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NlricA J' SociMDd, 4 HQYXセ@ M ldrid (pp. 7'9-1001
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resuelve, mientras la renuncia al mismo nos pri- tor a sector con una dinámica general y, por idén-
vade una categoría esencial para el análisis de la ticos motivos, lo que es un proceso permanente y
sociedad actual. Y es que, si se acepta el con- recurrente con un proceso a plazo fijo, con prin-
cepto, o bien se admite a continuación que una cipio y fin. Según esto. la historía discurrida más
parte creciente de la sociedad escapa al modo de o menos del siguiente modo: una vez que la pro-
producción o a la esfera de la producción propia- ducción se (ibera de los lazos de dependencia
mente dicha (el Estado, el trabajo improducti- personales y se somete al único criterio del mer-
vo, la familia, los «residuos-de-modos-de-pro- cado. es decir, una vez que deja de ser produc-
duceción-anteriores»), con lo cual el concepto ción familiar para la autosubsistencia y/o pro-
pierde sus funciones explicativas, o bien se pasa ducción feudal, y una vez que se eliminan las
a considerarlo como una especie de poderoso regias que obstaculizan el libre desarrollo de la
enano que, comprendiendo cuantitativamente competencia —o sea, que se suprimen los gre-
cada vez menos, significaría cualitativamente ca- mios y sus reglamentaciones—> los pequeños
da vez más (al desempeñar un papel «determi- productores se ven forzados a competir entre si y
nante» y, quizá, «dominante» en relación a con los grandes capitales producto de la llamada
ellas). «acumulación primitiva’> —de la que Marx, co-
En todo caso, la producción —y el «modo’> de mo es sabido, tenía una visión muy poco bucó-
llevarla a cabo— parece representar cada vez me- lica—. Más tarde o más temprano, los pequeños
nos en el conjunto de la vida social, por mucho productores sucumben frente a la mayor produc-
que se le siga asignando un papel predominante tividad de los grandes, con lo que el modo de pro-
o simplemente privilegiado. Se admite que es ducción mercantil es progresiva e inexorable-
producción aquello que sólo es producción, pero mente sustituido por el modo de producción ca-
no lo que se solapa con otras relaciones sociales, pitalista sector a sector, mercado a mercado, país
como las del poder político o el parentesco. En a país, iniciándose una evolución que culminará
contra de este criterio restrictivo, aquí postulare- con el dominio indiscutido del capitalismo, salvo
mos la existencia o, mejor, la coexistencia de dis- que la revolución socialista se interponga en el
tintos modos de producción: el capitalista, por camino.
supuesto; el mercantil simple o mercantil a secas, El surgimiento de muchos capitalistas —escribe
al que se suele considerar con demasiada frivoli- Marx— sólo es posible mediante una acumulación
dad periclitado; el doméstico, que podemos in- multilateral, pues el capital, en general, sólo mediante
la acumulación surge. y la acumulación multilateral
dentificar de momento con la esfera del hogar fa-
se transforma necesariamente en acumulación unila-
miliar; y el burocrático, que comprende lo que teral. La acumulación, que bajo el dominio de la pro-
normalmente llamamos sector público —exclui- piedad privada es co,tcenrraciórt del cap/ra! en pocas
das las empresas públicas, que son empresas manos> es una consecuencia necesaria cuando se deja
a los capitales seguir su curso natural (Marx. 1977:
capitalistas de propiedad pública. 7475).
~PM1Jfi.&
ó
al fundamento económico de la familia tradicio- ducción estrictamente económicos, como el capi-
nal y al trabajo correspondiente a ésta, incluso talista y el mercantil simple, pero no supieron ver
los antiguos vínculos familiares’> (Marx, 1975a: aquellos otros que se confundían y se confunden
1/2, 595). «(...) El sistema fabril (...) se encargó de con instituciones no económicas, o no meramen-
minar el último vestigio de los intereses comunes, te económicas, como el modo de producción bu-
la comunidad familiar de bienes, que se halla ya rocrático, que se superpone en parte a, o forma
(...) en trance de liquidación’> (Engels, 1970: 124). parte del Estado, o el modo de producción do-
En ningún momento se le pasó por la cabeza al méstico, que se desenvuelve en la esfera de la
critico del capitalismo que, de puertas adentro familia y se entrecruza con ella. Solamente desde
del hogar familiar, pudiera haber algo susceptí- esta negación de la existencia de sendos modos
ble de ser calificado como un modo de produc- de producción burocrático y doméstico puede en-
ción o digno siquiera de análisis. No por casuali- viarse tanto a la familia coi~o al Estado, sin car-
dad escribía Marx a Kugelmann, en un alarde de go de conciencia, a la esfera de las «superestruc-
menosprecio de la problemática de la mujer: turas”. Tal como ha afirmado brillante y lapida-
riamente un sociólogo de la familia,
¿Acaso su esposa participa en la gran campaña de
emancipación de las mujeres alemanas? Creo que las (..)la teoría marxiana (>3 no es una teoría de tasfor-
mujeres alemanas deberían comenzar por impulsar a tnaciones sociales copitalis¡as, por indispensable que
sus maridos a emanciparse ellos mismos (Marx. pueda ser para su análisis. Para decirlo de otra
1975b: 119). manera, el pensamiento social marxiano nos propor-
ciona una teoría del modo de producción capitalista,
Desde la perspectiva de Marx, la familia per- pero no nos brinda una sociología del capitalismo
tenecía al campo de las superestructuras que se (Han-is. 1986: 234).
levantan sobre la base de la producción material No debe sorprendernos que el marxismo pos-
y solamente pueden cambiar como efecto de lo terior a Marx no fuese capaz de superar estas
sucedido en ésta. En todo caso, hay que tener en deficiencias, ni siquiera que las llevase al extre-
cuenta que, entonces, no parecía descabellada la mo, tal como ha sucedido salvo raras excepcio-
idea de una absorción creciente de las funciones nes. La persistencia del modo de producción
familiares por el capitalismo, tal como se apunta mercantil es, cuando menos, molesta por diver-
indirectamente en el texto citado de Engels. sas razones para el marxismo oficial. En primer
Por último, tres cuartos de lo mismo ocurriría lugar, porque desmiente una profecía y expone a
con el modo de producción burocrático. Entre la la crítica a los díscipulos del profeta. En segundo
concepción engelsiana del Estado como un gru- lugar, porque provoca la duda sobre la famosa
po de hombres armados (Engels: 1977) y la mar- secuencia inevitable de los modos de producción
xíana que lo identificaba con una abstracción de en la historia —que, por lo visto, parece exigir
la sociedad civil (Man, 1970, 1975c), por distintas que nunca haya más de uno en vigor—. En tercer
y contrapuestas que fueran, no había lugar para lugar, porque, si ese modo de producción per-
considerar la existencia de un modo de pro- siste, tiene que ser aceptado, en cuyo caso parece
ducción específico crecido al amparo del poder reducirse la esfera que está llamada a transfor-
político. El Man(fiesto Comunista era tremenda- mar la revolución socialista y cabe interrogarse,
mente explícito al respecto: por ejemplo, sobre para qué era necesaria la li-
Hoy. el poder público viene a ser, pura y simple- quidación sistemática del campesinado indepen-
mente, el consejo de administración que rige los inte- diente en la URSS; o bien tiene que ser supri-
reses colectivos de la clase burguesa (Marx y Engels. mido, lo que no se puede anunciar, naturalmen-
1974: 74).
te, sin ganarse de inmediato un buen número de
Va de suyo que esta omisión revestía menor enemigos (la incomodidad del marxismo ante los
importancia entonces, cuando el Estado desem- pequeños campesinos no es cosa de hoy).
peñaba una función económica ínfima, los libe- El reconocimiento del modo de producción
rales querían reducirla a cero y la sociedad civil doméstico, por otra parte, habría traído también
parecía comerle el terreno de manera sustancial, consecuencias no deseadas. En primer ténnino,
que ahora, cuando hemos conocido un creci- hablar de modo de producción doméstico hace
miento sin precedentes de las actividades econó- inevitable hablar de opresores y oprimidos. y los
micas directas del Estado. opresores son los varones y las oprimidas las mu-
Puede verse que a Marx y Engels les resultaba jeres, cosa que no resulta fácil de reconocer desde
fácil reconocer la existencia de modos de pro- el movimiento obrero organizado, predominan-
~PAEifiOsn
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temente masculino. Además, si lo que ocurre en URSS staliniana como un «Estado obrero» (ca-
la esfera doméstica merece el calificativo de racterizado por la propiedad colectiva de los me-
modo de producción, ¿por qué no solucionar pri- dios de producción, la planificación económica y
mero o al mismo tiempo lo que haya que solucio- el monopolio exterior) «burocráticamente dege-
nar en ella, en vez de esperar a que se haya re- nerado», y el trotskismo ortodoxo posterior ex-
suelto la «contradicción fundamental>’ en la es- tendería esta definición a los países del Este naci-
fera del capitalismo? ¿Por qué deberían las muje- dos al amparo del Ejército Rojo, sólo que confi-
res «impulsar a sus maridos a emanciparse ellos gurando la nueva categoría de «Estados obre-
mismos>’, y no al contrario, sobre todo teniendo ros burocráticamente deformados» (veánse, por
en cuenta que esto último puede ser más fácil, ya ejemplo, Trotsky, 1978, y Germain, 1971). Curio-
que en los hogares no suele haber ejército ni poli- sa definición, si se tiene en cuenta que lo menos
cia? «obrero» de estos países es precisamente el Es-
Por último, el reconocimiento de la existencia tado: que el problema radica en buena parte en
de un modo de producción burocrático es impo- que la presunta propiedad colectiva deja de serlo.
sible si no se desea admitir a continuación que o pasa a ser puramente nominal, y la planifica-
ese modo es precisamente el que domina la eco- ción económica se aleja de las necesidades de la
nomía en los países del Este, empezando por la población precisamente por las características de
URSS, y que uno pertenece a la clase —o algo la organización política.
parecido a una clase— dominante y opresora, o El primer autor que puso el dedo en la llaga de
sea a la burocracia, trátese de la burocracia en el la existencia de un modo de producción especí-
poder en coexistencia con la clase capitalista (la fico en la URSS fue Emno Rizzi. Para éste, la
socialdemocracia en muchos países occidenta-
burocracia es un clase que monopoliza el poder y
les) o en espera de acceder al mismo en exclusiva explota al proletariado a través de la fijación po-
(los partidos comunistas oficiales). Por lo demás, lítica de precios y salarios. Rizzi niega tanto la
semejante postulado complica mucho el proble- idea del «Estado obrero» como la de «capita-
ma de la estrategia y plantea al historicismo mar-
lismo de Estado», que había sido avanzada por
x¡sta cuestiones incómodas como si se trata de un un Lenin desilusionado y alarmado por la mar-
estadio inevitable, si debe ser apoyado como cha de la revolución, para postular la existen-
escalón «progresivo’> previo al socialismo, etcé-
cia de un nuevo «colectivismo burocrático» (Ri-
tera. zzi, 1980) que cree se está implantando también
en los países occidentales <es la época del
nazismo, el fascismo y el «New Deal», así como
Una tradición teórica de las «economías de guerra”, que supusieron un
fragmentaria salto cualitativo en la intervención económica
del Estado en los países capitalistas). Burnham
~» 5
(1941), Schachtman (1962) y Jacoby (1973) no
hicieron sino dar vueltas sobre la tesis original de
lss>. o obstante, en los márgenes de la teoría
555) marxista o en la tierra de nadie entre
55555
5 Rizzí.
ésta y otras corrientes sí han tenido lu- Entre los opositores de los países del Este po-
gar desarrollos notables o, al menos, toques de demos destacar los análisis de Djilas (s/f.). que
atención sobre la inconveniencia de subsumir to- incidió en la aparición de una «nueva clase»
da sociedad en la lógica del modo de producción aunque sin caracterizar el sistema y, sobre todo.
capitalista o, en general, del modo de producción en el de Kuron y Modzelewski y el de Konrad y
«dominante». Szelenyi. Para Konrad y Szelenyi (1981) las socie-
La existencia de un modo de producción buro- dades llamadas socialistas son el resultado de la
crático ha sido apuntada, usando o no la misma ascensión de los intelectuales, a quienes conside-
expresión, principalmente por varios autores de ran una clase social, al poder Los países del Este
tradición trotskista, algunos de los cuales evolu- son caracterizados como sociedades de
cionaron después hacia teorías de la convergen- «redistribución racional burocrática».
cía entre los sistemas, y por opositores de los Kuron y Modzelewski (1976), sin aludir direc-
paises del Este. tamente a la existencia de un modo de produc-
Trotsky se mantuvo tercamente, por razones ción específico en su país, Polonia> y otros del
más políticas que teóricas, en su definición de la Este (pero si indirectamente> a través de la com-
~PbEt~Oaó
Modos de producción en la sociedad actual 53
paración con el asiático) se refieren a la burocra- por Sahlins (1977) y por Meillassoux (1977) en el
cia como una clase y le atribuyen la misión histó- estudio de los pueblos primitivos (y. por el se-
nca, para ellos ya periclitada. de desarrollar los gundo autor citado, de la acumulación primitiva
medios de producción, es decir, de industrializar y colonial).
la sociedad a costa de la clase obrera (en el mar- Por otra parte, el modo de producción mercan-
x¡smo, atribuir una «misión histórica» a una cla- til ha sido objeto de estudio por parte de autores
se social es lo mismo que calificar una forma so- interesados en la problemática del campesinado,
cial como modo de producción históricamente especialmente en los países del Tercer Mundo.
necesario). Una tesis similar, la de la «vía no ca- En esta línea hay que destacar el prolongado de-
pitalista a la industrialización’>, ha sido soste- bate que ha tenido por escenario las páginas de
nida también por Giddens (1979) y Bahro (1979). Theiournal of Peasant Studies y, en particular, los
Lo importante no es discutir aquí cada una de trabajos de Shanin (1973/74) y Chevalier (1983).
estas interpretaciones, divergentes entre si y con Finalmente, a partir sobre todo de la polémica
la nuestra, sino señalar cómo todas ellas atribu- sobre las sociedades «subdesarrolladas», en par-
yen a los llamados países socialistas una natura- ticular las de «economía dual» (sector de mer-
leza ni capitalista ni socialista, pero tampoco de cado y sector de subsistencia), y, secundariamen-
transición, sino caracterizada por una lógica pro- te, del debate feminista, se ha producido una cier-
pia. En definitiva, cómo las caracterizan como ta cantidad de literatura, altamente sofisticada
organizadas en torno a un modo de producción pero no siempre interesante, sobre la llamada
especifico. «articulación» de los modos de producción
El modo de producción doméstico, por su par- (véanse, por ejemplo: Rey, 1973; Taylor, 1979;
te, tampoco ha dejado de tener defensores, singu- Wolpe, ¡979; Banaji, 1977; Hindess y Hirst, 1975,
larmente en el feminismo, la antropología y el 1977).
estudio del campesinado. En el primer caso, el La literatura citada sobre los países del Este
análisis de la posición estructural de los hogares trataba de identificar la existencia de un modo de
y las amas de casa en el capitalismo, mezclado producción, ni capitalista ni socialista, que cons-
con la discusión sobre la naturaleza del trabajo tituiría una desviación indeseada, tal vez evita-
doméstico, su carácter «productivo» o «impro- ble, o una fase necesaria de la transición. Por
ductivo”, la posibilidad o no de caracterizar a las consiguiente, compartía con el marxismo orto-
mujeres como una clase> etc., ha llevado a diver- doxo la idea de que la sociedad se agota en un
sos autores a postular la existencia de un modo solo modo de producción o en torno a él. Hay
de producción doméstico, distinto del capitalista que tener en cuenta, en todo caso, que tal preten-
aunque sometido a él. Entre los partidarios de la sión no es descabellada en su ámbito de análisis,
idea de la existencia de un especifico modo de pues otras formas de producción (excepto, con
producción doméstico podemos destacar los tra- limitaciones, la doméstica) sólo pueden subsistir
bajos de Delphy (1976) y Harrison (1976) (opues- en los paises del Este en la medida en que el
tos a la tesis son, por ejemplo, los de Molyneux, Estado lo tolere. La literatura sobre el trabajo
1979, y Seccombe, 1974). doméstico en los países occidentales, por su par-
La antropología y los estudios sobre el campe- te, se limitaba a señalar la existencia de un modo
sinado se han encontrado con el mismo proble- de producción, el doméstico, en coexistencia con
ma al examinar las relaciones entre la economía el capitalismo mientras, al mismo tiempo, no sus-
capitalista y el llamado «sector de subsistencia», citaba preocupación alguna la persistencia de la
de «autoconsumo» o de «economía natural», es producción mercantil, por no hablar ya del even-
decir, la producción para el uso, en las socieda- mal desarrollo de un modo de producción buro-
des en que ésta no queda limitada a las mujeres crático en esas mismas sociedades. Este último,
—partiendo la línea divisoria entre economía que correspondería al ámbito del Estado como
monetaria y no monetaria a las unidades familia- productor, distribuidor y redisíribuidor, el lla-
res mismas—> sino que, por el contrario, el acceso mado Estado del Bienestar, ni siquiera se plan-
a la economía monetaria y la venta de trabajo teaba como posibilidad en una época en que su
tienen un carácter secundario o excepcional. El análisis estaba dominado por la idea de su plena
análisis clásico de la «unidad de explotación do- funcionalidad en relación a la acumulación del
méstica» sigue siendo, sin duda, el de Chayanov capital y la legitimación de su dominio (O’Con-
(1985), referido al campesinado ruso de finales nor, 1981: Gough> 1982). En cuanto al modo de
del siglo pasado y principios de éste y retomado producción mercantil, ha sido estudiado casi
~PM1J=5.Osñ
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dos a estructuras de poder en el ámbito del con- trabajo excedente es el mercantil. Silo produce sí
sumo, como es el caso de la familia y el Estado: entendemos por tal el que va más allá de lo es-
así, los padres pueden decidir que los niños nece- trictamente necesario para la reproducción del
sitan comer mucha sopa y el Estado que los ciu- trabajador, pero no si consideramos que para
dadanos deben cursar estudios de religión o ética que exista debe sobrepasar la retribución del
en las escuelas, no importa cuáles sean los verda- mismo, o sea, ser trabajo no pagado —dejando
deros deseos individuales de unos y otros. Detrás de lado, tanto en un caso como en otro, la reposi-
de esto hay, en realidad, otra diferencia: si bien ctón de los medios de producción—. Las carac-
los modos mercantil y capitalista son «económi- terísticas del plustrabajo en el sector capitalista
camente puros>’ (en sentido estricto, el capitalista son bien conocidas, por lo que no hace falta dete-
tampoco lo es, pues conlíeva una estmctura polí- nerse en él. Grosso modo, resultan similares en el
tica interna a la organización productiva), los mo- sector burocrático debido a la existencia de un
dos doméstico y burocrático no existen de mane- mercado único de fuerza de trabajo, aunque tal
ra tal, sino indisolublemente asociados a estruc- igualdad no es plena dada la segmentación de
turas extraeconómicas —la familia y el Estado. dicho mercado y las especiales condiciones con-
Otro grupo de diferencias se relaciona con la tractuales de los funcionarios. En cuanto al sec-
organización interna del proceso productivo. tor doméstico, basta comparar la jornada limi-
Dos de los modos de producción, el capitalista y tada de los varones fuera del mismo con la «jor-
el burocrático, suponen organizaciones producti- nada interminable» (Berch, 1982) de las mujeres
vas complejas, mientras los otros, el mercantil y en su interior para comprender que hay trabajo
el doméstico, no. Sin entrar en mayores detalles excedente, o sea que las mujeres producen más
que nos exigirían mucho espacio, podemos decir de lo que consumen si ambos montantes se mi-
que a este hecho se asocia otro: en los dos prime- den en horas de trabajo. Pero quizá la diferencia
ros, el trabajador —la mayoría de los trabajado- esencial aquí venga constituida por el hecho de
res— ha perdido el control sobre su proceso de que en los modos capitalista y burocrático pocas
trabajo, mientras en los dos últimos disfruta de personas controlan el excedente de muchas y tie-
una autonomía comparativamente amplia. En nen el poder necesario para regularlo y, con fre-
contrapartida, en los dos primeros existe una re- cuencia, aumentarlo. Esta es la base de la acumu-
gulación relativamente estricta de las condicio- lación de capital —en el modo de producción
nes de trabajo —baja por enfermedad, jubila- capitalista— o, simplemente, de medios de pro-
ción, jornada, salario, vacaciones, etc.—, mien- ducción —en el modo de producción burocrá-
tras en los otros son extremadamente flexibles y, tico—. Y esto es lo que, probablemente, ha con-
en su caso, arbitrarias. vertido a ambos, históricamente, en las formas
En los dos primeros se da una elevada concen- sociales necesarias de la industrialización (véan-
tración de medios técnicos por trabajador, mien- se Giddens, 1979; Kuron y Modzelewsky, 1976, y,
tras en los dos últimos no, de manera que su por supuesto, cualquiera de los pasajes de Marx
posesión está más cerca del alcance de los recur- sobre el papel progresivo del capitalismo).
sos obtenibles mediante el trabajo personal. En En correspondencia con esto, los modos capi-
consecuencta, la productividad del trabajo es talista, burocrático y doméstico presentan una
mucho más elevada en unos sectores que en fractura social, mientras el mercantil no. En los
otros, concretamente en el capitalista y el buro- primeros existen grupos sociales distintos, uno de
crático que en el mercantil y el doméstico, al me- los cuales oprime al otro y explota su capacidad
nos en lo que depende de la composición técnica. de trabajo, por muchas matizaciones que puedan
(La productividad depende también de la organi- añadirse a esto —incluidos el amor y otras com-
zación del trabajo y, por supuesto, de la voluntad pensaciones en la esfera doméstica—, mientras
del trabajador, y esto puede convertir, en condi- en el último no hay más que una relación de
ctones técnicas constantes, a los sectores mercan- competencia interindividual que se desenvuelve
til y doméstico en más productivos que sus com- en el mercado, ajena al proceso productivo mis-
petidores capitalista y burocrático. Lo que ocurre mo. (Como puede verse, aunque evitando el tér-
es que las condiciones técnicas raramente son mino «clase social» por el momento, nos referi-
iguales: no lo son casi nunca en la produc- mos a grupos que se constituyen en tomo a las
ción de bienes y tampoco, muchas veces, en la de relaciones de producción y de distribución den-
servicios). tro de las unidades productivas).
El único modo de producción que no produce Aunque todo lo que la sociedad produce, ex-
Modos de producción en la suciedad actual 87
cepto los bienes de lujo, se integra de un modo u dad, los modos capitalista y mercantil distribu-
otro en la reproducción de la fuerza de trabajo o yen entre los agentes productivos de cada unidad
de los otros factores de la producción, no todos tan sólo aquello que en ellos mismos producen, o
los modos de producción ocupan la misma posi- una parte de lo producido dada la incursión so-
ción relativa dentro de ésta. Concretamente, dos bre ellos del burocrático, pero los modos buro-
de ellos, el burocrático y el doméstico, juegan un crático y doméstico redistribuyen hacia el con-
papel esencial en la reproducción de la fuerza de sumo final mucho más de lo que producen por si
trabajo. Los bienes y servicios que produce el sec- mismos, pues emplean la doble vía de la apropia-
tor doméstico se destinan casi exclusivamente a ción y la redistribución. Para todos los modos
la reproducción de la fuerza de trabajo> no im- coinciden los ámbitos de la producción y la apro-
porta que ésta esté destinada a un modo de pro- piación, pero mientras los modos mercantil y ca-
ducción u otro. Los del sector burocrático se des- pitalista sólo traspasan ese ámbito a través de la
tinan en su mayor parte a lo mismo o a la crea- circulación de lo en ellos producido, los modos
ción y mantenimiento de las condiciones genera- burocrático y doméstico lo hacen mediante la re-
les de la producción. Los bienes y servicios enco- distribución de lo producido en ellos y fuera de
mendados a los sectores capitalista y mercantil. ellos. Como modos de producción y apropiación.
en cambio, no presentan ninguna inclinación co- se integra en cualquiera de ellos sólo quien incor-
mún hacia un uso u otro. pora a sus procesos productivos su trabajo o su
Otra diferencia notable reside en el predomi- fuerza de trabajo; pero, mientras en la distribu-
nio de la producción de bienes o la de servicios: ción a través de la circulación sólo se puede par-
los modos doméstico y burocrático producen so- ticipar en cuanto sujeto de demanda efectiva y
bre todo y en primer lugar servicios, aunque tam- solvente, en la redistribución se hace, para bien o
bién pueden producir y producen bienes en pe- para mal, en cuanto miembro de la sociedad (ciu-
queñas proporciones. Los modos mercantil y ca- dadano) o de un hogar, que es tanto como decir
pitalista, por el contrario, producen en primer lu- por el hecho de haber nacido.
gar bienes y en segundo lugar servicios; si bien,
por la mayor facilidad, en general, de elevar la
productividad a través de la composición técnica
en la producción de bienes, estamos asistiendo a Una sociedad
un progresivo desplazamiento de la fuerza de tra- no unidimensional
bajo, en estos modos, hacia la producción de 5555555555 ~ sSS
5 555 55
555
servicios, a pesar de ello, o precisamente por ello, .4.5.5*
.+j5 545*
siguen produciendo la inmensa mayoría de los unque resulte difícil hacerlo sin cierto
bienes. 55i~ rubor, a veces es necesario volver sobre
~i.
Dentro de cada par, los servicios predominan cosas que son verdaderas perogrulla-
más en el modo doméstico que en el burocrático> das. Y, así como frente al discurso ideológico li-
mieníras los bienes son más característicos hoy beral es necesario de vez en cuando repetir que la
del modo capitalista que del mercantil. Lo pri- economía no está ni ha estado nunca formada
mero se debe a la productividad especialmente por robinsones que intercambian carne por pes-
baja del modo doméstico frente a cualquier otro; cado dentro de la más absoluta libertad y las más
lo segundo, a la dificultad del modo mercantil exquisitas reglas de urbanidad —o sea, que no
para alcanzar una composición técnica del capi- vivimos en el modo de producción mercantil, y
tal elevada. menos todavía en su idealización—, también hay
Tal reparto de tareas tiene su base en la voraci- que recordar, frente al discurso marxista habi-
dad con que los sectores de mercado en general, y tual. que no todo lo que reluce es oro ni todo lo
el capitalista en particular, tratan de hacerse con que produce es capitalismo.
la producción de bienes, en la cual el trabajo es
En primer lugar, no debe escapársenos que.
más productivo que en la de servicios, y en la aunque a duras penas sepamos hoy por hoy ir
amabilidad y generosidad con que el sector pú- más allá de la cuantificación de la economía mo-
blico lo permite, haciéndose cargo siempre de las netaria. fuera del ámbito de la circulación mone-
actividades no rentables. Estas diferencias deben taria queda todo un mundo, el del trabajo domés-
entenderse, en todo caso, no de una manera ab- tico. Puesto que el trabajo doméstico no figura en
soluta sino relativa. ningún libro de cuentas, no se refleja en contra-
Por último, y como ya se indicó con anteriori- tos y no está retribuido, tenemos que movernos
~PbI3LW¡ó
58 Mariano Fernández Enguita
~RhI3Jfi&b
tiva ocupada para tres años diferentes que se re- lados para el sector de la pequeña producción
coge en el cuadro V mercantil en ocho países relativamente desarro-
lIados, incluyendo la pequeña burguesía agrí-
Cuadro Y cola, industrial y artesanal y los llamados «ayu-
DISTRIBUCION DE LA POBLACION ACTIVA OCUPADA das» o «trabajadores familiares» (Labini, 1981:
0’) 146), expresada en porcentaje respecto de la po-
1976 1982 1986 blación activa, ocupada o no.
~PM3IMLI,
GO MarIano Fernández Engulta
Cuadro VIII
GASTO PUBLICO TOTAL COMO PORCENTAJE DEL P.I.B.
~PbEMa6
implica que no pueden disponer plenamente de social creado alrededor del sexo, o sea de las dife-
ellos y que no pueden transmitir su posición por rencías entre los sexos. El género aparece así
vía hereditaria ni por medio de transacciones pa- como la síntesis entre una posición en las relacio-
trimoniales ni enlaces matrimoniales. Como nes de producción domésticas y la pertenencia a
consecuencia, no puede hablarse de burguesía, ni un sexo, cuando existe división sexual del trabajo
siquiera de una burguesía de Estado, lo mismo (lo que no excluye que pueda adoptar otro conte-
que, al no haber producción para el mercado, no nido en otra época histórica).
puede hablarse de capitalismo y tampoco de ca- El modo de producción doméstico presenta en
pitalismo de Estado. A partir de aquí, tiene mu- su interior dos géneros, uno de los cuales oprime
cho de cuestión semántica el problema de si la al otro y se beneficia de su excedente de trabajo.
burocracia —entendiendo por tal, de acuerdo Hay, además> otra diferencia entre los trabajado-
con la raíz griega kra¡, el grupo de quienes deten- res asalariados y las mujeres como trabajadoras
tan poder de decisión sobre otros— es o no una domésticas, esencial si llevásemos el análisis so-
clase. Lo es si nos limitamos a exigir una posi- cial, más allá de la fotografía estática de los gru-
ción común en las relaciones de producción y pos, hasta la dinámica de sus conflictos: mientras
deja de serlo si añadimos exigencias como que los trabajadores asalariados se reúnen en gran-
ésta se deba a la propiedad o que sea hereditaria. des cantidades en cada lugar de trabajo y cam-
La existencia o no de clases sociales en el modo bian con frecuencia de un lugar a otro y de un
de producción burocrático ha supuesto una in- patrón a otro, el modo de producción doméstico
terminable polémica en lo que concierne a las fija a las mujeres a un solo marido y un solo
llamadas sociedades socialistas, dominadas por hogar casi de por vida. En este aspecto, su situa-
ción se aproxima mucho más a la impotencia
Más complicado resulta analizar con estas ca- atomizada de los campesinos siervos de la gleba
tegotias el modo de producción doméstico. Una que a la concentración favorecedora de la acción
vez más, parece que si el concepto de clase se
colectiva del proletariado moderno. Por eso la
limita a una posición común en las relaciones de movilización de las mujeres contra su opresión
producción no hay razón para no afirmar que las tiene su epicentro en la esfera política, no en la
mujeres son una clase —en realidad, habría que familiar.
decir los trabajadores domésticos, pues hay bas-
tantes mujeres no dedicadas al modo de produc- Finalmente, el modo de producción mercantil
ción doméstico y tal vez haya algunos hombres es el único que, por sí mismo, no presenta una
fractura, quizá porque presenta tantas como in-
dedicados a él—. Sin embargo, precisamente este
concepto limitado de clase social excluye a los dividuos lo componen. A diferencia de los otros
grupos en los que la relación económica se funde tres, no hay escisión posible en el proceso pro-
con otras. Por eso, cuando hablamos de socieda- ductivo porque, en puridad, la unidad productiva
des anteriores como la feudal, o de algunas socie- es el individuo mismo. Por consiguiente, lo me-
dades teocráticas, designamos a los grupos socia- nos que puede decirse de este modo de produc-
les con el nombre de estamentos o castas: un ción es que, en sí, no es explotador, que no se
estamento implica, además de una posición eco- basa en ninguna forma de explotación del tra-
nómica, una posición en el orden político ge- bajo, lo que tampoco quiere decir que sea necesa-
neral, y una casta es un grupo social vinculado namente igualitario —ni lo contrario.
estrictamente a la sangre, o sea al nacimiento, e Si bien este modelo interpretativo, basado en el
impedido de mezcíarse con otros. Lo que tene- reconocimiento de cuatro modos de producción,
mos en el modo de producción doméstico es una es mucho más comprensivo que el tradicional
relación económica, la que rodea al trabajo do- análisis de las formaciones sociales modernas
méstico, indisolublemente asociada a una rela- desde el exclusivo punto de vista del modo de
ción no económica perteneciente a la esfera de la producción capitalista, no por ello debe pensarse
familia, del parentesco o, más exactamente, a la que agota el análisis económico. Ante todo, como
del patriarcado, concretamente la dominación de es obvio, se trata de un modelo, es decir, de un
los hombres sobre las mujeres —el patriarcado es marco conceptual que solamente constituye el
esto y la dominación de los adultos sobre los jó- primer paso al proceder al análisis de sociedades
venes—. En este sentido, parece prudente no em- concretas o parcelas de las mismas. Además de
plear la palabra clase y bastante apropiado acu- una estructura, las sociedades tienen una historia
dir al término género, que designa el constructo que introduce variantes en los modelos —o, más
bien, los modelos son una abstracción a partir de La conflictiva coexistencia
realidades con rasgos comunes.
Entre los grandes modelos y la casuística indi-
de los modos de producción
vidual, además, existen realidades intermedias.
Hay, por ejemplo, formas de producción que no n un texto clásico, la introducción a la
responden exactamente a ninguno de los modos Contribución a la crítica de la economía
descritos, pero que pueden ser analizadas a partir política, que luego serviría como peque-
de ellos. Así, las profesiones liberales pueden ser ña biblia del materialismo histórico, Marx escn-
consideradas como un espacio intermedio entre bió:
el modo de producción mercantil —trabajan pa- Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas pro-
ra el mercado y no son asalariados— y el buro- ductivas de la sociedad entran en contradicción con
crático —el Estado protege su monopolio—. Las las relaciones de producción existentes, o. lo cual no es
más que su expresión juridica. con las relaciones de
empresas públicas, que pertenecen al Estado, ac- propiedad en cuyo interior se habian movido hasta
túan según los principios del mercado, mientras entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas pro-
las empresas capitalistas privadas que trabajan ductivas que eran, estas relaciones se convierten en
trabas de esas fuerzas, Entonces se abre una era de
mediante contratas para el Estado, que pertene- revolución social (.4. Esbozados a grandes rasgos, los
cen a particulares, actúan según principios de ra- modos de producción asiáticos. antiguos, feudales y
cionalidad y gestión propios del modo de pro- burgueses modernos pueden ser designados como
ducción burocrático. Las empresas familiares se otras tantas épocas progresivas de la formación social
económica (Man, ¡976: 37-38>.
sitúan a medio camino entre los modos de pro-
ducción mercantil y doméstico —o entre el pri- Pasajes como éste han servido de fundamento
mero y la familia, si se prefiere—, mientras las para una consideración unilateralmente diacró-
llamadas pequeñas empresas comparten rasgos nica de las relaciones entre los modos de produc-
de los modos mercantil y capitalista. Las coope- ción. Se supone que cada uno perece más o
rativas, por último, presentan una mezcla de ras- menos víctima de un cambio catastrófico y es
gos sacados del sector capitalista y de un pre- sucedido por el siguiente, que desempeña un pa-
sunto modo de producción socialista, al menos pel «progresivo» durante un tiempo para des-
en el caso de que la propiedad cooperativa se pués, tarde o temprano, convertírse en un nuevo
refleja en el régimen de producción. obstáculo a superar. Al margen de esa discutible
Por otra parte, los modos de producción, por atribución de medallas al progresismo, semejan-
importantes que sean, no agotan la vida social. te concepción lleva a considerar que, junto al
La esfera del consumo, más allá de la distribu- modo de producción propio de cada época, no
ción, está bajo su influencia pero otorga una con- debe quedar nada del pasado, o sólo pueden que-
siderable autonomía a los individuos —de ahí dar «pervivencias», «reminiscencias» y otros re-
que se identifique tan fácilmente con la libertad o síduos no importantes plenamente subordinados
que se busquen en ella las imágenes de sí mis- al modo dominante. De ahí la incomodidad con
mo—. La familia comprende más relaciones que que se trata a semejantes restos, actitud que sólo
las de la producción doméstica, algo tan elemen- ha tenido que rendirse ante la evidencia al en-
tal que no vale la pena detenerse en ello. El Es- frentarse al problema del dualismo económico y
tado, en fin, es también mucho más que el modo social en los países de la periferia económica
de producción y distribución burocrático: es una mundial.
esfera relativamente autónoma, de la que todos Frente a esta concepción autosatisfecha, es
formamos parte con independencia de dónde de- preciso analizar las relaciones sincrónicas, ade-
sarrollemos nuestra actividad productiva, y que más de las diacrónicas, entre los distintos modos
se rige de manera general por los derechos de la de producción. Es cierto que la relación entre los
persona (aunque a veces no lo parezca) y por modos de producción tiene una historia. Más
mecanismos de poder que oscilan entre la parti- aún, esta historia es bastante más compleja, rica
cipación democrática y la autocracia. y zigzagueante que la pretendida sucesión de
fechas ilustres en las que se supone que una nue-
va época reemplazó a la vieja. Por supuesto que
estos momentos estelares han existido, pero no
dividieron la historia en un antes y un después
como quien corta una hoja en dos. La condena
moral de la usura dificultaba el desarrollo del ca-
~PM3LWIb
Modos de producción en la sociedad actual 93
pitalismo, pero su asunción por la reforma pro- fin, se genera también. en lo fundamental. a par-
testante no dividió a la sociedad en prestamistas tir de la sustitución total o parcial del doméstico
y prestatarios, de la misma forma que las de- en distintas funciones de la reproducción de la
samortizaciones españolas no dejaron a la no- fuerza de trabajo, así como de la sustitución y
bleza sin tierras ni la revolución bolchevique di- subrogación de los modos de mercado en la pro-
namitó los pequeños comercios. De un modo u ducción de bienes y servicios no rentables.
otro, los modos de producción que han hecho Pero lo que interesa aquí no son ya tanto los
aparición en la historia se han visto obligados a orígenes primeros como las relaciones entre mo-
convivir por algún tiempo o indefinidamente con dos de producción y distribución establecidos.
aquellos a los que, presuntamente, sustituyeron. Estas relaciones son conflictivas y discurren por
El modo de producción doméstico es, obvia- dos vías: por un lado, circulan entre los ámbitos
mente, el primero en la historia, la matriz de los de los distintos modos de producción bienes, ser-
demás, puesto que en un principio se confunden victos y fuerza de trabajo en lo que no siempre, o
familia y unidad de producción, sin que quepa raramente, es un intercambio de equivalentes
producción alguna fuera de aquélla. En gran me- reales; por otro, los distintos modos pugnan de
dida, los modos de producción anteriores al capi- una manera u otra por sustituirse en la oferta de
talismo —salvo, quizá, los imperios fluviales ba- bienes y servicios, sea en el mercado o al margen
sados en la realización centralizada de grandio- del mismo. De manera muy sumaria podemos
sas obras públicas—, no son sino variantes del hablar de tres grandes conflictos.
modo de producción doméstico o, por decirlo de En primer lugar, entre los modos que produ-
otro modo. el resultado de la combinación entre cen para el mercado y los que no. La restricción
éste y diversas superestructuras de parentesco y del ámbito del modo de producción doméstico
políticas. Si se prefiere, puede expresarse también ha sido en gran parte el resultado de su sustitu-
de otra forma: lo que separa a estas estructuras ción por los modos mercantil y capitalista en la
productivas o estos modos de producción uno de satisfacción de numerosas necesidades (o, indi-
otro son justamente las modalidades del paren- rectamente, a través de la modificación de las
tesco y/o de la organización del poder político necesidades mismas y/o de la forma de satisfa-
(Godelier, 1979; Anderson, 1979). Todos los gru- cerlas). Puesto que, en buena medida, esta susti-
pos de necesidades que hoy son satisfechas por tución fue operada en favoT del sectoT capitalista
otros modos de producción lo han sido en algún gracias a su mayor productividad, la respuesta a
momento pretérito por el modo doméstico en ex- ello no podía venir del propio modo de produc-
clusiva. Por consiguiente, puede afirmarse que el ción doméstico, cuya productividad es bastante
modo de producción doméstico ha ido perdiendo inelástica. Por ello vino, en su lugar, del modo de
progresivamente espacio y funciones en favor de producción burocrático, que en gran parte se ha-
los demás. Sin embargo, más que de pérdida de ce cargo de tareas que el sector doméstico no
funciones en sentido estricto habría que hablar puede ya cubrir pero que, por una razón u otra,
de pérdida de importancia en cada una de esas no se puede o no se desea confiar a la producción
funciones. Por ejemplo, los niños se educan en capitalista o mercantil.
las escuelas pero también en el hogar; la inmensa La contrarrespuesta a esto, de la que hoy tene-
mayoria de la población compra sus alimentos,
mos excelentes muestras, es la privatización de
pero termina de elaborarlos en casa, etcétera. los servicios públicos. El móvil de las privatiza-
El modo de producción mercantil surge direc- ciones no está, como suele aducirse. en la baja
tainente como una derivación del doméstico. El productividad> la escasa rentabilidad, la inefica-
proceso que lleva del trueque de los escasos pro- cia o la carestía de las empresas y los servicios
ductos que exceden de las necesidades de auto- públicos, sino en que para el capital éstos repre-
consumo a la producción especializada para el sentan espacios vedados al negocio, como en su
mercado es bien conocido, y el proceso de pro- día lo fue la propiedad vinculada a la corona, a la
ducción del modo mercantil apenas es distinto nobleza, a la iglesia, a los municipios o a los mis-
del que tiene lugar en el modo doméstico. El mos siervos. Lo que se busca son mercados don-
modo capitalista, a su vez> surge del desarrollo de poder poner en funcionamiento los capitales
del modo mercantil y de la descomposición del excedentes. Además, la privatización de los servi-
doméstico, cuando la fuerza de trabajo se con- cios públicos significa la apropiación de merca-
vierte en una mercancía. El modo burocrático, en dos ya construidos, para los que no es necesario
generar nuevas necesidades ni esperar a que sur- trón. Esto parece estar traduciéndose, sobre todo
jan por si mismas, porque ya están ahí y la socie- en otros países —quizá porque van por delante
dad no sabría perscindir de ellas. nuestro, quizá porque tienen mejores estadísti-
Dentro del sector de producción para el mer- cas—, en un ligero aumento relativo del sector
cado, existe una constante pugna entre los modos mercantil. Sin embargo, es dificil saber en qué
capitalista y mercantil. El capitalismo elimina medida se trata realmente de creación de nuevos
sistemáticamente a la pequeña producción de un empleos, de sustitución de empleos asalariados
mercado tras otro apoyándose en su mayor pro- por relaciones contractuales entre grandes em-
ductividad —salvo en aquellos sectores en los presas y pequeños productores —la llamada des-
que no es posible el aumento de la composición centralización productiva— o del simple efecto
técnica y orgánica del capital, por ejemplo en de la no creación de empleos asalariados. En el
numerosos servicios, para un estadio dado de la último caso estaríamos ante una simple ilusión
ciencia y la técnica o por cualesquiera otras razo- estadística, y en el segundo ante algo producido
nes—, pero ésta resurge en sectores nuevos y en por las peculiaridades de la otra vía de relación
servicios auxiliares asociados a los viejos. Este es entre sectores a que aludíamos: sustituyendo la
el proceso que comúnmente conocemos como relación laboral con parte de sus trabajadores
concentración del capital, aunque en sentido es- por una relación comercial, las empresas capita-
tricto solamente comienza a haber capital des- listas pueden beneficiarse de las relaciones des-
pués de iniciada la concentración. En los países iguales de intercambio entre el sector capitalista
avanzados ha consistido, a grandes rasgos, en y el mercantil, acudiendo simplemente a otra for-
una disminución radical de la pequeña produc- ma de explotación (volveremos sobre esto).
ción hasta alcanzar una especie de suelo estable. Una pugna en torno a la distribución de res-
Sin embargo, una mirada al interior del sector ponsabilidades existe entre los sectores domésti-
mercantil revela que, mientras la pequeña pro- cos y burocrático, aunque aquí es difícil decir
ducción agrícola ha caído en picado —en térmi- quién busca qué. En general, hay una sustitución
nos de trabajo y de valor—, la artesanal se ha progresiva del trabajo doméstico por la produc-
mantenido más o menos en cifras pero cambian- ción burocrática en tareas que forman parte de la
do enormemente su contenido —desapareciendo reproducción de la fuerza de trabajo, pero con
los oficios tradicionales y apareciendo otros nue- frecuencia sucede que un fenómeno puede ser
vos— y la comercial ha aumentado. El cuadro X resultado tanto de las tendencias expansivas del
(tabini, 1981: 136, 144) ofrece algunos ejemplos sector burocrático como de una retracción volun-
de la disminución global. taria del sector doméstico, de ambas cosas o, sim-
plemente. de la imposibilidad para éste de des-
Cuadro X empeñar funciones viejas en unas condiciones
EVOLUCION GLOBAL DE LA PEQUEÑA BURGUESIA nuevas. La expansión de la escuela, por ejemplo,
es simultáneamente el efecto del deseo de los pa-
País Año % Año % dres de librarse por unas horas de los hijos, de la
Estados Unidos 1890 33.0 1969 9,20 voluntad del poder politico de controlar y sociali-
Francia 1886 36.52 1968 22,20 zar a la juventud, de la demanda de más puestos
Italia 1881 41.20 1971 29>10 de trabajo por los titulados superiores —como
profesores— y de la imposibilidad práctica de
estar todo el día tras los hijos o dejarlos solos en
Una pequeña reacción contra este proceso tie- una sociedad urbana y de familia nuclear.
ne lugar hoy ante la aparente incapacidad del
sector capitalista para crear empleo: individuos
que, en otras condiciones, hubieran buscado un
trabajo asalariado, tratan ahora de hacerse un lu- La explotación
gar como trabajadores independientes en el mo- a través del mercado
do de producción mercantil, cosa que apoyan los
4
poderes públicos de muchos países bajo la con-
signa de promover el «autoempleo». Este movi- ero las relaciones entre los modos de
miento puede interpretarse también como efecto producción no se limitan a la pugna
de un rechazo creciente del trabajo asalariado, i. por el espacio económico. Tienen lu-
e. de la opción por intentar ser uno su propio pa- gar. también, a través del intercambio de distin-
Modos de producción en la sociedad actual 95
tos activos entre ellos, es decir, a través del mer- Otra forma es la que tiene lugar a través del
cado. Más exactamente, a través de tres mercados mercado de bienes y servicios. La pequeña pro-
que, aunque en la realidad a veces se confunden> ducción mercantil, presuntamente tan libre como
podemos distinguir limpiamente a efectos analí- inocente de la explotación, puede ser simplemen-
ticos: de capital, de bienes y servicios (mercan- te una vía de explotación del trabajo de los pe-
cías para el consumo productivo o improductivo) queños productores sin necesidad de que éstos
y de fuerza de trabajo. Lo que es más importante, vendan su fuerza de trabajo en el mercado. En su
estas relaciones pueden convertirse y se convier- forma acabada, esto ocurre cuando alguien, diga-
ten a menudo, aunque no tienen necesariamente mos el capital comercial, goza de una posición
que hacerlo, en relaciones de explotación. monopolista en el mercado en que los pequeños
En las sociedades capitalistas, el trabajo asala- productores adquieren sus medios de consumo
riado no es el único trabajo explotado (en sentido (productivos, o medios de producción, e impro-
estricto, éste tampoco lo es necesariamente, pues ductivos, o medios de vida) y monopsonista en el
el salario puede superar al valor-trabajo apor- mercado en que venden sus productos. Entonces.
tado por el trabajador o cualquier otra medida imponiendo los precios de venta y de compra (de
que utilicemos para marcar la frontera entre ex- compra y de venta desde el punto de vista del
plotación y no explotación, o entre explotadores productor), convierte el coste de la fuerza de tra-
y explotados, pero no necesitamos detenernos en bajo en un elemento calculable y fijable, que
esto). Una forma de hacerlo, bien conocida en la puede ser determinado de acuerdo con las nece-
historia, es el préstamo de capital (capital finan- sidades de subsistencia (aunque éstas no son na-
ciero). Como ha explicado muy bien Roemer turales, sino históricas) del trabajador indepen-
(1982, 1984), el productor que posee más bienes diente de la misma forma que se haría en el caso
de los que necesita para poner en acto su propio del trabajador asalariado, pero sin necesidad de
trabajo y los alquila, manteniendo o no su tra- que su fuerza de trabajo se cambie directamente
bajo con sus propios medios, a otro que, a su vez, por dinero, es decir, sin necesidad de proletari-
no posee ninguno o no posee los suficientes, ex- zarlo. Para que esto ocurra no es necesario que el
plota el trabajo de éste gracias a la distribución monopolio de venta alcance siquiera a todos los
desigual de la propiedad privada y la existencia medios de consumo: el pequeño productor puede
de un mercado competitivo. mantenerse como propietario de la tierra, si es un
Si el primero no trabaja y el segundo lo hace campesino, y o de otros medios de producción en
enteramente con capital en préstamo, entonces cualquier caso. Esta es la forma en que se explota
estamos ante la figura perfecta de la explotación el trabajo de masas enteras de campesinos pre-
a través del capital financiero, pero no es necesa- suntamente independientes no sólo en los paises
rio que sea así para que haya explotación. (El del Tercer Mundo, donde las colonizaciones de
capitalista productor —empresario— que trabaja tierras virgenes y los mercados poco desarrolla-
con capital en préstamo también es «explotado» dos los vuelven especialmente vulnerables a los
por el prestamista, pero suele compensar con cre- monopolios y monopsonios (Chevalier, 1983). si-
ces esta explotación con la que él mismo ejerce no también en las metrópolis (Mollard. 1977).
sobre otros, sea a través del proceso productivo Por supuesto, la fórmula es también aplicable a
mismo —sus asalariados— o del mercado —con los pequeños productores de bienes industriales
lo que, al final de la cadena, volverán a aparecer y servicios en la medida en que el capital pueda
los pequeños productores o los asalariados de controlar, aunque en este caso es más dificil, los
otros—. El sentido del radicalismo paretiano mercados con los que se relacionan (por ejemplo.
—«productores» vs. «especuladores»—, o de la en las subcontratas y trabajos auxiliares).
agresividad inicial del fascismo contra el capital En tercer lugar, queda el mercado de la fuerza
financiero es precisamente librarse de una forma de trabajo. Aquí, la unidad económica que vende
de explotación para hacer más rentables las la mercancía no es ya un pequeño —ni medio ni
otras: por eso concita el apoyo de la pequeña gran— productor mercantil, sino una unidad do-
burguesía, también y más gravemente explotada méstica, o una infinidad de ellas. La explotación
a través del mercado, y tiene como objetivo la capitalista en el proceso productivo tiene lugar
destrucción del movimiento obrero, principal obs- en la medida en que el precio que se paga por la
táculo de la explotación en el proceso productivo fuerza de trabajo es inferior al que se obtiene por
que, a su vez, resulta indiferente para los peque- la venta de sus productos; si se prefiere en térmi-
ños productores). nos de valor (no necesitamos complicamos aho-
96 Mariano Fernández Enguita
ra la vida con el paso del valor al precio, ni vice- Para que estas formas de explotación se den no
versa), en la medida en que el valor producido es necesario que el capital cobre una figura ente-
por la fuerza de trabajo es superior a su valor ramente diferenciada. Son también posibles sí
como mercancía, es decir, al valor de las mer- quien presta dinero, vende medios de consumo y
cancías necesarias para su reproducción; o, toda- compra productos, o compra fuerza de trabajo
vía, si se prefiere en términos de tiempo, si el emplea a su vez su capacidad de trabajo en el
tiempo de trabajo es superior al tiempo necesa- mismo proceso productivo que sus prestatanos,
rio, es decir, si el tiempo que el trabajador asala- compradores-proveedores o asalariados. Enton-
riado incorpora a la mercancía que produce es ces, sencillamente, estaríamos ante pequeños o
mayor que el incorporado a las mercancías que medios empresarios financieros, comerciales o
necesita consumir para producir su fuerza de tra- industriales y de servicios. Lo único que sucede
bajo. es que, en la sociedad capitalista, donde no exis-
Pero el tiempo necesario para reproducir (coti- ten límites a la concentración ni a la desposesión
diana y generacionalmente) la fuerza de trabajo de la propiedad, los poíos pueden diferenciarse
no está sólo en las mercancías que su propietario al máximo y lo hacen.
consume, sino también en el trabajo no mercan-
Aunque en los tres casos hemos hablado del
tilizado que se produce en la esfera doméstica, en
capital, de la relación entre el modo de produc-
especial el trabajo del ama de casa. Si supone-
ción capitalista y los modos mercantil y domés-
mos, para no complicar innecesariamente el ar-
tico, es fácil comprender que las relaciones de
gumento, que no interviene la reproducción ge-
explotación descritas no requieren. en sentido es-
neracional (ni los niños, futuros asalariados, ni
tricto, la existencia del capital como propiedad
los ancianos, antiguos asalariados), con lo que la
capacidad de trabajo a reproducir es ya la de dos privada. El sector público o burocrático puede
hacer lo mismo, o más, en la medida en que actúe
personas y no la de una, y que cada una de éstas
como prestamista, vendedor-comprador o em-
consume para ello el mismo valor en mercancías
pIcador. En las sociedades de dominante capita-
(la mitad de las que se puede adquirir con el sala-
lista lo puede hacer actuando como un capita-
rio), habrá explotación del trabajo doméstico en
lista más, como primer empleador o a través de
la medida en que éste aporte más horas que el
su parte de león en la propiedad de medios de
equivalente de las de trabajo extradoméstico re-
financiación o de su presencia determinante —y
tribuidas por el salario (para ello debemos supo-
única en muchos casos— en el mercado. En las
ner igual la intensidad del trabajo, podemos su-
poner también igual la cualificación, y no cuen- sociedades en las que es el modo burocrático el
tan para nada las diferencias de productividad que domina —es decir, el que monopoliza los
recursos escasos— como son las sociedades del
debidas a la distinta tecnología), y, como hemos
Este, mediante el simple establecimiento de pre-
visto en un apartado anterior, esto es lo habitual.
cios (del dinero, de las mercancías o del trabajo)
Quien explota aquí es el capital industrial (y de
políticos.
servicios, es decir, el «productivo»), pero no lo
hace ya en el proceso de producción, al que re- Todos estos procesos tienen lugar a través de la
ducía Marx su función explotadora, sino en el vía distributiva entre las distintas unidades eco-
acto de intercambio. nómicas que es el mercado. No vale la pena dete-
Aquí tenemos, pues, a las tres formas del capi- nerse en la otra vía de distribución entre éstas, la
tal (financiero, comercial y productivo) explotan- redistribución burocrática. Es obvio que, según
do el trabajo de unos o de otros a través del mer- ordene el Estado sus ingresos y sus gastos (sin
cado. Explotando el trabajo que se mantiene en hablar ya de las prestaciones forzosas), tal redis-
otros modos de producción con independencia tribución se constituirá o no en una Corma de
de que éstos, a su vez, contengan o no sus propios explotación en sí misma y, añadida a las otras,
mecanismos de explotación. La base que posibi- podrá reforzarlas o compensarías. Si el Estado
lita esto es la distribución desigual de un recurso toma de unos en mayor pmporción y les entrega
escaso, que toma entonces la forma de capital: en menor, y con otros hace lo opuesto, los prime-
escasez de medios de financiación, de medios de ros resultan, en esa relación, explotados en favor
producción o de puestos de trabajo. El efecto, la de los segundos. La otra parte obligada consiste
transferencia de excedente de trabajo, sin nin- en saber si tal explotación toma la misma direc-
guna coerción directa, a través de la relación de ción que otras o. por el contrario, anula o mitiga
mercado. sus efectos,
6
mucho más concisa y precisamente en una pala-
Por una estrategia múltiple bra: igualdad, y es el objetivo, salvo algún fol-
de cambio social klore marginal, de la estrategia feminista.
Por último, puesto que el modo de producción
mercantil no presenta contradicciones entre gru-
olviendo a los cuatro modelos de modo pos sociales, no parece que quepa hablar a su res-
de producción propuestos, parece claro pecto de estrategias transformadoras, al menos
que una consecuencia de esta plurali- no en los términos en que lo hacemos al referir-
dad es la necesidad de una estrategia igualmente nos a los otros modos de pmducción.
plural. Un proyecto de cambio que se base exclu- Si pensamos en lo que ha sido la trayectoria
sivamente en dar respuesta a las formas de opre- estratégica de la izquierda, la novedad de este
sión y explotación correspondientes al modo de replanteamiento es bastante fácil de entender.
producción capitalista ha de resultar necesana- Por un lado> ya no sirve la vieja prioridad del
mente parcial e insuficiente, por mucha impor- movimiento obrero: arreglar primero lo concer-
tancia relativa que concedamos al capitalismo niente a la explotación capitalista porque, siendo
dentro de la sociedad global y, por consiguiente, el capitalismo el modo de producción, y por tanto
a su transformación dentro de una estrategia de la estructura, lo demás, epifenómenos superes-
conjunto. En todo caso, de momento no ha for- tructurales, podría y debería esperar turno o in-
mulado nadie otra estrategia lógicamente soste- cluso confiar en una solución automática deri-
nible que la ya bien conocida estrategia socialista vada de la solución del gran problema. Si recono-
consistente en colectivizar los medios de produc- cemos el estatuto de modos de producción al do-
ción. Hay que añadir, sin embargo, que experien- méstico y al burocrático, si son igualmente parte
cias como la de la empresa pública o los países de la estructura económica en todos los sentidos
del Este fuerzan, cuando menos, a añadir otra de la expresión, ya no hay razón apriorística al-
condición: la gestión democrática de esos me- guna para que nadie espere a nadie ni para estra-
dios, sin la cual su colectivización representa tegias de varios pisos que prioricen unas formas
muy poco, o representa lo contrario de lo que de explotación y opresión sobre otras. Por otra
promete. parte, no hay necesidad de obsesionarse con bus-
Esto nos lleva de cabeza al problema de qué car alternativas donde no son necesarias; no ha-
estrategia de cambio es necesaria frente al modo ce falta, por ejemplo, seguir especulando sobre si
de producción burocrático, y no cabe imaginar el modo de producción mercantil debe ser susti-
otra que la de su democratización, llámese auto- tuido por empresas estatales, cooperativas> etc.
gestión, cogestión, participación, democracia de Incluso en una sociedad postcapitalista bastaria
base o lo que sea. No quiem entrar aquí en la dis- con ponerle límites tales que no permitieran la
cusión sobre el lugar relativo en la gestión de transformación de sus unidades productivas en
unos medios de producción que son propiedad unidades capitalistas, dejándolo, por lo demás a
social de quienes trabajan con ellos, los trabaja- su aire.
dores del sector público, y quienes se supone son De hecho, la realidad ha forzado a la iz-
sus propietarios, la sociedad en general. Esto se quierda. a pesar de planteamientos iniciales no-
puede dejar para mejor ocasión. Lo que quiero toriamente dogmáticos, a hacer suyas las bande-
señalar es, simplemente, que en el modo de pro- ras de la democratización del sector público y del
ducción burocrático no existe un problema de feminismo y a contemporizar con la pequeña
propiedad, sino un problema de autoridad> de burguesía. Estos cambios se presentan con fre-
participación, de gestión: en una palabra, de de- cuencia en un mismo saco con la defensa del
mocratización. medio ambiente o la lucha contra la carrera ar-
En cuanto al sector doméstico, tampoco hay mamentista para argumentar que se trata de una
que inventar demasiado. Si nos atenemos a su di- respuesta nueva a una cnsís nueva —la «crisis de
námica interna, y así lo haremos por el momen- civilización» o cualquier otra fórmula—. Sin em-
to, no cabe otro objetivo que el reparto igual de bargo, no hay tal. En términos económicos —o
las tareas entre hombres y mujeres o, al menos, sea, de modos de producción y relaciones de ex-
oportunidades iguales de concentrarse en el tra- plotación— no puede decirse que haya realida-
bajo doméstico o el extradoméstico y, en su caso, des esencialmente nuevas; lo que hay es errores
un intercambio justo entre servicios domésticos y lamentablemente viejos. Lo nuevo se reduce a
renta monetaria extradoméstica. Esto se expresa que algunos sectores sociales, por ejemplo las
98 Mariano Fernández Enguita
mujeres, han dejado ya de negar su propia exis- aunque, en la práctica, sus organizaciones se ha-
tencia en aras del problema supuestamente único yan visto obligadas a tomar postura de manera
de la clase explotada supuestamente única en el casuística y bajo la presión de la opinión pública
modo de producción supuestamente único; es de- o de sectores de la misma —reclamando, por
cir, han decidido impulsar su propia emancipa- ejemplo, más servicios públicos o seguridad so-
ción cualquiera que sea la suerte de la de sus cial para los trabajadores autónomos—. Sin em-
maridos. No hay más mujeres que antes: simple- bargo, hay razones para pensar que no está justi-
mente han tomado la palabra. Precisiones de al- ficada una actitud de neutralidad, ni sometida al
cance similar habría que hacer en cuanto a los albur de las presiones ocasionales ejercidas por
otros sectores, pero no son urgentes y exigirían distintos grupos.
demasiado espacio. Sí conviene, en cambio, y Parece sensato pensar, por ejemplo, que, en
aunque tampoco podemos detenernos en ello, contra de la ola de neoliberalismo económico
volver sobre una cautela ya antes apuntada: la que nos invade, conviene apoyar la expansión
sociedad no se reduce a la producción, de ma- del modo de producción burocrático a costa del
nera que las estrategias de cambio global deben capitalista y, sobre todo, resistir la ofensiva priva-
atender también a sus otras consecuencias den- tizadora de este último, al menos por dos razo-
tro del campo económico, tales como el deterioro nes. La primera consiste en que el sector burocrá-
del medio ambiente, la acumulación de arma- tico es infinitamente más justo, como modo de
mento u otras, y fuera de él, como la democrati- distribución (apropiación y redistribución), que
zación de la vida pública en general y la transfor- el sector capitalista, puesto que, en principio, su-
mación de la familia y las relaciones entre —y ministra bienes y servicios a quien los necesita y
dentro de— los sexos. no a quien puede pagarlos. Esto es así porque,
como parte de la esfera del Estado, se basa en los
Las formas de explotación a través del mer- derechos de la persona y no en los de la propie-
cado. a su vez, plantean necesidades adicionales.
dad. Sin embargo, esta afirmación debe ser mati-
Puesto que se basan en la escasez de recursos zada en varios aspectos. Por una parte, el sector
necesarios, el poder político puede plantearse al-
burocrático parece ser un modo de distribución
ternativa o complementariamente la actuación y redistribución relativamente justo solamente
en tres frentes, que enumeramos sucesivamente allá donde existe un cierto control democrático
sin que ello implique una opción ni un orden de sobre él, pues, de lo contrario, tiende a conver-
prioridades. En primer lugar, sobre la escasez tirse en un mero mecanismo arbitrario de distri-
misma, aportando medios de financiación o de bución de favores, como sucede en las dictaduras
consumo productivo e improductivo y creando capitalistas y, de manera menos escandalosa pe-
empleos. En segundo lugar, sobre los precios,
ro con efectos más masivos, en los países del Este
sean del capital (interés), de las mercancías o de (sobre estos últimos veáse Konrad y Szelenyi,
la fuerza de trabajo (salados). En tercer lugar,
1981). Por otra, no todas las actuaciones del sec-
transfiriendo recursos a las unidades familiares, tor público tienen los mismos efectos redistributi-
sea en forma de dinero, mercancías o trabajo (en vos. Así, la parte de los gastos sociales dedicada a
cierto sentido, algunos servicios públicos son una
subsidio de desempleo o a sanidad produce una
forma indirecta de transferencia de trabajo). Es- cierta compensación de las desigualdades de ren-
tas posibles actuaciones no solamente concier- ta. mientras los dedicados a educación producen
nen al Estado en las sociedades de dominante el efecto contrario, según algunos estudios
capitalista sino, con mayor razón —dado que en
(OCDE. 1985).
ellas es el propio Estado el que puede constituirse La segunda razón concierne al sector burocrá-
en explotador— a las de dominante burocrática. tico como modo de producción y apropiación.
Puesto que el pensamiento de izquierda —en Debido a su imbricación con el Estado democrá-
particular su variante más potente, el marxis- tico y su discurso igualitario y al estatuto especial
mo— se ha basado normalmente en la presun- de sus trabajadores asalariados, el modo de pro-
ción de que solamente había un modo de pro- ducción burocrático es notablemente más justo,
ducción y que estaba a punto de estallar> siendo más igualitario y menos discriminatorio que el
lo demás puros residuos o derivaciones secunda- capitalista. Así, los procesos de trabajo del sector
nas y subordinadas, raramente se ha planteado público son normalmente más benignos y sus sa-
teóricamente el problema de qué actitud adoptar larios generalmente más altos que los del sector
ante los conflictos entre los distintos sectores, privado (Heller y Tait, 1985), cosa que la derecha
PPA53M ti
Modos de producción en la sociedad actual 99
económica y política suele considerar una mal- BAHRO. R. (¡979): La alternativa, Contribución a la crítica del socialismo
versación de fondos públicos, pero que parece realmente existente. Barcelona, Materiales.
BANAM, J. (¡977): «Modes ofproduction a a malerialist conceplion of
más sensato atribuir a la ausencia del móvil cre- history», Capital and Class. 3.
matístico en el empleador. La atribución de los BURNIIAM. J. (1941): JIte managenal revolution. Nueva York. John Day.
puestos de trabajo es notoriamente más justa, de CHAYA>«~v, A. y, (1985): Li organización de la unidad económica campe-
manera que en el sector burocrático encuentran s,na. Buenos Aires. Nueva Visión,
CHEVALLER. J. M. (¡983): «There is notbing simple aboní simple cons-
las mujeres y las minorías un espacio que el sec- modity production». Jite .Iounsal of Peasaní Siudies X> 4.
tor capitalista les niega (Thurow, 1985). flEtEEn. C. (1976): lIte main enemy. Londres, Womens Research and
Igualmente, pueden apuntarse múltiples razo- Resource Centre.
nes para apoyar la expansión del sector burocrá- Dv Msoua. C. (¡985): «Comportamiento del empleo y la productivi-
dad,>, en A. Espina, LI> Fina y 3. R. Lnrente> eds,, Estudios de eco-
tico a costa del sector doméstico. Puesto que la nomía del trabajo en España. 1 Oferto y demando de trabaja. Madrid,
renta está desigualmente distribuida, cualquier Ministerio de Trabajo.
bien o servicio necesario estará más injustamente DEL CAMPo, 5. (191<2): Análisis sociológica de la familia española. Ma-
drid, Ministerio de Cultura,
distribuido si depende de los desiguales recursos DaLAS, M. (sIL): La nueva clase, Análisis del sistema comunista, Buenos
de las familias que si es ofrecido con carácter Aires> Emecé,
general por el sector público, siempre que esta DurdN, M. A. (1986): Li jornada interminable. Barcelona. icaria.
ENGELS. E (1970): Esbozode crítica de la Economía Política, en K Marx y
oferta en si no sea discriminatoria —por eso la A. Ruge. ¡os Anales Franco.Alemanes. Barcelona. Martinez Roca,
sanidad pública tiene un efecto redistributivo, — (1977): El origen de la familia, la propiedad privada y el Estada Ma-
del trabajo y el segundo no ser un sistema explo- Instituto de Estudios Económicas (¡985): «Estudio introdociorio»
de Estudios Económicos, 2.
(anónimo), en Revista del Instituto986a):
tador. De cualquier manera, carece de sentido instituto Nacional de Estadistica
Encuesto de Población Activa
pensar que el curso de la historia puede ser orien- (2.> trimestre de ¡986>, Madrid. (l¡NE.
— (i986b): Salarios: resultadas correspondientes a tas medias anuales de
tado y reorientado de la manera que se nos an- 1985. Madrid. INE,
toje, pero hay que relativizar tanto la idea de que JAcoaN-. H, (¡973): TIte bureaucratization of tIte wodd Berkeley. Univer-
sity of California Press,
el capitalismo es siempre el progreso —su pre- KONRAO, O.. y 5;Etr,-cn. 1. (¡981): Los intelectuales y elpoder Barcelona.
sunta productividad más elevada es algo por de- Peninsula.
mostrar en muchos casos (Piore y Sabel, 1984; KuRoa. J.. y Monsvtrwswv, K. (1976): Carta abierta al Partida Obrero
Unificado Polaco. Madrid. Akal.
Fernández Enguita, 1986)— como la de que la LA5TNI, 5. (1981): Ensayo sobre las clases sociales. Barcelona. Península.
pequeña producción es una especie de Arcadia MAR,, K. (¡970): Li cuestión judía, en K. Marx yA. Ruge, Las Anales
—los trabajadores autónomos se autoexprimen a Franco-Alemanes, Barcelona. Martínez Roca,
— ([973): Miseria de lafilosofla> Madrid, Aguilar
veces hasta límites que un asalariado no acep- — (19?Sa): El Capital Madrid, siglo xxi.
tana—. Lo que sí parece seguro, es que el modo — t1975b): Canas a Kugelmann, La Habana> Editorial de Ciencias
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