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ASENTAMIENTOS PREHISPANICOS

en el BAJO RIO SAN JORGE

4;

CLEM ENCIA PLAZAS


ANA MARIA FALCHETTI de SAENZ

Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales


Banco de la República
B o g o t á 1981
Plazas, Clemencia y Ana María Falchetti de Sáenz
Asentam ientos Prehispánicos en e l bajo río San Jorge
Bogotá, Litografía Arco
136 p. 56 ilus. 24 cm. (Publicación de la Fundación de In­
vestigaciones Arqueológicas Nacionales No. 11)

Bibliografía: p. 125 - 131

I. C O S T A A T L A N T IC A C O LO M - II. A R Q U E O L O G IA
B IA N A - A S E N T A M IE N T O S C O L O M B IA N A .
P R E H IS P A N IC O S EN E L
BA JO R IO S A N JORGE.
1. Título 2. Serie

Clasificación Dewey 913.861

Primera Edición, Diciembre de 1981.


Diseño Carátula: María Cristina Gast.

Fotografías:

Francisco Mora V.: Mapa No. 1 y Láms. X V III, X X V , X X X I.


Alvaro Soto H.: Láms. I, II, V, V I (archivo de la Fundación
de Investigaciones Arqueológicas Nacionales.).
James Parsons: Láms. III, IV.
Polo Arturo Barreto: Láms. XI, X II, X V II, X X III.
Jorge Mario Muñera: Láms. X X V I, X X V III, X X X I, X X X II,
X X X III, X X X IV , X X X V , X X X V I, X X X V II,
X X X V III.
Rudolf: Lám: X X V II.

Derechos reservados:
Clemencia Plazas y Ana María Falchetti de Sáenz
Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales
Banco de la República. Bogotá, Colombia.

Impreso por Litografía Arco, Bogotá, 1981.


Queda hecho el depósito que ordena la ley.
J
í n J. 0 ? H

CONTENIDO

Págs.
9 Introducción
Capitulo I.
15 Descripción de la zona y dinámica de las inundaciones. "H,

Capítulo II. it
19 Drenaje y poblamiento. $
¡ \F4
19 Los canales artificiales. Vh " m
20 Sistemas de drenaje en gran escala.
23 Sistemas de recuperación de tierras.
24 Morfología aluvial en la zona de Carate.
29 Patrón de vivienda lineal en Carate-Mabobo.
30 Concentración de vivienda en la vecindad del caño Rabón.
40 Concepción urbana.
53 Distribución funcional del espacio.
55 El testimonio de las crónicas.

Capítulo III.
Aspectos socio-económicos en el bajo San Jorge, en los siglos I a
59 VII d. de C.
59 Explotación de la fauna: función económica.
65 Los cultivos: el papel de los tubérculos.
Prácticas agrícolas y producción: potencial de la zona
69 inundable.
72 Especialización y comercio.
80 Datos socio-políticos.

Capítulo IV.
Proceso cultural en la hoya del río San Jorge, después del siglo
89 VII d. de C.
39 El curso medio del río San Jorge en el siglo X d. de C.

0 37825 (í-)
97 Los habitantes del bajo San Jorge en el siglo XVI d. de C.
99 Utilización actual de la zona inundable.

Apéndice.
101 La cerámica de la hoya del río San Jorge.
101 La Tradición Cerámica Modelada-Pintada.
110 La Tradición Cerámica Incisa-Alisada.

125 Bibliografía.

133 Indice de ilustraciones.

137 Mapa 5 (Desplegable).


Este estudio hace parte de las investigaciones arqueológicas del Museo
del Oro. Damos nuestros agradecimientos a su Director, Luis Duque
Gómez, y a las personas e instituciones siguientes: Econíquel, hoy Ce­
rro Matoso S.A., por su apoyo financiero; la Fundación de Investigacio­
nes Arqueológicas Nacionales del Banco de la República por hacer po­
sible la publicación; Juanita Sáenz por su asistencia constante; Nancy
de Osuna por las artes finales de las ilustraciones; James Parsons, Héctor
Llanos, Alexander Cifuentes y Luisa Fernanda Herrera de Turbay, por
sus valiosas sugerencias finales desde sus respectivas especialidades. Y
a todas aquellas personas de la región de San Marcos que de una mane­
ra u otra facilitaron nuestra labor en el terreno, especialmente a Andrés
Pérez, Javier Delgado y Félix Arabia.
. . . . En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección
que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa
del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesu­
rados no satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Ma­
pa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntual­
mente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Genera­
ciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin
Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En
los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa habita­
das por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia
de las Disciplinas Geográficas.

Jorge Luis Borges. Del Rigor de la Ciencia


(Suárez Miranda: Viajes de Varones Prudentes.
Libro cuarto, cap. XIV; Lérida: 1658)
INTRODUCCION

La importancia arqueológica del bajo río San Jorge, mencionada por


C&m&o ^ddvd-üoVKV'aXoíí ttv \9S% y parnés ?arscms des­
de 1965, se nos hizo evidente con la investigación sobre la orfebrería
tradicionalmente conocida como Sinú, donde se observó que gran parte
de las piezas incluidas en este estilo de la colección del Museo del Oro
procede o había sido hallada allí. (Falchetti, 1976).
En el verano de 1976 con el primer reconocimiento arqueológico se
iniciaron nuestras investigaciones en la zona. Las excavaciones y la lo­
calización de los sitios habitados por grupos precolombinos se continua­
ron durante los veranos (febrero-abril) de los años 1978 a 1981 y para
observar hasta donde suben las aguas de las inundaciones periódicas, se
visitó el lugar en los meses de julio y agosto de los años 78 y 79. El tra­
bajo de campo lo realizamos siempre en compañía de Juanita Sáenz,
asistente permanente en esta investigación.
El análisis del material arqueológico y de su distribución permitió re­
construir el patrón de asentamiento de los grupos humanos que ocupa­
ron el área.
La interpretación de fotografías aéreas, tomadas desde diferentes altu­
ras y en distintas épocas del año, constituyó una notable ayuda en esta
tarea. Siguiendo en las fotografías los sistemas de canales artificiales, se
pudo reconstruir el curso de los antiguos caños y localizar los sitios ar­
queológicos en relación a sus márgenes, para estudiarlos dentro de su
contexto general. A partir de su forma, localización y contenido, se
buscó establecer sus funciones (vivienda, entierro, drenaje, etc.). La
contemporaneidad de los sitios se precisó mediante fechas de radio-
carbono (Cuadro No. 1).
Se pudo determinar la existencia de dos ocupaciones prehispánicas, co­
rrespondientes a dos grupos étnicos no contemporáneos que tuvieron

9
orígenes, adaptaciones y desarrollos culturales distintos (Mapa No. 2).
i La ocupación más antigua detectada hasta ahora, habitó el valle del
San J orge desde antes del siglo I hasta el siglo X de nuestra era, período
en el cual alcanzó una alta densidad de población y adoptó el área co­
mo lugar de permanencia y de utilización productiva. A ella correspon­
den los canales de control de aguas que drenaron las llanuras inunda­
bles, las plataformas artificiales de vivienda y los montículos funerarios ,
donde se encuentran piezas de orfebrería y fragmentos de la Tradición
cerámica Modelada Pintada, que tuvo un largo desarrollo en el bajo San
Jorge. ♦
Allí las fechas más recientes obtenidas en asociación con ella no pasan
del siglo VII d. de C. De esta época en adelante tiene lugar una relativa
desocupación del area, quedando en el siglo XVI algunos remanentes de
este desarrollo cultural en sitios como Ayapel. En el curso medio del
San Jorge se encuentran, hacia el siglo X, vestigios del mismo grupo ét­
nico, correspondientes a movimientos de población río arriba o sobre­
vivencias de asentamientos locales más antiguos.
En el bajo San Jorge hallamos, a partir del siglo XIV, evidencias de o-
tro grupo étnico procedente del río Magdalena. A diferencia de los ha­
bitantes anteriores, que controlaron política, social y económicamente
extensas áreas, estos últimos pobladores habitaron los espacios elevados
disponibles aprovechando solamente el área circundante. Sus huellas sé
encuentran a todo lo largo del caño San Matías desde Jegua hasta San
Marcos, en sitios de habitación dispersa sobre las orillas de los caños,
incluyendo meandros recientes sin correspondencia alguna con siste­
mas hidráulicos. Su material cerámico no aparece mezclado con el del
grupo anterior y forma parte de la Tradición cerámica Incisa Alisada,
que se encuentra a lo largo del curso bajo del Magdalena.
Este trabajo se concentra en la interpretación de los vestigios arqueoló­
gicos detectados, correspondientes al grupo étnico que habitó el bajo
San Jorge durante los primeros siglos de nuestra era.
Para hacer más comprensible el uso de datos de diferentes períodos que
aparecen frecuentemente entrelazados a lo largo del trabajo, es preciso
aclarar que cuando se hace referencia a los siglos X, XVI y a los indíge­
nas Zenúes actuales, se trata de indicar su pertenencia a un desarrollo
cultural común con el de los habitantes que ocuparon el bajo San Jorge
en los primeros siglos. Los datos correspondientes a la última ocupa­
ción precolombina, realizada por posibles antecesores de los habitantes
actuales del bajo San Jorge, se comparan con los de los primeros siglos
para mostrar sus diferentes maneras de relacionarse con el mismo medio
ambiente.
Se estudiaron sitios arqueológicos en. una extensa área, desde Jegua, al

10
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norte, hasta la ciénaga de Las Flores al suroeste y Sucre sobre el caño
Mojana, al oriente. Y, simultáneamente, se trabajaron en detalle dos
zonas: una de vivienda dispersa a lo largo de los caños Carate—Mabobo
donde los canales artificiales forman un sistema de drenaje de gran mag­
nitud (Mapa No. 5) y otro de vivienda nucleada sobre el caño Rabón.
(Mapa No. 6).

CU A DR O N». I - Fachas de C 14 para el Rio San Jorge.*

Tradición Cerámica Modelada Pintada

Tradición Cerámica Incisa Alisada

* Muestras obtenidas en:

70 + 90 d. de C. Potrero Marusa, Japón, corregimiento de Cui-


va. Dentro de un depósito de basura, 0,50 a
0,95 mts. de profundidad, en una de las pla­
taformas de vivienda que conforman un po­
blado.
(BETA 2596, Beta Analytic Inc., Florida,
E.U.) •
150 ± 70 d. deC. Potrero Marusa, J apon, corregimiento de Cui-
va. Dentro de un depósito de basura, 0,75 a
0,95 mts. de profundidad, en una de las plata­
formas de vivienda del poblado.
(BETA 2598)
600 ± 160 d. de C. Potrero Jolón, Japón, corregimiento de Cuiva.
Dentro de un depósito de basura, 0,90 a 1,20
mts. de profundidad, de una plataforma de vi­
vienda.
(BETA 2595)
270 ± 140 d. de C. San Cayetano, caño Carate, San Marcos. Den­
tro de un depósito de basura, en una platafor­
ma de vivienda, a los 1,60 mts. de profundi­
dad.
(BETA 2602)
680 ± 120 d. de C. Frente a Ibagué, caño Carate, San Marcos.
Dentro de la primera capa gris ondulante o
suelo orgánico enterrado de los canales arti­
ficiales, 0,65 a 0,87 mts. de profundidad.
(BETA 2601)
905 + 45 d. de C. La Mireya, corregimiento El Anclar. Dentro
de un túmulo funerario, asociada a una ofren­
da de cerámica, 2,70 mts. de profundidad.
(GrN 9242, Groningen C ^ Labor%tory, Ho­
landa)
1305 ± 170 d. de C. Las Palmas, caño San Matías. Dentro del ba­
surero del sitio de habitación, 0,15 mts. de
profundidad.
(IAN 124, Instituto de Asuntos Nucleares,
Bogotá)
1415 + 50 d. deC. Las Palmas, caño de San Matías. Dentro de u-
na urna funeraria en un enterramiento dentro
de la vivienda, 0,96 mts. de profundidad.
(GrN 9243)
1640 +. 50 d. de C. Las Palmas, caño San Matías. Asociada a copa
(Je cerámica, ofrenda de uno de los entierros
directos dentro de la vivienda, 0,53 mts. de
profundidad.
(BETA 2896)

14
C A P IT U L O I

DESCRIPCION DE LA ZONA Y DINAMICA


DE LAS INUNDACIONES

La Depresión Momposina, extensa hondonada, en el sur de las llanu-


„ ras del Caribe, forma un delta interior donde convergen las aguas del
Magdalena, el Cauca y San Jorge. En marzo o abril los caños corren
hacia el sur en el bajo San Jorge donde siempre tienden a buscar, en el
norte, al Magdalena para salir al mar. El río se mete por ellos con sus in­
confundibles aguas turbias y se mantiene así en un continuo flujo y re­
flujo, hasta que la inundación anual cubre las llanuras bajas. En diciem­
bre, a los ocho meses de permanecer cubriendo el territorio, salvo algu­
nas orillas elevadas de los caños y uno que otro túmulo o camellón pre­
hispánico, las aguas corren hacia el norte buscando su salida definitiva,
permitiendo que durante los tres meses de verano, la vida tenga un cur­
so normal.
Las lluvias disminuyen drásticamente, cayendo sólo el 4°/o de los
2.000 mm. de lluvias que recibe la región durante el año. En promedio,
la humedad relativa de la zona es de 77°/o y su temperatura media de
28,4°C*.
La mayor parte de la zona está cubierta por vegetación de Sabana Pa­
lustre y pastos cultivados. Sobre las riberas de los caños se mantienen al­
gunas áreas de Bosques Arbustivos Ralos o Bosques tipo Galería y son
escasos los Bosques Densos.
La vasta llanura inundable está separada del Océano Atlántico por
formaciones rocosas del terciario, barrera natural que represa las aguas
en su afan de salir. Sus suelos, todavía en formación, están compuestos
por arenas profundas que alternan con lentes de limo y arcilla donde re­
posan de 5 a 10 metros de limos recientes que afloran a la superficie. Su
textura pesada explica la pobreza del drenaje, aumentada también por
el alto nivel freático producto de las inundaciones.

* Datos obtenidos de: Himat, Proyectó Magdalena-Cauca, Convenio Colombo-" '


Holándes. Vols. V,XIII, XV. Bogotá, 1977.

15
Es allí donde anualmente llega el enorme peso de los sedimentos re­
cogidos por los ríos a su paso^por las montañas andinas, hundiendo per­
manentemente la zona. Los cálculos de este fenómeno de subsidencia
para el centro de la Depresión son de un metro cada doscientos años,
equilibrado solamente por la altura de las capas de sedimentación (Par-
sons, 1977). \
La Depresión Momposina forma así una especie de sumidero donde
llegan los múltiples ríos y caños de sus alrededores. La zona inundable
se encuentra por debajo de los 25 mts. de altura sobre el nivel del mar,
su relieve es suavemente ondulado, la concavidad de sus depresiones
contrasta con la protuberancia de sus diques y elevaciones de origen an-
tropogénico.
La Depresión está delimitada al noroeste por el caño Carate, que co­
rre paralelo al San Jorge, separándola de las sabanas más altas del tercia­
rio (25-80 mts. s.n.m.). Es un canal activo, navegable todo el año en la
mayor parte de sus 64 kmts. de recorrido. En los primeros 30 kmts. co­
rre hacia el norte recibiendo las aguas de muchos arroyos y caños meno­
res que sirven de desagüe a las sabanas más altas, Luego, el caño sé pier­
de entre grandes ciénagas como las de Pajaral, Cuenca, Florida, Gamboa
y San Marcos, donde desemboca desde hace 15 años, al cambiar su cur­
so abriéndose paso por la Boca Nuevas Antes el caño entraba en el San
Jorge por el canal que hoy se conoce con el nombre de Boca Antigua.
Al este del río San Jorge la topografía está dominada por el llamado
Cono del Cauca, planicie suavemente inclinada hacia el norte, de 100
kmts. de longitud y en continua formación; su volumen está cofnpues-
to, esencialmente, por limos depositados en los sucesivos desbordamien­
tos del Cauca. Los diques limosos, que reciben las aguas del río en su
irrupción a las llanuras bajas, no les ofrecen mayor resistencia y acaban
por abrirse en rompederos como los de Astilleros y San Jacinto. Las
aguas, entonces, descienden por encima del cono hacia el oeste por el
caño San Matías y hacia el norte por los caños Rabón, Mojana y Panse-
guita, además de correr por sus innumerables caños tributarios. El río
San Jorge con su reducido lecho no puede recibir excesos de aguas, que
terminan derramándose por reflujo en el plano inferior. En contraste
con el Cauca, las aguas del Magdalena sobrepasan el dique natural, sin
abrir rompederos y forman una lámina hasta de 4 mts. de espesor que
sale en chorros a inundar las depresiones cenagosas, bloqueando a su vez
el drenaje de las aguas que descienden del cono. Así se inunda anual­
mente la Depresión Momposina.

16
¡2 ^
C A P I T U L O II

DRENAJE Y POBLAMIENTO

La región que corresponde al Mapa No. 5* esta al sur de la cabecera


municipal de San Marcos, (75° 6 ’ Long. oeste y 8o 40’ Lat. norte),
17.200 hectáreas comprendidas entre el caño Carate al oeste y el río
San Jorge al este.
En los últimos 16 kmts. del caño Carate, desde Ciénaga Florida hasta
San Marcos, se exploraron sistemáticamente los barrancos, recogiendo
muestras. Se investigaron en detalle 12 plataformas y dos áreas de cana­
les artificiales. En esta región sorprende la magnitud y la ordenada dis­
posición del sistema de canales artificiales, construido para controlar las
aguas. Los caños Mabobo y La Pita son los ejes del sistema, cuyos cur­
sos paralelos van a unirse con el del caño Carate para desembocar juntos
en el San Jorge.

LOS CANALES ARTIFICIALES


Las intrincadas y extensas configuraciones de canales/artificiales del
bajo San Jorge cubren una extensión de 200.000 hectáreas, desde la re­
glón de Tierra Santa, al sur, casi hasta su desembocadura en el Magdale­
na. Aunque los límites del área cubierta por estas constr acciones aún no
han sido establecidos, es posible afirmar que coinciden c an la zona inun­
dable de la hoya del San Jorge y que se extienden hastá el límite de las
sabanas hacia el oeste.
El establecimiento permanente de una densa población en la zona
inundable, sólo sería posible mediante el mejoramiento de las condicio­
nes de drenaje del terreno. En efecto, ésta es una zona afectada por los
excesos de agua en la época lluviosa, que ocasionan grandes inundacio­
nes por las dificultades de drenaje propias de zonas muy planas, en este
caso magnificadas por la naturaleza de los suelos, pesados y arcillosos.
Hoy en día, la zona permanece inundada varios meses al año y las activi-

*. Se incluye en la última contracarátula.

19
dades de sus escasos pobladores se ven sujetas al ritmo de las crecientes
y sequías.
Es razonable pensar que en la época de la construcción de los canales,
las hoyas hidrográficas del San Jorge, Cauca y Magdalena gozaban de
una mayor cobertura vegetal y por lo tanto, los picos de las crecientes
eran menores y las inundaciones menos importantes.* Sin embargo, es­
tos excesos sí afectaron a los pobladores prehispánicos de la zona, como
lo demuestra la existencia misma de 200.000 hectáreas cubiertas por sis­
temas de drenaje.
Los camellones han sido afectados por la acción continua de las aguas,
tanto que en algunas regiones son difíciles de distinguir desde tierra. Las
ondulaciones de la topografía se aprecian mejor a comienzos de la esta­
ción lluviosa, cuando los canales están parcialmente inundados.
Existen sin embargo estructuras muy bien conservadas, que pueden
alcanzar hasta 2 metros de altura. El estudio de su configuración permi­
tió establecer ciertos patrones recurrentes que se integran para formar t
sistemas mayores.
{
Sistemas de drenaje en gran escala !
Los caños principales constituyen el eje de los sistemas mayores de f
drenaje, formados por innumerables canalés perpendiculares a ellos, que
van de los diques naturales hacia las zonas cenagosas más bajas. En cier­
tas ocasiones, los canales paralelos llegan directamente a la zona cenago­
sa, como en la ribera izquierda del caño Carate, donde los camellones
terminan en las ciénagas profundas ubicadas cerca del margen de las sa­
banas.
Los sistemas que drenan hacia las ciénagas de poca profundidad son
más complejos. Muchos canales se unen progresivamente a medida que
se alejan del caño, entrando unos en otros, formando patrones en espina
de pescado que se repiten a lado y lado del caño (Mapa 5,A). En las zo­
nas bajas, los sistemas en espina de pescado son continuados, a menudo, •
por largos canales termínale? que distan hasta 2 kmts. del caño princi­
pal (Mapa 5,B). El flujo entre los canales mayores se facilitó mediante
la construcción de otros pequeños perpendiculares a ellos, patrón que se
repite sobre los caños y arroyos menores (Mapa 5,C).

* Hoy el aumento de las inundaciones se debe a:


— El desmonte en las cabeceras del río San Jorge.
— El aumento de lodo en las aguas de los grandes ríos y sus afluentes, que pudo
tener un efecto obstructivo y acrecentar la sedimentación en el plano aluvial.
— Los diques.artificiales construidos en el curso superior de los ríos San jorge y
Cauca (Parsons, 1970).

20
«
Sistem a de drenaje en el caño La Pita (Película infrarroja).

Sistema de drenaje en la ribera derecha del caño Carate, al norte de


confluencia del caño Uvero (Película infrarroja).
LAM. III Camellones al norte del caño Uvero en época de inundaciones.

LAM. IV Canales de drenaje en el caño Carate.


En la curva interna de los meandros los canales
corso del agua se adaptan a la curva formando un sistema en abanico
(Mapa 5,D). Para drenar esta región de suelos arcillosos y pesados fue
necesaria la construcción de innumerables canales muy juntos, con 10
th k de separación entre uno y otro. En invierno, cuando los caños se
desbordaban los canales dirigían el agua rápidamente hacia las zonas ba­
jas, evitando así la inundación de las zonas aledañas. En la época de de­
crecimiento de las aguas, los mismos canales facilitaban la evacuación de
las-ciénagas hacia los caños.

Sistemas de recuperación de tierras


En las zonas bajas inundables, hoy en día cubiertas por ciénagas de
poca profundidad, se encuentran camellones cortos, con una longitud
j p e oscila entre 30 y 70 mts., conformando un sistema irregular eficaz
para controlar el agua en grandes extensiones de tierra (Mapa 5,E).
Las ciénagas cubren actualmente gran parte de estos sistemas, que
pueden apreciarse a través de las aguas en algunas fotografías aéreas.
A pesar de la aparente irregularidad en el conjunto de canales, exis­
ten algunas disposiciones recurrentes que generalmente se hallan combi­
nadas:
Ajedrezada, cuando cada grupo de 3 ó 4 camellones paralelos es cor­
tado por otro perpendicularmente, formando en conjunto una cuadrí­
cula (Parsons, 1970).
Intercalada, cuando a cada camellón o espacio levantado le sucede un
canal o zanja sucedida a su vez por otra elevación. Esta sucesión crea un
patrón de canales y .camellones que se alternan en-una misma dirección.
La tercera disposición la constituyen camellones curvos, que modifi­
can el curso de las aguas.
La irregularidad de este sistema puede deberse en parte a la experi­
mentación. Cubre zonas muy bajas, donde sería difícil predecir la direc­
ción de las aguas llevadas allí por los canales mayores. Un flujo errático
d d agua haría necesario el reacondicionamiento continuo del sistema
de canales. Esto se comprueba al observar la superposición de varios sis­
temas en distintas direcciones.
Las aguas de creciente, llevadas coft rapidez a las zonas bajas por los
canales de drenaje, iban siendo frenadas por los canales cortos para au-
tar así el depósito de sedimentos en las zanjas y obtener una reserva
humedad para el verano. Estos factores permitieron la fertilización
Módica del terreno y su aprovechamiento para el cultivo durante los
de sequía.
El control del agua en las zonas bajas redujo la formación de ciénagas
estacionales. La función primordial del sistema de canales cortos fufé la

23
de recuperar tierra de las ciénagas para permitir su uso productivo en
grandes extensiones.
Morfología aluvial en la zona de Carate
La evolución de la morfología aluvial en la zona inundable, se refleja
en los numerosos cauces abandonados que surcan la región. Algunos se
pudieron reconstruir por estar asociados a los sistemas de drenaje. La
disposición de los canales demuestra que el sistema que bordea el caño
Carate aguas arriba desde su desembocadura, continúa en el caño La Pi­
ta (Mapa No. 5). Era este el eje principal en la época de su construcción;
el trayecto actual que une al caño Carate con la ciénaga Florida no
existía en ese entonces.
Antiguamente, el caño Carate corría por el caño Lamantillo, 70° al
oeste de su curso actual. El nuevo curso cortó, al parecer, un sistema de
drenaje anterior: las eras a lado y lado pertenecen a un mismo patrón.
Sobre los barrancos a todo lo largo del Carate se pueden observar capas
grises ondulantes que corresponden al sistema de drenaje. Estas ondula­
ciones se observan tanto en los tramos rectos como en los meandros. Es
natural que aparezcan en las curvas, reveladas por la erosión, pero su pre­
sencia en los tramos largos indica que sufrieron un corte después de su
construcción, (Lams. IX - X).
. A fin de conocer la estructura interna de los camellones, se hicieron
dos trincheras que cortaron 2 elevaciones y su zanja intermedia. Una de
ellas, de 17,50 mts. x 1,20 mts. de ancho, se hizo dentro de un sistema
de drenaje (Crt. 4, Lams. VII - VIII). La otra, con 30 mts. de longitud
y 2 mts. de ancho, se cavó dentro del sistema ajedrezado en los terrenos
comunales de la ciénaga de la Cruz (Crt. 20).
En cada una se observaron dos suelos orgánicos enterrados, en capas
de 20 cmts. de espesor promedio, separadas entre sí por franjas de limo
arcilloso producto de la sedimentación. Estas capas de color gris oscuro
son el resultado de períodos de falta de oxígeno causados por el régi­
men de inundaciones. Aunque a primera vista podrían parecer de origen
natural, su contenido total de fosfato inorgánico (PO ) derivado de la
actividad humana (302 y 275 ppm), corresponde a agricultura perma­
nente razonablemente intensiva (Eidt. 1981).
Según Shlemon y Parsons (1977), en algunas regiones del bajo San
J'orge es posible observar hasta cuatro de estos suelos orgánicos. Esto in­
dica un uso prolongado de los camellones, con varios episodios de esta­
bilidad y formación de suelos, separados por períodos de sedimentación
que corresponden probablemente a épocas de no utilización. La superfi­
cie testigo del último período de uso está cubierta por una capa de sedi­
mentos que puede tener hasta dos metros de profundidad.

24
LAM. V Sistema de canales en forma de abanico en el caño Carate. Al fondo,
camellones para cultivo, Ciénaga de la Cruz. (Película infrarroja).

LAM. VI Canales artificíales en el caño Uvero (Crt. 17) (Película infrarroja).


Sí LAM. VIII Detalle de la excavación. Suelos orgánicos enterrados,
a y b. (Crt. 4).

LAM. Vil Excavación arqueológica


en canales de drenaje
(Crt. 4).
LAM. IX Capas grises ondulantes de canales artificiales en un tramo recto del
caño Carate (Crt. 4).

LAM. X Capas grises en la curva externa de un meandro del caño Carate.


Fi 6 . I

PLANO ESQUEMATICO DE CAMELLONES PARA CULTIVO


EN LA CIENAGA DE LA CRUZ .
Zona inunda* la

Plataforma de vivienda

•ATRON DE VIVIENDA LINEAL EN CARATE-MABOBO

Sobre las márgenes de los caños Carate y Mabobo y de algunos afluen­


tes, se encuentran vestigios de plataformas artificiales, construidas en
lo s primeros siglos de nuestra era para proteger las viviendas de las inun-
(beiones estacionales. Es curiosa la ausencia de viviendas sobre el curso
del caño La Pita, a pesar de su aparente importancia.
¡ j <¡ plataformas de vivienda son de forma alargada, dispuestas sobre
fas márgenes de los caños, especialmente sobre sus tramos rectos o sobre
b s márgenes externas de sus meandros. Su ubicación en estos últimos si­
tios hace difícil la reconstrucción del área habitada entonces, porque el
c«ñn las está erosionando permanentemente. Son los mismos sitios habi­
tados hoy en día y aunque hay problemas de arrastre allí persisten.
A lo largo del caño Mabobo se pueden distinguir plataformas situadas
sobre ambas riberas, alternadas por áreas de 1 kilómetro aproximada­
mente, cubiertas de canales artificiales. Su distribución aislada y su es­
pacio habitable (13.000 mts2 aprox.) inducen a pensar en pequeños
caseríos independientes. En algunos casos se pueden encontrar divisio­
nes dentro de las plataformas que posiblemente delimitaban el espacio
utilizado por cada grupo familiar. Seguramente las relaciones socio-eco­
nómicas se dieron entre los habitantes de ambas márgenes del caño.
Además de este patrón regular, se hallan plataformas alargadas, en de­
sorden, esparcidas a lo largo de los caños Mabobo y Carate, con un .área
variable de 4.000 mts2 a 200.000 mts2 aproximadamente.
Las elevaciones semicónicas, utilizadas como túmulos funerarios por
estos habitantes, fueron construidas hacia los extremos de las platafor­
mas de vivienda. En algunos sectores también se localizaron túmulos
dentro de los sistemas de canales artificiales,
El caserío actual de Paso Carate, en Ciénaga Florida, está construido
sobre una plataforma de vivienda de 83.000 mts2 utilizada desde tiem­
pos precolombinos. Tiene 15 casas habitadas por 60 personas de dos fa­
milias distintas que viven exclusivamente de la pescaTCaseríos como és­
te pudieron haber sido construidos en las plataformas dispersas, locali­
zadas a lo largo de los caños, en esta región destinada preferencialmente
a la producción. (Capítulo III).
Además de las plataformas alargadas, sobre los caños se observan
otras más pequeñas, de 7.000 mts2 aproximadamente, donde posible­
mente se establecieron viviendas independientes.
Lejos de las vías acuáticas se encontraron vestigios de lo que pudie­
r o n ser viviendas dispersas en sitios de cultivo. Dentro de los camellones
ajedrezadosde la ciénaga de la Cruz se delimitóuna plataforma semi-req-
tangular, de 17 mts. x 30 mts., que aunque no se eleva tanto como" ellos

29
(1,50 mts.), sí sobresale 0,50 mts. por encima del nivel de las zanjas
(Fig. 1). En un pozo de sondeo se encontraron, a 0,50 mts. y a 1,00 mt.
de profundidad, dos capas delgadas con pocas muestras de cerámica.
El material cerámico recogido en el caño Carate, a todo lo largo del
trayecto Ciénaga Florida - San Marcos, es semejante y pertenece a la
Tradición Modelada Pintada del río San Jorge (Apéndice). En esta zona
no se ha encontrado ningún material perteneciente a la ocupación hu­
mana que, en época tardía, habitó las zonas cenagosas más al norte.
Las capas grises correspondientes a los suelos orgánicos enterrados dé
los canales artificiales, ondulan regularmente y contienen algunos peda­
zos de carbón y fragmentos cerámicos arrastrados por las aguas y depo­
sitados en la parte baja de la salida del camellón. En cambio, las capas
grises correspondientes a las plataformas, se prolongan horizontalmente
durante varias decenas de metros y contienen muchos fragmentos cerá­
micos, huesos y carbón.
\ Dos muestras de radiocarbono fecharon estos asentamientos en los. si-
\ glos III y VII d. de C.* Las dos muestras fueron encontradas dentro de
basureros de plataformas de vivienda localizadas sobre el curso aparen­
temente más reciente del caño Garate (Crt. 17 y Crt. 15). La más anti­
gua de ellas fue recogida dentro de una capa gris a los 1,60 mts. de pro­
fundidad y la más reciente a 0,70 mts. de la superficie, asociadas ambas
a cerámica de la misma tradición.
M El patrón de vivienda lineal, disperso a lo largo del cauce de los ca­
ños, parece perdurar en la zona a través del tiempo. Sus vestigios se en­
cuentran sobre los distintos cursos adoptados por el caño y es similar al
que hoy rige el poblamiento de la Depresión Momposina (Fals Borda,
1979).
La ubicación de algunos túmulos funerarios, seguramente pertene­
cientes a viviendas abandonadas, en áreas de camellones y la superposi­
ción de distintos sistemas de canales artificiales, podrían indicar un lar­
go período de reacondicionamiento.

CONCENTRACION DE VIVIENDA EN LA VECINDAD DEL CANO


RABON
El Mapa No. 6 cubre una extensión de 1.000 hectáreas localizadas al
norte de la población de Cuiva (75° Long. oeste y 8o 41> Lat. norte),
delimitada por el caño Viejo al oeste y por el cañó Rabón al este. Este
último ha sido siempre una de las más importantes vías de comunica-

* BETA 2602 Crt 17 (1) p. 1 XVII 1680 ± 140 A. P. 270 d. de C.


BETA 2601 Crt 15 (1) p, 1 Vil 1270 ± 120 A. P. 680 d. de C.

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S i g l o s I - V I I D . C .
'C ié n a g a Morusa

Morusa

í* tOMASECA
/ (E L ESFUERZO)

Elevaciones artificiales
Camellones control aguas Aguas permanentes

PROYECTO CERROMATC
do n entre el Cauca y el San Jorge. Durante los primeros siglos de nues­
tra era sirvió de eje central a una densa población que habitó sus riberas
y las de sus afluentes.
Para dar una idea de las distintas alturas presentadas por las elevacio­
nes artificiales, se escogió un color diferente para los espacios compren­
didos entre las lineas o cotas. Cada color corresponde a una diferencia
de aproximadamente un metro de altura entre una y otr 3l. L os espacios
de color amarillo corresponden a las plataformas de vivienda, con una
altura aproximada de 2,5 mts. y los de color marrón oscuro son eleva-
dones semicónicas que se levantan 2 ó 3 metros por encima de las pri­
meras.
El color azul fuerte se escogió para indicar las zonas de aguas perma­
nentes y el azul claro para los pantanos, zapales o canales que se van se­
cando al bajar el agua en los veranos.
Localizando los canales de drenaje y las elevaciones artificiales, se pu­
do reconstruir el antiguo curso del caño Marusa. Hace unos 15 siglos es­
te caño, de navegación permanente, formó un amplio meandro intensa­
mente poblado. Las viviendas estuvieron localizadas sobre sus dos már­
genes. La mayoría se encuentra en sitios de convergencia de dos vías
acuáticas. Una de ellas sería, en este caso, el meandro, y la.otra, un ca­
nal generalmente más ancho que los demás.
La utilización del espacio a lo largo del antiguo meandro fue prácti­
camente total. Las plataformas están separadas entre sí por espacios re-
duridos cubiertos de canales pequeños, presumiblemente utilizados co­
mo huertas.* En su conjunto, estos canales forman un sistema en abani­
co que sirvió para conducir el agua que entraba por el caño principal
hasta el centro del meandro, protegiendo así las zonas de vivienda y
abonando las tierras a su paso.
Con excepción del área del potrero Jolón, donde existe una concen­
tración mayor de elevaciones artificiales, las plataformas están ubicadas
a lo largo del curso natural de las aguas. Esta localización parece señalar
® carácter de viviendas independientes intercomunicadas por el caño
principal.
Hacia los extremos de la mayoría de las plataformas se encuentran
duraciones semicónicas de 2 a 6 mts. de altura, integradas a la vivienda
y fueron seguramente utilizadas por el grupo familiar para sus enterra­
mientos.

* El contenido de fosfato inorgánico (P04 ) en ios camellones cortos cercanos a


una plataforma de vivienda (Jap. 1 (22)), de 103,9 a 428,3 ppm, es propio de zp-
nas intensamente cultivadas (Eidt, 1981). y’V ’ "
& iJ '
Se excavaron 18 pozos de sondeo en los basureros de algunas plata­
formas a lo largo del meandro y se recogió cerámica en la superficie de
varios túmulos recientemente guaqueados. La capa de depósitos cultura­
les de una plataforma en el potrero Jolón se feghó en el siglo VII d. de
C.* y su contenido de fosfato inorgánico (PO 4 ) con resultados su­
periores a 2.000 ppm. indica una actividad humana cotidiana (Eidt
1981).
En los sitios de vivienda siempre se localizaron los depósitos de basu­
ra en la zona elevada artificialmente, en áreas alejadas del caño principal

^ '9 - 2 - Corte estrqtiqrdfico - Antiguo meandro del Cono Morusa

* BETA 2595 Jap. 1 (22) p. 1 IX-XII, 1350 ± 160 A.P. 600 d. de C.


La vegetación que cubre la zona impidió reconstruir con precisión la localización
de sus vestigios. Generalmente los árboles (campanos, robles, etc.) crecen sobre
los promontorios artificiales por ser tierra removida con mayor drenaje y prote­
gida de la acción de las aguas periódicas. Este fenómeno natural explica, tal vez,
la leyenda transcrita por los cronistas del siglo XVI en su descripción de las tum­
bas localizadas en las cercanías del río Sinú:
“ . . . porque dejando este modo antiguo
que tenían de enterrarse, plantando árboles
encim a.. . ”
Simón; tomo V, pp. 126

Y la creencia popular, expresada en el folclor sinuano, acerca de la reencarnación


de los hombres que al ser enterrados continúan en el mundo con forma de
árboles.

34
AM. XV Camellones para cultivo. Ciénaga de la Hormiga.
o del secundario. Según parece, los desechos de basura no se arrojaban a
los caños sino que se amontonaban en sitios que no interrumpieran las
vías dé acceso a la vivienda.*
El patrón de asentamiento lineal a lo largo de los caños es semejante
al observado sobre el caño Barrancuda, al oeste de la ciénaga de La Hor­
miga, donde algunas de las más características plataformas de vivienda
se extienden hasta 150 mts. paralelas al caño. Son angostas (30 mts.) y
en cada extremo presentan una elevación artificial. Se excavaron pozos
en dos de ellas y se recogió material superficial de otros sitios a lo largo
del caño.
Antes de hacer una excavación detallada de una plataforma com­
pleta, es difícil reconstruir la forma, el tamaño y el número de las
construcciones que constituyeron la vivienda.
2.600 mts2., el área promedio disponible de cada plataforma, posible­
mente permitió el asentamiento de una vivienda en cada una de ellas;
entendiendo por vivienda el conjunto de edificaciones y espacios utiliza­
dos por el grupo familiar para su actividad cotidiana.
Observando la vivienda rural actual de la zona, se buscó información
para tratar de establecer si ésta es de origen antiguo. Lorenzo Fonseca y
Alberto Saldarriaga, autores del trabajo Arquitectura de la Vivienda Ru­
ral en Colombia, publicado en 1980, consideran que en la Costa Atlánti­
ca, a diferencia de otras regiones del país, ésta presenta una homogenei­
dad sorprendente en las soluciones tecnológicas, morfológicas y decora­
tivas, que permiten considerarla como uno de los pocos conjuntos defi­
nidos en términos culturales. En los municipios de Montería y Sincelejo
no encontraron prácticafnente ningún ejemplo de vivienda que se pudie­
ra clasificar como moderno y los elementos de transición son muy esca­
sos. Les sorprende que exista una expresión cultural tan “acabada” y
uniforme, por encima de las diferencias socio-económicas y de forma­
ción étnica de las distintas subregiones costeñas.
La vivienda está concebida como un conjunto de dos o tres edifica-

* En la actualidad el predio contiguo a la vivienda se barre muchas veces al día,


despejando un círculo de unos 5 mts. de ancho alrededor de la casa. Los dese­
chos de comida y otros desperdicios mayores se amontonan en uno o más sitios
discretos, aledaños a la edificación. En el siglo XVI, los cronistas lo observaron
así:
“Preciábanse de tenerlas limpias y
barridas, para el cual efecto tenían unas es­
cobas largas, de la forma que las tienen en
los monasterios, para no abajarse” .
Aguado, tomo IV, p. 23
ciones ubicadas sobre el mismo piso, construidas con materiales autóc­
tonos: madera rolliza para la estructura, muros de bahareque y hojas de
palma para el techo. Las edificaciones son rectangulares, con esquinas li­
geramente redondeadas, cada una con una función distinta: dormir, co­
cinar o hacer vida social. Sin embargo, es común encontrar combinacio­
nes de espacios cerrados y abiertos dentro de uno de los rectángulos.
Los autores concluyen que “sin duda es una respuesta enormemente
adecuada a las necesidades del campesino local”.
Esta concepción modular de la vivienda también fue descrita por los
cronistas del siglo XVI. Su funcionalidad y perduración nos inducen a
pensar en la posibilidad de que estas viviendas sean del mismo tipo de
las construidas sobre las plataformas prehispánicas aquí estudiadas.

CONCEPCION URBANA

Los vestigios arqueológicos evidencian un cambio en el patrón de


asentamiento de los habitantes de la zona. La localización de las vivien­
das a lo largo de los caños parece haber sido insuficiente para albergar la
creciente población, surgiendo entonces los núcleos urbanos.
' En Marusa, lugar entre los caños Barrancuda y Marusa, se ubica uno
de estos poblados, entendiendo como tales las áreas de concentración
de población en viviendas cercanas que, ordenadas, conforman una es­
tructura urbana con vías comunes de circulación y que son, a la vez, nú­
cleos de intercambio y de servicios. (
La zona está compuesta por suelos árenosos, aparentemente escasos
en la región. Seguramente este hecho, conocido por los habitantes de
entonces, hizo apto el lugar para establecer allí un poblado que se inte­
gra al sistema general de caños que le sirven de vías de comunicación.
Las plataformas de vivienda, lo mismo que los canales artificiales ne­
cesitaban un mantenimiento continuo. El lento hundimiento de la zona
obliga a los habitantes actuales a “aterrar” o rellenar los sitios de vi­
vienda para protegerlos de las aguas periódicas. Cada cinco años, aproxi­
madamente, se busca un lugar de suelos arenosos de donde trasladan la
tierra para depositarla sobre las áreas de habitación, se apisona al colo­
carla, aunque realmente, se va compactando con el trajín diario.
En las cercanías de algunas de las plataformas artificiales antiguas se
pueden observar los agujeros de donde se sacó la tierra para levantarlas.
Para establecer el poblado se construyeron entonces amplios y profun­
dos canales, seguramente de aguas permanentes, que conforman una es­
tructura en forma de Y, donde cada uno de sus brazos genera otras Ys
(Fig. 3). Las vías de agua corriente aledañas a los sitios densamente po­
blados son indispensables para mantener la sanidad del territorio.

40
Fia 3

La tierra excavada en la construcción de estos canales fue depositada


sobre sus orillas formando, entre uno y otro, terraplenes para establecer
allí las viviendas y demás espacios que precisa un grupo organizado.
Estudiando los vestigios de este poblado se pueden distinguir plata­
formas de vivienda ordenadas en hileras. Cada una contiene alrededor
de 8 plataformas o sitios adecuados para construir una vivienda y se
prolongan más de medio kilómetro. Algunas llegan a medir hasta un ki-

41
F ig . 4 C o rte e s t r a t ia r d f ic o - P ob la do M o ru sa

^ ^ _________ ________________ , f Carbón


O 0,50 | m,

Se observaron dos etapas de ocupación en la mayoría de los pozos


abiertos. Sus huellas se encuentran en capas de tierra limosa, gris oscu­
ra, con numerosos fragmentos cerámicos mezclados con carbón y hue­
sos de animales. Dentro de la masa compacta de depósitos culturales se
destacan por su abundancia caparazones de tortuga, ubicados horizon­
talmente.
Las capas grises, de 0,25 - 0,45 mts. de ancho, están separadas entre
sí por capas de limo amarillento, tierra revuelta, de relleno, que trae
consigo algunos pocos tiestos en diferentes posiciones.
En las plataformas más erosionadas sólo se conserva la capa que ates­
tigua la ocupación inferior, cuya profundidad fluctúa entre los 0,70 -
0,80 mts. hasta el metro o metro veinte. En la mayoría de los casos, sin
embargo, se pueden recoger tiestos superficiales, indicios de la capa su­
perior de ocupación, ya desaparecida. Las muestras de radiocarbono ob­
tenidas en los niveles inferiores dieron dos fechas correspondientes al si­
glo I y II de nuestra era,* cuando, al parecer, el poblado era ya habita­
do como tal.

* BETA 2596 Jap 3 (1) B p. 3, V-X 1880 ± 90 A. P. 70 d. de C.


BETA 2598 Jap 3 (3) B p. 1 Vll-X 1800 ± 70 A. P. 150 d. de C.

42
r> p
LAM. XIX Vestigios arqueológicos en la región de caño Rabón (Fotos No. 1 1 1 0 -1 1 1 2 -1 1 1 4 -1 1 1 5 , vuelo I F1-33. Proyecto
Colombo-Holandés). A - Antiguo meandro del caño Marusa. B - Poblado Marusa. C - Sistema de camellones artificiales en
la ciénaga de la Hormiga.

sv
LAM.XX' Estructura de segmentos triangulares del poblado indígena actual de
San Andrés de Sotavento. (Foto No. 039, vuelo C -l630. Instituto Geo­
gráfico Agustín Codazzi).
La pasta de los fragmentos cerámicos obtenidos en estos niveles infe­
riores contiene una buena cantidad de mica y cuarzo. Los recipientes
son resistentes y entre sus formas son comunes las ollas globulares de
cuello evertido; algunas vasijas tienen formas elaboradas, como las de pi­
co tubular con reborde superior y la que representa una serpiente enro­
llada. La decoración preponderante consiste en finas incisiones zonifica-
das.* (Lam. XVIII).
Simultáneamente con estos fragmentos cerámicos bien diferenciados )
se halla poca cantidad de otros, cuyas formas se popularizan notoria- l
mente siglos después. Estos fragmentos forman parte de la Tradición y
Modelada Pintada que se elaboró a todo lo largo de los caños Carate,
Rabón y Viloria (Apéndice). En las plataformas de vivienda del pobla- ;
do Marusa, de Cuiva y de los caños Marusa y Barrancuda se encontraron
fragmentos similares en el nivel superior de ocupación.
Los primeros desarrollos culturales en la rfegión todavía no se cono­
cen. Analizando los trabajos de Carlos Angulo Valdés, sobre la tradición
cerámica Malambo de las bocas delMagdalena en el siglo XI a. de C., le
encontramos similitudes con la del bajo San Jorge, tal vez por tratarse
de tradiciones cerámicas en las que la decoración modelada es prepon­
derante. Y comparándola con la cerámica de Momil y Ciénaga de Oro
investigada por Gerardo Reichel-Dolmatoff, se pueden ver ciertas seme­
janzas tecnológicas.** Sin duda los desarrollos culturales del San Jorge
están ligados a procesos anteriores de la Costa Atlántica, pero aún es
temprano para establecer la línea directa de su relación.
Acerca de los túmulos, podemos anotar que las plataformas que pre­
sentan elevaciones semicónicas dentro del poblado Marusa son escasas,
comparadas con las del antiguo meandro. Sin embargo, se observan
agrupaciones en la periferia del poblado que podrían corresponder a ce­
menterios. El cementerio actual de Cuiva está localizado sobre una am­
plia plataforma al otro lado del caño Viloria y tiene en el centro un gran

* El análisis de esta cerámica está en proceso y será objeto de una publicación


posterior sobre la arqueología general de la zona.

**Las últimas fechas de radiocarbono sitúan también este continuo cultural Momil
11 - Ciénaga de Oro en los dos primeros siglos de nuestra era. Estos sitios arqueo­
lógicos están ubicados en el bajo río Sinú, en zonas cenagosas ecológicamente pa­
recidas a las del bajo San Jorge. Como prueba de contacto entre estas dos zonas
se halló, en la zona estudiada, un porcentaje reducido de fragmentos de tipo
deptado-estampado (drag & stab) muy popular en el río Sinú y otros lugares de
la Costa Atlántica.

47
CUADRO N o .2 - Distribución de plataformas de vivienda y túm ulos. Area
estudiada en el mapa No. 6.

Antiguo meandro
Medidos caíto Marusa Poblado Potrero Morusa Caño Barrancuda TOTAL

A * B A B A B
35 - 7 0 m is.
( 2 . 2 0 0 m2 )
aproximado. 24 9 II 87 4 28 163

7 0 - 1 4 0 urts.
( 3 . 7 0 0 m2 ) 14 7 1 3 25
Aproxim ado.

> 140 mts.


( 8 . 0 0 0 m2J 4 3 7
aproximado.

42 16 11 88 7 31
TOTAI
195
58 99 38

» L a ¡afra A corresponde a las plataform as con elevaciones semicónicas y la B a las que carecen de
«lias.

Siguiendo el curso del caño Barrancuda, observamos en las fotogra­


fías aéreas otros núcleos de población de estructura-semejante e integra­
dos al mismo sistema fluvial de intercomunicación (Mapa No. 7). Uno
de ellos está localizado 5,7 kmts. al sureste del poblado Marusa, sobre el
caño Rabón y el otro 3,3 kmts. al norte en el área donde confluyen
el Barrancuda y el Marusa.

* Vimos el entierro de un niño cuyos restos fueron depositados en la parte alta del
túmulo. Su muerte conmovió a la región. Era hijo de una mujer muy joven, que
lo tuvo luego de un parto difícil.
Estaba en la casa vecina al lugar donde levantamos nuestro campamento y estu­
vimos en el parto, además de su abuela, habitante de Cañoviejo, y su padre,
quien la crió.
Días después del alumbramiento se fueron con el niño en una embarcación a mo­
tor hasta la casa paterna, en la ciénaga de La Hormiga, a hora y media de distan­
cia por el caño Trementino. Este desplazamiento tuvo que hacerse porque el
compañero de la mujer y padre del niño, procedente de las sabanas de Cereté, no
tiene quien responda por él, según las costumbres imperantes en la zona.
El niño murió. Dicen que fue un mal viento. Todo el pueblo atravesó el caño con
el entierro y depositaron el cadáver en la parte alta del túmulo.

48
En esta misma zona los habitantes construyeron un amplio canal arti­
ficial de 4,8 kmts. de largo que sirvió de vía de comunicación entre los
poblados y, a la vez, fue eje de múltiples sitios de vivienda.
Durante un recorrido por la zona aledaña se observaron numerosas
plataformas rectangulares separadas cada 15 mts. por canales per­
pendiculares al canal principal. Cada una se extiende 100 mts. a lado y
lado y sus túmulos y áreas más elevadas están ubicados sobre sus már­
genes.
No se hicieron excavaciones en la zona; sin embargo, el material cerá- /
mico recogido en un túmulo pertenece a la Tradición Modelada Pintada >
encontrada en la superficie de los sitios más al sur. Además de la homo- J
geneidad del material arqueológico encontrado, la distribución armonio­
sa de los canales de drenaje y de intercomunicación, respecto a los sitios
habitacionales, nos lleva a considerar que pertenecen a un sistema com­
plementario y, como tal, contemporáneo. La densidad de sitios habita­
dos de la misma época evidencia una nutrida población que tuvo que
buscar soluciones masivas, para satisfacer una serie creciente de necesi- I
dades.*

DISTRIBUCION FUNCIONAL DEL ESPACIO

El control de aguas era indispensable para permitir el asentamiento 1


de una población tan numerosa en la Depresión Momposina. De esta
manera, los habitantes de los primeros siglos de nuestra era canalizaron
las aguas que periódicamente llegaban a la región evitando la formación /
de aposamientos insalubres. Aprovecharon, además, los ricos sedimen- !
tos que ella traía para enriquecer las zonas de cultivo. A menos de un k i-^
lómetro del poblado Marusa se encuentran los canales del sistema para
control de aguas de la ciénaga de La Hormiga (Mapa No. 7). El sistema
completo cubre un área de aproximadamente 1.350 hectáreas y se de­
sarrolla, al este, paralelo a los caños más habitados de la región. En lá
ciénaga de La Hormiga, un aposamiento reciente de agua, se ven restos

* Con miras a obtener algún estimativo de la densidad de población que habitó el


area comprendida en el Mapa No. 6 alrededor del siglo VI d. de C., nos permi­
timos hacer cálculos, aclarando que los resultados deben ser tomados con cui­
dado, ya que se trata solamente de una aproximación a una realidad difícil de in­
terpretar.
Suponiendo que en las plataformas observadas habitaban, en viviendas como las
descritas, familias nucleares de 6 miembros, y que así fueron utilizadas todas las
plataformas, tendríamos una cifra tentativa para la población del área; de 1 -200
habitantes, de los cuales, 600 se concentrarían en el poblado. Según los dal
cogidos la misma área está habitada hoy por 312 individuos.

53
del sistema de drenaje sobre sus dos márgenes. Los canales son especial­
mente anchos, hay aproximadamente 20 mts. de separación entre uno y
otro, dejando así unos 15 mts. de superficie apta para cultivos en cada
j camellón. Los otros canales artificiales localizados a lo largo de los ca-
| ños, como en el caso de Carate, Mabobo, Marusa y Barrancuda, tienen
|! aproximadamente 10 mts. de separación entre ellos. Es posible que la
variación en la distancia entre los canales, obedezca a las distintas
funciones que cumplieron o también a las diferencias regionales en la
~ composición de los suelos. Para efectuar un eficaz control de aguas en
una zona de suelos arcillosos se necesitan canales más próximos que en
una de suelos arenosos.
Todavía no se ha podido comprobar si los habitantes del poblado del
siglo I d. de C. emplearon los canales hidráulicos, pero parece evidente
que los utilizaron en el siglo VI d. de C.*
Dentro del sistema de canales de La Hormiga no se han encontrado
areas de habitación. La concentración de plataformas de vivienda en
una zona, su ausencia en otras y el destino de grandes extensiones para
la siembra indican un uso especializado del espacio.
Además de las amplias zonas aptas para cultivos, se encuentran en el
area estudiada pequeños canales cerca a los sitios de vivienda, que segu­
ramente fueron utilizados a manera de huertos para los productos de
primera necesidad. Estos se desprenden en ángulo recto de los caños fer­
tilizando sus zonas vecinas. Todavía se abren, esporádicamente, canales
'X j similares con el mismo fin. También por medio de canales, en la anti­
güedad se liberaron las zonas habitadas del peligro de las inundaciones
^ periódicas. En abril o mayo, cuando suben las aguas, las familias de hoy
^ se movilizan hacinándose en las viviendas localizadas en las zonas más
altas o se “entamban”, construyendo en el zarzo, bajo el mismo techo
de la casa, débiles estructuras de tablas por encima del nivel de las a-
guas. El desplazamiento entre las áreas acondicionadas para dormir y
cocinar es difícil, se hace en bote, a nado o a través de puentes im­
provisados. Algunos de los hombres aprovechan esta época, económica­
mente muerta, para emigrar a las zonas algodoneras o a las ciudades de
la costa Atlántica o de Venezuela, para adquirir dinero y regresar con el
ganado cuando bajan las aguas en el verano siguiente.

* Tampoco se puede afirmar que los primeros habitantes enterraron a sus muertos
en túmulos. Pero, sí se sabe que lo hicieron siglos más tarde, acompañándolos
con ricos ajuares funerarios. Objetos de orfebrería, como remates emblemáticos
de bastón en forma de animales, grandes pecheras de oro para las mujeres o
“vestidos” de oro laminar parecen haber sido encontrados en los montículos de
entierro (Láms. XXIV y XXVIII).

54
Los canales en forma de Y, del poblado Marusa, tienden a crear una
estructura en estrella. Esta estructura con segmentos triangulares de los
poblados antiguos, todavía subsiste en algunos sitios de la llanura del
Atlántico, como en San Andrés de Sotavento, población indígena locali­
zada al este de las ciénagas de Momil en el bajo río Sinú (Lam. XX).

r EL TESTIMONIO DE LAS CRONICAS


Las primeras incursiones de los españoles por el San Jorge fueron di­
fíciles. Encontraron pocos sitios habitados y la ausencia de maíz hizo
más duro su paso por estas inhóspitas regiones. En su recorrido por el
rio Magdalena describieron el poblamiento de la Depresión Momposina:
“ . . .acabaron de pasar toda su gente de la otra parte del río,
( . . . ) metiéndose ellos la tierra adentro, comenzaron a dar en
algunas poblaciones de indios, que ahora sirven a la villa de
Mompós, no muy abundantes de riquezas, ni ellas en tanta
cantidad como los españoles quisieran” .
Aguado, tomo I, p. 179

Adentrándose por el San Jorge, en cercanías de la ciénaga de Ayapel,


en cambio, grupos organizados en poblados que habían
su ambiente circundante.
Los conquistadores divisaron, situado en un alto, el pueblo de Aya-
1, apresuradamente abandonado por sus moradores al sentirse amena-
dos por su proximidad:
“ . . . era tan curiosa [su disposición] como las del Finzenú,
pues estaba el pueblo dispuesto en calles, plazas y casas bien
trazadas y limpias, gran copia de huertas cultivadas maravillo- v '
sámente (. . .) la tierra es pelada y sin montaña en mucha dis­
tancia por todas partes, el temple sano, muchas y delicadas
aguas de ríos y quebradas, con abundancia de mucha suerte
de pescados” .
Simón, tomo V, p. 165 ^
Existía una relación de dependencia entre Ayapel y otras poblaciones
de menor tamaño:
“Dieron vista desde éste a otros muchos pueblos menores, a
distancia de una y dos leguas, vasallos y tributarios de Ya-
pel. . . ” >
y refiriéndose al mismo lugar, Juan de Castellanos dice:
“Había por sus campos y llanuras,
En grandor más o menos señaladas,
Muchas piramidales sepulturas. .
Castellanos, tomo III, p. 78
Esta descripción del patrón de asentamiento en el bajo San Jorge
coincide con algunas características del poblamiento generalizado varios
siglos antes en la zona. Eri el potrero Marusa se conservan vestigios de
un núcleo de vivienda dispuesto fúncionalmente, construido cerca de las
bien planificadas áreas de camellones empleadas para cultivar. El área
circundante fue deforestada seguramente con el fin de construir y lue­
go mantener los canales artificiales.
Cerca de los poblados del siglo I d. de C., se encuentran, lo mismo
que en Ayapel, cementerios o agrupaciones de túmulos funerarios y a
corta distancia existen vestigios de dos poblados todavía sin investigar.
Por las semejanzas entre los patrones de asentamiento de los antiguos
habitantes de la zona con los de la región de Ayapel, descritas por los
conquistadores, se los podría considerar como pertenecientes a una mis­
ma tradición cultural.*
Los cronistas comparan los poblados del San Jorge con los del curso
medio del Sinú, en los alrededores de la ciénaga de Betancí.
Anotan a su llegada al pueblo del Cenú o Fincenú:
“ . . . fueron a dar a unas largas y rasas campiñas o sabanas de
más de quince leguas en contorno, en las cuales, obra de tres
leguas metido en lo raso, estaba el pueblo del Cenu, donde te­
nían los indios sus sepulturas hechas sobre la tierra.. . ”
Aguado, tomo IV, p. 19
\ “El pueblo principal era el más crecido, lucido y bien pobla-
] do de cuantos había en doscientas leguas de contorno y re-
] ducido a vecindad por haber libertad para poderse venir a vi-
j vir a él todos los que quisiesen de los otros dos Zenúes” .
^ Simón, tomo V, pp. 116-117
Según las crónicas, el territorio “del Zenu” estaba dividido en tres
provincias llamadas Fincenú, Pancenú y Cenufana, que se extendían
desde el valle del río Sinú hasta el río Magdalena y, por el sur, hasta An-

* Las piezas arqueológicas de orfebrería procedentes de las regiones señaladas son


también similares.

56
tioquia. Comparando estas descripciones con la información arqueológi- )
ca, consideramos que los españoles recogieron datos de la tradición oral (
que se remonta atrás en el tiempo, y que el valle del río Sinú vendría a >
corresponder al llamado Fincenú, el del San Jorge al Pancenú y los va­
le s del bajo Cauca y Nechí al Cenufana.
La vivienda del río Sinú fue descrita como un conjunto de unidades, '
cada una con funciones diferentes:
. .casas principales, en que los indios vivían, y cada casa de
estas tenía a la redonda de sí, otras tres o cuatro para sus ha­
ciendas y servicios extraordinarios, las cuales eran todas gran­
des, de pared alta, casi de la forma y hechura que los españo­
les las hacen para su vivienda” .
Aguado, tomo IV,pp.22-23

Este patrón modular sigue siendo la norma en la vivienda rural en


municipios del bajo Sinú con una alta proporción de habitantes indíge­
nas, como San Andrés de Sotavento, Chinú, Sampués, Morroa y Tolú
Viejo. (Fonsecay Saldarriaga, 1980).
Los cronistas también observaron en el pueblo de Fincenú construc­
ciones utilizadas para fines ceremoniales:
“ . . . quince mil [pesos oro] que se hallaron en un hoio, que
tenía, más de cien pasos de largo, con tres Naves, al qual lla­
maban los Indios el Bohío del D iablo.. .”
Herrera y Tordesillas,.tomo VI, p. 202'
o de reunión:
“ . . .casas muy capaces que eran las principales en que los in­
dios se juntaban a hacer sus fiestas.. . ”
Simón, tomo V, pp. 121-122
Los españoles advirtieron, inclusive, la disminución de la densidad de
la población en el valle medio del río Sinú:
“Era de muy pocos moradores este pueblo [Fincenú], que en
él no había a la sazón cien indios, y parecía por sus ruinas y f
vestigios, haber sido en tiempo antiguo de mucha vecindad” . !
Aguado, tomo IV, p. 23
150 años después de la Conquista, Fray Alonso de Zamora se refiere
Iprogresivo despoblamiento de la zona:
“Quando en las Provincias de Zenu, Panzenu y Zenufana, se
contaban por millones sus Naturales, (. . .) es hoy tan corto

57
su número, que sólo están al cargo de nuestra Religión las
doctrinas de San Andrés, ( .. .) Morroa y Colosó”.
Zamora, tomo I, p. 208
Todas estas fuentes coinciden en decimos que a la llegada de los espa­
ñoles a las llanuras del Atlántico, los valles del Sinú y del San Jorge par­
ticipaban de una cultura relativamente homogénea. Que existían pobla­
dos organizados, dependientes unos de otros y evidencias de un auge an­
terior.
El proceso de despoblamiento sufre una brusca aceleración durante la
Conquista. Sólo sobreviven, en el siglo XVIII, algunos poblados indíge­
nas en las cercanías del bajo Sinú. Es esta la misma región habitada hoy
por unos 4.000 individuos que afirman provenir “del río arriba” y se
llaman a sí mismos Zenúes .

58
CAPITULO III

ASPECTOS SOCIO-ECONOMICOS EN EL BAJO RIO SAN JORGE,


EN LOS SIGLOS I a VII d. deC .

Faltan evidencias que permitan una reconstrucción relativamente


completa de las actividades económicas en esta época de la historia del
bajo San Jorge. Investigaciones futuras nos permitirán conocet mejor
aquellos procesos y confirmarán o revaluaran la reconstrucción hipotéti­
ca presentada en este capítulo basada en la evidencia disponible hasta el
momento.
Los datos arqueológicos, complementados con la información etno-
histórica, indican que en los primeros siglos de nuestra era los habitan­
tes del bajo San Jorge transformaron la depresión inundable mediante
extensos sistemas de drenaje, con el ánimo de establecer allí una pobla­
ción permanente que aprovecharía el potencial de esta zona para la pro­
ducción de alimentos, debido a sus suelos aptos para la agricultura y a la
abundancia de la fauna acuática en sus innumerables caños y ciénagas. /
En esa época, la zona inundable pudo formar parte de un sistema j
económico que rebasaba sus límites, e incluía distintas regiones especia- í
fizadas en la producción de alimentos, materias primas y objetos manu­
facturados, que se redistribuían a través de un desarrollado sistema de
intercambio. Este modelo económico sería establecido por un grupo ét­
nico cuya creciente población ocupó las hoyas del Sinú, San Jorge, bajo 1
Cauca y Nechí, controlando la producción a través de una estructura de \
poder cuyos descendientes sobrevivían aún en el siglo XVI, en reductos j
como Ayapel en el bajo San Jorge y Fincenú en el curso medio del j
Sinú.

EXPLOTACION DE LA FAUNA: FUNCION ECONOMICA


La Depresión Momposina, con su fauna acuática de gran riqueza y va­
riedad, constituye el delta interior más altamente desarrollado para la
pesca en América del Sur, al tiempo que “existen pocos lugares sobre la
tierra con una mayor abundancia de aves acuáticas durante todo el año”.
(Parsons, 1977).

59
En los primeros meses del verano, cuando el agua de las ciénagas co­
mienza a bajar, los bocachicos y otros peces de hábitos migratorios se­
mejantes, inician su ascenso por los ríos para el desove, en una subienda
que se prolonga durante varios meses. Es esta la mejor época para la pes­
ca, por la abundancia de bocachicos, comelones, doradas, bagres, picu­
das y mojarras.

Cuadro No. 3 • FAUNA PREDOMINANTE EN EL BAJO SAN JORGE

Restos óseos encontrados en


sitios arqueológicos
asociados con la:
NOMBRECOMUN NOMBRE CIENTIFICO Tradición Tradición
cerámica cerámica
Modelada- Incisa -
Pintada Alisada
Caracoles G a steró p o d o s X

PECES X X

Bagre P s e u d o p la ty s to m a fa scia tu m X
Bocachico P r o c h ü o d u s re tic u la tu s m agd a len a e
Comelones L e p o r in u s m u y s c o r u m
Picuda S a lm ín u s a ffín is
Dorada B ryco n m o o re i m oorei
Mojarra P e te n ia u m b rífera y G e o p h a y s steid a ch re ir

REPTILES X X

Tortugas: Icotea P s e u d e m y s scrip ta callisrostris X X

Morrocoy G e o ch e r o m e carbonaria X X

Tortuga de P o d o c n e m is le w ya n a X

agua dulce
Iguana Ig u a n a iguana
Cocodrilos:
Caimán C r u c o d y lu s a c u tu s X X

Babilla C aim an sclero p s fu s c u s X

AVES X X

Garza morena A rdea cocoi X

Garza blanca C a sm ero d iu s a lb u s


Pato viuda D e n d ro c y g n a viu d a ta
Pato pisingo D e n d ro c y g n a a u tu m n a lis
Pato real Carina m o sc h a ta

Perdiz o codorniz C o lin u s c rísta tu s u O d o n to p h o r u s gu ja n en sis


Tórtola C o lu m b a su b vin a cea
X
MAMIFEROS X

Conejo S y lv ilu g u s brasiliensis


Ponche (roedor) D a sy p ro cta a g u tí X

X
Guatinaja (roedor) A g u t í paca X p

Nutria L u tr a a n n e cten s X

Danta T a p iru s sp.


Pécari T ayassu sp . y D ic o ty le s sp.
Venado sabanero O d o c o ile u s virginianus X X

Venado M a za m a sp.
Manatí T ric h ec h u s m a n a tu s

60
Los medios ribereños y cenagosos se ven frecuentados por las tor­
tugas de agua e icoteas, cuyo ambiente predilecto son las aguas tranqui­
las donde abunda la taruya. En estos medios también habitan iguanas,
caimanes y babillas, roedores acuáticos como el ponche y el manatí,
mamífero habitante de las ciénagas, hoy en vía de extinción. Innumera­
bles aves, acuáticas, garzas y distintas variedades de patos, pato real, pi-
singq y viuda, entre ellas, viven en los caños y ciénagas. En las zonas hú­
medas, sombreadas por cierta vegetación, se desarrollan las colonias de
gasterópodos o caracoles terrestres.
Las colinas más altas, del terciario, aledañas a la zona inundable, me­
nos ricas en especies animales, alojan sin embargo algunas que pueden
ser empleadas como complemento alimenticio. Las regiones forestales,
constituyen el habitat de dantas, pecaríes y venados, mientras que en /
las sabanas y rastrojos ya desprovistos de su vegetación original, abun­
dan conejos, venados sabaneros, perdices y tórtolas.
La riqueza proteínica representada por la fauna acuática es utilizable
durante todo el año, y la migración de animales desde las sabanas hacia
la ciénaga durante las intensas sequías, favorece las actividades de caza
)
en la zona inundable.
En los basureros de las viviendas correspondientes a los primeros si­
glos de nuestra era, se encontraron abundantes huesos de animales, con
predominio de la fauna acuática. Los restos de tortuga son los más ge­
neralizados y el frecuente estado de carbonización de los caparazones,
sugiere que eran asados y no extraídos de él antes de cocinarlos, como
se hace hoy en día. También son frecuentes las vértebras de pescado y
los huesos de aves, en menor grado los restos de babillas, y, ocasional­
mente, mamíferos como venados, nutrias y ponches.* En el basurero de
una plataforma de vivienda, en un asentamiento nucleado de la zona de
Rabón, se hallaron abundantes conchas de caracoles terrestres, emplea­
dos como complemento alimenticio,** y algunas de bivalvos marinos.
La organización lineal de las plataformas de vivienda a lo largo de los \
caños Carate y Mabobo, sugiere que las actividades de los habitantes de
estos caseríos, relativamente dispersos, estaban orientadas primordial­
mente hacia la pesca. Los canales artificiales sirvieron también coiru. >
criaderos de pescado y pudieron facilitar las actividades pesqueras en \ \

j
* Análisis preliminar de Ana Legast y Alberto Cadena, zoólogo del Instituto de
Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, Bogotá.
**A pesar de que los caracoles terrestres se movilizan, encontrándose a menudo
dentro de la tierra, el hallazgo en abundancia de sus restos entre los desechos do­
mésticos, indica su empleo regular como alimento.
zonas alejadas de vías fluviales, puesto que los peces debieron utilizarlos
en sus migraciones estacionales entre ciénaga y caño.
La pesca en el bajo San Jorge ha sido tradicionalmente una de las ac­
tividades económicas principales de la región, orientadahacia el comercio
Cerca de la desembocadura del caño Carate, en el sitio denominado
Vereda, a 100 mts. de la Ciénaga de San Marcos, existió hasta el siglo
pasado un importante mercado de pescado (Mapa No. 4). Las casas don­
de se vendía el producto, construidas sobre los barrancos del río San
Jorge, se convertían, en verano, en centro de reunión de compradores
procedentes de las sabanas, el río Sinú y las poblaciones cercanas a la
ciénaga de Momil; llegaban además embarcaciones procedentes de Ba-
rranquilla, Magangué y Zaragoza (Striffler, 1958a).
En la actualidad sorprende encontrar en regiones cercanas al litoral
Atlántico, como San Andrés de Sotavento y sus alrededores, mercaderes
V . que ofrecen bagre seco del San Jorge, producto abundante y considera­
do de mejor calidad que el del Sinú. La icotea ha sido también un pro­
ducto importante en estas actividades comerciales.
f La utilización tradicional del caño Carate como vía de comunicación
\ y de comercio, se debe en gran parte a que es un canal activo, navegable
^ ) durante todo el año, especialmente en el trayecto de San Marcos a Las
1 Flores. En el siglo pasado era utilizado como vía alterna entre San Mar-
u eos y Uré, pues aprovechando el brazuelo Morrocoy, el caño Carate
acorta la distancia, evitando la amplia curva del río en esta área. En esa
época el pueblo de Paso Carate, a orillas de la ciénaga Florida, era un
parador importante en la vía entre Cartagena y Ayapel, “única vía te­
rrestre conocida hace muchos siglos, que también podría llamarse cami-
N no real entre Cartagena y Antioquia” (Striffler, 1958a). Las Flores era
un próspero puerto comercial que exportaba los productos de una vasta
región hacia el norte y noroeste.
La riqueza y abundancia de la pesca en la zona inundable, ha propor­
cionado siempre excedentes tradicionalmente utilizados con fines co­
merciales para abastecer amplias regiones, aprovechando la facilidad del
transporte fluvial permanente de los caños y ciénagas.
En el siglo XVI el pescado era un producto esencial en las relaciones
comerciales de los grupos indígenas del norte de Colombia. Su transpor­
te se facilitaba mediante técnicas de preservación como el ahumado, co­
nocidas por los habitantes de las llanuras y valles tropicales. En las cer­
canías de Ayapel, en el bajo San Jorge, los conquistadóres describen:

“ . . .mucho pescado de aquellos ríos que hallaron ahumado


en barbacoa, costumbre de todos los naturales de estas tierras

62
LAM. XXIII Campamento de pescadores en el bajo río San Jorge.
en las partes donde se coge con abundancia y no alcanzan sal
para salarlo”.
Simón, tomo V, pp. 166-167
La gran importancia de la sal en las actividades comerciales prehispa-
nicas, podría estar también relacionada con la necesidad de preservar
a lim e n to s en aquellas regiones cálidas.
Según el cronista,
“ [el oro] . . . se iba extendiendo de mano en mano en resca­
tes y contrataciones hasta las costas marítimas donde queda­
ban grandes sumas dél, en compras de sal que era el más grue­
so trato que andaba entre ellos, por tenerla sólo los de la cos­
ta, y los de la tierra adentro no podérsela haber rastreado en
ninguna parte. . .”
Simón, pp. 115-116

LOS CULTIVOS: EL PAPEL DE LOS TUBERCULOS


El análisis del sistema agrícola empleado por los habitantes del bajo
San Jorge en los primeros siglos de nuestra era, se dificulta por la esca­
sez de estudios de identificación de las plantas cultivadas,* y por la au­
sencia, en los sitios de habitación, de instrumentos que puedan asociar­
se con cultivos determinados, como metates y manos de moler, general­
mente relacionados con la preparación de alimentos a base de maíz. Las
evidencias de otros cultivos no se preservan, o no ha sido aún posible ^
identificarlas en el registro arqueológico. Es el caso de las variedades no-
tóxicas de la yuca (Manihot esculenta), que en el siglo XVI estaban ge-
neralizadas en. las llanuras tropicales del norte de Colombia, que no pre­
cisa de instrumentos específicos para su preparación. En esto contrasta
con la yuca brava (o tóxica) utilizada en ese tiempo en otras áreas del
continente, como las Antillas y las regiones al oriente del Magdalena,
cuya preparación requiere un proceso más complejo para extraer el áci- z
do cianhídrico que contiene:
“También hay raíces de que se face el pan como en las islas

* Los análisis realizados por Robert Eidt (1981) en las capas grises ondulantes de
los barrancos del caño Carate, muestran una cantidad de fosfato inorgánico (302
y 275 ppm.) semejante al encontrado en un cultivo de yuca actual en la misma
zona (285,3 ppm.j. Hasta ahora, en los análisis efectuados en el bajo San Jorge
no se han obtenido cifras correspondientes al cultivo del maíz. El único análisis
de polen existente corresponde a una muestra tomada por J. Parsons en el bajo
San Jorge, que incluía polen “semejante al del maíz”, pero que no podía identi-
carse con certeza. (Parsons, comunicación personal).

65
de Cuba y Jamaica y la Española; pero son de otra cualidad,
porque las de las islas son malas, que si uno come de una
dellas muere ( . . . ) y cualquiera animal que come dellas o del
agua que dellas sale muere; y para faser pan dellas rállanlas, y
después las exprimen, y como quedan en polvo seco fácenlas
pan, y las desta tierra del Cenu y de toda la tierra desde aquí
adelante cómenlas crudas y asadas, que son muy buenas de
^ comer y de gentil sabor” .
Enciso; p„ 269
Entre los grupos indígenas actuales de las selvas tropicales, la harina
de yuca brava se emplea para preparar tortas de cazabe, tostándola so­
bre platos circulares de cerámica, denominados budares. Su presencia en
el registro arqueológico siempre se interpreta, aunque a veces en forma
muy simplista, como evidencia del cultivo de la yuca brava. Con estas li­
mitaciones en mente, el sistema agrícola empleado por los indígenas
que en el siglo XVI ocupaban la zona de Ayapel, en el bajo San Jorge,
merece un análisis detallado, considerando que esos habitantes posible­
mente mantenían la tradición cultural de aquellos que habitaron la zona
en los primeros siglos de nuestra era.
El sistema agrícola empleado por los indígenas de Ayapel presenta
algunos elementos comunes con los de grupos contemporáneos que ocu­
paban las llanuras tropicales del norte de Colombia, como los cultivos
mixtos, las huertas de frutales y los sembrados de tubérculos. Sin em­
bargo, la agricultura de Ayapel también contrastaba con la de aquellos
grupos, por la extensión y variedad de los cultivos y la aparente ausen­
cia del maíz. Sorprendidos, los españoles describen:
“ . . .gran copia de huertas cultivadas maravillosamente, llenas
de diferentes frutales, como eran euros, guamos, caimitos. . .”
Simón,-tomo V, p. 165

\ “Grandísimas labranzas de yucales


Y otras raíces dellos estimadas
/ Como batatas, ajes, himoconas. . .”
f
" Castellanos, tomo III, p. 77
“. . .si bien no hallaron rastros de usar estos indios de maíz
( ( . . . ) hacían sus comidas y bebidas, haciendo masatos y aun
| chicha en especial de la masa de las yucas” .
Simón, tomo V, p. 165
Además de la yuca, las “extensísimas labranzas” de Ayapel in-

66
dirían otros tubérculos, como batatas (Ipomoea batatas) y ajes,* (Dios-
corea Triphilla):
“Hay otras plantas que se llaman ajes, y otras que se llaman
batatas, y las unas y las otras se siembran de la propia rama,
la cual y las hojas tienen casi como ( . . . ) yedra tendidas por
tierra (. ..) y debajo de tierra nascen unas mazorcas como na­
bos (. . .) las ajes tiran a un color como entre morado y azul,
y las batatas más pardas y asadas son excelentes. . .”
Oviedo, vol. 2, pp. 173-174
Los cultivos también incluían himoconas, otro tubérculo de fácil pre- ^
paración como la yuca dulce.
El cultivo de tubérculos en las llanuras de Ayapel, tendría ciertas ven­
tajas. Son plantas muy bien adaptadas a las regiones tropicales con mar­
cadas diferencias estacionales e intensas sequías, pues almacenan almi­
dón y retienen agua, característica que les permite madurar rápidamen­
te al comienzo de la época lluviosa. La propagación de la yuca mediante
transplantes, su producción constante y su comportamiento homogéneo
a lo largo de todo el año, evitan la necesidad de una estricta programa­
ción en el ciclo anual agrícola y de trabajo masivo muy organizado. No
exige gran cantidad de nutrientes del suelo, al que protege, en cierta
medida, de una insolación exagerada cubriéndolo con sus hojas.
Las ventajas que presenta el cultivo de tubérculos en las llanuras alu-
viales del norte de Colombia, han llevado a varios autores a considerar- ¿
las como uno de los centros potenciales para la domesticación y cultivo ¡
de la yuca (Harris, 1972; Sauer, 1958). J
El comportamiento de los tubérculos contrasta con el de plantas de
semilla, ricas en proteínas, como el maíz, muy sensible a las sequías,
que extrae mayor cantidad de nutrientes del suelo y requiere una es­
tricta programación del ciclo agrícola.
En la depresión inundable, la construcción de camellones artificiales
sería propicia, y a la vez necesaria, para el cultivo de tubérculos. Estas
plantas son sensibles a las inundaciones y su cultivo está asociado gene- /
raímente con la construcción de montículos artificiales, que permiten í
mantener las raíces por encima del nivel de las aguas.
Los tubérculos son especialmente útiles como parte de cultivos mix­
tos, sistema que aumenta la productividad de los campos cultivados, y

* Tubérculos en vía de extinción en territorio colombiano, son aún abundantes en


otras regiones del continente, como en las Antillas (Víctor Manuel Patino, co­
municación personal).

67
es menos sensible a cambios climáticos, pestes y malezas, y, por lo tan­
to, más estable.
La estabilidad de un sistema agrícola de este tipo se vería aumentada
por los sembrados de árboles que conservan el equilibrio ecológico, fi­
jando el suelo, manteniendo su fertilidad y protegiéndolo de una exage-
rada insolación. Entre los árboles mencionados por los cronistas en Aya-
pel, se citan los guamos (Inga sp), ideales para el sombrío y fijación de
los suelos, el curo o aguacate (Persea gratissima), excelente complemen­
to alimenticio por las grasas que contiene, y el caimito (Ximenia ameri­
cana? ) de fruto ácido comestible.
En resumen, el sistema agrícola en la zona de Ayapel estaba formado
por cultivos mixtos estables, con énfasis en los tubérculos, plantas poco
exigentes, muy productivas y ricas en carbohidratos, complemento die­
tético ideal de los recursos proteínicos obtenidos en la abundante fauna
de los medios ribereños y cenagosos locales.
' Sin embargo, se considera generalmente que un sistema agrícola basa­
do en tubérculos que no pueden ser almacenados fuera de la tierra por
<: largos períodos, no está en condiciones de producir excedentes tan im-
1 portantes como los de plantas fácilmente almacenables. Esta particulari-
j dad ha sido considerada como una limitación de aquellos sistemas, que
: inhibiría el establecimiento de formas económicas desarrolladas con efi-
j cíente control y redistribución de excedentes, y el surgimiento de cen-
| tros administrativos y sociedades jerarquizadas complejas. Esta sería la
causa de un posible reemplazo de la yuca por otras plantas que permi­
tirían sobrepasar sus supuestas limitaciones. El maíz, rico en proteínas,
fácilmente almacenable que demanda un trabajo más organizado en su
producción, es el principal candidato para tal “reemplazo” .
Esta sustitución pudo ser muy ventajosa en regiones de vertiente, .de
clima temperado y alejadas de los grandes recursos proteínicos de las
zonas aluviales. (Reichel-Dolmatoff, 1978).
En las zonas ribereñas tropicales, en cambio, no se produjo tal reem­
plazo, por no ser atractivo para grupos que explotaban los grandes re­
cursos proteínicos de la fauna acuática, y que desarrollaron un sistema
agrícola estable que proporcionaba excedentes constantes, con produc­
ción abundante y regular de tubérculos.*
Este sistema de subsistencia combinaba la explotación de la fauna ri­
bereña y los cultivos mixtos estables, permitiendo el mantenimiento de

* El sitio de Momil sería una excepción; allí, un sistema agrícola con base en la yu­
ca brava sería reemplazado por otro basado en el maíz, acompañado por arte­
factos que señalarían una influencia mesoamericana (Reichel-Dolmatoff, 1956;
1978).

68
poblaciones densas y de cierta complejidad socio-política, como es el
caso también de los grupos prehispánicos del Amazonas y Orinoco.’''
La aparente ausencia del maíz en el bajo San Jorge no se debe a su
desconocimiento: era cultivado por la mayoría de los grupos que ocupa­
ban el norte de Colombia en el siglo XVI, incluyendo a los indígenas del
curso medio del Sinú, culturalmente relacionados con los de Ayapel. [
Frecuentemente, en esas sociedades, el maíz hacía parte de un complejo j
agrícola variado, era complemento alimenticio y producto importante
en la fabricación de bebidas fermentadas empleadas en ceremonias co­
lectivas (Sanoja, 1979, p. 265).
Así, los sistemas para producir alimentos eran adoptados de manera
racional y selectiva por los grupos aborígenes, y mantenidos, sin mayo­
res modificaciones, cuando eran particularmente útiles para la vida en
determinado medio.
Si un sistema agrícola similar al de Ayapel era empleado por los habi­
tantes de la zona inundable en los primeros siglos de nuestra era, es evi­
dente que éste le convendría a un grupo humano que aprovechaba los
abundantes recursos de la pesca, al parecer con fines comerciales, y que
podría estar involucrado, como veremos más adelante, en las actividades
económicas de una región que rebasaba ampliamente sus límites.

PRACTICAS AGRICOLAS Y PRODUCCION: POTENCIAL DE LA


ZONA INUNDABLE

La construcción de extensos sistemas de drenaje y el empleo de un


sistema agrícola estable y de producción continua, permitirían la reali­
zación de cultivos durante todo el año en la zona inundable, hoy en día
improductiva debido al régimen incontrolado de las inundaciones.
Las comunidades locales, que en los primeros siglos de nuestra era se
establecieron en poblados o viviendas aisladas a lo largo de los cursos de
agua, pudieron satisfacer sus necesidades inmediatas mediante un siste­
ma de huertas aledañas a las viviendas. Las plataformas están siempre
protegidas por canales cortos de drenaje que a la vez recuperaban sedi­
mentos útiles para los cultivos, cuya productividad sería aumentada por
los desechos domésticos.
Es evidente además, que una agricultura en mayor escala se realizaba
en campos extensos ubicados en zonas bajas, como la ciénaga de La*

*Estas características económicas se encuentran en muchos grupos aborígenes de


la América tropical, como en las sociedades de la “várzea” descritas por Meggers
(1971-1974) para el Amazonas, modelo que Sanoja (1979) encuentra también en
la Tradición Barrancas del bajo Orinoco.

69
C .r u 7. donde se construyeron camellones cortos para recuperar tierras de
las ciénagas y aumentar las extensiones utilizables; el flujo lento del
agua facilitaba al mismo tiempo la acumulación de sedimentos. En otras
regiones, como la ciénaga de La Hormiga, los largos camellones, con un
ancho de 15 mts de superficie utilizable, serían también ideales para la
práctica de cultivos extensivos.
í~ El movimiento de tierras originado por la construcción y reacondicio-
i namiento de los camellones, mejoraba la estructura de los suelos, hoy
J en día compactos y oxidados por falta de mantenimiento. Los sedimen-
j t°s removidos de los canales para evitar su obstrucción se colocaban en
(__la parte alta de los camellones, sirviendo de abono para las siembras. La
existencia de plataformas de vivienda intercaladas con estos sistemas
propicios para el cultivo (Fig.l), señala la presencia de una pobla­
ción dispersa relacionada directamente con la producción agrícola. Den­
tro de la zona inundable existían áreas dedicadas especialmente a la
producción de alimentos, como es el caso de Carate-Mabobo, con sus
^ caseríos de pescadores a lo largo de las vías fluviales mayores y sus ex-
L tensas áreas agrícolas en zonas cenagosas. En el área de Rabón existie­
ron zonas cultivables, como es el caso de la ciénaga de La Hormiga, y
poblados situados a un kilómetro de distancia, en donde una población
densa podía abastecerse de la producción de aquellas zonas. Es posible
que al menos parte de los habitantes de los poblados no estuviera invo­
lucrada directamente en actividades de subsistencia. Entre estos habi­
tantes podrían encontrarse los productores de objetos manufacturados
que se describen más adelante.
Esta situación exigiría la producción de excedentes por parte de los
grupos de pescadores y agricultores y la presencia de extensos campos
productivos. Sin embargo, cabe preguntarse si esta situación interna jus­
tificaría por sí sola el enorme esfuerzo implicado en la construcción y
mantenimiento de los sistemas de drenaje. Los cálculos de población pa­
ra la zona inundable en los primeros siglos de nuestra era, aunque par­
ciales y tentativos, señalan densidades importantes. Sin embargo, el alto
potencial de la zoma como productora de alimentos, expresado en la ri­
queza de su fauna acuática y la fertilidad de sus suelos, haría posible el
abastecimiento de poblaciones mayores.
Analizando el potencial agrícola de la zona inundable con respecto a
las áreas' circundantes, resulta evidente su mayor fertilidad frente a la de
las colinas más altas que la rodean, regiones de extremos climáticos, con
intensas sequías y fuertes lluvias, donde el desmonte extensivo origina
un progresivo deterioro de los suelos. La exposición de la superficie a la
acción de los rayos solares, la erosión y lavado de las capas de humus
por las lluvias ocasionan la formación de óxidos de hierro y concrecio-

70
nes de arcilla en el subsuelo. El cultivo extensivo y permanente en estas
regiones altas requiere una tecnología especial para el mantenimiento de
la fertilidad de los suelos y el empleo de sistemas de irrigación.
La práctica agrícola comúnmente empleada en regiones tropicales
con estas condiciones climáticas, y muy bien adaptada a ellas, es la de
tumba y quema, mediante la cual un terreno es sembrado temporalmen­
te y luego abandonado para permitir la regeneración de los suelos. Se
trata, sin embargo, de un sistema en pequeña escala, generalmente aso­
ciado con bajas densidades de población, debido a la extensión conside­
rable de tierra que cada grupo requiere para realizar su ciclo de cultivos.
En la zona inundable los sedimentos que anualmente depositan las
inundaciones actúan como, fertilizantes naturales y, a pesar de las in­
tensas sequías, la humedad se mantiene debido a la saturación de los ni­
veles de aguas subterráneas. Estas condiciones permiten el estableci­
miento de sistemas agrícolas intensivos y permanentes muy producti­
vos, mediante la previa adecuación de la zona a través de sistemas de
drenaje./
Las posibilidades de las dos zonas y de los sistemas agrícolas corres­
pondientes se reflejan en las densidades de población que podrían sos­
tener. Se ha estimado que un sistema agrícola basado en la explotación
de zonas pantanosas mediante el uso de sistemas de drenaje, puede man­
tener potencialmente una densidad de población 12 a 14 veces mayor
que el sistema de tumba y quema en zonas tropicales no aluviales que
carecen del rejuvenecimiento anual de los suelos.*
La superioridad del potencial agrícola de la zona inundable segura­
mente influyó en su elevado poblamiento y el esfuerzo masivo implica­
do en su adecuación mediante extensos sistemas de drenaje, sugiere la
necesidad de producir una cantidad de alimentos mayor que la de' una
agricultura de tumba y quema en las zonas más altas circundantes. Esto
nos induce a pensar en la existencia de altas densidades de población
que harían necesaria esa mayor producción.
Las tradiciones recogidas por los españoles sugieren la antigua exis,-..—; —.
tencia de una alta población establecida en una gran zona relacionará' *

. "j - o v ,.
t i tipo de agricultura mencionado para las zonas pantanosas puede sostener j ¡"
aproximadamente una densidad de 1.000 habitantes por kilómetro cuadrádQ ^p^ ;
(Adams, 1980), mientras que la de tumba y quema puede sustentar una densidad f .....
aproximada de 70 habitantes por kilómetro cuadrado (Cowgill, 1962). El poten- >
cial de las zonas pantanosas es similar al de las chinampas, sistema de recupera- í
ción de tierras empleado por los Aztecas para convertir zonas lacustres en islas
artificiales cultivables y muy productivas, mediante la acumulación de barro y \
vegetación.

71
cultural, económica y políticamente: las legendarias provincias de Fin-
cenú, Pancenú y Cenufana, que involucraban las hoyas de los ríos Sinú,
San Jorge, bajo Cauca y Nechí. Esto nos permite especular que la depre­
sión inundable formaba parte de un sistema económico mayor que reba­
saba ampliamente sus límites y haría conveniente el aprovechamiento
de su potencial para la producción de alimentos en gran escala.

ESPECIALIZACION Y COMERCIO
La posible existencia en el bajo San Jorge de áreas especializadas en
la producción de alimentos en gran escala nos induce a pensar en un sis­
tema económico con marcada especialización regional, que incluiría
también la producción de materias primas y objetos manufacturados.
Las manufacturas halladas en el bajo San Jorge sugieren tanto la exis­
tencia de una producción local, como la participación de la zona en un
extenso sistema de intercambio.
La orfebrería hallada en la zona inundable es el producto de un gru­
po especializado, como indican su estilo homogéneo y su complejidad
tecnológica. Esta orfebrería pertenece al comúnmente llarrfedo “estilo
Sinú”,* pero tiene rasgos locales distintivos como el predominio de pie­
zas de oro de alta ley. La mayoría de estos objetos se han encontrado
en la zona inundable del bajo San Jorge y bajo Cauca, en la regiones de
San Marcos, San Benito Abad, Ayapel y Majagual. Aparecen en los tú­
mulos funerarios pertenecientes al grupo étnico que ocupó la zona en
los primeros siglos de nuestra era.** La versatilidad de los orfebres se
refleja en el uso de variadas técnicas, como el martillado, el repujado, la
fundición y el decorado de piezas de tumbaga. Las formas, muy homo­
géneas incluyen adornos sencillos y numerosos como narigueras circula­
res y de media luna y también formas complejas y vistosas como los rema-
M tes de bastón, los pectorales mamiformes y las orejeras de filigrana fun­
dida. (Lams. XXIV-XXV). Estas últimas denotan una habilidad en las
distintas etapas de manufactura, que implica necesariamente un proce­
so de aprendizaje especializado.
Con la excepción de los pectorales mamiformes, las formas mencionar
das aparecen también en el curso medio del río Sinú; en el siglo XVI en
esta zona existía el pueblo del Cenú o Fincenú cuyos habitantes se espe-

* Véase Falchetti, 1976.


**En la zona investigada pudimos reseñar una orejera con adornos de filigrana fun­
dida en forma de “ochos” hallada por los habitantes de la región en un túmulo
ubicado sobre una plataforma de vivienda, donde está construida la casa antigua
de la finca El Japón.

72
¡Dun
¿AM. XXIV' Pectoral mamiforme procedente de Ayapel, (UMP).
* * * * * * » * » ''
LAM. XXV Orfebrería hallada en un túmulo funerario en las cercanías de
p Culva.

r
i
r
cializaban tradicionalmente en la manufactura de joyas de oro. Según el
cronista:
“En este Fincenu se sacaba oro, mas por respeto de ser los
moradores de él todos plateros y artífices de labrar oro, acu­
dían a ellos de los otros dos Cenues donde se sacaba el oro, y
pagábanles su trabajo por algunas joyas y obras de oro que les
hacían.. .”
Aguado, tomo IV, p. 21
El Sinú medio producía en el siglo XVI joyas de oro para uso interno
y para comerciar, y es posible que el bajo San Jorge, en donde se en­
cuentra una orfebrería perteneciente a la misma tradición, fuera una de 'J
las regiones receptoras de este producto. Sin embargo, la gran concen- ^
tración de piezas de oro en la zona inundable del bajo San Jorge y del
bajo Cauca, no permite asumir que todo el material fue comerciado, y
sugiere que esta zona pudo ser también un centro de producción local,
manufactura que se vería favorecida por la cercanía de los abundantes
yacimientos auríferos del Cauca y del Nechí.
La cerámica de la Tradición Modelada Pintada hallada en el bajo San I
Jorge, aunque relacionada con la de Betancí en el curso medio del río \ ,y/
Sinú, tiene rasgos muy propios que demuestran su producción local, j
(Apéndice). Dos tejidos de algodón, uno de ellos decorado con motivos
geométricos (Lam. XXVII), hallados en túmulos funerarios de la región
de Cuiva, y algunos volantes para huso, discoidales, de cerámica, proce­
dentes de la zona de Rabón, sugieren la manufactura local de estos tex­
tiles.
En el Fincenú, los conquistadores observaron que las mujeres indíge­
nas
“ . . .desde la cintura hasta los pies traen ceñida una manta a
modo de mantellina de algodón que hace razonable compos­
tura, unas pintadas y otras blancas, conformándose con la di­
ferencia del gusto de cada u n a . . . ”
Simón, tomo V, pp. 176-177
Las figuras femeninas que decoran la cerámica de Betancí, en el curso
medio del río Sinú, llevan faldas decoradas que corresponden a las des­
cripciones de los cronistas.
Los tejidos de fibras vegetales también debieron tener importancia en
la zona, como lo demuestran las técnicas y motivos decorativos de la or­
febrería y la cerámica, fuertemente influidos por aquéllos. Es el caso de
las piezas de oro elaboradas en filigrana fundida, las “canastas” de cerá­
mica y la decoración pintada de la alfarería, fiel reproducción de canas-

77
tos y adornos tejidos (Apéndice). Las diademas de las figuras antropo­
morfas de cerámica son representaciones de adornos, al parecer, origi­
nalmente tejidos en fibra. La manufactura de esteras también pudo te­
ner importancia; los conquistadores las observaron en el pueblo del Fin-
cenú:
“ . . .estando lo demás del suelo por donde andaba cubierto de
espartillo o paja menuda que eran las alcatifas y alfombras de
los reyes y gente grave y de sus templos. . .”
Simón, tomo V, p. 117
La manufactura de tejidos en fibras vegetales ha sido siempre de gran
importancia en la Costa Atlántica, y el producto más popular actual­
mente es el sombrero “vueltiao” o sinuano, elaborado con la fibra de la
caña fleche (Gynerium saccharoides). Se elabora principalmente en los
pueblos de indígenas zenúes situados en las cercanías de la ciénaga de
Momil, como Tuchín, Carreto y Molinas; en el bajo San Jorge, la pobla­
ción de Belén, ubicada a unos 5 kmts. al norte de San Marcos, también
se especializa en esta producción artesanal. Aunque la forma del pro­
ducto elaborado es moderna, la industria misma es de origen indígena y
pudo tener gran importancia en el bajo San Jorge, región que también
fue, durante mucho tiempo, la abastecedora de caña fleche para la pro­
ducción externa de sombreros. Los habitantes de Tuchín, por ejemplo,
antiguamente viajaban hasta el San Jorge a recolectar la caña fleche, por
■ considerarla de mejor calidad.
Las poblaciones cercanas a la ciénaga de Momil han sido tradicional­
mente centros interdependientes, especializados en distintas manufactu­
ras. Mientras que algunas se dedican a la producción de sombreros, otras,
como Chinú y Las Huertas, se especializan en la manufactura cerámica,
y algunas como Morroa, en la elaboración de hamacas de algodón. La
población de San Andrés de Sotavento actúa como centro de redistri­
bución de estos productos.
Las poblaciones de artesanos especializados existían en el siglo XVI,
como es el caso del Fincenú con sus orfebres y de algunos pueblos de la
zona costera, dedicados a la manufactura de hamacas y chinchorros pa­
ra el comercio:
• . .hacían también los de la costa hamacas y chinchorros de
hilo de algodón que también tenían gran salida, por ser las ca­
mas de todos los indios de países calientes, como lo son los
tres Zenúes nom brados.. .” *
Simón, tomo V, p. 116
Según los datos anteriores existía una desarrollada especialización re-

78
gional de las actividades económicas. La zona inundable contribuiría
ante todo como zona productora de alimentos, especialmente pescado,
materias primas y posiblemente objetos manufacturados.
En algunas regiones involucradas en la red de intercambios, existían
especialistas que producían manufacturas en gran escala con una orien­
tación comercial. Es el caso de los orfebres del Fincenú, cuyo producto
llegaba hasta regiones distantes como Urabá y Antioquia, y de los pro­
ductores de tejidos de algodón y fibras vegetales.
En el contexto de una economía regional, con un sistema comercial
bastante desarrollado, el bajo San Jorge estaba relacionado principal­
mente con la región del Sinú y los alrededores de la ciénaga de Momil,
regiones que probablemente participaban de una misma tradición cul­
tural.
Esto señala que no se trataba simplemente de relaciones de trueque f
entre grupos vecinos con actividades económicas complementarias, sino
que la red de intercambios pudo ser originalmente establecida por un ^
grupo étnico que controlaba la producción y la redistribución de pro­
ductos en una amplia región habitada por sus miembros.
Un sistema de esta naturaleza implica la existencia de centros que
controlaran la redistribución de los productos.
Centros de este tipo pudieron funcionar dentro de la misma zona v
inundable, como lo sugieren las poblaciones nucleadas del área de Ra­
bón, establecidas a intervalos bastante regulares e integradas a sistemas
fluviales de intercomunicación. La antigua existencia en caño Carate de
mercados de pescado que abastecían extensas regiones por intermedio
de comerciantes venidos de fuera, sugiere la presencia de mercados de
tradición antigua dentro de la zona inundable.
Al considerar el comercio a nivel regional, existen ciertas áreas estraté-'
gicamente ubicadas para cumplir funciones de redistribución, como es /
el caso de los límites de las sabanas con su posición privilegiada para ’ 1 )
controlar los productos de distintos microambientes.
El poblamiento del caño Carate pudo estar influido por la posición
estratégica de esta vía fluvial, que durante gran parte de su curso corre /
paralela a las margenes de las sabanas, siempre ubicadas a una distancia '
menor de 15 kmts. del caño. La cercanía de una de las vías fluviales más -
importantes de la región y de la zona inundable, cuyos productos po­
drían ser transportados con facilidad, hace pensar que esa sería una
posición ideal para los centros de redistribución prehispánicos.
Las poblaciones actuales mayores del área, centros de comercio regio- ~ !
nal, y los caseríos más importantes, están localizados sobre los límites '
de las sabanas. Tal es el caso de los municipios de San Marcos, San Beni­
to Abad, Ayapel y Caimito, la población de Las Flores y los caseríos de

79
Paso Carate y Pital. Su ubicación, que presenta varios rasgos constantes,
i como la cercanía de vías fluviales y de ciénagas permanentes, fue deter-
^ minada por la facilidad del transporte acuático.
Remontándonos al siglo XVI, observamos que la población de Aya-
pel, centro político y económico importante que controlaba muchos
poblados circundantes, correspondía a este patrón. Este poblado
“ . . .sitiado en un alto (. ..) la tierra es pelada y sin montaña en mucha
distancia.. . ” (Simón, tomo V, p. 16), estaba ubicado en las “sabanas de
Yapel” , en las cercanías del San Jorge y de la ciénaga de Ayapel.
La situación se repetía en el curso medio del Sinú, donde el pueblo
más importante del área, Fincenú, estaba ubicado cerca de la ciénaga de
Betancí, “ . . .a diez teguas de la mar, sobre el r í o .. .” (Enciso, p. 269).
En los alrededores de la población se extendían “ . . .unas sabanas llanas
y rasas y a perder de vista, que son de más de quince leguas en contor­
no. . .” (Simón, tomo V, p. 121).
El pueblo del Fincenú tenía una posición estratégica para ejercer un
control del comercio por el río Sinú. Allí llegaba el oro nativo proceden­
te de la zona montañosa de las cabeceras de los ríos Sinú y San Jorge:
“Dicen los indios que lo traen [el oro] de unas sierras de don­
de viene el río del Cenú (. ..) y que lo que cogen lo traían al
lugar que se llama Cenú, que está diez leguas de la mar sobre
el río ”
Enciso, pp. 268-269
Por el Fincenú también debían pasar los mercaderes que subían por
el río con productos de la costa:
“En la provincia e puerto del Cenu (. ..) hallaron muchos ces­
tos (. . .) los cuales estaban llenos de cigarras e grillos e lan­
gostas de las que saltan („ . .) tenían aquellos cestos para lle­
varlos a otras tierras e partes, dentro de la tierra e lejos de la
ma r . . . ”
Oviedo, tomo III, p. 325

DATOS SOCIO-POLITICOS
! En el siglo XVI las poblaciones de Fincenú y Ayapel ejercían un
control político social y económico a nivel regional, y sus caciques te­
nían bajo su dominio una serie de poblaciones menores regidas por caci­
ques subalternos.
^ El pueblo del Fincenú era “ . . .la corte del gran cacique o mejor decir
de la gran cacica y señora de muchos pueblos, sus vasallos, que tenía en
su comarca” (Simón; tomo V, p. 121). En la zona de Ayapel,

80
“Otros pueblos había por los frentes,
Como dos leguas el que más escluso,
Subyectos, tributarios y obedientes,
Según se conocía por el uso,
A este, que por castellanas gentes,
Nombre del Pueblo Grande se le puso,
Donde Y apel, que todos los regía,
Inviernos y veranos residía” .
* Castellanos, tomo III, p. 78
Es probable que estos caciques principales estuvieran involucrados en
la redistribución de excedentes. Las casas principales del Fincenú esta­
ban rodeadas por otras secundarias que incluían “graneros” donde al­
macenaban maíz, que los conquistadores hallaron acumulado en canti­
dades importantes. Los caciques secundarios, vasallos del de Ayapel, se /
mencionan en las crónicas como “tributarios de Yapel” ; esto podría in-
dicar una apropiación de excedentes por parte de caciques principales, [
mediante relaciones de tributación.
Las crónicas refieren que el pueblo del Fincenú estaba habitado,-ade­
más de los caciques, por la “gente de servicio” , los orfebres especializa­
dos y tal vez los mohanes o sacerdotes, que se enterraban en el túmulo
más importante de la zona el que los españoles denominaron “el sepulcro
del Diablo” :
“ . . . [aquella sepultura] tan empinada (. . .) donde se
enterraban los mohanes o jeques, unos cerca de otros
con todas sus riquezas sobre la haz de la tierra, de la
cual iban amontonando en el entierro. . .”
Simón, tomo V, p. 129
Los datos arqueológicos y etnohistóricos nos señalan que los cacicaz­
gos de Fincenú y Ayapel eran reductos sobrevivientes de una antigua
organización socio-política, de tiempos antes de la conquista. En ese or- j
den anterior existían tres “provincias” , Fincenú, Pancenú y Cenufana,
gobernadas por tres caciques mayores, pertecientes posiblemente a un
mismo linaje, quienes sustentaban su poder en los mitos de origen de ta-
les cacicazgos. Dice la leyenda:
“ . . .los tres Zenúes nombrados, en los cuales tienen por tra­
dición los naturales hubo tres demonios que fueron caciques
y señores de ellos grandes tiempos, (. . .) de estos tres el más
principal era el de Zenufana que por tierra más rica la escogió
para su particular gobierno, y en el Finzenú gobernaba una
hermana suya a quien él era tan aficionado que deseaba que

81
todos sus vasallos y los de los otros dos Zenúes le hiciesen la
misma reverencia que a él. .
Simón, tomo V, p. 116
De estos tres cacicazgos jerarquizados, el Cenufana estaba ubicado
cerca de los ricos yacimientos auríferos del Cauca y Nechí y era el prin­
cipal; el Fincenú, en la hoya del río Sinú, el segundo en importancia y
el Pancenú, en la hoya del San Jorge, el tercero. La leyenda también
justifica la importancia de la mujer en el gobierno de estas regiones:

“De donde también tuvo origen la costumbre, después que


dejaron estos tres demonios el gobierno de estas tres provin­
cias ( . . . ) el gobernar mujer y hombre esta provincia del Ze-
nú, siendo más respetada de todos los indios de los tres Ze­
núes que ninguno de los otros caciques. . .”
Simón, tomo V, p„ 117
Los datos de los cronistas nos indican la existencia de una sociedad
de rangos claramente diferenciados con un grupo gobernante que goza­
ba de muchos privilegios, como es el caso de la cacica del Fincenú:
“. - .la majestad de su cacica era de una gran princesa y nunca
ponía los pies en el suelo desnudo, porque cuando se acosta­
ba en su hamaca se echaban en el suelo a los lados de ella dos
de las más hermosas doncellas de su casa, la boca y pechos ha­
cia abajo para subir y bajar de la hamaca, poniendo el pie en
ellas.. .”
Simón, tomo V, p. 117

Los privilegios se reflejan también en las costumbres funerarias; en el


Fincenú existía una necrópoli de élite, donde tradicionalmente enterra­
ban a los caciques y principales de los otros dos Cenúes, costumbre fu­
neraria también justificada por la leyenda:

“ [El cacique Cenufana] . . . ordenó que todos los más prin- *


cipales señores de los otros dos Zenúes se enterrasen en este
Zénú de su hermana [Fincenú] con todo el oro con que se ha­
llasen a la hora de la muerte, según su costumbre, o a lo me­
nos que tuviesen sepulturas señaladas en el cementerio del
gran santuario y buhío del diablo que había en este Finzenú
(. . .) y que no gustando de enterrarse en ellas sino en su tie­
rra, a lo menos enviasen la mitad de oro con que se hallasen a

82
la hora de la muerte y se enterrase en lugar de ellos en su se­
pultura señalada. . .”
Simón, tomo V, p. 116
Las prácticas funerarias eran eventos sociales en que debía participar
gran parte de la comunidad local y posiblemente también de los otros
dos Cenúes. Los túmulos eran construidos comunalmente en ceremo­
nias colectivas donde se distribuían grandes cantidades de chicha. La
duración de la ceremonia y el tamaño de los túmulos dependían de la
riqueza del muerto. Para el cronista:
. [Las sepulturas] tienen mayor altura, según los mayores
o menores caudales del difunto, pues después de metido en
ella, dura el echar la tierra lo que dura la chicha que se les da
a los indios que la amontonan, y si el caudal llegaba a que
fuese mucha y que durase muchos días, en éstas hacían más
crecidos montones y más encumbrado el túmulo que el del
que teniendo poco caudal eran pocos los días que duraba el
beber y a este paso y por la misma razón había también algu­
nas sin túm ulo.. .”
Simón, tomo V, pp. 126-127
Las tumbas de los ricos eran también,
“ . . .magníficas, i adornadas, con Losas i Bóbedas i con el Di­
funto metian en ellas todas sus Riquecas, Joias i Armas, Mu-
geres vivas, i Criados, con mucha comida, i Cantaros de Vi­
no. . . ”
Herrera y Tordesillas, tomo VI, p. 204
La variedad en el tamaño de los túmulos funerarios del San Jorge y
en la abundancia de ofrendas que contienen, reflejan las diferencias de
rango social anotadas por los cronistas. Los cementerios prehispánicos
de las regiones de Cuiva y Ayapel, por ejemplo, se distinguen por el gran
tamaño de los túmulos y sus numerosas piezas de oro y cerámica (Fal-
chetti, 1976).
La importancia de Fincenú como centro ceremonial se confirma por
la existencia del mayor templo comunal de la región, descrito en las cró­
nicas como-.
“ . . .una casa, que según la capacidad (porque cabian más de
dos mil personas) parecia Templo de aquella Nación, halla­
ron veinte y quatro Idolos de madera-, los doze con figuras de .• c- "v
hombres; y los otros doze de mugeres-, y todos con cuerpos /
de Gigantes, vestidos con planchas de oro, mirándose vnos ^ i
"" ' ür ¡
83
otros; sustentaban sobre los ombros vna gruessa vara, en que
estava colgada vna Amaca, que era el Adoratorio común de
aquella Nación; en que de las piezas de oro que ofrecian, ha­
llaron algunas labradas á martillo, y otras por fundición”.
Zamora, tomo I, p. 213
Otros templos, dedicados a la misma divinidad, existían en poblacio­
nes menores, como Faraquiel aparentemente ubicada en zona monta­
ñosa, a ocho o nueve leguas de aquél (Simón, tomo V, p. 154).
Estos datos nos señalan cierta orientación teocrática del cacicazgo del
Fincenú, al tiempo que no existen las evidencias de militarismo y gue­
rras permanentes, características de otros grupos prehispánicos como
los del valle del río Cauca (Trimbom, 1949). Tampoco existen, en la
iconografía de la zona, representaciones indicativas de tal militarismo
como cabezas trofeo, guerreros o emblemas agresivos. Los conquistado­
res se enfrentaron a ejércitos indígenas bien organizados, pero era un re­
clutamiento temporal para casos de emergencia, efectuado por los caci­
ques principales, tal como ocurrió a la llegada de los conquistadores a
Ayapel.
“ . . . [el] gran cacique Yapel que viéndose salteado de gente
tan peregrina en su tierra, apercibió la suya a la defensa ( . . . )
juntó con brevedad que pedía el caso hasta dos mil guerreros
que prevenidos de sus armas y flechas, hondas, dardos y ma­
canas, embijados y con levantados penachos de rica plumería,
los puso al paso de nuestros soldados.. . ”
Simón, tomo V, p. 163
La leyenda de los tres Cenúes descrita por los cronistas y los datos
< arqueológicos nos indican la antigua existencia de una estructura de po­
der que dominaba política y económicamente las hoyas de los ríos Sinú,
San Jorge, bajo Cauca y Nechí.
Según parece, la creciente población de ese grupo étnico se estable­
ció en regiones con distintas condiciones ecológicas y diversos produc­
tos explotables económicamente: la zona inundable con su potencial
como productora de alimentos y las zonas auríferas del bajo Cauca y^
Nechí, abastecedoras de materia prima para los orfebres del Fincenú.
C El funcionamiento de este sistema económico implicaría el control
de la producción de alimentos en gran escala y de la construcción y
mantenimiento de los extensos sistemas de camellones artificiales, para
cuyo efecto sería necesario el reclutamiento y dirección de una nume­
rosa fuerza de trabajo. Los distintos productos locales serían redistri­
buidos mediante un desarrollado sistema de intercambio en el cual ejer-

84
LAM. XXVI I I Remate de bastón procedente del • bajo San Jorge (MO 7505).
cerían una función primordial los centros ubicados en zonas estratégi­
cas, cerca de las vías fluviales o en los límites entre distintos microam-
bientes. En estos centros, los miembros del grupo social dirigente, cuyo
poder sería sustentado por la mitología y la religión, cumplirían un pa­
pel importante en este control horizontal de la producción.
L-AM. XXIX Panorám ica de El A nclar, M ontelíbano.

LAM. XXX Excavación de un túmulo funerario en Cholos, Montel íbano.


CAPITULO IV

PROCESO CULTURAL EN LA HOYA DEL RIO SAN JORGE,


DESPUES DEL SIGLO VII d. de C.

Entre los siglos I y VII de nuestra era, el bajo San Jorge fue habitado
por un grupo étnico que desarrolló un complejo sistema de control hi­
dráulico en la zona inundable.
En la Depresión Momposina no se han encontrado vestigios de este
grupo posteriores al siglo VII. Sin embargo, en la región de Ayapel, si­
tuada en el límite de las sabanas y la zona inundable, los españoles ha­
llaron, en el siglo XVI, reductos pertenecientes, posiblemente, a esta et-
nía. Río arriba, en el San Jorge medio, sus vestigios se encuentran sola­
mente a partir del siglo X.
En la época de la conquista española el bajo San Jorge era una zona
poco poblada, con algunos caseríos dispersos pertenecientes a otro gru­
po étnico procedente del río Magdalena, cuyos asentamientos más anti­
guos han sido fechados en el siglo XIV.
El hecho de no encontrar allí evidencias de esa sociedad con avanza­
dos conocimientos hidráulicos, posteriores al siglo VII, y de hallarlas en
los siglos X y XVI en las sabanas más altas, hace suponer que después
del siglo VII hubo una desocupación progresiva de las zonas inundables,
manteniéndose sus reductos en las áreas altas más protegidas.

EL CURSO MEDIO DEL RIO SAN JORGE EN EL SIGLO X

En Montelíbano (8o Lat. norte y 75°30’ Long.oeste), sobre el curso


medio del río San Jorge, se hallaban establecidos hacia el año 900 d. de
C.*, integrantes del grupo humano que ocupó la depresión inundable
del bajo San Jorge en los primeros siglos de nuestra era.
En las partes altas de las suaves colinas que forman la topografía del
terreno se localizan extensos cementerios de túmulos funerarios (Mapa
No. 8).
Los pequeños túmulos de los cementerios de la región de Cholos, ubi-

* GrN 9242, MLAnc. 1, 1 0 4 5 ± 4 5 A .P . 905d.deC .

89
■9
LAM. XXXII Metate y manos de moler procedentes de un túmulo funerario de
Yucatán, Montelíbano. /.*
LAM. XXXIII Figurina cerámica de Montelíbano.
Tradición Modelada - Pintada.

LAM. XXXIV Nariguera de oro de la hoya del rio San Jorge.


Tradición Modelada - Pintada.
cada dentro del perímetro urbano de Montelíbano, tienen un metro de
altura en promedio y los excavados, sólo contenían alguna pieza de ce­
rámica o piedra como ajuar funerario (Lam. XXX). En cambio, los ce­
menterios de la margen izquierda del río San Jorge, desde la hacienda
Yucatán hasta las cercanías de Villa Fátima (Rusia), reúnen túmulos
agrupados en concentraciones de 5 a 40, que alcanzan hasta 6 mts. de
altura por 30 mts. de diámetro y contienen generalmente numerosas
ofrendas de oro o cerámica. En La Mireya, corregimiento de El Anclar,
vimos una cuadrilla de guaqueros excavando un túmulo funerario en
forma de herradura de 17 mts. de diámetro por 3 de altura. En la acu­
mulación artificial de tierra que formaba el túmulo, sobre el piso natu­
ral, se encontraron tres depósitos de ofrendas formados por más de 100
vasijas de cerámica y objetos líticos, como metates, manos de moler y
hachas.
Los grandes cementerios de Yucatán y El Anclar tienen también tú­
mulos pequeños. En Yucatán presenciamos la excavación de uno de 10
mts. de diámetro por 1 mt. de altura, que cubría dos nichos alargados
orientados de norte a sur, rellenos con tierra blanca arenosa similar a la
que se encuentra en los túmulos funerarios de la zona de Betancí, en el
curso medio del río Sinú (Reichel-Dolmatoff, 1958). En el nicho occi­
dental se encontró un ajuar funerario compuesto por una copa de cerá­
mica, un metate, dos manos de moler (Lams. XXXI y XXXII) y dos pie­
zas metálicas: una nariguera de tumbaga en forma de medialuna y una
nariguera de argolla en buen oro.
La cerámica que aparece en los túmulos de Montelíbano, pertenece al
Complejo Cerámico San Jorge Crema Friable, manifestación local de la
Tradición Modelada Pintada, muy similar a la del bajo San Jorge, aun­
que con rasgos particulares: la mayor friabilidad de la pasta y algunas
formas exclusivas, como las copas con tapa y las de boca estrecha (Apén­
dice).
La orfebrería de Montelíbano muestra igualmente similitudes con la
del bajo San Jorge. Son comunes en las dos zonas, entre otros, los gran­
des pectorales mamiformes y las narigueras con prolongaciones laterales
horizontales, estas ultimas representadas sobre las figurinas cerámicas
de Montelíbano (Lams. XXIV, XXXIII). Predominan en esta zona las
piezas de oro de alta ley, tal vez por la cercanía de los yacimientos aurí­
feros de Uré, en el alto San Jorge.
No encontramos depósitos de basura en las cercanías de Montelíba­
no; sin embargo, se reconoció en Cholos una concentración de platafor­
mas individuales, circulares y ovaladas, con diámetro variable entre 5 y
20 mts. y un metro de altura en promedio, y en El Anclar, restos de
muros de tierra en forma rectangular que posiblemente delimitaban un

93
LAM. XXXV “Canasta" procedente de Montel íbano.
Tradición Modelada - Pintada.
±
espacio de vivienda; los muros del rectángulo mayor tienen 116 mts. de
largo por 72 mts. de ancho y una altura promedio de un metro (Mapa
No. 9).
Es evidente que en Montelíbano se presentan muchos de los rasgos
culturales de los antiguos pobladores de la depresión inundable. La cerá­
mica es también elaborada y recargada, especializada en su uso, con
piezas exclusivamente rituales, como figurinas y copas con tapa. La or­
febrería es variada y abundante en los cementerios mayores. Las dife­
rencias en el número de piezas y riqueza del ajuar funerario y en el ta­
maño de túmulos y cementerios supone una estratificación social.
Los habitantes de Montelíbano pertenecían al mismo grupo étnico
establecido en el bajo San Jorge en los primeros siglos y estaban relacio­
nados a su vez con los habitantes del curso medio del río Sinú, como lo
evidencian las similitudes en cerámica, orfebrería y prácticas funerarias.
Aún desconocemos si estos habitantes migraron desde el bajo San Jorge
o si representaban un desarrollo local de esta cultura.
Sorprende el reducido número de sitios de vivienda hallados en Mon­
telíbano en contraste con la cantidad y magnitud de>sus cementerios.
Aunque es posible que existan sitios de habitación desconocidos aún, la
evidencia disponible sugiere que en Montelíbano no existieron altas
densidades de población permanente y que esta región pudo tener una
importancia especial como zona de enterramientos.

LOS HABITANTES DEL BAJO SAN JORGE EN EL SIGLO XVI

En esta época el bajo San Jorge era una zona poco poblada donde
las. expediciones españolas, según Aguado, tuvieron que sortear graves
‘'dificultades, en los “ . . .grandes arcabucos y manglares despoblados y
muy trabajosos de caminar” .
Allí encontraron una población dispersa, integrada por indígenas que
eran culturalmente distintos a los que allí se habían establecido antes.
Estos habitantes seguramente conformaban uno de los grupos de Mali-
bú, establecidos en la Depresión Momposina y las riberas del Magdalena
a la llegada de los españoles, que desarrollaron un patrón de asentamien­
to lineal sobre los barrancos que bordean las corrientes fluviales, en vi­
viendas dispersas y caseríos ribereños. Sobre el río Magdalena estable­
cieron poblaciones de cierta importancia como Mompós, Tamalameque
y el mercado de Zambrano. (Reichel-Dolmatoff, 1951). j'j ¿
Desde el Magdalena, este grupo entró al bajo San Jorge siguiendo el '/ v 'rJ''
curso del caño San Matías, o caño Viejo, hasta la zona de Cuiva. Sus vi­
viendas dispersas se encuentran sobre los diques naturales a lo largo de
ese caño. La población de Jegua era uno de sus asentamientos principa- ,y

97
les-, sus habitantes controlaban, en el siglo XVI, el tráfico por el río Mag­
dalena (Friede, 1956, VII, p. 104).
El modo de vida de estos habitantes puede deducirse de las excava­
ciones en Las Palmas, sitio de vivienda sobre una plataforma qtfe se ex­
tiende 140 mts. a lo largo del caño San Matías, con un ancho máximo
de 100 mts.
El sitio de Las Palmas estaba habitado hacia el año 1.300 d. de C. y al
parecer esta ocupación se prolonga hasta el año 1.600.* En la platafor­
ma de habitación se encontraron los depósitos de basura de gentes que
hacían sus entierros dentro de las viviendas, directamente sobre el suelo
o en urnas funerarias en el caso de los niños, acompañados por ofrendas
de cerámica. Ocasionalmente se hallan piezas de oro sencillas, como na­
rigueras de argolla o en forma de media luna. Reseñamos dos, halladas
en un entierro dentro de un sitio de vivienda ubicado en un solar de la
actual población de Cuiva.
La cerámica hallada en los basureros y en los entierros pertenece a la
Tradición Incisa-Alisada, cerámica de formas sobrias, sin distinción en­
tre vasijas para uso doméstico y ritual. Las mismas vasijas culinarias, co­
mo las ollas globulares, y las de servicio como las copas de pedestal
(Lam. XXXVI), eran empleadas como ajuar funerario, y las grandes va­
sijas de uso culinario o para almacenamiento eran acondicionadas como
urnas funerarias (Apéndice).
Las actividades de subsistencia se centraban en la pesca, la caza, agri­
cultura y recolección de alimentos vegetales. Los numerosos restos óseos
de animales recogidos en los basureros de Las Palmas indican que la ba­
se proteínica de sus habitantes consistió principalmente en tortugas de
agua dulce, icotea, morrocoy, pescado (bagre entre otros), venado saba­
nero, guatinaja, aves y babillas.* *
La presencia de manos de moler podría sugerir el cultivo del maíz, y
los “majadores” y morteros de cerámica, la recolección de alimentos ve­
getales, posiblemente semillas o ají.
Los Malibúes del bajo Magdalena eran cultivadores de maíz, yuca
dulce y yuca brava (Reichel-Dolmatoff, 1951, p. 107), producción
agrícola que realizaban primordialmente en huertas cercanas a los case-

* IAN 124 SB Pal 1 (2) II 6 4 5 ± 170 A.P. 1305 d. de C.


GrN 9243 SB Pal 1 (0) 535 ± 50 A.P. 1415 d. de C.
BETA 2896 SB Pal 1 Es 4 3 1 0 ± 5 0 A.P. 1640 d. de C.

** Análisis preliminar de Federico Medem, director de la Estación de Biología Tro­


pical “ Roberto Franco”, Villavicencio, y Jorge Hernández, Jefe de la División de
Fauna Terrestre del Inderena, Bogotá, 1980.

98
ríos o viviendas de barranco. Según Fals Borda (1979), pudo existir
también una producción colectiva en los playones, ciénagas, caños y
bosques de uso comunal.
Su régimen agrícola debió estar sujeto al ritmo de las crecientes y se­
quías de las vías fluviales por la ausencia de obras para el control de
aguas. Este modo de vida es semejante al de los actuales pobladores de
la zona, la cultura anfibia descrita por Fals Borda, con su poblamiento
lineal y relativamente disperso sobre los bancos de las vías fluviales, un
régimen económico de subsistencia sometido a las fluctuaciones de las
condiciones hidrológicas y a la alternancia de actividades en zonas altas
e inundables.

UTILIZACION ACTUAL DE LA ZONA INUNDABLE*


La vasta llanura inundable del bajo Magdalena es probablemente la
reserva más grande y mejor preservada de suelos agrícolas del país. Sin
embargo, las inundaciones periódicas han limitado su uso a la ganadería
estacional y desde el siglo XVII la industria pecuaria en esta zona ha si­
do transhumante. Durante el verano los hatos permanecen en las ciéna­
gas donde hay abundancia de agua y pastos y en el invierno son trasla­
dados a las tierras más altas de las sabanas, época en que las llanuras ba­
jas se convierten en un mar interior de poca profundidad. Durante la es­
tación lluviosa, las únicas áreas secas se encuentran sobre los diques na­
turales y uno que otro camellón o túmulo indígena, haciendo imposible
la comunicación por tierra. La mayoría de los hacendados posee dos
fincas, una en las ciénagas y otra en las sabanas más altas, para mantener
el ganado, en cada una, seis meses al año.**
Sólo en las zonas del bajo Cauca y del San Jorge hay 500.000 hectá­
reas de suelos aluviales recientes. La deforestación de las vertientes de la
cordillera ha aumentado el volumen de las inundaciones. En cualquier

* Datos, en su mayoría, extraídos de “Geography as Exploration and Discovery”


de James Parsons, 1977 pp. 6-10.

**Según los datos del proyecto Cecilia, estudio Colombo-Holandés (Himat, 1977),
que abarca la región de Rabón aquí estudiada, el 90% de las 40.000 hectáreas
productivas están dedicadas a la ganadería y el 10% restante a la agricultura del
maíz y otros; el 97% de la tierra es de propietarios mientras que el otro 3% está
en arriendo u otras formas de tenencia.
En las 120.000 hectáreas de la Depresión Momposina estudiada por los pro­
yectos Boca de Mujeres y Nechí-Majagual, la propiedad de la tierra está dividida
así: 886 predios menores de 30 has. pertenecen a 833 dueños mientras que 504
predios mayores de 70 has. pertenecen a 453 propietarios; 13 propiedades tienen
más de 2.000 has.
momento entre mayo y noviembre el Cauca se desborda por encima de
sus diques. Cuando esto sucede, las aguas corren por las llanuras bajas
hacia el San Jorge, canalizadas por innumerables caños. El desmonte se
extiende hoy hasta las llanuras bajas. Los derrumbes, deslizamientos de
tierra y demás manifestaciones de la erosión de los suelos han aumenta­
do el lodo de los ríos y acelerado la rata de depósitos de sedimentos en
las llanuras aluviales. La minería de oro con agua a presión ha incremen­
tado los problemas de erosión.
En las llanuras lluviosas de la costa los bosques han sido reemplaza­
dos por pastos para ganado. Actualmente en el país el número de cabe­
zas de ganado vacuno es igual al de sus habitantes: 25 millones. Por ca­
da hombre de los departamentos que incluyen los valles del Sinú y del
San Jorge existen seis cabezas de ganado.
Hace pocos años viene introduciéndose en el bajo San Jorge la agri­
cultura industrializada del arroz-, los camellones precolombinos obstacu­
lizan estos cultivos en gran escala. Los hacendados aplanan, entonces,
mecánicamente las zonas de cultivo, contribuyendo al aumento de las
áreas inundables. Otra manifestación de la utilización irracional de la
zona es el permanente conflicto generado por la construcción privada
de diques parciales sobre el Cauca, dinamitados frecuentemente por los
propietarios vecinos porque al proteger sólo unos predios perjudican a
los demás.
Actualmente se adelantan estudios para controlar las aguas del Mag­
dalena y del Cauca y recuperar de las ciénagas extensas áreas del bajo
delta, hoy sometidas a destructivas inundaciones periódicas. Los traba­
jos recientes del proyecto colombo-holandés demuestran que el plan
original de construir un largo dique de 110 kmts. sobre el banco izquier­
do del Cauca es impracticable por la alta rata de la subsidencia regional.
Hoy se están proyectando pequeños embalses que a largo plazo integra­
rían un sistema rotatorio de recuperación de tierras. Los problemas de
ingeniería son todavía formidables. Surge entonces mayor respeto por
los habitantes de los primeros siglos de nuestra era que, según las eviden­
cias de los sistemas de drenaje dejados por ellos, lograron habitar este
medio ambiente con una tecnología apropiada y un riesgo ecológico mí­
nimo.
APENDICE

LA CERAMICA DE LA HOYA DEL RIO SAN JORGE

En la hoya del río San Jorge se definieron dos tradiciones cerámicas


con características propias que las diferencian notoriamente. Aunque
fragmentos de ambas se encuentran en la región del caño Rabón, no
aparecen asociadas directamente. Corresponden a dos periodos de la
historia de la hoya del San Jorge, tuvieron orígenes diversos, y fueron
elaboradas por dos grupos humanos con desarrollos socio-económicos
muy distintos.
Estas tradiciones se denominaron Modelada-Pintada e Incisa-Alisada,
según sus características tecnológicas y decorativas predominantes.

LA TRADICION CERAMICA MODELADA-PINTADA

La Tradición Modelada-Pintada se concentra en la hoya del río San


Jorge y su distribución se extiende, de sur a norte, desde el área de
Montelíbano en el curso medio del río, hasta la región del caño Rabón
en el bajo San Jorge. Se desconoce aún su extensión hacia el Cauca, por
el oriente, y hacia el Sinú por el occidente. Esta tradición está integrada
por:
El complejo cerámico San Jorge Crema Friable identificado hasta el
momento en la región de Montelíbano, en el curso medio del San
Jorge, y en caño Viloria, en su curso bajo.
El tipo cerámico San Jorge Arenoso establecido de manera prelimi­
nar, según una muestra relativamente pequeña, se encuentra única­
mente en el bajo San Jorge y ha sido identificado en El Japón y
Montañita y en los caños Viloria, Carate y Rabón.

Complejo cerámico: San Jorge Crema Friable


Este nombre provisional designa un conjunto de cerámica ho
nea en sus características de pasta, técnicas de manufactura, c
decoración y formas. Se trata de un complejo cerámico funerario, con­
forme al material recogido en los túmulos del área de Montelfbano. No
fue posible comprobar la asociación de esta cerámica con sitios de habi­
tación en esta zona.
Sus características distintivas son el color crema de su pasta friable,
los diseños geométricos en pintura roja y la decoración modelada incisa.

C U A D R O N o. 4 CO M PLEJO CERA M IC O : SAN JO R G E CR EM A F R IA B L E . D escripción G eneral

PASTA S U PE R FIC IE DECORA CION

T e x tu ra : G ranulosa con T ratam ien to : a pesar de la P in tu ra: m o n o cro m a roja


cavidades internas y erosión se ven restos de un oscura (2.5 Y R 4 /4 ) sobre
resquebrajam ientos. F riable, baño delgado p o ste rio rm en te fo n d o crem a. P igm ento
a causa de: alisado, cuyo co lo r v a ría en: elaborado con ó x id o s de
A rcilla p o co vitrificada. - C r e m a (1 0 Y R 8 /6 ). hierro. E xiste u n solo caso
T iem p o de cocción insuficiente. — R ojizo (5 Y R 6 /6 ). de p in tu ra bicro m a (roja
D eterio ro causado p o r la — N egruzco, oscura y anaranjada) sobre
m eteorízación. ahum ado (1 0 Y R 3/2). fo n d o crem a.
P orosa d e a lta absorción E xisten pocas huellas de D iseños: m otiv o s geom étricos;
p u lim en to superficial. líneas, triángulos, ro m b o s y
D esgrasante: M oderadam ente zig-zags. V
ab u n d an te. A ren a cu arcítica; D ureza: 3 a 5
p artícu las peq u eñ as (0,1 a escala de M oh Incisa: ejecu tad a so b re arcilla
0,5 m m ), arenisca gris y escasas b landa. M otivos: lín eas, p u n to s,
p a rtíc u la s de ó x id o de hierro. C olor: pred o m in an te: crem a m uescas, rom bos, m o tiv o en
(10 Y R 8 /6 ). espina de pescado.
F ra c tu ra : Irregular. L a p asta se
desm enuza. E xcisa: fo rm as g eom étricas
en rodillos.
M étodo de M anufactura:
T écnica de espirales y A plicada: Figuras zo o m o rfas,
m odelado d irecto. tira s alargadas, en fo rm a de
ojos, nariz y b o ca, y ad ornos
C occión: e n atm ó sfera de las figuras an tro p o m o rfas.
o x id an te. N úcleo gris po r
oxid ació n incom pleta.
T em p eratu ra de cocción:
8 0 0 °C . ap ro x . ’ Pocas
m anchas o deform aciones.

C olor: C rem a claro,


p red o m in an te, (10 Y R 8 /6 )* *
carm elito rojizo ocasional
(5 Y R 6 /6 ).

Según análisis de F ern an d o S am udio, Je fe de L a b o ra to rio de


Pedernal C orona. 1979 ** T abla de color Munssel.
CUADRO No. 5. COMPLEJO CERAMICO: SAN JORGE CREMA FRIABLE. Formas

Formas Dimensiones (Cmts.) Descripción

Copas de base baja Altura total: 8 a 10 Cuerpo pando; base troncónica baja.
(Fig. 5, g) Decoradas con incisiones sobre la báse
y esquematizaciones de caras humanas
sobre el borde.

Copas de base alta Altura total: 10 a 20 Cuerpo pando; base troncónica o en


(Fig. 5, e-f) campana. Decoradas con esquematiza­
ciones de caras humanas o muescas en
el borde y líneas incisas sobre la base.

Copas de base no identificada Diametro de la boca: Cuerpo similar a las anteriores. Decora­
20 a 38 das con muescas, aplicaciones redondea­
das, incisiones formando un motivo en
espina de pescado, debajo del borde.

Copas de boca estrecha Altura total: 15 a 22 Cuerpo semi-globular; base compuesta.


(Fig. 5, h) Decoradas con motivos geométricos en
pintura roja sobre el cuerpo.

Copas con tapá Altura total: 7 a 12.5 Cuerpo semi-globular. Tapa circular.
(Fig. 5, i) Decoradas con incisiones formando u-
na cruz sobre la tapa, caras humanas
esquematizadas sobre el borde y “ ojos”
o espirales sobre una de las caras del
cuerpo y de la tapa.

Ollas globulares simples Altura total: 6 a 12 Cuerpo globular, boca ancha. Sin de­
(Fig. 5, m) coración.

Vasijas globulares con cuello Altura total: 15 a 35 Cuello evertido; base redondeada o
(Fig. 5, j-k) arivaloide. Decoradas con motivos
geométricos en pintura roja, sobre
toda la superficie.
Vasijas subglobulares con Altura total: 14 a 58 Base anular pequeña. Sin decoración,
base anular con dos excepciones: uno con muescas
<Fig. 5,1) sobre el borde, otro con diseños geomé­
tricos de pintura roja sobre todo el
cuerpo.
Rodillos (pintaderas) Largo promedio: 8 Diseños geométricos incisos y excisos.
(Fig. 5, d)
“Canastas” Altura total promedio: Cuerpo compuesto; base troncónica o
(Lám. XXXV) 29 anular; asa; tapa circular simple o con
figura zoomorfa (jaguar). Decoración
incisa y aplicada, a veces figurando te ­
jido de fibra.
Alcarrazas Altura total: 22 Cuerpo compuesto, asa, y dos vertede­
(Lám. XXXVII (a)) ras con figuras antropomorfas. Decora­
ción incisa y aplicada.
Copas con decoración de Cuerpo semi-globular. Decoradas con
aplicaciones serpentiformes. ondulaciones hechas con rollos de arci­
(Lám. XXXVII (b)) lla.
Copas aquilladas Altura total: 11.5 Cuerpo aquillado. Decoradas con figu­
(Lám. XXXVIII (a)) ras antropozoomorfas modeladas e in­
cisiones rellenas de pasta blanca.
Minicerámica Altura total: 4 a 6.5 Formas que reproducen las vasijas ma­
(Lám. XXXVIII (b)) yores: ollas globulares simples o con
cuello, copas con tapa y ollas glo­
bulares con base anular.

1 -

103
Además de las formas descritas en el cuadro anterior existen figuras'
antropomorfas de tres clases: Figurinas huecas, recipientes antropom or­
fos y figurinas en tapas de recipiente (Fig.5, a,b y c). Llevan represen­
taciones de adornos de oro, como orejeras de medialuna, narigueras en
forma de “U” invertida, en forma de argolla o con prolongaciones late­
rales, horizontales, pectorales en forma de media luna y de V invertida
y collares de cuentas alargadas. Tienen además brazaletes sencillos o do­
bles, ligaduras debajo de las rodillas y diademas que corresponden tal
vez a adornos tejidos.

Tipo cerámico: San Jorge Arenoso


Se distingue por su decoración modelada incisa y pintada en motivos ;
geométricos rojos y por su pasta crema, fina y compacta.

CUADRO No. 6 - TIPO CERAMICO: SAN JORGE ARENOSO. Descripción General

PASTA SUPERFICIE DECORACION

Textura: Granulosa, dura, Tratamiento: baño Incisa: ejecutada con


ligeramente laminar, compacta — Rojizo (5 YR 6/6). cuidado, sobre arcilla blanda.
y fina. — Crema (10 YR 8/6). Puntos. Incisiones lineales
— Gris oscuro (10 Y R 3/2). paralelas. Muescas sobre el
Desgrasante: arena cuarcítica: Superficie alisada, borde.
partículas finas (0.1-0.5 mm), posiblemente pulida.
abundante cuarzo transparente Pulimento borrado por Modelada: aplicaciones
y lechoso en partículas erosión. zoomorfas o redondeadas.
redondeadas; inclusiones de
Dureza: 4 a 5
roca gris y blanca; abundante Pintada: M onocroma roja
óxido de hierro. Color: predomina el color oscura en diseños geométricos.
crema (10 YR 8/6); a veces
Método de Manufactura: es anaranjado (10 YR 5/6,
Técnica de espirales. yellowish brown) o
Cocción: en atmósfera negruzco (10 YR 3/2).
oxidante. Núcleo gris por
oxidación incompleta.

Color: predominante (10 YR


8/6); carmelito claro (5 YR
6/6); anaranjado.

104
CUADRO No. 7 ■TIPO CERAMICO: SAN JORGE ARENOSO. Formas

Formis* Dimensiones (Cmts.) Descripción

Copas con base en campana Altura total: 14 a 23 Cuerpo pando, base alta en campana.
(Fig. 6) Decoradas con muescas, incisiones 0
aplicaciones redondeadas debajo del
borde y puntos incisos sobre la base.
Copas con base anular Altura total: 10.5 Cuerpo pando; base anular - Sin deco­
ración.
Copas de base no identificada. Diámetro de la boca: Cuerpo similar a las anteriores. Ocasio­
22 a 30 nalmente decoradas con muescas o in­
cisiones debajo del borde.
“Canastas” (Lám. XXVI) Altura total: 15 a 26 Cuerpo compuesto; base troncónica.
Decoración incisa y aplicada en bandas,
figuras zoomorfas.
Ollas globulares simples Diámetro de la boca: Cuerpo globular; borde evertido. Sin de­
(v. Fig 5 m.) 9 a 26 coración.
Ollas subglobulares con base Diámetro de la boca: Base anular pequeña. Decoración escasa.
anular (v. Fig. 51) 25 a 45 (Un ejemplar con pintura roja sobre el
borde.)
Ollas subglobulares con boca Diámetro de la boca: Cuerpo subglobular con quiebre. Sin de­
ancha 30 a 48 coración.
Ollas globulares con borde Diámetro de la boca: Boca estrecha. Sin decoración
invertido 22 a 32

Figuras antropomorfas Altura total: 12 a 19 1) Macizas, femeninas (con una excep­


(Lám. XXVI) ción), arrodilladas; manos sobre las
rodillas, Pelo: incisiones. Diademas:
incisiones y muescas. Collares y bra­
zaletes de varias vueltas; bandas apli­
cadas con muescas incisas.
2) Huecas: sólo se conoce una cabeza,
con diadema protuberante decorada
con incisiones que forman un motivo
en espina de pescado.

* Estrechamente relacionadas con las del Complejo San Jorge Crema Friable.

El complejo cerámico San Jorge Crema Friable y el tipo San Jorge


Arenoso, dos manifestaciones regionales de la Tradición Cerámica Mo­
delada-Pintada, presentan rasgos tecnológicos y formas que se identifi­
can, teniendo al mismo tiempo rasgos propios en la pasta y ciertas for­
mas exclusivas (Cuadro No. 8).
La Tradición Modelada-Pintada incluye variadas formas cerámicas
muy estandarizadas que obedecen a patrones fijos regidos por su fun­
ción específica. Hay una clara separación entre las formas domésticas y
las rituales-funerarias.
El grupo de formas domésticas incluye ollas globulares culinarii

105
CUADRO Nlo.8 - Tradición Modelada Pintada.

Distribución de formas en la Hoya del Rio San Jorge

TT TT ■’£ 7 ’ S J ’ o o o o C3 a © ñ o»
M O N TE LIB A N O X X X X X X X X X X X X X

V I L O R IA X iX X X X X X

CARATE X X 1X X X X x ; x I
M O NTAN IT A . X X X X ; ! j
E L JA PÓ N X X X X X !
CAÑO B A B O N *
i *■ i 1
* E l a n a l i t i t d » la c a rd m ic a d * a s ta zona e s tá t n p ro ce so .

sencillas y sin decoración, ahumadas por su uso sobre el fuego y reci­


pientes para transporte y almacenamiento de líquidos, de cuerpo a n ch o ;
y boca estrecha que evitaría la evaporación; las más grandes debieron
emplearse para almacenar líquidos y las más pequeñas para transportar-!
los; la ausencia total de asas sugiere que se sostenían por medio de cuer­
das colocadas a su alrededor. Algunas tienen orificios circulares en con­
torno, tal vez para introducir cuerdas, situados en una zona de la vasija
por encima del nivel que alcanzaría el .agua en su interior. Las vasijas
subglobulares con base anular debieron ser empleadas para el almacena­
miento de alimentos sólidos. Su estabilidad y boca amplia facilitarían '
esta función.
Entre las vasijas de servicio, se destacan las copas de base baja y las de
base alta en campana, cuya estabilidad las hace aptas para colocarse e n ;
el suelo durante las comidas. La gran diferencia de tamaños sugiere que
las más grandes fueron empleadas para servir los alimentos de un grupo ,
de personas y, las más pequeñas, para las porciones individuales.
Al lado de las vasijas domésticas, existen otras de forma compleja y
decoración elaborada, cuya función debió ser exclusivamente ritual o
funeraria. Tal es el caso de las “canastas”, empleadas, quizás, para guar­
dar objetos rituales en su interior; su forma compleja, excesivo peso, ba­
se inestable y la dificultad para remover la tapa, sugieren su utilización
esporádica. También las figurinas antropomorfas pertenecen a este gru­
po; las de Montelíbano son muy frágiles, apenas cocidas y, tal vez, se fa­
bricaron con el único propósito de colocarlas en las tumbas. General­
mente se trata de figuras femeninas con sus órganos sexuales muy acen­
tuados. Las figuras masculinas son muy escasas. ^

106
LAM. XXXVII Alcarraza (a) y copa con ampliaciones serpentiformes (b).
Complejo cerámico San Jorge Crema Friable.
Montelíbano.
LAM. XXXVIII Copa aquillada (a) y “ minicerámica” (b). Complejo cerámico
San Jorge Crema Friable. Montelíbano.
Las copas con tapa, otras vasijas que debieron cumplir solamente una
función ritual, que se conocen localmente con el nombre de “polveras” ,
se emplearon para guardar un polvo blanco no identificado en su inte­
rior y se decoraron cuidadosamente sobre una de sus caras como si fue­
ran colocadas en un sitio fijo, para ser miradas por un solo lado.
La cerámica de la Tradición Modelada-Pintada, refleja, por sí misma,
la complejidad socio-económica de los grupos que la elaboraron. La es­
tandarización de formas destinadas a funciones específicas y la comple­
jidad de muchas de ellas denotan una notoria especialización.
Entre las vasijas utilitarias, son abundantes y generalizados los reci­
pientes destinados, tal vez, al almacenamiento de alimentos sólidos.
La existencia de formas cerámicas complejas, destinadas exclusiva­
mente a funciones rituales o funerarias, demuestra la importancia espe­
cial dada a estas actividades. Estas formas cerámicas se encuentran espe­
cialmente en cementerios importantes, como el de Yucatán en Montelí-
bano, donde las diferencias en el tamaño y número de las tumbas y la ri­
queza de los ajuares funerarios indican una diferenciación social en las
prácticas funerarias. Es posible, por lo tanto, que las formas cerámicas
mencionadas se elaboraran para formar parte del ajuar funerario de un
grupo social privilegiado que se enterraba en cementerios especiales.
La tecnología y decoración de la cerámica Modelada-Pintada refleja
una fuerte influencia de la cestería y los tejidos de fibras vegetales, ma­
nufacturas arraigadas en las llanuras del Atlántico, cuyos orígenes se re­
montan a tiempos prehispánicos.
Es el caso de las “canastas” de cerámica, comunes en el medio y bajo
río San Jorge, y de los diseños elaborados con pintura roja sobre las va­
sijas globulares con cuello de Montelíbano y Viloria (Fig. 7). La parte
superior de los recipientes se decoraba con líneas paralelas horizontales
muy juntas, intercaladas con hileras de triángulos o- rombos, diseños
muy similares a los de tejidos tupidos de fibra, comunes actualmente en
la Costa Atlántica, entre los cuales se destaca el popular “sombrero
vueltiao”.
La parte inferior de las vasijas se decoró con líneas oblicuas paralelas
que se entrecruzan dejando ciertos espacios libres. Esta podría ser la re­
presentación de un tejido a manera de red abierta, mientras que la parte
superior, o sea la zona más visible, se adornó con diseños más elabora­
dos que simularían un tejido más tupido.
El tipo cerámico San Jorge Arenoso estaba generalizado en el bajo
San Jorge entre los siglos III y VII* y el complejo cerámico San Jorge

* BETA 2602 Crt. 17 (1) p. 1. XVI 1680 ±140 A. P. 270 d. de C.


BETA 2601 Crt. 15 (1) p. 1 VI - IX 1270 ± 120 A. P. 680d.de C.

109
Crema Friable, de Montelíbano, fue fechado en el siglo X.* 1
El desarrollo cerámico del San Jorge no es u n fenóm eno aislado, sino 1
que seguramente tuvo relaciones y, tal vez, orígenes comunes con las I
manifestaciones de otras áreas. Al estudiarlo en detalle se observa tam- ?|
bién que tiene rasgos locales y que presenta relaciones específicas sola- 1
mente con el Complejo Betancíde la hoya del río Sinú (Reichel-Dolma- J
toff, 1958). BetancíModelada-Incisa y Betancí Bicromada, dos de los 1
cuatro tipos cerámicos que forman el Complejo Betancí, presentan se- I
mejanzas directas con el complejo cerámico San Jorge Crema Friable. | |
Correspondencias como la relativa friabilidad, el énfasis en el modelado :m
y la pintura roja con diseños similares, sugieren la existencia de relacio- I
nes culturales entre los valles de los dos ríos. Se trata de dos complejos a
cerámicos que tuvieron desarrollos locales que no pueden identificarse |
como una unidad. i

LA TRADICION CERAMICA INCISA-ALISADA

La Tradición Incisa-Alisada está representada en el bajo río San Jo r­


ge por el Complejo Cerámico de Las Palmas, encontrado a lo largo del 5
caño San Matías o caño Viejo en los sitios de Las Palmas, Tiesto, Cuiva,
Jegua y Carpeta.
Se trata de una cerámica sobria elaborada con fines primordialmente J j
domésticos. Tiene un alto contenido de mica y predomina la decoración
incisa.

El Complejo de Las Palmas está formado por 4 tipos cerámicos, estre­


chamente asociados en todos los sitios investigados en el bajo San Jorge:
Las Palmas Incisa Fina, Las Palmas Alisada Sencilla, Las Palmas Hachu-
rada y Las Palmas Roja Bañada.

Tipo cerámico: Las Palmas Incisa-Fina


Sus características sobresalientes son la superficie pulida y la decora­
ción incisa.

* GrN 9242 M LAnc.l(1) 1045+45A. P. 905 d. deC.

110
CUADRO No. 9 - TIPO CERAMICO: LAS PALMAS INCISA FINA. Descripción General

PASTA SUPERFICIE DECORACION

Textura: Compacta, laminar. Tratamiento: baño muy Incisa: fina.


Pocas cavidades o delgado, alisado. Pulimento Norma: 0.5 mm.; ancho
resquebrajamientos internos. superficial; visibles estrías máximo: 1 mm. Ejecutada
dejadas por el pulidor. sobre arcilla blanda.
Desgrasante: arena cuarcitica Motivos: líneas largas,
muy abundante. Partículas de Dureza: 4 a 6 puntos, líneas intermitentes.
cuarzo transparente y lechoso;
tamaño máximo de 0.5 m . ; Color: variable. Predominante Modelada: menos frecuente,
norma; 0.2 mm. Abundantes rojizo (2,5 YR 5/6 red) y Tiras longitudinales sobre el
láminas de mica plateada y carmelito claro (2,5 YR 4/4 cuerpo de las vasijas.
dorada. En menor cantidad: reddish brown).
fragmentos Uticos redondeados.

Método de Manufactura:
Técnica de espirales, a veces en
combinación con modelado
directo.

Fractura: regular, la pasta no se


desmorona.

Cocción: en atmósfera oxidante.


Núcleo gris en ejemplares de
paredes gruesas. Manchas de
cocción negras muy frecuentes.
Escasas deformaciones o
accidentes de cocción.

Color: es variable, según


características de la cocción:
— Anaranjado: (7.5 YR 6/6
reddish yellow).
—Carmelito: (5 YR 5/3 reddish
brown).
— Negro: (2.5 Y 3/3 very dark
gray).

CUADRO No. 10 - TIPO CERAMICO: LAS PALMAS INCISA FINA. Formas

Formas Dimensiones (Cmts.) Descripción

Copas de pedestal Altura total: 5 a 7 Cuerpo pando, con curva homogénea o


(l'ig. 8, d i) Diámetro de la boca: quiebre; base alta con parte superior bi-
19 a 26 cónica, zona inferior que se abre en for­
ma de cono. Color de la superficie: ro­
jizo predominante. Decoración: incisio­
nes debajo del borde en líneas paralelas
horizontales, lincas oblicuas entrecruza-
continuación cuadro 10
das, o p u n to s . Base d e c o ra d a c o n lín e a s
p aralelas v e rtic a le s y h o riz o n ta le s .

“ M ajadores” A ltura to ta l: 11 C o p a s d e c u e r p o p a n d o y b ase tr o n c ó -


(F ig .9 ) D iám etro de la boca: n ic a b a ja . C o lo r d e la s u p e rfic ie : c re m a
24 p r e d o m in a n te . D e c o ra c ió n : e n e l in te -
rio r d e l c u e rp o llevan in c isio n e s a n c h a s
(0 .2 5 -1 m m . d e a n c h o ) z o n ific a d a s.

M orteros Largo to ta l: 7 C ilin d ric o s, co n u n e x tr e m o e n s a n c h a d o ;


so b re esa su p e rfic ie , in c isio n e s fo rm a n d o
h a c h u ra d o .

Copas sim ples de base baja D iám etro de la boca: C u e rp o p a n d o ; base tr o n c ó n ic a b aja.
(I-'ig. 8, d2) 1 0 a 25 D eco ració n : o c a s io n a lm e n tc -p u n to s in ­
cisos so b re la base.
Vasijas co n quiebre en el A ltura to ta l: 12 a 16 C uello c o r to , re c to o e v e rtid o ; c u e rp o
h o m b ro su b -g lo b u lar co n q u ie b re . Base a n u la r
(Fig. 8, d 3 ) m u y b a ja . D eco ració n : c tira s a p lic a d a s,
verticales, d ia m e tra lm c n tc o p u e s ta s,
co n incisiones.

Tipo cerámico: Las Palmas Alisada Sencilla


Se trata de una cerámica con formas relativamente simples y homogé­
neas, elaborada con fines primordialmente domésticos. La pasta es cre­
ma, la superficie alisada y casi nunca presenta decoración.

CUADRO No. 11- TIPO CERAMICO: LAS PALMAS ALISADA SENCILLA. Descripción General

PASTA SUPERFICIE DECORACION

Textura: Compacta, granulosa. Tratamiento: baño delgado Escasa: Aplicaciones


A veces presenta del color de la pasta; redondeadas o tiras; algunas
resquebrajamientos internos. superficie alisada incisiones sobre el cuerpo de
cuidadosamente. Pulimento las vasijas.
Desgrasante: arena cuarcitica ocasional con visibles estrías.
muy abundante. Partículas
medianas (norma: 0.2 mm.), Dureza: 4 a 5
cuarzo, arenisca gris, fragmentos
líricos negros y rojizos. La Color: predominante: cremas
arcilla contiene abundantes (7.5 YR 6/4 light brown;
partículas de mica dorada y 10 YR 6/4 light yellowish
plateada. brown); ocasional: carmelito
(7.5 YR 5/4 brown).
Método de Manufactura:
Técnica de espirales generalizada.

Cocción: atmósfera oxidante.


Núcleo gris por oxidación

112
continuación cuadro 11

incompleta. Manchas de cocción


frecuentes.

Color: predomina el color


crema (7.5 YR 6/4 light brown);
a veces es anaranjada (5 YR
5/6 yellowish red).

CUADRO No. 12 TIPO CERAMICO: LAS PALMAS ALISADA SENCILLA. Forma*

Formas Dimensiones Descripción

Ollas globulares con cuello Altura total; 12 a 17 Cuello evertido. Cuerpo globular;
(Fig. 8, c2) base redondeada o ligeramente en
punta. Decoración escasa; algunos
ejemplares llevan 4 pequeñas pro­
tuberancias aplicadas alrededor, del
cuerpo.
Ollas globulares o sub­ Altura total: 8 a 14 Ollas pequeñas: 159o del total. Sin
globulares con borde evertido decoración. Base redondeada.
(Fig. 8, el) Altura total: 14 a 20 Ollas medianas: 609o del total. Ba­
se redondeada, ligeramente en pun­
ta o anular muy baja. Algunos ejem­
plares están decorados con peque­
ñas protuberancias o tiras aplicadas
sobre la parte superior del cuerpo.
Altura total: 20 a 40 Ollas grandes: Cuerpo globular, ba­
se redondeada. Sin decoración.
Ollas sub-globulares de boca Diámetro de la boca: Cuerpo sub-globular con quiebre en
estrecha. 11 a 20 el hombro. Decoración ocasional:
puntos incisos, pequeñas protube­
rancias aplicadas o líneas incisas
formando un hachurado debajo del
borde.

Tipo cerámico: Las Palmas Hachurada


Formado por un conjunto de material relativamente burdo, homogé­
neo, con una sóla forma identificada (Fig. 8,b)/E n sus características
de pasta, color y tratamiento de la superficie se asemeja al tipo Alisado
Sencillo, aunque ciertos rasgos específicos, como su forma característi­
ca y la decoración hachurada, hacen de éste un tipo especial, relaciona­
do con una cerámica que tiene una amplia distribución geográfica.

113
CUADRO No. 13 • TIPO CERAMICO: LAS PALMAS HACHURADA. Descripción General

PASTA SUPERFICIE DECORACION

Textura: Granulosa, ligeramente Tratamiento: baño delgado del color Hachurada: incisiones entrecruzadas
esponjosa; a veces laminar. Oca * de la pasta; superficie del cuerpo ali­ ejecutadas sobre arcilla blanda.
sionales cavidades y resquebraja­ sada. Cuello rugoso y áspero sin ali­ A ncho incisiones: norma, 3 mm.; va­
mientos internos. sar. Sin pulimento. riable entre 0.5 y 7 mm.
Desgrasante: arena cuarcítica: Dureza: 4 Zona decorada*- superficie extem a
muchas inclusiones de cuarto, del cuello.
Color: variable;predominante: carme-
fragmentos líricos negros y ro­ lito de! color de la pasta; ocasional,
jos, angulosos y redondeados; crema o negruzxo.
mica dorada y plateada abundan­
te; las partículas pueden alcanzar
lmm., pero la norma es de 0.5
mm.

Método de Manufactura: Técnica


de espirales generalizada.
Cocción: en atmósfera oxidante.
Núcleo gris característico de oxi­
dación incompleta. Frecuentes
manchas de cocción accidentales.
Color: generalmente carmeüro
(5 YR 5/3 reddish brown), ana­
ranjado (7.5 YR / 6/6) o crema
(10 YR 6/6) menos frecuente.

Tipo cerámico: Las Palmas Roja Bañada


Este tipo cerámico, escasamente representado en el bajo San Jorge, « |
muy popular en el bajo Magdalena. Aunque en el San Jorge es menos
común el baño rojo que lo caracteriza en el Magdalena, se mantuvo el ¡
apelativo Rojo Bañado por tratarse del mismo tipo.
Es característico el color anaranjado de la superfìcie que alterna con
áreas grises claras; como técnicas decorativas se encuentran la incisión y '•
la aplicación.

CUADRO No. 14 - TIPO CERAMICO: LAS PALMAS ROJA BAÑADA. Descripción General

PASTA SUPERFICIE DECORACION

Textwa: Compacta, ligeramente Tratamiento: baño delgado poste­ Incisa: Muescas o incisiones sobre
laminar; pocos resquebrajamientos riormente alisado; desaparece fá - el borde. Puntos sobre la parte in­
internos. cálmente por la erosión. terna de bordes evertidos.
Desgrasante: arena cuarcítica abun­ Dureza: 4 a 6 Aplicada: Una banda sobre la par­
dante. Predominan partículas de te externa de cuellos evertidos, de­
cuarzo finas (0.1 a 0.5 mm.). Color: predominante: anaranjado limitada por puntos incisos. MQjof"
Fragmentos líricos blancos y negros y (5 YR 6/6 reddish yellow); aplicados sobre ella.
láminas de mica ocasionales. alterna con áreas grises claras (2.5
YR N 6 gray).

114
continuación cuadro 14

Método de Manufactura*. Técnica


de espirales.
Cocción: atmósfera oxidante.
Núcleo gris, oxidación incompleta.
Color: predominante, anaranjado
rojizo (5 YR 6/6 reddish yellow).

CUADRO No. 15 TIPO CERAMICO: LAS PALMAS ROJA BAÑADA. Forma*

Formas Dimensiones Descripción

Ollas globulares Diámetro de la boca Cuerpo globular o sub-globular con


(Fig. 8, a) entre 14 y 24 cms. quiebre pronunciado en el hombro.
Decoradas con muescas sobre el
borde.
Ollas sub-globulares Cuerpo de silueta angular. Cuello
con cuello. evertido. Ocasionalmente decoradas
con muescas sobre el labio, “ojos"
aplicados, puntos incisos sobre el
cuerpo.

Cada uno de los tipos que componen la Tradición Incisa-Alisada es­


taba destinado a funciones especificas. En los tipos Alisado Sencillo y
Hachurado se encuentran formas netamente culinarias: vasijas subglo­
bulares con cuello o boca ancha, que se usaron sobre -el fuego como lo
demuestran las manchas de hollín, servirían para cocinar tanto alimen­
tos sólidos como líquidos y, las de mayor tamaño, para conservarlos.
La cerámica Incisa-Fina corresponde esencialmente a vasijas de servi­
cio. El tamaño, forma y estabilidad de las copas sería ideal para servir
porciones individuales de alimentos. Los “majadores” , relativamente
frágiles, debieron emplearse‘para machacar, con la ayuda de los morte­
ros, alimentos vegetales blandos.
No existen formas exclusivamente rituales o funerarias y las mismas
vasijas utilitarias eran acondicionadas para esos fines. Piezas pertene­
cientes a los tipos Inciso-Fino, Alisado Sencillo y Rojo Bañado fueron
encontradas como ajuar en las tumbas de Las Palmas. Las ollas globula­
res grandes fueron utilizadas como urnas funerarias y, las pequeñas, co­
mo tapas de las mismas.

115
Factores como el número relativamente reducido de vasijas para al*
macenamiento y la ausencia de una cerámica esencialmente ritual o fu­
neraria, sugieren una menor complejidad cultural que la correspondien­
te a la Tradición Modelada-Pintada. Sin embargo, la calidad técnica de
la cerámica Incisa-Alisada y la homogeneidad de las formas indican una
elaboración especializada.
El Complejo Cerámico de Las Palmas es una manifestación local de
la Tradición Incisa-Alisada que tiene una amplia distribución en el nor­
te de Colombia, concentrándose especialmente en el bajo río Magdale*
na. Tres tipos de este complejo tienen su equivalente en el bajo Magda­
lena. (Reichel-Dolmatoff, 1954).

Bajo San Jorge Bajo Magdalena


(Complejo Las Palmas) (Complejo Plato-Zambrano)
Las Palmas Incisa Fina corresponde a Saloa Gris Modificada
Las Palmas Hachurada corresponde a Magdalena Hachurada
Las Palmas Roja Bañada corresponde a Plato Roja Bañada

Los tipos Plato Roja Bañada y Saloa Gris Modificada, definidos por ;
Reichel-Dolmatoff (1954) en el Complejo Plato-Zambrano, aparecen*
asociados en muchos sitios del bajo Magdalena como Plato, Zambrano,
Guaiquirí, cerro San Antonio y ciénaga La Chavarría (Cuadro No. 16).
Estos dos tipos pudieron desarrollarse en el bajo Magdalena, donde pre- ]
sentan una gran variedad técnica y decorativa.
La cerámica hachurada, en cambio, aparece asociada al Complejo Pla­
to-Zambrano sólo en algunos sitios del bajo Magdalena. Esto demuestra
que se produjo simultáneamente con los otros tipos. Sin embargo, a ve­
ces aparece también aislada como en Tenerife y en otros sitios de Ta
Costa Atlántica. Posiblemente se trata de una cerámica desarrollada in- c
dependientemente, que sólo a veces se incorpora a la Tradición Incisa-
Alisada, sin que haya originado necesariamente en el bajo Magdalena.
La cerámica del bajo San Jorge pertenece a una tradición similar a la
del bajo Magdalena, con tipos cerámicos relacionados. Uno de ellos, Las
Palmas Roja Bañada aparece esporádicamente intruso en esta zona, y
es posible que se trate de una cerámica llegada allí por comercio. Los ti­
pos cerámicos restantes presentan rasgos homogéneos y locales, de don­
de se deduce que fueron manufacturados en el bajo San Jorge por gru­
pos culturalmente relacionados con los del bajo Magdalena.
La Tradición Incisa-Alisada tiene una posición cronológica tardía en
el norte de Colombia. En el bajo San Jorge el Complejo Cerámico de i

116
Las Palmas fue fechado entre los siglos XIV y XVII d. de C.*, y su rela­
cionado, el Complejo Plato-Zambrano del bajo Magdalena, tiene una po-

CU ADRO No. 16 - COMPLEJO PLATO • ZAMBRANO *. Distribución de loa tipo» cerámico*

' Zona Sitio Tipo Cerámico Otro» nombres del mismo Investigador

Plato Saloa (iris Modificada Reichel - Dolmatoff, 1954


Zambrano Magdalena 1(achurada
Plato Roja Bañada
Tenerife Magdalena Hachurada Reichel - Dolmatoff, 1954
Pcdra/.a (sitio: Saloa Cris Modificada (iris pulido; Café pulido Reines, 1979
(¡uaiquirí) Magdalena I (achurada (iuaiquití Tosca
Plato Roja Bañada Guaiquirí Roja Bañada
Cerro San An­ Saloa (iris Modificada Carlos Angulo, Recolec­
tonio (Ribera Magdalena Hachurada ción superficial.
ft derecha del Plato Roja Bañada (Sin publicar). Museo
e
M Magdalena a Etnológico, BarranquiUa
Ü, 100 kmts. de la
desembocadura).
0 Ciénaga l ¿ Cha­ Saloa (iris Modificada
áe varria (6 kmts. Magdalena Hachurada
al oriente del Plato Roja Bañada
Cerro San Anto­
nio).
Suan (Margen iz­ Magdalena Hachurada
quierda del Mag­
dalena, en frente
del Cerro San
Antonio).
Mompós (lula.
San Mateo) Magdalena Hachurada Correal, 1975

Carmen de Bolí­ Magdalena H'achurada Roja Burda Behar. 1976


var (I-inca Pa-
dula).

c Carmen de Bo­ Saloa (iris Modificada


H lívar (l;inca Em­ Magdalena Hachurada Roja Burda
■G
peratriz). Plato Roja Bañada
Ì Carmen de Bo- Saloa (iris Modificada Las Flores Gris Medio Correal, 1975. (Análisis
(A
43 lívar(Jesús del Jesús del Monte Gris Medio cerámico de Lucía de
Monte; sitio Mi- Perdomo).
í raflores). Magdalena Hachurada jesús del Monte Burda
& Las Flores Burda
Colosó (sitio-. Plato Roja Bañada Plazas, Palchetti y Sácnz
Mcmbrillal) (sin publicar)

,5 Ciénaga Grande Saloa (iris Modificada Carlos Angulo (comuni­


c de Santa Marta cación personal)

< Tubará Magdalena Hachurada

o
Isla de Salaman­ Magdalena Hachurada
ca.

* Según denominaciones establecidas por Reichel ■Dolmatoff (1954)

* IAN 124 SB Pal 1 (2) 64S ± 170 A. P. 1305 d. ck C.


GrN 9243 SB Pal 1 (10) 535 ± 50 A. P. 1415 d. dt C.
BETA 2896 SB Pal 1 Es. 4 310 ± 50 A. P. 1640 d. dt C.
sición cronológica similar (Reichel-Dolm atoff, 19 5 4 ). En esta últim a re«
gión existen dos fechas para el sitio de G uaiquirí, ubicado en el muñid*
pió de Pedraza, asociadas a los tipos cerám icos pertenecientes al Com*
piejo Plato-Zambrano: una corresponde al siglo XVI y la otra, m uy tar­
día, al siglo XIX.*

* BETA 2898 GUA-3 IV-28 440 ± 60 A. P. 1510 d. de C.


BETA 2897 GUA-3-1-15 140 A. P . 1810 d. de C.
(Reines, 1979, fechas sin publicar)

118
Fig. 6 Tipo ceràmico Son Jorge Areroso. Copos con bose en compana.
Fig. 7 Complejo cerámico San Jorge Crema Friable. Decoración pintada del cuerpo
délas vasijas globulares. Parte superior (a-g), porte Inferior (h-j).
Tipo cerámico Las Palmas Incisa Fina. "Majodor
Fig.9
Fi 9 8 El compì«jo cerámico da Los Palmos. Formas,
a Las Palmas Roja Bailada.

JS
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131
INDICE DE ILUSTRACIONES

LAMINAS

I Sistema de drenaje en el caño La Pita (Película infrarroja).


II Sistema de drenaje en la ribera derecha del caño Carate, al
norte de la confluencia del caño Uvero (Película infrarroja).
III Camellones al norte del caño Uvero en época de inundacio­
nes.
IV Canales de drenaje en el caño Carate.
V Sistema de canales en forma de abanico en el caño Carate.
Al fondo, camellones para cultivo, ciénaga de la Cruz.
(Película infrarroja),
VI Canales artificiales en el caño Carate (Crt. 17) (Película in­
frarroja).
VII Excavación arqueológica en canales de drenaje (Crt. 4).
VIII Detalle de la excavación. Suelos orgánicos enterrados, a y b
(Crt. 4).
IX Capas grises ondulantes de canales artificiales en un tramo
recto del caño Carate (Crt. 4).
X Capas grises en la curva externa de un meandro del caño Ca­
rate.
XI Vestigios de plataforma de vivienda. Caño Barrancuda.
XII Vivienda actual sobre plataforma artificial prehispánica.*
XIII Antigua easa de la Hacienda El Japón, sobre plataforma pre­
hispánica.
XIV Túmulo funerario en las cercanías de Cuiva.
XV Camellones para cultivo. Ciénaga de La Hormiga.
XVI Vista panorámica de los vestigios del poblado prehispánico
Marusa.

133
XVII Vivienda modular actual en el bajo San Jorge.
XVIII Pico tubular (a) y serpiente enrollada (b). Fragmentos de ce­
rámica procedentes del poblado Marusa.
XIX Vestigios arqueológicos en la región del caño Rabón. (Vuelo I
F1 - 33 Proyecto Colombo-Holandés, fotos 1110 - 1112 -
1114-1115)
A— Antiguo meandro del caño Marusa «
B— Poblado Marusa
C— Sistema de camellones artificiales en la Ciénaga de la
Hormiga.
XX Estructura de segmentos triangulares del poblado indígena
actual de San Andrés de Sotavento. (Vuelo C- 1630, foto
039. Instituto Geográfico Agustín Codazzi).
XXI El caño Carate a su entrada en la ciénaga Florida.
XXII El caserío de Paso Carate.
XXIII Campamento de pescadores en el bajo río San Jorge.
XXIV Pectoral mamiforme procedente de Ayapel, (UMP).
XXV Orfebrería hallada en un túmulo funerario en las cercanías
de Cuiva.
XXVI Figurina y “Canasta” de la Tradición cerámica Modelada Pin­
tada, del bajo río San Jorge.
XXVII Textil procedente de un túmulo funerario de la región del ca­
ño Rabón.
XXVIII Remate de bastón procedente del bajo San Jorge (MO 7505).
XXIX Panorámica de El Anclar, Montelíbano.
XXX Excavación de un túmulo funerario en Cholos, Montelíbano.
XXXI Copa procedente de un túmulo funerario de Yucatán, Mon­
telíbano.
XXXII Metate y manos de moler procedentes de un túmulo funera­
rio de Yucatán, Montelíbano.
XXXIII Figurina cerámica de Montelíbano. Tradición Modelada Pin­
tada.
XXXIV Nariguera de oro de la hoya del río San Jorge.
XXXV “Canasta” procedente de Montelíbano. Tradición Modelada
Pintada.
XXXVI Copa procedente de Las Palmas, bajo San Jorge. Tradición
Incisa- Alisada.
XXXVII Alcarraza (a) y copa con aplicaciones serpentiformes (b).
Complejo cerámico San Jorge Crema Friable. Montelíbano

134
Copa aquillada (a) y “minicerámica” (b). Complejo cerámico
San Jorge Crema Friable. Montelíbano.

MAPAS

1 La Depresión Momposina y el área investigada.


2 Areas de ocupación de los dos grupos étnicos del bajo San
Jorge.
3 Sistema hidráulico prehispánico en el bajo río San Jorge.
4 Investigaciones arqueológicas en el bajo San Jorge.
5 Asentamientos y sistemas de drenaje prehispánicos en el área
comprendida entre el caño Carate y el río San Jorge. Siglos
III - VII d. de C.
6 Vestigios arqueológicos al oeste de la ciénaga de La Hormiga.
Siglos I - VII d. de C.
7 Asentamientos humanos en la región del caño Rabón.
8 Sitios arqueológicos en el municipio de Montelíbano.
9 Localización de muros artificiales en plano esquemático. El
Anclar, Montelíbano.

1 Plano esquemático de camellones para cultivo en la ciénaga


de la Cruz.
2 Corte estratigráfico. Antiguo meandro del caño Marusa.
3 Canales artificiales en forma de Y. Poblado Marusa.
4 Corte estratigráfico. Poblado Marusa.
5 Complejo cerámico San Jorge Crema Friable. Formas.
6 Tipo cerámico San Jorge Arenoso. Copas con base en cam­
pana.
7 Complejo cerámico San Jorge Crema Friable. Decoración pin­
tada del cuerpo de las vasijas globulares. Parte superior (a-g),
parte Inferior (h-j).
8 El complejo cerámico de Las Palmas. Formas,
a. Las Palmas Roja Bañada
b. Las Palmas Hachurada

135
c. Las Palmas Alisada Sencilla
d. Las Palmas Incisa Fina
Tipo cerámico Las Palmas Incisa Fina. “Majador”

136

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