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“La enseñanza, el aprendizaje y la evaluación en la educación universitaria”

El presente ensayo está basado en una ponencia realizada por el Dr. Juan Villacorta Vásquez,
Vicerrector Académico de la Universidad Nacional de Trujillo.

Frente al tema del contexto universitario, es importante destacar que ya desde 1998 la Unesco,
en su declaración mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI (París, octubre de 1998),
hace mención a la importancia de los cambios del ámbito educativo en el mundo, lo que exigió
desde ese momento un conjunto de planes de acción y la definición de alternativas para asumir
su transformación. Hoy en día, los cambios y avances de la sociedad respecto al desarrollo
científico, tecnológico, globalización de la economía, sociedad del conocimiento, imperio de
empresas transnacionales, políticas de organismos multilaterales, etc., inciden cada vez con más
fuerza en la generación de políticas y reformas de los sistemas de enseñanza superior, como las
generadas por el conjunto de reformas educativas en América Latina a partir de los años noventa.
Estas reformas han circundado todos los ámbitos: la gestión, la organización, la investigación, el
currículo, la relación con la sociedad, la cultura, etc., todo ello con gran impacto en la labor de
los profesores. (Londoño, 2015)

Acerca de ello, el Dr. Villacorta nos refiere algo de vital importancia para lograr comprender la
problemática actual del proceso de aprendizaje en las universidades. En la educación básica
regular, los profesores tienen formación pedagógica y didáctica, lo que les permite comprender
mejor el proceso de enseñanza y tener un manejo adecuado de los procesos académicos. Sin
embargo, en la universidad, la mayoría de los docentes carecen de esta formación, dificultando
su labor pedagógica en el aula. Por lo tanto, los responsables de la gestión universitaria, deben
procurar la realización de capacitaciones y talleres para complementar la formación de los
profesores, que actualmente se enfoca en maestrías y especializaciones. De esta manera,
podremos abordar estas dificultades y mejorar la calidad de la enseñanza en la universidad.

Por otro lado, resalta el enfoque y teoría pedagógica de María Montessori, quien nos decía que
la educación debe permitir que el educando se desarrolle libremente, en lugar de centrarse en la
transmisión de conocimientos, generando espacios en los que los estudiantes encuentren su
libertad y se desenvuelvan en ella. Nos invita, también, a evitar incurrir en lo que Rita Segato
describe como la "pedagogía de la crueldad", haciendo alusión a aquellas prácticas que rutinizan,
mecanizan y cosifican el proceso educativo. Es así que, el Dr. Villacorta destaca: “en un sentido
amplio y desde la complejidad, la educación se entiende como un proceso holístico, multidiverso
y sistemático conducente al desarrollo integral del ser humano, desde sus dimensiones
antropológica, ontológica, gnoseológica, psicológica, ideológica, sociológica, axiológica, cultural
e histórica”. Con estas palabras, nos indica que la educación, desde una perspectiva completa,
es un proceso que busca el desarrollo total de la persona desde diversos aspectos, sea aquella
relacionada con la naturaleza y esencia del ser humano, con el estudio del ser y la realidad, del
conocimiento, de los procesos mentales y emocionales, de la interacción social, cultural e
histórica, y de la adquisición de valores y principios.

Es importante destacar que debido a la relevancia del tema, se han llevado a cabo numerosas
investigaciones enfocadas en examinar las formas de enseñanza de los profesores. Bruns et al.
(2014) llevaron a cabo un estudio a nivel mundial sobre las prácticas docentes, observando a
más de 15,000 maestros de América Latina y el Caribe. Aunque el estudio no se limitó
exclusivamente a la enseñanza universitaria, permite apreciar su importancia y potencial. En el
contexto de la educación superior, autores como Morosini (2000), Cuhna (2004), Suárez (2007),
Bromberg y Kirsanov (2007), Calixto (2012) y Duguet y Morlaix (2012) han dirigido su atención a
las prácticas docentes universitarias en relación con: el conocimiento pedagógico de los
profesores, las concepciones de los profesores sobre ellas, su relación con la innovación, el valor
e importancia del profesor en la educación superior a través de ellas, su relación con la
enseñanza, su transformación mediante reflexiones pedagógicas y didácticas, su enfoque dentro
de los procesos de formación integral y el marco del sistema de créditos académicos; lo que
hacen los profesores al estructurar sus clases en sus prácticas, la configuración de estas desde
la perspectiva en línea, su valoración por parte de los estudiantes, las experiencias innovadoras
que pueden ser útiles para el cambio en la enseñanza de diversas disciplinas, y su revisión como
base para abordar la transformación que enfrenta la universidad actual. (Londoño, 2015).
De igual manera, se han encontrado otras aportaciones como las siguientes: Estrada (1995)
resaltó que la enseñanza universitaria no se realiza de forma individual, sino a través de la
reflexión sobre su propia práctica; Martínez et al. (2005), en su tesis de maestría, abordaron "las
características de la enseñanza de profesores universitarios de diferentes universidades de
Bogotá", reconociendo aspectos como la reflexión crítica, la flexibilidad del profesor, el diálogo
activo, el desarrollo de actividades fundamentales y una perspectiva humanista en su labor
docente universitaria. Wolffenbüttel (2006) desarrolló una tesis que buscaba comprender la
relación entre los procesos de aprendizaje y la enseñanza a través del análisis de la trayectoria
de vida de los profesores universitarios. Santos et al. (2006) se acercaron a prácticas
pedagógicas relacionadas con el aprendizaje autónomo, la investigación en el aula y la
enseñanza por proyectos.

En concordancia, el Dr. Villanueva nos habla sobre el proceso de enseñanza – aprendizaje, que
tiene como responsable directo del fomento, desarrollo, supervisión y mejoramiento al docente
universitario, manifestando que el motivo, sujeto protagónico y fin de ejecución e impacto sería
el estudiante universitario. Acerca de los factores que determinan el proceso de aprendizaje,
resalta los diferentes estilos de aprendizaje, los diversos escenarios de aprendizaje, ritmos de
aprendizaje y las condiciones de aprendizaje. Podemos decir, entonces, que los estilos de
aprendizaje son las formas particulares en las que cada individuo aprende, como visual, auditivo
o kinestésico; los escenarios de aprendizaje son los ambientes en los que se lleva a cabo el
proceso de aprendizaje, como el aula, el laboratorio o la biblioteca; los ritmos de aprendizaje se
relacionan con las dinámicas utilizadas durante el proceso, pudiendo ser más pausadas o bajo
presión y las condiciones de aprendizaje son los factores externos o internos que influyen en el
proceso de aprendizaje, como el entorno físico, las emociones o la motivación. Respecto a las
dimensiones, nos habla de la dimensión cognitiva, la misma que se refiere al aprendizaje
propiamente dicho, enfocado en adquirir conocimiento, comprensión y habilidades; la dimensión
conativa, que se relaciona con el aprendizaje aplicativo, en el que se ponen en práctica los
conocimientos adquiridos; la dimensión afectiva que se centra en el desarrollo personal y la
integración de valores, emociones y actitudes en el proceso de aprendizaje; y la dimensión social,
la cual se enfoca en la interacción con los demás y la adquisición de habilidades para convivir en
sociedad. En cuanto al propósito del aprendizaje significativo trascendente, refiere que es
integrar todos los factores y dimensiones mencionados anteriormente, de manera que se logre
un aprendizaje completo y duradero.

Además de lo dicho, el Dr. Villanueva hace énfasis en lo que significa enseñar. Manifiesta que
como actividad profesional en el ejercicio de la docencia universitaria, esta se va desarrollando
en base a la experiencia y la formación complementaria. No obstante, actualmente el ejercicio
profesional en la docencia universitaria está respaldado por un título y el cumplimiento de ciertos
requisitos establecidos en las normas, como la ley universitaria. Por otro lado, como actividad
científica, es el dominio de las ciencias de la educación lo que le va a dar el soporte objetivo para
el ejercicio de esa docencia para el ejercicio de esa actividad de la enseñanza; como actividad
tecnológica, hay que contar con un manejo de la didáctica, la cual proveerá de teorías,
estrategias, de técnicas e instrumentos al docente, a fin de que logre los objetivos que se
propone. Finalmente, como actividad pragmática, tener adecuados mecanismos de
comunicación que permitan saber llegar al estudiante.

En los últimos años, la concepción de enseñar se centra en que no solo se trata de instruir, sino
de generar, fomentar y fortalecer la interacción dialógica entre el profesor y los estudiantes, así
como entre los propios estudiantes. El objetivo es que los estudiantes se comprometan de
manera creativa, crítica y voluntaria en la búsqueda y desarrollo de su propio aprendizaje más
allá del aula, más allá de lo que el profesor puede proporcionar en términos de contenido y
estrategias motivadoras. Respecto a los procesos de evaluación, antes solía usarse como una
herramienta de control y discriminación basada en principios de mérito y esfuerzo, lo que resulta
en la exclusión de estudiantes que provienen de sectores marginados de la sociedad y que han
tenido menos oportunidades educativas, y que ha conllevado a una desigualdad en el campo
educativo. En la actualidad, se sabe que la evaluación de los aprendizajes es un proceso
sistemático y técnico que se utiliza para observar y comprobar los resultados que se espera que
los estudiantes alcancen en términos de desarrollo de competencias. A partir de esto, se toman
decisiones adecuadas y oportunas para ayudar a los estudiantes a alcanzar los objetivos de
aprendizaje. La evaluación implica que los docentes verifiquen de manera consciente lo que los
estudiantes han aprendido y cómo lo han aprendido. También implica identificar debilidades o
factores que hayan dificultado el aprendizaje, y generar compromisos para corregir, subsanar y
mejorar los aprendizajes. Es importante tener en cuenta que la evaluación no es el objetivo
principal de los procesos de enseñanza-aprendizaje, sino que es un medio para estimular,
fortalecer y consolidar los aprendizajes. Por lo tanto, sus resultados deben ser utilizados de
manera constructiva y no como un medio para traumatizar o sancionar a los estudiantes.

Por todo lo anteriormente mencionado, la educación universitaria necesita cambios reales para
adaptarse a las necesidades y demandas actuales de los estudiantes y la sociedad en general.
Es vital considerar mayor flexibilidad curricular, permitiendo a los estudiantes tener la opción de
elegir cursos que se ajusten a sus intereses y metas individuales. También se podría considerar
la posibilidad de tomar cursos de diferentes áreas para fomentar la interdisciplinariedad. Por otro
lado, enfocarse en habilidades prácticas: que sean relevantes para el mercado laboral. Así
también, la incorporación de tecnología, incluyendo el uso de plataformas en línea para la entrega
de clases, recursos digitales para el estudio y herramientas de colaboración en línea. Para
terminar, establecer una evaluación basada en competencias, es decir, evaluar las habilidades
y conocimientos adquiridos a través de proyectos, presentaciones y trabajo en equipo. Estas son
solo algunas opciones que podrían ser aplicadas en la educación universitaria, sin embargo, es
crucial que los cambios sean objeto de discusión y acuerdo entre los distintos participantes,
incluyendo estudiantes, docentes, directivos y empleadores. Únicamente a través de
modificaciones efectivas y sustanciales podremos asegurar una educación universitaria de
excelencia y pertinente para el mundo contemporáneo.
Referencias bibliográficas

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