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Manuel Murillo
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¿Qué son los tres registros?
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Manuel Murillo
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¿Qué son los tres registros?
Manuel Murillo
Prólogo
Clara Azaretto
Brueghel
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Manuel Murillo
ISBN 978-987-42-3893-1
Derechos reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial.
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¿Qué son los tres registros?
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¿Qué son los tres registros?
ÍNDICE
LO PSÍQUICO Y LO SOMÁTICO
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Manuel Murillo
¿Qué es un post-freudiano? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Freud, y después los post-freudianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
PARTE I: EL SIMBOLISMO
EN CARL JUNG Y ERNEST JONES
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¿Qué son los tres registros?
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Manuel Murillo
DISCUSIÓNES Y CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
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¿Qué son los tres registros?
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Manuel Murillo
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¿Qué son los tres registros?
PRÓLOGO
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Manuel Murillo
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¿Qué son los tres registros?
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Clara Azaretto
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¿Qué son los tres registros?
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¿Qué son los tres registros?
INTRODUCCIÓN DE LA PREGUNTA
POR LOS TRES REGISTROS
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Nos referiremos a lo largo de este trabajo a Lacan, en términos de su enseñan-
za, o su obra. La diferencia terminológica responde a un único criterio: tem-
poral. Cuando nos refiramos en términos de enseñanza en general lo haremos
respondiendo a algún aspecto que supone la diacronía del trabajo de Lacan. Nos
referiremos en cambio a obra para subrayar un aspecto sincrónico, como si to-
máramos la obra en su conjunto.
2
La letra imprenta que sigue a cada referencia entre paréntesis indica la sección
donde se hallará la fuente en el apartado final de Bibliografía.
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Manuel Murillo
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En el Seminario 22 plantea un anudamiento borromeo entre cuatro elementos:
lo real, lo simbólico, lo imaginario y un cuarto. Pero dicho cuarto elemento no
es estrictamente hablando un cuarto registro, sino el redoblamiento de alguno
de los otros tres, razón por la cual Lacan lo llama nominación real, simbólica o
imaginaria.
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¿Qué son los tres registros?
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Desarrollaremos este problema en general a lo largo de todo el trabajo, y en
particular en el capítulo Discusiones y conclusiones.
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Desarrollaremos este problema en el capítulo Discusiones y conclusiones.
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Desarrollamos este problema en los capítulos Lo psíquico y lo somático y El
símbolo, la imago y el ello.
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Manuel Murillo
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Desarrollaremos este problema en los capítulos Lo simbólico, lo imaginario y
lo real, partes II y III y Discusiones y conclusiones.
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Desarrollaremos este problema en los capítulos Lo simbólico, lo imaginario y
lo real, partes II y III y Discusiones y conclusiones.
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¿Qué son los tres registros?
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Desarrollaremos este problema en los capítulos Lo psíquico y lo somático, Lo
simbólico, lo imaginario y lo real y Discusiones y conclusiones.
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Desarrollaremos este problema a lo largo del trabajo, en los capítulos Lo psí-
quico y lo somático, El símbolo, la imago y el ello, y Lo simbólico, lo imaginario
y lo real.
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Y esto, en relación con los siguientes elementos constitutivos de la hipótesis:
1. la idea de registros, diferenciados, y en plural; 2. cada uno de ellos, real,
simbólico e imaginario considerados en sí mismos; 3. las relaciones entre dos
registros, dejando por separado un tercero; 4. las relaciones entre dos registros,
confrontados con un tercero; 5. la reunión o asociación de lo real, lo simbólico y
lo imaginario, como constituyendo una tríada de registros; 6. finalmente, la aso-
ciación de esta tríada a la experiencia analítica y al sujeto tal como allí se pone
en juego. Cada modelo implicado en el recorrido genealógico de la hipótesis de
los tres registros ha servido a Lacan en la elaboración de por lo menos alguno
de estos seis puntos.
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Antecedentes al problema
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¿Qué son los tres registros?
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¿Qué son los tres registros?
tros de Lacan son los tres registros del aparato psíquico, asimilan-
do de esa manera los tres registros lacanianos al registro psíquico
freudiano (Roudinesco, 1993: p. 319; Baudes de Moresco, 1995: p.
9 y 21; Grignoli, 1999: p. 42 E) En otros textos puede leerse una
línea de pensamiento que articula lo real al cuerpo, lo imaginario
al alma, siguiendo una indicación de la propia obra lacaniana, y
lo simbólico al nexo que articula cuerpo y alma (Laurent e Indart,
2008 E). Esta perspectiva de entender el problema recuerda una
de las propuestas freudianas, según la cual el inconsciente es el
mediador entre el alma y el cuerpo (Freud-Groddeck, 1917: p. 39
A). D. Rabinovich (1995 E) y Allouch (2007, p. 48-49 E) retoman
otra línea de pensamiento, también recogida de la obra de Lacan,
que subraya y acentúa la crítica que hace Lacan a la noción de
alma o psique. En este caso, no se trata de concebir al alma como
lo imaginario, sino de desestimar como tal la categoría de alma
para la elaboración conceptual del discurso psicoanalítico. Esto es
coherente con las referencias que indican la sustitución que hace
Lacan de las tópicas freudianas con sus tres registros (Lucioni,
1993: p. 18 y 22; Assoun, 2000: p. 140 E). En este sentido, los regis-
tros lacanianos no serían una tercera tópica o teoría del aparato
psíquico, sino un “modelo” alternativo o diferente, a las tópicas
freudianas. Tal como se lo pregunta Anzieu a Lacan en 1953.
En el mismo sentido, algunos autores (Allouch, 1993 E) postu-
lan que los tres registros de Lacan son superadores del modelo
dualista freudiano, aunque no se refieran explícitamente al dua-
lismo del cuerpo y del alma, sino a otras formas de dualismo,
por ejemplo el dualismo pulsional. Otros autores (Garrido Eli-
zalde, 2007; Villalba Francia, 2007 E) postulan explícitamente que
los tres registros de Lacan constituyen un modelo superador del
esquema dual freudiano cuerpo-alma. P. Valas en El cuerpo en la
biología, la medicina y el psicoanálisis lo refiere de esta manera: “…si
bien hay que distinguir entre lo imaginario, lo real y lo simbólico,
la distinción de psique-soma, a partir de tal definición, se vuelve
caduca.” (1988, p. 8 E) En La metapsicología revisitada Green se re-
fiere a la relación entre lo simbólico lacaniano y el inconsciente
freudiano, destacando la pregunta por los conceptos fundamen-
tales en psicoanálisis: “…la cuestión de las relaciones del lenguaje
y el inconsciente seguirá siendo una clave importante, una cues-
tión pendiente, la cuestión tal vez del psicoanálisis. […] Lo que
hay que decir también es que Freud nunca otorgó al lenguaje una
posición conceptual en su teoría. El concepto fundamental de la
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En 1976 Lacan se refirió explícitamente a esto en términos de abrochamiento:
“...tres categorías que yo abroché (digo ‘abroché’ porque cuando juntamos unos
términos con unas categorías, es un abrochamiento)” (1976, 24/1/76 C)
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¿Qué son los tres registros?
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En este sentido cabría decir que si los tres registros son una hipótesis de Lacan,
nuestro trabajo toma el enfoque de re-construir en ciertos aspectos el marco
teórico, o el terreno de ideas, sobre el cual esta hipótesis se desarrolla.
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En general se excluyó de la exploración textos posteriores a 1953 por
ser en dicho momento que se formula como tal inauguralmente la hipó-
tesis de los tres registros.
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LO PSÍQUICO Y LO SOMÁTICO
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¿Qué son los tres registros?
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Pedimos disculpas al lector si a lo largo del trabajo nos servimos de nu-
merosas o extensas citas de los textos tratados. Es que en este trabajo las
citas constituyen la exposición misma de los datos en los que se apoyan
nuestras ideas.
2
En 1949 C Lévi-Strauss se referirá a algo semejante en La eficacia simbóli-
ca, texto que Lacan considerará respecto del registro de lo simbólico y del
cual trataremos en el capítulo Lo simbólico, lo imaginario y lo real, parte I.
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Lo psíquico ↔ lo somático
(Palabra, afectos, imaginación)
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El aparato neuronal
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APARATO NEURONAL
(procesos psíquicos)
ORGANISMO
(procesos somáticos)
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¿Qué son los tres registros?
Imaginación Realidad
w
Q (psíquica)
yo, y j comunicación
Qh
Q
Q (somática)
Cuerpo nutrición
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Digamos nuevamente que esta distinción como tal no está presente de
manera explícita en el texto de Freud. Lo subrayamos especialmente por-
que creemos que esta es precisamente la distinción que hará Winnicott
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¿Qué son los tres registros?
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“Esto es, precisamente, lo que les estoy diciendo: el lugar psíquico en
cuestión no es psíquico; es, simplemente, la dimensión simbólica, que
pertenece a otro orden.” (1954-1955, p. 201-202 C)
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¿Qué son los tres registros?
VIVIENTE OTRO
Organismo Cuerpo
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El Otro es, en un sentido fundamental, un orden: “...lo más elevado que
hay en el hombre, que no está en el hombre sino en otra parte, es el orden
simbólico.” (Lacan, 1954-1955: p. 178 C) Pero es también algún sujeto que
encarna alguna función que ese orden instaura.
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¿Qué son los tres registros?
representante
psíquico
Ap. psíquico
Org. /cuerpo
Órgano
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Lacan dirá que esta representación del representante psíquico de la
pulsión, es equivalente a su noción de significante (1958-1959 C), dentro
del psiquismo freudiano (1959-1960 C).
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En diferentes textos freudianos un compuesto semejante aparece bajo
diferentes formas: en Las neuropsicosis de defensa (1894 A) Freud analiza
el síntoma histérico y el síntoma obsesivo como la separación de una
representación inconciliable para el yo, y un afecto penoso asociado a
ella. Por un falso enlace, en la histeria, dicho afecto se deriva al cuerpo,
mientras que en la neurosis obsesiva se enlaza a otra representación. En
el análisis del caso Dora precisa que el síntoma histérico necesita para su
constitución aportaciones tanto de lo psíquico como de lo somático: un
sentido psíquico y una colaboración somática (1901b, p. 954 A). En La in-
terpretación de los sueños se refiere al socio industrial, que aporta la idea del
sueño, y al socio capitalista, que aporta el gasto psíquico necesario para la
formación del sueño (1900, p. 686 A). En Fantasías histéricas y su relación
con la bisexualidad se refiere a una “soldadura” entre el placer procurado
en una zona erógena del cuerpo y una fantasía o representaciones aso-
ciadas a la misma (1908, p. 1350 A). En cada caso se trata de dos elemen-
tos susceptibles de separación o soldadura que responden por lo tanto
a registros heterogéneos: lo psíquico y lo somático. Incluso la siguiente
distinción de cuadros parece, en algún sentido al menos, responder a
esta heterogeneidad: la neurosis obsesiva y la paranoia como un trastor-
no localizado en el aparato psíquico, y la histeria y esquizofrenia como
un trastorno localizado en el cuerpo.
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Desarrollaremos esta referencia en el capítulo El símbolo, la imago y el
ello, parte IV.
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El yo y el ello
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Creemos, sólo a modo de conjetura, que aquí Freud sugiere una idea
temporal y no espacial. Es decir, no se trata de que lo inconsciente articu-
le lo corporal a lo anímico, sino que en el desarrollo que va de una vida
corporal, un organismo vivo, a una vida psíquica, es decir un animal
humano, lo que interviene como nexo en el tránsito de uno a otro es lo
inconsciente. Acaso incluso lo inconsciente de los padres. Cuestión que
analizaremos en el capítulo El símbolo, la imago y el ello con el concepto
de herencia arcaica.
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En el capítulo El símbolo, la imago y el ello veremos cómo la escuela inglesa
retoma esta referencia freudiana en los conceptos de pulsión y fantasía.
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mundo externo
Ap. psíquico
Org. /cuerpo
Órgano
¿Qué es lo psíquico?
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¿Qué son los tres registros?
Lo psíquico ↔ lo somático
(Palabra, afectos, imaginación)
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Leonardo Leibson desarrolla esta idea en Dimensiones del cuerpo en psi-
coanálisis: los dos cuerpos de Freud (2011 E).
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¿Qué es un post-freudiano?
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En un artículo que lleva por título ¿Qué es un post-freudiano? (Murillo,
2014a G) analizamos el lugar de los post-freudianos en el psicoanálisis
después de Freud y antes de Lacan, y el problema de la historia del psi-
coanálisis, de su cuerpo de ideas y de su investigación a lo largo de la
historia. Lo que aquí sigue es una síntesis de aquel artículo, que sirve a
los efectos de este capítulo.
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Si Lacan dijo de Freud que no tenía una idea de los tres regis-
tros, aunque sí una sospecha de ellos, debemos decir que en los
post-freudianos tampoco hallamos una idea de los tres registros,
pero sí una teoría del símbolo, la imago y el ello.
Suele ser frecuente que se remita la genealogía de algunos con-
ceptos lacanianos a otras disciplinas, y eso aplica también para
los tres registros. Pero al menos en este caso la genealogía dentro
del psicoanálisis mismo no es menos fundamental que la otra.
Existe en los post-freudianos muchos desarrollos respecto del
concepto de símbolo y del simbolismo, de la imaginación, la ima-
go y la realidad.
El título del capítulo indica una organización del mismo a
partir de los conceptos de símbolo, imago y ello. No haremos un
tratamiento lineal o sistemático de estos conceptos en los psicoa-
nalistas que trataremos. En general todos los post-freudianos han
hablado de estos conceptos pero a los fines de esta genealogía
haremos un recorte particular. Símbolo, imago y ello no constitu-
yen en sí una tríada conceptual en ninguno de estos autores. Es
una construcción nuestra que sigue los hilos de esta genealogía.
Y es de alguna manera lo que Lacan reunirá posteriormente en su
propia hipótesis.
En un primer avance del trabajo habíamos organizado el ín-
dice expositivo en tres grandes partes: lo psíquico y lo somáti-
co en Freud, lo psíquico y lo somático en los post-freudianos, lo
simbólico, lo imaginario y lo real en Lacan. Esto permitía dar un
acento fuerte a la hipótesis lacaniana, como si dijéramos, antes y
después de los tres registros. Pero la lógica misma del trabajo hizo
forzoso dos operaciones: por un lado quitar los nombres de autor,
lo cual da más acento a los conceptos y su historia. Y por otro,
“equivocar” la idea de que en los post-freudianos existe una hi-
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¿Qué son los tres registros?
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Nos orienta en cambio la indicación lacaniana: “Se piensa contra un sig-
nificante. Este es el sentido que he dado a la palabra apensamiento. Uno
se apoya contra un significante para pensar.” (1975-1976, p. 153 C) Res-
pecto de varios conceptos psicoanalíticos vale aplicar este criterio: Lacan
pensó contra conceptos post-freudianos, se apoyó en ellos para pensar.
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PARTE I: EL SIMBOLISMO EN
CARL JUNG Y ERNEST JONES
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En algún sentido al menos el nombre psicología de las profundidades indi-
ca esto mismo: la presencia en el hombre de algo que tiene que ver con
el otro, llámese la divinidad, la sociedad, o el Otro lacaniano. Psicología
de las profundidades remite a una psicología del alma: la psicología de la
alteridad presente en el hombre. La crítica que Lacan hace de esta no-
ción a partir de la superficie de la banda de möbius se refiere a algo muy
puntual, articulado a las resistencias del analista, incluso al rechazo al
inconsciente del psicoanalista, y es clara en Lacan ya desde Función y
campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, cuando se refiere a la fun-
ción de la palabra. El analista que desconoce la función de la palabra,
busca en las profundidades, detrás de ella, lo que ella no dice, ignorando
lo que aparece en la superficie misma: “Llega así a analizar el comporta-
miento del sujeto para encontrar en él lo que no dice. Pero para obtener
esa confesión, es preciso que hable de ello. Vuelve entonces a recobrar
la palabra, pero vuelta sospechosa por no haber respondido sino a la
derrota de su silencio, ante el eco percibido de su propia nada.” (Lacan,
1953c: p. 238 C)
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Otro
Hombre
Alma
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Existe sin duda dentro del psicoanálisis concebido como una dis-
ciplina una teoría de lo simbólico2. Sus gérmenes están en la obra
freudiana, aunque sin embargo no está allí desarrollada. Su de-
sarrollo comienza más bien con el psicoanálisis post-freudiano3,
y en particular con la obra de Jung Transformaciones y símbolos de
la libido (1911 B). Jung se interesó a lo largo de toda su obra espe-
cialmente en los símbolos y el simbolismo. La historia del psicoa-
nálisis consagró a esta obra como un capítulo fundamental de la
teoría del simbolismo, a tal punto que marcó una división dentro
del psicoanálisis: el distanciamiento entre Freud y Jung. Freud
escribió una Historia del movimiento psicoanalítico con el propósito
de contar al mundo porqué Jung ya no es más un psicoanalista.
Como en la clínica, es un corte lo que revela la estructura4. Esta
división tiene un efecto de retorno en la teoría misma cuando Jo-
2
Hemos presentado ya un artículo sobre el tema, El significante no es un
arquetipo (Murillo, 2014b G). Lo que sigue es un resumen de aquella pre-
sentación, ajustado a los objetivos de este trabajo.
3
Aclaremos aquí que esto depende de lo que entendamos por “teoría
de lo simbólico”, lo cual vuelve todo relativo. Aquí nos referimos a la
construcción de un modelo que aborde el problema de lo psíquico o del
sujeto a partir de algún concepto de símbolo o simbolismo. En este sen-
tido, creemos que esta tarea nace con Freud, pero se desarrolla entre los
post-freudianos y Lacan.
4
Podría objetarse aquí que Jung no es un psicoanalista, ni siquiera un
psicoanalista llamado post-freudiano. Pero no-ser un psicoanalista es ya
de algún modo ser un psicoanalista. A nadie se le ocurriría decir por
ejemplo que Hegel no es un psicoanalista, porque acordamos que es un
filósofo, y esa observación no tendría sentido. Pero en el caso de Jung sí
lo tiene: fue el psicoanalista que Freud eligió como “príncipe heredero”
del movimiento psicoanalítico, pero con el cual luego se distanció, teóri-
camente y personalmente. Las ideas de Jung no son entonces indiferen-
tes al psicoanálisis, al contrario.
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La herencia arcaica
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“Concuerdo con Raúl Sciarreta –dice Emilio Rodrigué– en que la no-
ción de inconsciente colectivo es la única contribución de Jung que Freud
desaprovechó.” (Rodrigué, 1996: p. 453 B) Acaso no haya sido, Jones pri-
mero, pero sobre todo Lacan, quien haya retomado esa contribución,
anudándola además al cuerpo y por ello a la sexualidad. Pero antes de
eso, no queda del todo claro que Freud efectivamente la haya desaprove-
chado. El concepto de herencia arcaica nos lo impide pensar.
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El arquetipo y el complejo
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Lacan sugiere que el descubrimiento de Jung es también el descubri-
miento de una estructura, a pesar de sus particularidades y diferencias
respecto de la estructura freudiana y lacaniana: “También Jung, maravi-
llándose, re-descubre en los símbolos de los sueños y de las religiones,
ciertos arquetipos propios de la especie humana. Esta también es una es-
tructura; pero distinta a la estructura analítica.” (Lacan, 1953-1954: 13 C)
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La distinción de arquetipo, padre personal e imago anticipa la diferencia
que Lacan establece en 1952 y 1956 entre el padre simbólico, el padre
real y el padre imaginario. Es decir el padre en tanto opera como un sig-
nificante de la estructura, el padre en tanto otro histórico del sujeto que
actúa en nombre de aquel significante, y el padre terrorífico presente en
las fantasías el sujeto (Lacan, 1956-1957 C).
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imago del padre tienen lugar sin alguna relación a un otro histó-
rico familiar de la historia infantil del sujeto. Pero debe diferen-
ciarse la imago del padre, del arquetipo del padre, y del complejo
del padre. El arquetipo es anterior como tal al complejo y está en
su base misma dándole fundamento. La imago es un efecto del
complejo como aquella imagen, fantasía o representación incons-
ciente que continúa existiendo en lo psíquico, de aquel personaje
involucrado en alguna situación interpersonal, sea el padre, la
madre o un hermano.
Imago significa imagen en latín y es un término que ya había
sido utilizado por el cristianismo en la expresión imago Dei. Pero
llamó particularmente la atención de Jung a partir de la novela
Imago de Carl Spiteller de 1906, una obra cuya trama está tejida
entre la fantasía y la realidad de los personajes. A raíz del inte-
rés por este fenómeno y el término, se da este nombre a una de
las primeras revistas de psicoanálisis, fundada por Hanns Sachs,
Otto Rank y Freud mismo. La revista Imago se funda en 1912 con
el propósito de articular el psicoanálisis con otras disciplinas tales
como la antropología, la filosofía, la teología o la literatura.
En la obra freudiana casi no hallamos el término arquetipo,
pero sí en cambio los complejos y la imago. Freud se sirvió del
término complejo a lo largo de toda su obra, expresado como com-
plejo de representaciones, complejo psíquico, complejo personal,
complejo paterno, complejo materno, complejo parental, comple-
jo fraterno, complejo familiar. Pero la noción se estableció como
un concepto para él en el complejo de Edipo, como complejo nu-
clear de las neurosis, y el complejo de castración, anudado al an-
terior. Aun cuando Freud se sirve del término complejo mucho
antes de haber conocido a Jung, no deja de adjuntar a Jung el
mérito de haber elevado aquel término al valor de concepto para
el psicoanálisis. Y esto lo hace en el mismo texto donde señala
su distanciamiento con Jung: Historia del movimiento psicoanalítico
(1914, p. 1908 A). Freud nunca dejó de referirse al complejo de
Edipo o complejo de castración. El punto en que no acuerda con
Jung es en hacer de la noción de complejo una teoría. Allí donde
Jung hace una teoría de los complejos Freud más bien toma la
vía de hacer una teoría del aparato psíquico, o una metapsicología
de los procesos psíquicos, que sea acorde y dé explicación de su
experiencia clínica.
El término imago, menos utilizado que el de complejo, no tiene
en la obra freudiana un lugar destacado como concepto. Freud
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Para Jung los símbolos toman su fuerza del instinto y el juego en-
tre arquetipo e instinto se corresponde con el concepto biológico
de patrón de conducta (Jung, 1911: p. 171 B). El instinto funciona
cuando se pone en relación a una determinada imagen que, en el
caso del hombre, se trata de una imagen arquetípica o dada por
un arquetipo. Ahora bien, el desencadenamiento de un patrón de
conducta comandado por el instinto no supone para el hombre
una decisión respecto de su acción: “El instinto tiene un carácter
compulsivo mientras que la psique puede ser sometida a voluntad
e incluso aplicarse contra el instinto original (…) El hombre se ve
a sí mismo como un ser impulsado hacia algo y al mismo tiempo
como un ser que se representa algo.” (Jung, 1946: p. 154-155 y 187
B) En este sentido, arquetipo e instinto se oponen (Jung, 1946: p.
187 B) y los procesos psíquicos surgen del juego de esta oposi-
ción. Jung lo llama “compensaciones energéticas entre espíritu
e instinto” (Jung, 1946: p. 188 B). La voluntad del hombre está
situada entre el arquetipo y el instinto: “…la psique es esencial-
mente conflicto entre el instinto ciego y la voluntad, o sea la libertad de
elección.” (Jung, 1946: p. 157 B)
El instinto responde a lo que hay de animal en el hombre. El
arquetipo responde a lo que hay de espíritu en él (Jung, 1946: p.
189 B).
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Pero también el punto donde avanza en una formalización que se dis-
tancia del modelo metapsicológico del aparato psíquico: el inconsciente
colectivo no es una instancia del aparato sino símbolos extraños, exterio-
res al sujeto.
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personal o histórico.
Es también el concepto de libido de Jung lo que explica el fe-
nómeno de la multiplicación y arborización de símbolos en los
análisis de Jung. Allí donde Freud llega a un punto que llama “el
ombligo del sueño”, Jung llega a un punto que llama “rizoma”10
(Jung, 1911: p. 17 B), es decir todo lo contrario del ombligo del
sueño: “…cuanto más a fondo se va, tanto más se ensancha el
fundamento. No se torna precisamente más delgado y en modo
alguno termina en punta, como, por ejemplo, en un trauma psí-
quico.” (Jung, 1911: p. 18 B)11
10
Acaso entre otras fuentes, esta sea una de las principales referencias
que consideraron Deleuze y Guattari para elaborar su propio concepto
de rizoma en Mil mesetas (1980 B).
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En Freud, lo que garantiza ese punto de determinación, de límite al
simbolismo es la sexualidad, en tanto lo traumático por definición, y en
tanto que es en el aparato psíquico el gran “ombligo del sueño”; o como
también lo llama Freud, el factor económico.
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Símbolo
Idea / Afecto
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Creemos que aquí la hipótesis inglesa funde en una única unidad lo
que en los textos metapsicológicos freudianos está desdoblado entre el
representante psíquico de la pulsión, y su representación particular. Es
decir, aquel componente de la pulsión que en lo psíquico la representa
de alguna manera particular. Pero como vimos, esa representación no se
confunde con el hecho de que en lo psíquico la pulsión tenga una repre-
sentación como tal. El representante de la pulsión no tiene un sentido
psíquico a descifrar sino un lugar en una determinada economía libidi-
nal. La representación en cambio sí tiene un sentido, y puede reprimirse,
volver a la consciencia, etc. Para Freud la fantasía no es la expresión psí-
quica de la pulsión, sino la expresión psíquica de un deseo, que se anuda
a una economía pulsional particular.
4
Esto es el efecto que se deriva de fundir en una única unidad el repre-
sentante psíquico de la pulsión y su representación.
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Elaboración imaginativa
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En la teoría de Lacan mismo pervive esta hipótesis, aunque con otros
matices y lenguajes, en el matema i(a), que escribe en el Seminario 10,
como un modo de escribir la fórmula del fantasma. El fantasma, nom-
bre que Lacan da a la fantasía, es así una imaginarización del objeto a,
es decir aquel objeto de la pulsión, que interviene en el cuerpo, como
un exceso o un defecto de goce, como una pérdida de goce, y como la
causa del deseo. La diferencia para Lacan es que no se trata aquí de una
inscripción del cuerpo en términos de psiquismo sino del registro de lo
imaginario, que es uno de los modos en que lo psíquico es re-interpreta-
do por Lacan en la hipótesis de los tres registros. Winnicott avanza en la
misma línea llamando al concepto elaboración imaginativa, precisamente,
articulándolo más a las fantasías kleinianas que a las representaciones
del aparato freudiano.
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Adentro Afuera
2
En el Seminario 22 (1974-1975, 21/1/75 C) Lacan señala que el sentido
como tal puede representarse en la figura de una esfera y que la per-
cepción misma es esferoidal. Esto incluye pensar que a la vez que algo
se cierra como sentido, esto mismo configura una agujero de sentido
(representado también en la misma figura de la esfera), y algo ex-siste,
existencia desde donde el sentido se soporta.
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¿Qué son los tres registros?
somática. Freud mismo en Más allá del principio del placer imagina
una célula, donde no hay distinción psíquico-somática, que reci-
be estímulos del mundo exterior y del mundo interior, y de los
cuales debe defenderse3.
En todos los planos de la constitución subjetiva, es en estos
términos que Winnicott describe el desarrollo del niño: “Entre el
cuerpo y la psique no hay una identidad inherente. Tal como se
nos aparece a nosotros, los observadores, el cuerpo es esencial
para la psique, que depende del funcionamiento cerebral y surge
como organización de la elaboración imaginativa del funcionamien-
to corporal. Sin embargo, desde el punto de vista del individuo
en desarrollo, el self y el cuerpo no se superponen en forma in-
herente uno sobre el otro; empero, para la salud es preciso que
esa superposición se vuelva un hecho, de manera tal que el indi-
viduo sea capaz de identificarse con lo que no es, estrictamente
hablando, su self. La psique gradualmente llega a avenirse con el
cuerpo, y en la salud a la larga se arriba a una situación en que las
fronteras del cuerpo son también las de la psique. El círculo que
el niño de 3 años traza y llama ‘pato’ es la persona del pato así
como el cuerpo del pato. A este logro lo acompaña la capacidad
de usar el pronombre de primera persona. Como es bien sabido,
hay muchos que no llegan tan lejos, o que pierden lo que habían
logrado.” (1988, p. 175 B)
3
Lacan por su parte continúa investigando e interrogando esto a partir
de la topología, en particular a partir del toro y del cross cap (Lacan, 1961-
1962, 1966-1967 C).
4
Aunque no se trata de conceptos equivalentes, dentro de sus propios
lenguajes Klein y Lacan llamaron a esto el mundo interno del niño y el
Otro del sujeto. Klein en términos de las fantasías del niño, y Lacan en
términos de significantes o incluso anudamiento de registros.
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Realidad y juego
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Incluso que la salud psíquica no significa necesariamente vida: “Tiene
suma importancia para nosotros reconocer con franqueza que la falta de
enfermedad psiconeurótica puede ser salud, pero no es vida.” (1971, p.
134 B)
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Toda la teoría del espacio transicional de Winnicott es el antecedente
más claro de aquello que Lacan llamará más tarde el dominio de lo éx-
timo, aquello que no es interior al sujeto, pero tampoco exterior. Lacan
ubicó de manera privilegiada en ese campo al significante y al objeto a.
En una línea semejante de hipótesis en la que Winnicott ubica al simbo-
lismo y al objeto transicional.
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La correspondencia Freud–Groddeck
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Como ya vimos este dualismo se vio interrogado por Jung, con el con-
cepto de inconsciente colectivo, es decir un inconsciente no psíquico, en
todo caso del lenguaje o de la tradición, y que resulta ser un fundamento
de toda organización psíquica individual o personal; y se vio reducido
a los límites de lo imaginario en Klein, y situado como las fantasías o
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imaginaciones que constituyen la vida del mundo interno del niño. Pero
ningún psicoanalista antes lo había interrogado explícitamente, directa-
mente, y como un objeto de estudio en sí mismo. Ese es el principal apor-
te de Groddeck en esta genealogía. Y que se sitúa en la misma línea del
trabajo que hará Lacan posteriormente.
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Adviértase que Lacan 50 años más tarde se refirió a cuatro concep-
tos fundamentales del psicoanálisis (Lacan, 1964 C): el inconsciente, la
pulsión, la transferencia y la repetición. De alguna manera la distinción
entre inconsciente y pulsión capturan lo esencial de la diferencia entre
psique y soma, y la transferencia y repetición, aquello que Freud llamó
transferencia y resistencia. Los dos primeros, conceptos esencialmente
metapsicológicos, y los dos segundos, técnicos.
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Característica que comparte con el concepto de herencia arcaica de
Freud, de inconsciente colectivo de Jung y con el concepto de inconsciente
de Lacan.
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Creemos que la obra misma de Lacan y su hipótesis de los tres registros
es la única referencia dentro del psicoanálisis que da un tratamiento y
respuesta novedoso a este punto que plantea Groddeck, a la vez que no
desconoce estos antecedentes y los problemas que dejaron planteados.
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LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO
Y LO REAL
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La realidad psíquica de Freud, el objeto interno de Klein y el mundo in-
terno en general lleva a este problema, el de suponer que hay objetos
dentro del aparato psíquico o del cuerpo; contenidos de un determinado
continente.
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O en todo caso, si se inscribe con un impasse, lo que subrayamos es que
se inscribe. Una inscripción con impasse no es lo mismo que una no-ins-
cripción.
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Por ello, tanto Freud, como explícitamente Lacan, han orientado su ex-
periencia clínica menos por la vía de un saber absoluto, ni siquiera un
saber-parcial o relativo, sino por un saber-hacer, cuyo alcance se mide
menos por su valor de verdad que por sus efectos (Lacan, 1969-1970,
1976-1977 C). Incluso Lacan llegó a definir el análisis como una ficción
(1967-1968 C, 1976b C) y un sesgo práctico para sentirse mejor (1976-1977 C).
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En la mitología romana Minerva es la diosa de la sabiduría, y es re-
presentada en la figura de un búho, que se caracteriza por sus hábitos
nocturnos.
10
Lacan se refiere a esto en el Seminario 9: “…es el subtítulo de la feno-
menología de Hegel ‘Wissenchaft der Erfahrung’: ciencia de la experiencia.
Seguimos un camino análogo con los datos diferentes que son los que
nos son ofrecidos.” (1961-1962, 14/3/62 C)
11
La cita del Fausto es: “Gris es toda teoría, caro amigo, y eternamente
verde el árbol de la vida.” (citado en Freud, 1924: p. 155 A)
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Dentro del modelo del estadio del espejo en Lacan, la propia cons-
trucción del estadio del espejo en Henri Wallon es un antecedente
importante, entre otros. Nos centraremos particularmente en el
libro Los orígenes del carácter en el niño: los preludios del sentimiento
de personalidad (1934 D).
Wallon fue un psicólogo francés, profesor del Colegio de Fran-
cia, donde también fueron profesores, entre otros: Valéry, Ben-
veniste, Lévi-Strauss, Mauss, Barthes, Merleau-Ponty, Foucault,
Bourdieu. Fue también director de estudios de la Escuela Práctica
de Altos Estudios de Francia.
Curiosamente Lacan se refirió explícitamente a Wallon en una
única oportunidad, La agresividad en psicoanálisis: “Debe compren-
derse en un orden de coordinación más amplio: el que subordina-
rá las funciones de posturas tónicas y de tensión vegetativa a una
relatividad social cuya prevalencia ha subrayado notablemente
un Wallon en la constitución expresiva de las emociones huma-
nas.” (1948 p. 105 C) Más allá de la referencia lacaniana, la obra de
Wallon no tuvo tal vez la difusión que corresponde a la magnitud
de sus aportes a la psicología del desarrollo, en parte por razones
políticas, y en parte por cierto eclipse dado por las obras de Piaget
y Vigotsky, incluso bajo el modo de un debate, mantenido entre
estos dos.
No existe en Wallon una hipótesis de los tres registros. A pesar
de ello en las observaciones que realiza acerca del niño frente al
espejo podemos leer algunas referencias a las nociones de ima-
gen, cuerpo real y simbolismo. Esto se refleja particularmente en
el título de un apartado que trataremos: "El niño frente a su pro-
pia imagen especular. El simbolismo progresivo de las imágenes
y su reducción a lo real." (Wallon, 1934: p. 177 D)
El libro Los orígenes del carácter en el niño publicado en 1934 reú-
ne trabajos de sus cursos dictados en la Sorbona entre 1929 y 1931,
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En este trabajo partimos de observar esto mismo, con Freud, a partir
del texto Tratamiento psíquico, a saber, los efectos de lo psíquico sobre el
cuerpo.
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En La estructura del comportamiento Merleau-Ponty, por ejemplo, vincu-
la los tres órdenes que desarrolla a la realidad humana. Queremos decir:
la idea de realidad humana es una idea que circulaba en la elaboración
de ideas de la época. En buena medida esto es efecto de la filosofía de
Heidegger.
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sión, pero sin asumirse allí como autor. Y aún cuando se refiere
de esta manera al lenguaje, señala el valor de la imagen a lo largo
de la cura, como “un retrato de familia: la imagen del padre o de
la madre, del adulto todopoderoso, tierno o terrible, bienhechor o
castigador; imagen del hermano, niño rival, reflejo de sí o compa-
ñero. Pero el sujeto ignora esa imagen que él mismo presenta con
su conducta y que se reproduce incesantemente” (1936, p. 78 C).
El analista debe actuar de modo que el sujeto tome consciencia
de estas imágenes, y esto, por dos registros de la cura: “Opera
en los dos registros de la elucidación intelectual, por la interpre-
tación, y de la maniobra afectiva, por la transferencia.” (1936, p. 78
C) Y en otros pasajes, el valor de la imagen y la realidad: “…su
acción terapéutica [la del analista] se debe definir esencialmente
como un doble movimiento mediante el cual la imagen, primero
difusa y quebrada, es regresivamente asimilada a lo real, para ser
progresivamente desasimilada de lo real, es decir, restaurada en
su realidad propia. Una acción que da testimonio de la eficiencia
de esa realidad.” (1936, p. 79 C) En La agresividad en psicoanálisis
(1948 C) señala que la acción analítica se desarrolla en una co-
municación verbal y una captura dialéctica del sentido. Esto es
expresamente articulado a la noción de sujeto: “Sólo un sujeto
puede comprender un sentido, inversamente todo fenómeno de
sentido implica un sujeto.” (1948, p. 95 C) En Introducción teórica a
las funciones del psicoanálisis en criminología (1950) refiere el simbo-
lismo a las estructuras inconscientes transmitidas por el lenguaje
(1950, p. 121 C). En Intervención sobre la transferencia (1951) define
la experiencia analítica en términos dialécticos como la relación
de sujeto a sujeto en el diálogo (1951, p. 204-205 C).
Pero no es esta observación el último antecedente previo a los
tres registros. Antes vamos a referirnos a los seminarios dictados
por Lacan en 1952 y 1953 sobre El hombre de los lobos y El hombre
de las ratas. Es allí que aparecen por primera vez los tres registros
aplicados con algún orden de sistematicidad al concepto del pa-
dre, y como adjetivos: el padre simbólico, el padre imaginario y el
padre real. Aparece por otro lado, la denominación de “orden” o
“plano”, para referirse a lo simbólico, por ejemplo. Quienes asis-
tieron a aquellos seminarios, por entonces privados, dictados en
la casa misma de Lacan y para un grupo reducido de colegas,
cuentan hasta qué punto esta distinción resultaba “esclarecedo-
ra” para su clínica (Safouan, 2001: p. 70 C). Si bien se trata de una
tríada conceptual, aplicada concretamente al padre, no es esto
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Casi tres meses antes del Discurso de Roma Lacan ofrece una con-
ferencia que se llamó Lo simbólico, lo imaginario y lo real, donde
presentó inauguralmente los tres registros. Vamos a detenernos
en algunos aspectos de esta conferencia, que adquiere todo su
peso en el marco del recorrido hasta aquí hecho. Lacan comienza
diciendo: “Mis buenos amigos, habrán notado que para esta pri-
mera comunicación llamada científica de nuestra nueva Sociedad
elegí un título que no carece de ambición.” (1953a, p. 13 C) Señala
sin embargo que pensaba inicialmente hablar de otra cosa: “Yo
pensaba tomar esta tarde como base y ejemplo de lo que he de
exponerles un texto como el de ‘El hombre de los lobos’. Pero pese a
que había dictado un seminario el año pasado sobre el tema, que
releí completo todo el día de ayer, simplemente tuve la sensación
de que era completamente imposible darles una idea, incluso
aproximada, del texto, y de que solo había una cosa por hacer con
mi seminario del año pasado: retomarlo el año próximo.” (1953a,
p. 14 C) Y presenta entonces la hipótesis: “De manera que esta
noche simplemente intentaré decir algunas palabras sobre lo que
significa la confrontación de esos tres registros muy distintos que
son los registros esenciales de la realidad humana y que se llaman:
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1
El concepto de realidad humana tiene un desarrollo posterior en la obra de
Lacan muy importante, en el esquema Rho, esquema de la realidad en las neu-
rosis, y en la figura del cross cap, donde se observa la impureza y la ilusión del
yo en la representación del mundo (Lacan, 1959a, 1961-1962, 1966-1967 C). En
todos los casos la noción de realidad siempre resulta problematizada a partir de
la distinción de los registros: “…cuando se busca el origen de toda la dialéctica
analítica en ausencia de la trinidad de los términos simbólico, imaginario y real,
a fin de cuentas es inevitable referirse a lo real.” (Lacan, 1956-1957: p. 31 C)
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Una operación análoga es la que hacemos cuando diferenciamos la ma-
dre de lo materno, la mujer de lo femenino, o el síntoma de lo sintomático.
3
Introducimos aquí adrede el término variable porque sobre él volvere-
mos en el capítulo siguiente cuando nos refiramos a la formalización en
Lacan.
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to embrolló todo eso, del mismo modo que lo hizo con la herencia
de la psiqué –que era una vieja superstición, cuyo testimonio te-
nemos en todas las épocas...” (1976a, 24/1/76 C).
Otro aspecto, derivado de este primero es la idea de lo psíquico
como una sustancia. Ya tuvimos oportunidad de referirnos a esto
cuando nos referimos a Merleau-Ponty. En el Seminario 2 se refie-
re críticamente al yo como sustancia que aparece en la filosofía
moderna: “...la función del yo, en la medida en que ésta perpetúa
de manera más o menos implícita el sustancialismo implicado en
la noción religiosa del alma...” (1954-1955, p. 17 C). En el Discur-
so de Tokyo: “Cuando yo digo retorno a Freud, digo lean lo que
verdaderamente está escrito sin comenzar inmediatamente por
tratar de ver lo que es esa bola de algodón que se llama el incons-
ciente y de lo que se irradia algunas plumas que serían entonces
lo consciente. No se hagan esquemas que reposan siempre sobre
la idea de que hay una sustancia llamada alma que tiene su vida
autónoma, pues es eso lo que no se puede impedir a la gente que
piense, esto es que el alma tiene su vida distinta y uno está muy
cerca de la idea de que es ella la vida, muy simplemente, que es
ella la que anima al cuerpo. Se ha leído a Freud así, a saber, que el
inconsciente es una sustancia.” (1971, 21/4/71 C)
En la misma línea, la crítica del modelo dualista psíquico-somáti-
co. En el Seminario 2 lo señala explícitamente: “Freud quiso salvar
a toda costa cierto dualismo, en el momento en que éste se le des-
hacía entre las manos y en que el yo, la libido, etc., formaban una
especie de vasto todo que nos reintroducía en una filosofía de la
naturaleza [...] Este dualismo no es nada distinto de aquello de lo
que estoy hablando cuando pongo de relieve la autonomía de lo
simbólico. Esto, Freud nunca lo formuló.” (1954-1955, p. 63 C) En
la Conferencia de Ginebra sobre el síntoma: “Esa cosa que sólo existe
en el vocabulario de los psicólogos –una psique adherida como
tal a un cuerpo. ¿Porqué diablos, cabe decirlo, porqué diablos el
hombre sería doble?” (1975d, p. 130 C)
Otro aspecto de la crítica se dirige a la idea freudiana de reali-
dad psíquica. En el Seminario 21: “… en el momento en que Freud
plantea la cuestión del orden de la realidad de ese sueño, de cuál
es ese orden; se ve forzado a llamarlo ‘psíquico’, pero al mismo
tiempo le molesta llamarlo psíquico, porque siente que el alma,
en fin, no pega con esa historia, que el alma es sin embargo di-
ferente del cuerpo.” (1973-1974, 20/11/73 C) En el Seminario 22:
“...hablan de realidad psíquica. Sí, yo no llamaría a nada con un
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¿Qué es lo psíquico?
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no es otra cosa que la identidad supuesta del cuerpo ese, con todo
cuanto se piensa para explicarla? En suma, el alma es lo que se
piensa a propósito del cuerpo, del lado del mango.” (Lacan, 1972-
1973: p. 134 C) Lacan se refiere al mango de la sartén, metáfora
del discurso del amo: “el pensamiento está del lado del mango de
la sartén, y lo pensado del otro lado, en lo cual hay que leer que el
mango es la palabra.” (Lacan, 1972-1973: p. 129 C)
En el mismo seminario sugiere otra lectura, no inmediatamen-
te articulada a las anteriores, el alma concebida a partir del fantasma
y como soporte de lo que llama almor, incluso almoralidad: “No
soy de los que fomentan la buena reputación de esos supuestos
psicológicos que han hecho que todo esto perdure tanto. Sin em-
bargo, no está claro por qué el hecho de tener un alma –si fuere
verdad– habría de ser un escándalo para el pensamiento. Si fuere
verdad, sólo podría llamarse alma lo que permite a un ser –al ser
que habla, para darle su nombre– soportar lo intolerable de su
mundo, lo cual la supone ajena a éste, es decir, fantasmática.”
(1972-1973, p. 102 C)
Destaquemos la relación de propiedad o de posesión, “tener
un alma”, a la que se refiere Lacan en Joyce el síntoma: “…lo que
importa pues sin precisar desde dónde, es darse cuenta de que
LOM tiene un cuerpo –y que la expresión sigue siendo correcta–
aunque a partir de ahí LOM haya deducido que era un alma –lo
que, por supuesto, ‘vista’ su bizquera, tradujo que a esa alma, a
ella también, la tenía.” (Lacan, 1975: p. 592 C)
En el Seminario 8 al referirse al Banquete de Platón articula la
transformación del alma al deseo, tal como se entiende en psi-
coanálisis: “La metáfora platónica de la metempsicosis del alma
errante que vacila antes de saber dónde habitará encuentra su
soporte, su verdad y su substancia en el objeto del deseo, que
está allí antes de su nacimiento. Y Sócrates, sin saberlo, cuando
pronuncia el elogio, epáinei, de Agatón, hace lo que quiere hacer,
o sea, devolver a Alcibíades a su alma, haciendo nacer a la luz ese
objeto que es el objeto de su deseo.” (1960-1961, p. 240 C)
En el Seminario 10 vuelve sobre una lectura semejante, pero
ahora a la luz del concepto de objeto a, como resto de la opera-
ción de división subjetiva: “En ese resto, entonces, en tanto que
es la caída, por así decir, de la operación subjetiva, en ese resto
reconocemos, estructuralmente en una analogía calculadora, el
objeto perdido; con esto tenemos que vérnoslas, por una parte en
el deseo y por otra en la angustia.” (1962-1963, 6/3/63 C) A esta
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Cabe aclarar que no existe en la filosofía de Aristóteles una tríada tal
que podamos definir con los términos nous, psique, soma. Al igual que
en toda la filosofía antigua, el modelo con el cual se define al hombre es
dual, y la idea de nous, presente y desarrollada en la antigüedad, es tal
vez la idea que en la filosofía medieval se va a desplazar al concepto de
hombre para constituir lo que sí será la tríada tomista y agustiniana de
cuerpo, alma, espíritu.
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DISCUSIONES Y CONCLUSIONES
Metapsicología y formalización
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1. Psíquico – somático
2. Icc. – pcc. – cc. / Ello – yo – superyó
3. Tópico – dinámico – económico
1
La analogía se establece sólo en tanto que son aspectos, o incluso tres as-
pectos para concebir el objeto. Pero no estamos sugiriendo una analogía
entre estos tres de Freud con aquellos tres de Lacan, como si dijéramos
que lo económico asume su lugar en lo real. Si bien estas resonancias
existen, como es natural, porque se trata del mismo objeto que es la ex-
periencia analítica, la teoría y los modelos vuelven inconducentes estos
intentos de ubicar correspondencias cerradas entre ambos.
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1° 2° 3° 4° 5°
I SIR S R RSI
SR IR SI
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R R R
S I S I S I
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A modo de ejercicio de conjeturas Lacan propone por ejemplo en el
Seminario 22 un contenido particular de variables en que se puede de-
terminar la propiedad del nudo, a propósito de una idea de Platón, que
él articula con sus tres registros: “Lo inaudito, es que desde hace mucho
tiempo había un tal Platón que se había dado cuenta de que allí hacía
falta el tercero, el tercer término de la idea, del eidos, que a pesar de todo
es un muy buen término griego para traducir lo que yo llamo lo imagina-
rio. ¿Qué quiere decir una imagen? Él ha visto muy bien que sin el eidos
no había ninguna posibilidad de que los nombres se peguen a las cosas.”
(1974-1975, 11/3/75 C)
11
Para decirlo metafóricamente: el tres expresa la idea de lo irreductible,
aquello que se reduce (hasta perderse) en el dos, y que aun puede redu-
cirse en el cuatro.
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¿Qué son los tres registros?
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Tomamos la idea de reducción de los trabajos de Schejtman, 2013 F y
Buchanan, 2014 F.
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14
D. Rabinovich tituló un libro, que también nos orienta respecto de es-
tos nombres: Sexualidad y significante (1986 F).
15
Sobre el tratamiento de los registros como variables, en sentido lógico y
matemático, nos hemos referido en Murillo, 2011b G. Aquí retomaremos
la cuestión en el apartado La función sujeto, de este mismo capítulo.
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real = f (sexualidad)
imaginario = f (cuerpo)
simbólico = f (significante)
16
Cabe recordar aquí a Rubén Darío: “Cada palabra tiene un alma.”
(1969: p. 69 F) Haciendo un tratamiento aristotélico de la cuestión po-
dríamos decir que todo concepto tiene un alma y un cuerpo propio, en
tanto se compone de una forma lógica y una materia empírica.
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Psíquico ↔ Somático
Cuerpo
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¿Qué son los tres registros?
Ello → cuerpo
Ello → psique
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R R I R I
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¿Qué son los tres registros?
I R
Organismo Cuerpo
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La función sujeto
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sujeto = f (RSI)
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R R R
S I S I S I
f (S) 1/s
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sujeto = f (A)
lo que equivale a
sujeto = f (S → cuerpo)
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estos conceptos pueden formalizarse. Por eso Lacan los llamó po-
tes vacíos.
Las dos hipótesis básicas de la metapsicología freudiana no
desaparecen con la hipótesis de los tres registros. Pero resulta
de interés el análisis de su re-planteo. La idea de interioridad-ex-
terioridad resulta ubicada en el registro imaginario: es desde la
perspectiva sustancialista del yo que puede concebirse algo que
pertenece a un mundo interno y algo que está fuera del yo, o que
no es el yo. Lo psíquico y lo somático sufren dos destinos diver-
sos. Lo somático o el cuerpo reencuentra siempre en Lacan un
lugar central de análisis, como la traducción más inmediata del
registro imaginario: lo imaginario es el cuerpo, una consistencia
corporal. Lo psíquico resulta criticado y descartado como un re-
gistro o un concepto, y es re-interpretado de diferentes maneras
por Lacan, desde sus propias conceptualizaciones, algunas de las
cuales hemos tratado.
A partir de este desplazamiento de la idea de psiquismo y de
aparato psíquico, la metapsicología en Lacan se vacía de contenido
psíquico y se reduce a una función precisa de la metapsicología
freudiana, que es la de ser una formalización de la experiencia.
Lacan sugiere que Freud hizo una formalización metapsicológica
de la experiencia, pero que esta experiencia no es metapsicológica
en sí misma, o esencialmente.
Podemos sintetizar en un esquema muy simple la genealogía
que hemos tratado aquí. Esta comienza por un punto, la hipótesis
de los dos registros, se abre hacia tres grandes nociones, la imago,
el símbolo y el ello, y se cierra sobre un último punto, la hipótesis
de los tres registros.
Imago
Lo simbólico,
Lo psíquico
Símbolo lo imaginario
y lo somático
y lo real
Ello
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BIBLIOGRAFÍA
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