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Coyuntura
• Fernando García
El hecho de que España se encuentre entre los países con un índice más alto de
siniestralidad laboral no pasa desapercibido a los agentes económicos y sociales que
intentan que todas las empresas incluyan a la prevención en su programa de gestión
integral. Este aspecto no sólo incide en la salud laboral, sino que tiene una vinculación
directa con la productividad empresarial, afectada por el tiempo perdido, los productos
inutilizados, la revisión de maquinaria y otros aspectos menos cuantificables como las
sanciones y los efectos psíquicos en la plantilla ante un drama humano. Ahora, cuando
se cumplen diez años de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, el sector originado
por la nueva legislación mueve casi 400 millones de euros e incluye a 28 mutuas de
accidentes de trabajo (de las que 26 han decidido escindir su servicio de prevención tal
y como impone la legislación actual), a medio millar de empresas privadas y a infinidad
de departamentos internos de miles de empresas. A pesar de las diferencias de número,
las mutuas copan alrededor del setenta por ciento del servicio de prevención ajeno. La
razón hay que buscarla en los estrechos lazos existentes entre las mutuas y las empresas,
que ven como las primeras les ofrecen la prevención como un servicio más, un hecho
que se produce desde 1995, cuando las mutuas podían actuar como servicio de
prevención ajeno para las empresas asociadas. Entre las empresas privadas de
prevención se encuentra Previlabor (del grupo Sanitas), Novotec (sociedad del grupo
Agbar y Unión Fenosa), Grupo MGO, Interlab, Controlex y Medycsa, entre otras. Las
grandes compañías, según establece la ley, cuentan con su propio servicio de prevención
y pueden concertar algún servicio específico con terceros, lo que beneficia a la
especialización de los servicios de prevención. Otras compañías optan por un servicio
mancomunado o el empresario, en el caso de micropymes, lo asuma directamente, por
lo que las posibilidades son variadas.
En el mundo de la prevención se resalta la importancia de las pymes, donde se encuadra
el 95% de las empresas españolas. Entre todas ellas engloban al 45% de los
trabajadores, pero son las protagonistas del 67% de los accidentes laborales.
Actualmente, la tasa de siniestralidad es de 6.500 accidentes con baja por cada cien mil
ocupados, frente a los 4.000 de la media europea. Esta situación se refleja en la
economía. Según los datos el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, el coste de los
accidentes de trabajo supone entre el dos y el cuatro por ciento del producto interior
bruto (PIB). Con esos datos en la mano resulta todavía más clara el alto coste que tiene
la no prevención, mucho mayor que la prevención, aunque ésta presenta una estructura
de costes alcista tras la reestructuración que vivirá el mercado de la prevención.
Jordi Martí, director de prevención de Midat Mutua, coincide con el resto del sector en
que los precios por los servicios de prevención subirán tras la creación de sociedades
mercantiles por las mutuas. “En algunos casos concretos se ha trabajado con unos
precios muy ajustados, por lo que ahora todas las mutuas tendrán que actualizarlos”. La
explicación la ofrece el propio directivo de Midat Mutua: “Hasta ahora el objetivo
prioritario era más social que puramente económico, por lo que el servicio de
prevención acompañaba al resto de servicios de la mutua, pero, a partir de ahora, las
mutuas han puesto dinero para crear sociedades que ofrecerán el servicio de prevención
y que habrá que mantenerlas en una situación saneada, por lo que se hará un análisis
riguroso de los costes”. Jordi Martí concluye su diagnóstico asegurando que “no se
puede pensar que un buen servicio que aporta valor añadido a la empresa, al traducirse
en una menor siniestralidad, no tenga un coste, el problema es que hasta ahora se había
trabajado con costes demasiado bajos”.
El informe de Salud Laboral elaborado por Federico Durán López y Fernando García
Benavides se muestra muy crítico con la situación actual y reconoce que “el sistema de
seguro español de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales gestionado por
las mutuas, pero dirigido y controlado por la Seguridad Social, se caracteriza por ser
caro, ineficiente y escasamente orientado a la prevención”. Aunque algunos se quejan
de la ambigüedad de la ley, sobre todo cuando se aplica a las pymes, Juan Carlos Bajo,
presidente de la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditadas, señala que
ese argumento “está sirviendo de disculpa, porque no resulta tan ambiguo sobre lo que
hay que hacer, la ambigüedad puede venir al interpretarla cuando se investiga un
accidente”.