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Historia de la Filosofía Departamento de Filosofía

Unidad 9. El siglo XIX: el nacimiento de una nueva época I.E.S. de Cox

El pesimismo ante la vida: Schopenhauer y su influencia en Nietzsche1

La crisis de confianza en los proyectos de la razón humana para mejorar el mundo tiene
su guinda en la filosofía de Schopenhauer (autor que más influirá en Nietzsche). Para él
cada ser individual es manifestación de una única voluntad de vivir: un impulso ciego,
una especie de fuerza cósmica que se esfuerza por afirmar su propia existencia a expensas
de los demás seres. Por eso el mundo, incluido el humano, es un cúmulo de crueldades y
codicias, lleno de egoísmo. En el ser humano el acto sexual y la reproducción evidencian
esa voluntad de vivir. La sexualidad esclaviza al individuo a la especie, su única finalidad
es reproducir su ciego ciclo de dolor hasta el infinito. La negación de la voluntad pasa
entonces por el aquietamiento de dicho deseo hasta su literal aniquilación. El postulado
de la castidad se constituye así, lógicamente, como la culminación de su sistema
filosófico.

Schopenhauer sólo ve una solución que recuerda mucho al nirvana oriental: hay que
negar la vida y convertirnos en seres sin deseo. Hay que renunciar a todo aquello que
nos hace vivir, a todas aquellas pulsiones que nos reafirman en la vida (sexo, deseos,
avaricias, envidias…). Para ello sólo hay dos caminos, pues el suicidio no sería más que
una manifestación de la voluntad de vivir anta la incapacidad de soportar el dolor o el mal
que le acosa:

– La experiencia estética. La contemplación de la belleza permite alejar de nuestras vidas


todo aquello que es voluntad de vivir. Embelesados como quedamos ante una obra de
teatro, escuchando música clásica o contemplando sin peligro una tormenta en alta mar,
nos descargamos por un instante de las miserias humanas. Lo malo es que sólo dura
mientras dura la contemplación, o sea, un suspiro. Es un breve paréntesis que,
sobrepasado, vuelve a accionar nuestros instintos primarios.

– La santidad o el ascetismo. Esta es la única solución duradera: renuncia a la voluntad


de vivir, renuncia a autoafirmarnos, renuncia a nosotros mismos. Castidad, pobreza,
compasión, mortificación… con todo ello no nos matamos corporalmente, pero, como el
santo, existimos en el tiempo sin existir en el mundo.

Nietzsche le dará la vuelta a Schopenhauer. La voluntad de vivir, convertida en voluntad


de poder, exige autoafirmarse sean cuales sean las circunstancias. Schopenhauer crea el
concepto de voluntad de vivir para reivindicar su anulación práctica. Nietzsche lo recoge
y lo reconvierte en voluntad de poder para reivindicar su realización práctica.

1
Material extraído del cuaderno de preparación de las P.A.U. de la editorial Editilde (Diálogo): Achilés
Quintana, A., Ruiz Cortina, J.J., Vilana Taix, V., Nietzsche. Crepúsculo de los ídolos, Valencia, Editilde,
2009, pp. 11-12

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