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DE LAS
DEMANDAS QUE INTERPONGAN LOS USUARIOS
POR SU PRESTACIÓN Y LA LEY ORGÁNICA DE LA
JURISDICCIÓN CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA1
JOSÉ GREGORIO SILVA BOCANEY
El precepto constitucional del contencioso
administrativo, no ha tenido prácticamente variación
entre la cobertura que otorgaba la Constitución de
1961, y la Constitución de 1999, salvo en lo que
respecta a la mención de la competencia para conocer
de reclamos por la prestación de servicios públicos, sin
que dicha inclusión constituya un aporte distinto a la de
la cobertura, toda vez que bajo los esquemas de la
Constitución de 1961, podía igualmente ser reclamado
jurisdiccionalmente al tratarse de una actividad del
Estado. Esa mención ha traído como consecuencia, la
discusión de si existe un contencioso de los servicios
públicos y cuál ha de ser su tratamiento; sin embargo,
dada la ambigüedad en la definición de servicios
públicos, consideramos oportuno traer a colación
elementos para su identificación o noción, más no
conceptos específicos, toda vez que su profusión
podría traer como consecuencia omisiones
involuntarias que podrían ser consideradas como
provocadas, ya que existen tantas definiciones como
autores han tratado el tema, debiendo acotar que
sobre el mismo han escrito infinidad de doctrinarios,
razón por la cual, nuestra intención no es tratar el tema
in extenso de los servicios públicos, sino aportar
algunos elementos para su identificación como tal,
para posteriormente entrar en el análisis del tema que
nos hemos propuesto desarrollar. 1 Publicado en la
obra colectiva "Los Servicios Públicos Domiciliarios".
Colección del Centro de Estudios de Regulación
Económica de la Universidad Monteávila No. 1.
Coedición de la Editorial Jurídica Venezolana y
FUNEDA. Caracas octubre 2012. 2 Profesor de pre y
postgrado en la Universidad Central de Venezuela.
2 I.- DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS En lo primero
que hemos de llamar la atención, es que dentro de las
teorías que explican a la Administración y a la
actividad administrativa, se encuentra la aportada por
la teoría de las Escuelas Francesas, la cual centró su
posición en torno al servicio público, entendiendo el
Derecho público como el conjunto de reglas que se
aplican a la organización del Estado y a las relaciones
de éste con los particulares, el cual tiene una
obligación con los particulares cuyo objeto es la
prestación de los servicios públicos, en una teoría que
amalgama de tal forma a la Administración y a la
noción de servicio público, al extremo que la actividad
del Estado gira en torno a la noción de servicio público,
llevando a un extremo tal, que obliga a autores como
Rafael Bielsa a señalar que a la Administración, “el
servicio público es casi todo, pero no es todo” , siendo
que no todas las necesidades de la sociedad son
satisfechas por servicios públicos. En la actualidad, la
función prestacional comparte las formas de la función
administrativa conjuntamente con la función de
regulación, fomento, gestión económica, planificación y
arbitral, conforme la clasificación que nos aporta José
Araujo-Juárez. Dentro de esta clasificación,
ciertamente no toda la actividad de la Administración
se centra o gira en torno a la noción de servicio
público, ni a la noción de servicio al público, que puede
a su vez abarcar un contenido mucho más amplio, aún
cuando todas ellas coadyuvan a los fines del Estado.
Por ello, creemos conveniente traer a colación las
palabras de Daniel Nallar, el cual comienza su
monografía señalando que ”El debate jurídico y
económico transcurre y se desarrolla a partir de bases
comunes, tanto en lo atinente al objetivo de la
discusión como a la materia bajo tratamiento, cuya
existencia conduce las distintas opiniones por carriles
paralelos y en la búsqueda de idénticos fines”, en tanto
y en cuanto ciertamente se buscan distintas
denominaciones de una misma actividad, o por lo
menos, del medio para conseguir los mismos fines del
Estado, razón por la cual propone el mismo autor
citado: “…unificar la cuestión terminológica y abarcar
con la denominación ´sector estratégico´ lo que en
algunos países de la región se denomina ´servicio
público´, ´servicio esencial´, ´servicio básico´ o ´sector
regulado´, es decir, aquellas actividades económicas
de cuya prestación y perfeccionamiento dependen las
posibilidades ciertas de que una región determinada
alcance niveles óptimos de desarrollo humano y
económico, incluso cuando, sin que sea éste su fin
último, por sus características se encuentren
vinculadas con tales factores”. Ciertamente, ha sido
profusa la concepción de conceptos y nociones del
servicio público, existiendo –en palabras de Araujo-
Juárez , citando a Renato Alessi- “…tantos enfoques
como conceptos tienen los autores que se han
ocupado de la misma, incluso ocasionalmente”, razón
por la cual, dejaremos a criterio del interesado, el
indagar sobre los mismos y trabajar con la noción que
considere adecuada, limitándonos a verificar ciertos
elementos esenciales para constatar la existencia del
servicio público y posteriormente, entrar en el tema
propuesto, acerca de los medios de protección judicial
ante las carencias y deficiencias de éste. Sin embargo,
no resulta tarea fácil, tal como se desprende del
lamento generalizado de los autores,
independientemente del sistema que tengan, como se
evidencia de las palabras preliminares del trabajo
presentado al homenaje al centenario de los estudios
de Derecho Administrativo por Fernando Herren
Aguilar, al expresar: “La clave para comprender lo
tormentoso del tema de servicio público en el sistema
jurídico brasilero, reside en un encuadramiento como
actividad económica. Los servicios públicos son
actividades económicas que se someten a un régimen
jurídico, o diversos regímenes jurídicos, que se
distinguen de aquellos aplicables a las demás
actividades económicas… tales regímenes apartan las
actividades que deben ser precisamente
desempeñadas por el Estado de aquellas que deben
ser desempeñadas por la iniciativa privada. Por
imposición constitucional, los servicios públicos son de
competencia estatal, en cuanto que las actividades
económicas restantes son reservadas en principio a
los particulares.”.
II.- ELEMENTOS QUE PERMITEN LA
IDENTIFICACIÓN DEL SERVICIO PÚBLICO
Para tratar de enfrentar el tema propuesto, debemos
identificar aquellos elementos que dibujan y delinean
una actividad como servicio público; es decir, aquellos
que en su conjunto, nos despejará la duda de que se
trate de un servicio público.
A.- LA TITULARIDAD Y EL ELEMENTO SUBJETIVO
El primero de los elementos es la titularidad del
servicio público la cual sólo puede pertenecer al
Estado, y que consiste en la sustracción de la actividad
de la esfera privada y por ende, su exclusión de la
libertad de empresa, para que pase a la tutela y
titularidad del Estado, lo cual sólo puede llevarse a
cabo a través de la ley. Tal condición pertenece a los
denominados por el maestro Moles como “dominios
reservados a la ley formal”, señalando que en
Venezuela, la zona de reserva legal queda integrada
por ochos parcelas de desigual importancia, entre las
que agrupa a los servicios públicos, indicando: “Los
servicios públicos propiamente dichos –no los de
índole industrial y comercial ni los servicios de interés
público- consisten en prestaciones aseguradas
obligatoriamente por el Estado a la colectividad, de
una manera continua y regular. El ejemplo típico lo
ofrece el servicio público educativo. En efecto, ´todos
tienen derecho a la educación´ lo que engendra una
obligación correlativa por parte del Estado. En
consecuencia, ´el Estado creará y sostendrá escuelas,
instalaciones y servicios suficientemente dotados para
asegurar el acceso a la educación y a la cultura…
análogamente sucede con la asistencia sanitaria… En
ambos casos la creación del servicio público al asumir
el Estado semejantes prestaciones, es de rango
constitucional, siendo entonces un servicio público
garantizado por la Constitución”. El Estado, a través
del órgano legislativo competente califica la actividad
como servicio público, y asume la responsabilidad de
que el servicio sea prestado en forma regular y
continua, lo que conlleva a la intervención directa o
indirecta en su prestación. Puede que el servicio o
prestación sea vital o esencial, incluso prestada bajo
tutela, supervisión o injerencia del Estado, que incluso
podría asumirla como propia, pero si no se está en
presencia de la determinación previa en ley formal,
estamos en presencia de una actividad de interés
general o, incluso una actividad fuertemente
controlada, sin que el Estado pueda apropiarse de la
misma, y cuya consecuencia es que la actividad se
encuentra dentro de la esfera competencial privada,
siendo que no implica apropiación de su titularidad, y
por ende, no se trata de un servicio público. Esa
apropiación de titularidad, donde se cercena y veta a la
actividad privada a través de una ley, ha sido
denominada “publicatio” como primera etapa de la
técnica instrumental, en la cual la actividad pierde su
carácter privado para convertirse en administrativa, sin
que implique necesariamente que el Estado deba
convertirse en actor principal del mercado, ni asumir
necesaria y directamente la prestación del servicio, lo
cual derivará de la gradación de la publicatio.
Debemos acotar que si bien, la ley es requisito para
excluir la actividad, del derecho de cualquier persona a
explotarlo, y someterlo en consecuencia a la tutela del
Estado, no puede depender de criterios arbitrarios o
viscerales, pues se trata de límites a derechos
ciudadanos, siendo que tal exclusión debe estar sujeta
a la reflexiva conciencia del legislador y a la verdadera
necesidad de asunción de la actividad; en especial,
porque histórica y universalmente, se ha demostrado
que el Estado no es necesariamente el mejor
prestador ni administrador de los bienes y servicios;
además que debe dejarse cierto margen de actuación
a los particulares (independientemente de la
supervisión, control, y regulación del Estado); en
especial, cuando el nivel de intervención no permite la
actuación de los particulares, pues debemos tomar en
consideración que ha sido tendencia generalmente
aceptada, la despublificación o el regreso de ciertas
actividades a la posibilidad de explotación o prestación
por los particulares. Esa asunción de titularidad por
parte del Estado –según nos indica Araujo- Juárez -,
independientemente del modo de gestión, se convierte
para los españoles en el elemento central del servicio
público, y para la jurisprudencia venezolana, en
elemento esencial, sin que sea elemento exclusivo de
definición del servicio público, pues la publicatio,
continua el citado autor:
A los fines de evitar malos entendidos debe indicarse
que no toda intervención, implica la imposibilidad
automática para que la misma actividad sea ejercida
por los particulares, sino que dependerá de la
intensidad de la intervención, como se verá más
adelante, pero la única que imposibilita la actuación de
los particulares, es la figura específica de la “Reserva”,
cuyo tratamiento legal y doctrinario es distinto al que
discurrimos en la presente monografía. “puede tener
por objeto ya sean recursos, bienes o actividades –si
es un recurso se declara dominio público; si es un
bien, se declara obra pública; si es una actividad, se
declara servicio público-, ha quedado reservada a la
ley formal y, por tanto, no es susceptible de ser
calificada una actividad de servicio público por virtud
de la potestad reglamentaria de la Administración
Pública; corresponde sólo a la Constitución o la ley
formal calificar a una actividad como servicio público. A
la Administración Pública corresponde establecer el
servicio, hacerlo funcionar y, en una palabra, prestarlo,
pero la publicatio es una competencia exclusiva del
legislador”. De esa regulación legal se desprende
directa o indirectamente una serie de potestades
públicas, que como deriva de su noción, resultan
indisponibles para el Estado, como poderes atribuidos
que sólo pueden ser desarrolladas y aplicadas por los
órganos que competen, que se rigen por las
características propias de estas potestades como son
la imprescriptibilidad, inderogabilidad, irrenunciabilidad,
intransferencia, la potestad de creación, supresión,
dirección, elección del gestor, control y sanción. Estas
potestades se ejercerán siempre, pero el nivel de
intervención dependerá de la gradación o escala de la
publicatio, la cual tomamos de la misma obra citada de
Araujo–Juárez y que refiere a: 1.- Publicatio máxima,
donde la persona pública se reserva tanto la titularidad
pública administrativa como su gestión. 2.- Publicatio
media, reservándose sólo la titularidad 3.- Publicatio
mínima, donde la persona pública se reserva la
titularidad de sólo una parcela de la actividad, lo cual
puede ser la mera regulación del servicio, mientras la
actividad permanece en todo caso en manos de la
iniciativa privada. Esta gradación determina el nivel de
intervención del Estado, y por ende, la posible
participación de particulares en la prestación de los
servicios declarados como públicos. Siendo así, no
puede entenderse en nuestro sistema que exista la
consideración de servicio público sin la declaración
previa, toda vez que se trata de una grave afectación
al libre ejercicio de la actividad particular; de allí, que
no puede menos que repudiarse cualquier intento de
considerar como servicio público, cualquier actividad
del Estado, cuando no exista la determinación previa
como tal.
B.- ELEMENTO MATERIAL El elemento material
definitorio del servicio público, está enmarcado en la
noción de interés general, el cual puede ser tan
prolífico como el mismo término de servicio público,
que los franceses encuadran en la noción más amplia
de Puissance Publique, o del Poder Público,
entramado en cómo el Estado se da para garantizar la
seguridad e integridad del territorio y la ley, en
beneficio general, siendo que toda situación que
presente un interés público, tiene vocación natural de
estar sujeta al Derecho público; sin embargo,
concatenando dicha noción al principio de legalidad,
difícilmente podríamos aseverar que exista vocación
natural, sino que en todo caso podría estar atraída al
Derecho público, sin que dicha situación autorice o
convalide la existencia de un “Estado publificador”,
como aquél que pretenda atraer visceral o
caprichosamente cualquier materia, actividad, bien o
servicio al Derecho público. No basta -como aduce
Araujo-, la asunción de la titularidad administrativa de
la actividad, para calificarla como servicio público, sino
que se haga con vista a una verdadera y efectiva
satisfacción de un interés público, que ciertamente
exija sustraer la actividad del fuero privado, y una vez
asumido, garantizar de manera efectiva y continua su
prestación, sin dejar que la desidia, el desinterés o la
improvisación tomen el lugar de lo que una vez la
actividad privada suplió eficazmente, pues
parafraseando lo expresado por Araujo-Juárez, no
importa quién presta el servicio o la actividad, sino
como se presta. Señala Luciano Parejo Alfonso: “El
interés público es, así, el elemento explicativo y
justificativo de cualquier categoría o institución de
nuestro Derecho administrativo y, por ende, del
servicio público, en tanto que legitima y determina la
intervención, de diverso alcance y siempre conforme
con el Orden Constitucional, del Poder Público y
también la organización de la referida satisfacción de
la necesidad colectiva; la forma de prestación de los
servicios y, por tanto, el régimen jurídico exorbitante
del Derecho común, sea preciso para asegurar la
continuidad, regularidad, calidad y adecuación al
progreso técnico de tal prestación, así como el acceso
a ellas en igualdad de condiciones y a precio asequible
de todos los ciudadanos”. Tomando las palabras del
insigne profesor, el interés público no sólo avala la
determinación de la actividad como servicio público,
sino que obliga a mantenerla en condiciones similares
o mejoradas; sin embargo, si el Estado ha abandonado
a su suerte aquellos que en razón del interés público
ha publificado, sea actividad, servicios o bienes, o
sencillamente cambia el destino, no sólo constata que
ha actuado excediendo o desbordando su capacidad,
o lo innecesario de la publificación, sino que ha
actuado con desprecio a los derechos particulares,
pues la regla general debe ser la libertad de empresas,
y la asunción por el Estado la excepción, resultando
claro que la ausencia de ese verdadero interés público
impide –justificadamente- la calificación de una
actividad como servicio público, salvo que dicha
calificación sea producto de la arbitrariedad.
C.- ELEMENTO FORMAL El régimen exorbitante
del Derecho común, anteriormente referido en la cita
del profesor Parejo, constituye el tercer elemento que
identifica el servicio público, que crea todo un sistema
o régimen jurídico que algunos han considerado como
propio, estableciendo a favor de la Administración,
potestades de intervención, regulación, ordenación y
un sistema de sanciones, determinando mecanismos
de control. Señala Araujo, que ese régimen exorbitante
se refiere a: 1.- La creación, supresión o modificación
de los servicios públicos. Tal condición encuentra
soporte inmediato en la reserva legal anteriormente
aludida. 2.-Corresponde a la naturaleza del servicio
público el estar sometido a un conjunto de reglas que
se resume en la expresión estatuto o régimen jurídico
del servicio público. De forma tal, que como todo
régimen exorbitante, las relaciones entre el gestor y el
usuario, son distintas a las relaciones de régimen
ordinario, donde el prestador ejerce poder de
supremacía en la relación. Sin embargo, puede ser
que la Administración ejerza dicho poder de
supremacía, o se someta a relaciones ordinarias. A su
vez, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, recogió estos elementos que identifican al
servicio público, en similares términos que los
expuestos, en su sentencia No. 4993 del 15 de
diciembre de 2005, caso: Compañía Anónima de
Administración y Fomento Eléctrico, en lo que atañe a
la determinación de qué debe considerarse como
servicio público, consideró indispensable previamente
hacer alusión a los elementos que integran esa noción.
En tal sentido, expuso lo siguiente: “…1.- Que la
actividad sea, en esencia, una actividad de prestación,
esto es que apareja una ventaja, beneficio o un bien
destinado a la satisfacción de una necesidad de
carácter general; 2.- Que dicha actividad sea asumida
por el Estado, lo que implica la verificación previa de
una decisión exteriorizada y concreta. 3.- Que el
Estado puede cumplirla directamente, o bien
indirectamente, por medio de concesiones otorgadas a
favor de cualquier persona, exigiéndose la capacidad o
competencia para poder actuar como concesionarios
y; 4.- Que la prestación del servicio, considerado como
público, sea regido por un estatuto o régimen especial
que le permita distinguirlo de otras actividades
públicas, (…) y cuyos caracteres sean la generalidad,
uniformidad, igualdad, continuidad, obligatoriedad y,
subordinación a normas preponderantemente de
Derecho Público, -algunas de las cuales-, comporten
prerrogativas exorbitantes, a los fines de mantener la
adecuada y suficiente satisfacción del interés general,
dejando a salvo la aplicación de principios del Derecho
Privado, con el objeto de salvaguardar la seguridad
jurídica de los particulares que se hayan arriesgado a
la consecución o explotación de tal prestación. Con lo
cual, de conformidad con nuestro ordenamiento
jurídico, podrán distinguirse, en la medida o el grado
en que dicha declaración estatal o ‘publicatio’ apareje
una limitación a la libertad económica de las iniciativas
privadas que pretendan explotar o desarrollar la
actividad prestacional que los servicios públicos
comportan, entre: (a) Los servicios públicos exclusivos
y excluyentes (Vgr. La generación hidroeléctrica en las
cuencas de los ríos Caroní, Paragua y Caura conforme
el Parágrafo Único del artículo 3 de la Ley del Servicio
Eléctrico); (b) Los servicios públicos exclusivos pero
concedibles (Vgr. Transmisión y Distribución de
energía eléctrica, explotación de las
telecomunicaciones, etc.) y, (c) Los servicios públicos
concurrentes (Vgr. La enseñanza)…”. III.- DE LA
CLASIFICACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS La
Constitución califica como servicios públicos ciertas
actividades, lo cual nos permitiría calificarlos según su
origen, como constitucionales, entre los cuales
podemos observar el sistema de salud (artículo 84); la
educación (artículos 102, 103); radio, televisión y redes
de bibliotecas y de informática (artículo 108); servicios
públicos domiciliarios y en especial, electricidad, agua
potable y gas (artículo 156.29); papel sellado, timbres
y estampillas como competencia exclusiva de los
estados (artículo 164); servicio de transporte público
urbano como competencia de los municipios (artículo
178.2); servicios de aseo urbano y domiciliario,
comprendidos los servicios de limpieza, recolección y
tratamiento de los residuos, como competencia de los
municipios (artículo 178.4); servicios de protección a la
primera y segunda infancia, a la adolescencia y a la
tercera edad; educación preescolar, servicios de
integración familiar de la persona con discapacidad al
desarrollo comunitario, como competencia municipal
(artículo 178.5); agua potable, electricidad y gas
doméstico alcantarillado, canalización y disposición de
aguas servidas, cementerios y servicios funerarios
(artículo 178.6). Podemos clasificar los servicios
públicos de la siguiente manera: - De acuerdo al
prestador del servicio: gestión pública o privada. En
este caso podría afectar el proceso judicial, debiendo
determinar o particularizar de manera perfecta, quien
es el llamado a intervenir en la causa, lo cual será
objeto de análisis posteriormente. - De acuerdo a la
titularidad que afecta a su vez al prestador: propios o
impropios, dependiendo si lo presta por competencia
natural atribuida al mismo órgano o ente, o si se presta
por cuenta ajena, bien por la vía del contrato,
concesión, etc. - De acuerdo a los destinatarios:
servicios universales o servicios singulares, en el cual
se aprecia el beneficio obtenido en tanto se pueda
particularizar, o por el contrario, beneficia a la
comunidad sin poder individualizar el beneficio.
De acuerdo a la exigibilidad: en obligatorios o
facultativos. - De acuerdo a los entes llamados a
prestarlos: en excluyente, exclusivo o concurrente.
DE LA ACCIONES QUE PUEDEN GENERAR LA
PRESTACIÓN DE SERVICIOS La jurisdicción
contencioso administrativa, desde 1961 tiene cobertura
constitucional, regulada en el artículo 206 de la
derogada Constitución, contenido normativo que fue
recogido en idénticos términos en nuestra Carta
Fundamental de 1999, salvo el agregado de la
competencia de los órganos de la jurisdicción para
conocer de los reclamos por la prestación de los
servicios públicos. Si bien es cierto, la mención
expresa constitucional al respecto no tenía
antecedentes conocidos, no por ello podía
considerarse a priori, que no existía cobertura o
protección judicial ante la prestación de los servicios
públicos, en especial, cuando verificamos que la
noción de servicio público en alguna oportunidad o
bajo alguna tendencia se confunde con la actividad
general de la Administración, mientras que en otros
casos participa entre distintos cometidos, de la
actividad de ésta, siendo que tal como lo afirma
González Pérez11, la imposición a la Administración
de establecer determinados servicios públicos, que
hasta puede tener rango constitucional, determina el
derecho a su establecimiento, generando no un simple
interés legítimo “que pudiera legitimar la incoación de
un proceso administrativo encaminado a tal fin, sino
que la legitimación derivaría de un auténtico derecho
subjetivo”. 11 GONZÁLEZ PÉREZ, JESÚS.
“CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO DE LOS
SERVICIOS PÚBLICOS”, publicado en libro
correspondiente a las “VI Jornadas Internacionales de
Derecho Administrativo Allan Randolph Brewer Carías.
El Nuevo Servicio Público, Actividades Reservadas y
Regulación de Actividades de Interés General
(Electricidad, Gas, Telecomunicaciones y
Radiodifusión)”. Fundación de Estudios de Derecho
Administrativo. Caracas, 2002. Pág. 205. 14 Sin
embargo, lo que si aporta la incorporación a dicha
mención en la Constitución, es el análisis del
tratamiento de la pretensión, por lo que debemos
centrarnos en primer lugar, en si se trata de un
contencioso especial de los servicios públicos o
sencillamente adquiere cobertura dentro del
contencioso general.En posición contraria a la
existencia del contencioso prestacional, se centra el
profesor Jesús González Pérez12, indicando que: “No
existe un contencioso-administrativo, o, más
correctamente, no existe proceso administrativo de los
servicios públicos. Como no existe un proceso
administrativo para cada una de las materias
reguladas por el Derecho Administrativo, ni un proceso
civil para cada uno de los derechos civiles, ni un
proceso penal para enjuiciar cada uno de los delitos
tipificados por el Código Penal. Salvo respecto de
determinadas materias, no existe en cada orden
jurisdiccional una relación entre el fundamento jurídico
–material de las pretensiones y el régimen procesal.
Sólo determinado tipo de pretensiones, por su
naturaleza especial o exigencia de una rápida tutela
judicial, requieren un régimen procesal distinto al
ordinario”. Por su parte, la profesora Hildegard Rondón
de Sansó13 sostiene una posición diametralmente
opuesta, indicando que el profesor González Pérez,
sostuvo entre otras consideraciones para justificar la
existencia de un contencioso especial, la exigencia de
una rápida tutela judicial, señalando que: “..es una
realidad que, para el usuario, ninguna materia es tan
inminente ni tan necesitada de soluciones inmediatas,
como la que se refiere a los servicios públicos, si se
considera que los mismos son los que satisfacen sus
necesidades básicas que son las de una esfera
considerable de la población… en nuestro sistema
actual no hay motivos para abrigar dudas sobre la
admisión en el mismo 12 GONZÁLEZ PÉREZ, JESÚS.
“CONTENCIOSO…ob. cit. Pág. 203. 13 RONDÓN DE
SANSÓ, HILDEGARD. “EL CONTENCIOSO DE LOS
SERVICIOS PÚBLICOS” publicado en el libro
correspondiente a las “VI Jornadas Internacionales de
Derecho Administrativo Allan Randolph Brewer –
Carías. El Nuevo Servicio Público, Actividades
Reservadas y Regulación de Actividades de Interés
General (Electricidad, Gas, Telecomunicaciones y
Radiodifusión)”. Fundación de Estudios de Derecho
Administrativo. Caracas, 2002. Pág. 224. 15 de un
Contencioso de los Servicios Públicos, ya que el
artículo 259 de la Constitución de 1999, nos da
perfecta justificación para afirmar su necesidad y su
existencia real. En efecto, dicho artículo 259 establece
que a la jurisdicción contencioso-administrativa
corresponde ´conocer de reclamos por la prestación de
servicios públicos´… con lo cual ha dado rango
constitucional a la idea que algunos expertos
habíamos mantenido de la necesidad de una
protección jurisdiccional especial para los usuarios”.
Se centra acá la discusión de si podría considerarse
que con la entrada en vigencia de la Constitución de
1999, podría hablarse de un contencioso prestacional
o contencioso de los servicios públicos, cuya
pertinencia en su discusión adquiere nuevamente
vigencia con la publicación de la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa, al prever un
procedimiento para conocer de esa reclamación y
establecer la competencia. Así, conviene traer a
colación lo expresado por el profesor Gustavo
Urdaneta Troconis14 , con motivo de la existencia o no
de contenciosos especiales, el cual, aclarando el título
del tema asignado en su oportunidad, señaló en la
monografía “El Contencioso Administrativo Municipal”,
lo siguiente: “El contencioso administrativo municipal
no es un contencioso especial, como podría
predicarse, por ejemplo, del contencioso de la carrera
administrativa, que se desarrolla ante un órgano
especializado dentro de la jurisdicción contencioso
administrativa (el Tribunal de la Carrera
Administrativa), mediante un tipo peculiar de proceso
(la querella); o como también cabría decir del
contencioso-tributario. Se habla en tales casos de
contencioso especiales, en el sentido de que las
especificidades de una determinada materia han
conducido al legislador a crear unos tribunales
especializados en ella, diferente de los que conforman
la organización general de la jurisdicción contencioso
administrativa, competente para conocer en principio,
de todo tipo de materia administrativa, salvo, 14
URDANETA TROCONIS, Gustavo.- “El Contencioso
Administrativo Municipal”. 1ras Jornadas Centenarias
del Colegio de Abogados del Estado Carabobo.
Editorial Vadell Hermanos. Valencia, Venezuela, 1995.
16 precisamente, de aquellas asignadas expresamente
a tales organizaciones especiales”. Tomando lo
expresado por el profesor Urdaneta, podría llegarse a
una ligera conclusión que en virtud de la entrada en
vigencia de la Ley del Estatuto de la Función Pública,
en el cual se eliminó el Tribunal especializado, el
contencioso funcionarial perdió su identidad como
contencioso especial; sin embargo, la existencia de un
procedimiento propio, regulado además en ley
especial, obliga a mi criterio a mantener tal
concepción. Concatenando la esencia de lo expuesto
por ambos profesores, tanto González Pérez como
Urdaneta Troconis, vemos que en el presente caso, no
se trata de un órgano especializado y dedicado de
manera exclusiva quien ha de conocer la acción, ni de
un procedimiento propio, sino que conforme a lo
previsto en la Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, se le asignó la
competencia a un órgano ordinario de la jurisdicción
(aún cuando en dicha Ley aparece la primera remisión
al mismo), bajo un procedimiento que no resulta
exclusivo para conocer de dicha acción, lo cual nos
lleva a una primera conclusión15 de que no puede
tratarse de un contencioso especial, aún cuando en
diversas sentencias de la Sala Constitucional16, se
hace mención expresa, a que la mejor opción para
conocer de las fallas de los servicios públicos, es el
contencioso de los servicios. Tal referencia se hace
como apología a lo ideal, más no como la necesidad o
realidad de contar con un verdadero contencioso de
los servicios públicos. 15 Posteriormente bajo otro
análisis se llega a otra opinión 16Entre las sentencias
que refieren a un contencioso de los servicios públicos
podemos citar entre otros: Sentencia de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de
fecha 8 de diciembre de 2000, caso Transporte
Sicalpar, citada por la Dra. Hildegard Rondón de
Sansó, El Contencioso de los Servicios… ob. Cit. Pág.
240. Sentencia No. n° 4993 del 15 de diciembre de
2005, caso: Compañía Anónima de Administración y
Fomento Eléctrico. Sentencia 813 del 6 de junio de
2011, caso: Alianza Nacional de Usuarios y
Consumidores (ANAUCO) vs República de Venezuela.
Igual mención al contencioso de los servicios públicos
encontramos en el artículo 150 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia 17 Por el contrario, la
competencia se les asigna a los Juzgados de
Municipio Contencioso Administrativos, que si bien
surgen ante la Ley como Tribunales especializados
propios de la jurisdicción, la práctica aparentemente
aconseja que ante la supuesta poca actividad que
podrían tener en el ámbito contencioso administrativo,
asignar la competencia a los juzgados de municipios
ordinarios, siendo que dentro del nuevo esquema de
acciones, la asignación de nuevas y especiales
competencias a dichos órganos jurisdiccionales
correspondería al conocimiento de las acciones por la
prestación de servicios públicos de conformidad con
las previsiones del artículo 26 de la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa, así como las
acciones por habeas data de conformidad con las
previsiones de los artículos 167 y siguientes de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, en
especial, lo regulado en su artículo 169, entrando en la
noción –mal entendida- del contencioso eventual. Así,
venos que la Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, recogiendo –muy en
parte- el postulado agregado a la norma Constitucional
referente a la Jurisdicción Contencioso Administrativa
(ex artículo Art 9 Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa. Los206 ahora 259),
refiere a los servicios públicos, de la siguiente manera:
órganos de la Jurisdicción Contencioso administrativa
serán competentes para … (omissis) 5.- Los reclamos
por la prestación de los servicios públicos y elconocer
de: restablecimiento de las situaciones jurídicas
subjetivas lesionadas por los Art. 26 Ley Orgánica de
la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
Losprestadores del servicio. Juzgados de Municipio
de la Jurisdicción Contencioso Administrativa son
competentes para conocer de: 1.- Las demandas que
interpongan lo usuarios o las organizaciones públicas
o privadas que los representen, por la prestación de
los servicios públicos. 18 ART. 65 Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa. “Se
tramitarán por el procedimiento regulado en esta
sección, cuando no tengan 1.- reclamos por la
omisión, demora o deficiente prestación de los
servicioscontenido patrimonial o indemnizatorio, las
demandas relacionadas con: públicos… La inclusión
de peticiones de contenido patrimonial, ni impedirá que
el tribunal de curso exclusivamente a las acciones
mencionadas”. Debemos tratar de desmenuzar dichas
normas para revisar si efectivamente se desarrolla el
postulado constitucional y si de dicha redacción puede
desprenderse alguna acción a algún catálogo de
acciones que ciertamente abarque las distintas
situaciones que podrían presentarse con relación a los
Art 9 Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa. Losservicios públicos y su prestación
y tenemos: órganos de la Jurisdicción Contencioso
administrativa serán competentes para … (omissis) 5.-
Los reclamos por la prestación de los servicios
públicos y elconocer de: restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por los
prestadores del servicio. De manera general el artículo
refiere al reclamo por la prestación de servicios
públicos y el restablecimiento de situaciones subjetivas
lesionadas por los prestadores del servicio. Si bien de
la primera parte del artículo indicado podemos
entender que restringe de sobremanera la acción que
ha de conocer el contencioso, a los reclamos por la
prestación de los servicios, lo cual deja fuera de su
ámbito una considerable cantidad de acciones que
pueden suscitarse o girar en torno al servicio público,
tal como lo hemos sostenido hartamente en el
presente trabajo, encontrarían cobertura en el
contencioso general, pues podrían igualmente
acobijarse en la eterna noción de “universalidad” del
contencioso 19 administrativo, recogido en la decisión
Bokshi Bibari Karaja Akachinanu17 de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en el
cual ninguna pretensión propia del contencioso escapa
a su conocimiento, aun ante la ausencia de acciones
tasadas. Sin embargo, pese a lo aparentemente
restrictivo del encabezado del referido artículo, la
segunda parte luce un poco más amplia al señalar que
conocerá del reclamo por la prestación del servicio “y”
(copulativa, ampliando el margen de conocimiento) del
“restablecimiento de las situaciones jurídicas
subjetivas lesionadas por los prestadores del servicio”.
Esta noción más amplia, aún cuando refiere a un
determinado sujeto (prestador del servicio) amplía la
noción de la acción que limita el mero reclamo del
servicio, que buscaría la implementación o
prosecución del mismo, que es lo que aparentemente
protege la Ley comentada; sin embargo, para poder
concluir, debemos terminar de analizar el elenco de
normas que refieren al punto en discusión.