1. Lee el texto El concepto de prestigio y la norma lingüística del español, de
Juan M. Lope Blanch. Luego, en grupo, responde las siguientes preguntas: a. En el texto, el autor señala lo siguiente: “[…] debemos volver a preguntarnos cómo se podría calibrar, objetivamente el grado o nivel de prestigio de cada una de esas normas, grado, o nivel de prestigio de cada una de esas normas. Desde luego que no podrá hacerse atendiendo a consideraciones de carácter estrictamente lingüístico. La validez de una forma, la “calidad” de un hecho fónico o gramatical, no depende de su legitimidad etimológica/sino de factores extralingüísticos, por lo común, impredecibles.”
¿A qué se refiere con su última afirmación y cómo se relaciona con
la noción de norma? El español, como idioma, en ninguna de sus variantes goza de una característica que la haga más prestigiosa en comparación al resto. Esto atendiendo no solo a razones exclusivamente lingüísticas, sino también a aspectos extralingüísticos, los cuales son impredecibles y que son pertenecientes a épocas y culturas diferentes. A lo que me refiero con esto es a que el español que hablamos en Perú; con sus jergas, vulgarismos, etc.; es diferente al español que se habla por ejemplo en España, pero no por ello es mejor o peor. Tal como se menciona en el texto: “El sistema es correcto por naturaleza y ningún sistema es mejor o peor que otro”.
b. En un foro, ante la pregunta ¿Se habla mal el español en América
Latina?, una persona responde lo siguiente: Sí, absolutamente. El uso excesivo, universal, y totalmente innecesario de diminutivos ha rebajado el idioma español. Yo no sé de ningún otro idioma que haya sido voluntariamente corrompido. Yo soy Sudamericano que ha vivido en lugares de habla inglesa por los últimos cuarenta años (no añitos) y, cuando mi esposa y yo, decidimos ir a Sudamérica por tres meses ella se matriculó en un curso intensivo de español, y después de doce meses hablaba el idioma con suficiente fluidez como para sostener una conversación familiar. No voy a mencionar los países que visitamos, pero el caso es que mi esposa no podía entender el “español” que los nativos hablaban ya que prácticamente todas las palabras terminaban en ito, ita, itos, tales como verdecito, lechecita, ahorita, salcita, etc., etc., etc. Esto -naturalmente- la confundía y no sabía cómo responder Cuando yo vivía por allí se usaban los diminutivos, pero creo que ahora su uso es extremadamente exagerado, a tal punto que creo que ya no debería llamarse español sino españolcito.
¿Cómo replicarías el comentario de este forista? Desarrolla la
respuesta que darías incorporando las nociones de la lengua, normal, y habla. Me parece un comentario bastante desacertado. Dar por sentado la “deformación” del idioma solo por el uso de diminutivos es absurdo. Las normas del idioma no han variado en demasía como para hablar de una “deformación”. Además, no se puede hablar de una deformación en el habla solo por ello. Ha vivido en países de habla inglesa donde hay casos donde la variación del habla es mucho más marcada que el simple uso de diminutivos. Sin ir más lejos, en Estados unidos la cultura afroamericana tiene una forma única de hablar el inglés que va desde abreviación de palabras, jergas, cambios fonéticos, etc., que son propias de su cultura y no por ello es una deformación de su idioma, eso es usar el término muy a la ligera.