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SCHOPENHAUER

“La vida humana es como un péndulo. Del sufrimiento al


aburrimiento”

Introducción.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) fue un filósofo controvertido. Su pensamiento


exacerbado lo llevo a sostener que los hombres somos capaces de inventar cualquier
cosa con tal de no ver lo que la vida es; puro dolor y aburrimiento. El amor, la vida
social, el desarrollo tecnológico eran para el entretenimiento ficticio con los que se intenta
negar lo inevitable: la propia muerte. Su reflexión filosófica, centrada en lo que llamo
Voluntad, presenta un panorama desolador. Solo el verdadero arte o una vida ética
basada en la renuncia pueden liberar al hombre de la pesada carga de la existencia.

Maestro del joven Nietzsche, enemigo de Hegel y de toda la tradición racionalista y


académica, retrato como ninguno las miserias de la naturaleza humana.
Este es un breve recorrido de este filósofo que vivió la mayor parte de su vida en el
anonimato más absoluto. Aborda también la notable influencia que ejerció en pensadores y
artistas del siglo XX, tan disimiles y consagrados como Freud, Wittgenstein, Bergson,
Kafka, Tolstoi, Mann, Borges, Max Ernts y otros.
CAPITULO 1. LA VOLUTAD

Como muchos otros pensadores, Schopenhauer es un hombre solitario. Es consciente de


que lo que tiene para decir solo va a ser escuchado por las generaciones futuras. Quizá
sus contemporáneos hacen oídos sordos a sus palabras porque él se la pasa gritando:

“El mundo y la vida son injustos y dolorosos. El placer es Solo un placebo momentáneo. La
muerte acecha todo el tiempo. Hay que ser inteligentes y negar la voluntad!”

Pero bajo este pesimismo exacerbado, Schopenhauer oculta una filosofía de la voluntad;
la esencia del mundo, aquello que lo constituye verdaderamente, es para él una fuerza
ciega e irracional que denomina, al igual que nuestra disposición interna, voluntad,
Schopenhauer expone su percepción de una voluntad abstracta que guía el
comportamiento animal y vegetal. Para ejemplificar esta voluntad, Schopenhauer cita el
comportamiento de las arañas y abejas, cuya acción de tejer de manera proporcional su
tela y construir efectivamente panales parece producto de un pensamiento racional y
deliberado, sin embargo no es más que un ciego instinto. Schopenhauer explicita
igualmente su postura acerca de la evolución, contraria a la del entonces famoso biólogo
francés Jean-Baptiste Lamarck, cuya teoría postula que los organismos adoptan
características genéticamente por voluntad propia, y que sus estructuras se adaptan para
satisfacer sus necesidades volitivas. Schopenhauer dice que la postura de Lamarck implica
que la voluntad derive de la inteligencia, cosa que desacredita ya que él cree que la
voluntad es lo más primario en la naturaleza y la base de todos los elementos que la
componen, es decir, afirma que la inteligencia deriva de la voluntad, y que la inteligencia
solo es una facultad con funciones orgánicas, como podría ser un brazo o un cuerno.

La posición de Schopenhauer es, en este respecto, que los organismos se adaptan a sus
circunstancias y adquieren características obedeciendo a la voluntad natural que las exige
para su supervivencia. Schopenhauer afirma que la voluntad puede entenderse igual que
el nóumeno, la cosa en sí de Kant, y al organismo aparente como la representación o
manifestación de esta voluntad, es decir, el fenómeno. Schopenhauer, pues, defiende la
noción que los organismos obedecen a la voluntad natural y no a su propio intelecto.

A. EL DOLOR DEL MUNDO, LA IRRACIONALIDAD DEL MUNDO

Dolor, deseos insatisfechos, aburrimiento, luchas interminables, muerte. El mundo y


nuestra vida en él es esto y nada más. La vida, dice Schopenhauer, “es solo una moratoria
respecto de la muerte; una lucha por la existencia con la certeza de sabernos
derrotados.”

“Todo está destinado a la aniquilación. Es inútil desear esto o aquello, es inútil aferrarse a
esta vida”

El pesimismo con el que Schopenhauer juzga el mundo y la existencia humana es


“neutralizado” por el artista genial y el ascético, hombres que, por diferentes razones,
pueden contrarrestar los efectos devastadores de la existencia.

Además de oscuro, este mundo para Schopenhauer es un sitio poco racional. Y aunque
esto hoy parezca una obviedad, el lugar que ocupa la irracionalidad en su pensamiento es
clave de su filosofía, y en parte, la razón de su originalidad.

Según Hegel “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”. Para Schopenhauer esto
es absurdo. El rechazo de la idea de un mundo y un sujeto plenamente racionales tomara
fuerza en la filosofía posterior, particularmente en el pensamiento de Nietszche (1844-
1900). También se manifestara con toda claridad en el psicoanálisis de Sigmund Freud
(1859-1939)

B. LA FINITUD DE LA EXISTENCIA, LA VOLUNTAD COMO FUNDAMENTO

Para Schopenhauer, los hombres buscamos una explicación de la existencia, es decir,


filosofamos, porque tenemos conciencia de lo inevitable de la muerte. El hombre es el
único ser que tiene certeza de su muerte y es ese saber de la finitud el que, al romper con
todo posible optimismo, nos lleva a preguntarnos por las cosas.
“Si nuestra vida no tuviera ni fin ni dolor, tal vez a nadie se le ocurriría preguntar por
qué existe el mundo y por qué es como es.”
Schopenhauer, consciente de su fin y de su dolor, no solo se pregunta por qué la realidad
es como es, sino que intenta, en su filosofía, dar una respuesta a ello.

La respuesta de Schopenhauer sobre que es el mundo y como los hombres piensan y


actúan en el suele rotularse bajo el nombre de alguna corriente filosófica. Se dice, por
ejemplo, que su pensamiento además de pesimista es irracionalista, subjetivista,
materialista o romántico. Sin embargo, su filosofía tiene un carácter mucho más personal
de lo que esas etiquetas permiten definir. Si bien Schopenhauer proporciona un esquema
explicativo, unitario y omnicomprensivo de la realidad instaurando para ello un fundamento
ultimo (la voluntad), la característica de este fundamento (es decir, que sea irracional)
transforma a Schopenhauer en un filósofo “bisagra” entre la modernidad (que busca
fundamentos últimos) y el pensamiento contemporáneo, que rechaza la idea de que existe
algo único y racional como fundamento del mundo.
“El mundo como cosa en sí, es una gigantesca voluntad que no sabe lo que quiere,
pues no sabe sino que quiere, dado que es voluntad y nada más que la voluntad”
Para comprender el sentido y la impotancia de esta afirmación es necesario tener presente
el contexto en el que este pensador del siglo XIX la formula.

C. EL SIGLO DE LAS LUCES: LA ILUSTRACION, CRITICISMO, ROMANTICISMO

La centuria que precede a Schopenhauer (1780-1860), el siglo XVIII, es conocido como el


Siglo de las Luces. Tal nombre se debe a que el movimiento cultural que influye en el
desarrollo político, social y económico de toda Europa, llamado la ilustración, se
caracteriza por considerar que la luz que brinda la razón humana es suficiente para
descubrir y conocer la esencia del mundo. La razón remplaza así a la tradición y a la
revelación de la Edad Media. La tarea fundamental del hombre es, entonces, conocer la
naturaleza y, en consecuencia, dominarla. Uno de los fundamentos que “ilustran” esta idea
es “La filosofía no es otra cosa que razón, y la razón es igual en todos. Todos, pues, son y
pueden ser filósofos”
Algunos de sus máximos exponentes son Diderot, Montesquieu, Voltaire, Rosseau.

Hijo del racionalismo del siglo XVII y del auge alcanzado por las ciencias de la naturaleza,
esta corriente sostiene, sin embargo, que la razón no es un principio o una idea innata que
los hombres llevan en su interior, sino más bien una fuerza de que disponen para
transformar lo real. El optimismo hace foco no tanto en la realidad misma como en el poder
de la razón para reorganizarla y transformarla basándose en principios racionales. La
concepción del mundo de este movimiento se convierte en el factor ideológico de las
revoluciones políticas que derriban al absolutismo y dan lugar a nuevas formas de gobierno
basadas en la voluntad de la mayoría y la igualdad ante la ley. La sociedad estamental se
transforma en una sociedad de clases )se pasa del feudalismo al capitalismo)
El pensamiento de Imanuel Kant (1724-1804), llamado idealismo trascendental o criticismo,
profundiza y limita de algún modo la concepción que la ilustración tiene de la razón. Si bien
para Kant la actividad espiritual es la creadora del orden del universo, sin embargo, esta
razón encuentra un límite que los pensadores ilustrados no habían reparado: el mundo
puede ser conocido solo como se nos presenta en nuestra experiencia y no como es
en sí mismo. En ese sentido hay ciertos ámbitos, por cierto fundamentales, que aunque
pueden ser pensados por el hombre no pueden ser conocidos.
“Puedo pensar en Dios o la libertad pero no puedo conocerlos. Es decir, no puedo
determinar nada de estos objetos con certeza científica pues ni Dios ni la libertad son
accesibles para mis sentidos”
La crítica que Kant le impone a la Razón ( y de ahí los títulos de sus tres obras
fundamentales: Critica de la Razón Pura Teórica, Critica de la Razón Practica y Critica del
Juicio) está relacionada con determinar los limites preciosos para que cada disciplina sea
con derecho propio un conocimiento legítimo.

El siglo de las luces culmina con la Revolución Francesa (1789). Pocos años después, los
resultados políticos y sociales y sobre todo los efectos de las guerras napoleónicas diluyen
para muchos los sueños de igualdad, libertad y fraternidad. En muchos hombres el
sentimiento de fracaso despierta interés por las viejas tradiciones, aquellas a las que la
ilustración se había opuesto tan férreamente.
El romanticismo es un movimiento de ideas, creencias y productos culturales que se
extiende en Europa y América entre 1800 y 1850.
Esta corriente, que surge en parte como reacción a la cultura racionalista de la ilustración,
se caracteriza por una valorización de la historia como proceso formativo de la humanidad,
una exaltación del arte y la revalorización de la religión.
Si la filosofía iluminista se había acercado al modelo mecanicista de las ciencias de la
naturaleza, el Romanticismo, en cambio, separa la filosofía de las ciencias naturales y
ubica la reflexión filosófica en intima conexión con la historia y el arte.

D. SCHOPENHAUER Y EL IDEALISMO ALEMAN

Bajo ese clima cultural en Alemania, los filósofos Georg W. Hegel (1770-1831), Johann G.
Fichte (1762-1814) y Friedrich Schelling (1775-1854) desarrollaron lo que se conoce como
el idealismo alemán postkantiano. Junto con Schopenhauer, y contemporáneos a el (de
hecho se cruzan varias veces en los pasillos de la universidad de Berlin), intentan, cada
uno desde su perspectiva, dar respuesta a los problemas suscitados por la filosofía
kantiana. Justamente serán estos tres pensadores a los que Schopenhauer se opondrá
con más vigor y violencia.

Fitche trata de explicar lo que en la doctrina de Kant queda sin explicar y unificar su
sistema. Hegel con el ser, la nada y el devenir, junto con la razón son la clave de sus
sistema. Por otro lado, Schelling dice que el artista es superior al pensador porque su obra
“espiritualiza lo sensible y sensibiliza lo espiritual”
Para Schopenhauer, estas doctrinas son pseudofilosofias, y ellos, parásitos: “Lejos de vivir
para la filosofía, viven de la filosofía. Yo en cambio, nací para ella”
CAPITULO 2. SU VIDA
A. PRIMEROS AÑOS

Arthur Schopenhauer nace el 22 de febrero de 1788 en Danzing (hoy Gdansk, Polonia). La


madre, Johanna Henriette Trosiener, tiene entonces 22 años y el padre, Heinrich Floris
Schopenhauer , 20 años mayor que su mujer, ya tiene decidido el nombre de su
primogénito, Arthur, ya que en alemán, inglés y francés se lee y pronuncia igual.

Heinrich Floris es un próspero comerciante y un hombre de ideas liberales. Comparte con


su mujer el gusto por los viajes y las lecturas de autores ilustrados, pero, al parecer, en la
intimidad no se entienden demasiado. Johanna Henrette Trosiener, proveniente de una
familia acomodada, luego de la muerte de su marido, diecisiete años después, se dedica a
la literatura y a las relaciones sociales con la gente de la cultura de su época. Un pintor que
conoce a Johanna en el mundillo artístico la describe como una mujer sin corazón y sin
alma.

“Debo confesarlo: la vista de cualquier animal me regocija y me ensancha el corazón,


sobre todo la de los perros y luego la de todos los animales en libertad. Por el contrario, la
vista de los hombres excita casi siempre en mi una aversión muy señalada porque, con
algunas excepciones, me ofrecen el espectáculo de las deformidades más horrorosas y
variadas” Schopenhauer

Quizá, como presagio o tal vez por simple azar, un año antes del nacimiento de
Schopenhauer, en 1787, Kant publica la segunda edición de la Crítica de la Razón Pura. El
prólogo y los cambios que Kant incluye en esa edición intentan responder las objeciones
que ha suscitado su primera publicación. Un año después publica también la Critica de la
Razón Practica. Tiempo después, Schopenhauer le dedicara horas y horas de estudio al
pensamiento del filósofo crítico, sobre todo a las tesis centrales que aparecen en estos dos
libros. Más tarde considerara incluso su propia doctrina como la continuación y la
superación de la obra kantiana. Pero, al igual que lo que sucede con la figura paterna,
Schopenhauer, además de elogiarlo, critica duramente a su “maestro”.

“En realidad, los pensamientos propios son los únicos que tienen verdad y vida porque son
los únicos que se comprenden propia y completamente. Los pensamientos leídos en los
demás son como los retos de una comida extraña”

Los efectos de la Revolución Francesa llegan para la familia Schopenhauer años después
de 1789. Producto de las guerras con la que los gobiernos absolutistas pretenden frenar la
ola revolucionaria que proviene de Francia, el ejército prusiano ocupa en 1793, la ciudad
libre de Danzing. El padre de Arthur, ferviente republicano, decide mudar a su familiar y
sus negocios a Hamburgo.

El deseo y mandato de su padre es claro: Arthur debe seguir sus pasos en el comercio y
hacerse cargo del negocio familiar. Esa decisión paterna hace que Schopenahuer pase sus
primeros veinte años en instituciones que lo preparan para tal fin. Pero, además, el padre
considera que los viajes por distintos países europeos le darán a su hijo una excelente
formación para el comercio. En 1797, unos meses después del nacimiento de su única
hermana, Louise Adelaida Larvinia, Arthur viaja con su padre a Paris.
Henrich Floris deja luego a su hijo en Le Havre, en la casa de un viejo amigo y cliente, para
que reciba la adecuada formación de un comerciante y aprenda francés. Schopenhauer,
que tiene apenas 9 años, pasa dos años en la estancia de esa familia. Tiempo después el
mismo considera esos años como los mejores de su vida.

Cuando regresa de aquel viaje, y nuevamente por decisión del padre, Arthur comienza sus
estudios en una prestigiosa escuela que lo prepara durante cuatro años para el comercio.
Pero al joven Schopenhauer algo comienza a hacerle ruido: el futuro que tienen preparado
para él no le gusta.

“Para poder juzgar la felicidad de un hombre saber si es joven, hermoso y rico no alcanza.
La cuestión está en saber si, además es alegre; pero si es alegre poco importa si es joven
o viejo, bien formado o contrahecho, pobre o rico..”

Schopenhauer se anima entonces a pedirle al padre autorización para estudiar en el


Gymmasium (equivalente a lo que hoy son los últimos años del secundario). Su objetivo es
ingresar luego a la universidad y estudiar asi lo que el quiere. El padre le hace una
propuesta un poco tramposa: o un largo viaje por Europa con la condición de que a su
vuelta siga con los estudios para comerciante o ingresar directamente en el Gymmnasium.
Arthur, como cualquier otro chico de 15 años al que le hacen elegir entre viajar o estudiar,
elige la aventura.
En ese viaje familiar, los Schopenhauer (sin Louise Adelaida: a ella la dejan en Hamburgo)
recorren Francia, Escocia, Holanda, Bélgica e Inglaterra. Arthur queda fascinado con la
música y las obras de teatro que ve en Londres. Allí lee a Shakespeare y toca por primera
vez la flauta, costumbre que lo acompañara el resto de su vida. Pero además de paseos,
lujos y entretenimientos, en los dos años que dura el viaje, a Schopenhauer otras cosas lo
marcan para siempre.
De esta experiencia, Schopenhauer escribe “Cuando tenía 17 años llegue a la conclusión
de que este mundo no podía ser obra de un ser benévolo sino, en todo caso, la creación
de un diablo que lo hubiese llamado a la existencia para recrearse en la contemplación de
su dolor. Los datos estaban a favor de esta opinión que así consiguió convencerme”

Dos años después, los Schopenhauer regresan a Hamburgo y Arthur se hace cargo de la
promesa: continua con su formación para comerciante. Pero al poco tiempo un
acontecimiento decisivo cambia la vida de toda la familia.
Más allá de la dureza con la que encara la educación de su hijo, Henrich Floris es un
hombre extremadamente sensible y depresivo. Los problemas financieros en los que cree
encontrarse, la sordera progresiva que lo irrita cada vez más y la difícil situación con su fría
y distante mujer le hacen insoportable la existencia. Algunos biógrafos sostienen que
Arthur creerá a su madre responsable directa del suicidio de su padre y que jamás se lo
perdono. Está muerta repentina es para Schopenhauer una muestra más de que el mundo
no puede ser obra de un Dios bondadoso. La poca contención familiar que recibe en ese
momento tampoco lo ayuda: apenas cinco meses después de la muerte de su padre, la
madre vende todas las propiedades y negocios familiares y, llevándose solo a su hija, se
va a vivir a Weimar, ciudad en la que hace furor el movimiento cultural romántico. Arthur se
queda solo en Hamburgo. Tiene una promesa que cumplir.
Mientras en Weimar Johanna organiza todos los jueves y domingos un importante salón
literario en su casa (Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) suele concurrir), en
Hamburgo, angustiado y con solo 17 años, Arthur pasa los peores momentos de su vida.

Dos años después, en 1807, Schopenhauer logra, luego de insistentes pedidos, el visto
bueno de su madre para iniciar los estudios universitarios y abandonar la carrera
comercial. La aprobación de su madre lo libera de la promesa hecha a su padre y se
instala en otra ciudad, Gotha, para concurrir al Gymnasium. Quizá porque ya está grande
(tiene 19 años) o porque ya le han pasado demasiadas cosas, las instituciones educativas
lo decepcionan enseguida. Por lo que se plantea irse a vivir a Weimar con su madre y su
hermana. La madre, al enterarse que Arthur quiere volver a vivir con ella, le escribe una
dulce carta para persuadirlo de lo contrario.

Querido Arthur:
Para mi felicidad necesito saber que tú eres feliz, pero no ser testigo de esa felicidad.
Siempre te he dicho que sería muy difícil vivir contigo.
Tu mal humor me fastidia y desentona con mi risueña disposición que, de cualquier modo,
no te sirve para nada; Tu presencia, tus quejas sobre cosas inevitables, tu sombrío rostro,
tus estrafalarias opiniones que enuncias como los juicios de un oráculo, sin dejar lugar a
ninguna objeción, me incomodan.
Puedes comer conmigo en mis veladas sociales a condición de que te refrenes de tus
desagradables discusiones, para mi muy fastidiosas, así como en todas esas
lamentaciones sobre lo estúpido que es el mundo y la miseria del hombre, pues estas
cosas siempre amargan la noche y me producen pesadillas, y a mí me gusta dormir bien.

B. ESTUDIOS UNIVERSITARIOS. NACE UN FILÓSOFO

A Arthur le queda claro el deseo de su madre y si bien se muda a Weimar, no vive con
ella. Durante el tiempo que está allí toma clases de latín y griego, y el resto lo estudia de
manera autodidacta. Luego de recibir, a los 21, la parte de la herencia paterna que le
corresponde se va a Gotting donde finalmente comienza a estudiar en la universidad.
Primero, medicina, después, filosofía. El mismo profesor que lo convence para que se
cambie de carrera, Gottlob E. Schulze (1761-1833), es quien lo acerca a las lecturas de
Platon y Kant, autores claves en la posterior filosofía Schopenhuariana.

“La vida es un asunto penoso y yo me he propuesto consagrar la mia a la reflexión sobre


ella”

Dos años después, acostumbrado a las mudanzas y tentado por el prestigio de su


universidad, Schopenhauer se traslada a Berlin. Fichte, el filosofo de mayor reputación en
Alemania por ese entonces, acaba de ser nombrado rector de esa casa de estudios y
también da clases. Arthur concurre a ellas.
Algunas notas que se conservan de sus años universitarios indican que en esa época
Schopenhauer ya siente un profundo desprecio por los profesores universitarios.
Arthur sobre Fichte: “Me dan ganas de ponerle una pistola en su garganta. Está forzando el
lenguaje para conseguir lo que quiere”

También señalan que tiene ideas propias acerca de la filosofía y sus métodos. “Mi
filosofía-escribe en 1815-nunca rebasara en modo alguno el dominio de la experiencia,
esto es, de lo perceptible. Se limitara, como cualquier otro arte, a reproducir el mundo”

Después de la derrota de Napoleón en Rusia (1812), Prusia se levanta contra Francia.


Schopenhauer, lejos de sumarse al clima militarista y nacionalista de Berlín, se retira a una
pequeña ciudad para escribir su tesis de doctorado. Una vez que la universidad de Jena se
la apruebe en 1813 la manda a publicar, pagándola de su bolsillo. El título que lleva, La
cuádruple raíz del principio de razón suficiente, dicen, le causa a su madre tal
impresión que pregunta si se trata de un libro para boticarios. A los 26 años, ya doctorado,
Schopenhauer se instala otra vez en Weimar. Por supuesto, no vive con su madre pero si
participa de sus veladas literarias. Allí conoce al ya famoso y renombrado Goethe, con
quien mantiene una relación particular.
La relación fluida con Goethe dura poco: en 1815, Schopenhauer le manda el manuscrito
en el que desarrolla el tema de la visión (sobre la visión y los colores) Goethe, que
probablemente se siente ofendido por la soberbia de Arthur, en vez de mandarle un
comentario sobre su trabajo, le devuelve el mismo manuscrito sin ninguna mención ni carta
que lo acompañe.
Tambien en los salones literarios de su madre, Arthur tiene el segundo encuentro clave
para el desarrollo de su filosofía. Friederich Majer (1771-1818), orientalista y discípulo de
Herder (1744-1803), le acerca las Upanisad1 en una versión latina de la traducción persa
del original sanscrito. La antigua filosofía india es para Schopenhauer un bálsamo ante
tanta oscuridad.

Schopenhauer sobre Upanisad “Este libro ha sido el consuelo de mi vida y lo será de mi


muerte”

Otra fuerte pelea con su madre hace que Arthur se vaya de Weimar en mayo de 1814 y se
instale en Dresde, capital alemana del arte. Es la última vez que ve a Johanna. Tanto es
así que, aunque ella vive veinticuatro años más, durante ese tiempo solo mantienen una
fría y escasa correspondencia. Incluso cuando Johanna muere, en abril de 1838.
Schopenhauer se entera que ha sido desheredado expresamente tres veces por su madre
a lo largo de esos años.

La obra más importante de Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación.


A pesar de que cuando la pública tiene solo treinta años, la doctrina filosófica que allí
aparece es la que sostendrá, casi sin modificaciones, el resto de su vida.
Mientras escribe El mundo como voluntad y representación, La cuádruple raíz del principio
de razón suficiente, solo acumula polvo: nadie lo compra ni lo consulta y ningún profesor lo
comenta en sus clases. Pero, a decir verdad, a Arthur mucho no le preocupa. El tiempo
libre que le queda después de trabajar lo aprovecha para ir al teatro, pasear por el botánico
o concurrir a la opera. Le gusta tanto el teatro que dice que no ir es como intentar vestirse
sin espejo.
Si bien, El mundo como voluntad y representación, publicado por primera vez en 1819, es
para su autor “una conjunción de pensamientos interconectados que no se dieron nunca en
ninguna cabeza” para el resto de los lectores no es gran cosa. El escaso eco que provoca
en el círculo intelectual es un anticipo de los largos años de oscuridad y asilamiento que
1
Upanishad. Se conoce como Upaniṣad a cada uno de los más de 200 libros sagrados hinduistas escritos en
idioma sánscrito de los cuales los más antiguos y representativos datarían aproximadamente de entre el 800
y el 400 a.
padece su obra.
Luego de terminar su libro, Arthur pasea por Italia cuando se entera, a través de una carta
de su hermana, que la firma en la que la familia ha invertido todo su capital está a punto de
quebrar. Regresa entonces a Alemania. Hasta ese momento, Arthur no ha necesitado
trabajar y sabe que ese lujo se lo debe a su padre. Años después se lo agradecerá con
estas palabras “Poder vivir de la verdad sin convertirme en mártir, eso te lo debo a ti”. Pero
en ese momento, y tal vez por el temor a perder toda su fortuna, Schopenhauer solicita un
cargo de profesor en la universidad de Berlín. Después de someterse a un examen oral, le
conceden el cargo de profesor de filosofía. Pero tampoco en esto le va bien. El problema
es la hora que elige, el mismo y apropósito, para dictar sus clases. La cursada de 1820 era
lunes de 16 a 18 hs en el aula 301, el problema es que a esa misma hora y ese mismo día
en el aula 300 daba clases un tal Hegel.

Después de ese semestre catastrófico. Schopenhauer no vuelve a dar clases nunca más.
De su estadía en Berlín, sin embargo, obtiene algo más duradero: la relación con Carolina
Richter. Corista, actriz y bailarina de la opera berlinense, la muchacha tiene, al comenzar la
relación, diecinueve años y un hijo con otro hombre.
El mismo año en que conoce a la bailarina, empieza para Schopenhauer otra larga historia.
Producto de su irritabilidad extrema con los ruidos, Schopenhauer pierde el control con su
vecina y lo paga caro.
Su vecina, la costurera Carolina Louise Marquel, le inicia un juicio alegando que con el
empujón y la caída ha quedado incapacitada para trabajar. El tribunal le da la razón y él
debe pagarle una pensión vitalicia. Diecisiete años después, en 1842, cuando la anciana
muere, Schopenhauer, liberado del compromiso económico, escribe la famosa frase “obit
anus, abit onus” (muerta la vieja desaparece la carga) en el certificado mortuorio.2

Tal vez la costurera exagero la pelea con su vecino para sacarle algún beneficio
económico. Pero lo cierto es que, como lo describe su biógrafo Gwimmer. Schopenhauer
es un hombre de pasiones fuertes y sentimientos misóginos. Paranoico e hipocondriaco,
oculta en lugares extraños sus objetos de valor y lleva siempre con él una botella de agua
para evitar envenenamiento. El miedo a contagiarse de alguna enfermedad lo hace
mudarse de ciudad. En 1831, por ejemplo, luego de un sueño que interpreta como
premonición de su propia M
Muerte, abandona Berlín y huye de la epidemia de cólera que acaba con la vida de su
odiado rival Hegel.
Arthur le ofrece a Carolina abandonar la ciudad e instalarse juntos en otro lugar. La única
condición que le pone es que no lleve a su hijo con ellos. Quizás Arthur piensa que
2
Deja discapacitada a una vieja
Carolina es como su madre, pero se equivoca. Ella decide quedarse en Berlín y así termina
el noviazgo más largo de Schopenhauer. Después de despedirse de Carolina y de viajar
por un tiempo, se instala en Frankfurt. Allí vive en un departamento frente al rio Maine.
Elige esa ciudad por los buenos médicos y el buen clima pero también por la calidad y
cantidad de obras de teatro, óperas y conciertos. El primer invierno lo pasa solo, enfermo y
encerrado, pero luego, junto con sus perros, encuentra la vida tranquila que tanto buscaba.
No se mueve nunca más de esa ciudad.

Algunos críticos ven en el fracaso de su experiencia como profesor la razón de su odio


hacia la filosofía académica; otros (apoyándose en apuntes y argumentos propios de
Schopenhauer) consideran que este rechazo es de más larga data y sobre todo, de raíz
más profunda, ideológica. De cualquiera manera, Schopenhauer sostiene que la
persecución del sustento es incompatible con la búsqueda de la verdad, y esto a pesar de
que durante años hace todo lo posible por publicar sus escritos. No busca dinero (no lo
necesita): quiere fama y reconocimiento. Luego de varios intentos logra, en 1836, publicar
Sobre la voluntad en la naturaleza, un libro en el que dice sistematizar las
confirmaciones que su filosofía ha recibido de las ciencias empíricas de la época.

“La verdad en todos los tiempos ha sido una compañera peligrosa, una invitada
inoportuna. Probablemente por ello ha sido representada siempre desnuda, porque no trae
nada, ni nada tiene que repartir, únicamente quiere ser buscada por sí misma”

En 1839, su trabajo Sobre la libertad de la voluntad humana gana un concurso organizado


por la Real Sociedad Noruega de Ciencias. Es el primer reconocimiento público de su obra.
Schopenhauer tiene cincuenta y un años. Al año siguiente, engolosinado presenta otro
texto (Sobre el fundamento de la moral) al concurso que organiza la Real Sociedad
Danesa de las Ciencias. Su escrito es el único presentado, pero el jurado declara el premio
desierto. La causa, alegan, es la irrespetuosidad del autor hacia los filósofos consagrados.
A pesar del fuerte deseo de ser reconocido, Arthur, quizás aconsejándose así mismo,
escribe:
Que hay que desear? Contemplar la puesta del sol. Resultándonos indiferente que nos
hallemos en una mazmorra o en un palacio. Eso y nada más es lo que se debe desear.
Quien puede hacerlo? Cualquiera. Quien lo pretende? Todos. Quien lo hará? Uno entre
cientos.
En 1841 logra publicar ambos ensayos bajo el nombre Los dos problemas fundamentales
de la ética.
Tras muchos intentos, en 1844 consigue que se reimprima (Veintiséis años después de la
primera) una segunda edición de El mundo como voluntad y representación. En ella
incluye, además, una serie de complementos en los que ha estado trabajando durante todo
ese tiempo. Esta vez no se hace cargo del costo de la edición, pero por contrato tampoco
recibe ningún beneficio.
Amargado y recluido como siempre, se dedica a escribir pensamientos sobre diversos
temas en forma de aforismos y pequeños ensayos que publica en 1851, bajo el nombre de
Parerga y Paralipomena. Durante ese tiempo empieza a aparecer, como un lejano y débil
rumor, reseñas escritas y orales que señalan que El mundo como voluntad y
representación ha comenzado a leerse en algunos circuitos intelectuales.

Whilem Gwinner será su primer biógrafo. John Oxenford, le realizara la primera


critica que lo hara famoso en serio. J. A. Becker, considerado por Arhur, como su
apóstol mas erudito.

CAPITULO 3. SUS OBRAS

En el prólogo de El mundo como voluntad y representación, Schopenhauer hace


una serie de recomendaciones:

-Tiene paciencia y lee dos veces este libro


-Como una buena introducción te conviene leer primero La Cuádruple Raíz del
Principio de Razón Suficiente

-Para comprender lo que aquí digo hay que tener conocimiento de la filosofía de
Kant.
Si además sabes algo de Platón, tanto mejor. Y si tuviste la felicidad de acceder a
las upanisad, pues entonces estarás mejor dispuesto de la mejor manera para
comprender lo que aquí tengo para decir.

Schopenhauer es capaz de decir “Lo mejor de mi propio desarrollo intelectual he de


agradecérselo tanto a la obra de Kant como a la de los escritores sacros de los
hindúes y a la de Platon”

A. SUS MAESTROS

Platón: Las ideas


Platón (428/427-347 a.C) coloca la piedra fundacional de todo edificio metafísico
occidental. En sus escritos aparece la mayoría de los grandes problemas filosóficos
y por ese motivo se dice que toda la filosofía posterior es solo una nota al pie de
sus diálogos.
Platón elabora su doctrina en respuesta al relativismo moral y al escepticismo
intelectual de su época. Postula un mundo de realidades eternas, formas o ideas,
que se hallan totalmente separadas del mundo percibido por nuestros sentidos y
solo pueden ser conocidas por el puro intelecto. Esas formas o ideas existen “en si
y de por si”, con independencia tanto de la mente que las conoce como de las
cosas sensibles y materiales. Estas ideas, a su vez, están causadas por la Forma o
Idea del Bien, que es la forma máxima. Para Platón, el mundo percibido por
nuestros sentidos está en perpetuo cambio, es un mundo de apariencias
eternamente cambiantes de las que no es posible, por lo tanto, obtener ningún
conocimiento real, sino pura opinión. En cambio las ideas son eternas, inmutables,
universales, iguales a si mismas y constituye por esto los únicos objetos de
conocimiento verdadero. Son además paradigmas modelos ideales de perfección y
causas de las cosas particulares.
La teoría de Schopenhauer toma las ideas platónicas como entidades
intermediarias entre la esencia ultima y única del mundo (la voluntad) y la
multiplicidad de cosas particulares.
Platón: El Alma
En su doctrina de las ideas, Platón no pude dejar de vincular estas entidades con la
forma que tienen los hombres de conocerlas. El alma tiene que ser tal que, siendo
particular, pueda de todas formas acceder a las ideas que son universales y
eternas. Platón sostiene entonces la inmortalidad y la reencarnación del alma. Al
percibir en este mundo las cosas sensibles y particulares, el alma recuerda las
formas correspondientes (teoría de reminiscencia) a las que tuvo acceso en su
existencia divina. El conocimiento de la realidad implica para Platón un encuentro
entre el alma y las formas o ideas en un mundo que trasciende el mundo material.
Para Platón, además de la razón como conductora y unificadora de la personalidad
humana, hay una fuerza emotiva que está detrás de todo pensamiento y toda
acción: Eros, el deseo. Esta fuerza impulsora puede ser utilizada por cualquier de
las tres partes del alma. Si este deseo está al servicio de la Razón entonces
alcanzara su propio fin, es decir, el mundo trascendente, el mundo de las ideas.
Schopenhauer tomara de Platón la idea de que el hombre puede acceder a la
esencia de las cosas o ideas. El deseo, la fuerza impulsora que motiva el
pensamiento y la acción humana serán el eje de su propia doctrina. Además,
matizada con otras creencias, también retomara la teoría de la reminiscencia.

Los Vedas
Los Vedas son los escritores sagrados de la tradición india. Buena parte de las
escuelas filosóficas posteriores de ese país se han inspirado tanto en ellos como en
las producciones orales y escritas que los suscitaron. Los Vedas se componen de
cuatro libros o colecciones (Rig-Veda; Yajur-Veda; Sama-Veda y Altharva-Veda)
que contienen himnos dirigidos a las divinidades, máximas rituales para los
sacrificios, melodías para el canto y recetas mágica. A los Vedas se les han
agregado numerosos comentarios, llamados Upanisad, que intenta explicar la
realidad.
Las distintas interpretaciones de los artículos de fe produjeron una multitud de
movimientos filosóficos y religiosos. En el siglo VI a.C, surgieron dos grandes
disidencias hindúes (jainismo y budismo) que discutieron algunas de las
enseñanzas de los Vedas. Los que permanecieron bajo la “Sanatana Dhrama (“Ley
eterna” o hinduismo) son las llamadas “escuelas ortodoxas” (Nyaya, Vaisheshika,
Samkhya, Yoga, Mimansa y Vedanta)

Las Upanisad
Estas doctrinas eran consideradas secretas, por eso a veces se identifica Upanisad
a secreto; pero en realidad significa “el sentarse (Sad) con devoción (ni) junto a
(apa) un maestro” Transmitidas en forma de máximas, explicaciones e
interpretaciones, ellas señalan cual es la realidad suprema o causa verdadera y
única de todas las cosas. Además, establecieron diversos modos de entrenamiento
para conseguir el abandono
de lo sensible (lo material) que no es más que pura apariencia. Estas doctrinas
enseñan a levantar el velo de maya (ilusión) que cubre la realidad para conocerla
como verdaderamente es y contemplar lo absoluto, lo divino.
Las Upanisad nos muestran que Brahman es el principio supremo y único del
mundo, es una especie de fuente inagotable de lo real. Atman, que significa aliento
o respiración, Es la realidad interior o el Yo íntimo del individuo. Brahman y Atman
son las dos caras de la misma realidad suprema o causa de todo. Es el Absoluto
que se halla en el fondo tanto del universo como del yo.
Cuál es el Bien supremo y cuales los métodos que debe seguir el hombre
para alcanzarlo son las preguntas que dan vida a la filosofía india. El hombre
debe lograr el máximo dominio sobre si y sobre el mundo con el fin de liberarse de
la realidad aparente y miserable y entonces la salvación o liberación (moska). Por
eso, la filosofía es más bien considerada una vía o un modo de existencia que una
serie de conocimientos que pretenden únicamente describir lo real. En ese sentido,
la filosofía india es meramente práctica y no teórica. La idea de que el mundo es
una pluralidad de cosas distintas es considerada maya o ilusión. Si vemos una flor
al lado o sobre una roca, las pensamos como dos cosas diferentes. Pero no, esa
flor y esa piedra las estamos separando con el pensamiento pero en realidad
forman parte de lo mismo. El mundo es una unidad inseparable o, de formas más
precisa, una no dualidad o no pluralidad. Esta idea de que el mundo es una
unidad inseparable también será tomada por Schopenhauer. Para el, todo forma
parte de una misma unidad: la voluntad ciega e irracional. Además retomara la
noción de los caminos para purificar el alma, que deben recorrerse si no se quiere
estar toda la vida yendo del sufrimiento al aburrimiento.

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