Dando una breve introducción sobre la Este libro es un compendio de
ensayos sobre el bicentenario de nuestra independencia. Partimos de la premisa que este proceso histórico tiene como hitos la Declaración de la Independencia de 1820 en Trujillo y, luego, la del Perú en 1821. En estos ensayos analizamos el proceso monárquico español en América, la aparición de las ideas liberales y los procesos revolucionarios en América y Francia hasta la experiencia liberal constitucional que concluirá con la Cortes de Cádiz y su Constitución de 1812. Esta carta magna inauguró la monarquía constitucional al establecer el principio de la división de poderes, limitando cualquier prerrogativa absolutista, y la ciudadanía a partir de los veinticinco años para igualar en el ejercicio de los derechos políticos tanto a españoles como americanos. Este modelo de constitución sería reeditado fallidamente en el Perú en 1821. El largo periodo histórico que analizamos en este libro comprende desde el proceso de la emancipación en América hasta la independencia de nuestro país, así como el proceso constitucional peruano hasta el siglo XXI. La mayoría de historiadores peruanos concuerda que el 28 de julio de 1821, día en que el general José de San Martín proclamó en Lima (capital del hasta entonces virreinato del Perú) la independencia del Perú, comienza la primera etapa de la historia republicana en nuestro país. Sostenemos, de acuerdo a nuestro criterio, que el punto de partida del nacimiento de la república del Perú sería el 29 de diciembre de 1820 cuando se proclamó la Independencia de Trujillo del Perú. Al inicio de las luchas emancipatorias, América Latina estaba dividida administrativamente en cuatro virreinatos. Venezuela, Chile, Guatemala y Cuba). A partir de esta configuración político- administrativa se formaron nuevos estados, y en este proceso pasaron por sucesivos períodos de concentración y los gobiernos revolucionarios que reemplazaron a los Virreyes y Capitanes Generales se hicieron cargo de las circunscripciones regionales creadas bajo el dominio español. Si los movimientos siguieran una sola línea, sin fallas adentro y afuera, probablemente conduciría a la formación de los ocho estados. Sin embargo, el desarrollo de la revolución fue mucho más complejo y desigual en sus manifestaciones, y los resultados reflejaron tal complejidad. Antes de la caída del Imperio Romano Occidental, constaba de España, Italia, la Galia, Gran Bretaña, Mauritania, África (las costas de la actual Libia), mientras que en el este la península de los Balcanes, Anatolia, Oriente Próximo y Egipto. Como provincia romana, Hispania (España) estuvo totalmente sujeta al derecho romano hasta que los godos (germanos) terminaron con el dominio romano en la península tras la caída del Imperio Romano de Occidente en 76. Después de la invasión, un gran número de provincias romanos (ítalo-romanos, latino-romanos, galo-romanos, etc.) se mezclaron con sus conquistadores germánicos, convirtiéndose en las naciones modernas de Europa Occidental, cuyos romanos fueron fuente de derecho, porque ninguna provincia conquistada conservó su propio derecho; todo regido por las leyes de Roma, con las modificaciones requeridas por los intereses de los romanos y su propio régimen. En cuanto a España en sus últimos tiempos, cuando estaba sujeta a Roma, decimos que las fuentes comunes del derecho que la regían eran los códigos, novelas y escritos de los juristas de Hermogenio, Gregorio y Teodosio que dio a Valentiniano III la fuerza de la ley de. Las fuentes especiales fueron la Ley Provincial y el Edicto Provincial. Hasta el siglo V, cuando los godos se asentaron en estas regiones, mantuvieron durante un tiempo el carácter de aliados del pueblo romano, y todavía eran casi tributarios, hasta que se declararon independientes en la época de Eurico, formando verdaderos ciudadanía. A partir de ese momento ( 70 aC) comenzó a existir la monarquía española y Eureka fue su primer rey. El profesor Alzamora dice lo siguiente sobre el origen de los godos: "Algunos los hacen naturales de Escandinavia, otros de Alemania. Sea como fuere, queda el hecho de que los godos y los alemanes tienen tanto en común que, si no tenían nada en común de origen, se perdieron en mucho tiempo rozando sus rasgos característicos.