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12/12/201

Materia Civil y Comercial

Revista Civil y Comercial

Número 302

Tribunal Cám. Civ. y Com. de 6ª Nom. (Córdoba)

Resolución Sent. N.° 168

Carátula “Rodríguez, René Ernan y otro c/ Pérez, Jesús Antonio - Desalojo - Comodato - Tenencia precaria (Expte.
N.° 6157684)”

Titulo DERECHO PROCESAL. Presupuestos procesales. COMPETENCIA TERRITORIAL. Prórroga expresa y tácita.
Cláusula de prórroga inserta en un contrato. Imprescriptibilidad. PROCESO DE DESALOJO. Objeto.
Derecho a disponer de la cosa. Defensa de posesión. Interversión del título. Actos equívocos que
resguardan la tenencia y posesión: realización de mejoras y pago de servicios. PRESCRIPCIÓN
LIBERATORIA. Vencimiento del contrato de locación. Obligación de restituir la cosa. Imprescriptibilidad
de la acción. Aplicación analógica al comodato.

Descripción

El caso

Los actores iniciaron una acción de desalojo, con fundamento en un contrato de comodato que habían
realizado con el demandado. Este articuló la excepción de incompetencia y de prescripción, e invocó la
defensa de posesión. El juez de primera instancia hizo lugar al desalojo. En contra de dicha resolución, el
demandado planteó un recurso de apelación. Finalmente, la Cámara rechazó el recurso y confirmó la
sentencia impugnada.

1. La competencia territorial puede ser prorrogada de conformidad a lo dispuesto por los arts. 2 y 3 del
CPCC por las partes de manera expresa o tácita. Esta última, cuando el actor inicie la demanda ante un
tribunal distinto al que corresponde en razón de la competencia territorial, y el demandado la conteste,
deje de hacerlo, u oponga excepciones previas sin declinar la competencia. En todos los casos la prórroga
opera sin necesidad de consentimiento del tribunal. Se trata de un acto volitivo de las partes que produce
un desplazamiento de competencia.

2. La convención de las partes de someterse a determinados tribunales para todos los efectos del contrato
se trata de una inserta en un contrato causa fuente de obligaciones, pero no de una obligación en sí. Por
lo tanto, la prórroga de jurisdicción no constituye una obligación susceptible de ser alcanzada por el
instituto de la prescripción liberatoria. En consecuencia, corresponde rechazar la excepción de
incompetencia ante la expresa manifestación de voluntad de las partes de someterse a la competencia de
los tribunales de la provincia de Córdoba, formulada en el contrato objeto del pleito, y dado el carácter
prorrogable de la competencia provincial.

3. La acción de desalojo es imprescriptible pues, una vez vencido el contrato de locación, puede pedirse la
restitución de la cosa en cualquier momento, sea cual fuere el tiempo durante el cual el arrendatario
continuó en el uso y goce de la cosa (art. 1622, Código Civil). Esta misma solución corresponde aplicar al
comodante, que puede solicitar la restitución de la cosa en cualquier momento. Si bien es cierto que la
locación y el comodato son dos contratos distintos, tal diferencia no implica que no se pueda relacionar
analógicamente ambos supuestos. La similitud que permite equiparar ambas contrataciones surge de
manera patente si se advierte que en uno y otro caso una de las partes cede el uso de la cosa, y la otra, al
vencimiento del contrato se obliga a restituirla. Incluso en el anterior Código Civil (vigente al momento de
celebrarse el contrato) expresamente al regularse la prueba del contrato de comodato se hacía remisión a
lo normado en el contrato de locación (art. 2264 del CC).

4. Cuando lo convenido por las partes era la entrega de la tenencia precaria de la vivienda a título de
comodatario por el término de 60 días al demandado, vencido aquél pesaba la obligación de restituirlo
(art. 2271 C. Civ. y 1536 inc. e CCC). Dicha obligación no es susceptible de prescribir por el mero transcurso
del tiempo dada la relación real de tenencia de la cosa en virtud del contrato, y su carácter esencialmente
temporal. En todo caso si se hubiera intervertido el título el demandado tenía a su disposición la vía de la
prescripción adquisitiva o usucapión.

5. El juicio de desalojo es el medio previsto por la ley procesal para asegurar el uso y goce de un bien
inmueble que se encuentra ocupado por quien carece de título para ello, sea por tener una obligación
exigible de restituir o por revestir el carácter de simple tenedor sin pretensión a la posesión.

6. El desalojo se trata de una acción personal que se basa en la existencia de un vínculo jurídico entre
actor y demandado, en virtud del cual el ocupante de la cosa está en la obligación de restituir al actor y
desocuparla a su requerimiento. Incluso la acción de desalojo puede intentarse sin necesidad de que las
partes estén ligadas por un vínculo contractual determinado. En esta clase de procesos la controversia se
ciñe a la preferencia para ocupar la cosa, no se ventila una cuestión real, ni posesoria sino el derecho a
disponer (usar y gozar de la cosa).

7. El poseedor no puede pasar a ser tenedor, o viceversa, por medio de una mera operación mental o
manifestaciones verbales en tal sentido, sino que deben existir actos exteriores materiales o jurídicos, que
revelen de manera inequívoca, concluyente y positiva el cambio de relación con la cosa.

8. La realización de mejoras no significa elementos materiales que exterioricen el ánimo de poseer, pues
es lógico que, cuando un tenedor ocupa por un largo tiempo un inmueble, realice arreglos en interés
propio. Lo mismo sucede con el pago o contratación de servicios, en tanto se trata de una conducta que
despliegan incluso los meros tenedores, al efecto de poder seguir utilizando la cosa y gozar de los servicios
básicos anexos a esa ocupación, como lo es la luz eléctrica. Dichos actos revisten carácter equívoco, pues
de ordinario son cumplidos por quien tiene la cosa, para resguardar la tenencia o mantener la calidad del
goce del bien, independientemente de la relación real que tenga.

Cám. 6° Civ. y Com. Cba., Sent. N.° 168, 12/12/2019, “Rodríguez, René Ernan y otro c/ Pérez, Jesús
Antonio - Desalojo - Comodato - Tenencia precaria (Expte. N.° 6157684)”

Y VISTOS: …

La Señora Vocal Doctora Silvia B. Palacio de Caeiro, a la primera cuestión, dijo:


I. A fs. 189/198 expresa agravios el apelante. En primer lugar le agravia que se haya rechazado la defensa
posesoria interpuesta por su parte, por ello reproduce fragmentos de jurisprudencia sobre tal temática.
Relata que en los presentes el juez ha realizado un análisis parcial de la prueba concluyendo que la
posesión y la prescripción adquisitiva invocadas por su parte no han sido demostradas con el grado de
verosimilitud suficiente. Contario a ello, sostiene que de la prueba rendida surge claramente que la
posesión del Sr. Pérez se encuentra totalmente demostrada. Indica que se han dejado fuera de
consideración en la resolución, las testimoniales, la informativa y encuesta socioeconómica las cuales
permiten inferir que el Sr. Pérez es poseedor del inmueble objeto del presente proceso. Refiere a los
dichos de los testigos César Alberto Parilla, Julio Ricardo Pérez, María Magdalena Casas, Juana Letizia del
Corazón de Jesús González, Miguel Ángel Heredia y Andrés del Valle Márquez. Luego afirma que todos los
testigos coinciden y manifiestan que el Sr. Pérez habita con su familia en el inmueble objeto del presente
proceso desde hace aproximadamente veinticinco años por lo que debió analizarse dicha testimonial.
Aclara que se tiene en cuenta la totalidad de los testimonios en tanto la incidencia planteada por la actora
y respondida por su parte en ningún momento fue resuelta por el sentenciante quien sólo expresó que
resta credibilidad las expresiones vertidas pos los testigos. A pesar de ello, destaca que los testigos
impugnados se expresaron y explayaron de manera coincidente con el resto de los testigos. Sigue diciendo
que el magistrado no resolvió la incidencia planteada y tampoco tuvo en cuenta al momento de fallar que
todos los testigos coincidían en que era el Sr. Pérez quien vivía en dicho inmueble.

Alega que tampoco se tuvo en cuenta lo analizado en la encuesta ambiental socio económica de fs.
133/133 vta. la cual cita. Sigue diciendo que tampoco se ha considerado que el servicio de energía
eléctrica prestado por la Cooperativa de Electricidad y Servicios Públicos está a nombre del Sr. Pérez.
Destaca que las boletas acompañadas por el Sr. Pérez a fs. 102 corresponden a dicho servicio y que en las
mismas de detalla como domicilio calle publica s/n Juan García Avellaneda. A su vez, señala que no se ha
analizado tampoco la documental acompañada a fs. 107/110, las partidas de nacimiento de los hijos del
Sr. Pérez en donde se acredita que siempre han vivido en Juan García.

Considera que si bien el presente proceso no corresponde analizar cuestiones posesorias es fundamental
recalcar que el sentenciante no tuvo en cuenta que en principio la posesión del Sr. Pérez se encontraba
acreditada puesto que ha demostrado que detenta las cosas y que ha ejercido actos posesorios. A la vez,
manifiesta que no puede dejar de ponderarse que el Sr. Pérez efectuó mejoras tales como la instalación
de energía eléctrica y la construcción del baño y habitaciones lo que se acreditó en la causa mediante
testimonios, la encuesta efectuada por el Sr. Oficial de Justicia y la informática incorporada en autos. Cita
jurisprudencia relativa a las mejoras introducidas en el inmueble.

Reitera lo dicho respecto a que no se ha valorado toda la prueba rendida en autos y que en consecuencia
la posesión continuada pacífica y publica que su parte esgrimió como defensa es plenamente real y ha
sido acreditada por toda la prueba rendida en autos. Asevera que la verosimilitud de la posesión se
encuentra acreditada desde que el Sr. Pérez ha manifestado y acreditado fehacientemente que es el
dueño del inmueble en cuestión, que vive en dicho campo desde hace más de veinte años, que en la
vivienda se han efectuado mejoras y que se crían animales en dicho predio. Insiste en que no se han
sopesado los actos posesorios efectuados por el Sr. Pérez que son prueba suficiente de la interversión de
título en tanto surge de la Sentencia recurrida que si bien el Sr. Pérez reconoció haber suscripto boleto de
compraventa, posteriormente ha efectuado actos materiales que implican excluir al poseedor de disponer
la cosa. Arguye que aun en caso que se considere que la obligación de restituir se encuentra vigente,
existe aquí una interversión de título en los términos del art. 1915 del Código Civil.

En segundo término, cuestiona que en la resolución impugnada se rechace la excepción de prescripción


liberatoria interpuesta sin consideración y aplicación de la normativa vigente. Manifiesta que si bien entre
las partes se firmó un contrato de compraventa, las obligaciones que del mismo surgen se encuentran
prescriptas en virtud de lo normado por el art. 2560 del Código Civil y Comercial y el art. 4023 del Código
Civil.
Por otra parte, sostiene que en materia de competencia el sentenciante se aparta del art. 6 inc. 1 del
CPCC, ya que el inmueble del presente proceso se encuentra ubicado en el Paraje Juan García, Avellaneda
Departamento Ischilín, siendo competente por su ubicación los tribunales de Deán Funes.

Cuestiona también que al rechazar la excepción de prescripción se haya citado un fallo en materia de
locación, el cual no es trasladable al presente proceso ya que en autos los actores pretenden el recupero
del inmueble frente al demandado quien lo tiene en calidad de poseedor a título de dueño. Estima que
mediante la jurisprudencia citada por el magistrado se establece que la acción de desalojo sería
imprescriptible y que concluir de tal modo implica un desconocimiento del instituto de la prescripción
liberatoria y sus consecuencias, otorgando un derecho absoluto a una de las partes. Expresa que
considerar que la acción de desalojo es imprescriptible implica y genera una violación al principio de
seguridad jurídica que debe primar en todo estado de derecho. Destacan que en el presente caso los Sres.
Rodríguez vienen después de veintiséis años a ejercer un supuesto derecho del cual claramente se refleja
que no hubo interés ni actividad previa. Aducen que en consecuencia los actores no poseen legitimación
para la acción de desalojo dado que las obligaciones del contrato han perdido vigencia y exigibilidad.
Además, indica que de la escritura acompañada no surge comodato alguno entre las partes.

En el tercer agravio, argumentan que en la sentencia no ha habido fundamentación por el juez de primera
instancia en cuanto al análisis de la tradición de la cosa. Refieren que se trae como base de la acción el
boleto de compraventa y que los elementos principales de dicho contrato es el precio y la entrega
material de la cosa, circunstancia que no se encuentra acreditada fehacientemente por los actores.
Concluyen en que en la presente causa los actores no han probado que se haya detentado materialmente
la cosa sino que se basan en una mera declaración que surge de la escritura pública acompañada y que
por lo tanto la compraventa no se ha perfeccionado. Es por ello que asevera que se ha resuelto sin aplicar
la normativa puntualmente el art. 1924 del CCC que refiere a la tradición. Nuevamente afirman que en los
presentes los actores no han acreditado haber tenido la posesión del inmueble ni la entrega de la cosa.
Citan el artículo 1924 el CCC y su comentario y reseñan que del mismo surge claramente que la tradición
debe hacerse por actos materiales de los que en autos no hay ninguna prueba de que se hayan realizado.
Entienden que no pueda considerarse probada la tradición a partir de la declaración efectuada en la
escritura. Finalmente solicita se revoque la sentencia apelada.

II. Corrido el traslado del art. 372 del C.P.C., es evacuado a fs. 200/204 por la parte actora. Por su parte la
Fiscal de Cámaras evacúa el traslado que le fuera corrido a fs. 209/211. Dictado y firme el decreto de autos
queda la causa en estado de dictar resolución.

III. Ingresando al análisis del recurso impetrado la cuestión a resolver gira en torno a determinar si la
resolución de primera instancia que acoge la demanda de desalojo resulta ajustada a derecho.

En el segundo agravio el apelante cuestiona el rechazo de las excepciones de competencia y de


prescripción incoada por su parte. Por razones de orden procesal tal agravio será tratado primero.

Tratándose de una acción de desalojo rige lo dispuesto por el art. 6 inc. 1, párrafo segundo, por el cual el
juez competente es el del lugar donde el inmueble objeto del pleito se encuentra. A pesar de ello, tal
como destacó el magistrado de primera instancia, se trata de un supuesto de competencia territorial, la
cual puede ser prorrogada de conformidad a lo dispuesto por los arts. 2 y 3 del CPCC por las partes de
manera expresa o tácita. Esta última, cuando el actor inicie la demanda ante un tribunal distinto al que
corresponde en razón de la competencia territorial, y el demandado la conteste, deje de hacerlo, u
oponga excepciones previas sin declinar la competencia. En todos los casos la prórroga opera sin
necesidad de consentimiento del tribunal. Se trata de un acto volitivo de las partes que produce un
desplazamiento de competencia.

En los presentes se ha convenido en el contrato de fecha 4/10/1988 (fs. 11/12), de compra venta de
derechos del inmueble objeto del presente pleito, que para todos los efectos emergentes de tal boleto las
partes se someten a los Tribunales Ordinarios de la Ciudad de Córdoba. Dicho instrumento ha quedado
reconocido en primera instancia, y además lleva firma certificadas por escribano público. (fs. 12).
Asimismo sus efectos continuaban vigentes al momento de interponerse la demandada, por lo que lo
convenido no se encuentra afectado por la excepción de prescripción invocada por el demandado. Por
otra parte, tal como indica la Sra. Fiscal de Cámaras se trata de una cláusula inserta en un contrato causa
fuente de obligaciones, pero no de una obligación en sí. Es decir, la prórroga de jurisdicción no constituye
una obligación susceptible de ser alcanzada por el instituto de la prescripción liberatoria.

Por lo tanto, ante la expresa manifestación de voluntad de las partes de someterse a la competencia de
los tribunales de la provincia de Córdoba, y dado el carácter prorrogable de la competencia provincial, es
que corresponde confirmar el rechazo de la excepción de incompetencia planteado.

IV. Con respecto a la excepción de prescripción interpuesta, el apelante critica que se haya resuelto
equiparando el caso a un precedente judicial referido a la locación. Si bien es cierto que la locación y el
comodato son dos contratos distintos, tal diferencia no implica que no se pueda relacionar
analógicamente ambos supuestos. La similitud que permite equiparar ambas contrataciones surge de
manera patente si se advierte que en uno y otro caso una de las partes cede el uso de la cosa, y la otra, al
vencimiento del contrato se obliga a restituirla. Incluso en el anterior Código Civil (vigente al momento de
celebrarse el contrato) expresamente al regularse la prueba del contrato de comodato se hacía remisión a
lo normado en el contrato de locación (art. 2264 del CC).

Conforme a lo anterior, no resulta desacertado citar jurisprudencia por la cual se ha resuelto que no opera
la prescripción liberatoria ya que el locador, en este caso sería comodante, puede solicitar la restitución de
la cosa en cualquier momento. Esta misma postura fue sostenida también en otros precedentes judiciales
en donde se dijo que “La acción de desalojo es imprescriptible pues, una vez vencido el contrato de
locación, puede pedirse la restitución de la cosa en cualquier momento, sea cual fuere el tiempo durante
el cual el arrendatario continuó en el uso y goce de la cosa (art. 1622, Código Civil) - cfr. Cám. Nac. Apel
Civil, Sala M. En todo caso debió la demandada intentar la prescripción adquisitiva del inmueble, si es que
consideraba que poseía la cosa con ánimo de dueño conforme lo afirma al contestar la demanda, y se
encontraban reunidos los recaudos a tal fin, pero al no haberse reconvenido ni promovido una acción
autónoma, y no pasar los dichos defensivos de ser meras declaraciones de voluntad, no existe
impedimento para determinar el desalojo de la accionada, no obstante el tiempo transcurrido, desde el
vencimiento del término del contrato de locación.” (Valenzuela Raquel Amalia c/ Benavidez Marta s/
Desalojo por Falta de Pago (Expte. N.° 356992/7 Sentencia del 6/10/2011 Sala II civil Neuquén).

Con relación a los argumentos del recurrente respecto a que se vulneran los principios de seguridad
jurídica, debe destacarse que en todo caso si el impugnante pretendía dar certeza a una situación o a un
derecho podía haber iniciado el trámite de la prescripción adquisitiva y así clarificar la situación del
inmueble. En lo referente a que de la escritura acompañada no surge comodato alguno, la existencia de
tal contrato se desprende claramente de la cláusula tercera del contrato obrante a fs. 11/12. Por otra
parte, resulta contradictorio negar la existencia del contrato y a la vez invocar la prescripción liberatoria
de las obligaciones que emergen del mismo.

Lo cierto es que de acuerdo a lo convenido por las partes se le entregaba la tenencia precaria de la
vivienda a título de comodatario por el término de 60 días al demandado. Vencido el mismo pesaba la
obligación de restituirlo por parte del Sr. Jesús Antonio Peréz (art. 2271 C. Civ y 1536 inc. e CCC). Dicha
obligación no es susceptible de prescribir por el mero transcurso del tiempo dada la relación real de
tenencia de la cosa en virtud del contrato, y su carácter esencialmente temporal. En todo caso si se
hubiera intervertido el título tenía a su disposición la vía de la prescripción adquisitiva o usucapión como
ya se ha señalado. Por lo cual el rechazo de las excepciones resultó pertinente.

V. Confirmada la desestimación de las excepciones interpuestas por el demandado corresponde


adentrarnos a la defensa de posesión invocada por el Sr. Perez para enervar la acción.
De manera preliminar se debe tener en cuenta que conforme lo prescribe el art. 750 del C. de P.C.C., el
juicio de desalojo procede contra el locatario, sublocatario, tenedor precario, intruso o cualquier otro
ocupante cuya obligación de restituir sea exigible. La acción no sólo protege el derecho de propiedad, sino
que “en principio el juicio de desalojo es una vía que la ley ha establecido con el objeto de que allí se
debatan cuestiones sólo inherentes al uso y goce de la cosa; por ello puede acudir al mismo no sólo el
propietario, sino el locador, el poseedor, el tenedor, el usufructuario etc. y dirigir la acción contra todo
aquel que detente la cosa sin título o cuya obligación de restituir sea exigible” (Carlos Colombo-Código
Procesal Civil y Comercial Anotado y Comentado, Buenos Aires 1965, T.II. pág. 1102).

El proceso en cuestión brinda a toda persona que acredite su derecho al uso y goce de la cosa una
herramienta de recuperación inmediata del inmueble de quien sin derecho lo retuviere. El juicio de
desalojo es el medio previsto por la ley procesal para asegurar el uso y goce de un bien inmueble que se
encuentra ocupado por quien carece de título para ello, sea por tener una obligación exigible de restituir o
por revestir el carácter de simple tenedor sin pretensión a la posesión. Se trata de una acción personal
que se basa en la existencia de un vínculo jurídico entre actor y demandado, en virtud del cual el ocupante
de la cosa está en la obligación de restituir al actor y desocuparla a su requerimiento. Incluso la acción de
desalojo puede intentarse sin necesidad de que las partes estén ligadas por un vínculo contractual
determinado.

Conforme esta línea de pensamiento nuestro más Alto Cuerpo ha expresado en la causa: “Oviedo Carlos A
c/ Raúl H. Jimenez Desalojo Recurso de Casación”, mediante Sentencia N.° 31 de fecha 10/04/03 que “...el
verdadero fundamento de la acción de desalojo estriba en la situación jurídica misma en que el
demandante se encuentra frente a la finca cuya recuperación persigue y en virtud de la cual goza del
derecho de usarla y tenerla bajo su señorío, con independencia de cual fuere el hecho o acto jurídico en
cuyo mérito se revistió de aquellos derechos. ...”, “... En lo que aquí interesa, allí se estableció
básicamente que en el juicio de desalojo la causa petendi, en cuanto término “esencial” de la litis, radica
en la condición de tenedor obligado a restituir que se atribuye al demandado y el derecho del actor a
recibir esa restitución. La calificación jurídica que se ajuste a ese vínculo obligacional (comodato, locación,
mera ocupación ilegítima) no es, en principio, un extremo esencial de la litis ni condiciona el contenido de
la sentencia si su alteración no lesiona el derecho de defensa del accionado...”, “Siendo ello así, se
comprende que en los juicios de desalojo al demandante que acciona le baste con demostrar que le asiste
un derecho a tener la cosa bajo su señorío, sea en carácter de propietario, sea como poseedor, sea en
calidad de comodante del demandado, etc., sin que la eficacia de esa prueba en orden al progreso de la
acción quede enervada por la sola circunstancia de que no coincida con el título específico que se hubiere
alegado en la demanda, el cual -como acabo de señalar- no es un hecho esencial de la litis que sirva para
distinguir la acción en su individualidad’, “... Producida esa prueba por la parte actora, la carga probatoria
se desplaza naturalmente sobre el demandado, quien para neutralizar la acción cuyo presupuesto ha sido
justificado deberá demostrar que a su vez disfruta de una situación jurídica incompatible con el derecho
acreditado por el actor, bien porque aun siendo tenedor su obligación de restituir no es exigible, o bien
porque es un auténtico poseedor “animus domini” de la heredad, cuyo “jus possessionis” no es
susceptible de ventilarse en el marco del juicio de desalojo. No acreditado este derecho a mantenerse en
la ocupación de la cosa, deberá estarse desde luego al mejor derecho demostrado por la parte actora y
por consiguiente se deberá condenar al demandado en su condición de tenedor a restituir el inmueble a la
persona en cuyo nombre lo poseía.

En otras palabras, en esta clase de procesos la controversia se ciñe a la preferencia para ocupar la cosa, no
se ventila una cuestión real, ni posesoria sino el derecho a disponer (usar y gozar de la cosa).

En la presente causa los actores goza de legitimación activa para accionar por desalojo, de acuerdo al
boleto de fecha 4/10/1988 cuya copia se encuentra glosada a fs. 11/12. Dicha cesión de derechos
posesorios, fue luego instrumentada en la escritura de fecha 31/10/1988 labrada por el notario Jorge A.
Zoldano en Jesús María (copia obrante a fs. 44/46). En dicho instrumento público el Sr. Jesús Antonio
Pérez cedió y transfirió a favor de los actores los derechos y acciones posesorios que tenían y le
correspondían sobre la fracción del terreno ubicado en Juan García, Pedanía Manzanas del departamento
de Ischilín. En el mismo acto el Sr. Pérez declaró haber recibido la suma de $ 10.000 por la cesión y los
Señores Roger Aníbal Rodríguez y René Ernán Rodríguez manifiestan que les fue entregado con
anterioridad la posesión de la fracción descripta.

Por otra parte, en cuanto a la legitimación pasiva, el demandado admite que tiene la cosa hace más de
veinte años y del mismo contrato surge que se le cedió la tenencia precaria del inmueble como
comodatario. Es decir, ha quedado establecido que el demandado empezó a tener la cosa como mero
tenedor precario. No obstante, alega que ha intervertido el título y que actualmente es poseedor. El art.
2353 del C.C. establecía que: “Nadie puede cambiar por sí mismo, ni por el transcurso del tiempo, la causa
de su posesión. El que comenzó a poseer por sí y como propietario de la cosa, continúa poseyendo como
tal, mientras no se pruebe que ha comenzado a poseer por otro. El que ha comenzado a poseer por otro,
se presume que continúa poseyendo por el mismo título, mientras no se pruebe lo contrario”.” De
conformidad con este artículo, el poseedor o el tenedor no pueden modificar o intervertir, por su propia
voluntad, la causa o título en virtud de los cuales se encuentra en la posesión o tenencia de la cosa.

Las expresiones “propia voluntad” o “por sí mismo” quieren significar que el poseedor no puede pasar a
ser tenedor, o viceversa, por medio de una mera operación mental o manifestaciones verbales en tal
sentido, sino que deben existir actos exteriores materiales o jurídicos, que revelen de manera inequívoca,
concluyente y positiva el cambio de relación con la cosa (cfr. Picado, Leandro S, Código Civil Comentado-
Doctrina- Jurisprudencia- Bibliografía- Derechos Reales, Tomo I, Artículo 2311 a 2610, Claudio Kiper
Director, Rubinzal- Culzoni Editores, p. 168/169). De manera similar el actual CCC en el art. 1915 dispone
“Interversión. Nadie puede cambiar la especie de su relación de poder, por su mera voluntad, o por el solo
transcurso del tiempo. Se pierde la posesión cuando el que tiene la cosa a nombre del poseedor
manifiesta por actos exteriores la intención de privar al poseedor de disponer de la cosa, y sus actos
producen ese efecto.”

En definitiva se ha reconocido que la relación real por la cual se empezó a tener la cosa fue de tenencia y
comodato. En sus agravios el recurrente manifiesta que no se ha valorado toda la prueba de manera
integral, por lo que se procederá nuevamente a analizar los elementos probatorios adjuntados en los
presentes. De las constancias de la causa surge que en la testimonial de fs. 71/71vta el Sr. Cesar Alberto
Parilla declara que el Sr. Pérez vive en el inmueble demandado y que “sabia alambrar y que el contaba que
esta gente Rodríguez le prestaba a él” (lo subrayado me pertenece). Luego a la pregunta de quien vive en
el inmueble respondió que “estaba viviendo Peréz con la familia, desde la época que se acuerda que el
contó que estaba en el campo alambrando, o sea esos 15 o 20 años atrás, y que el Sr. Peréz siempre decía
que le estaban dando una mano y que le prestaban ese inmueble”. Luego a fs. 72/73 la Sra. María
Magdalena Casas, enfermera rural que realizó censo en la localidad, a la pregunta de quién es el dueño del
inmueble manifestó que “los dueños eran los Rodríguez porque Pérez se lo dijo cuándo lo censó y que ella
le preguntó si estaba alquilando y Pérez le dijo que no que se la prestan, y que ella en la planilla del censo
de esa casa puso que el inmueble era ajeno, es decir que Pérez no era el dueño”.

A fs. 90/90 vta. la Sra. González a la pregunta sobre si se han realizado mejoras en el inmueble responde
“que si conoce que han hecho el bañito, que donde estaba Pérez era una sola piecita, luego fueron
haciendo la galería, el baño y una piecita más” posteriormente adujo que “el poseedor del campo es
Pérez, porque siempre ha estado ahí ha criado a todos sus hijos Pérez en ese lugar”.

A fs. 120 y fs. 121 se encuentran agregadas las testimoniales impugnadas por la actora ante la expresa
declaración de los deponentes de que tenían interés de que gane Pérez el pleito. Igualmente, no agregan
ningún dato nuevo, sólo se indica de manera coincidente con las anteriores en que el Sr. Pérez vive en el
inmueble desde hace varios años. También a fs. 137 el Sr. Andrés del Valle Márquez responde a que es
Pérez quien habita en dicho campo y que “toda la vida ha vivido ahí”. Después preguntado si alguna vez ha
visto a los actores ocupando el campo expresa “que si antes si ocupaban el campo, tenían animales, no
sabe cuál era el acuerdo porque Pérez vivía ahí y ellos ocupaban el campo, siempre veía que sacaban y
llevaban animales del campo.”

En relación a la restante prueba agregada, la Cooperativa de Electricidad y Servicios Públicos de Sarmiento


Ltda. informa a fs. 91 que se le prestan servicios a Pérez Juan Antonio. A fs. 101/102 se adjuntan boletas
de pago de dicho servicio, partidas de nacimiento de fs. 103/110 en donde consta que los hijos nacieron
en Avellaneda y Deán Funes ambas localidades del departamento Ischilín, Córdoba. Por su parte en la
encuesta ambiental obrante a fs. 133 el oficial judicial constata que “según lo manifestado por el Sr. Pérez,
lo que fue corroborado por algunos vecinos entrevistados, él ocupa el inmueble desde hace
aproximadamente veinticinco años”. Los elementos probatorios reseñados permiten dar cuenta de que el
Sr. Pérez ocupa el inmueble objeto del presente pleito, residiendo allí con su familia hace varios años. No
obstante, contrario a lo sostenido por el apelante en los agravios, no se observa ninguna prueba que
permita aseverar que el demandado ha intervertido el título, pasando a ser de tenedor precario a
poseedor. Incluso en las declaraciones de fs.71/71 vta. y 72/73 los testigos afirman que el Sr. Pérez había
reconocido que el predio no era suyo y que se lo prestaban.

Las testimoniales a las que refiere el apelante en sus agravios sólo acreditan que el Sr. Pérez vive allí, pero
no que sea poseedor del inmueble. Igual conclusión se extrae de la encuesta ambiental socio económica,
en la cual solo se constata que el Sr. Pérez ocupa el inmueble, pero no la relación real por la cual lo habita.

El hecho de que sus hijos hayan nacido allí tampoco prueba la posesión. En autos no se discute que el Sr.
Pérez resida en el inmueble, y por lo tanto lógicamente ha criado sus hijos allí y realizado las mejoras
necesarias para su vida diaria. Respecto a estas últimas no puede decirse que signifiquen elementos
materiales que exterioricen el ánimo de poseer, pues es lógico que, cuando un tenedor ocupa por un largo
tiempo un inmueble, realice arreglos en interés propio. Así lo ha entendido este Tribunal en anteriores
pronunciamientos (Cfr. C. 6ta C y C, in re: “Gallopa Oscar Aquiles c/ Medina Norberto Diego -Desalojo-
Comodato- Tenencia Precaria”, Sent. N.° 34, 10/04/08).

Lo mismo sucede con la informativa de la Cooperativa de Electricidad y Servicios Públicos, en tanto el pago
o contratación de servicios es una conducta que despliegan incluso los meros tenedores, al efecto de
poder seguir utilizando la cosa y gozar de los servicios básicos anexos a esa ocupación, como lo es la luz
eléctrica. Dichos actos revisten carácter equívoco, pues de ordinario son cumplidos por quien tiene la
cosa, para resguardar la tenencia o mantener la calidad del goce del bien, independientemente de la
relación real que tenga.

En síntesis no se ha indicado ningún acto exteriorizado del actor para probar de manera suficiente que se
ha intervertido en el título. No se ha probado que se intentara excluir de la posesión a los actores, como
así ningún otro acto típicamente posesorio y demostrativo de la intención de no poseer para otro sino de
hacerlo para sí. Además la conducta del propio demandado resulta contradictoria en tanto solicita la
prescripción liberatoria de su obligación de restituir. Es decir, reconoce que tiene dicha obligación (y por lo
tanto no puede ser poseedor) y alega que la misma ha prescripto. Tal argumento es trasladable a la queja
que realiza al apelante en referencia a que nunca hubo tradición de la cosa. Además de que en el contrato
de compraventa (reconocido por su parte) surge lo contrario y los demás fundamentos brindados por el
juez de primera instancia, alegar la prescripción de la obligación de restituir y por ende reconocer que
alguna vez la tuvo implica admitir que los actores tenían derecho a la restitución de la cosa y a su
posesión.

En definitiva, la parte demandada no ha logrado acreditar su postura, siendo insuficiente la prueba


ofrecida, debiendo en consecuencia rechazarse el recurso intentado, con costas.

Los honorarios por la labor desarrollada en esta sede se estimarán de conformidad a lo dispuesto en los
arts. 36, 39 y 40 de la ley 9459. Así voto.
El Señor Vocal Doctor Alberto F. Zarza, a la primera cuestión, dijo:

Que adhería a lo expresado por la Sra. Vocal preopinante, y vota en igual sentido a esta cuestión
propuesta por compartir los fundamentos.

El Señor Vocal Doctor Walter Adrián Simes, a la primera cuestión, dijo:

Que adhería a lo expresado por la Sra. Vocal de primer voto, y vota en igual sentido a esta cuestión
propuesta por compartir los fundamentos.

La Señora Vocal Doctora Silvia Beatriz Palacio de Caeiro, a la segunda cuestión, dijo:

Corresponde: 1) Rechazar el recurso de apelación incoado por la parte demandada, y en su mérito


confirmar la sentencia atacada. 2) Imponer las costas a la parte demandada. 3) Estimar los honorarios de
la Dra. … por su labor en esta instancia, en el 35 % del término medio de la escala del art. 36 de la ley 9459
sobre la base que oportunamente se determine, y los de la Dra. … en el 31% del término mínimo de dicha
escala.

El Señor Vocal Doctor Alberto F. Zarza, a la primera cuestión, dijo:

Que adhería a lo expresado por la Sra. Vocal preopinante, y vota en igual sentido a esta cuestión
propuesta por compartir los fundamentos.

El Señor Vocal Doctor Walter Adrián Simes, a la segunda cuestión, dijo:

Que adhería a lo expresado por la Sra. Vocal de primer voto, y vota en igual sentido a esta cuestión
propuesta por compartir los fundamentos.

Por lo expuesto y el resultado de la votación que antecede SE RESUELVE:

1) Rechazar el recurso de apelación incoado por la parte demandada, y en su mérito confirmar la


sentencia atacada.

2) Imponer las costas a la parte demandada.

3) Estimar los honorarios de la Dra. … por su labor en esta instancia, en el 35 % del término medio de la
escala del art. 36 de la ley 9459 sobre la base que oportunamente se determine, y los de la Dra. … en el
31% del término mínimo de dicha escala.

Protocolícese y hágase saber. Con lo que terminó el acto, que firman los Señores Vocales.
Fdo.: PALACIO de CAEIRO - ZARZA - SIMES.

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