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El derecho penal económico

Introducción
Debemos advertir un cambio de paradigma entre el concepto tradicional de delito y una nueva
caracterización del «delito económico». Esta nueva forma de criminalidad de características tan
especiales y disímiles al delito común ha evidenciado la insuficiencia de las soluciones
tradicionales de la dogmática penal para brindar una respuesta adecuada a la problemática que
presenta.

Entonces, es necesario conocer los lineamientos establecidos por la doctrina en relación con la
regulación de institutos de índole jurídica, penal y económica, para el tratamiento de situaciones
complejas, así como la legislación vigente y la necesidad de su adecuación a estas nuevas
formas de criminalidad.

1. Introducción al derecho penal económico


El problema del delito en nuestra sociedad ha sufrido un cambio: el estereotipo en relación con el
sujeto activo del delito ha cambiado y ha pasado de ser el marginal, estigmatizado y ofensor de
bienes jurídicos individuales, a un sujeto socialmente exitoso, inmerso en la actividad económica,
que lesiona bienes jurídicos supraindividuales.

Para dilucidar el contenido del derecho penal económico, estas nuevas formas de criminalidad y
sus características, nos vamos a centrar, a lo largo del módulo 1, en el caso ficticio que se
describe en el próximo párrafo.

La firma Corba S. A. prestaba servicios relativos a caja de seguridad para terceros, desde una
fecha que se trata de establecer. Sus directivos ofrecían una serie de servicios y operaciones que
no estaban autorizados por el Banco Central de la República Argentina, tales como consultoría
financiera; préstamos personales y empresariales y su correspondiente financiamiento;
descuentos de cheques (compra de cheques a un valor inferior al de su libramiento); caución de
cheques en garantía de operaciones financieras, y captación de ahorros del público mediante
operaciones de depósito a plazo fijo, simulado bajo la figura de contrato de asistencia financiera.

Con la finalidad de obtener una mayor rentabilidad económica que la que efectivamente ponían
de manifiesto a la autoridad de contralor, los directivos de la firma generaban cuentas bancarias
pertenecientes a terceros en las que efectuaban los depósitos correspondientes a la actividad
comercial. También utilizaron cuentas pertenecientes a personas jurídicas exentas de ingresar el
impuesto a los créditos y débitos en cuentas bancarias (impuesto al cheque), en las que
depositaron los valores por ellos adquiridos. De este modo, crearon empresas generadas solo
formalmente a esos efectos, sin registrar actividad.

Además, los directivos llevaron a cabo negociaciones de cambio de divisas sin intervención de
instituciones autorizadas. Para tales operaciones, facilitaron las instalaciones de la firma.

Finalmente, a través de la administración y puesta en circulación, en el mercado bancario y


financiero, de sumas de dinero originadas en hechos delictivos, se considera que cometieron
lavado de activos de origen delictivo, dado que, para el desarrollo de tales actividades ilícitas, se
valieron de la estructura de la firma de la cual eran directivos.

Podemos preguntarnos lo siguiente: ¿estos hechos encuentran su marco en el derecho penal


nuclear o en el derecho penal económico? ¿Qué relevancia tiene el bien jurídico protegido? ¿Se
pueden distinguir algunas características diferenciales en los sujetos involucrados? ¿Se puede
identificar, en el caso planteado, algún elemento subjetivo u objetivo que permita identificar los
diferentes hechos mencionados como delitos económicos?

¿Qué incidencia tiene la organización judicial para resolver este tipo de hechos? 

A lo largo de la lectura, iremos respondiendo los interrogantes, ya que sus respuestas están en
sus nudos temáticos.

Concepto de DPE
Es difícil lograr un concepto material del derecho penal económico. Cuando se habla de concepto
material, por contraposición al concepto formal, aludimos a una noción válida para aplicar a
cualquier derecho de esas características, en cualquier tiempo y lugar: un concepto universal. Por
su parte, un concepto formal precisa el contenido del derecho penal económico en determinado
tiempo y lugar.
La dificultad para esbozar un concepto material de esta rama del derecho penal se debe, entre
otros, a los siguientes obstáculos:

Heterogeneidad de la materia.
Ausencia de un criterio unánime a nivel internacional.
Ausencia de univocidad y claridad en las legislaciones comparadas.
Dificultad para determinar un concepto material por el conflicto entre delito y contravención.
Ambigüedad del término económico.

Estas dificultades para determinar el contenido del derecho penal económico se agudizan en
países federales como el nuestro, en los que el derecho sustantivo como el penal es materia
federal y el derecho procesal es una de las potestades no delegadas por las provincias a la
Nación. Esto apareja que la creación de fueros penales económicos por las provincias genere
zonas paralelas al derecho penal económico, contemporáneas a aquellas creadas por el
Gobierno federal.

A ello se suma la recepción que tuvo en el país la tesis que sostiene la existencia de una
diferencia cualitativa entre delito y contravención. Esta tesis es desarrollada por la escuela
toscana y por James Goldschmidt, y receptada por Ricardo Núñez, que sostiene que el delito es
sustancialmente distinto de la contravención; mientras el delito ofende los principios de ética
universal, la contravención es una simple pena de orden que se aplica por razones de utilidad
pública. Esto permitía mantener en manos de las provincias la regulación administrativa,
preservar el federalismo y evitar una mala conclusión de la legislación federal con la común. Si
bien esa tesis ha sido superada y hoy la doctrina es conteste en sostener que la diferencia entre
delito y contravención es solamente cuantitativa y que no hay diferencia sustancial entre ellas,
esa posición derivó en la proliferación de reglas legales violatorias del non bis in idem.

Si entendemos que la diferencia entre delito y contravención es sustancial o cualitativa (como


proponen la escuela toscana y Goldschmidt), la materia penal económica, mayormente
contravencional, permanecería en Argentina dentro de las potestades reservadas por las
provincias y no se confundiría la legislación federal con la común.

En definitiva, los obstáculos precedentemente enunciados evidencian la dificultad para enunciar


un concepto material del derecho penal económico. Por ello, nos conformaremos con brindar un
concepto formal que nos permita precisar qué es derecho penal económico en Argentina hoy.

Por su parte, Bacigalupo propone que es “toda aquella legislación que, en sentido amplio, protege
mediante el uso de los medios penales la intervención del Estado en la economía” (citado en De
Casas, 2005, p. 1).

Para Arocena et al. (2004), tomando como referencia a Bajo Fernández, el DPE es el conjunto de
normas jurídico-penales que protegen el orden económico, entendido como regulación jurídica de
la producción, distribución y consumo de bienes y servicios.

Contenido
La doctrina ha hecho notables esfuerzos para definir un concepto material de esta rama del
derecho. Ha intentado buscar algún criterio dogmático válido para lograr la comprensión y la
sistematización de todo aquello que incluya la expresión derecho penal económico.

De este modo, nos encontramos con dos niveles de criterios para determinar el contenido del
derecho penal económico.

Veamos los criterios valorativos o de primer grado; con ellos, podremos resolver los siguientes
interrogantes que nos hicimos en el caso planteado: ¿estos hechos encuentran su marco en el
derecho penal nuclear o en el derecho penal económico? ¿Qué relevancia tiene el bien jurídico
protegido? ¿Se pueden distinguir algunas características diferenciales en los sujetos
involucrados?

El bien jurídico legitima la tarea del legislador y determina, en este caso, si hay bienes jurídicos
que la doctrina llama supraindividuales (para algunos también difusos). En relación con los
sujetos involucrados, la respuesta está en el criterio criminológico en sentido restringido.

Criterio dogmático, crítico o valorativo (criterio de primer grado): se refiere a los parámetros
estables para determinar el contenido del derecho penal económico, independientemente de
cualquier ordenamiento jurídico. Permite elaborar criterios puros.

Conforme a cada uno de estos criterios, el contenido del derecho penal económico consiste en
los siguientes aspectos:
●  Criterio estrictísimo. En la década del cuarenta, en Francia, se desarrolló un criterio que tiene
como contenido del derecho penal económico, exclusivamente, las infracciones a las
disposiciones sobre precios (excluyendo al derecho financiero fiscal y del trabajo).
●   Criterio restrictivo: indica que el derecho penal económico está constituido por las infracciones
que atentan contra la actividad interventora y reguladora del Estado; el bien jurídico protegido es
el orden económico estatal, es decir, el flujo de la economía.
●   Criterio amplio: elaborado por Tiedemann, son todas aquellas normas que regulan la
producción, la fabricación y el reparto de bienes económicos, y que atiendan un bien jurídico
supraindividual de contenido económico. Estos bienes jurídicos están diseminados entre los
miembros de una comunidad, por lo que su satisfacción o lesión se extiende a todos los
integrantes del grupo o comunidad.
●  Criterio criminológico: indica que el derecho penal económico se ocupa de aquellas
determinadas formas de delincuencia caracterizadas por la pertenencia de los autores a un
círculo social determinado, siempre que el hecho sea realizado en el marco de su actividad
profesional. Se divide de la siguiente manera:

Criterio criminológico restringido. Solo son delitos económicos los white collar crimes, es
decir, aquellos que cometen personas de gran poder adquisitivo y, en particular, los altos
ejecutivos de empresa.
Criterio criminológico amplio: incluye, junto con esta clase de autores, a los funcionarios
públicos, ya que el delito económico, generalmente, está vinculado con la actividad política.

●       Criterio vinculado a la empresa: se trata de aquellos delitos cometidos a través de una


empresa; concibe a la corporación empresaria actuante en el mercado de bienes y servicios
como el medio a través del cual se comete un delito de características económicas. 

●       Criterio vinculado a los modernos instrumentos de la vida económica: aquellos delitos que
implican un abuso de modernos instrumentos de la vida económica (tarjetas de crédito, cheques,
transferencia de tecnología).

Ahora vamos a ver los criterios de segundo grado que se relacionan con la política criminal. En
este punto, responderemos el último interrogante planteado en el caso:

¿Qué incidencia tiene la organización judicial para resolver este tipo de hechos? La respuesta es
que, cuando el legislador considera qué hechos tipificados son delitos económicos, crea para su
tratamiento fiscalías y juzgados especializados, por lo que podemos acudir al criterio de la
organización judicial como criterio de segundo grado.

Criterio dogmático descriptivo o empírico (criterios de segundo grado o procesales): se


refiere al contenido del derecho penal económico en un sistema jurídico determinado. Se
estructura a través del análisis detenido de la política criminal económica de un ordenamiento,
mediante la utilización de criterios valorativos, o bien a partir de decidir prima facie qué es lo que
comprende el derecho penal económico.

Así, el contenido del derecho penal económico se conforma con base en los siguientes aspectos:

Prueba compleja. Aquellos delitos patrimoniales clásicos cuya acreditación implica


desproporcionadas dificultades financieras, de tiempo o de especialización.

Organización judicial: el legislador crea un fuero como penal económico y le atribuye


competencia para determinados delitos económicos enumerados en la ley.

Criterios observados en Argentina

Se han combinado criterios de primer y segundo grado.

En el fuero federal, se ha seguido como criterio de primer grado el criminológico estricto y como
criterio de segundo grado el criterio procesal de organización judicial.

El 30 de septiembre de 1958 se sancionó la Ley 14558[1], que creaba, en Capital Federal, los
cargos de jueces de agio y especulación, una cámara de apelación y tres fiscales. La Ley
14559[2], de la misma fecha, establecía el procedimiento para juzgar las infracciones en las que
eran competentes estos tribunales.

Sin embargo, esta ley no fue operativa. Un año después, el 9 de setiembre de 1959, se sancionó
la Ley 14831[3]. En su artículo 1, estableció que los tribunales creados por la Ley 14558 se
denominarían en lo penal económico e integrarían los tribunales nacionales de la Capital Federal,
para ampliar su competencia, entre otros, a los fraudes al comercio y la industria, las leyes
antimonopólicas, el comercio de carnes, etcétera .
En el fuero provincial cordobés, se ha seguido como criterio de primer grado el criminológico
amplio y, como criterio de segundo grado, el procesal de organización judicial.

El fuero en lo penal económico de Córdoba fue creado a partir de la sanción de la Ley 8180
  (luego modificada por la Ley 8835 ) y puesto en funciones a través de la Ley 9122   y sus
modificatorias.

¿Qué delitos son resueltos por este fuero? La ley hace una enumeración taxativa y se han tenido
en cuenta los siguientes:
1) Título VI (Delitos contra la propiedad):

a) Capítulo 4: Relativos a estafas y otras defraudaciones.

Artículo 173 (incisos 7, 11, 12, 13 y 14) y artículo 174 (inciso 5) cuando su autor, partícipe
primario o secundario, o instigador, sea un funcionario o empleado público, o miembro o
funcionario de una sociedad comercial, bancaria o financiera, regular o irregular.

Artículo 174 (inciso 6)

b) Capítulo 4 bis: usura artículo 175 (bis), tercer párrafo.

c) Capítulo 5: quebrados y otros deudores punibles. Artículos 176, 177, 178, 179 (primer
párrafo) y 180.

2) Título VIII (Delitos contra el orden público)

Artículo 210: en este caso, cuando el acuerdo para delinquir versare sobre la comisión de
los hechos típicos establecidos en este artículo.

3) Título XI (Delitos contra la Administración Pública):

a) Capítulo 4: Abuso de autoridad y violación de los deberes de los funcionarios públicos.


Artículos 248, 249, 250, 251, 252 y 253.

b) Capítulo 5: Violación de sellos y documentos. Artículo 254.

En estos dos últimos casos, cuando sus autores o partícipes integren o hayan integrado el
Poder Ejecutivo Provincial o Municipal, desempeñando las funciones de gerente, director o
jerarquía superior, sean o hayan sido miembros de directorios de entes descentralizados,
entidades autárquicas, sociedades o agencias del Estado, ejerzan o hayan ejercido el
cargo de comisario mayor o superior de las fuerzas de seguridad, miembros del Tribunal
de Cuentas de la Provincia o municipales, intendentes y presidentes de comuna,
legisladores provinciales o concejales municipales, o funcionarios de ambos poderes
legislativos que ostenten la jerarquía de director o superior y funcionarios o magistrados
que integren o hayan integrado el Poder Judicial.

b) Capítulo 6: Cohecho y tráfico de influencias. Artículos 256, 256 bis, 257, 258, 258 bis y
259.

c) Capítulo 7: Malversación de caudales públicos. Artículos 260, 261 (primer párrafo), 262,
263 y 264.

d) Capítulo 8: Negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas. Artículo


265.

e) Capítulo 9: Exacciones ilegales. Artículos 266, 267 y 268.

f) Capítulo 9 bis. Enriquecimiento ilícito de funcionarios y empleados. Artículos 268 (1),


268 (2) y 268 (3).

g) Capítulo 13: encubrimiento y lavado de activos de origen delictivo. Artículo 279 (inciso
3), en función del artículo 278 (*este delito corresponde ahora a la jurisdicción federal).

4) Título XII (Delitos contra la fe pública):

e) Capítulo 5: de los fraudes al comercio y a la industria. Artículos 300 (incisos 2 y 3) y


301.[8]
[1]
Ley 14558 de 1958. Agio y especulación. 30 de septiembre de 1958.
[2]
Ley 14559 de 1958. Prácticas anticompetitivas. 30 de septiembre de 1958.
[3]
Ley 14831 de 1959. Justicia nacional. 9 de septiembre de 1959.
[4]
Ley 14831 de 1959. Justicia nacional. Art. 1. 9 de septiembre de 1959.
[5]
Ley 8180 de 1992. Fuero penal económico. 24 de junio de 1992.
[6]
Ley 8835 del 2000. Carta del ciudadano. 25 de marzo del 2000.
[7]
Ley 9122 del 2003. Modificación de la Ley 8835 y 8123. 6 de agosto del 2003.
[8]
Ley 8835 del 2000. Carta del ciudadano. 25 de marzo del 2000.

Origen político
El origen político del DPE se vincula con la relación existente entre el derecho penal y el Estado.
Podemos ver, en el siguiente cuadro, el momento y el contexto del Estado social de derecho en el
que nace el DPE.
Tabla 1: Origen del derecho penal económico 
Etapas Evolución
Nudo Estado liberal. Se desarrolla a partir de la transformación de los estados agrarios
Siglo XIX en industriales y comerciales. No se advertía la necesidad de un
derecho penal económico, ya que el interés común debía ser
obtenido a través del libre juego de la oferta y demanda.
Marxismo. A partir de la Revolución bolchevique, el control de la economía
Siglo XIX por el Estado es absoluto. Se afirma que el derecho penal tiene
base económica.
Totalitarismo. A partir del nazismo y el fascismo, la preocupación se traslada a la
Siglo XX represión de hechos vinculados con la seguridad del Estado o la
raza.
Segunda Guerra Mundial. En esta etapa, la conflagración mundial evidencia las deficiencias
Siglo XX de las tres principales posiciones: el Estado liberal —totalmente
falto de compromiso hacia el ciudadano carente de propiedad—;
el Estado socialista —totalmente despreocupado de la
autorrealización del proletario—, y el Estado totalitario —que
anulaba el acceso del ciudadano a la vida pública.
Ley Fundamental Alemana Consagra el Estado social de derecho que aglutina los mejores
(1949). aspectos de las posiciones referidas: del Estado liberal asume los
Siglo XX derechos de autonomía individual; del Estado socialista, los
derechos de prestación social; como contracara del Estado
totalitario, garantiza el derecho del ciudadano a participar en la
vida política. En esa instancia, aparece el derecho penal
económico para vigilar que la libertad económica no sea libertinaje
y garantizar la intervención del Estado cuando sea necesario para
la dirección de la economía.

Fuente: elaboración propia

Origen doctrinario
En el siglo XX, la criminología sufrirá un cambio de paradigma, como señalamos en la
introducción.

Desde el criminalismo etiológico enfocado en el delincuente y sus circunstancias genéticas,


físicas, psíquicas y sociales, se evolucionó a la criminología de la reacción social o
interaccionista, que centralizó su objeto de estudio en la denominada sociedad criminógena como
elemento definidor de la desviación y de la criminalidad. Esta última es el resultado de una
definición a través de las instancias de control social y que afectan, en mayor medida, los estratos
sociales más bajos.

Relación entre el derecho penal y derecho penal económico


Derecho penal nuclear, derecho penal accesorio y derecho penal económico

Con el Estado liberal y el proceso codificatorio, surge el derecho penal nuclear,


convencional o central. Se sancionan, en un conjunto mínimo de normas, aquellas
conductas que afectan los bienes jurídicos relacionados directamente con la persona física
(bienes jurídicos individuales).
El desarrollo tecnológico y la proliferación de riesgos generó la necesidad de expandir las
regulaciones penales para atender la protección de nuevos ámbitos sociales:
medioambiente, informática, comunicaciones, energía nuclear, etcétera. Se construyó así, a
la par del derecho penal nuclear, un derecho penal accesorio, no convencional o periférico.
A partir de la intervención del Estado como garante de la prestación de los ciudadanos, se
comenzaron a proteger nuevos bienes jurídico-sociales o supraindividuales, vinculados a lo
patrimonial, empresarial y la función pública. A este conjunto de normas se lo llamó derecho
penal económico.

Evidentemente, esta nueva rama del derecho se integra al derecho penal accesorio sin que
existan, por el momento, criterios materiales de entidad suficiente para diferenciarlo del resto del
derecho accesorio.

Naturaleza jurídica de la relación entre derecho penal y derecho penal económico


La vinculación entre derecho penal nuclear y derecho penal económico se refiere a dos aspectos:
si este último es autónomo del derecho penal nuclear y, en caso contrario, si la correspondencia
existente es una vinculación de especialidad o excepcionalidad en relación con el derecho penal
convencional.
Autonomía
Científica: en caso de seguir la doctrina de Goldschmidt, que sostiene una diferencia ontológica o
sustancial entre delito y contravención, podría afirmarse su autonomía, ya que se consideraría
una rama distinta dentro del derecho penal administrativo, ajena al derecho penal común.
Actualmente, se promueve la posición de un derecho penal de intervención. Este derecho estaría
entre el derecho penal y el derecho administrativo, entre el derecho privado y el derecho público
con menores garantías y sanciones: es decir, un miniderecho. No es admisible porque el
consenso doctrinario actual no reconoce entre delito y contravención diferencia cualitativa alguna,
solo cuantitativa.

Los problemas del derecho penal económico (autoría, menores, garantías procesales,
responsabilidad) no son exclusivos de este, sino de todo el derecho accesorio. Por ello, no
estamos en condiciones de afirmar que, por ahora, el derecho penal económico tenga autonomía
científica.

Legislativa: existiría autonomía si la normativa que nos ocupa se encontrase en un ordenamiento


independiente (código) o en un conjunto de leyes orgánicamente entrelazadas (leyes
específicas). En nuestro país, esto no es así. Las leyes penales económicas están dispersas
tanto en el Código Penal[9] como en leyes especiales (como, por ejemplo, el Código Aduanero[10]),
y en leyes penales especiales (como es el caso del régimen penal tributario).

Académica: se ha desarrollado una autonomía académica a través de su estudio pormenorizado


en cátedras especiales y posgrados.
[9]
Código Penal de la Nación Argentina [CPNA]. Ley 11179 de 1984. 21 de diciembre de 1984 (Argentina).
[10]
Código Aduanero [CA]. Ley 22415 de 1981. 5 de febrero de 1981 (Argentina).

Excepcionalidad y especialidad
Sería un derecho de excepción si el derecho nuclear siguiera vigente, salvo derogación expresa
del legislador. Si no la hay, y si la derogación es tácita, es un derecho especial.

El artículo 4 del Código Penal[11] expresa: “Las disposiciones generales del presente Código se
aplicarán a todos los delitos previstos por leyes especiales, en cuanto estas no dispusieran lo
contrario”.

Como se puede advertir, es ambiguo respecto de si la disposición en contrario debe ser expresa o
tácita. Dado que no podemos distinguir cuando la ley no lo hace, corresponde aplicar el principio
interpretativo de que la ley especial deroga a la general.

Por ello, el derecho penal económico, como todo derecho accesorio, se vincula con el derecho
penal por una relación de especialidad. Ahora bien, debemos tener cuidado, pues esa
especialidad se presentará en tanto se verifiquen derogaciones expresas o mediante la
interpretación que excluya la aplicación de los principios generales del derecho penal nuclear.
Distinto es el caso cuando no existe tal derogación. En esas situaciones, el derecho penal
económico seguirá vinculado a los principios generales establecidos por el derecho penal nuclear.
[11]
Código Penal de la Nación Argentina [CPNA]. Ley 11179 de 1984. Art. 4. 21 de diciembre de 1984 (Argentina).

Caracteres del derecho penal económico contemporáneo


Algunas son compartidas con las propias del derecho penal nuclear; otras son propias de esta
rama especial.
Tabla 2: Derecho penal económico contemporáneo

Normativo: enuncia leyes del deber ser.


Valorativo: se estructura según las apreciaciones
En tanto derecho valorativas sobre lo punible.
Finalista: persigue asegurar la convivencia
social.
Público: regula las relaciones del individuo con el
Estado.
Sancionatorio: sus sanciones tienen carácter retributivo
y la ilicitud del hecho ha sido contemplada por otras
normas del ordenamiento.
En tanto derecho penal Subsidiario y complementario: se aplica como última
ratio.
Fragmentario: es un sistema discontinuo de ilicitudes
(sus silencios son esferas de libertad).
Judicial: se aplica a través de órganos jurisdiccionales.
En tanto derecho penal económico Prevalentemente accesorio.
Dinámico y variable.

Fuente: elaboración propia.

Críticas al derecho penal económico


Tabla 3: Críticas al derecho penal económico

Comunes al derecho penal Inflación penal: se amplían y crean nuevos tipos


accesorio penales en el derecho penal accesorio.
Proliferación de delitos de peligro abstracto: ante el
advenimiento de una sociedad de riesgo, ocasionado
por el exorbitante desarrollo tecnológico, se aplica
indiscriminadamente esta tipología delictiva que
previene, de forma anticipada, futuros riesgos y, a
veces, entra en colisión con el principio de legalidad.
Crisis del principio de subsidiariedad: en los
conflictos económicos, se recurre permanentemente al
derecho penal como modo de presión y entonces deja
de actuar como última ratio en la resolución de
conflictos.
Nebulosos contornos conceptuales: imprecisión y
vaguedad de su objeto. El término orden público
económico es muy vago.
Globalización:                impone políticas penales con
menores garantías procesales.
Especiales del derecho penal
Manifestación de ideologías de izquierda: nos
económico
referimos a los grupos que representan minorías que
pretenden mayor incidencia en las políticas estatales y
que, en vez de luchar por reducir su estigmatización,
promueven un proceso de reacción punitiva inversa
contra los sectores con los que compiten.

Fuente: elaboración propia.

Para profundizar todos estos conceptos, te invito a leer el siguiente paper:

Fuente: Balcarce, F. I. (2014). Derecho penal económico. Origen multidisciplinario, caracteres y matices de su parte general. Centro de
Investigación Interdisciplinaria en Derecho Penal Económico [CIIDPE] [desde el punto I al VIII].
http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/obrasportales/op_20141108_02.pdf.

El delito económico
Sentido y alcance de la expresión delincuencia económica. Noción
Dentro de la criminología, se han usado distintas expresiones para referirse a un fenómeno
similar, pero no idéntico: delincuencia económica, de caballeros, profesional, etcétera; pero la
más consagrada es la de delincuencia de cuello blanco, que nace con Sutherland en 1939.

Edwin H. Sutherland desarrolló la teoría de la asociación diferencial y definió el delito de cuello


blanco como la violación de la ley penal por una persona de nivel socioeconómico alto en el
desarrollo de la actividad profesional. De este modo, puso los pilares de un nuevo objeto de
estudio criminológico.

Su mérito consiste en evidenciar que la delincuencia no es patrimonio de una sola clase social (la
clase baja).

Ese concepto de delito tiene tres características esenciales:

La comisión de un delito.
El autor de alto nivel social.
El vínculo entre el delito y la actividad profesional.

Si bien estas son las notas esenciales, distintos autores agregan otras que consideran
importantes. La acentuación de una u otra da lugar a las distintas expresiones que mencionamos
al inicio:

Lesión a la confianza en el tráfico mercantil.


Abuso de la credulidad de la víctima.
Especial astucia del autor.
Conciencia de la ilicitud del hecho, pero no de su trascendencia criminal.
Pertenencia del autor a un sector de actividad económica.
Imagen de honorabilidad.

La acentuación de una u otra característica determinó el nacimiento de distintas denominaciones


relativas al delito económico, tales como las que se describen en los próximos párrafos.

Delincuencia profesional (occupational crime): resalta más el vínculo entre el delito y la


actividad profesional que la esfera social a la que pertenece el autor. Se considera que lesiona las
esperanzas institucionalizadas que se anudan al rol profesional. Incluiría la delincuencia de cuello
blanco y la delincuencia de cuello azul (referida a las actividades de obreros profesionales). Por
ejemplo, los abortos, la venta ilegal de narcóticos, el abuso de tratamientos inútiles —por parte de
los médicos—, el asesoramiento para evasión impositiva, las falsas demandas por indemnización
—por parte de los abogados—, etcétera.

Delincuencia de caballeros (kavaliersdelikt): resalta más el rango social que la relación con la
actividad profesional. Por ejemplo: el duelo, la tenencia ilícita de armas, el adulterio, entre otros.

Delincuencia económica: a menudo, se la identifica con la delincuencia de cuello blanco de


Sutherland, pero en realidad es una especie de ella, ya que en estos casos la actividad
profesional siempre se refiere a una actividad mercantil.

Así, criminológicamente hablando, podemos ya concluir que la delincuencia económica consiste


en infracciones lesivas del orden económico, cometidas por personas de alto nivel
socioeconómico en el desarrollo de su actividad profesional.

Si bien algunos desaconsejan la referencia a la procedencia social del autor, precisamente, esa
característica es la que permite diferenciar la delincuencia económica de la delincuencia de cuello
azul o de las pequeñas estafas, que tiene un interés criminológico distinto del que interesa en
nuestra materia.
Importancia y efectos de la delincuencia económica
Si volvemos al caso planteado, ¿es posible distinguir la existencia de delitos que tengan
características propias? La respuesta es que la criminología comienza a distinguir a partir de la
«teoría de la asociación diferencial», es decir, se comienzan a identificar otro tipo de delitos.

¿Se puede identificar, en el caso planteado, algún elemento subjetivo u objetivo que permita
identificar los diferentes hechos mencionados como delitos económicos?

La respuesta podría ser que los sujetos imputados son un empresario y que los efectos y
resultados de los hechos mismos fueron materiales e inmateriales; se lesionó el orden económico
y financiero, la confianza en el mercado financiero, la hacienda pública y el valor de la moneda, y
los efectos en el sistema económico son nocivos.
Daños materiales
Si bien los daños materiales característicos de la delincuencia económica son financieros, estos
superan en su cuantía al valor de los daños ocasionados por los delitos comunes; pero, además,
hay otros daños materiales que se pueden identificar además de los financieros.
Veamos un caso que ocurrio en 1981 en España, cuyas consecuencias aún hoy se siguen
viendo: el caso del síndrome tóxico o del aceite de colza.

De acuerdo con Posada de la Paz (2021):


Han pasado 40 años desde que se produjo esta crisis de salud pública, diferente a la que
hemos vivido y seguimos atendiendo en estos dos últimos años ocasionada por un SARS-
CoV-2.

Aquella, la de 1981, fue producida por una intoxicación (o envenenamiento, como


acostumbran a decir los afectados por esta enfermedad). Una intoxicación debida a un
aceite de colza desnaturalizado con anilina al 2 % que se desvió al consumo humano,
aunque su destino original era un uso industrial.

La crisis fue larga y costosa para pacientes, familiares y para la sociedad en general. Las
medidas de protección adoptadas pudieron paliar alguno de los daños ocasionados y
permitieron que algunas personas pudieran llevar una vida digna.

Pero nunca estas soluciones cubren todos los aspectos ni todas las circunstancias. De
hecho, 40 años después observamos cómo el colectivo de pacientes sigue presentando
reclamaciones de carácter sociosanitario principalmente. (párr. 2-18).
Los fraudes alimenticios, las manipulaciones con medicamentos cosméticos, etcétera, atentan
contra la vida y la integridad física de las personas en escalas superlativamente mayores a las
que atentan los delitos comunes, y pertenecen a la esfera de los delitos económicos porque sus
efectos terminan lesionando el orden económico.
Daños inmateriales y otros efectos
En cuanto a los daños, podemos mencionar, entre otros, la pérdida de confianza en el tráfico
mercantil, la deformación del equilibrio de mercado y la eliminación de la competencia. A veces,
estos no se producen de forma directa, sino remota.

Por ejemplo, cuando evadimos impuestos, perjudicamos la hacienda pública; pero si cometiendo
ese delito nos colocamos en una mejor situación de competitividad en relación con otros
competidores, es posible lograr un monopolio y eliminar la competencia.

Conforme a lo desarrollado, encontramos que el delito económico produce los siguientes efectos:

Efecto resaca. Aquel efecto pernicioso logrado cuando un competidor —una vez agotadas las
posibilidades legales de lucha en un mercado de fuerte competencia— delinque para lograr
mayores beneficios y asume así una posición de privilegio en el mercado, que obliga a los otros
actores a delinquir para mantenerse en una situación de competitividad.

Efecto espiral: es el efecto producido cuando cada uno de los perjudicados se convierte en eje
de una nueva resaca.

Reacción en cadena: en un delito de elevados daños materiales (o inmateriales), cada


perjudicado se torna en el primer eslabón de una cadena de víctimas al transmitir a terceros las
dificultades de pago, las crisis y las quiebras.

Como contracara de estos efectos, debe destacarse el lucro obtenido por el delincuente
económico, que alcanza niveles espectaculares, aproximadamente el 90 % de toda la
delincuencia.

Etiología
La criminología intenta encontrar una explicación relacionada con las causas que generan el
delito económico. Analizaremos cada una de ellas y dejaremos a salvo que todas las que
desarrollaremos pecan de arrojar un enfoque parcial del objeto de estudio, por lo que, luego de
exponerlas, resumiremos aquellos factores causantes del delito que resultan comúnmente
admitidos por todos.

1) La personalidad del autor como explicación causal

Psicodrama de Mergen: un psicograma es el resultado de gran número de exámenes y


evaluaciones que realiza un psicólogo para estudiar la personalidad total de un individuo.

Con base en las conclusiones logradas a través de entrevistas personales, el examen de


procesos judiciales y el análisis de tratamientos psicológicos, Mergen elabora un psicograma del
delincuente económico, en el que detalla la siguiente estructura psíquica:

Materialismo: Solo concede valor a los bienes materiales. Busca ávidamente el provecho
material.
Egocentrismo y narcisismo: su personalidad no pasa del estadio primario del
egocentrismo sin desarrollo de su afectividad. Son solitarios, pero lo compensan
mostrándose pródigos, caritativos y mecenas de las artes.
Dinamismo y audacia: son presos de un extremo dinamismo propio de su carácter
primario. Su optimismo egocéntrico les impide calibrar riesgos.
Inteligencia: son refinados, inteligentes, pero raramente cultos.
Peligrosidad: su fuerte potencialidad criminal, su gran capacidad de adaptación social y su
ignorancia de los límites éticos los hace uno de los delincuentes más peligrosos.
Hipocresía: su frialdad e inmoralidad contrasta con su seducción social.
Neurosis: la manía de lucro genera comportamientos neuróticos.
Crítica: su método no es fiable, pues no da prueba alguna de la realidad de los análisis
efectuados. Sus conclusiones son vagas e imprecisas. No explica a qué delitos conduce
esta personalidad. No existe a estas alturas un consenso doctrinario relativo a que el
delincuente económico es un ser enfermo.

2) Teorías de orientación sociológica

Estas teorías parten de dos postulados comunes.

La conducta social es regulada, lo que posibilita la existencia de comportamientos


irregulares. La creación de normas para regular conductas determina automáticamente
como contracara el conjunto de la delincuencia de esa sociedad. De este modo, la
delincuencia es un acontecer ordinario de la vida social.
Rompen con la perspectiva tradicional de la criminología en virtud de la cual la delincuencia
ya no puede explicarse a partir de la desorganización familiar, la pobreza o del cromosoma
Y extra.

a) Teoría de la asociación diferencial (Sutherland)

Para profundizar esta teoría, te invito a leer la siguiente publicación:

Fuente: Bompadre, F. (s. f.). Edwin Sutherland y el delito de cuello blanco. Derecho a Réplica.
http://www.derechoareplica.org/index.php/mas/criminologia/807-edwin-sutherland-y-el-delito-de-cuello 

Desarrollada por Sutherland en 1939, se aplicó en 1949 para esclarecer la delincuencia de cuello
blanco.
Mediante esta teoría, Sutherland (1949) pretende explicar el delito económico con prescindencia
de explicaciones psiquiátricas o ligadas a la condición socioeconómica del autor, que elabora en
nueve puntos.

Sostiene que el comportamiento criminal se aprende en contacto con otras personas en un


proceso de comunicación a través de un grupo reducido de relaciones personales. La orientación
de los móviles del individuo está en función de las interpretaciones favorables o desfavorables de
las normas. Todos los sujetos de una economía competitiva están sometidos a necesidades y
valores comunes centrados en el dinero. Así, el delincuente económico surge porque, sometido a
estas necesidades y valores, aprende el comportamiento criminal mediante interacción en un
grupo en el que prevalecen las interpretaciones favorables a la violación de la ley sobre las
contrarias.

Crítica: el delincuente, antes de delinquir, tenía una valoración social distinta. La teoría no explica
el motivo de ese cambio de actitud valorativa frente a la norma.

b) Teoría de la anomia (Merton)

Merton interpreta que el delito es un hecho normal en la sociedad; por el contrario, lo anormal es
el aumento o la disminución brusca de la criminalidad. Entonces, existe anomia cuando se
derrumban las reglas vigentes en una sociedad determinada. Según este autor, el
comportamiento irregular aparece cuando hay una ruptura entre las expectativas sociales y los
medios determinados por la estructura social para lograrlas. En relación con la delincuencia
económica, Opp la ha aplicado señalando que el comportamiento irregular depende de la
intensidad de las expectativas y las posibilidades legítimas o ilegítimas que un individuo tiene
dentro de una comunidad para lograrlo. 

c) Teoría de labeling approach

Se desarrolló en Estados Unidos en los 60. Para esta teoría, la delincuencia es consecuencia de
la atribución de roles a una persona a través de un proceso dinámico de interacción entre el
individuo y la sociedad. Esto origina en aquel una autoimagen correspondiente a la que los
demás tienen de él, lo que da lugar a una desviación primaria (un comportamiento de defensa o
adaptación). La reacción social posterior encauza el proceso de desviación secundaria con la
formación de modelos más firmes de conducta desviada. La estigmatización como desviado
implica la atribución al individuo de un rol desviado que finalmente adopta y conforme al cual se
comporta.

En ese proceso de estigmatización, se produce una selección. La delincuencia se extiende a


todas las capas sociales por igual. El hecho de que los procesados sean miembros de la clase
inferior es consecuencia de una anómala selección de los mecanismos sociales integrados por
las clases superiores.

Crítica: Opp entiende que no se aplica a la delincuencia económica. No hay estigmatización ni


autoimagen negativa en el delincuente. Además, la reacción social es positiva. Esta teoría solo
explica la delincuencia tradicional.

d) Explicaciones marxistas

La delincuencia económica es el resultado de la dependencia al sistema capitalista. Es una


consecuencia de la diferencia entre pobres y ricos, la lucha por la competencia y el afán de lucro.
Si existe la delincuencia económica en los países marxistas, es porque algunos sectores sociales
han asumido la ideología burguesa en virtud de la presión política, económica e ideológica
ejercida por el imperialismo capitalista. 

Crítica: no se ha probado que la delincuencia económica en países socialistas se deba


exclusivamente a la influencia ideológica burguesa. En los países socialistas, se produce una
delincuencia económica de rasgos característicos, lo que lleva a pensar que cada sistema
económico tiene una delincuencia de características propias. No es admisible una vinculación
necesaria entre delincuencia económica y sistema capitalista, toda vez que la tendencia a la
posesión y a la riqueza no es producto de una ideología determinada, sino una realidad
indiferente a cualquier sistema.
Conclusión
Todas estas explicaciones brindan una visión parcial del problema etiológico de la delincuencia
económica. Las teorías psicológicas intentan explicar el origen del delito económico solo como un
fenómeno patológico individual. Las teorías sociológicas soslayan los aspectos psicológicos y
conllevan la carga ideológica de considerar el derecho como instrumento de la clase dominante y
esa no es una característica esencial del derecho, sino una nota circunstancial. En resumen, su
fracaso finca en el intento de brindar explicaciones monistas al fenómeno de la delincuencia
económica, que debe ser abordado de otro modo.

Se debe tener presente que el estudio del delito económico debe enderezarse al conocimiento del
autor, pero no aisladamente, sino en sus interdependencias sociales. Con base en ello, podemos
encontrar los siguientes factores individuales y sociales explicativos de la delincuencia
económica.

1. Factores individuales

Pertenencia a altas capas sociales: no solo define la delincuencia económica, sino que
también es un factor criminógeno, ya que su posición social lo adapta socialmente, le brinda
imagen y le facilita la relación con grupos de poder.
Inteligencia y astucia: presentan gran facilidad para no ser descubiertos.
Especial peligrosidad: aun sabiendo que el hecho es punible, no dudan en cometerlo si
creen posible eludir la prisión, lo que demuestra una inclinación natural al delito.
Aunque estén al corriente de la ilegalidad de sus actos, no los consideran actos criminales,
ya sea porque creen que su posición social les otorga derechos a violar la ley, porque la
consideran irracional, porque el delito se comete con habitualidad en el grupo al que
pertenecen, etcétera.
Situación económica del autor: no es posible cometer delitos económicos sin poseer
medios suficientes. Aun si algunos delitos se realizan cuando el autor se encuentra en
condiciones económicas angustiantes (quiebra, iliquidez), siguen siendo sujetos poseedores
de bienes (Bajo Fernández, 1982).

2. Factores sociales

Legítimo deseo de enriquecimiento.


Sistema de libre competencia.
Desarrollo económico: se ha producido un viraje de una economía individual de
producción de mercancías a procesos industriales de producción, nuevas formas de pago,
mayor intervención estatal, etcétera.
Cambio de paradigma del prestigio que ya no se sustenta en la cultura o en el estamento de
pertenencia, sino exclusivamente en el éxito económico (Bajo Fernández, 1982).

Estos son los factores explicativos fundamentales de la delincuencia económica. Sin embargo, la
etiología de este fenómeno no quedaría completamente explicada si no se advierte la importancia
de una serie de características que, por su doble condición de factor causal y obstáculo político
criminal, analizamos a continuación (Bajo Fernández, 1982).
Lucha contra la delincuencia económica. Consideraciones de política criminal
Para analizar las medidas preventivas necesarias para luchar eficazmente contra la delincuencia
económica, debemos, en primer lugar, comprobar si esa lucha es posible en nuestro sistema
capitalista. Luego, examinaremos las dificultades que impiden la implantación de medidas más
eficaces. Finalmente, describiremos los medios de lucha, desde las medidas de profilaxis social y
las medidas jurídicas extrapenales, hasta las sanciones criminales, como último recurso del
derecho para lograr la finalidad perseguida.

1. Posibilidad de lucha contra la delincuencia económica

Aquí corresponde una primera pregunta: ¿la reducción de la delincuencia en países capitalistas
exige o no la pérdida de las condiciones de la libertad de mercado? Si se admite como positiva la
libertad de mercado, habrá que intensificar las medidas que protejan la competencia y que, a la
vez, reduzcan la delincuencia.

De todos modos, reconocer la necesidad de intensificar esa lucha implica cuestionar la absoluta
justificación ética del sistema.

2. Dificultades para una prevención eficaz

Esta forma de delincuencia tiene una elevada cifra negra, lo que se deriva de las específicas
características del hecho, la especial actitud de la sociedad frente al delincuente y frente al delito
y de una persecución judicial mínimamente eficaz.
Características del hecho
La primera y más relevante de ellas es la apariencia externa de licitud. En efecto, resulta difícil, a
menudo, determinar cuándo una operación mercantil específica es un acto normal propio de un
empresario audaz o una estafa. Una consecuencia de ello es la ausencia de afectividad (crime
appeal) del delito, es decir, que este se presenta como un acto neutro al rechazo social. No
genera la misma repulsa un homicidio que una estafa. Esta neutralidad se deriva también de su
circunstancialidad y abstracción. El homicidio siempre es un crimen atroz; en cambio, el delito
económico oscila entre ser un hecho lícito e inclusive beneficioso a ser un grave delito. Por
ejemplo, el caso de acumulación de productos, según se haga en época de acaparamiento o
escasez.

Por otra parte, la apariencia de licitud deriva en otra consecuencia, la moral de frontera: nadie
acepta el reproche jurídico-penal por un hecho levemente más grave que otro considerado lícito,
por lo que se modifican los límites de la moral.
Actitud social
Una dificultad se presenta a través de la ausencia de una negativa valoración social. Esto se
deriva de los siguientes hechos:

El aprecio a los valores materiales, como el éxito económico o el lucro.


La ausencia de crime appeal.
La posición social del autor.
La consideración social de que solo se lesiona el sector público.
La escasa delación (ya sea por el temor ante la posición social del autor, por la dependencia
económica de este o por la ignorancia de la criminalidad del hecho o por el interés comercial
de mantener un prestigio). 
La manipulación del autor, quien invoca la posibilidad de pérdida de puestos de trabajo si se
continúa o recrudece la persecución penal (Bajo Fernández, 1982).

Las dificultades para el tratamiento jurídico y la persecución judicial son las siguientes:

Conflictos relacionados con la tipificación del delito económico. Resulta difícil traducir al
lenguaje del tipo penal los conceptos y los criterios propios de la economía y la tecnología.
Heterogeneidad de la materia: entorpece una política legislativa eficaz y exhaustiva.
Problemas para el conocimiento de la antijuridicidad del hecho.
Dificultades probatorias: el delito económico no es constatable por los sentidos, como el
delito común, y no producen por sí mismos indicios razonables de criminalidad. Por ejemplo,
la comisión del delito de aborto por sí misma indica ya su tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad. Esto no sucede con los delitos económicos.
Necesidad de personal auxiliar especializado y numeroso.
Desproporción entre los recursos de la justicia y los del imputado.
Dificultades para la persecución a nivel internacional cuando el delito se comete en varios
países a la vez.
Dificultades para lograr la extradición del delincuente económico.
Medios de lucha 

Profilaxis social: se debe realizar, en primer lugar, a través de la información. Esta


generará un mayor nivel de afectividad, determinante de un más profundo rechazo social
que solo se obtendrá con mayor conocimiento de la efectividad de estos delitos. Esa
información deberá comprender, asimismo, conocimiento de las medidas de protección que
deben adoptarse a nivel individual (por ejemplo: asesoramiento legal, mayor atención a las
cláusulas abusivas en ciertos contratos, etc.). En segundo lugar, la profilaxis debe realizarse
a través de la organización, desde organismos públicos hasta organizaciones de
consumidores.
Medidas jurídicas extrapenales: mayor control en defensa de la libertad de la competencia
y del crédito, ya sea a través de organismos de defensa de los consumidores u organismos
de control en las empresas. También sería importante contemplar la posibilidad de legitimar
procesalmente a las asociaciones de consumidores, así como simplificar los requisitos para
la extradición cuando se trate de delitos fiscales o monetarios. Finalmente, resultaría
aconsejable unificar las sanciones, los procesos y otras instituciones, como la
responsabilidad de las personas jurídicas.
Función del derecho penal frente a la delincuencia económica: para respetar el
principio de igualdad ante la ley penal (artículo 16 de la Constitución nacional)[12], es
necesario crear mecanismos eficaces para perseguir y castigar adecuadamente al
delincuente económico. El primer problema que surge en esta tarea es el relativo a la teoría
del bien jurídico, ya que se plantea la cuestión de la necesidad de un adelantamiento de la
protección de esos bienes a través de los tipos penales de peligro abstracto. El segundo
problema es lo relativo a la teoría de la pena, puesto que la delincuencia económica aporta
a la eterna disputa entre preventistas y retribucionistas. En primer lugar, las sanciones
penales de los delitos económicos suelen ser más leves y menos estigmatizantes que las
de otros delitos en desproporción a la gravedad de sus efectos lesivos. Además,
generalmente, la persecución no se hace por la vía judicial, sino a través de otros órganos
sancionadores. En cuanto a los fines de la pena, solo una concepción retribucionista puede
fundar una lucha eficaz. Ello es así, puesto que la sociología criminal ha evidenciado que
las clases superiores no son susceptibles de rehabilitación, readaptación ni reeducación,
por lo que los fines de prevención especial no se cumplen. En cuanto a la pena idónea para
una lucha eficaz, entendemos que debe respetarse la proporcionalidad a la gravedad del
hecho y, por otro lado, que las sanciones revistan la naturaleza y la gravedad necesarias
para compeler al autor a desistir de la comisión del delito sin afectar el orden económico.
Ahora bien, en lo que hace a la naturaleza de las penas, las idóneas serían la privativa de la
libertad y la de multa, a las que deberían adunarse otros tipos de sanciones, como la
prohibición de ejercer la profesión, la publicidad de la infracción, la revocación de la
autorización, la pérdida de la licencia, la patente o la concesión, etcétera.

[12]
Constitución de la Nación Argentina [CN]. Ley 24430 de 1994. Art. 16. 15 de diciembre de 1994. (Argentina).

Referencias
Arocena, G., Carrera, D., Vázquez, H., Balcarce, F., Buompadre, J., Chiara Díaz, C., Lucero
Offredi, G., Riquert, M., Traballini de Azcona, M. (2004). Derecho penal de los negocios.
Astrea.

Bajo Fernández, M. (1982). La delincuencia económica, un enfoque criminológico y político


criminal. Universidad Autónoma de Madrid. 

Balcarce, F. I. (2014). Derecho penal económico. Origen multidisciplinario, caracteres y matices


de su parte general. Centro de Investigación Interdisciplinaria en Derecho Penal Económico
[CIIDPE].

Bompadre, F. (s. f.). Edwin Sutherland y el delito de cuello blanco. Derecho a Réplica.

Código Aduanero [CA]. Ley 22415 de 1981. 5 de febrero de 1981 (Argentina).

Código Penal de la Nación Argentina [CPNA]. Ley 11179 de 1984. 21 de diciembre de 1984
(Argentina).

Constitución de la República de Alemania [CRA]. 23 de mayo de 1949 (Alemania).

Constitución de la Nación Argentina [CN]. Ley 24430 de 1994. 15 de diciembre de 1994.


(Argentina).

De Casas, I. C. (2005). Derecho Penal Económico y bien jurídico protegido. Revista Jurídica de
COLADIC (7)5, 1-8. 
De La Rúa, J. (2014). Derecho penal. Parte general. Hammurabi.

Ley 14558 de 1958. Agio y especulación. 30 de septiembre de 1958.

Ley 14559 de 1958. Prácticas anticompetitivas. 30 de septiembre de 1958.

Ley 14831 de 1959. Justicia nacional. 9 de septiembre de 1959.

Ley 8180 de 1992. Fuero penal económico. 24 de junio de 1992.

Ley 8835 del 2000. Carta del ciudadano. 25 de marzo del 2000.

Ley 9122 del 2003. Modificación de la Ley 8835 y 8123. 6 de agosto del 2003.

Posada de la Paz, M. (2021, octubre 2021). ¿Qué pasó con el aceite de colza y por qué
continúan las protestas? The Conversation.

Sutherland, E. (1949). El delito de cuello blanco. Editorial Bdef.

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