Apuntes 1 prueba – Contratación Mercantil
sobre el criterio que utiliza:
DEFINICIÓN DE UN CONTRATO MERCANTIL.
Es mercantil todo contrato en el que concurra
alguna de las siguientes circunstancias:
- Las partes del contrato tienen la
condición de empresarios mercantiles y,
al contratar actúan en el ejercicio de su
actividad.
- El contrato se halla proyectado o
enmarcado en función de la realización
de actividades mercantiles.
(sociedades)
- El contrato tiene lugar en el ámbito del
ejercicio de una empresa.
¿Qué ocurre en Chile?
No existe un criterio único para identificar
cuándo estamos en presencia de un contrato
comercial, más allá del listado señalado en el
art. 3 del Cco sobre actos de comercio. Sin
embargo, debemos recordar que no se trata
de un listado único o cerrado, ya que la
mayoría de los actos pueden ser entendidos
como actos mixtos, por lo que es más relevante
determinar la naturaleza del acto o contrato a
fin de determinar la ley aplicable.
Elementos de la calificación:
1. El bien sobre el que recae el contrato,
toda vez que los contratos mercantiles
normalmente van de la mano de bienes
muebles, corporales e incorporales. (Ej.
Art. 3 n°20 CCo)
2. Si el sujeto actúa como intermediario y
pretende obtener ganancias con dicha
actividad. EJ: Se compra para vender,
arrendar o permutar, y no como un acto
de consumo donde el comprador es el
destinatario final, ya sea material o
jurídico.
3. Por simple declaración normativa, como
ocurre con los títulos de crédito.
4. Si el acto es realizado por una empresa,
de conformidad al Art. 3 Cco.
Casos en los que el legislador guarda silencio
1. Si los sujetos que realizan el acto son
comerciantes. En estos casos
normalmente el contrato también lo
será, a menos que se indique lo contrario
o la finalidad del negocio sea civil (por
ejemplo, si un comerciante pide un
crédito de bancario para finalidades de
consumo, el acto será civil)
2. Si existe un afán lucrativo en el negocio
jurídico, lo que a su vez liga el precio que
se cobra por algunos de estos contratos
(por ejemplo, el contrato de transporte)
3. El objetivo para el cual se celebra el
contrato es mercantil, con
independencia de si los sujetos son
comerciantes o no. Ej. Mandato
mercantil.
4. Si el acto accede a uno principal de
naturaleza mercantil o civil. Art. 3 N° 1
Cco. 1
En líneas generales, no existe un concepto
unívoco sobre lo que hemos de entender por
contratos comerciales o mercantiles.
Contratos mercantiles y actos mixtos o de
doble carácter:
De acuerdo al art. 3° Cco., un contrato
mercantil puede tener este carácter para
ambos contratantes o sólo para uno de ellos, lo
que tiene relevancia para distinguir si la ley
aplicable será una sola o se deberá aplicar la
normativa comercial para uno de los
contratantes y civil para la otra. En este último
caso, es frecuente la aplicación de normas de
protección al consumidor, si este último sujeto
tiene tal carácter.
En relación con qué ley se aplica, existe silencio
en la norma. La doctrina ha señalado que
debemos estar a la ley del obligado, pero
también a la ley especial que prima sobre la
general, o la que resulte más beneficiosa para
el sujeto protegido.
La enunciación de los actos de comercio
establecida en el art. 3 Cco., no entrega una
pauta para distinguir estos actos bajo un
denominador común. La doctrina los ha
clasificado aludiendo a su componente de
intermediación, si los realiza una empresa, si se
trata de actos marítimos, o presentan un
carácter mercantil en función de su formalidad.
Los primeros 3 podrían ser mixtos, a diferencia
de este último, que más que un contrato es una
declaración unilateral para el deudor y un título
para el acreedor que permite exigir la
obligación que allí se contiene.
Concepto de contrato mercantil
Aquellos negocios jurídicos que son calificados
como tales en función de la calidad de las
partes o la naturaleza de la obligación. Con
rasgos comunes tales como: bilaterales,
lucrativos u onerosos, de intermediación y de
circulación en el mercado.
Contratos mercantiles y teoría de lo accesorio
Artículo 3° Cco: “… Sin embargo, no son actos
de comercio la compra o permuta de objetos
destinados a complementar accesoriamente
las operaciones principales de una industria
comercial”.
Serán mercantiles: aquellos actos que, siendo
en principio civiles, se encuentran destinados a
complementar accesoriamente las
operaciones principales de la industria
comercial.
Si bien el precepto se refiere a la compraventa,
se entiende aplicable de manera general, con
la excepción de los actos formales de
comercio.
Sobre los comerciantes, la empresa y algunas
obligaciones especiales
El código de comercio tiene una impronta
objetiva y es por ello que se ha centrado en los
actos de comercio. Tanto es así, que al
comerciante se le describe como aquel sujeto
que, teniendo capacidad para contratar,
hace del comercio su profesión habitual (art. 8°
CCo). Se complementa tal norma en el
siguiente precepto, señalando que no es
comerciante aquel que ejecuta
accidentalmente un acto de comercio, pero
queda sujeto a las leyes de comercio en
cuanto a los efectos del acto.
Si bien el código no lo señala, los arts. 7 y 8 se
refieren a las personas naturales. Las personas
jurídicas plantean otra configuración. Así, por
ejemplo, si hablamos de sociedades
comerciales, éstas lo serán normalmente por el
objeto que desarrollan, pero hay sociedades
que se encienten siempre comerciales, con
prescindencia de ello, como son las
sociedades por acciones (art. 425 CCo) y
anónimas (art. 1 LSA). Respecto de las primeras,
el legislador dispone que el objeto siempre será
mercantil, mientras que de la segunda se
señala que lo será la persona jurídica, de
manera que puede realizar actos civiles.
Los comerciantes deben cumplir con una serie
de obligaciones adicionales, desde una
perspectiva comercial y tributaria. El Código de
Comercio se refiere en especial a inscribir
ciertos actos y registrar documentos (arts. 22 y
23); llevar libros especiales, los que serán
relevantes para efectos probatorios (arts. 25 a
47), y, en general, cumplir con todas las
obligaciones y deberes que aquí se señalan.
Nótese que no se exige que el comerciante
deba constituirse de cierta forma para operar
en el mercado, de manera que podrá obrar
como persona natural o jurídica. Desde una
perspectiva tributaria, los comerciantes deben
abrir un giro, dar boletas o facturas, efectuar
declaraciones tributarias acorde a la
naturaleza de sus operaciones, entre otras.
En la actualidad, más que aludir al
comerciante, debemos hablar de “empresa y
empresario”, en atención a la regularidad y
masividad de sus operaciones, la organización
de los factores productivos y la profesionalidad
en la intermediación de bienes y servicios.
Nuestro código no ofrece una definición sobre
la empresa o empresario, a diferencia de otras
normas que se acercan a esta noción. Así, por
ejemplo, el Código del Trabajo lo indica en su
artículo 3° inc. 3°, mientras que la Ley de
Mercado de Valores, alude a los grupos de
empresas en los artículos 96 y siguientes.
En general, podemos entender que una
empresa es aquella unidad económica
organizada que tiene por objeto el desarrollo
de actividades mercantiles. La actividad
económica se desarrolla masiva, onerosa y
profesionalmente. Se funda en la organización,
intercambio o colaboración de bienes y
servicios y está dirigida por un sujeto que ejerce
esta actividad en nombre propio, esperando
obtener resultados rentables de manera
continua y productiva. Es por ello que las
prestaciones normalmente se ofrecen de
manera estandarizada, dejando poco espacio
para la negociación preliminar. El empresario
puede o no adoptar la forma de una persona
jurídica, y en este último caso, podrá tratarse de
un sujeto colectivo o unipersonal, adoptando la
forma de una sociedad comercial o de una
Empresa Individual de Responsabilidad
Limitada (EIRL), respectivamente. Si se
pretenden ejercer estas actividades en otros
países deberán revisar la normativa aplicable a
estos efectos.
En este contexto, las normas del mercado y del
tráfico jurídico demandan, de un lado, una
ordenación que facilite la celebración y
ejecución de estos intercambios de manera
ágil, y por otro, unas reglas de funcionamiento
previsibles para los operadores jurídicos.
Diferencias con la regulación contractual civil
Aplicación supletoria normas civiles a partir del
art. 2° CCo
En el Derecho mercantil no se ha desarrollado
una teoría general de las obligaciones y
contratos mercantiles, por lo que este vacío se
ha debido suplir por medio de las normas
civiles, de acuerdo a lo dispuesto en el Art. 2°
CCo.
La contratación mercantil recae, en principio,
en objetos mercantiles, pero también se
contemplan casos que trascienden de otros
elementos, como ser realizados por ciertos
sujetos mercantiles, complementar actividades
mercantiles o voluntad legislativa.
Reglas diferenciadas
1. Normas de la capacidad (Art. 10 a 19
CCo)
2. Medios y reglas probatorias (Art. 127 y
128 Cco)
3. Plazos de prescripción
4. Aplicación costumbre mercantil (como
fuente y elemento interpretativo. Art. 4 a
6 Cco)
5. Instituciones que no operan en Derecho
mercantil como la rescisión por lesión
enorme
Principios mercantiles
La ley mercantil comparte una regulación
carcana a la civil en su parte patrimonial, pero
en el caso comercial, Los actos tienen además,
finalidades lucrativas y un carácter habitual, lo
que permite la circulación de las riquezas y el
desenvolvimiento del mercado nacional e
internacional. Sin perjuicio de otros principios
que se puedan advertir de la contratación
mercantil, destacan:
1. Autonomía de la voluntad que se
manifiesta tanto en la creación
contractual y su contenido, como en la
posibilidad de elegir leyes aplicables al
contrato, si ello no vulnera normas de
orden público. Esta última posibilidad,
normalmente se despliega en los
contratos comerciales internacionales.
2. Buena fe en la interpretación de todos
los contratos, de acuerdo con la teoría
general de los derechos y obligaciones.
En tal sentido, los contratos de comercio
se ejecutarán y cumplirán de buena fe,
según los términos en que fueron hechos
y redactados, sin tergiversar
arbitrariamente su recto sentido y la
común intención de los contratantes.
En materia mercantil este se puede
observar principalmente en el
cumplimiento y ejecución de las
obligaciones pactadas, donde tiene
especial relevancia la conducta del
deudor para con el acreedor. Por
ejemplo, la obligación de comunicar
que no podrá cumplir con su prestación
 dentro del plazo inicialmente acordado
se subentiende, a pesar de no estar
pactada expresamente.
3. Libertad de formas del contrato (regla
general, a menos que se disponga algo
distinto)
4. El principio de favor contractus o de
conservación de los contratos, que se
desprende de diversas normas que
buscan la eficacia de aquél y evitan su
nulidad (Ej. Art. 139 y 140 Cco).
5. Derivado de ello, la nulidad de una
cláusula contractual no provoca
necesariamente la nulidad del resto del
contrato. Las cláusulas se entienden de
manera separada o independiente, a fin
de no afectar la validez y eficacia del
contrato.
6. Sobre todo, en los contratos comerciales
internacionales, cada cláusula
contractual podría —eventualmente—
referirse a una ley o norma aplicable
específica, de acuerdo con las
necesidades del contrato.
7. En esta misma senda, en el moderno
derecho de los contratos, actualmente
se busca la protección del acreedor
frente al incumplimiento contractual,
eliminando la prueba de los elementos
subjetivos (dolo y culpa).
8. En materia de remedios o mecanismos
de tutela, existe una marcada diferencia
entre aquellos que se posibilitan para
resolver o terminar el contrato, de otros
que permiten la satisfacción del
acreedor.
9. En la misma línea, existen mecanismos
que no necesariamente deben
activarse en sede judicial. Por ejemplo,
la carta de término de contrato de
seguro por no pago de prima.
10. Los conflictos se resuelven normalmente
en sede arbitral, en busca de menores
formalidades y la aplicación de normas
que puedan acomodarse a los intereses
comunes de los contratantes.
11. En esta misma línea, es posible que las
partes acuerden someter el contrato a
normas no estatales, como ocurre con la
lex mercatoria o los principios unidroit de
forma íntegra o como complemento a
otra ley aplicable al contrato, de
manera que en la resolución del
conflicto, deberán considerarse estas
decisiones.
12. En los últimos años, también buscando
cautelar las relaciones comerciales y su
continuidad en el tiempo, la mediación
se ha convertido en un mecanismo
altamente positivo, que se ha intentado
potenciar desde un punto de vista
internacional.
Sobre la contratación mercantil en masa
Tal como señalamos, en la actualidad la mayor
parte de los contratos mercantiles se realizan
masivamente, lo que supone que estos no son
negociados individualmente.
Esta forma de contratación es beneficiosa para
la empresa, al reducir los gastos que suponen
las negociaciones particulares con los
contratantes, pero para su contraparte
conlleva peligros como la imposición de ciertas
cláusulas de cierto contenido.
El derecho de protección del consumidor se ha
ocupado del resguardo de éstos, entendidos
como destinatarios jurídicos o materiales de los
bienes o servicios que contratan. En esta línea,
se han dispuesto una serie de resguardos en
este tipo de contrataciones, que van desde los
requisitos para arribar a un contrato válido, el
establecimiento de obligaciones que debe
cumplir el predisponente, o la posibilidad de
suprimir o anular cláusulas abusivas.
Si no estamos en el ámbito de los consumidores,
sino de contratantes que se entienden en
igualdad de condiciones, los principios
protectores disminuyen. Así, por ejemplo, es
posible aplicar la buena fe (Art. 1546 CC) y la
interpretación contra la parte que redacta el
contrato (Art. 1566 CC), en que las cláusulas
ambiguas que hayan sido dictadas por una de
las partes, sea acreedora o deudora, se
interpretarán contra ella, siempre que la
ambigüedad provenga de la falta de una
explicación que haya debido darse por ella.
Más allá de ello, no contamos con una
normativa que, de manera general, se haga
cargo de los contratos mercantiles en masa y
por adhesión, por medio de condiciones
generales, ni tampoco —lo que es más grave—
que asegure un control específico de los
mismos antes de ser puestos en el mercado.
Por otra parte, si bien hay contratos que se
entienden regulados, no son revisados por las
Entidades reguladoras con el rigor que ellos
merecen (Ej. Contratos de seguros), ni tampoco
existe la posibilidad que una sentencia
pronunciada en la materia pueda extrapolarse
a casos análogos sin necesidad de volver a
discutir el asunto. En estos y otros casos
observamos un vacío de distintos controles que
debiese ser enmendado en lo sucesivo para
resguardar la adecuada actuación en los
mercados.
Sobre la formación del consentimiento en sede
mercantil
Regulación normativa
La formación del consentimiento no se
encuentra regulada en el Código Civil. Se
ocupan de esta materia los artículos 97 a 108
del Código de Comercio, el que, tal como
expresa su mensaje, llena ese “sensible vacío
de nuestra legislación comercial y civil”.
El código civil no se refiere a esta materia lo que
se explica fundamentalmente porque el
inspirador código civil francés no tenía regla
alguna sobre la formación del contrato y es por
ello que esta omisión fue corregida —al menos
parcialmente— a partir de la entrada en
vigencia del Código de Comercio. Con todo, si
bien el Código Civil no define el consentimiento
ni contiene reglas relativas a su formación, hay
normas dispersas que contribuyen a su
intelección, como ocurre con el Art. 1412 y Art.
1445 que señala que “para que una persona se
obligue a otra por un acto o declaración de
voluntad es necesario…. N° 2 que consienta en
dicho acto y su consentimiento no adolezca de
vicios”. De este modo, para que se forme el
consentimiento deben reunirse los elementos
para que la voluntad se entienda válida
(capacidad, sin vicios).
El CC alude entonces a la persona que se
obliga por un acto o declaración de voluntad,
o sea, a la sola voluntad del deudor, pero ello
no obsta el hecho que también es relevante la
voluntad de la contraparte, pues sólo en ese
caso podemos hablar de un acuerdo de
voluntades con efectos vinculantes.
En sus líneas generales, el sistema establecido
en el Código de Comercio, el consentimiento
se inicia con la oferta o policitación de una de
las partes y se completa y establece con la
aceptación de la otra parte que concurre con
aquélla en la formación de la obligación. El
Código de Comercio, carece de una
aproximación conceptual de la oferta. Su
definición ha debido ser construida por
abstracción a partir de la regulación
específica, y muy en particular de los artículos
97, 101 y 105 del Cco. En líneas generales, la
oferta podemos entenderla como una
declaración de voluntad destinada a la
formación del consentimiento para un negocio
jurídico determinado. Se trata de un acto
jurídico unilateral por el cual una persona
propone la celebración de un negocio a otra,
lo que se traduce en una propuesta concreta
que lleva implícita la voluntad del oferente de
quedar vinculado por el contrato, contiene
todos los elementos necesarios para que el
contrato nazca y sólo le falta la aceptación del
destinatario de la oferta para que el contrato
sea vinculante.
La oferta puede ser verbal o entre presentes y
escrita o entre ausentes (artículo 97 del Cco.).
En la oferta escrita o entre ausentes, conforme
al artículo 98 del Cco., es posible distinguir si el
destinatario reside en la misma ciudad del
oferente, la aceptación debe efectuarse
dentro de las veinticuatro horas, o si reside en
otro lugar, caso en que la aceptación debe
hacerse a vuelta de correo. También puede ser
determinada o indeterminada, la primera es la
que se hace a una persona cierta, mientras que
la segunda se formula al público en general.
Puede ser expresa, tácita o presunta, celebración del negocio jurídico propuesto Por
dependiendo de cómo se formula. su parte, Pinochet sostiene que la aceptación
constituye la consumación de un negocio
Para su validez se requiere que verse sobre un
jurídico con consecuencias jurídicas que
contrato determinado, que sea completa, esto
pueden ser importantes, por lo que la voluntad
es, que se indiquen todos los requisitos
de obligarse por parte del aceptante debe
esenciales del contrato que se propone, y que
existir claramente. Debe existir tanto la voluntad
se haga a persona determinada. De acuerdo
de consentir en el negocio jurídico específico,
con lo previsto en el artículo 105 del.
como también la voluntad de exteriorizar el
Código de Comercio, las ofertas querer interno para el perfeccionamiento del
indeterminadas contenidas en circulares, negocio (PINOCHET, 2005 p. 56).
catálogos, notas de precios corrientes,
La aceptación puede ser expresa (escrita o
prospectos o, en general, cualquier otra
verbal) o tácita, la primera se ha definido como
especie de anuncios impresos, en principio no
“Aquella que se contiene en una declaración
son obligatorias para quien las formula. No
en la cual el destinatario de la propuesta
obstante, cuando los anuncios se dirigen a
manifiesta en términos explícitos y directos su
personas determinadas, la oferta es válida,
conformidad con ella. La aceptación expresa
pero queda sujeta a la condición implícita que
puede ser verbal o escrita. La aceptación
al tiempo de la demanda no hayan sido
verbal es aquella que se manifiesta por
enajenados los efectos ofrecidos, de que no
palabras o por gestos que hagan inequívoca la
hayan sufrido alteración en su precio y de que
conformidad con la propuesta y la aceptación
existan en el dominio del oferente (SANDOVAL,
escrita es aquella que se hace por la escritura.
2010, p.10). No todas oferta de productos y
La aceptación tácita es aquella que se
servicios reúnen estos requisitos, de manera que
desprende de un comportamiento que revela
no cumplen los presupuestos para ser
inequívocamente la aquiescencia o
consideradas con efectos jurídicos. En estos
asentimiento a la oferta” (VIAL, 2011, p. 66-67).
casos nos encontraremos con ofertas
La segunda, es aquella que se infiere a partir de
comerciales que no alcanzan a constituir oferta
ciertos hechos que manifiestan
de celebrar contratos, sino que tendrán el
inequívocamente tal intención.
carácter de publicidad o la naturaleza jurídica
de invitaciones a ofrecer. En tal sentido, la. La aceptación puede ser pura y simple o
condicionada, dependiendo si el destinatario
Convención de Viena sobre compraventa
de la propuesta introduce a ésta
Internacional de mercaderías, en su artículo
modificaciones, o sólo se pronuncia
14.2 exige términos explícitos a la voluntad que
parcialmente con respecto a la misma. De
quiera ser considerada oferta de contratar al
conformidad con lo dispuesto por el artículo
disponer: “Toda propuesta no dirigida a una o
102 del Código de Comercio, la aceptación
varias personas determinadas será
condicionada importa una contraoferta del
considerada como una simple invitación a
destinatario al proponente, y para que se forme
hacer ofertas, a menos que la persona que
el consentimiento el primitivo oferente debe
haga la propuesta indique claramente lo
adherir a las condiciones o modificaciones que
contrario”.
constituyen la contraoferta.
Adicionalmente, la oferta debe ser voluntaria,
Para que la aceptación se considere válida,
seria y exteriorizarse, es decir, debe llegar al
esta deberá ser oportuna, pura y simple y 75
destinatario.
exteriorizarse al oferente.
La aceptación también es un acto jurídico por
Con relación al momento en que se forma el
el cual la parte a la cual se ha dirigido una
consentimiento, nuestro Código de.
proposición, la admite consintiendo en la
Comercio se inclina por la teoría de la
declaración, como se desprende de los
artículos 99 y 101. El primero de ellos expresa
que el proponente puede arrepentirse en el
tiempo medio entre el envío de la propuesta y
la aceptación, y no entre el envío de la
propuesta y el envío de la aceptación, o la
recepción o conocimiento de ésta, mientras
que el segundo dispone que “dada” la
contestación, el contrato queda en el acto
perfeccionado y produce todos sus efectos
legales. Por excepción, en el Código Civil es
posible encontrar un caso en que no basta la
sola aceptación (donaciones entre vivos, art.
1412).
El lugar en que se forma el contrato se
relaciona con la ley que rige el acto. Sobre el
particular, el Código de Comercio expresa
que, si los interesados residen en distintos
lugares, se entenderá celebrado el contrato en
la residencia del que hubiera aceptado la
propuesta primitiva o la propuesta modificada.
En el mismo sentido Sandoval expresa que en
Chile, en conformidad a la norma del artículo
104 del Código de Comercio, en el caso de los
contratos “entre ausentes” el consentimiento se
forma en el lugar donde tenga su residencia el
aceptante. Resulta más apropiado señalar que
el acuerdo de voluntades que perfecciona el
contrato se forma en el lugar en que se dio la
aceptación. En el derecho comparado se
admiten, además de la solución que adopta la
legislación chilena, otros criterios, estimándose
en algunos ordenamientos jurídicos extranjeros
que el consentimiento se forma en el lugar
donde se recibe la aceptación (SANDOVAL,
2010 p.20).
Estas normas se aplican respecto de los
contratos consensuales, más no respecto de los
solemnes y reales.
Vacío en la etapa preliminar del contrato
Un punto del que no tenemos mayor regulación
es la etapa de negociación preliminar no está
tratada en la normativa, lo que es
tremendamente relevante por las
repercusiones jurídicas que ello conlleva.
Recordemos que en la época codificadora
esto no se reguló, pues se entendía que las
partes se encontraban en una situación de
igualdad negocial, de manera que cada cual
se hacía cargo de sus propios riesgos, pero ello
cambió con la contratación masiva y la
configuración del contrato por adhesión,
donde existe un predisponente que redacta
previamente el contrato. La doctrina moderna
reconoce la relevancia jurídica del período de
las negociaciones y la posibilidad de que el
acuerdo de voluntades se alcance de otra
manera distinta al mecanismo de oferta y
aceptación, el que se entiende demasiado
simple para dar cuenta que, con frecuencia, la
celebración de un contrato es fruto de un
complejo proceso de negociaciones entre las
partes (ZULOAGA, 2021, ARENAS, 2012, p. 118;
DOMÍNGUEZ, 2012, p. 53; ACUÑA, 2002, p. 170).
En base a ello, el derecho civil francés, tras la
reforma al Code civil del 2016 (LEÓN, 1991, p.
55), ha planteado modificaciones en relación a
“La conclusión del contrato”, “La formación del
contrato”, “De las fuentes de las obligaciones”,
“Las negociaciones”, entre otras. En esta línea
el art. 1112 de dicho cuerpo normativo
reconoce y regula la posibilidad que surja
responsabilidad en la etapa de las
negociaciones, en relación con el art. 1104
(perteneciente al Capítulo I sobre
“Disposiciones preliminares” del referido
Subtítulo Primero), que establece que la buena
fe rige durante toda la vida del contrato,
incluso durante su negociación y celebración.
La falta de regulación del período de las
negociaciones, en relación con la formación
del consentimiento y la posible fuente de
responsabilidad precontractual, es un vacío
que debiera ser legislado.
La doctrina ha señalado que si durante las
negociaciones se ha celebrado algún acuerdo
que tenga carácter contractual (por ejemplo,
un acuerdo de confidencialidad, un pacto de
exclusividad, u otro acuerdo preliminar que
genere obligaciones), corresponderá
demandar en sede contractual (BARROS, 2020,
pp. 1114-1115; CORRAL, 2013, p. 39; ZULOAGA,
2018, p. 373), de lo contrario, y habiéndose
generado daños durante las negociaciones, se
debe accionar en sede extracontractual
(artículos 2314 y siguientes del Código Civil)
(BARROS, 2020, pp. 1114-1115).
Los Principios UNIDROIT sobre Contratos
Comerciales Internacionales en su edición más
reciente (2016), reconocen que los contratos se
pueden formar o por la aceptación de una
oferta, o por la conducta de las partes que es
suficiente para demostrar que hay acuerdo
(Art. 2.1.1 Principios UNIDROIT: “ARTICLE 2.1.1
(Manner of formation) A contract may be
concluded either by the acceptance of an
offer or by conduct of the parties that is
sufficient to show agreement”). En el
Comentario. Oficial del artículo 2.1.1, se explica
que en la práctica comercial muchas veces se
concluyen contratos (particularmente cuando
se relacionan con operaciones complejas) tras
prolongadas negociaciones, sin que exista una
secuencia identificable de oferta
aceptación.
Por razones históricas, tampoco se encuentra
regulada la contratación por medios
electrónicos ni remotos, sin perjuicio que existan
normas que la reconocen y regulan, por
ejemplo, la Ley N° 19.799, sobre documentos
electrónicos, firma electrónica y servicios de
certificación de dicha firma (Diario Oficial, 12
de abril de 2002), o la ley de protección del
consumidor que, por su especialidad, prima por
sobre la normativa del Código de Comercio
(en la Ley N° 19.496, que establece normas
sobre protección de los derechos de los
consumidores. Diario Oficial, 7 de marzo de
1997, en adelante. LPDC).
Contratación mercantil electrónica
Regulación nacional e internacional
La contratación electrónica es una modalidad
de contratación a distancia caracterizada
porque la oferta y la aceptación se transmiten
por equipos electrónicos de tratamiento y
almacenamiento de datos que están
conectados a una red de telecomunicaciones
(internet). El oferente de los bienes y servicios se
denomina prestador de servicios, y el
demandante destinatario (Paniagua, 2020, p.
134).
Este sistema de contratación es ventajoso para
el empresario o prestador de servicios, pues
amplía su mercado sin necesidades de
costosas inversiones en diferentes sucursales, y
por su parte, el destinatario, no debe
trasladarse, sino que puede solicitar un bien, y
celebrar un contrato, desde su computador.
En esta ecuación, es a este último a quien debe
brindarse una mayor protección por el posible
déficit de información, de seguridad de las
transacciones realizadas y de cumplimiento del
contrato.
En nuestra legislación, la ley Nº 19.496 sobre
protección al Consumidor se refiere a esta
materia en los artículos 12 A, al indicar que “En
los contratos celebrados por medios
y electrónicos, y en aquéllos en que se aceptare
una oferta realizada a través de catálogos,
avisos o cualquiera otra forma de
comunicación a distancia…” Y en el artículo 32
inc. 2do, que indica “Tratándose de contratos
ofrecidos por medios electrónicos o de aquellos
en que se aceptare una oferta realizada a
través de catálogos, avisos o cualquier otra
forma de comunicación a distancia…”.
El Art. 3º bis de esta misma norma dispone que:
“El consumidor podrá poner término
unilateralmente al contrato en el plazo de 10
días contados desde la recepción del
producto o desde la contratación del servicio y
antes de la prestación del mismo, en los
siguientes casos: b) En los contratos celebrados
por medios electrónicos, y en aquéllos en que
se aceptare una oferta realizada a través de
catálogos, avisos o cualquier otra forma de
comunicación a distancia, a menos que el
proveedor haya dispuesto expresamente lo
contrario. Para ello podrá utilizar los mismos
medios que empleó para celebrar el contrato.
En este caso, el plazo para ejercer el derecho
de retracto se contará desde la fecha de
recepción del bien o desde la celebración del
contrato en el caso de servicios, siempre que el
proveedor haya cumplido con la obligación de
remitir la confirmación escrita señalada en el
artículo 12 A. De no ser así, el plazo se En el ámbito internacional es relevante la Ley
extenderá a 90 días. No podrá ejercerse el Modelo sobre Comercio Electrónico elaborada
derecho de retracto cuando el bien, materia por la Comisión de las Naciones Unidas para el
del contrato, se haya deteriorado por hecho Derecho Mercantil, o Cnudmi, Uncitral
imputable al consumidor. (acrónimo en inglés), la que recomendó su
incorporación a los ordenamientos internos de
Por otro lado, la Ley N° 19.799 sobre
cada Estado como un instrumento útil para
Documentos Electrónicos y Firma Electrónica se
agilizar las relaciones comerciales entre
refiere al principio de equivalencia del soporte
particulares (1996). Esta tiene como objetivo de
electrónico y del soporte papel. Todo aquello
servir de orientación a los países respecto a sus
contenido en formato electrónico tiene la
leyes en estas materias. También dictó en 2001
misma validez que un documento en papel.
otra sobre firma electrónica.
La firma electrónica es un medio legal de
Modalidades y categorías
identificación del firmante que, cuando está
sustentada en un certificado electrónico Sus modalidades se relacionan con los criterios
reconocido y un dispositivo seguro de creación, que se utilicen a estos efectos, por ejemplo, si
tendrá respecto a los datos consignados en hablamos del territorio, podemos distinguir
forma electrónico el mismo valor que la firma contratos electrónicos nacionales y
manuscrita en relación a los consignados en el transfronterizos, lo que tiene relevancia para
papel. Por su parte, el certificado electrónico es determinar la legislación aplicable.
un documento firmado electrónicamente por
También podemos aludir al formato, de
un prestador de servicios de certificación, que
manera de distinguir contratos de adhesión y
vincula unos datos de verificación y confirma su
de libre negociación, lo que también tiene
identidad.
relevancia para determinar la legislación y
A estas normas debemos adicionar la ley 20.659 principios aplicables.
(2013), que simplifica el régimen de
Puede realizarse a través de contactos directos
constitución, modificación y disolución de las
por correo electrónico, persona a persona, en
sociedades comerciales (con excepción de las
cuyo caso estamos frente a una contratación
sociedades anónimas abiertas), que crea una
directa en que la voluntad se expresará en
forma simple para crear, modificar o disolver
momentos diferidos y luego constará en uno o
estas sociedades (sitio web:
más documentos entendiéndose que se trata
www.tusociedadenundía.cl); la ley 19.983
de un contrato consensual que no debe revestir
(2004), que regula la transferencia y otorga
otra formalidad que el acuerdo de las partes
merito ejecutivo a copia de la factura; y la ley
sobre los términos del contrato. La tecnología,
20.727 (2014), que introduce modificaciones a
reconocida por la Ley 19.799 sobre
la legislación tributaria en materia de factura
Documentos y Firma Electrónica incluso
electrónica y dispone otras medidas que
permite hacer un documento con estructura
indica.
tradicional de contrato que puede ser firmado
En general, con la excepción del contrato por las partes.
social, vemos que existe una preocupación por
En cuando a las categorías se alude a los
abordar la formación del consentimiento, pero
denominados C2C, consumers to consumers,
no otras etapas del contrato electrónico, lo que
una forma de hacer negocios a través de sitios
claramente llama la atención si consideramos
web o sitios punto com que ponen a disposición
que los efectos y el término del mismo son
del público la posibilidad de publicar bienes
también de enorme relevancia en la vida
que desean vender o comprar, y las reglas o
jurídica.
normas bajo las cuales se opera, que
usualmente se realiza a través de remates.
El sitio web es un lugar de intercambio, pero la
relación de las personas es uno a uno.
También existen los llamados e-market places o
B2B, business to business, que corresponden a
sitios de intercambio de bienes y servicios entre
empresas, normalmente con reglas
preestablecidas. Puede tratarse de sitios donde
se hacen licitaciones para la adquisición de
bienes o servicios, o que derechamente
transitan transacciones.
Algunos problemas que pueden presentarse
Varios problemas pueden presentarse en esta
materia, los más frecuentes se vinculan a la
formación del consentimiento y las posibles
responsabilidades que emergen. Sobre el
primer tema, a falta de disposición expresa,
deberán aplicarse las normas que rigen la
materia (Arts. 98 y ss. CCo.). Para nuestra
legislación, la formación del consentimiento
adhiere a la postura de la aceptación o
declaración de la respuesta (Arts. 97 y 28 CCo.),
y en los contratos electrónicos esto sucedería
en el lugar dónde se encuentra el aceptante,
de manera que habrá que distinguir quién
realiza la oferta.
De acuerdo con el artículo 101 del Código de
Comercio, el contrato queda perfecto al
momento de la aceptación pura y simple de la
propuesta. El siguiente precepto señala que la
contrapropuesta es una nueva oferta, y el
artículo 105 regula el efecto de las ofertas
indeterminadas contenidas en circulares,
catálogos, notas de precio corrientes,
prospectos, o en cualquiera otra especie de
anuncios impresos, las que no son obligatorias
para el que las hace. De este modo, para
efectos de la legislación chilena, debe
determinarse si la oferta publicada en sitios web
es tal o la oferta la constituye la oferta de
adquirir que hace el cliente.
Habrá que distinguir si se trata de relaciones
entre ausentes o presentes, de modo de
determinar el momento en que se forma el
consentimiento. En cuanto a las relaciones
entre ausentes, el Código de Comercio en los
artículos 97 y 98 se refiere a las ofertas verbales
y a las ofertas escritas, que en la actualidad
podría definirse como ofertas entre personas
presentes que deben dar respuesta inmediata,
o ausentes, en cuyo caso, la oferta se realiza
por escrito y existe un plazo para su
aceptación, ya que ésta no puede estar
vigente permanentemente. El medio
electrónico permite hacer ofertas entre
ausentes, pero con comunicaciones
simultáneas, de manera que la forma de
entender esta formación varía y deberá
atenderse a la Ley 19.799, que dispone que se
tendrán por escritas.
La doctrina ha sostenido que, en la práctica, las
normas contenidas en el Código de.
Comercio resultan escasamente aplicables a la
realidad electrónica debido a su antigüedad y
si bien en la Ley del Consumidor existen
disposiciones especialmente diseñadas para la
contratación electrónica, aquellas no tratan de
modo sistemático el tema de la aceptación
electrónica y, menos, de la formación del
consentimiento, como sí sucede en
legislaciones internacionales. El negocio
jurídico electrónico —según los parámetros
clásicos de ausencia o presencia de las
partes— ofrece variables que hacen esta
materia sustancialmente diferente a la
contratación tradicional, por lo que las
soluciones existentes en la actualidad se
muestran insuficientes para una adecuada
regulación de la nueva realidad, lo que nos
lleva a considerar que en este punto puede ser
necesaria la introducción en el ordenamiento
jurídico de soluciones que sean compatibles
con la realidad electrónica (PINOCHET, 2005, p.
85).
En relación a las responsabilidades, debemos
reparar en el hecho que los sitios web podrían
carecer de personas jurídicas o física
responsable y sólo disponer de un nombre de
dominio. Es por ello que han surgido iniciativas
que pretenden dar seguridad y certeza
tecnológicas a los consumidores, como los
certificados electrónicos de sitio seguro.
En materia del consumidor, cobra relevancia
en esta materia la información que debe
brindarse por el proveedor, además de aquélla
referida a los productos y servicios.
Las normas vigentes en Chile son claramente
insuficientes para solucionar los distintos
problemas que emergen de este tipo de
contratación, de manera que podrían
considerarse otros criterios provenientes del soft
law, como ocurre con lo establecido en la Ley
Modelo sobre Comercio Electrónico de
UNCITRAL, y en el futuro brindar una regulación
robusta en esta materia.
La reciente reforma del Código Civil francés de
2016 insertó un grupo de normas en el Título III
del Libro III del CC, sobre celebración de
contratos por vía electrónica (Arts. 1125 y ss) y
sobre la forma del contrato electrónico (Arts.
1174 y ss). Esta normativa no fue novedosa, sino
que en realidad incorpora lo que ya se había
regulado sobre esta materia. En los primeros
preceptos se establece un principio de
legalidad de una oferta por vía electrónica y
de los intercambios de información, también se
alude a las reglas relativas a los contratos
celebrados mediante intercambio de correos y
reglas referidas a los contratos celebrados en
línea directamente. En cuanto a la forma, se
admite la posibilidad de utilizar el escrito
electrónico en los contratos para cuya validez
se exija la forma escrita, de manera que
consagra el principio de equivalencia en
cuanto a la validez de los contratos en papel o
en soporte electrónico.
Contrato Mercantil Internacional
Regulación normativa
En Chile no existe normativa que regule a los
contratos comerciales internacionales de
manera general. Solo es posible encontrar
algunas manifestaciones, por ejemplo: a) La
ratificación de la Convención de Viena sobre
compraventa internacional de mercaderías,
de fecha 11 de abril de 1989, que es ley de la
República desde el año 1990.
b) La Ley de arbitraje comercial internacional,
Nª19.971, que copia la Ley Modelo.
Uncitral de 1985, y que se encuentra vigente
desde el 29 de septiembre de 2004.
Adicionalmente, podemos mencionar un
precepto del Código de Comercio.
El Art. 113 CCo. expresa: “Todos los actos
concernientes a la ejecución de los contratos
celebrados en país extranjero y cumplidero en
Chile, son regidos por la ley chilena, en
conformidad a lo que se prescribe en el inciso
final del artículo 16 del Código Civil.
Así la entrega y pago, la moneda en que éste
deba hacerse, las medidas de toda especie,
los recibos y su forma, las responsabilidades que
imponen la falta de cumplimiento o el
cumplimiento imperfecto o tardío, y cualquiera
otro acto relativo a la mera ejecución del
contrato, deberán arreglarse a las
disposiciones de las leyes de la República, a
menos que los contratantes hubieren
acordado otra cosa.
Hay dos formas de interpretar esta norma: una
estricta, que alude a los contratos celebrados
en país extranjero, es decir, fuera del territorio
chileno; y otra amplia, que ve en este precepto
una alusión a los contratos comerciales
internacionales.
Nos inclinamos por esta última opción,
considerando que —al momento de su
dictación— no existía precisión sobre lo que
había que entender por contrato comercial
internacional, y era común sostener que aquél
aludía a un elemento extranjero, como su
celebración fuera de las fronteras.
En la actualidad, sin embargo, esta intelección
se encuentra ampliamente superada,
entendiendo que un contrato comercial
internacional, lo será no sólo por haberse
suscrito el contrato fuera de Chile, sino también
a partir de otros elementos, el más común en
esta descripción y calificación es el hecho que
las partes tengan sus establecimientos en
distintos Estados.
No existe una única definición de contrato
internacional. Cada norma establece sus
propios criterios de internacionalidad. En este
camino, ha perdido importancia la distinta
nacionalidad de las partes; mientras que otros
elementos han cobrado relevancia, como el
lugar donde se ejecutarán las obligaciones, o
la autonomía de la voluntad de las partes.
No es correcto, en principio, suponer elementos
de internacionalidad que la ley aplicable no
contempla. Así, por ejemplo, si la norma faculta
a las partes para calificar como internacional
un contrato en virtud de su autonomía de la
voluntad, no es posible que luego se estime que
este pacto sólo será válido si existe un elemento
internacional relevante, pues si esta era la
intención legislativa, así se habría señalado.
La razón de lo anterior se centra precisamente
en el principio de autonomía de la voluntad, en
la medida que las partes pueden disponer de
sus derechos, con la única limitación de no
vulnerar el orden público internacional. En otras
palabras, si las obligaciones que nacen del
contrato son de derecho privado patrimonial y,
por ende, disponibles para las partes, de
manera que éstas mismas podrían terminar el
conflicto por medio de una transacción, bajo
ese mismo supuesto, pueden señalar el
derecho por el que habrá de regirse la relación
jurídica y los tribunales que habrán de fallar las
controversias. El límite de ello se encontrará en
las normas indisponibles, como ocurre con la
capacidad de las partes (Art. 15 CC) y la
ejecución del contrato en Chile (Art. 16),
debiendo recordar lo expresado en el Art. 113
CCo., a este respecto.
Más allá de ello, el precepto en comento (Art.
113 CCo.) reconoce la validez de los contratos
celebrados en el extranjero, y otorga plena
eficacia a la autonomía de la voluntad de las
partes, en cuanto a la determinación de las
normas aplicables al contrato y su
cumplimiento. En esta línea, se establece que
éstas podrán determinar el lugar y el plazo en
que se efectuará el pago, las modalidades, la
moneda en que se deba pagar, las
responsabilidades que surjan frente al
incumplimiento, y lo que estimen necesario
para su contratación, y sólo a falta de ello
regirá la legislación nacional (Art. 16 CC).
Por otra parte, si bien en alguna oportunidad se
ha sostenido que no es posible someter un
conflicto contractual a un arbitraje
internacional, por adolecer de objeto ilícito,
debemos recordar que el Art. 1462 CC, se
refiere a lo que contraviene al derecho público
chileno, como ocurre con la promesa de
someterse en Chile a una jurisdicción no
reconocida por las leyes chilenas, lo que limita
bastante la aplicación de este precepto, no
siendo extrapolable, bajo ningún punto de
vista, al arbitraje comercial internacional que
no sólo se encuentra reconocido por nuestra
legislación a partir de ciertos instrumentos,
como la Convención de Nueva York de 1958,
sobre la ejecución de laudos arbitrales
internacionales, sino que además, ha dictado
diversas normas sobre la materia, la más
relevante es la 19.971, de 2004.
En nuestro ordenamiento, para determinar si un
contrato es internacional, deberemos indagar
si en la ley aplicable existe una referencia a
esta noción en orden a su calificación, o no la
hay. Así, por ejemplo, la Convención de Viena
sobre Compraventa internacional de
mercaderías, suscrita en Chile en 1990 (CIGS),
se refiere a la internacionalidad en su artículo 1,
para delimitar su ámbito de aplicación
disponiendo: 1. La presente Convención se
aplicará a los contratos de compraventa de
mercaderías entre partes que tengan sus
establecimientos en Estados diferentes: a)
cuando esos Estados sean Estados
Contratantes; o 2 b) cuando las normas de
derecho internacional privado prevean la
aplicación de la ley de un Estado Contratante.
2) No se tendrá en cuenta el hecho de que las
partes tengan sus establecimientos en Estados
diferentes cuando ello no resulte del contrato,
ni de los tratos entre ellas, ni de información
revelada por las partes en cualquier momento
antes de la celebración del contrato o en el
momento de su celebración. 3) A los efectos de
determinar la aplicación de la presente
Convención, no se tendrán en cuenta ni la
nacionalidad de las partes ni el carácter civil o
comercial de las partes o del contrato.
En cambio, la ley 19.971, sobre arbitraje
comercial internacional (LACI), vigente en
Chile desde septiembre de 2004, se refiere al
tema de la internacionalidad de forma
diferente, al expresar que:.
las sentencias y laudos extranjeros, pero no se
refiere a las sentencias internacionales, de
manera que, si se trata de un arbitraje
internacional, habrá que aplicar la respectiva
ley del ramo. La cuestión no es baladí, pues una
sentencia extranjera pasa por el trámite del
execuátur, mientras que la ejecución del laudo
arbitral sigue un procedimiento diferente (Art.
35 y 36 Ley 19.971).
En cuanto a la mercantilidad debemos
recordar que esta noción se entiende en
términos amplios en sede internacional, de
manera que no resulta aplicable el estrecho
contenido del Art. 3° CCo. Se excluyen las
relaciones laborales, de consumo, y otras que
también se encuentran señaladas en cada ley
aplicable.

Art. 1.3 Un arbitraje es internacional si: a) Las

partes en un acuerdo de arbitraje tienen, al
momento de la celebración de ese acuerdo,
sus establecimientos en Estados diferentes, o b)
Uno de los lugares siguientes está situado fuera
del Estado en el que las partes tienen sus
establecimientos: i) El lugar del arbitraje, si éste
se ha determinado en el acuerdo de arbitraje
o con arreglo al acuerdo de arbitraje; ii) El lugar
del cumplimiento de una parte sustancial de las
obligaciones de la relación comercial o el lugar
con el cual el objeto del litigio tenga una
relación más estrecha, o c) Las partes han
convenido expresamente en que la cuestión
objeto del acuerdo de arbitraje está
relacionada con más de un Estado.

En cuanto a los efectos de esta calificación,

podemos señalar que aquél se resume en la
posibilidad de las partes, o el árbitro en su
defecto, de elegir las normas o leyes aplicables
(sustantivas y adjetivas), y el tribunal que podrá
conocer las controversias que nazcan de
aquel, como ocurre con los tribunales arbitrales
internacionales, incluido — en este último caso,
el procedimiento.

Es relevante subrayar que un contrato

internacional puede dar origen a una
sentencia extranjera o internacional. El Código
de Procedimiento Civil regula la ejecución de
CONTRATO DE COMPRAVENTA MERCANTIL
NACIONAL
Concepto y características
El contrato de compraventa es uno de los más
relevantes en el tráfico económico. Se
configura como un contrato bilateral, oneroso,
y consensual, donde el vendedor, a cambio de
un precio en dinero, transfiere la posesión de
una cosa a otro sujeto denominado
comprador. Su utilidad última es la
transferencia del dominio de la cosa que se
vende.
Este es el ánimo esencial que habita en todas
las compraventas.
La compraventa mercantil nacional está sujeta
a una triple regulación. Por un lado, se deben
atender a las normas contempladas en el Cco.,
y en lo no previsto por este cuerpo normativo,
serán aplicables las normas del CC, de
conformidad a lo prescrito en el Art. 2° CCo.
Para un sector de la doctrina esta doble
reglamentación constituye una desventaja
para la compraventa mercantil (SANDOVAL,
2010, p. 52). La compraventa mercantil podrá
tener, además, naturaleza internacional,
donde procede aplicar la.
Convención de Viena sobre compraventa
internacional de mercaderías, si se cumplen los
presupuestos para ello, y las partes no hayan
renunciado a la misma CIGS (Art. 1° y 6°).
Si la compraventa se efectúa entre un
comerciante y un consumidor, se deberán
aplicar, de manera preferente al comprador,
las normas sobre protección del consumidor
(Ley 19.496).
Tanto las normas del código civil como de
comercio se componen por una normativa que
parte de la base que las partes se encuentran
en posibilidad de negociar el contrato y definir
su contenido de acuerdo con sus propios
intereses, haciendo uso de su autonomía de la
voluntad y la prevención de los riesgos que ello
conlleva. En la época actual, en cambio, gran
parte de estos contratos de compraventa son
de adhesión, de manera que la posibilidad de
negociación ha disminuido notoriamente.
Frente a ello cobran relevancia otras normas
que ligan con las condiciones generales de
contratación y de protección al consumidor
(LPDC), en el caso que el comprador tenga
dicha calidad.
Para la validez de la compraventa, se requiere
cumplir los requisitos de la esencia y validez de
todo contrato, y los de este en particular, esto
es, el acuerdo sobre la cosa y el precio (Art.
1793 y Art.1801 inciso 1º del CC).
La capacidad que se exige para celebrar el
contrato es la general para contratar. Existen
ciertas prohibiciones particulares para realizar
este contrato debido a su cargo o función, la
realicen por sí mismos o por interpósita persona.
La compraventa mercantil, atendiendo el
principio de conservación, plantea una
diferencia en relación con la compraventa civil
respecto del precio, pues de conformidad a lo
dispuesto en el 139 CCo., si los contratantes no
lo convinieron, ni tampoco señalaron la
manera de determinarlo y la cosa vendida
fuere entregada, se presumirá que aquellos
han aceptado el precio corriente que tenga en
el día y lugar en que se hubiere celebrado el
contrato. De este modo, el legislador presume
este elemento a partir de la entrega del bien
comprado. En tal sentido, si la cosa fue
entregada y el precio no se acordó entre las
partes, se entiende que éstas han aceptado el
precio corriente del día y lugar de la
celebración y, si este no se pudiere determinar,
procederán otros mecanismos para definirlo,
pero el contrato de ninguna manera se podrá
anular por ausencia de acuerdo sobre el
precio.
En materia internacional la regulación avanza
un peldaño más, pues se entiende que el único
elemento esencial es el acuerdo de las partes
en orden a celebrar la compraventa. Derivado
de ello, la normativa establece una serie de
resguardos para conservar la eficacia del
contrato, tal como veremos más adelante.
Regulación normativa
Artículo 1793 del CC. Artículo 2º del Cco.
Diferencias entre la compraventa civil y
mercantil
Para que la compra sea considerada mercantil
debemos atender a lo dispuesto en el.
Art. 3° N° 1 del Cco., de manera que esta debe
ser hecha con ánimo de vender, permutar o
arrendar y tratarse de cosas muebles. De ello se
infiere que el comprador debe tener como
finalidad la reventa, permuta o arrendamiento
de la cosa comprada, y de obtener ganancia
con esta operación, aun cuando en la práctica
no la obtenga.
La cosa sobre la que recae este contrato es
mueble, comprendiendo el amplio espectro de
aquellas (corporales e incorporales). Los bienes
inmuebles se encuentran excluidos por razones
históricas, pues se consideraba que aquellos no
podían transferirse con la rapidez esperada en
el tráfico comercial. Esta intelección no parece
acertada en la actualidad, si consideramos
que tal disección no se efectúa atendiendo a
la mercantilidad del acto, sino a una cuestión
más pedestre, como son los requisitos para
lograr la transferencia del dominio.
El hecho que para calificar la compraventa
como mercantil, se exija que el vendedor deba
haber comprado para revender, permutar o
arrendar, con transformación o no, va de la
mano con una intencionalidad o ánimo de
lucro, elemento que es propiamente
comercial, aun cuando no se exprese en la
norma. De este modo, si bien la compraventa
civil también puede recaer sobre bienes
muebles y tener un ánimo lucrativo, en el caso
mercantil, esta intención es anterior a la
compra de los bienes que luego venderá,
permutará o arrendará, de la misma forma o
modificada.
Adicionalmente, debemos tener en
consideración que el acto mercantil de
compraventa puede ser mixto o de doble
carácter, esto es, mercantil para el vendedor y
civil para el comprador.
Igualmente, debemos tener en consideración
la excepción planteada por el mismo
precepto, en orden a que una compraventa
siendo mercantil, perderá tal carácter si
complementa una actividad civil (teoría de lo
accesorio).
De la normativa existente, podemos excluir las
siguientes compraventas: a) Las que recaen
sobre inmuebles b) Las que hicieren los
agricultores, ganaderos o productores de
bienes, respecto del producto de sus cosechas,
ganados, o productos.
c) Las que hicieren los artesanos sobre los
objetos elaborados por ellos.
d) Las que se realicen en pública subasta.
e) Las que recaen sobre muebles y no
concurren los requisitos del Art. 3° N° 1 Cco.
Regulación normativa
Artículo 3 Nº 1 del Cco.
Artículo 1801 inciso 1º del CC.

Esquema: Cuadro comparativo entre la compraventa civil y mercantil

Determinación El precio podrá ser determinado por Si los contratantes no convienen en el

del precio ambos contratantes o por un tercero
que estos designen.
No podrá dejarse su determinación al
arbitrio de uno de los contratantes.
En caso de no convenirlo, no habrá
compraventa (Arts. 1808 y 1809 CC).
precio o en la manera de determinarlo,
no habrá compraventa. No obstante, si
la cosa vendida fuere entregada, se
presumirá que han aceptado el precio
corriente que tenga en el día y lugar en
que se hubiere celebrado el contrato,
pero si existiere diversidad de precios, el
comprador deberá pagar el precio
medio (Art. 139 Cco).
 En caso de que el tercero designado por
las partes no determinare el precio, y el
objeto vendido hubiere sido entregado,
el contrato de todas maneras se llevará
a efecto por el precio que la cosa tuviere
al día de la celebración del contrato, en
caso de variedad de precios, será el
precio medio (Art. 140).
Respecto de la determinación del precio
en compra de mercaderías, rige lo
dispuesto por el Art. 141 Cco.
Tipologías de No existen normas sobre esta materia. Se distinguen ventas a la vista, por orden,
venta a gusto o sobre prueba. Lo más
relevante en esta distinción, es el
momento en se entiende perfeccionado
el contrato, pudiendo operar una
condición suspensiva o resolutoria (Art.
130 y ss).
Riesgo de la En principio es de cargo del De acuerdo con el Art.142 Cco. se
cosa vendida comprador/acreedor, conforme a las mantiene la regla.
reglas establecidas en los Arts.1820 y Excepción Art. 143 N° 6 Cco.
1550.
CC. Pero no responde del riesgo, si el
contrato fue celebrado bajo condición
suspensiva y se cumple la condición.
Formas de Se puede efectuar por alguno de los Los Art. 148 y 149 Cco, plantean formas
hacer la medios señalados en el Art. 684 CC. adicionales de hacer la tradición.
tradición
Prescripción La acción de saneamiento por Se reitera lo dispuesto en el Art. 1866 del
de las evicción prescribe en cuatro años; más CC, en cuanto el plazo de prescripción
acciones en lo tocante a la acción de la pura de las acciones redhibitorias es de seis
restitución del precio, esta prescribe meses contados desde el día de la
según las reglas generales. Se contará entrega real de la cosa (Art. 154 CC).
el tiempo desde la fecha de la
sentencia de evicción; o si ésta no
hubiere llegado a pronunciarse, desde
la restitución de la cosa (Art.
1856 CC).
La acción redhibitoria durará seis
meses respecto de las cosas muebles
en todos los casos en que leyes
especiales o las estipulaciones de los
contratantes no hubieren ampliado o
restringido este plazo. El tiempo se
contará desde la entrega real (Art.
1866 CC).
Obligación de Esta obligación no recae sobre el Esta obligación recae sobre el vendedor
extender vendedor civil. mercantil, constituyendo una facultad
factura del comprador exigirla (Art. 160 Cco).
Tipos de compraventa mercantil
A diferencia del CC, el legislador mercantil ha
considerado necesario establecer algunos
tipos de compraventa. No se trata de un listado
taxativo, ni pueden estimarse como las únicas
posibilidades existentes, sino que se trata de las
tipologías a las que se ha querido prestar
atención con la finalidad de hacerse cargo de
algunos supuestos, en relación con los
derechos de las partes.
Dada la forma en que se encuentran
redactados estos preceptos, parte de la
doctrina han visto aquí ciertas excepciones
ligadas al momento en que se perfecciona el
consentimiento, pero otros autores, en cambio,
observan más bien efectos contractuales
frente al incumplimiento.
Así, por ejemplo, el Art. 131 Cco., establece que
“Cuando el comprador de una cosa a la vista
se reserva expresamente la prueba sin fijar
plazo para hacerla, la compra se reputa
verificada bajo condición suspensiva
potestativa durante el término de tres días.
Este término se contará desde el día en que el
vendedor requiera al comprador para que
verifique la prueba, y si el comprador no la
hiciere dentro de él, se tendrá por desistido del
contrato”.
En este caso y otros análogos, algunos autores
han visto que el consentimiento no sería puro y
simple, sino que quedaría sujeto a una
condición de la cual depende su otorgamiento
o retractación, de manera que se trataría de
contratos condicionales (ALESSANDRI, 2003, p.
111), mientras que, para otros, el
consentimiento se estima puro y simple, pero si
la cosa no cumple con el estándar acordado
(calidad, especie, etc.), esta compra puede
ser dejada sin efecto por la voluntad del
comprador.
En nuestra opinión la redacción es confusa
pues todo parece indicar que el legislador se
refiere a la prueba y no al contrato. En tal
sentido, el contrato es puro y simple por norma
general, a menos que se trate de una cosa que
se acostumbra a probar previamente o, bien,
se reserve expresamente la prueba. Si el
comprador efectúa esta reserva y luego no
verifica la prueba, se entiende que desiste de
la oferta (no del contrato), de manera que no
existirá consentimiento válido.
El lenguaje que utiliza el legislador es confuso.
En algunos de estos supuestos se alude al
desistimiento (Arts. 131 y 133 CCo.), en otros a
la resolución (Arts. 134 y 135.
CCo.), la disolución (Arts. 136 y 137 Cco.), o la
declaración de “no valer” el contrato (Art. 138
CCo.). En estricto rigor, entendemos que el
comprador puede desistirse de la oferta
cuando el contrato aún no se forma, pero si el
consentimiento está perfecto, habría que aludir
a una rescisión, entendida como el término
unilateral del contrato en función de la falta de
cumplimiento del vendedor. Por otra parte, las
expresiones de “disolución” así como de “no
vale” no son jurídicamente apropiadas, en vez
de ellas debiésemos entender que existe una
resolución, entendida como la facultad de
terminar el contrato por incumplimiento de una
obligación de la contraparte, de conformidad
a lo dispuesto en el Art. 1489 CC, o bien a la
nulidad del contrato, si este no cumple con los
elementos o requisitos esenciales para su
validez.
En este escenario, es comprensible que exista
una disparidad de interpretaciones, lo que
aboga por la modificación de estas normas.
Mientras ello no ocurre, corresponde al
intérprete esta labor.
En nuestra consideración, si atendemos a la
conservación del contrato, la consensualidad y
la flexibilidad que se pregona del mismo,
tendríamos que llegar a la conclusión que el
contrato de compraventa mercantil en
principio nace puro y simple (a menos que se
exprese lo contrario), y sólo si no se cumplen las
obligaciones previstas, el comprador puede
rescindirlo o solicitar su resolución judicial.
Por supuesto, si el comprador es un consumidor,
éste tiene la posibilidad adicional de
retractarse sin razón alguna de este u otro
contrato, en el plazo de diez días, de acuerdo
con la LPDC.
Para evitar los conflictos que pueden anudarse
a estas cuestiones, lo prudente sería establecer
en el contrato claramente los términos de lo
acordado, tomando en consideración que
estas normas no son de orden público, sino de
la naturaleza, de manera que sólo se aplican
en defecto de lo señalado por las partes.
Compraventa de cosas que están a la vista.
Nuestro legislador al regular la compraventa de
cosas que están a la vista no contempla ningún
concepto de esta. Sin embargo, podemos
definirla como aquella en que las partes están
en presencia de la cosa vendida en el
momento de celebrar el contrato (ALESSANDRI,
2011, p. 511; SANDOVAL, 2013, p. 56).
Regulación normativa
Artículo 130 del Cco. Artículo 131 del Cco.
Art. 132 del CCo. Artículo 133 del Cco.
El contrato de compraventa mercantil es
consensual, de manera que se perfecciona al
momento de acordar la cosa y el precio.
Derivado de ello, en cuanto al cumplimiento
del contrato, debemos distinguir si esta se ha
hecho: a) Designando la cosa sólo por su
especie, caso en que el contrato puede
resolverse si la cosa no fuese de la especie
indicada.
b) Designando la cosa por su especie y
calidad, de manera que si no se cumple con
estos requisitos (especie y regular calidad), la
cosa podrá ser reconocida por peritos en un
procedimiento donde se reclame el
incumplimiento de la obligación.
Compraventa de cosas al gusto.
La prueba del producto se realiza por el
comprador y si está conforme con la calidad se
entiende efectuado el consentimiento
(ALESSANDRI, 2011, p. 497). En general
podemos distinguir dos tipos de productos: unos
en que se subentiende la prueba (Ej.
Vino, aceite) y otros en que no existe tal
presunción, y si se quiere realizar la prueba
antes de dar la conformidad al contrato, ello se
debe estipular expresamente.
El CC también se refiere a este tipo de
compraventa en el Art. 1823 al disponer que el
comprador detenta la facultad de reserva de
prueba, la que tiene por finalidad determinar si
la cosa es o no de su agrado. El Cco., no
emplea esta expresión, sino que la reemplaza
por una “sana y regular calidad”. El
fundamento de esta diferencia es lógico si
consideramos que en la compraventa
mercantil la cosa se compra para venderla
posteriormente al público, por lo que se
presume que el gusto medio del consumidor
coincide con una cosa sana y de regular
calidad.
Regulación normativa
Artículo 132 del Cco.
Artículo 131 del Cco.
Artículo 1823 del Cco.
Compraventa de cosas por orden.
El legislador no ha establecido expresamente
que ha de entenderse por compraventa de
cosas por orden. Sin perjuicio de lo anterior,
Alessandri la define en los siguientes términos:
“(…) del contexto de las disposiciones
transcritas se desprende que la hay cuando se
celebra un contrato de compraventa entre
una persona que no tiene las cosas a la vista
por cuyo motivo el vendedor se obliga a remitir
la que se vende en virtud de la orden que con
tal objeto le dirige el comprador”. (ALESSANDRI,
2011, p. 529).
La compraventa de cosas por orden debe
cumplir con una serie de requisitos copulativos,
a saber: a) Debe hacerse por orden del
comprador.
b) La cosa objeto del contrato no debe ser
conocida por el comprador al tiempo de la
celebración de este (por ello la cosa es
designada por su especie o por esta y su
calidad en la orden).
c) Las mercaderías deben ser enviadas al La relevancia de ello es que se entiende que
comprador (ya que estas no se encuentran en existe un presupuesto implícito de resolución en
el mismo lugar que el comprador, por eso no las el caso de discordancia, a favor del
conoce). comprador, de manera que éste puede
reclamar la resolución de conformidad al art.
d) Las cosas deben ser conocidas por el
1489 CC., o bien por medio de defensa y, en
comprador con posterioridad al envío.
ambos casos, será el vendedor quién deberá
De conformidad al Art. 134 Cco., la compra a demostrar que los productos cumplían con el
la orden, designando la cosa por su especie, estándar de la muestra entregada.
implica la facultad del comprador de resolver
En relación a las diferencias existentes entre la
el contrato si la cosa no fuere sana y de regular
compraventa por orden y la venta según
calidad. Si se estipula la cosa por su especie y
muestras, podemos destacar aquella referida
calidad determinada, deberá cumplir con
al cumplimiento de la condición, pues mientras
ambos requerimientos. Si existe discordancia
en la venta por orden, la cosa debe ser sana y
sobre estos puntos, el legislador dispone que
de regular calidad o de la calidad estipulada;
deberá recurrirse a un perito, pero
en la compraventa que se hace sobre
evidentemente esto sólo tiene sentido una vez
muestras, la cosa debe ser conforme a la
que se inicia un juicio por incumplimiento de
muestra, y el comprador podrá resolver el
contrato, donde el peritaje deberá ser
contrato siempre que la cosa no guarde
solicitado como prueba. Esta regla se reitera en
conformidad con ella, aunque sea sana y de
el Art. 136 Cco., con la única diferencia que las
regular calidad, e incluso cuando lo entregado
cosas son transportadas.
sea de mejor calidad.
Comprada y expedida por orden la cosa
En lo demás, concurren en la venta sobre
vendida bajo condición de entregarla en lugar
muestras, todos los requisitos señalados para la
determinado, se entiende que la compra ha
venta por orden, por lo que nos remitimos a lo
sido verificada bajo la condición suspensiva
expuesto sobre esta materia (ALESSANDRI,
casual de que la cosa llegue a su destino. En
2011, pp. 545-546).
este caso, junto con la facultad de resolver el
contrato por incumplir la entrega en el lugar Regulación normativa
convenido, también podrá solicitarse aquello si
Artículo 135 del Cco.
la cosa es de una especie y calidad distinta a
la estipulada (Art. 137. Cco). Compraventa de cosas que no existen
Regulación normativa La venta de una cosa que al tiempo de
perfeccionarse el contrato se supone existente
Artículo 132 del Cco. Artículo 137 del Cco.
y no existe, no producirá efecto alguno (Art.
Compraventa según muestras 1814 inciso 1º CC). Reafirma lo expuesto, el Art.
138 inciso 1º del Cco.
Es aquella que se caracteriza porque el
comprador no conoce la cosa a la época de De este modo, debemos distinguir entro los
celebración del contrato, por lo que la orden siguientes supuestos:
precisamente se materializa a partir de la
1. Si la cosa no existe, pero se espera que exista,
muestra que el comprador da a conocer al
estamos en presencia de compraventa de
vendedor. Esta se encuentra regulada
cosa futura, que es válida, pero se entiende
expresamente en el Art. 135 del Cco,
hecha bajo la condición de existir (Art. 1813 del
disposición que alude a la posibilidad de
CC).
resolver el contrato si la especie no sea
conforme a la muestra. 2. Si la compra se hace tomando en cuenta los
riesgos que corre el objeto vendido, el contrato
se reputa puro y simple, a menos que el
vendedor conociere la perdida de la cosa. De
este modo, el vendedor debe estar de buena
fe, pues de lo contrario consumaría un fraude y
estaría obligado a resarcir los perjuicios,
conforme a lo dispuesto en el Art. 1814 del CC.
3. Si la cosa comprada no existe, pero las partes
suponían que existía, no vale.
Regulación normativa.
Artículo 138 del Cco. Artículo 1814 del CC.
Otras tipologías:
Compraventa al ensayo.
Es aquella en que el comprador, antes de
comprar la cosa definitivamente, se reserva la
facultad de ensayarla, para ver si reúne las
condiciones requeridas y si es apta para el
servicio al cual se la destina. Si bien este tipo de
venta no ha sido regulada por nuestro
legislador, las partes en virtud del principio
autonomía de la voluntad pueden pactarla.
Ventas al menudeo.
La venta al menudeo es un tipo de venta y no
una modalidad que afecte al contrato.
No tiene definición, pero se entiende que se
trata de aquella realizada por un comerciante
al “por menor”, es decir, se vende habitual y
directamente al consumidor.
La Corte Suprema se ha pronunciado en el
mismo sentido, declarando que es venta al
menudeo la celebrada para proveer
directamente de vino para el consumo a un
ejército, porque, aunque el vino fue contratado
en grandes partidas, no puede considerarse
esa provisión al por mayor, desde que estaba
destinado al consumo inmediato del
consumidor.
Los mercaderes y proveedores están
amparados por la acción de cobro para
reclamar el precio de los artículos que
despachan al menudeo. Esta se encuentra
consagrada en el artículo 2522 inciso 1º del CC.
Compraventa en masa o en block.
Ni el CC ni el Cco se establecen reglas relativas
a los componentes de la masa o del block, por
lo que en la práctica esta compraventa
especial se confunde con la de cosas que se
venden al peso, cuenta o medida.
Existe compraventa de mercaderías en masa o
en block cuando el precio no depende de la
medida de extensión, sino que se refiere a la
totalidad de un conjunto indivisible y ha sido
fijado de una manera global.
Los requisitos de la compraventa en masa o
block son: a) Que la cosa objeto del contrato
esté determinada por las partes, sea que se
vende el total de una especie, o ciertos
individuos de ella claramente individualizados.
b) Que el precio este determinado, ya sea a
suma alzada o en relación con el peso, cuenta
o medida.
El precio de esta compraventa puede fijarse en
atención al conjunto de lo que se vende o por
alguna unidad que se aplique a estos efectos,
como el peso, número de productos, entre
otras.
Este tipo de compraventa detenta las
siguientes características: a) La cosa vendida
está determinada por las partes refiriéndose ya
sea a la cantidad, lugar de ubicación o
cualquier otro detalle que sea imprescindible
para evitar confusión con cosas o mercaderías
similares. En la determinación de la cosa
vendida se elimina toda indicación relativa al
peso, número o medida; b) El precio debe ser
fijado en forma global de antemano o, en todo
caso, debe ser determinable en consideración
a la cantidad o calidad de las mercaderías; c)
El vendedor debe entregar la totalidad de los
objetos que forman el block o la masa y el
comprador tiene que recibirlos cualquiera sea
su cantidad o calidad.
Características del contrato de compraventa
mercantil
a) Es un contrato bilateral o sinalagmático.
Recordemos que del Art. 1793 del CC, junto
con definir el contrato de compraventa, señala
cuáles son sus caracteres esenciales. De esta
disposición podemos extraer que se trata de
contrato bilateral, toda vez que ambas partes
se obligan recíprocamente (Art. 1439 del CC):
el vendedor a “dar” una cosa y el comprador
a pagarla en dinero.
Estos elementos son de la esencia del contrato,
pues sin ellos el contrato no produce efectos o
degenera en otro contrato diferente (Art. 1444
del CC).
Como consecuencia, sobre esta materia
reciben aplicación instituciones tales como la
condición resolutoria táctica (Art. 1489 del CC)
y la excepción de contrato no cumplido (Art.
1552 CC).
Regulación normativa.
Artículo 1444 del CC. Artículo 1444 del CC.
Artículo 1489 del CC. Artículo 1552 del CC.
b) Es un contrato oneroso.
El contrato de compraventa es de carácter
oneroso, en virtud de las prestaciones
recíprocas que asumen las partes, gravándose
cada una en beneficio en atención a lo
dispuesto en el Art. 1793 del CC.
Regulación normativa.
Artículo 1440 del CC.
c) Es un contrato conmutativo.
Las obligaciones recíprocas de los contratantes
se consideran equivalentes entre sí.
Con todo, podría ser aleatorio en ciertos casos,
como sucede cuando se trata de
compraventa sobre cosas futuras a riesgo del
comprador. El Art. 1813 del CC alude
expresamente a la compraventa de cosas que
no existen, pero que se espera que existan, en
consecuencia, la conmutatividad no es de la
esencia de la compraventa.
El precio y la cosa no son cuestiones
necesariamente objetivas, de manera que el
acuerdo tiene validez aunque las prestaciones
no tengan el mismo valor. Esto es así siempre y
cuando las partes hayan prestado su
consentimiento libremente y sin vicios.
Regulación normativa.
Artículo 1813 del CC. Artículo 152 del Cco.
d) Es un contrato consensual.
Si bien esta característica no está señalada en
forma expresa por la ley, se desprende de los
términos del artículo1801 del CC. ello con
relación al artículo 1443 del mismo cuerpo
normativo, que señala que los contratos
consensuales son aquellos que se perfeccionan
por el solo consentimiento de las partes. De este
modo, la venta se perfeccionará entre
comprador y vendedor, y será obligatorio para
ambos, si hubieren convenido en la cosa
objeto del contrato y en el precio, aunque ni lo
uno ni lo otro se hubieren entregado.
Sin perjuicio de lo anterior, existen casos en que
nuestro legislador establece ciertas
solemnidades para la celebración del contrato
de compraventa. Un ejemplo de lo anterior lo
encontramos en el artículo 1801 del CC, en sus
incisos 1º y 2º, caso en el cual no basta que las
partes convengan en la cosa y el precio, sino
que además se requiere de escritura pública,
en el entendido de que este constituye el
medio establecido por el legislador para
manifestar el consentimiento.
Regulación normativa.
Artículo 1801 del CC.
e) Es un contrato principal.
El contrato de compraventa es un contrato
principal, ya que existe por sí mismo,
independientemente de cualquier otra
convención.
Regulación normativa: Artículo 1442 del CC.
f) Es un contrato típico.
La compraventa se encuentra regulada tanto
en el CC como en el Cco. Con todo, estas
normas —como en la mayoría de los casos—
puede ser esenciales, de la naturaleza y
accidentales, de manera que las partes
pueden regular varias de estas materias de
acuerdo a la forma que consideren
conveniente, en virtud del principio de
autonomía de la voluntad, con el solo límite de
las normas imperativas y prohibitivas que se
entienden indisponibles.
g) En un contrato general y de ejecución
instantánea.
Por regla general el contrato de compraventa
es de ejecución instantánea. Sin embargo, en
algunos casos puede cumplirse por
parcialidades o etapas. Pese a ello, el
comprador no pierde el derecho de pedir la
resolución y cumplimiento de aquella parte
que se ha incumplido.
h) La venta no constituye enajenación, sino que
se trata de un mero título traslaticio de dominio.
Por el contrato de compraventa sólo se
generan derechos personales, ya que de
acuerdo con lo previsto en el artículo 703 del
CC, se trata de un título translaticio de dominio,
esto es, que por su naturaleza sirve para
transferirlo. En consecuencia, la compraventa
por sí sola no transfiere el dominio, el
comprador no se hace dueño de la cosa
vendida, sin la consiguiente tradición. Mientras
esta no se efectúe, comprador y vendedor son
meros acreedores de la cosa y del precio.
Se sigue con ello la tradición romana, en orden
a mantener dos actos jurídicos separados e
independientes: el título (contrato) y el modo
(tradición). En efecto, el Derecho romano
clásico afirmó el principio que el mero acuerdo
de voluntades no transmite la propiedad de la
cosa vendida, sino que era necesaria la
realización de alguno de los actos traslativos
del dominio, reconocidos por el ordenamiento,
según las cosas fuesen mancipi o nec mancipi.
En el primer caso, era preceptiva la
celebración de la mancipatio o de la in iure
cessio, en el segundo, bastaba con la entrega
(traditio). En tal sentido, la compraventa no
tuvo efectos reales en Roma, en nuestro
sistema jurídico sólo produce ciertas
obligaciones, de forma que la compraventa
por sí misma, a diferencia de lo que ocurre en
Derecho francés o italiano, no tiene efectos
traslativos del dominio.
En el caso del Derecho español, que sigue la
misma tradición adoptada por el CC chileno.
Sobre ello Lasarte explica: “Finalmente, es un
contrato traslativo de dominio, en el sentido de
que sirve de título para la transmisión de la
propiedad, como resulta de los artículos 609 y
1095 del Código Civil. El vendedor se obliga a
transmitir la propiedad de la cosa vendida,
siendo dicho resultado la finalidad perseguida
por el comprador: la adquisición en propiedad
de aquélla. No obstante, esta última
característica ha sido objeto de amplio debate
en el seno de nuestra doctrina. Así, autores tan
prestigiosos como Roca. Sastre y Albaladejo
(con cita de la STS de 5 de julio de 1976) han
defendido el carácter no esencialmente
traslativo de dominio (aunque sí normalmente
traslativo) apoyándose en algunos textos
históricos (principalmente en las Partidas y el
Proyecto de 1851), así como en el tenor literal
de los artículos 1445 y 1461 del Código Civil que
se refieren a la obligación del vendedor de —
entregar la cosa— y no de transmitir la
propiedad, y en los artículos 1474 y siguientes
en cuanto al vendedor responderá al
comprador, en virtud de la acción de
saneamiento —de la posesión legal y pacífica
de la cosa vendida—. En cualquier caso, la. STS
de 1 de diciembre de 1986 ha sido tajante al
señalar que —la venta es, por definición, un
acto de enajenación, puesto que su finalidad
es la traslativa de dominio, que se consuma
mediante la entrega de la cosa” (LASARTE,
2010, pp. 178-179).
Por su parte, Oviedo refiriéndose a la situación
del Derecho colombiano, señala: “Siguiendo
esta línea de pensamiento podemos asumir
que el Código Civil colombiano, adoptó una
tesis intermedia entre el sistema francés y el
romano: la compraventa no transmite la
propiedad porque es un título, y los títulos
deben estar complementados con los modos
para que pueda transmitir un derecho real. La
tesis intermedia colombiana consiste en la
combinación entre título y modo, entendiendo
entonces que la compraventa no transfiere el
dominio, pero obliga al vendedor a transferirlo.
Si se hace entrega de la cosa objeto del
contrato sin transferir el dominio, el vendedor
no habrá cumplido con su obligación,
facultando en consecuencia al comprador
para demandar la resolución del contrato o su
ejecución junto con las indemnizaciones de
perjuicios que correspondan” (OVIEDO, 2004, p.
464).
Regulación normativa.
Artículo 703 del CC.
Sobre la capacidad y validez del contrato de
compraventa
El contrato de compraventa no escapa de las
reglas generales, por lo tanto, toda persona es
capaz de celebrarlo y por excepción el
legislador establece la incapacidad de
determinadas personas (Art. 1446 CC). Entre las
personas que no pueden celebrar válidamente
un contrato de compraventa se encuentran: 1.
Los incapaces absolutos.
2. Los incapaces relativos (salvo cuando
concurren ciertas formalidades habilitantes).
3. Ciertas incapacidades especiales (Art. 1447
inciso 4º CC).
• Simples: para comprar o vender.
• Dobles: para comprar y vender a la vez.
Regulación normativa.
Artículo 1445 del CC. Artículo 1447 del CC.
Artículo 1795 del CC.
Incapacidad simple para vender.
A ella se refiere el artículo 1797 del CC. Esta
disposición tiene por objeto impedir el abuso
que en la venta de los bienes fiscales o de
carácter público pudieran cometer sus
administradores. Esta disposición es de derecho
público, lo que explicaría que no figure en
ningún otro Código.
Se trata de una norma de orden público que
dice relación con los bienes fiscales y las
facultades de los empleados públicos.
Si este precepto no tuviese tal carácter, la
venta sería válida, ya que los actos que el
mandatario ejecuta fuera de su mandato lo
obligan personalmente respecto de los terceros
y respecto de su mandante, según lo dispuesto
en el artículo 1815 del CC.
Pero tal excepción no existe, porque estas
disposiciones son inaplicables a los actos de
derecho público que se rigen por leyes y
principios muy diversos, que no constituyen
excepciones al derecho privado puesto que
emanan de fuentes diversas y se refieren a
actos diferentes.
No obstante lo anterior, existen dos
excepciones a esta regla que permiten la
venta cuando: 1º Si está comprendida en sus
facultades administrativas ordinarias; y 2º Si el
administrador es autorizado expresamente
para realizarla por la autoridad competente.
Regulación normativa.
Artículo 1797 del CC.
a) Prohibición de los empleados públicos.
Para que exista esta prohibición deben reunirse
tres requisitos copulativos:
a) Que la persona que haga la venta sea un
funcionario o empleado público.
b) Que la venta se efectúe por razón de su
ministerio.
c) Que la calidad de empleado público se
ejercite en contratos relativos a los bienes a que
se refiere la prohibición, es decir, que en su
calidad de tal, compre los bienes que vende
por su ministerio.
Regulación normativa.
Artículo1798 inciso 1º del CC.
b) Prohibición de los jueces y funcionarios.
Se trata de otra limitación de orden público. El
fundamento del artículo 1798 del CC, se
encuentra en el adecuado funcionamiento de
la autoridad judicial, bajo cánones morales de
una ética mínima. Si no fuese así, sería
altamente probable que se produjeren
situaciones de abuso, por ejemplo, al comprar
una especie que se encontrare en pública
subasta en el tribunal en el que ejerciere sus
funciones, aprovechando tal circunstancia.
En estos casos podría suceder que una
interpósita persona lo comprare para burlar la
prohibición, lo que también sería un motivo
suficiente para anular el contrato, además de
las sanciones que ello podría aparejar para el
funcionario público.
Regulación normativa.
Artículo 1798 del CC. Artículo 321 del COT
(amplia esta prohibición). Artículo 481 del COT
(sigue extendiendo la prohibición).
c) Prohibición de tutores y curadores.
De acuerdo con las normas que rigen esta
materia contenida en el artículo 1799 en
relación con el artículo 412 del CC, tratándose
de bienes muebles, el guardador no puede
comprarlos, a menos que tenga autorización
de los otros guardadores, o del juez en subsidio,
limitación que se extiende a su vez a
determinados parientes que el propio artículo
412 determina. En relación con los inmuebles
(no aplicable a la compraventa mercantil), la
situación es diferente, puesto que se establece
una prohibición de carácter absoluto que sólo
se extiende al cónyuge, ascendientes y
descendientes, por lo que se restringe la
inhabilidad.
Si se incumple esta norma, la sanción sería la
nulidad relativa, pues se omite en este caso un
requisito o formalidad exigida por la ley en
consideración al estado de las personas y no a
la naturaleza del acto o contrato.
Regulación normativa.
Artículo 1799 del CC. Artículo 412 del CC.
d) Prohibición de mandatarios, síndicos y
albaceas.
Una situación análoga a la antes señalada
podemos observar respecto de los
mandatarios, síndicos y albaceas. Se trata de
una prohibición legal, sin embargo, de acuerdo
con el artículo 2144 CC, esa venta es posible
siempre que el mandante autorice al
mandatario para efectuarla. Se infiere que este
contrato, aunque prohibido por la ley, puede
ejecutarse válidamente si lo autoriza la parte a
quien se quiso beneficiar con la prohibición.
Un acto que puede celebrarse cuando lo
permite la persona a quien la ley ha querido
proteger, no puede ser nulo.
Regulación normativa.
Artículo 1800 del CC. Artículo 2144 del CC.
e) Incapacidad doble.
Adolece de nulidad el contrato de
compraventa celebrado entre cónyuges no
separados judicialmente.
La misma lógica se encuentra presente en las
donaciones entre cónyuges, de manera que, si
se hubiera autorizado la venta entre estos, se
habría vulnerado a su vez, la disposición que
permite donaciones hasta cierta cantidad de
bienes. La sanción establecida para el caso de
la contravención es la nulidad absoluta,
conforme a lo dispuesto en el artículo 1796 del
CC.
En relación con la compraventa entre el padre
o la madre y el hijo sujeto a patria potestad,
también existe una prohibición en pos de la
protección del hijo. Esta regla tiene una
excepción, pues es válido este contrato entre
el hijo sujeto a patria potestad y el padre o
madre, cuando verse sobre bienes que forman
parte del peculio profesional o industrial del
primero, toda vez que el artículo 251 del CC
declara que se mirará como mayor de edad
para la administración y goce de dicho
peculio, sin perjuicio de lo dispuesto en el
artículo 254, esto es, que requiera autorización
judicial, con conocimiento de causa, para
celebrar dicho contrato respecto de los bienes
raíces.
Regulación normativa.
Artículo 1796 del CC. Artículo 1788 del CC.
Artículo 251 del CC. Artículo 254 del CC.
f) Situación especial de la mujer casada bajo el
régimen de sociedad conyugal.
En el régimen matrimonial de sociedad
conyugal la facultad de administración de los
bienes recae sobre el marido. Será éste quien
debe realizar la compraventa de bienes, y sólo
necesita autorización de la mujer para
enajenar los bienes raíces y sociales. Lo anterior,
en referencia a enajenaciones voluntarias (no
a las decretadas por la justicia en juicio
ejecutivo o insolvencia). Esta autorización
puede ser conferida de manera expresa o
tácita. La primera debe ser solemne,
constando por escrito y por escritura pública si
el acto que se autoriza exige esa solemnidad,
como ocurre con la compraventa de
inmuebles. La autorización debe ser además
específica, es decir, la mujer debe autorizar la
enajenación del inmueble señalando su
ubicación, el número de foja en cual consta su
inscripción, el año y todos los datos necesarios.
Si la mujer comparece en el acto de venta, su
autorización será tácita. Si la autorización se
efectúa por medio de mandatario, el mandato
deberá ser especial y constar por escrito o por
escritura pública, según sea la naturaleza del
acto que se autoriza.
La mujer casada en sociedad conyugal puede
comprar y vender libremente los bienes que le
pertenecen como patrimonio reservado (Arts.
150 y 1749 del CC), pero en estos casos debe
señalarlo expresamente a fin de que estos
bienes no ingresen a la sociedad conyugal.
Regulación normativa.
Artículo 150 del CC. Artículo 1749 del CC.
Requisitos esenciales del contrato de
compraventa.
De la propia definición del contrato contenida
en el artículo 1793 del CC en concordancia
con lo dispuesto con el artículo 1801 del CC, se
colige que son requisitos esenciales el
consentimiento sobre la cosa y el precio; sin
ellos, el contrato no existe o degenera en otro
diferente. La entrega de la cosa y el pago del
precio, son las obligaciones subsecuentes.
Regulación normativa.
Artículo 1793 del CC. Artículo 1801 inciso 1º del
CC.
a) El consentimiento.
Debemos aplicar las reglas generales que
señala el CC al hablar de actos y
declaraciones de voluntad, incluyendo los
posibles vicios que pueden afectarle. El
consentimiento se aprecia en el ánimo de dar
una cosa por una parte y de recibirla pagando
un precio.
Un punto que no queda claro en la regulación
del código civil es si la venta envuelve la
transmisión del dominio, lo que ha llevado a
una extensa discusión doctrinal. Si bien, nadie
puede dudar que la transferencia del dominio
puede ser perfectamente pactado con una
cláusula expresa que obligará a los
contratantes, el problema surge si nada se
señala sobre este particular. Al respecto Diez
Picazo (Fundamentos del Derecho Civil
patrimonial, t. IV Las particulares relaciones
obligatorias, Thomson Reuters, Cizur. Menor
(Navarra), 2010, pp. 58-59) resuelve esta
situación sobre la base de la aplicación del
principio de buena fe que se integra al contrato
de compraventa.
En el derecho comercial, en cambio, esto se
resuelve de conformidad al Art. 148. CCo., al
señalar que el envío de las mercaderías hecho
por el vendedor al domicilio del comprador o a
cualquiera otro lugar convenido, no importará
la tradición efectiva de ellas, si el vendedor
hubiese remitido las mercaderías sin ánimo de
transferir el dominio, como ocurre si se envían a
un consignatario con orden de no entregarlas
hasta que el comprador pague el precio o dé
garantías suficientes, en tal caso, la entrega no
será válida.
En la compraventa internacional de
mercaderías (Convención de Viena, 1980) esta
duda tampoco existe, toda vez que se
establece expresamente que el vendedor
debe transferir el dominio de los bienes
vendidos derivado de ello, lo lógico sería
entender que en la compraventa civil debiese
operar la misma interpretación, pues si bien no
se señala expresamente por el legislador, no
existe un elemento que nos permita conferir un
tratamiento diferenciado a este tipo
contractual.
b) La cosa objeto del contrato de compraventa
ha de ser mueble y lícita.
La cosa vendida es un elemento esencial del
contrato de venta, de modo que si falta es
inexistente, porque la obligación del vendedor
carecería de objeto y con ello el contrato
mismo. No se concibe, ni jurídica ni
materialmente una venta sin que haya cosa
que se venda, porque lo que constituye la
esencia misma de ese contrato es el cambio de
una cosa por dinero. Las cosas pueden ser
muebles o inmuebles, presentes o futuras.
En el derecho español Lasarte expone: “Como
ya se ha puesto de manifiesto, la compraventa
supone una obligación por parte del vendedor
de entregar una cosa determinada a cambio
de un precio cierto en dinero o signo que lo
represente, que deberá ser satisfecho por el
comprador. Ello supone que, propiamente
hablando, el objeto de la compraventa es
doble: la cosa a entregar y el precio a pagar
(aunque no es pacífica esta consideración, y
así, para cierto sector doctrinal, el objeto de la
compraventa lo constituye solamente la cosa
que se debe entregar” (LASARTE, 2010, p. 181).
A su vez, Ángel Acevedo añade: “Como ya es
sabido, el objeto de todo contrato es la
obligación, y el objeto de ésta, la prestación así
que, dado que se trata de un contrato bilateral,
con obligaciones recíprocas o sinalagmáticas,
para una parte la prestación será la entrega de
una cosa y para la otra la de dinero”
(ACEVEDO, 2011, p. 130).
En cuanto a las cosas que pueden ser objeto
del contrato, nos remitiremos a lo expuesto por
el artículo 1810 del CC. Por consiguiente, la
regla general es que las cosas puedan
venderse. En cuanto a las cosas
incomerciables, advertimos que ello guarda
relación con la naturaleza o destinación de la
misma. Sólo las cosas que por su naturaleza o
por el destino que se les ha dado no son
susceptibles de dominio o posesión por lo
particulares, están fuera del comercio humano.
Regulación normativa.
Artículo 1810 del CC.
c) Comerciabilidad.
La cosa debe ser comerciable, es decir, su
enajenación no debe estar prohibida por la ley
(Art. 1810 CC). En tal sentido, el Art. 1464
advierte que hay objeto ilícito en las cosas que
no están en comercio.
La infracción al artículo 1810 del CC, no solo
acarreará la nulidad de la enajenación o
tradición, sino que también la del contrato de
compraventa.
Regulación normativa.
Artículo 1810 del CC. Artículo 1464 del CC.
d) Determinación.
La cosa debe ser singular y determinada (Art.
1811 CCC). Por excepción, se puede vender un
derecho de herencia que es una universalidad
(Art. 1909 CC).
Regulación normativa.
Artículo 1811 del CC. Artículo 1909 del CC.
e) La cosa no debe pertenecer al comprador.
Resulta indudable que, si la cosa pertenece al
comprador, no tiene sentido para él adquirirla
nuevamente. Si así fuere, el contrato sería nulo
por falta de causa, pues el objetivo de su
obligación, la adquisición de la cosa no
existiría. Por esta razón solo pueden venderse
las cosas que no pertenezcan al comprador.
Regulación normativa.
Artículo 1816 del CC.
f) La venta de cosa ajena.
Es válida la venta de cosa ajena, pues el
contrato de compraventa es un título. El
vendedor, en virtud de aquél, se obliga a derechos en contra del comprador— constituir
entregar la cosa y la posesión tranquila y un incumplimiento de la obligación del
pacífica.
En caso de venderse una cosa ajena, subsistirá
el problema entre el real dueño y el vendedor
y/o comprador, pues en este caso la ley le
reserva sus derechos de tal, sin perjuicio de la
prescripción que pueda afectarles. Para el
dueño el contrato le será inoponible por falta
de concurrencia y no produce ningún efecto.
En consecuencia, podrá reivindicar la cosa de
manos de comprador o de quien la posea.
El artículo 1815 del CC es una consecuencia del
carácter meramente productivo de
obligaciones que en nuestra legislación tiene la
compraventa. El vendedor está obligado a
proporcionar al comprador únicamente la
posesión libre y desembarazada de la cosa y
no a transferir el dominio, siendo así, nada
impide que las partes contraigan obligaciones
respecto de una cosa ajena, puesto que en tal
contrato concurren todos los requisitos
necesarios para su validez.
En el Derecho Español, Lasarte ha expuesto:
“Por otra parte, no es necesario que el bien
objeto de la compraventa forme parte del
patrimonio del vendedor en el momento de la
celebración de la compraventa, pues la
finalidad traslativa de dominio no se alcanza
sino con la ejecución del contrato. (…) Lo dicho
equivale a afirmar que es posible y
perfectamente lícita la venta de cosa ajena,
sobre la que el Código guarda absoluto
silencio, frente a la admisibilidad declarada por
otras fuentes históricas (así, Fuero Juzgo y
Partidas).
Precisamente, el Tribunal Supremo ha resaltado
en más de una ocasión que la falta de
regulación por el Código Civil debe
interpretarse como una continuidad histórica
en la falta de exigencia de que el vendedor
deba ser propietario de la cosa objeto de
compraventa” (LASARTE, 2010, p. 182).
En nuestra doctrina, De La Maza ha reparado
en el hecho que en la venta de cosa ajena,
puede —además de la acción que tiene el
verdadero dueño en orden a ejercer sus
vendedor de entrega al comprador, pues esta
no cumpliría con los requisitos para que surta los
efectos legales, además de la acción de
saneamiento por evicción según las reglas
pertinentes. La cuestión del incumplimiento,
entonces, no se presenta respecto del
saneamiento sino de la obligación de entrega.
La respuesta ha de depender del contenido de
la obligación del vendedor, particularmente
habrá que precisar si el vendedor se obligó o
no a transferir el dominio. Si la respuesta es que
sí, entonces habrá que concluir que
únicamente la tradición dominical satisface la
obligación de entrega. Si la respuesta es
negativa, la conclusión es que incluso una
tradición a non domino satisface dicha
obligación (DE LA MAZA, 2012 b, p. 651).
Regulación normativa.
Artículo 1815 del CC.
g) Que la cosa exista o se espera que exista
La cosa debe tener una existencia real o
posible. De acuerdo con el art. 138 Cco., “la
compra de un buque o de cualquier otro
objeto que no existe y se supone existente, no
vale. Pero si tal compra fuere hecha tomando
en cuenta los riesgos que corre el objeto
vendido, el contrato se reputará puro, si al
celebrarlo ignoraba el vendedor la pérdida de
este objeto”.
De esta manera, el contrato no es válido si se
efectúa respecto de una cosa que no existe y
se espera que exista, pero si valdrá, si el
contrato fue suscrito tomando en cuenta los
riesgos de su eventual existencia, pues en este
caso se compra la expectativa. De este modo,
el contrato no se entiende efectuado bajo la
condición de existir, a menos que esto se
exprese en el contrato.
De acuerdo con Alessandri (ALESSANDRI, 2003,
p. 162), se pueden distinguir las siguientes
situaciones:
1. Si la cosa no ha existido nunca y tampoco
existirá en el futuro, no hay contrato.
2. La cosa no ha existido en el pasado, pero
podría existir en el futuro, como en el caso
contemplado en el artículo 1813 del CC, el
contrato es válido, se trata de venta de cosa
futura.
3. La cosa existió en el pasado, pero ha dejado
de existir, como en el caso del artículo 1814, en
que la cosa ha perecido antes de celebrarse el
contrato, por cuyo motivo no puede prestar
utilidad alguna. El contrato carece aquí de
objeto, le falta un elemento esencial, por tanto,
es inexistente (Art. 1444 CC).
h) El precio.
Como advertimos, el precio es otro de los
requisitos o elementos esenciales de la
compraventa, que es definido en forme
expresa por el legislador en el artículo 1793
inciso 2º del CC.
En materia civil, si no hay acuerdo sobre el
precio, falta el objeto de la obligación del
comprador. En tal caso, de acuerdo con el
artículo 1682 CC, el contrato adolece de
nulidad absoluta, pues se trata de la omisión de
un requisito establecido en relación con la
naturaleza propia del contrato. En Derecho
comercial, en cambio, si el precio no se
acuerda, pero la cosa ha sido entregada, la ley
establece ciertas reglas a efectos de suplir tal
vacío.
Regulación normativa: Artículo 1793 del CC.
Artículo 139 del Cco. Artículo 140 Cco.
En cuanto a los requisitos del precio, estos son:
• Debe pactarse en dinero (Art. 1793 CC)
• Debe ser real, no ficticio o irrisorio;
• Debe ser determinado o determinable por las
partes o por un tercero.
En este último caso, el tercero no resuelve un
conflicto, sino que integra el contrato, al
incorporar un elemento esencial del mismo, de
modo que puede hablarse de arbitraje sino
justamente de arbitrio de tercero.
Regulación normativa.
Artículo 139 del Cco. Artículo 140 del Cco.
Artículo 141 del Cco.
Efectos del contrato de compraventa mercantil.
Una vez que se ha perfeccionado el contrato
surgen para las partes derechos y obligaciones
recíprocas, cuyo origen puede provenir de la
ley o de su propia voluntad.
Las principales obligaciones del vendedor son:
entregar la cosa vendida, eventualmente
sanear la evicción y los vicios redhibitorios y
extender factura. El comprador, por su parte,
debe recibir la cosa y pagar el precio (Art. 155
Cco).
Obligaciones del vendedor.
Las obligaciones del vendedor dispuestas en la
normativa son las siguientes:
a) Obligación de entregar la cosa
b) Obligación de extender factura
c) Obligación de custodia y conservación
d) Obligación de saneamiento.
La doctrina ha señalado que hay obligaciones
primarias y secundarias, de acuerdo a su
importancia. Las primeras 3 serían primarias,
mientras que la última secundaria.
Regulación normativa.
Artículo 1824 inciso 1º del CC. Artículo 144 del
Cco. Artículo 145 del Cco. Artículo 146 del Cco.
Artículo del 149 Cco. Artículo 154 del Cco.
Artículo 160 del Cco.
a) Obligación de entregar la cosa vendida.
De acuerdo con el Art. 1793 cc, el vendedor
debe dar y según el Art. 1824 cc debe entregar
la cosa vendida. Esta disparidad se ha
solucionado por medio de la interpretación, al
entender que la obligación de entregar
envuelve la protección de la posesión pacífica.
La entrega corresponde a todo acto, sea
material o jurídico, que tiene por objeto colocar
la cosa en manos del comprador la cosa
comprada, mientras que la tradición es una
forma especial de entrega que sirve para
transferir la posesión. El artículo 1824 del CC
incurre en un error al señalar que la obligación
del vendedor se reconduce “a la entrega o
tradición”, pues ambos términos no son
equivalentes.
Adicionalmente, el vendedor ha de entregar
una posesión pacífica de la cosa que
corresponde a la de un dueño, si se ha
obligado a transferir el dominio.
b) ¿Se encuentra obligado a transmitir la
propiedad?.
Respecto a la transmisión de la propiedad,
como señalamos supra, en derecho chileno y
comparado esta cuestión se ha discutido
latamente.
En Chile no es pacífica esta cuestión. El Código
Civil plantea en el Art. 1793 que el vendedor se
obliga a dar una cosa, el Art. 1548 la obligación
de dar implica la de entregar y conservar la
cosa hasta la entrega si se trata de una especie
o cuerpo cierto; mientras que el Art. 1824
previene que las obligaciones del vendedor se
reducen en general a dos: la entrega o
tradición y el saneamiento de la cosa vendida.
La tradición se sujetará a las reglas dadas en el
Título VI del Libro II. De este modo, la tradición a
la que se alude es aquella traslativa de
dominio, como aquella que permite operar la
constitución de la posesión.
Para Alessandri, el código se aparta del Code
Napoleón, pues el vendedor se obliga a dar la
posesión pacífica y tranquila de la cosa
vendida, y no a transferir la propiedad
(ALESSANDRI, 2003, p. 659), postura que ha
seguido parte importante de la doctrina,
principalmente considerando que, de no ser
así, la venta de cosa ajena sería nula, al igual
que en el caso de la tradición de cosa ajena,
pues en caso de que el tradente no sea dueño,
le habilita a adquirir la cosa por prescripción. A
ello se suma la obligación de sanear la
evicción, es decir, aquella que impone al
vendedor el amparar al comprador en el
dominio y la posesión pacífica y tranquila de la
cosa. En una posición diferente, Vial del.
Río plantea que Bello hace sinónimos los
términos de entrega y tradición (VIAL, Victor,
2001, pp. 193-194). Aedo, analizando esta
cuestión desde un recorrido histórico, sostiene
que el código civil chileno siguió la tradición
romana, en el sentido de regular la
compraventa con una perspectiva
obligacional y no traslativa, de manera que
distingue entre la causa traditionis y el modo
operante. En tanto el contenido de la
obligación de entrega se satisface
constituyendo en poseedor al comprador. En
este sentido, la voz enajenación debe
entenderse como tradición, lo que permitiría
construir un sistema más armónico (AEDO, 2015,
pp. 39-42). Finalmente, para Barrientos la
remisión que el art. 1824 hace al título de la
tradición se regula como modo de adquirir y no
con efectos posesorios, de manera que, si
vende el dueño, éste hace tradición y ella
transferirá la propiedad y si no lo es, transferirá
los derechos que tiene, ganando el comprador
la posibilidad de ganar la cosa por prescripción
(BARRIENTOS, 2003, pp. 13-32).
En nuestra opinión, esta parece la posición más
acertada, si consideramos que la obligación
de entrega envuelve la transferencia de la
propiedad, entendiendo que cuando se
compra algo, lo que pretende el comprador es
precisamente esto último. El hecho que existan
discusiones históricas sobre la exacta intención
que tuvo A. Bello al redactar estos preceptos,
no puede hacernos dudar sobre esta materia,
si consideramos que es obligación del
intérprete dar una adecuada intelección a
esta obligación y hoy no parecen existir dudas
de ello. A mayor abundamiento, debiésemos
entender que es al comprador a quien se
ampara jurídicamente, y esta es la razón por la
que se protege y valida la venta de cosa ajena.
En este sentido, si el vendedor no transfiere la
propiedad o, a lo menos los derechos
posesorios que sobre la cosa tiene, el
comprador no sólo puede demandar el
saneamiento respectivo, sino también el
cumplimiento forzado de esta obligación o la
resolución del contrato, en ambos casos con
indemnización de perjuicios.
Respalda lo anterior, el hecho que nuestro
código de comercio establece expresamente
que la entrega debe ser realizada con ánimo
de transferir la propiedad, pues de acuerdo
con el Art. 148, el envío de las mercaderías
hecho por el vendedor al domicilio del
comprador o a cualquiera otro lugar
convenido, importa la tradición efectiva de
ellas. Agrega que, si el envío no fuere
efectuado con ánimo de transferir la
propiedad, no se entenderá realizada la
entrega. El legislador da un ejemplo sobre este
particular, señalado que, si el vendedor
hubiese remitido las mercaderías a un
consignatario con orden de no entregarlas
hasta que el comprador pague el precio o dé
garantías suficientes, tal entrega no será válida.
No es posible sostener un sistema diferente para
la compraventa mercantil que la civil en este
punto, pues no podría fundarse en ningún
argumento serio, lo que nos lleva a entender
que el sistema debe leerse de una manera
armónica.
En sentido similar, en Derecho comparado
podemos subrayar la voz de Diez Picazo quien
sostiene que esta obligación se subentiende a
partir de la buena fe que integra el contrato.
Por su parte, Miquel advierte: “En nuestra
doctrina ha sido una cuestión debatida la de si
el vendedor está obligado a transmitir la
propiedad (…) El vendedor, obviamente, está
obligado a la tradición de la cosa vendida, y la
tradición es el modo mediante el que se
transmite la propiedad (art. 609); por
consiguiente, está obligado a poner el medio
adecuado para transmitirla. Desde esta
perspectiva y en este sentido puede decirse
que el vendedor está obligado a transmitir la
propiedad. Así, si es propietario y hace la
tradición de la cosa, habrá transmitido la
propiedad. En este sentido puede decirse que
el vendedor está obligado a transmitir la
propiedad como una obligación de medios”
(MIQUEL, 2006, pp. 237-241).
c) ¿Cómo se debe realizar la obligación de
entrega?.
De acuerdo con el precepto en referencia, la
entrega puede efectuarse, además: 1°. Por la
transmisión del conocimiento, carta de porte o
factura en los casos de venta de mercaderías
que vienen en tránsito por mar o por tierra; 2°.
Por el hecho de fijar su marca el comprador,
con consentimiento del vendedor, en las
mercaderías compradas; 3°. Por cualquier otro
medio autorizado por el uso constante del
comercio.
De la obligación de entregar derivan, a su vez,
otras obligaciones como son: la obligación
propiamente tal de entregar la cosa al
acreedor, y de conservarla y custodiarla hasta
la época de la entrega.
Para determinar cómo se cumple esta
obligación, debemos atender si se trata de una
especie o cuerpo cierto, o si la determinación
de la cosa sólo se efectuó respecto del género.
En el primer caso, se cumple la obligación
entregando la misma cosa. En el segundo, esto
debe realizarse conforme a lo dispuesto en el
artículo 145 del Cco, en cuanto dispone que el
vendedor deberá entregar las cosas en forma
sana y regular calidad.
El vendedor debe entregar las cosas vendidas
en el plazo y lugar convenidos. No estando
señalado el plazo, el vendedor deberá tener las
mercaderías vendidas a disposición del
comprador dentro de las veinticuatro horas
siguientes a la celebración del contrato. A falta
de designación de lugar para la entrega, se
hará en el lugar donde existían las mercaderías
al tiempo de perfeccionarse la compraventa
(Art. 144 Cco.).
En cuanto a la forma de efectuar entrega, el
Código de Comercio, adiciona a lo
contemplado en el artículo 684 del CC, las
siguientes (Art. 148 y 149 del Cco.):.
De acuerdo con el Art. 147 CCo., si en el tiempo
medio entre la fecha del contrato y el
momento de la entrega hubieren decaído las
facultades del comprador, el vendedor no
estará obligado a entregar la cosa vendida,
aun cuando haya dado plazo para el pago del
precio, si no se rindiere fianza que le dé una
seguridad satisfactoria.
¿Cuándo se entenderá que estamos en esta
situación?, ¿Es factible que el vendedor pueda
rescindir el contrato si no se rinde la fianza?
Nada de eso se aclara en el código de
comercio, de manera que estas y otras
materias debiesen ser acordadas
expresamente en el contrato.
Por otra parte, de acuerdo con el Art. 153 CCo.,
rehusando el comprador, sin justa causa, la
recepción de las mercaderías compradas, el
vendedor podrá solicitar la rescisión de la venta
con indemnización de perjuicios, o el pago del
precio con los intereses legales, poniendo las
mercaderías a disposición del juzgado de
comercio para que ordene su depósito y venta
en martillo por cuenta del comprador. El
vendedor podrá igualmente solicitar el
depósito siempre que el comprador retardare
la recepción de las mercaderías; y en este caso
serán de cargo del último los gastos de
traslación de las mercaderías al depósito y de
su conservación en él.
Finalmente, el Art. 151 CCo., dispone que,
estando las mercaderías en poder del
vendedor, aunque sea por vía de depósito,
éste podrá retenerlas hasta el entero pago del
precio y los intereses correspondientes.
d) Estado en que debe entregarse la cosa
vendida.
El vendedor es obligado a entregar la misma
cosa que vendió con todos sus frutos,
accesorios y en el estado en que se encuentre
al tiempo del contrato. Lo anterior debe
entenderse con relación a lo dispuesto en el
artículo 1546 del CC.
La falta de entrega de la cosa vendida, en
todo o en parte, produce la falta de
conformidad, así como los vicios o defectos,
provoca la obligación de saneamiento en
favor del comprador.
En consecuencia, esta obligación se cumple
observando lo siguiente:
1. La cosa debe entregarse en el estado en que
se halle al tiempo del contrato (Arts. 1828, 1816
inciso 2º, 1546, 1548 y 1569 CC).
2. La cosa debe entregarse con los frutos que
haya producido desde el día del contrato
(Art.1816 inciso 2º CC).
3. La cosa vendida debe entregarse con todos
sus accesorios.
En cuanto a la conformidad de la cosa
vendida, debe advertirse que, si esta no fuere
individualizada, el vendedor cumple su
obligación entregando una de sana y regular
calidad (Art. 145 Cco). Por su parte, el Cco se
refiere a la facultad de del vendedor respecto
del reconocimiento de la cantidad y calidad
de las mercaderías (Art. 146). Adicionalmente,
tratándose de mercaderías que fueren
entregadas en fardos o bajo cubierta que
impidan su reconocimiento, se reconoce al
comprador la facultad de reservarse
(manifestándolo así de manera formal y
expresa) el derecho de examinarlas (Art. 159.
Cco).
Ahora bien, ¿qué sucede ante la falta de
conformidad con la entrega? La doctrina
normalmente se refiere a ella, pero este es un
término muy amplio que puede leerse con
distintos bemoles de seguir una u otra ley
aplicable, pues aquella se entrelaza con la de
incumplimiento contractual.
La legislación chilena no aclara lo anterior y
sólo plantea que en los contratos bilaterales, se
podría solicitar la resolución o el cumplimiento
del contrato, en ambos casos, con
indemnización de perjuicios, sin embargo, no
señala si este incumplimiento debe ser
relevante o esencial, a diferencia de otras
normativas como la Convención de Viena
sobre Compraventa Internacional de
Mercaderías, 1980, ratificada en Chile en 1990,
y que recoge expresamente el criterio de
esencialidad (Art. 25 y 35 CIGS).
Obligación de conservar la cosa vendida hasta
su entrega.
La obligación de dar contiene a su vez la de
conservar la cosa cuando esta se tratare de
una especie o cuerpo cierto (Art.1548 CC). Esta
obligación se extiende entre la época de la
celebración del contrato hasta la entrega de la
cosa vendida.
Debido a lo anterior, si la cosa es
indeterminada, el vendedor cumplirá su
obligación entregando cualquiera cosa de ese
género; sin embargo, cuando se trata de una
especie o cuerpo cierto, surgen otras dos
obligaciones:
• La de hacer todo aquello que sea necesario
para impedir que la cosa perezca o deteriore.
• La de abstenerse de llevar a cabo todo
aquello que pueda acarrear su destrucción o
deterioro.
De acuerdo con el Art. 150 mientras que el
comprador no retire y traslade las mercaderías,
el vendedor es responsable de su custodia y
conservación hasta el dolo y culpa lata.
En cuando a la diligencia que debe ser
empleada en el cumplimiento de dicha
obligación, rige lo dispuesto en el artículo 1549
del CC. Lo anterior debe ser entendido en
concordancia con lo dispuesto en el artículo
1547 del CC, que al tratar los contratos que se
hacen en beneficio recíproco (como es el caso
de la compraventa).
El vendedor responde hasta la culpa leve en
caso de negligencia.
Obligación de pagar los gastos de entrega y de
transporte.
En esta materia rige el artículo 1825 del CC en
relación con el artículo 150 Cco.
Existen dos clases de gastos a saber:
1. Los gastos de entrega
2. Los gastos de transporte.
Los primeros son de cargo del vendedor, los
segundos del comprador así se desprende de
la expresión “traslade” contenida en el artículo
150 del Cco.
Regulación normativa.
Artículo 1548 del CC. Artículo 1549 del CC.
Artículo 1547 del CC. Artículo 44 del CC.
Obligación de sanear la evicción y los vicios
redhibitorios.
Esta obligación se encuentra establecida en el
artículo 154 del Cco y se trata de la misma
obligación que pesa sobre vendedor en la
compraventa civil. En efecto, en virtud del
contrato de compraventa el vendedor se
obliga a garantizar al comprador la posesión
tranquila y útil de la cosa que vende. Esta
obligación comprende:
1. La de amparar al comprador en el dominio y
posesión pacífica de la cosa vendida.
2. La de responder de los vicios redhibitorios
(Art. 1837 CC).
Se trata de una obligación de la naturaleza del
contrato, de manera que no requiere
estipulación expresa para que se entienda
incorporada, pero puede ser modificada e
incluso suprimida por la voluntad de las partes.
Esta obligación se hace exigible si concurren
ciertos hechos, por ejemplo, si el comprador es
turbado en la posesión de la cosa
(saneamiento de la evicción) o si la cosa
presenta defectos que dificultan su utilización o
aprovechamiento (saneamiento de los vicios
redhibitorios).
En este caso, el vendedor debe amparar al
comprador en el dominio y posesión pacífica
de la cosa vendida. La acción de saneamiento
se encuentra regulada en los artículos 1838 al
1856 del CC.
Por consiguiente, lo que se persigue con el
establecimiento de esta obligación es: a)
Defender al comprador contra los terceros que
reclaman derechos sobre la cosa.
b) Indemnizar al comprador si la evicción se
produce.
Conforme a la naturaleza jurídica de cada una
de estas obligaciones, la primera constituye
una obligación de hacer (asumir la defensa) y
la segunda, una obligación de dar (una
determinada cantidad de dinero).
La acción de saneamiento de la evicción
compete:
1. Al comprador, él es su titular, y se desprende
tanto de los artículos 1838 y 1839 CC y del
carácter bilateral de la compraventa.
2. También su titularidad se extiende a los
sucesores a título singular del comprador, como
los donatarios, legatarios y compradores de la
cosa vendida.
3. Además, pueden ejercerla las personas que
adquieran del comprador la cosa a título
oneroso.
Para que se produzca la evicción deben
concurrir los siguientes requisitos:
a) Que el comprador sea privado de todo o
parte de la cosa vendida (Art. 1838. CC).
b) Que esta privación tenga lugar por una
sentencia judicial (Art.1838 CC).
c) Que la privación provenga de una causa
anterior a la compraventa (Art. 1839. CC).
A su vez, el comprador debe citar de evicción
al vendedor (Art. 1843 del CC). La falta de
citación exonera totalmente de
responsabilidad al vendedor. En efecto, si el
comprador omitiere citarle, y fuere evicta la
cosa, el vendedor no será obligado al
saneamiento (art. 1843, inc. 3º).
En cuanto a la forma y oportunidad de la
citación de evicción, el artículo 1843, inc. 2º,
prescribe que la citación de evicción se hará
en el término señalado por el Código de
Enjuiciamiento. El CPC, en efecto, reglamenta
la citación de evicción en el Título. V del Libro
III.
a) La citación debe solicitarse por el
comprador y para que el juez la ordene
“deberán acompañarse antecedentes que
hagan aceptable la solicitud” (Art. 584, inc. 2º,
del CPC).
b) La citación debe hacerse “antes de la
contestación de la demanda” (Art. 584, inc. 1º,
del CPC).
c) Decretada la citación, el juicio se paraliza
por el plazo de diez días, si el citado reside en
el departamento en que se sigue el juicio; si
reside en otro departamento o fuera del
territorio nacional, el plazo de diez días se
aumenta como el emplazamiento para
contestar demandas (Art. 585 del CPC).
d) Vencidos estos plazos sin que el demandado
haya practicado la citación, podrá pedir el
demandante que se declare caduco el
derecho de aquél para exigirla, o que se le
autorice para llevarla a efecto, a costa del
demandado (Art. 585, inc. 2º, del CPC).
e) Practicada la citación, las personas citadas
de evicción dispondrán del término de
emplazamiento que corresponda para
comparecer al juicio, suspendiéndose entre
tanto el procedimiento (Art. 586 del CPC)”.
Una vez citado el vendedor, este puede
adoptar las siguientes actitudes:
1. No comparecer: el procedimiento
continuará sin más trámite y será responsable
de la evicción (Arts. 587 del CPC y 1843 CC), a
menos que, como bien señala el artículo1843
CC, el comprador haya dejado de oponer
alguna defensa o excepción suya, o por ello
fuere evicta la cosa.
2. Apersonarse en el juicio: Si el vendedor
comparece, se sigue el juicio con él, asume la
defensa y en definitiva adquiere el carácter de
demandado (Art. 1844 CC).
El comprador podría seguir actuando como
coadyuvante.
El vendedor puede optar por:
• Allanarse a la evicción (Art. 1845 CC).
• Asumir la defensa en el juicio, y seguir con el
pleito.
Si la cosa es evicta, procede la obligación de
indemnizar al comprador distinguiendo si la
evicción ha sido total o parcial.
Si hay evicción total proceden las siguientes
indemnizaciones (Art. 1847 CC):
a) la restitución del precio;
b) el pago de las costas del contrato;
c) el pago de frutos;
d) el pago de las costas del juicio, y
e) el pago del aumento de valor de la cosa.
Si la evicción es parcial, es decir, sólo se le priva
al comprador de una parte de la cosa, se
deben distinguir dos situaciones: a) La parte
evicta es tal que sea de presumir que sin ella no
se habría comprado la cosa: el artículo1852,
inc. 4º, dispone: “Si la evicción no recae sobre
toda la cosa vendida, y la parte evicta es tal,
que sea de presumir que no se habría
comprado la cosa sin ella, habrá derecho a
pedir la rescisión de la venta”. Por lo tanto, el
comprador tiene el derecho opcional de pedir
la rescisión de la venta o el saneamiento de la
evicción.
b) La parte evicta no es de tanta importancia
o el comprador no hace uso del derecho que
le acuerda el artículo1852, inciso final: el
artículo 1854 dispone: “En caso de no ser de
tanta importancia la parte evicta, o en el de no
pedirse la rescisión de la venta, el comprador
tendrá derecho para exigir el saneamiento de
la evicción parcial con arreglo a los
artículo1847 y siguientes”. En definitiva, el
comprador no tiene el derecho opcional para
escoger entre el saneamiento y la rescisión de
la venta; sólo tiene derecho para pedir el
saneamiento de la evicción parcial.
En cuanto a la renunciabilidad y prescripción
de esta acción, cabe mencionar, que en el
primer supuesto, como se trata de un elemento
de la naturaleza del contrato de compraventa,
la acción de saneamiento de la evicción es
plenamente renunciable, a menos que haya
existido mala fe de parte del vendedor, es
decir, conocía la causa de la evicción y no la
dio a conocer al vendedor (Arts. 1839 y 1842
CC). La obligación de saneamiento es
imprescriptible, pero la obligación de
saneamiento es prescriptible en cuanto se
convierte en la de indemnizar al comprador,
una vez producida la evicción o para emplear
los términos del artículo 1840.
Finalmente, debemos recordar lo dispuesto en
el artículo 1856 del CC que contempla los
plazos de prescripción de las acciones de
saneamiento y de restitución del precio.
Regulación normativa.
Artículo 1837 inciso primero del CC. Artículo
1838 del CC. Artículo 1839 del CC. Artículo 1842
del CC. Artículo 1843 del CC. Artículo 1856 del
CC. Artículo 584 del CPC. Art. 585 del CPC.
En este caso, el vendedor debe amparar al
comprador en el dominio y posesión pacífica
de la cosa vendida. La acción de saneamiento
se encuentra regulada en los artículos 1838 al
1856 del CC.
Por consiguiente, lo que se persigue con el
establecimiento de esta obligación es:
a) Defender al comprador contra los terceros
que reclaman derechos sobre la cosa.
b) Indemnizar al comprador si la evicción se
produce.
Conforme a la naturaleza jurídica de cada una
de estas obligaciones, la primera constituye
una obligación de hacer (asumir la defensa) y
la segunda, una obligación de dar (una
determinada cantidad de dinero).
La acción de saneamiento de la evicción
compete:
1. Al comprador, él es su titular, y se desprende
tanto de los artículos 1838 y 1839. CC y del
carácter bilateral de la compraventa.
2. También su titularidad se extiende a los
sucesores a título singular del comprador, como
los donatarios, legatarios y compradores de la
cosa vendida.
3. Además, pueden ejercerla las personas que
adquieran del comprador la cosa a título
oneroso.
Para que se produzca la evicción deben
concurrir los siguientes requisitos:
a) Que el comprador sea privado de todo o
parte de la cosa vendida (Art. 1838. CC).
b) Que esta privación tenga lugar por una
sentencia judicial (Art.1838 CC).
c) Que la privación provenga de una causa
anterior a la compraventa (Art. 1839. CC).
A su vez, el comprador debe citar de evicción
al vendedor (Art. 1843 del CC). La falta de
citación exonera totalmente de
responsabilidad al vendedor. En efecto, si el
comprador omitiere citarle, y fuere evicta la
cosa, el vendedor no será obligado al
saneamiento (art. 1843, inc. 3º).
En cuanto a la forma y oportunidad de la
citación de evicción, el artículo 1843, inc.
2º, prescribe que la citación de evicción se
hará en el término señalado por el Código de
Enjuiciamiento. El CPC, en efecto, reglamenta
la citación de evicción en el Título V del Libro III.
a) La citación debe solicitarse por el
comprador y para que el juez la ordene
“deberán acompañarse antecedentes que
hagan aceptable la solicitud” (Art. 584, inc. 2º,
del CPC).
b) La citación debe hacerse “antes de la
contestación de la demanda” (Art. 584, inc. 1º,
del CPC).
c) Decretada la citación, el juicio se paraliza
por el plazo de diez días, si el citado reside en
el departamento en que se sigue el juicio; si
reside en otro departamento o fuera del
territorio nacional, el plazo de diez días se
aumenta como el emplazamiento para
contestar demandas (Art. 585 del CPC).
d) Vencidos estos plazos sin que el demandado
haya hecho practicar la citación, podrá pedir
el demandante que se declare caducado el
derecho de aquél para exigirla, o que se le
autorice para llevarla a efecto, a costa del
demandado (Art.
585, inc. 2º, del CPC).
e) Practicada la citación, las personas citadas
de evicción dispondrán del término de
emplazamiento que corresponda para
comparecer al juicio, suspendiéndose entre
tanto el procedimiento (Art. 586 del CPC)”.
Una vez citado el vendedor, este puede
adoptar las siguientes actitudes: 1. No
comparecer: el procedimiento continuará sin
más trámite y será responsable de la evicción
(Arts. 587 del CPC y 1843 CC), a menos que,
como bien señala el artículo1843 CC, el
comprador haya dejado de oponer alguna
defensa o excepción suya, o por ello fuere
evicta la cosa.
2. Apersonarse en el juicio: Si el vendedor
comparece, se sigue el juicio con él, asume la
defensa y en definitiva adquiere el carácter de
demandado (Art. 1844 CC).
El comprador podría seguir actuando como
coadyuvante.
El vendedor puede optar por:
• Allanarse a la evicción (Art. 1845 CC).
• Asumir la defensa en el juicio, y seguir con el
pleito.
Si la cosa es evicta, procede la obligación de
indemnizar al comprador distinguiendo si la
evicción ha sido total o parcial.
Si hay evicción total proceden las siguientes
indemnizaciones (Art. 1847 CC): a) la restitución
del precio; b) el pago de las costas del
contrato; c) el pago de frutos; d) el pago de las
costas del juicio, y e) el pago del aumento de
valor de la cosa.
Si la evicción es parcial, es decir, sólo se le priva
al comprador de una parte de la cosa, se
deben distinguir dos situaciones: a) La parte
evicta es tal que sea de presumir que sin ella no
se habría comprado la cosa: el artículo1852,
inc. 4º, dispone: “Si la evicción no recae sobre
toda la cosa vendida, y la parte evicta es tal,
que sea de presumir que no se habría
comprado la cosa sin ella, habrá derecho a
pedir la rescisión de la venta”. Por lo tanto, el
comprador tiene el derecho opcional de pedir
la rescisión de la venta o el saneamiento de la
evicción.
b) La parte evicta no es de tanta importancia
o el comprador no hace uso del derecho que
le acuerda el artículo1852, inciso final: el
artículo 1854 dispone: “En caso de no ser de
tanta importancia la parte evicta, o en el de no
pedirse la rescisión de la venta, el comprador
tendrá derecho para exigir el saneamiento de
la evicción parcial con arreglo a los
artículo1847 y siguientes”. En definitiva, el
comprador no tiene el derecho opcional para
escoger entre el saneamiento y la rescisión de
la venta; sólo tiene derecho para pedir el
saneamiento de la evicción parcial.
En cuanto a la renunciabilidad y prescripción
de esta acción, cabe mencionar, que en el
primer supuesto, como se trata de un elemento
de la naturaleza del contrato de compraventa,
la acción de saneamiento de la evicción es
plenamente renunciable, a menos que haya
existido mala fe de parte del vendedor, es
decir, conocía la causa de la evicción y no la
dio a conocer al vendedor (Arts. 1839 y 1842
CC). La obligación de saneamiento es
imprescriptible, pero la obligación de
saneamiento es prescriptible en cuanto se
convierte en la de indemnizar al comprador,
una vez producida la evicción o para emplear
los términos del artículo 1840.
Finalmente, debemos recordar lo dispuesto en
el artículo 1856 del CC que contempla los
plazos de prescripción de las acciones de
saneamiento y de restitución del precio.
Obligación de saneamiento de los vicios
redhibitorios.
Respecto de las obligaciones que pesan sobre
el vendedor, Alessandri explica: “(…).
Para que el vendedor cumpla su obligación no
basta que dé al comprador la posesión
pacífica de la cosa. Debe darle una posesión
útil, una posesión que lo habilite para que
obtenga de ella todo el provecho que lo indujo
a comprarla, porque nada sacaría éste, con
tener una cosa que no le proporciona ningún
beneficio ni le presta ninguna utilidad.
Si adolece de ciertos vicios o defectos que
aminoran las ventas y utilidades que produce o
que la hacen impropia para el uso a que se la
destina, el comprador no obtiene de ella el
provecho que creyó, no la posee útilmente”
(ALESSANDRI, 2003, pp. 181-182).
La obligación de sanear los vicios redhibitorios
que el contrato de compraventa impone al
vendedor, tiene por objeto hacer desaparecer
los vicios o defectos de que adolezca la cosa
vendida y que la hagan inadecuada para su
uso o absolutamente inservible, a fin de que el
comprador pueda obtener la utilidad y las
ventajas que tuvo en cuenta al momento de
celebrar el contrato. El objeto de esta
obligación, en síntesis, es entregar una cosa útil
y servicial a los efectos respectivos.
En cuanto al concepto de vicio redhibitorio, la
ley nada señala al respecto, lo que hace el
legislador en el artículo 1858 del CC no es más
que la determinación de sus características, lo
que se traduce en que el vicio debe ser: a)
contemporáneo al contrato; b) grave; y c)
oculto. Estas por tanto deben concurrir en
forma copulativa.
Las partes pueden atribuir el carácter de
redhibitorios a vicios que no reúnan estos
requisitos en virtud de lo establecido en el
artículo 1863 CC.
La cuestión, entonces, es que la cosa vendida
no sirva para su uso natural o solo sirva
imperfectamente, de manera que de haberlos
sabido no la hubiese comprado o habría
pagado un precio menor. En general se trata
de defectos materiales, internos o externos, de
la cosa, por ejemplo, aquellos que existen en su
composición, diseño, armado, elaboración,
envase, descomposición, contaminación,
entre otros. No existe una lista taxativa de los
mismos.
Regulación normativa.
Art. 154 Cco. Artículo 1824 CC. Artículo 1837
inciso primero del CC. Artículo 1838 del CC.
Artículo 1839 del CC. Artículo 1842 del CC.
Artículo 1843 del CC. Artículo 1856 del CC.
Artículo 1857 del CC. Artículo 1858 del CC.
Artículo 1863 del CC. Artículo 584 del CPC.
Artículo 585 del CPC.
Efectos de los vicios redhibitorios.
Advertidos los requisitos analizados que
permitan calificar un vicio como redhibitorio,
según lo dispuesto en los artículos 1857 y 1860
del CC, el comprador dispone de dos acciones
y por tanto goza de un derecho alternativo a
usar cualquiera de ellas. Estas acciones son:
a) La acción redhibitoria: que jurídicamente es
una acción resolutoria del contrato de
compraventa.
b) La acción para pedir la restitución de una
parte del precio: proporcional a la disminución
del valor de la cosa, como resultado de la
existencia del vicio, acción denominando por
los romanos de “quantis minoris o estimatoria”.
No obstante lo anterior, este derecho
alternativo puede verse limitado por ciertas
circunstancias a saber: 1. Si los vicios no son tan
graves en los términos del artículo 1858 CC, el
comprador sólo puede disponer de la acción
quanti minoris o de rebaja de precio. No
obstante, en nuestro ordenamiento jurídico no
se indica la forma en que se ha de proceder a
la hora de rebajar o reducir el precio. En este
sentido Prado advierte: “El derecho nacional,
como es natural, adscribe al primer grupo de
ordenamientos jurídicos, no proveyendo de un
método de cálculo específico. La doctrina ha
guardado silencio sobre este extremo, y la
jurisprudencia, por su parte, suele aplicar la
reducción del precio prácticamente sin
considerar mayores antecedentes. En efecto, si
se analizan los fallos pronunciados en nuestro
país, es posible apreciar que los tribunales de
justicia adoptan dos posturas: la primera,
rechazan la demanda de rebaja de precio si la
actora no señala específicamente el monto
cuya reducción solicita, razón por la cual los
demandantes optan por solicitar la reducción
del precio valorándola en sumas aleatorias, sin
mayor sustento en el libelo; y la segunda, es que
si la demandante indica una suma en que el
precio del contrato debe ser reducido, dicho
valor se considera en forma meramente
referencial, y luego se procede a cuantificar la
rebaja discrecionalmente.
Así, a la hora de rebajar el precio, y en una
visión panorámica a la jurisprudencia chilena,
se advierte dos formas de proceder: o se
reduce el precio en una cantidad
determinada, usualmente en pesos chilenos, o
ella se calcula en porcentajes sobre el precio
acordado” (PRADO, 2015, pp. 638-639).
2. Si el vendedor estaba de mala fe, conocía o
debió conocer los vicios en razón de su
profesión u oficio, será obligado además de la
restitución o rebaja del precio, a la
indemnización de los perjuicios (Art. 1861 CC).
Cabe destacar que las acciones antes
mencionadas consagran un sistema de
responsabilidad objetiva como bien indica
Guzmán Brito al señalar que el régimen de la
acción redhibitoria va dirigida a rebajar el
precio para cuando aquélla haya prescrito, y
orientada a similar rebaja en caso de que el
vicio no alcance la importancia que se expresa
en el número 2° del artículo 1.858 del CC. No se
exige al comprador probar dolo del vendedor,
ni nada consigue éste con probar que careció
de culpa. Resulta suficiente, pues, la mera
existencia del vicio. Se puede afirmar, por
consiguiente, que la disciplina de estas tres
acciones es objetiva, lo cual quiere decir que el
vendedor responde si hubo vicios ocultos
preexistentes al contrato, aunque no los haya
conocido ni tenido que conocer (debido a lo
cual no los declaró) y, aunque se hayan
producido por caso fortuito (que en esta
materia es frecuente, como la fortuita
enfermedad de un animal pese a los buenos
cuidados).
El régimen aquí denominado objetivo de las
tres acciones en examen está perfectamente
diseñado en la segunda parte del artículo 1861
del CC (GUZMÁN, 2007, pp. 98-99).
Regulación normativa.
Artículo 1857 del CC. Artículo 1859 del CC.
Artículo 1860 del CC. Artículo 1861 del CC.
Artículo 1867 del CC. Artículo 1868 del CC.
Extinción de la obligación de saneamiento por
vicios redhibitorios.
En cuanto a la extinción de la obligación de
saneamiento de los vicios redhibitorios, esta se
puede producir por:
a) Renuncia (Art. 1859 CC).
b) Prescripción (1866 CC).
Regulación normativa.
Artículo 1859 del CC. Artículo 1866 del CC.
Casos en que no procede la acción por vicios
redhibitorios o sólo procede en parte.
La acción por vicios redhibitorios no procede
en las ventas forzadas hechas por autoridad de
la justicia. Sin perjuicio de loa anterior, el artículo
1865 CC consagra una excepción a dicha
regla.
A su vez, según lo dispuesto en el artículo 1864
del CC, por regla general la acción por vicios
redhibitorios en caso de ventas de dos o más
cosas en conjunto solo procede respecto de la
cosa viciosa.
Regulación normativa.
Artículo 1865 del CC. Artículo 1864 del CC.
Obligación de extender factura.
Esta obligación se encuentra consagrada en el
artículo 160 del Cco.
La importancia de la factura reside en que ella
sirve para acreditar no sólo la especie y calidad
de las mercaderías vendidas, sino además el
recibo del precio total o parcialmente pagado.
En toda compraventa mercantil se debe emitir
una factura en la cual conste la operación de
comercio y la recepción de las mercaderías o
servicios que en ella se consignen por parte de
la adquirente o arrendataria en su caso,
documento que sirve para acreditarla y
permite el cobro de los montos que en ella se
consignan, según dispone la Ley Nº 19.983 de
2004. Esto, con independencia de si el
vendedor es un sujeto mercantil, de manera
que aquí existe una especie de presunción en
orden a que reviste dicha calidad.
Se acredita con ella la recepción de las
mercaderías, y al no ser objetadas se debe
entender que el comprador las aceptó en
cuanto a su contenido y obligatoriedad, y por
lo tanto, todo ello da cuenta de que han
existido contratos de compraventa entre
comerciantes, convención que no necesita ser
escrita ni solemne.
Por otra parte, debemos recordar que las
normas probatorias del contrato de
compraventa mercantil difieren del código
civil, pues las obligaciones pueden probarse
por distintos medios, incluida la prueba
testimonial, lo que difiere de las reglas
establecidas en los artículos 1701 y siguientes
del CC.
Respecto al comprador, el recibo del precio
puesto al pie de ella prueba el pago del precio
y lo libera de su obligación (Art.119 del Cco),
para el vendedor significa la prueba del
contrato, ya que, conforme a la ley, se tiene por
irrevocablemente aceptado el contenido de la
factura si el comprador no reclama de ella
dentro de los ocho días siguientes a su entrega
(artículo160 del Código citado). La factura no
es el documento constitutivo del contrato, ella
supone un contrato preexistente, se trata de
una prueba preestablecida y un título de
crédito por excelencia.
El contrato de compraventa mercantil y la
factura son dos actos de comercio diferentes,
constituyéndose el primero en el antecedente
de la segunda, pero ésta última adquiere
identidad e independencia en el tráfico
comercial, tanto es así que la Ley Nº 19.983 de
2004, reguló su cesión y mérito ejecutivo. Con
todo, cuando quien cobra el documento es
quien participó en el negocio que generó la
factura, nada obsta a que éste oponga a
aquel las excepciones derivadas de ese
negocio, dado que sus defensas no están
relacionadas con la factura misma, la que no
cuestiona en sus aspectos formales o
materiales. Dado que la mercadería fue
entregada, sus reparos podrán mirar al
contrato de compraventa.
Para Prado la factura es la consecuencia de
relaciones contractuales de compraventa o de
prestación de servicios u otras. Normalmente es
el único documento que refleja estos actos y las
obligaciones pendientes de pago, todo lo cual
tiene un evidente valor tributario, comercial y
contractual. Por ello, diversas legislaciones han
dado a la factura el carácter de un título de
crédito especial, regulado en una normativa
particular.
En general, y dado que la obligación de emitir
factura no se limita a la mera compraventa
mercantil pues el legislador tributario obligó a su
emisión tanto para las ventas, en un sentido
amplio, como también para la prestación de
servicios, resulta necesario hacer una
interpretación general y sistemática, que nos
lleve a entender a la factura envuelta en una
amplia gama de operaciones, de distinta
naturaleza, más allá de las meramente
consensuales, como se podría desprender de
la norma citada del Título II del. Libro II del
Código de Comercio (PRADO, 2016, pp. 157-
158).
Regulación normativa.
Artículo 160 del Cco. Artículo 1º de la Ley Nº
19.983.
a) Obligaciones del comprador.
El vendedor al igual que en la compraventa
civil, es titular del derecho a exigir el pago del
precio de la cosa vendida.
Además, goza del derecho de retención, en los
términos del artículo 151 del Cco., que deber
ser declarado por resolución judicial.
Regulación normativa.
Artículo 151 de Cco.
b) Retención del título.
La cláusula de retención del título que se
conoce también con el nombre de “reserva de
dominio”, se refiere a un pacto de carácter
facultativo que las partes pueden convenir, si
así lo estiman conveniente. En virtud de esta
cláusula, el vendedor se reserva el dominio de
la mercadería hasta que el comprador pague
completamente el precio.
Se trata de una estipulación adicional a un
contrato de compraventa en virtud de la cual
el vendedor se reserva el derecho de
propiedad de los bienes vendidos hasta que el
comprador haya satisfecho la totalidad del
precio acordado, actuando como garantía a
favor del primero de manera que pueda, en
caso de no percibir la totalidad de dicho
precio, reivindicar el dominio o propiedad que
se había reservado en el propio contrato de
compraventa.
Para la legislación chilena la cláusula de no
transferirse el dominio sino en virtud de la paga
del precio, no producirá otro efecto que el de
la demanda alternativa enunciada en el
artículo 1873 cc.
Regulación normativa.
Artículo 1873 del CC. Artículo 1874 del CC.
Obligación de pagar el precio.
Se trata de la principal obligación que pesa
sobre el comprador, además de ser la causa
de la obligación del vendedor y correlativa a la
obligación de este último de en tregar la cosa
vendida. A menos que se disponga otra cosa,
la obligación de entregar precede a la de
pagar el precio, lo que se desprende de los
propios artículos 1826 y 1872 del CC.
El precio convenido debe pactarse en dinero
conforme a las reglas generales del pago o en
valores equivalentes, todo lo cual dependerá
de lo estipulado por las partes.
Debe efectuarlo el comprador, ya que él es
quien resulta obligado, o sus herederos pues
suceden al causante (comprador) en todos sus
derechos y obligaciones transmisibles (Art. 1097
CC). Sin perjuicio de lo anterior, el artículo 1572
del CC habilita a que el pago lo efectúe
cualquier otra persona que designen las partes.
Al tratarse de una suma de dinero, dicha
obligación es divisible, para el caso que existan
varios compradores, de manera que se trata
de una obligación simplemente conjunta a
menos que se estipule otra cosa.
En materia mercantil, dicha obligación
también debe ser cumplida una vez que el
comprador ha recibido las mercaderías objeto
el contrato de compraventa según lo dispuesto
en el artículo 155 del Cco. A su vez el artículo
147 Cco, se refiere al caso en que la
capacidad económica del comprador
disminuya en el tiempo que media entre la
celebración del contrato y la época de la
entrega, en este caso el vendedor no estará
obligado a entregar la cosa vendida a menos
que se rinda fianza para brindarle seguridad del
respectivo cumplimiento.
Regulación normativa.
Artículo 1871 del CC. Artículo 155 Cco. Artículo
147 Cco.
Lugar y tiempo en que debe pagarse el precio.
Rige lo dispuesto en el artículo 155 del Cco.
Adicionalmente, debemos recordar que de
conformidad al Art. 151 Cco, estando las
mercaderías en poder del vendedor, aunque
sea por vía de depósito, éste podrá retenerlas
hasta el pago del precio y los intereses
correspondientes.
De este modo, tratándose de la obligación de
pagar el precio se debe precisar: 1. El legislador
condiciona el pago del precio a la entrega
previa de la cosa y la aceptación o
conformidad con aquella por parte del
comprador. Sólo en este caso, el comprador
debe pagar el precio en el lugar y tiempo
estipulados. Se trata, en nuestra opinión, de
una norma supletoria de la voluntad de las
partes, de manera que éstas podrían acordar
algo distinto.
2. Si no se efectúa la entrega por el vendedor
dentro del plazo estipulado, el comprador
podrá solicitar el cumplimiento forzado del
contrato o la resolución del mismo, y en uno u
otro caso la reparación de los perjuicios que
hubiere sufrido al tenor de lo dispuesto en el
artículo 156 con relación al artículo 1489 CC.
Si el comprador no paga el precio, el
ordenamiento jurídico confiere al vendedor los
siguientes derechos: a) El derecho de retener la
cosa, si la tiene en depósito, hasta que el
comprador le pague el precio y los intereses
(Art. 1826 CC y Art. 151 Cco).
b) El derecho a exigir el cumplimiento forzado
de la obligación o la resolución del contrato
con indemnización de perjuicios. En este caso
el vendedor debe haber cumplido con su
obligación de entrega previa, pues en caso
contrario el comprador puede oponer la
excepción de contrato no cumplido (Arts. 156
Cco; 1489, 1873 y 1552 CC).
Regulación normativa.
Artículo 155 Cco. Artículo 156 Cco. Artículo 157
del Cco. Artículo 158 del Cco. Artículo 1872 del
CC. Artículo 1489 del CC.
Obligación de recibir la cosa vendida.
El comprador debe cumplir con la obligación
de recibir la cosa en el lugar y tiempo
convenidos. Junto con recibirlas deberá
expresar su conformidad. Si se rehúsa a
recibirlas el vendedor gozará del derecho
alternativo para solicitar cualquiera de las dos
opciones que se indican a continuación:
• Resolución de la venta con indemnización de
perjuicios
• Pago del precio con intereses legales más el
depósito de las mercaderías.
A su vez, el artículo 157 del Cco, contempla el
supuesto de las entregas parciales. En dicho
caso el comprador no se encuentra obligado a
recibir, pero si acepta, la obligación de entrega
que pesa sobre el vendedor se entenderá
cumplida en esa parte, quedando facultado el
comprador para exigir el cumplimiento de lo
restante o solicitar la respectiva indemnización
de perjuicios por causa del cumplimiento
imperfecto. Esta obligación exige al comprador
hacerse cargo de los riesgos de la cosa
comprada, tomando posesión de ella.
La manera en que se cumple con esta
obligación dependerá de la naturaleza de la
cosa objeto del contrato.
Mientras no se verifique la recepción, el
vendedor está obligado a conservar y
custodiar la cosa vendida en su poder,
empleando el debido cuidado y es
responsable hasta el dolo y culpa lata (Art.150
Cco).
El comprador que se niegue a cumplir dicha
obligación puede ser constituido en mora, pero
para ellos se requiere:
1. Que sea constituido en mora conforme a lo
estipulado en el artículo 1551 CC.
2. Que la negativa o retardo en recibir la cosa
sea imputable a su hecho o culpa.
3. Que el vendedor se allane, por su parte, a
entregarla en el plazo y lugar convenidos.
Ante el supuesto descrito, el comprador queda
sujeto a dos consecuencias:
1. El vendedor podrá solicitar la rescisión del
contrato con indemnización de perjuicios, o;
2. El pago del precio con los intereses legales,
poniendo la mercadería a disposición del
juzgado de comercio para que ordene su
depósito y venta en martillo por cuenta del
comprador (Art. 153 inciso 1º del Cco).
En caso de simple retardo del comprador, el
vendedor podrá solicitar el depósito de las
mercaderías a costa del primero (Art. 153 inciso
2º del Cco).
Regulación normativa.
Artículo 153 del Cco. Artículo 157 del Cco.
La venta de cosas embargadas por decreto
judicial.
Distinción entre venta y enajenación.
Teniendo en consideración lo dispuesto por los
artículos 1464 y 1810 del CC, se ha cuestionado
la posibilidad de vender las cosas embargadas
por decreto judicial, puesto que el artículo 1464
se refiere a la “enajenación” de este tipo de
cosas. Con todo, habría que entenderse que el
legislador se refiere a ambos casos: venta y
enajenación, de forma tal que cuando se
vende una cosa embargada por decreto
judicial sin autorización del juez o sin el
consentimiento del acreedor, hay objeto ilícito
en la venta.
Regulación normativa.
Artículo 1464 del CC.
Riesgos de la cosa vendida ¿Quién debe
soportar los riesgos de la cosa vendida, en el
tiempo intermedio entre la celebración del
contrato y la entrega de la cosa?.
El riesgo se define como aquel peligro de
pérdida o deterioro que puede sufrir la cosa u
objeto del contrato, a causa de un caso fortuito
o de fuerza mayor, y que tiene como resultado
la extinción total o parcial del derecho que se
ejerce sobre ella.
La cuestión de los riesgos debe
necesariamente presentarse a propósito de un
contrato bilateral, de modo que, si la cosa
perece fortuitamente, el deudor se encontrará
en la imposibilidad de cumplir con su
obligación, lo que, a su vez, constituye un modo
de extinguir las obligaciones conforme al
artículo 1567 del CC, con relación al artículo
1670 del mismo cuerpo legal.
Sabemos que las cosas perecen para su
dueño. Si hablamos de un contrato de
compraventa y tomamos en consideración
que este se perfecciona por el consentimiento,
la pérdida de la cosa normalmente la sufrirá el
comprador si aquella ocurre entre el acuerdo y
la entrega, pero para que ello ocurra, deben
concurrir ciertos requisitos.
De acuerdo con el Art. 142 CCo., la pérdida,
deterioro o mejora de la cosa, después de
perfeccionado el contrato, son de cuenta del
comprador, salvo que se estipule lo contrario, o
que la pérdida o deterioro hayan ocurrido por
fraude o culpa del vendedor o por vicio interno
de la cosa vendida. Esto, a diferencia de otras
legislaciones, como la española, donde la
asunción de riesgos en la compraventa
mercantil exige que el comprador haya puesto
a disposición del comprador los bienes
vendidos en el lugar y tiempo convenido.
Complementa lo anterior el Art. 143 CCo., al
establecer que serán de cargo del vendedor:
1°. Cuando el objeto vendido no es un cuerpo
cierto y determinado, con marcas, números o
cualesquiera otras señales que establezcan su
identidad y lo diferencien de otro de la misma
especie, pues en este caso, el vendedor debe
entregar otras cosas análogas para cumplir su
obligación.
2°. Si teniendo el comprador, por la
convención, el uso o la ley, la facultad de
examinar y probar la cosa, pereciere esta o se
deteriorare antes que el comprador manifieste
quedar contento con ella. Para que este
supuesto se entienda aplicable, el contrato no
debe haberse perfeccionado aún.
3°. Cuando las mercaderías, debiendo ser
entregadas por peso, número o medida,
perecieren o se deterioraren antes de pesarse,
contarse o medirse, a no ser que fueren
compradas a la vista y por un precio alzado, o
que el comprador hubiere incurrido en mora de
concurrir al peso, numeración o medida. Esta
regla se aplicará también a la venta alternativa
de dos o más cosas fungibles que deban ser
entregadas por número, peso o medida; 4°.
Siempre que la venta se hubiere verificado a
condición de no entregarse la cosa hasta
vencido un plazo determinado, o hasta que se
encuentre en estado de ser entregado con
arreglo a las estipulaciones del contrato; 5°. Si
estando dispuesto el comprador a recibir la
cosa, el vendedor incurriere en mora de
entregarla, a no ser que hubiera debido
perecer igualmente en poder del comprador si
éste la hubiera recibido; 6°. Si en las
obligaciones alternativas pereciere
fortuitamente una de las cosas vendidas.
Pereciendo las dos, y una de ellas por hecho
del vendedor, éste deberá el precio corriente
de la última que pereció, siempre que le
corresponda la elección.
Si la elección no perteneciere al vendedor, y
una de las cosas hubiere perecido por caso
fortuito, el comprador deberá contentarse con
la que exista; más si hubiere perecido por culpa
del vendedor, podrá exigir la entrega de la
existente o el precio de la perdida.
En este último caso se plantea una excepción
que relata que la pérdida será de cargo del
vendedor.
De este modo, para que el riesgo lo asuma el
comprador, se requiere:
a) Que el objeto de la obligación sea un
cuerpo cierto.
b) Que la pérdida o deterioro sobrevenga por
caso fortuito, salvo disposición en contrario.
c) Que esta pérdida medie entre la perfección
del contrato y la entrega de la cosa.
Regulación normativa.
Artículo 1820 del CC. Artículo 142 del Cco.
Artículo 143 Cco.
Pacto de Retroventa.
El pacto de retroventa constituye un pacto
accesorio al contrato de compraventa.
Por este pacto el vendedor se reserva la
facultad de destruir el contrato y de recuperar
la cosa vendida. El contrato de venta al cual
accede es perfectamente válido y en cuanto
a su ejecución está consumado en todas sus
partes: el vendedor entregó la cosa al
comprador y éste adquirió su dominio,
pagando a su vez el precio. Por la retroventa
esos efectos se anulan, el dominio del
comprador sobre la cosa cesa y vuelve al
vendedor quien, por su parte, restituye el
precio.
Para que el pacto de retroventa produzca sus
efectos, es menester que concurran los
siguientes requisitos:
a) Esta facultad debe ser ejercida por el
vendedor de la cosa objeto del contrato.
b) Pesa sobre el vendedor la obligación de
reembolsar al comprador, y
c) El ejercicio del pacto de retroventa debe
efectuarse dentro del plazo establecido.
Se trata de una condición resolutoria ordinaria,
que en el evento de cumplirse, produce la
resolución del contrato.
Regulación normativa.
Artículo 1881 del CC.
LAS COMPRAVENTAS DE EMPRESARIOS A
CONSUMIDORES
Regulación.
En este tipo de contratos de compraventa se
aplica la ley de protección de consumidores
(19.946 o LPDC). Se trata de un acto mixto o de
doble carácter donde no se puede emplear la
tesis del obligado, pues prima la legislación
especial.
Como hemos señalado en otra ocasión
(VÁSQUEZ, 2021), el acto de consumo es un
acto jurídico bilateral (o multilateral), oneroso o
gratuito, realizado por un sujeto de derecho
que pretende adquirir, utilizar o disfrutar de un
bien o servicio como destinatario final, y ello
ocurre dentro de los contornos materiales de la
LPC. En este acto participan dos sujetos:
proveedor y consumidor.
Para la construcción de la noción de
consumidor, se requiere analizar elementos
subjetivos y objetivos, respecto de los primeros,
debemos señalar que los consumidores
pueden ser personas naturales o jurídicas,
incluyendo las micro y pequeñas empresas, lo
relevante es que sean destinatarios finales de
los productos. Por su parte, los proveedores
también gozan de esta variable, de manera tal
que lo decidor es que realicen habitualmente
actividades de producción, fabricación,
construcción, comercialización, prestación de
servicios, etc., cobrando un precio por ello. En
cuanto a lo segundo, los actos de consumo son
aquellos señalados en la LPC (Art. 2 LPC). Dada
su habitualidad y masificación, se suelen
plasmar en contratos con cláusulas
predispuestas o condiciones generales.
Este tipo de contratación surgió de las
necesidades propias de la actividad
económica actual, caracterizada por un alto
volumen de transacciones y la rápida
circulación de los bienes y servicios. Se realizan
en serie con un contenido predispuesto y
análogo, y en principio provoca que la
contraparte del predisponente se limite a
adherir al mismo, y en su caso, a llenar ciertas
cuestiones concernientes a su identificación.
Esto ha dejado en evidencia que el rasgo
habitual de la relación contractual —
negociación y discusión del contenido por
medio del despliegue de la libertad
contractual— se aminore o derechamente no
exista, y como consecuencia de ello, no sea
posible aplicar los clásicos postulados existentes
en materia civil para regular esta relación
jurídica.
El contrato por adhesión se concibe como una
herramienta económica que disciplina la
relación contractual para que sea uniforme y
rápida, cuyo costo es el desplome de la
libertad y, en muchos casos, del equilibrio
negocial. Este paradigma ha obligado a
repensar estos contratos y sus efectos desde
nuevas premisas.
En los Principios UNIDROIT sobre los contratos
comerciales internacionales (2016) se estipula
en su Art. 2.1.19 (Contratación con cláusulas
estándar) señala: (1).
Las normas generales sobre formación del
contrato se aplicarán cuando una o ambas
partes utilicen cláusulas estándar, sujetas a lo
dispuesto en los Artículos 2.1.20 al 2.1.22. (2).
Cláusulas estándar son aquellas preparadas
con antelación por una de las partes para su
uso general y repetido y que son utilizadas, de
hecho, sin negociación con la otra parte. Por su
parte, el Art. 2.1.21 (Conflicto entre cláusulas
estándar y no-estándar) dispone “En caso de
conflicto entre una cláusula estándar y una que
no lo sea, prevalecerá esta última”.
Recordemos que el contrato, en cuanto
vehículo económico, sirve a la intermediación
de bienes y servicios, lo que se logra por medio
de la construcción de un conjunto de cláusulas
que prevén los distintos aspectos de esta
relación. Estas deben confeccionarse tomando
en consideración la ley aplicable, que
contendrá elementos imperativos y prohibitivos
(que no se pueden disponer por las partes) y
dispositivos (donde la autonomía de las partes
juega un rol central). En el primer elenco,
encontramos aquellas cuestiones que ligan
con las normas de orden público como la
capacidad de las partes y los elementos
esenciales del contrato; en el segundo,
veremos los efectos, que se traducen en las
obligaciones y derechos de las partes; las
modalidades para el cumplimiento de
aquellas; limitaciones y exoneraciones de
responsabilidad; y la determinación de un
órgano competente para conocer de las
controversias.
En esta línea, el contrato de adhesión es
perfectamente válido, para que se estime
ineficaz se requiere una causal de nulidad o
que su contenido comporte un carácter
abusivo, esto es, que perjudique al adherente o
configure un desequilibrio entre los derechos y
obligaciones de las partes. La protección del
contratante débil justifica la intervención del
contrato por entidades estatales y
jurisdiccionales, con atribuciones especiales
destinadas a prevenir, remediar, interpretar o
sancionar ciertas conductas.
Siguiendo el ejemplo de legislaciones
modernas, el legislador chileno ha brindado al
consumidor un sistema jurídico que lo ampara
frente a conductas abusivas de los
proveedores y resguarda de los daños que
podría causarle la publicidad engañosa, la
desinformación, la arbitrariedad en la fijación
de precios o renovaciones contractuales,
términos unilaterales de contratos o
prestaciones, entregas defectuosas de
prestación de servicios, entre otras. Fue así
como en el año 1997 se dictó la Ley Nº 19.496
de la LPC, que modera los principios clásicos de
la contratación recepcionados en los Códigos
Civil y de Comercio, particularmente en lo
relativo a la formación del consentimiento y la
fuerza obligatoria del contrato, la autonomía
de la voluntad en la determinación del
contenido negocial y las consecuencias que
envuelve el incumplimiento de deberes
contractuales. Actualmente esta norma se
encuentra refundida junto a sus modificaciones
en el DFL 3, de fecha 13 de sep. 2019 la ley en
comento establece que un contrato de
adhesión es aquel cuyas cláusulas han sido
propuestas unilateralmente por el proveedor sin
que el consumidor, para celebrarlo, pueda
alterar su contenido (Art. 1.6) y consumidor o
usuario, las personas naturales o jurídicas que,
en virtud de cualquier acto jurídico oneroso,
adquieren, utilizan, o disfrutan, como
destinatarios finales, bienes o servicios. En
ningún caso podrán ser considerados
consumidores quienes deban entenderse
como proveedores (Art. 1.1).
En la actualidad es posible distinguir requisitos
formales y de fondo en los contratos por
adhesión. Los primeros, consisten en la
escrituración del contrato o una referencia
expresa a otro documento donde estén
establecidas, y que se encuentre redactado en
el idioma del país de que se trata, de forma
legible y comprensible (Art. 17 LPC), los
segundos, se refieren fundamentalmente a las
cláusulas abusivas (Art. 16 LPC), la necesidad
de ejecutar los contratos de buena fe, la
interpretación de ciertas cláusulas o contratos
en contra del redactor (arts. 1546 y 1566 del
CC), entre otras. Asimismo, es posible advertir
un conjunto de derechos del consumidor, tales
como: el de elección del bien o servicio (Art.3
A); de información veraz y oportuna (Art.3 B); a
no discriminación (Art.3 C); a la seguridad en el
consumo (Art.3 D); a la reparación e
indemnización (Art.3 E); a retracto (Art.3 bis y
ter); irrenunciabilidad anticipada de derechos
(Art. 4°), entre otros.
La última modificación de esta norma fue
dictada con fecha 24 de diciembre de 2021, a
partir de la ley 21.398. Respecto de la
compraventa, se incorpora en el derecho de
información básica comercial, que: “En la
venta de bienes y prestación de servicios, se
considerará información comercial básica,
además de lo que dispongan otras normas
legales o reglamentarias, la identificación del
bien o servicio que se ofrece al consumidor, así
como también los instructivos de uso y los
términos de la garantía cuando procedan. Se
exceptuarán de lo dispuesto en este inciso los
bienes ofrecidos a granel. En el caso de venta
de bienes durables se considerará, además,
información básica comercial la duración del
bien en condiciones previsibles de uso, incluido
el plazo en que el proveedor se obliga a
disponer de repuestos y servicio técnico para su
reparación.
Tratándose de la prestación de servicios de
despacho, el proveedor deberá indicar
claramente, antes del perfeccionamiento del
contrato, el costo total y el tiempo que tarde
dicho servicio la información comercial básica
deberá ser suministrada al público por medios
que aseguren un acceso claro, expedito y
oportuno. Respecto de los instructivos de uso
de los bienes y servicios cuyo uso normal
represente un riesgo para la integridad y
seguridad de las personas, será obligatoria su
entrega al consumidor conjuntamente con los
bienes y servicios a que acceden”.
Se consagra, además, el principio pro
consumatore en términos expresos, en el
siguiente sentido: “Las normas contenidas en
esta ley se interpretarán siempre en favor de los
consumidores, de acuerdo con el principio pro
consumidor, y, de manera complementaria,
según las reglas contenidas en el párrafo 4° del
Título Preliminar del Código Civil.”.
En concordancia con ello, en el art. 16 C se
incorpora lo siguiente: “Las cláusulas ambiguas
de los contratos de adhesión se interpretarán
en favor del consumidor.
Cuando existan cláusulas contradictorias entre
sí, prevalecerá aquella cláusula o parte de ella
que sea más favorable al consumidor”.
En relación con el tipo de bien, las
compraventas que se regulan en la LPDC no
sólo se refieren a los muebles, sino también a los
inmuebles. A estos efectos, el Art. 2 señala que
quedan sujetos a las disposiciones de esta ley
e): “Los contratos de venta de viviendas
realizadas por empresas constructoras,
inmobiliarias y por los Servicios de Vivienda y
Urbanización, en lo que no diga relación con
las normas sobre calidad contenidas en la ley
Nº 19.472”.
Sobre la entrega del bien y los derechos de los
consumidores.
El Art. 12 de la Ley 19.946 dispone que todo
proveedor de bienes o servicios estará
obligado a respetar los términos, condiciones y
modalidades conforme a las cuales se hubiere
ofrecido o convenido con el consumidor la
entrega del bien o la prestación del servicio.
El Art 12 A, señala que en los contratos
celebrados por medios electrónicos, y en
aquéllos en que se aceptare una oferta
realizada a través de catálogos, avisos o
cualquiera otra forma de comunicación a
distancia, el consentimiento no se entenderá
formado si el consumidor no ha tenido
previamente un acceso claro, comprensible e
inequívoco de las condiciones generales del
mismo y la posibilidad de almacenarlos o
imprimirlos.
Una vez perfeccionado el contrato, el
proveedor estará obligado a enviar
confirmación escrita del mismo. Ésta podrá ser
enviada por vía electrónica o por cualquier
medio de comunicación que garantice el
debido y oportuno conocimiento del
consumidor, el que se le indicará previamente.
Dicha confirmación deberá contener una
copia íntegra, clara y legible del contrato.
Nótese que no existe un pronunciamiento sobre
el plazo en que deben entregarse los
productos, ni tampoco desde cuando los
consumidores se hacen cargo de los riesgos.
A pesar de ello, podemos inferir que, en este
último caso, esto ocurre cuando tiene la
posesión material de los productos, a menos
que se exprese que el riesgo se transmite al
consumidor con la entrega de los bienes al
transportista o desde la celebración del
contrato.
Por su parte, la ley en comento confiere al
consumidor varios derechos en relación con la
compra realizada, los que podrían distinguirse,
de acuerdo con el iter contractual, en
anteriores al consentimiento; durante el
contrato; y posteriores al acuerdo:
a) Elegir el bien y no ser discriminado
arbitrariamente por los proveedores
b) Recibir información sobre el producto
c) Mantención del precio señalado
d) Exclusión de cláusulas abusivas en el
contrato
e) Contar con seguridad en el consumo de
bienes o servicios, lo que incluye la protección
de su salud y el medio ambiente f) Derecho de
opción frente al incumplimiento de la entrega
del producto.
La última reforma señala (sustituye) en el Art. 3°
bis, que “b) En los contratos celebrados por
medios electrónicos, y en aquéllos en que se
aceptare una oferta realizada a través de
catálogos, avisos o cualquiera otra forma de
comunicación a distancia.
Sólo en el caso de la contratación de servicios,
el proveedor podrá disponer lo contrario, y
deberá informar al consumidor sobre dicha
exclusión, de manera inequívoca, destacada y
fácilmente accesible, en forma previa a la
suscripción del contrato y pago del precio del
servicio.
En los bienes o productos, excepcionalmente,
no podrá ejercerse este derecho en el caso de
bienes que, por su naturaleza, no puedan ser
devueltos o puedan deteriorarse o caducar
con rapidez, o hubiesen sido confeccionados
conforme a las especificaciones del
consumidor, o se trate de bienes de uso
personal.
Los proveedores deberán informar al
consumidor la existencia del derecho a que se
refiere este artículo, de manera inequívoca,
destacada y fácilmente accesible, en forma
previa a la suscripción del contrato y pago del
precio del producto, y, en caso de que
proceda, su exclusión. Un reglamento
expedido a través del Ministerio de Economía,
Fomento y Turismo regulará la forma y
condiciones en que el proveedor deberá
comunicar la exclusión del derecho a retracto
cuando corresponda, así como los bienes en
que excepcionalmente y por su naturaleza
procederá tal exclusión”.
Veremos, a continuación, algunos de estos
derechos, irrenunciables de acuerdo al Art. 4°:
a) Información.
La ley en comento dispone en su Art. 3° que el
consumidor tiene derecho a una información
veraz y oportuna sobre los bienes y servicios
ofrecidos, su precio, condiciones de
contratación y otras características relevantes
de los mismos, y el deber de informarse
responsablemente de ellos. El proveedor debe
suministrar información básica esencial. En la
venta de bienes y prestación de servicios, esto
se traduce, además de lo que dispongan otras
normas legales o reglamentarias, en la
identificación del bien o servicio que se ofrece
al consumidor, así como también los instructivos
de uso y los términos de la garantía cuando
procedan. Se exceptuarán de lo dispuesto en
este inciso los bienes ofrecidos a granel.
Por su parte, el art. 14 señala que, cuando con
conocimiento del proveedor se vendan
productos con alguna deficiencia, o se hayan
utilizado piezas usadas, se deberá informar al
consumidor antes que decida la compra. Será
bastante constancia el usar en los propios
artículos, en sus envoltorios, en avisos o carteles
visibles en sus locales de atención al público las
expresiones “segunda selección”, “hecho con
materiales usados” u otras equivalentes. El
cumplimiento de ello eximirá al proveedor de
las obligaciones derivadas del derecho de
opción que se establece en los artículos 19 y 20,
sin perjuicio de aquellas que hubiera contraído
el proveedor en virtud de la garantía otorgada
al producto.
A estas normas debemos sumar los arts. 28 y
siguientes que se refieren a esta materia.
b) No discriminación.
De acuerdo con el Artículo 13, los proveedores
no podrán negar injustificadamente la venta
de bienes o la prestación de servicios
comprendidos en sus respectivos giros en las
condiciones ofrecidas.
c) Retractación.
De acuerdo con el Art. 3° bis, modificado por la
ley 21.398, dispone que el consumidor podrá
poner término unilateralmente al contrato, sin
expresión de causa, en el plazo de 10 días
contados desde la recepción del producto o
desde la contratación del servicio y antes de la
prestación del mismo, en los siguientes casos:
a) En la compra de bienes y contratación de
servicios realizadas en reuniones convocadas o
concertadas con dicho objetivo por el
proveedor, en que el consumidor deba
expresar su aceptación dentro del mismo día
de la reunión. El ejercicio de este derecho se
hará valer mediante carta certificada enviada
al proveedor, al domicilio que señala el
contrato, expedida dentro del plazo indicado
en el encabezamiento;
b) En los contratos celebrados por medios
electrónicos, y en aquéllos en que se aceptare
una oferta realizada a través de catálogos,
avisos o cualquiera otra forma de
comunicación a distancia.
Sólo en el caso de la contratación de servicios,
el proveedor podrá disponer lo contrario, y
deberá informar al consumidor sobre dicha
exclusión, de manera inequívoca, destacada y
fácilmente accesible, en forma previa a la
suscripción del contrato y pago del precio del
servicio.
En los bienes o productos, excepcionalmente,
no podrá ejercerse este derecho en el caso de
bienes que, por su naturaleza, no puedan ser
devueltos o puedan deteriorarse o caducar
con rapidez, o hubiesen sido confeccionados
conforme a las especificaciones del
consumidor, o se trate de bienes de uso
personal.
Los proveedores deberán informar al
consumidor la existencia del derecho a que se
refiere este artículo, de manera inequívoca,
destacada y fácilmente accesible, en forma
previa a la suscripción del contrato y pago del
precio del producto, y, en caso de que
proceda, su exclusión. Un reglamento
expedido a través del Ministerio de Economía,
Fomento y Turismo regulará la forma y
condiciones en que el proveedor deberá
comunicar la exclusión del derecho a retracto
cuando corresponda, así como los bienes en
que excepcionalmente y por su naturaleza
procederá tal exclusión.
Para poner término unilateralmente al contrato
de conformidad con este artículo, el
consumidor podrá utilizar los mismos medios
que empleó para celebrar el contrato.
En este caso, el plazo para ejercer el derecho
de retracto se contará desde la fecha de
recepción del bien o desde la celebración del
contrato en el caso de servicios, siempre que el
proveedor haya cumplido con la obligación de
remitir la confirmación escrita señalada en el
artículo 12 A. De no ser así, el plazo se
extenderá a noventa días. No podrá ejercerse
el derecho de retracto cuando el bien que
haya sido objeto del contrato se haya
deteriorado por un hecho imputable al
consumidor.
d) En las compras presenciales en que el
consumidor no tuvo acceso directo al bien.
En aquellos casos en que el precio del bien o
servicio haya sido cubierto total o parcialmente
con un crédito otorgado al consumidor por el
proveedor o por un tercero previo acuerdo
entre éste y el proveedor, el retracto resolverá
dicho crédito. En caso de haber costos
involucrados, éstos serán de cargo del
consumidor, cuando el crédito haya sido
otorgado por un tercero.
Si el consumidor ejerciera el derecho
consagrado en este artículo, el proveedor
estará obligado a devolverle las sumas
abonadas, sin retención de gastos, a la mayor
brevedad posible y, en cualquier caso, antes
de cuarenta y cinco días siguientes a la
comunicación del retracto. Tratándose de
servicios, la devolución sólo comprenderá
aquellas sumas abonadas que no
correspondan a servicios ya prestados al
consumidor a la fecha del retracto.
Deberán restituirse en buen estado los
elementos originales del embalaje, como las
etiquetas, certificados de garantía, manuales
de uso, cajas, elementos de protección o su
valor respectivo, previamente informado.
e) Mantención del precio.
El Art. 18 de esta ley, dispone que constituye
infracción a las normas de la presente ley el
cobro de un precio superior al exhibido,
informado o publicitado.
f) Exclusión de cláusulas abusivas.
El art. 16 se refiere a diversas causales por las
cuales las cláusulas contractuales podrían ser
dejadas sin efecto, o anuladas, en razón de
considerarse abusivas. Entre ellas, podemos
mencionar como ejemplo:.
Artículo 16. No producirán efecto alguno en los
contratos de adhesión las cláusulas o
estipulaciones que: a) Otorguen a una de las
partes la facultad de dejar sin efecto o
modificar a su solo arbitrio el contrato o de
suspender unilateralmente su ejecución, salvo
cuando ella se conceda al comprador en las
modalidades de venta por correo, a domicilio,
por muestrario, usando medios audiovisuales, u
otras análogas, y sin perjuicio de las
excepciones que las leyes contemplen (…).
g) Limiten los medios a través de los cuales los
consumidores puedan ejercer sus derechos, en
conformidad con las leyes.
Artículo 16 A. Declarada la nulidad de una o
varias cláusulas o estipulaciones de un contrato
de adhesión, por aplicación de alguna de las
normas del artículo 16, éste subsistirá con las
restantes cláusulas, a menos que por la
naturaleza misma del contrato, o atendida la
intención original de los contratantes, ello no
fuere posible. En este último caso, el juez
deberá declarar nulo, en su integridad, el acto
o contrato sobre el que recae la declaración.
Artículo 16 C. Las cláusulas ambiguas de los
contratos de adhesión se interpretarán en favor
del consumidor.
Cuando existan cláusulas contradictorias entre
sí, prevalecerá aquella cláusula o parte de ella
que sea más favorable al consumidor.
h) El contrato debe reunir ciertos requisitos de
forma y fondo.
El Artículo 17, expresa: “Los contratos de
adhesión relativos a las actividades regidas por
la presente ley deberán estar escritos de modo
claramente legible, con un tamaño de letra no
inferior a 2,5 milímetros y en idioma castellano,
salvo aquellas palabras de otro idioma que el
uso haya incorporado al léxico. Asimismo, los
contratos a que se refiere este artículo deberán
adaptarse con el fin de garantizar su
comprensión a las personas con discapacidad
visual o auditiva. Las cláusulas que no cumplan
con dichos requisitos no producirán efecto
alguno respecto del consumidor.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso anterior,
en los contratos impresos en formularios
prevalecerán las cláusulas que se agreguen
por sobre las del formulario cuando sean
incompatibles entre sí.
No obstante lo previsto en el inciso primero,
tendrán validez los contratos redactados en
idioma distinto del castellano cuando el
consumidor lo acepte expresamente,
mediante su firma en un documento escrito en
idioma castellano anexo al contrato, y quede
en su poder un ejemplar del contrato en
castellano, al que se estará, en caso de dudas,
para todos los efectos legales”.
Tan pronto el consumidor firme el contrato, el
proveedor deberá entregarle un ejemplar
íntegro suscrito por todas las partes. Si no fuese
posible hacerlo en el acto por carecer de
alguna firma, entregará de inmediato una
copia al consumidor con la constancia de ser
fiel al original suscrito por éste. La copia así
entregada se tendrá por el texto fidedigno de
lo pactado, para todos los efectos legales.
Los contratos de adhesión deberán ser
proporcionados por los proveedores de
productos y servicios al organismo fiscalizador
competente.
i) Derecho a seguridad y salud.
Todo perjudicado, sea consumidor o no, tiene
derecho a ser indemnizado por los daños y
perjuicios causados por productos defectuosos
puestos en circulación en el mercado, sin
perjuicio de otras acciones por responsabilidad
contractual o extracontractual que puedan
ejercitarse (Paniagua Zurera, 2020, p. 169). La
responsabilidad alcanza todos los tipos de
daños provocados, incluyendo muerte,
lesiones corporales y psíquicas.
De conformidad al Art. 45, tratándose de
productos cuyo uso resulte potencialmente
peligroso para la salud o integridad física de los
consumidores o para la seguridad de sus
bienes, el proveedor deberá incorporar en los
mismos, o en instructivos anexos en idioma
español, las advertencias e indicaciones
necesarias para que su empleo se efectúe con
la mayor seguridad posible.
Declarada judicialmente o determinada por la
autoridad competente de acuerdo a las
normas especiales a que se refiere el artículo
44, la peligrosidad de un producto o servicio, o
su toxicidad en niveles considerados como
nocivos para la salud o seguridad de las
personas, los daños o perjuicios que de su
consumo provengan serán de cargo,
solidariamente, del productor, importador y
primer distribuidor o del prestador del servicio,
en su caso (Art. 47).
Con todo, se eximirá de la responsabilidad
contemplada en el inciso anterior quien provea
los bienes o preste los servicios cumpliendo con
las medidas de prevención legal o
reglamentariamente establecidas y los demás
cuidados y diligencias que exija la naturaleza
de aquéllos.
El proveedor de la mercancía deberá, a su
costa, cambiarla a los consumidores por otra
inocua, de utilidad análoga y de valor
equivalente. De no ser ello posible, deberá
restituirles lo que hubieren pagado por el bien
contra la devolución de éste en el estado en
que se encuentre (Art. 48).
El Art. 49 de la ley, dispone que el
incumplimiento de las obligaciones
contempladas en este párrafo sujetará al
responsable a las sanciones contravencionales
correspondientes y lo obligará al pago de las
indemnizaciones por los daños y perjuicios que
se ocasionen, no obstante la pena aplicable en
caso de que los hechos sean constitutivos de
delito.
El juez podrá, en todo caso, disponer el retiro
del mercado de los bienes respectivos, siempre
que conste en el proceso, por informes
técnicos, que se trata de productos peligrosos
para la salud o seguridad de las personas, u
ordenar el decomiso de estos, si sus
características riesgosas o peligrosas no son
subsanables.
j) Derecho de opción frente al incumplimiento
de la entrega.
Frente al incumplimiento por parte del
proveedor de la entrega del producto en los
términos pactados, la ley confiere al
consumidor, en su calidad de comprador, otros
derechos distintos de los clásicos
contemplados en el Art. 1489 CC. Estos,
resolución del contrato y cumplimiento forzado,
más indemnización de perjuicio, no quedan
anulados por esta normativa, sino que se
suman a las posibles acciones que pueda
acometer el acreedor.
La no conformidad de los bienes entregados
provoca la activación de ciertas garantías
legales. No habrá lugar a responsabilidad por
falta de conformidad si el consumidor
conociere estas faltas o no las haya podido
ignorar en el momento de celebrarse la
compra o si esto tiene su origen en materiales
suministrados por el consumidor.
Ante la falta de conformidad el consumidor
puede escoger entre la reparación o la
sustitución del bien, a menos que ello sea
imposible o resulte desproporcionado.
Cuando no proceda la reparación o la
sustitución, el consumidor podría elegir entre la
rebaja del precio o la resolución del contrato.
Estas acciones son incompatibles con las
derivadas por vicios ocultos, pero no excluyen
las responsabilidades del proveedor por daños
y perjuicios.
El Art. 19 de esta ley le entrega un derecho de
opción en orden a reclamar su derecho a la
reposición o, en su defecto, a la bonificación
de su valor en la compra de otro o la
devolución del precio que haya pagado en
exceso, cuando la cantidad o el contenido
neto de un producto sea inferior al indicado en
el envase o empaque.
En el caso de productos dañados, el Art. 20
dispone que, sin perjuicio de la indemnización
por los daños ocasionados, el consumidor
podrá optar entre la reparación gratuita del
bien o, previa restitución, su reposición o la
devolución de la cantidad pagada:
a) Cuando los productos sujetos a normas de
seguridad o calidad de cumplimiento
obligatorio no cumplan las especificaciones
correspondientes;
b) Cuando los materiales, partes, piezas,
elementos, sustancias o ingredientes que
constituyan o integren los productos no
correspondan a las especificaciones que
ostenten o a las menciones del rotulado;
c) Cuando cualquier producto, por
deficiencias de fabricación, elaboración,
materiales, partes, piezas, elementos,
sustancias, ingredientes, estructura, calidad o
condiciones sanitarias, en su caso, no sea
enteramente apto para el uso o consumo al
que está destinado o al que el proveedor
hubiese señalado en su publicidad;
d) Cuando el proveedor y consumidor hubieren
convenido que los productos objeto del
contrato deban reunir determinadas
especificaciones y esto no ocurra;
e) Cuando después de la primera vez de
haberse hecho efectiva la garantía y prestado
el servicio técnico correspondiente, subsistieren
las deficiencias que hagan al bien inapto para
el uso o consumo a que se refiere la letra c). Este
derecho subsistirá para el evento de
presentarse una deficiencia distinta a la que
fue objeto del servicio técnico, o volviere a
presentarse la misma, dentro de los plazos a
que se refiere el artículo siguiente;
f) Cuando la cosa objeto del contrato tenga
defectos o vicios ocultos que imposibiliten el
uso a que habitualmente se destine;
g) Cuando la ley de los metales en los artículos
de orfebrería, joyería y otros sea inferior a la que
en ellos se indique.
Para los efectos del presente artículo se
considerará que es un solo bien aquel que se
ha vendido como un todo, aunque esté
conformado por distintas unidades, partes,
piezas o módulos, no obstante que éstas
puedan o no prestar una utilidad en forma
independiente unas de otras. Sin perjuicio de
ello, tratándose de su reposición, ésta se podrá
efectuar respecto de una unidad, parte, pieza
o módulo, siempre que sea por otra igual a la
que se restituye.
El ejercicio de los derechos que contemplan los
artículos 19 y 20 deberá hacerse efectivo ante
el vendedor dentro de los tres meses siguientes
a la fecha en que se haya recibido el producto,
siempre que éste no se hubiere deteriorado por
hecho imputable al consumidor. Si el producto
se hubiere vendido con determinada garantía,
prevalecerá el plazo por el cual ésta se
extendió, si fuere mayor.
El consumidor que, en el ejercicio de los
derechos que contempla el artículo 20, opte
por la reparación, podrá dirigirse, indistinta o
conjuntamente, al vendedor, al fabricante o al
importador. Hecha la opción, el requerido no
podrá derivar el reclamo.
Serán solidariamente responsables por los
perjuicios ocasionados al consumidor, el
proveedor que haya comercializado el bien o
producto y el importador que lo haya vendido
o suministrado.
En caso de que el consumidor solicite la
reparación sólo al vendedor, éste gozará del
derecho de resarcimiento señalado en el
artículo 22.
Las acciones a que se refiere el inciso primero
podrán hacerse valer, asimismo,
indistintamente en contra del fabricante o el
importador, en caso de ausencia del vendedor
por haber sido sometido a un procedimiento
concursal de liquidación, término de giro u otra
circunstancia semejante. Tratándose de la
devolución de la cantidad pagada, la acción
no podrá intentarse sino respecto del
vendedor.
El vendedor, fabricante o importador, en su
caso, deberá responder al ejercicio de los
derechos a que se refieren los artículos 19 y 20
en el mismo local donde se efectuó la venta o
en las oficinas o locales en que habitualmente
atiende a sus clientes, no pudiendo
condicionar el ejercicio de los referidos
derechos a efectuarse en otros lugares o en
condiciones menos cómodas para el
consumidor que las que se le ofreció para
efectuar la venta, salvo que éste consienta en
ello.
En el caso de productos perecibles o que por
su naturaleza estén destinados a ser usados o
consumidos en plazos breves, el término a que
se refiere el inciso primero será el impreso en el
producto o su envoltorio o, en su defecto, el
término máximo de siete días.
El plazo que la póliza de garantía otorgada por
el proveedor contemple y aquel a que se
refiere el inciso primero de este artículo, se
suspenderán durante el tiempo en que el bien
esté siendo reparado en ejercicio de la
garantía.
Tratándose de bienes amparados por una
garantía otorgada por el proveedor, el
consumidor, antes de ejercer alguno de los
derechos que le confiere el artículo 20, deberá
hacerla efectiva ante quien corresponda y
agotar las posibilidades que ofrece, conforme
a los términos de la póliza.
La póliza de garantía a que se refiere el inciso
anterior producirá plena prueba si ha sido
fechada y timbrada al momento de la entrega
del bien. Igual efecto tendrá la referida póliza
aunque no haya sido fechada ni timbrada al
momento de la entrega del bien, siempre que
se exhiba con la correspondiente factura o
boleta de venta. Tratándose de la devolución
de la cantidad pagada, el plazo para ejercer
la acción se contará desde la fecha de la
correspondiente factura o boleta y no se
suspenderá en caso alguno. Si tal devolución se
acordare una vez expirado el plazo a que se
refiere el artículo 70 del decreto.
Ley Nº 825, de 1974, el consumidor sólo tendrá
derecho a recuperar el precio neto del bien,
excluidos los impuestos correspondientes.
Para ejercer estas acciones, el consumidor
deberá acreditar el acto o contrato con la
documentación respectiva, salvo en casos en
que el proveedor tribute bajo el régimen de
renta presunta, en los cuales el acto o contrato
podrá ser acreditado mediante todos los
medios de prueba que sean conducentes.
Los productos que los proveedores, siendo
éstos distribuidores o comerciantes, hubieren
debido reponer a los consumidores y aquellos
por los que devolvieron la cantidad recibida en
pago, deberán serles restituidos, contra su
entrega, por la persona de quien los
adquirieron o por el fabricante o importador,
siendo asimismo de cargo de estos últimos el
resarcimiento, en su caso, de los costos de
restitución o de devolución y de las
indemnizaciones que se hayan debido pagar
en virtud de sentencia condenatoria, siempre
que el defecto que dio lugar a una u otra les
fuere imputable (Art. 22).
En relación a las infracciones que comete el
proveedor, el Art. 23 señala que éste será
responsable en la venta de un bien o en la
prestación de un servicio, actuando con
negligencia, causa menoscabo al consumidor
debido a fallas o deficiencias en la calidad,
cantidad, identidad, sustancia, procedencia,
seguridad, peso o medida del respectivo bien
o servicio.
Asimismo, serán sancionados con multa de
hasta 2.250 unidades tributarias mensuales, los
organizadores de espectáculos públicos,
incluidos los artísticos y deportivos, que pongan
en venta una cantidad de localidades que
supere la capacidad del respectivo recinto.
Igual sanción se aplicará a la venta de
sobrecupos en los servicios de transporte de
pasajeros, con excepción del transporte aéreo.
En cuanto a las acciones, el Art. 24 A, señala
que, tratándose de infracciones que afecten el
interés colectivo o difuso de los consumidores,
el tribunal graduará la multa de acuerdo a lo
señalado en el artículo precedente y al número
de consumidores afectados. El tribunal podrá,
alternativamente, aplicar una multa por cada
uno de los consumidores afectados, siempre
que se tratare de infracciones que, por su
naturaleza, se produzcan respecto de cada
uno de ellos. No procederá esta opción en los
casos en que conste en el proceso que el
proveedor ha reparado de manera íntegra y
efectiva el daño causado a todos los
consumidores afectados, supuesto en el cual se
aplicará, por concepto de multa, un monto
global, conforme a lo señalado en el inciso
anterior.
Con todo, el total de las multas que se
impusieren en estos casos no podrá exceder el
30% de las ventas de la línea de producto o
servicio objeto de la infracción, efectuadas
durante el período en que ésta se haya
prolongado, o el doble del beneficio
económico obtenido como resultado de la
infracción.
En caso de tratarse de un proveedor que
pertenezca a alguna de las categorías
contenidas en el inciso segundo del artículo
segundo de la ley N° 20.416, el total de las
multas no podrá exceder el 10% de las ventas
de la línea de producto o servicio objeto de la
infracción, efectuadas durante el período en
que ésta se haya prolongado, o el doble del
beneficio económico obtenido como
resultado de la infracción.
El monto de la multa a que se refieren los dos
incisos anteriores se determinará tomando en
consideración el número de consumidores
afectados y los criterios a que se refiere el inciso
séptimo del artículo precedente y no podrá
exceder de 45.000 unidades tributarias anuales.
Por su parte, las acciones que persigan la
responsabilidad contravencional que se
sanciona por la presente ley prescribirán en el
plazo de dos años, contado desde que haya
cesado en la infracción respectiva. Con todo,
las acciones civiles prescribirán conforme a las
normas establecidas en el Código Civil o leyes
especiales (Art. 26).

El plazo contemplado en el inciso precedente

se suspenderá cuando, dentro de éste, el
consumidor interponga un reclamo ante el
servicio de atención al cliente, el mediador o el
Servicio Nacional del Consumidor, según sea el
caso. Dicho plazo seguirá corriendo una vez
concluida la tramitación del reclamo
respectivo. Asimismo, dicho plazo se
suspenderá por la intervención del Servicio,
entendiendo por ésta la comunicación formal
del acto a través del cual se efectúe el primer
requerimiento referido a la infracción en
cuestión, el que en todo caso deberá ser
suscrito por el funcionario competente, por
requerir el afectado la intervención del Servicio
o por el inicio de oficio de un procedimiento
administrativo sancionatorio.

Las multas impuestas por dichas

contravenciones prescribirán en el término de
un año, contado desde que hubiere quedado
a firme la sentencia condenatoria.

Las restituciones pecuniarias que las partes

deban hacerse en conformidad a esta ley,
serán reajustadas según la variación
experimentada por el Indice de Precios al
Consumidor, determinado por el Instituto
Nacional de Estadísticas, entre el mes anterior a
la fecha en que se produjo la infracción y el
precedente a aquél en que la restitución se
haga efectiva (Art. 27).