Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
FRANCO EL TIRADOR
D´ARTOIR, EL FRANCO
TIRAR CON EL FARDO
-2-
-3-
Primera edición 1987
Rafael Restaino – Julio Banfi
Pergamino-Provincia de Buenos Aires
-4-
CONTRATAPA DE LA PRIMERA EDICIÓN
RAFAEL RESTAINO
-5-
BREVE RELATO DE LA COMUNIDAD HUAYRA HUASI
JUAN NIEVA
-6-
-7-
-8-
ADVERTENCIA
EL AUTOR
En Huacapunco, a fines del Siglo XX
1
Néstor Silverio Juárez
-9-
- 10 -
I
Eran cortas las noches para recorrer las librerías de la calle Corrientes
después de ver la última de Chabrol o el ciclo de Bergman. Los libros robados un
poco al azar nos pusieron en contacto con Hesse, Kerowac, Sartre... y las caminatas
por calles silenciosas... y las charlas interminables... y el salón iluminado hacia
donde mirábamos desde la vereda oscura diciendo: "Mirá como se divierten y
nosotros aquí afuera como dos parias". Nunca olvidaré esa madrugada en que
Alfonso se me adelantó y avanzó, caminando encorvado y ayudándose con un palo
que había encontrado por ahí, hacia la ventana iluminada de un chalet. Era una
fiesta de cumpleaños. Se quedó inmóvil mirando hacia adentro hasta que salieron
dos muchachitos a preguntarle que quería.
- Nada... nada - les contestó con un hilo de voz.
- Pero... se siente bien.
- Si... si, ya me voy.
Y se fue caminando sobre su improvisado bastón. El tocadiscos tardó un rato
en volver a sonar en el chalet. Cuando lo alcancé para felicitarlo por su actuación
me miró con una expresión perdida, por un momento me pareció que tenía los ojos
húmedos. Reaccionó enseguida.
- Para los lobos el frío helado de la estepa.
Y caminamos hasta el amanecer por las calles desiertas bajo una luna
enorme que estiraba las sombras de las casas.
Vamos al comedor. Allí está mi nieto encantado con las velitas de su torta.
Mi padre fue albañil, yo médico de barrio, mi hijo tiene su propia clínica ¿Qué será
de éste cuando crezca? Le acaricio la cabeza con un nudo en la garganta pensando
en la situación del país y del mundo.
- Ayudame a soplar, abuelo - me dice con una sonrisa compradora. Alguien
apaga la luz, soplamos, todos aplauden y el chico sale corriendo para abrir los
regalos.
- Ya vuelvo - les digo un poco a todos y aquí estoy de vuelta, en la soledad
del consultorio, tratando de ordenar un poco estos recuerdos que me invaden...
- 14 -
Combinando lecturas desordenadas con violentas polémicas Alfonso
buscaba su camino. Yo lo acompañaba aunque no compartiera su ansiedad y su
angustia.
- Para nosotros todo es probable pero nada es posible - me decía una
madrugada, después de varios “chops” en la desierta cervecería tipo Munich -
Tenemos demasiada información y ya nada nos convence. Si perteneciéramos a
una verdadera cultura tendríamos una cosmogonía satisfactoria y un dios aunque
fuera de madera. Pero... claro, a nosotros, los intelectuales superados que estamos
de vuelta de tantas cosas, no nos van a venir con esos cuentos.
La Facultad absorbía todo mi tiempo y energías; nuestros encuentros eran un
oasis en medio de la aridez del estudio. Swamis, teósofos, espiritistas y profetas de
todo pelo y color recibieron nuestras visitas de exploradores náufragos...
Siguió cantando por momentos a los gritos para pasar luego a un gemido
apenas susurrado hasta que, de golpe, abrió los ojos y me pidió un cigarrillo con
voz normal (“tenía que cortar con algo en lo que había puesto demasiado de mi
mismo” me explicó después). Todos se quedaron en silencio hasta que alguien le
pidió que tradujera las coplas. El me miró divertido.
- A ver, tratá de traducir al francés “Se me ha quedao la indiecita...” - pero,
de todas formas, les dio una traducción aproximada.
Esa noche no dormimos. El holandés de las trenzas y su compañera, una
italiana regordeta vestida con una especie de túnica morada vinieron a tomar mate
junto a la carpa. El perfume dulzón del hashish mezclado con el del Pachuli nos
envolvían. Yo me sentía un poco fuera de lugar con mi cabello corto y mis ropas
convencionales pero ellos no parecían notarlo, ansiosos como estaban porque les
habláramos de nuestro país y de Bolivia y Perú donde, según el holandés, la altura
y las ondas positivas de los incas impedirían la llegada de la radiación atómica.
Hablábamos en una extraña mezcla de francés, inglés, italiano y español, lo cual no
impedía una comunicación fluida. La tenue luz del amanecer nos encontró
adormecidos alrededor de las brasas apagadas. Ya casi no hablábamos pero
sentíamos que se había creado un lazo muy fuerte entre nosotros y, con esa
candidez propia de la juventud, estábamos seguros de que el mundo cambiaría
fundamentalmente por el poder de la no colaboración con el “Establishment”. No
contábamos con la capacidad del Sistema para neutralizar cualquier movimiento
que atentara contra el consumismo poniéndolo de moda. Remeras y pósters con el
signo de la paz o el rostro del "Che" Guevara, cantores de “protesta”
multimillonarios y artesanías hechas casi en serie. Tampoco imaginábamos que la
droga, utilizada como medio de búsqueda por Aldous Huxley y Timoty Leary,
transformaría a la gran mayoría de estos posibles gérmenes de cambio en seres
2
En nuestra tierra, si querés cantar, tendrás que ganarte la guitarra a puñetazos
3
Mierda, que es triste la vida en el altiplano
- 17 -
totalmente indiferentes y apáticos a todo lo que no fuera la forma de conseguir su
dosis diaria.
Los veo a veces en las plazas con sus barbas y sus melenas pero ya no trato
de hablar con ellos, los últimos intentos me decepcionaron totalmente. El artesano
urbano es hoy un elemento más de la cadena consumista de la cual vive. Pasa el
verano en la costa y en el invierno vuelve a Buenos Aires o recorre el interior
donde se junta con sus colegas para ver que es lo que más se vende. La creación
deja paso al análisis del mercado y cada vez es más difícil encontrar algo original
en sus muestrarios de terciopelo negro…
Cuando pusieron en escena Parsifal, Alfonso tuvo el tiempo justo para salir
corriendo de la fábrica cambiarse y encontrarse conmigo en la puerta del Teatro
Colón, poco antes del comienzo de la función. En el primer entreacto nos
acercamos a los músicos y los encontramos escuchando el partido de fútbol en una
radio a transistores. Esto nos sacó totalmente de clima.
- ¡Qué desgracia! - me dijo Alfonso - Me gustaría, poder vivir sin cortes tan
bruscos. Del ruido de la fábrica al mundo de Wagner y ahora esto.
Nunca logró realizar este deseo. Se movía en medios sociales totalmente
diferentes y sin comunicación entre sí: Una noche organizó un baile en su casa en
el que intentó mezclar a sus ex-compañeros de estudios con... "esos pobres obreros
que, día a día, sudan conmigo". Todo el mundo se sentía incómodo. El, sentado en
el suelo, cantó algo parecido a un lamento árabe. Luego se levantó de golpe y
comenzó a gritar: "¡Diviértanse, carajo!". Desde luego que no resultó y todos nos
fuímos temprano. También lo recuerdo en su taller de Huacapunco silbando trozos
de Wagner o Mozart mientras desarmaba algún motor o contando su historia a
medias para ocultar sus viajes. En el pueblo yo era el único que sabía que había
vivido en Europa. Sabía, además que un día había decidido volver con la misma
angustiosa urgencia con la que, años atrás, se había ído. Porque yo había sido, en
gran medida, el causante de ese regreso...
- 21 -
- ¡Pepe! - me llaman. Estoy en el jardín de una casa de dos plantas con
techo de tejas. Debo salir porque me pasarán algo por una ventana que da al
exterior.
Doy la vuelta y me encuentro con una altísima pared sin ninguna
abertura. Comprendo que si quiero agarrar lo que me quieren dar debo
escalar el muro para caer en un patio interior hacia el que se abre la ventana.
Trepo con mucha dificultad porque la pared, de barro húmedo, se
deshace entre mis dedos...
Me tiembla la mano. Pronto amanecerá. Trataré de dormir un poco.
- 22 -
- ¡Coño! - gritó el hombre con un vozarrón que me asustó - ¿Tampoco se
puede dormir en este país de mierda?
Me reí con ganas.
- Por mí te podés morir, gallego bruto.
- Más bruta será tu madre, chaval... Pero ¿Dónde has aprendido a hablar
como los cristianos?
Charlamos hasta que anocheció. Calculé que tendría unos cincuenta años.
Todo su equipaje se reducía a un morral de cuero. Su cabello y barba gris plomizo,
enmarcaban la cara curtida por la intemperie. Años atrás había dejado su trabajo en
Cádiz embarcándose como tripulante en un vapor noruego. Conocía la costa
atlántica del África, Madagascar y puertos de la India y el Extremo Oriente que yo
jamás había oído nombrar. Cansado del mar, un día había quemado todos sus
documentos y vivía desde entonces alegremente fuera de la ley. Mendigaba,
trabajaba o robaba según la ocasión.
Le pregunté como hacía para cruzar las fronteras sin documentos.
- Hombre... no hay barreras inviolables. Basta pasar unos días con gente de
un lado de la frontera para conocer la forma de llegar al otro. Además siempre
embolso algún dinerillo mientras me burlo de las aduanas.
La conversación derivó, lógicamente, hacia el anarquismo. Le hablé de la
lucha de los anarcosindicalistas en la Argentina y de como habían sido aplastados
por la represión y desplazados por el populismo.
- Es lógico - me dijo - no se puede jugar a dos puntas: O eres anarquista o
eres sindicalista. Pertenecer a un sindicato significa aceptar la industria, la
explotación, la deshumanización...
- ¿Y qué habría que hacer, entonces, con las fábricas?
- Volarlas con dinamita o, en el mejor de los casos, dejarlas a merced de la
naturaleza. La herrumbre y las zarzas harían el trabajo.
- Entonces mandaríamos a todos los obreros a la calle.
- A la calle no, a los campos. Sólo se utilizan dos tercios de la tierra
cultivable y, de esto, la mitad se destina a cultivos prescindibles como tabaco y
café. Son datos que los neo-malthusianos no toman en cuenta. Si organizáramos el
mundo en pequeñas comunidades que produjeran su alimento y cambiaran los
excedentes con las comunidades vecinas se eliminaría el dinero.
- Pero... ¡Eso es una utopía!
- ¡Pues, claro! Detrás de cada idea política hay una utopía, el asunto es tratar
de alejarse lo menos posible de ella.
Para mí no eran ideas desconocidas. Hasta sentía cierta atracción por ellas.
Pero no estaba de acuerdo en volver atrás. Los avances de la ciencia habían
mejorado mucho la vida del hombre especialmente en el campo de la medicina...
pero ya conocía las respuestas a ese argumento por Alfonso y sus amigos
naturistas o de movimientos ecológicos: Los intereses comerciales de los grandes
laboratorios, el hombre apartado de la naturaleza, enfermo por el stress, etc...
Preferí entonces dar rienda suelta a mis fantasías sobre la medicina: ponerme a los
pies de un brujo indígena una vez recibido o mi famoso Hospital-en-el-desierto
donde la medicina sería una actividad subsidiaria de un trabajo social profundo
basado en la permanencia en el lugar, la integración al medio... Todo esto cobró
- 23 -
dimensiones delirantes cuando Gonzalo sacó de su morral una botella de
aguardiente de origen incierto y nos pusimos a vaciarla con un empeño digno de
mejor causa. Entonces la charla filosófico-política cedió ante diálogos como:
- Oye, Pepe, haz tu hospital en el desierto. Yo seré jefe de guardia en el turno
de la noche, perseguiré a las enfermeras indígenas por los pasillos y les haré el
amor sobre las camillas...
- ¡De acuerdo! Yo te proporcionaré dosis de alguna droga afrodisíaca a
cambio de que me dejes participar en la orgía...
- Quiero volver a jadear sobre una negra de ébano mientras las fieras arañan
la pared de caña de la choza...
- Mmmm... yaahhh... La Eva primitiva y animal…arquetípica...
prehistórica...
Finalmente todo se redujo a gruñidos ininteligibles hasta que el frío de la
madrugada nos hizo castañetear los dientes. En el estado en que estábamos nos fue
imposible armar la carpa así que la utilizamos como colchón protector contra la
humedad del piso y nos cubrimos con mi bolsa de dormir. Mi cansancio era tan
intenso que los ronquidos de Gonzalo no me impidieron caer en un sueño
profundísimo. Me despertó el sol del medio día. Mi estómago era un volcán en
erupción y la cabeza me dolía de una manera atroz. Mi compañero solo despertó
con el aroma del café que yo había preparado en mi pequeño calentador. Lo
tomamos en silencio y entre los dos ordenamos mi mochila.
- Bueno viejo... - comencé a decirle.
- ¡Vete a hacer puñetas! ¡No me echarás a mí un discurso de despedida!
¡Hala! Que me voy - y, sin más, echó a andar hacia la ruta. Antes de perderse de
vista se dio vuelta y me arrojó un paquete.
- Puedes quedarte con esta basura que traje del África, pesa mucho en mi
morral - me gritó.
(Era una estatuilla negra con ojos de marfil que me miran, como todos estos años,
desde el ángulo derecho de mi escritorio. Me ha acompañado a todas partes y
cuando me siento solo, su gesto distante y altivo me recuerda que, a pesar de todo,
los francotiradores existen.)
Levanté mi mochila y corrí para agradecerle el regalo pero cuando llegué a
la ruta lo vi alejarse a grandes zancadas sin volver la vista atrás. Puse a trabajar mi
pulgar y conseguí que se detuviera un gran camión con acoplado. Le pregunté al
chofer, en alemán, si podía llevarme. Me dijo en francés:
- ¿Italien, hein?
- Non, argentin.
- C'est la meme chose... monte4
Iba a preguntarle si para él los argentinos éramos todos italianos o si le daba
lo mismo llevar a cualquiera pero no me dio tiempo. Comenzó a contarme con su
fuerte acento marsellés historias increíbles sobre la gente que había llevado en su
camión. También me puso al tanto de sus ideas políticas de derecha y me gritó que
4
- Italiano, ¿eh?
-No, argentino
-Es lo mismo, sube
- 24 -
él no era racista ya que tenía amigos negros pero que los árabes... ¡Eran una
merde!
¡Por Dios...! Tengo pocas ganas de ver a esta joven y próspera pareja de
médicos que planean asociarse con mi hijo en la Clínica. Quieren incorporar
especialidades rentables: Cirugía Plástica, Alergias... Pero, ¿Tengo derecho a
juzgarlos? Albert Schweitzer murió hace años y yo no hice realidad mi sueño
del hospital al borde del desierto. Quizás me faltó ese "Coraje" con que
terminaba Alfonso sus breves cartas a manera de saludo y proclama...
5
-Hola Pepino
-Qué bellos que son tus pájaros
-¿Es cierto que te gustan mis pájaros?
-Tú eres la que me gusta.
- 27 -
una aversión a nivel piel, me hacen revivir con sus diapositivas recuerdos que tenía
alojados en el fondo de la memoria...
- 28 -
activamente. Separado los tallitos formé el hexagrama N° 24 FU: "El Retorno", de
significado evidente, reforzado por un seis en el segundo puesto (Tranquilo
retorno. ¡Ventura!"). El derivado: el N ° 19 LIN "El Acercamiento". Esa tarde
estaba preparando mi mochila cuando me pareció escuchar el sonido de una quena.
Abrí la ventana y vi unos melenudos tocando "El cóndor pasa" a todo pulmón. Era
un conjunto de música andina, formado por tres franceses, que Giordano había
encontrado en la calle...
6
No nos moveremos
- 30 -
También hicimos experiencias con energías alternativas y... tantas cosas. ¿Por
qué no me quedé?... ¡Qué se yo! Tenía que pensar en el porvenir de mi familia, no
podía condenarlos a vivir en un pueblo aislado en medio a de la puna...
Vamos, vamos. El segundo cognac ya está produciendo su efecto
liberador y no podés venirme ahora con esas cosas. Pero es cierto. Ah... Tu
mujer no aguantaba más y lloraba todas las noches porque quería volver a la
ciudad. No... no... yo sé que no... pero, justamente por eso... Justamente por eso
dejaste todo a medio hacer y te viniste aquí donde tu trabajo ha pasado
totalmente desapercibido, y ¡ojo! que no hablo del “status” sino de la
proyección social que parece interesarte tanto, juzgas a tu hijo y sus colegas
porque hacen de la medicina un comercio...
Basta... Basta. Me siento mal. La cabeza me da vueltas... pediré un taxi por
teléfono, no podría llegar a casa por mis propios medios…
- 31 -
arena pero no puedo dejar de trepar a esa duna. Sé que es fundamental para
mí ver que hay del otro lado...
Pasando por Lyon, rumbo a Italia, encontré una carta de Alfonso en el Poste
Restante: "...He conseguido pasaje en un charter París-Lima, es de esos que se
llenan de franceses que invaden Machu Pichu en la Fiesta del Sol pero es barato y
rápido. Ya no veo la hora de dejar para siempre esta Europa senil y decadente.
Ahora, como mecánico, me siento con derecho a integrarme a una comunidad
andina sin sentir que estoy abusando de su hospitalidad como tantos antropólogos
y sociólogos que van a comprobar sus teorías, redactar su tesis o poner en marcha
experiencias rurales teledirigidas desde la ciudad más cercana. O los grupos de
jóvenes bien intencionados de alguna parroquia de la capital que van a "misionar"
durante dos semanas todos los veranos. O los mochileros, pintorescos parásitos
plenamente justificados aquí, donde el nivel de vida es superior a lo normal, pero
totalmente inaceptable en lugares donde la tierra apenas da para comer..." Era su
mejor estilo - proclama, típico de los momentos en que veía un camino delante
suyo y debía seguirlo sin mirar a los costados. Me daba una dirección en Arles
donde podía encontrarlo durante los siguientes quince días. Si bien no me quedaba
de paso tampoco me desviaba mucho de mi ruta así que torcí el rumbo hacia el sur.
Esperaba cualquier cosa al llegar a destino menos que Claudine me abriera la
puerta. Su complicada relación con Alfonso se había cortado pocos meses atrás:
después él había trabajado un tiempo en el taller mecánico del hermano de ella,
pero... Volver a vivir Juntos...
Alfonso apareció antes de que pudiéramos saludarnos.
- No te hagas problema viejo. Esto es totalmente circunstancial -me dijo
rápidamente en castellano señalándola con la cabeza.
7
¡Está vivo!
- 37 -
Por la persiana entreabierta entra una débil luz. Se supone que ha llegado el día, la
objetividad opuesta al subjetivo mundo de la noche... Maya, la ilusión de los
sentidos. Se supone que tengo que ver a algunos enfermos aunque más no sea para
darles un poco de ánimo o hacerles compañía. Hace tiempo que no me "actualizo"
con los prospectos de los laboratorios, sigo con los remedios clásicos que actúan
lentamente pero sin efectos colaterales. Mi clientela se reduce día a día y no puedo
decir que lo lamente. He cumplido mi ciclo... ¿Has cumplido…? En fin... por
suerte el sueño me cierra los ojos y apenas puedo sostener la pluma...
- 38 -
II
- ¡Cómo se nota que éste es un país nuevo y sin identidad! ¿Usted cree que
los países europeos practican este culto de símbolos patrios?... ¿Y los próceres?...
acartonados sobre sus briosos caballos repitiendo máximas moralistas... Vivimos
obsesionados por el “ser nacional”. Nadie sabe muy bien de qué se trata pero desde
la extrema derecha hasta la ultra-izquierda tenemos toda una gama de imágenes a
cual más complicada...
Un fuerte acceso de tos corta la disertación de Aníbal. Veo su perfil de ave
de rapiña recortado contra la claridad tenue de la ventana. Hace varios años vino a
consultarme por una bronquitis crónica y desde entonces nos vemos con cierta
frecuencia. No sabría decir si somos amigos. Siempre hemos mantenido un distante
trato de usted. Hasta hace poco todavía me llamaba doctor. Ahora no me llama de
ninguna manera, me habla simplemente con frases claras y concisas como si
estuviera todavía frente a sus alumnos del Profesorado de Historia. Desde que se
jubiló, vive recluido en este viejo caserón rodeado de libros y canarios. Hoy es el
“Cumpleaños de la Patria”, como dicen las maestras. Hay desfile militar y lo
trasmiten por radio y televisión porque el pueblo ama los uniformes y la música
marcial. Yo he venido a refugiarme en esta silenciosa y polvorienta biblioteca...
-...Y aunque parezca mentira - sigue Aníbal a pesar de la fatiga que le ha
provocado la tos - seguimos deslumbrados por los mismos mitos de principio de
siglo: el país más rico, el granero del mundo, enormes cantidades de vacas... Claro,
no hemos caído en la cuenta de que mientras aquí cada animal dispone de más de
una hectárea para pastar un campesino europeo cría dos vacas en una pieza de dos
metros cuadrados alimentándolas con bandejas. Y así a todo nivel... ¿Sabe?, el otro
día encontré en la calle, a una pareja de suizos que hablaban bastante bien el
castellano. Andaban perdidos en la ciudad así que los ubiqué un poco y nos
pusimos a charlar. Mire, si me quedaba alguna fábula en pie sobre nuestra supuesta
trascendencia cultural se me vino abajo estrepitosamente cuando, al preguntarles si
conocían a Borges, creyeron que se trataba de un futbolista. Pensar que aquí
estamos convencidos de que es mundialmente famoso... ¡Qué país!
- Y, sin embargo - le digo - cuando lo dejamos nos invade la nostalgia. En
Alemania tenía una foto de Gardel sobre el escritorio. Me reía de mí mismo porque
nunca me ha gustado el tango pero... la tenía. Era como un símbolo patrio.
- Sé lo creo perfectamente aunque yo nunca salí de la Argentina. Y fíjese que
el tango, como todo lo demás, nos pinta una época que ha pasado hace tiempo: el
farolito, la esquina del herrero en San Juan y Boedo donde ahora hay enormes
edificios de departamentos y luz de mercurio. Los tangos sobre temas actuales se
cuentan con los dedos de las manos. El folklore ha evolucionado un poco más o,
quizás, la situación del trabajador rural no ha cambiado y entonces una canción de
hace cuarenta años tiene la misma actualidad...
- 39 -
Me invade una súbita desazón, una náusea profunda. El mundo marcha
aceleradamente hacia su autodestrucción y nosotros aquí, sentados como dos
papagayos embalsamados, desarrollando una conversación larguísima sobre temas
sin ninguna importancia. Es que pertenecemos a la clase media y, sobre todo, a una
generación intermedia; Cuando comenzamos a vivir nos encontramos con valores
en decadencia a los que no pudimos aferrarnos. La mayoría de los que trataron de
buscar nuevos caminos se quemaron en el intento y murieron en manicomios y
clínicas para toxicómanos y alcohólicos. Pienso en Kerouac, Artaud, tantos otros...
Alfonso, quizás... Y ¿el resto? ¿Estarán, como yo, haciéndose tímidos planteos
sobre situaciones irreversibles? Tal vez algunos hayan encontrado en la dura lucha
por escalar la pirámide social un eficaz sistema para no ver, para seguir creyendo
que todo estaba bien... Pero supongo que muchos, como Aníbal... como yo mismo,
estarán jubilados o retirados y con largos días y noches por delante para
preguntarse por qué no han seguido hacia adelante en lugar de quedarse flotando a
media agua... La náusea, que ha subido desde la boca del estómago, me llena la
garganta de un sabor agrio. Me disculpo apresuradamente y corro al baño. The
Sphinx Made in Holland leo en el inodoro bajo la imagen de una esfinge
neoclásica, hermética y lejana porque me parece ver el agua del fondo como desde
una gran altura... me arrodillo en el piso hasta que cede el mareo y luego me miro
en el espejo ovalado. Veo un rostro pálido con grandes ojeras. Es que anoche he
dormido poco y estoy sin comer desde ayer a la tarde. No, no puedo seguir así...
Tengo que comer algo y evitar el café, el cognac... Menos mal que no fumo más,
porque si no, a esta altura, ya no podría respirar.
Me siento mal, Aníbal - le digo cuando vuelvo a la biblioteca - lo vendré a
ver otro día.
- “Médico, cúrate a tí mismo” - ríe desganadamente mientras me acompaña
hasta la puerta arrastrando los pies. Cruzo el sombrío y descuidado jardín y estoy,
como tantas otras veces, en una calle solitaria que no conduce a ninguna parte. Lo
mejor sería ir a un restaurante... No, no, estará el televisor con el volumen al
máximo y, seguramente, el desfile. Prefiero comprar un poco de pan, fiambre y
quizás... ¿Por qué no?... una botellita de vino fino y comer en el Parque
Independencia.
¡Hace tanto que no como sentado en el suelo con la espalda apoyada contra un
árbol!... Desde que viajaba a dedo por Europa... Mirá viejo... te recomiendo que
evités cierto tipo de recuerdos. Por cuestión de supervivencia ¿Sabés? Esta
bien...
- 41 -
- Tomá, Pepe - me lo pasa, después de darle una larga pitada, con su pequeña
mano repleta de anillos - te va a hacer bien.
Claro que me va a hacer bien... de tu mano hasta el arsénico me haría
bien... Bueno, ya estoy desvariando, otra vez. Volvamos a la realidad.
- Gracias - le digo y hago una seca que me colma y me empuja más todavía
hacia lo irracional, hacia el pasado, hacia una parte de mi personalidad que había
olvidado o, quizás, sepultado... Todo eso es demasiado. En cualquier momento
podría evadirme totalmente y prefiero evitarlo. Me vuelvo hacia Jorge.
- ¿Tenés algo para abrir la botella?
Me pasa una de sus pinzas y, ante mi evidente torpeza se encarga
personalmente de la tarea.
- Esto no va a alcanzar - digo mirando el pequeño paquete - Yo... Estoy muy
cansado... Si les doy plata... ¿Traerían un poco más ?... No sé... Si no lo toman a
mal...
- Sí, lo tomamos muy mal - Claudia se ríe alegremente - Si supieras la
cantidad de locos que han comido en casa. Es normal que hoy nos invites. Pero el
problema es que somos vegetarianos. Hace cinco años que no comemos carne.
Le doy mi billetera.
- ¿Ese es el problema? Vayan y compren lo que quieran.
Recostado contra un árbol los veo alejarse como en un sueño. Hace mucho
tiempo que no me manejo así con el dinero: “Hoy yo tengo y pago, mañana se
verá”.
Todos estos años viviendo entre rígidas convenciones...
“Debemos invitar a cenar a fulanito y su esposa porque el mes pasado fuimos a un
asado en su casa..." Con los ojos entrecerrados tengo la impresión de que las
siluetas de mis nuevos amigos se vuelven inconsistentes. Pasan bajo...
...Bajo una luna roja corro por el lecho seco de un río pedregoso. Me
persigue un buitre y cada vez me es más difícil seguir huyendo. Enormes
perros comen los restos hediondos de un caballo. Me doy cuenta de que llevo
un gran bulto en la espalda y me desembarazo de él sin dejar de correr. Vuela
una gran cantidad de papeles que, por un momento, desorientan a mi
perseguidor. Pero sigue siendo difícil seguir, hay todavía algún lastre. En el
bolsillo del saco encuentro unas extrañas monedas de mármol. Las tiro hacia
atrás y me siento más liviano pero estoy al límite de mis fuerzas... Ya no hay
tiempo... Es demasiado tarde, demasiado...
- Pepe, despertate Trajimos pizza, otra botella de vino y fruta.
Jorge me sacude. Me cuesta enfocar su cara. La vista no me responde o el
cerebro está en otra dimensión porque no logro unificar los elementos que
conforman los objetos. El poncho de Claudia se desintegra en fogonazos
multicolores y, al apoyar la mano en el suelo, siento cada ramita, cada pasto...
- 42 -
Claudia le agregó Paz. Paz y Coraje. Dentro de un sol llameante. Paz y
Coraje. No tengo paz y necesito coraje. Mi consultorio, que estuvo durante la
última semana colmado con la risa espontánea de Claudia y la voz pausada de
Jorge, me parece ahora un helado frigorífico. Cuando los encontré en el parque y
me dijeron que la noche anterior habían dormido en la estación les propuse que
vinieran a casa, aceptaron con la misma naturalidad que habían mostrado ante el
improvisado almuerzo. Quise volver a sentir sobre mi espalda el peso de una
mochila y cargué la de Claudia. Al pasar por una vidriera vi reflejada mi imagen.
El traje oscuro y pasado de moda no encajaba con la mochila roja a pesar de estar
arrugado y desteñido. Pensé en mi patética figura de hombre maduro y excedido de
peso en compañía de una pareja joven de “pinta rara”; me sentí un poco
avergonzado de mi mismo. Sin embargo el reflejo de la vidriera me producía un
cosquilleo en la espalda y sentía que las arrugas de la cara se me estiraban y
cambiaban de lugar... Estaba sonriendo después de mucho tiempo. Mi paso se
aligeró y corrí hacia el espejo que adornaba la entrada de una galería. Francesca-
Claudia y su compañero aparecieron a mi lado y nos pusimos a hacer muecas y
pantomimas. Nos reímos mucho y yo dejé de hacerme planteos. Cuando llegamos,
Humberto estaba saliendo con el auto.
- Me voy a la clínica - me dijo, ignorando con toda intención a mis
acompañantes.
- Te presento unos amigos. Van a parar unos días en casa antes de seguir
viaje para el Brasil...
Traté de hablar con naturalidad pero la actitud de rechazo de mi hijo no
dejaba lugar a dudas. Por un resto de urbanidad los saludó fríamente y subió al
coche murmurando algo como que se le hacía tarde... Nos quedamos todos en
silencio mientras lo ponía en marcha cerraba las puertas del garaje. Se había
levantado una barrera entre nosotros. Los roles, quizás nunca bien delimitados por
falta de comunicación, se habían invertido totalmente. Yo parecía un adolescente
cuyo padre desaprobaba a sus amigos. Pensé tantas cosas juntas que no pude decir
ninguna...
...¡Mierda! es cierto que él construyó la planta alta con las ganancias de
su Clínica pero lo hizo sobre la casita que compré yo haciendo guardias
agotadoras y mal pagadas en hospitales y sanatorios claro el no tuvo
necesidad de semejantes sacrificios si bien no perdió ni un solo año y se recibió
con muy buenas notas no tuvo que salir como su padre a poner inyecciones o
hacer masajes para pagar los apuntes... Total todo le era proporcionado por
este pobre infeliz a quien el ahora se da el lujo de despreciar o ignorar, me lo
tengo merecido es mi castigo por no haber seguido un camino en línea recta
por haber escuchado la voz de quien sabe que demonio que me susurró que
debía pensar en el futuro de mi hijo... Tal vez... Tal vez si hubiera llevado a
cabo mis planes ahora trabajaríamos codo con codo curando a los habitantes
de algún paraje desértico o al menos nos veríamos cada cuatro o cinco años
cuando el se decidiera a visitarme... Aunque no me admirara al menos me
respetaría... Es tarde... Demasiado tarde...
- 43 -
Rosita se hizo cargo enseguida de la situación. Cubrió con una ancha sonrisa
la sorpresa que se leyó en sus ojos cuando nos vio entrar con los bultos y nos dio
un beso a cada uno. Al saber que ya habíamos comido empezó a pensar dónde
podían dormir “los chicos”: Después del encuentro con mi hijo la actitud de mi
mujer fue, como siempre, un bálsamo. Serena, sin reproches ni comentarios, me
propuso armar la habitación de servicio pero yo insistí en que acamparan en mi
consultorio. Tendrían así una salida independiente a la calle y evitaríamos
situaciones urticantes con mi hijo y su esposa... El consultorio, mi pequeño mundo
en una casa cada vez más grande y lujosa donde me siento perdido y fuera de lugar.
Ahora estoy otra vez solo pero lo sabía de entrada... En lugar de entregarme a la
nostalgia sería más positivo hacer un balance de lo que he vivido estos días, las
charlas, el intercambio de experiencias y sobre todo, dilucidar si esta nueva
generación de automarginados se plantea una lucha frontal contra la sociedad o se
conforma con vagar por la periferia... Pero eso será otro día, está todo muy fresco
para mirarlo con objetividad. Siento un enorme vacío interior. Los acompañé hace
más o menos una hora, hasta la ruta. Enseguida les paró un camión y yo me quedé
mirando como se iba haciendo cada vez más chico hasta que se perdió de vista
definitivamente... Pero yo ya sabia que se iban a ir... Soy un blandito o no tengo,
como Alfonso, mecanismos de defensa que me protejan contra el sufrimiento que
produce la separación. Nunca noté en él una expresión de dolor por la partida de
alguien en que había vislumbrado un compañero de lucha. Decía simplemente: “En
un ejército en marcha se fusila a los traidores a la causa o se los deja librados a su
suerte”. Desde ese momento esa persona dejaba de existir para él. Si la nombraba
lo hacía de una forma impersonal y lejana. Con el tiempo estas expresiones
brutales fueron desapareciendo: creo que, fundamentalmente, porque armaba el
sistema defensivo de entrada presumiendo que toda relación era efímera:
“Generalmente ando solo. A veces alguien se acerca y seguimos el mismo camino
hasta que se bifurca y cada cual continúa su marcha por el suyo”. Otra técnica era
la de teatralizar. “Estoy triste. Otra vez me quedo solo como un perro”. De esta
forma cubría con una cortina de humo lo que sentía realmente. Nunca tomaba la
iniciativa para entablar una relación salvo que intuyera una afinidad ideológica.
Aún en esos casos se acercaba, erizado como un puercoespín, con actitudes
desconcertantes para probar al desconocido. Si éste las resistía se abría la
posibilidad de un diálogo profundo y hasta de una amistad sin límites. En otros
casos era lapidario. Una vez, volviendo de Jujuy a Huacapunco con la ambulancia,
recogí en la ruta a una pareja de estudiantes de Sociología. Eran de Buenos Aires y
estaban haciendo un trabajo de campo sobre los esquemas mentales del hombre
andino. Les hablé de Alfonso que se autodefinía, a veces, como sociólogo
autodidacta que realizaba sus estudios tras su disfraz de mecánico. Lógicamente
quisieron conocerlo así que fuimos directamente a su taller. Nos saludó fría y
cortésmente y nos invitó a pasar. Escuchó la densa explicación sobre las teorías de
Roberto Potch sobre la organización incaica y las premisas culturales altiplánicas
lanzando, de vez en cuando, distraídos “hummm...” Con un oyente tan pasivo los
estudiantes dialogaban a sus anchas interrumpiéndose o hablando al mismo tiempo
en su deseo de aclarar más sus conceptos. Cuando se produjo una pausa Alfonso
me dijo, sin levantar la voz pero sabiendo que sería oído por los otros:
- 44 -
- ¿Sabés que pasa?... Aquí la gente habla despacio y de a uno por vez,
cuando te acostumbrás a eso una charla así te marea...
Se produjo un silencio un poco tenso. El se puso de pie y sacó unas
herramientas del tablero.
- Muy interesante - les dijo con voz suave y sin expresión - Lástima que
tengo que terminar de armar la camioneta del Intendente. Otro día seguimos
charlando...
Desapareció dentro de la fosa y se puso a trabajar en silencio.
- No entiendo... - comenzó a decir la chica.
- Es un hombre con muchos problemas - les dije para salvar la situación.
Me sentía tan culpable que hablé con el Director del Hospital y conseguí que
los dejara dormir en la habitación de los residentes. Sólo después de este acto
compensatorio decidí irme a descansar del largo viaje. Cruzaba la plaza cuando
Alfonso me llamó desde el bar del Hotel Asturias. Como suponía, el trabajo
urgente había sido una excusa que el no se molestó en disimular. Estaba sentado,
frente a una botella de vino, con un gordo de enorme sombrero negro.
- Trabajamos juntos en Susques cuando estaba en Vialidad - me explicó
después de presentarnos.
- A dieciséis kilómetros de la frontera con Chile, Doctor - me dijo el gordo -
No se imagina lo que es eso...
- Conozco... conozco - le dije con suficiencia - Atendemos la zona desde el
Hospital.
La actitud del hombre cambió. Fue como si se hubiesen acortado las
distancias. Si bien me siguió tratando de “Doctor” - sentí que ya no lo hacía para
mantenerme alejado, Me di cuenta de que, en ese momento, yo estaba mostrando
síntomas del “Síndrome de Integración” aunque menos exacerbados que los de
Alfonso. Era una necesidad de decirle: “Seré gringo pero ando por la puna como
por mi casa y no me asustan las salinas”: de enfrentar ese racismo que practican los
grupos marginados: El negro norteamericano dice “somos los mejores” cuando
gana una competencia deportiva el judío afirma, no sin razón, que Israel exporta
inteligencia y hasta el silencioso pastor indígena nos observa con ironía cortés
cuando descubre que nuestros elementos fallan al enfrentar su duro hábitat. Fue
una sensación fugaz porque, enseguida, vi que éramos tres hombres pequeños
perdidos en un paisaje descomunal contra el que luchábamos de cara al viento.
- El manejaba la cargadora frontal y yo un camión - continuó Alfonso - Nos
llevó quince días nivelar esa parte de la ruta...
- ¿Te acordás, gringuito? - el gordo se volvía más expansivo a medida que
descendía el nivel de la botella. Pidió otra y puso sobre la mesa una bolsa de
plástico llena de coca y un sobrecito de bicarbonato - Sabíamos meterle diez...
Doce horas por día. Venían pulsuditos los sobres a fin del mes con los viáticos y
las extras. Sírvase, Doctor, está fresquita. La traje del “otro lado”.
Nos pasó la bolsa y, al rato los tres nos mirábamos con sonrisas verdes.
- Che, y el negro Calatay... Que “lo” decían “Vinchuca”. ¿Dónde anda? -
Alfonso seguía buscando puntos en común.
- 45 -
- No sé... Trabajó un tiempo en la Mina. Por poco se hace apretar con una
carga de mineral que cayó desde arriba; se asustó fiero y se alzó a la mierda.
Anduvo vendiendo ropa que pasaba de Villazón...
Y, entre vaso y vaso, fueron desfilando zafreros bajo el sol de fuego de los
ingenios, hombres que diariamente se pierden en las entrañas de la tierra “con su
coca y su cigarro”' sabiendo que el dueño de la mina debe entregarle al diablo, por
lo menos, una vida por año, eventuales contratados por empresas constructoras de
obras públicas y empleados de reparticiones estatales, que cumplen sus funciones
en zonas donde el único medio de transporte es la mula. Cuando el gordo se fue
con paso vacilante hacia el baño Alfonso me miró con ojos un poco turbios.
- ¡Esta es mi gente, hermano! - me dijo con los dientes apretados - Te pido
una cosa: No me traigas nunca más porteños que tienen la precisa... ¿Por qué no se
vienen a vivir un par de años “aquicito” si quieren conocer al hombre andino?
Pero no siempre era así. Conocí gente que vivió en su casa durante meses.
Algunos trabajaron en su taller percibiendo el cincuenta por ciento de las
ganancias a pesar de aportar sólo la mano de obra. Tenía una paciencia sin límite
para enseñarles el oficio y aceptaba con naturalidad que le echaran a perder las
herramientas. En algunos casos tuvo que pagar cuentas de algunos que se habían
ido sorpresivamente.
- Vale la pena perder unos pesos para librarse de semejante lastre - decía,
encogiéndose de hombros.
En general se relacionaba con gente más joven que él. Decía que no podía
comunicarse con los de su edad. Es lo que me está sucediendo a mí en este
momento. Mi encuentro con Claudia y Jorge fue la experiencia más importante de
los últimos años. Esta breve convivencia me ha convencido de que siempre habrá
individuos capaces de optar por un camino personal pagando el precio del
aislamiento social. Están presentes en la buena literatura de ciencia-ficción, que no
es otra cosa que una proyección sociológica tomando como punto de partida los
elementos del presente (Farenheit 451, Mercaderes del Espacio...) Los he
encontrado, con placer, hasta en algunas novelas rusas contemporáneas.
- ¿Por qué no? - me dijo Jorge unas noches atrás - no creo tener la obligación
de participar en un juego con el que no estoy de acuerdo. Sé positivamente que
todos están haciendo trampa y a mí no me interesa. Prefiero levantarme de la mesa
y tratar de iniciar una partida, con otras leyes, con alguien que quiera intentarlo
conmigo. Tal vez alguno de la mesa grande se sienta picado por la curiosidad y se
acerque a ver qué estamos haciendo... Se lo explicamos y si quiere hacer la prueba,
ya somos tres.
Me quedé pensando en silencio. Claudia, sentada en el suelo sobre su bolsa
de dormir, encendió el cigarrillo que había estado armando con gran cuidado para
que no se le cayera ninguna hebra.
- ¿No te parece un camino peligroso? - le pregunté mirando el humo azulado
que dibujaba arabescos subiendo hacia el techo.
- No creo - me pasó el porro con naturalidad - si el fumo estuviera permitido
sería más barato y a nadie se le ocurriría consumir psicofármacos. Esos sí que son
jodidos.
- Es cierto; pero el problema es que esto puede llevarte a cosas más pesadas.
- 46 -
- ¿Por qué? - preguntó Jorge. Dejó sus herramientas para incorporarse a la
rueda y, antes de seguir hablando, saboreó con deleite su parte de humo dulzón -
Es como decir que la cerveza te lleva al vino y el vino al whisky. Nada que ver...
Lo que pasa es que te abre el coco y eso no les conviene a los dueños del circo.
El consultorio era un verdadero campamento. Yo había traído un viejo
calentador a gas y un bidón con agua para poder preparar mate sin necesidad de ir
a la cocina. Habíamos desplazado el escritorio hacia un rincón para movernos con
comodidad entre las mochilas, los bolsos y las herramientas. En el cesto para los
papeles había una bolsa plástica donde tirábamos la yerba usada y la alfombra
estaba cubierta de pedacitos de alambre y chapa de bronce. Ellos almorzaban
afuera y yo con mi mujer pero todas las noches nos reuníamos aquí para tomar
mate con galletitas o alguna conserva. En algunas ocasiones Rosita se incorpora a
la velada aportando su cuota de sentido común pero buscando de no desentonar.
Por un tácito acuerdo los chicos fumaban tabaco en esos momentos mientras nos
contaban sus experiencias en Holanda, Grecia o Israel. Pero mi obsesión era saber
si esos viajes conducían a algo más definitivo.
- Muchas veces nos hemos planteado la posibilidad de comprar un pedazo de
tierra y tener con otros locos, una huerta y algunos animales - me dijo Claudia una
noche - pero hasta ahora, no se dio.
- Entonces ¿Los viajes son para buscar ese lugar?
- No necesariamente. Son, un poco, el complemento de un viaje interior más
profundo. Vos sabés por experiencia que cuando salís del país por un tiempo
volvés con otra mentalidad, ves todo con ojos distintos...
- Sssiii... - Pensar en mi caso me creaba serias dudas, volvían los planteos
“¿Por qué hice esto? ¿Por qué me fui de allá?...
- Oíme Pepe ¿Por qué pensás que estamos ahora en tu casa charlando con
vos?
- Puede ser... pero yo me quedé a mitad de camino...
- Cortala, viejo. Vivís cuestionándote y eso no es bueno. Vamos a dar una
vuelta. ¿O tenés sueño?
- ¿Sueño? ¿Que es eso? Vamos nomás.
Desde esta noche las calles tienen para mí un sabor distinto. Me siento
menos solo. Dos compañeros caminarán a mi lado o yo recorreré con ellos las
calles de Sao Paulo o Guayaquil. Me basta tocar bajo la camisa el medallón de
bronce...
- 49 -
interesaba en forma especial y que prefería aprovechar esa hora para leer otra cosa
y estudiar directamente para el examen. Era muy difícil sancionarlo porque nunca
participaba en las travesuras de los demás. En las horas libres, mientras todos
gritábamos y nos tirábamos tizas y papelitos, el permanecía inmóvil en su rincón
concentrado en la lectura. Era tradición en la Escuela que todos los años los cursos
eligieran al mejor compañero. Poco antes de abandonarla para siempre Alfonso fue
electo por una amplia mayoría de votos gracias a una campaña de publicidad que él
mismo puso en marcha. Pronunció discursos delirantes y fogosos durante los
recreos y escribía su nombre en paredes y pizarrones. Me dijo que quería demostrar
lo fácil que era manejar a gente con mentalidad de rebaño. Teniendo en cuenta que
sus actitudes siempre habían reflejado un abierto desprecio hacia todos (te estoy
“'apreciando”, contestaba cuando alguien se quejaba de ser menospreciado por él)
el resultado de la elección confirmó ampliamente su teoría. Nunca pasaba
desapercibido. Despertaba adhesiones fervorosas o rechazos absolutos aún entre
los profesores. Porque, en realidad, sólo les hacía el vacío a los que dictaban su
materia en forma rutinaria. “La enseñanza debería ser un diálogo entre un maestro
y sus discípulos - decía muchas veces - Como en la Antigüedad. Una persona que
dicta lo que va leyendo en un libro puede reemplazarse, sin ningún problema, por
un grabador o por la lectura directa”. Hubo otros, en cambio que lo impactaron
profundamente, seres aislados en el mundo de la enseñanza donde se alistan, en
muchos casos, los que fracasan en su intento de convertirse en profesionales...
Nunca olvidaré a un tal López Rocha... ¿Ese era su apellido?... Bueno, no importa,
era un hombre de ideas muy definidas que no tenía ningún inconveniente en
exponerlas. “Soy izquierdista y ateo” -nos dijo al comenzar su primera clase con
nosotros - “Y el que me diga que no debe mezclarse la política con la enseñanza le
diré que la educación es una cuestión eminentemente política...” Dictaba Química
Orgánica. Mientras dibujaba en el pizarrón, fórmulas de hidrocarburos nos hablaba
del poder de las compañías petroleras y de las sangrientas guerras, revoluciones y
masacres que habían provocado en todo el mundo. A los tres meses fue dejado
cesante por la presión de nuestros padres, alarmados por las peligrosas ideas que
nos oían expresar. Para Alfonso fue un golpe muy duro y, quizás, el factor
desencadenante de su decisión de abandonar los estudios... También tuvimos un
profesor de música fuera de serie que nos hacía escuchar composiciones clásicas
mientras nos mostraba reproducciones de cuadros de la época. Entre el desorden
general sólo estábamos atentos Alfonso y yo (que habíamos descubierto a Wagner
después de un período “beethoveniano”), un gordito un tanto afeminado que
estudiaba piano y... ¡claro! Hilda, una lituana flaquita que mantenía con mi amigo
una relación muy intensa pero bastante complicada. Huyendo del avance ruso, sus
padres la habían traído al país siendo muy pequeña. Su anticomunismo congénito
chocaba con el fervor izquierdista de él pero sin embargo, tenían largas charlas
durante los recreos y, en las horas de clase, se comunicaban por medio de notitas
que se hacían llegar dentro de una lapicera. La afectividad que fue siempre para él
“un peligroso pantano” se manifestaba sublimada, disfrazada de intercambios
intelectuales y artísticos. Jamás hubo entre ellos un gesto de cariño como tomarse
las manos o mirarse a los ojos. Se los veía caminar juntos por el patio... El, un poco
encorvado, con las manos en los bolsillos y la vista en el suelo y ella mirando al
- 50 -
vacío inexpresivamente Justamente por estar concentrada en el plano mental, la
relación tenía un enorme magnetismo. “Mi Venus en Acuario” me decía, sacando a
relucir lo poco que había leído sobre Astrología “que es un signo de aire, hace que
mis afectos pasen siempre por lo intelectual. No me imagino llevando del hombro a
una rubiecita de nariz respingada y cerebro nulo”. Desde luego que ésta era una
explicación simplista de una problemática mucho más compleja que, creo, nunca
llegó a resolver completamente. Por lo que pude observar sus contactos con el sexo
opuesto estuvieron signados siempre por un terror irracional que únicamente
desaparecía cuando podía establecer, claramente, una relación fraternal de
camaradería. En esa época de adolescencia resolvía la cuestión presentándose
como el Maestro, el ser superior frente a su pequeña discípula. Más adelante lo vi
junto a mujeres conflictuadas como Claudine o una excelente poetisa, totalmente
desequilibrada, con la que corrían por la playa azotándose con ramas verdes de
sauce. Desde Huacapunco mantenía una activa correspondencia con algunas
amigas casadas o con algún compañero que se ocupara “de cumplir roles que a mí
no me interesan”, como me decía al leerme, muy ocasionalmente, sus cartas...
¿Y si fuera a la Cena-de-Camaradería? ¿Quiénes estarían?, Katty... La
“pequeña walkiria” de nuestras fantasías wagnerianas... El petiso... ¿Cómo se
llamaba?... jugábamos horas enteras al billar en “ratas” memorables... ¿Y Amalia?
La imagino gorda, con un nietito en los brazos que ha heredado sus ojos negros y
brillantes... Ortega, que quería ser marino... de muchos recuerdo sólo el apellido o
algún gesto... ¿Qué harán en este momento? Varios, como yo, estarán con la
invitación en la mano viajando hacia el Pasado, tratando de rescatar imágenes y
sensaciones de entre las brumas de sus cerebros envejecidos. Algunos me
recordarán... (¿?) Sí... puede ser, pero difícilmente alguien pueda haber olvidado al
Conde Alphonse que nos abrumaba a todos con su erudición superficial pero
brillante y mucho más por su condición de hombre libre: porque tenía sobre
nosotros una ventaja enorme que en ningún momento dejaba de hacer notar:
Trabajaba y manejaba su propio dinero. Le entregaba a su madre la mitad de lo que
ganaba en una pequeña fábrica de juguetes para cubrir gastos de comida y
alojamiento o “pagar de una forma neurótica la independencia de la que gozaba”,
como le señaló uno de los psicólogos que lo trató. Esto le permitía abrir
ostentosamente sobres que la Dirección del Colegio enviaba a sus padres
informándoles sobre sus aplazos e inasistencias o invitarnos a todos a comer
alfajores... pero imponiéndonos un gusto determinado. A lo largo de su vida realizó
los trabajos más diversos, desde cadete a estibador en el puerto. Tuvo un
laboratorio fotográfico y una empresa de venta domiciliaria que sólo le produjo
gastos... la fábrica, el hotel... Su inestabilidad interior no le permitía durar mucho
en ningún puesto pero en todos se destacó por su eficiencia. Donde se quedó
bastante fue en un depósito ferroviario. Ingresó como peón pero en dos meses
había ordenado los caóticos galpones agrupando el material y rotulando las
estanterías. Creó, luego, un eficaz sistema de control de entradas y salidas
utilizando viejas planillas en desuso. Además se hizo cargo de los partes diarios y
las notas sacando a relucir sus dotes de redactor. Al enviar algún material cerraba
la carta correspondiente con fórmulas burocráticas recargadas como: “... aprovecho
la oportunidad para saludar a Ud. con la consideración y respeto que merece dadas
- 51 -
sus inequívocas aptitudes puestas de manifiesto en su larga y nunca
suficientemente bien ponderada gestión frente a este Departamento...”
-...Y los tipos se lo toman en serio - me aseguró un día en que fui a visitarlo.
Lo había encontrado “archivando notas de asuntos generales”, es decir arrojando a
la estufa de leña las que no le llamaban la atención.
- Escuchá esto: Ignoro. Estimaré a Ud. Destino. - me pasó una breve
comunicación interna que guardaba en el cajón de su escritorio - ¿No es un
verdadero poema? a veces pienso que la escribió un Maestro Zen...
Me quedé toda la mañana en la oficina. A esa altura el jefe, un viejo
burócrata al borde de la jubilación, había dejado todos los hilos del depósito en sus
manos... Recibía y despachaba materiales, llenaba las planillas, se comunicaba
telefónicamente con las otras Secciones y redactaba las notas que su jefe firmaba,
ciegamente, poco antes del horario de salida. Junto a la estufa alimentada por
restos de durmientes de quebracho, mirábamos caer la llovizna por unos altísimos
ventanales de vidrios biselados...
- No creas que no soy consciente de la tremenda incoherencia ideológica que
significa para un anarquista vivir de un puesto público - me dijo pasándome unos
de los apestosos cigarros de hoja que fumaba en esa época - sé que esta no es una
situación definitiva pero muchas veces me siento una especie de pordiosero. Por
eso nunca me preocupo por contar lo que me regala el Estado. Imaginate, paso seis
horas diarias aquí, junto a la estufa, escribiendo mis cosas, dibujando o leyendo y a
fin de mes me llega un sobre con dinero. Mover los papeles del depósito no me
lleva, nunca más de una hora por día. Me daría vergüenza reclamar un aumento de
sueldo... Por eso tampoco me afilié al gremio que, de todas formas, practica un
sindicalismo corrupto sin espíritu de clase, típico en nuestro país...
Tomó un jarro de agua que hervía sobre la estufa y sirvió,
ceremoniosamente, dos tazas de té. Encendió la radio a transistores que tenía sobre
un estante y una alegre melodía sinfónica se sumó al crepitar del fuego y el sonido
de la lluvia sobre el enorme techo de chapas.
- Mozart - me dijo con seguridad después de escuchar, atentamente, un rato.
- Puede ser también una de las primeras cosas de Beethoven... Escuchá esos
acordes...- Habíamos entrado, como siempre, en un juego de competencia cultural
que nunca pude quitarme de encima. Aún hoy me es imposible gozar
tranquilamente de un trozo de música sin tratar de descubrir antes quien la
compuso.
- Humm... En una de esas - y nos quedamos en silencio, pendientes de
cualquier indicio que pudiera confirmar nuestras suposiciones...
- Está bien - me dijo resignadamente cuando el locutor anunció, con voz
pausada, que “se acaba de difundir Danzas y Contradanzas Vienesas de Ludwig
Van Beethoven” - Esta tarde me voy a lavar bien las orejas.
- ¿Cuánto tiempo hace que estás acá? - le pregunté para cambiar de tema.
- Más de un año... ¿Qué te parece? - como ya sabíamos lo que se escucharía
a continuación, la radio pasó a ser un delicado fondo musical - por ahí me quedo
un tiempo más, hasta que me vaya al Ashram que fundaron unos amigos en el sur...
¿Sabés que pasa? Me acobarda volver a recorrer el Mercado de Esclavos, con el
diario bajo el brazo, para ofrecerme en venta. Te pesan, te miden... Ponen a prueba
- 52 -
hasta dónde te pueden hacer agachar... ¿Te conté de esa vuelta que me presenté en
un laboratorio para cubrir una vacante de visitador médico?
- No. ¿Qué te pasó?
- Mirá... Los hijos de puta nos hicieron esperar más de dos horas. Éramos
unos diez muchachos, más o menos. Al final nos hicieron pasar a un salón vacío
con una mesa larga que tenía una hilera de sillas a cada lado: En uno se ubicaron
los tipos de la empresa y “nos invitaron” a sentarnos del otro. Uno de ellos, el más
capo, nos pidió con toda hipocresía disculpas por habernos hecho esperar... que
para ellos el respeto hacia las personas era una regla de oro... pero que,
lamentablemente, habían tenido que abocarse a la resolución de problemas
impostergables... etc. Después nos informó que habíamos sido seleccionados para
participar de una entrevista múltiple que definió como una “manera dinámica de
que lleguemos a conocernos mutuamente”... Ellos nos harían algunas preguntas
que deseaban que nosotros respondiéramos. Que no estábamos obligados a
ponernos de pie para responder si así no lo creíamos conveniente... Todo dicho con
un tono zalamero que trataba de disimular que eso sería una verdadera carnicería.
Nos habían hecho llenar una planilla con datos muy detallados sobre la familia:
Nombre del padre - Si es extranjero, fecha de ingreso al país, etc; los usaron para
tratar de demolernos. A mí, por ejemplo, me preguntaron por qué mi viejo que
llegó en el 30, no había vuelto a Europa durante la guerra para defender a su patria
de la agresión nazi. Le dije que, simplemente, porque era un admirador de Hitler...
- ¿Y usted? - me encaró otro enseguida - ¿También es simpatizante del
fascismo?
Yo ya estaba esperando esa estocada.
- Soy demasiado libre para eso. No sirvo para integrar rebaños.
Fui el único que no se paró para contestarles. Parece que eso les molestó
porque uno, haciéndose el sobrador, me atacó desde otro lado:
- Dígame... Usted se queda sentado porque se siente más seguro ¿no?
- No señor... Me siento más cómodo.
A pesar de los nervios conseguí aparentar un aplomo que los desconcertó.
Desde luego que no me dieron el puesto; necesitaban tipos que supieran defenderse
pero que, a su vez, ellos pudieran manejar... Te cuento otra. A los pocos días caí en
un lugar donde la agresión era tan burda y primitiva que llegaba a ser cómica: Al
llegar una secretaria te tomaba los datos. Nombre: Bla. Bla: Documento: Tal
número; Estudios cursados: 4to año de bachillerato: ¿Estuvo afiliado a algún
gremio?: Si: ¿A cuál?: A la Unión Obrera Metalúrgica.
“Muy bien... va a tener que esperar un momento. Ya lo van a atender.”
Después de una hora me hacen pasar a una oficina donde dos tipos acomodan
papeles detrás de un escritorio. Saludo y no me contestan: me siento frente a ellos
y sigue el silencio. Al rato uno, sin sacar la vista de un papel que tenía en la mano,
le dice al otro: “Aquí tenemos un extraño caso social... Casi termina sus estudios
secundarios, tiene cierta cultura... Peeeroo... Estuvo afiliado a un gremio, y...
¿Sabés a cuál gremio?... ¡A la Unión obrera metalúrgica! ¡¿Qué tal?!... O sea que
con su cultura y su formación sindical nos va hacer la vida imposible reclamando
aumentos de sueldo, cumplimientos de contratos y convenios... No, no, no, no. No
- 53 -
nos conviene”. Yo no sabía si putearlo, reírme o felicitarlo por sus aptitudes para el
teatro así que me fui...
- ¡Qué loco! ¿Y ellos?
- Se quedaron revolviendo los papeles sin levantar la cabeza. Por eso te digo
que no quiero volver a pasar por todo eso otra vez. Y, además, soy tan boludo que
la única vez que conseguí una recomendación para entrar por la puerta grande la
perdí por hablar de más... Mi tío era amigo del dueño de una fábrica textil que
necesitaba un auxiliar a nivel gerencia. ¿Te imaginás no? Un sueldazo. Yo ya
soñaba con alquilar un departamento, comprarme una moto... Resulta que me
atendió un muchacho de mi edad con barba y anteojos: mientras me tomaba los
datos nos pusimos a hablar y me dijo que estaba estudiando sociología. Yo me
largué con todo... La sociedad industrializada y de consumo, bla, bla... La
deshumanización, la contaminación, la comunidad agraria como salida... El me
aprobaba en silencio. Cuando me cansé de hablar me aseguró que estaba
totalmente de acuerdo conmigo, y que estaba ¡Encantado de haberme conocido! en
cuanto al empleo era cuestión de días... A lo sumo una semana. Pasaron dos meses
y al final me convencí de que el barbudito había representado una comedia para
hacerme hablar. ¡No lo podía creer! El desgraciado había puesto sus conocimientos
a disposición de la Empresa... ¡Para protejerla de mí! Por eso hermanito la “chiva”
no quiere decir nada - se tironeó la suya y siguió. - Y pensar que yo me había
afeitado para disimular. Ahora ya no cedo. Aquí el jefe me quiso presionar un poco
pero yo elevé una nota al Gerente de Ferrocarriles Argentinos solicitando “su
autorización para concurrir a cumplir con mis tareas llevando barba ya que la
misma representa para mí un simbolismo relacionado con mi ruta interior” y no me
jodieron más. De todas formas creo que este será mi último trabajo convencional...
Pocos meses después el ferrocarril cerró el depósito por ser deficitario.
Alfonso, que era empleado provisorio, quedó en la calle. Lo interpretó como una
señal y se fue al Ashram del Sur. Volvió a los quince días, totalmente
desilusionado.
- ¡Qué se dejen de joder! Lo único que sacan estos de Oriente es la ascesis...
Ayunos, baños fríos a la mañana, de “esto” ni hablar... ¡Caca! - hizo un
significativo gesto y siguió caminando por mi pequeña habitación como una fiera
enjaulada - Cosas que en la India se viven con libertad, como camino individual o
después de practicar todas las posturas del Kama Sutra éstos las hacen pasar por
los moldes represivos judeo-cristianos... Siguen aferrados a la idea de la salvación
por el sacrificio, el pecado...
No podía dominar su furia ni detener su caminata. Había puesto todas sus
esperanzas en una salida que, ahora, se le presentaba como falsa. Conociéndolo, yo
sabía que lo mejor era dejar que se desahogara...
- ¡Y el jefe, Maestro, Swami, Gurú o no sé como mierda se hacía llamar! ¡No
te imaginás!... Se iba a caminar por el campo mientras los discípulos se peleaban
por hacerle la cama o lavarle la ropa... ¡Qué asco! Además si querías hablar con el
tenías que anotarte en un cuaderno que llevaba una típica mujer frustrada de las
que siempre se encuentran en esas cofradías: Túnica de tela rústica pero cabello
teñido y enrulado en la peluquería, sandalias de cuero crudo y, en el tobillo, una
- 54 -
ajorca de oro 14... Che... ¿Esta noche que tenés que hacer? - me preguntó, sin
ninguna transición.
- Y... Tendría que estudiar un poco, pero ¿Por que?
- Te invito a festejar El Ocaso de los Dioses - me dijo subiéndose a una silla
y levantando, teatralmente, los dos puños hacia el techo - ¡Nunca mas!
Está oscureciendo. Desde el río llega; una brisa húmeda que me hace tiritar.
Todavía estoy junto al buzón con la tarjeta de invitación en la mano. Me voy
adentro. No quiero volver a caer en cama. Es que los recuerdos se presentan cada
vez con mayor nitidez, como si fuera aumentando mi pericia en el manejo del
proyector, como si graduara la distancia para enfocar con más precisión las
imágenes en la pantalla de la mente. Pero es demasiado. Casi no tengo contacto
con el presente o lo capto a través de un telescopio desde un punto neblinoso en el
- 56 -
que vivo suspendido. Pero ir a la cena sería verme en el espejo que me mostrarán
las caras arrugadas de mis compañeros. Prefiero recordarlos jóvenes en el
Instituto... ¡Que ingenuos éramos! En comparación con los chicos de ahora
teníamos más capacidad de asombro para ensoñaciones eróticas a partir de la
brevísima visión de un muslo entre puntillas negras. Ahora en las revistas del
destape, las mujeres parecen estar en el consultorio de ginecología... Y tal vez sea
mejor: Más libre, más natural y más frío... No sé. De hecho las relaciones de pareja
se establecen ahora sobre bases más igualitarias gracias a la libertad sexual que los
anticonceptivos otorgan a la mujer... Aunque esta igualdad la sumerja, a veces, en
sensaciones de desprotección no muy conscientes provocadas por las actitudes
poco claras del hombre que no sabe cómo reemplazar un machismo que,
objetivamente, considera anticuado... Bastante complicada la época, pero más llena
de posibilidades potenciales que la nuestra con sus tabúes. Claro que son
posibilidades potenciales que no todos quieren o pueden aprovechar. En la mayoría
de los casos se sigue viendo a la otra persona como una posibilidad de salida
existencial. Cuando ésta fracasa como tal, la soledad de la separación provoca un
pánico que lleva a una nueva relación sin mayores planteos, destinada a agotarse
en un tiempo menor. Vemos así hombres y mujeres “desprejuiciados” que cambian
de pareja como de ropa interior. Son libres... (De esconder su total incapacidad de
asumirse como individuos) ¡Muy bien, Sigmund! Ahora andate a dormir.
- 63 -
(¡Qué interesante!)... Está al pie de la
página, la letra es pequeña y borrosa y, sin ENCARCELAN EN PERÚ A
PRESUNTOS SUBVERSIVOS
embargo me llama la atención - Es una Lima. Acusados de conspirar contra la
situación típica: las fuerzas del orden Seguridad del Estado, fueron detenidos
reprimiendo a los diferentes “por las esta madrugada tres individuos
dudas”. Es como si los viera, tirados en las sorprendidos en actividades sospechosas
escalinatas de un vetusto edificio con en las inmediaciones del Palacio de
reminiscencias grecolatinas mirando la Gobierno.
A pesar del secreto del sumario
luna o, simplemente, volando... y no trascendió que se trata de dos hombres de
necesariamente con alguna droga... Nó, nacionalidad argentina y una joven
seguro que nó porque si hubieran tenido paraguaya.
algo encima los honestos agentes que los No se encontraron armas en su
“sorprendieron” lo habrían pregonado a los poder ni pudo probarse su conexión con
cuatro vientos. ¿Armas?... Tampoco. Se grupos terroristas. Sin embargo el hecho
de no haber logrado establecerse la
habrían llevado un chasco similar al que
índole de sus actividades ni la fecha en
experimentó el guarda del tren con el que que ingresaron al país indujo a la policía
Alfonso se dirigía al norte: al forzar sus a mantenerlos incomunicados hasta que
sospechosos baúles sólo encontró herra- se esclarezca la situación.
mientas de mecánico. ¿No será Alfonso
uno de los “dos hombres de nacionalidad argentina”?... ¿Por qué no?
Seguramente abandonó Huacapunco porque consideró irrealizable su quimera
de llegar a una identificación saliendo del anonimato. Decepcionado por algún
episodio intranscendente, claro sólo para él, dejó de serle vital que todo el
mundo lo reconociera por la calle y lo saludara. Se transformó entonces en un
verdadero marginal a todo nivel: subversivo para los burgueses y escapista o
cobarde para los militantes de izquierda. Ya no le importó que lo tomaran por
turista o mochilero ni que le preguntaran en inglés si tenía dólares para cambiar.
Volvió a Europa pero sin buscar raíces ni repuestas, mirando todo
inexpresivamente como una película, sin distinguir lo real de lo imaginario, sin
armar ya mecanismos de defensa y hasta, quizás, desarticulándolos. Aunque si
todavía lo molesta la policía por su aspecto extraño es porque tampoco le
interesa desarticular nada y sigue, por inercia, vestido de “beatnik” o “hippie”.
Algún día notará que su pantalón de gamuza está hecho girones y buscará en
algún tacho de basura algún harapo impersonal... ¿de dónde estoy sacando todo
esto? un locutor me lo susurra en el oído con una voz monocorde como la del
hombre que me mira desde su banquito mientras me lustra los zapatos. Tiene
aproximadamente mi edad y, al parecer me está contando su vida...
-...En Formosa pasaba las noches enteras pescando con mi bote y me agarré
un reuma deformante. Estos días húmedos me matan. Mire cómo tengo las manos.
Me golpea el pie con su cepillo y, automáticamente apoyo el otro en su cajón
de lustrar. Sigue hablando sin parar. Está haciendo un buen trabajo con mis viejos
zapatos, le daré una buena propina y trataré de escuchar su historia. El mozo deja
sobre la mesa una taza de café negro que, evidentemente, he pedido en algún
momento. No ha sido mala idea... El hombre sigue:
- Me junté con una paraguaya. ¡Que hermosa mujer! Pero los hermanos eran
bravos... Cuchilleros. Me tenían envidia porque me iba bien, había juntado unos
- 64 -
buenos pesos y estaba por comprarme una camionetita. Tenía una valija de cartón
llena de plata escondida en un árbol hueco, cerca del rancho. Pero no podía vivir
en paz: a la mañana, después de entregar el pescado, trataba de dormir un poco y
no podía... Empezaba a soñar que los hermanos de mi concubina me seguían hasta
donde guardaba la guita, me cosían a puñaladas y se alzaban con todo. Una noche
se pusieron a chupar caña y cuando quedaron tirados por el piso, aproveché la
volada y me largué río abajo, llevando mi valijita... Pero una tormenta me dio
vuelta el bote y apenas pude salvar la vida. Pasé el resto de la noche en un rancho
abandonado, muerto de frío. Al día siguiente seguí caminando para abajo por la
orilla del río para no perder el rumbo. Durante dos días no vi a nadie. Comía frutas
nomás. Después me encontré con unos tipos que iban al Chaco, a la cosecha del
algodón... ¡Mamita!, eso sí que no se lo deseo a nadie. Dios no me castigue pero no
quisiera volver a ese yugo... Ya está, Señor.
Le pago generosamente y vuelvo a quedar solo, en silencio. ¡Y yo que
pensaba ir al cine!
- 65 -
- 66 -
III
''Estimado amigo:
Siempre pensé que enviar una carta era lanzar un mensaje a la mar
dentro de una botella. En este amanecer mágico esta sensación ha sido mucho
más fuerte. ¿Sabe usted por qué? Pues, porque estoy justamente mirando una
playa irreal desde el muelle al que he llegado guiando mi sillón de ruedas. Con
la vista fija en el océano siento los mismos terrores y esperanzas que
sacudieron a mis antepasados portugueses antes de precipitarse a lo
desconocido. Claro que estamos en otra época y yo sé (?) que si arrojo mi
botella por sobre estos barrotes carcomidos durante centurias por el aire
salino no caerá entre las fauces de un terrorífico monstruo que flota entre las
tinieblas silenciosas del espacio infinito. A esta altura se preguntará usted
quién soy. Créame, amigo mío, que no sabría a ciencia cierta que responderle
porque no siempre estoy aquí ni ahora. Un accidente me ha privado de la
bendición de caminar pero, como compensación, ha henchido mi mente de
imágenes tan vívidas que, cuando emerjo de ellas dudo si lo que estoy viviendo
es real... Una loca, dirá usted. ¡Pero no! ¡No puedo equivocarme hasta ese
extremo! Mi difunto padre, el Doctor Pardo Sousa, me hablaba siempre de su
colega que vivía en el altiplano y desde pequeña he visto a través de los ojos de
usted ese paisaje desértico tan similar en su grandeza a la masa líquida que se
extiende, desde siempre, ante mi vista.
Es por eso que puedo dirigirme a usted con toda confianza, mi buen
amigo. Las trombas marinas que caminan sobre las negras aguas son de la
misma raza milenaria que esos remolinos que recorren las altas planicies y he
- 67 -
visto a las gallardas llamas navegar entre los pastos secos como las barcas de
los rudos pescadores que en este momento se alejan de tierra firme. El frío me
obliga a volver a mi morada. Estoy exhausta: ayer, en el siglo Xll, he segado
bajo el sol las mieses del Señor de Aquitania junto con otros siervos pero, al
regresar a mi choza del bosque, hallé su dirección sobre el escritorio de mi
amado padre. ¡Me responderá usted! ¿Verdad que si?
Suya afectísima
Ema
- 68 -
- No quiero que vea aún mi rostro - me decía - Temo asustarle...
¡¡Basta!! ¡Se acabó! Esto me pasa por pasarme días y noches enteras aquí
encerrado, invocando fantasmas. La tal Ema debe ser el invento de algún amigo
con un sentido del humor bastante discutible... Pero la carta fue enviada desde
Portugal, los sellos no parecen falsos... Ema... ¿No será un invento mío? Conozco
historias de enfermos mentales que desdoblan su personalidad y mantienen
correspondencia consigo mismos. Generalmente los nombres que adoptan tienen
alguna relación con el suyo. A veces contienen sus iniciales o son anagramas de
significados ocultos, EMA tiene la primera letra de mi apellido en el centro... La
“A” podría ser por Alfonso, cuyo recuerdo me ha arrastrado hacia este abismo...
¡Por Dios! Qué historieta rebuscada ¿Cómo haría, en ese caso, para mandarme una
carta de Portugal?... Podría escribirle a un amigo (hasta el mismo Pardo Sousa que,
en realidad, puede no haber muerto) bajo un nombre supuesto pidiéndole que me
hiciera llegar la carta... No, no va. Lo que pasa es que si no fuera por la indiscutible
evidencia de este sobre que gira entre mis manos estaría dispuesto a creer que se
trata de una proyección de una parte reprimida de mi naturaleza: la femenina, la
inconsciente, la que buscan los chamanes siberianos al pintarse senos en sus
túnicas. La que vive junto a un elemento que siempre me inspiró terror por
asociarlo a lo irracional, por saberlo poblado por una fauna desconocida y viscosa.
Muchas veces, mirando el mar desde la playa, imaginé que en cualquier momento
el sol se cubriría por el oleaje provocado por el surgimiento de una serpiente
marina... De sólo pensarlo siento escalofríos. ¡Líbranos del mar! (del
inconsciente)...
Hice lo posible para resistir los embates del inconsciente. Durante un mes
logré huir de este escritorio: me dediqué a la lectura de temas concretos con
proyección social o política, literatura latinoamericana, reflejo de nuestra triste
realidad de periferia del mundo liberal capitalista, datos acerca de como absorben,
desde siempre, nuestras riquezas, la división internacional del trabajo, las
vergonzosas guerras entre naciones hermanas, el rol “cipayo” de algunos países
(sobre todo el nuestro que ha mirado hacia Europa desde su nacimiento). También
leí un par de libros que relatan con lenguaje poético o simbólico levantamientos
campesinos aplastados por los terratenientes. Al final todos vuelven a su anterior
condición de semiesclavitud pero le queda, como consuelo, la imagen mítica del
caudillo asesinado o de su caballo que galopa por cerros y valles como una
premonición de que algún día se dará vuelta la tortilla. Me dieron la impresión de
estar destinados a predicar sutilmente, la resignación... Claro que a veces, muy
pocas, el jefe resucitará en un ejército popular que logra tomar el poder. Entonces
la potencia hegemónica perjudicada ahoga económicamente a los traidores
(América para los “americanos”) y el nuevo gobierno debe caer en los brazos del
bloque contrario o exigir a la población agotadores sacrificios para mantenerla en
pie de guerra ante eventuales invasiones o ataques de grupos armados formados
por las fuerzas de represión del antiguo régimen... (y nadie discute que es
preferible esta situación a la que se vivía bajo los dictadores vitalicios).
La cuestión fue que meditar, burdamente, sobre todo esto me mantuvo
durante un tiempo en el plano racional, según mi deseo. También me volqué hacia
- 69 -
mi entorno familiar. Humberto y Josefina siguen tratando de llevar adelante la
pareja. Me alegro porque vale la pena luchar cuando hay un objetivo común. Como
vínculo de unión la ambición económica es tan válida como la militancia en un
mismo partido... Y diría que más porque, a veces, la política es demasiado
absorbente y separa más de lo que une. Y, lógicamente, me volví hacia mi mujer.
Fuimos un par de veces al cine, una tarde a mirar vidrieras por la peatonal, otra al
Mercado de Pulgas de Plaza Pringles donde también venden los artesanos (esto nos
hizo recordar con nostalgia los momentos que habíamos pasado con Jorge y
Claudia y preguntarnos que por donde andarían). En general almorzábamos una
pizza o un par de panchos por ahí o preparábamos unos sandwiches que comíamos
en cualquier plaza cuando sentíamos hambre. Y... claro, horas enteras en los bares,
instituciones que son irremplazables segundos hogares para el habitante de una
gran ciudad. Ya no es posible ir a visitar a los amigos porque puede insumir dos
horas o más llegar hasta su casa ¿Qué mejor, entonces, que citarse por teléfono,
encontrarse en un café y sentarse cómodamente a charlar mirando por la vidriera el
ajetreo del que se ha salido por un rato? En esos oasis Rosita, siempre golosa,
pedía masas y té con leche, yo mi cafecito con cognac que ocasionalmente
acompañaba con un cigarro de hoja. Una tarde le hablé de mis procesos
autoanalíticos y de la poca satisfacción que me producía mirar hacia el pasado.
- Entonces ¿Para qué lo hacés? - me preguntó con esa simplicidad concreta
que siempre ha tenido la virtud de desanudar mis intrincados pensamientos.
- ¡Qué se yo! - me encogí de hombros sonriéndole con los ojos un poco
húmedos - es como si no lo pudiera evitar.
Hablamos de muchas cosas, de los problemas de Humberto y de mi
inminente jubilación... Le conté mis delirios de salir a dar una vuelta a dedo
haciendo artesanías o comprar una hostería en algún lugar montañoso lleno de
pinos con que alimentar la cocina de leña donde prepararíamos comida y café para
los cazadores...
- Y ¿Por qué no? - me contestaba con una sonrisa brillante.
Sí le hablé de muchas cosas... Menos de Ema... Varias veces estuve a punto
de empezar pero no sabía... De acuerdo, de acuerdo... Es una forma liviana de
infidelidad conyugal... Pero no. No tiene nada que ver. El desencarnado amor
mágico es de otra naturaleza, es Aldonza Lorenzo transformada en Dulcinea del
Toboso en el delirio del Quijote, es esa noble dama avistada una sola vez por el
caballero medieval en la alta torre de algún castillo que se convierte en la
destinataria de sus hazañas... Es el arquetipo femenino que hizo cantar al trovador
provenzal, al son de su laúd.
Aunque tú no lo sepas, mi amada
soy mas dueño de ti
que el que yace a tu lado
porque te llevo escondida
cual leve pañuelo de Holanda,
entre el pecho y la coraza
...Claro que todo esto es un razonamiento posterior.
En ese momento sólo intuí que debía callarme hasta aclarar mis ideas y tratar
de equilibrar los dos mundos, el mágico y el social (Ema y Rosita). Me parece muy
- 70 -
difícil que ambos planos se puedan encarar en una misma persona... O, tal vez, no.
No sé... De cualquier manera no seguiré huyendo del consultorio; tampoco volveré
a recluirme aquí días enteros. Hoy siento una paz desconocida y vivificante. No sé
cuanto durará ni me interesa...
- Dicen los árabes: “Si cruza una caravana frente a mi tienda y yo estoy
adentro veo pasar un camello por vez, si me acerco un poco a la salida veré
también el que viene adelante y al que le sigue atrás... Pero si salgo de la tienda
llegaré a divisar la caravana completa...” Sólo estamos tratando de ver más de un
camello por vez.
Mientras habla juega con un manojo de ramitas. Todos estamos pendientes
de los movimientos de sus manos.
- ¿Qué pasa si tiro dos veces seguidas? - pregunta una flaca de cabello muy
corto y enormes anteojos. Enciende un cigarrillo y nos mira a todos con
autosuficiencia.
- Hacé la prueba - dice la mujer encogiéndose de hombros - La vida fluye
constantemente... Este es el Libro de las Mutaciones: la idea central es que no
existe ninguna situación estática, fijate que cuando el sol está en su punto máximo,
a mediodía, ya comienza a marchar hacia el ocaso y cuando desaparece de nuestra
vista va preparándose para reaparecer a la mañana siguiente. Si tirás dos veces
pueden suceder varias cosas: que obtengas el mismo hexagrama, que te salga otro
porque tu inconsciente está proyectando imágenes diferentes o porque tu momento
haya cambiado o que salga el Gran Sabio y te diga:
Mientras lee la observo porque su cara tiene una extraña semejanza con la de
alguien que yo conozco. El marido es psiquiatra, me lo dijo Rosita cuando hoy me
comentó, al pasar, que los nuevos vecinos nos habían invitado a la inauguración de
su casa. De acuerdo a mi nuevo Plan de Apertura Social, decidí cruzar la calle “por
lo menos para saludar”. Aquí todo es descomunal y transpira bienestar económico
unido a un gusto refinado. Algunas antigüedades, como detalles discretos, realizan
la blancura de las altas paredes rústicas, el techo está sostenido por gruesas vigas
de madera y, en los pisos, la cerámica alterna con la piedra. Todo está en su punto
justo, crea un ambiente sin pesar demasiado.
- Me lo puede tirar a mí - se adelanta un muchacho. Parece ser hijo de la
flaca de pelo corto, tiene las mismas facciones pero con una expresión ingenua y
soñadora.
- No. Vos vas a separar las ramitas: yo simplemente te voy a decir que
imágenes se forman y... aquí está el Gran Sabio para que nos dé la interpretación
- 71 -
justa - da una palmada sobre el grueso volumen y le entrega el manojo, separa un
tallito y lo deja en el ángulo del paño negro que ha sacado de su alforja tejida. - De
las cincuenta esta es supernumeraria, trabajamos con las cuarenta y nueve
restantes. Separá primero en dos y, después, cada grupo en montoncitos de cuatro...
¿A quién se parece? No es una cara común. Ni siquiera puedo determinar si
me gusta o no. Los rasgos parecen tallados con un machete. Los ojos, muy
separados entre si, y la nariz aguileña le dan un aire de lechuza que me fascina...
-...Al contrario - alguien se ha disculpado por hablar mientras están tirando -
si lo que estamos buscando es romper las estructuras mentales racionales. Incluso
no viene mal tomar un vasito de más - se vuelve hacia el muchacho - Retené esas
cuatro - y le pasa el vaso vacío al marido - Con hielito querido ¿Puede ser?
El le sonríe con la mirada; quizás con los labios también pero esto ya no
puede afirmarse con seguridad porque los lleva escondidos detrás de una barba
tupida que le cubre íntegramente la parte inferior de la cara. Además sostiene con
los dientes una pequeña pipa curva de la que deja salir espaciadas bocanadas sin
que se le apague cuando no la aspira. Es una habilidad poco común.
- ¿Usted que piensa? - le pregunto señalando con la cabeza el paño negro
donde sigue el ritual de la subdivisión.
Me encara con la botella de whisky después de llenar el vaso de su mujer.
- Si puedo elegir, prefiero vino...
Me toma del brazo y me lleva hacia un mueble embutido en la pared.
- Usted es de los míos - me dice abriendo las puertas de madera tallada -
¿Chablis? ¿Borgoña? Aquí tengo un chilenito muy seco...
- Es el mío. Ya traigo mi vaso.
Nos acomodamos en unos confortables sillones de madera y cuero crudo y
mi nuevo vecino levanta su copa.
- ¡Salud, colega! - saborea el vino, reteniéndolo en la boca con los ojos
entrecerrados y después me habla mirando al techo - Mi camino no pasa por el l-
Ching, soy un empedernido cartesiano. Ya sabe... los ejes que se cortan a noventa
grados donde vamos colocando los datos. Pero no crea que me lo tomo a risa, son
formas distintas de encarar la realidad.
- No es casual que Jung prologara la traducción de Wilhelm.
- Jung... Jung... Si no hubiera sido tan místico, tan... cabalístico y
alquimista...
- Hubiera sido un simple Adler.
Su risotada hace temblar los cimientos.
- Decime hermanito - me palmea la rodilla mientras vuelve a llenar mi vaso
- ¿Por qué te escondés detrás de esa pinta de chancho burgués?
- Chancho puede ser pero burgués ¡Nunca! - estoy repitiendo textualmente
una frase de Alfonso y esto no me hace feliz. Me quita realidad, trascendencia...
Mi querida Ema:
No se imagina las vueltas que he dado antes de sentarme a contestar su
extraña carta que ha llegado a mis manos en un momento de transición, de
- 72 -
cuestionamientos profundos que hacen tambalear en mi interior las
estructuras que creía más firmes. El mensaje que usted arrojó dentro de la
botella esa mañana (lloviznaba un poco ¿no es cierto?) llegó a Huacapunco,
donde “navegan” las llamas, y un colega me lo redespachó desde allá...
...No me convence. Le falta fuerza, imaginación... Aunque no tengo por qué
contestarle en el mismo estilo. Incluso puedo no contestarle... No. Perdería una
posibilidad de vuelo (quizás la última que me queda). Todas las señales que la vida
me va poniendo delante en este último tiempo tienden hacia la irracionalidad,
parecen indicar que por ese camino podré hallar una salida... Los chicos con su
fumo y sus viajes, Ema que ha revolucionado un montón de cosas en mi interior y
la vecina con su “Gran Sabio” y esa cara vagamente familiar... Podría ir a verla
para que me ayudara a consultar el oráculo...
...Hola ¿Cómo le va? o... ¿Cómo te va?... Jeje... Eehhh... Venía para tirar
el I-Ching... Bah... Si no es molestia...
¡Por favor! Demasiado ridículo. Es que la otra noche no tuve oportunidad de
hablar con ella (ni siquiera sé como se llama) porque me quedé con el jovial
psiquiatra charlando mientras tomábamos vino. Le comenté que había consultado
el I-Ching una sola vez en mi vida, en Florencia, en lo de Giordano y Bianca. Se
interesó mucho en la comunidad.
- Sabés - me dijo - Creo que los movimientos populistas que florecieron en
la década del cincuenta agonizan. Por simple ley histórica están condenados a
desaparecer; ya han cumplido su ciclo. Es realmente triste ver a los nuevos
dirigentes, desgastados en la desesperada lucha por el poder, repitiendo frases de
hace cuarenta años ante grupos cada vez menos numerosos. Se va a producir un
resurgimiento de los anarquistas. He visto aquí y en Buenos Aires sus frases
pintadas con aerosol en las paredes y comienza a haber manifestaciones con
banderas negras.
- ¿Te parece? – vi, en rápidas imágenes, viejas fotos de principio de siglo...
Multitudes de obreros de gruesos bigotes y gorras ladeadas... Apasionados
oradores arengándolos desde improvisadas tribunas...
- Ya vas a ver.
Nos quedamos un rato en silencio hasta que él volvió al tema del oráculo
chino:
- Yo también lo consulté una vez. Fue en el sesenta y... nueve o setenta.
Estábamos en el Perú colaborando en una campaña de alfabetización. Era un lindo
grupo, varios maestros peruanos, un uruguayo discípulo de Paulo Freire, una
socióloga holandesa... Recibíamos una pequeña subvención del gobierno pero casi
todo se hacía a pulmón. Improvisábamos pizarrones con maderas viejas,
tratábamos de conseguir el apoyo de las empresas grandes para que nos donaran
materiales, tizas, qué se yo... imagináte que en las comunidades apartadas
escribíamos con los dedos sobre la arena. Fue una experiencia muy buena,
especialmente por el contacto con los campesinos; muchas veces nos traían papas,
maíz pelado o alguna pata de cordero o de llama. Un día la holandesa recibió una
carta de su hermano que era pastor en Rotterdam, había hablado de nuestro trabajo
con los miembros de su Iglesia y quería apadrinar nuestro proyecto enviándonos
- 73 -
una cantidad "X" de dólares por mes... No me acuerdo cuánto era pero era
bastante...
- Para ellos es una forma de aligerar la conciencia. Saben que el buen nivel
de vida de sus países deriva directamente de la miseria de los que
eufemísticamente llaman en vías de desarrollo – acoté.
- Está bien, pero como individuos no tienen la culpa.
- ¡Claro qué no!. Es más, como individuos son excepcionales ya que la
mayoría de los que viven en el centro del mundo ni siquiera se dan cuenta de la
situación... Pero te interrumpí ¿Cómo seguía la Historia?
- Ah... si. Te imaginás, nuestro entusiasmo. Todas las noches nos
sentábamos a pensar cuántos lápices, libros, cuadernos podíamos comprar, con esa
guita. Todavía sobraba como para armar comedores en algunas escuelas, de paso,
mejorar nuestra alimentación. Alguno propuso que pidiéramos para una camioneta,
equipada con radio que nos permitiera extender nuestro trabajo a una zona más
grande. A esta altura sentí que había algo que no me convencía, lo charlamos con
mi mujer y ella me propuso consultar al Gran Sabio… La respuesta no pudo ser
más clara. - Esperá - fue hasta la mesa y volvió con el libro - Escuchá esto: Dejas
escapar a tu tortuga mágica y me miras a mí, caídas las comisuras de los
labios. ¡Desventura!,.. íbamos a dejar escapar el lentísimo pero profundo trabajo
en pequeña escala porque teníamos la boca abierta frente a los dólares que nos
ofrecían, Además nuestra relación con los vecinos iba a cambiar totalmente porque
el dinero es algo que se trasluce en pequeños detalles que son muy evidentes para
el que no tiene un peso, ¿te das cuenta? Así que decidimos aceptar únicamente
útiles escolares.
No pude evitar ver a mi alrededor los signos evidentes de una vida sin
sobresaltos pero enseguida suspendí el juicio: finalmente el me estaba hablando del
pasado, la gente varía, yo mismo... Decidí cambiar de tema.
- Decime. Eso era en el tiempo de Velazco Alvarado; ¿No?
- Si... Con todos sus errores fue un intento válido para lograr una
redistribución, una socialización.
- Pero ¿Qué falló?
- El trabajo de base. No basta con entregar la tierra, hay que preparar a la
gente para el pasaje del estado de peón al de dueño de su campo, algunos
asociaban la idea de ser propietarios con la de no trabajar más y al recibir su
parcela la dejaban abandonada... En fin, pero Velazco fue un tipo excepcional, era
militar, pero de origen humilde, hablaba quechua...
La charla siguió. La revolución Mejicana, Cuba, Nicaragua... Cuando me di
cuenta de que estaba “dejando escapar la tortuga mágica” ya era tarde porque
algunos invitados se estaban despidiendo y la dueña de casa había guardado sus
ramitas y miraba todo desde su asiento con expresión ausente. Y ahora, como
siempre, estoy aquí lamentándome...
Una cosa lleva a la otra. Quería consultar el I-Ching buscando una forma de
contestar la carta de Ema. Sería, en definitiva encontrar una respuesta para mí
mismo porque muchas veces vuelvo a dudar sobre la existencia real de esta mujer.
Pero, más que nada, porque si lograba saltar a su dimensión mi vida cambiaría
fundamentalmente. Como no encontré una forma convincente de atravesar la calle
y solicitar el auxilio de la “Sibila”, compré el libro. Se presentó entonces la
cuestión de como hacer la pregunta. Descarté de plano el uso de las tres monedas.
Quedaba, entonces, el sistema de los tallitos. Busqué durante varios días aquilea o
- 75 -
milenrama en viveros, herboristerías y casas de productos dietéticos. Fue inútil ya
que casi nadie sabía de qué se trataba así que tuve que buscar algo que la
sustituyera, que me fuera afín y que se pudiera cargar de energía con el uso, que
fuera vegetal receptor y trasmisor a la vez... Caminando una tarde por el parque a
la pesca de una ramita adecuada, llegué a la conclusión de que si los chinos usaban
milenrama era, seguramente, porque crecía naturalmente en la región donde vivían.
En la mentalidad de las culturas tradicionales sólo cabe utilizar lo que está en los
alrededores. ¿De qué podrían ser los tallitos de mi zona? Como primer paso debía
alejarme de la ciudad y de sus jardines artificiales hacia una región más virgen... El
río… ¿Cómo no se me había ocurrido antes?. El río que pasa por aquí desde
siempre y que, de vez en cuando, se cansa y salta de su cauce destruyendo las
ostentosas obras de los hombres como para demostrarles que no se pueden talar las
selvas de sus orillas impunemente. Que le molesta que traten de detener su marcha
con diques y represas. Caminando en zig zag, había llegado al puerto. No pensaba
encontrar nada entre los muelles de hormigón pero estaba allí durmiendo
tranquilamente con la cabeza apoyada en su bolsa grasienta. El “hombre de la
bolsa”, ese personaje siniestro conque se asusta a los chicos inoculándoles terror y
repugnancia hacia los “inadaptados”. Conmigo no había dado mucho resultado
porque los veía como héroes míticos. Cuando los cruzaba, yendo desganadamente
hacia la escuela, aspiraba con gusto su olor a humo y mugre. Simbolizaban una
vida libre y sin obligaciones. Andando a tientas, después de una existencia llena de
compromisos autoimpuestos y cumplidos a medias, volvía a encontrarme con un
hombre auténticamente libre, verdadera e indiscutiblemente marginal. ¿Qué edad
pudo haber tenido cuando tomó esa decisión o cuando optó por no tomar ninguna
otra durante el resto de sus días? No había forma de saberlo ni hacia mucho al
caso. Lo importante hubiera sido conocer las causas profundas y el factor
desencadenante. Se me presentaron rápidos pantallazos... Un delincuente
ocultándose de la policía... Vino de Europa, donde enloqueció durante la guerra...
Lo trastornó la muerte de alguien... O, tal vez, (y en ese momento se me cruzó la
imagen de Alfonso) esta es la culminación de una búsqueda que comenzó hace
años, en su temprana juventud... Un día cualquiera, sentado en el pupitre de alguna
facultad, tuvo la sensación de que el pizarrón estaba cubierto de jeroglíficos
incomprensibles o, probablemente, con símbolos tan claros que se asustó o se
asqueó y dejó el aula. Pero, después de un tiempo de flotar sin rumbo fijo, se había
convencido de que su vocación era otra, la cuestión era cambiar de carrera. Este
segundo intento había durado mucho menos pero, presumiblemente, fue seguido de
un tercero porque la única forma de sobrevivir que conocía pasaba por un título
universitario... Lógicamente había militado en algún partido de izquierda visitando
villas de emergencia los fines de semana... Después, una buena ducha caliente en
casa de papá y mamá y a la “discotheque”. Pero su nausea seguía en aumento a
pesar de que había tomado una decisión valiente: estudiaría lo que le gustaba
aunque se muriera de hambre. Pero los temas más apasionantes... (como siempre
delirando), volví la vista hacia él. Se había despertado y se rascaba la espalda, con
una calma absoluta, mirando hacia el río. Me pregunté si recordaría su pasado o se
limitaría a ver correr la vida delante suyo, viviendo “aquí y ahora”, gozando del sol
y sufriendo el frío...
- 76 -
Me acerqué lentamente y me senté a un par de metros. Si notó mi presencia
no lo demostró y yo me sentí incapaz de encontrar una forma de iniciar una
conversación. Había entre nosotros una distancia infinita porque, a pesar de las
fervorosas proclamas, no podía dirigirme a él de una forma normal. Evidentemente
no había podido escapar de las consecuencias de mi educación burguesa:
capacidad de comunicación escasa o nula (salvo con un núcleo reducidísimo) y
total falta de soltura... Hasta un ocasional viaje en ascensor en compañía de un
desconocido me produce cierta incomodidad que, creo, es mutua... Así que me
quedé en mi lugar de observación... Este sí que era coherente con su opción. Había
quemado sus naves porque su aspecto le impedía hasta hacer dedo, siendo su única
posibilidad de desplazarse sobre ruedas el tren de carga. Su barba era símbolo... de
que no se afeitaba y así todo porque, a diferencia de los intelectuales
contestatarios, no redactaba sesudos artículos en publicaciones alternativas que
formaran parte de alguna asociación de habitantes de las orillas con personería
jurídica... United Underground Federation o similar... Vivía simplemente aparte,
sin preocuparse por la trascendencia social o política de su actitud... Para eso
existieron siempre los intelectualizadores como yo, los interpretes de actitudes
ajenas en las que proyectan actos heroicos que su cobardía le impide llevar a
cabo... Seguramente hubiera seguido horas en inútiles autorecriminaciones pero mi
“auténtico marginal” me interrumpió pasándome una botella de vino tinto con una
intensa mirada de sus ojos increíblemente azules. De un salto estuve a su lado
dispuesto a no perder la posibilidad de comunión que me estaba ofreciendo y
empiné largamente la botella sin limpiarle el pico con la mano... Después de haber
imaginado mil formas de entablar una charla para preguntarle un montón de cosas
estaba, finalmente, a su lado gracias a un gesto sencillo y silencioso de su parte.
Me sumergí en su mirada transparente durante un momento imposible de medir y
me fui, sin pronunciar ni una palabra, sintiendo que ya no había ningún apuro por
encontrar una forma de consultar el oráculo.
- 77 -
Mi querida Wendy:
No te voy a negar que el árbol hueco donde funcionaba la comunidad
está distinto esta noche, faltan los gritos y las peleas de los chicos durante la
cena. Debería estar triste... Si, creo que estoy un poco triste. De un golpe perdí
a todos mis compañeros. Creo que ni siquiera entendieron lo que les grité
antes de salir volando por la ventana con mi fiel Campanita ¿Sabes? Ella me
había advertido sobre el riesgo que representaba la presencia de ustedes aquí
pero como me aseguró que la más peligrosa eras tú pensé que era una cuestión
de celos. Ahora comprendo que se refería a tú edad (estás en el límite) y, sobre
todo, a tu formación burguesa. Yo quería crear una nueva civilización... No,
no una civilización. En realidad, una nueva cultura (o volver a una viejísima).
Vivir de la caza y de la pesca y hacer nuestra ropa con pieles. Analizando la
historia de los grupos paralelos me convencí de que la única forma de fundar
uno que fuera perdurable era reclutando niños que, como yo, se negaran a
crecer, a amoldarse a los dictados de los Sacerdotes de la Producción y el
Consumo. Pasé tardes enteras en las plazas al acecho de madres distraídas o
niñeras entretenidas con algún muchacho. Logrado el objetivo de acercarme
al chico sin ser notado, la tarea de convencerlo era cuestión de minutos Me
bastaba hacerlo pensar un poco en la cara de su padre al volver, por las
noches, del trabajo. Después venía la iniciación de mi nuevo amigo en el uso de
los poderes de Campanita. También había sacado mis conclusiones acerca de
esto: si bien es cierto que ayuda a volar, debe ser administrado en pequeñas
cantidades para evitar una dependencia que anule el viaje con medios propios.
Formamos una linda pandilla. Nunca nos aburríamos porque en un país
poblado por indios y piratas todos los días se presenta una nueva aventura.
Wendy, yo sé que tú eres muy buena (además de muy linda). Campanita
también lo sabe pero creo que nunca lo reconocerá. Los chicos no habían
vuelto a ver a sus mamás y por eso sucumbieron a tus cuidados y exigencias.
En cambio yo, cuando traté de visitar a la mía por segunda vez, encontré la
ventana cerrada y un bebé a su lado. Cuando te lo conté, a orillas del lago, me
preguntaste que había sentido en ese momento y no supe que contestarte...
Esta noche tampoco. Sólo puedo decirte que, mientras miraba por la ventana
cerrada, tomé una determinación a la que me mantengo fiel a pesar de tus
intentos (que considero bien intencionados) de hacerme entrar en la
normalidad. Decidí no crecer más. Es mi derecho y nada ni nadie me lo
impedirá.
Esta amaneciendo y acabo de volver con Campanita de una recorrida
por los alrededores (claro, recién ahora me iré a dormir. Ustedes, por el
contrario, deberán levantarse para ir a la escuela donde les extirparán la
capacidad de volar). Te cuento que los piratas están tratando de reorganizarse
tras la muerte de su capitán. Mientras dure la lucha por el poder me dejarán
tranquilo y podré salir a buscar otros chicos que quieran acompañarme...
Aunque, en vista de lo que ha sucedido con los anteriores, pienso que no vale
la pena tomarse semejante trabajo. Al contrario, creo que si alguno se acerca
- 78 -
trataré de desanimarlo sometiéndolo a duras experiencias para probar su
capacidad. No sé. Ni siquiera sé para que te escribo todo esto. Como este papel
es de fantasía se desintegrará en tus manos. Ya te deben haber convencido de
que todo fue un sueño. Cuando crezcas me volverás a encontrar en novelas y
libros de psicoanálisis como símbolo de una enfermedad que puede y debe
curarse: es peligroso vivir en las nubes, está prohibido habitar un mundo de
ensueño, etc... A mi nadie me quiere y si me preguntaras si eso me hace sufrir
no sabría que responderte.
Hasta siempre en el país del nunca jamás
Peter Pan
No está mal. Tiene fuerza. Pero lo que me extraña un poco de este Peter Pan
que le echa en cara a Wendy su formación burguesa es que tenga tanto miedo de
fomentar una adicción a los poderes de Campanita que anulan la posibilidad de un
viaje propio. Además me llama la atención que lo relacione con la cantidad. Es
demasiado esquemático y subjetivo. Su experiencia en la materia debe ser escasa o
nula para generalizar de esta forma. Veo confirmada mi sospecha de que estos
Aullidos han sido lanzados al aire por gente muy joven. Aunque (por qué no
reconocerlo) me ha revuelto algo por dentro y, por el momento, no tengo ganas
de saber de que se trata. Salir a caminar sería nefasto. A esta hora los programas de
televisión no son tan malos y casi no hay cortes comerciales...
- 79 -
...El ruido del bombardeo me vuelve a la realidad... es decir, a la ficción de la
pantalla.
BERLÍN-JUNE 1945
Llega, con su uniforme impecable, a las ruinas de la parte de la ciudad que
bombardeó con su avión, sacándome de mis recuerdos.
- ¿Conoce usted mi idioma? - le pregunta a un viejo harapiento que revuelve
los escombros. (Música lúgubre, in crescendo...)
- Sí
- ¿Cuántos murieron?
- Cientos de mujeres y niños inocentes. (Música lúgubre, finale con brío...)
- 80 -
de bambú. El más vivaracho le quita la gorra de la U.S Air Force. Como le llega a
la nariz, todos ríen divertidos. El bueno de Joe se va a dormir a su duro camastro
de la base después de despedirse de la Señorita Kun con un respetuoso apretón de
manos.
Es demasiado burdo. Pensar que de chicos nos nutríamos de estas
bazofias. Después comenzaron a llegar las películas “con mensaje”: El
pianista norteamericano mataba con tristeza al violinista alemán. Habían
actuado juntos en Viena antes de la guerra... La muchacha asiática dudaba en
seguir al soldado de vuelta a su país: “No quiero que mi hijo sea despreciado
por su color”. El le explicaba que los Estados Unidos habían abierto sus
puertas a todos los pueblos del mundo. “Además no no sé si tu madre lo
aceptará” lloriqueaba la chica. El le decía que “mamie” era... ejem... un poco
racista pero que no podría resistirse a los encantos de su primer nieto...
- 81 -
exterminarán a los malvados así que el director, dando muestras de un audaz
lenguaje cinematográfico, corta la escena para dar lugar al epílogo:
Joe y Nancy, en una emotiva ceremonia, inauguran un imponente orfelinato
que lleva el nombre de Ben, mártir de la democracia. Con un coreanito en cada
brazo escuchan conmovidos a cientos de niños que, perfectamente formados
cantan:
From the home of Moctezuma
To the land of Tripoli8
THE END se lee en la pantalla mientras la cámara se va acercando al
edificio sobre el que flamea la bandera de las franjas y estrellas junto a la coreana
que, ahora me doy cuenta, ostenta en el centro al símbolo del Yin y el Yang de
donde surgen como los rayos de un sol, los trigramas Cielo, Tierra, Agua y Fuego
(los cuatro Elementos Cósmicos). Mi furor anti-imperialista se va atenuando
porque comprendo que un pueblo con estas características sobrevivirá al ocaso de
las potencias que utilizaron su territorio para dirimir cuestiones hegemónicas. Este
pequeño país había desarrollado una cultura superior cuando las praderas
norteamericanas eran recorridas por tribus de cazadores nómades y Moscú era un
oscuro villorio. De todas formas creo que únicamente un canal de televisión de la
periferia del Imperio puede pasar esta ridícula caricatura en los tiempos que corren.
Si se proyectara en los Estados Unidos, los veteranos de Vietnam creerían que les
están haciendo una broma de pésimo gusto…
O barco
Meu coraçao nao aguenta.
Tanta tormenta alegria
meu coracao nao contenta
DESCUBRA MUNDOS NUEVOS
ISLA DE PASCUA - SAMOA - TAHITI
8
Desde el hogar de Moctezuma hasta la tierra de Trípoli
- 82 -
YO AMO A RIO
- Oporto... Oporto... ¡Aquí está! Air Portugal desde San Pablo. Río de
Janeiro o Recife - suena el teléfono y el agente de viajes levanta el tubo -
Disculpe... Hola... ¡Siii! ... si, si...
Navegar é preciso.
viver nao é preciso...9
Sobre el escritorio hay un globo terráqueo. Lo hago girar lentamente... ¡Qué
chico es el mundo! Hasta la islita más alejada del Pacífico está explotada por
alguna compañía turística. Miro la carpeta abierta:
Rotas Intercontinentais
Voos Brasil – Portugal – Brasil
...Se prevé una mayor exportación de maní... Es la centésima vez que leo
el titular... Me es totalmente indiferente pero no logro juntar fuerzas como para
dejar el consultorio. Vine por inercia y, de repente, descubrí que no tengo nada que
hacer aquí. La vertiente de los recuerdos se ha agotado. Sólo queda mi vida actual,
tan gris y sin sentido como la exportación del maní. Es como para llorar o romper
algo a patadas pero yo sigo inmóvil y en silencio... Por momentos dormito un poco.
Me siento vacío. No hay ningún oráculo capaz de indicarme el rumbo a seguir.
Perdí el tren. Mis bufonadas en la Agencia de Viajes no me convencen. No voy a ir
a Oporto y mucho menos al África. Lo que me queda es jugar a viajar por el mapa
o desarrollar conversaciones más o menos ingeniosas con mis... conocidos (casi
escribo “amigos”). También puedo deslumbrar a algunos con relatos de mis viajes
por Europa y mi experiencia en Huacapunco o hacer comentarios sobre política
internacional, energías alternativas, medicina natural, tradicional o antropológica,
opciones individuales o sociales... Pero no creo que encuentre el convencimiento
necesario. Es como si estuviera hueco por dentro. Hablo un poco con Rosita
mientras comemos, porque no quiero preocuparla y, además, me hace bien.
Después durante el resto del día caigo en un mutismo total. Incapaz de seguir un
hilo de pensamiento, fijo la atención en cosas sin importancia o cabeceo sobre el
escritorio aplastado por un sopor denso y pesado (pero si me acuesto no me puedo
- 84 -
dormir...). Tendría que eliminarme. No quiero ser un peso inútil para los demás.
Pero liberarlos realmente, sin cargarlos de culpas con actitudes teatrales o
espectáculos de mal gusto. Si fuera un hombre “primitivo” (es decir, si viviera
inmerso en una cultura tradicional) elegiría un día hermoso y templado para salir a
encontrarme con la muerte en el desierto... Caminar desnudo bajo el sol con una
sonrisa en los labios... Hola hermana, madre, esposa, amiga, amante y compañera...
adormecerme entre sus brazos con la cabeza apoyada en sus enormes y tibios
pechos. Esa es la imagen que tengo de la parca, el esqueleto vestido de negro con
la guadaña al hombro nace del apego a la vida; esto produce una insensata
legislación contra la eutanasia, la maldita ciencia ni siquiera nos deja morir
tranquilamente en la cama rodeados de nuestros seres queridos... No, dejamos de
existir en un frío quirófano de paredes azulejadas con el cuerpo atravesado por
sondas que lo hacen funcionar mecánicamente; se nos priva hasta del placer y el
derecho de despedirnos de los que quedan con una frase lúcida o cariñosa... Y no
hablemos de los que detentan un gran poder político. A esos les inyectarán drogas
estimulantes para que el corazón continúe latiendo hasta que se resuelva la
cuestión de la sucesión... Claro que después las exequias serán suntuosas y el tipo
entrará en la inmortalidad... corriendo el riesgo de que, por un brusco cambio de
dirección, sus estatuas sean arrastradas por las calles y sus retratos quemados en las
plazas. El “Padre de la Patria” puede transformarse en “Sanguinario Tirano” para la
historia oficial.
Pero lo mejor sería quedarme sentado esperando a la muerte como aquel
viejito de Huacapunco que todos los meses llegaba al hospital después de caminar
un día cerro abajo. Como sus “ushutas” tenían goma de auto se cargaba tanto de
electricidad que yo recibía una sacudida cuando quería tomarle el pulso.
- ¿Por qué no baja al pueblo, abuelo?
- ¿Y quién va a pastiar los chivos? La Ugenia es una guagua, cada nada me
lo pierde algunito...
Su hija, que trabajaba en Buenos Aires, se la había dejado cuando tenía
cuatro años (después se ha perdíu. ¿Dónde sabrá andar?). La chica me miraba de
reojo con su sombrerito en la mano. Era imposible sacarle una sola palabra
- Pero usted sigue perdiendo peso. Tiene que internarse por una semana para
que le hagamos un estudio completo.
Me miraba sonriendo. Las cataratas habían vuelto sus ojos celestes.
- No hai ser, dotor...
Y no había
- 85 -
NOTICIAS APARECIDAS EN LA ULTIMA PAGINA DE UN
DIARIO DE ROSARIO (SANTA FE)
DOCTOR JOSÉ MUCHESSI - SU FALLECIMIENTO
Rosario - Serán inhumados hoy, en el cementerio del Salvador, los
restos del Dr. José Muchessi que falleciera el día 26 del corriente en
horas de la noche. El cuerpo sin vida fue hallado por su esposa, Rosa
Tizzio de Muchessi, en la mañana de ayer (27). Según declaraciones de
la viuda, al despertarse alrededor de las 7 de la mañana notó que su
esposo aún no se había acostado. Este hecho no la sorprendió puesto que
el Doctor padecía de insomnio y solía permanecer hasta altas horas de la
madrugada escribiendo o leyendo en su consultorio. Por lo tanto preparó
el desayuno y se encaminó hacia el lugar de trabajo del facultativo que se
encuentra en la planta baja del edificio que ocupa la familia. Al abrir la
puerta lo halló recostado sobre el escritorio con la lapicera en la mano.
Iba a retirarse, creyéndolo dormido, cuando notó una extraña palidez en
su rostro. Al acercarse pudo confirmar su sospecha de que había dejado
de existir.
- 88 -
tan válida como la de los que apuntalan o tratan de cambiar la sociedad en la que
han nacido; desde el monje trapense al linyera se podía hacer una larga lista de
opciones marginales. Entre ellas la del artista (indiscutible príncipe de los
esquizoides) que, en ciertas ocasiones, podía usar su manifestación estética como
forma de levantar la bandera de la individualidad... Y hasta podía darse el caso que
recibiera a cambio honores y riquezas por lo cual el inconformista debía hacer
esfuerzos desesperados por mantener su marginalidad porque aún sus respuestas y
posturas más chocantes serían aplaudidas por la masa informe de los consumidores
de cultura con el beneplácito de los mercaderes (llámense editoriales, galerías o
productoras cinematográficas)... “¡Es tan loco, tan excéntrico y bohemio!”
exclamarían extasiados los burgueses que asistieran a la inauguración de su
exposición o a la presentación de su libro...
Por la ventanilla veía pasar los interminables y monótonos campos
sembrados. El sol se estaba poniendo y el conductor encendió los faros que
iluminaron la faja blanca que marcaba el centro de la ruta. Eso era lo que él no
quería: seguir un camino asfaltado y señalizado donde todo estuviera previsto. Se
llevó la mano a la cabeza y notó que su cabello cortado al ras durante el servicio
militar, comenzaba a crecer. Claro que el pelo largo o la barba eran lo de menos
pero... “Son antenas psíquicas” le había dicho alguien alguna vez, “por eso el
bancario, el policía y el militar se lo cortan...”
Una brusca frenada lo despertó. Ya era noche cerrada y los campos estaban
dejando paso a concentraciones urbanas cada vez menos densas. Estaba llegando.
No sabía muy bien que iba hacer de allí en más pero tenía la absoluta certeza de
que su vida cambiaría.
“Alfonso, Pepe...” pensó (y en su mente resonó como un alarido) “...¡Pueden
quedarse tranquilos! El fusil de los francotiradores está en buenas manos.
Bajo el sol, el remolino (que gira como un trompo entre las dunas) borra las
huellas de los que recorren el desierto caminando en espiral. Hay gente que cree
que avanzando de este modo se puede llegar a alguna parte...
- 89 -
COMENTARIO CRÍTICO
El Francotirador – Novela
- 90 -
Desde el punto de vista formal, los saltos en el tiempo narrativo
están manejados con gran habilidad, lo mismo que “el fluir de la
conciencia”, técnica que permite al narrador intercalar los monólogos
interiores con su presente, con los recuerdos...
Los espacios elegidos sirven como marco apropiado para cada uno
de los personajes principales y para establecer un paralelismo entre ideas
y formas de vida: la apacible y bella Huacapunco con su gente y sus
raíces; la fría ciudad rosarina con personajes que ejemplifican distintas
clases sociales. Virtudes y defectos, hechos, destinos que se entrecruzan,
conflictos... y en el tráfago de la cotidianeidad, la figura, impertérrita en
la defensa de sus principios: el anarquista, el automarginal, oponiéndose
con su forma de vida, tenaz y firme, a los dictados del Sistema. Las
experiencias en la vieja Europa sirven para sustentar las teorías
libertarias.
Raúl Prchal es el fino observador de lugares y de comportamientos
humanos. Así, nos regala el placer de plasmar en su creación narrativa,
con una profunda simplicidad (aunque parezca paradójico) nuestro
pequeño mundo pueblerino: lo inmediato, en el tranquilo quehacer de la
gente, vibra con la fuerza de un espontáneo y pintoresco retablo de vida.
Por otro lado, el análisis de situaciones, de hechos, lo convierten en un
agudo intérprete desde lo político, social y filosófico.
El personaje del final, Roberto, rescata un tímido y solitario
recomienzo. Un nuevo francotirador. Esto impide que nos gane el
escepticismo y corrobora el lema que esgrime Raúl en su vida: “Paz y
Coraje”.
ELENA GÓMEZ
- 91 -
INDICE
EL FRANCOTIRADOR
Raúl Prchal
ADVERTENCIA………………….......………………………......….....9
I…………………………………………....…………………..…….….11
II………………………………………………………………………...39
III……………………………………………………………………….67
COMENTARIO CRÍTICO
Elena Gómez………………………………………………………..………….90
- 92 -