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LA CIUDAD
ARQUITECTURA BIZANTINA
EL HÁBITAT Y LA CIUDAD
Iglesias justinianeas
Una vez trasladada la capital del Imperio romano a Constantinopla por Constantino, los centros
de la administración política y religiosa tendieron a fusionarse, el resultado fue un régimen que
ha dado en llamarse "césaropapista", caracterizado por que la autoridad civil imperial y el control
sobre la Iglesia llegaron a estar entrelazados. Entretanto, en Occidente, los asuntos políticos y
religiosos se dejaron un tanto de lado ante la invasión bárbara.
Régimen “césaropapista”
Autoridad imperial Control eclesiástico
El Imperio romano, en su nueva forma oriental, pervivió y alcanzó su cúspide cultural y política
durante el reinado de Justiniano (483-565), quien accedió al trono en el 527.
Fue precisamente durante ese período de expansión cuando se construyeron las iglesias más
importantes de su tiempo en Italia, como las de San Vitale y San Apollinare in Classe en Rávena.
En lo que a los fines de este libro se refiere, las dos realizaciones más importantes de Justiniano
fueron:
En el año 528, Justiniano había formado una comisión de eruditos en derecho para la redacción
de un nuevo código de leyes imperiales (publicado en el 529); entonces, decidió ampliar el ámbito
de su idea inicial, a efectos de conseguir una compilación de todo el derecho romano, un proyecto
que cristalizó en el Codex Justinianus de 533 y que, con el tiempo, llegaría a constituir la base de
casi todos los sistemas legales europeos, excepto el británico.
Sublevación
En el año 532, grupos de ciudadanos descontentos con las reformas y los
elevados impuestos, se sublevaron. Al grito de nika (que significa 'conquista'
o 'vence'), las masas asaltaron e incendiaron oficinas municipales, edificios
públicos, parte del palacio imperial y la Iglesia de Santa Sofía o Hagia Sophia
(Divina Sabiduría), adyacente a él. Como resultado, se produjo un auténtico
colapso de la autoridad imperial y el pueblo eligió otro emperador rival.
Restauración
del orden Pero, apoyado por su esposa, Teodora, Justiniano se mantuvo firme, reunió
todas las tropas imperiales que pudo y aplastó a los insurgentes. La refriega
dejó un saldo de 30 000 personas muertas en las calles de la ciudad. Entonces,
él tuvo que afrontar la tarea de restaurar el orden y la concordia, así como la
de reconstruir importantes zonas de la capital.
Reconstrucción
de Santa Sofía Así las cosas, Justiniano decidió reconstruir inmediatamente la basílica
constantiniana de Santa Sofía, como un monumento a su gobierno y como
celebración de su victoria. El edificio debía tener planta central y grandes
dimensiones. De hecho, se partía de una experiencia anterior, la de la
construcción de la iglesia de los santos Sergio y Baco (527-532).
2. Construcción de iglesias
Para la Iglesia de Santa Sofía, Justiniano tenía planes más ambiciosos. En lugar de emplear al
constructor habitual, contrató a dos filósofos bien conocidos por sus estudios de geometría teórica.
El hecho de que Antemio procediese de Tralles e Isidoro fuese natural de Mileto resulta
significativo, pues definía la vinculación con la tradición de la ciencia griega clásica. Expertos
ambos en física y estática teóricas, únicamente ellos podían diseñar el tipo de edificio etéreo y
espiritual que soñaba Justiniano.
Características
➢ Los paramentos macizos restantes, como las grandes pechinas de la cúpula, fueron
decorados con mosaicos sobre un fondo oro, mientras que la parte inferior fue revestida
por altos zócalos de diversos mármoles de arquitecturas paleocristiana y bizantina.
➢ La cúpula central, aunque no tan grande como la del Panteón de Roma, arranca de un
anillo situado a 36,6 metros (120 pies) del suelo, elevándose hasta una altura máxima de
54,9 metros (180 pies). Representaba físicamente la unión del Imperio y la Iglesia.
➢ A diferencia del carácter estático y reposado, percibible en las formas y espacios de la
arquitectura clásica, aquí todo parece estar en movimiento, en una sucesión continua de
curvas y contracurvas que se cortan; todo ello bañado en un aura de luz mística.
➢ Mientras que en el interior está inundada de una luz misteriosa, procedente de centenares
de ventanas que se refleja en los mosaicos y en los mármoles de las paredes.
En Santa Sofía, Justiniano consigue dar forma definitiva a la arquitectura bizantina, fundiendo la
práctica constructiva romana con la ciencia griega al servicio de la especulación teológica. Todo
ello revestido de un lujo oriental, en honor a la Divina Sabiduría (Hagia Sofía).
Arquitectura
bizantina
Santa Sofía
Santa Irene
Esta iglesia es ilustrativa de una tipología de la que derivarían muchas de las iglesias bizantinas
y ortodoxas rusas construidas durante el milenio siguiente. Aunque las iglesias bizantinas tenían,
por lo común, planta central, la de Santa Irene es de tipo axial. No obstante, en ella están presentes
los componentes básicos de crujías cuadradas rematadas por cúpulas y conectadas mediante
bóvedas de cañón cortas.
BIBLIOGRAFÍA