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Francisco Cansanello
fcansanello@gmail.com
DNI: 40161011
Escuela de Humanidades
Filosofía Práctica
Docente titular: Adrián Bertorello
Universidad Nacional de San Martín
1. Introducción
En su biografía intelectual de NIetzsche, Rüdiger Safranski realiza la siguiente
observación:
“¿A qué daba vueltas la cabeza de Nietzsche antes de llegarle aquel pensamiento
transformador, el pensamiento del eterno retorno de lo mismo? ¿Le llegó súbitamente,
sin preparación? [...] hay numerosos testimonios de que ya antes estaba familiarizado
con este pensamiento. La idea del tiempo que gira en sí mismo, que repite sin cesar su
contenido limitado, forma parte de tradiciones filosóficas y religiosas muy conocidas.
La encontramos en los mitos indios, en los presocráticos, en los pitagóricos, en las
corrientes heréticas de Occidente. Nietzsche las conocía ya en su época de
estudiante”1
3. El distanciamiento de Schopenhauer
a. En el Zaratustra
Encontramos un testamento claro del distanciamiento de Nietzsche con respecto a
Schopenhauer en Así habló Zaratustra, en “De los trasmundanos”:
En otro tiempo también Zaratustra proyectó su ilusión más allá del hombre, lo mismo
que todos los trasmundanos. Obra de un dios sufriente y atormentado me parecía
entonces el mundo.
Sueño me parecía entonces el mundo, e invención poética de un dios; humo coloreado
ante los ojos de un ser divinamente insatisfecho.
Bien y mal, y placer y dolor, y yo y tú – humo coloreado me parecía todo eso ante
ojos creadores. El creador quiso apartar la vista de sí mismo, - entonces creó el
mundo.
Todo existente es voluntad de poder. Esto es cosa que, por así decirlo, no podemos ver
en lo extenso. [...] Mientras miremos a la diversidad de las cosas que ofrecen un
aspecto distinto, no divisaremos jamás la voluntad de poder. Sólo la mirada dirigida a
la movilidad de todo lo existente, que viene y se va, que asciende y desciende —
movilidad que Nietzsche designa con el concepto de «vida»— conduce al
conocimiento de la voluntad de poder. Voluntad de poder es todo lo existente desde el
momento que está en el tiempo.
Esta movilidad cósmica, este juego como aspecto fundamental de la relación de las
fuerzas que constituyen el mundo son, a fin de cuentas, el principio que permite y conlleva el
eterno retorno. La cosmología del eterno retorno es, en principio, una cosmología del juego:
un juego constante cuyas posibilidades, como veremos más adelante, se agotan en el abismo
del tiempo, por lo que se encuentra forzado a repetirse. Esta cosmología fundamentará,
finalmente, el aspecto ético del eterno retorno.
c. De la visión y el enigma
Llegados, entonces, a este punto del trabajo, nos detendremos en el aforismo de Así
habló Zaratustra titulado “De la visión y el enigma”. Hay una serie de elementos que resultan
relevantes para nuestro trabajo, a saber: la noción misma de eterno retorno presentada en su
dimensión cosmológica, la sensación de náusea que esta misma presenta a Zaratustra
(veremos aquí una resonancia con la náusea dionisíaca de El nacimiento de la tragedia), y la
noción de pesadez, que aparecerá nuevamente en el último parágrafo que analizaremos.
Siguiendo su interpretación, citamos, entonces, a Eugen Fink:
“¡Mira, continué diciendo, este instante! Desde este portón llamado Instante corre
hacia atrás una calle larga, eterna: a nuestras espaldas yace una eternidad. Cada una de
las cosas que pueden correr, ¿no tendrá que haber recorrido ya alguna vez esa calle?
Cada una de las cosas que pueden ocurrir, ¿no tendrá que haber ocurrido, haber sido
hecha, haber transcurrido ya alguna vez?”26
El peso más pesado. - Suponiendo que un día, o una noche, un demonio te siguiera en
la más solitaria de tus soledades y te dijera: «Esta vida, tal como la has vivido y estás
viviendo, la tendrás que vivir otra vez, otras infinitas veces; y no habrá en ella nada
nuevo, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo
indeciblemente pequeño y grande de tu vida te llegará de nuevo, y todo en el mismo
orden de sucesión e igualmente esta araña y este claro de luna por entre los árboles, e
igualmente este instante, y yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia es dado
vuelta una y otra vez — ¡y a la par suya tú, polvito del polvo!»30
29 Ibid., p. 228
30 Nietzsche, Friedrich, La Gaya Ciencia, Madrid, Akal, 2019, p. 250
Entendemos, sin embargo, que hay una diferencia. Nietzsche había denunciado a
Schopenhauer como un negador de la vida. En la clave de este alejamiento de Schopenhauer,
en el que ya nos detuvimos, es necesario pensar que Nietzsche está pensando desde una
perspectiva nueva. Entendemos que lo que separa a Schopenhauer de Nietzsche es el cariz de
una resignación en el primero, y una afirmación de la vida en el segundo.
Según Safranski, Nietzsche “se enreda inevitablemente en esta antinomia de la
libertad, con claridad y consecuencias especiales en el marco de su doctrina del eterno
retorno, donde invita a amar a su propio destino, al amor fati”31. La afirmación del propio
destino en la que se enmarca la reformulación del ejemplo de Schopenhauer implica esta
doctrina, la del amor fati. “Amar lo necesario significa añadirle algo, con lo cual el actor lo
cambia. El fatum amado ya no es el mismo que el meramente padecido como destino. Por
tanto, podemos esperar que el espíritu libre, el cual con risa malévola lleva la libertad a su
desaparición, pronto la hará nacer de nuevo como por encanto”32.
5. Conclusiones
Hemos de resumir, entonces, los resultados de este trabajo. Comenzamos por
contrastar las visiones de Nietzsche en su juventud con la de Schopenhauer (quien repite, en
más de una ocasión, que su pensamiento consiste en una sola idea). La esencia de este
trabajo, según nuestras intenciones, fue la de comparar el parágrafo 341 de La Gaya Ciencia
con aquél fragmento de Schopenhauer que citamos en el primer apartado. Creemos que aquí
se puede ver aquello que Nietzsche señalaba en “Los trasmundanos”: la diferencia necesaria,
la distancia que requiere el eterno retorno para no causar náusea, es la fortaleza de, comose
dijo en “De la visión y el enigma”, morder la cabeza de la serpiente. No se requiere una
dialéctica de tipo demostrativa o refutativa del platonismo schopenhaueriano, sino una
afirmación de la vida. Este amor fati que cita Safranski, que permite ver al eterno retorno
como liberador. Como Afirma Fink:
“Si todo lo que ocurre es sólo repetición de lo anterior , entonces también el futuro está fijo,
no hace más que repetir lo que ya ha sucedido; entonces no hay verdaderamente nada nuevo
bajo el sol. Inmutablemente transcurre el futuro, va fijado de antemano. Toda acción, todo
atrevimiento es absurdo y vano,pues todo está ya decidido. Pe ro también se podría decir a la
inversa: Todo está todavía por hacer; tal como nos decidamos ahora, nos decidiremos cons
tantemente en el futuro: cada ins tante posee un significado que trasciende la vida individual;
6. Bibliografía
a. Fuente
- Colli, Giorgio, La sabiduría griega III, Madrid, Trotta, 2010
- Nietzsche, Friedrich, La Gaya Ciencia, Madrid, Akal, 2019
- Nietzsche, Friedrich, Así habló Zaratustra, Buenos Aires, Altaya, 1993
- Nietzsche, Friedrich, “Ensayo de autocrítica”, en El nacimiento de la tragedia,
Madrid, Alianza, 1979
- Nietzsche, Friedrich, Ecce Homo, Madrid, Alianza, 1976
- Schopenhauer, Arthur, El mundo como voluntad y representación, Madrid, Trotta,
2009
b. Complementaria
- Paul S. Loeb. (2021). Nietzsche’s Heraclitean Doctrine of the Eternal Recurrence of
the Same. Nietzsche Studien, 50 (1):70-101
- Heidegger, Martin, Nietzsche, Vol. I, Barcelona, Destino, 2000
- Fink, Eugen, La filosofía de Nietzsche, Madrid, Alianza, 2000