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GARANTÍAS Y PRINCIPIOS DEL DEBIDO PROCESO (ART 18 C.N.

El nacimiento de la limitación al poder punitivo suele situarse a partir del


texto doctrina de “De los delitos y las penas”, escrito por Cesare Bonesana (marqués
de Beccaria). Se trata de un texto fundamental para el inicio del proceso de
“humanización de las penas”, en el que se deslegitimó la idea de pena como
retribución o castigo, para comenzar la postulación de la pena reeducadora, es
decir, con un fin que incluye al hombre en sí mismo.
En nuestro país, esta corriente de pensamiento se plasmó en el artículo
18 de la CN: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones
especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de
la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado
sino en virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la
defensa en juicio de la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable,
como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley
determinará en qué casos y con qué justificativos podrá procederse a su
allanamiento y ocupación. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte
por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de
la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos
detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la
autorice”.
Si bien el modelo liberal es el que ha quedado plasmado en nuestra CN,
existen hoy en día otras lecturas e interpretaciones de la función del sistema de
garantías que intenta superar la mirada decimonónica.
La denominada teoría del garantismo, desarrollada por el jurista italiano
Luis Ferrajoli. Esta teoría se expresa en el axioma “el derecho es la garantía de los
débiles frente a los poderosos”. Este principio alimenta dos vertientes: el modelo de
derecho y la propuesta de teoría general del derecho.
En relación al modelo de derecho del garantismo, el mismo constituye
una alternativa al Estado de derecho liberal, donde los ideales de respeto hacia la
autonomía individual impiden la intervención a favor de quienes se encuentran en
situación de debilidad.
Un antecedente de la teoría garantista de Ferrajoli es el pensamiento
de Alessandro Baratta, quien desarrolló la doctrina del derecho penal mínimo, cuyo
contenido esencial es la consideración de respeto a los derechos humanos como
límite de la ley penal. Se toma en primer consideración la inclusión de las víctimas
y de todos aquellos que más sufren.
El debido proceso engloba un conjunto de garantías que tienen por
objeto asistir a los individuos durante el desarrollo del proceso y protegerlos de los
abusos del Estado. Las garantías son entonces las herramientas o mecanismos que
les permiten a los individuos defender y hacer respetar sus derechos
De la norma constitucional surgen las siguientes garantías y principios del debido
proceso:
a) Garantía del Juicio Previo.- ¨…Ningún habitante de la Nación puede
ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso…¨.
Nadie puede ser castigado sin haber sido previamente juzgado y sentenciado
mediante el debido proceso. Esto significa que el individuo debe ser primero
acusado de la comisión de un hecho que sea ilícito (tipificación del delito),
presentándose pruebas en su contra; y consecuentemente tiene derecho a
defenderse alegando sus derechos y presentando las pruebas conducentes
con el fin de demostrar su inocencia. En base a estos elementos (Los hechos,
las normas y las pruebas) el juez debe reconstruir los hechos y dictar
sentencia, pudiendo absolver o condenar, a ésta condena se la denomina:
“imputación de la pena”.
De ésta norma surge asimismo, el Principio de Irretroactividad de la Ley,
que establece como principio general que las leyes no rigen hacia el pasado,
no pueden tener carácter retroactivo, sino que desde su entrada en vigencia
comenzarán a aplicarse hacia el futuro. En materia civil este principio también
es consagrado conforme los términos del artículo 3º del Código Civil y
Comercial de la Nación que reza: “… A partir de su entrada en vigencia, las
leyes se aplicarán aún a las consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes. No tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público,
salvo disposición en contrario. La retroactividad establecida por ley en ningún
caso podrá afectar derechos amparados por garantías constitucionales...”
En materia penal, se admite la aplicación retroactiva de una ley, cuando es
más benigna que la que regía al tiempo de cometerse el hecho,
consecuentemente el principio general, reitero, es la irretroactividad de la ley
y la excepción es la retroactividad en los casos referidos, tanto en materia
penal como en materia civil.
b) Garantía del Juez Natural.- ¨…Ningún habitante puede ser…juzgado
por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley
antes del hecho de la caus…¨. Son jueces naturales los que forman parte de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los que forman parte de los
tribunales inferiores cuya creación y atribución de su competencia (atribuida
al Poder Legislativo conforme los términos establecidos en el artículo 108 de
la Constitución Nacional) fue anterior al hecho de la causa.
Ejemplo: un homicidio debe ser juzgado ante alguno de los juzgados
criminales creados por las leyes de organización y competencia de los
tribunales; y no interesa en particular la persona del juez, ni que su
nombramiento haya sido posterior a la comisión de ese homicidio. Lo que
importa es que ese órgano, el juzgado criminal, ya existía antes que se
cometiera el homicidio. Lo que prohíbe nuestra Constitución Nacional es
sacar al individuo de ese juzgado natural, y formar una comisión especial
para que lo juzgue. Consecuentemente, ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo
pueden formar comisiones especiales para que juzguen y sentencien a los
individuos, como tampoco puede el Poder Judicial delegar en comisiones
especiales posteriores al hecho, su atribución de impartir justicia.

c) Garantía contra la autoincriminación: El artículo 18 de nuestra


norma constitucional prescribe la prohibición de ser obligado a declarar
contra sí mismo. En la práctica, esta garantía supone para el imputado la
eximición de prestar declaración bajo juramento cuando es citado a
audiencia. Desde luego, esta garantía se vincula con la prohibición de
aplicación de tormentos para obtener declaración de un imputado como ha
ocurrido a lo largo de la historia en diversas sociedades. Esta garantía
también guarda relación con la garantía de la defensa en juicio y con el
Principio de Inocencia, la persona es inocente hasta que se demuestre y
declare su culpabilidad mediante una sentencia condenatoria. No está
consagrado expresamente en la Constitución, pero si en el Código Procesal
Penal de la Nación, art. 1º: ¨Nadie podrá ser… considerado culpable mientras
una sentencia firme no desvirtúe la presunción de inocencia de que todo
imputado goza…¨. Esta garantía en el Derecho Internacional se la puede
encontrar en: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
artículo 9 “todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado
culpable”; la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo
11: “ Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para
su defensa.”; y finalmente la Convención Americana sobre Derechos
Humanos establece en su artículo 8, segunda parte, que: “Toda persona
inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no
se establezca legalmente su culpabilidad.”.
d) Garantía a la libertad ambulatoria: La CN prohíbe el arresto si no es
“en virtud de orden escrita emanada de autoridad competente”. La doctrina
ha entendido que autoridad competente se refiere a la autoridad judicial.
Los distintos Códigos Procesales que reglamentaron esta garantía se han
apartado de este principio, al facultar a la fuerzas de seguridad a proceder a
la detención en situaciones específicas sin orden judicial (in fraganti,
expresión que significa: al momento en que se comete el delito). Como
complemento a esta garantía se erige el hábeas corpus, que resulta el
remedio más idóneo de defensa de libertad física en el caso de detenciones
ilegales (artículo 43 de la CN).
e) Garantía de defensa en juicio: Según nuestra Constitución Nacional,
“Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos”. Es la
facultad que toda persona tiene para contar con el tiempo y los medios
necesarios para ejercer su defensa en todo proceso donde se vea
involucrado. Todo justiciable tiene derecho a ejercer una defensa adecuada
de sus intereses en cualquier tipo de proceso, ya sea civil, laboral o
administrativo; sin embargo, este derecho adquiere significativa relevancia
cuando se trata de un procedimiento penal, en el que está en juego la libertad
y el patrimonio del imputado, ya que se establecen recaudos severos para
verificar que el imputado ha tenido oportunidad de audiencia (debe
comparecer ante el tribunal, quien le comunicará el hecho punible); con
respecto a la defensa material, impide obligar a declarar en contra de sí
mismo; y con respecto a la defensa técnica, el Estado designa de oficio un
defensor cuando el imputado no lo puede o no lo quiere elegir. Dentro de este
derecho se encuentra la facultad de las partes de sostener sus posiciones y
de contradecir los fundamentos del contrario. Es un derecho público
constitucional que asiste a toda persona física a quien se le pueda atribuir la
comisión de un hecho punible, mediante cuyo ejercicio se garantiza al
imputado la asistencia técnica de un abogado defensor y se le concede a
ambos la capacidad de postulación necesaria para oponerse eficazmente a
la pretensión punitiva y poder hacer valer dentro del proceso el derecho
constitucional a la libertad del ciudadano.
Esta garantía a su vez afianza el derecho a ser oído. Cuando se habla de
la defensa material, se está hablando más específicamente del derecho de
defensa por parte del propio imputado, lo que se conoce como “derecho a
ser oído” o “el derecho a declarar en el proceso”. La base esencial del
derecho a ser oído, reposa sobre la posibilidad de expresarse libremente
sobre cada uno de los 8 extremos de la imputación, también conocido en
nuestro Derecho, como “derecho a defenderse”. Es imprescindible que exista
algo de qué defenderse, es decir, una imputación de materia procesal penal.
Esa imputación debe ser conocida por el encausado, es decir, debe ser
correctamente intimado (noticia íntegra, clara, precisa y circunstanciada del
hecho concreto), si no, éste tampoco podría defenderse de algo que no
conoce (principio de contradicción). Este derecho alcanza su expresión real
en la audiencia del imputado ante el tribunal, tanto para la sentencia final
como para resoluciones interlocutorias que conforman la situación del
imputado durante el procedimiento. Con respecto al derecho a declarar del
imputado, es el momento que se le otorga a este, en virtud del derecho
constitucional de defensa en juicio, para presentar su versión de los hechos,
ofrecer su descargo, proponer pruebas y establecer un contacto directo con
las personas que tienen a su cargo la preparación de la acusación. Debe ser
entendido del modo más amplio, el imputado tiene derecho a declarar en
cualquier instancia del proceso (instrucción, investigación o preparación de
la acusación). No debemos confundirlo con una obligación, ya que declarar
es un derecho, y nadie está obligado a hacerlo si no lo desea.
Y afianza también el derecho a ser asistido jurídicamente. Al hablar de
defensa técnica, la doctrina se refiere a la asistencia jurídica de un letrado,
que puede ser elegido por el imputado para que lo asesore (facultad de
elección), o para el caso que el imputado no pueda por falta de recursos, o
de cualquier otra índole, el defensor será designado por el Estado. Se ha
llegado a considerar un servicio público imprescindible, que se debe prestar
aún contra la voluntad del imputado, ya que no se lo considera lo
suficientemente capaz para resistir la persecución penal por sí solo; el
defensor completa o complementa la capacidad del imputado para estar en
juicio penal. La defensa técnica por parte del letrado, debe estar presente
desde el primer acto, es decir, desde que se pone en conocimiento al
imputado del hecho punible. De esta manera se garantiza el conocimiento
efectivo que debe tener el imputado del hecho que se le atribuye, el cual debe
comprender la calificación jurídica y la relación histórica del hecho, con
indicación de las circunstancias de tiempo, lugar y modo. Posibilitándose así
el ejercicio del derecho de defensa. Esta información debe ser previa o sin
demora, es decir, realizarse antes de cualquier acto procesal. Durante todo
el proceso debe existir comunicación entre el imputado y su defensor (aún en
los períodos de incomunicación, a menos que el juez así lo ordene), previa a
la realización de cualquier acto procesal, que tendrá por finalidad,
obviamente que el defensor asesore jurídicamente a su defendido. El
derecho a la defensa en juicio se verá vulnerado cuando: se niegue la
asistencia de un abogado al imputado; se impida al abogado comunicarse
con su defendido; se realicen las notificaciones con retraso; se niegue el
acceso al expediente o a las diligencias vinculadas al proceso; se
obstaculicen los esfuerzos de la defensa para identificar, ubicar y obtener la
comparencia de testigos.
f) Garantía a la inviolabilidad del domicilio: Al referirnos a la
protección del domicilio, nos referimos también a la protección al derecho a
la intimidad. Además de estar consagrada esta protección en la norma
constitucional, es reafirmada en los diferentes tratados internacionales de
derechos humanos con jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22 CN).
La Constitución establece la necesidad de una orden judicial fundada para
poder acceder a un domicilio, a la correspondencia, al correo electrónico,
mensajes de texto y toda otra forma de comunicación.
Es en dicha orden judicial de allanamiento donde debe consignarse con
precisión qué es lo que la policía está facultada a revisar e hipotéticamente
secuestrar. La fundamentación –de todas y cada una de las resoluciones
judiciales- sirve para permitir su posterior revisión y evitar irregularidades en
la decisión.- Así una orden de allanamiento infundada es constitucionalmente
inválida, puesto y tal como surge de la letra del art. 18 de la C.N., “... una ley
determinará en qué casos, y con qué justificativos podrá procederse... al
allanamiento y ocupación”. En “Daray, Carlos A.” Del 22/12/1994 – CSJN,
Fallos: 317-3:1985) la Corte sentó entre otros, como criterio que la decisión
del juez que ordena un allanamiento debe ser fundada, pues la motivación
es el modo de garantizar que el registro aparece como fundadamente
necesario y excluye la arbitrariedad en el uso del poder estatal. La
fundamentación del auto que dispone un allanamiento debe ser expresa,
clara y precisa, ello dentro de los límites de las posibilidades que la realidad
impone en la génesis investigativa y la urgencia con que las decisiones de
esta índole usualmente son adoptadas. No por ello, dichas razones de
urgencia o de índole investigativa habilitan a que se otorguen órdenes de
allanamiento inmotivadas tanto en su pedido como en su libramiento.-
g) Garantía hacia los detenidos: El artículo 18 de la CN también
prescribe una garantía para aquellos que se encuentran detenidos. Esta
norma reasegura el principio de dignidad inherente a todos los seres
humanos, incluso a los privados de su libertad.
h) Principio ¨Nom bis in idem¨.- Significa que ninguna persona puede
ser perseguida penalmente más de una vez por el mismo hecho. Prohíbe la
doble persecución penal. No está consagrado expresamente en la
Constitución, pero surge implícito de las declaraciones, derechos y garantías
de la misma. Donde si está consagrado expresamente es en el Código
Procesal Penal de la Nación, art. 1: ¨Nadie podrá ser… perseguido
penalmente más de una vez por el mismo hecho.
i) ¨ Principio ¨in dubio pro reo¨.- Significa que en caso de duda
(ejemplo, hay pocas pruebas), se favorecerá al reo (imputado, acusado,
procesado). Debe verse como una extensión del principio de inocencia, ya
que si la persona se presume inocente y en el proceso no hay suficientes
elementos que le acrediten al juez la culpabilidad del imputado, lo lógico es
ante la duda continúe siendo inocente, y en consecuencia, se lo absuelva.
j) Principio de congruencia: Para dictar sentencia el juez no puede
apartarse de los hechos y cuestiones planteadas por las partes durante el
proceso.
k) Principio de plazo razonable: El proceso debe desarrollarse en un
plazo razonable, tomando en consideración la prescripción de la acción
penal, así como los límites temporales impuestos por la prisión preventiva.

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