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Anonimo-Historia Del Doctor Johann Fausto
Anonimo-Historia Del Doctor Johann Fausto
Edición a cargo de
Juan José del Solar
Ediciones Siruela
Título original: Historia von D. Johann Fausten
En sobrecubierta: Ilustración de la edición holandesa de 1685
Este libro recibió una ayuda a la creación literaria, en la modalidad de
traducción, del Ministerio de Cultura
INTRODUCCIÓN
HISTORIA DEL DOCTOR
JOHANN FAUSTO
Dedicatoria
JOHANN FAUSTO
A los muy honorables,
nobles y venerables
Escribano oficial
De Maguncia, y Hieronymus
Apreciados y benévolos
Señores y amigos
Por la gracia de Dios, reciban ante todo, muy honorables,
venerables y apreciados señores y amigos míos, mi saludo y
homenaje.
Como quiera que hace ya muchos años se viene hablando por
toda Alemania de las singulares aventuras del Dr. Johann Fausto,
el celebérrimo mago y nigromante, y que por doquier, en
reuniones y festejos, se advierte una gran demanda por conocer su
historia, y como algunos cronistas modernos también mencionan
aquí y allá a este mago y recuerdan sus artes diabólicas no menos
que su horrible final, muchas veces me he asombrado yo mismo
de que nadie haya escrito ordenadamente esta terrible historia ni
la haya transmitido, a guisa de admonición, a toda la cristiandad
en forma de libro impreso. Tampoco he dejado de preguntar a
hombres sabios y eruditos si esta historia ya había sido escrita por
alguien, mas nunca pude averiguar nada cierto hasta que hace
poco me fue enviada por un buen amigo de Espira 1, con el ruego
de publicarla y difundirla a través de la imprenta, para que sirva
de escarmiento a todos los cristianos y sea un terrible ejemplo de
lo que pueden los ardides del Demonio y de los crímenes que es
capaz de cometer contra el cuerpo y el alma. Y puesto que se trata
de un auténtico y terrible ejemplo en el que pueden verse no sólo
la envidia, los engaños y la crueldad con que el Maligno persigue
al género humano, sino que también permite comprobar a ojos
vistas hasta qué punto la temeridad, la soberbia y la curiosidad
sacrílega2 pueden descarriar a un hombre y ser causa segura de su
1
Espira: aunque un familiar del impresor Johann Spies (h. 1540-1623)
viviera en la ciudad de Espira, no existe prueba alguna de que fuera el autor
de la Historia.
2
Fürwitz (lat.: curiositas): junto con otros atributos negativos de Fausto,
como la soberbia, la temeridad y la lascivia, la Fürwitz, que hemos
traducido por curiosidad sacrílega, supone la transgresión de los límites
impuestos al afán del hombre por conocer verdades a las que no puede
tener acceso con su simple razón y entendimiento, a su deseo inmoderado
de pretender «escrutar los misterios del Cielo y de la Tierra», como se dice
en el cap. 2 (véase también nota 11).
alejamiento de Dios y su vinculación con los espíritus malignos,
así como de la perdición de su cuerpo y alma, de muy buen grado
me puse manos a la obra sin escatimar gastos ni esfuerzos,
esperando prestar con ello un apreciable servicio a todos aquellos
que quieran dejarse amonestar.
Sin embargo, muy honorables, venerables y apreciados señores
y amigos míos, les he querido dedicar y dirigir esta Historia no
porque crea que Vmds. tengan necesidad de este escarmiento más
que otros -pues harto bien conozco por mi trato y experiencia
cotidianos, gracias a Dios, vuestro celo y obediencia para con
Dios, la verdadera religión y la Fe cristiana-, sino por dar público
testimonio del afecto y la amistad tan singulares que surgieron
entre nosotros en parte ya en el colegio de Ursel 3, y en parte
también gracias al prolongado trato y la frecuentación que se han
mantenido hasta el día de hoy, y, Dios mediante, seguirán
manteniéndose en lo que aún nos quede por vivir en este mundo y
perdurarán luego en la patria eterna. Pues yo personalmente me
inclino a ello, y conozco asimismo la disposición de Vmds. a no
dejar pasar nada que pueda contribuir al sostenimiento de nuestra
bienhadada amistad. Por mi parte confieso, además, que es deber
mío servir y complacer a Vmds. en otras muchas cosas, y con
todo cuanto esté a mi alcance; mas no teniendo por ahora nada
mejor que ofrecerles, y sabiendo que, gracias a Dios, Vmds. se
hallan tan bien provistas y dotadas de alimentos terrestres y
bienes temporales que no han menester de mí en este sentido, he
querido rendirles homenaje con este modesto librito surgido de mi
imprenta, sobre todo porque ya en conversaciones anteriores pude
advertir vuestro solícito interés por esta Historia. Por eso ruego a
Vmds. tengan a bien contentarse por ahora con esta mercancía de
feria4, y continúen siendo mis benévolos señores y amigos.
3
Ursel: se trata de Oberursel, en el actual Estado federal de Hessen, ciudad
natal del impresor Spies, donde cursó estudios en el Colegio Latino y
aprendió su oficio. Entre 1557 y 1622 existió en ella una importante
editorial luterana.
4
Messkram: mercancía de feria. La feria a la que alude Spies es la de
Frankfurt, en cuya edición de 1587 la Historia fue una de las novedades
bibliográficas.
Y, sin más, encomiendo a Vmds. y a sus respectivas familias a
la graciosa protección del Todopoderoso.
En Frankfurt del Main, el día lunes 4 de septiembre de 1587.
De Vmds. firme y seguro servidor:
Johann Spies
Impresor en la dicha ciudad
Prólogo al lector cristiano
Aunque todos los pecados sean por su propia naturaleza
condenables y atraigan la justa cólera y el castigo de Dios, hay sin
embargo uno que, debido a circunstancias diversas, es mucho
mayor y más grave, y será castigado más severamente por Dios
tanto aquí en la Tierra como en el Juicio Final. Como dice
Nuestro Señor Jesucristo mismo [Mt. 11], el día del juicio el
castigo será más tolerable para Tiro, Sidón y Sodoma que para
Corazín, Betsaida y Capernaúm. No cabe la menor duda, pues, de
que la magia y la nigromancia constituyen el mayor y más grave
de los pecados ante Dios y ante todo el mundo. De ahí que
también Samuel califique los groseros y múltiples pecados del rey
Saúl de adivinación, impiedad e idolatría [1 Sam. 15]; y el
Espíritu Santo no pueda describir todos los pecados de Saúl sino
con estas dos palabras: magia e idolatría, que es cuando un
hombre se aparta de Dios, se entrega a los ídolos y a los demonios
y les sirve, en vez de a Dios, con toda su voluntad y aplicación. Es
así como Saúl reniega de Dios y actúa imprudentemente en contra
de Su palabra y mandamiento, yendo además contra su propia
conciencia, hasta que al final desespera de Dios y pide consejo al
mismo Diablo donde la adivina de Endor [1 Sam. 28]. Pero ¿no es
acaso abominable y espantosa acción el que un hombre racional,
creado por Dios a su imagen y semejanza, con un cuerpo y un
alma tan altamente honrados y ricamente dotados, abandone de
forma tan ignominiosa a su único y verdadero Dios Creador, a
quien durante toda su vida debería testimoniar honor y
obediencia, para entregarse como propiedad en cuerpo y alma,
con la consiguiente condenación temporal y eterna, a un espíritu
creado? ¿Y, por si esto fuera poco, no a un espíritu bueno y santo,
como lo son los queridos y santos ángeles del Cielo, que han
sabido perseverar en la justicia y la pureza que les son innatas,
sino a un espíritu maligno y maldito, además de embustero y
criminal, que no perseveró en la verdad ni en la justicia y por su
pecado fue precipitado desde el Cielo a los abismos del Infierno?
¿Podría decirse algo más atroz y abominable sobre un ser
humano? Pues no sólo por sí mismo, por su soberbia y apostasía,
convirtióse el Demonio en un espíritu renegado, pervertido y
condenado, sino que es también un espíritu envidioso, astuto y
tentador, enemigo consciente y declarado de Dios y del género
humano, que envidia a Dios el honor de que goza entre los
hombres y a los hombres la felicidad y los favores que les vienen
de Dios, y en esto intenta poner obstáculos con todos los medios
de que dispone y alejar así de Dios al hombre. Sobradas pruebas
dio ya, poco después de su caída, tentando a nuestros primeros
padres, pues no sólo interpretó falsamente y tergiversó el
mandamiento expreso de Dios, acusándolo de negar a los
hombres, sus criaturas, la felicidad suprema, sino que además
incitó a Eva a desobedecer a Dios; y mintió y engañó tanto y
tantas veces que al final hizo caer no sólo a Eva, sino también,
mediante la Mujer, al propio Adán. Y no sólo a ellos dos, sino que
siempre que ha podido, ha precipitado a todo el género humano
en la perdición temporal y eterna. Y aunque más tarde Dios
volviera a apiadarse de los hombres y los ayudara con la simiente
de la Mujer, y pusiera enemistad entre ella y la serpiente
diabólica, el Demonio no deja de acechar al género humano y de
seducirlo e incitarlo a cometer toda clase de pecados sujetos a
castigo temporal y eterno, como se lee en 1 Pe. 5: «Vuestro
adversario el Diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar». Y aunque fracase con algún hombre y
se vea rechazado y expulsado, no cede, sino que sigue buscando,
y cuando encuentra una presa segura, va y toma otros siete
espíritus peores que él, y entra y mora en ella; y el postrer estado
de aquel hombre viene a ser peor que el primero [Lc. 11]. Por eso
el buen Dios nos pone tan leal y seriamente en guardia contra las
tretas y astucias del Demonio, y, sobre todo, contra sus artes
nigrománticas, y nos prohíbe usar de ellas bajo pena de durísimos
y extremos castigos, para que entre Su pueblo no haya hechiceros
y nadie acuda a consultar con ellos. Lev. 19: «No os volváis a los
encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos
con ellos. Yo Jehová vuestro Dios». Dt. 18: «...no aprenderás a
hacer según las abominaciones de aquellas naciones. No sea
hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni
quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero,
ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los
muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que
hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa
estas naciones de delante de ti». Amenaza también Dios a los
hechiceros y nigromantes, así como a sus adeptos, con el castigo
supremo, y ordena a las autoridades hacerlo cumplir en ellos. Lev.
20: «Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se
entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su
sangre será sobre ellos». Quien haya leído crónicas históricas
sabrá por ellas que cuando las autoridades no ejercían sus
funciones en estos casos, el mismo Diablo acababa siendo el
verdugo de los nigromantes. Así, Zoroastro, a quien se tiene por
Mizraim, el hijo de Cam, fue quemado por el mismísimo
Demonio. Y a otro hechicero, que tuvo la osadía de recrear ante
los ojos de un príncipe curioso la destrucción de la ciudad de
Troya, se lo llevó vivo el Demonio por los aires: Joannes
Franciscus Picus5. Del mismo modo fue castigado por sus artes
mágicas cierto conde de Matiscona: Hugo Cluniacensis 6. Otro
hechicero, de Salzburgo, quiso conjurar a todas las serpientes en
un foso, pero fue arrastrado al mismo y muerto por una serpiente
enorme y vieja [Wierus: De praestigiis Daemonum, lib 2, cap. 4]7.
En suma, que el Diablo recompensa a sus servidores como el
verdugo a su ayudante, y quienes lo invocan tienen raramente un
buen final, y así le sucedió al Dr. Johann Fausto, que vivió en una
época aún presente en la memoria de algunos y selló su pacto y
alianza con el Diablo, tuvo muchas extrañas aventuras y se
entregó a toda suerte de vicios horrendos e ignominiosos, gula,
ebriedad, fornicación y otros desenfrenos, hasta que al final el
Diablo le dio su bien merecido castigo retorciéndole el cuello de
forma espantosa. Pero eso no es todo, sino que luego vienen la
5
Joannes Franciscus Picus: se trata de Giovanni Francesco Pico della
Mirandola (1469-1533), sobrino y biógrafo del célebre humanista italiano,
notable místico y estudioso de la Biblia.
6
Hugo Cluniacensis: errónea atribución al abad san Hugo de Cluny (1024-
1109). La anécdota figura en los Libri de miraculis de Pedro de Cluny
(†1157), donde se narra la historia del impío conde de Mascon, que fue
arrebatado por los aires en un caballo negro.
7
Werus: Wier o Weyer, lean (1515-1588), médico belga, discípulo de
Cornelio Agripa, autor de las Histoires, disputes et discours des illusions et
impostures des diables el magiciens infames (1563). El título de la
traducción latina (Basilea 1568), citado por el autor de la Historia, es: De
praestigiis daemonum et incantationibus ac veneficiis libri sex. De él
provienen las anécdotas de todo el pasaje anterior.
punición y la condenación eternas, pues quienes invocan al
Demonio acaban bajando a los abismos del Infierno a encontrarse
con su ídolo, el Diablo, y son allí condenados por toda la
eternidad. Como dice el apóstol Pablo en Gál. 5: «...que los que
practican [idolatría, hechicerías] no heredarán el reino de Dios».
Y en Ap. 21 se lee: «...fornicarios y hechiceros, los idólatras y
todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con
fuego y azufre, que es la muerte segunda». ¡Buenas serán
entonces las chanzas y diversiones con el Diablo! Que esto es lo
que busca el Maligno, mancillar y destruir el cuerpo y el alma de
los hombres mediante sus artes mágicas. Pues ¿qué otra cosa
podría ocurrir cuando un hombre abandona a su Dios y Creador,
reniega de Cristo su Redentor, anula la alianza establecida con la
Santísima Trinidad en el santo bautismo, pone en peligro todas las
gracias y beneficios recibidos de Dios, así como su propia
salvación y el bienestar de su cuerpo y de su alma, invita al
Diablo a ser su huésped y suscribe pactos con él, buscando verdad
y fe en el espíritu mendaz y asesino, buenos consejos y
enseñanzas en un enemigo convicto y confeso, y esperanza, dicha
y bendiciones en el condenado dragón infernal? Pues no se trata
aquí de una debilidad, locura o negligencia humanas, ni tampoco,
como dice san Pablo, de una tentación humana, sino de una
maldad realmente diabólica, de una insensatez temeraria y de una
obstinación abominable que nunca podrán ser explicadas a fondo
por el pensamiento ni, menos aún, expresadas en palabras, y cuya
simple mención debería poner horror y espanto en el corazón de
cualquier cristiano.
Pero los cristianos piadosos ya sabrán protegerse de tales
tentaciones y ofuscaciones del Diablo, y al leer esta Historia
meditarán sobre la exhortación de Sant. 4: «Someteos, pues, a
Dios; resistid al Diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él
se acercará a vosotros». Y Ef. 6: «Fortaleceos en el Señor, y en el
poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que
podáis estar firmes contra las asechanzas del Diablo». Y, tendrán
también en mente el ejemplo de Cristo, quien apartó de sí al
Diablo con la palabra de Dios y superó todas las tentaciones.
Y para que todos los cristianos, y con ellos todos los hombres
de bien, aprendan a conocer mejor al Diablo y sus asechanzas y a
protegerse de él, he querido, por consejo de algunos hombres
sabios y eruditos, poner ante vuestros ojos el terrible ejemplo del
Dr. Johann Fausto y el espantoso final que tuvieron sus prácticas
de hechicería. Pero a fin de que nadie se vea incitado por esta
Historia a imitarlo en su sacrílega curiosidad, se han omitido
cuidadosamente las formae coniuration8 y todo cuanto pudiere
resultar perjudicial, dejando sólo aquello que pueda servir de
advertencia y escarmiento a cualquiera. Espero, lector cristiano,
que sepas comprender y utilizar cristianamente todo esto, y cuenta
con una versión latina9 que pienso dar a la luz dentro de poco.
Dicho lo cual, te encomiendo al Todopoderoso.
8
Formae coniurationum: conjuros.
9
Esta prometida versión latina de la Historia nunca llegó a publicarse, y
los comentaristas consideran muy improbable su existencia.
HISTORIA
DEL DOCTOR JOHANN FAUSTO
celebérrimo mago y nigromante,
de cómo se entregó al Diablo
por un determinado tiempo,
y de las extrañas aventuras y encantamientos
que vio y practicó entre tanto,
hasta recibir al fin su merecido castigo.
Compuesta en gran parte a partir de
sus propios escritos póstumos,
reunida e impresa para servir
de terrible ejemplo, escarmiento abominable
y sincera amonestación
a todos los hombres soberbios, impíos e imprudentes.
SANTIAGO IV
«Someteos, pues, a Dios; resistid al
Diablo, y huirá de vosotros»
CUM GRATIA ET PRIVILEGIO
Impreso en Frankfurt del Main
por Johann Spies
M.D.LXXXVII
[1]
Historia del Dr. Johann Fausto. Nacimiento y estudios
del celebérrimo mago
1
1
Damos aquí al término «necio» (thumm, en el original) el valor de
«imprudente o falto de razón, terco y porfiado en lo que hace u dice», que,
en segunda acepción, le asigna el Diccionario de autoridades. Para la
germanista Barbara Konnecker (véase bibliografía), el adjetivo alemán
recuperaría aquí su antigua connotación religiosa y aludiría a la contumaz
ceguera y temeridad de Fausto, que quiere penetrar con la razón en ámbitos
a los que sólo la fe tiene acceso. De ahí también el mote de «especulador»
(Speculierer), con el que los teólogos luteranos del siglo XVI designaban a
quien pretendía indagar misterios divinos por vías que no fueran las
contenidas en las Sagradas Escrituras.
conjuración y hechicería. Y tales prácticas no eran sino
Dardaniae artes12, conjuros nigrománticos, envenenamientos,
vaticinios y encantamientos, o como quieran llamarse esos libros,
vocablos y denominaciones. Mucho se aficionó a todo esto el
doctor Fausto, que se pasaba día y noche especulando y
estudiándolo, y desde entonces no quiso ser llamado teólogo, se
convirtió en un mundano13 se llamó a sí mismo doctor medicinae,
llegó a ser astrólogo y matemático, y, por pura conveniencia,
médico. En un principio ayudó a mucha gen te con sus artes
médicas, recurriendo a hierbas, raíces, drogas, pócimas, recetas y
clisteres. Además, y sin ánimo de elogiarlo, era buen orador y
muy versado en las divinas Escrituras. Conocía perfectamente la
Ley de Cristo: y quien conozca la voluntad del Señor y no la
acate, será doblemente golpeado. Además: nadie puede servir a
dos amos a la vez. Y también: no tentarás al Señor tu Dios. Pero
él echó todo esto en saco roto, y durante un tiempo descuidó por
completo su alma, por lo que en su caso no puede haber excusa de
ningún género.
[2]
De cómo el doctor Fausto, médico, conjuró al Demonio
5
1
Spesser Wald: en los tiempos del Fausto histórico aún existía cerca de
Wittenberg un bosque llamado Speck, lo que permitiría suponer una
confusión por parte del autor de la Historia.
de hacerlo poco antes. A lo que el Maligno replicó aparatosamente
ante sus ojos, dejándose ver en forma de un grifo o dragón que
planeaba y aleteaba por encima del círculo, y cada vez que el
doctor Fausto repetía su conjuro, la bestia silbaba y gemía
penosamente. Poco después cayó una estrella de fuego de una
altura de hasta tres o cuatro brazas, que se convirtió en una bola
ardiente y puso gran espanto en el ánimo del doctor Fausto. Pero
éste persistió en su propósito y tuvo a gran honra el haber
sojuzgado al Diablo, jactándose luego en una reunión de que la
autoridad suprema de este mundo se le hubiese sometido y le
obedeciese. A lo que unos estudiantes replicaron no conocer
ninguna autoridad que estuviera por encima del Emperador, el
Papa o el Rey. Y el doctor Fausto replicó: «El amo al cual he
sojuzgado está muy por encima», y apoyó su afirmación en la
Epístola de san Pablo a los Efesios: el príncipe de este mundo, en
la Tierra y bajo el Cielo, etc. Conjuró, pues, esa estrella una, dos y
tres veces, tras lo cual brotó un río de fuego de la altura de un
hombre, que al punto volvió a menguar y dejó ver seis lucecillas,
una de las cuales saltó hacia arriba y otra hacia abajo hasta dibujar
la figura de un hombre de fuego, que dio vueltas en torno al
círculo durante un cuarto de hora. Poco después, el Espíritu
diabólico adoptó la figura de un monje con hábito gris, y
dirigiéndose a Fausto le preguntó qué deseaba. Y el deseo del
doctor Fausto fue que se le presentase al día siguiente a las doce
en su casa, a lo que el Diablo se negó en un principio. Pero el
doctor Fausto lo conjuró en nombre de su amo y señor a que
atendiese su deseo y lo pusiera en práctica, cosa que el Espíritu
acabó por conceder y aprobar.
[3]
Donde sigue la disputa del doctor Fausto con el Espíritu
[4]
De la segunda disputa de Fausto con el Espíritu, llamado
Mefostófiles18
[5]
Del tercer coloquio que sobre su promesa mantuvo el doctor
Fausto con el Espíritu
[6]
De cómo el doctor Fausto dejó caer su sangre en un crisol, lo puso
sobre carbones ardientes y escribió lo que sigue:
0
2
«Die Elementa zu speculieren»: indagar y ahondar en la esencia misma
de las cosas, fórmula usada tradicionalmente por quienes se dedicaban a la
alquimia o a la magia.
sano juicio y facultades y por voluntad expresa, cerrándolo y
lacrándolo, etc.»
[7]
Contra la contumacia del doctor Fausto pueden citarse los versos
y rimas siguientes:
[8]
[Sobre las diversas formas en que el Diablo se le apareció a
Fausto]
1
2
Estos versos reproducen, con algunas modificaciones, los títulos de los
capítulos 3, 43 45 del gran poema satírico La nave de los locos (1494), del
humanista alemán Sebastián Brant (458-1521).
incandescente del cual salían ríos y rayos de fuego. Luego se oyó
un rumor y murmullo muy grandes, como cuando cantan los
monjes, sin que nadie supiese qué canto era aquél. Agradóle
mucho al doctor Fausto esa fantasmagoría, mas no quiso que el
Espíritu entrase en su morada hasta ver qué ocurriría y en qué iría
a parar todo aquello. Poco después se alzó un estrépito como de
lanzas, espadas y otras armas, y él pensó que querían tomar la
casa por asalto. Más tarde oyó se también un alboroto de perros y
cazadores, y unos perros persiguieron y acosaron a un ciervo
hasta el salón del doctor Fausto, donde le dieron muerte.
Seguidamente aparecieron en el salón de Fausto un león y un
dragón que combatían entre sí, y por mucho que el león se
defendiese con valor, sucumbió a su adversario y fue devorado
por él. El fámulo del doctor Fausto dijo que el monstruo se
asemejaba a una enorme serpiente: vientre amarillo, blanco y
moteado, alas y parte superior del cuerpo negras, la mitad de la
cola enroscada como la concha de un caracol, que llenaba todo el
salón, etc.
A continuación se vio entrar a un hermoso pavo real con su
hembra, que se pelearon y pronto se reconciliaron. Surgió luego
un furioso toro que se precipitó hacia donde estaba el doctor
Fausto, causándole no poco espanto; pero en el instante mismo en
que iba a alcanzarle, derrumbóse ante él y se desvaneció. Después
apareció un mono viejo y grande que le tendió su mano antes de
saltar sobre él, acariciarle y abandonar nuevamente el salón. De
allí a poco quedó todo envuelto en una niebla muy espesa que no
le permitió ver nada al doctor Fausto; mas en cuanto se hubo
disipado, vio a sus pies dos talegos: el uno lleno de oro, y el otro,
de plata. Por último se alzó una dulce música de órgano,
positivo22, arpas, laúdes, violines, trompetas, flautas de pico,
cromornos23, pífanos y otros instrumentos similares (cada uno con
cuatro voces), de manera que el doctor Fausto no pensó sino que
se hallaba en el Cielo, cuando en realidad estaba con el Diablo.
2
2
Positiff: positivo. Pequeño órgano de salón sin juego de pedales.
3
2
Krumbhörner: cromorno. Antiguo instrumento musical de viento y
madera, curvado en semicírculo en la parte inferior del tubo, con seis
agujeros en su parte recta. Alcanzó gran popularidad en el siglo XV.
Aquello duró una hora entera y reafirmó tanto a Fausto en su
propósito que se dijo que jamás tendría motivo de arrepentirse.
Por donde se ve cómo el Demonio hizo surgir esos sones tan
deleitosos para que el doctor Fausto no se apartase de su
propósito, sino más bien desease darle cumplimiento con mayor
gusto aún y pensase: «En verdad no he visto nada malo ni
abominable, sino que todo es placer y alegría».
Tras lo cual el espíritu Mefostófiles entró en el salón del doctor
Fausto bajo la forma y apariencia de un monje. Díjole Fausto:
-Has comenzado maravillosamente con tus encantamientos y
transformaciones, que me han alegrado sobremanera. Si continúas
así, podrás obtener de mí lo que quieras.
Respondióle Mefostófiles:
-¡Oh! Esto no es nada. Te serviré en muchas otras cosas y te
haré ver prodigios y portentos aún más fuertes y grandiosos, así
como todo lo que me pidas, con la única condición de que des
cumplimiento a la promesa y al compromiso que has suscrito.
Fausto le entregó el instrumento diciendo:
-¡Aquí tienes el pacto!
Mefostófiles se lo aceptó, no sin antes pedir al doctor Fausto
que conservase una copia. Cosa que hizo el muy impío.
[9]
De los servicios que el Espíritu prestó al doctor Fausto
4
2
El joven y disoluto fámulo de Fausto se convertirá en protagonista de la
continuación de la Historia, conocida como Libro de Christoph Wagner
(Wagnerbuch), 1593. Véase el final del cap. 61.
[10]
El doctor Fausto quiere contraer matrimonio
[11]
Pregunta del doctor Fausto a su espíritu Mefostófiles
[12]
Una disputa sobre el Infierno y sus cavernas
[13]
Otra pregunta del doctor Fausto sobre el gobierno de los
demonios y su jerarquía
[14]
Pregunta sobre cuál había sido el aspecto de los ángeles caídos
[15]
Nueva disputa del doctor Fausto con su espíritu Mefostófiles
sobre el poder del Diablo
[16]
Una disputa acerca del Infierno, llamado Gehenna, y de cómo fue
creado y de su forma, y de las penas que hay en él
3
3
Véase Prv. 30, 15-16.
»En cuarto y último lugar quieres que responda a una
pregunta a la que sólo Dios puede dar respuesta, a saber: si
volverá o no a conceder Su gracia a los réprobos. Pues bien, sea
esto como fuere, yo quiero, para responder a tu pregunta,
considerar primero la naturaleza y condición del Infierno, referir
algo sobre cómo fue creado por la cólera de Dios y ver si
podemos ahondar también en algunos puntos fundamentales. Y
aunque esto, querido señor Fausto, vaya directamente en contra de
tu promesa y juramento, voy a hacerte ahora mismo la siguiente
relación. Me preguntaste al final si los réprobos podrían recuperar
algún día la gracia y la clemencia de Dios. Mi respuesta es: no.
Pues todos los que han sido arrojados por Dios al Infierno tendrán
que arder eternamente en la ira y la desgracia divinas y
permanecer allí privados de toda esperanza. Y si pudieran
recuperar la gracia de Dios como nosotros los espíritus, que aún
seguimos confiando y esperando a toda hora, mucho se alegrarían
y suspirarían por que llegase tal momento. Pero así como los
demonios del infierno no pueden esperar gracia alguna después de
su caída y expulsión, tampoco pueden hacerlo los condenados.
Pues nada hay ya que esperar, y ni sus súplicas ni sus clamores y
suspiros serán escuchados. y su conciencia se despertará y estará
siempre ante sus ojos. Emperadores, reyes, príncipes, condes y
otros gobernantes se lamentarán y verán entonces que si no
hubieran gobernado tiránicamente ni satisfecho todos sus
caprichos en esta vida, aún podrían confiar en la clemencia de
Dios. y un hombre rico, si no hubiera sido avariento; y un
arrogante, si no hubiera vivido fastuosamente; y un adúltero y
galanteador, si no hubiera cometido adulterio ni sucumbido a la
fornicación y la lujuria. Y un borracho, un glotón, un jugador, un
blasfemo, un perjuro, un ladrón, un salteador de caminos, un
asesino y otras gentes de la misma calaña pensarán: «¡Ay, si no
me hubiese llenado copiosamente la barriga cada día, cayendo en
toda suerte de excesos en el comer y beber, si no hubiese jugado,
ni blasfemado contra Dios, ni cometido perjurio, ni robado, ni
asaltado, ni asesinado ni perpetrado delitos similares, aún podría
esperar la gracia de Dios! Pero mis pecados son demasiado graves
para ser perdonados y por ello debo aguantar este bien merecido
castigo y tormento infernal al que estoy eternamente condenado,
sin poder esperar gracia ni clemencia alguna de Dios».
»Has de saber, pues, mi señor Fausto, que los condenados no
deben esperar que llegue un día o una hora en el que puedan ser
librados de sus tormentos. Y se alegrarían sobremanera si tuviesen
la esperanza de poder ser redimidos cuando el mar se secara
totalmente quitándole sólo una gota de agua cada día, o cuando un
pajarillo acabase con una montaña de arena que llegara hasta el
cielo llevándose cada año tan sólo un granito del tamaño de un
guisante. Pero no hay ninguna esperanza de que Dios se acuerde o
se apiade de ellos, sino que han de yacer en el Infierno como las
osamentas de los muertos, y la muerte y su conciencia los
corroerán, y la firme confianza y esperanza que tenían puesta en
Dios de nada les valdrá, porque su clamor no será escuchado. ¡Sí,
y aunque pudieras esconderte en el Infierno hasta qué todas las
montañas se hacinaran formando un solo montón y fueran
trasladadas de lugar, o hasta que todas las piedras del mar se
secaran! ¡Hay tan poca esperanza de redención como la que
podrían tener un elefante o un camello de pasar por el ojo de una
aguja, o la de alguien que intentase contar todas las gotas de la
lluvia! He aquí, pues, el resumen de la cuarta y última relación,
mi señor Fausto, y has (de saber que si vuelves a interrogarme
sobre estas cosas, ya no te escucharé, pues no estoy obligado a
decírtelas, por lo que déjame en paz con semejantes preguntas y
disputas.
Una vez más alejóse el doctor Fausto del Espíritu presa de una
gran melancolía, confuso y lleno de dudas. No sabía qué pensar, y
revolvía estas cosas en su mente día y noche. Mas no había en él
constancia alguna, como ya se dijo antes, sino que el Diablo lo
había poseído y ofuscado por completo, volviéndolo duro y
contumaz. Además, en cuanto se quedaba solo y quería pensar en
la palabra de Dios, se le acercaba el Demonio en forma de una
bella mujer y se entregaba con él a toda suerte de desenfrenos, por
lo que pronto olvidó y despreció la palabra divina, persistiendo en
sus malos propósitos.
[17]
Sobre otra pregunta que el doctor Fausto le hizo al Espíritu
as aventuras
de Fausto
y otras cuestiones
[18]
[El doctor Fausto, hacedor de calendarios y astrólogo]
[19]
Una pregunta o disputa sobre el arte de la astronomía o astrología
[20]
Sobre el invierno y el verano
[21]
Sobre el curso del Cielo, sus ornamentos y su origen
[22]
Pregunta el doctor Fausto cómo creó Dios el mundo y cómo nació
el primer hombre; a lo que el Espíritu, según su costumbre, dio
una respuesta de todo punto falsa
[23]
De cómo le fueron presentados al doctor Fausto todos los
espíritus infernales en su verdadero aspecto, y los siete principales
fueron llamados por sus nombres
[25]
De cómo el doctor Fausto subió hasta las estrellas
[26]
Tercer viaje del doctor Fausto a diversos reinos y principados, así
como a importantes países y ciudades
0
4
El Castel Nuovo, edificado en 1227, fue reconstruido enteramente entre
1443 y 1453. En él se alza un arco de triunfo en honor del rey Alfonso I de
Aragón (1470).
magníficamente rodeado de un hermoso parque, y muy cerca la
basílica de Letrán, llamada también catedral apostólica, donde se
conservan toda suerte de reliquias, y que es sin duda una de las
iglesias más preciosas y célebres del mundo. Vio asimismo
muchos templos paganos en ruinas y numerosas columnas, arcos,
etc., que sería demasiado largo enumerar y en los cuales halló el
doctor Fausto solaz y esparcimiento. Llegóse luego, invisible,
ante el palacio papal, donde vio un sinnúmero de criados y
cortesanos y tal abundancia de viandas y manjares destinados al
Papa que en seguida le dijo a su Espíritu: «¡Pardiez! ¿Por qué el
Diablo no me habrá hecho Papa a mí también?». Y vio el doctor
Fausto que eran todos gente de su misma calaña, llenos de
presunción, jactancia, soberbia y temeridad, y entregados a la
gula, la embriaguez, la fornicación y el adulterio; y era talla
impiedad del Papa y de la chusma que lo rodeaba que Fausto
añadió luego: «Yo me tenía por un cerdo o marrano del Diablo,
pero veo que éste aún tendrá que engordarme, mientras que estos
cerdos de Roma están ya todos bien cebados y maduros para ser
guisados y cocinados». Y como había oído hablar mucho de
Roma, se quedó en el palacio papal tres días y tres noches,
invisible gracias a sus artes mágicas, y desde entonces el buen
doctor Fausto no volvió a comer ni a beber cosas tan buenas. En
cierta ocasión se plantó, invisible, ante el Papa, y cada vez que
éste se disponía a comer y hacía el signo de la cruz, lanzábale
Fausto un resoplido en plena cara. Otro día soltó una carcajada
que resonó en toda la sala, rompiendo luego a llorar como si un
serio pesar lo afligiera, y los sirvientes no lograban explicarse
todo aquello. El Papa persuadió entonces a sus criados de que era
un alma en pena que imploraba una indulgencia, e impúsole una
penitencia. Y el doctor Fausto se rió y encontró muy divertido el
embuste. Pero cuando las últimas viandas y manjares llegaron a la
mesa papal, el doctor Fausto, que tenía hambre, alzó la mano y al
instante volaron hacia ella todos los manjares junto con sus
respectivas bandejas, y él desapareció con todo en compañía de su
Espíritu y se dirigió a una colina de Roma llamada Capitolio,
donde comió a sus anchas. Luego envió nuevamente a su Espíritu
a que le trajese sólo el mejor vino de la mesa papal, junto con las
copas y los jarros de plata. Y viendo el Papa que le habían
arrebatado todo aquello, esa misma noche mandó echar todas las
campanas al vuelo y celebrar misas y rezar por el alma del
difunto, y fue tal su cólera que condenó a Fausto, es decir al alma
del difunto, al fuego del Purgatorio. ¡Aunque vaya purgatorio por
el que pasó el doctor Fausto con los manjares y bebidas del Papa!
Después de su muerte encontraron la vajilla de plata en su casa.
Al filo de la medianoche, cuando se hubo hartado con todos
esos manjares, volvió a elevarse Fausto por los aires con su
Espíritu y se dirigió a Milán, en Italia, que le pareció un lugar
muy saludable por no ser la calor excesiva y haber allí abundante
agua fresca y siete bellísimos lagos. También pudo contar y ver
numerosos ríos y riachuelos. Hay asimismo templos muy
hermosos, sólidos y bien construidos, y casas reales, aunque de
estilo antiguo. Gustóle también la ciudadela o castillo con sus
baluartes, y el precioso hospital de Nuestra Señora. Visitó
igualmente Florencia y admiró en este obispado la artística
ornamentación de las bellas arcadas y bóvedas, y los preciosos
jardines de Santa María, la iglesia que hay dentro del castillo, con
sus magníficos deambulatorios, así como una altísima torre de
mármol. La puerta por la que se entra está hecha del bronce con
que se funden las campanas y en ella hay grabadas historias del
Nuevo y Antiguo Testamento41. La campiña alrededor produce
buen vino y está habitada por artesanos muy hábiles en sus
respectivos oficios. Fue después a Lyon, en Francia, ciudad
situada entre dos montes y rodeada por dos ríos, en la que se alza
un templo de noble y magnífica factura42 y una hermosa columna
con bellas imágenes esculpidas. De Lyon se dirigió a Colonia,
situada a orillas del Rin, donde hay una iglesia llamada iglesia
catedral, en la que están sepultados los Tres Reyes que siguieron
la estrella de Cristo43. Y cuando el doctor Fausto vio aquello,
exclamó: «¡Oh, santos varones, cuánto habéis errado en vuestro
1
4
Alusión a las puertas de bronce del Baptisterio de Florencia, con las
escenas bíblicas de Lorenzo Ghiberti y Andrea Pisano.
42
El altar en honor de Roma y Augusto (Ara Romae et Augusti), construido
por Druso el año 12 a. de C.
43
En un arca de la catedral de Colonia se conservan aún las supuestas
reliquias de los Tres Reyes Magos, donadas a la ciudad por el emperador
Federico Barbarroja.
viaje! ¡Teníais que ir a Belén de Judea, en Palestina, y habéis
llegado hasta aquí! ¡O quizás después de muertos os lanzaron al
mar, que os trajo hasta el río Rin y a través de él llegasteis a
Colonia, donde os recogieron y sepultaron!». Allí está también el
templo de Santa Úrsula y las once mil vírgenes. Mucho gustóle a
Fausto la belleza de las mujeres. No lejos de allí se encuentra la
ciudad de Aquisgrán, residencia del emperador, en la que hay,
según dicen, un templo construido enteramente en mármol por el
emperador Carlomagno, quien dispuso que sus sucesores fuesen
todos coronados en él44. Después de Colonia y Aquisgrán se
dirigió otra vez hacia el sur para visitar Ginebra, que es una
ciudad de Saboya, situada en Suiza, bella y de gran actividad
mercantil, con buenas y fértiles viñas, y en la cual reside un
obispo. También fue a Estrasburgo, donde el doctor Fausto se
enteró de por qué recibe ese nombre: por las innumerables
callejas, entradas y calles que tiene 45; y es un obispado. De
Estrasburgo pasó a Basilea, en Suiza, donde el Rin fluye casi por
el centro de la ciudad. Según le informó su Espíritu, recibe esta
ciudad su nombre de un basilisco que al parecer vivió en ella. La
muralla está hecha de ladrillos y la circunda un profundo foso.
Hay también una vasta y fértil campiña en los alrededores, donde
aún pueden verse muchos edificios antiguos; cuenta asimismo con
una universidad, y ninguna de sus bellas iglesias le gustó tanto
como la de los Cartujos. De allí se dirigió a Constanza, donde hay
un hermoso puente construido sobre el Rin desde la puerta de la
ciudad. «Y el lago», dijo el Espíritu a Fausto, «tiene veinte mil
pasos de largo y quince mil de ancho». La ciudad recibió su
nombre de Constantino. De Constanza continuó hacia Ulm. El
nombre de Ulm proviene de los árboles que pueblan la campiña 46,
por la cual corre el Danubio, aunque la ciudad misma es
atravesada por un río llamado Blau. Tiene una bella catedral e
iglesia parroquial de Santa María, iniciada el año 1377, un
4
4
La catedral de Aquisgrán, iniciada en el 796 según el modelo de las
iglesias bizantinas, alberga los restos de Carlomagno en un arca de plata.
En su recinto fueron coronados 32 emperadores y reyes de Alemania.
45
Strassburg (lat. Stratiburgum): de via strata, camino empedrado, que dio
origen al alemán strasse, calle.
46
Ulme significa olmo en alemán (del lat. ulmus).
edificio espléndido, suntuoso y de una riqueza artística como ya
casi no se ve. En su interior hay cincuenta y dos altares a los que
corresponden otras tantas prebendas, así como un valioso
tabernáculo, artísticamente labrado. Y cuando el doctor Fausto
quiso alejarse de Ulm y proseguir su viaje, su Espíritu le dijo:-
«Mi señor, os guste o no esta ciudad, sabed que adquirió tres
condados con dinero contante y sonante, comprando además
todos sus fueros y privilegios». Cuando, al salir de Ulm, subió por
los aires con su Espíritu, vio a lo lejos muchas provincias y
poblaciones, entre ellas una gran ciudad con un gran castillo
fortificado, y a ella se dirigió. Era Wurzburgo, sede del obispado
y capital de Franconia, junto a la cual pasa el río Main. Se
produce allí un vino muy bueno, fuerte y generoso, y la campiña
es también pródiga en cereales. Hay en esa ciudad muchas
órdenes religiosas, como las de los frailes mendicantes,
benedictinos, de san Esteban, cartujos, de san Juan y Orden
Teutónica, y asimismo tres cartujas, sin contar la catedral
episcopal, cuatro órdenes mendicantes, cinco conventos de
monjas y dos hospicios aledaños a la capilla de Santa María, una
magnífica construcción junto a la torre. Tras haber visitado la
ciudad detenidamente, el doctor Fausto entró también de noche en
el palacio del obispo, cuyas dependencias visitó una por una,
hallando dentro abundantes provisiones. Al recorrer las colinas
rocosas, vio una capilla excavada en ellas, y tras haber catado los
más diversos vinos, prosiguió su viaje y llegó a Nuremberg. En el
camino díjole su Espíritu: «Has de saber, Fausto, que el nombre
de Nuremberg proviene de Claudio Tiberio Nerón y la ciudad fue
así llamada por Nerón». Hay en ella dos iglesias parroquiales, la
de San Sebaldo, con el sepulcro del santo, y la de San Lorenzo,
donde se guardan las insignias imperiales, el manto, la espada, el
cetro, el mundo y la corona del emperador Carlomagno. En la
plaza del mercado hay también una hermosa fuente dorada a la
que llaman la Fuente Bella, y en la cual se conserva, según dicen,
la lanza con la que Longino abrió el costado de Cristo, así como
una reliquia de la Santísima Cruz. Tiene esta ciudad quinientas
veintiocho callejas, ciento dieciséis fuentes públicas, cuatro
relojes grandes y dos pequeños, seis puertas grandes y dos más
pequeñas, once puentes de piedra, doce colinas, diez mercados
regulares, trece baños públicos y diez iglesias en las que se hacen
prédicas. La ciudad tiene además sesenta y ocho molinos de agua,
ciento treinta y dos capitanías, dos grandes murallas de
circunvalación con profundos fosos, trescientas ochenta torres,
cuatro baluartes, diez boticas, sesenta y ocho vigilantes,
veinticuatro arqueros o tiradores, nueve rondas, diez doctores en
jurisprudencia y catorce en medicina. Entre Nuremberg y
Augsburgo, adonde llegó cuando despuntaba el día, preguntóle a
su criado de dónde venía el nombre de Augsburgo. Y éste le dijo:
«La ciudad de Augsburgo ha tenido varios nombres; al principio,
cuando la construyeron, se llamó Vindelica, luego Zizaria,
después Eisenburg y, por último, el emperador Augusto Octaviano
le dio el nombre de Augusta»47. Y como el doctor Fausto ya la
había visto antes, pasó de largo y se dirigió a Ratisbona. Y se
disponía también a pasar de largo por ella, cuando su Espíritu le
dijo: «Mi señor Fausto, a esta ciudad le dieron siete nombres
además del de Regensburg, que todavía tiene: Tiberia, Quadrata,
Hyaspolis, Reginopolis, 1mbripolis y Ratisbona. Es decir, el
primero, ciudad de Tiberio, hijo de Augusto; el segundo, ciudad
cuadrada; el tercero, por el lenguaje grosero que se habla en los
alrededores; el cuarto, por los germanos o alemanes; el quinto
vale la ciudad real; el sexto, la ciudad de la lluvia, y el séptimo,
por las balsas y embarcaciones que hay en ella» 48. Es una ciudad
fortificada, sólida y bien construida; por ella corre el Danubio, en
el que van a dar unos sesenta ríos, casi todos navegables. En el
año 1115 se construyó un célebre puente con arcadas de gran
7
4
El nombre latino es Augusta Vindelicorum. En cuanto al origen de
Zizaria, Schedel menciona a una diosa llamada liza, acaso identificable con
la Ceres romana. Eisenburg: Eisenberg, montaña de hierro.
48
Regensburg: Ratisbona. Quadrata: alusión a la planta urbana de forma
cuadrangular. Hyaspolis: posible alusión a los beocios (Hyantes) de la
antigua Grecia, considerados un pueblo inculto y poco refinado. La
explicación «el cuarto, por los germanos o alemanes» es un añadido que no
tiene antecedente en la enumeración anterior. Schedel habla de
«Germanssheim, von dem teuschen volck, die man Germanos haisst» («por
los pobladores alemanes, a los que llaman germanos»). Reginopolis: ciudad
de los reyes. Imbripolis: del lat. imber, -ris, lluvia. Ratisbona:
probablemente del lat. ratis, balsa.
valor artístico, así como una iglesia también muy digna de elogio,
San Remigio, una obra de arte.
No se detuvo mucho tiempo allí el doctor Fausto, que continuó
pronto su viaje no sin antes cometer un hurto en la bodega de la
hostería El gran arbusto. Luego partió y llegó a Munich, en
Baviera, provincia realmente principesca. Tiene la ciudad un
aspecto muy nuevo, con anchas y hermosas calles y casas
magníficamente decoradas. De Munich pasaron a Salzburgo,
ciudad episcopal situada en Baviera, que al principio también
tuvo varios nombres. En esa región hay estanques, colinas de
escasa altura, lagos y montes donde abundan las aves silvestres y
el venado. De Salzburgo pasó a Viena, en Austria, pues divisó la
ciudad a la distancia, y, como le dijo el Espíritu, no es fácil
encontrar otra más antigua que ella. Según dicen, debe su nombre
a Flavio, gobernador de la provincia. Tiene esta ciudad un foso
grande y ancho con una trinchera, y la circunferencia de sus
murallas, todas muy bien fortificadas, es de trescientos pasos. Las
casas suelen estar pintadas, y junto a la residencia imperial se alza
la universidad. El gobierno municipal está en manos de sólo
dieciocho personas, y para la vendimia se utilizan mil doscientos
caballos. Tiene también esta ciudad amplias y muy profundas
bodegas, el empedrado de sus calles es muy duro, y las casas
cuentan con cámaras y aposentos muy alegres, espaciosas
caballerizas y toda suerte de ornamentos.
Al salir de Viena elevóse nuevamente por los aires y desde lo
alto divisó una ciudad aún distante: era Praga, la capital de
Bohemia. Es una ciudad grande y está dividida en tres partes, a
saber: la antigua, la nueva y la pequeña Praga. Esta última
comprende la orilla izquierda y la montaña donde se hallan la
corte real y San Vito, la catedral episcopal. La antigua Praga se
encuentra en la parte llana, y está rodeada de enormes fosos.
Desde ella se llega a la pequeña Praga a través de un puente que
tiene veinticuatro arcos. Y la ciudad nueva está separada de la
antigua por un profundo foso circundado en su totalidad por
murallas. Allí se alza el Collegium de la universidad. La ciudad
está además rodeada por un muro.
Hacia la medianoche continuó su viaje el doctor Fausto y vio
nuevamente otra ciudad, y al bajar de lo alto vio que era Cracovia,
la capital de Polonia, donde hay una hermosa universidad. Esta
ciudad, en la que residen los reyes polacos, recibió su nombre de
Craco, duque de Polonia. Está rodeada de altas torres, murallas y
fosos, en algunos de los cuales hay abundancia de peces. Tiene
siete puertas y muchas iglesias grandes y muy bellas. Hay en esa
zona enormes peñascos y montes elevados sobre los que se posó
Fausto, y uno de ellos es tan alto que diríase que sostiene el cielo.
Desde allí pudo contemplar la ciudad el doctor Fausto, que no
entró en ella, sino que la rodeó, siempre invisible.
Desde aquel monte, donde descansó algunos días, volvió a
elevarse luego a las alturas y se dirigió a Oriente, atravesando
numerosos reinos, ciudades y provincias. Voló también varios días
sobre el mar, sin ver otra cosa que agua y cielo, y llegó a Tracia o
Grecia, y a Constantinopla, ciudad que ahora los turcos llaman
Teucros y en la cual tiene su corte el emperador de Turquía. Allí
vivió muchas aventuras, algunas de las cuales contaremos a
continuación, como la del encantamiento que le hizo al emperador
turco Solimán. Constantinopla recibió su nombre del emperador
Constantino el Grande. La ciudad está rodeada de anchas murallas
almenadas y la adornan tantas torres y construcciones que bien se
la podría llamar nueva Roma. El mar la baña por ambos lados y
tiene once puertas y tres palacios que son residencias reales.
Pasó el doctor Fausto varios días observando el poderío, el
esplendor y el boato de la corte del emperador de Turquía, y una
noche en que éste se hallaba sentado a la mesa, cenando, hízole
Fausto un hechizo o encantamiento, pues a lo largo y ancho del
salón imperial empezaron a correr grandes ríos de fuego que
todos intentaban apagar, al tiempo que se oían truenos y caían
relámpagos. Y hechizó al emperador turco de tal manera que éste
no pudo levantarse ni ser trasladado a otro lugar. Iluminóse de
pronto el salón a un grado tal que el Sol parecía tener en él su
morada. Y el Espíritu del doctor Fausto se le apareció entonces al
emperador bajo el aspecto y con las vestiduras y ornamentos de
un Papa y le dijo: «Te saludo, emperador, porque has sido hallado
digno de que yo, tu Mahoma, me presente ante ti». Y tras decir
estas breves palabras desapareció. Hincóse de rodillas el
emperador tras este encantamiento, e invocando a su Mahoma, lo
alabó y glorificó por haberlo hallado digno de presentarse ante él.
A la mañana siguiente entró el doctor Fausto en el palacio
donde el emperador tenía a sus mujeres y concubinas, y que nadie
podía visitar excepto los jóvenes castrados que las atienden. y
hechizó aquel palacio envolviéndolo en una niebla tan espesa que
no se podía ver nada. Adoptó luego Fausto el mismo aspecto y
figura que poco antes adoptara su Espíritu, y haciéndose pasar por
Mahoma, permaneció seis días en aquel palacio, y la niebla
persistió todo el tiempo que él estuvo allí. Esta vez el Gran Turco
exhortó a su pueblo a celebrar esos días con muchas ceremonias.
Y el doctor Fausto, entretanto, comía, bebía y se holgaba y
entregaba a toda suerte de placeres y deleites sensuales, hasta que
un día, tras haber hecho todo eso, se elevó por los aires con las
vestiduras y ornamentos de un Papa, de suerte que todos pudiesen
verlo. Y cuando se hubo alejado y la niebla se disipó, encaminóse
el Gran Turco al palacio, mandó convocar a sus mujeres y les
preguntó quién había estado allí para que esa niebla hubiera
envuelto su palacio tanto tiempo. Ellas le dijeron que había sido el
dios Mahoma, y que de noche mandábalas llamar por separado,
juntábase con ésta o aquélla y le decía que de su simiente nacería
un gran pueblo y muchos héroes valerosos. Consideró el Turco un
gran favor que Mahoma se hubiera juntado con sus mujeres, y
luego les preguntó si había dado buenas pruebas de su virilidad y
actuado como los humanos. Respondiéronle que sí, que tal había
sido su comportamiento y las había amado y abrazado, y
hallábase tan generosamente dotado que ellas hubieran querido
holgarse con él cada día. Además, dijeron, se acostaba con ellas
desnudo y adoptando figura humana; sólo su idioma les había
resultado incomprensible. Los sacerdotes intentaron convencer al
Gran Turco de que no había sido Mahoma, sino un fantasma, pero
las mujeres dijeron que, fantasma o no, había sido muy afectuoso
con ellas y de noche había dado excelentes pruebas de su virilidad
haciéndolo seis veces o más, y que se hallaba, en suma, muy bien
dotado, etc. Todo lo cual dio mucho que pensar al emperador
turco, sumiéndolo en grandes dudas.
Hacia la medianoche partió el doctor Fausto rumbo a El Cairo,
la gran capital que antes se llamaba Chayrum o Menfis, donde el
sultán egipcio tiene su corte y palacio. En Egipto se divide el río
Nilo, que es el más grande del mundo y, cuando el Sol entra en el
signo de Cáncer, riega e inunda toda la tierra de Egipto.
De allí se dirigió Fausto nuevamente hacia Oriente y,
avanzando hacia el norte, llegó a Ofen y Sabatz, en Hungría. La
ciudad de Ofen fue y sigue siendo la capital del reino de Hungría,
país fértil y donde hay ciertas aguas en las que si uno sumerge
hierro, saca cobre. Hay en él minas de oro, plata y toda suerte de
metales. Los húngaros llaman Start a esta ciudad que en alemán
tiene el nombre de Ofen49. Es una gran plaza fuerte, embellecida
por un magnífico castillo. De ahí se dirigió a Magdeburgo y
Lübeck en Sajonia. Es Magdeburgo sede episcopal, y en ella se
conserva una de las seis tinajas de Caná, en Galilea, en las que
Cristo transformó el agua en vino. Lübeck es también una sede
episcopal en Sajonia, etc. De Lübeck se dirigió a Erfurt, en
Turingia, donde hay una universidad. De Erfurt volvió por último
a Wittenberg, a su casa, después de haber viajado durante un año
y medio y visto tal cantidad de lugares que sería imposible
describirlos todos.
[27]
Sobre el Paraíso
[28]
Sobre un cometa
0
5
Véase Gén. 2, 10-14. Simbólicamente, Fausto sólo llega a columbrar la
espada flamígera del ángel que custodia la entrada del Paraíso, al que no
podrá tener acceso.
entonces sus poderes. Y es como un hijo bastardo 51 entre los
demás astros, pues sus padres son, según queda dicho arriba, el
Sol y la Luna.
[29]
Sobre las estrellas
[30]
Una pregunta sobre la naturaleza de los espíritus que atormentan a
los hombres
[31]
Otra pregunta sobre las estrellas que caen a la Tierra
»En cuanto a las estrellas que de pronto se iluminan y caen a la
Tierra, no es un fenómeno nada nuevo, sino que se produce cada
noche. Y esas chispas o llamas que vemos son, pues, pavesas -o
mucosidades, como las llamamos nosotros- que caen desde las
estrellas, y son glutinosas, negras y medio verdosas. Pues que una
estrella caiga es pura ilusión de los hombres, y cuando a veces
vemos, de noche, un gran río de fuego precipitarse desde lo alto,
no se trata, como solemos creer, de estrellas que caen. Pues si
algunas de esas pavesas o mucosidad es son mucho más grandes
que las otras, ello se debe a que las estrellas son también de
desigual grandor. Pues ninguna estrella cae del Cielo sin que Dios
así lo disponga, para castigar a un país y a sus gentes. Y esas
estrellas traen consigo todas las nubes del Cielo, originando
grandes inundaciones o incendios y arruinando al país y a sus
pobladores.
[32]
Sobre el trueno
y consiguió mediante
La nigromancia en las
Cortes de varios
Soberanos, así como
También su horrible
Y lamentable final
Y despedida
[33]
Una historia del doctor Fausto y el emperador Carlos V
[34]
Por arte mágica, el doctor Fausto le hace crecer una cornamenta
de ciervo en la cabeza a un caballero
5
5
En la acotación marginal, escrita en latín, se lee: Erat Raro ab Hardeck
(Era el barón von Hardeck), aunque no se haya podido precisar a qué
miembro de esta familia noble hace alusión el autor.
barón de noble origen, y esta aventura lo puso en gran ridículo.
Lo cierto es que el espíritu Mefostófiles ayudó a su amo fiel y
diligentemente e hizo crecer en la cabeza del caballero una
cornamenta de ciervo. Cuando éste se despertó y asomó la cabeza
por la ventana, se dio cuenta del hechizo ¡y qué susto tan terrible
el que se llevó el buen señor! Pues las hojas superiores de la
ventana se cerraron y ya no pudo avanzar ni retroceder con su
enorme cornamenta. Advirtiólo el emperador y se echó a reír y
holgóse mucho, hasta que por último el doctor Fausto lo liberó del
encantamiento.
[35]
De cómo el citado caballero quiso vengarse del doctor Fausto,
mas no lo consiguió
[36]
De cómo el doctor Fausto devoró una carga de heno, junto con el
carro y los caballos de un labriego
[37]
Que trata de tres nobles condes a los que el doctor Fausto llevó
por los aires a Munich, dando cumplimiento a su deseo de asistir a
las bodas del hijo del príncipe de Baviera
Tres nobles condes a quienes no podemos nombrar aquí, y que
por entonces estudiaban en Wittenberg, se reunieron un día para
comentar el esplendor y magnificencia que habría en las bodas del
hijo del príncipe de Baviera en Munich, y desearon poder estar
allí aunque sólo fuera media hora. Mientras conversaban, uno de
los señores tuvo una idea y dijo a los otros condes:
-Queridos primos: Si estáis dispuestos a seguirme, quiero
daros un buen consejo para que podamos asistir a las bodas y
estar de vuelta en Wittenberg esa misma noche. Os propongo que
mandemos llamar al doctor Fausto, le revelemos nuestro
propósito, le ofrezcamos un regalo y le pidamos que nos preste su
ayuda, que a buen seguro no nos la negará.
Convinieron los tres en esto y mandaron llamar a Fausto, le
expusieron su propósito, le hicieron un regalo y le ofrecieron un
espléndido banquete, de lo que Fausto se alegró mucho y
prometió ayudarlos. Cuando llegó el tiempo en que el hijo del
príncipe de Baviera iba a celebrar su boda, Fausto mandó llamar a
los condes a su casa y les dijo que se pusieran sus mejores galas y
todas las joyas que tuviesen. Luego cogió una ancha capa, la
extendió en el jardín que tenía junto a su casa, hizo sentar en ella
a los condes y él mismo se instaló en el medio; pidió les luego
encarecidamente que no hablasen ni dijesen una sola palabra
mientras durase el viaje, y si estando ya en el palacio del príncipe
alguien quería hablar con ellos o preguntarles algo, que tampoco
le respondiesen. Y ellos prometieron obedecerle en todo. Tras
recibir esta promesa, el doctor Fausto se sentó e hizo unos cuantos
conjuros, y de allí a poco se alzó un fuerte viento que levantó la
capa y los llevó por los aires de modo que pudieron llegar a
tiempo a Munich, a la corte del príncipe de Baviera. Durante el
viaje permanecieron invisibles y nadie advirtió su presencia hasta
que llegaron al palacio. Cuando los vio el maestresala, fue a
avisar al príncipe que todos los príncipes, condes y grandes
señores estaban ya sentados a la mesa, pero que afuera aún había
tres caballeros con un criado que acababan de llegar, y había que
recibirlos. Cosa que el viejo príncipe hizo, y aunque les dirigió la
palabra, ellos no quisieron responderle. Ocurrió todo esto de
noche, cuando en la corte se disponían a cenar y ellos ya habían
podido asistir a la espléndida celebración de la boda sin ningún
contratiempo, invisibles gracias a las artes del doctor Fausto.
Como ya se dijo, éste les había prohibido severamente hablar con
quien fuera durante todo el día, añadiendo que en cuanto él dijera
«¡Vamos!», todos juntos deberían coger con fuerza la capa para
así desaparecer al instante. Y mientras el príncipe de Baviera les
hablaba sin obtener respuesta alguna, pasaron un aguamanil y uno
de los condes desobedeció la orden del doctor Fausto; éste
exclamó entonces «¡Vamos!», y al punto desaparecieron Fausto y
los dos condes que habían aferrado la capa, mientras el tercero,
que se había atrasado, fue hecho prisionero y encerrado en un
calabozo. Los otros dos condes llegaron, pues, a Wittenberg hacia
la medianoche, muy confusos y afligidos por la suerte de su
primo, pero el doctor Fausto los consoló, prometiéndoles liberarlo
a la mañana siguiente. Estaba el conde cautivo sumamente
pesaroso e inquieto al verse así abandonado, y encima en una
prisión y vigilado por guardianes. Preguntáronle qué género de
hechizo había sido aquél y quiénes eran los otros tres que habían
desaparecido. Y el conde pensó: «Si los delato, esto acabará mal».
Por eso no dio respuesta a nadie, y ese día no pudieron sonsacarle
información alguna. Finalmente le anunciaron que al día siguiente
lo atormentarían para obligarlo a que hablase. Pensó el conde: «Si
el doctor Fausto no me libera esta noche y mañana me hostigan y
dan tormento, me veré obligado a hablar». Pero se consoló
pensando que sus compañeros pedirían insistentemente al doctor
Fausto que lo pusiera en libertad. Y así fue. Pues antes de que
rayara el día ya estaba Fausto a su lado y hechizó a los alcaides de
modo tal que cayeron en un profundo sueño. Luego abrió puertas
y candados con sus artes mágicas y llevó al conde prontamente
hasta Wittenberg, donde le fueron ofrecidos espléndidos regalos.
[38]
De cómo el doctor Fausto recibió dinero prestado de un judío y le
entregó en prenda su pierna, tras habérsela aserrado en presencia
del judío
Dicen que una bruja y un mago no consiguen ganar más de tres
hellers en el curso de un año. Y es lo que le ocurrió al doctor
Fausto. Muchas promesas le había hecho su Espíritu, mas eran en
gran parte falsas, pues el Diablo es un espíritu mentiroso. Solía
recordarle a Fausto las habilidades que le había enseñado y con
las cuales él mismo debería hacerse rico, pues gracias a ellas
jamás le faltaría dinero. Además, su tiempo aún no se había
consumido, le dijo un día, sino que sólo habían transcurrido
cuatro años desde la firma del pacto por el que él se comprometió
a que no le faltaran bienes ni dinero, y gracias a sus artes también
había podido procurarse comida y bebida en todas las cortes de
los poderosos, como ya se ha contado. Esta vez el doctor Fausto
tuvo que darle la razón sin oponerse, y se quedó pensando en lo
hábil que era. Y tras esta discusión y la explicación que le dio su
Espíritu, se fue a banquetear con unos buenos compañeros suyos.
Como se le acabara un día el dinero, viose obligado a pedir
prestado a los judíos. Cosa que hizo, pidiéndole sesenta táleros a
un judío por un mes. Cuando hubo transcurrido el plazo y el judío
esperaba recuperar su dinero junto con los réditos -aunque el
doctor Fausto no tuviera la menor intención de devolverle nada-,
fue a buscarlo a su casa y le exigió el pago de la deuda. Y el
doctor Fausto le dijo:
-Judío, estoy sin dinero y no sé cómo conseguirlo. Pero para
que tengas la seguridad de que pienso pagarte, voy a cortarme un
miembro, ya sea un brazo o una pierna, ya dejártelo en prenda con
la condición expresa de que me lo devuelvas en cuanto consiga el
dinero y te pague.
El judío, que de todas formas era enemigo de los cristianos,
pensó para sí: «Hombre temerario ha de ser si es capaz de dejar
sus miembros como prenda». Y aceptó complacido la oferta.
Cogió entonces el doctor Fausto una sierra, se cortó con ella una
pierna y se la dio al judío (aunque todo era puro encantamiento),
con la condición de que en cuanto consiguiera el dinero y le
pagara, se la devolviera para él mismo ponérsela otra vez en su
sitio. El judío quedó contento con el trato y se fue con la pierna.
Mas no tardó en cansarse de ella y se puso a pensar: «¿De qué me
servirá esta pierna corrompida? Si me la llevo a casa, empezará a
apestar, y tampoco será fácil reponerla en su lugar. Es sin duda
una prenda muy valiosa, y el hombre no hubiera podido
comprometerse más a fondo que cortándose una pierna, pero a mí
no me aportará nada». Y con estos y otros pensamientos (como el
mismo judío confesó más tarde), llegó hasta un puente y arrojó la
pierna al río. Muy bien lo sabía el doctor Fausto, pues al cabo de
tres días mandó llamar al judío diciéndole que quería pagarle.
Cuando llegó, Fausto le preguntó dónde tenía la prenda, que si se
la devolvía, le pagaría. Díjole el judío que como no le servía a
nadie, la había tirado. Pero el doctor Fausto insistió en que si no le
devolvía la prenda, es decir su pierna, tendría que someterse a su
voluntad. Y para deshacerse de él, el judío tuvo que pagarle
sesenta táleros más, y el doctor Fausto conservó su pierna sana y
salva.
[39]
El doctor Fausto embauca a un tratante en caballos
[41]
Sobre una reyerta entre doce estudiantes
[42]
7
5
Löwenpfennig: antigua moneda de Turingia y Sajonia.
Una aventura con unos labradores borrachos
[43]
De cómo el doctor Fausto vendió cinco puercos a seis florines
cada uno
[44]
Sobre las aventuras del doctor Fausto en la corte del príncipe de
Anhalt
Llegó en cierta ocasión el doctor Fausto a la corte del conde de
Anhalt (actualmente son príncipes), quien lo colmó de gracias y
favores. Aquello ocurrió un mes de enero. En la mesa, Fausto
advirtió que la condesa estaba en meses mayores. Cuando terminó
la cena y sirvieron los postres, el doctor Fausto dijo a la condesa:
-Dignísima señora, como siempre he oído decir que las
mujeres encinta tienen deseos y antojos de muy diversas cosas,
ruego a V .E. tenga a bien no ocultarme qué le apetecería comer.
Y ella le respondió:
-Señor doctor, la verdad es que no quisiera ocultároslo: me
apetecería que fuera otoño y poder comer uvas y fruta fresca hasta
saciarme.
A lo cual replicó el doctor Fausto:
-Dignísima Señora, no me será nada difícil complaceros. En
media hora será satisfecho el deseo de V .E.
Y cogiendo seguidamente dos fuentes de plata las puso fuera,
ante la ventana. Así que hubo transcurrido la media hora, sacó las
manos fuera y volvió a meter las fuentes: en una de ellas había
uvas blancas y coloradas, y en la otra, manzanas y peras, aunque
de especies exóticas y provenientes de tierras muy lejanas. Y
mostrándoselas a la condesa, le dijo:
-No tenga V. E. reparo alguno en comerlas, pues vienen de
tierras exóticas y muy remotas, donde el verano está a punto de
acabar.
Admiróse mucho la condesa y comió de todas las uvas y frutas
con gran contento. Y el príncipe de Anhalt no pudo por menos de
preguntar qué uvas y frutas eran aquéllas y cómo las había
conseguido.
Y el doctor Fausto le respondió:
-Dignísimo Señor, ha de saber V. E. que el año se divide según
los dos hemisferios de la Tierra, y que cuando aquí es invierno,
como ahora, en Oriente y Occidente es verano. Pues el cielo es
redondo y el Sol se encuentra ahora en su punto más alto, por lo
que aquí tenemos los días más cortos y el invierno. Pero en
Oriente y Occidente, así como en Saba, la India y en todas las
tierras de Levante, el Sol desciende, de ahí que tengan verano y
dos cosechas de fruta al año. Además, cuando es de noche entre
nosotros, para ellos empieza el día, pues el Sol se ha instalado
debajo de la Tierra. Es algo semejante a lo que ocurre con el mar:
que llega a elevarse muy por encima de la Tierra, y si no
obedeciera al Altísimo, podría aniquilarla en un instante. Así,
pues, ahora el Sol sube allí y desciende aquí, entre nosotros.
Sabiendo esto, dignísimo Señor, envié hacia allí a mi Espíritu, que
puede volar rápidamente y transformarse al punto en lo que le
plazca; él ha traído estas uvas y frutas.
Con gran admiración escuchó el príncipe todo esto.
[44a]
Donde se narra otra aventura del doctor Fausto con el mismo
conde, para complacer al cual hizo surgir por arte mágica un
espléndido castillo en lo alto de una colina
[45]
De cómo el doctor Fausto visitó con unos estudiantes tas bodegas
del obispo de Salzburgo
9
5
Rheinfall: vino del sur, en particular de la región de Rivoli, cerca de
Verona.
Despidióse el doctor Fausto del conde y volvió a Wittenberg
cuando se acercaba el Carnaval. Fausto, que hacía de Baco,
convidó a varios estudiantes y los agasajó espléndidamente, y
como ellos querían seguir celebrando las fiestas con su anfitrión,
éste los persuadió de que fueran con él a unas bodegas y probaran
unos vinos magníficos que quería ofrecerles, propuesta que ellos
aceptaron de inmediato. Cogió entonces Fausto una escalera de su
jardín, hizo que cada uno se sentara en un paso y partió con todos
hacia las bodegas del obispo de Salzburgo, donde llegaron esa
misma noche. Allí probaron todo género de vinos y bebieron sólo
de los mejores, pues dicho obispo tenía unos viñedos magníficos.
Y estando todos juntos en la bodega, bastante alegres de cascos
-el doctor Fausto había llevado consigo un pedernal para que
pudiesen ver las cubas-, se apareció de pronto el bodeguero del
obispo y empezó a dar voces diciendo que unos ladrones habían
irrumpido en la bodega. Enojado, el doctor Fausto exhortó a sus
compañeros a retirarse, y cogiendo al bodeguero por los cabellos,
echó a volar con él hasta llegar a la copa de un gran pino, donde
lo dejó, presa de gran temor y espanto. Luego volvió a casa con
sus compañeros, y antes de despedirse, brindaron con el vino que
Fausto había traído en unas botellas muy grandes de las bodegas
del obispo. Y el bodeguero tuvo que quedarse toda la noche en la
copa del árbol, cuidando de no caerse y pasando un frío muy
intenso. Cuando amaneció, vio que el pino era tan alto que le sería
imposible bajar, pues no tenía ramas ni arriba ni abajo, y llamó a
unos labriegos que por ahí pasaban, les contó lo que le había
ocurrido y les rogó que lo ayudaran a bajar. Asombráronse mucho
los labriegos y fueron a contar la nueva en la corte de Salzburgo.
Acudió entonces gran cantidad de gente y pudieron bajarlo con
ayuda de cuerdas y mucha dificultad y trabajo. Pero el bodeguero
no supo decir quiénes habían estado en las bodegas ni quién lo
había subido a aquel árbol.
[46]
Sobre el Martes de Carnaval
Tras haber celebrado el Domingo de Carnaval en casa del
doctor Fausto, esos siete estudiantes -cuatro de los cuales eran
Maestros y estudiaban teología, jurisprudencia y medicina- fueron
convidados nuevamente a cenar el Martes de Carnaval (pues eran
huéspedes muy conocidos y apreciados del doctor Fausto). Y
después de haberles servido pollo, pescado y asado en raciones
asaz frugales, consoló a sus convidados con las siguientes
palabras:
-Estimados señores, ya habéis visto la frugalidad de mi cena,
con la cual tendréis que contentaros. Mucho mejor será el vino
que bebamos antes de acostarnos. Como bien sabéis, en las cortes
de muchos poderosos se celebra el Carnaval con viandas y
bebidas deliciosas, que vosotros también probaréis. Y ésta es la
razón por la que os he servido tan poca comida y bebida y casi no
habéis saciado vuestra hambre: hace dos horas que puse en mi
jardín tres botellas, una de cinco azumbres y las otras dos de
ocho, y le ordené a mi Espíritu que trajera vino húngaro, italiano
y español. Asimismo he puesto en mi jardín quince fuentes llenas
de todo género de viandas que sólo tengo que calentar. Y debéis
creerme: no es ningún encantamiento y, por tanto, no penséis estar
comiendo algo irreal.
Cuando acabó su discurso, ordenó a su fámulo Wagner que
preparase otra mesa, cosa que éste hizo. Y sirvió cinco veces tres
platos diferentes, toda suerte de caza mayor y menor, fritadas y
otras cosas semejantes. Como vino de mesa sirvió el vino italiano,
y como vinos de honor, los de Hungría y España, y cuando
estuvieron todos ahítos y repletos (aunque sobraba mucha
comida), pusiéronse a cantar y a bailar y no volvieron a sus casas
hasta que amaneció. Pero por la mañana fueron convidados al
verdadero Carnaval.
[47]
El Miércoles de Ceniza, día del verdadero Carnaval
El Miércoles de Ceniza, día del verdadero Carnaval 60,
volvieron los estudiantes convidados a la casa del doctor Fausto,
quien les ofreció un magnífico festín durante el cual cantaron y
bailaron alegremente, entregándose a toda suerte de diversiones.
Y cuando empezaron a circular las copas grandes y los vasos, el
doctor Fausto puso en práctica sus artes mágicas, de modo que en
el salón oyeron sonar toda suerte de instrumentos de cuerda sin
saber de dónde provenía la música. Pues en cuanto cesaba un
instrumento, empezaba otro: ora un órgano, ora un positivo, o
bien laúdes, violines, cítaras, arpas, cromornos, trompetas, flautas
de pico y pífanos, en suma, que había allí toda suerte de
instrumentos. En eso empezaron a bailar los vasos y las copas, y
el doctor Fausto cogió unas diez cazuelas y las puso en medio de
la sala, y todas empezaron a bailar y a golpearse unas contra otras
hasta hacerse añicos, provocando grandes risadas en la mesa.
Poco después dispuso otro pasatiempo: mandó traer un gallo del
corral y lo puso sobre la mesa; y en cuanto le dio de beber, el ave
empezó a cantar espontáneamente. Y luego otro más: puso sobre
la mesa un instrumento e hizo pasar al salón a un mono viejo que
empezó a bailar al son de hermosas melodías. Y tras haberse
divertido así hasta altas horas de la noche, pidió a los estudiantes
que se quedasen a cenar con él, pues quería preparar una cena de
aves e ir después con ellos al baile de disfraces, cosa que
aceptaron de buen grado. Tomó entonces el doctor Fausto una
vara y la sacó por la ventana, y al punto acudieron toda suerte de
pájaros que en cuanto se posaban en ella, no podían ya alzar el
vuelo. Y cuando hubo apresado un buen número, los estudiantes
lo ayudaron a matarlos y desplumarlos. Eran alondras, zorzales y
cuatro patos silvestres. Y tras haber comido y bebido hasta la
saciedad, fueron juntos al baile de disfraces. Ordenóles el doctor
Fausto que se pusieran todos camisas blancas y luego lo dejaran
actuar libremente. Cosa que hicieron. Y al mirarse luego los
estudiantes unos a otros, pensaron que ninguno de ellos tenía
cabeza y entraron en distintas casas, causando gran espanto entre
la gente. Mas cuando los señores a cuya casa habían ido a buscar
0
6
En realidad, el día del verdadero Carnaval es el martes, aunque Fausto,
por impiedad, lo celebra el Miércoles de Ceniza, día de ayuno y penitencia.
los pastelillos de Carnaval los sentaron a la mesa, recuperaron su
aspecto habitual y fueron reconocidos de inmediato. Poco después
volvieron a metamorfosearse y les crecieron cabezas y orejas de
asno verdaderas. Y así continuaron divirtiéndose hasta la
medianoche, tras lo cual cada cual volvió a su casa a dormir,
poniendo fin a aquel día de Carnaval.
[48]
La cuarta noche de Carnaval, el jueves
[49]
Sobre la invocación de Elena el domingo de Cuasimodo
El domingo de Quasimodo se presentaron de improviso los ya
mencionados estudiantes en casa del doctor Fausto a la hora de
cenar, llevándole comida y bebida, pues eran huéspedes muy bien
vistos. Cuando sirvieron el vino, empezaron a hablar de mujeres
bellas y uno de ellos dijo que la mujer que más le agradaría ver
era Elena de Grecia, causante de la ruina y destrucción de la
hermosa ciudad de Troya. Tuvo que haber sido muy bella, dijo,
para que se la arrebataran a su esposo y por su culpa empezara esa
terrible guerra. Respondió el doctor Fausto:
-Puesto que tan deseosos estáis de contemplar la figura de la
reina Elena, esposa de Menelao, hija de Tíndaro y Leda, y
hermana de Cástor y Pólux, que fue, según dicen, la mujer más
bella de Grecia, haré que se os aparezca para que podáis ver
personalmente su espíritu con el mismo porte y apariencia que en
vida tuvo, tal y como di cumplimiento al deseo del emperador
Carlos V haciendo que se le apareciesen el emperador Alejandro
Magno y su esposa.
Luego ordenó el doctor Fausto que nadie dijese una palabra, ni
se levantase de la mesa, ni se atreviera a saludar, y salió de la sala.
Cuando volvió, lo seguía muy de cerca la reina Elena, y su belleza
era tal que los estudiantes no sabían si eran dueños o no de sus
sentidos, ¡tan confusos y extasiados estaban! Llevaba Elena un
precioso vestido de púrpura negra, sus cabellos, brillantes y
espléndidos como el oro, eran tan largos que le llegaban hasta las
corvas, tenía un par de hermosos ojos negros como el carbón, un
gracioso rostro y una cabeza pequeña y redonda, los labios rojos
como cerezas, la boca menuda, un cuello de cisne blanco, las
mejillas como dos rosas coloradas, la tez de un brillo y una
belleza incomparables, y el talle esbelto, bien formado y muy
recto. En suma, no podía descubrirse en ella tacha alguna. Paseó
entonces por todo el salón una mirada burlona y atrevida que
inflamó el corazón de los estudiantes, mas como sabían que era
un espíritu, muy pronto se les fue el ardor. Y Elena volvió a salir
de la sala en compañía del doctor Fausto.
Después de ver todo esto, pidieron los estudiantes a Fausto que
les hiciera el inmenso favor de volver a invocarla al día siguiente,
pues querían traer a un pintor para que la retratase. Pero el doctor
Fausto se negó diciendo que no podía invocar su espíritu todo el
tiempo, aunque sí quería hacerles llegar un retrato de ella para que
mandasen hacer una copia. Cosa que hizo. Y más tarde los
pintores la enviaron por todas partes, pues era una mujer de
espléndida belleza, aunque nunca se pudo averiguar quién le pintó
aquel cuadro a Fausto. Y cuando los estudiantes se acostaron, no
pudieron dormir pensando en la belleza que habían visto con sus
propios ojos. Y así vemos que el Diablo suele embaucar y cegar
de amor a los hombres, haciéndoles caer en una vida lujuriosa de
la que luego no pueden escapar fácilmente.
[50]
Sobre un juego de manos que hizo saltar por los aires las cuatro
ruedas del carro de un labriego
[51]
Sobre cuatro magos que se cortaban la cabeza unos a otros y
volvían luego a colocársela, y lo que les hizo el doctor Fausto
[52]
Sobre un anciano que quiso apartar al doctor Fausto de su vida
impía y convertirlo, y de la ingratitud de que fue víctima
[53]
El segundo pacto que el doctor Fausto entregó a su Espíritu
3
6
Véase Hch. 13, 6-10.
«Yo, Johann Fausto, doctor, declaro y confirmo con mi propia
mano y sangre que he cumplido firme y estrictamente con mi
primer compromiso y contrato durante diecisiete años, y he sido
enemigo de Dios y de todos los hombres. Por el presente renuncio
ahora a mi cuerpo y a mi alma y se los entrego al poderoso dios
Lucifer, de modo que pueda disponer de mí a toda su guisa y
talante. A cambio de lo cual él me promete no acortar ni alargar
mi vida, ni tampoco imponerme suplicio alguno a la hora de mi
muerte o en el Infierno. Yo, a mi vez, me comprometo a no
obedecer nunca más a ningún hombre ni a escuchar sus
admonestaciones, enseñanzas, doctrinas, consejos o amenazas, ya
sea que invoque la palabra de Dios o bien razones de orden
temporal o espiritual, y, sobre todo, a no obedecer a ningún
preceptor religioso ni a seguir sus enseñanzas, sino a observar
firme y fielmente lo estipulado en el presente contrato, que
ratifico y suscribo con mi propia sangre. En Wittenberg, etc.»
Tras firmar este pacto impío y condenable se enemistó Fausto
a tal punto con el buen anciano que hasta llegó a atentar contra su
vida. Mas la conducta y devoción cristianas de aquel hombre
pusieron tal freno al Enemigo malo que éste nada pudo hacer
contra ellas. Pues al cabo de dos días, cuando el piadoso anciano
iba a acostarse, oyó en su casa un estrépito tan grande como jamás
había oído anteriormente, y algo entró el su aposento gruñendo
como un cerdo y se estuvo allí bastante rato. El anciano empezó
entonces a mofarse del Espíritu diciendo: «¡Oh, qué bella música
campestre llega a mis oídos! ¡Qué hermosa canción la de este
fantasma! ¡Qué bello canto de alabanza de un ángel que no pudo
permanecer ni dos días en el Paraíso y se introduce
engañosamente en las casas ajenas al ser incapaz de quedarse en
la suya propia!». Y con estos comentarios burlones alejó al
Espíritu. Cuando el doctor Fausto le preguntó cómo le había ido
con el anciano, el Espíritu le respondió diciendo que no había
podido hacerle ningún mal porque llevaba puesta una sólida
armadura (se refería a la oración). Además, había hecho escarnio
de él, cosa que los espíritus o demonios no pueden soportar, sobre
todo cuando les recuerdan su caída. Así protege Dios a todos los
cristianos piadosos que se someten y encomiendan a Él contra el
Maligno.
[54]
Sobre dos personas a las que el doctor Fausto juntó el año
decimoséptimo después de su pacto
[55]
Sobre las diversas plantas que el doctor Fausto tenía en su jardín
durante el invierno, y lo que aconteció en la Navidad del año
decimonoveno después de su pacto
[56]
De cómo el doctor Fausto reunió un ejército contra el barón al
que, en la corte del emperador, hizo crecer una cornamenta de
ciervo en la cabeza con sus artes mágicas, el año decimonoveno
después de su pacto
[57]
Sobre los amoríos del doctor Fausto en los años decimonoveno y
vigésimo después de su pacto
[58]
Sobre un tesoro que el doctor Fausto encontró el año vigésimo
segundo después de su pacto
4
6
Saeuwisch unnd Epicurisch leben. La fórmula, muy empleada por Lutero,
remonta a una de las Epístolas (I, 4, 16) de Horacio.
la serpiente, que se escondió en una concavidad, y cuando
desenterró el tesoro, no encontró sino carbones, y vio y oyó
trasguear a muchos fantasmas a su alrededor. Cogió entonces los
carbones y se los llevó a casa, donde al punto se convirtieron en
piezas de oro y plata cuyo valor, según declaró más tarde su
fámulo, se estimó en varios miles de florines.
[59]
Sobre Elena de Grecia, que vivió amancebada con Fausto durante
su último año
5
6
Fausto el Justo. La acotación marginal, escrita en latín, significa: No se
sabe con seguridad si fue bautizado.
Sigue ahora lo que
El doctor Fausto
Después de su pacto
[60]
Sobre el testamento del doctor Fausto, en el que nombró heredero
a su criado Wagner
[61]
El doctor Fausto comenta con su criado el testamento
6
6
Pese a su aparente precisión, no ha podido verificarse la veracidad de
estos datos, al parecer inventados por el autor de la Historia.
-¡Señor y padre mío! Bajo el aspecto y del tamaño de un
mono.
Y al punto se le apareció un Espíritu con el porte y aspecto de
un mono, y empezó a dar saltos por todo el salón. Dijo entonces el
doctor Fausto:
-¡Pues míralo, ahí lo tienes! Aunque no entrará a tu servicio
sino hasta después de mi muerte, cuando mi espíritu Mefostófiles
ya no esté a mi lado y tú no puedas verlo, y siempre que cumplas
con la promesa que de ti se espera. Y deberás llamarlo Urián 67,
pues tal es su nombre. Te ruego asimismo no revelar mis artes,
gestas y aventuras hasta después de mi muerte, y que entonces lo
escribas todo y compongas una historia, tarea en la que tu espíritu
Urián te ayudará. Lo que se te olvide, él te lo recordará. Pues a
través de ti querrán conocer mi historia.
[62]
De cómo el doctor Fausto cayó víctima de una violenta
desesperación cuando sólo le quedaba un mes de vida, y empezó a
lamentarse y suspirar, pensando en su diabólica existencia
[63]
7
6
Auwerhan (Auerhahn, en al. mod.: gallo silvestre, urogallo), posible
corrupción de Urián, uno de los nombres del Demonio.
Lamento del doctor Fausto por tener que morir siendo un hombre
todavía joven y lleno de vida
[64]
Otro lamento del doctor Fausto
[65]
De cómo el Espíritu maligno atormentó al afligido Fausto con
dichos y refranes maliciosos y burlescos
[66]
Lamento del doctor Fausto sobre el Infierno y sus indescriptibles
penas y tormentos
«¡Ay de mí, pobre condenado! ¿Por qué no seré un animal que
muere sin alma, pues así ya no tendría nada que temer? Pero
ahora el Diablo se apoderará de mi cuerpo y de mi alma y me
arrojará a las indecibles tinieblas del tormento. Pues así como las
almas de los bienaventurados llevan en sí mismas la belleza y la
alegría, yo, pobre infeliz, y todos los condenados hemos de sopor-
tar insondables horrores y abominaciones, hediondez, coacción,
oprobio, temores, temblores, sufrimientos, tribulaciones, alaridos,
llanto y crujir de dientes. Pues todas las criaturas de Dios son
enemigas nuestras, y a diferencia de los santos, nosotros hemos de
sufrir un eterno oprobio. Aún recuerdo que una vez interrogué a
mi Espíritu sobre la condenación, y él me dijo que entre los
condenados había grandes diferencias, pues no todos los pecados
son iguales. Y añadió que así como las granzas, la madera y el
hierro son consumidos de forma diferente por el fuego, aquéllas
más fácilmente y éste con mayor dureza, así también los
condenados arden distintamente entre las llamas del Infierno. ¡Oh
condenación eterna, inflamada por la ira de Dios, hecha de fuego
y ardor, que no necesitas ser atizada en toda la eternidad! ¡Ay, qué
congojas, penas y tormentos nos aguardan entre todo ese llorar de
ojos, crujir de dientes, hedor de narices, planto de voces, espanto
de oídos y temblor de manos y de pies! ¡De buen grado
renunciaría al Cielo si pudiera así escapar del castigo eterno! ¡Ay!
¿Quién podrá librarme del indescriptible fuego que abrasa a los
condenados? Pues no habrá allí ayuda de ninguna especie, de
nada me servirá llorar mis pecados, ni tampoco habrá tregua de
día ni de noche. ¡Ay mísero de mí! ¿Quién querrá salvarme?
¿Dónde está mi refugio? ¿Dónde mi protección, ayuda y amparo?
¿Dónde mi fortaleza? ¿De quién puedo esperar consuelo? No de
los elegidos de Dios, pues me daría vergüenza dirigirme a ellos y
tampoco obtendría respuesta. Antes bien debería cubrirme el
rostro con un velo para no ver la dicha de los bienaventurados.
¡Ay! ¿Para qué lamentarme si no hay ayuda posible y sé que no
hallará consuelo mi lamento? Amén, amén. Yo lo he querido así, y
ahora he de sufrir las consecuencias.»
[67]
Sigue ahora el final horrible y espantoso del doctor Fausto, que ha
de servir de ejemplo y escarmiento a todos los cristianos
8
6
Rimlich: probablemente un nombre inventado. Algunas fuentes señalan
la ciudad de Staufen, en Brisgovia, como el lugar donde Fausto fue
asesinado por el Diablo.
estudiantes que fueran con él a otro aposento, pues quería decirles
algo. Cosa que hicieron. Y el doctor Fausto les dijo entonces la
siguiente.
[68]
Oratio Fausti ad Studiosos69
9
6
Oratio Fausti ad Studiosos: Discurso (de despedida) de Fausto a los
estudiantes. El motivo de la despedida de Fausto fue retornado por Thomas
Mann en su novela Doktor Faustus.
ante vuestros ojos y Le roguéis que os proteja contra los ardides y
engaños del Demonio y no os deje caer en la tentación, sino que
más bien os mantenga a Su lado y no permita que os alejéis de Él
como lo hice yo, hombre impío y condenado que desprecié y
renegué del bautismo, sacramento de Cristo, de Dios mismo, de
todos los ejércitos celestiales y todos los hombres: de un Dios que
no desea que nadie se pierda ni condene. Tampoco os dejéis tentar
por las malas compañías como lo hice yo, antes bien frecuentad
con asiduidad y diligencia las iglesias, y combatid y venced
siempre al Demonio con una sólida fe en Cristo, orientando
vuestra vida según Sus enseñanzas.
Por último quisiera concluir pidiéndoos que os acostéis y
durmáis tranquilamente sin dejaros inquietar por nada; y aunque
escuchéis grande ruido y estrépito en la casa, no os asustéis, pues
nada malo puede ocurriros. Tampoco os levantéis de la cama. Y
cuando encontréis mi cuerpo muerto, mandad lo sepultar en la
tierra, porque muero como buen y como mal cristiano: como
bueno, porque siento un sincero arrepentimiento y en mi corazón
no dejo de rogar por la salvación de mi alma; como malo, porque
sé que el Diablo quiere llevarse mi cuerpo y yo estoy dispuesto a
entregárselo siempre que deje en paz a mi alma. Y ahora os ruego
que vayáis a acostaros y os deseo una buena noche, que para mí
será más bien enojosa, espantable y mala.»
Dijo el doctor Fausto estas palabras con gran entereza de
ánimo, por no poner temor, espanto ni desaliento en los
estudiantes. Pero éstos quedaron asombradísimos al ver que había
tenido la osadía de exponer cuerpo y alma a semejante peligro tan
sólo por impiedad, curiosidad sacrílega y afición a la magia. Lo
compadecieron de verdad y le dijeron:
-¡Ay, señor Fausto! ¿Por qué habéis guardado silencio tanto
tiempo y no nos revelasteis antes estas cosas? Con la ayuda de
doctos teólogos hubiéramos podido libraros y arrancaros de las
redes del Demonio, pero ahora es demasiado tarde y hasta sería
peligroso para vuestro cuerpo y alma.
Y el doctor Fausto respondió que no se lo hubieran permitido,
aunque varias veces había deseado ya pedir consejo y ayuda a
personas piadosas. Y añadió:
-Como me ocurrió con un vecino mío, que me aconsejó seguir
sus enseñanzas, apartarme de la magia y convertirme. Y cuando
ya estaba dispuesto a hacerlo, vino el Diablo y quiso llevarme
como lo hará esta noche, y me dijo que en cuanto intentara
acercarme de nuevo a Dios, él me asestaría el golpe de gracia.
Al oír lo cual dijéronle los estudiantes que puesto que no cabía
esperar ya otra cosa, debería invocar a Dios e implorarle perdón
en nombre de Jesucristo, Su Hijo bienamado, diciéndole: «¡Dios
mío, ten piedad de mí, pobre pecador, y no me hagas comparecer
ante Tu santísimo tribunal, pues no podría defenderme! Y aunque
deba entregarle mi cuerpo al Diablo, te suplico le des acogida a
mi alma». Y tal vez Dios se apiadaría. Él les prometió entonces
que rezaría, aunque no tenía muchas esperanzas, como Caín, que
decía que sus pecados eran demasiado grandes para ser
perdonados. También Fausto pensaba que había sido demasiado
imprudente firmando aquel pacto, y aquellos estudiantes y buenos
señores se despidieron de él entre llantos y abrazos. Quedóse
Fausto solo en el aposento mientras los demás se fueron a acostar,
aunque no se durmieron, pues querían ver cómo acabaría todo
aquello.
Y entre la medianoche y la una de la madrugada, un viento
tempestuoso se abatió sobre la casa, rodeándola por todos lados
con tal fuerza que se hubiera dicho que iba a reducirla a
escombros. Muy asustados, los estudiantes saltaron de sus camas
y empezaron a consolarse unos a otros, aunque ninguno quiso
salir del aposento, que estaba muy próximo al del doctor Fausto.
Por su lado, el posadero corrió a buscar refugio en otra casa. De
pronto oyeron unos horribles silbidos, como si la casa estuviera
llena de culebras, víboras y otras serpientes venenosas, y se abrió
la puerta de la sala donde estaba el doctor Fausto, que rompió a
gritar «¡Socorro! ¡Asesino», pero con una voz apagada que muy
pronto dejó de oírse. Cuando amaneció, los estudiantes, que no
habían dormido en toda la noche, entraron en la sala donde había
estado el doctor Fausto, mas no lo encontraron: sólo vieron
salpicaduras y manchas de sangre por todas partes, y el cerebro
pegado a la pared, pues el Diablo lo había matado estrellándolo
contra las paredes. También hallaron los ojos y unos cuantos
dientes: jun espectáculo horrendo y espantoso! Y empezaron los
estudiantes a compadecerlo y a llorarlo, al tiempo que lo buscaban
por todos lados. Por último encontraron su cuerpo fuera, no lejos
del estercolero, y el aspecto era horrible, pues la cabeza y los
miembros pendían quebrantados.
Los ya mencionados Maestros y estudiantes que estuvieron
presentes cuando murió el doctor Fausto lograron que lo
enterrasen en aquella aldea. Luego se dirigieron a Wittenberg, a
casa del doctor Fausto, y encontraron en ella a su fámulo, Wagner,
desesperado por la suerte de su amo. También hallaron esta
historia de Fausto -escrita y redactada por él mismo, como ya se
dijo, y a la que sólo le faltaba el final, que ellos añadieron luego-,
y los escritos de su fámulo, que darán origen a un nuevo libro. Y
aquel mismo día no pudieron descubrir ya el menor rastro de
Elena, la hechizada, que había desaparecido junto con su hijo. Y
la casa se volvió desde entonces un lugar tan siniestro que nadie
pudo volver a habitarla. El doctor Fausto se le apareció en
persona a su fámulo una noche y le reveló muchas cosas secretas.
Y algunos aseguran haberlo visto asomado a la ventana cuando
pasaban por ahí de noche.
Y así termina la verdadera historia del doctor Fausto y de sus
aventuras y artes mágicas, en la que todo cristiano -y
particularmente aquellos cuyo espíritu se muestre inclinado a la
soberbia, presunción, curiosidad sacrílega y contumacia- podrá
aprender a temer a Dios, a evitar la magia, las conjuraciones y
otras artes diabólicas severamente prohibidas por Él, y a no
ofrecerle hospitalidad al Diablo ni darle cabida alguna, como lo
hizo Fausto, cuyo pacto y terrible final constituyen por eso un
ejemplo admonitorio. Abstenerse, pues, de semejantes prácticas,
amar solamente a Dios y tener puesta en Él la mirada, adorarlo,
servirlo y glorificarlo sólo a Él con toda el alma, con todo el
corazón y todas nuestras fuerzas, renunciando en cambio al
Diablo y a toda su hueste infernal, para alcanzar la
bienaventuranza eterna con Cristo, amén, amén, es lo que os
deseo a todos y cada uno desde lo más hondo de mi corazón.
Amén.
1 Pe. 5
«Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el Diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al
cual resistid firmes en la fe.»