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Universidad Virtual del Estado de Guanajuato

Nombre: Juan Manuel Santos Soto


Matricula: 21000242
Asesora: María del Carmen Rodríguez Rangel
Módulo: Metodología cuantitativa
Reto 2: Aspectos éticos de la investigación cuantitativa
Fecha: 26 de enero del 2023

Introducción
El propósito de este trabajo es comprender el papel tan importante que la ética
tiene dentro de la investigación científica. Para ello se ha llevado un reporte de
una investigación cuantitativa llevado a cabo en 1939 por Wendell Johnson y
Mary Tudor. Aquí surgió un dilema ético importante que causó daños
irreparables.

A continuación, se detalla el reporte llevado a cabo, así como una conclusión


sobre el aprendizaje adquirido. Al final se da respuesta a las preguntas de
metacognición concernientes a este reto.

Reporte de investigación
Descripción del caso. De acuerdo con Alonso (2020), en 1939, en la localidad
de Davenport (Iowa), un psicólogo de nombre Wendell Johnson elabora un
estudio sobre la tartamudez. La investigación se realiza usando a un grupo de
22 niños como sujetos experimentales, los cuales pertenecían al orfanato de
veteranos en Iowa (El hogar de los niños de los soldados).

En ese entonces, se pensaba que el problema de la tartamudez se debía a


factores genéticos, sin embargo, Johnson tenía la hipótesis de que este trastorno
era un comportamiento aprendido a causa del estrés que el tartamudo sentía por
no pronunciar bien las palabras, alimentado por los comentarios negativos de los
oyentes. Por eso, el psicólogo decide llevar a cabo su trabajo, apoyado por Mary
Tudor, una de sus estudiantes.
De los 22 niños que participaron en el estudio, 10 ya habían sido diagnosticados
con tartamudez previamente por los cuidadores. Para confirmarlo, Tudor, en
compañía de otros 5 estudiantes de posgrado, realiza evaluaciones del habla a
los huérfanos usando una escala de 1 a 5 (siendo 1, pobre y 5, fluido).
Una vez confirmado que, efectivamente, los pequeños presentaban poca fluidez
al hablar se les divide en dos grupos (uno experimental y otro de control) de 5
integrantes cada uno. Al primero (Grupo IA), se le reforzaría con comentarios
positivos, mientras que al segundo (grupo IB) se les daría comentarios negativos,
haciéndoles sentir que hablaban tan mal como todos decían.

En cuanto los 12 niños que quedaban y que fueron elegidos al azar de los niños
del orfanato que, si hablaban de manera fluida, se les dividió en parejas en base
a similitudes de edad, sexo, fluidez y coeficiente intelectual. Después, de manera
aleatoria se manda 1 de cada par al grupo experimental y el otro al grupo control.
Quedando de la siguiente manera: 6 niños conformaron el grupo IIA, a los cuales
se les convenció de que hablaban mal. En cuanto a los 6 que restaban, pasaron
al grupo IIB, se les trato como niños normales y recibían cumplidos positivos.
El estudio duro unos cuatro meses, desde enero hasta finales de mayo de 1939.
Durante ese tiempo, Tudor tenía sesiones de 45 minutos con los niños siguiendo
un guion proporcionado por Johnson. Por ejemplo, el caso del caso del grupo de
los niños tartamudos del grupo IA, se les decía que pronto hablarían mejor y que
no escucharan a los comentarios de los demás. Por lado contrario, a los niños
del grupo IIA, compuestos de niños sin problemas de fluidez, se les convencía
de que estaban empezando a tartamudear y tenían que corregirlo.

Resultados obtenidos. Los niños respondieron rápidamente a las sesiones,


algunos que no eran tartamudos pero que les convenció de que, si lo eran,
empezaron a tartamudear y algunos de hecho, tenían miedo de hablar, otros se
ponían tensos y otros se obsesionaban a tal grado que se interrumpían cuando
hablaban por temor a equivocarse. Se menciona también, que una niña de
nombre Mary Korlaske huyó del orfanato un par de años después (Alonso, 2020).

Alonso (2020) menciona además que se obtuvieron los siguientes resultados:


“De los seis niños normales que fueron falsamente etiquetados como
tartamudos, dos mejoraron su fluidez en el habla, según las calificaciones de los
investigadores, en el curso de los cinco meses del estudio, uno por casi un punto
completo, de 3 a 3.8. La fluidez de otro aumentó de 3 a 3.6. Para otros dos, sus
calificaciones de fluidez no cambiaron. De los dos niños cuya fluidez disminuyó,
uno, Clarence Fifer, bajó de 2,6 a 2, el segundo, Hazel Potter, de 3,1 a 2,8.” En
cuanto al grupo de niños que si tenían tartamudez pero que se les intento
convencer de que no hablaban mal, solo dos mejoraron ligeramente, otros dos
bajaron su fluidez y uno no tuvo cambios.
No hay duda de que el estudio fue todo un fracaso y además provoco daños
emocionales en los niños, algunos irreversibles. Johnson no publicó los estudios
por miedo y pasaron muchos años para que todo saliera a la luz, desembocando
que la universidad de Iowa se disculpara públicamente en el 2001 y que tiempo
después, en el 2007 se indemnizara a 7 huérfanos supervivientes (ahora
ancianos) con 1.2 millones de dólares por las cicatrices emocionales causadas
(Alonso, 2020).

Descripción de los aspectos éticos involucrados. Entre los aspectos éticos


involucrados destaca el hecho de que a los niños a quienes se les aplicaron
refuerzos negativos “presentaron efectos psicológicos también negativos a largo
plazo, además de que quienes ya tenían trastornos del lenguaje, los conservaron
durante toda su vida” (Guzmán, 2018). Wendell Jonhson, nunca se preocupó por
reparar el daño que ocasiono su investigación.

Por otro lado, Alonso (2020) menciona que a ninguno de los niños se les dijo el
propósito del estudio e inclusive pensaron que recibirían terapia. El psicólogo y
sus colaboradores tenían la obligación de explicar el propósito de la
investigación. Y, por último, ocultaron los estudios realizados cuando tenían la
responsabilidad de darlo a conocer y asumir las consecuencias por los daños
causados.
Argumentos y comentarios propios. Uno de los primeros códigos
relacionados con el consentimiento informado aplicable a los trabajos de
investigación, el código de Nuremberg, establecía entre otras cosas que no
puede llevarse a cabo un trabajo experimental en personas a menos que den su
conocimiento previo y además los beneficios deben superar los riesgos (Miranda
& Villasís, 2019). A los niños que participaron en el estudio de Johnson debió de
notificárseles el propósito de la investigación y explicarles exactamente lo que
iban a hacer. Aun que si bien es cierto que para ese entonces no existía registro
de documentos que orientaran sobre los aspectos éticos a tomar en cuenta a la
hora de trabajar con humanos, por sentido común debieron darles a los
pequeños la oportunidad de decidir si querían participar.
Por otro lado, los investigadores tendrían que haber evaluado bien los riesgos
de usar reforzadores negativos en niños. De haberlo hecho, no hubiesen siquiera
hecho el estudio. Y más importante, aun, ya estando el daño hecho, tenían la
obligación de reparar los daños, cosa que no hicieron. En vez de eso, ocultaron
su investigación para no dañar su reputación.

Conclusión
Este reto ha sido muy interesante y enriquecedor ya que me ha permitido
comprender el papel tan importante que tiene la ética dentro de la investigación
cuantitativa. El estudio de Wendell Johnson (apodado el estudio monstruo) es un
claro ejemplo del enorme daño que podemos provocar si no nos dejamos guiar
por los aspectos éticos.
En este caso particular de daño de manera emocional a niños huérfanos
indefensos. En muchos de ellos el daño fue irreparable. Y si bien es cierto que
varios años después recibieron una disculpa pública a nombre de la universidad
de Iowa y, años después de eso, una compensación económica, nada podrá
resarcir el daño ocasionado en su infancia y que marcó sus vidas para siempre.

Aunque los trabajos de investigación cuantitativa tienen el propósito de


incrementar los conocimientos y de propiciar avances que contribuyan al
bienestar de la sociedad, nunca deben llevarse a cabo a costa de la integridad
física y emocional de los sujetos que participan en los estudios.

Hay actualmente muchas directrices que orientan sobre la forma ética de llevar
a cabo los experimentos y así no perjudicar a inocentes. Por eso, como
investigadores tenemos la obligación de seguirlos. De esa manera evitaremos
que en el futuro se nos catalogue de monstruos.

Referencias
Alonso, José (2020). El estudio del Monstruo. Recuperado de: El estudio del
Monstruo - Neurociencia con José Ramón Alonso - Tú eres tu cerebro. Cómo
salir de una depresión. Conoce el Autismo. Apnea del sueño. Recupera el
descanso. Cerebrópolis. Conferencias y cursos gratis. (jralonso.es)
Guzmán, Grecia (2018). El Estudio Monstruo sobre la tartamudez, de Wendell
Johnson. Recuperado de: El Estudio Monstruo sobre la tartamudez, de Wendell
Johnson (psicologiaymente.com)
Miranda-Novales, María Guadalupe, & Villasís-Keever, Miguel Ángel. (2019). El
protocolo de investigación VIII. La ética de la investigación en seres humanos.
Revista alergia México, 66(1), 115-122. https://doi.org/10.29262/ram.v66i1.594

Preguntas de metacognición
¿Cómo te sentiste al realizar el Reto? Me sentí bien haciendo el reto, Tuve
que hacer algo de investigación y leer un poco, pero fue afortunado toparme con
este caso particular y conocer los errores que investigadores han cometido en el
pasado en nombre de la ciencia. Creo personalmente que aprender del pasado
es imprescindible para crecer como personas.
¿Cuál es tu opinión sobre la ética en la investigación cuantitativa de las
ciencias sociales? Considero que la ética es muy importante y que esta debe
guiar cada cosa que hacemos. Los principios éticos nos permiten tener
conciencia de nosotros mismos y de los demás. Tomarlos en cuenta nos ayuda
a buscar en bien ajeno siempre, y más cuando llevamos un trabajo de
investigación cuantitativa que involucre a personas. Nunca debe ser más
importante el avance científico que la integridad física y emocional de otros y su
dignidad.

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