientes cinco minutos
burlándose de cada cartel, certificado y obra de arte atroz que
colgaba de sus paredes.
—Aceptará el acuerdo —habló sin mirar a Devlin mientras entraba.
Quentin se acercó por detrás, apretando con suavidad la parte
superior de sus hombros. Devlin los fulminó con la mirada,
probablemente por haberlo hecho esperar. Se río de la expresión de
su rostro y lanzó un patético "hmm" al final de su risita en un intento
fallido de moderar su inapropiada respuesta. Los suaves dedos que
le acariciaron la clavícula dejaron claro que Quentin valoraba su
respuesta. El fuego en los ojos de Devlin dejó claro que él no.
Una vez de vuelta en el coche, Quentin parecía mucho más
incómodo, y cuando lo miró, captó el parche de piel roja irritada que
estaba saliendo por fuera del cuello de la camiseta informal negra
que vestía. Parecía una extensa quemadura que cubría y sobresalía
por un lado de su cuello, rápidamente al verla contuvo el aliento. Se
acercó a su cuello, pero agarró su mano y la sostuvo entre las suyas.
—Se curará. Por favor, no te preocupes.
—No puedo creer que te hayas hecho esto por mi culpa.
—Bueno, supongo que Devlin no trabaja de noche… o el sistema
judicial para el caso y viendo lo bien que se llevan… —Le sonrió y
ella negó con la cabeza en desaprobación.
Se incorporaron al tráfico que se dirigía al edificio del consejo y
debían esperar un par de días hasta que el juez pudiera revisar y
aceptar o rechazar la propuesta de los fiscales. Eso de seguro,
prometía unos días de ansiedad.
Capítulo 12

—¿Qué tal si te das prisa antes de que lleguemos tarde? —Asomó la


cabeza al baño para verla pasar un poco de brillo de labios en los
labios con los que parecía no poder dejar de soñar. Definitivamente
a su alrededor era un alma torturada, pero era la más increíble
tortura. Todavía estaban esperando… esperando cualquier noticia
de Devlin. Era solo la noche después de que se les propuso el
acuerdo, pero era agonizante. Quería mucho esto para ella, y
también estaba preocupado por ella.
Era el juez lo que más le preocupaba. Y se sorprendió a sí mismo
mirando sin ver nada, incluso a ella, ya que dedicaba demasiado de
su tiempo a preocuparse. Abigail podía ser explosiva cuando se
sentía desafiada. TEPT. Absoluta y jodidamente se había ganado esa
distinción. No tuvo ningún problema en entender por qué se había
vuelto un tanto rudimentaria cuando la dejaban luchar sola por la
vida. No quería que fuera una lucha con la que tuviera que lidiar por
más tiempo, pero este juez era un obstáculo que aún tenían que
cruzar. Y con suerte uno que podrían cruzar sin que se convirtiera en
un petardo con una mecha corta.
Abigail no era mala, en lo más mínimo. No era una persona cruel o
enojada, pero estaba alerta y se defendía cuando se sentía asustada
o amenazada. Si el juez quisiera modificar la sentencia suspendida y
proponer algo más estricto, Abby tendría que lidiar con eso. Si
aceptaba, se vería obligada a ir delante del hombre para hacerlo. Y
eso podría ser material digno de una explosión. Quentin había leído
lo suficiente de sus pasadas transcripciones de la corte para saber
que no sería la primera vez, y que la lastimaría.
Lo volvería loco, no ser capaz de moderar su reacción. Se había
vuelto bastante cómodo y confiado en su habilidad para calmarla
con un suave toque en su cuerpo cuando lo necesitaba. Le
encantaba la respuesta que le daba por razones muy personales,
pero también era bastante efectiva. Verse obligada a mantener su
distancia cuando tenía que presentarse ante el juez significaría que
estaba completamente sola. Necesitaba curación, no castigo, pero el
sistema no estaba diseñado para eso, y temía cómo se manejaría a sí
misma si la sentencia suspendida no pasaba como ellos necesitaban.
Pero mientras la observaba terminar con una pasada de rímel en sus
ya largas pestañas, se empujó fuera de su mente. Había decidido que
iban a salir, aunque solo fuera para distraerse de la espera, y cuando
llegaron Ember y Truman, Ember llegó con gorras de béisbol de los
Medias Rojas para ella y Abby. Abby estaba deslumbrante con una
gorra de béisbol puesta, y chocó los cinco con Ember en su mente
por el gesto.
Cuando Truman se acercó a Abigail, Quentin la vio quedarse quieta.
Truman estaba fuera de lugar a su alrededor, y Quentin entendió por
qué. Parecía extrañamente triste, en cierto modo, mientras miraba a
Abigail, y el corazón de Quentin se detuvo ante el propio miedo de
Abigail. No conocía a Truman, y aunque el hombre moriría antes de
lastimar a una inocente como ella, simplemente no podía verlo. Era
un claro recordatorio de lo incómoda que podían hacerla sentir los
hombres. Quentin caminó hacia ella, tomando la mano de Abigail en
la suya. Su corazón se relajó.
Ember los observó de cerca con su propia mirada de aliento dirigida
directamente a Truman.
—Lo siento. Me doy cuenta de que estás nerviosa y no pretendo
asustarte. Solo necesito... bueno… te debo una disculpa —Lo miró
fijamente con una mirada atónita en su rostro que la dejó sin
palabras—. Mason solía ser el jefe de mi familia. Yo soy el que lo
mató.
—¿Y te estás disculpando por eso? —Ladeó la cabeza ligeramente
hacia un lado mientras Quentin acarició la palma de su mano
suavemente.
—Te vi una vez cuando estaba allí. Fue la noche en que Mason
amenazó la vida de Ember y me dijo que tenía que dejarla y borrar
mis recuerdos de su mente. Siempre fui el líder legítimo de mi familia,
y nunca quise asumir la responsabilidad. Sabía que Mason era un
monstruo, y sabía el tipo de cosas depravadas que estaba haciendo,
pero estaba tan atrapado en la vida de Ember y su seguridad… —
Sacudió la cabeza—. No es una excusa. Dejé que su reinado durara
demasiado y, como resultado, la gente resultó herida. Fuiste herida.
Y lo siento. Lamento mucho que mi falta de acción te haya causado
más sufrimiento y tormento.
Parecía un poco devastado, y se quedó atónita por un momento
—Está bien —Truman no parecía convencido—. Tú mataste a
Mason. Eso te hace estar bien en mi libro —Intentó una sonrisa, y él
le dio una pequeña sonrisa—. Por favor, no te sientas mal por esto.
Ember era tu pelea, y lo entiendo —Truman todavía la miraba
seriamente—. No necesito tu culpa. Por favor no… No en mi cuenta.
Quentin se inundó repentinamente de orgullo. Su corazón aún latía
con fuerza, y no había duda que estar cómoda con él era una lucha,
pero lo estaba manejando.
Ember le sonrió cálidamente mientras se acercaba a ella.
—Ha estado preocupado por esto durante días.
—No debería estarlo.
Tomó las mejillas de Abigail entre sus manos y besó su frente
rápidamente
—Me alegra oírlo —Le dio un asentimiento afirmativo antes de unir
los brazos con su esposo— ¡Ahora, traigan a los Sox!
Truman conducía y Quentin se subió al asiento trasero con Abigail.
Su mano encontró la suya, y estaba vibrante de emoción, como un
patético colegial con su primer enamoramiento. Los ojos de Ember
encontraron los suyos en el espejo retrovisor, y sonrió.
—¿Has visto a los Medias Rojas antes? —Se inclinó hacia su oído
mientras hablaba.
—No por muchos años. Íbamos en alguna ocasión cuando estaba en
la universidad, las chicas y yo, pero… Eso fue hace mucho tiempo. Al
menos se siente así.
—¿Las chicas?
—Ya sabes… manada de chicas universitarias salvajes e inmaduras
que se juntan a hacer cosas estúpidas e imprudentes. Los campus
universitarios están repletos de manadas de estas extrañas criaturas.
Es difícil imaginar que alguna vez fui una de ellas.
Se río. Amaba su ingenio. El hecho de que no lo hubiera perdido era
un testimonio de quién era ella. O tal vez lo desarrolló para salir
adelante. De cualquier manera, no pudo evitar sentirse
impresionado por ella, quién era capaz de estar más allá de todo.
—¿Y dónde están las chicas ahora?
—Algunas de ellas me visitaron después de que salí por primera vez
de la cárcel. Pero fue un momento extraño. Nadie sabía dónde había
estado. La policía apenas me creyó cuando les dije que me habían
secuestrado, y nadie entendía muy bien qué hacer conmigo,
incluidos mis queridos amigos. Desaparecieron rápidamente.
No podía imaginar cómo había sido su vida desde el momento en
que se la encontró en el pasillo esa noche hasta que la encontró de
nuevo, pero tenía que haber sido una pesadilla, solo un poco mejor
que su tiempo con Mason si estaba adivinando.
—¿Te alegras ahora de haber venido conmigo? —Su voz era baja,
demasiado baja, y por alguna extraña razón estaba nervioso, como
si pudiera romperle el corazón. Ember alcanzó con rapidez la radio y
la encendió, dándoles una cantidad mínima de privacidad.
—Sí —La palabra se precipitó fuera tan pronto como escuchó su
pregunta, y su cabeza se volvió hacia él—. Sí. Al principio no estaba
segura, pero... sí —Sus labios casi rozaron su mejilla, y pudo sentir el
calor de su aliento contra su piel.
Cuando se volvió hacia ella para comentar, sus labios rozaron los
suyos cuando su boca encontró su oreja.
—Me alegro —Sus cabezas estaban inclinadas la una hacia la otra,
sus labios en las orejas del otro, y era el maldito momento más sexy
de su vida, o quizás solo el más íntimo.
—¿Cuánto tiempo esperas que me quede contigo? —Podía escuchar
su latir aceleradamente corazón mientras hacía la pregunta, y el
suyo también al imaginar que no estuviera allí. La honestidad hasta
el punto de la vulnerabilidad probablemente no era el mejor
enfoque con ella en este momento, pero no se atrevía a hacer otra
cosa que eso.
—Te disfruto. No quiero que te vayas. Pero una vez que tu vida
vuelva a la normalidad, será tu decisión.
Sus labios temblaron contra su oreja cuando respondió
—No quiero irme.
Y su corazón se remontó.
La besó en la mejilla antes de alejarse. Decir que estaba en conflicto
era quedarse corto. Su atracción por ella era intensa, mucho más de
lo que jamás había experimentado, pero sus sentimientos por ella,
fueran lo que fueran, eran igual de fuertes. Pero ella no necesitaba
un hombre. Y no quería ser un hombre que traicionara su confianza
y empujara su relación fuera de la confianza segura y cómoda que
tenían el uno en el otro. No podía hacerle eso. Tampoco estaba
completamente seguro de poder resistirse a ella.
Nunca quitó su mano de la suya mientras estacionaban, caminaron
la distancia hasta Fenway Park, y se dirigieron a sus asientos. Al
instante devoró un perrito caliente que estaba seguro de que solo
podía ser considerado como alimento, y cuando tomó un trago de
cerveza, Ember comenzó a mirarla. Ember había hecho la transición
hace menos de un año, y no era muy buena como vampiro cuando
estaba cerca de la comida. Parecía hambrienta, y cuando Abigail
saltó para atrapar a un vendedor de algodón de azúcar que había
pasado junto a ella, Ember se volvió hacia él al instante.
—Esto es tortura. Tortura. Perritos calientes, cerveza, todos mis
favoritos —Y luego comentó con una expresión soñadora en sus
ojos— ¿Crees que podría beber mucho y comer mucho, y luego
donar sangre, y podría simplemente...
—Estás siendo rara —murmuré con una sonrisa y ella sonrió.
—Así que, ustedes dos parecen... íntimos.
—Es complicado.
—Siempre lo es. Las relaciones simplemente tienen esa tendencia.
—No estamos en una relación, Em. Solo estamos... cerca.
—Puedo ver eso. ¿Quieres decirme que no estás loco por ella?
—No vamos a tener esta conversación.
—Oh, estamos teniendo esta conversación —Lo desafió de buen
humor, y luego Abigail apareció—. Simplemente no hoy.
Cuando volvió a sentarse con una enorme bola de azúcar hilado en
un palo frente a su cara, comenzó a poner su brazo alrededor de su
hombro, pero en el momento en que se encontró con la expresión
sonriente de Ember, se apartó y Ember le sacó la lengua.
Ember era divertida. Era valiente con un gran sentido del humor. No
siempre había sido tan despreocupada, pero ahora la vida era buena
con ella, y encontró su paso fácilmente en su mundo. Su sarcasmo le
recordaba mucho a Abigail, pero solo la Abigail que veía cuando
estaban solos. Su relación con Abigail era complicada. No se podía
negar, pero tampoco se podía negar que lo hacía sentir completo de
una manera que nunca antes había sentido. No se aburría de ella,
nunca. Le dio a su vida algún tipo de significado que fue mucho más
profundo que el papel que había elegido jugar en su vida. Todo
significaba algo mucho más profundo que eso.

***

Se quedó dormida en el camino de regreso al edificio. Se sentía


cansada y agotada, y aunque sin duda había superado la neumonía,
parecía que no podía sacudirse la fatiga. Quizás era la primera vez
que en años había encontrado un verdadero descanso, y su cuerpo
estaba recuperando el tiempo perdido. Descansar y dormir ahora
era algo mucho más pacífico de lo que habían sido durante tanto
tiempo, por lo que, de alguna manera extraña, no le importaba el
agotamiento. Le encantaba acurrucarse junto a él, y así lo hizo.
La levantó de la parte trasera de la camioneta de Truman y Ember, y
apenas se despertó cuando les deseó buenas noches antes de que
se apartaran de la acera y se dirigieran a su casa en Gloucester. La
llevó adentro.
—Buenas noches, Jonathan —le dijo en voz baja al ayuda de cámara
mientras pasaban por el vestíbulo hacia el ascensor. Había bebido
demasiado y estaba demasiado dormida y cómoda en sus brazos
para objetar. Escuchó cuando el ascensor llegó a su piso y luego fue
la suavidad y el aroma de su ropa de cama.
Podía sentirlo desnudándola lentamente, y la excitación que la
inundó de euforia la dejó húmeda entre las piernas. Escuchó
mientras él inhalaba profundamente y gemía. Sabía exactamente lo
que estaba haciendo, y en su comodidad, no le importaba. Lo había
disfrutado, y disfrutaba sabiendo que lo había hecho.
Le quitó la gorra de béisbol de la cabeza y abrió los ojos
perezosamente mientras le deshizo las largas trenzas. Rompió el
patrón tejido mientras sus folículos pilosos doloridos se lo
agradecían. Se sentó mientras le quitaba la camiseta por la cabeza.
Cuando llegó a su espalda y le desabrochó el sostén, jadeó y se
congeló en su lugar.
—Está bien. Sabes que no te haré nada —Lo dijo para consolarla,
pero en cambio, fue una punzada de dolor. Sí, sabía que no haría
nada. El problema era que quería que lo hiciera.
Le bajó los pantalones cortos por las piernas y los dejó caer junto a la
cama, dejando su ropa interior en su lugar, y después de desvestirse
rápidamente, dejándose la suya puesta también, se arrastró junto a
ella y la atrajo hacia sus brazos. Podía sentir su excitación, grande y
apremiante debajo de la tela de su ropa interior, y se acurrucó cerca,
dejando que su vientre corriera a lo largo del turgente bulto y sus
duros pezones rasparan su pecho. Gimió, pero no se apartó. Quería
mucho más. Quería tocarla, pero incluso mientras ella contemplaba
ese movimiento, se quedó dormida.
Capítulo 13

A la tarde siguiente, recibió una llamada telefónica de Devlin. Estaba


sentado en la barra de su cocina, viéndola ser completamente
humana y disfrutando inmensamente, mientras cocinaba algo que
venía en una caja que para él era completamente irreconocible.
Devlin les pidió que fueran a su oficina tan pronto como pudieran.
Era jueves y debía comparecer ante el tribunal al día siguiente.
Habían sido lo suficientemente pacientes, y si el juez iba a aceptar el
acuerdo, era realmente ahora o nunca.
Estaba ridículamente soleado y brillante, y cuando al fin estuvieron
en la carretera, su piel casi instantáneamente comenzó a sonrojarse
y arder. Estaba perdida en sus pensamientos, mirando por la
ventana.
—Estoy nerviosa.
También lo estaba, pero no iba a decirle. Esta no era una mujer que
necesitaba sentarse en un caso judicial, y estaba casi desesperado
por que el juez aceptara estos términos. Pero con su historial...
También estaba demasiado apegado a ella como para ver a su
adicción ir a la cárcel incluso por una semana.
Tomó su mano mientras sus ojos lo miraban.
—Sé que lo estás, cariño. Se paciente. Muy pronto sabremos si este
viaje vale la pena.
—¿Y si no lo acepta? Sí soy culpable. No soporto ahora mismo la idea
de ir a la cárcel —Sabía exactamente cómo se sentía. Sería la mayor
interrupción a sus vidas, lo que sea que eso realmente significara. Él
tampoco podía soportar la idea.
Todo lo que pudo hacer fue apretar su mano suavemente...
Tembló todo el camino hasta la oficina de Devlin, y la estudió.
Escuchó el rápido latido de su corazón. Lo miró a los ojos varias
veces, pero apartó rápido la mirada. A pesar de todas las negativas
que le dio al principio para tomarse en serio su criminalidad, No
necesitaba sus palabras para hacerle saber que era muy seria sobre
eso ahora. Lo tomó como una buena señal de que ella estaba lista
para dejar atrás ese pasado, más bien desesperada por seguir
adelante.
Cuando entraron, el idiota que tanto les gustaba a ambos los miró.
—Tenemos un trato. El juez ha aceptado el acuerdo de sentencia. Te
declararás culpable mañana, te sentenciará como discutimos en ese
momento. Comenzarás la próxima semana el programa, el lunes.
No sonrió, no le dio ninguna reacción. Realmente le importaba una
mierda, pero con sus palabras, Quentin se giró hacia ella y la levantó
del suelo en sus brazos. Se aferró a sus hombros enterrando la
cabeza en su cuello comenzó a llorar suavemente contra su piel.
Se apartó de ella, y antes de poder detenerse, se inclinó hacia sus
labios y la besó. Fue dulce, gentil e inocente, pero fue un beso. Ella
jadeó, y él lo hizo también mientras la bajaba de nuevo. Se tocó los
labios como si estuviera sorprendida por lo que había hecho, y él
negó con la cabeza, literalmente sorprendido por lo que había hecho.
No era como si no compartieran algún tipo de intimidad muy
personal, pero esto era... diferente. No había tenido la intención de
hacerlo, y de repente estaba seguro de que había cruzado una línea.
En realidad, no quería que existiera esa línea, pero existía, y la había
cruzado. Después de que Devlin les dio algunos detalles e
instrucciones de última hora para el día siguiente, se fueron y se
ignoraron durante todo el viaje a casa.
Le dolía estar afuera con demasiada luz, así que se concentró en los
latidos de su corazón; el suyo también latía. Podía sentir su espalda y
estómago ardiendo mientras su cuerpo intentaba rechazar los rayos
ultravioletas. Apretó la mandíbula mientras trataba de sofocar el
dolor, y como se estaban ignorando, funcionó bien. Ellos también
guardaron silencio mientras se dirigían a su residencia, y en el
momento en que estuvieron en su sala de estar, se volvió hacia ella y
abrió la boca para hablar. Obviamente, Ember, Brit, Truman, Angus y
Aaron irrumpieron en ese mismo segundo, dejando a Abigail y
Quentin mirándose nerviosamente mientras el grupo se colaba a su
alrededor.
—¿Nadie por aquí llama a la puerta? —murmuró mientras se volvía
hacia el grupo.
—¿Y? —preguntó Ember, como si apenas pudiera contenerse.
—¡Ejem! ¿Quizás las presentaciones primero? —Brit miró a Ember
con una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras Ember rodaba
los ojos.
—Abigail, este es Angus. Es el jefe de nuestro consejo y acaba de
llegar temprano esta mañana.
Brit era todo negocios mientras hablaba, pero claro, era Brit, y por lo
general era toda negocios, pero cuando Angus le sonrió, sus mejillas
se relajaron y pareció derretirse un poco.
Había algo muy similar en la forma en que Angus parecía calmar a
Brit y en la forma que era con Abigail. Eran tan diferentes como
podían ser, pero aun así era familiar.
—Es bueno conocerte, Abigail. He oído hablar mucho de ti y me
alegro de que estés aquí. Este es Aarón. Es el concejal más nuevo
—Se turnó para estrecharles la mano a ambos con una mirada
vacilante en su rostro.
Abigail les informó sobre el desarrollo de su caso, luciendo bastante
tímida y nerviosa cuando habló. Solo parecía relajarse a su alrededor,
y estaba aterrorizado de haber destruido esa tranquilidad con ella.
Necesitaba su confianza y su calma con él. Besarla no era el modo de
conseguirlo. Puede que ella se sintiera atraída por él, y sabía muy
bien que lo estaba, pero eso no significaba que tuviera ningún
derecho a tomarse libertades con ella.
Todos escuchaban, ansiosos por saber cómo había ido, y todos
estaban genuinamente emocionados por ella. No significaba que no
estaba listo para que se fueran. Amaba a sus amigos, pero sentía
dolor. Necesitaba quitarse la ropa que se frotaba como papel de lija
dolorosamente contra las quemaduras que le subían por su espalda
y pecho. Podía sentir un cosquilleo cálido e incómodo en su piel, y lo
dejó sonrojado. Cuando por fin se fueron, se excusó rápidamente y
se fue a su dormitorio.
***

Sabía que estaba incómodo. Podía verlo en la forma en que se movía


con cautela debajo de su ropa, tratando de no dejar que la tela
rozara su piel. Lo había hecho por ella, por supuesto. Hacia la
mayoría de las cosas por ella. Había respondido mal a su beso. Fue
agradable, increíblemente agradable, y no estaba lista para que
terminara, pero la había conmocionado, y en su conmoción actuó
como la lunática que era. Quería besarlo. Era el. Solo Quentin. Y
ahora la había dejado observándolo, sintiéndose como un idiota.
Lo buscó poco después y encontró que su puerta estaba
ligeramente abierta. Casi entra, pero cuando dio un paso hacia la
puerta entreabierta, lo vio en su balcón y se quedó helada. Ahora
estaba oscuro, y estaba completamente desnudo, de pie a la luz de
la luna. Sus dedos temblaron mientras se acercaba en silencio para
sujetar el marco de la puerta. Observó, sintiéndose terriblemente
curiosa pero incapaz de apartar la mirada. Era impresionante.
No era como si no supiera que era hermoso. Era bastante obvio,
pero no imaginaba lo hermoso que sería cada centímetro suyo, al
menos hasta el último centímetro de su trasero. Sus nalgas eran
fuertes y redondas. Incluso podía apreciar lo bien que se debía sentir
apretar y agarrar la increíble fuerza de esos músculos. Sus piernas
eran delgadas, largas y fuertes. Su constitución era la combinación
perfecta de altura y fuerza. Ni demasiado alto, ni demasiado bajo, ni
demasiado musculoso, ni demasiado larguirucho. Perfección. La
hendidura donde su vértebra inferior se unía con su trasero la llamó,
y pudo verse pasando sus dedos por la piel donde se hundía
ligeramente.
Su espalda era fuerte, ligeramente marcada con lo que parecían ser
quemaduras curándose. No eran más que parches de color rosa
claro en este punto, y era fácil concentrarse en la belleza de su físico
sobre los puntos ligeramente estropeados. La vista de los músculos
que se extendían a lo largo de la parte posterior de sus brazos la
dejó con ganas de acercarse a él, agarrar los músculos tensos
mientras su cuerpo se cerraba detrás de él. No había miedo en nada
de lo que veía. Era Quentín. Era el hombre seguro de sus sueños que
había llegado a la vida real, y estaba prácticamente babeando
mientras esperaba que él se volviera alrededor.
Se quedó en silencio durante un buen rato mientras sus ojos
viajaban y exploraban hasta el último centímetro de su carne. Dios,
quería que él se diera la vuelta. Cuando comenzó a darse la vuelta,
jadeó, y luego... bueno, luego se encontró contra la pared de su
habitación con sus ojos mirándola. Sabía que era rápido, pero mierda,
no esperaba eso. solo miró hacia sus hermosos ojos azul grisáceos.
Quería mirar hacia abajo, pero eso estaría mal. Casi tan mal como
espiarlo.
—Si quieres mirarme, al menos dame el placer de saber que tus ojos
están sobre mí.
Una palma estaba plana contra su pecho, manteniéndola
suavemente en su lugar. La otra sostenía el costado de su cintura,
mientras miraba sus ojos, la mano en su cintura apretó y acarició la
piel justo debajo de la parte inferior de su camisa. Fue sutil, pero fue
suficiente para prenderle fuego, y la cálida humedad que tan bien él,
había conseguido incitar estaba de repente allí con toda su fuerza.
Se giró, llevándola a su cama, y cuando se subió, rápidamente tiró de
la sábana sobre su ingle mientras se daba la vuelta, negándole la
vista que realmente quería. ¿Por qué diablos quería verlo tanto?
Odiaba los penes. ¿No es así? Francamente, no era capaz de odiar
ninguna parte de este hombre, y si su pene era tan perfecto y
hermoso como el resto de él, había pocas esperanzas de que lo
odiara solo por principio.
—Puedes mirar lo que quieras. Pero antes de suponer que sea
completamente inhumano, debes entender que hay pocas
posibilidades de que esto no me excite —Su mirada la estudió.
Estaba absolutamente bien con eso—. Y espero que estés tan
desnuda como yo. Quítate la camisa —La estaba desafiando.
Se quitó por encima de su cabeza la gastada pero bien ajustada
camiseta y luego movió sus dedos hábilmente hacia atrás para
desabrochar los cierres de su sostén. Lo dejó caer de sus brazos.
Estaba nerviosa, pero el calor que latía entre sus piernas dejaba claro
que no era todo lo que estaba sintiendo. Sostuvo su mirada durante
algún tiempo antes de dejar que sus ojos descendieran lentamente a
sus pechos. Apretó la mandíbula y sus fosas nasales se dilataron
mientras estudiaba su figura.
Cuando sus ojos regresaron a los suyos, se humedeció los labios.
—Y si pretendes retirar esta sábana, será mejor que también estés
preparada para perder tus pantalones y tu ropa interior —Inhaló y
exhaló lentamente antes de asentir. Desabrochó el botón y la
cremallera de sus jeans, bajando tanto su ropa interior como sus
jeans hasta sus tobillos. Volvió a mirar hacia arriba solo para ver sus
labios entreabiertos, sus colmillos visibles y su mandíbula trabajando
como para reprimir su necesidad de morder algo. Parecía
positivamente hambriento. Y estaba positivamente excitada como
resultado.
Se paró frente a él, dejando que sus ojos recorrieran cada
centímetro de su piel a su ritmo. Sus ojos se detuvieron sobre su
ingle, y se estremeció cuando más calor corrió hacia su sexo. Sus
labios temblaron mientras sus fosas nasales se ensanchaban, e
inhaló profundamente
—Oh, joder —murmuró en voz baja mientras sus ojos dejaban su
cuerpo y miraban al techo—. Abigail, realmente no deberíamos...
—Por favor —sonaba un poco desesperada.
Se acercó al lado de la cama y se sentó en su cadera, esperando que
su mirada regresara. Tenía tantas ganas de retirar esa maldita
sábana que la estaba matando. Extraño o no, quería lo que había
debajo. Se cansó de esperar sus ojos y alcanzó la parte superior de la
sábana que estaba arrugada y sentada sobre su estómago. Su mano
atrapó la de ella antes de que llegara a su cuerpo. La miró a los ojos
cuando una bocanada de aire lo dejó. Se veía impasible, pero el
movimiento de su mandíbula era todo tensión. No entendía de
dónde venía. Tampoco estaba segura de haberlo hecho.
Lo miró mientras fruncía el ceño. Era él. Era la clave de todo. Nada
había realmente cambiado mucho. No le gustaban los hombres,
pero amaba a este hombre. No quería hombres, pero quería a este
hombre. No tendría ningún interés en lo que había debajo de esa
sábana si fuera parte de cualquier otro hombre en el mundo,
excepto parte de este hombre, y estaría condenada si no estuviera a
unos dos segundos de rogar.
—Por favor —suplicó de nuevo. Su voz era tranquila y tragó
dolorosamente el nudo que tenía en la garganta. Él tragó saliva
sobre su propio nudo, pero asintió. Le soltó la muñeca y ella volvió a
alcanzar la sábana con mano temblorosa. Estudió su rostro mientras
retiraba lentamente la sábana, y cuando inhaló un grito ahogado, no
movió ni un músculo.
Su respiración estaba saliendo en jadeos ásperos mientras estudiaba
cada centímetro suyo. Su pene yacía rígido y duro contra su
estómago. Era grande en anchura y longitud, y por intimidante que
fuera, envió espasmos musculares a través de su húmedo centro y
se apretó con fuerza el lugar donde su cuerpo quería que estuviera.
Tenía venas, y siguió el rastro de una a lo largo de su longitud. La piel
se elevó en un pico que coincidía con la hendidura de su entrada, y
allí vio una pequeña gota perlada de semen. Quería tocar, juguetear
y saborear, como una niña en un cuento de dulces, pero en su lugar,
se lamió los labios y trató de calmar los latidos de su corazón.
Sabía que la estaba observando, pero parecía que no podía apartar
la mirada de su pene para mirarlo a los ojos. Era tan jodidamente
hermoso.
—Tal vez deberías decir algo —Había estado mirándolo en silencio,
durante demasiado tiempo congelada en un estado desconocido, y
sus palabras la sacaron de golpe—. Seguro que me sentiría mejor si
al menos dijeras algo.
Era difícil no mirarlo fijamente, pero cuando lo miró a los ojos, gimió
en voz baja. Su cuerpo se sentía como si el fuego corriera por sus
venas, y estaba tan absoluta y patéticamente excitada que no podía
pensar en otra cosa. Cuando lo alcanzó, en realidad no estaba
pensando en lo que estaba haciendo, sino en lo que quería. Pero él
rápidamente con su mano atrapó su muñeca. Su rostro se inclinó
hacia un lado en advertencia, y la miró con las fosas nasales
ensanchadas.
Se quedó un poco atónita cuando de repente se levantó de la cama y
salió desnudo de la habitación hasta su baño. Se quedó sintiéndose
estúpida y vulnerable y sin saber exactamente qué hacer. Lo siguió.
Estaba herida, pero también estaba desesperada. Necesitaba algo
de él, y no estaba segura de qué era. Su mente lo imaginó
calmándola, diciéndole que estaba bien, asegurándole que estaba
bien. Era sexual, pero también era muy emocional. Era un agujero en
su alma que no sabía cómo llenar, pero sabía que él podría hacerlo
de alguna manera.
Lo encontró en su ducha. El agua golpeaba sus hombros mientras su
cabeza colgaba. Sus manos estaban apoyadas en la pared de
azulejos frente a él, y no había forma de descifrar lo que estaba
pasando en su mente. Entró en el recinto y se apoyó contra la pared
del fondo mientras él se enderezaba y se volvía hacia ella. Todavía
estaba duro y erecto, y sus ojos siguieron la línea de su cuerpo hasta
su ingle. Solo la miró con la boca abierta y una expresión derrotada.
—No deberías estar aquí.
—¿Qué hice mal?
—Nada —Sus ojos se suavizaron, y se sintió atraída por la calidez en
ellos. Se apartó de ella, frente a la pared de nuevo. Se acercó a él.
Estaba aterrorizada pero igualmente desesperada por sentir algo de
él, cualquier cosa. Se paró frente a él, obligándolo a lidiar con ella.
Cuando lo miró a los ojos, su mandíbula se apretó y dejó que sus
dedos viajaran a los músculos duros y ondulantes de su estómago.
Se estremeció mientras tomaba aire, y arrastró sus dedos hacia
abajo.
Con la misma rapidez con la que la detuvo antes, sus manos cayeron
y agarraron sus muñecas de nuevo.
—Joder, Abby. Por favor, para.
El dolor de sus palabras fue rápido, pero se disipó en un momento
cuando su mirada viajó hacia arriba para ver en sus ojos la misma
desesperación que ella sentía. Gimió en voz baja y su frente cayó
sobre la suya. Deseaba tanto esto. Sabía que lo sabía y, sin embargo,
los estaba torturando a ambos.
—Déjame observarte —No estaba del todo segura de dónde
procedía la confianza para decir las palabras. Solo sabía que él lo
necesitaba, y ella lo quería.
Su decisión pareció tomar una pequeña eternidad, una eternidad
que dejó sus frentes juntas, sus dedos rozaron suavemente la piel de
sus muñecas, y eso les dejó a ambos tragando profundas y
calmantes bocanadas de aire. Cuando soltó una de sus muñecas,
buscó su erección, su mano se detuvo, se apartó, apretó el puño con
fuerza y luego regresó. Observó cómo sus dedos agarraban el eje y
lo agarraban con fuerza. El lado de su frente estaba contra el lado de
la suya mientras ambos miraban el movimiento de su mano entre
sus cuerpos. Se detuvo, redeando la cabeza mientras aspiraba una
bocanada de aire antes de deslizarse hacia abajo. Su respiración era
irregular y gemía en voz baja.
No se apartó cuando su mano libre se movió para agarrar el costado
de su cintura. Quería tan desesperadamente imitar su mano, sentir la
forma en que se estaba complaciendo a sí mismo, experimentar el
peso duro de su erección en su mano. No le importaba de dónde
venía su deseo. Era solo él. Y ella lo deseaba.
Sus dedos se clavaron en sus costados mientras la velocidad de sus
caricias se aceleraba. Podía ver los músculos de su estómago
contrayéndose y relajándose mientras su cuerpo se preparaba para
soltarse, y sus gemidos comenzaron a salir con una respiración
entrecortada.
—Abby —gritó su nombre en voz baja mientras giraba su rostro
hacia el de ella, y fue entonces cuando su semen se liberó en su
estómago. Lo vio salir a borbotones de su polla a su estómago, y una
respiración profunda abandonó sus propios pulmones.
Sus hombros bloquearon el agua de sus estómagos, y ella vio cómo
su semen se escurría lentamente por su vientre. Por alguna razón,
una razón que ciertamente no podía comprender, amaba ver su
semilla en su piel. Brillaba, junto con el silencioso susurro excitado
que salía de sus labios mientras acariciaba lo último de su liberación
de su rígida longitud, ella estaba ardiendo de deseo.
Sus manos se movieron a su abdomen, y suavemente se lavó de su
piel. Estaba más que desesperada por él, y sus entrañas se
apretaban como una soga alrededor de la profunda necesidad que
latía en su interior. Cuando alcanzó su pene, todavía duro y
tembloroso, la detuvo una vez más. Los ojos de ella se posaron en
los suyos, y él parecía aterrorizado, o tal vez simplemente
sorprendido. ¿De su toque? ¿De él? ¿Lo qué había hecho? ¿Lo qué
quería hacer?
—No puedo —Sus palabras fueron pronunciadas en un suspiro que
la hizo añicos en cien pedazos de humillación, cada uno de ellos un
agudo fragmento de dolor que la dejó sintiéndose patética y
avergonzada. Sintió el aguijón del rechazo, y aunque la parte lógica
de su mente le decía que de verdad este hombre nunca la rechazaría,
la parte emocional le decía que era patética e indeseable. Se dio la
vuelta y se alejó de él, sin siquiera molestarse en secarse antes de
caminar hacia su habitación.
Llegó a su puerta, con la intención de obligarse a poner algo de
distancia entre ellos antes de perder la cabeza. Oyó que la ducha se
detenía y se detuvo. La ira golpeó como un amigo protector listo
para luchar por su dignidad, y golpeó el marco de la puerta con
fuerza con la palma de su mano antes de regresar a su habitación,
pisotear su cama y dejarse caer para sentarse y esperarlo.
Había pocas posibilidades de sorprender al hombre, y cuando
apareció de repente en la puerta de su baño con una toalla
casualmente sujeta para ocultar su ingle, se quedó mirando.
—¿Cómo es posible que quieras esto? —Su voz era gentil y
verdaderamente confusa. Su ira vaciló. La humillación no.
—¿Está mal que lo haga? —Su voz se le escapó en una ráfaga que
contuvo hasta la última onza de su vergüenza, su inseguridad.
Sus ojos se apartaron, frunció el ceño y sacudió la cabeza. No
entendía su necesidad. Ella tampoco. ¿Cómo podía querer esto?
¿Qué estaba mal con ella? Se quedó aturdida, dejando su ropa
apilada junto a su cama y salió de su habitación.
Se acurrucó en su propia cama, mirando la pared. No podía
entenderse a sí misma, y mucho menos al hombre en la otra
habitación. Vio su necesidad. Era poderoso, pero todavía no la
quería. Por supuesto que no lo hacía. Era una vieja máquina averiada
que ya no funcionaba bien. Era como una vieja casetera que arrojaba
cinta de sus engranajes cada vez que alguien intentaba reproducirla,
simplemente incapaz de hacerlo bien por más tiempo. Era patética.
Capítulo 14

—¿Sigues aquí? —Ni siquiera se molestó en saludar a Ember


mientras contestaba su teléfono.
—Sí. Decidimos quedarnos. Queríamos ir a la audiencia de Abigail
mañana. Quentin, ¿qué pasa?
—Necesito hablar contigo.
—De acuerdo —Estaba esperando algo más, pero estaba demasiado
ocupado caminando en círculos en la alfombra de lana que cubría el
piso de su oficina que perdió la esperanza—. Bajaré enseguida.
Literalmente caminó hasta que Ember y Truman entraron juntos.
—Hola —Solo los miraba. Se sentía un poco distraído.
Truman intervino primero con su propia marca de humor seriamente
seco.
—No te preocupes… Voy a jugar con algunos químicos en tu
laboratorio. Si escuchas una explosión, seguramente haya
descubierto la cura para tu mala elección de azulejos —Y luego se
volvió sin una sonrisa, después de besar a su mujer en los labios,
caminó hacia la puerta de la clínica. Hizo una pausa momentánea y
miró hacia atrás.
—No ocupes demasiado del tiempo de mi esposa. Ambos
últimamente hemos estado trabajando mucho, y he estado muy
privado de ella —Y luego se fue.
—Supongo que es sobre Abigail —Se dejó caer en la silla frente a su
escritorio, y él tomó su asiento detrás del escritorio.
—Las cosas se están poniendo… complicadas. Hice algo que no debí
haber hecho. O… muchas cosas que no debí hacer —Inclinó la
cabeza hacia un lado esperando una explicación—. Dejé que me
viera desnudo.
Sonrió dulcemente y sacudió su cabeza burlonamente. No estaba lo
suficiente asustada.
—Ay… olvidé que es un crimen entre hombres y mujeres.
Realmente no estaba lo suficiente asustada.
—La dejé mirarme… masturbarme —Apenas podía pronunciar las
palabras.
—Ya veo —Ahora estaba prestando atención.
—Quiere más y no puedo…
—¿Por qué no?
—¿Cómo puede querer esto? No puede ser bueno para ella.
—¿Por qué no? —Iba a molestarlo si no empezaba a decir algo más.
dejó salir una respiración profunda—. Es humana, Quentin. Quiere
intimidad tanto como cualquier otra persona.
—La molesté. Le pregunté por qué y…
—¿Qué? —No esperaba esa reacción— ¿Quieres decir que le
sugeriste que le pasaba algo por quererte?
—¡No!
—¡Sí! —Sostenía sus ojos apasionadamente y no solo un poco
críticamente—. Piénsalo —Lo miró fijamente mientras él reproducía
su última conversación con Abigail. Se saltó la escena de la ducha
porque todo en lo que podía pensar era en joderla hasta los sesos
cuando imaginó ese pequeño encuentro, pero volvió a su habitación
justo después de eso. Y cuando se permitió realmente ver su rostro...
lo destrozó. La lastimo.
—Joder —susurró mientras negaba con la cabeza. Sólo había
querido protegerla de él mismo. Ciertamente no había tenido la
intención de lastimarla. Pero allí estaba. Él era una mierda.
—Tiene todo el derecho de desearte, de ser mujer y querer a un
hombre. Eso es humano, eso es saludable. Si ese no es un
sentimiento que compartes, bien. Díselo y déjalo pasar. Pero no te
atrevas a hacerla sentir mal por quererte. Tienes demasiada
influencia sobre ella como para hacerla sentir culpable solo porque
no entiendes sus necesidades —Le estaba sermoneando.
—Pero no entiendo. Está emocionalmente dañada…
—¿Y qué? Deja de obligar a la víctima a ser víctima y déjala ser
humana. Se lo merece. Confía en ti. No eres solo un hombre para ella.
Eso es bueno —Era una gran cosa. Francamente, era algo increíble, y
dejo su corazón hinchado de calidez y su cuerpo latiendo con
necesidad, y aparentemente, era una necesidad que se le permitía
tener. Asintió con la cabeza lentamente, digiriendo sus palabras—.
La quieres, ¿no?
—Me está matando lo mucho que la deseo.
Ember sonrió.
—Es obvio que te preocupas profundamente por ella. No la
lastimarás. Es más fuerte de lo que te das cuenta. Demonios, más
fuerte de lo que ella cree.
Ember se puso de pie para irse, y caminaron hacia la clínica para
encontrar a Truman acostado en la mesa de examen leyendo un
libro de farmacia.
—Gracias a Dios. Esta es la cosa más aburrida que he leído.
—Algunos dirían lo mismo de la historia, querido —Le sonrió
dulcemente—. Tú, para empezar.
Pasó las piernas por el costado y esperó para tomar a su esposa en
brazos y cargarla fuera de la habitación. Saludó por encima de su
hombro mientras desaparecían por el pasillo.
Regresó a su habitación y salió al balcón, mirando el cielo nocturno.
No había duda de que iba a ir con ella, pero quería tener la cabeza
bien puesta cuando lo hiciera. Solo había un camino real que seguiría
esta vía, y sin duda terminaría con ellos haciendo el amor en algún
momento. Estaba absolutamente de acuerdo con eso, pero aún era
difícil entender por qué ella estaba de acuerdo con ello. En lugar de
tratar de averiguar algo claramente más allá de él, dejó que su
mente volviera de nuevo a la ducha.
Ni siquiera estaba seguro de qué lo impulso a hacer tal cosa frente a
ella. Pero Dios, era el cielo. Puro cielo sabiendo que estaba
observando su deseo, disfrutando de su deseo. No le tenía miedo en
absoluto. Podía hacerlo, debería hacerlo, pero confiaba en él, y le
encantaba que pudiera sentir esa confianza con él cuando el mundo
la aterrorizaba.
Estaba rígido por la necesidad cuando caminó hacia su habitación, y
mientras empujaba lentamente la puerta hacia atrás, la luz del
pasillo iluminó el cuerpo de ella que yacía acurrucado en medio de su
cama. Lo escuchó y se sentó para mirarlo. Sus ojos estaban muy
abiertos por la preocupación, y estaban hinchados por las lágrimas
que había derramado. Iba a deshacer hasta el último gramo de daño
que le había infligido, y mientras le sonreía suavemente cuando
caminaba hacia la cama, captó una sonrisa tentativa en sus labios
antes que la puerta se cerrara detrás y los sumergiera en la
oscuridad.
Se desnudó en silencio, dejando caer su ropa al suelo.
—Quítate la ropa, Abigail —Aspiró una bocanada de aire nervioso,
pero escuchó mientras obedecía y se quitaba la camisa.
Se arrastró junto a ella, encontrando que todavía estaba usando su
ropa interior.
—Estos también —Trazó la banda de la cintura a lo largo de su
estómago dejando que su dedo rozara su piel. Empujó la ropa
interior hacia abajo a lo largo de sus piernas, tirando de sus piernas
para despojarla por completo.
El olor más delicioso de su excitación inundó sus sentidos, y su ya
dura polla se contrajo con necesidad. Pero esto no se trataba de sus
necesidades. Rodó hacia un lado, apoyándose en su codo. Estaba
completamente oscuro en su habitación, y el silencio solo fue
interrumpido por los latidos de su corazón y las respiraciones
temblorosas que estaba tomando.
—Quiero oírte venir —Mantuvo su voz cálida y seductora, y ella se
quedó sin aliento ante sus palabras.
—Ni siquiera puedes verme —Estaba susurrando.
—Si te veo, tengo miedo de follarte. En este momento, quiero
escuchar. Quiero escuchar tu dedo deslizarse a través de tu suave
crema, quiero escuchar los latidos de tu corazón a medida que te
acercas a tu orgasmo, y quiero escucharte gritar mi nombre cuando
tengas un orgasmo, al igual que yo grité el tuyo.
—No pensé que querías…
—Te deseo tanto que mi polla está dura y temblando en este
momento. No te imaginas cuanto te deseo —Y luego se inclinó hacia
su oído. Le debía algo más que su deseo—. Lo siento. Antes solo
entré en pánico. No quiero cometer ningún error contigo. No hay
nada malo en lo que estamos haciendo. Y si te hice sentir como si lo
hubiera, estaba equivocado —Besó su mejilla suavemente—. Ahora,
¿qué tal si tocas tu coño para mí?
La acumulación de su excitación puso una sonrisa en su rostro que
se alegró de que no pudiera verlo. Estaba más conmovido de lo que
su voz implicaba en ese momento, su corazón estaba acelerado por
la emoción. La cama se movió suavemente, y luego lo escuchó. Fue
el chasquido húmedo más delicioso cuando su dedo se hundió entre
los labios de su vagina. Gimió y dejó que su mente visualizara lo
increíble que sería ver tal espectáculo. El chasquido que sonaba casi
como un beso húmedo continuó, y su ritmo cardíaco se disparó
cuando su respiración comenzó a volverse entrecortada. No le tomó
mucho tiempo llegar a su punto de ruptura.
—Increíble —pronunció la palabra en voz baja mientras se movía
para plantar una mano a cada lado de sus hombros. Se inclinó hacia
su mandíbula y mordisqueó suavemente su piel mientras su
respiración se atascaba en su garganta. Podía sentir su hombro
derecho trabajando mientras continuaba con su dedo estimulando
su clítoris—. Eres tan hermosa, cariño —susurró las palabras
suavemente contra su oído, y eso incitó otro tambaleante jadeo.
Se corrió, dándole el olor más embriagador.
—Oh, Dios, Quentin. —pronuncio con un gemido de intenso placer,
y él rápidamente metió su mano entre sus piernas, forzando dos
largos dedos lenta y profundamente dentro de su apretada vaina
mientras sus dedos aún trabajaban sobre su clítoris. Gritó en voz alta
y se apretó desesperadamente alrededor de sus dedos mientras él
empujaba pulgada a pulgada lentamente mientras su cuerpo se
estremecía y se estremecía a través de su orgasmo. Sus dedos
crearon su propio sonido perfecto de succión húmeda mientras se
movían, y casi se desmorona ante la sensación apretada, caliente y
húmeda de su sexo alrededor de sus dedos.
Cuando estaba profundamente hundido en su calor, mantuvo los
dedos inmóviles mientras los músculos de su estómago se tensaban,
y ella gruñó lo último de su orgasmo, y luego empujó lentamente
unas cuantas caricias suaves antes de apartar los dedos de ella.
Quería mucho más que eso, pero estaba dispuesto a esperar. Sin
embargo, su boca era otra historia. Se inclinó hacia sus labios,
encontrándolos separados y jadeando mientras permanecía
temblando. Chupó su labio inferior entre los suyos, tirando de él
suavemente mientras gemía en su boca. Deslizó su lengua entre sus
labios, finalmente saboreando lo que había soñado saborear
durante tanto tiempo. Sus manos alcanzaron sus mejillas y mantuvo
sus labios juntos, dejando que su lengua recorriera la de él.
No estaba seguro de que alguna vez quisiera dejar de besarla, y
mientras se perdía en el suave toque de sus lenguas y la cálida y
sedosa sensación de su boca, dejó que su mente volviera a pensar en
lo que acababan de hacer. Su coño había estado tan húmedo y listo,
y la sensación de ella alrededor de sus dedos era increíblemente
excitante. Todo en lo que podía pensar era en lo excepcional que se
sentiría esa calidez apretada alrededor de su polla cuando la
empujara por primera vez. Absolutamente iba a hacer el amor con
esta mujer.
Cuando finalmente tiró de su boca, ella se acurrucó en su pecho y lo
rodeó con sus brazos con fuerza. No necesitaba entender su deseo
por él, porque le pertenecía a él, a ellos. Cualquier deseo que tuviera,
solo los involucraba a ellos dos, y eso era más tentador que
cualquier otra cosa. La escuchó quedarse dormida mientras le
acariciaba la espalda suavemente.
Capítulo 15

—¿Desea cambiar su declaración de culpabilidad?


—Sí, su señoría —murmuró las palabras, luchando por encontrar el
aliento que necesitaba. Estaba tan malditamente cerca de
finalmente cerrar la puerta a esta pesadilla.
—¿Y entiende lo que sucederá si tiene más incidentes durante su
período de prueba?
Solo asintió con la cabeza estúpidamente.
¿Qué demonios se suponía que dijera? No, ¿ por favor, puedes decirme
lo jodida que estaré?
Tuvo una pequeña reunión en la sala del tribunal. A nadie le
importaba una mierda su pequeño caso, y las únicas personas a las
que le importaba estaban sentadas justo detrás suyo. Quentin,
Ember, Truman, Brit, Angus y Aaron, estaban todos en la primera fila,
aguardando. Esperando. Ella también estaba esperando.
Quería saltar a los brazos de Quentin y sollozar de alivio. Estaba
temblando. Estaba aterrorizada de que la habitación se cayera y
matara al juez, aterrorizada de que un rayo cayera directamente a
través del enorme agujero que quedaba y solo por diversión acabara
con ella también.
Su mañana no había comenzado tan tensa. Bueno, tal vez había sido
tensa, solo una tensión decididamente sexual. Él se había parado
detrás suyo en el mostrador del baño mientras se retorcía el cabello
en un moño y lo fijaba con horquillas. Se negó a apartar la mirada de
sus ojos. ¿Cómo era eso posible? Apenas podía sostener su mirada
después de la noche anterior, y parecía que no podía enfriar el
patético sonrojo de sus mejillas. Cerró el espacio entre sus cuerpos,
dejando que su dura excitación frotara su espalda baja. Y después de
haber provocado su cuerpo en un frenesí, habló.
—Entonces, si este juez decide sermonearte un poco antes de
soltarte, ¿qué no vas a hacer?
—Abofetearlo, golpearlo, patearlo, gritarle, burlarme de él,
escupirle o darle un rodillazo en la ingle.
Su sarcasmo había sido bastante excesivo, y cuando se inclinó y besó
la parte superior de su cabeza fue con un tranquilo murmullo contra
su piel.
—Esa es mi buena criminal.
Ahora, sin embargo, era una situación muy diferente. Estaba muy
nerviosa. Estaba esperando el alivio del mazo. Eso era todo lo que
necesitaba. Devlin a su lado no le proporcionaba ninguna fuerza,
confianza o calma. Tenía una reputación demasiado buena para
permitir que una chica emocionalmente perturbada, con un carácter
acalorado, arruinara su historial impecable, y eso era todo lo bueno
que era para Abigail. No obstante era suficiente.
¡Rap! ¡Rap! ¡Rap!
Fue difícil evitar saltar a los brazos de Quentin mientras se alejaba de
Devlin, pero no tenía por qué ser tan dramática. Él la levantó en
brazos, sosteniéndola fuerte y cerca. Su rostro estaba tan enterrado
en su cuello como el suyo en el de él, y permanecieron así por mucho
más tiempo de lo que era apropiado. Cuando lentamente la bajó de
nuevo al suelo, capturó sus labios con los suyos y sus entrañas se
convirtieron en papilla. Hablando de inapropiado.
Todo lo que quería era estar a solas con él. Solo él. Estaba feliz de
que sus amigos también hubieran venido, realmente lo estaba, pero
estaba lista solo para él. Le abrazaron, le dieron un beso en la mejilla
y le sonrieron como si acabara de ganar la lotería.
—Entonces, ¿qué haremos para celebrar? —Era Ember.
Gimió por dentro necesitando algo que su grupo de amigos tan solo
no podía llenar. Pero no tuvo que reprimir su decepción.
—La celebración tendrá que esperar, Em —Ember hizo un puchero,
pero había todo el tiempo una sonrisa jugando en sus labios—. Abby
y yo tenemos planes.
Mmm. Bueno, eso era una novedad para ella.
Se despidieron, separándose del grupo en el estacionamiento, y en
el momento en que estuvieron sentados en su automóvil, abrió la
boca.
—Supongo que te gusta el helado —Obviamente. El helado era...
bueno... helado.
—Sí, me gusta —Trató de sonar madura al respecto, pero no había
madurez en su necesidad de azúcar, y para un día nublado y cálido
de verano que justificaba una celebración, no había mejor azúcar en
el mundo que el helado.
Terminaron en Riverway, tumbados sobre la misma manta que
habían llevado a Hatch, ella con su cono de helado en la mano,
tratando de comérselo mientras estaba acostada con la cabeza en
su regazo.
La observó atentamente mientras lamía el helado justo antes de que
goteara. Estaban cerca del puente arqueado, y era hermoso y
tranquilo. El clima era cálido, pero no caluroso, y se convertiría en
uno de sus recuerdos favoritos de la vida; estaba segura de eso.
Había suficientes árboles y nubes para que Quentin pareciera
cómodo y relajado, y no se podía negar que ella lo estaba.
Cuando se perdió una gota y le cayó en el pecho, él rápidamente se
estiró para limpiarle la piel, sosteniendo su dedo hasta su boca.
Chupó su dedo en su boca mientras el calor quemaba sus mejillas.
Observó su boca, y sus fosas nasales se ensancharon. Tampoco
podía ignorar la sensación de su erección creciendo contra su mejilla.
Le prendía fuego a su cuerpo, y cuando soltó su dulce dedo cubierto
de azúcar de su boca, sonrió.
—¿Ni siquiera una probada?
—Lamentablemente no, y nunca he probado el helado.
—No tienes idea de lo que te estás perdiendo.
—Soy muy consciente. Tendré que creer en tu palabra —La miró un
momento más, pasando su pulgar a lo largo de su mandíbula—.
Entonces, el tratamiento ambulatorio comienza el lunes…
—Lunes, martes y miércoles. Puedo elegir los días de la semana y
puedo variarlos si es necesario, siempre que sean tres días
completos.
Asintió.
—Entonces, ¿quizás ahora sería un buen momento para comenzar a
pensar en la escuela este otoño? —La estaba evaluando con
curiosidad.
Había pensado mucho en ello, pero había tenido poco sentido
planear cuando no tenía ni idea de lo que le depararía su futuro.
Pero ahora…
—Sí. Me gustaría volver este otoño. —Lo miró esperanzada. No
necesitaba su permiso. Lo sabía, pero seguro que quería su apoyo.
Estaba nerviosa por volver a la escuela, realmente aterrorizada—.
Probablemente tendré que tomar algunas de mis últimas clases de
estadísticas solo para volver a ponerme al día, pero me faltaba
menos de un año para graduarme y no puedo perder todo el tiempo
y la energía que ya apliqué… —Estaba divagando.
—Creo que es una idea maravillosa. Te inscribiremos para el
semestre de otoño la próxima semana —Sonrió. Él sonrió. Su pulgar
continuó acariciando su piel, y ella pasó el siguiente minuto
poniéndose al día comiendo helado antes de que se derritiera por su
barbilla.
Después de que se acabó su helado, comenzó a quedarse dormida
en su regazo mientras él empujaba lentamente su mano debajo de la
parte inferior de su camisa y acariciaba su estómago. Amaba la
sensación de sus dedos a lo largo de su piel. La sorprendió mucho,
pero lo hizo. Era hermoso, pero esa no fue la razón. Me apoyó, pero
tampoco por eso. Confiaba en él... perfectamente. No había duda de
cuánto confiaba en él; estaba justo ahí.
Se quedó dormida, despertándose de vez en cuando para ver sus
ojos mirándola o en alguna vista lejana. Permaneció sentado,
descansando sobre sus manos con una fuerza perpetua que hizo
que su cuerpo cansado se sintiera perezoso y muy humano, y
cuando finalmente se sentó y se desperezó, lo miró a los ojos.
—¿De verdad no tienes la intención de tener sexo conmigo?
—¿No me has hecho esta pregunta un par de veces? —Estaba
sonriendo.
—Espero que tal vez hayas cambiado de opinión.
Alcanzó su mejilla, acercando su boca a la suya. La besó. Sin
embargo, era una burla, y se retiró rápidamente.
—He cambiado de opinión. He decidido que una chica como tú
merece saber exactamente de qué se trata follar, y tengo la
intención de asegurarme de que lo disfrutes inmensamente —Se
estremeció ante el sonido de su voz. Su boca estaba a escasos
centímetros de la suya, todavía provocándola, y era muy efectiva. Se
inclinó hacia su boca solo para que se retirara, siempre manteniendo
sus labios a solo una o dos pulgadas de los suyos—. Aquí no, cariño
—Besó su nariz y se puso de pie, tirando de ella para que se pusiera
de pie.
Se fueron a media tarde, y tomó su mano mientras caminaban
lentamente de regreso al auto.
—Quiero irme un par de días contigo —No dijo nada, pero su ceño
se arrugó—. Tengo una pequeña cabaña en la playa en Nantucket11.
Está muy aislada, rodeada de acantilados de hierba alta, y está a solo
unos metros de distancia de una gran extensión de playa privada.
—¿Cuándo?
—En este momento.
No había ningún argumento para tal propuesta. Demonios, sí, se iría
con él a una casa de campo aislada frente a la playa con o sin la
maldita hierba alta. Asintió, y sus fosas nasales se ensancharon.
Parecía que estaba listo para comérsela viva. Tal vez el hombre
tranquilo y calmado que la hacía sentir segura y tranquila, estaba tan
necesitado como ella.

***

Era una hermosa y pequeña casa, y una vez que entraron, le mostró
los alrededores. La sala de estar tenía un piso de tablones viejos con
una cálida alfombra. Los muebles eran piezas simples de estilo
Shaker que eran perfectas para el hogar. Junto a la sala de estar
había un dormitorio, una pequeña oficina y un baño, y la cocina
11
Nantucket: Es una isla ubicada a unos 50 km al sur de Cape Cod, Massachusetts, en los Estados Unidos. Junto con las islas de
Tuckernuck y Muskeget, forman el poblado de Nantucket, Massachusetts y el condado de Nantucket.
formaba parte de la sala de estar abierta. Las ventanas daban al
océano, y el dormitorio tenía su propio juego de puertas francesas
que se abrían al patio de adoquines que se extendía a lo largo de la
parte delantera de la casa con vistas al océano. Estaba en lo correcto.
Estaba apartada y tranquila, y pensó que probablemente podría
quedarse aquí para siempre con este hombre y tener todo lo que
pudiera necesitar.
El sol se estaba poniendo, pero su piel parecía un poco sonrojada
por haber estado a la luz del día durante demasiado tiempo. Se
excusó para tomar una ducha fría mientras ella guardaba la pequeña
cantidad de comida que habían traído. Solo quedaba un ligero matiz
de luz rosa púrpura en el cielo del atardecer cuando reapareció, y se
quedó boquiabierta cuando lo vio. Estaba desnudo. No se había
molestado en vestirse después de que terminó de ducharse, y
parecía completamente a gusto frente a ella. Si ella pudiera decir lo
mismo.
Lo siguió al dormitorio, y abrió las puertas francesas de par en par
mientras ella estaba junto a la cama. El sonido de las olas y las
gaviotas ocasionales eran todo lo que se podía escuchar, y cuando
se volvió para mirarla, comenzó a temblar. Latía con una necesidad
que pensó que nunca volvería a sentir. Hace unos pocos meses,
habría apostado su vida por ello. Pero estaba desnudo, y todo lo que
quería era verlo, tocarlo por primera vez y tener su cuerpo de todas
las formas posibles.
—Ya es hora de que tires la toalla en esto del celibato —Lo soltó
rápidamente, antes de que pudiera siquiera pensar en alguna
manera discreta de decir lo que estaba en su mente, no es que no le
hubiera dejado claro su intención.
Le dio una pequeña sonrisa que también contenía su propio anhelo y
necesidad, pero luego esa sonrisa se convirtió en una sonrisa plena.
—Pero han pasado casi veinte años —Se estaba burlando de ella.
—A la mierda veinte años —Sus palabras se desvanecieron mientras
su mirada vagaba sin pensar de regreso a su ingle De ninguna
manera iba a atormentarla. Lo deseaba tanto que pensó que podría
llorar si no se salía con la suya. A la mierda sus veinte años.
—Quítate la ropa —La estaba mirando de nuevo con esos malditos
ojos hambrientos, y mientras buscaba a tientas para quitarse la ropa,
observó cada uno de sus movimientos. Quería verse sexy, pero eso
no estaba sucediendo, y cuando se quitó los pantalones, se
tambaleó y casi se cae en la mesita de noche mientras él se reía.
Pero finalmente logró salir de su ropa, y cuando se acercó a donde
estaba ella, respiró hondo y se lanzó, capturando con su boca la suya.
Le metió la lengua entre los labios y abrió su boca a modo de
invitación. Oh sí, sus veinte años estaban fritos.
Besarlo era como ceder a un intenso antojo tan esperado que era
doloroso. Se hundió, acarició y exploró su boca con el mismo fervor
que ella sentía correr por sus venas. Y mientras continuaba tomando
sus labios una y otra vez y profundizando en su boca, la empujó
hacia la cama.
Trepó por encima de ella, separando sus rodillas y acomodándose
sobre su cuerpo. Podía sentir su polla rozando suavemente su
estómago, y estaba sorprendida de lo cómoda que estaba con él
cerniéndose sobre ella. No le estaba dando ninguna falsa sensación
de control. Lo sostuvo todo, pero no hubo miedo. Avivó un cálido
calor en la boca de su estómago que la hizo sentir segura y adorada
por él.
Sus dedos vagaron por su pecho mientras salía de su boca. Lo miró,
y cuando sus dedos se encontraron con el botón erecto y apretado
de su pezón, sus ojos se cerraron y gimió. Quería mirar, pero sus
párpados revolotearon cuando el placer se apoderó de ella. Podía
sentir su polla flexionarse y saltar contra su bajo abdomen. Y estaba
tan lista para tocarlo, tanto que ante nada más que el solo
pensamiento sus dedos temblaban. Cuando abandonó su pezón, fue
para llevarse la mano de suya a la boca y ocupar su lugar a su lado.
Empezó a chupar y besar, besos húmedos y descuidados por toda la
palma de su mano. Solo podía ver sus ojos sobre su mano, y ellos
sostuvieron los suyos mientras sentía y disfrutaba del toque contra
su palma de sus labios y lengua. Estaba jadeando en silencio, y
cuando el beso apasionado finalmente terminó, gimió.
Sacó su mano de su boca y la guió lentamente hacia su erección, y
cuando sus dedos finalmente se cerraron alrededor de su anchura,
gimió y él gimió contra su hombro. Aunque no estaba asustada.
Estaba sorprendida, en cierto modo, de que no lo estuviera, pero
había estado esperando para tocar y experimentar su cuerpo, y solo
podía ver cómo su mano se movía a lo largo. Su mano estaba
resbaladiza contra su piel suave y dura, y podía sentir las venas
hinchadas mientras se movía sobre ellas.
Cuando llegó a la cabeza, dejó que sus dedos pasaran por el extremo
bulboso mientras gemía en voz alta, y su propio calor y humedad
inundaron entre sus piernas. Cuando se dejó caer de nuevo en la
cama, se puso de lado y siguió acariciándolo.
Parecía que no podía sofocar los gemidos que salían de su boca, y
ella observó su rostro mientras sus labios se abrían y luego se
cerraban. Podía ver sus colmillos, blancos y perfectos entre sus
labios, y cada vez que abría la boca, se sentía atraída por ellos. Había
visto muchas veces los de Mason, y siempre la aterrorizaban. Pero
ver los de Quentin fue algo muy diferente. No cabía duda de que lo
decía en serio cuando dijo que era bueno que Mason ya estuviera
muerto. No hacía falta mucha imaginación para imaginar a este
hombre desgarrándole la garganta para protegerla. Y amaba por eso
esos dientes en él.
Cuando abruptamente agarró su mano y frenó el suave
deslizamiento, frunció el ceño. No es como si tuviera una idea real
de lo que estaba haciendo, y de repente estaba bastante segura de
que había dado un paso en falso al acariciar su polla.
—Esto va a ser demasiado corto y dulce si no te tomas un descanso
y me dejas divertirme un rato —Sonrió y ella se relajó.
No tuvo que esperar mucho para descubrir lo que este hombre
consideraba divertido, y mientras bajaba por su cuerpo y se
agachaba para acostarse entre sus piernas, un escalofrío la recorrió
desde donde había tocado su piel. Sus dedos alcanzaron la
hendidura de sus labios y, mientras la miraba a los ojos, los separó.
Ella temblaba por nada más que esos dos dedos que sostenían su
sexo abierto. Sabía que había mucho más por venir, y estaba
bastante segura de que la dejaría temblando como una loca frente a
él.
Se inclinó hacia ella, y cada músculo de su cuerpo se apretó con
fuerza. Cuando sintió los labios de su boca chupar su clítoris, casi se
vino. La idea misma de lo que le estaba permitiendo hacer a este
hombre era casi tan excitante como el acto en sí... casi.
Probablemente podría venirse solo de la intimidad. Sus labios
chuparon suavemente su clítoris, y cuando su lengua pasó
rápidamente por el apretado manojo de nervios, gritó en voz alta y
clavó los talones en la cama. Sus ojos se dispararon hacia los suyos, y
pudo sentir sus labios levantarse en una sonrisa contra la piel
húmeda de su vagina. Una mano encontró un palo en su cabecera
mientras que la otra agarró la sábana en su cadera y la retorció. Sus
manos estaban agarrando con fuerza, como si se aferrara a su vida,
mientras él se aferraba a su clítoris de nuevo, azotando, lamiendo,
chupando y chasqueando la lengua contra su piel.
Gimió y gritó con cada nuevo toque, y cuando los músculos de su
estómago comenzaron a ondularse y temblar, gimió contra su coño.
La vibración de su cálido y profundo gemido masculino intensificó la
ya creciente necesidad de liberación. Todos los orgasmos que había
experimentado alguna vez habían sido en sus propias manos, y
todos palidecían en comparación con la poderosa fuerza impulsora
que corría desde cada una de sus terminaciones nerviosas hasta ese
increíble lugar entre sus piernas.
Cuando golpeó, gritó en voz alta y tiró con fuerza del palo de la
cabecera de la cama mientras crujía por la fuerza. Su lengua
continuó acariciando mientras convulsionaba, y un torrente de
placer tras otro latía a través de ella. Se quedó sin aliento y
respirando suavemente mientras él trepaba por su cuerpo.
Sus labios encontraron los suyos, y se saboreó con cada suave golpe
de sus besos. Arrastró su boca hasta su oído, mordisqueando
suavemente a lo largo del lóbulo mientras una ola eléctrica de
excitación corría desde su cabeza hasta los dedos de sus pies.
—He querido probar el delicioso sabor de tu excitación durante
mucho tiempo. Dios, eso fue increíble.
Sus palabras fueron pronunciadas en voz baja y enviaron otra ola de
necesidad a través de ella. Nunca había experimentado nada como
lo que acababa de mostrarle.
—¿Puedo hacerte eso también a ti? —Estaba jadeando. Su boca
todavía estaba en su oreja, y aprovechó el hecho de que no podía
verla mientras hablaba.
La dejó mantener su cobertura cuando le susurró al oído.
—Soñaré con eso hasta que suceda, pero no será esta noche. Me
dejarás inútil después de veinte años sin esto, y apenas estoy
aguantando como está —Podía sentir sus labios sonriendo mientras
le acariciaban debajo de su oreja. Apenas se estaba manteniendo
unida.
Cuando se estiró de nuevo para acariciar la longitud de su excitación,
él no la detuvo, pero tiró de su cuello, y con un suspiro áspero,
sacudió la cabeza.
—¿Tienes algún problema con que me corra dentro de tu coño?
Ladeó la cabeza incluso cuando un rubor furiosamente ardiente
golpeó sus mejillas ante sus descaradas palabras.
—¿Disculpa?
—Bueno, pareces decidida a hacer que me corra antes de que tenga
la oportunidad de entrar en tu cuerpo. Y tengo muchas ganas de
dejar mi semen dentro de ti —Le guiñó un ojo, ella se derritió.
No tenía absolutamente ningún problema con eso, y aunque todavía
no podía comprender cómo había puesto tan fácilmente lejos su
miedo a esto, no se podía negar que estaba cerrado y guardado de
forma segura. Asintió con la cabeza. No fue en respuesta a nada más
que a su propio compromiso con lo que iba a permitir que este
increíble hombre le hiciera. Pareció entender lo que estaba diciendo,
a pesar de que no había dicho palabras, mientras él empujaba sus
rodillas con las suyas, sacó su mano de su rígida e intimidante
circunferencia.
Puede que no fuera virgen, pero ciertamente se sintió como tal
cuando su corazón comenzó a latir con fuerza. Estaba temblando y
le costaba incluso mirarlo. Mason nunca la había follado de frente.
No le preocupaba nada excepto qué entrada estaba abusando y
cuánto podía hacerla llorar. Pero este hombre parecía no tener
suficiente de sus ojos.
La observó de cerca, y sentir su polla dura entre los labios de su
vagina mientras sus ojos la estudiaban era probablemente la cosa
más íntima que jamás experimentaría en su vida. Estaba tan cerca de
apoderarse de su cuerpo, que su corazón latía con anticipación.
Sus ojos se apartaron de los de suyos cuando los nervios la
dominaron, alcanzó su barbilla, levantando su rostro para mirarlo,
sin dejarla escapar. Y gracias a Dios por ello. El temblor desapareció,
su corazón se desaceleró y el pánico se desvaneció cuando observó
el rostro fuerte y confiado que la estudiaba con calma.
Asintió de nuevo, y él hizo lo mismo antes de dejar caer la mano de
su barbilla y alcanzar entre sus cuerpos para guiar la cabeza de su
polla hacia su entrada. Podía sentirlo deslizándose suavemente
mientras frotaba la cabeza de su polla a través de la humedad
resbaladiza de su sexo. Cada pasada sobre su clítoris le provocaba
un escalofrío de necesidad, y cuando empujó suavemente su
entrada, estaba más que lista.
Su empujón se convirtió en un empujón insistente, lento y constante
mientras su penetración se movía más allá de sus labios y dentro de
su apretada vaina. Gimió por el estiramiento, y él gimió en respuesta.
Se movió con un golpe lento y deliberado, aunque el silencioso.
—Joder —murmurado por lo bajo seguido de un más
desesperado—. Oh, joder, Abby —no dejó dudas de que era una
lucha. Sus rasgos estaban tensos y su ceño fruncido mientras la
observaba. Podía sentir la suave piel y húmeda de su vaina cediendo
mientras él empujaba más y más hacia sus profundidades, y la
intensa molestia que se extendía se acumulaba a medida que se
adentraba más y más en su cuerpo.
Golpeó sus profundidades, y ella gritó. Allí, se detuvo, observando.
Fue paciente, pero los músculos tensos y desesperados de su rostro
decían una historia diferente. Sabía lo que quería hacer, pero estaba
preocupado por ella. No necesitaba su preocupación, sabiendo cuán
incapaz era este hombre de lastimarla. Cuando tiró de ella, fue para
hundirse lentamente de nuevo, y cuando se acercó a su oído, fue
para darle el permiso que necesitaba.
—No me harás daño. Lo prometo —La miró por un momento,
contemplándola. Y luego salió y empujó rápida y poderosamente
hacia sus profundidades.
Agarró su espalda baja, tirando de él con fuerza hacia ella, y él se
inclinó hacia ella mientras comenzaba a empujar profundamente
dentro de su cuerpo. El dolor estaba presente, pero era seductor, y
cada vez que tiraba de ella, estaba lista para que la llenara de nuevo.
La fuerza detrás de sus embestidas se construyó con un ritmo duro,
y se aferró a él, agarrando su tenso y fuerte trasero mientras
comenzaba a embestir. Le encantaban las caricias profundas y
poderosas, y el sonido de sus gemidos mientras crecía su orgasmo
era fascinante. Se concentró en su rostro, dejando que su propia
excitación creciera mientras observaba cómo su cuello se tensaba
por la necesidad.
El deseo grabado en su expresión desesperada llevó su deseo a una
necesidad pulsante y creciente que la hizo empujar sus caderas hacia
arriba para encontrar cada una de sus embestidas. Lo obligó a
profundizar más, y su boca se abrió cuando sus ojos se posaron en
los suyos con preocupación, pero no había forma de detener su paso,
y cuando se zambulló, corcoveó y empujó contra él, maullando
desesperadamente su suplicante necesidad.
Gruñó su liberación cuando sus uñas se clavaron en sus nalgas.
Cuando él gritó en voz alta, se obligó a aflojar su agarre, y le sonrió
mientras sacudía sus cuerpos hacia adelante con fuerza con un
último empujón profundo. Su cuello se tensó cuando su pene se
derramo dentro de ella, y vio sus párpados revolotear por un
momento mientras su propio orgasmo finalmente disminuía. Se
quedó inhalando profundamente y suspirando mientras observaba
cómo apretaba los dientes y sentía que los músculos de su
estómago se contraían y relajaban una y otra vez con el pulso de su
polla.
Cuando bajó la mirada hacia ella, su labio se levantó en una sonrisa
seductora que dejó su vaina dolorida e hinchada estremeciéndose y
agarrándose. Gimió en respuesta, y se río en voz baja debajo de él.
Su boca encontró la de ella, y tiró de su labio inferior entre los suyos,
tirando y tirando suavemente de su boca antes de soltarla.
—No puedes imaginar lo cálida y apretada que te sientes alrededor
de mi polla. Increíble —Apretó de nuevo en respuesta a otra ola de
placer, y tarareó en respuesta mientras le acariciaba el cuello.
Increíble, tenía razón.
Capítulo 16

En el momento en que se separó de su cuerpo, ya estaba duro de


nuevo. Aparentemente, veinte años lo habían dejado
moderadamente insaciable, y cuando se dejó caer junto a ella, se
apoyó en un codo mientras se reía de lo patético que era su pene en
su presencia. Sonrió con su dulce y preciosa sonrisa que mostraba su
nerviosismo, pero también su intriga. Entonces lo golpeó, el olor
muy sutil de la sangre. No era mucho, pero desvanecía cualquier
posibilidad de que su pene se saliera con la suya esta noche. Debía
estar dolorida, y él deslizó sus dedos fríos por su estómago para
ahuecar su sexo. Deslizó su tercer y cuarto dedo entre los labios de
su vagina, sosteniéndolos a lo largo de su hendidura y calmando su
dolor con su toque frío.
Suspiró y cerró los ojos ante el contacto, y observó su rostro
tranquilo y contento. Era difícil imaginar qué tipo de confianza
necesitaba ella para entregarse tan completamente a él, y dejó su
alma volando tanto como su polla. Cuando sus ojos se abrieron de
nuevo, encontró los suyos y se mordió el labio. Parecía nerviosa,
tímida, increíblemente insegura, pero alzó el brazo para apoyar la
cabeza en el antebrazo y mirarlo. Fue entonces cuando vio el
moretón. Era grande y no lo había visto antes. Apartó la mano de
ella y, cuando alcanzó el moretón en su brazo, lo miró. Acarició la
suave piel de su brazo y ella exhaló profundamente.
—Ven.
La levantó de la cama desnuda con solo iluminándolos la luz suave
de lámpara al lado de la cama y afuera la gran luna llena. Agarró dos
mantas del armario de la habitación, luego la tomó de la mano y la
sacó a través de las puertas francesas. La condujo por el camino
empedrado hasta el tramo de escalones de madera que los llevaba
desde lo alto del risco hasta la playa. Había dos sillas Adirondack12 y
una hoguera en la base de las escaleras, y los acantilados rodeaban

12
Sillas Adirondack: La silla Adirondack es una butaca al aire libre con amplios reposabrazos, un respaldo alto con listones y un
asiento más alto en la parte delantera que en la trasera.
las sillas y la hoguera en un gran semicírculo que proporcionaba una
extensión privada de playa.
Colocó las mantas sobre la arena y ella se tumbó boca abajo,
siguiéndolo con la mirada. La dejó para tomar un poco de leña de la
pila de madera, un par de almohadas y un gran edredón. Sus ojos
encontraron su cuerpo desnudo de nuevo mientras arreglaba la leña,
rellenaba la hoguera y prendía una cerilla para encenderla. En el
momento en que el fuego se encendió, pudo ver la luz de las llamas
parpadeando deliciosamente sobre la suave piel joven de su figura.
Estaba hermosamente recostada sobre la manta, y todo lo que
quería hacer era volver con ella.
Sonrió mientras se dejaba caer sobre la manta con ella, y cuando se
acostó a su lado, se acurrucó a su alrededor, tirando de la manta
sobre ellos.
—¿Mirando algo? —Se estaba burlando de ella por mirarlo fijamente.
—Solo a ti.
Tarareó mientras rozaba sus labios sobre su sien. Era una noche
cálida con una gran luna que iluminaba el agua más allá. Nada más
que el crepitar del fuego y las suaves olas se podían escuchar desde
su cálido capullo.
—¿Y si los cangrejos intentan comernos?
No pudo evitar sonreírle.
—No dejaré que te coman. Ahora duerme un poco.
—Estoy empezando a pensar que disfrutas estar afuera. The Hach13,
la playa, el parque…
—Lo hago. Y me encanta estar aquí contigo —Escuchó mientras
lentamente se dormía. Amaba su tranquila y privada casa en la playa,
y amaba especialmente su lugar. Era pacífico, tan pacífico y tranquilo
en este momento como se sentía su vida. Acababa de hacer el amor
con la mujer más increíble que jamás había conocido. Estaba en sus
brazos donde pertenecía, y nadie iba a llevarla a la cárcel y alejarla de
él. Era un hombre feliz, muy feliz.

13
The Hach: La Escotilla.
Capítulo 17

Todo lo que podía ver de ella eran sus pies debajo de la cortina del
vestidor, y era ligeramente exasperante saber que estaba allí
desnuda y él estaba estúpidamente parado afuera. Había tratado de
convencerla de que bañarse desnudo sería una idea fabulosa, pero
simplemente no mordería. Un viaje rápido más tarde en automóvil, y
estaban en una tienda local. Estaba ansioso por meterla en el agua.
Le encantaba nadar, y como estaba bastante seguro de que también
la amaba, parecía una manera muy agradable de pasar la noche.
Habían pasado el día juntos en el interior. Ciertamente le vendría
bien una dosis de sol, pero parecía decidida a quedarse con él. Miró
la televisión un rato mientras él leía, jugaban a las cartas y ella comía.
Era el día perfecto y cómodo que le permitió horas para observarla.
Ahora, estaba listo para estar afuera. El sol había comenzado a
ponerse, y no pasaría mucho tiempo antes de que pudiera estar a
gusto afuera por el resto de la noche. Si pudiera ponerle un maldito
traje de baño.
—¿A qué hora tenemos que irnos mañana? —Gritaba desde el
camerino de la pequeña tienda casi desierta, y no perdió el tiempo
aprovechando la oportunidad.
Se deslizó más allá de la cortina, encontrándola en topless y con la
parte inferior empujada hacia sus muslos.
—Lo siento. No pude oírte —Estaba sonriendo.
—Podría haber dicho esto desde 500 pies de distancia, y me habrías
escuchado. Estás lleno de mierda.
—En realidad no lo estoy, pero estoy mintiendo un poco si eso es lo
que estás insinuando. Pero ahora que estoy aquí... —La atrajo hacia
sus brazos, empujando las bragas hacia abajo para que cayeran a sus
pies—. Tenemos que irnos temprano antes de que salga el sol o
tarde después de que el sol comience a ponerse. Estoy pensando en
temprano, no es que quiera irme todavía, pero tienes que estar en el
hospital para el programa bastante temprano el lunes, y es posible
que quieras relajarte mañana por la noche en lugar de conducir.
Movió su mano para palmear la suave piel de su sexo.
—Esta no era la moda la última vez que estuve con una mujer —No
estaba tratando de ser ofensivo, pero ella frunció el ceño.
—¿No te gusta? —Parecía momentáneamente herida.
—Eso no es lo que quise decir. Me encanta, de hecho. Ver hasta la
última onza de tu piel es toda una cosa, y no te tendría de otra
manera.
—Mason nunca me dejó afeitarme. Disfrutaba tirando de mi vello
púbico solo para torturarme —Su rostro cayó, y sacudió la cabeza en
el momento en que dijo las palabras—. Lo siento —murmuro bajo.
Sus palabras fueron tranquilas.
—No lo hagas. Simplemente me dan ganas de matar a alguien que
ya está muerto, eso es todo —Dejó caer la cabeza sobre su hombro,
acariciando su cuello mientras su palma se deslizaba suavemente
sobre su piel. Era cierto lo que había dicho. Era una de las cosas más
exasperantes del mundo no poder torturar al hombre hasta la
muerte.
—¡Ejem! ¡Ejem! No pueden estar los dos ahí.
Mierda. Sus cejas se dispararon burlonamente mientras miraba a los
ojos de Abigail antes de darse la vuelta para irse.
—Mis disculpas —Asintió con la cabeza al empleado de la tienda
mientras salía del vestidor, dejando que Abigail se vistiera. El
empleado de la tienda lo miró como si fuera un monstruo por el
resto de su tiempo allí.
Rápidamente empacaron una pequeña bolsa para llevar a la playa
con ellos cuando regresaran. La vio desatar el sarong de su cintura y
dejarlo caer sobre una silla, y la siguió hasta la orilla del agua.
Cuando sus ojos se posaron en su cuerpo, observó su mirada
recorriendo su piel, y se apartó rápidamente de él mientras un rubor
se deslizaba por sus mejillas. Se río y la atrajo a sus brazos.
—¡Hola! —La voz estaba lejos, pero acercándose a ellos. Y cuando
se volvieron para ver quién estaba hablando, mantuvo su mano.
Eran dos mujeres, quizás un poco mayores que los veinticinco años
de Abigail. Ambas estaban ridículamente vestidas para la playa,
ataviadas con diminutos bikinis que tenían más corchetes de metal
que tela, zapatos tipo pantuflas que no tenían por qué estar en la
playa y suficiente maquillaje para dejarlas luciendo si realmente se
meten en el agua y se mojan como un espectáculo de monstruos
necrófagos. Sin embargo, eran hermosas, o sospechaba que lo eran
debajo de las capas de suciedad, y eso hizo que la adrenalina de
Abigail subiera, y lo dejó con ganas de protegerla de las dos mujeres
que nunca en un millón de años podrían compararse con ella, pero
parecían dejarla sintiéndose mucho más vulnerable de lo que él
quería verla.
No podía entender por qué le importaba lo que estas mujeres
pensaran de ella, pero le tomó poco tiempo darse cuenta. Y no era
ella en absoluto, sino él.
—¡Hola! —Ambas lo miraron, solo miraron a Abigail y la ignoraron
rápidamente. Los ojos que recorrieron su cuerpo eran ofensivos con
Abigail a su lado, y envolvió sus brazos alrededor suyo, jalándola
frente a él. Finalmente la miraron, y los latidos de su corazón
comenzaron a disminuir.
—Hola —Su voz era un poco plana cuando respondió al dúo insípido
frente a él.
—Vamos a tener una reunión en la playa. Bastante discreta, trae tus
propias bebidas. En una hora más o menos si quieres unirte a
nosotros. Cuantos más, mejor.
—Podríamos pasar por ahí. Gracias por la invitación.
—Y luego tiró de Abigail al agua sin pensar de nuevo en las mujeres.
El agua estaba tibia y el oleaje estaba en calma, mientras se
adentraban más. Envolvió sus piernas alrededor de él, aferrándose a
su espalda cuando llegaron al agua hasta el pecho. Sostuvo su
cintura ceñida a sus piernas y apoyó la mejilla en la parte superior de
su hombro.
—Ojalá pudiéramos quedarnos aquí para siempre.
—Yo también. Cuando termines con este programa, te prometo que
volveremos y nos quedaremos tanto tiempo como sea posible.
Entonces, ¿qué tal si vamos y nos colamos en esa fiesta un rato?
Se apartó de él, mirándolo con curiosidad.
—Ahora, ¿por qué diablos querríamos hacer eso?
—Estaba pensando que disfrutaría el desafío de hacerte venir en un
grupo de personas sin que nadie lo sepa ¿Supongamos que puedo
lograrlo?

***

No tenía dudas de que él podría lograrlo. No era un hombre muy


familiarizado con el fracaso, pero, aunque tenía una infinita
confianza en él, no estaba del todo segura de no terminar
humillándolos a ambos.
Nadaron durante casi una hora antes de regresar a las sillas
Adirondack y secarse. Usaba shorts de baño como si usara ropa
interior. No eran tanto un Speedo14 como unos calzoncillos
increíblemente bajos, negros y tentadores, y mientras lo miraba
secarse con la toalla, no pudo sofocar su deseo.
Le encantaba la forma en que el calzoncillo le quedaba ceñido y bajo
y mostraba la parte superior de su trasero. Parecía un maldito
modelo de ropa interior, y por alguna bendita razón, tenía la
intención de pasar su tiempo con una chica emocionalmente jodida y
dañada. Era un poco ridículo en realidad, pero su deseo nunca
flaqueó. Por difícil que le resultara entender de dónde procedía, no
lo cuestionó.
La estudió muy de cerca cuando ella se separó el cabello en el centro
de su cabeza, trenzando coletas que caían por los lados de su pecho,
y una vez que terminó, sonrió y tiró de un extremo antes de besar la
punta de su nariz.
Caminaron de la mano por la playa hacia la gran hoguera en la
distancia, y cuando estuvieron lo suficientemente cerca, pudieron
escuchar al grupo de personas. No era una reunión terriblemente
grande, tal vez veinte o más, y estaban esparcidos sobre mantas de

14
Speedo: Es un fabricante australiano de bañadores que comenzó en Bondi Beach en Sídney, Australia.
playa alrededor del fuego.
Las chicas lindas de la playa los vieron de inmediato y corrieron hacia
ellos.
—¡Me alegra que hayas venido!
No ustedes, solo un tú completamente inapropiado. Cuando la joven
extendió una mano coqueta hacia el brazo de Quentin, se echó hacia
atrás y rodeó a Abigail con sus brazos. Se llenó de una cálida
vibración de emoción y necesidad.
Encontraron un lugar cerca del fuego y sobre la arena extendieron
una pequeña manta. Estaban al lado de otra pareja que en el acto
mientras se acomodaban comenzó a charlar con ellos. Quentin la
acomodó entre sus piernas y agarró otra manta para cubrirlos. La
manta estaba suelta sobre su regazo, y mientras Quentin
conversaba con la pareja que estaba a su lado, le acarició
suavemente el brazo expuesto. Explicó los entresijos de la medicina
de investigación, y Abigail recordó lo que dijo Ember sobre
escucharlo explicar a qué se dedicaba. Sabía exactamente de qué
estaba hablando Ember ahora. Realmente era bastante nerd. Uno
muy guapo, increíblemente bueno para complacerla, pero, aun así.
—Entonces, ¿qué es lo que haces, Abigail?
—¿Lo siento? —No, no lo estaba. Estaba aturdida. Había estado tan
absorta en los círculos que Quentin estaba trazando en la parte
superior de su brazo que la pregunta la tomó por sorpresa—. Vaya.
Oh… Nada. Supongo que soy... —Sonaba como una idiota— Solía...
um...
—Abigail regresará pronto a la escuela. Se tomó un tiempo libre
para lidiar con algunas cosas, pero espero que esté lista para
regresar y terminar este otoño —Cuando terminó de hablar besó un
lado de su cuello, y el alivio la inundó. Realmente no había hablado
de la dirección en la que iba su vida con nadie aparte de él, pero le
ahorró tener que tener esa conversación.
—¿Y qué vas a estudiar? —Maldición.
—Bueno, estaba entrando en mi último año de ciencias actuariales15.
15
Ciencias actuariales: Estudia los riesgos financieros y de las aseguradoras a través de modelos matemáticos complejos y
Estadísticas más o menos —El ceño del hombre se arrugó y la boca
de la mujer quedó como abierta.
—No pareces el tipo, eso es todo —El hombre la evaluó mientras
hablaba—. Pensé que los estadísticos eran nerds.
Se río de su comentario fácil al igual que Quentin detrás suyo. De
acuerdo, tal vez era tan friki como él.
—Soy una nerd —Y sonrió.
El grupo finalmente se calmó cuando alguien comenzó a tocar la
guitarra y cantar, y ella descansó en los brazos de Quentin.
Quentin se inclinó y le acercó los labios al oído.
—Relájate, querida. Tengo un desafío en el que trabajar, y espero tu
total cooperación —Su corazón saltó a su garganta ante sus
palabras. Sin embargo, no todo eran nervios, y mientras la humedad
y el deseo fluían a través de su cuerpo, se inclinó hacia su oído—. Ah.
Ahí tienes. Eso es exactamente lo que quiero: que estés lista y
dispuesta —Solo sus palabras aumentaron su necesidad, y pronto su
mano se deslizó sobre la parte superior de su muslo debajo de la
manta.
Estaba sentada con las piernas cruzadas. La manta apenas cubría su
entrepierna cuando sus dedos barrieron debajo de la pierna de su
traje de baño, acariciando suavemente sobre la piel lisa de su
montículo. Empezó a jadear, y si los ojos del grupo no estuvieran
fijos en el hombre que cantaba y tocaba la guitarra, no estaba del
todo segura de poder ocultar su reacción ante el toque de Quentin.
Si alguien quisiera observarlos de cerca, sin duda podría ver el suave
movimiento de la manta en su regazo y el hecho de que a su brazo le
faltaba una mano que desaparecía debajo de la manta. Su dedo se
deslizó entre los labios húmedos de su sexo, rozando suavemente su
clítoris mientras se movía, y al contacto, sus dedos se cerraron en
puños contra sus piernas, sus uñas rasparon su piel.
Cuando se estiró para tirar de la manta más arriba de su cuerpo, él
agarró su brazo con la mano libre.

algoritmos. Estos interpretan el funcionamiento de la economía a través de la probabilidad de ocurrencia de determinados


sucesos.
—Estás bastante cubierta. Ahora relájate y recuéstate en mis brazos,
para que pueda meter mis dedos en tu coño —Le estaba hablando
en voz baja al oído, y ella se hundió de nuevo en sus brazos. Cuando
su pelvis se inclinó hacia arriba, hundió dos dedos profundamente
en ella y le clavó las uñas en el muslo. Él acarició, empujando y
tirando, pero manteniendo su muñeca firme entre sus piernas, y
mientras su jadeo aumentó y los músculos de su estómago
comenzaron a apretarse, comenzó a luchar. No podía hacer esto
aquí. Reprimir su reacción sería imposible, y no había forma de que
pudiera venirse y ocultárselo a estas personas. Parecía saber lo
aterrorizada que estaba cuando se inclinó hacia su oreja,
suavemente mordisqueando el lóbulo.
—No te atrevas a pensar en esa gente. Piensas en mí. Quieres mi
polla dentro de ti otra vez, ¿no? —Asintió con la cabeza mientras
luchaba por controlar su respiración—. Vas a venirte primero por mí
si lo deseas —mantuvo su voz baja y tranquila contra su oído—.
Vamos, cariño, suéltate.
Cuando ya no pudo sofocar su necesidad de correrse, lo dejó ir. Se
volvió hacia su brazo libre que estaba colgado sobre su rodilla,
mordiéndolo en el interior de la parte superior del brazo mientras
los músculos de su estómago intentaban poner su cuerpo al revés. Él
gimió mientras sus dientes lo sujetaron y la pareja a su lado de
repente se volvió hacia ellos.
Se río en voz baja y sacudió la cabeza mientras los miraba. Fingió
aclararse la garganta cuando ella volvió a clavar las uñas en su muslo
y obligó a su boca a soltar los dientes de su brazo, y cuando su
orgasmo se desvaneció, redujo la velocidad de sus dedos y
finalmente se los quitó, deslizando nuevamente a su lugar la parte
inferior de su bikini.
Dejó que sus dedos mojados recorrieran su estómago y subieran por
su pecho hasta su cara. Pasó la humedad por su labio inferior
mientras dejaba caer la barbilla sobre su hombro. La guitarra seguía
sonando y la pareja había vuelto a mirar al hombre cantar. Podía
sentir su excitación apretada contra la parte inferior de su espalda, y
cuando metió la mano entre sus cuerpos, descubrió que la cabeza de
su polla había pasado por encima de la cintura de sus pantalones
cortos. Acarició suavemente con sus dedos la cabeza expuesta, y los
dedos de él se aferraron a su estómago.
Sus labios encontraron su oreja.
—Nos vamos ahora —Fue un susurro.
—¿Ya? Estaba empezando.
—A menos que quieras que te folle justo aquí donde estás sentada,
es hora —Su voz era desesperada, y después de empujar su pene
por debajo de su cintura, se puso de pie y la puso de pie,
manteniéndola frente a él para ocultar la erección que luchaba por
salir.
Se despidieron rápidamente del grupo antes de que la llevara a la
playa. Luchó por caminar lo suficientemente rápido para seguir su
ritmo, y cuando apenas estaban fuera del alcance del oído, se volvió
hacia ella.
—Ponte sobre tus manos y rodillas —Estaban en medio de una gran
extensión de playa. Ciertamente no había privacidad, pero cuando
se arrodilló y se acercó detrás de ella, empujando su pecho hacia el
suelo, decidió que realmente no le importaba.
Le bajó la parte inferior del bikini hasta las rodillas antes de empujar
una penetración profunda y dura en su vaina apretada, y gritó. Cada
embestida posterior los golpes fueron abruptos y duros
dificultándole mantenerse de rodillas. Cuando penetró en su cuerpo
fue intenso, rápido y dolorosamente profundo. Sus dedos se
clavaban en sus caderas, tirando de ellas hacia su polla mientras
empujaba rápidamente hacia ella. Gritaba con casi cada embestida, y
él gruñía y empujaba más y más rápido dentro de ella con cada
embestida. Se corrió mientras dejaba que su mejilla cayera sobre la
arena, y él también lo hizo, colapsando contra su espalda y
empujándola hacia el suelo.
Podía sentir su semen saliendo de su cuerpo cuando se movió
encima de ella. Tomó su lugar a su lado, acariciando su espalda
mientras recuperaba lentamente el aliento. Estaba dolorida por el
poder primitivo y feroz que había puesto en sus movimientos, pero
estaba más que satisfecha y contenta. Estaban acostados boca
abajo en la arena, y él con su frente cubría parcialmente su trasero.
—Lo siento. Eso fue demasiado duro.
Había perdido la cabeza.
—No, no lo fue. Fue perfecto.
—Entonces, ¿por qué puedo oler tus endorfinas?
—Porque eres un vampiro raro, y puedes olerlo todo. Estas son
buenas endorfinas.
—Pues sí, para eso están las endorfinas. Para que te sientas bien
incluso cuando tienes dolor.
—¿Ves a lo que me refiero?
—Cállate y deja que mis endorfinas hagan su trabajo. Me estás
molestando a mí y a mis endorfinas.
Se río entre dientes mientras arrastraba su boca sobre su hombro, y
no fue hasta varios minutos más tarde, que la ayudó a ponerse de
pie y de nuevo se dirigieron a su casa. Después de ducharse en la
ducha exterior para lavar la arena de sus cuerpos, se metieron en la
cama juntos con las puertas abiertas de par en par. Lo dijo en serio
cuando le dijo que podía quedarse aquí para siempre. Pero si bien no
estaba aquí tanto como él. Con mucho gusto se uniría a él en
cualquier lugar. Para una mujer a la que no le gustaban los hombres,
se las había arreglado para enamorarse fácilmente de este.
Capítulo 18

—Te ves cansado.


—Es el amanecer, y el cansancio es solo mi estado natural de ser
—Todavía estaba oscuro cuando los llevó de regreso a Boston. El fin
de semana había sido demasiado corto. Quería semanas. Semanas y
semanas de nada más que ellos. Hizo que el silencio a su alrededor
fuera tolerable y cómodo, fue raro. Era extravagante y divertida,
sarcástica era la subestimación del siglo. Pero era una persona
completamente diferente cuando estaban cerca de otros. Amaba a
ambas, pero amaba en especial que se entregara tan
completamente cuando solo eran ellos dos.
—¿Por qué eres tan diferente cuando estamos solos? —No pudo
evitarlo. Tenían un largo viaje como para darle tiempo suficiente
para profundizar un poco.
—¿Por qué estás? —Ladeó la cabeza ante su pregunta.
—¿Lo soy? —Se sorprendió un poco al escuchar su comentario.
Realmente no había pensado que era distinto. Sentía toda clase de
diferencia cuando estaba con ella, pero no supuso que fuera
visiblemente perceptible.
—Tienes sentido del humor… o más de uno cuando estamos solos.
Eres menos serio.
—¿Estás diciendo que normalmente soy estirado?
—Mmm —se estaba burlando de él. Tomó su mano, llevando sus
nudillos a su boca.
Estaba en silencio a su lado mientras miraba por la ventana. Casi
había renunciado a seguir conversando hasta que rompió el silencio
de nuevo.
—¿Por qué decidiste acostarte conmigo? —Su voz era demasiado
tranquila.
—Supongo que decir que estás caliente no es la respuesta que estás
buscando —Se río y él de repente se sintió aliviado por su estado de
ánimo más ligero.
—No creí que fueras tan superficial.
—No. No lo soy. Para nada —La miró rápidamente antes de volver a
mirar la carretera—. Tú querías —Durante medio segundo pareció
herida, hasta que continuó—. Quiero decir que realmente querías
hacerlo. Sé que cada vez que estás excitada, y eso no es algo que
puedas fingir o pretender conmigo. Es deseo real y genuino. La
primera noche que viniste a mí desnuda después de que nos
acabábamos de conocer, no estabas excitada, en lo más mínimo. Me
estabas probando, desafiándome y burlándote de mí... No estoy
seguro de por qué exactamente, pero no era nada real. Me
sorprendió la primera vez que te excitaste a mi alrededor. Me
encantó, pero me sorprendió. Y finalmente decidí que, si estabas de
acuerdo con eso, si lo querías, entonces quería ser el hombre para
compartirlo contigo. Quería que supieras lo increíble que podría ser
y, francamente, estaba listo. Más que listo después de torturarme
contigo todo el tiempo —Lo observaba con interés—. Y tú eres sexy
—Se encogió de hombros suavemente.
—Ah, pero veinte años enteros…
—Diecinueve años y diez meses —Sonrió—. Entonces, ¿por qué no
me dices tú por qué querías hacer el amor?
De repente, su corazón comenzó a latir con fuerza y respiró hondo.
—Um… no estoy segura de si incluso tiene realmente sentido...
Pero me siento normal cuando estoy contigo. Como si volviera a
sentirme humana, como cualquier otra mujer. No es algo defectuoso.
Estoy bien con lo que soy, lo que ha pasado. Todas las cosas en las
que se supone que no debo pensar, las hago. Todas las cosas que se
supone que no debo sentir, las siento. Sé que no me harás daño.
Sus ojos parecían inseguros y se mordía el labio.
—Me gusta eso.
Estuvieron en silencio el resto del viaje de regreso, y también el
resto del día lo pasaron juntos en silencio. Le encantaba que
disfrutara de la tranquilidad como él. También le encantaba hablar
con ella, pero parecían saber muy fácilmente cuándo era el
momento de hablar y cuándo era el momento de simplemente ser.
Era cómodo y estimulante, todo al mismo tiempo.
Le hizo el amor esa noche, y a la mañana siguiente, después de salir
de la ducha, finalmente llegó a experimentar su boca. No preguntó.
solo lo miró a los ojos y se arrodilló frente a él. Estudió su cuerpo.
Extendió su dedo para lentamente trazar a lo largo de una vena
mientras se recostaba contra el mostrador del baño. Sus dedos no
se detuvieron en la base de su polla. En cambio, trabajó sobre la piel
tensa de sus bolas mientras él jadeaba.
Ahuecó y apretó suavemente mientras sus testículos se alejaban de
la presión de sus dedos. Deslizó el pulgar y el dedo índice a lo largo
de su eje antes de pasarlos por el borde de la cabeza de su pene, y
empujó la yema del pulgar hacia arriba por la punta de la piel que
terminaba en su hendidura. Todo lo que pudo hacer fue agarrar el
mostrador detrás de él, y cuando una gota de semen salió de su
polla, se inclinó lentamente hacia adelante y él contuvo la
respiración. Sacó solo su lengua para lamer el semen, apenas
tocando su piel y volviéndolo loco. Gimió cuando ella lo miró.
Parecía nerviosa, pero sabía que estaba excitada. También estaba
excitado, pero además estaba luchando para forzar fuera de su
mente la imagen de la pesadilla que Truman relató que había
experimentado con Mason. Había grabado imágenes dolorosas en
su cerebro de este acto, y era una lucha que guerreaba en su cabeza
para simplemente disfrutar esto y no obsesionarse con el dolor de
su pasado. En cambio, la observó y se concentró solo en ella,
apartando las imágenes dolorosas de su mente y dejando que su
increíble belleza lo invadiera.
Se sentó sobre sus talones, inclinando su boca más abajo hacia sus
testículos, y ahí es donde empezó. Abrió la boca, jalando un testículo
suavemente entre sus labios. Su respiración se aceleró y jadeó
mientras observaba la increíble vista de ella. Cuando se metió el otro
testículo en la boca, gimió y lo miró a los ojos. Soltó sus testículos y
trazó la longitud de su excitación con su lengua, empujando la punta
de su lengua a lo largo de la hendidura de su pene mientras de
nuevo él jadeaba.
Cuando finalmente estuvo lista, sostuvo su eje en la mano, miró
fijamente la cabeza de su polla y exhaló lentamente. Observó la vista
de sus labios entreabriéndose mientras hundía su boca sobre la
cabeza. Mantuvo solo la cabeza en su boca, succionando y soltando
repetidamente mientras el interior de sus mejillas abrazaba y
agarraba la carne sensible. Le tomó poco tiempo comenzar a
desmoronarse, y no fue hasta que ella finalmente empujó más abajo
su eje y liberó la presión implacable sobre la cabeza de su pene que
pudo controlar su orgasmo rápidamente creciente y sofocarlo un
poco más. Se inclinó hacia abajo tanto como pudo, abriendo su
garganta y empujando hacia abajo aún más.
Estaba desesperado por agarrar su cabello con los dedos, guiar su
boca, forzarse a sí mismo a su ritmo, pero no había ninguna
posibilidad en el infierno de que fuera a hacerle eso la primera vez
que lo tomara en su boca. Y así se aferró. Agarró el granito del
tocador del baño con tanta fuerza que a lo largo del borde comenzó
a desmoronarse bajo sus palmas y cayó al piso de mármol alrededor
de sus rodillas.
Observó mientras se movía arriba y abajo a lo largo de su longitud.
ahuecó sus testículos y los apretó mientras hundía su boca lo más
lejos que podía, y desató un “joder” mientras se ponía de puntillas,
sin darse cuenta, forzándose a sí mismo más profundo. La miró a los
ojos rápidamente y la encontró observándolo. Sacudió la cabeza con
frustración y apretó la mandíbula con fuerza. Cuando se separó por
completo de él, estuvo seguro de que la había jodido, y su corazón
se aceleró.
Movió sus manos a sus caderas y estudió su erección. Su rostro
estaba más serio que nunca, pero antes de que pudiera disculparse,
movió sus manos hacia las suyas, tirando suavemente de ellas,
convenciéndolo para que soltara el mostrador. Un trozo de granito
cayó al suelo cuando él lo soltó, y sus cejas se dispararon. Sostuvo
una palma en su mano, apartando la piedra desmoronada antes de
besar su palma. Hizo lo mismo con la otra, y luego, dejando escapar
un profundo y tranquilizador suspiro, lo miró.
Volvió a tomar sus manos entre las suyas y las movió para colocar las
palmas de él contra sus mejillas. Sus ojos destellaron hacia los suyos,
pero parecía nerviosa, y su mirada se desvió rápidamente antes de
regresar.
—Por favor —susurró mientras sus ojos continuaban alejándose y
volviendo a los de él. Sabía lo que estaba pidiendo, y estaba
sorprendido. También estaba desesperado por volver a meter su
polla en su boca y sentir la cálida succión de nuevo. Se obligó a que
la arruga de su frente se relajara. No necesitaba ver su preocupación,
y sabía lo suficiente en este punto para entender que no era su lugar
decidir para qué estaba lista, así que decidió confiar en su ritmo,
incluso si no lo entendía del todo.
Le acarició el labio inferior con la yema del pulgar, antes de tirarlo
ligeramente hacia abajo para hacerle saber que estaba listo. Entró
lentamente en su boca, manteniendo una mano en su mejilla
mientras la otra se movía hacia arriba para enroscarse en su cabello.
no atrajo su boca hacia él, sino que empujó suavemente dentro de
ella.
Empezó a rodar sus caderas hacia ella, viendo cómo su pene se
hundía y retrocedía una y otra vez. Su necesidad aumentó, y cuando
empujó, se quedó quieto dentro de su boca, esperando que le
abriera más la garganta, y luego empujó más lejos.
Su velocidad se aceleraba con cada embestida, y cuando ella agarró
sus nalgas y tiró de él hacia ella en lugar de intentar detenerlo, se
soltó un poco más y aceleró en su boca sus embestidas. Se estaba
volviendo loco, y mientras se cogía su boca, apretando sus nalgas
con cada empuje, lo miró. Se corrió con un profundo gemido que
emanaba de su pecho. Pulsó en su garganta mientras ella tragaba a
su alrededor, ordeñando y tirando de él a través de su orgasmo. Y
cuando finalmente tiró de su boca, cayó de rodillas, agarrando sus
mejillas y acercando sus labios a los suyos.
Estaba más que satisfecho, más que aliviado.

***

Estaba tan totalmente controlado, tan absolutamente preocupado,


y cuando puso su cuerpo de nuevo en el suelo de baldosas, estaba
tan perfectamente voraz cuando él separó sus rodillas. Chupó, lamió
y atormentó su clítoris con su boca hasta el punto que pensó que
estaba a punto de perder la cabeza o correrse más fuerte de lo que
creía posible.
Levantó sus caderas hasta su boca mientras se aferraba a su sexo, y
no la soltó hasta que se corrió duro y gritó en voz alta. Luego la besó.
Continuó sosteniendo sus caderas mientras besaba el interior de su
muslo. Su boca exploró cada parte de su sexo, sus muslos, la línea de
su bikini, y cuando bajaron desde los labios de su sexo hasta su
trasero, ella se congeló. Le separó las mejillas mientras empujaba
sus muslos hacia arriba, abriendo su trasero para él.
—¿Te lastimó aquí?
Tragó un nudo del tamaño de una pelota de béisbol que amenazaba
con ahogarla y asintió. Su expresión entristecida por un momento
antes de que se inclinara hacia ella y comenzara a besar la entrada
arrugada de su trasero. Apretó los músculos, pero sirvió de poco.
Estaba sosteniéndola abierta y expuesta a él, y esperaba que con
este toque se relajara. Cuando su lengua se movió sobre la piel
sensible, ella se relajó, y cuando pasó por encima del apretado anillo
de músculos, gimió y decidió que estaba absolutamente bien con
esto. Si antes pensaba que eran buenos en la intimidad, él
simplemente llevó esa creencia a un nivel completamente nuevo, y a
ella le gustó mucho este nivel.
Fue un beso y una lamida interminables que relajaron todos los
músculos de su cintura para abajo, y lo disfrutó mucho más de lo que
pensó que sería posible. Cuando finalmente redujo la velocidad de
su boca sobre su piel y bajó sus caderas hacia abajo, trepó por su
cuerpo para flotar sobre ella. Ahondó entre sus mejillas con su dedo,
acariciando suavemente su ano que estaba húmedo por su boca,
pero no penetró, y mientras sostenía sus ojos habló seductoramente.
—Tal vez algún día me dejes mostrarte cómo se supone que debe
ser esto también.
Asintió mientras contenía la respiración, y su dedo continuó rozando
su entrada más privada.
—Supongo que debería cepillarme los dientes si voy a recibir en un
rato un beso de despedida —Se río cuando se apartó de ella y le
ofreció su mano.
—Definitivamente, por favor.
Le besó la espalda mientras se cepillaba, y cuando empezó a hacer
gárgaras con el enjuague bucal, siendo intencionalmente ruidoso,
deslizó la mano entre sus piernas para hacerle cosquillas en los
testículos y escupió el enjuague bucal por todo el espejo.
Salió a su dormitorio para vestirse. Salieron del baño con enjuague
bucal cubriendo el espejo y pedazos de granito en el piso. Con todo,
una mañana bastante destructiva y encantadora. Terminaron en la
cocina mientras preparaba el desayuno y él se sentaba en la barra
con su computadora portátil.
—¿Esto es lo que desayunas? —La miraba por encima del portátil
que tenía delante.
—Esto es un manjar —Le dirigió una mirada de desaprobación, pero
la ligera elevación en la comisura de su boca lo delató.
—Voy a perdonar esto, porque francamente, estoy feliz de que
estés comiendo, pero no estoy del todo seguro que los macarrones
con queso y las galletas se consideren un manjar… o un desayuno
para el caso. Estoy fuera del circuito, por supuesto... Siempre y
cuando ganes un poco de peso, no me quejaré. Las verduras pueden
venir más tarde. Esas estaban presentes incluso en mis días.
Se alejó mientras sonreía.
—Verduras, vegetales. Trae el Kraft16. Confía en mí, sé cómo comer.
No te defraudaré —Asintió con la cabeza con decisión, un poco
sorprendida por su alegría.
Estaba demasiado feliz de comenzar hoy la libertad condicional, sin
embargo, la libertad condicional significaba que tenía que quedarse
con y salir de la cárcel.
Cuando se detuvieron frente al hospital que sería su nuevo
16
Kraft Foods: Conglomerado estadounidense de fabricación y procesamiento de comestibles con sede en el suburbio de
Chicago, Northfield, Illinois.
compromiso de tres días a la semana, se volvió a él. Se inclinó hacia
su boca, besándola. Su boca se detuvo en una sonrisa contra los
labios suyos cuando le dio un buen “Mmm mmm”. Menta fresca.
Sonrió, acercó su boca a la suya para darle un último y rápido beso y
luego habló:
— Sé amable con los otros criminales, querida.
Lástima que no escuchó muy bien.
Capítulo 19

—¿Qué diablos quieres decir con que ha sido arrestada? —


Prácticamente le estaba gritando a Brit por teléfono.
—Le rompió la nariz a alguien. Está en mi comisaría. Ya llamó a su
abogado, y él acaba de llegar. Tienes que venir aquí.
Salió corriendo del edificio del consejo. Estaba furioso... también
estaba aterrorizado. Apenas estaba prestando atención a lo que
estaba haciendo y tuvo que forzarse a frenar como si le importara
maldición en la carretera las vidas de todos los demás. Y una vez que
finalmente estuvo dentro, tuvo que esperar a Devlin y Brit. Brit lo
encontró primero.
Apenas prestaba atención a lo que estaba haciendo y tuvo que
obligarse a reducir la velocidad y conducir como si le importara
como si le importara un mierda las vidas de todos los demás en la
carretera. una mierda la vida de todos los demás en la carretera. Y
una vez que finalmente estuvo dentro, tuvo que esperar a Devlin y
Brit. Brit lo halló primero.
—Ahora mismo Devlin está con ella —Mientras Brit observaba
caminó de un lado a otro en el vestíbulo durante lo que pareció una
eternidad. Sintió como si su cabeza fuera a explotar mientras
esperaba, y todo su cuerpo vibraba.
Cuando Devlin salió y se acercó, Brit los llevó a una pequeña oficina
vacía y cerró la puerta.
—Golpeó a un hombre en la cara. Durante la hora del almuerzo se le
acercó en la cafetería. Las declaraciones de los testigos dicen que
estaba siendo desagradable y que no captó muy bien la indirecta,
pero que no la toco, ni de ninguna manera la violento. Dijo que entró
en pánico —La voz del hombre sonaba molesta mientras hablaba—.
Esta vez no esperaría más tarjetas de salida de la cárcel, no con otro
cargo de agresión —Si Quentin hubiera podido golpear a Devlin por
el comentario sin que también lo arrestaran, lo habría hecho.
En cambio, murmuró:
—¿El hombre ni siquiera la golpeó? Acorralarla, tocarla, ¿nada?
—Tienen tres declaraciones de testigos que dicen que no lo hizo.
Estaba contra una pared y él la estaba agobiando, pero no estaba
atrapada. El tipo no tiene un expediente limpio, y tiene un cargo por
agresión sexual en su historial. No me preocupa demasiado que el
cargo de agresión sea desestimado o reducido, pero ella simple y
llanamente, violó los términos de su libertad condicional. Nadie está
diciendo que el tipo no era un imbécil. Pero aquí no hay defensa.
Estaba siendo lascivo, inapropiado y no retrocedía. Eso es lo que
dicen las declaraciones de los testigos. Pero, él no estaba
infringiendo sus derechos o amenazándola. Lo siento, va a ir a
prisión por la violación de la libertad condicional —Levantó las
manos en el aire con frustración, probablemente más porque Abby
iba a arruinar su perfecta reputación que cualquier otra cosa—.
¿Alguien le ha explicado a esta chica que no puede golpear a los
hombres solo porque su cabeza loca no entiende que todos los
hombres no están tratando de matarla? —Estaba siendo ruidoso,
sarcástico y un completo idiota, y dejó de nuevo a Quentin con
ganas de atacar. Pero su furia también se estaba acumulando en
Abby—. No perderán el tiempo en llevarla ante el juez. Te llamaré
tan pronto como tenga la hora y la fecha, pero puedes esperar que
sea esta semana —Y luego Devlin se fue, y él y Brit se miraron el uno
al otro.
—Quiero verla.
Lo miró por un momento.
—¿Por qué? ¿Para gritarle?
—Eso no es asunto tuyo, Brit.
—Joder, no lo es. Si quieres verla, entonces vas a controlarte. La
miré y está molesta. No voy a ver cómo lo empeoras para ella.
—Bueno —Apretó la mandíbula con fuerza. Estaba enojado y quería
gritarle, la furia se estaba construyendo con cada segundo que
pasaba. ¿Cómo pudo haber hecho esto? ¿Cómo diablos pudo
haberse hecho esto a sí misma? ¿Cómo pudo haberles hecho esto?
Brit lo llevó a la sala de entrevistas en la que estaba retenida. Sus
ojos se movieron rápidamente para asegurarse de que no los vieran,
y cuando se acercaron a un hombre gordo y gruñón que supuso que
era el compañero de Brit, asintió con la cabeza y habló en voz baja
con él.
—Si alguien pregunta, es su abogado.
Y le abrió la puerta a Quentin, para que pudiera pasar discretamente.
Abigail se puso de pie en el momento en que sus ojos se posaron en
él, pero cuando la miró con dureza, se echó hacia atrás. Estaba
temblando y parecía que sus dientes iban a empezar a castañetear
en cualquier momento. En el momento en que se encontró con su
fría mirada, bajó la cabeza para mirar su regazo. Quentin no parecía
poder moverse, y mucho menos hablar. Estaban solos, y se quedó
sin palabras. Una lágrima goteó de su ojo a su regazo, y dejó su
corazón sintiéndose como si alguien lo estuviera apuñalando, pero al
mismo tiempo, no pudo contener la furia.
Finalmente se sentó frente a ella. Su pierna estaba contra la suya, y
sus ojos se suavizaron por un momento hasta que él echó la pierna
hacia atrás. No necesitaba gritar para lastimarla, y aunque le dolía
hacerlo, luchó por calmar la ira que rugía como una olla de vapor
hirviendo en su pecho.
—¿Te importaría decirme qué pasó? —Su voz era tranquila, pero su
tono estaba hirviendo. Lo miró. Parecía petrificada cuando él le
devolvió la mirada sin expresión.
—Un tipo... No sé qué pasó.
Sus ojos estaban en su regazo otra vez.
—Por completo. Joder. Evitable.
Todavía estaba furioso, y mientras su tono estaba controlado, su
furia no lo estaba, y lo sabía. Parecía con el corazón roto, pero él
también lo estaba. Se puso de pie sin decir una palabra más y salió
de la habitación.
Capítulo 20

Seis semanas. Cuando el juez dijo las palabras, se agarró a la mesa


frente a ella. Devlin, a su lado, se inclinó.
—Buen trabajo, cariño —Y entonces llegó el alguacil y la tomó por el
codo para llevársela. Se volvió para mirar a Quentin. Estaba sentado
junto a Ember, y la mandíbula de Ember estaba tensa mientras
miraba a Quentin. Él la miraba de brazos cruzados. Abigail sabía que
estaba molesto, pero no le estaba dando nada. Sin respuesta, sin
aliento, nada.
Le estaba dando lo que se merecía. Nada…
Había pasado los últimos tres días llorando. La había jodido. Era tan
fácil de ver después del hecho. El tipo había sido un imbécil, pero no
la estaba lastimando. ¿Por qué siempre fue tan fácil de ver después
del hecho? ¿Por qué era tan jodidamente difícil estar cuerdo? Seis
semanas sola en una celda. Seis semanas sin Quentin. Seis semanas
para que decidiera que no valía la pena. Y ella no estaba segura de
que lo valiera.
La primera semana fue un infierno. Durmió todo el día, no comió casi
nada, se negó a hablar en grupo de terapia, y cuando estaba sola en
su celda, miraba fijamente la pared de bloques de hormigón junto a
su cama. Tal vez podría simplemente dormir durante su sentencia.
En el primer día de visita una semana después, cometió el error de
suponer que tendría a alguien allí para verla. Ella no asumió, ella lo
sabía. Estaba segura, porque no había forma de que él la dejara allí
para sufrir esto sola. Se aferró al pensamiento, a esa comprensión, al
hecho patéticamente inventado de que se preocupaba lo suficiente
como para perdonarla. Los oficiales caminaron notificando a los
afortunados malhechores que tenían un visitante programado para
el día, y Abby esperó.
Se mordió el interior del labio mientras esperaba, y esperó y esperó
y esperó.
Se paró en la puerta de la celda viendo a uno de los oficiales hacer
sus rondas. Parecía que no podía detener el profundo subir y bajar
de su pecho mientras esperaba. La mujer incluso hizo contacto
visual con ella, pero no había nada allí. No estaba la afirmación que
buscaba, ni siquiera un rechazo.
Sus ojos simplemente pasaron como si Abby no fuera nada, y apenas
la había visto. Pasó la siguiente hora llorando y finalmente se durmió.

***

Todo en lo que podía pensar era en ella, y eran los pensamientos


más dolorosos que jamás había tenido. Se sentía más cerca de Abby
de lo que jamás se había sentido de nadie en toda su larga existencia.
No estaba seguro de saber cómo funcionar sin ella o si quería
hacerlo. Seis malditas, inútiles y evitables semanas. ¿Por qué no
podía haberlo visto venir? ¿Cómo podría no haberlo hecho? Había
una explicación clínica muy racional de por qué ella no podía operar
lógicamente de la misma manera que lo hacía el resto del mundo.
Pero a él le importaba una mierda algo de eso.
Pasó días y días en su laboratorio, tratando de trabajar, obligándose
a colaborar con sus colegas, sabiendo que tendría que rendir
cuentas a alguien más que a sí mismo y su miseria. Pero se
sorprendía a sí mismo mirando la pared la mayoría de las veces, y
parecía que no podía quitarse de la cabeza la última imagen de ella
que había visto. Él sólo la había mirado. No dijo nada, dejó que su
expresión hablara por él, y lo hizo. Podía verlo cuando sus músculos
faciales se aflojaron en su depresión.
Cometió el error de quedarse dormido un día, pensando que sería
mejor que enfrentar el dolor de su ausencia. Pero ese dolor no era
nada comparado con sus sueños. Comenzaron felices y tan
excitantes como él la encontró en la vida real, pero no se quedaron
así. La vio destruyéndose, gritándole, odiándolo, odiándolos a ellos.
Vio rabia y miedo y absoluta locura en ella que lo dejó de rodillas,
rogándole que lo viera y lo que les estaba haciendo. Se despertó
gritando su nombre en su habitación vacía, y mientras se ralentizaba
la velocidad de su acelerado y aterrorizado corazón, escuchó el
silencio.
Solía disfrutar de la tranquilidad de su mundo, pero ahora lo odiaba.
Ella lo entendía, y más que eso, compartió ese amor por el silencio y
la paz. Pero este silencio era una tortura. Se había acostumbrado a
sus sonidos. Casi podía escucharla rodar silenciosamente a su lado
en la cama, tarareando su comodidad con su toque, sus
extravagantes y sarcásticos comentarios que salían de su lengua
constantemente, incluso la suave respiración mientras se relajaba en
sus brazos. Llenó su mundo con su propio sonido tranquilo y
calmado, y lo extrañaba. Pero estaba enojado. Estaba
excepcionalmente enojado.
Cuando cazó esa noche, fue un depredador, incluso más de lo
habitual. Su rabia y furia estaban dirigidas a acechar a su presa. Fue
un dolor físico contener esa rabia cuando él mató.
El hombre merecía su final tanto como cualquiera de sus víctimas, y
Quentin no tenía por costumbre atormentar su comida, ni siquiera a
los peores de ellos que habían repartido suficiente sufrimiento para
merecer nada menos. Pero esta noche fue diferente. Luchó contra el
impulso de morder sin matar, de causar dolor, pero no una muerte
rápida. Quería infligir agonía al monstruo que estaba rastreando,
tanto como pudiera infligir. Nada de eso era muy Quentin en
absoluto.
La ira simplemente no era su estilo, pero claro, era miserable. Fue
excepcionalmente difícil morder al hombre y drenarlo rápidamente,
pero sabía que, por mucho que no quisiera enfrentarlo, le resultaría
difícil perdonarse a sí mismo si jugaba con el hombre, en lugar de
simplemente acabar con él y asegurarse de que el hombre estaba
muerto, y la ira de Quentin todavía rugía como un huracán listo para
destruir el mundo, aplastó un árbol contra el suelo para expulsar la
energía.
Era una noche oscura, desolada y sin luna, y su cacería lo había
llevado fuera de la ciudad a un paisaje negro y tranquilo, y cuando el
hombre estaba muerto y el árbol destruido, cayó de rodillas y gritó
tan fuerte como pudo. Era más un grito de derrota, y su mandíbula
estaba tan apretada que el sonido era más un gemido de dolor, y
mientras se sentaba en el suelo y dejaba que la oscuridad lo rodeara
y lo consumiera, dejó que su mente volviera a la pesadilla de un
sueño que había tenido sobre ella.
Este no era un infierno que estuviera seguro de poder soportar.

***

Su primer visitante llegó después de haber estado allí durante una


semana y media, y fue Brit. Le habían permitido visitarla, aunque
estaba fuera del horario de visitantes. Abigail fue escoltada a una
pequeña habitación, muy parecida a la sala de interrogatorios de la
comisaría. Supuso que sería Devlin quien estaría esperando, pero
cuando abrieron la puerta, allí estaba ella, luciendo severa, estoica y
deslumbrante como siempre.
—¿Cómo lo llevas? —Brit sonrió. Era una pequeña sonrisa. Abby
suponía que era lo máximo que normalmente le daba a alguien. Brit
todavía la intimidaba un poco, pero no porque pensara que la mujer
era mala, simplemente era difícil de leer.
Abby se encogió de hombros en respuesta a su pregunta. No
aguantaba. Se estaba hundiendo, y era exactamente lo que quería
hacer. Era difícil estar atrapada en este lugar, incapaz de ver a
Quentin, hacer que viniera a verla, saber lo que estaba pensando. La
mayor preocupación de todas era que lo había perdido, y la destruía
pensar en eso, pero no dijo nada de eso en voz alta.
—Sabes, si fueras Lindsey Lohan17, ya estarías fuera de aquí.
Estaba tratando de animarla a levantarse. Abigail trató de sonreír,
pero le dolía. Brit no se quedó mucho tiempo, probablemente
porque Abigail no decía mucho, y cuando se levantó para irse, Abby
también se levantó.
—¿Le dirás que lo siento? —Apenas podía sostener los ojos de Brit
mientras preguntaba. No podía dejar que el único vínculo con él
saliera por la puerta sin al menos decir eso. Quería enviar lágrimas y
17
Lindsey Lohan: Lindsay Dee Lohan es una actriz, cantante, compositora, empresaria y personalidad de televisión
estadounidense.
gritos desesperados con ella, pero… estaba suponiendo que Brit no
era la persona adecuada para llevar ese mensaje.
—Seguro. Por supuesto —Brit parecía nerviosa e incómoda y dejó
Abigail sintiéndose recelosa y paranoica. Tal vez ya había dejado en
claro que no iba a involucrarse más con el jodido desastre emocional
con el que había cometido el error de acostarse. Tal vez por eso Brit
se veía tan incómoda. Tal vez terminaron y no había nada más que
decir al respecto. Tal vez no tenía por qué tratar de ser una mujer
después de lo que Mason le había hecho pasar, y finalmente la
estaba alcanzando con un gran golpe doloroso en el estómago.
Quizás. Quizás. Quizás. Los tal vez eran interminables, y todos
irresolubles, porque ella se había puesto aquí donde no podía hacer
nada al respecto. La había jodido de nuevo. Acababa de... suceder.

***

Cuando abrió la puerta para ver a Brit y Ember paradas allí, supo que
se trataba de Abigail, y no quería ver a ninguna de las dos. Brit no
esperó a que la invitaran a pasar. Pasó junto a él, caminó hasta la
sala de estar y se dejó caer en el sofá. Tan sólo la siguió con Ember,
miró a Brit sin sentarse y la fulminó con la mirada.
—¿Qué?
Le devolvió la mirada.
—Oh, no sé, !qué tal si tu novia se ve como el infierno, y tú ni
siquiera te molestas en ir a verla el día de visita!
—No es asunto tuyo, Brit.
—Esas son dos veces ahora que me has dicho lo que debería y no
debería preocuparme. Dilo otra vez. ¡Te reto! —Obviamente estaba
de buen humor.
—Esto. No. Es. Tu. ¡Negocio! —Su mirada se volvió furiosa, pero ese
era solo su estado en este momento. Estaba furioso
constantemente, dolía sin cesar, y nada de lo que hacía parecía
suavizar su rabia. Se sentía culpable por estar enojado y se sentía
enojado por sentirse culpable. Su cerebro era un bucle largo y
doloroso de emociones con las que nunca había tenido que lidiar
antes.
Brit se puso de pie, inmovilizándolo en su lugar con su mirada.
—No se merece esto.
De repente, tenía lágrimas en sus párpados. La mujer que
probablemente ni siquiera lloró de bebé estaba lista para llorar
frente a él. Estaba en el infierno. Negó con la cabeza antes de salir
de la habitación, dejándolas mirándolo. Cerró la puerta de su
dormitorio con fuerza, esencialmente diciéndoles que se fueran a la
mierda sin decir las palabras, y se dirigió al baño. Preparó un baño, y
una vez que el agua estaba alta, se hundió en ella, cerrando los ojos.
Todo lo que quería era un respiro de la pesadilla. No era como si
pensara que seis semanas era el fin del mundo. No era eso en
absoluto. Simplemente había fallado.
No había logrado hacer ninguna mejora positiva en su vida y,
además de todo eso, se había enamorado de la mujer. ¿Cómo podría
unirse a una bomba de relojería que podría y muy probablemente
explotaría en algún momento? Esto no podía continuar para siempre.
Terminaría en la cárcel y no en una sentencia menor. Esto iba a
destruir su vida, y él iba a sufrir esa pérdida, incapaz de ayudarla de
ninguna manera. Todo lo que quería era estar unido a ella, pero
¿podría simplemente sentarse y esperar la próxima vez? No podía
arreglarla, no podía ayudarla, pero tampoco podía dejar de pensar
en ella o de amarla.
La extrañaba tanto que apenas podía pensar en otra cosa. En un
momento todo lo que quería era tomarla en brazos, y el hecho de
que no pudiera era exasperante. Al momento siguiente, quería
gritarle, vociferarle y dejarla sentir lo impotente que se sentía. La
culpa por lo general seguía a eso, y se quedó pensando que era un
monstruo.
Sus ojos se posaron en el borde desmoronado de la encimera de
granito del baño y los cerró para escapar. Pero cerrarlos no fue
mejor. En el momento en que lo hizo, la vio, arrodillada en el suelo
frente a él, mirándolo nerviosamente. Se veía tan deslumbrante, tan
dulce, tan inocente y tan jodidamente confiada. Pero fue la
confianza que ella le había mostrado esa mañana lo que lo había
llevado al límite. Eso y nada más. Era todo lo que él necesitaba, pero
no era todo lo que ella necesitaba, y fue desgarrador.

***

Aquí, el próximo visitante llegó el día de la visita real, y cuando el


oficial apareció para decirle que tenía alguien allí para verla,
instantáneamente se peinó, se pellizcó las mejillas y se lamió los
labios. Se veía como el infierno. Se sentía como el infierno. Sus ojos
tenían círculos oscuros debajo de ellos, y ahora ni siquiera le
resultaba difícil obligarse a dormir todo el día. Era simplemente todo
lo que su cuerpo quería hacer. Llevaba allí poco más de dos semanas.
Definitivamente ya estaría fuera si fuera Lindsey.
Estaba casi mareada mientras caminaba con el oficial. Estaba
aterrorizada, pero estaba emocionada. No pudo evitarlo. No era
prudente ser tan optimista. La pequeña mocosa malhumorada y
petulante en su cerebro le estaba advirtiendo, pero ignoró a la bruja.
Lo estaba imaginando. Podía ver su sonrisa, podía oír su voz, casi
podía sentir sus manos sobre su piel. Era todo lo que necesitaba, así
que cedió y se lo imaginó. Si pudiera tenerlo a él, estaría bien.
Su corazón comenzó a latir con fuerza cuando se acercaron a la
puerta. Estaba jadeando cuando el oficial a su lado se detuvo y se
volvió hacia ella.
—¿Estás bien, muchacha? Es sólo el día de visita. No es como si fuera
el día de la liberación o nada. ¿Viene un hombre especial a verte? —
Sonrió nerviosamente mientras el oficial abría la puerta.
La sala era grande y había mesas con familias y parejas esparcidas de
pared a pared. Empezó a buscar, sus ojos moviéndose rápidamente
de una mesa a otra. Cuando se encontraron con una cara familiar, se
congeló y jadeó. Empezó a ahogar los sollozos que querían salir de
su garganta y contuvo la respiración, esperando y rezando para que
el dolor pasara. Ember estaba sentada a la mesa, mordiéndose el
labio mientras miraba a Abigail.
Caminar hacia ella era difícil, tragar era difícil, respirar era difícil,
existir era malditamente doloroso... y difícil.
—Hola —Se obligó a pronunciar la palabra mientras Ember se ponía
de pie y la abrazaba. Ante su toque, Abigail comenzó a sollozar
incontrolablemente como una niña. Ember la abrazó con fuerza y le
acarició los hombros.
Cuando Ember finalmente la soltó, se echó hacia atrás, manteniendo
sus manos en los hombros de Abigail. Se sentaron y Ember tomó su
mano.
—¿Me odia?
Ember negó con la cabeza, pero respiró hondo mientras lo hacía, y
nuevamente Abigail se preguntó qué había debajo de la reacción.
¿Sabía más de lo que estaba dispuesta a decirle? ¿Sabían todos algo
que simplemente tenían demasiado miedo de decirle en voz alta
cuando estaba atrapada aquí? Más jodidos quizás.
—Está molesto. Él es... no lo sé —Sacudió su cabeza. Parecía
frustrada— ¿Como estas tú? No importa. Pregunta estúpida —Y
empezó a negar con la cabeza de nuevo.
—Un tercio del camino. Sólo otro mes —Estaba sollozando mientras
hablaba, y Ember le ofreció una sonrisa triste.
—No te ves bien. Quiero decir, ¿estás comiendo, estás durmiendo?
—Sí. Demasiado sueño, y estoy segura de que no estoy comiendo lo
suficiente, pero me siento tan cansada todo el tiempo, y.… es sólo
este lugar. Cuatro semanas más.
Ember se quedó todo el tiempo que pudo, pero dijeron poco. No
preguntó por Quentin, porque temía que la respuesta de Ember la
volviera paranoica de nuevo. Ember no ofreció ninguna nueva
perspectiva, y eso solo hizo que Abigail se preguntara qué era lo que
no le estaba diciendo.
Ember la abrazó con fuerza antes de irse, y cuando Abigail regresó a
su celda, se quedó mirando sus bloques de cemento. En ese
momento, mientras sus ojos vagaban por los bloques con hoyuelos y
pintados en exceso, estuvo segura de que los había destruido. Lo
había hecho. Había destruido a la única persona en el mundo que la
hacía sentir completa de nuevo. También estaba bastante segura de
que nunca recuperaría eso sin él.

***

—Si intentas echarme, entraré de todos modos —La cabeza de


Ember estaba inclinada hacia un lado, desafiándolo a ser descortés.
—Bueno, ¿no suenas como Brit?
—A quién le debes una disculpa, por cierto.
—Guárdalo. Ya me disculpé. Adelante.
Lo siguió a la sala de estar y se sentaron en el sofá. Levantó las
rodillas debajo de ella mientras se giraba y apoyaba su costado
contra el respaldo del sofá.
—Bueno, he estado cazando mucho más de lo que me he tomado el
tiempo desde que ella llegó.
—¿Ella?
—Detente.
—Tiene un nombre.
—Abigail —Dolía solo decirlo, y su mirada se posó en el cojín que los
separaba.
—¿Qué tal si me dices cómo te sientes acerca de todo esto? —
Sonando como la psiquiatra que era.
—¿Enfadado no lo resume todo?
—No. La ira es el resultado de los sentimientos. Quiero los
sentimientos.
Suspiró, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Pensó. Luchó por
poner algo de eso en términos racionales, pero se lo debía. Ember
era una de sus mejores amigas y era buena en esto.
—¿Recuerdas cómo me dijiste una vez cómo era para ti tener miedo
todo el tiempo y no confiar en nadie? Después de que te
secuestraran, crecer con este persistente miedo a todo el mundo.
Dijiste que era como una adicción que no podías dejar. Como si
fueras adicta a estar aterrorizada. No estar aterrorizada sonaba bien
en teoría, pero solo no sabías cómo renunciar a la necesidad de
tener miedo. Como si te sintieras más cómoda aferrándote a él —Era
una conversación de hace mucho tiempo. Él y Ember tuvieron
muchas conversaciones durante su amistad, y esta le había llamado
la atención.
—Sí —Lo estaba estudiando con su frente arrugada.
—Siento que su adicción es… más fuerte que lo que somos el uno
para el otro. Tener miedo es más importante para ella que estar
conmigo. Estoy seguro de que suena estúpido, pero siento que ella
eligió eso sobre mí... y duele. ¡Y no es verdad! O lo es, pero no puede
controlarlo, y es como tratar de amar a un adicto que está tan
totalmente absorbido por su droga que no puede verte, ver lo que
necesitas —Las palabras salían a borbotones y ni siquiera estaba
seguro de que tuvieran sentido.
—¿Y qué necesitas?
—Ella. Sólo ella. Necesito ser suficiente para ella.
—Entonces dile eso. ¿Le has dicho siquiera que la amas? Quiero decir,
la amas, ¿no?
—Sí —Eso fue fácil.
—Pero no se lo has dicho a ella, ¿verdad?
—No. ¿por qué? ¿Es el amor la cura para el PTSD? —Estaba enojado y
sarcástico.
—Por supuesto que no. Pero es algo bastante poderoso para tener
de tu lado —Le sonrió dulcemente, y sus labios tiraron ligeramente
de la esquina—. Mira, puedes estar enojado. Debes estar enojado. El
hecho de que esté lidiando con algunos problemas emocionales
graves no significa que las personas que la aman no puedan
expresar su dolor por sus acciones. Ella necesita entender cómo te
afecta esto. ¿Significa eso que deberías hacerla sentir culpable?
Absolutamente no. Pero deberías ser honesto.
—¿Qué pasa si ella nunca puede superar esto? ¿Qué se supone que
debo hacer con esta amenaza constante, su paranoia, miedo y
completa falta de control racional? No la estoy ayudando.
Obviamente, no la he ayudado ni un poco.
—Puedo garantizarte que ella no estaría de acuerdo con eso. Y yo
tampoco. ¿Te has perdido lo contenta y en paz que está contigo?
¿Cómo no puedes ver lo que has hecho por ella? No puedo ser la
única que recuerda cómo era ella cuando llegó por primera vez.
La estudió, recordando cómo había sido su primer encuentro con
ella.
—¿Como está ella? —Casi tenía miedo de saberlo.
Ember se mordió el labio mientras sus ojos se alejaban
—Devastada. Y ella no se ve bien. Su color es malo, se ve débil, flaca,
simplemente mal. Sé que está deprimida, pero yo estoy preocupada.
Parece enferma.
No. Definitivamente no lo había hecho sentir mejor.
—Bueno, eso me hace sentir como un pedazo de mierda.
Ember se encogió de hombros
—Lo siento. Sabes, ella no eligió esto sobre ti. No hay duda en mi
mente que ella dejaría de lado todas las locuras por ti en un
santiamén si pudiera. Eres todo para ella. Es por eso que está tan
devastada.
Después de que Ember se fue, se acostó en su cama. Podía oler su
aroma por todas partes a su alrededor. El dolor de extrañarla era
más intenso de lo que creía posible. Se sentía físico en su enormidad,
y mientras miraba al techo, la imaginó de nuevo. Eventualmente
cerró los ojos y dejó que las mejores imágenes y recuerdos que
poseía de ella lo llevaran a dormir. Era un riesgo después de la última
vez que sus sueños fracasaron, pero solo necesitaba verla.
Cuando su teléfono celular sonó y lo sobresaltó de vuelta a la
conciencia, casi lo tiró al suelo del cuarto. Era el número de Devlin, lo
que no alivió su deseo de tirarlo contra la pared.
—Hola —espetó.
—¿Quieres recuperar a tu novia loca un poco antes? —Ahora el
hombre tenía su atención.
***

—Oye, muñeca. El abogado está aquí —Era el mismo oficial que la


había escoltado unos días antes a la sala de visitas. Era una mujer
negra de mediana edad llamada Sophie, y a Abigail le gustaba
mucho. La trataba como a una persona real, no es que hubiera sido
maltratada durante su tiempo allí. Tres semanas para ahora.
Pasó las piernas por el borde de la cama y se puso de pie.
—Sabes no se espera que te quedes en tu celda todo el día, ¿verdad?
No olvidamos decírtelo, ¿cierto? —Su sonrisa decía que estaba
bromeando.
—No. Simplemente no he tenido muchas ganas de socializar.
Siguió a Sophie desde la celda hasta la sala de interrogatorios. La
habitación tenía dos puertas. Una la conducía a su mitad del mundo:
el mundo con barrotes y más puertas y cerraduras de metal de las
que había visto nunca, y una puerta conducía a la libertad, o muy
probablemente a una serie de puntos de control de seguridad y
luego la libertad.
Cuando Sophie abrió la puerta para ella, Abigail entró, y en el
momento en que sus ojos se movieron hacia arriba, gritó en estado
de shock. Devlin estaba allí, sentado a la mesa, y justo detrás de la
mesa estaba Quentin. Parecía serio, y cuando su mano voló a su
boca, y comenzó a caminar hacia él, sacudió la cabeza en
advertencia antes de que sus ojos se dirigieran a la cámara montada
en el techo.
Redujo el paso, se quitó la mano de la boca y tomó asiento en la
mesa frente a Devlin. Mantener los ojos en Devlin en lugar de
Quentin era casi imposible.
—Te darán de alta antes de tiempo. Una semana más, y estás fuera.
No estoy seguro de por qué tu… otro abogado… —Puso los ojos en
blanco—, necesitaba estar aquí, pero, sin embargo —Devlin se
levantó de la mesa y caminó hacia la puerta, esperando a Quentin.
Quentin ocupó el asiento de Devlin y la miró fijamente. Estaba
luchando por contener las lágrimas, y su respiración se estaba
cerrando entre sollozos silenciosos que no podía controlar. Ella
comenzó a inquietarse mientras él continuaba mirándola seriamente.
Al principio pensó que estaba enojado, pero luego vaciló; dejó
escapar un profundo suspiro y se pasó con brusquedad la mano por
el pelo, y supo que él estaba luchando tanto como ella.
Cuando habló, su voz era mesurada y tranquila.
—Vas a ver a un psicólogo cuando salgas. Los escucharás. Si te
recomiendan medicación, la tomarás —La miró impasible mientras
las lágrimas se acumulaban en los bordes inferiores de sus párpados,
amenazando con caer en cualquier momento.
Estaba enamorada del sonido de su voz. Lo había extrañado más
que nada, y aunque sus palabras eran exigentes, y su expresión
también, estaba ahí para ella. La más sutil de las sonrisas pasó por
sus labios cuando su pierna se estiró y acarició la de ella.
—Y volverás a mi hogar donde perteneces —Entonces sus lágrimas
cayeron y asintió. Cuando él articuló las palabras—. Te amo —
mientras sostenía sus ojos, ella las articuló de vuelta. Preferiría oírlo
decirlo con esa voz que tanto amaba, pero podía tener paciencia.
Era la Lindsey más afortunada del mundo.
Capítulo 21

Se lanzó a sus brazos mientras la esperaba. Se sentía asquerosa, y


estaba tan lista para su ducha caliente que estaba soñando con eso.
Pero estaba más que lista para él. Si pudiera montar su cuerpo y
follárselo en el vestíbulo, lo haría, y dada la dura erección apretada
entre sus cuerpos, estaba pensando lo mismo.
Pero no se lo folló en el vestíbulo, ni se subió a su regazo en el coche.
Él sostuvo su mano en el camino a casa y no la soltó hasta que
estuvieron en su habitación y cuando se estaba alejando de él para ir
al baño.
—Por favor. Realmente necesito una ducha.
—No, no lo necesitas.
—En serio, realmente lo hago. Prometo que seré rápida —Puso los
ojos en blanco, pero la dejó salir. Se afeitó con la velocidad de
Earnhardt18, se enjabonó como si no hubiera un mañana y se enjuagó
como si no le importara realmente un pito sacar todo el jabón. Y
cuando lo encontró de pie, desnudo, en la puerta que daba a la
terraza de su dormitorio, suspiró con fuerza.
Sonrió mientras se giraba hacia ella, la levantó y la dejó caer sobre su
cama en un microsegundo. Tiró de ella encima de él, pero cuando
comenzó a bajar, la detuvo. La condujo con una mano en cada
mejilla a lo largo de su cuerpo y sostuvo sus labios con fuerza contra
los suyos mientras metía la lengua en su boca. Estaba sentada a
horcajadas sobre sus caderas, agradeciendo a Dios que solo se
hubiera puesto la ropa interior después de la ducha.
Cuando tiró de su boca, sostuvo sus ojos con calma.
—Voy a ser áspero contigo, y voy a ir profundo —Se estremeció
ante sus palabras. Asintió con la cabeza. No estaba nerviosa. Estaba
eufórica y lista para cualquier forma que eligiera para tomarla.
Cuando empujó con dureza su mano entre sus cuerpos, respiró
hondo. Tiró hacia un lado rápido de la tela entre sus piernas, antes
18
Ralph Dale Earnhardt, Sr.: Más conocido como Dale Earnhardt, fue un piloto estadounidense de automovilismo de velocidad
de stock cars.
de empujar hacia arriba sus caderas y hundir su longitud dentro de
ella. La invasión fue intensa, y la abrazó, aferrando bruscamente con
la mano la mejilla de su trasero mientras sus caderas golpeaban en
su contra. Empujó una y otra vez en ella, penetrando por debajo de
su cuerpo, y cuando se separó bruscamente, ella gritó.
Rodó sus cuerpos, dejándola atrapada bajo su fuerte estructura.
Quitó la ropa interior por sus piernas, y cuando volvió a entrar en ella,
fue lento, y se sumergió profundamente, empujando una última
pulgada final que no sabía que existía y la dejó jadeando y clavando
las uñas en sus hombros. Rodó contra su sexo sus caderas, sin
retirarse sino agitando su núcleo en sus profundidades.
Había dolor, pero también un placer tan intenso al mismo tiempo
que no quería que se detuviera. Cuando se echó hacia atrás un poco,
fue solo para apretar de nuevo con fuerza en su contra sus caderas.
La presión que infligió en lo más profundo de su interior la dejó
gimiendo y con ganas de rogar por más. Era como si no pudiera
acercarse lo suficiente, lo bastante profundo para satisfacerse a sí
mismo, lo entendía demasiado bien. Estaba tan desesperado y
necesitado.
Su cara estaba enterrada en su cuello, y la suya también estaba
contra el de él. No podía aflojar su agarre sobre sus hombros, y se
aferró a él mientras trataba de forzar hasta la última gota de espacio
entre ellos, desde dentro de ellos. Se molía, empujaba y se
impulsaba a sí mismo dentro de ella, y mientras su excitación
aumentaba, Separó por primera vez sus cuerpos cuando se retiró a
mitad de camino y empujó hasta su empuñadura con fuerza. Su
velocidad se aceleró, sus embestidas se alargaron, y en poco tiempo
estaba sacudiendo su cuerpo hacia adelante.
Golpeó dentro suyo, consumiendo cada centímetro de su
profundidad, y observaba su rostro de cerca con cada rápida
penetración. Estaba esperando a que se corriera, y en el momento
en que su orgasmo la atravesó con un golpe profundo y rápido,
empujó tan lejos como su cuerpo podía soportar, soltándose con un
fuerte gemido. Se quedó muy dentro suyo mientras ella se
estremecía y temblaba debajo de él. Pulsaba dentro suyo, y ella
agarró con fuerza sus nalgas apretadas mientras se quedaba inmóvil
y profundo.
Finalmente se separó mientras ella gemía. Vibraba intensamente en
su núcleo, pero nunca se había sentido más satisfecha y completa.
—¿Demasiado? —Nada podría ser demasiado con este hombre.
—Perfectamente.
—Te amo.
—También te amo.

***

Sabía que estaba dolorida. No follabas así y te alejabas sintiéndote


todo menos que crudo. Separó suavemente sus labios, sosteniendo
sus fríos dedos contra su piel para aliviar el dolor que le causó. La
besó suavemente y sonrió mientras se apartaba. Cuando sacó sus
dedos de su coño, extendió la mano para descansarla sobre su
pecho, y fue entonces cuando captó un olor que detuvo su mano en
el aire.
Sus colmillos se hundieron dolorosamente en su boca, y de repente
tuvo imágenes de desgarrar su garganta apuñalando su cerebro; sus
labios se contrajeron en un gruñido que no pudo disimular, y tembló
mientras las imágenes giraban en su cabeza, torturándolo. Lo miró
con los ojos muy abiertos y aterrorizados, y mientras él luchaba
contra los movimientos de contorsión de sus músculos faciales, bajó
la mano extendida hacia su pecho.
—Lo siento, lo siento —Estaba graznando las palabras mientras su
cuerpo respondía al olor de su sangre. Y mientras se apartaba de ella
para sentarse en el borde de la cama, miró al suelo para calmarse.
No le dijo nada, y supo que estaba asustada. Dejó de respirar,
negándose a inhalar, aunque su cuerpo quería experimentar el olor
de nuevo, y cuando se calmó, se levantó de la cama, negándose a
mirarla.
—No fue mi intención asustarte. Estas sangrando —Y luego se fue,
cogiendo la ropa interior que había tirado en la silla junto a su cama.
Caminó con rapidez a su clínica, negándose a dejar que su cerebro
entrara en pánico. Pero no tenía sentido; su cerebro ganó al final, y
cuando cerró la puerta de la clínica, se acercó al mostrador y se
congeló, mirando la pared frente a él. Algo andaba mal. Se llevó los
dedos a la nariz, aterrorizado de volver a experimentarlo. Sus dedos
temblaron mientras tomaba una respiración lenta. Pero allí estaba.
Podía no ser nada. Pero sabía que eso no era cierto. La lógica le dijo
que había una posibilidad de que no fuera nada, pero lo sabía mejor.
Podía escuchar mientras ella abría el grifo en su baño, y se sintió
tremendamente culpable por cómo había reaccionado. Había herido
sus sentimientos al menos, y sin duda la había asustado. Pero era la
menor de sus preocupaciones en este momento, y mientras se
hundía en la silla giratoria que se hallaba en su espacio de trabajo, se
quedó mirando.
Cuando entró unos minutos más tarde, se veía preocupada,
vacilante era un eufemismo. Estaba vestida solo con una túnica.
Estaba preciosa, y derritió su corazón y lo dejó sintiendo como si su
garganta se apretara como una tornillo.
—Estoy bien. No me lastimaste —Su voz era tan tranquila y
preocupada.
—Necesito examinarte —Lo miró. Estaba inexpresiva, pero asintió
levemente y se movió a la mesa de examen. Por alguna razón,
pareció entender que no era el momento de hacer preguntas, y en
silencio la ayudó a subir a la mesa. Podía oír su corazón latiendo con
fuerza, y sabía que estaba nerviosa, pero se mantuvo estoica y
tranquila.
Ahuecó su mandíbula, empujando suavemente debajo. Se enfocaron
el uno en el otro mientras él buscaba, y su corazón se aceleró
cuando sus dedos se movieron. Y luego encontró lo que no quería
encontrar. Sus glándulas aún estaban hinchadas.
Strike uno.
La ayudó a recostarse sobre la mesa y le desató la faja de la cintura,
separando la tela. Estaba desnuda, y mientras su ingle se tensaba
ante la vista, ignoró a su cuerpo y movió sus manos a su estómago.
Empujó y palpó, enfocándose solo en el lado superior izquierdo de
su abdomen. Volvió a contener la respiración, esperando. Y ahí
estaba. Bazo agrandado.
Strike dos.
La ayudó a sentarse, y cuando la miró a los ojos, parecía que no
podía apartar la mirada.
—Por favor, dime qué está mal —Rompió el silencio y se limitó a
mirarla.
—Tu sangre no me huele bien. Mi reacción fue mucho más fuerte de
lo que debería haber sido. Es una buena indicación de que algo anda
mal. Somos depredadores y nuestros cuerpos están programados
para buscar a los débiles en la manada —Sostuvo su mirada, no
queriendo que ninguna parte de lo que estaba diciendo fuera
verdad—. Los enfermos.
Strike tres.
Y después de estudiarla durante varios segundos más, encontró su
voz de nuevo.
—Necesito sacar sangre y hacer algunas pruebas.
Se movió en silencio recogiendo lo que necesitaba de sus armarios.
Observó cada movimiento que hizo, y evitó sus ojos. No era así
como se suponía que terminaría esta noche. Le ligó el brazo y
extrajo la sangre que necesitaba. No había nada formal en ellos en
este momento. Él estaba de pie en ropa interior, ella estaba con la
bata abierta casi desnuda y había un silencio absoluto en la
habitación.
—¿Que pasa conmigo? —Parecía atónita, aterrorizada mientras
rompía el silencio.
—Tu cuerpo ha estado bajo mucho estrés en los últimos años. Sólo
estoy siendo cauteloso. Estoy seguro de que no es nada.
—No, no lo es. Suponiendo que sea algo, ¿qué podría ser? —Fue
apenas un susurro.
—Demasiadas cosas para simplemente adivinar.
—¿Piensa?
—Maldita sea Abigail. No me pidas que especule.
—No me pidas que me pregunte qué estás pensando.
La miró, asimiló el sonido de su corazón mientras sostenía sus ojos.
Fue la primera en moverse, y cuando se inclinó hacia su boca, exhaló
el aliento que había estado conteniendo. Hizo una pausa antes de
tomar sus labios.
—Sé que estás preocupado. No puedes ocultarme eso —Y luego,
habló de nuevo, después de alejarse un poco para observar su
rostro— ¿Tengo que preocuparme que me muerdas?
Estaba tratando de ser sarcástica. Quería sonreír; quería reír; quería
tranquilizarla de la manera que necesitaba, pero solo movió un poco
la cabeza. Su rostro cayó ante su evidente falta de humor, y habló
antes de que pudiera preocuparse más.
—Sólo me tomó por sorpresa antes. Estás a salvo conmigo.
—Lo sé —Su corazón se derritió ante sus palabras, y se desgarró al
mismo tiempo. Quería despedirla para poder analizar su sangre,
pero al mismo tiempo, deseaba con desesperación calmarla,
consolarla y apoyarla. Al final, sus necesidades emocionales
superaron a las lógicas y la besó.
Sus manos encontraron su cintura, y movió sus dedos suavemente
alrededor de su cintura. Su ropa interior caía baja y ajustada en sus
caderas, y mientras sus dedos trazaban la línea de su cintura, se
sumergieron despacio en la visible parte superior de sus nalgas.
Gimió en voz baja en su boca mientras ella movía sus dedos con
suavidad a lo largo de su piel. Cuando empujó la parte atrás de su
ropa interior hasta la mitad de sus nalgas, dejándolas mientras sus
manos se movían hacia su cintura atrayéndolo hacia ella, acercó su
rostro. Sostuvo su boca contra la suya con una mano a cada lado de
su mandíbula. Su lengua se hundió y lamió el calor, saboreando su
sabor.
Su polla estaba dura y apretada en su ropa interior, lista para su
toque. Quería aferrarse a su inquietud; se sentía casi culpable por
dejarlo ir, pero ella por el momento estaba empujando de ambas
mentes, y era lo que necesitaba. Su beso fue apasionado y
necesitado, y mantuvo su lengua en su boca solo para evitar que la
suya se enganchara en sus venenosos colmillos.
Sus dedos trabajaron alrededor de la parte delantera de su ropa
interior, deslizándose más allá de la cintura para agarrar con la mano
su hinchada polla. Sacó su longitud de su ropa interior, acariciando
suavemente a lo largo del eje. Su frente se encontró con la suya
mientras miraba hacia abajo para observar sus pequeños y delgados
dedos acariciando su piel. La vista era increíble, y la sensación de sus
delicados dedos rozando las rígidas venas de su excitación lo dejó
gimiendo. También estaba mirando, y la levantó para sentarla a
horcajadas sobre sus caderas.
Tenía la intención de llevarla a la cama, pero solo logró llegar a la
mitad de su oficina antes de que su mano se cerrara sobre su
longitud, justo debajo de la cabeza de su polla que estaba empujada
hacia arriba en su estómago. La sacudida de la necesidad lo hizo caer
de rodillas. El suelo de su oficina era de mármol duro y frío, y estaba
infinitamente contento de haber tenido la previsión de poner una
alfombra grande en el suelo cuando sus rodillas tocaron la superficie,
y se hundió para sentarse sobre sus talones con un fuerte gemido.
Dejó que su trasero se deslizara por sus muslos lo suficiente para
darle a su mano el acceso que necesitaba. Agarró y tiró de la
longitud de su excitación. Era gentil, pero sus movimientos eran
apresurados y desesperados, e inclinó su cabeza hacia atrás
mientras ella lo acariciaba.
Cuando se inclinó para besarlo, la acostó con suavidad en el suelo,
presionando su pelvis contra la suya, y luego la giró para colocarla a
horcajadas sobre sus caderas. Su expresión era seria, pero el olor de
su excitación era intenso. La bata se deslizó de su hombro cuando se
inclinó hacia su boca nuevamente, y su piel se sintió como si
estuviera siendo chamuscada con fuego cuando sus pezones duros y
erectos encontraron la piel fría de su pecho. Empujó su cuerpo
lentamente hacia abajo, dejando que su lengua siguiera el camino
más tentador sobre los músculos de su estómago.
Su lengua se sumergió rápidamente en su ombligo, y los músculos
de su estómago se apretaron con fuerza. Mientras besaba un rastro
en su abdomen, su polla corrió por el costado de su mejilla, y siseó al
contacto. Cada onza de su carne estaba caliente contra su piel, y
mientras su boca se movía hacia abajo, chupando y besando, se
agachó y le acarició la mejilla suavemente con el pulgar. Sus labios
encontraron la base de su pene, y su lengua lamió un lento y
constante deslizamiento desde la base hasta la cabeza. Su lengua
estaba sensualmente plana contra la amplitud de su polla mientras
se movía hacia arriba, y la miró. Jadeaba como un perro y gemía
desesperado cuando terminó esa increíble tortura.
Su labio inferior se enganchó en la cresta de la piel cuando alcanzó la
cabeza bulbosa, y jadeó ruidosamente cuando sus ojos se
encontraron. Estaba temblando, y su cuerpo le rogaba que chupara.
Sus ojos lo observaron. Lo estaba atormentando, pero no fue
intencional. Estaba hipnotizada, y mientras él miraba, sus ojos se
movieron lentamente por su cuerpo, observando los músculos
ondulantes de su estómago, y cuando por última vez su mirada se
posó en sus ojos, fue mientras tomaba un delicioso y erótico sabor
de su raja con la punta de su lengua.
Estaba apoyado sobre los codos con las rodillas abiertas. Sus pechos
rozaban la parte posterior de sus muslos justo donde sus muslos se
encontraban con sus nalgas. Con una última lamida en sus labios,
dejó que sus labios pasaran con fuerza sobre la cabeza de su pene.
Chupó mientras bajaba por su longitud, y observó la distensión de
sus labios mientras su polla se hundía más profundamente en su
boca. Gemido ni siquiera era la palabra adecuada para el sonido que
hizo. Fue un medio grito, medio gruñido que se apoderó de su
garganta y rompió el silencio de la habitación. Estaba tarareando en
voz baja, como si saboreara algo exquisito, y la vibración de su boca
hizo que su polla se flexionara y se contrajera contra el interior de
sus mejillas.
Tiró lentamente hacia atrás y apretó sus dientes con fuerza para
sofocar su necesidad de liberación. Estableció un ritmo lento que
construyó un vigor tortuoso y constante. Cuando dejó que su mano
se uniera a su boca, girando al mismo tiempo que succionaba, los
talones suyos se clavaron en la alfombra y jadeó rápidamente
mientras su cuerpo se preparaba para la liberación. Justo en el
último momento, le pasó sus dedos suavemente a través del cabello
de su frente y empujó su cabeza hacia atrás mientras su polla saltaba
más allá de sus labios.
Se corrió con su polla flexionada y disparando semen en su
estómago. Sus dedos todavía estaban enterrados en su cabello
sosteniendo su cabeza, y sus ojos vieron como hasta el último
espasmo lo atravesaba. Observó cómo su semen salía a borbotones
sobre su estómago y vio cómo se convertía en un goteo lento. Lo
miró de nuevo a los ojos. Sus labios estaban entreabiertos en
absoluta plenitud, y sus ojos se posaron en los picos de sus colmillos
en medio de sus labios.
Sus ojos absorbiendo hasta la última reacción de su excitación y
orgasmo habían sido tan increíblemente embriagador, y terminó
este perfecto acto íntimo lamiendo alrededor de la todavía hinchada
y necesitada cabeza de su polla mientras sus dedos recorrían en su
estómago la resbaladiza humedad. De nuevo lo chupó en su boca y
lentamente lo dejó salir, saboreando su sabor a medida que
avanzaba, y él volvió al suelo mientras ella terminaba.
Se quedó quieto y en silencio sobre la alfombra mientras se
acurrucaba a su lado, y se quedaron allí durante mucho tiempo
mientras su cuerpo se relajaba y liberaba la tensión. Comenzó a
temblar a su lado, y fue solo entonces que la levantó del suelo y la
llevó a su cama. Se arrastró entre las suaves y cálidas sábanas con
ella después de limpiarse el estómago con una toallita que tomó del
baño, y se acurrucó contra él, quedándose rápidamente dormida.
Pero él no durmió. Miró al techo durante dos largas horas. Tenía
miedo de levantarse, miedo de ir a su clínica, temeroso de lidiar con
lo que temía encontrar. La estudió mientras dormía. Podía sentir el
pánico cerrándose y apretándose alrededor de su corazón. No
dejaba de decirse a sí mismo que podía no ser nada, pero justo
cuando se aferraba a las alternativas, se le escapaban. Había estado
muy enferma un par de meses antes, y eso por sí solo... pero no le
gustó. Ella respondió a los antibióticos. Ya no estaba enferma, y
enferma o no, un bazo agrandado no estaba bien para él. Las
glándulas bien, el bazo no tan bien.
Pero podría no ser nada.
Era algo. Sabía que era algo. Y tenía sus sospechas. Por eso había ido
a buscar el bazo agrandado. Se lastimaba con facilidad, había estado
enferma, se fatigaba a menudo, sus glándulas estaban hinchadas, su
sangre estaba apagada. Ahora solo tenía que encontrar el valor para
enfrentarlo. No se merecía esto, y él no podía soportarlo. No ahora.
Había llegado demasiado lejos, cruzado demasiados obstáculos para
llegar a este lugar. No se merecía esto, joder.
Capítulo 22

Se despertó sola. Todavía estaba oscuro, y el reloj al lado de la cama


decía que faltaban muchas horas más. Estaba cansada y quería
quedarse en el calor de la cama, pero quería encontrarlo más. Sabía
que estaba preocupado, y no importaba cuánto quisiera convencerla
de que estaba bien, no creía ni una palabra de lo que decía. No
estaba bien. Estaba mirando, buscando pistas cuando la había
examinado antes, y sabía exactamente lo que estaba buscando. Ella,
por otro lado, no tenía idea de lo que significaba nada de eso.
Lo buscó, encontrándolo rápidamente en la clínica. Estaba inclinado
sobre el mostrador con su cabeza en sus manos. Llevaba nada más
que su ropa interior. Mostraban bellamente su constitución delgada
y fuerte, pero por el momento, su fuerza se había ido. No necesitaba
ver su rostro para saber que estaba devastado, y mientras su
corazón se aceleraba, se volvió hacia ella. Su expresión parecía
muerta y vacía, y se quedó congelada en la puerta, temerosa de
moverse.
—¿Que pasa conmigo?
—Te llevaré mañana para una biopsia de médula ósea y una punción
lumbar.
—No respondiste mi pregunta —Y tampoco parecía poder mirarla.
—Por favor, Abigail.
Solo lo miró. Necesitaba saber. Necesitaba escuchar lo que fuera
que no quería decir. Y así lo miró fijamente, negándose a apartarse
de su expresión de dolor.
Los músculos de su mandíbula trabajaron con dureza; su boca se
abría y se cerraba como si no pudiera atreverse a pronunciar las
palabras, y finalmente habló.
—Leucemia.
Sacudió su cabeza.
—No —De hecho, lo dijo como si no fuera más que un desacuerdo:
se encogió de hombros, sin nada más que decir.
—Lo siento, cariño —Su voz salió como si el aire de sus pulmones
estuviera siendo expulsado al mismo tiempo, pero ella todavía
estaba sacudiendo la cabeza con incredulidad.
—No —Debe haber algo más apropiado que decir—. Los niños
contraen leucemia.
—También los adultos. Todo el tiempo. Pero es demasiado pronto
para saber de qué tipo o qué tan rápido se está moviendo.
—Dices eso como si estuvieras seguro de que sabes lo que es.
—Tus glóbulos blancos están altos, tus glóbulos rojos y plaquetas
están bajos. Estoy viendo una alta concentración de células
blásticas19. Es leucemia. No sé de qué tipo, pero mañana te inscribo
para la prueba. Conozco a un buen oncólogo que vive en la costa
oeste. Es uno de los míos, y lo he llamado. Es el mejor que hay.
Estará aquí en unos días. Mientras tanto, conozco a un oncólogo
aquí, y me aseguraré de que mañana te haga las dos pruebas que
quiero que te hagan. Tenemos que hacer más pruebas para
determinar qué tipo de leucemia es y si tiene metástasis. Llevará
unos días procesar los resultados y devolverlos, por lo que debe ser
mañana, para que estén listos para mi chico cuando llegue aquí —
Hablaba rápido, como si no pudiera dejar de balbucear todo en su
mente para no verse obligado a lidiar con la mujer sorprendida
frente a él.
Miraba fijamente su pecho, sin decir nada, y cuando se apartó
bruscamente de él y salió de la habitación, la llamó. Lo ignoró, no
porque quisiera ser grosera, sino porque sentía como si su mundo se
detuviera en seco sobre su eje, y si se quedaba allí podría caerse de
su órbita por completo. No podía soportar estar cerca de él en este
momento.
No tardó en encontrarla en el balcón de su salón. Estaba mirando el
patio muy abajo, sin ver nada en absoluto y dejando que sus ojos se
desenfocaran y se desviaran de la profundidad.
—Supongo que ahora desearías haber esperado para ver si iba a

19
Células blásticas: Son células inmaduras que se encuentran en la médula ósea que aparecen en la sangre en las fases agudas
de algunas leucemias y linfomas.
vivir lo suficiente como para que valiera la pena follarme.
No se enojó con ella, aunque su declaración fue grosera.
Normalmente, no tendría ningún problema en cuestionarle por una
declaración como esa, pero nada era normal en ese momento, y su
falta de respuesta era extrañamente deprimente. Sus manos se
cerraron sobre las suyas a lo largo de la gruesa baranda de piedra. Se
movió para abrazarla por detrás, y su boca acarició su cuello.
—No me arrepiento, cariño —Su voz era tranquila mientras sus
labios se movían contra su piel. Lo único que deseaba era fundirse
en él, pero se sentía alejada de todo en este mundo.
—¿No puedes sólo morderme y convertirme en uno de ustedes?
—Es complicado —El dolor por sus palabras fue rápido, y se giró
hacia él.
—¿Por qué? ¿Por qué no quieres que sea como tú?
—Eso no tiene nada que ver. En tu condición... podría matarte
antes... Es complicado. No entiendes lo que significa… y aún no
sabemos nada sobre el tipo de cáncer que tienes.
—Entonces, ¿voy a morir?
—Hay una serie de pruebas que deben realizarse para determinar el
tipo y la agresividad del cáncer. Hay muchos tipos y subtipos
diferentes de leucemia, y todos conllevan diferentes tratamientos y
pronósticos. No tiene sentido pensar en nada de esto hasta que
sepamos a qué nos enfrentamos.
—Suenas como un doctor. sumamente bueno para evitar respuestas.
—Es la única respuesta que ahora mismo tengo para ti —Sus labios
besaron el lugar donde su hombro se encontraba con su cuello, y su
túnica cayó hacia atrás, dándole el espacio que necesitaba para
besar y acariciar suavemente su piel—. Déjame llevarte a la cama —
No discutió. Dejó que la llevara de regreso a su cama, y se metieron
juntos. Ninguno de los dos durmió, y no se molestó en apagar la
lámpara.
Podía verlo mirándola fuera de su campo visual mientras miraba al
techo, y cuando le apartó el pelo de un lado de la cara, se volvió
hacia él.
—No quiero morir —Era honesto y tristemente desesperado. Hubo
un tiempo en que lo hizo, y estaba furiosa consigo misma por pensar
que podría querer algo así. Era una época diferente en la que la vida
parecía demasiado sombría, pero no importaba. Había estado tan
dispuesta a tirar la toalla entonces. Quizás esto fue solo su merecido
por querer dejar la vida una vez. Era algo muy retorcido y enfermizo.
Ahora que tenía algo que quería, ¿lo perdería todo?
La perspectiva que le había faltado de repente parecía tan obvia.
Había cosas más grandes en este mundo para temer que a los
hombres. Se había aferrado al miedo durante tanto tiempo, y aquí
estaba de nuevo, pero esto era real y válido, y de repente la dejó con
la sensación de que había perdido demasiado tiempo en
preocupaciones innecesarias. Maldita retrospectiva.
Capítulo 23

—Trata de relajarte, cariño —Sabía que era imposible. Le había dado


un valium20 antes de salir de su residencia, pero no estaba sirviendo
de nada si su ritmo cardíaco era una indicación. Estaba acostada de
lado, apretando con fuerza sus manos mientras se sentaba a su
cabeza.
El oncólogo era una especie de conocido, y aunque no la trataría,
hacerse ahora las pruebas les daba unos días de ventaja. Llamó la
noche anterior a Brent Rigley tan pronto como vio bajo el
microscopio las células blásticas. Brent era un oncólogo renombrado
en su campo de la costa oeste. Iba a volar la noche siguiente, y eso le
daría al laboratorio tiempo más que suficiente para procesar su
biopsia21 y el análisis del líquido cefalorraquídeo22 antes de que
llegara.
Le había follado los sesos esa mañana mientras ella gemía y gritaba
en voz alta. Estaba de pie inclinada sobre el mostrador del baño
mientras golpeaba una penetración profunda y dura tras otra.
Observó cómo su longitud se hundía hasta la empuñadura. Su
entrada se distendió alrededor de su circunferencia, y esa sola vista
fue suficiente para dejarlo loco por su liberación. Añada a eso, los
músculos tensos y apretados de su coño apretando con fuerza sobre
él, y estaba listo para correrse en minutos.
Pero no era mucho acerca del sexo. Debería serlo. Merecían el
disfrute de este, pero cosas tales como el regalo del sexo puramente
placentero, se perdían en el momento que padecías cáncer. Maldita
sea. Solo quería alejar el miedo, concentrarse en algo que no fuera
su día, y él solo quería darle lo que necesitaba para hacer frente a
todo. Se impulsó y machacó dentro de ella mientras su tensión se
diluía por un tiempo. Esperaba que tuviera el mismo efecto en ella, y
cuando se corrió, su frente cayó sobre la encimera y jadeó. Cuando

20
Valium: Medicamento usado para tratar la ansiedad.
21
Biopsia: Es la extracción o extirpación de una pequeña porción de tejido para examinarla luego en el laboratorio.
22
Líquido cefalorraquídeo - LCR: Líquido que circula por los espacios huecos del cerebro y la médula espinal y entre dos de las
meninges.
levantó la cabeza, una gota de sangre cayó de su nariz. Era solo otro
recordatorio de la guerra que se libraba dentro de ella, y sabía
exactamente lo que decía su cuerpo.
Una vez que se duchó, la observó trenzar su largo cabello húmedo
hacia atrás en un patrón desordenado. Cuando terminó, solo se miró
a sí misma. Estaba de pie, desnuda, y él la observaba desde la puerta
mientras se ponía la camisa por la cabeza. Era tan intensamente
deslumbrante, y dejó que sus ojos recorrieran cada centímetro de
ella, temiendo lo feo y real que iba a ser su día.
Y ahora yacía sobre una mesa, acurrucada de lado frente a él, y todo
lo que podía hacer era mirar. Tenía una rabieta en cabeza. No era
justo. No era justo para ella, y tampoco para él. Hacer el amor con
ella por primera vez después de estar separado durante un mes no
debería haber terminado de esta manera. El hecho de que su vida
estuviera en peligro cuando había tenido tan poco tiempo con ella le
dio ganas de atravesar la pared con el puño. Podía esperar y
esperaría otros solitarios veinte años solo para tenerla de nuevo,
pero lamentablemente, había una buena posibilidad de que ella no
tuviera ni de cerca ese momento. Esa no era una verdad que
estuviera dispuesto a aceptar. Había sobrevivido durante tanto
tiempo sin intimidad, y ahora la única intimidad que quería estaba
siendo amenazada. Se sintió como un ataque. Odiaba lo que la vida
le estaba haciendo. Ya había luchado lo suficiente. Merecía felicidad
y seguridad. No merecía más dolor y miedo.
Pero mientras la estudiaba y la observaba temblar sobre la mesa,
reprimió su propia furia ante la injusticia de la vida. Ocultó su deseo
de golpear, apalear y aporrear sus puños con furia, apretó la
mandíbula y la besó suavemente en la frente. No necesitaba su
preocupación. Tenía un montón propia. Se notaba en la mirada
derrotada de sus ojos. Era difícil verla tan completamente... perdida.
—No creo que me vaya a gustar la leucemia —Hizo el comentario
mientras el médico tomaba una muestra de la cadera con una gasa
con alcohol frío. Sonrió gentilmente ante su momento de humor
algo oscuro. Quería volver a centrarse en su química. Ese exquisito
deseo que se había construido durante los últimos dos meses entre
ellos. Eso es lo que quería explorar. No su jodida médula ósea.
El médico lo miró a los ojos mientras se preparaba para inyectar la
lidocaína. Quentin se acercó a su oído.
—Vas a sentir un pinchazo y una picadura. Es solo la inyección
anestésica —gritó en voz baja cuando la aguja penetró en su piel y la
miró. Observó cómo las siguientes dos inyecciones anestésicas la
dejaban luchando contra las lágrimas, y esperaron en silencio a que
la lidocaína hiciera su trabajo. Observó cómo las lágrimas corrían por
su mejilla. El dolor de las inyecciones anestésicas iniciales podría
haber desaparecido, pero el miedo no, y no podía hacer nada para
quitárselo.
Gimió cuando la gran aguja de recolección fue empujada profundo
en su hueso de la cadera, perforando y crujiendo a través de su
hueso. Sus labios temblaron y las lágrimas cayeron en silencio. Su
corazón estaba dando tumbos y estaba desesperado por ayudarla,
pero no podía hacer nada más que mirar.
Mirar era una de las cosas más difíciles que jamás había soportado.
Como si pudiera sufrir el dolor físico de lo que estaba
experimentando mucho más de lo que podía sobrellevar la angustia
de ver ese dolor en su rostro. Cuando el doctor por fin terminó, sus
silenciosos sollozos se engancharon en su garganta y la besó en su
sien.
—Normalmente no recomendaría una punción lumbar hasta que
tuviera la oportunidad de analizar la médula ósea —El doctor lo
miraba, expresando su desacuerdo con lo que Quentin le pedía que
hiciera.
—Y nunca entenderé por qué los médicos esperan para realizar
pruebas que saben que finalmente tendrán que hacer. Perdemos
más tiempo que cualquier otra profesión en el planeta —Se estaba
insultando a sí mismo tanto como al hombre frente a él, pero no
estaba dispuesto a ser paciente cuando se trataba de Abigail, y
tampoco estaba dispuesto a perder tiempo con su tratamiento.
Pero al mirarla a los ojos, vio el miedo y su determinación se quebró.
—Está bien... está bien —Asintió levemente con la cabeza mientras
hablaba, tratando de tranquilizarlo—. Prefiero terminarlo todo
ahora y acabar con ello. No quiero preocuparme por volver para otra
prueba divertida en unos días —Se río entre dientes, pero fue
forzada y no tenía ningún tipo de humor.
El siguiente procedimiento fue igual de difícil para ella y tan doloroso
de ver para él. La dejó con un fuerte dolor de cabeza, se sentó a su
lado durante la cantidad de horas que el médico quería mantenerla
en observación. Le dio un analgésico fuerte que la dejó
increíblemente coqueta por un tiempo antes de que finalmente se
durmiera. Era lo más cercano que había llegado a una sonrisa,
escuchándola hablar como atontada sobre chuparle la polla.
Cuando lentamente se despertó horas más tarde, la besó
dulcemente en los labios
—Lo siento —Quedó momentáneamente atónito por sus primeras
palabras, pero rápidamente continuó—. La primera chica con la que
después de veinte años te acuestas, y acaba medio muerta —Su
humor seguía siendo bastante oscuro y sarcástico, pero se lo
merecía.
—No cambiaría por nada del mundo hacerte el amor, y no hay nadie
por quien prefiera renunciar al celibato que por ti —Sonrió y ella
sonrió ante el comentario. Se sintió aliviado de tener las pruebas
detrás de ellos. Su dolor de cabeza probablemente persistiría por el
resto del día, y su cadera estaría adolorida por unos días, pero al
menos podría dejar de lado el miedo por el momento.
La acompañó lentamente desde la clínica hasta su auto, y una vez
que estuvieron sentados, tomó su mano.
—Quiero volver a Nantucket. No quiero sentarme en nuestro
apartamento a esperar durante los dos próximos días.
Probablemente sonaba como si estuviera suplicando, y lo estaba. No
podía soportar la idea de ir a su casa después de la noche anterior.
Pasar de la plenitud absoluta al desastre absoluto en su
apartamento en un segundo había dejado una marca en él, y no
quería tener que ver dónde le había hecho el amor y luego ver
dónde había descubierto que se estaba muriendo a quince metros
de distancia. Pero no hubo discusión. Asintió y suspiró. Hizo cuando
salían de la ciudad una parada rápida en una farmacia, regresando
con una bolsa llena de su comida chatarra favorita y algunas otras
cosas, antes de salir de la ciudad hacia el sur. Reclinó su asiento y
descansó mientras él acariciaba la piel de su muslo. Llevaba puesto
el vestido nuevo que Ember tuvo que obligarla a comprar, y él rozó
sus dedos ligeramente sobre su piel mientras sus ojos se cerraban y
se dormía.

***

—Es hora de despertar, cariño —Su voz era cálida mientras


ronroneaba en su oído. Se despertó cuando le desabrochó el
cinturón de seguridad. La puso de pie y gimió por el dolor en la
cadera.
Dolor era un eufemismo. Su cuerpo se había tensado mientras
dormía, y cuando dio su primer paso, su pierna prácticamente cedió
debajo de ella, pero estaba allí, y la levantó rápido en sus brazos,
llevándola hacia la cabaña.
Después de guardar la comida que había comprado, la acompañó
hasta la playa. Quería que estirara las piernas y, mientras lentamente
se movían, mantuvo una mano cautelosa sobre su codo. Una vez
que se acomodó en una de las sillas Adirondack, y le cubrió las
piernas con una cálida manta, se fue a buscar leña.
El cielo del este sobre el océano se oscurecía minuto a minuto, y
desde su lugar en la base del acantilado, no podía ver el cielo del
oeste que sabía que rápidamente se estaba desvaneciendo. Se
acomodó en la otra silla después de que se encendiera el fuego, y se
volvió hacia él.
—Hay una gran escena así en la película Playas. Incluso uno de ellos
se estaba muriendo.
—Esa escena tuvo lugar en la costa oeste, en ninguna parte cerca de
Nantucket.
Lo miró a los ojos mientras él sonreía, y sus ojos se salieron de sus
orbitas.
—Guau. No tenía idea de que fueras tan idiota. ¿Sabes que te
convierte en un ridículo nerd saber eso?
—¿Qué puedo decir? Soy desde hace mucho tiempo un gran fan de
Bette Midler23 —Sonrió mientras tomaba su mano, y ella también lo
hizo.
Abrió una botella de vino para ella después de un rato, y cuando le
entrego una segunda copa después de que rápidamente se abrió
paso a través de la primera, sonrió.
—¿Tratando de emborracharme?
—Sí. Tengo la intención de aprovecharme de ti en tu estado de
ebriedad y divertirme un poco con sexo en la playa. No es solo una
buena bebida, ¿sabes?
—¿Qué sabes tú de buenas bebidas?
—Nada en absoluto, querida, pero si reduce tus inhibiciones,
entonces me apunto. Nuestra relación amorosa fue interrumpida de
manera bastante grosera con la enfermedad que amenaza tu vida, y
tengo la intención de recuperar el tiempo perdido —Estaban siendo
sarcásticos, y era lo más feliz que había estado desde la noche
anterior. Demasiadas cosas horribles habían ocurrido en el
transcurso de veinticuatro horas, y estaba tan lista como él para un
descanso. Más que lista.
La interrumpió después de su segunda copa de vino; algo acerca de
que sus plaquetas no eran sus amigas en ese momento, y luego
desapareció hacia la cabaña. Ni una sola persona se aventuró más
allá de su tramo de playa, pero estaba oscuro. La luna estaba alta en
el cielo y su fuego seguía siendo fuerte. Regresó poco tiempo
después con mantas y un pequeño almohadón debajo de los brazos,
una botella de algo en la mano y algunas velas en equilibrio sobre las
mantas.
Extendió las mantas cerca de la fogata, colocando las tres velas en el
extremo opuesto de la manta después de encenderlas. Cuando tiró

23
Bette Midler: Bethany Ann Midler (Honolulú, Hawái; 1 de diciembre de 1945), es una actriz, cantante, comediante y
productora estadounidense.
de ella para ponerla de pie, la sostuvo en sus brazos. Murmuró
contra su pech.
—No estoy segura de qué tan bien funcionará esto con mi cadera.
—No te preocupes. No espero que hagas nada excepto relajarte. Yo
me ocuparé del resto.
Le gustó mucho el sonido de eso, y la humedad inundó su centro
mientras imaginaba lo que podría tener reservado para ella. Al
parecer, ni siquiera el cáncer pudo amortiguar esa necesidad. Hubo
un tiempo en que cualquier cosa y todo disminuía su necesidad de
sexo. Ahora, solo lo necesitaba a él.
Después de desabrochar la parte trasera de su vestido y ayudarla a
quitárselo, la ayudó a recostarse sobre las mantas antes de tirar el
vestido a la silla. Había puesto las mantas en capas, y la arena debajo
creó una cama suave y cómoda. Se desvistió de pie cerca de la
hoguera, y el reflejo de las llamas lamió y bailó sobre su piel mientras
lentamente se quitaba la ropa. Se paró frente a ella completamente
desnudo y totalmente excitado. Intimidante era un eufemismo. No
es que no supiera ya que era capaz de aceptar su cuerpo, pero era
algo increíble verle imponente sobre ella.
Era demasiado hermoso, y cuando sus ojos recorrieron los tensos y
ondulantes músculos, se estremeció. Cayó de rodillas a sus pies, y
sus ojos siguieron cada uno de sus movimientos.
—Dado ese delicioso aroma, supongo que estás disfrutando del
espectáculo.
—Sí, lo hago.
Sus dedos comenzaron en la parte superior de sus pies. Acarició y
frotó suavemente mientras sus manos se movían lentamente hacia
los tobillos. Hizo rodar sus articulaciones, estirándola y relajándola.
Apretó los costados de sus pantorrillas mientras empujaba hacia sus
rodillas. Cada punto que tocó derritió y calmó su cuerpo, y cuando
llegó a sus rodillas, la miró a los ojos con una sonrisa.
Respiraba profundamente, pero no podía calmar las mariposas que
volaban por su estómago, y mientras paseaba los dedos lentamente
por la parte superior de sus muslos, volvió a temblar. No hacía frío,
en lo más mínimo, pero estaba temblando de necesidad.
Lentamente bajó su ropa interior por sus caderas, y cuando levantó
de la manta ligeramente sus caderas, para que la ropa interior
pudiera deslizarse más allá de su parte inferior, el dolor se disparó a
través de su cadera, dejándola sin aliento.
La hizo callar mientras empujaba sus caderas hacia abajo
suavemente, y luego se inclinó hacia su boca, besándola.
—Pensé en llamar a un masajista para ti, pero luego pensé, ¿por qué
pagarle a alguien para que te ponga las manos encima cuando disfruto
tanto haciéndolo yo mismo? Por supuesto, puedo tocarte en algunos
lugares especialmente íntimos a los que ningún masajista podría ir
sin que yo los mate —Estaba sonriendo de nuevo, y el calor
palpitaba a través de ella, nada nuevo sobre eso tampoco.
Su mano se arrastró por su pecho hasta su estómago y más lejos
hasta su sexo. Deslizó un dedo entre sus labios. Podía sentirlo
deslizarse a través de su resbaladiza humedad, pero no la penetró.
Solo acarició.
—Como este, por ejemplo. Ningún masajista en el mundo podría
salirse con la suya ahora, ¿verdad? —gimió en voz baja en respuesta
al ronroneo de su voz y su toque sumamente perfecto.
Su ropa interior todavía estaba alrededor de la mitad de sus muslos,
y mantenía sus piernas rectas y juntas. No estaba segura de poder
separarlas cómodamente de todos modos, y su dedo parecía no
necesitar ayuda para hurgar y acariciar entre sus labios. Cuando
abandonó su sexo, fue para empujar su sostén sobre los montículos
de sus pechos. Su lengua encontró el pico duro de un pezón
mientras lo golpeaba, y luego sonrió de nuevo.
—Estos también sin duda estarían fuera de los límites —Su
seductora voz era tan perfecta, y con cada pronunciación de sus
palabras, se calentaba y se preparaba más.
Pellizcó entre sus dedos suavemente los duros pezones erectos
mientras sostenía sus ojos, y los músculos del estómago se
contrajeron. No fue doloroso, pero fue intenso, y mientras liberaba
la presión, frotó un pezón con la fría palma de su mano mientras sus
labios se cerraban alrededor del otro. Su boca besó un camino lento
por su pecho y el costado de su cuello, pellizcando rápidamente el
lóbulo de su oreja.
—Date la vuelta.
Se dio la vuelta sobre su cadera buena, y las manos suyas al instante
fueron a desabrochar el sostén. Se lo quitó de los brazos y lo arrojó
sobre el asiento de la silla más cercana. Y le sentó a horcajadas sobre
sus muslos, besando la base de su cuello mientras se acercaba por
detrás. Su pecho estaba contra su espalda, y su boca suavemente
chupaba la piel de su cuello. Enviando a medida que aumentaba su
excitación un cosquilleo que irradia a través de sus extremidades. Y
cuando lentamente su boca se movió por su cuerpo, suspiró y se
derritió en su toque.
Movió sus piernas hacia abajo a lo largo de las suyas mientras se
movía más abajo, y cuando llegó a su parte inferior, se tensó. No
quería detener nada de lo que estaba haciendo, pero sus nervios la
tenían temblando y vibrando debajo de él. Pero había poco que ella
pudiera esconder, y mientras besaba suaves y dulces sobre la parte
baja de su espalda, se detuvo por un momento.
—Relájate. Vas a disfrutar con todo lo que te haga —No tenía
ninguna duda, en absoluto ninguna.
Alcanzó el pequeño almohadón y su otra mano pasó por debajo de
su estómago para levantar con cuidado su abdomen mientras
deslizaba la almohada debajo de su ingle. Empujó hacia arriba su
parte inferior, y los nervios que apenas había contenido, golpearon
de nuevo su parte inferior expuesta y vulnerable. Sin embargo,
obviamente no fue una preocupación suya, y mientras su boca se
movió más hacia abajo para lamer y besar las mejillas de su trasero,
finalmente se relajó y dejó ir su tensión contra su dulce boca. Bajó su
ropa interior poco a poco más y más abajo de sus muslos mientras
se movía, y una vez que los quitó de sus piernas, también los arrojó a
la silla antes de volver a extenderse detrás de sus muslos.
Se inclinó hacia su oído.
—Nos vamos a ensuciar un poco ahora, pero te prometo que es más
que seguro para esos tiernos pedacitos tuyos que disfruto tanto —Y
terminó sacudiendo el lóbulo de su oreja y enviando un escalofrío a
través de su núcleo.
Escuchó que destapaba la botella que había traído y luego sintió una
cálida llovizna recorrer la piel de su espalda. Sus dedos se movieron
y acariciaron el líquido sedoso mientras lo frotaba en su piel. Sus
manos masajearon con una presión intensa que era casi demasiado,
y mientras sus palmas empujaban y acariciaban, cada músculo que
tocaba se relajaba y liberaba.
Podía sentir la rígida longitud de su excitación entre sus nalgas, y
estaba demasiado lista para él, pero con cada toque y caricia en su
piel, estaba más que dispuesta a ser paciente.
De nuevo se movió hacia abajo a lo largo de su cuerpo mientras sus
manos trabajaban en sus músculos, y cuando llegó a su trasero, usó
el costado de su mano para correr entre sus mejillas. Le agarro de las
nalgas, separando las mejillas y ahondando entre ellas con sus
pulgares. Este toque debería aterrorizarla, pero no lo hizo. Era tan
embriagador como cualquier otro toque que le había enseñado, y
cuando llegó a la unión de su trasero y sus muslos, giró sus manos
hacia adentro, separando los labios de su vagina con las yemas de
sus dedos. Le acarició los labios con la punta de sus dedos y gimió
con fuerza.
Cuando apartó los dedos de ella, quiso suplicar, pero no lo hizo. Se
congeló, esperando su próximo toque, y llegó pronto. Le separó los
labios con el dedo índice y el dedo medio de una mano y luego
empujó suavemente dos dedos de la otra mano dentro de su vagina.
No pudo sofocar el, —Oh, Dios —que escapó de sus labios, y la risa
cálida que le devolvió dejó una pequeña sonrisa jugando en sus
labios. Movió sus dedos lentamente en su canal, empujando más allá
de sus músculos tensos, y no se detuvo hasta que pudo sentir su
mano contra su entrada. Tarareó su satisfacción cuando sus
músculos agarraron sus dedos.
—Lo único que mejoraría esto sería mucha más luz de la que tengo
ahora. Pero mis dedos están más que felices de compensar lo que
mis ojos no pueden ver.
Empujó y se retiró, al principio poco a poco y luego más rápido. Se
deslizó fácilmente a través de su lubricación y ella jadeaba. Relajarse
se estaba volviendo difícil, y cuando empujó hacia él sus caderas, ni
siquiera el dolor pudo controlar sus movimientos. Pero en el
momento en que gritó cuando una puñalada particularmente
poderosa atravesaba su cadera, detuvo los dedos y, con su mano
libre, la empujó hacia atrás con suavidad para que descansara sobre
la almohada.
Pero no se detuvo. Gracias a Dios que no se detuvo. En cambio, se
quedó muy quieto con los dedos enterrados en su vaina. Sabía que
sus ojos la miraban y quería estirar su cuello y mirarlo.
—¿Puedes tomar un tercer dedo? —Su voz era cálida, sutilmente
desafiante y completamente seductora. Ya se sentía llena con dos
dedos y sus muslos apretados por sus piernas. Pero quería más, y
mientras le daba el permiso que necesitaba, apartó sin prisa sus dos
dedos.
Alcanzó la botella que había puesto junto a la manta, y escuchó de
nuevo que la destapaba. Cuando sus dedos volvieron a su sexo,
estaban resbaladizos contra su piel. Separó sus labios con cuidado,
antes de empujar despacio dentro de ella. La presión era intensa,
pero se movía lentamente. Se sumergió y retrocedió, deslizándose
más dentro de su cuerpo con cada empuje controlado de sus dedos.
Podía sentir que aumentaba la dilatación a medida que sus dedos se
ensanchaban cuanto más avanzaban, y cuando sus masculinos y
largos dedos estaban enterrados hasta los nudillos, se quedó inmóvil
y ella gimió.
Empezó a empujar lentamente, casi tirando por completo de ella
antes de empujar rápidamente de regreso a sus profundidades.
Deseaba con tanta desesperación que le hiciera el amor, pero hizo
que se sintiera tan malditamente bien que no podía soportar pedirle
que se detuviera. También él gemía en voz baja, y podía sentir sus
nudillos rozar la parte posterior de su muslo mientras acariciaba con
la mano libre la longitud de su polla. Imaginó la visión de él mientras
gemía al darse placer a sí mismo, y sus gemidos seguían creciendo
en intensidad hasta que retiró rápidamente los dedos de su cuerpo.
Su pecho regresó a su espalda, y sus labios encontraron su oído. —
Intenta relajarte. Se va a sentir apretado con las piernas cerradas
—Su canal se apretó con fuerza ante nada más que el sonido de su
voz y las palabras que estaba diciendo.
Cuando la cabeza de su polla empujó contra su entrada, trató de
seguir su consejo, pero mientras empujaba despacio más allá de sus
labios, gritó en voz alta ante la intensa presión. No fue dolor, pero
seguro que le dio una oportunidad al dolor. Era lento, pero
insistente, mientras empujaba dentro suyo, y no se detuvo hasta que
estuvo completamente incrustado dentro de ella. Jadeaba y gemía
ante la plenitud, y se quedó quieto mientras se adaptaba a la
sensación de él.
—¿Demasiado?
—¡No! Por favor, no te detengas —La desesperación en su voz fue
inadvertida y la dejó avergonzada, pero cuando se río en su oído, Lo
dejó pasar y se concentró en sentirlo. Se separó gradualmente de
ella, hundiéndose de nuevo con suavidad. Después de cada golpe
construido poco a poco fue aumentando a un ritmo que habría
creído imposible la primera vez que entró así, pero estaba mojada y
resbaladiza por la lubricación, y se deslizó con fuerza más allá de sus
temblorosos músculos a medida que empujaba profundamente en
su cuerpo una tras otra penetración.
Alcanzó el orgasmo rápidamente, y él apretó su pelvis contra su
coño con dureza mientras se soltaba y dejaba que su liberación la
atravesase. Jadeó y gritó cuando empujó con fuerza hacia sus
profundidades, y en el momento en que su liberación alcanzó su
punto máximo, él estaba gruñendo contra un lado de su cuello
mientras agarraba sus manos, y se ponía rígido. Se quedo quieto
cuando se corrió fuerte dentro de ella, y su frente de nuevo se
hundió con rapidez en la base de su cuello cuando al fin se relajó.
Gimió contra su piel en voz baja.
Cuando se apartó de ella, se derrumbó a su lado sobre su espalda, y
rodó hacia ella. Se apoyó en su codo mientras se inclinaba sobre su
cuerpo y la besaba. Su lengua separó sus labios y se sumergió en su
boca mientras su mano bajaba para colocarse entre sus piernas.
Abrió los labios de su sexo, sosteniendo sobre su piel en carne viva
sus dedos fríos. Calmó su dolor y avivó una nueva ola de excitación
que lo dejó riéndose.
—Eres insaciable.
Se sonrojó y Metió un dedo frío en su entrada, acariciándola con
delicadeza. Dejó su dedo dentro de ella, haciéndole cosquillas
lentamente y jugueteando con las paredes de su vagina. La acarició
con un movimiento que fue suave como un susurro y la hizo temblar
de pies a cabeza, y observó su rostro de cerca con cada toque
atormentador e increíble.
Estaba exhausta, más que exhausta, y dejó que sus ojos se cerraran
mientras el masajeaba suavemente. cada onza de piel entre sus
piernas. Se quedó dormida cuando apartó la mano de su sexo y
apoyó la mano sobre su estómago, besándola dulcemente en la
mejilla.
Capítulo 24

La despertó cuando comenzó a temblar, y después de agarrar su


ropa, la acompañó hasta la casa, dejando caer la pila de ropa junto a
la puerta. Comenzó la ducha exterior. Realmente eran un desastre
después de su retozo en la playa con aceite de masaje, y él terminó
con tanto aceite en la parte delantera como tenía ella en la parte
trasera. La sostuvo bajo los chorros de agua tibia mientras lavaban el
aceite, y una vez que de nuevo estuvieron limpios, la condujo a su
dormitorio. Abrió las puertas francesas de par en par mientras ella se
acurrucaba en la cama, y después de un beso rápido, se fue.
Regresó a la playa, asegurándose de que el fuego estuviera apagado
antes de recoger las mantas abandonadas, el vino y la botella de
aceite. Arrojó su ropa y las mantas en la lavadora y la puso en
marcha antes de volver para verla pacíficamente durmiendo. No
tenía la intención de acostarse con ella hasta que su ropa estuviera
seca y lista para el día siguiente, pero al verla tan tranquila, terminó
arrastrándose a su lado y acurrucándose alrededor de su cuerpo.
Estaba acostada sobre su cadera buena y la abrazó por detrás,
deslizando las mantas hacia abajo para ver su cadera. Tiró con
suavidad del vendaje que aún no se había quitado de su piel. Estaba
magullada alrededor del sitio, y pasó con cuidado su mano sobre su
suave piel.
Estaban haciendo un maldito buen trabajo al negarse a pensar en su
enfermedad, gracias a una buena pizca de humor sarcástico y algo
de increíble sexo, pero en la tranquilidad de su habitación, todo eso
se había perdido para él. De repente, todo en lo que podía pensar
era en su mortalidad y en la probabilidad de que sucediera mucho
antes de lo que merecía, antes de lo que cualquiera de ellos merecía.
Estaba tan enamorado de ella, y cuando se lo susurró al oído,
tarareó una respuesta dormida e incoherente. No lo recordaría
cuando despertara, pero necesitaba decirlo. Se levantó por poco
tiempo para echar la ropa en la secadora y luego volvió a estar
contra su cuerpo por el resto de la noche. Vio salir el sol sobre el
océano a través de las puertas francesas abiertas, y esperó tanto
como pudo para levantarse y dejarla. Era una vista increíble, y él
quería que se despertara con ella.
Se retiró a la sala de estar y cerró las gruesas cortinas. Dormiría
hasta tarde y pasaría el tiempo leyendo. Cuando sonó su teléfono
vio que era Ember. Dudó en responder, pero sabía que ella nunca
evitaría hablar con él, y le debía el mismo respeto. Simplemente no
estaba listo para tener esta conversación con ella.
—¿Dónde estáis chicos? —No había hablado con ninguno de ellos
desde el día anterior, y hasta ahora habían pasado demasiadas cosas
para resumir todo fácilmente.
—Nantucket. Tuvimos un día largo ayer y necesitábamos un tiempo
lejos —La pausa que volvió a él decía que estaba considerando sus
palabras, tratando de descifrar lo que le estaba diciendo.
—No entiendo. ¿Pasó algo que no sepamos con la liberación de
Abigail?
—No, pero ciertamente tenemos que empezar a averiguar cómo
vamos a lidiar con los términos de su libertad condicional además de
todo lo demás.
—Supongo que "todo lo demás" es la razón por la que estás en
Nantucket en lugar de aquí —No se perdió mucho.
—Sí. Hablando de eso, tengo un amigo viene esta noche. Su nombre
es Brent Rigley, y espero que vaya directo por la noche a la clínica
para revisar algunas pruebas, pero cuando llegue necesitará residir
en nuestro edificio. Abigail y yo volveremos a casa mañana muy
temprano por la mañana, y si llega antes que nosotros, ¿te
encargarás de que se instale en una residencia?
—Por supuesto —Y luego, después de una pausa demasiado larga,
continuó— ¿Me vas a decir de qué se trata?
Su pausa fue igualmente larga.
—Tiene leucemia.
—Los niños contraen leucemia.
Se río sin humor.
—Curiosamente, no eres la primera persona que recientemente me
dice eso. También los adultos, y ella la tiene.
—¿Va a estar bien? —sonaba asustada.
—Todavía no lo sé.
—Bueno, ¿no puedes simplemente convertirla? —Parecía suplicante,
casi desesperada.
—Es un poco más complicado que eso, Em.
—Quentin, lo siento mucho.
—Hablaremos más sobre ello cuando regrese. ¿Viajarán de nuevo
Angus y Aaron?
—Sí.
—¿Puedes pedirle a Brit que vuelva? No tengo idea de cómo va
resultar esto, pero es posible que necesite su opinión.
—Estás pensando en convertirla... De lo contrario, no necesitarías a
Angus aquí.
—Realmente es más complicado de lo que piensas, Em.
Colgaron poco después y escuchó desde su lugar en el sofá mientras
Abigail se despertaba lentamente. La escuchó bostezar, la escuchó
cambiar y moverse, y finalmente, la escuchó levantarse. Asomó con
timidez la cabeza fuera del dormitorio y la miró a los ojos. Caminó
desnuda por la habitación hacia él y se arrastró hasta el sofá. La
atrajo hacia su regazo, besándola.
—¿Qué quieres hacer hoy?
—Nadar.
—Suena encantador. ¿Puedes esperar hasta que el sol comience a
ponerse?
—Por supuesto.

***

Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa. Se sentía como una sonrisa real.


No parecía realmente posible dadas las circunstancias, pero, de
nuevo, había tenido una noche increíble con Quentin cuando no
tenía por qué divertirse. No era como si su enfermedad no estuviera
al acecho en el fondo de su mente, pero los pensamientos horribles
se habían mantenido fuera de su alcance por un tiempo. No estaba
preparada para lidiar con ellos mañana, pero sabía que pronto
tendría que hacerlo. Pero al mismo tiempo, se sentía extrañamente
ansiosa por terminar con ello. Pero cuando sintió que los brazos de
Quentin la rodeaban con más fuerza, decidió que estaba más que
dispuesta a ceder a su comodidad por un tiempo más.
Era fácil olvidarse de la vida cuando estaba aquí. Este lugar para ella
era como estar en otro mundo. Se recostó en la cama, mirando el
agua durante casi una hora por la tarde. Se acostó boca abajo con
las suaves sábanas blancas arrugadas debajo de su cuerpo desnudo.
Ninguno de los dos sentía mucha necesidad de vestirse cuando
estaban solos los dos. Escuchó cada sonido que este lugar tenía: el
oleaje, las gaviotas, el viento que empujaba y tiraba lentamente de la
hierba alta. No habían bocinazos, gente gritando, o cualquiera de las
miles de otras molestias que deparaba la vida normal.
Podía oír la página ocasional que pasaba mientras Quentin leía. Y
luego podía oír cuando pasaban largos minutos sin pasar páginas. Lo
había espiado una vez solo para ver sus ojos mirando al suelo frente
a él. Su cara estaba floja y triste, y se dejó caer de nuevo sobre su
estómago, bloqueándolo. Pero cada vez que las páginas dejaban de
pasar, escuchaba el silencio desde la otra habitación e imaginaba
verlo mirando al infierno por su causa.
Se unió a ella en la cama una vez que comenzó a ponerse el sol.
Todavía estaba desnuda como él, y estaba acostada sobre su parte
delantera con la rodilla ligeramente levantada. La abrazó por detrás,
mientras acariciaba la piel de su espalda, arrastrando suavemente
sus dedos desde su espalda hasta su trasero.
—¿Lista para nadar? —Asintió con la cabeza y se levantó para buscar
sus trajes.
La vio cambiar, y cuando terminó, la tomó de la mano y caminó con
ella hasta el agua. Su cadera hoy se sentía mucho mejor, pero
todavía era una lucha caminar a través del agua pesada. Se subió a
su espalda cuando llegaron a aguas más profundas y se colgó
flojamente en su espalda, dejando que su pierna y cadera doloridas
colgaran a lo largo de su muslo. Apoyó la mejilla en la parte superior
de su hombro y cerró los ojos.
—¿Qué pasa si no mejoro?
—Vas a hacerlo.
—Bueno, si no lo hago, habrá un millón de mujeres en el mundo
para ocupar mis zapatos una vez que me haya ido…
Apenas pudo pronunciar las palabras cuando se giró para mirarla.
—Voy a perdonar completamente ese comentario irreflexivo e
insensible porque sé que esto es difícil para ti. pero nunca rebajes
nuestra relación o lo que siento por ti —Su voz era áspera, y se
quedó boquiabierta mientras jadeaba.
—Lo siento —susurró las palabras mientras sus ojos continuaban
observándolo, muy abiertos y conmocionados.
La besó y movió sus labios a su oreja cuando terminó con su boca.
—Te amo Abigail. Por favor, nunca sugieras que alguien podría
sustituirte —Asintió y dejó caer su mejilla sobre su hombro. La
abrazó. Se sintieron como horas, y bien pudo haberlo sido. Hacía
mucho tiempo que estaba oscuro, estaba temblando cuando
finalmente salieron del agua, y la cargó hasta la casa. La abrazó bajo
los chorros calientes de la ducha exterior mientras la sal se lavaba.
Susurró que la amaba mientras la abrazaba en la cama, y le dijo lo
mismo. Lo decía en serio, y sabía que también él. Lástima que él era
inmortal, y su cuerpo estaba haciendo todo lo que estaba a su
alcance para demostrar cuán mortal era en realidad.
No estaba lista para enfrentar el mañana. Y cuando sus brazos la
rodearon con más fuerza, dejó muy claro que lo entendía.
—Anímate, cariño. La vida te debe un poco de suerte.
Capítulo 25

—La concentración de blastos inmaduros es mucho más alta de lo


que me gustaría ver en su médula ósea. Ha estado enferma por un
tiempo si estuviera adivinando. Y es aguda; se está moviendo rápido.
La tasa de supervivencia a cinco años en una persona relativamente
sana es inferior al 50%, pero dados sus niveles, no creo que se
acerque a eso.
Su corazón latía con fuerza y Rigley lo observaba con una expresión
de curiosidad en su rostro. Quentin había dejado a Abby sumergida
en la bañera después que regresaron a casa y aprovechó el tiempo
para buscar a Rigley. Ember ya le había enviado un mensaje de texto
que había llegado, y aunque estaba aterrorizado de encontrarse con
su viejo amigo, era el momento; pero ahora, parado frente a él,
parecía que no podía encontrar su voz, excepto el fuerte sonido de
tambores que salía de su pecho. Nada más necesitaba ser dicho
entre los dos hombres.
—Lo siento, Quentin. Obviamente es muy importante para ti.
Preferiría que tuviera cualquier tipo de leucemia menos esta. La
AML24 es difícil. Su subtipo es aún más dura. Si se hubiera
descubierto antes, pero... definitivamente es seguro, que hay
metástasis. CNS25 y del sistema linfático. No sabré sobre otros
sistemas a menos que hagamos una tomografía computarizada.
—¿Y qué tratamiento recomendarías?
La respuesta fue un profundo suspiro que dejó a Quentin devastado.
El especialista pensaba que su caso era incurable. Lo hacían obvio su
lenguaje corporal y reacción.
—Medícala con una combinación de quimioterapia, intravenosa e
intratecal26 para tratar al sistema nervioso central. Radiación en
algún momento si una tomografía computarizada la respalda.
Supongo que lo hará. Si tenemos suerte, y estoy hablando de una
posibilidad realmente remota, podemos hacer que entre en
24
Acute Myeloid Leukemia - AML: En español. Leucemia Mieloide Aguda (LMA).
25
Central Nervous System - CNS: En español. Sistema Nervioso Central (SNC).
26
Quimioterapia intratecal: Los medicamentos contra el cáncer se inyectan en el espacio intratecal.
remisión27. Manteniéndola en remisión incluso si la llevamos allí... —
Estaba sacudiendo la cabeza mientras su voz se apagaba.
—¿Eso es todo? Está muerta.
—Lo siento. Es una pregunta difícil. ¿Quieres que se lo diga?
—No. Se lo diré.
Ni siquiera recordaba haber caminado por los pasillos de regreso a
su residencia. Miró al suelo mientras tropezaba con sus pies. Y
cuando entró en el ascensor, casi se derrumbó de rodillas en
lágrimas. Pero en lugar de eso, se quedó mirando con un estupor sin
vida a la pared.
Cuando entró en su residencia, la encontró sentada en el sofá. Su
cara estaba relajada, su cabello estaba mojado y recogido en un
desordenado moño, y obviamente asumió que se había escabullido
para hablar con Rigley. Llevaba un par de vaqueros desteñidos
arremangados hasta los tobillos con una bota ancha y una camiseta
ajustada al cuerpo tan desteñida como sus vaqueros. Se veía
increíble y muy viva. Se le acerco mientras se levantaba, atrayéndola
a sus brazos y besándola en el cuello. Cuando la soltó, lo miró a los
ojos y casi le rompió el corazón.
Parecía esperanzada, nerviosa pero esperanzada, y cuando vio su
expresión, esa esperanza se desvaneció lejos ante sus ojos y dejó
unas huellas absolutas de desesperación. Respiró hondo cuando sus
ojos se apartaron de los suyos y se sentó en el sofá. Él se hundió en
el suelo frente a ella, sosteniendo sus manos entre las suyas. Fue una
lucha mantener su mirada, pero se merecía ese respeto, y se lo dio,
aunque su sola visión era dolorosa.
—Por favor dime.
Su mandíbula se apretó con fuerza mientras luchaba por encontrar
las palabras.
—Tienes Leucemia Mielógena Aguda. Aguda significa que se está
moviendo rápido. El Dr. Rigley cree que has estado enferma por un
tiempo —Sus ojos parecían desenfocados mientras hablaba—. El

27
Remisión: es la disminución o desaparición de los signos y síntomas del cáncer.
nivel de células blásticas en la médula ósea es excesivamente alto y
los resultados de la punción lumbar muestran que se ha propagado
a tu sistema nervioso central. Tus glándulas inflamadas indican que
es probable que también se haya extendido a tu sistema linfático,
aunque tendremos que confirmarlo con una tomografía
computarizada —Podía oír el temblor en su respiración mientras
intentaba respirar, y su propia voz quedó atrapada en un irregular
jadeo.
—Pero en realidad no importa, ¿verdad? ¿Cuál es el punto de ello?
—No tenía sentido. Iba a morir independientemente de lo que
cualquier tomografía computarizada del mundo pudiera decirles, y
lo sabía— ¿Cuánto tiempo tengo?
No tenía una buena respuesta a esa pregunta.
—Es difícil de decir. Con tratamiento de quimio, tal vez radiación, tal
vez podamos…
—¿Cuánto tiempo?
—No mucho —Sus ojos se posaron en su regazo y luego brotaron
las lágrimas. Se arrodilló entre sus piernas, atrayéndola a sus brazos,
y sollozó contra su cuello. Su respiración estaba entrecortada, y
mientras escuchaba su corazón, comenzó a acelerarse, y comenzó a
tartamudear mientras sollozaba.
—No quise decir eso. No lo hice. Pensé que lo había hecho. Pensé
que quería morir… pero me equivoqué —Estaba sollozando y
ahogándose con las palabras cuando él se apartó de ella. Sus ojos
estaban muy abiertos y aterrorizados y lo dejaron jadeando en
absoluta impotencia. Su ceño se estremeció mientras su rostro se
contraía por el miedo. Estaba entrando en pánico— No quiero morir.
No puedo... No puedo... Por favor... Por favor... Podrías morderme.
Podrías... Te lo prometo... Te prometo... No se lo diría a nadie. Nadie
tiene que saber… Por favor… Por favor, no me dejes morir... —
Estaba rogando. Estaba jadeando por aire, y la sacó del sofá a su
regazo mientras se hundía en el suelo con ella. La abrazó con fuerza
mientras la hacía callar, y las lágrimas picaron en la parte de atrás de
sus ojos. No podía tolerar su miedo, su dolor, su desesperación, y
eso lo dejó deseando morir junto con ella.
—No lo entiendes. No es tan simple —Apenas podía hablar por su
comprimida garganta.
Sollozó y suplicó, arañando y agarrando su piel mientras una ola de
pánico tras otra la golpeaba hasta que se le acabaron las fuerzas y
simplemente se derrumbó en estupor en su regazo. Odiaba eso casi
tanto como su pánico. Estaba casi inconsciente por el agotamiento
emocional y físico, y cuando sus hombros y sollozos finalmente se
desvanecieron, se puso de pie con ella en sus brazos y la llevó a la
cama.
La acostó suavemente y tomó su rostro entre sus manos. Secó las
lágrimas de sus ojos mientras las suyas empezaron a caer en silencio.
Nada de lo que pudiera hacer evitaría que la perdiera, y ambos lo
sabían. Era la píldora más difícil de tragar, y mientras sostenía sus
ojos, los de ella se cerraron lentamente con tristeza. Pensaba que
enamorarse y sentirse tan cerca de alguien sería la parte imposible
de la vida. Nunca imaginó que la encontraría sólo para perderla.
La miró, acariciando su frente mientras poco a poco se dormía. Se
sentó inmóvil mientras su teléfono celular emitía el pitido de uno
tras otro mensaje de texto de preocupación de Ember. Su mente se
perdió en imágenes del cuerpo muerto y sin vida de Abigail. Parecía
que no podía evitar que las imágenes se infiltraran en su cerebro.
Durmió durante horas y la miró durante horas, atormentándose con
su muerte. Y cuando dejó que las imágenes lo torturaran durante el
tiempo suficiente, se puso de pie, caminó hasta su clínica y atravesó
con el puño la pared de azulejos, escuchando los huesos crujir y
romperse por la fuerza.
Cayó de rodillas en el suelo y lloró. Permaneció derrumbado contra
la pared, perdido en la miseria hasta que la puerta central del
corredor se abrió de golpe.
—¿Por qué diablos no contestas tu maldito teléfono? ¡Me tienes
preocupada! —Ember atravesó la puerta como una loca con Angus
pisándole los talones, pero en el momento en que lo vio, su irritación
desapareció. Rigley entró detrás de ellos y Quentin se recompuso lo
mejor posible.
Cuando los ojos de Angus se posaron en el agujero en la pared,
suspiró en voz alta, palmeó suavemente el hombro de Quentin y
permaneció en silencio durante un largo momento.
—Ember me lo dijo. Ahora sabes que no discutiré si la conviertes,
entonces, ¿por qué eres tan jodidamente melodramático?
Rigley respondió, ahorrándole la tortura de explicar por qué la
condición de Abigail era tan grave.
—El cáncer es complicado. El cáncer de sangre es más que
complicado. De hecho, es una de las áreas de estudio de Quentin —
Lo observaron con interés mientras Quentin permanecía de pie
mirando al suelo—. Las células cancerosas no se mezclan bien con la
toxina. Una de las áreas de investigación de Quentin es estudiar el
efecto que las células cancerosas tienen sobre nuestra toxina, y
digamos que no es bonito. No hay casos conocidos de convertir a un
humano con cáncer. La toxina no se lleva bien, no puede replicarse
rápidamente y, en última instancia, estimula la replicación de las
células cancerosas. La carga de células cancerosas termina
explotando y matando al huésped antes de que la toxina tenga la
oportunidad de arraigarse. ¿Quién iba a saber que el cáncer era
mucho más fuerte que nuestra toxina?
—La matará… será como darle a su cáncer una inyección de
esteroides para el cáncer y soltarlo para causar estragos en su
cuerpo —Quentin murmuró las palabras mientras los miraba.
—¿No puedes darle sangre a través de un tubo NG28 como lo hiciste
conmigo para salvarme la vida? —habló Ember; parecía casi tan
preocupada como se sentía Quentin. Era casi conmovedor poder
pensar en cualquier cosa menos en Abby. Pero le faltaba un factor
muy importante allí.
—Ingerir sangre no hace nada por ella a menos que podamos
hacerla pasar por la transición. El problema es suprimir el cáncer lo
suficiente como para que la toxina pueda arraigarse… y hacer todo
eso sin matarla.
28
Tubo NG: O sonda Nasogástrica también llamada sonda gastronasal.
—Podríamos intentarlo —dijo Rigley mientras los ojos de Ember se
posaban en él— Pero habría pocas esperanzas de que funcione.
—Va a morir —Ember lo miraba, suplicándole— ¿No vale al menos la
pena intentarlo?
—Si hacemos esto y fallamos, lo cual muy probablemente sucederá,
entonces muere ahora. Si la tratamos, podemos alargar su vida…
—Y ese era el núcleo de su argumento. No podía imaginar perder
tiempo con ella. Pero no podía imaginar aún más perderla ahora.
Sabía que no tenía sentido, pero no podía soportar que muriera hoy,
mañana o incluso dentro de un par de días.
—¿Por cuánto tiempo? —Prácticamente gritaba.
Angus estaba de pie tranquilamente, evaluando sus interacciones.
—No puedes curarla.
—Ya has dicho eso.
—Así que, ¿por cuánto tiempo? —Estaba sacudiendo la cabeza con
frustración— ¡Bien! ¡Así que trátala ahora e intenta convertirla más
tarde! ¿No puedes hacer eso?
De nuevo intervino Rigley.
—Se debilitará con el tiempo. Incluso con tratamiento, Se
descompensará bastante rápido. Está demasiado avanzada y es
demasiado severa. Su composición sanguínea seguirá
deteriorándose. Nunca va a estar tan saludable como lo está hoy, y
es tan poco saludable como su cuerpo puede tolerar.
—¡Entonces conviértela ahora! Eres un gran médico. Puedes hacerlo.
Tienes que intentarlo —sonaba tan desesperada como él se sentía.
Quería más que nada intentar salvarla. Quería creer que era posible,
pero había visto con exactitud las suficientes veces cómo se
desarrollaba esto bajo un microscopio para saber que si la mordía
equivaldría a un asesinato. Salvarla era una quimera, una quimera
muy, muy agradable. Pero no podía ahora ser responsable de
matarla, sabiendo que podría sobrevivir por otro mes, tres, tal vez
más si tenían suerte.
—No sabes lo que estás pidiendo, Em —Entendía bastante su
desesperación, pero no tenía idea de lo que esto significaba—. Me
estás pidiendo que mate a la mujer que amo. Si ella puede tener un
mes o dos... No puedo quitarle eso. No cuando no hay ninguna
posibilidad de que sobreviva a esto —Casi estaba gritando.
—¿Pero hay alguna posibilidad? —Se dieron la vuelta al sonido de su
tranquila voz en la puerta. Hablaban tan alto que no la oyeron
acercarse. Estaba de pie justo al otro lado de la puerta del pasillo,
mirando a sus pies como si no pudiera decidirse a ser parte de ellos.
Pero los había oído. El aleteo de su corazón lo dejó claro. Lo miró a
los ojos con una inclinación de cabeza—. Lo siento, pero un mes no
es suficiente para nosotros —Y luego sus ojos volvieron a mirar al
suelo.
—No sabes lo que estás pidiendo —Caminó hacia ella, agarrando sus
manos—. Incluso diciendo que esto probablemente te matará no
afecta lo seguro que estoy de que no puedo mantenerte con vida a
través de esto. He estudiado minuciosamente las células cancerosas
y la toxina del vampirismo. Solía pensar que había una cura potencial
para el vampirismo en las células cancerosas, pero es demasiado
volátil. No es algo que haya podido controlar.
—Prefiero que trates de salvarme que esperar a que muera. Quién
sabe, tal vez pueda sacar provecho de una poca de esa suerte que
me debe la vida —Sus ojos estaban fijos en los suyos mientras
hablaba en voz baja.
—Podríamos darle una sobredosis de Ara-C —dijo Rigley.
—No.
—Una dosis de arsénico… Su subtipo responde al tratamiento con
arsénico —dijo otra vez Rigley.
—No. Has perdido la puta cabeza.
—Tengo un ECMO29 en espera por si acaso tiene insuficiencia
cardíaca.
No podía creer que el hombre estuviera tan entusiasmado con
matarla.

29
Extracorporeal membrane oxygenation - ECMO: En español Oxigenación por Membrana Extracorpórea (OMEC) es un
sistema de asistencia mecánica circulatoria y respiratoria.
—¿Por si acaso? No hay por si acaso. La sobredosis de la
quimioterapia la pondrá totalmente en fallo renal, y no podremos
hacer nada al respecto. Hay pocas posibilidades de que su corazón
no falle después de eso.
—Espera. ¿Qué estás diciendo? —Ember no estaba dispuesta a
permanecer en silencio por más tiempo. Pero tampoco estaba de su
lado de ninguna manera.
—Quiere darle una sobredosis de medicamentos de quimioterapia.
Destruirá sus riñones, y conducirá a una insuficiencia cardiaca. Si su
sangre no puede moverse, no puede hacer la transición.
—No quiero darle una sobredosis. Quiero bajar sus niveles de células
blásticas para dar a la toxina del vampirismo una oportunidad de
pelear en la transición suya.
—Y si la dejas sin glóbulos blancos, sin plaquetas… no has hecho
más que matarla y hacer que sea imposible volver atrás —De nuevo
estaba gritando.
—¿Podría alguien explicarme de qué está hablando? —La voz de
Abigail apenas se escuchó en medio de la acalorada discusión, y la
habitación se quedó en silencio en un instante cuando todos los ojos
se volvieron hacia ella.
Quentin sostuvo su mirada, bloqueando a todos en la habitación
menos a ellos. Si iba a considerar hacer esto, la decisión se tomaría
entre ellos dos de todos modos y no en una habitación llena de
optimistas que se negaban a creer que esto podría matarla.
—Una sobredosis de quimioterapia comprometerá tus riñones. La
insuficiencia renal por sí sola fácilmente te matará. Y debido a que
no podemos tratarlo con diálisis sin comprometer la toxina que
necesitamos en tu sangre, tendríamos que dejar pasar el fallo renal.
Eventualmente terminaría en insuficiencia cardíaca. No tienes
ninguna posibilidad de sobrevivir o hacer la transición si tu corazón
se detiene. Tenemos que mantener tu sangre en movimiento, y la
única forma en que podemos hacerlo es ponerlo en derivación o
ECMO. Pero entonces… estás muerta en ese punto. No hay nada
que te retraiga de una sobredosis de quimioterapia como esa, y
mucho menos de una insuficiencia renal e insuficiencia cardíaca.
Básicamente, tendríamos que matarte, y hay pocas posibilidades de
que funcione. Tus riñones recibirían un disparo, tu corazón estaría
casi muerto, y además de eso, tenemos que preocuparnos de que la
quimioterapia elimine tus glóbulos blancos y plaquetas. Una vez
infectada, no podemos darte una transfusión de sangre porque
nuestra toxina ve la sangre extraña como una amenaza y provoca
una respuesta inmunológica que te mataría. Si estuvieras en
transición, podría darte sangre directamente en tu estómago a
través de un tubo NG que ayudaría a tu cuerpo a sanar, pero el
cáncer lo dificultará, si no es que imposibilitará, que la toxina se
apodere de sus células sanguíneas de la forma en que lo hace,
necesitamos empujarte a través de la transición. Alimentarte con
sangre no sirve de nada si no podemos ayudarte a superar la
transición —La miró, esperando algún tipo de reacción.
—Y aquí pensando que ibas a decir que era inútil... —Su sarcasmo
tenía las esquinas de sus labios levantándose por medio segundo—.
Odio agregar una preocupación más a la mezcla, pero se espera que
reanude el tratamiento ambulatorio en un par de semanas. Quiero
decir, suponiendo que pudiera sobrevivir a esto, ¿cuánto tiempo
tomaría? ¿Podríamos esperar hasta después de este tratamiento
ambulatorio que tengo que hacer, o…?
—Su mejor oportunidad es ahora, y cuanto más esperemos, más
difícil será. Si usted quiere hacer esto, hágalo ahora. —De nuevo
estaba hablando Rigley, pero los ojos de Abigail seguían fijos en los
de Quentin—. Tu libertad condicional no puede ser tu preocupación.
Te ocupas de eso más tarde, si…
—¡No hay ningún sí! —espetó a Rigley y luego se volvió hacia ella—:
No puedo matarte. Por favor no me pidas que te mate.
—Estoy muriendo. No tienes que matarme para que eso suceda.
Todo lo que quiero es que intentes salvarme. Por favor —Le
suplicaba y estaba tan decidida a bloquear a todos los demás como
él. Y luego, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y los de él
picaban, habló—. No sé qué va a pasar, pero dentro de un mes,
cuando todavía me esté muriendo y no tengamos tiempo, te
arrepentirás de no haberlo intentado ahora. No soporto la idea de
perderte, pero si tengo que hacerlo, al menos me gustaría luchar por
más tiempo —Parecía que no podía apartar su mirada de ella. La
habitación quedó en silencio durante largos segundos.
—Ustedes dos necesitan tiempo para hablar de esto, y no estamos
ayudando en este punto —Era Ember, y cuando Quentin la miró, vio
una lágrima que caía por su mejilla. Agarró el brazo de Angus y
empezó a tirar de él hacia la puerta—. Vamos. Seguro que tu
prometida te está buscando. Has estado fuera durante mucho
tiempo y tienes una boda próximamente. Pero Angus no parecía
poder apartar su ojos de ellos.
Cuando Angus se acercó a Abigail, parecía solemne. Angus solía ser
según muchos, un alma irritantemente tranquila y relajada, pero
evaluó a Abigail con una expresión seria mientras ella apartaba
finalmente la mirada de Quentin.
—Debes ser especial. Muy especial para que Quentin se haya
enamorado tanto de ti —Y luego, mientras se inclinaba hacia su
mejilla y la besaba suavemente, terminó—. Tienen mi apoyo. Sea lo
que sea que decidas hacer, tendrán nuestro apoyo —Y luego le dio
otra palmada en el hombro a Quentin antes de salir de la habitación
con Ember.
Rigley se quedó atrás; Quentin sabía que lo haría.
—¿Puedes tomar esta decisión para mañana por la mañana?
Realmente no podemos perder tiempo en su tratamiento de
ninguna manera —Ambos asintieron. Rigley frunció los labios por un
momento y también asintió levemente—. Bueno, ojalá no nos
hubiéramos conocido en tales circunstancias, Abigail, pero es bueno
conocerte. Les deseo todo lo mejor, y los veré a ambos mañana por
la mañana —Y luego el hombre se fue.
Se quedó mirándola. No estaba muerta. Al menos no todavía, y no
tenía derecho a empezar a verla de esa manera. Podía oír los latidos
de su corazón mientras estaba de pie frente a él, ver la preocupación
y la inseguridad en sus ojos, y Dios, cómo quería salvarla. Quería
hacer todo lo que le pedía que hiciera. Pero estaba aterrorizado de
terminar matando a la única persona en el mundo que significaba
algo para él.
—Di algo —Lo estaba mirando. Su expresión parecía culpable, y él
se quedó aturdido.
—¿Qué te gustaría que dijera? —Había una leve sonrisa tirando de
sus labios. Finalmente estaban solos y ninguno de los dos parecía
capaz de llevar la conversación de vuelta a lo que realmente
deberían estar hablando: el cáncer de ella, su falta de voluntad para
matarla por tratar de salvarla; más o menos todas esas cosas
terriblemente desagradables por las que habían pasado discutiendo
los últimos quince minutos. Solo se miraban el uno al otro.
—Podrías de nuevo decirme que me amas. Disfruto escuchar eso
mucho más que tu confusa jerga médica.
Sabía que se apoyaba en su sarcasmo en momentos de necesidad
estaba trabajando horas extras en este momento.
—Sí. Muchísimo. Te amo.
Pero mientras él hablaba, su rostro se entristeció y volvió a ponerse
muy seria.
—Yo también te amo. No te mereces esto.
—No te mereces esto. No nos merecemos esto —Lo decía en serio,
y esperaba como el infierno que también entendiera cuán
devastador era esto para él. Definitivamente no se merecían esto—.
No quiero volver a nuestro apartamento todavía. ¿Podemos subir un
rato a la piscina?
—De acuerdo.
Capítulo 26

Era bien pasada la medianoche, y gracias a haber dormido ese día


durante varias horas más temprano su desesperación, estaba
despierta. El recinto de vidrio en el que se encontraba la piscina
estaba en silencio, y sus pasos resonaban mientras caminaban por la
habitación hacia las grandes tumbonas planas. Eran demasiado
anchas con suaves sábanas blancas sobre ellas, ciertamente no
como cualquier tumbona que hubiera visto antes.
—Empiezo a pensar que te gusta el sexo al aire libre, y esto es
simplemente lo más cerca que puedes estar dadas las circunstancias.
Su mano apretó la de ella y la miró.
—Supongo. Preferiría estar afuera ahora mismo. En poco tiempo no
podremos disfrutar de este —Por medio segundo su corazón dio un
vuelco. Asumió, por supuesto, que se refería al hecho de que estaría
en poco tiempo muerta, y como seguramente escuchó la carrera
aterrorizada de su corazón, se detuvo a mitad de camino, se volvió
rápidamente hacia ella y la besó. Cuando se retiró de nuevo, sacudió
un poco la cabeza—. Es casi el otoño, y a menos que te guste hacer
el amor en la nieve, no, no podremos hacer el amor afuera por
mucho más tiempo, al menos no hasta el próximo verano —Se
calmó, pero apenas.
Se quitó la ropa antes de meterse en el agua y lo siguió. El agua
estaba tibia y se zambulló hasta el fondo, dejándose hundir antes de
empujarse hacia atrás desde el fondo de la piscina. La observó
mientras salía a la superficie, y ella también lo miró. Se quedaron en
silencio mientras nadaba hacia ella. Quería estar con él para siempre,
y estaba desesperada por sobrevivir a esta maldita cosa, aunque
solo fuera por esa razón. Mantuvo su enfoque en él, imaginando lo
que sería vivir totalmente en su mundo, pertenecerle por completo y
nunca tener que considerar el perderlo. Y no solo porque se estaba
muriendo.
Cuando se acercó, ella se alejó con una sonrisa y nadó hacia la
escalera, levantándose y caminando hacia la tumbona. La tumbona
era tan ancha como una cama grande, con un colchón suave y
esponjoso. Era ajustable en la cabeza estaba sentada con la cabeza
parcialmente levantada. Se secó mientras él también nadaba hacia
las escaleras, observándola atentamente. Estaba inexpresivo, y no
podía entender lo que estaba pasando por su mente.
Se subió a la tumbona y se apoyó en la cabecera elevada de la cama.
Extendió las piernas y las abrió mientras él salía de la piscina y se
acercaba al pie de la tumbona, y vio cómo sus ojos se posaron en su
sexo, y una bocanada de aire dejó sus pulmones. Estaba haciendo
imposible que ignorara sus necesidades, y aunque del todo no
estaba segura por qué su necesidad por él era tan fuerte en esta
noche de entre todas las noches, lo era. Necesitaba desaparecer de
su pesadilla por un tiempo, y él era muy efectivo ayudándola a
hacerlo.
—No tenemos que hacer esto esta noche. No es por eso que
estamos aquí —Pero su polla decía que quería, al igual que sus ojos
que parecían no poder dejar de mirar los labios abiertos de su sexo.
—Por favor.
La miró antes de trepar entre sus piernas, dejando que su pene
rozara y permaneciera sobre su vientre mientras se inclinaba para
besarla. Cuando asintió, suspiró.
—Simplemente no quiero que pienses que es por eso que quería
estar a solas contigo.
—Lo sé.
Estaba duro como una roca cuando deslizó su mano alrededor de su
circunferencia mientras se cernía sobre su cuerpo, y los músculos de
su estómago se tensaron.
—Mierda. Me siento culpable deseándote tanto en este momento
—Habló con la mandíbula apretada.
—El hecho de que me quieras incluso ahora...
No podía entender cómo decirle cuánto significaba para ella que él
todavía la deseara, así que solo ofreció una débil sonrisa mientras
sacudía la cabeza en algo cercano a la incredulidad.
Tener cáncer la hacía sentir fea, más que fea. La dejó sintiéndose
como si fuera un podrido cadáver, y era realmente difícil concebir
cómo este hombre todavía podía quererla. Pero lo hizo. Gracias a
Dios. Necesitaba que la deseara, no porque el sexo siempre fuera la
forma en que quería salir de este mundo, sino porque significaba
que todavía era... bueno, Abigail. Ya sea que estuviera pronto
muerta o no, todavía no estaba. Todavía no.
Y así lo tocó, sabiendo que esta podría ser su última noche juntos. Si
accedía a sus deseos, y lo más probable es que así fuera. Sujetó con
su mano suavemente alrededor de su eje, y él gritó en voz baja, y
cuando rodó de su cuerpo para acostarse de espaldas a su lado, y se
inclinó para lamer solo la cabeza de su pene, él gimió. Chupó la
cabeza con su boca mientras sus dedos se enredaban en su cabello,
y hundió su boca sobre él aún más, y él gruñó. Jaló y soltó mientras
él agarraba y retorcía en su cabello sus dedos en la coronilla de su
cabeza. Podía sentir sus dedos temblando y retorciéndose contra su
cuero cabelludo.
Cuando soltó su polla, la lamió lenta y pacientemente y plantó
pequeños besos a lo largo de su longitud mientras bajaba. No quería
perderse ni un solo momento o experiencia con este hombre. Llegó
entre sus piernas, a sus pesados y masculinos testículos, y pasó sus
dedos suave y delicadamente sobre la piel. Su excitación hizo que
sus testículos se tensaran y apretaran contra su cuerpo, pero eran
grandes, y cuando dejó que su lengua vagara sobre la piel tensa,
perdió el control de su respuesta hacia ella. Gimió, maldijo y gruñó, y
en su cabello sus dedos apretaron su agarre. No le dolió que su
mano estuviera una vez más envuelta con fuerza alrededor del eje
de su polla, acariciando su longitud mientras su boca chupaba con
suavidad, una bola y luego la otra.
Pasó los dedos de su otra mano por la parte inferior de su saco y
acarició provocativamente la suave piel cerca de su ano. Su aliento
fue exhalado en una carrera por este toque, y sus muslos se
contraían con cada movimiento suyo. Quería conocer hasta el último
centímetro de su cuerpo. Quería ir más lejos, pero no lo hizo. En
cambio, viajó de regreso a lo largo de su rígida longitud, dejando que
sus labios se arrastraran por la piel, y luego nuevamente lo chupó
profundamente en su boca cuando llegó a la cabeza. Cada nuevo
toque de su boca o de su mano provocaba una nueva reacción que
mostraba su desenfrenada excitación.
—Déjame correrme en tu boca. Quiero que me pruebes —Se sentó
mientras se ponía de rodillas y se movía entre sus piernas. Cuando
ella tiró de la cabeza de su polla en su boca, él gimió y su cabeza
cayó hacia atrás. Levantó la mirada a lo largo de su pecho, dejando
que sus ojos recorrieran los músculos duros de sus pectorales y las
venas tensas de su cuello, y cuando bajó la cabeza para mirarla, sus
colmillos brillaban y eran largos, su mandíbula temblaba y parecía
que quería devorarla.
Se corrió en su boca, arrojando su liberación salada por la parte
posterior de su garganta. Tragó cuando su pene se flexionó en su
boca y continuó empujando más semen en su garganta. Estaba
agarrando las duras y redondas mejillas de su trasero, sosteniéndolo
contra ella, y chupó y tiró de su longitud mientras los músculos de su
estómago temblaban y se contraían.
Sus manos le acariciaron el cabello mientras disminuía la velocidad y
la succión de su boca, y cuando finalmente lo liberó, levantó su
barbilla para mirarlo. Le acarició la línea de la barbilla con el pulgar
mientras jalaba su labio inferior hacia su boca con sus dientes. Podía
sentir el perfecto sabor salado y metálico de su cuerpo en su labio.
Lo soltó, inclinándose hacia adelante y besando los tensos músculos
de su estómago. Su mejilla rozo su todavía dura excitación, y él
gimió en voz baja mientras succionaba suaves besos a lo largo de su
estómago.
Abigail se hundió de nuevo en la tumbona, mirándolo alto entre sus
piernas, y vio cómo su mano se cerraba alrededor de su polla,
acariciando lentamente la longitud. Parecía que no podía apartar los
ojos de él, y no fue hasta que él se inclinó sobre ella y la besó en la
boca que finalmente dejó que sus ojos se cerraran. Pero no duraron
cerrados por mucho tiempo.
—Ahora, diría que te debo un orgasmo después de eso.
***

Le ofreció una pequeña sonrisa cuando abrió los ojos, y el olor


rápido de su excitación lo golpeó y envió una sacudida de necesidad
directamente a su polla. Definitivamente no había terminado con
ella por la noche.
Asintió con la cabeza despacio, mirando sus ojos. No perdió tiempo
en succionar su pezón en su boca mientras tiraba del otro con sus
dedos. Ella gimió en voz baja, y supo que la succión que estaba
infligiendo sería casi dolorosa. La soltó, aliviando su pecho con el
toque frío de su palma.
Eran tan buenos centrándose el uno en el otro en lugar de todas las
duras realidades que tenían y en las que probablemente deberían
estar pensando, pero lo necesitaban tanto. Lo necesitaba, y no había
nada que no le diera en este momento.
Quería que tuviera todo de él durante todo el tiempo que pudiera
entregarse a ella, y aunque era una lucha constante sacar de su
mente la verdadera situación en la que se encontraba, lo hizo. Lo
obligó. Se mordió la lengua cuando lo necesitaba, apretó los dientes
para alejarla y la miró, hermosa y tan viva, observándolo de manera
tan atenta y dulce.
Empujó sus rodillas hacia afuera mientras bajaba por su cuerpo,
colocándose entre sus piernas. Se inclinó hacia su sexo, besándola
dulcemente. Se apartó, usando sus dedos para separar suavemente
sus labios. Los contuvo, arrastrando la punta de la lengua hacia
arriba por un lado y hacia abajo por el otro. Movió su clítoris con su
lengua antes de lamer su entrada y empujar su lengua dentro de su
coño. Podía saborear su semen, y sus colmillos ya inervados
palpitaban en su mandíbula. Tuvo cuidado, aunque no estaba seguro
de cuál era el propósito de mantener sus dientes alejados de su piel
en ese punto. Lamió y empujó profundamente su lengua y la metió
en su calor.
Nunca podría cansarse de su olor y sabor. Era una de las cosas más
singulares que poseía, y quería que siempre le perteneciera. Frotó su
palma hacia arriba y sobre la piel suave y flexible de su montículo. Él
mantuvo su mano allí, presionando ligeramente hacia abajo mientras
sus labios se enganchaban a su clítoris. Ella see retorcía bajo su
palma mientras azotaba con la lengua con dureza, su apretada
protuberancia, y cuando finalmente se corrió, levantó la palma de su
mano y empujó su pelvis hacia arriba, casi empalando su carne con
sus colmillos. Pero cambió su ángulo y la chupó a través de su
orgasmo. Cada músculo en ella estaba apretado, y estaba gruñendo
y gimiendo contra la insistente succión de su boca contra su clítoris.
Sus caderas finalmente regresaron a la tumbona, y él finalmente
relajó el apego de su boca a su coño. Se arrastró por su cuerpo.
Estaba duro otra vez, o tal vez todavía lo estaba. Realmente no
importaba por qué, tan solo estaba listo para ella, y mientras le
separaba los muslos, empujó la cabeza más allá de sus labios. Se
quedó inmóvil, jugueteando con su coño mientras trataba de
apretarse a su alrededor, queriendo más de él. Su orgasmo apenas
se desvaneció, y él empujó a través de su tensión, deteniéndose y
torturando todavía esa espasmódica presión.
Cuando de nuevo empujó un poco más profundo, se detuvo y gimió
de frustración. Empujó cada vez más y más lejos, atormentando su
paciencia y dejando que su cuerpo se apretara alrededor de suyo
mientras trataba de atraerlo dentro de ella. La máxima tortura llegó
cuando se separó de ella y rodó sobre su espalda a su lado. No había
terminado, por supuesto, pero la retirada la dejó gimiendo y
rodando hacia él.
—No estás siendo amable —murmuró mientras se levantaba hasta
el codo. Su sonrisa le aseguró que, aunque bien podría estar
desesperada, sin duda estaba disfrutando el juego.
Se río cálidamente.
—Puedes tomar lo que quieras de mi cuerpo, pero vas a tener que
hacerlo. Ahora, ¿qué tal si me muestras lo hermosa que te ves
montando mi polla?
Era impresionante. Se hundió sobre su erección con un silencioso
gemido, y se movió sin prisa hacia abajo hasta que estuvo sentada
sobre sus caderas. Estaba más profunda de lo que jamás había
empujado dentro de ella, y no usó sus rodillas para sostenerse, sino
que dejó que todo el peso de su pequeño cuerpo mantuviera su
polla enterrada hasta la médula. Comenzó a mecer sus caderas,
moliendo y follando su cuerpo, y él solo miraba, hipnotizado por la
vista de ella follándolo. Cuando su ritmo suave cambió a un ritmo
más rápido, se puso de rodillas, empujando con fuerza sus caderas
una y otra vez.
Sus labios se abrieron y jadeó mientras colocaba su cuerpo sobre el
de suyo. Sus manos sostuvieron sus caderas, sintiendo los vigorosos
movimientos bajo sus palmas, y cuando él frenó el balanceo de sus
caderas, era sólo para pedirle que se diera la vuelta. Parecía
vacilante mientras se movía para sentarse a horcajadas sobre sus
caderas de espaldas a él, pero se colocó en su posición.
—Pon tus manos en mis rodillas —Obedeció y él sostuvo su erección
mientras ella bajaba. Cuando se hundió sobre su longitud, él agarró
sus nalgas, separando sus mejillas y viendo cómo su coño se
distendía con su amplitud. Dejó que su pulgar que estaba agarrando
su mejilla recorriera hacia abajo entre la hendidura de sus nalgas y
rozara suavemente sobre su ano. Ella jadeó cuando él acarició la piel
arrugada y luego gimió. Todavía lo estaba follando, levantando sus
caderas y empujando hacia abajo una y otra vez.
Observó cómo su pulgar la recorría y redujo la velocidad de sus
caderas hasta que se quedó inmóvil.
—Inclínate más adelante —Lo hizo, abriendo el espacio que él
estaba tocando— ¿Te molesta?
—No. Quiero que lo hagas.
Su mirada se movió desde su trasero hasta su cabeza que estaba
ligeramente vuelta hacia él. Ella tragó un nudo nervioso en su
garganta, y su dedo acarició de nuevo.
—¿Qué quieres que haga? —Ciertamente no iba a especular.
—Lo que quieras —Ese no era un permiso pequeño que le estaba
dando, y estaba pidiendo más de lo que probablemente se daba
cuenta. Quería tocar, saborear, follar, poseer todas y cada una de
sus partes.
—¿Qué tal si tomas mi dedo esta noche? Y tal vez hablemos más
adelante.
—Parece un poco prematuro programar actos sexuales con la chica
casi muerta —Estaba tratando de ser sarcástica. Así era como
lidiaban con todas las tonterías juntos de manera tan efectiva y aun
así disfrutaban el uno del otro. Pero se había pasado de la raya, y un
destello de ira lo golpeó con fuerza. Luchó por apartarlo, pero podía
sentir su cara caer, su respiración lo abandonó rápidamente, y sus
ojos bajaron para mirar su espalda.
Escuchó su respuesta y se enderezó.
—¿Entiendes lo que me estás pidiendo que haga? —También se
sentó, conservando su pulgar contra su ano mientras se acercaba
detrás de ella. ¿Cómo era posible que entendiera y aun así estuviera
tan decidida a preguntar?
—¿Poner tu dedo en mi trasero?
Su ira se perdió por un momento cuando puso los ojos en blanco.
Pero volvió rápidamente. Todavía estaba enterrado dentro de su
coño, y podía sentir las paredes de su vaina temblando, tratando de
no apretarlo. Quería sentir eso, quería olvidarse de todo menos de
esto, pero, como dejó claro, se estaba tirando a la chica muerta.
—Tratando de convertirte —La corrigió.
—Te estoy pidiendo que trates de salvarme.
—Me estás pidiendo que fracase.
—No, te estoy diciendo que está bien si fallas.
Su aliento se fue en una ráfaga que golpeó la parte posterior de su
cuello, y solo la miró; su ceño se frunció con dureza, y su cabeza
cayó sobre su cuello. Casi podía oír los engranajes de su cerebro
rechinando en una dolorosa revolución de pensamientos, tratando
desesperadamente de llegar a alguna decisión con la que pudiera
vivir por el resto de la eternidad.
—Sé que tienes miedo de lastimarme —No tenía idea.
—Matándote. Dilo. Si quieres que lo haga, al menos admítelo en voz
alta.
—Matándome —Pero luego giró el cuello, implorándole con los ojos
muy abiertos por encima del hombro—. No quiero morir, pero
puedo aceptarlo si lo intento. Sin intentarlo… sentada, esperando…
Por favor, no me pidas que haga eso.
Sostuvo su mirada, sin pestañear, sin hablar, sin moverse. Y después
de un tiempo de solo mirar, lo apartó todo de nuevo. Sacó la mano
de su trasero, se chupó el pulgar en la boca y se recostó contra la
tumbona.
—Inclínate hacia delante —Se tragó un nudo en la garganta y apartó
la cabeza de él, inclinándose y abriendo su trasero de nuevo. para él
Dejó que su pulgar húmedo y resbaladizo se deslizara suavemente
por la hendidura de su trasero, y allí le acarició el ano de nuevo.
Cuando empujó solo la punta, jadeó y apretó los músculos. Todavía
estaba esperando alguna respuesta, pero aún no estaba listo todavía
para dársela.
—Relájate.
¿Qué derecho tenía él de pedirle que se relajara? Seguro como el
infierno que no estaba relajado, todo lo contrario. Podía sentir el
excepcional tenso anillo de músculos contrayendo su dedo. En el
momento en que sintió que la tensión se aflojaba, empujó más lejos.
Gimió cuando constantemente penetró su parte inferior con el dedo.
Empujó hasta que su pulgar estuvo plenamente dentro suyo, y su
coño comenzó a apretarlo con fuerza, obligándolo a gemir.
—Bueno. Maldita sea mujer. Te daré lo que quieres —murmuró las
palabras mientras sostenía su dedo firme y profundo.
—Gracias.
La presión que rodeaba su dedo era intensa e increíble, y no dejaba
nada más que imágenes de empujar su pene allí, dentro de ella.
—Joder, Abby. Dios, quiero follarte aquí. —Y sí quería. Pero no había
nada muy impactante en eso. El hecho de que su vaina vaginal
apretada se cerrara con fuerza alrededor de su polla en el momento
en que lo dijo y lo dejó sin aliento fue lo que más lo sorprendió.
Estaría condenado si no lo deseaba tanto como él.
—Ahora, hazme el amor.
Sus caderas comenzaron a mecerse suavemente, y apretó sus nalgas,
introduciendo su polla más profundamente en su coño. Mantuvo
firme su pulgar sintiendo el movimiento de su polla a través de la
delgada pared que separaba su recto de su coño. Se concentró en
nada más que en la sensación de su polla corriendo sobre su dedo
mientras ella movía las caderas y él apretaba las nalgas. Era tanto
para evitar correrse como cualquier otra cosa.
Sus caderas se movían frenéticamente mientras se acercaba a su
orgasmo, y él comenzó a empujar su dedo suavemente dentro y
fuera de su trasero. Gritó, y en cada embestida ese grito estalló en
una súplica desesperada y estrangulada. Cuando se corrió, se
acurrucó hacia adelante, colapsando mientras se cernía sobre sus
piernas.
Sacó el pulgar, deslizó sus piernas por debajo de ella, y después de
inclinarse sobre su cuerpo y empujar su pecho hacia abajo contra el
colchón, golpeó una dura embestida tras otra mientras su cabeza
colgaba sobre el extremo de la tumbona. Su propio orgasmo se
elevó rápida y furiosamente y luego se liberó dentro de sus
profundidades. Gruñó cuando se corrió con una penetración final
profunda que la dejó gimiendo de dolor. Pero se apretó alrededor de
su polla cuando su semen se liberó en poderosos espasmos dentro
suyo. Gimió mientras se sostenía en lo profundo, y se mantuvo
agarrada al borde de la tumbona por su vida. Colapso sobre el
colchón cuando se deslizó fuera de su funda, y él se derrumbó a su
lado, atrayéndola a sus brazos.
—Esto va a ser doloroso, ¿lo sabes? —Se quedó en silencio mientras
esperaba que respondiera. Sabía que no cambiaría nada en su mente,
pero valía la pena decir lo que tenía que decir.
—¿Cómo es eso?
—Te vamos a dar quimioterapia. Te daremos mucha más que la
dosis normal, y eso solo podría matarte. Pero es la única forma en
que podemos controlar las células leucémicas. Nuestra esperanza es
que la quimioterapia altere las células de leucemia lo suficiente
como para que la toxina del vampirismo pueda comenzar a
apoderarse de sus células. Si podemos mantener tu cáncer lo
suficientemente silencioso, la toxina podrá hacerse cargo. Pero te
estamos dando suficiente quimioterapia para derribar a un caballo, y
habrá consecuencias que complicarán las cosas. Entrarás en una
insuficiencia renal aguda, y poco podremos hacer más que apoyarte.
La diálisis filtraría demasiado de tu sangre cuando necesitamos que
la composición de ella permanezca como está. No podemos eliminar
de tu sangre en diálisis parte de nuestra toxina y esperar que pase
por la transición. Y eso significa que tendrás que sufrir insuficiencia
renal. Tus riñones envenenarán tu cuerpo, y eso es muy doloroso; no
importa que la sobredosis de quimioterapia también te haga sentir
más enferma que un perro. Te mantendremos con líquidos todo el
tiempo, pero es muy probable que tengamos que sedarte si te
enfermas demasiado. Vamos a tener una máquina ECMO, que es
similar a una máquina de derivación, para que podamos mantener tu
sangre circulando si tu corazón comienza a fallar. Siempre hemos
pensado que, si pudiéramos mantener vivo al huésped el tiempo
suficiente, eventualmente la toxina ganaría y el huésped haría la
transición, pero mantenerte viva va a ser la parte difícil —No lo
estaba cubriendo de azúcar para ella, y por la expresión de asombro
en los ojos muy abiertos en su rostro, estaba sintiendo la plena
intención de sus palabras. Si quería hacer esto, necesitaba saber lo
que le esperaba, y no iba a ser bonito.
—La transición lleva de tres días a una semana, dependiendo de la
persona. Fácilmente podría tomar más tiempo contigo, y eso
significa que tenemos que mantenerte con vida todo ese tiempo,
mientras te damos una sobredosis de quimioterapia, mientras tienes
insuficiencia renal, y muy probablemente mientras tienes fallo
cardíaca.
Respiró hondo para calmarse y se acercó a él.
—Bueno, ¿qué estamos esperando? —Se río. Al menos todavía tenía
su sarcasmo.
Capítulo 27

—¿Cómo te sientes? —El Dr. Rigley estaba parado frente a ella en la


clínica mientras se sentaba en la mesa de examen.
Estaba cansada, aterrorizada, ansiosa, y aunque probablemente no
debería estarlo, estaba emocionada. Estaba más o menos
despegada por las costuras30.
—Bien.
Sonrió amablemente. El Dr. Rigley parecía mayor que Quentin, pero
no por mucho, adivinaba que había hecho la transición entre
principios y mediados de los cuarenta. Era alto y moreno con piel
aceitunada y ojos tan oscuros como su cabello. Si estuviera
suponiendo se veía medio indio americano, y era tan serio y
tranquilo como podía ser Quentin.
—Vamos primero a comenzar la quimioterapia. Tomará más o
menos, algunas horas, antes que comiences a sentir los efectos
secundarios que esperamos ver. No te haremos la mordedura hasta
que la quimio esté en pleno efecto. Veras estamos atacando tu
cuerpo con una sustancia tóxica para poder infectarte. No tiene
sentido propagarla antes de que exista la posibilidad de que la
toxina del vampirismo realmente funcione. Al mismo tiempo, una
vez que la quimioterapia este interrumpiendo las células cancerosas,
no tiene sentido esperar para la mordedura porque cuanto más
tiempo te mantengamos con la dosis alta de quimioterapia, más
peligro corres de tener complicaciones. El momento es crucial.
Ahora, voy a cateterizarte para controlar tu producción de orina y
porque probablemente estarás demasiado enferma para levantarte
en unas pocas horas. También nos ayudará a vigilar tu función renal.
Realizaremos análisis de sangre regularmente para ver cómo están
funcionando tus riñones, así como para ver cuál es el nivel de
infiltración de toxinas. Sentirá mucho dolor mientras sus riñones
luchan por funcionar, y manejaremos su dolor lo mejor que podamos.
No te sedaremos a menos que tengamos que hacerlo, pero es
30
Coming unglued at the seams (Contenido de la frase): Estar en muy mal estado y a punto de fallar.
probable que sea necesario. Tenemos el ECMO aquí también en caso
de que tu corazón comience a fallar. Nuevamente, es una
precaución que esperamos no tener que usar, pero, a decir verdad,
me sorprendería si no llegáramos a ello. Te vamos a enfermar
increíblemente. ¿Alguna pregunta hasta ahora?
Lo miró fijamente, tratando de controlar su miedo, pero fallando.
—¿Dónde está Quentin? —Era todo en lo que realmente podía
pensar en este momento. No quería hacer esto sola. Lo necesitaba
allí con ella, y el hecho de que estuviera ausente no la ayudaba en
nada.
—Relájate. Está aquí. Llegará una vez que te instale en tu cama.
Pensó que preferirías que yo hiciera el cateterismo, en lugar de él.
Manejará el procedimiento conmigo, y será quien más tarde hoy te
morderá cuando sea el momento.
—¿Pero vendrá pronto?
Sonrió cálidamente.
—Sí, te lo aseguro. No puedes alejar a ese hombre de ti. Solo está
afuera ahora mismo para que estés más cómoda. Ahora recuéstate.
Terminemos con esto, para que pueda entrar —Asintió y se recostó
en la suave cama. Era una cama de hospital, pero aun así era
excepcionalmente cómoda.
Ya estaba en una bata de hospital, y mientras el levantaba la bata,
colocó el paquete que contenía el catéter entre sus piernas, y
empezó a entrar en pánico.
—Relájate. Esto es incómodo, pero no dolerá.
Parecía que no podía evitar que su corazón se acelerara. Era pánico,
pero no por este procedimiento, al menos no solo esto. Tan solo
estaba aterrorizada, y estaba hirviendo en la superficie mientras la
observaba de cerca este extraño, esperando a que se calmara.
Estaba jadeando, luchando con fuerza contra las lágrimas que
brotaban. Sus hombros temblaban, y en cualquier momento estaba
segura que empezaría a hiperventilar.
Salió de la habitación rápidamente y sollozó mientras no estaba. No
podía hacer esto. Tenía que hacerlo y, sin embargo, no podía. Su
mente daba vueltas con todas las opciones que pensaba que ya
había considerado, pero en este momento, el pánico estaba
oprimiendo su corazón y no tenía ni idea de qué hacer. No podía
hacer esto. No podía hacer esto. Se estaba muriendo y, por muy
segura que hubiera estado de que quería morir luchando, tenía
demasiado miedo de hacerlo.
Y entonces él estaba allí.
Quentin se le acercó rápidamente, sentándose en su cadera e
inclinándose para examinarla cuidadosamente. Bloqueó el mundo y
mientras le secaba las lágrimas ella estudió sus ojos. La estaba
callando en silencio, y sus ojos estaban vidriosos por su propia
emoción. Su corazón se ralentizó gradualmente mientras se
enfocaba en él.
—Buena chica. Eso está mejor. Respira profundamente y déjala salir
lentamente. Mira, está bien —Estaba sollozando y todo su cuerpo
temblaba—. Tienes que estar de acuerdo con esta decisión, y si no lo
estás, entonces tenemos que hablar de esto.
Esa sola declaración hizo que su corazón latiera de nuevo al borde
del pánico. Debía hacer esto. Él no podía echarse atrás. Tampoco
podía echarse atrás ahora. La hizo callar cuando de nuevo su ritmo
cardíaco se disparó, y se inclinó hacia su oído.
—Estaré aquí sin importar lo que decidas hacer. Lo sabes.
—Estoy lista. Lo siento —La besó y dejó caer su frente sobre la suya.
—¿Qué tal si me quedo? Rigley puede cateterizarte y yo me quedaré
aquí —Asintió. Su corazón se desaceleró, cerró exhausta los ojos y
dejó escapar una profunda, lenta y calmante bocanada de aire.
Estaba aquí. Podía hacer esto.
Rigley trabajó entre sus piernas, y cuando sintió que él la tocaba, se
estremeció y Quentin la miró de cerca a los ojos.
—Toma una respiración profunda y déjala salir lentamente. Va a
doler un poco, pero una vez que el catéter esté en su lugar, será
cómodo —Y así fue. Cuando sintió que entraba el catéter, jadeó y
gritó en voz baja mientras Quentin la miraba y le acariciaba la frente,
pero luego la incomodidad desapareció. Rigley le bajó la bata de
hospital y volvió a sentirse humana. Al menos hasta la próxima
tortura. Y la siguiente tortura se acercaba muy pronto.
Quentin se paró en silencio a su lado y comenzó a moverse. estaba
preparando la vía intravenosa y comenzarían. Una vez que estuviera
en su lugar la sobredosis de quimio se desplazaría a través de la vía
intravenosa, y cuando regreso a su lado, estaba con una bandeja
rodante y un soporte intravenoso. Se sentó con su mano en su
regazo mientras se preparaba para ponerle la vía intravenosa y, una
vez que le ligaron el brazo, la miró. Le guiñó un ojo y le ofreció una
sonrisa muy pequeña que derritió su corazón. Una vez que se inició
la vía intravenosa, el Dr. Rigley le entregó una jeringa.
Miró fijamente lo que sostenía en su mano, y él la miró a los ojos,
tragando el nudo en su garganta. Asintió levemente hacia él. Esta
era la mierda que probablemente la mataría, y se estaba preparando
para ponerla en su cuerpo. Esto no podía ser fácil para él, y no lo era
dada la mirada casi afligida en su rostro.
—Joder, Abigail —dijo en un susurro, y apretó la mandíbula con
fuerza. Cuando tocó su muslo, sus ojos volvieron a los suyos, y trató
de sonreír. Pero se dio por vencido rápido y se inclinó hacia su boca,
besándola con suavidad.
—Está bien. Estoy lista. Te amo —dijo las palabras mientras se
alejaba de su rostro.
—Yo también te amo.
Insertó la aguja en el puerto de inyección en la línea del tubo
intravenoso. lentamente empujó el émbolo31 mientras lo miraba.
Lucia vacío y destruido mientras su mano se movía, y cuando
terminó, y había ajustado una especie de pinza y quitado la jeringa,
su aliento lo abandonó rápidamente. Se sentó en estupor mientras
lo miraba.
Rigley se estaba moviendo, configurando el monitor de signos
vitales, y cuando terminó, se paró en la puerta de la oficina de
Quentin y bajó la luz tenue a una luz más cálida y relajante.

31
Émbolo: Pieza de una bomba o del cilindro de un motor que se mueve hacia arriba o hacia abajo impulsando un fluido o bien
recibiendo el impulso de él.
—Trata de descansar un poco. Deberías sentirte bien por un tiempo.
Quizás unas pocas horas, así que este es el momento de descansar.
Me quedaré en tu residencia, Quentin; avísame cuando me necesites.
Quentin se subió a su lado y los cubrió con las mantas. La cama era
tal vez un poco más grande que la cama de hospital promedio, pero
estaban apretados el uno con el otro cuando su mano se envolvió
alrededor de su espalda, encontrando la abertura en su vestido.
Deslizó sus dedos y acarició suavemente la piel de su espalda
mientras acurrucaba su mejilla contra su pecho. Besó la parte
superior de su cabeza.
—Sospechaste tanto de mí cuando nos conocimos —No le estaba
haciendo una pregunta en absoluto, y sonrió ante el recuerdo—. Y
aquí estás, dejándome intentar matarte.
—Asumí entonces que solo querías acostarte conmigo.
Se río en voz baja.
—Lo hice. Aunque no tenía intención de hacerlo. Quiero decir...
¿quién renuncia al celibato cuando están a meros meses de alcanzar
la marca de los veinte años?
—Ese es quien, un vampiro lógico que sabe que pasar una eternidad
sin sexo es ridículo.
Se río.
—Bueno, ciertamente no tenía la intención de enamorarme de ti.
—Ups —Y luego se río en voz baja—. Quiero contarte —Se
sorprendió incluso al escuchar las palabras que salían de su boca.
Quería decírselo, pero Dios, realmente no quería hacerlo al mismo
tiempo—. Quiero contarte lo que pasó con Mason. Todo.
Besó de nuevo la parte superior de su cabeza.
—De acuerdo.
Su voz era tranquila, y luego se quedó en silencio, esperando que
hablase. Le tomó mucho tiempo perder el tono ronco. Se aclaró la
garganta y de nuevo comenzó más veces de las que podía recordar.
Acarició la parte superior de su cabeza con los labios, pacientemente
esperándola. Y entonces comenzó a hablar. Le habló de la tortura, el
abuso, el dolor. Le contó cómo era que sus recuerdos perdidos se
usaban en su contra cuando Mason se ganaba su confianza solo para
destruirla de alguna manera depravada. Le dijo cómo deseaba morir,
deseó hacerlo tantas veces que se desesperó por ello. Había
planeado, tramado y orado por ello. Y le contó hasta el último
detalle de lo que le había hecho a su cuerpo. Se tensó a su alrededor
y ella escuchó el latido irregular de su dolorido corazón. El más
silencioso de los gemidos escaparon de su boca, y besó su pecho
antes de acurrucarse de nuevo contra él.
—Lo siento mucho, Abby.
—No lo hagas. Ahora estoy bien.
Y luego se hizo el silencio. Se quedó dormida, deseando permanecer
despierta, deseando saborear hasta el último minuto de su vida con
él, pero estaba... demasiado... cansada.

***

—Mierda. Se está quemando —gemía y se retorcía en la cama


mientras se inclinaba sobre ella. Estaba entrando en pánico. Quentin
no entraba en pánico cuando trataba a los pacientes, pero era su
vida, no una maldita paciente, y en ese momento, sus riñones
estaban tratando de envenenarla hasta la muerte.
—Dale un empujón de morfina. Entonces necesitas morderla. Es la
hora.
Miró con los ojos muy abiertos a Rigley. No debería ser incrédulo,
pero estaría condenado si no lo fuera. Este fue el plan todo el
tiempo, pero de repente sintió como si se estuviera preparando para
asesinarla. No podía hacerlo. Se estaba muriendo frente a él y de
repente la perspectiva de morderla lo aterrorizó. Tal vez no tenía
que morderla. Todavía podrían salvarla. Revertir la sobredosis de
quimioterapia. Estaba demasiado jodidamente enferma para que la
mordiera.
—Es hora, Quentin. No hay marcha atrás. Se está muriendo. Tú lo
sabes. Lo más que podemos esperar hacer es mantener su sangre en
movimiento —Rigley le había arrebatado la jeringa de morfina de la
mano y empujaba apresuradamente el narcótico.
La golpeó casi al instante, y mientras miraba, sus movimientos
agonizantes y dolorosos se hicieron más lentos y se relajó de nuevo.
Pero no estaba dormida, y mientras se sentaba a su lado, levantó
una mano temblorosa y débil a su mejilla.
—Por favor —Intentó sonreír, pero perdió el control y dejó escapar
un desesperado sollozo mientras se derrumbaba sobre ella. Sus
lágrimas silenciosas cayeron sobre su hombro mientras ella le
acariciaba débilmente el cabello detrás de la oreja. Le susurró al oído
que la amaba, y su voz entrecortada le dijo lo mismo.
Cuando sus dientes se hundieron en su cuello, gritó. Estaba confusa,
y por el dolor, su mano trató de alejarlo.
Pero fue demasiado tarde.
No bebió de ella. Estaba repleta de suficiente tóxicos para matarlos
a ambos, y podía saborear el fuerte sabor acre de los productos
químicos cuando escupió la sangre de su boca.
Lo miró a través de las rendijas perezosas de sus ojos. Olía mal. Muy
apagada. Su cuerpo se estaba volviendo tóxico, y no podían hacer
nada al respecto excepto verla sufrir y luego obligar a su cuerpo a
vivir cuando estaba listo para rendirse. Se sentó a su lado, y sostuvo
su mano mientras respiraba con calma. Cuando escuchó las primeras
señales sutiles de que su corazón estaba comenzando a tener
problemas, él y Rigley se pusieron de pie y se movieron para
configurar el procedimiento de derivación. Estaba inconsciente la
mayor parte del tiempo, aunque ocasionalmente abría los ojos.
Cuando estuvieron listos, administró la anestesia y rápidamente la
cubrieron. Había poca necesidad de procedimientos estériles
estándar. Tenía que hacer la transición, o todo había terminado, y
como vampiro no había preocupación por los contagios. Se
movieron rápidamente y él ayudó a Rigley en lugar de tomar la
iniciativa. Apenas estaba en forma para ver cómo le hacían este
procedimiento y mucho menos para realizarlo.
Observó sus signos vitales mientras Rigley pasaba las líneas por la
vena y la arteria de su cuello. Le tomó poco tiempo gracias a sus
habilidades excepcionales y sus movimientos increíblemente rápidos,
y pronto las cánulas estuvieron en su lugar y la máquina ECMO
estaba circulando su sangre. Observó, no respiró, y oró; vampiro o
no, él no estaba por encima de eso en lo más mínimo. Se sentó y
observó cómo la sangre abandonaba su cuerpo y regresaba a él.
Obligó a su sangre a circular de una manera que su corazón ya no
podía.
Su corazón sanaría una vez que hiciera la transición, pero tenían que
mantener su sangre en movimiento si querían que la toxina tuviera
alguna posibilidad de apoderarse de sus células sanguíneas. Ni
siquiera sabían en este punto si habían matado suficientes células de
leucemia para que fuera posible, pero tenía que creer, porque su
corazón estaba más allá del punto de retorno. Su fiebre aún
aumentaba debido a la falta de función renal y a las toxinas que se
habían acumulado en su sistema, y mientras el ECMO estaba
circulando su sangre, no filtraba ni limpiaba su sangre. Necesitaban
que la composición de su sangre permaneciera como estaba, así que
tenían que dejar que sus riñones fallaran, y tenían que dejar que su
fiebre aumentara.
Destruiría su cerebro en poco tiempo, pero eso también tan solo
tendría que sanar una vez que ella pasara a través de la transición.
Estaban más allá del punto de salvarla de cualquier otra manera. En
este punto era realmente un cadáver, y todo lo que podían hacer era
esperar a que la toxina vampírica prevaleciera sobre las células
cancerosas.
Capítulo 28

—¿Puede ella oírnos?


—No, está en coma.
Miró a Ember y Brit antes de volver a mirar a Abby. Parecía que no
podía dejar de mirarla. Sólo la miraba fijamente hora tras hora, ya
iban dos días. No sabía qué más hacer. De vez en cuando le hacía
análisis de sangre y veía cómo era su composición. Estaba buscando
toxina vampírica, no células explosivas. Pero lo que vio fueron
células explosivas. La mordía constantemente. Mordió su carótida,
mordió su femoral, su vena auxiliar. Lo hizo, hundir sus dientes en
cualquier vaso grande en el que pudiera. Pero hasta ahora, estaba
viendo muchas más células blásticas que toxinas.
Pronto tendrían que impulsar otra sobredosis de quimioterapia, y lo
temía, sus riñones se habían ido, su cerebro también estaba frito. No
necesitaban ver un electrocardiograma para saber que tenía muerte
cerebral. Ya había cometido el error de levantarle el párpado una vez.
Íntegramente no reactivo. Y él se lo había hecho a ella. Si fuera
humana o esperara recuperarse como humana, se habría ido hace
mucho tiempo. La mujer que conocía, de la que se enamoró, con la
que hizo el amor, se había ido. No quedaba nada más de ella que un
cuerpo. Un cuerpo que estaba tratando desesperadamente de
revivir, pero un cuerpo igualmente propenso a fallar.
Así que la contempló. Se afligía. Cuando estaba solo lloraba
silenciosas lágrimas. Y se maldecía por haberle hecho esto.
—¿Va a lograrlo? —La mano de Ember estaba sobre su hombro, y
sintió que se encogía de hombros, sin necesitar otra respuesta.
—Su corazón y pulmones se detuvieron hace un día y medio. El
ECMO ahora está circulando y oxigenando su sangre.
—Pero si está en transición, no debería necesitar oxígeno en la
sangre, ¿o sí?
—No está en transición, Em. Pero no podemos privar a sus tejidos
de sangre oxigenada y dejar que comience a pudrirse —sonaba
amargado cuando pronunció la última palabra.
—¿No está funcionando en absoluto?
—Estamos esta tarde utilizando un tipo diferente de medicamento
de quimioterapia para ver si obtenemos una respuesta diferente.
Hay una concentración demasiado alta de células cancerosas.
—¿Cuánto tiempo puede durar sin ningún signo de transición?
—¿Quieres decir cuánto tiempo hasta que nos rindamos? —Estaba
siendo grosero, pero su mano aún agarraba suavemente su hombro.
Sabía que él no pretendía ser cruel. No esperó una respuesta.
—Tal vez unos días más. Sabíamos que la transición podría tomar un
tiempo, pero si no vemos ninguna señal dentro de unos días de que
la toxina esté funcionando, entonces hay pocas esperanzas. Ella en
breve al menos tiene que empezar a pasar por la transición.
Ella lo dejó en silencio y siguió mirándola. Escuchó mientras el ECMO
continuaba circulando y oxigenando su sangre. Se había quedado
tan fascinado por el sonido en este punto que sonaba como
cualquier otro sonido en el mundo, sencillamente una parte de la
existencia.

***

Al final dejó de moverse. Dejó que Rigley le suministrara sus


tratamientos de quimioterapia, le hiciera los análisis de sangre, lo
único que hizo Quentin fue tomar su mano, mirarla y lavarle la piel
con la toalla que le entregó Rigley. Estaba listo para morir. Había
renunciado a pensar que alguna vez volvería a escuchar su voz o a
ver sus ojos de nuevo abiertos y reaccionando.
Todos los días Ember, Truman, Brit, Angus y Aaron pasaban a verla y
a visitarlo, pero dejaron de decir mucho. Sus preguntas habían sido
respondidas. Nada estaba cambiando, y nada iba a cambiar. Ember
siempre le hablaba en voz baja, la tranquilizaba cuando la visitaba.
Quentin no se molestó en hablar. Su cerebro estaba frito. Le había
hecho esto a ella, y ahora no quedaba cerebro para escuchar las
palabras de aliento de Ember. Quentin aún no podía admitirlo en voz
alta, pero se había dado por vencido con su cuerpo. Quería sacar el
enchufe y luego encontrar alguna manera de sacar el suyo también.
No había ninguna posibilidad de que pudiera volver a existir en un
mundo sin ella, y no iba a hacerlo.
—Quentin, necesitas cazar. Cuando se despierte, necesitará
alimentarse.
Se burló de Ember, luchando duro para no ser malo, pero fue inútil.
—¡No se va a despertar, Ember! ¡Está muerta!
Truman puso una mano gentil sobre el brazo de Ember, pero ella se
sacudió. Cuando Ember se acercó a él, no había ira, ni alarma en sus
ojos. Se inclinó para besarlo en la parte superior de la cabeza y le
apretó el hombro antes de salir de la habitación.
Truman se acercó a Abigail y la miró a la cara.
—Está en lo correcto. Necesitas cazar. Si quieres decidir que Abigail
no se va a despertar. Toma la decisión y termina. El hecho de que
aún estés aquí sentado esperando, significa que aún no has perdido
la esperanza. Así que ve a cazar, cuídate y prepárate para ella
cuando se despierte. Siempre puedes decidir que está muerta más
tarde.
Y luego salió de la habitación.
Quentin no cazó. Drenó un par de bolsas de sangre y se derrumbó
en la silla a su lado, y no se movió.

***

—Tenemos que tomar algunas decisiones —Es posible que en este


punto tampoco no haya creído en realidad que había mucha
esperanza, pero no necesitaba que Rigley se lo arrojara a la cara.
—No.
—Quentin…
—No.
Rigley salió de la habitación y Quentin volvió a mirarla.
***

Ha pasado una semana. Rigley dijo las palabras en voz baja.


—Si la tocas, te mataré —hervían las palabras, mientras su boca se
retraía en un gruñido.
Rigley se fue.
Quentin se quedó congelado e inmóvil.

***

Latidos. Estaba tranquilo, pero fue suficiente para sacar a Quentin de


su estupor, sus ojos pasaron alrededor de la habitación buscando la
fuente del sonido. Estaba en silencio. ¿Un ratón, algo en el conducto?
Y luego lo escuchó de nuevo, latido, y sus ojos destellaron hacia
Abigail. Se acostó como había estado durante la última semana y
media. El ECMO continuó haciendo su trabajo, y entró en pánico por
un instante pensando que quizás la máquina estaba funcionando
mal. Empezó a levantar las líneas por las que fluía su sangre,
comprobando los ajustes y las conexiones, y luego lo escuchó de
nuevo, latido. Sus ojos fijaron en ella.
No se veía diferente a cuando por primera vez entró en coma,
aparte de su cabello rubio que estaba lacio y sucio y su piel palidecía
y se veía cada día más muerta. Pero el sonido había provenía de ella.
No podría ser... pero lo era. Estaba seguro de ello. Era débil, al azar,
pero era ella.
Apoyó la oreja en su pecho, escuchando algo más que la circulación
forzada de su sangre. Pero su cuerpo estaba en silencio. Se quedó
allí durante muchos minutos, aterrorizado de alejarse y perderse
algo, pero al fin se alejó. Sus nervios enviaban a través de él angustia
plagada de agonía. No podía manejar esto. Estaba perdiendo la
cabeza. Ahora escuchaba cosas. Las lágrimas pincharon sus ojos
mientras miraba su apacible rostro.
—Lo siento, cariño —susurró, sabiendo que ya no tenía cerebro
para oír o entender nada, y bajó la cabeza para mirar su regazo.
Era hora. En este punto, le estaba faltando al respeto a su cuerpo,
no lo honraba ni lo salvaba. Ya no podía hacer esto. Había fallado,
como sabía que lo haría. Latidos. Sus ojos volaron hacia ella otra vez,
y dejó caer su oído en su pecho, y esperó, y miró el reloj. Iba a
escuchar hasta oírlo de nuevo. Puede que no viniera de ella, pero no
había manera de que dejara de escuchar hasta que supiera con
certeza que no venía de… Latido. Echó la cabeza hacia atrás
sobresaltado. Casi había sentido el latido de su corazón a través de
su pecho.
—¡Rigley! —gritó casi en pánico. Agarró una jeringa y extrajo sangre,
pasando el vial a Rigley en el momento en que cruzó la puerta—. Su
corazón latió un par de veces. De forma esporádica. Solo una vez
por minuto como mucho, pero latía —Rigley lo miró incrédulo por
un momento antes de correr hacia el mostrador y comenzar a teñir
un portaobjetos con sus células sanguíneas. En cinco minutos,
ambos escucharon los latidos de su corazón tres veces más, y Rigley
tenía el portaobjetos listo y bajo el microscopio.
Se inclinó sobre el aparato y miró rápidamente hasta Quentin.
—Necesito hacer más análisis, pero veo una buena concentración de
la toxina —Se río con incredulidad por un momento.
Quentin cogió su teléfono y llamó a Em, y ella y Truman entraron en
un minuto.
—Su corazón late esporádicamente.
—¿Va a sobrevivir?
—Aún no lo sabemos. Pero es una buena señal. La estimulación para
el latido del corazón de un vampiro proviene del tronco cerebral, no
del corazón mismo como en los humanos. El hecho de que esté
latiendo significa que su tronco cerebral está comenzando a sanar.
Estamos viendo una buena concentración de toxina en su sangre. La
composición de su sangre podría estar cambiando.
Ella lo abrazó y él se hundió de nuevo al lado de Abigail, inclinándose
hacia su oído.
—Vamos, cariño. Tengo que volver a verte —No se había molestado
en hablar con ella en el pasado. No tenía sentido. Sabía que su
cerebro estaba muerto, pero ahora...
—Pero, ¿qué pasa con todo el daño que le ha ocurrido a su cuerpo
durante la última semana y media?
—Si la concentración de toxina sigue en aumento, se curará.
Nosotros curamos, eso es lo que hacemos mejor que cualquier otra
criatura en la tierra. Sanará. Pero hay muchos daños que reparar. Sus
tejidos están degradados, su cerebro está muerto y su corazón ha
permanecido inmóvil durante días. Tomará tiempo, pero si continúa
a través de la transición, sanará —Quentin escuchó las palabras de
Rigley. No estaba diciendo nada que Quentin ya no supiera, pero
amaba el sonido de esas palabras.
Apoyó la frente en su mano y esperó el siguiente latido. No era el
latido de un corazón normal, ni por asomo, pero después de estar
sentado en silencio durante una semana, era algo. Su corazón
también sanaría.
—¿Puedes sacarla de la máquina ECMO entonces? —Ember era uno
de los seres más curiosos que alguna vez había conocido, y ella
necesitaba escuchar respuestas. Era lo que le daba una sensación de
calma en el mundo. Sabía eso de ella, y no le importaba en lo más
mínimo en este momento.
Se volvió hacia ella.
—No todavía. Sería desastroso. Su corazón aún no se puede usar, y
hasta que pueda hacerse cargo por completo y bombear su sangre,
tendremos que dejarla en ECMO. Cuando estemos seguros de que
avanza a pasos agigantados, quitaremos la oxigenación. Solo
ralentiza la toxina y hace que trabaje más para hacerse cargo de las
células, pero hasta que sepamos que sus tejidos se están curando
por sí solos, no podemos arriesgarnos a eliminar la oxigenación y
dejar que sus tejidos se deterioren aún más.
Asintió, pero sus ojos regresaron a Abigail con una pequeña sonrisa
en sus labios.
Esa noche él cazó.
Capítulo 29

—¿Puedes oírme, Abby?


Silencio.

***

Un toque a lo largo de su frente. Ella podía sentirlo. Se sintió bien.


Pero ella no podía ver.
—Cariño, trata de abrir tus ojos.
No. Ella no quería.

***

—Abby, por favor, abre los ojos.


¿Pensaba que ella era Abby? ¿Por qué la molestaba este hombre? ¿Se
suponía que ella era esta Abby? Gimió. En su mente le estaba diciendo
a la voz que se fuera a la mierda, pero reconoció que sonaba más
como "fumogoffah..." Hmm. No sonaba del todo bien, pero no podía
entender cómo hacer que la palabra sonara bien.

***

—Abby, vas a estar bien. Te estás curando.


Si este hombre la llamaba Abby una vez más... Tal vez estaba en un...
un... uno de esos lugares con gente enferma. Quizás Abby estaba en
otra cama. Tal vez el hombre era solo un loco. No era Abby, era… hmm.
Curioso.

***
La luz era cegadora, y de repente estuvo segura de que había
abierto los ojos mientras estaba de pie ante el sol. Sin embargo, era
Abby. Sí. Ese era su nombre. Quizás ella era la loca. Pero sin duda era
Abby. Eso es todo lo que realmente podía decir sobre sí misma. Las
luces de repente se apagaron y se atenuaron, y de repente pudo ver.
—¿Quién eres tú? —Su voz de repente sonó como las palabras que
estaba escuchando en su cabeza.
Estaba parado por encima de ella, luciendo bastante hermoso,
aunque envuelto en las sombras.
—El hombre que te ama y tiene la intención de pasar la eternidad
contigo.
—De acuerdo —Rodó sobre su costado, deseando volver a dormir.
Escuchó el "hmm" que murmuro y que terminó en una risa.

***

—Hola —Su cálida y profunda voz masculina murmuró contra su


cabeza, y ella se giró hacia ella.
Quentin. Amaba a Quentin.
—Mmm. Hola —Acarició su cuello, saboreando la sensación de su
piel contra la suya. Ella sintió hambre de él, hambre de todo, y
estaba bastante segura de que olía. Dios, realmente olía. Demonios,
todo olía. Olfateó su nariz—. Joder, ¿por qué todo a mi alrededor
apesta?
Se río entre dientes y se apartó de ella, y fue la primera vez que
realmente se permitió verlo. Le envió el corazón directamente a la
garganta. Había olvidado que era tan impresionante. ¿Cómo podía
haber olvidado tal cosa?
—Hipersensible al olor. Y sí, querida, hueles. No te preocupes.
Podrás bañarte pronto.
Volvió a quedarse dormida, despertándose sobresaltada por una
pesadilla... ¿Era una pesadilla? Pero él estaba allí.
—Lo siento. Acabo de tener un mal sueño —La observó de cerca—.
O tal vez un recuerdo.
—Recuerdos. Pero no te preocupes. Esa parte de tu vida ya pasó.
Estás a salvo ahora.
Besó sus labios con dulzura. Sabía increíble. Ella desde luego que no
—Lo siento. Tengo un aliento horrible.
—Sí, de hecho, pero no me importa. No he besado estos labios en
semanas —Y luego de nuevo se durmió.

***

Se despertó agitando los brazos y segura de que se estaba


ahogando. El agua estaba tibia y calmante, pero la inmersión la dejó
luchando. Pero sus fuertes brazos la agarraron, dándole la seguridad
que necesitaba para dejar de entrar en pánico y darse cuenta de que
en absoluto no se estaba ahogando.
La estaba acomodando en el agua del baño y se relajó en sus brazos.
Lo conocía y, sin embargo, sus recuerdos aún se sentían borrosos y
distantes. El vibrante calor que la recorrió fue increíble. A pesar de
que sabía que había visto su cuerpo y tenía recuerdos de todo lo que
habían hecho juntos, todavía era tentador como si estuviera
reviviendo esos recuerdos de nuevo. Podía sentir su excitación
contra su espalda, pero no hizo ningún movimiento excepto
acariciarle el cuello justo debajo de la oreja.
—¿Cómo te sientes?
—Extraña.
Se río.
—Define "extraña".
—No sé. Mi cerebro se siente raro. Te conozco, pero los recuerdos
se sienten como si fueran de otra persona, aunque sé que no lo son.
Puedo oler todo. Puedo oír los latidos de tu corazón… lo cual, por
cierto, deberías hacerte revisar porque suena un poco raro —Se rió
otra vez.
—Tu cerebro murió cuando tratábamos de llevarte a la transición. Se
curará, pero eso es un infierno de mucha neuro-conectividad para
reconstruir. Cuando empezaste a despertarte, estabas bastante
catatónica y.… bueno, a falta de una palabra mejor... con daño
cerebral. Pero ahora sanarás rápido. Y, por cierto, querida el latido
de tu corazón ahora, es tan irregular como el mío. Besó un lado de
su cuello. Entonces, ¿quieres las buenas o las malas noticias? —Podía
sentir sus labios contra su piel, y envió un rubor a través de su
cuerpo.
—No estoy de humor para malas noticias.
—Muy bien. Buenas noticias primero... Ahora que te estás curando
tan rápido y tan bien, podemos volver a Nantucket y jodernos los
sesos durante días, siempre que funcione bien con tu programa de
tratamiento.
—Mmm. Eso suena bien.
—Sí, lo hace, pero también trae malas noticias.
—Te dije que no estoy de humor.
—Literalmente tienes que estar en la corte en cuatro horas para una
audiencia de libertad condicional.
—¿Qué co..? —Y se inclinó rápidamente alrededor de su hombro,
capturando su boca con la suya y empujando su lengua para sofocar
su indignación.
Cuando terminó con su boca, se apartó, sonriendo dulcemente.
—Cuatro horas no es tiempo suficiente para que lo desperdicies
despotricando. No cuando no he podido entrar en tu cuerpo durante
casi tres semanas. No pudiste asistir a tu primera semana de
tratamiento ambulatorio, pero gracias al testimonio del Dr. Rigley
sobre tu estado médico, ligeramente modificado para evitar el
término vampirismo, por supuesto, y al ilustre Devlin, programaron
una audiencia de libertad condicional para hoy para reevaluar los
términos de tu libertad condicional. Devlin cree que probablemente
cambiarán el tiempo —La besó de nuevo—. Ahora, ¿qué tal si te
alimentas y follamos?
Era condenadamente bueno haciendo que las malas noticias suenen
deliciosas. Inhaló el relajante y cálido aroma de él antes de deslizarse
entre sus piernas y sumergir su cabeza. Cerró los ojos con fuerza,
dejando que el agua limpiadora empapara su largo cabello y aflojara
lentamente la mugre humana que se había acumulado después de
tres semanas en coma. Cuando reapareció, ya tenía una gran
cantidad de champú en la palma de la mano, y rápidamente alcanzó
su cabeza y comenzó a frotar vigorosamente.
—Caramba. ¿Tienes prisa o algo así?
—Cuatro malditas horas…
—Pensé que no íbamos a despotricar.
Se río entre dientes, pero sus dedos continuaron frotando. Levantó
las rodillas hasta el pecho y apoyó la mejilla en la rodilla mientras los
dedos suyos se abrían paso hasta las puntas de su cabello, y cuando
finalmente terminó, de nuevo se hundió en el agua, pasándose los
dedos por él para limpiar la espuma, y luego estaba sentada de
nuevo contra su duro pecho.
—De rodillas, Abby —Su voz era embriagadora cuando le habló al
oído, y se movió para arrodillarse entre sus piernas. Los dedos de sus
pies estaban bajo el suave peso de sus testículos, y cuando él se
inclinó hacia adelante y su boca se encontró con la parte baja de su
espalda, pudo sentir cómo el peso era empujado hacia abajo sobre
las puntas de sus pies. Envió una oleada de necesidad a través de su
cuerpo, y pudo escuchar el silencioso gemido que emitió contra su
piel. La besó y mordisqueó suavemente, dejando que sus afilados
colmillos se deslizaran con cautela por su piel y hacia abajo sobre sus
nalgas. Su boca se movió hacia un lado para mordisquear el costado
de su cadera, y ella gimió cuando sus manos se movieron para
sujetarla firmemente contra su boca con una mano cubriendo cada
hueso de la cadera.
Rápidamente abandonó la posición y se arrodilló detrás suyo con sus
rodillas fuera de las de ella. Podía sentir de nuevo la longitud rígida a
lo largo de su espalda, y agarró los fuertes músculos de sus muslos
mientras él le agarraba el estómago con la mano y empujaba su dura
erección en su contra.
—Abigail. Oh, mierda, Abby —Su voz sonaba entrecortada y
excitada contra su oído, y gimió cuando un dedo de su mano se
hundió entre los labios de su sexo y rodó suavemente sobre su
clítoris. Puñaladas de dolor irradiaron dolorosamente a través de su
mandíbula y la dejaron gritando por razones distintas a sólo el dedo
increíble que todavía la acariciaba suavemente.
—Duele —gimió cuando se tapó la boca con la mano y besó la base
de su cuello.
—Son sólo tus dientes. Estarás bien.
Seguro como el infierno que no se sentía bien. Sintió como si su
mandíbula se estuviera deshaciendo en su boca, pero él
rápidamente se separó de su cuerpo con un silencioso gemido de
dolor, y salió de la bañera, regresando con una toalla. Terminó de
lavarse y se le unió. Envolvió la toalla alrededor suyo y se secó, antes
de seguirlo a su dormitorio.
Le quitó la toalla con una sonrisa y se subió a la cama, acostándose
boca arriba en el medio.
—Ven aquí —Solo el sonido de su voz envió de nuevo a su
mandíbula a espasmos de dolor, pero también hubo una increíble
oleada de calor en su ingle. Volvió a taparse la boca con la mano,
presionando con fuerza contra la mandíbula para calmar el dolor. Se
río entre dientes, y por medio segundo quiso abofetearlo. Esto dolía
mucho, y parecía decidido a tomarlo a la ligera.
—Al parecer, incluso mi voz puede calentarte y molestarte, ¿eh?
—sonreía cuando ella se arrodilló a su lado—. Pero supongo que
esto es aún más efectivo —Y mientras hablaba, su mano se deslizó
entre sus piernas mientras ella, sin pensar, abría sus rodillas para él.
Hundió un dedo rápidamente en ella mientras se sentaba frente a
ella. Gritó de nuevo cuando la agonía en su mandíbula se
reactivaba—. Calla, cariño. Enfócate en el hambre, no en el dolor.
Aprenderás a disfrutar de este dolor porque significa que pronto
llegará la saciedad de tu hambre. Siempre te daré lo que necesites
—Hablaba contra su mejilla mientras su dedo empujaba lentamente
su entrada y luego lo retiraba. Todo lo que podía hacer era agarrar
su hombro con la mano libre mientras la atormentaba.
Estaba desesperadamente lista para algo. Se estaba muriendo de
hambre en muchas más formas que solo una, y por alguna razón, esa
hambre parecía estar interrelacionada. Cuando llevó su dedo a su
boca, la besó dulcemente en la mejilla antes de inclinarse hacia atrás
y mirarla.
—Prueba —Abrió levemente la boca cuando hundió su dedo. Chupó
de su dedo su propio sabor y, antes de que sacara el dedo de su
boca, lo rodeó alrededor de su colmillo, llevándolo hasta la punta—.
Buena chica.
Cuando abandonó su cuerpo de repente, fue para volver a acostarse
y apoyar la cabeza sobre las manos estiradas hacia arriba. La miró,
sin decir nada durante mucho tiempo, solo observando y dejando
que sus ojos viajaran a su antojo sobre su figura. El mero hecho de
ser estudiada con tanta atención le dejó un hormigueo en el interior
y un punzante dolor. Tal vez esa era su intención.
—Ahora vas a tener que morderme, cariño.
—Pero no tengo hambre.
¿No tenía ella? Se moría de hambre, pero también estaba tan
preparada para él que estaba lista para salirse de su cuerpo y entrar
directamente en el suyo.
—Sí la tienes. Dije alimentar y luego follar, y vamos a hacer esto a mi
manera —Sus ojos se hincharon por medio segundo ante su tono, y
velozmente se sentó frente a ella, ahuecando su mandíbula en su
mano—. Ahora soy responsable de ti. De tu felicidad, tu satisfacción,
tu salud, tu bienestar. Todo me pertenece, y siempre me ocuparé de
tus necesidades. No hace falta cuestionar eso, así que por favor
ahora no lo hagas —ronroneaba con un profundo aliento seductor
que hacía que esos malditos colmillos se metieran aún más en su
boca. Joder, sí quería morder algo.
Soltó su agarre en su mejilla, para que pudiera recostarse y verlo.
Parecía tan tranquilo y genial como siempre. Le devolvía la mirada
esa alma tranquila que la hacía sentir tan segura y protegida. Nunca
había rehuido empujarla en la dirección que quería que fuera. Era un
hombre con una fuerza tranquila e intensa que esperaba salirse con
la suya, y lo esperaba tanto como ahora como siempre lo había
hecho. Pero sus palabras la detuvieron por un momento. No se
había dado cuenta del todo lo que significaría estar tan apegada a él
como obviamente lo estaba.
Asintió sutilmente .
—Estoy nerviosa.
—Guárdate los nervios para lo que pretendo hacerle a tu trasero
cuando termines de comer —La estudió mientras jadeaba, y su
centro se inundó con más humedad. Sonrió ante eso—. Tu cuerpo es
muy expresivo. Gracias por asegurarme que quieres eso tanto como
yo. Ahora sé que estás nerviosa, pero necesitas alimentarte.
Volvió a descansar sobre sus manos, esperando que hiciera algo que
no tenía idea de cómo hacer. Cuando su mano encontró su erección
y acarició lentamente su longitud, sus labios se abrieron y sus
dientes le rogaron que superara su miedo. Observó mientras lo
miraba dándose placer a sí mismo, y cuando su boca se abrió aún
más y se acercó a él, sus palabras cortaron el silencio en la
habitación.
—Ni siquiera pienses en ello. No necesito que pienses que una
mamada es una buena idea en este momento —Sonrió y ella con
timidez sonrió—. Mi cuello sería un buen lugar para que estés.
Se sentó a horcajadas sobre sus caderas mientras sacaba su mano
de su polla. Podía sentir su erección erguida por su trasero, y se
inclinó hacia él mientras se asentaba entre las mejillas de su trasero.
Se detuvo cerca de su cuello, sosteniendo su mirada en su lugar, y
comenzó a temblar. Estaba aterrorizada. Sus dientes deseaban
tanto morder, pero estaba asustada. Su mano a cada lado de su
rostro alivió esa tensión en un segundo, y cuando aproximó su
cabeza a la de él, acerco su oído a su boca, y la calmó aún más.
—Está bien. Necesitas esto y, francamente, yo también quiero esto.
No me harás daño.
Guio su boca con suavidad hacia su cuello con su mano en la parte
posterior de su cuello. Inclinó la cabeza hacia un lado para abrirle el
espacio, y ella pudo escuchar el silbido silencioso de su sangre a
través de su arteria. Besó su hombro, y su polla se flexionó contra su
trasero, y luego separó los labios y hundió los dientes en él. Un
gemido profundo y doloroso salió de su garganta, y pudo sentir la
vibración en sus labios. Pero la abrazó con fuerza mientras su sangre
llenaba su boca.
Sabía de alguna manera extraña similar a su semen. Era salada y
metálica, masculina y terrenal, y el disgusto que estaba segura
debería haber estado allí estaba completamente ausente. Chupó,
sacó y tragó mientras gemía. Su pene continuó flexionándose y
retorciéndose contra su trasero, todavía duro por la excitación.
Ocasionalmente, sus gemidos sonaban dolorosos, pero rápidamente
se convirtieron en un tarareo muy placentero.
Mientras tomaba un suave bocado de él, Alcanzó su trasero y ella
levantó sus caderas Pronto sintió el empujón insistente de su polla
mientras alineaba su cabeza contra su vagina. Comenzó a apretar
cada músculo de su cuerpo en necesidad, y envió sus dientes más
profundos mientras gritaba. Cuando empezó a sacar sus dientes,
habló con los dientes apretados contra su oído.
—No te atrevas a parar. Quiero sentir esos dientes en mí cuando me
apodere de tu cuerpo —jaló sus caderas hacia abajo mientras
empujaba las suyas hacia arriba, perforando su sexo directamente
hasta el centro, y todo lo que podía hacer era gemir fuerte y chupar
con fuerza.
Empezó a golpear y empujar, presionando con fuerza dentro suyo
mientras lo apretaba y lo agarraba con los músculos de su vaina.
Trató de mantener sus dientes en él, pero fue en vano, y mientras
gritaba en voz alta, soltó su agarre en su cuello. Sonrió con su
sonrisa más perfecta y seductora cuando la empujó hacia adelante
con una poderosa y rápida penetración, y usó su mano libre para
acercar su cara a la suya, atacando su boca y penetrando entre sus
labios con su lengua. Su otra mano permaneció en su cadera
mientras se estrellaba en su contra, la llevó al orgasmo con ese
poderoso golpe. Convulsionó y agarró sus hombros mientras sus
músculos temblaban y contraían cuando la atravesaba su liberación.
En el momento en que su pico había pasado, hizo rodar sus cuerpos
rápidamente y empujó una profunda caricia en su cuerpo. Comenzó
de nuevo su ritmo casi violento y perfecto. Lo miró fijamente
mientras la empujaba implacablemente hacia adelante, gruñó, y con
cada embestida su rostro se contrajo cuando estuvo a punto de
perder el control. Se separó velozmente de ella, inclinándose hacia
atrás para sentarse sobre sus pies. La miraba, jadeando, y parecía
casi animal. Sus colmillos brillaban entre sus dientes entreabiertos, y
vio cómo su mano alcanzaba su dura polla y acariciaba suavemente
la reluciente superficie. Sus ojos revolotearon, y dejó que se cerraran
mientras su cabeza caía hacia atrás. Estaba tratando de calmarse a sí
mismo, y solo cuando se dejó caer para acostarse entre sus piernas
entendió por qué. No estaba ni cerca de terminar con ella.
Llevó sus muslos hacia su pecho con una mano fuerte en la parte
posterior de ambos, y su boca se movió hacia su trasero. Se dio
cuenta de que sus propios ojos revoloteaban cuando sintió que su
lengua pasaba suavemente sobre la piel arrugada de su ano. Lamió y
ahondó mientras relajaba sus músculos y dejaba que su lengua se
deslizara por su apretado anillo. Gimiendo, porque él estaba contra
su piel muy sensible. Cuando su dedo presionó sin prisa su húmedo
agujero, gritó, pero luego lo miró a los ojos e intentó a relajarse.
metía y retiraba su dedo, y él dejó que sus ojos viajaran entre su
dedo y lo que estaba hacia en su trasero hasta sus ojos y de nuevo
hacia abajo.
Cuando sintió que introducía otro dedo con el primero, gimió con un
sonido fuerte y profundo desde la boca de su estómago. Sus caricias
eran lentas pero profundas, y suavemente cortaba con sus dedos
mientras se movía dentro de ella. Sus ojos continuaron alternándose
entre ver lo que estaba haciendo y ver la reacción de ella a su toque.
Su rostro era serio pero relajado mientras se desplazaba.
Se arrodilló entre sus piernas, y mientras mantenía los dedos en su
lugar, alcanzó con su otra mano a su coño, clavando dos dedos en su
humedad y llevárselos hasta su ano. Siguió empujando en su trasero,
masajeando la humedad en ella, y su otra mano se movió hacia su
pene, acariciándose despacio hacia arriba y hacia abajo a lo largo de
su longitud. Sus ojos parecían casi enloquecidos por el deseo
mientras permanecían pegados a lo que estaba haciendo, y para
cuando los apartó, su mandíbula estaba apretada.
—Todo de ti —pronunció las palabras mientras la cabeza de su polla
acariciaba con suavidad contra su entrada más sensible. Sostenía su
rodilla empujada hacia su muslo, y la otra la sostenía ella en el mismo
lugar. Miraba. Quería relajarse, pero estaba demasiado en celo para
que este hombre mantuviera sus músculos relajados. Solo la vista de
su necesidad la dejó apretándose y desesperada por su toque. Hizo
presión y, dio un empujón y luego seguidamente se apartó mientras
sus ojos se movían hacia los de ella, estudiando su reacción. De
nuevo se empujó, hundiéndose un poco más, pero retrocediendo
rápidamente. Fue una provocación increíble cuando él se deslizó
justo más allá de su barrera solo para retirarse. sabía que iba a doler,
pero lo deseaba.
La siguiente vez, la cabeza salió disparada del apretado anillo de
músculos y el dolor subió por su espalda, y ella gimió.
—Relájate —Su voz la calmó mientras mantenía su lugar dentro de
su cuerpo. No se retiró, sino que esperó a que ella liberara la tensión.
Cuando lo hizo, empujó más lejos, más profundo, y ella siseó, pero
su cuerpo lo aceptó. Se retiró un poco, agitando la humedad antes
de empujar más lejos de nuevo. Sus músculos se estaban relajando y
soltando mientras empujaba más profundo en ella, la sensación era
increíble.
La sensación era todo lo que nunca había sido antes. Esto alguna vez
había sido una tortura para ella, pero le estaba mostrando
perfectamente que no tenía por qué serlo. La sensación era
asombrosa: invasiva y consumidora, distendida y dolorosa, pero
increíble y completamente suya. Se adentró más y más en ella
mientras sus ojos observaban, y no se detuvo hasta que estuvo
completamente incrustado en ella con las bolas asentadas contra su
trasero. Se inclinó hacia su boca, besando sus labios suavemente, y
cuando se apartó, empujó sus muslos contra su pecho. Salió,
hundiéndose lentamente de nuevo. Su cuerpo lo aceptó mientras se
deslizaba a través de la humedad, y podía sentir la plenitud contra su
coxis cuando de nuevo llegó a sus profundidades.
Comenzó a un ritmo lento que aumentó con cada golpe hasta que
estaba empujando.
—Toca tu coño para mí —Parecía que apenas aguantaba, y ella
ciertamente no. Cuando tocó su clítoris y sus músculos comenzaron
a temblar, comenzó a lloriquear y él empezó a gemir. Se estaba
pasando su dedo por su sensible nudo y luchaba por mantener
quietas sus caderas. Luchó tanto como pudo, pero cuando su
orgasmo la atravesó, sus caderas empujaron hacia arriba y sus
músculos se tensaron en sus contra. Gritó por la presión, empujando
una penetración más profunda en su trasero mientras su propia
liberación lo dejaba con intensos espasmos dentro de ella y
gimiendo en voz alta desde lo más profundo de su pecho. Soltó sus
rodillas, colapsando sobre ella, su frente encontró la suya mientras
jadeaban y esperaban que sus cuerpos se calmaran.
Sostuvo su mirada mientras se relajaba en ella.
—Dios, Abby. Pensé que nunca te volvería a ver.
Parecía tan sumamente aliviado de tenerla con él, y sabía que lo
estaba.
—No puedes matarme tan fácilmente —Sonrió, alcanzando su
mejilla y acariciando su piel.
—Gracias a Dios por eso, porque seguro que lo intenté.
Gentilmente tiró de ella, viendo cómo su longitud la abandonaba
antes de descender entre sus piernas, y su cabeza encontró su
vientre mientras colapsaba. Le acarició el pelo mientras apoyaba la
mejilla en su piel. Estaba en el cielo. Hasta la última necesidad y
apetito habían sido perfectamente saciados y satisfechos, y no
necesitaba nada más en el mundo que al hombre que yacía
protectoramente sobre ella y que parecía decidido a dárselo todo.
Sabía por primera vez en más años de los que podía recordar que iba
a estar bien.
Epílogo

Principios de otoño.

—Es difícil creer que ustedes dos se nos adelantaron al altar... o a la


playa. —Angus se había dejado caer a su lado en una de las dos
mantas grandes que habían colocado junto a la hoguera. La cabeza
de Abigail estaba en el regazo de Quentin, y la inclinó hacia atrás
para mirar a Angus mientras hablaba, sonriéndole.
—Te vas a casar literalmente en una semana. No te estamos
ganando por mucho —Se río de Angus mientras Brit se arrodillaba
entre sus piernas y se acurrucaba a su lado. Hacía brisa, pero hacía
calor en su pequeña porción de playa de Nantucket, y el cielo del
oeste todavía mostraba solo un atisbo de crepúsculo rosado.
Truman y Ember estaban sentados junto al fuego mientras Ember
atizaba el fuego con un palo, quejándose de algo que tenía que ver
con un s'more32, lo que demonios fuera un s'more.
—Sobrevivirás, Em. Lo juro —Truman estaba siguiendo la corriente a
la extravagancia de su esposa.
—¡Sólo no veo por qué Quentin no puede dedicar parte de su
tiempo de investigación a encontrar una manera para que los
vampiros coman comida! —gritaba en dirección a Quentin, y él sintió
que un pequeño guijarro le golpeaba la nuca.
—Peces más grandes para freír y todo eso —gritó por encima del
hombro mientras el cuerpo de Abigail temblaba de risa. La miró, su
pene endureciéndose por segundos.
El funcionario que habían contratado para casarlos se había
marchado hacía menos de treinta minutos, y ahora ella le pertenecía
oficialmente. Ya que definitivamente le pertenecía a ella, parecía
apropiado. Era fácil para ellos casarse rápidamente. Sin lugar, sin
comida, no se molestaban con fotos, y ella llevaba nada más que un
vestido blanco de gasa que había dejado su corazón estancado

32
S'more: Malvavisco. (A veces escrito "smore"). Es un postre tradicional de Estados Unidos y Canadá.
cuando la vio por primera vez en él.
Los otros regresarían a Boston esa noche, pero él y Abby se
quedarían. Al menos durante una semana. Empezaría su primer
semestre de regreso a la escuela en poco más de una semana, y
acababa de terminar el programa de tratamiento ambulatorio. El
juez por fortuna, no había promovido la libertad condicional de seis
semanas, sino que la sentenció a tres semanas de tratamiento
ambulatorio de lunes a viernes en el mismo programa. Pero
independientemente del programa de tratamiento y tal como lo
había prometido, estaba viendo a un consejero por su cuenta. La
medicación ya no era una opción, y él estaba aterrorizado de que
terminara matando a alguien en el tratamiento. Tanto es así que se
sentó en el estacionamiento todo el día en sus primeros dos días allí.
Tuvo suerte de que los días hubieran estado nublados, o podría
haber estado en problemas. Pero lo había hecho bien.
Ser inmortal parecía coincidir con ella. Dijo que se sentía más segura
y que gran parte de la ansiedad parecía haberse sido apartada en su
nueva seguridad. Se veía también mucho más saludable que cuando
estaba viva. El cáncer antes de que lo descubrieran la había estado
matando durante algún tiempo, pero cuando expresó su culpa por
no haberlo visto, Lo silenció con un dedo en los labios.
—¿Estaría aquí contigo ahora mismo si lo hubieras descubierto antes,
o sería un humano pasando por quimioterapia o incluso en remisión?
Soy feliz con esta vida. Estoy más que feliz contigo. Todo está
absolutamente bien en el mundo para mí, y nunca he estado tan en
paz —Sus manos estaban en sus mejillas cuando dijo las palabras, y
lo besó dulcemente. Tenía razón, y no la tendría de otra manera que
inmortal y a su lado por la eternidad. Todo estaba absolutamente
bien en su mundo también.
Angus se puso de pie, levantando a Brit, y cuando Angus miró a
Truman y Ember, ellos tomaron la indirecta y se pusieron también de
pie para irse. Ember se acercó a él, jalándolo en uno de sus abrazos
mundialmente famosos.
—¿No dije algo acerca de que ustedes, hombres inmortales, se
enamoran de sus mujeres mortales? —Sí, lo había hecho—. Estoy
tan feliz por ustedes dos —dijo en voz baja mientras se apartaba
para tomar la mano de su esposo y, en cuestión de minutos, Quentin
finalmente estaba solo con su esposa y su hermoso vestido blanco
de gasa que no podía esperar para sacarle.
—Te debo una disculpa —habló mientras la atraía hacia su regazo
para que se sentara a horcajadas sobre él. Empujó la falda de su
vestido hasta su cintura, tirando de su cuerpo ceñido al de él. Ladeó
la cabeza y él besó la punta de su nariz.
—Nunca debí dejarte sola en la cárcel. No ir a visitarte fue cruel.
—Está bien. No estoy enojada…
—Sé que no lo estas, pero estuvo mal de mi parte.
Lo estudió.
—¿Por qué no viniste por tanto tiempo? —mordisqueó su labio,
mucha más emoción reprimida sobre esto de lo que había dejado ver.
—Estaba herido. Se sentía como si hubiéramos cruzado tantos
obstáculos y luego simplemente lo tiraste a la basura, nos tiraste a la
basura. Sé que eso no es cierto, pero así es como se sentía. Sentí que
no era suficiente para que te controlaras.
—Eres el hombre que elijo sobre todo lo demás en este mundo.
Sobre la ira, sobre el miedo, sobre las pesadillas, sobre cada
pedacito de mi feo pasado. Te escojo a ti. Siempre te voy a escoger.
—Eso fue jodidamente poético, querida. ¿Por qué, en el nombre de
Dios, seguimos los votos escritos?
La besó, pero no había terminado de hablar, y cuando su cabeza se
inclinó hacia un lado, y chupaba su labio entre los dientes, continuó.
—Cuando lo golpeé…
—Le diste un puñetazo.
—Le di un puñetazo. El momento después, fue borroso… —Negó
con la cabeza mientras sus ojos se desviaban hacia algún lugar
distante por encima de su hombro. Cuando volvió a mirarlo, respiró
hondo y lo dejó salir. Me hundí en el suelo y comencé a llorar como
un niño. Sabía lo que había hecho y sabía lo que iba a pasar. Fue mi
culpa.
—Bueno, lo siento. Te merecías algo mejor de mí. Quería
disculparme contigo la noche que te traje a casa, y tenía la intención
de hacerlo, pero luego... las cosas se complicaron.
Sonrió y ella le sonrió.
—Sí, lo hicieron. Pero necesito que sepas que ahora estoy bien. Sé
que no hay una respuesta fácil para superar toda la basura de mi
pasado, pero… —Estaba midiendo sus palabras—. Pero estoy bien.
Me siento más segura que nunca, más feliz de lo que jamás pensé
que podría ser, y no sé por qué siento que puedo decirlo con tanta
certeza, pero no tienes que preocuparte por mí. Estoy en control
ahora. Prefiero que pases tu tiempo amándome que preocupándote
por mí.
—Pero soy muy bueno preocupándome por ti.
Se río.
—Sí, lo eres. Solo quiero que entiendas que mi perspectiva ha
cambiado. Casi morir…
—Morir, cariño. Estabas muerta.
—Morir me ayudó a ver las cosas de otra manera. No es que quitara
las cosas malas. Simplemente me ayudó a ponerlas en perspectiva.
Me ayudó a darles solo el pensamiento que se merecían y ni una
onza más. Ese miedo solía consumirme, y mi reacción ante él era
muy exagerada. Pero ya no lo es. Solo quería que entendieras eso.
Supongo que solo quiero que confíes en que puedo manejar esto, y
me preocupa que sea mucho pedir.
—Hay una razón por la que quería casarme contigo de inmediato
—Ladeó la cabeza mientras esperaba a que él terminara—. Mentiría
si dijera que no me preocupo por ti. Pero te amo, y cualquier lucha
que tengas o experimentes no tiene nada que ver con ello. No
necesitaba esperar alguna señal de que eras la imagen de la salud
emocional, porque te voy a amar por la eternidad a pesar de ello. No
hay restricciones para ese amor, sin advertencias, sin ataduras.
Una lágrima corrió por su mejilla mientras se ahogaba por la
emoción.
—Hablando de poesía. Yo también te amo —Y luego lo besó
rápidamente en los labios—. Ahora, ¿puedes sacarme este vestido?
—¿Para un poco de sexo divertido en la playa?
—No es solo una buena bebida, ya sabes…

FIN

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