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Estudiante: Lorena Rodríguez

Ustra

Plan del curso: 2023

Epistemología de la Historia y su
enseñanza

Profesor: Rodrigo Zegarra

Fecha: 13 de mayo del 2023


Índice:

I. Introducción
II. Desarrollo del tema:
1. Homo religiosus: dos modos de existir en el espacio.
2. La sacralización del espacio
3. Cosmogonía: la creación del mito.
4. Sacralización de tiempo, Illo tempore y la repetición del mito.
5. Centro del mundo, axis mundi.
III. Reflexiones finales
Introducción
El estudio o conocimiento del hombre implica abordar distintas dimensiones de
su compleja naturaleza. Tendemos a considerar únicamente la dimensión biológica
(animal, mamífero, con instintos innatos, etc.) y nos olvidamos de su naturaleza
humana. Es necesario definir al hombre como un ser psicosocial, donde la cultura es
un factor determinante para el desarrollo cognitivo y la comprensión de los fenómenos
sociales que ocurren en un determinado grupo.

El presente trabajo tiene por objetivo abordar la temática religión como


fundamento ideológico de las distintas sociedades. Dicho análisis se basa a partir del
libro “Lo sagrado y lo profano” del autor Mircea Eliade (Bucarest, Rumania, 9 de marzo
1907-Chicago, Estados Unidos, 22 de abril 1986) en donde será de gran importancia
para la comprensión de los pueblos y sus acontecimientos la comprensión de
creencias, ideologías y su modo de operar según los factores tiempo y espacio. En
resumen, para comprender la historia es necesario el estudio de la religión como
factor consolidador de cultura.
Homo religiosus: dos modos de existir en el espacio

Para tratar de explicar el espacio sagrado y la sacralización del mundo, es


necesario partir de la concepción del hombre como un ser religioso. Pero antes mismo
de definir y caracterizar este ser religioso, es imprescindible entender el significado
mismo de religión. Podemos intentar definir religión como una forma de existencia, es
la forma colectiva de expresión humana, una creación cargada de simbolismo que
trata de dar sentido a la realidad. Si partimos del significado etimológico podemos
decir que religión (del latín religare) es la forma en que nosotros humanos tratamos
de unir o re-ligar nuestra realidad, con lo que está fuera de ella por así decirlo. Es la
conexión de nuestro mundo físico, con lo amorfo o intangible.

Teniendo en cuenta esto, el autor Eliade nos trae el concepto de “Homo


religiosus”1, por consiguiente, la religión depende del factor humano para existir. En
el margen espacial, su propia existencia no tiene sentido. Así vemos como desde la
prehistoria (como por ejemplo en el arte mobiliar o en el arte rupestre), indistintamente
y en diversas partes del mundo (más aún con la aparición de la agricultura, en donde
la repetición de los ciclos climatológicos será de fundamental importancia), el hombre
trata de dar forma a su pensamiento que ya no se aplica únicamente a un ámbito
biológico, sino que, trata de cargar de significado la realidad que vive, expresándose
de tal manera, que trasciende lo físico.

La sacralización del espacio

“Para el hombre religioso el espacio no es homogéneo; presenta roturas, escisiones:


hay porciones de espacio cualitativamente diferentes de otras. Hay, pues, un espacio
sagrado y, por consiguiente, «fuerte», significativo, y hay otros espacios no
consagrados y, por consiguiente, sin estructura ni consistencia; en una palabra:
amorfos”2.

Podemos entender con esta afirmación que el hombre religioso no percibe el


espacio de manera uniforme, (este no es neutro o estático), por consiguiente, se
puede afirmar que en él existe una separación, un punto de ruptura. La separación

1 El hombre de sociedades tradicionales es, por supuesto, un homo religiosus. Mircea Eliade, “Lo sagrado y lo
profano” Pág.12.
2 Mircea Eliade, “Lo sagrado y lo profano”, Capitulo 1: El espacio Sagrado y la sacralización del mundo,

pág16.
del espacio permite dos modos de coexistir. Como forma central existe el espacio
sagrado, el cual es considerado real por excelencia, potencia y eficacia. El hombre de
sociedades arcaicas tiende a vivir, lo más cercano posible en espacios sagrados o en
intimidad con objetos consagrados.

El modo de existir en el espacio, contrario a lo sagrado, es considerado como


profano. Aunque el hombre no religioso perciba el espacio de forma neutra, de igual
manera su comportamiento estará regido por valores que rigen el modo de existir
sacralizado. Aunque este no tenga presunción religiosa, define su espacio y ritualiza
constantemente. Así como lo sagrado se opone a lo profano, estos dos modos de
existir solo son posibles gracias a la transmutación de uno a otro en el espacio, son
opuestos complementarios.

Cosmogonía: la creación del mito

“Todo espacio sagrado implica una hierofanía, una irrupción de lo sagrado”3

El punto de ruptura del espacio se distingue del resto por su carácter hierático.
La hierofanía será el acto de manifestación de lo sagrado. Considerada como núcleo
inicial del desarrollo religioso. La manifestación de lo sagrado, desarrollado por los
colectivos humanos puede presentarse a través de objetos o persona que forman
parte del mundo o también del cosmos. Todas las religiones están conformadas por
una serie de hierofanías. La mitología de la gran mayoría de los pueblos antiguos,
tenían al sol, un elemento cósmico, como una deidad. Aunque este no era el único ya
que la mayoría interpretaba a los dioses como personificaciones de elementos
naturales. Eliade nos trae como ejemplo de hierofanía, la cumbre más alta de una
montaña, esta representa el puente entre hombres y dioses. Incluso los antiguos
pueblos mesopotámicos crearon templos escalonados denominados zigurat como
representación de una montaña. La cosmogonía es la búsqueda del sentido
metafísico de la realidad, es la creación mitológica mediante la cual el hombre busca
validar su modo de existir en el mundo.

La fundación del cosmos será a través de una hierofanía mitológica, esta dará
inicio al mundo espaciotemporal. Antes de la creación del mito, existía solamente
caos, sin diferencias de espacios sagrados y no sagrados. El mito fundado, las

3 Mircea Eliade, “Lo sagrado y lo profano”, cap.1, pág,19


sociedades deben justificarlo. Para que sea posible es necesario delimitar y edificar
el espacio, por ejemplo, Eliade nos recuerda que los conquistadores españoles al
llegar a tierras americanas debían delimitar el espacio geográfico, este en un inicio se
hacía elevando una cruz en las tierras dominadas. La cruz es la representación de la
victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, este simboliza un nuevo modo de
existir, que a su vez refuerza la hierofanía primaria del Dios cristiano creador de la luz
y las tinieblas, representados como el “bien y el mal”. Así se recrea el mito en una
eterna lucha de oposición entre lo sagrado y lo profano.

Sacralización del tiempo, Illo tempore y la repetición del mito

Del mismo modo que se delimita el espacio sagrado, también se delimita el


tiempo, haciendo que se cree el ciclo cósmico. La delimitación del tiempo se hará a
través del uso de calendarios, estos se verán regidos en un inicio por los ciclos
naturales. Antes mismo de la existencia de calendarios solares (como lo fue en el
antiguo Egipto) los hombres sacralizaban el tiempo a partir de los períodos de
cosecha y recolección, podemos ver este ejemplo en la construcción de los templos
megalíticos que tenían en cuenta los ciclos entre estaciones para marcar el inicio y
fin de las cosechas.

La organización del tiempo en las religiones tiene dos formas de concepción.


Por una parte, se lo define como escatológico, o sea, se lo entiende como unidad
temporal con inicio y final. Dicho esto, podemos decir que, toda forma de existencia
humana es escatológica. Pero también se lo entiende como un tiempo mítico de
eterno retorno.

El tiempo es una medida creada por el hombre para organizar su mundo. Una
creación de difícil entendimiento ya que, es continuo, escatológica y de eterno retorno.
La organización del tiempo permite así la creación de arquetipo propios de cada grupo
humano, pero este también difiere de persona a persona. Cada individuo percibe el
tiempo de manera distinta, por ejemplo, hay pequeños lapsos de tiempo (minutos),
instantes que se eternizan en la memoria del sujeto, así como, largos períodos (años,
décadas, etc.) que se compactan de tal modo que el sujeto no percibe su transcurrir.
Cada sujeto organiza el tiempo según su propio arquetipo, pero a la vez este está
regido según el arquetipo que conforma una sociedad.
La cosmogonía a través de la creación del mito tiene como objetivo consagrar
el espacio. Como visto, la cosmogonía dependerá también del factor tiempo, con la
creación de calendarios, y esta solo existe y permanece si hay repetición.

El acto de repetición estará conformado según el illo tempore. El illo tempore


es el tiempo del principio, asociado al momento originario del mito. Los rituales de
repetición tienen como característica el retorno al origen primario. La repetición es
importante, ya que representa un signo de expresión identitaria. La teofanía implica
el conjunto de calendario, fiesta y signo. El signo se replica como una fiesta dentro de
la religión, la fiesta religiosa no implica solamente un acto celebrativo, sino también
es cualquier acto de reunión que muestra un párate en el tiempo. Todas las religiones
están cargadas de simbolismos festivos, Por ejemplo, en nuestra cultura de mayoría
cristiana occidental festejamos la pascua, la navidad, el año que se inicia como
repetición cosmogónica. La religión islámica, por ejemplo, debe hacer ayuno en el
mes del Ramadán, una fiesta que se repite todos los años celebrado en torno al mes
lunar del calendario islámico, así a través del ayuno y oración repiten el acto
cosmogónico de estar en lo sagrado, apartándose de lo profano.

Centro del mundo, axis mundi

“Todo hombre religioso se sitúa a la vez en el Centro del Mundo y en la fuente


misma de la realidad absoluta, en la misma «abertura» que le asegura la
comunicación con los dioses.” 4

De modo general los espacios sagrados de las distintas religiones se


caracterizan por estar en el centro del mundo. Esto podemos entender a partir de la
idea de “axis mundi” lo que se conoce como eje central. La idea de “axis mundi”
expresa un punto de conexión entre la tierra, el cielo y el inframundo, se establecen
así relaciones de reinos superiores e inferiores.

“Allí en donde por medio de una hierofanía se efectúa la ruptura de niveles se


opera al mismo tiempo una «abertura» por lo alto (el mundo divino) o por lo bajo (las
regiones infernales, el mundo de los muertos)”.5

4 Mircea Eliade, “Lo sagrado y lo profano”, pág. 43


5 Mircea Eliade, “Lo sagrado y lo profano”, capítulo 1, pág. 25
A la misma vez que se rompe el espacio homogéneo por medio de una
hierofanía, este permite la apertura y comunicación con lo divino, reino superior y
también el inframundo, reino inferior. El eje central puede ser de origen natural, como
un árbol, una montaña, o también un producto humano como una cruz, obelisco,
iglesia, etc.

Para finalizar el capítulo primero el autor nos menciona el templo, la basílica y


la catedral como construcciones arquitectónicas que tienen como fin sacralizar el
espacio. Estas tres construcciones están inmersas en el imaginario colectivo religioso,
representan el axis mundi. Tienen como función ser punto de encuentro para el
festejo.

Reflexiones finales

Como visto en el análisis del texto, la religión es una expresión netamente


humana, es la manifestación de los colectivos humanos que conforman una cultura.
La religión no se trata únicamente de la creencia o profesión de un dios (o de la
institución iglesia). Cualquier sujeto que trata de dar sentido a su realidad a través de
conexiones metafísicas está cargado de creencias supra racionales.

Todo sujeto es producto cultural del medio al cual está inserido, del mismo
modo la religión se encuentra en la cultura. Por lo tanto, así como la diversidad cultural
que existe en el mundo y las concepciones de “mundo” de cada sujeto, la religión
tiene diversas formas de manifestación. Todas las religiones están en el mismo plano,
todas tienen como parámetro de visión la cúpula celeste, por lo tanto, no existen
superiores o inferiores. Tan ajenos son para nosotros los símbolos religiosos y
creencias de otra cultura, como son la nuestra para el resto del mundo. Todas las
creencias deben ser igualmente respetadas.

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