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ADVERTENCIA:
Internado en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, Horacio Quiroga conoce a
Vicente Batistessa, un “Hombre elefante” internado en los sótanos del nosocomio.
Conmovido por las condiciones en las que mantienen a Vicente, Horacio ofrece
compartir su habitación con el monstruo. Es así como Vicente será su compañero hasta
el momento del suicidio.
Para Vicente, Quiroga es un desconocido cuya imagen irá construyendo entre los
delirios febriles de Horacio, los breves relatos de sus ocasionales momentos de lucidez
durante la internación y la lectura de sus cuentos.
La estructura del relato es la cosmovisión del universo Quiroga, organizada en la
mente de un monstruo.
Propongo una “obra / espectáculo” coral, en la que varias voces construirán la vida
del cuentista rioplatense.
Todos los datos que conforman este material son verídicos y fueron tomados de
correspondencias y relatos de amigos y conocidos en materiales de investigación sobre
su vida.
En este trabajo conviven más de 70 personajes que, para la puesta en escena, pueden
ser encarnados por 19 actores.
Los nombres de los personajes corresponden a las personas que formaron parte del
mundo real de Quiroga y aquí figuran simplemente como referencia; no es relevante
para la comprensión de la historia distinguirlos especialmente, será ocupación de la
puesta la necesidad de esa distinción en caso de que lo considere indispensable.
A los efectos de esta historia, importa sólo el grado de relación con el protagonista.
En el espacio escénico conviven varios ámbitos atrapados por la selva que avanza;
ellos se irán transformando a medida de las necesidades con cambios de utilería entre
escenas.
Exterior de la casa de Horacio en Misiones. Calle de una ciudad pueblerina. El interior
de un galponcito que oficiará de distintos interiores. La sala de estar de un hogar
burgués. La costa de un río. El patio exterior de una “casa de recreo”
En oscuro se oye una respiración forzada, que se confunde con el ruido de un monitor
cardíaco. Se suman las chicharras y el croar de ranas. El globo blanco de una lámpara
de hospital se enciende y aparece lentamente en medio de la selva una cama de
hospital donde Horacio Quiroga vuela de fiebre. A su lado su amigo Vicente, el
hombre elefante, y el Doctor
1 En el hospital
Mientras Vicente acomoda la almohada de plumas el doctor dice en voz baja:
DOCTOR: No sé...Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos,
nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme en seguida...
HORACIO - Rígido de espanto, sin dejar de mirar la alfombra: ¡Asencio Barcos!
¡Asencio Barcos! (Padrastro de Horacio)
DOCTOR: Es un caso serio... hay poco que hacer...
VICENTE: En el almohadón hay manchas... fíjese que parecen picaduras
DOCTOR: hágame el favor, levántelo a la luz...
Se oye un disparo y luego un grito ahogado. HORACIO- se tapa la cabeza con una
almohada
VICENTE: Hoy 19 de febrero de madrugada entre ecos de jadeos y ronquidos de
los internados en las lúgubres salas del Clínicas, Horacio se echó el último trago y
esperó. Enseguida comenzó a retorcerse y todo fue aturdimiento de tiempo y
espacio.
3 En el hospital
VICENTE – Está pasado de fiebre, está volando
HORACIO- Quiero que me digan la verdad. Este fuego que me está quemando las
entrañas no es de este mundo.
ANASTACIA ALBÍN (Una amiga uruguaya) Desde otro lugar de la escena
Sosténganlo, quiere tirarse al aljibe. ¡Estás Loco, Horacio! ¡Estás Loco!
Desde otro lugar de la escena
PASTORA FORTEZA - Tendré visitas regulares, los hombres vendrán a casa
como novios, los recibiré formalmente. Ya sabrán, sin haberme visto, quien soy, de
donde vengo, se ocuparán de saber qué vida llevo, de que vivo, cuanto me dejaste y
si he sido la causa de tu muerte. Cualquier hombre honrado debería comportarse
así.
Me indigna tanto. Esta podredumbre que me rodea y me somete a buscar al
hombre que me saque del infierno de ser hembra cuando tu cuerpo aún sigue
tibio…
HORACIO- Tiene una ataque de asma Aire. Me falta el aire. Ahhhh!
PASTORA FORTEZA - Es asmático nomás, los hijos grandes van a ayudar
HORACIO- Es el cáncer aquí, aquí, aquí. Se retuerce apretándose el estómago Me
asesina. A traición me asesina. Me clava sus colmillos como (Delira) como esa
dama importada que nos quiere deslumbrar con su gran sombrero.
VICENTE – Vuela de fiebre
HORACIO- Desde el lecho le responde No. La cabeza bajo el sol demasiado
tiempo, y el hacha…
ANASTACIA ALBÍN: Desde otro lugar de la escena ¡Tirarte al aljibe Horacio, al
aljibe! Estás Loco Horacio Estas Loco
DOCTOR-Parece cosa del diablo Jamás he visto cosa igual...
HORACIO - ¿Qué tienen las víboras de este país?
DOCTOR – Es un cáncer que tiene tomado todo el aparato gastrointestinal
5 En el hospital
DOCTOR- Su respiración esta mejor consiga unos paños y séquele la
transpiración.
HORACIO-María como la virgen
VICENTE- Se aparta del lecho para buscar los paños y se detiene. Comienza a
aclarar
DOCTOR - Usted, tendrá que dormir un poco.
VICENTE- Yo no duermo. No puedo dormir. ¿No sabe?
11 Interior y selva
Horacio permanece en el interior y se ilumina La selva
HORACIO- por teléfono, loco de entusiasmo, a su amigo Ferrando. Todo es un
infierno de lluvia Diego, bramidos y viento huracanado. El estruendo del agua,
que apenas se escucha desde lo alto, en la hoya es de una intensidad fragorosa que
sacude los cuerpos y hace entrechocar los dientes. Las ráfagas de viento y agua
despedidas por los saltos se retorcían al encontrarse en remolinos que azotaban
como látigos. Es que no sé cómo decirlo, como expresarlo, me emociona tanto… Un
paisaje primitivo, rugiente de agua, huracán y fuerzas desencadenadas… Eso es la
gran catarata y te juro que apenas estábamos al pie de los pequeños saltos.
Imagínate….
MONTEVIDEO
Babel de tiempo y lengua nuevo universo
perdido entre tus aguas mil novecientos
Nostalgia del mañana
de gastada esperanza
deja ciego esta luz que no alumbra nada
Descalzo de las huellas de mis zapatos
va mi aliento sin mapa ni rumbo cierto
Mientras se escurren las horas
Vaga desordenada
la infausta fantasía de no ser nada
Nostalgia de la tierra donde soy cierto
Sólo en mi lengua cuento lo que yo veo
Sin prisa las palabras
Danzan buscando excusas
para volver a verte Montevideo
16 Interior y hospital
Declaración de Anastacia Frente a una máquina de escribir un oficial toma
declaración a una testigo, amiga de los jóvenes
ANASTACIA ALBÍN- Estábamos en la casa de Federico, en la calle Maldonado,
Héctor, el hermano de Federico había conseguido el arma. Es una pistola de dos
caños creo. Horacio estaba contento, iba a ser el padrino en el duelo. La idea de ver
muerto a Papini y zas, les producía alegría a todos los muchachos.
El disparo se escapó cuando trató de quitar el seguro que estaba trabado. Eso me
dijo Héctor y que Horacio se lanzó sobre el cuerpo ensangrentado de Federico
pidiéndole perdón. Luego vino corriendo desesperado a buscar a Brignole, porque
es practicante casi médico. Brignole estaba conmigo y con Fernández Saldaña...
Trataron de reanimarlo pero todo fue inútil. El proyectil penetro por la boca y se
incrustó en el occipital. Federico falleció casi en el acto.
En seguida vi que todos corrían hacia el patio a sujetar a Horacio que quería
tirarse al aljibe. Cerca de la media noche acompañamos a Horacio a presentarse
en la Jefatura.
A Horacio que está en otro lugar de la escena
ANASTACIA ALBÍN- Tirarte al aljibe Horacio, al aljibe!!! Estás Loco Horacio
Estas Loco.
Desde su lecho en el hospital
HORACIO- Algo de la muerte se me ha instalado definitivamente. Héctor insistió
en que se trató de un accidente
VICENTE- y el juez le creyó.
HORACIO- Pero yo sé que soy culpable. Soy el único culpable de haber matado a
mi gran amigo.
VICENTE- Coloca trapos húmedos sobre la frente de Horacio- Descanse amigo,
piense en otros mundos, piense en mundos luminosos…
HORACIO- Levantándose con incomodidad mientras se traslada a la selva se va
desvistiendo ¡Paris era luminoso! Cuando decía que era Uruguayo, me
preguntaban en que parte del mundo quedaba y yo les mentía, les decía “En el
salvaje corazón del áfrica” se asustaban y se alejaban de mi…
18 Hospital
Vicente lee, a su lado Horacio duerme. Vicente disfruta de las imágenes que lee como
si fuera él, virgen e ignorante del amor humano,
VICENTE- Se sentó bruscamente en la cama apenas en penumbra moví sus ropas
y acaricie su brazo fresco, y la sentí temblar
María Esther se desviste tímidamente frente a Horacio
MARIA ESTHER - Quisiera dejar puro al menos mi recuerdo, porque no hay
nada más bello que fortalezca más en la vida que un recuerdo puro
VICENTE- Yo quisiera en cambio olerte, lamerte, disfrutar de este encuentro
añorado. ¿No es pureza desearte así? Comienza a tocarse
LA MADRE– Este señor te quiere hacer el amor ¿Tú quieres?
HORACIO- y ella dijo si
MARIA ESTHER - Yo sí
VICENTE- Masturbándose mientras lee del libro Y sentí sus lágrimas mientras
mordía mi brazo, embarrada en una cama de sirvienta, regando con ellas como
una tumba el abominable fin de su único sueño de felicidad. Acaba. Entre sus
jadeos se escuchan golpes de hacha y se escucha a Horacio Entre hacheros hachando y
cargando troncos
HORACIO- Alguna vez habíamos pensado en casarnos…
20 Hospital
Vicente lo busca y lo acompaña a la cama
HORACIO- Delira. No me hallo con esta fiebre... No puedo con mi hacha. Si
querés darme para mi pasaje, te voy a cumplir en cuanto me sane...
VICENTE- ¿Cumplirme a mí? Jajá ¿Cómo estamos con las cuentas?
HORACIO- Debo veinte pesos todavía... El sábado entregué... Muy enfermo
estoy...
VICENTE- Siguiéndole al corriente Sabés que mientras tu cuenta no esté pagada,
tenés que seguir viviendo. Curáte aquí y arreglás tus cuentas enseguida.
HORACIO- Quiero salir tengo que bajar, debo pasar por la farmacia a comprar
cianuro.
VICENTE- Sorprendido Admirable sinceridad. ¿Sabe en dónde estamos?
HORACIO- Pausa Ya pasó la edad y la época de la cobardía.
Aparecen frente a la casa de Misiones desde distintos espacios y a destiempo, Ana
María, la suegra francesa y Brignole
VICENTE- Tiene visita HORACIO- ¿Le preparo mate quiere?
HORACIO- Si, voy a mostrarles la casa. Se levanta. Vicente sale por el mate
21 Exterior de la casa en Misiones
Con orgullo muestra su casa a los invitados
HORACIO- Es humilde, hecha con mis propias manos
SUEGRA- Amarga Una choza.
HORACIO- Un rancho señora, una casa de campo
SUEGRA- Una choza en la selva
HORACIO- Componedor Usted sabe que a los hombres no se nos da eso que tan
bello le sale a la mujer. Cuando Ana María la adorne… Le hace falta el toque
femenino nomás
SUEGRA- A Ana María ¿Vas a acostumbrarte? ¿No vas a tener miedo de noche?
ANA MARIA- Con Horacio no tengo miedo mamá
SUEGRA- Hay animales salvajes
Horacio trae un yacaré embalsamado
SUEGRA- Descubre el animal ¡Por Dios!!! ¿Ves? ¿Qué es esa bestia?
HORACIO- Disculpe Ríe y se tientan Brignole y Ana María Yacaré negro,
BRIGNOLE- Conteniéndose Caimán, le dicen a este bicho fiero de hocico angosto.
No tenga miedo, madame, está muerto
Horacio lleva aparte a Ana María
HORACIO- ¿Te gusta? Mira que cielo, mira allí el horizonte… mira qué lejos…
¿Te gusta?
ANA MARIA- Es lindo el cielo… tengo miedo de extrañar nomas
HORACIO- Al principio… un poco… uno no deja de pensar, porque el silencio es
tan fuerte aquí que solo se escucha el pensamiento
SUEGRA- Interrumpe ¡Y este chillar de pájaros enloquecidos! ¿Se callan alguna
vez?
ANA MARIA- Voy a precisar ayuda, hay mucho, mucho que hacer para que
podamos sentirnos cómodos
HORACIO- Alguna de las mujeres de Malaquías va a colaborar… y son buenas
tejedoras… ¡voy a hablar con él! ¿Te gustaría que le encargue una colcha blanca
para la cama?
ANA MARIA- Con poco entusiasmo ¿Blanca?
SUEGRA- ¡Y al catre lo llama cama! “Je ne cest pas “en qué idioma habla, “Je ne
cest pas “en qué monde vive… a la hija “me” traerte aquí, tan lejos nuestro…
estamos todos tan acostumbrados
HORACIO- ¿Le hubiera gustado que se quede soltera de costumbre?
SUEGRA- Me hubiera gustado que se casara con alguien a quien pudiéramos
visitar
ANA MARIA- ¡Mamá!
HORACIO- Disimulando la herida. Usted y su marido, sus hermanas, la familia,
pueden considerar esta casa como suya.
SUEGRA- Insiste en llamarla casa…
Brignole aparta a Horacio para evitar una discusión
BRIGNOLE- A Horacio A cualquiera le costaría acostumbrarse a una vida tan
distinta Horacio.
HORACIO- No es solo la madre. Ana María no pone una mínima intensión en
esperanzarse aunque sea
BRIGNOLE- Dale tiempo
HORACIO- Acabo de mostrarle el cielo, este maravilloso cielo y ella pensando en
el trabajo que le va a dar la casa.
BRIGNOLE- Alivianando la conversación Fuiste generoso con la suegra invitando
a la familia. ¿Mira si te hace caso?
HORACIO- Voy a llenar la galería de los bichos que embalsamé y no se va a
atrever a acercarse. Ríen
23 Hospital y Galpón
En un rincón del galponcito Ana María embarazada acomoda frascos en un estante.
ANA MARIA- Si va a venir mamá para cuando nazca va ser difícil hacer que se
regrese pronto.
HORACIO- Desde su cama del hospital responde al fantasma de Ana María Voy a
llenarle el cuarto de mariposas de noche
ANA MARIA- Horacio!!! Le escribí y le conté de la finca de Ruiz, y quiere
comprarla… Lo consultó con mi padre… y a mí me gustaría… Prefiero que se
quede en una finca vecina ¿No sería mejor?
HORACIO- Se levanta amenazante voy a rodear la casa de caimanes, voy a
sembrarle hormigueros de termitas… pero antes voy a comerte a besos y dispuesto
a violarla a meterme adentro tuyo
La desviste con violencia, la trata brutalmente. Ella llora
ANA MARIA- Cuidado Horacio. Me duele. Más suave hombre. Así duele.
¡Cuidado!.
Toda la selva se erotiza se ven cuerpos semidesnudos, jugando corriendo,
escondiéndose detrás de las piedras, de los árboles. Atraviesa la escena una morena
que sale del rio y se cubre con un trapo que la envuelve. Horacio Lanza un sapucay
cuando acaba
24 Exterior de la casa en Misiones
Se presenta ante la suegra a medio vestir, acomodándose la ropa, observando su barba
en algún espejo, alisándose el cabello,
SUEGRA- Desalineado. Impresentable. A Ana María Tenés que venirte a Buenos
Aires con la nena. La tiene que ver un médico de verdad
Horacio le da un beso a Egle en brazos de Ana María
ANA MARIA - Aquí son de verdad los médicos mamá. Si Egle nació en casa fue
porque Horacio quiso
HORACIO- Así paren las hembras
SUEGRA- Conteniéndose Así paren las indias, no una mujer blanca educada,
preparada para mucho más que para esto
HORACIO- No precisamos nada más. Aquí tenemos todo: la selva virgen se nos
ofrece…
SUEGRA- Si Ana María no recibe la mensualidad de su padre no les alcanza el
dinero. ¿Por qué insiste? Aquí es un peón, un triste colono que fracasa en cada
aventura loca que emprende
HORACIO- Es que yo no soy buen comerciante, más bien soy agricultor y por esa
obstinación, de cada derrota saco más fuerzas.
Aparte, interrumpe Jacinto
JACINTO- ¿Y ahora qué patrón?
HORACIO- Voy a fabricar dulce de maní y miel
JACINTO- ¿Y después? Si se cansa digo, o si no le da ganancia
HORACIO- Lo Piensa Voy a experimentar en la destilación de la naranja para
licor. Voy a plantar banano y mandioca.
Se acercan Carlos y Gozalbo, dos amigos de Misiones que pasaban de visita
ANA MARIA- Bienvenidos ¡Que hermosa sorpresa! También mamá llegó de
visita
HORACIO- Hace las presentaciones divirtiéndose de su falsa formalidad La señora
de Cirés,
SUEGRA- Corrige “La viuda” de Cirés
HORACIO- MI amigo Gozalbo, el dueño de la droguería de San Ignacio
GOZALBO- Mucho gusto señora, veo de quien heredo la belleza Ana María
SUEGRA- Cortante De su padre. Nos parecemos en la sensibilidad, pero
físicamente…
ANA MARIA – Componedora La forma de los ojos, esta parte de acá mamá es tuya
CARLOS GIAMBIAGGI- Debe haber sido un caballero buen mozo entonces,
HORACIO- Mi tocayo de patria el uruguayo Giambiaggi futuro…
CARLOS GIAMBIAGGI- lo interrumpe. Carlos Giambiaggi a sus órdenes señora.
Futuro padrino del hijo que viene y que será varón
SUEGRA- Irónica ¿Es adivino? Amarga Que sea sano es lo importante,
ANA MARIA- componedora Dicen que por la forma de la panza va a ser varón
SUEGRA- Indignada Por favor Ana María son dichos de ignorante. No tenés que
creerlos y mucho menos repetirlos.
Pausa. A Horacio Para asegurarnos de que sea sano, hablé con el Dr. Rivera para
que la atienda. Horacio la mira y no responde. Incómoda se dirige a Ana María.
Rivera, el amigo de tu padre, el mismo que te trajo al mundo.
25 Hospital
Vicente, el que nunca fue mirado. Uno de los pocos momentos de calma en la
habitación del hospital. Durante un rato Horacio toma el sol que entra por la ventana y
Vicente con un libro cerrado en las manos sobre sus rodillas apenas se balancea en
silencio.
HORACIO- ¿Que pensás Vicente?
VICENTE- ¿Cómo se da cuenta que pienso?
HORACIO- Todos pensamos
VICENTE- ¿Todos quienes?
HORACIO- Los hombres, nosotros pensamos
VICENTE- Los monstruos… ¿Sabe si los monstruos pensamos?
HORACIO- Claro que sí. Me preguntas porque pensás que habrá respuesta
VICENTE- Ríe y descubre la trampa Entonces no está delirando. A veces no sé
con quién hablo. Entre lo que leo y mi insomnio y -señala a Horacio- el amigo que
delira cuando esta con calentura. Solo la visita del doctor me tranquiliza. Sé que es
real…
Ríen y se detienen mirándose
HORACIO- Tenés linda mirada, Vicente
VICENTE- Usted debe haber conocido el horror por eso soporta mirarme
HORACIO- Tenés una voz melodiosa… y hasta puedo adivinar… un corazón
generoso.
VICENTE- El corazón es la mínima cualidad de este cuerpo de hombre con piel
de sapo y cráneo enorme y deforme que debe tapar con esta mascara.
Acomodándose la máscara Ingeniero debía ser el sastre que diseñó esta funda de
lienzo
HORACIO- Bellos ojos, Vicente…
VICENTE- ¿Puede verlos? ¿Se anima de verdad a mirarse en mis ojos?
¿Sabe que es el horizonte para mí? La ventana del final del pasillo de este piso del
hospital. Cuando estaba en el agujero del sótano estaba más cerca: No me animo a
mirar por la ventana el final del cielo porque tengo que asomarme demasiado y es
peligroso para mi cuello por el peso de la cabeza sabe?
En la costa del río
ANA MARIA- Es lindo el cielo… tengo miedo de extrañar nomas
HORACIO- Al principio un poco…el tiempo nunca llega. Para sí. Uno permanece
frente a un abismo de quietud sintiendo lo próxima que está la muerte.
Entra una enfermera a la habitación del hospital
VICENTE- Siempre la muerte… yo no pienso en ella. Sera que no le tengo miedo
26 Hospital
La enfermera prepara el suero para Horacio.
Vicente intenta con timidez que la enfermera se atreva a mirarlo. Ella le da la espalda.
VICENTE- Estos ojos que nadie se había atrevido a mirar y a los que conocí a
través de un espejo opaco.
ENFERMERA - Evitando mirarlo. ¡Aha!
VICENTE- Porque únicamente yo había mirado a mis ojos hasta que los acaricio
la mirada de mi único amigo. El, Horacio, es mi amigo
ENFERMERA - Evitando mirarlo Aha!
VICENTE- Siempre se escapan las miradas de quienes no se animan a enfrentar
al monstruo, Debe ser difícil mirarme ¿Verdad?
Ella no responde
HORACIO- Bellos ojos, Vicente…
VICENTE- Fuerte la mirada, ruda. Después la fiebre se la fue nublando. Yo sé
que Horacio conocía tanto el sufrimiento como yo. Lo supe en la chispa de ese
contacto… Pausa “Y en el corazón doloroso tiembla el ansia tristísima de ser
amado”.
HORACIO- ¡Este Lugones!…
30 Hospital
La sencilla muerte
VICENTE- lee un poema de Lugones:
Soñé la muerte y era muy sencillo,
Una hebra de seda la envolvía, y a cada beso suyo
con una vuelta menos se ceñía.
Y cada beso suyo era un día y el tiempo que mediaba entre dos besos, una noche.
HORACIO- La muerte es muy sencilla.
VICENTE- Siempre la muerte. Por qué será que yo no pienso en ella.
TORMENTA LITORALEÑA
El arroyo torrentoso
Se roba la tala diaria
Se escapan los troncos
como furiosos disparos
de un arpón violento
El cielo más oscuro
del mundo más oscuro
Descarga el aguacero
Sobre el mensú
que corre hasta al arroyo
se desnuda y salta
a montar un tronco
Para arriar la tala
hasta la orilla
que no se pierda el jornal
Tormenta del litoral
que no hace falta
pero viene igual
37 Interior en Misiones
Los ocho días de agonía para Ana María
JACINTO - ¡Patrón Patrón ! ¡Deje todo y vaya a las casas… la patrona, la
patrona se retuerce!
HORACIO-Se levanta de la cama del hospital y corre al llamado. A Vicente: Fue lo
primero que pensé pero no quería que fuera así.
GOZALBO- Junto a Ana María Parecía tan entera, tan segura. No se me ocurrió.
HORACIO- Apretaba la boca con tanta fuerza que creí que se le romperían los
dientes. Me miraba y se le deshacían los ojos nublándose. Las pupilas negras no
dejaban de mirar enfrentándome. Todo su orgullo era más fuerte que el terrible
dolor que la retuerce de manera monstruosa. Por fin agotada, sudando pareció
dormirse y pasé la primera noche mojando trapos para refrescarle la frente y las
muñecas
GOZALBO- Por ahora es lo único que se me ocurre. Inyectarle esta medicación y
que tome agua, mucha agua.
HORACIO-Jadeaba, se estiraba tocándose el estómago, y dejó de respirar y de
repente una bocanada ahogada, un ronquido. Así fue como le vi la boca llena de
ampollas y comenzó a babear. Pase la segunda noche y la siguiente y se le hinchaba
la garganta y le desaparecía el cuello.
GOZALBO- Tenés que descansar Horacio, yo puedo quedarme a pasar la noche
y Jacinto podría ayudar
Ana María hace arcadas y vomita
GOZALBO- Esto es buen síntoma amigo, capaz que ya pasó lo peor y tenemos
suerte
HORACIO- A Ana María Los chicos preguntan por vos. Se asustan cuando te
escuchan gritar. A Gozalbo ¿Ves cómo me mira? No me quita los ojos de encima y
me obliga a mirarla. ¡Quiere que sepa el dolor que le causé sin darme cuenta!
GOZALBO- Se aferra a la vida. A Ana María Me engañó señora y ahora me siento
terriblemente culpable.
HORACIO- No quiero que los hijos te vean en este estado, ya sufren demasiado
escuchándote gemir desde hace una semana y lloran… ¿Cuánto más? ¿Si estas
decidida a morir cuantas noches más debo pasar a tu lado?
GOZALBO- No sé de dónde saca fuerzas para no quejarse. Es un proceso muy
doloroso
HORACIO- ¿Va a Morirse pronto?
GOZALBO- Sería lo mejor si no hay esperanza. Ya vamos por el octavo día… No
sé cómo es capaz de resistir. Se aleja a lavarse las manos
HORACIO- Le hare un telegrama a su madre.
ANA MARIA- Repentinamente se incorpora ¡Pobre Egle! ¡Qué crecida está! ¡Cómo
se me parece!
HORACIO- Entusiasmado por esa repentina mejoría ¿Ves? Ya tenés más fuerzas.
Mañana, estoy seguro, no querrás estar en cama… Ana maría comienza a
convulsionar y muere Pronto, Gozalbo ¡Ana María se muere!
VICENTE - Se acerca a mirar la escena. En San Ignacio a los once días del mes de
Febrero de mil novecientos quince ante mí Jefe suplente del Registro: Ramón
Gozalbo de treinta años, soltero uruguayo, domiciliado en la localidad, declaró que
el diez del corriente a las once de la mañana falleció en su domicilio la mujer Ana
María Cirés de Quiroga de veinticinco años, argentina, casada, hija de Pablo
Cirés, fallecido y de Ana María Laguzan de Cirés, francesa, domiciliada en la
localidad. Leída el acta la firmaron conmigo el declarante y los testigos Pablo
Allain de 42 años, francés y Vicente Gozalbo de 40 años, uruguayo, ambos
domiciliados en la localidad y quienes han visto el cadáver.
La causa de la muerte: hemorragia intestinal
Todo se detiene
ANA MARIA- A mis queridos hijos Egle y Darío les pido perdón por esta partida.
Sepan que solamente dejo a la vista lo que desde hace mucho tiempo estoy
padeciendo.
HORACIO – No entiendo porque se empeñan en abandonar este paraíso. Llora
44 Hospital
Va hacia el cuarto del hospital y se recuesta. Alfonsina lo sigue
VICENTE – Tiene los ojos llenos de lágrimas
ALFONSINA- Lo mira desde la cabecera de la cama ¡Me abandonó! De prisa le vi
cruzar la calle y perseguí por un rato su sombrero que huía...Después fue, ya
lejana, una mancha de herrumbre. Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
En el interior de su casa, en su estudio Quinquela sirve el té,
QUINQUELA- Es una locura irse a vivir con ese hombre. Todo Buenos Aires sabe
que es un loco. Un ogro intratable, retraído, solitario. ¡Vos con un misántropo!
ALFONSINA- Se instala Lo abandoné. Lo herí
QUINQUELA- Con cucharita de azúcar ¿Cuántas?
ALFONSINA- Dos por favor
QUINQUELA- Lo mejor será olvidarlo
ALFONSINA- No. Olvidarlo no. Pausa, bebe Quiero que me acompañe y se
sumerja conmigo
46 Interior pulpería
Un viejo borrachín que viste bombachas de soldado paraguayo, zapatillas sin medias y
una mugrienta boina blanca terciada sobre el ojo, ofrece orgulloso su bastón a quien
quiera intentar romperlo. Uno tras otro los peones probaran golpeando sobre las
baldosas de piedra
VIEJO - Si marcho, marcha conmigo: Es como un lazarillo que me espera, que no
me abandona jamás… Pruebe, es la madera más dura. Uno prueba Va a dolerle la
rodilla o se romperá los brazos pero no va a conseguirá doblarlo ni romperlo…
Ríen, otro se anima a intentar si lo logra yo pago la próxima. Una caña más
kuimba'ete. (caballero) Mejor una vuelta completa… digo 360 grados o sea 4
cañitas de 90 grados cada uno derrapa
PEÓN- Pedíte la botella direto. Mira hacia afuera, se acerca a la puerta y hace señas
Che capanga ahí está el mensú ese que se escapó
47 Interior
Despacho de Horacio que ahora es el Juez de paz en San Ignacio. El secretario
acomoda sillas frente al escritorio. Afuera se van acercando personajes del pueblo:
Ancianos, niños, señoras y señores “bien”. Es un acontecimiento popular.
HORACIO- ¿Encontró el sobre?
SECRETARIO- Si, por supuesto.
HORACIO- ¿Dónde estaba?
SECRETARIO- Entre unas fotos en el cajón del armario chico. Pausa. Ya están
llegando los interesados
HORACIO- No serán muchos.
SECRETARIO- No vaya a creer, dejó muchas promesas sin cumplir… cómplice y
unas cuantas acreedoras que esperan su recompensa. Cuenta las sillas
HORACIO- ¿Tan poco tienen que hacer en estos pagos que se vuelve
acontecimiento la lectura de un testamento?
SECRETARIO- Curiosidad será y esperanza también.
HORACIO- Que no se hagan ilusiones, les dejó toda su fortuna a las putas de
Bruselas
Entra un desfile interminable de putas que hace obvio disgusto de los presentes
Mientras comienza la lectura, la música de chamamé invade el ambiente y comienza
iluminarse el cartel del prostíbulo “FLAMANTS ROSES”
54 Mismo interior
HORACIO- Lee: Yo, Paul Denis, Belga pasaporte N° 35709 que acredito identidad
ante el juez de paz y oficial de justicia Don HORACIO QUIROGA la música de
chamamé invade el ambiente. Todo, incluyendo las 35 monedas de oro para que sean
entregadas a mis amigas, las putas de “La Rue de plaisir” en Lieja
Los Bien, horrorizados comienzan a salir indignadas mientras Madama y prostitutas se
levantan y se arma el prostíbulo al compás de un chamamé. Es una escena del
pasado cuan do aún las visitaba Paul Denis.
55 Prostíbulo
PUTA 1- Envidiosa de “La Cobra” Mírala a esa cómo va adornada.
PUTA 2- ¡Es una víbora!
ANACONDA- Discute con “La Cobra”…Cuando se es torpe, pesada, poco
inteligente e incapaz…
LA COBRA - Interrumpe ¡Está bien! ¡Solo pido que no me provoquen!
ANACONDA- Nadie te provoca.
LA COBRA - Con reconcentrado odio ¡Y vó menos que nadie, porque me tené
miedo!
ANACONDA- Avanza amenazante ¡Miedo yo! Comienzan a luchar a golpes
MADAME- A los gritos ¡Cesser les combats salopes putain!
TODAS - Tratando de detener la lucha ¡Paz, paz! ¡Estamos dando un pésimo
espectáculo!
MADAME- Parece cosa del diablo... Jamás he visto cosa igual... ¿Qué tienen las
putas de este país?
PAUL- Destapa Champagne y bebe con sus amigas Es mi deseo que cuando muera
se echen mis cenizas al río Paraná.
PUTA 1- Alza una copa Mon cherí por tu larga vida
PAUL- Responde con una botella en la mano Y prohíbo el envío de flores en mi
velatorio.
PUTA 2 – Brindando Por tu generosidad Paul queridísimo
PAUL- … Y que el Sr. Juez de paz de la ciudad de San Ignacio se ocupe de que se
cumpla mi última voluntad.
PUTA 2 – ¿Que hay para mí, corazón?
PAUL- Sorpresa “cheri pután”! Paul les regala medias rosadas que todas las putas
comienzan a ponerse.
PAUL- No encontré las medias con esos colores que pidieron. Pero éste es el color
que está de moda en Francia. ¡Rosé!
MADAME- Le da un beso y luego invita a que las chicas le agradezcan Mercí cherí
para todas igual, medias rosadas del Paris de Francia
PAUL- A lucirlas y a bailar toda la noche. Bailen sin parar un momento, bailen
de costado, de cabeza, como ustedes quieran; pero no paren un momento porque
cuando no se baila se llora….
MADAME- Apurando el baile Ya escucharon a mesié Denis. ¡A bailar todas que
no quiero lagrimas!
Frenético chamamé erótico
CHAMAME DE “EL FLAMENCO”
M e cuentan que en “El flamenco”
tugurio de mala fama
a las chicas del burdel
a cargo de “La Madama”
recomendaron danzar
que lo hiceran sin parar
si les miraban las medias
los habitues del lugar
se les iban a lanzar
para morderles las tabas.
Resulta que de cansadas
después de horas de bailar
comenzaron a parar.
Con maliciosas miradas
los clientes del lugar
se lanzaron a mordisquear
las piernas de las rameras
guarden las buenas maneras
gritaba la condenada
Madama del lupanar
No marquen a mis muchachas
que tiene que trabajar
y con las piernas marcadas
no habrá quien vaya a pagar
Los clientes borrachines se lanzan a morderles las piernas
MADAME- a los clientes ¡No las marquen! ¡No las marquen! Frenética corrida
con los hombres que se arrastran o gatean prendidos de las piernas de la putas. Risas
histéricas.
56 Interior en Buenos Aires
Horacio y M. Elena en un aparte de una reunión de intelectuales en el departamento de
buenos aires. Horacio descubre a Alfonsina y va hacia ella
MARIA ELENA- Reteniéndolo de la mano ¿Usted me quiere? –
HORACIO- Te quiero mucho, María Helena
MARIA ELENA- Yo te quiero mucho... ¡te querré siempre!... - casi por llorar.
Rodea con su brazo el cuello de Horacio y se mantiene estrechada a él.
HORACIO- Conmovido le pregunta en voz muy baja: Y cuando seas grande, ¿me
querrás?
MARIA ELENA- ¡Sí, sí!...
HORACIO- ¿Me querés dar un beso?
MARIA ELENA- Jugando ¿Quién sabe?
HORACIO- ¿Quién sabe?
Se acerca su hermana Isabel y Horacio aprovecha para escaparse
MARIA ELENA- Ese de allí es Fernández Moreno, el de los 70 balcones
ISABEL- ¿Y esa? ¿Es una actriz?
MARIA ELENA- Sí. Berta no sé cuánto, un apellido judío
ISABEL- Se nota.
MARIA ELENA- ¿Qué cosa? ¿Qué es judía?
ISABEL- Qué es actriz. pausa Y que es judía también. Ambas ríen
MARIA ELENA- Y allí, está Alfonsina. La que conversa con Horacio. No me
gusta
ISABEL- ¿Qué hace?
MARIA ELENA- Es maestra y actriz y escribe poesía. Es feminista.
ISABEL- ¿Por eso no te gusta?
MARIA ELENA- Ella y Horacio siempre se miran.
ALFONSINA- Proponiendo un brindis con su copa en alto Horacio se mide con la
única vara que no ha cambiado desde que la vida emergió oscura del seno del mar.
Se mide con una naturaleza que no premia ni perdona, la que él necesita y será ella
su madre implacable.
ISABEL- No te respeta
MARIA ELENA- Y hay rumores… la abraza Tengo ganas de llorar.
BERTA SINGERMAN- Escuchen, siguen atacando los enemigos: lee una crítica
del diario. Excesos sexuales, flagelación, incipiente necrofilia, demencia, parecen
atestiguar una fuerte inclinación morbosa. Literatura de segunda mano pero
también la expresión algo obsesiva de un mundo interior torturado e intenso. Por
medio de estas perversidades literarias, Quiroga exorciza sus fantasmas. A Horacio
No les creas querido
ISABEL- Sorprendida ¡Mi Dios! Que esto no llegue a los oídos de papá.
HORACIO- Existe una fatalidad más penetrante que la inteligencia humana, más
terrible que la vida misma"
M. Elena toma del brazo a Horacio y lo lleva aparte
MARIA ELENA- ¿Cómo son de diferentes mis celos a los tuyos?
HORACIO- ¡Otra vez! Somos dos criaturas distintas María Elena, hechos macho
y hembra.
MARIA ELENA- ¿Y el macho puede sonreír a cualquier hembra y cortejarla,
desplegar sus plumíferos poemas mientras que la hembra no? ¿Ciertas hembras
no?
HORACIO- No es “cualquier hembra”. Es una amiga y además una escritora
talentosa y yo…
MARIA ELENA- Interrumpe furiosa Una amiga “hembra” y talentosa escritora
“hembra”, despide el perfume de “hembra” que atrae a cualquier amigo “macho”,
escritor “macho”, con olor a “macho”. Lo dice una “hembra” celosa que conoce al
“macho” y a la “hembra” en celo.
Horacio se aleja a exterior misionero y comienza a hachar. Desde lejos, un peón le
grita:
PEÓN- Deje el trabajo pa los que lo necesitan patrón allí en la parada hay muchos
mensú que buscan conchabo.
57 Hospital
Regresa a su cama en el hospital. Delira
HORACIO- Yo le pregunto y ella no responde
VICENTE- ¿Quién es ella?
HORACIO- María Elena. Me gustaba que me quisiera, pero ahora no responde
VICENTE- Lo ayuda a acostarse. Descanse, ya va responder…
HORACIO- No debería escribir bajo el imperio de la emoción.
VICENTE- No. No debe hacerlo
HORACIO- Si pudiera ser capaz de revivirla tal cual fue… Dame agua Vicente
VICENTE- sorprendido de ser reconocido ¿Sabe dónde está?
VICENTE- Todavía estoy vivo… ¿Conseguiste eso que te pedí?
VICENTE- Aún no, pero voy a conseguirlo. Hablé con su amigo Estrada y él va a
tratar
VICENTE- Le regalé un violín a Estrada… Pedíle que lo traiga y que toque para
mí. Nunca escuché como sonaba Paganini en ese violín
59 Hospital