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UNIVERSIDAD NACIONAL DE UCAYALI

FACULTAD DE DERECHO Y

CIENCIAS POLITICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

CONSTITUCION DEL PERU AÑO 1826

Asignatura : Derecho Constitucional Peruano

Docente : Dr. Jorge Aniano Ruiz Rojas

Ciclo y sección : IV B

Integrantes : - Navarro Rivera Karla


- Paima Hidalgo Zeus Raúl
- Rafael Heredia Arturo
- Lomas Macedo Lloy Marky

Pucallpa- Perú

2022
Dedicatoria

A nuestros queridos padres, que siempre serán la


luz y el motivo de seguir adelante y no rendirnos. Y a
nuestro honorable docente por transmitirnos su
conocimiento y ser parte de nuestra formación
profesional como abogados.
Introducción

La constitución fija los parámetros y define las interacciones entre los poderes
del Estado (poderes que, en las naciones occidentales modernos, se definen como
poder legislativo, ejecutivo y judicial) y de éstos con sus habitantes, estableciendo de
esta forma las bases para su régimen y para la organización de las instituciones en
que tales poderes se asientan.
El reto del siglo XIX peruano ha sido la configuración de un Estado nuevo con
una sólida tradición republicana, o sea, con el respeto irrestricto de la Constitución y
las leyes. No obstante, las dictaduras, el caudillismo y los inconvenientes de la verdad
peruana, acabaron por impedir la vigencia plena del constitucionalismo, impidiendo la
democracia, desdeñando la voluntad conocida. Tal posición hizo difícil definir una
serie de rasgos que debía enfrentar el Perú. Por tal, las constituciones peruanas
fueron fantasiosas, con una vigencia efímera, por estar acomodadas a los intereses
del gobierno de turno, ya sea liberal o conservador.

El presente trabajo monográfico tiene como finalidad dar a conocer sobre la


segunda carta magna del Perú, es decir del año 1826, también llamada constitución
vitalicia, el cual trataba de establecer a Simón Bolívar como presidente permanente,
es así que veremos cómo se llegó a este grado de posición escandalosa en el
gobierno y comprenderemos tanto sus antecedentes históricos como la parte
dogmática de esta constitución. Así mismo verificaremos porque dicha constitución
fue copia del estado boliviano y por qué no logro mantenerse como tal, ya que no logro
reconocimiento verdadero ni legitimidad. Estas y otras características serán puestas
a prueba y veremos las carencias de un Perú arrasado por un poder absoluto.

Paralelo a ello, se presentará una comparación con nuestra actual


constitución peruana. También ahondaremos y analizaremos los 150 artículos
Antecedentes Históricos
Si dejamos de lado ciertas desmembraciones que ha tenido el Perú en los
últimos 150 años, podemos decir que el actual territorio de la República del Perú es
el mismo que el del Virreinato del Perú, el más importante de la América Meridional;
al lado del mexicano, cuyo título oficial era Virreinato de la Nueva España. Esto fue
en los siglos XVI y XVII; más tarde vinieron otras decisiones políticas que crearon
otras realidades: la más importante de ellas, en el sur, la creación en 1776 del
Virreinato del Río de la Plata, del cual dependía lo que entonces era conocido como
Alto Perú, y que luego sería, en 1825, la República de Bolivia, así llamada en
homenaje al Libertador Bolívar. Con todo, la pérdida o disminución de su poderío
político, económico y geográfico, no melló la importancia del Virreinato del Perú, como
lo demuestra el hecho de que las dos corrientes independentistas más importantes,
la del sur, encabezada por el argentino José de San Martín, y la del norte, dirigida por
el venezolano Simón Bolívar, tuvieron que darse cita en territorio peruano para
prácticamente consumar la independencia del antiguo imperio español en América.

En 1824, en Ayacucho, en plena serranía peruana, se dio la gran batalla que simboliza
ese histórico paso. En fecha anterior, el 28 de julio de 1821, el general José de San
Martín había declarado solemnemente la independencia del Perú.

La independencia del Perú, proclamada por el General San Martin en 1821, hubo de
ser consolidad tiempo después por acción de Bolívar. En ese panorama de
inestabilidad, merecen destacarse algunos instrumentos dados por el libertador
argentino con el fin de gobernar a un país en crisis y semicopado por las tropas
realistas.

En tal sentido, las bases constitucionales (1822), expresadas en un documento muy


breve, establecieron los grandes lineamientos de la futura república, entre otras cosas,
las libertades políticas tradicionales y fundamentalmente, la forma republicana del
gobierno.
La primera convocatoria a la ciudadanía fue por decreto de 3 de agosto de 1821
asumió San Martín “el mando político y militar de los departamentos libres del Perú”
bajo el título de Protector, que luego cambió por el de Protector de la libertad del Perú.

De San Martín recibió el nuevo Estado peruano su primera bandera, el himno que
hasta hoy unifica a sus hijos, el comienzo de un régimen administrativo propio, su
moneda propia, la reglamentación básica de su comercio soberano, los buques que
iniciaron su marina, las unidades con las que se fundó su ejército, su más antigua
Escuela Normal, las escuelas públicas organizadas bajo el signo de la libertad, su
Biblioteca Nacional.

Además, por decreto de 27 de diciembre de 1821 convocó San Martín, por primera
vez, a la ciudadanía. Lo hizo con el fin de que eligiera libremente un Congreso
Constituyente para el exclusivo objeto de establecer la forma de gobierno por la que
se regiría el Perú y dar la Constitución más conveniente.

Después de la acogida poco favorable que hallaron sus planes monárquicos, de la


deposición de Monteagudo y de la entrevista con Bolívar en Guayaquil, San Martín
apresuró la elección y la reunión de este Congreso, a pesar de que, al declararse
Protector del Perú, anunció que presentaría su dimisión “en el momento mismo que
fuese libre (todo) su territorio” (3 de agosto de 1821).

En el reglamento de elecciones expedido por Tagle y Monteagudo (después de que


lo presentó una comisión especialmente nombrada) se ordenó que los departamentos
eligieran 79 diputados propietarios y 38 suplentes, de acuerdo con la población que
figuraba en el censo de 1795. El más alto número de representantes correspondió a
Trujillo (15), Cuzco (14) y Arequipa (9), viniendo después Lima con 8, lo mismo que
Huaylas. Luego seguían Puna y Tarma con 6; y el número menor era para
Huancavelica (3), La Costa, formada por Santa y Chancay (2), y Maynas y Quijos (1).
Interesa recordar esta última circunscripción.
Únicamente los departamentos ocupados por los separatistas (Lima, Tarma, Huaylas,
Trujillo y La Costa) eligieron sus diputados. La representación de los demás
departamentos, que estaban en poder del ejército español, surgió de nombramientos
hechos por los ciudadanos oriundos de ellos, residentes en Lima. El Congreso
incorporó a su seno a nuevos diputados después de haberse instalado. Aparte de las
críticas que más tarde pudo haber suscitado el Congreso por la forma como manejó
los asuntos políticos, el primer ensayo de funcionamiento del sistema representativo
en el Perú presentó algunas imperfecciones. Como se ha señalado, buena parte de
los sufragios no emanaron genuinamente de los departamentos.

Al tratar de la forma como se llevaron a cabo las llamadas elecciones supletorias en


Lima, Riva-Agüero, en su manifiesto de 1824, presenta solo como un ejemplo el caso
de Manuel Antonio Colmenares que obtuvo la representación de Huancavelica.

De este departamento, ocupado por los españoles, había pocas personas naturales
que residieran en la capital. Colmenares, que no lo conocía (dice Riva-Agüero) tomó
unos cuantos indios de los que cargaban en la puerta del mercado, los condujo al
recinto electoral proveyéndolos de cédulas escritas para que votaran por él y por los
demás que figuraban en la misma lista y así salió elegido diputado únicamente por
ocho o nueve individuos que él mismo reunió para el acto del sufragio. Con el
Congreso Constituyente de 1822, empezó, la historia de la República del Perú. Es el
nuestro un Estado concebido primero como un bello ideal y llevado luego
penosamente a la realidad.

Bandos políticos habíase diseñado entre la nobleza peruana después de 1810. En un


extremo estuvieron los partidarios del antiguo régimen, absolutistas o reaccionarios,
o sea los enemigos, declarados o encubiertos, de la Constitución que emanó de las
Cortes, reunidas en la isla de León en 1810, Y trasladadas a Cádiz en 1811 para
clausurar sus labores en 1813, después de promulgar dicha Carta política en 1812.
Formaron el otro extremo los partidarios de la independencia irrestricta e inmediata,
cuyo número fue al principio escaso en esa clase social y cuyos jefes vinieron a ser
José de la Riva-Agüero y el conde de la Vega del Ren.

Y en el medio se colocaron los que pensaron en diversas formas conciliadoras, de tipo


monárquico constitucional, reformistas frente al Virreinato tradicional, pero
conservadores frente a quienes querían romper el ligamen con la metrópoli. Oscilaron
estas fórmulas de la “tercera posición” desde la lisa y llana vigencia de la Constitución
de Cádiz bajo el reinado de Fernando VII, obediente a ella, hasta la búsqueda de un
nuevo monarca, también constitucional, que algunos pensaron pudiese ser la infanta
Carlota Joaquina, u otros personajes de la familia real de los Borbones, o, según se
dice, hasta el propio virrey Abascal. Ninguno de tales sueños maduró en la realidad.
Fernando VII fue el único monarca proclamado en América, como en España.

Y cuando volvió, en 1814, del cautiverio en el que le había retenido Napoleón,


Fernando VII echó a un lado la Constitución y se proclamó monarca absoluto, ¡como
si escuchara al pueblo que gritaba “iVivan las cadenas!”.

La guerra de la independencia americana tomó el curso de una contienda áspera entre


el antiguo régimen español sin concesiones reformistas y los partidarios de la
independencia. Al llegar San Martín al Perú las tendencias intermedias pudieron
parecer nuevamente poderosas. En la conferencia de Punchauca, San Martín insinuó
la idea de la independencia del Perú a base de la reconciliación con los españoles,
mediante una monarquía constitucional con un príncipe de esa nacionalidad. Unanue
llegó a aprobar entonces esta solución agregando: “Yo no era el único que pensaba
así por el bien mismo del Perú”.

El Virrey y sus generales la rechazaron y San Martín entró a Lima, proclamó la


independencia y estableció el Protectorado. Pero todavía la “tercera solución”
continuó viva. Su variante estuvo en la búsqueda que San Martín inició en Europa de
un príncipe no español o al margen de la aquiescencia del gobierno de ese país. Los
republicanos o liberales” ganaron un triunfo tumultuario con la deposición del ministro
Bernardo Monteagudo y un triunfo oratorio en el debate de la Sociedad Patriótica.
Al retirarse San Martín quedaron dueños de la situación, pues dominaron en el
Congreso Constituyente. Fue una nueva victoria suya.

La República, que empezó en el Perú como reacción contra el monarquismo de un


argentino, San Martín, hubo de estar en manos de un colombiano, Bolívar, al concluir
la guerra. Desde sus comienzos, el Perú había participado en ella; pero dando su
contingente de sangre a la causa española. Los valientes soldados de Ricafort,
Goyeneche, Pezuela, Ramírez y Montes, que participaron en las primeras jornadas
militares, habían sido peruanos. Abascal utilizó ampliamente los recursos del
virreinato para prolongar la vida del poder colonial.

Cuando ya había sido proclamada la independencia de Lima, hombres ilustres o


importantes, dentro de los cuales Riva-Agüero y Torre Tagle son tan solo los más
conocidos, se resistieron a la idea de un Perú que no conviviera con los españoles y
echaron al abismo una fuerza política y militar nacional que hubiese sido muy útil,
tanto en la lucha final de la independencia, como después de ella. Cabe decir que; por
causas complejas, el Perú jugó desde 1810 la carta de España y que aun después de
1821, muchos peruanos la jugaron. No fue ella la que ganó la partida.

Por eso, el país que había sido el más prominente de América del Sur antes de la
llegada de los españoles, entró a la vida independiente rodeado de condiciones
desfavorables y tuvo en el siglo XIX, el más infortunado de su maravillosa historia.

Con Bolívar en el Perú, dentro de la situación inmediata ya no hubo, en realidad,


término medio: o con él se lograba la independencia o triunfaban los españoles.
Távara, en su Historia de los partidos, dice muy claramente: “Todo hombre racional
sabía que, fueran cuales fueren las intenciones de Bolívar respecto del Perú, su triunfo
le daría una dominación precaria; pero en caso de ser vencido se afirmaría por
muchos años el dominio español. En el dilema que presentaba los sucesos, el camino
de estos indicaban a los hombres de bien que pertenecer a su patria era apoyar a
Bolívar para entrar después en cuentas con el usurpador, o abstenerse de la política
y retirarse”.
Proseguir y ganar la guerra en un frente único con Bolívar, crear y preservar si era
posible, una fuerza militar y política nacional útil para el futuro, apenas terminase la
lucha con los españoles por la independencia, debió ser la consigna de los caudillos
y de los dirigentes peruanos. No lo entendió así, por desgracia, Riva-Agüero. Revivió
angustiada y tardíamente la imposible ilusión de una monarquía constitucional
peruano-española que antes había abortado en Punchauca; y soñó en una alianza
con el ejército del virrey de igual a igual contra Bolívar y sus tropas. Negó al Congreso,
que lo había elegido bajo la presión del ejército, la facultad de exonerarlo del mando.

Este mismo Congreso había creado contra él un poder militar para luego dar la suma
de poderes a Bolívar, en contraste con las limitadas facultades y la parcelada
autoridad que otorgara a la Junta Gubernativa establecida después de la dimisión de
San Martín.

El Congreso levantó, frente a Riva-Agüero, la figura de Tagle. Tras de Tagle se


juntaron los aristócratas enemigos de Riva-Agüero. El primero y el segundo
Presidente del Perú entraron en implacable lucha, adornada con furiosas invectivas,
con olvido del poderoso ejército del virrey. Empeñóse Riva-Agüero en arrastrar en su
caída a sus enemigos, el Congreso y Tagle, anunciando que estaba listo para dejar el
mando siempre que ellos cesaran también; pero el descubrimiento de sus tratos con
los españoles precipitó su caída por acción de los propios jefes peruanos que lo
secundaban, encabezados por La Fuente.

Quedaron Bolívar, con Ia autoridad militar, y Tagle, como figura simbólica. La mala
fortuna en la expedición de Santa Cruz en el sur hizo que los españoles se volvieran
sobre el norte. La situación económica era angustiosa y la penuria del Fisco llegaba
al extremo.
El ejército colombiano necesitaba ser equipado y complementado con tropas
peruanas que apenas se iniciaban. Bolívar mismo sugirió las negociaciones con los
españoles a través de un comisionado de Tagle. En nombre de este, algunos de los
aristócratas iniciaron tratos para unirse con los españoles.

La defección del Callao vino a acrecentar las dudas acerca del éxito de la causa de la
independencia. El odio y el temor a Bolívar y a los colombianos, que había movido a
Riva Agüero, revivió en los aristócratas enemigos del rivagüerismo, como contagiados
por él. Y se perdió, en circunstancias patéticas y lamentables, otra fuerza política
peruana, la del segundo Presidente, en cuyo manifiesto de 1824 percíbase análogo
estado de ánimo al que revelaría años más tarde su enemigo, compatriota e igual en
la clase social, el primer Presidente, cuando escribió con seudónimo Pruvonena
contra la República, la democracia, Bolívar, los colombianos y el Congreso.

Pero hubo muchos peruanos conservadores, liberales y hombres no definidos en sus


ideas políticas, que acompañaron a Bolívar en los días tremendos que forjaron la
victoria final. Allí estuvo Unanue. Allí estuvo Sánchez Carrión. Allí estuvieron los jefes
militares como La Mar, Gamarra, Santa Cruz, que figuraron de inmediato en la vida
pública, y, en posiciones de menor realce, los que se destacaron tanto en los años
siguientes como Castilla, Vivanco, Salaverry, Orbegoso, La Fuente. Todo lo cual no
impidió la extrema debilidad inicial del país, cuyos dos primeros presidentes habían
terminado acusados de tratos con el enemigo.

Por otro lado, Bolívar expidió en Arequipa el 20 de mayo de 1825 un decreto de


convocatoria a un Congreso General y determinó como fecha de su reunión en Lima,
el 10 de febrero de 1826, aniversario de la dictadura que le fuera conferida en 1824.
Los diputados propietarios debían ser 86 y los suplentes 56. Correspondía su elección,
de acuerdo con la ley dada por el Congreso en 1824, promulgada en marzo de 1825,
a los colegios electorales de provincias, compuestos por los electores de las
parroquias. Quedaron señalados para Ayacucho 12 diputados propietarios y 10
suplentes; para Arequipa, 12 y 7; para Cuzco, 19 y 11; para Huánuco, 15 y 8; para
Lima, 12 y 8; para Libertad, 19 y 9; para Puno, 7 y 5. A diferencia de lo que ocurriera
en la convocatoria de 1822, Maynas quedó omitida.
Con motivo de una queja de los ciudadanos de la provincia de Tinta, del departamento
del Cuzco, el Consejo de Gobierno autorizó a la Corte Suprema de Justicia, cuya
devoción al Libertador era entonces extrema, para examinar, calificar y resolver
cuanto concerniere a las elecciones y los poderes de los diputados. Se quería así
anular las credenciales de personas cuya lealtad se consideraba dudosa.

Sin embargo, la criba de oposicionistas hecha por la Corte Suprema no fue efectiva.
Francisco Javier de Luna Pizarro (elegido esta vez directamente por el pueblo
arequipeño), su discípulo Francisco de Paula G. Vigil, junto con Mariano Alejo Álvarez,
Manuel Ascencio Cuadros, Evaristo Gómez Sánchez, Eduardo Carrasco y otros,
formaron una valiente minoría. Se suscitaron diversos incidentes en las juntas
preparatorias, reunidas el 29 de marzo de 1826. Entre ellos surgió uno relacionado
con el juramento prescrito a los diputados por la Carta de 1823 y que el Presidente
del Consejo de Gobierno intentó fuese hecho ante él mismo.

La minoría liberal presentó como cuestiones previas que este asunto del juramento
quedara resuelto por las propias juntas preparatorias; que las sesiones fuesen
públicas abriéndose las puertas de la sala y que dos comisiones revisaran las actas y
los poderes emanados de los colegios y calificados por la Corte Suprema. Varios
ciudadanos, cuyas elecciones habían sido declaradas nulas, fueron alentados a que
presentasen sus poderes a la comisión respectiva. Otra tesis que sostuvieron los
oposicionistas, encabezados por la representación de Arequipa, era que el Congreso
debía ser constituyente y no constitucional.

Como Bolívar se dio por ofendido, amenazando retirarse del país, las juntas acordaron
nombrar ocho diputados, uno por cada departamento, para suplicarle que no se
ausentara; los liberales votaron en contra de esta decisión. Al cortejo de los diputados
sumisos se sumaron en la residencia de la Magdalena, las corporaciones, los
personajes más notables y hasta las señoras (31 de marzo de 1826). Los diputados
llegaron a tener tres largas sesiones al cabo de los cuales, según el punto de vista
gobiernista, quedó en claro que carecían de atribuciones como juntas preparatorias.
Resolvieron, pues, que no podían tomar acuerdo alguno relativo a la instalación del
Congreso.
El Consejo de Gobierno ordenó el 8 de abril que los diputados le presentasen sus
poderes para señalar horas y días en que compareciesen ante él a prestar el
juramento previsto por la Constitución y mencionado por el Presidente del Consejo.
Se basó para ello en que la Corte Suprema solo había conocido de la legitimidad de
las elecciones, de la identidad de las actas y de las personas que por ellas resultaron
elegidas. Por lo tanto (de acuerdo con este punto de vista) faltaba el examen de los
poderes en lo concerniente a las facultades otorgadas a los representantes y era el
gobierno mismo a quien competía dicho cotejo por la inexistencia del Senado.

“iQué malditos diputados ha mandado Arequipa!”, escribió Bolívar a La Fuente


(Magdalena, 6 de abril).

Si fuera posible cambiarlos sería la mejor cosa del mundo, puesto que sus poderes
no han venido conforme a la Constitución y que han perdido su alegato en la junta
preparatoria. Yo creo que tendré que reunir de nuevo sus asambleas para tratar de
los nuevos poderes; y por lo mismo sería muy conveniente para el bien del Perú que
se nombrasen otros más patriotas y menos perversos. Yo le aseguro además que con
ellos no se puede hacer nada bueno quieren destruirlo todo a su modo. Como
Arequipa no mande mejores diputados, estoy seguro que la anarquía entra con todo
su furor y yo me voy con Dios por no recibir ultrajes de esos miserables esclavos de
los españoles. Si Ud. ama a su patria debe empeñarse en que se varíe esta maldita
diputación. Luna engañó a Riva-Agüero; Luna echó a Monteagudo y San Martín; Luna
perdió a la junta gubernativa. Por culpa de Luna entró en el gobierno Riva-Agüero y
por culpa de Luna entró Torre Tagle. Por Luna se perdió el Perú enteramente y por
Luna se volverá a perder pues tales son sus intenciones”

Con fecha 17 de abril, continuando la tensión entre Bolívar y los “malditos” diputados
oposicionistas, el Consejo de Gobierno, presidido entonces por Unanue, resolvió que
los poderes conferidos por las provincias de Lima, Arequipa y Condesuyos eran írritos,
por contener una autorización ilimitada para la reforma constitucional; y que los del
Cuzco, Quispicanchis, Bolívar y Lambayeque debían reformarse en cuanto al
contenido de su autorización, conforme el reglamento de elecciones.
A pesar de que con esta decisión quedaron eliminados del Congreso los
voceros de la oposición, el 21 de abril cincuenta y dos diputados dirigieron una larga
exposición al Consejo de Gobierno. En ella, después de enumerar los males de la
anarquía, mencionaron los poderes absolutos de algunos colegios electorales para la
reforma de la Constitución y plantearon las anomalías derivadas de la desigualdad
entre los diputados resultante de tan disímiles autorizaciones.

Setenta diputados (decían) hallábase en la capital y de ellos se había declarado que


dieciocho o veinte tenían poderes defectuosos cuya reforma demandaba tiempo
considerable. No era fácil, pues, llenar el número necesario para dar legitimidad a los
actos del Congreso en el cual las provincias que no habían elegido y aquellas que aún
no habían reformado sus poderes serían privadas de representación. Además, había
habido irregularidades en cuanto al número de los representantes.

En Puno se había doblado el número de ellos en relación al decreto de convocatoria;


las otras provincias, atenidas al inexactísimo censo de 1797, habían tenido que
aceptar la disminución de los suyos. Se necesitaban, pues, nuevos padrones.
Terminaban con el elogio de los méritos y títulos de Bolívar y llamando la atención
sobre el problema del pago de los auxilios económicos a los diputados

Por decreto del 27 de abril, el Consejo de Gobierno presidido por Unanue, elevó la
petición a Bolívar y este la devolvió el mismo día, aprobándola en un documento que
fundamentaba esta decisión en el hecho de que se quería consultar a la nación, o sea
a la fuente de donde emanaban los poderes políticos. “Yo tengo pruebas, irrefragables
del tino del pueblo en las grandes resoluciones”, agregaba Bolívar, “y por eso es que
siempre he preferido sus opiniones a las de los sabios”. Ya con la aprobación del
Dictador, el Consejo decretó con fecha 1° de mayo, que los prefectos procederían a
formar, a la brevedad posible, el censo de su respectivo departamento; que una vez
recibidos todos los censos, serían convocados los colegios electorales para
consultarles sobre los puntos contenidos en la petición de los diputados; y que,
después de manifestada la opinión del pueblo, se dispondría la reunión del Congreso.
El Congreso de 1826 solo duró, pues, en juntas preparatorias, del 29 de marzo al 1
de mayo.

Constitución Vitalicia

Bolívar redactó una Constitución para Bolivia, por encargo del Congreso de esa
naciente República. Cuando fue disuelto el Congreso peruano de 1826, ya habíase
decidido la promulgación de la misma Carta política en el Perú. La maravillosa
superioridad del genio de Bolívar reside en su carácter multilateral. El guerrero, el
hombre de salón, el orador, el escritor era, al mismo tiempo, el político, el estadista,
el legislador. ¿Cómo gobernar en América? Bolívar habíase colocado desde tiempo
atrás en una posición distinta a la de quienes pretendían copiar el jacobinismo de
Europa. Sus juicios sobre los jacobinos habían sido despectivos.

Ni la República jacobina, pues, ni la monarquía. La fórmula expresada por Bolívar en


la Constitución de 1826 fue la República federativa con un presidente vitalicio. En
Angostura, en 1819, el pensamiento político de Bolívar había estado influido por ideas
inglesas; y en 1826, en el Perú, estaba influido por ideas napoleónicas de la época
consular. Otro. ejemplo que tuvo en mente fue el de Haití, en donde Petion había sido
nombrado presidente vitalicio con facultad para elegir su sucesor.

La Constitución boliviana reconocía cuatro poderes: el Electoral, el Legislativo, el


Ejecutivo y el Judicial. El Poder Electoral (idea tomada de la Constitución consular
francesa del año 8) se componía de electores nombrados por los ciudadanos en
ejercicio uno por cada cien, con carácter provincial.
Para ser ciudadano se requería: la nacionalidad, saber leer y escribir, ser casado o
mayor de 25 años, tener un empleo o profesar alguna ciencia o arte, sin sujeción a
otro en condición de sirviente doméstico.
Los electores duraban cuatro años y entre sus atribuciones estaban las de nombrar
por primera vez a quienes debían componer las Cámaras; elegir o proponer en terna
a los que debían renovarlas y a los miembros de las Cortes judiciales, jueces y
empleados públicos, incluyendo prefectos, gobernadores y corregidores; pedir a las
Cámaras cuanto creyeran conveniente; y quejarse de los agravios e injusticias de las
autoridades. Los antiguos Cabildos o Municipalidades quedaron suprimidos.

El Poder Legislativo residía en tres Cámaras, de tribunos, senadores y censores, con


veinticuatro miembros cada una, durante los veinte primeros años. Los tribunos
debían durar cuatro años; los senadores ocho, los censores eran vitalicios.
Correspondían al tribunado las atribuciones tradicionales de las Cámaras populares
en materias hacendarias y políticas; al Senado la legislación civil y eclesiástica y la
nominación de los más altos funcionarios; ya los censores, las instrucciones y la
fiscalización política y moral. El Poder Ejecutivo estaba representado por un
presidente vitalicio, irresponsable e inviolable, un vicepresidente y tres ministros de
Estado.

El presidente debía ser nombrado la primera vez por el Congreso pleno, llamando al
“cuerpo legislativo”. Según las palabras de Bolívar, se le había cortado la cabeza y
atado las manos. Tan solo designaba los empleados, diplomáticos, militares y de
hacienda. La administración pública quedaba en manos de los ministros y estaba
sujeta a la fiscalización de los censores y a la vigilancia de los demás funcionarios,
incluyendo el Poder Electoral. No era la monarquía porque no existía el derecho
sucesorio en la jefatura del Estado, vinculada a una familia, ni tampoco había
privilegios hereditarios en el orden económico o social. El vicepresidente, elegido por
el presidente con aprobación del cuerpo legislativo, compartía la responsabilidad
ministerial y sucedía forzosamente a su elector. El Poder Judicial se ejercía
independientemente por la Corte Suprema y demás tribunales del ramo.
El título final sobre garantías contenía sobrios preceptos. La libertad y la seguridad
civil, la propiedad y la igualdad ante la ley, eran garantizadas. La libertad de prensa
estaba reconocida dentro de la responsabilidad legal correspondiente. Había libertad
de tránsito. El domicilio debía ser inviolable. Las contribuciones se repartían en forma
proporcional. Quedaban abolidos los empleos y privilegios hereditarios y las
vinculaciones eclesiásticas y laicales. (A este último respecto, la Constitución de 1826
resultó mucho más avanzada que la inmediatamente posterior, de 1828, donde fueron
abolidas solamente las vinculaciones laicales). La propiedad de los inventores y la
libertad de trabajo figuraban también.

La Constitución no podía ser suspendida. La Constitución vitalicia era, pues, un intento


de adaptación del principio de autoridad (representado por la perpetuidad del
presidente y de los censores) y el principio de la democracia (a través del sufragio,
como fuente de los nombramientos). Pretendía, por eso, un ensamble entre la
igualdad civil y la soberanía popular con el gobierno centralizado; y, como el mismo
Bolívar dijo, una transacción entre América y Europa, el ejército y el pueblo, la
democracia y la aristocracia. En carta a Páez afirmó: “Los principios federales se han
adoptado hasta cierto punto y los del gobierno monárquico también. Esta Constitución
es un término medio entre el federalismo y la monarquía” (Lima, 26 de mayo de 1826).
Ya Santander se dirigió en parecidos términos: “Mi proyecto concilia los extremos: los
federalistas encontrarán allí sus deseos realizados en gran parte y los aristócratas
hallarán un gobierno permanente, sólido y fuerte; los demócratas verán conservada
la igualdad sobre toda cosa” (Lima, 30 de mayo). “Ven conservada la libertad, la
igualdad acompañada de la estabilidad y del orden”, dijo a La Fuente (Magdalena, 3
de junio).
Promulgación de la Constitución vitalicia

Recibida la respuesta de la municipalidad, el gobierno promulgó y publicó el proyecto


de Constitución bolivariana como Ley fundamental del Estado peruano (30 de
noviembre).
El camino para crear la Federación de los Andes estaba expedito. Por su parte el
Consejo de Gobierno -instigador y ejecutor de la coacción ejercida sobre los colegios
electorales- fundamentaba la promulgación de la Constitución y la proclamación de
Bolívar como Presidente vitalicio en una unánime y supuesta “voluntad libre y
espontánea” de la nación:

“Y considerando: Que estos votos de los colegios electorales, aun han sido
corroborados por las aclamaciones unánimes y espontáneas de los pueblos, y por las
exposiciones libres y enérgicas de un sin número de municipalidades y cuerpos civiles,
eclesiásticos y militares; impulsados unos y otros, por el vivo deseo de que se vean
cumplidos los votos de los colegios electorales, como el único medio de asegurar el
reposo y la prosperidad de la Patria; Que al Consejo de Gobierno le incumbe el
sagrado deber de proclamar la voluntad nacional, y de cuidar de que tenga pleno
cumplimiento, puesto que es el primer mandatario de la nación, encargado de
promover su seguridad, no menos que su felicidad y su gloria; Que jamás se ha
manifestado la voluntad de una nación con tanta legitimidad, orden, decoro, y libertad
como es la ocasión presente, en que ciudadanos diseminados en un territorio
inmenso, y sin la mera posibilidad de coacción ni de influencia ajena, se han reunido
para emitir un voto que demuestra a la par la necesidad urgente de reforma que toman
nuestras instituciones, y la admirable sensatez y cordura de este pueblo generoso
digno de la Independencia y Libertad que ha conquistado”.
Decretó, en consecuencia, con "arreglo a la voluntad nacional altamente
pronunciada”, que el proyecto de Constitución sometido a la sanción popular, es “La
Ley Fundamental Del Estado, y S.E. El Libertador Simón Bolívar, El Presidente
Vitalicio de la República, bajo el hermoso título de Padre y Salvador Del Perú" (art. 1);
disponiendo su juramento el 9 de diciembre en conmemoración de la batalla de
Ayacucho (art. 2); el modo, tiempo y forma en que sería prestado el juramento se
establecería mediante un decreto especial (art. 3); el acontecimiento se comunicaría
al Libertador y a los gobiernos con los que el Perú mantuviere relaciones (art. 4); por
último, proclamada y jurada la Constitución se dispondrían las medidas necesarias
para la formación de listas de ciudadanos que, con arreglo a ella, conformarían los
colegios electorales, a fin de que el 20 de septiembre de 1827 se reúna el cuerpo
legislativo (art. 5).

Juramento de obediencia a la Constitución

Las ceremonias de publicación y juramento de la Constitución, en la capital, se


realizaron los días 8 y 9 de diciembre.Los miembros del Consejo de Gobierno y las
principales autoridades, reunidas en el Palacio de Gobierno, prestaron el juramento
de ley; luego, se celebró un Te Deum. El Arzobispo dedicó su homilía a exaltar a
Bolívar, a la Constitución vitalicia y formuló votos por que el imperio de la Ley, bajo el
nuevo régimen, traiga consigo “Paz (...) y tranquilidad; porque sólo con ellos brilla el
imperio de las leyes, se conserva el orden, se respeta la moral, se honra la religión
(...)”.

Las autoridades, a su turno, en Palacio de Gobierno hicieron acatamiento formal del


nuevo orden. Destacó entre ellos el Presidente de la Corte Suprema, quien al
pronunciar una arenga, veladamente sostenía que de nada vale mudar el nombre de
los amos, si no se goza de la libertad política y civil, si no se es independiente de todo
otro Estado. La arenga fue recibida con recelos por algunos miembros del Consejo de
Gobierno (Pando y Heres).
Finalmente, Santa Cruz, recapitulando todo lo expresado por los oradores, declaraba
que la revolución había llegado a feliz término y que se iniciaba una era de paz y
estabilidad: “Señores.- Acabamos de jurar la gran CARTA que la nación a aceptado
por un voto tan libre como uniforme. El LIBERTADOR BOLIVAR ha sido también
aclamado por ella misma su Presidente Vitalicio: nos cumple pues llenar estos votos,
y a la legislatura próxima perfeccionar tan importante obra. (...). Desde hoy cesan las
incertidumbres y los temores a que nos inducía la debilidad de las leyes, que ni eran
adecuadas, ni han podido aplicarse en la época pasada. Por tan solemnes
acontecimientos hemos llegado al término feliz de la revolución; mas resta que los
actos de la administración general sean siempre marcados por el espíritu de orden,
de justicia y de moderación que tanto distinguen a nuestros compatriotas. Preciso es
confesar, que sin orden todo es un caos, sin justicia no hay más que partidos de
opresores crueles, y de víctimas desgraciadas. Sin moderación no hay verdadera
fuerza, ni las instituciones sociales pueden ser duraderas, porque el fanatismo y la
exaltación son estados violentos en la naturaleza. (...)

El consejo de gobierno sin más objeto, sin otro interés que el bien y la gloria nacional,
cumplirá y hará cumplir la voluntad del pueblo Peruano por cuantos medios estén en
su poder”. A semejanza de Lima, las ceremonias y festejos por la proclamación y
juramento de la Constitución se desarrollaban en algunas circunscripciones del interior
del país, las que aún continuaban cuando se le desconoció, como lo recuerda
Nemesio Vargas.
El intento de poner en vigencia la Constitución

La convocatoria al Congreso vitalicio y el problema de la determinación de los


representantes a Congreso. En conformidad con la petición formulada en la
“representación” de los persas, el Consejo de Gobierno convocó al Congreso (art. 5
del decreto de 30 de noviembre de 1825) para el día 20 de septiembre de 1827.

Se ordenaba, en consecuencia, tomar las medidas necesarias para la formación de


listas de ciudadanos que, con arreglo a ella, conformarían los colegios electorales.
Estas listas de acuerdo a la Ley electoral de 1825, eran formadas por las
municipalidades, que sobre la base de ellas, expedían los “boletos de ciudadanía”.
Teniendo en cuenta la experiencia electoral anterior y amparándose en la Ley
fundamental del Estado, “en cuanto sea posible antes de la reunión del cuerpo
legislativo”, el gobierno decretó la supresión de las municipalidades en todo el territorio
de la república (art. 1); encargando a los prefectos la pronta formación de las listas de
ciudadanos, con el fin de que a la brevedad pueda reunirse el cuerpo electoral, según
lo prescrito en el título cuarto de la Constitución (art. 4); un decreto especial detallaría
“provisionalmente” el reglamento de elecciones, en conformidad al artículo 22 de la
carta (art. 12).

El Consejo de Gobierno estaba resuelto a lograr una representación adicta a sus


designios, naturalmente, usando la influencia de que disponía y, señaladamente, el
poder que detentaban los prefectos. Heres, recomendaba a Orbegoso, prefecto de
Trujillo, cuidar de que los elegidos tuvieran las virtudes que él mismo le señalaba, por
cuantos medios estén a su alcance. Le hacía saber que similar misiva había enviado
al Cuzco, Arequipa, Puno, Junín y Ayacucho.
En esa misma fecha, informaba a Bolívar que esta vez no sucedería lo que al Consejo
que presidió Unanue:
“Esto continua tranquilo. Estamos trabajando para que se reúna una buena legislatura.
Podemos perder; pero al fin habremos puesto los medios para que no sea así: no nos
sucederá lo que al consejo que presidió el señor Unanue. La constitución va
marchando, aunque en la práctica nos va presentando algunas dificultades, las cuales
venceremos con la presencia de la mente de V.E. (...). Todos los prefectos se
muestran amigos consecuentes de V.E. como podrá verlo en los papeles públicos”.

Las tres Cámaras que conformaban el Poder Legislativo se integraban, de


conformidad con el artículo 28 de la Constitución, por veinticuatro (24) miembros.

Esta simetría de la representación causó graves problemas, cuando promulgada la


Constitución vitalicia, se intentó elegir a sus integrantes. No había forma de establecer
una exacta correspondencia de representantes (tribunos, senadores y censores), para
cada una de las cincuenta y ocho (58) provincias del país. Algunas serían
representadas por un tribuno, otras por un senador y las demás, por un censor, pero
ninguna podría elegir un representante de cada una de las tres cámaras. Pando,
recién, advirtió los defectos que hiciera notar Vidaurre en el borrador del dictamen que
había escrito cuando se le propuso la calificación de las actas electorales: “No acierta
–decíacon el modo de proceder a las nuevas elecciones”.

Tenía entonces a la vista el cuadro de distribución de representantes, por


departamentos y que, adjunto al oficio del Ministro, fue enviado a la Corte Suprema
para que ésta emita una resolución que ilustre al gobierno sobre la conveniencia de
su adopción.
En el oficio, Pando hacia constar que la gran dificultad consistía en fijar una regla
para señalar a cada departamento el número de tribunos, senadores y censores que
deban nombrar, dado que sobre ese punto la Constitución “no presenta norma”.
Anotaba que la distribución de representantes se había efectuado en base a la
distribución de diputados prevista para las elecciones de 1825.

Intentaba explicar la falta de correspondencia “matemática” de los representantes de


cada provincia -lo que crearía un gran descontento–, argumentando que “los
miembros de las cámaras legislativas son representantes todos de la Nación, no sólo
de la provincia que los elija”, y también por la “falta de un censo arreglado, la variedad
de la población y otras causas bien notorias”.

Finalmente, anunciaba que “el arbitrio de sortear entre las provincias la calidad de los
representantes que deba nombrar respectivamente”, sería quizás el medio de
“acercarse” a la resolución del problema, mas esta determinación tenía el
inconveniente de que la suerte designase censores a provincias que no posean
ciudadanos para tan alto cargo, teniéndolo para senadores o tribunos.

La Corte Suprema emitió su resolución el 17 de enero de 1827. Vidaurre y el


Dictamen fiscal consideraban que la distribución de representantes determinaba un
régimen carente de representatividad. Los demás vocales, en cambio, hallaban
razonable la propuesta de Pando. Vidaurre, asumiendo la postura adoptada por la
mayoría del Tribunal, criticaba los fundamentos con que se defendía esa posición
teniendo en cuenta la forma y lugar de elección de los representantes. En su voto,
sostenía que el cuerpo electoral debía reunirse en la capital del departamento y
designar, en bloque, a los representantes (art. 27).

En su opinión, la reunión de los electores en las capitales de provincia (art. 24),


significaría alterar la Constitución creando “un nuevo cuerpo, junta o potestad
electoral”; lo que, aunado a la presión que ejercerían los intendentes y otras
autoridades políticas, “hechuras del gobierno”, harían de las elecciones “máquinas,
cuyos resortes todos sean movidos por una mano”.
El debate quedó, finalmente, trunco. La insurrección de las tropas colombianas puso
fin al régimen bolivariano. Ese hecho impidió se evidenciara que el régimen
constitucional bolivariano carecía de viabilidad y que, de haberse intentado su
aplicación integral hubiera perturbado la vida institucional y política del país.

Ausente Bolívar del Perú, la situación del país se tornó insoportable para el Gobierno.
Las conspiraciones e instigaciones contra el estado de cosas eran incesantes. Bolívar
tuvo que rendirse a la evidencia. En carta dirigida a Santa Cruz, luego de la absolución
de Guisse y otros, acusados de conspiradores, liberó a sus Ministros de toda
obligación para con él aconsejándoles, más bien, encabezar el movimiento: “(...) diré
a U. francamente que el juicio de Guisse me ha dado la medida del verdadero espíritu
que se oculta en el fondo de las intenciones: para mí este rasgo es muy notable y muy
decisivo, para que me atreva a instar más a U. sobre la represión de los enemigos de
Colombia y de mi persona. No hay remedio, amigo; esos señores quieren mandar en
Jefe y salir del estado de dependencia en que se hallan, por su bien, y por necesidad;
y como la voluntad del pueblo es la ley o la fuerza que gobierna, debemos darle plena
sanción a la necesidad que impone su mayoría”. 25. Más adelante, afirmaba: “(...)
Uds. serán sacrificados si se empeñan en sostenerme contra el conato nacional; y yo
pasaré por un ambicioso y un usurpador, si me esmero en servir a otros países fuera
de Venezuela. Yo, pues, relevo a U. y a mis dignos amigos los Ministros, del
compromiso de continuar en las miras que habían formado algunos buenos espíritus.
Yo aconsejo a Uds. que se abandonen al torrente de los sentimientos patrios; y que
en lugar de dejarse sacrificar por la oposición, se pongan Uds. a su cabeza”.2
Federación de los Andes

La Constitución vitalicia estuvo destinada a regir en Perú, Bolivia y Colombia.


Descartada la confederación con los Estados que no se hallaban bajo su poder,
Bolívar podía llevar adelante un plan unitivo tan solo con aquellos por él gobernados.
Siempre formarían Colombia (o sea Ecuador, Venezuela, Panamá y la actual
Colombia), Perú y Bolivia un todo importante. Los Estados Unidos del Norte
presentaban un modelo feliz. El peligro de la Santa Alianza europea no era utópico.
El gran imperio del Brasil, leal al sistema monárquico, gobernado por una dinastía
ligada a Europa y con fronteras que abarcaban casi todos los países de América del
Sur, podía ser o bien el enemigo temible de una América española desintegrada o,
tomando en cuenta su amplitud territorial y su centralización política, el contrapeso
armonioso de un gran Estado en las costas del Pacífico y de Nor-Atlántico continental.

El 12 de mayo de 1826, en cartas a Sucre y Gutiérrez de la Fuente, Bolívar expuso el


plan de federación y la importancia de la Constitución boliviana en dicho proyecto. La
federación del Perú, Bolivia y Colombia debería ser más estrecha que la de los
Estados Unidos, gobernada por un presidente, que sería él, y un vicepresidente de su
elección (Sucre). Se regiría por la Carta boliviana, la que, según Pando, era adaptable
al gobierno de un Estado y de muchos a la vez, y, por tanto, serviría para los estados
en particular y para la federación en general, haciéndosele las variaciones del caso.
Todos recibirían la Constitución como “el arca de la alianza y como la transacción de
la Europa con la América, del ejército con el pueblo, de la democracia con la
aristocracia y del imperio con la república”. Sucre debía iniciar el plan, instando a los
miembros de la asamblea boliviana a que adopten el proyecto de Constitución, “sin
restricción alguna”. El Consejo de Gobierno del Perú, entre tanto, reconocería la
independencia de Bolivia y propondría un pacto de unión al nuevo Estado, pacto que
también serviría para Colombia, y que Bolívar mismo haría adoptar.
El gobierno de los estados particulares regido por un presidente y vicepresidente (solo
el vicepresidente según la carta a Gutiérrez de la Fuente), con sus respectivas
cámaras, se ocuparía de todo lo relativo a la religión, justicia, administración civil,
económica y todo lo que no sea relaciones exteriores, guerra y hacienda nacional, que
correspondería al gobierno federal, que también se compondría de un presidente,
vicepresidente y tres cámaras. Cada departamento de los tres estados enviaría un
diputado al gran Congreso federal, dividiéndose éstos en las cámaras
correspondientes, poseyendo cada una de éstas un tercio de diputados de cada
Estado. Las tres cámaras, junto con el vicepresidente y los secretarios de Estado
gobernarán la federación.

El Libertador, como jefe supremo, marcharía cada año a visitar los departamentos de
cada Estado. La capital federal sería un punto céntrico. Colombia, por su extensión,
se dividiría en tres departamentos: Venezuela, Cundinamarca y Quito. Heres, por su
parte, propuso que en vez de tres estados federados, deberían ser solo dos: Colombia
y Bolivia (Perú y Bolivia fusionados), de modo que, al igual que Colombia, se formen
en el nuevo Estado tres grandes departamentos. El Consejo de Gobierno se inclinaba
por la federación de las tres repúblicas y a Pando le daba lo mismo. La federación
llevaría el nombre que se quiera, pero boliviana sería lo probable. Habría una sola
bandera, un solo ejército y una sola nación.

El plan debería iniciarse por los gobiernos del Perú y Bolivia. Bolívar, para justificar
dicha unión, diría que era necesaria a los intereses de América, porque sin ella no se
conseguiría el plan de federación general. Sucre permanecería en el Alto Perú hasta
el regreso de Bolívar que haría adoptar la Constitución en dicho país y, por fin,
negociaría la reunión entre ambos países, para lo cual debería mantener buenas
relaciones con el Consejo de Gobierno.

Este plan, muy ambicioso, no estaba exento de críticas en los consejos del Libertador.
Pando solo convino en la adopción de la Constitución boliviana y, a regañadientes,
aceptó la federación de estados. Proponía, más bien, medidas que, a Heres, en esos
momentos, le parecían muy avanzadas: el imperio de los andes. El propio Heres
convenía en el primer punto, pero difería de Bolívar y Pando respecto al segundo.
Consideraba que una tal federación, a lo mucho, duraría un año.
Primero, por las inmensas distancias del Orinoco y de Tupiza a Guayaquil, haciendo
imposible la reunión de los representantes del gobierno federal; segundo, porque si
esa reunión se lograba por una vez no habría poder humano que lograra hacerlo, por
segunda vez; tercero, porque de lograrse la reunión de las legislatura, en esta
quedaría disuelta la unión o, a lo menos, germinaría la semilla de la discordia: los
celos nacionales, los celos departamentales, los celos provinciales e inclusive los
celos familiares liquidarían la federación, y una muestra de ello sería la disputa por el
lugar de residencia del gobierno. Otros argumentos contrarios eran la carencia de
hombres para las legislaturas; la diferencia de realidades que haría inadaptables las
leyes que convienen a Venezuela al Perú y viceversa; el desconocimiento de los
legisladores del país que habían de organizar, etc.

El plan de Heres, por lo tanto, se limitaba a que se reconozca a Bolivia como nación
libre e independiente; que adopte como Constitución el proyecto del Libertador; que
esa Constitución circule también en Colombia; que conforme a la Constitución hubiese
vicepresidentes en el Perú y Colombia, asumiendo el Libertador el protectorado de los
dos estados. Decía el Perú porque pensaba que dentro de un año Bolivia debía unirse
federalmente al Perú; que el Libertador visitase con frecuencia los estados; que
hubiera acuerdo estrecho con Inglaterra; que Sucre fuese el vicepresidente del Perú
para contener al emperador del Brasil, para oponerse a la anarquía de Buenos Aires,
mantener la unión y convidar con el ejemplo a otro para que siguiesen el plan; por fin,
que la administración sea sencilla y muy enérgica, “concediendo a los pueblos cuanta
libertad fuere compatible con su real y verdadera felicidad”. Concluía diciendo Heres
a Sucre, que el Libertador vio lo que escribía y le encargó que le dijera que cualquiera
sea el proyecto que se adopte, mucho se adelantaba con la reunión de Bolivia y el
Perú “con un aso federal”, de ahí se trasladaría el proyecto a Colombia, “con todo el
prestigio que le daría su adopción en esos estados”.

Posteriormente, Bolívar, en carta a Sucre, le mencionaba que su entorno y él habían


pensado que no debían usar la palabra “federación” sino la palabra “unión”, que
formarían los tres grandes estados de Bolivia, Perú y Colombia bajo un solo pacto.
Decía “unión” porque existía el peligro de que los departamentos pidieran después las
formas federales, como había sucedido en Guayaquil, “donde apenas se oyó
federación” ya se pensaba “en la antigua republiquita”. Además, precisó algunos
puntos no muy claros del plan de federación, como era el caso del gobierno de los
estados particulares. En cada Estado habría un vicepresidente, según la Constitución
boliviana; el gobierno federal debería tener un presidente, vicepresidente y sus
ministros; Santa Cruz sería vicepresidente de Bolivia, Santander lo sería en Colombia
y en el Perú “no faltaría un hombre de mérito”. Sucre tenía que ser el vicepresidente
de la federación. Si Sucre rehusaba el cargo, Bolívar también lo haría, pereciendo
todos en medio de la confusión más espantosa

La Federación de los Andes halló opositores incluso entre los personajes más
cercanos al Libertador, tales como Pando, Heres o el mismo Sucre. La Federación y
la Constitución vitalicia repugnaban a Santander. No era la excepción. En Chile y
Buenos Aires4 se miraban con desconfianza todos los planes del Libertador. Se
consideraba que pretendía extender su influjo a todo el continente, impidiendo la libre
determinación de las naciones.

Algunos de los peruanos expatriados por Bolívar y el Consejo de Gobierno, Luna


Pizarro entre ellos, recalaron en esos países y escribían desde allí contra el
“usurpador”.

Federación de Estados o federación “provincial”

Bolívar confió al prefecto de Arequipa que en su proyecto de federación del Alto y


Bajo Perú, Arequipa sería la capital de uno de los departamentos que se formarían a
semejanza de los tres departamentos en que se dividiría Colombia.

Tal plan, según Bolívar, interesaba sobremanera al departamento de Arequipa,


“porque además de que le asegura la preponderancia mercantil, que naturalmente iba
a perder con la separación del Alto Perú, ganará infinito con la reunión de los
departamentos del Cuzco, Puno y Arequipa que están destinados a formar uno de los
estados de la Unión y cuya capital deberá ser Arequipa”
El conocimiento de ese plan, y las naturales ambiciones de los iniciados en el
proyecto, provocó, de inmediato, el nacimiento de tendencias de cisión o separación
en el sur del país. El español Antonio González (que suscribía como El Federal), a
instancias del prefecto de ese departamento inició, en Arequipa, una campaña a favor
de la federación del Perú, Bolivia y Colombia, regidos naturalmente por la Constitución
boliviana y presidida por Bolívar.

A ese efecto –decía El Federal- el Perú y Bolivia deberían unirse, previa división del
Perú en dos estados, a fin de que exista perfecto equilibrio con Bolivia. La propuesta
provocó, de inmediato, una contrapropuesta contenida en dos impresos que, al decir
del gobierno, proponían la “federación provincial”, o mejor dicho la federación
departamental.

Gutiérrez de la Fuente, que había tenido un altercado con los miembros del Consejo
de Gobierno, con referencia a los fondos públicos que Arequipa debía remitir a Lima,
logró que Mariano Eduardo de Rivero8 publicara “El Zancudo Preguntón” y “El
Compadre del Zancudo”. En esas hojas se propugnaba la independencia tanto
económica como política del departamento de Arequipa. Decía el primero: “¿Qué se
dice de la federación? ¿Lima consentirá en ella? ¿O querrá que Arequipa esté siempre
bajo su dominio, y que todas sus rentas vayan allá, para que nuestras empresas y las
mejoras que se están haciendo en la ciudad se queden escritas en las gacetas”?

El Gobierno, a fin de evitar que cundieran semejantes propósitos en los demás


departamentos del sur, llamó la atención severamente al prefecto arequipeño ya que
ello significaba el caos y la anarquía, cuando se propugnaba un plan que debía poner
en planta una federación de estados.
En 1815, en su famosa Carta de Jamaica, Bolívar había afirmado que un Estado
demasiado extenso en sí o por sus dependencias, cae en decadencia o en tiranía; y,
como creyó imposible consolidar una vasta República en América, llegó a trazar
magistralmente el destino divergente de las antiguas colonias españolas. Once años
después, intenta la Federación de los Andes, compuesta por la Gran Colombia, Perú
y Bolivia. Es que en 1826 era el victorioso y endiosado libertador de América.
Resultaba ahora explicable que quisiera conservar su dominio sobre los países que
le obedecían después de la victoria de Ayacucho, escuchando así los consejos de
civiles como Pando y de los jefes militares en una atmósfera que habíase convertido
en (dice O’Leary) “un concierto de aplausos”. Formar una federación cuya historia
empezaría con la biografía de él, cuyo territorio no era sino el teatro de sus grandes
victorias militares, resultaba lógico sueño de una imaginación poderosa.

La Federación del Perú y Bolivia

Para dar inicio al plan de federación general, Bolívar designó a Ignacio Ortiz de
Zevallos como Plenipotenciario del Perú para celebrar el tratado de federación con
Bolivia. A ese efecto, Pando le remitió las instrucciones bajo las cuales debería
arreglar su conducta. Expresaba el Ministro que la separación del Alto y Bajo Perú les
impedía figurar en el mundo civilizado como personas morales respetables. El único
remedio era la “reunión de las dos secciones del Perú en república una e indivisible”.
Todo aconsejaba esa solución: la utilidad común, lo homogéneo de sus habitantes y
la geografía.

Advertía que la federación tal vez era mejor que la separación actual, pero era un
partido imprudente, único a adoptarse de ser imposible la unión. El ejemplo de los
Estados Unidos de Norteamérica había extraviado a sus imitadores del sur y había
introducido en sus instituciones políticas “un elemento perpetuo de debilidad y un
germen funesto de discordia”.
La negociación preliminar, según las instrucciones, confrontaría diversas dificultades,
que deberían prevenirse: (i) la diversidad de constituciones, problema que se
resolvería con la adopción, por ambos países, del proyecto presentado por el
Libertador; (ii) la designación de la capital. Si bien no hay ninguna ciudad capaz de
reemplazar a Lima, si se exigiese otra, como condición de la unión habría que aceptar;
(iii) los celos e intrigas del gobierno de Buenos Aires y de los emigrados bolivianos
que por mucho tiempo vivieron en esa capital; por último, (iv) la diversa situación
respecto de la deuda pública de ambos países.

La unión de Perú y Bolivia era inviable. Muchos dirigentes bolivianos se opusieron a


la unión porque temían perder sus prerrogativas, en beneficio del Perú. Sucre,
sopesando los intereses colombianos, recelaba de la creación de un gran Estado que
podría contrapesar a la Gran Colombia. En ese ambiente, Ortiz de Zevallos poco o
nada pudo hacer para dar cumplimiento a sus instrucciones.

Casi obligado por Sucre, aceptó los planteamientos de los plenipotenciarios de Bolivia:
un tratado de federación y un tratado de límites, contrarios a las instrucciones dadas
por Pando. Este, una vez que los conoció, acorde con los demás miembros del
Consejo de Gobierno, decidió no ratificarlos, formulando observaciones a ambos. El
tratado de federación, de acuerdo a las observaciones, era vago e indefinido y no
delimitaba las atribuciones del gobierno federal, por lo que sería un mero simulacro
de poder expuesto a los caprichos y veleidades de las repúblicas federadas. El
Tratado de límites no podía ser peor y lesivo al Perú; debía ceder los territorios de
Tacna y Arica. Ciertamente un absurdo inadmisible.
Funcionamiento de la Confederación

El gobierno de los Estados Particulares quedará al Presidente y Vicepresidente con


sus Cámaras, con todo lo relativo a la religión, justicia, administración civil, económica
y, en fin, todo lo que no sea relaciones exteriores, guerra y hacienda nacional”
(escribió Bolívar a Sucre en la Magdalena el 12 de mayo de 1826). “El gobierno
general se compondrá de un Presidente, Vicepresidente y tres cámaras para manejar
la hacienda nacional, la guerra y las relaciones exteriores. Cada departamento de las
tres Repúblicas mandará un diputado al gran Congreso federal y ellos se dividirán en
las tres secciones correspondientes, teniendo cada sección un tercio de diputados por
cada República. Estas tres Cámaras con el Vicepresidente y los secretarios de Estado
(que serán escogidos estos en toda la República) gobernarán la federación. El
Libertador como jefe supremo, marchará cada año a visitar los departamentos de cada
Estado. La capital será un punto céntrico como Quito o Guayaquil. La federación
llevará el nombre que se quiera, pero sería probable que fuese boliviana. Habrá una
bandera, un ejército, una nación sola”. Pero antes de crear la Federación de los Andes
era indispensable hacer aprobar la Constitución vitalicia en Bolivia y en el Perú primero
y en Colombia después. Y esta tramitación resultó una empresa más difícil que
derrotar a los españoles.

Personal de los consejos de gobierno

Bolívar tuvo como ministro General a Sánchez Carrión como ya se ha dicho, del 26
de marzo al 28 de octubre de 1824. En esta última fecha le encomendó las carteras
de Gobierno y Relaciones Exteriores; al mismo tiempo dio a Tomás Heres la de Guerra
y Marina, ya Hipólito Unanue la de Hacienda. Así gobernó hasta entregar la dictadura,
el 10 de febrero de 1825. El 24 de febrero de 1825 delegó el mando político y militar
que el Congreso le confiriera nuevamente, reservándose solo la dirección suprema de
los negocios en los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno. Creó así el primer
Consejo de Gobierno con La Mar, Sánchez Carrión y Unanue. Quejoso por la falta de
hombres escribía entonces Bolívar a Santander (Lima 8 de marzo de 1825): “Aquí no
hay nadie, pues el pobre general La Mar no tiene bastante libertad ni carácter”. El 16
de marzo, enfermó Sánchez Carrión, incorporó a Pando al Consejo.
Más de un mes esperó a La Mar antes de marchar al Alto Perú. El 1° de abril, ausente
La Mar y gravemente enfermo Sánchez Carrión, reorganizó el Consejo con Unanue,
que lo presidió, Heres y José María de Pando. “Dicho consejo no está mal compuesto
y tiene toda la autoridad del Poder Ejecutivo del Perú, particularmente en Relaciones
Exteriores”, escribió a Santander (Lima, 7 de abril). En junio de 1825 el Consejo fue
integrado por Bolívar, que estaba en el Cuzco con el coronel Juan Salazar, que
reemplazó a Heres; y con José de Larrea y Loredo, en lugar de Pando que viajó para
participar en el Congreso de Panamá.

La Mar presidió el Consejo por breve tiempo, entre el 5 de enero y el 25 de febrero de


1826. De él dijo entonces Bolívar: “Además del horror que tiene al mando, su salud
está muy quebrantada y será un milagro que él triunfe sobre sí mismo para que
nosotros triunfemos de él” (carta a Santa Cruz, Magdalena, 8 de febrero). “El general
La Mar se halla enfermo y no quiere servir en el gobierno; así mi posición es extrema”
escribió después a Santander (Magdalena, 21 de febrero). “Este hombre es el mejor
del mundo (le confesó al mismo, 7 de marzo) y sobre todo el más desprendido de los
mortales. Aborrece tanto el mando como Bamba, que prefería morir a subir al trono.
Después de esto nos quedamos sin tener con quién gobernar el Perú, lo que
ciertamente me embaraza mucho”.

“Al Consejo de Gobierno no lo quiere nadie y no tenemos quién les haga frente a los
enemigos del orden”, escribió a Santa Cruz (6 de abril de 1826). Su juicio sobre el
organismo que él mismo había creado para regir al Perú fue más explícito cuando hizo
la siguiente confidencia a Santander (7 de abril): “El Consejo de Gobierno que yo he
dejado aquí es compuesto de hombres buenos y honrados como Roscio, don Juan P.
Ayala y Restrepo; por consiguiente, les falta energía y popularidad. No les acusan
más que de flaquezas o indulgencias y por lo mismo dicen que no sirven para
gobernar. Piden un nuevo Consejo y yo no encuentro otro mejor”
Integración final del Consejo

El 28 de junio de 1826, el Consejo de Gobierno quedó integrado en la siguiente forma:


Santa Cruz, Presidente; Unanue, Justicia y Negocios Eclesiásticos; Pando,
Relaciones Exteriores e Interior; Larrea y Loredo, Hacienda. El Ministerio de Guerra y
Marina y sus dependencias quedaron fuera de la acción del Consejo reservándose su
despacho el mismo Libertador. “El general Santa Cruz queda aquí de presidente del
Consejo de Gobierno rodeado de las personas más respetables por su probidad, por
sus luces y por la opinión de que gozan”, escribió Bolívar a Gamarra en otros
conceptos emitidos por él mismo (30 de junio). Con Sucre fue más explícito aunque
igualmente optimista: “He comenzado por colocar al general Santa Cruz a la cabeza
del Consejo de Gobierno; él es amable, sabe captarse la voluntad de los ciudadanos
y el respeto de los militares; está lleno de gratitud por la distinción con que lo he
tratado, aún en sus desgracias y, en fin es un caballero, tiene mucho talento y
sagacidad. Los demás ya Ud. los conoce. El señor Pando es el sujeto más ilustrado
que he conocido en todo el Perú; hombre de una firmeza inalterable y buen político.
El señor Larrea conoce la hacienda, es muy honrado y muy adicto a mí. Estos
individuos componen el Consejo de Gobierno y yo estoy persuadido que está formado
con los más selecto del país” (3 de julio). Sobre Santa Cruz demostró más entusiasmo
aun cuando escribió a Soublete: “Este general tiene cualidades muy superiores a los
que han mandado hasta ahora en el Perú y, a la verdad, es el único en quien he podido
fijarme después de la tenaz resistencia del general La Mar” (Lima, 6 de junio de 1826).

En resumen, casi nunca, desde febrero de 1825 hasta setiembre de 1826, ejerció el
Libertador directamente el mando del Perú aunque, en virtud de la autorización del
Congreso Constituyente, dio decretos como encargado del supremo poder de la
República
Al partir con rumbo a Colombia en setiembre de 1826 dejó encargada la suprema
magistratura al Consejo de Gobierno bajo la presidencia de Santa Cruz y con la
vicepresidencia del ministro que designara la suerte; Santa Cruz debía nombrar al
ministro de Guerra; y tanto Pando como Larrea conservaron sus carteras.

La Constitución vitalicia no rigió nunca en el Perú y tampoco influyó en su


constitucionalismo. Inspiró, en cambio, al constitucionalismo boliviano y al de la
Confederación Perú-boliviana. El Tratado de Tacna (1837), en efecto, impuso un
cesarismo decenal, con reelección inmediata, y con poderes omnímodos. Este
régimen, como el bolivariano, fue efímero. Es explicable. Contradecían la más
acusada y expresa tendencia de la emancipación y de la república. 35. En el fondo,
fue la más extrema reacción autoritaria frente al liberalismo demagógico de la
Constitución 1823.

Pretendía reivindicar el orden y la estabilidad frente a la anarquía y el peligro de la


disolución. Sintonizaba con algunas tendencias conservadoras típicas de la elite
peruana y también de la idiosincrasia del pueblo del Perú que fue y es proclive al
autoritarismo. Tanto es así que, casi un siglo después, Manuel Vicente Villarán
pensaba que América, como Francia, necesitaba un poder excepcionalmente fuerte
que “curase las llagas de la revolución y de la guerra. Ese poder no existía en las leyes
y debía buscarse en los hombres. En las épocas de transición consecutivas de las
grandes catástrofes sociales, el gobierno vitalicio de un gran hombre es una
interinidad necesaria, un oasis en que reposa la caravana perdida en el desierto”.

No fue, por cierto, ese el efecto de la dictadura de Bolívar entre 1823 y 1826 y nada
hace presumir que, después de entonces, lo fuera. Sin embargo, ese cesarismo era,
para sus defensores, la panacea como lo revela la Circular que remitió el Ministro
Pando a los prefectos para promover la aprobación de la Constitución por los colegios
electorales.
Viajes de Bolívar
Bolívar decidió viajar a Colombia a mediados de agosto de 1826, con motivo de los
sucesos ocurridos en esa República. Los esfuerzos hechos en Lima para retenerlo
fueron múltiples. El vecindario de San Lázaro se presentó en la calle de Palacio el día
13 con ruidosa música y el cura a la cabeza; luego llegaron gentes de otros barrios en
tropel, para pedir a gritos que el Libertador no se marchara. Oyéronse voces que
decían: “Saldrás hollando nuestros pechos y nuestros hijos, destruyendo la vida que
tú nos has conservado”. Bolívar ofreció contestar en el plazo de una semana.

Ese mismo día 13, la Municipalidad expresó idénticos sentimientos áulicos y renovó
la súplica para que el Libertador se quedara en el Perú. Al día siguiente se
pronunciaron en el mismo sentido la Corte Suprema, la Corte Superior, el Cabildo
Eclesiástico, los generales y jefes del ejército, el Consulado, la Universidad, el
Protomedicato y otros individuos y corporaciones. Se llegó a decir entonces que si el
Perú perdía a su padre, serían inevitables su ruina, la pérdida de su libertad, la
anarquía y todos los males. El 15, con ocasión de la fiesta de la Virgen, hubo una
manifestación que fue de la Catedral a Palacio, con las corporaciones, muchos
ciudadanos prominentes y hasta señoras y señoritas; Se retiró el Libertador
secretamente de esta fiesta y se dirigió al Callao para embarcarse en el bergantín
Congreso, que se dio a la vela al amanecer del 4 de setiembre.

En su proclama al partir, escribió: “Concebí osadía de dejaras obligados, mas yo cargo


con el honroso peso de vuestra munificencia. Desaparecen mis débiles servicios
delante de los monumentos que la generosidad del Perú me ha consagrado; y hasta
sus recuerdos irán a perderse en la inmensidad de vuestra gratitud. Me habéis
vencido” (3 de setiembre). Dejó en Lima al Consejo de Gobierno integrado, según ya
se ha dicho, por Santa Cruz como presidente, Larrea y Loredo y Pando, a los que se
agregó Heres.
Aprobación de la Constitución Vitalicia

Reorganizado el Consejo de Gobierno el 28 de junio de 1826, como se ha repetido,


bajo la presidencia de Santa Cruz y con Unanue, Pando y Larrea, encargó este
organismo con fecha 10 de julio de 1826, en una larga exposición suscrita por Pando,
que los prefectos reuniesen a los colegios electorales para que ellos decidieran si
aprobaban la Constitución boliviana.

Para introducir la Carta vitalicia en el Perú no se apeló, pues, al voto general del país.
Sometida a los colegios electorales, cincuenta y ocho de ellos aprobaron con la previa
condición de que Bolívar fuese el primer presidente vitalicio. Cuzco y Ayacucho
pusieron como única adición que la religión oficial fuese la católica con excepción de
cualquier otra. El colegio de Arequipa indicó que debía resultar efectivo el sistema
federal con los demás Estados. Pero algunos electores pertenecientes a Catacaos,
en Piura, no temieron contradecir abiertamente a sus colegas. Y el colegio de
Tarapacá instado, entre otros, por Santiago Zavala, declaró que no estaba bastante
ilustrado para resolver la cuestión tan delicada que se le había sometido; que, por
consiguiente, ni aprobada ni rechazaba el proyecto; que se sometía a la opinión de
Arequipa y “que no desmentiría la obediencia al gobierno siempre que, como operaba,
la Carta estuviera conforme con los principios liberales adoptados por unánime sentir
y aclamación del Perú y el continente americano, que para lograrlos no ha omitido
sacrificios de ninguna clase, a despecho del gobierno antiguo español y con oprobio
de cuantos pretendan tiranizar a los pueblos y hollar los sagrados derechos del
hombre”.

Sin embargo, circulaban clandestinamente rumores que indicaban un descontento


sordo. Se decía que en Lima los electores llegaron a ser encerrados sin
consentírseles salir hasta que firmasen, poniendo en una sala comestibles y
licores fuertes y cerca, además, a agentes del gobierno. Otras acusaciones fueron
las siguientes: que a los militares y marinos peruanos se les procuró desarmar o alejar;
y que, a base de delaciones, se abrieron juicios contra presuntos conspiradores, entre
ellos no solo peruanos sino también chilenos y argentinos, negándose la Corte
Suprema, que antes había sido tan sumisa a Bolívar, a confirmar la acusación fiscal
que pedía la pena de muerte para algunos de los acusados.
Jura de la Constitución de 1826

La ceremonia de la jura de la Constitución vitalicia por las autoridades civiles,


eclesiásticas y militares tuvo lugar el 9 de diciembre de 1826 y no resultó lucida. Al
convite de la tarde concurrió poca gente. Fue prodigado el licor sin que se avivara el
entusiasmo, “Se arrojaron monedas (cuenta Vidaurre) que no faltaron gentes de color
y niños que las recogiesen: pero no se logró que repitieran las palabras incesantes de
Pando, que desde una de las galerías no cesaba de gritar: “iViva la Constitución’ iViva
el Presidente vitalicio!”. Unas cuantas voces de burla se oyeron, que decían: “iViva la
plata!”.

Según el decreto del Consejo de Gobierno el 9 debía tener lugar el juramento de los
miembros de dicho Consejo, y de otros personajes entre los que estaban el Presidente
de la Corte Suprema, el Arzobispo electo de Lima, el Prefecto de Lima, el Obispo
electo de La Libertad, el Presidente de Corte Superior, los generales de mar y tierra,
el alcalde, el contador general, el director de la Casa de Moneda, el director de la Caja
de Amortización y el Rector de la Universidad. Pero, además, fueron ordenadas otras
ceremonias análogas. El juramento de las autoridades o funcionarios subalternos de
cualquier fuero, como también de los cabildos eclesiásticos, universidades,
comunidades religiosas, y todas las demás corporaciones de la capital quedó fijado
para el 10. Y se ordenó que el 17, después de una misa, prestaran análogo voto todos
los vecinos de esta capital congregados en sus respectivas parroquias. El 25 de
diciembre correspondía celebrar dicho acto en los departamentos. En el ejército y
armada se señaló un día especial para que, formadas las tropas, se publicara y leyese
la Constitución y para que la juraran el jefe, los oficiales y los soldados y marinos
frente a las banderas.

La Constitución vitalicia, jurada el 9 de diciembre de 1826, apenas duró cincuenta


días; como se recordará más adelante, quedó abolida el 28 de enero de 1827 por el
congreso constituyente de ese año.
Bolívar imaginó que la estabilidad –fruto de factores que no siempre advirtió con
lucidez-- se lograría por obra de “su” Constitución que, en el fondo, contradecía, sin
resolver, todas las tendencias a la indocilidad, el desorden y la anarquía tan
características de nuestra realidad. Quien sabe imaginó que su Presidencia (por ser
precisamente suya) daría al régimen político la firmeza y la estabilidad que no se
habría logrado con otros gobernantes. La tesis no es plausible. Bolívar sabía que sus
detractores y enemigos, tarde o temprano, complotarían, en contra suya, así como las
tendencias nacionalistas y liberales a las que repugnaban no sólo el autoritarismo
centralista del régimen vitalicio sino su ya injustificada presencia en el Perú y en
Bolivia.

La Constitución de 1826 era, en verdad, una extraña mezcla de instituciones de una


monarquía o un cesarismo consular hereditario y de una aristocracia vitalicia
combinadas con órganos de apariencia democrática-republicana como un Poder
Legislativo tricameral que no tenían viabilidad política. Contradecía tanto el ideal
republicano como la realidad. Es evidente –como lo comprueba V. A. Belaunde- que,
con la Constitución vitalicia, Bolívar “quiso realizar el milagro de reunir las cualidades
de todos los sistemas; en realidad lo que hizo fue reunir todos sus defectos: el
absolutismo del régimen vitalicio, la agitación demagógica de las asambleas
electorales, los inconvenientes del centralismo y de la federación”.

El nacionalismo como factor desencadenante de la caída del régimen

Ausente Bolívar del Perú, la situación del país se tornó insoportable para el Gobierno.
Las conspiraciones e instigaciones contra el estado de cosas eran incesantes. Bolívar
tuvo que rendirse a la evidencia. En carta dirigida a Santa Cruz, luego de la absolución
de Guisse y otros, acusados de conspiradores, liberó a sus Ministros de toda
obligación para con él aconsejándoles, más bien, encabezar el movimiento:
“(...) diré a U. francamente que el juicio de Guisse me ha dado la medida del
verdadero espíritu que se oculta en el fondo de las intenciones: para mí este rasgo es
muy notable y muy decisivo, para que me atreva a instar más a U. sobre la represión
de los enemigos de Colombia y de mi persona.
No hay remedio, amigo; esos señores quieren mandar en Jefe y salir del estado de
dependencia en que se hallan, por su bien, y por necesidad; y como la voluntad del
pueblo es la ley o la fuerza que gobierna, debemos darle plena sanción a la necesidad
que impone su mayoría”.

Más adelante, afirmaba: “(...) Uds. serán sacrificados si se empeñan en sostenerme


contra el conato nacional; y yo pasaré por un ambicioso y un usurpador, si me esmero
en servir a otros países fuera de Venezuela. Yo, pues, relevo a U. y a mis dignos
amigos los Ministros, del compromiso de continuar en las miras que habían formado
algunos buenos espíritus. Yo aconsejo a Uds. que se abandonen al torrente de los
sentimientos patrios; y que en lugar de dejarse sacrificar por la oposición, se pongan
Uds. a su cabeza”.

Insurrección de la tercera división colombiana

Los trabajos de los conspiradores continuaban. La tropa colombiana, horrorizada con


las insinuaciones de que Bolívar pretendía transformar la Constitución Política de
aquel país, resolvió amotinarse.

Cincuenta días después de la proclamación de la Constitución, el 26 de enero, estalló


el motín de la tercera división del ejército colombiano asentado en Lima, encabezado
por el Comandante José Bustamante. En el acta justificatoria de la decisión,
sospechando de las actitudes contrarias a la organización política de Colombia, por
parte de generales y coroneles depuestos, declaraban su fidelidad a la Constitución
diciendo:

“(...) como en efecto lo hacemos, que quedando enteramente sumisos a la


Constitución y leyes de la República de Colombia, y profesando el mayor respeto a
nuestro Libertador Presidente, no alteraremos de manera alguna nuestro propósito,
de sostener a todo trance la Constitución, sancionada y jurada por sus representantes,
observada por todos los departamentos de Colombia con universal admiración”.30 27.
En mensaje a los ciudadanos de Lima y el Perú recalcaban su posición de neutralidad
en el proceso político peruano: “Nuestra posición de auxiliares en la República del
Perú, será mantenida con sumo respeto al Gobierno y las leyes, y podéis descansar
seguros de que nuestros votos serán siempre por la felicidad del Perú”. La
insurrección del ejército auxiliar colombiano no solo tuvo impacto en los estados bajo
el influjo de Bolívar, importó un acontecimiento de primera magnitud en los destinos
de la América del sur. Traía abajo la hegemonía militar colombiana y permitía que
cada país, desde entonces, forje su propio destino.

Los editores de El Duende Buenos Aires, lo expresaron rotundamente al decir: “los


argentinos hemos celebrado la reacción de Lima, porque ella nos deja esperar que
aquel estado adoptará instituciones análogas a las que se ha dado la América, y con
ella desaparecerán los elementos de división, y hostilidad que tan desgraciada como
impolíticamente se aglomeraban”. Y al despedirse de sus lectores recalcaban que
tenían la satisfacción y el consuelo de “ver que empiezan a realizarse nuestros votos
por el establecimiento de un régimen liberal en todo el continente de América”.

Acta del cabildo de Lima desconociendo la Constitución vitalicia y convocatoria


a Congreso Constituyente.

Las consecuencias históricas de esos hechos Vidaurre, Mariátegui, Tramarria y otros,


al día siguiente de la insurrección de las tropas colombianas, encabezaron un
movimiento demandando la celebración de un Cabildo abierto con la presencia de las
Cortes Suprema y Superior y de todas las demás personas notables. Previamente
Santa Cruz fue convencido por Vidaurre para que se restituya a la capital y no
impidiera el rumbo de los acontecimientos.

El propósito era evidente: poner a la cabeza del gobierno a un caudillo militar que
garantizara la estabilidad mientras se consolidaba el nuevo estado de cosas. El hecho
no era ninguna novedad. Confirma simplemente la mentalidad proclive al caudillismo
militar que era favorecido, en la práctica, por todos.
El mismo Vidaurre notificado de la insurrección de las tropas colombianas e intimado
a “ponerse a la cabeza de la República” por el Dr. Manuel Chávez respondió: “No
será. El Perú, sea cual fuese su suerte, necesita un hombre de armas; no un pacífico
letrado”. Reunido el cabildo y luego de escuchar las más extravagantes proposiciones,
se elaboró un Acta en la que se hacía constar que las voces de Lima eran, en realidad,
“las de todas las ciudades y villas y aun de los más pequeños distritos del Perú”.

En ejercicio de esa representación y voluntad, decidían desconocer la Constitución


vitalicia demandando al Consejo de Gobierno convoque a un Congreso extraordinario
Constituyente “en todo conforme a los artículos de la Constitución Peruana,
sancionada en el año de veintitrés, y jurada en esta Capital; procediéndose a las
elecciones y demás actos legales, de modo que dicho Congreso, necesariamente sea
instalado en el perentorio término de tres meses, y que éste decida sobre la
Constitución que deba regirnos, ampliando, modificando, y fundando con arreglo a la
voluntad e instrucciones de los pueblos.

Así también con el poder bastante para nombrar Presidente y Vicepresidente de la


República”. El mismo Consejo de Gobierno que proclamara tan solemne y
formalmente la Constitución y a Bolívar como Presidente vitalicio, escasamente dos
meses antes, convocó a un Congreso Constituyente para el 1 de mayo de 1827 a fin
de decidir “cuál haya de ser la Constitución” y para nombrar al presidente y
vicepresidente de la república (art. 1).

Lo hizo, esta vez, en deferencia a un pedido de la municipalidad y considerando que


se habían suscitado dudas acerca de la legitimidad con que los colegios electorales
de la república habían procedido a sancionar el proyecto de Constitución que les fue
sometido por el Gobierno. En una proclama, expedida en la misma fecha, 28 de enero,
Santa Cruz se hacía eco de las demostraciones contra la Constitución vigente
haciendo constar que la Constitución para Bolivia no fue recibida por una libre voluntad
“cual se requiere para los códigos políticos”.
El Gobierno no podía consentir en que se crea, que pudo tener la más pequeña
connivencia en la coacción, porque era el garante de la libertad nacional y de su
absoluta independencia. Así lo habría hecho antes de no haberse persuadido “que un
consentimiento espontáneo se prestaba a la Constitución que se juró”. La reacción de
la municipalidad de Lima y de sus inspiradores, era explicable y justificada. Los
colegios electorales no sólo no tenían atribución alguna para aprobar o reformar la
Constitución o para elegir al presidente, sino que, ni siquiera tenían mandato vigente.

En efecto, designados, conforme a la Constitución de 1823, para elegir a los miembros


del Congreso y de las Juntas Departamentales habían cumplido con ello, cesando en
sus funciones. Naturalmente que el Consejo de Gobierno había arrancado el
pronunciamiento de los colegios violentando su autonomía.

Por eso mismo, el Acta, en son de velado reproche, recordaba que no hay “cosa más
justa ni santa, como que el pacto social contenido en las constituciones sea
espontáneo, y muy distante de toda coacción”.

El rechazo de la Constitución vitalicia puso fin a una etapa en la historia del Perú.
Acabó con ella, la intromisión extranjera como factor decisivo para la definición del
rumbo político de la República. La Confederación Perú-boliviana no tuvo la
repercusión que poseyó, en sus días, la presencia e influencia, de Bolívar. Por ello
mismo, puede considerarse que, a partir de ese momento, el Perú, libre de la
influencia hispánica que se trasunta en la Carta de 1823 y desembarazado de la
presencia e influencia de Bolívar, iniciaría su propio camino constitucional y político
cerrando, así precisamente, la etapa constitucional de franca influencia extranjera
para abrir el camino a la otra de matriz peruana, propiamente dicha.
Ya por otro lado, El mismo V. A. Belaunde cree que, en 1826, en que Bolívar “llega al
apogeo de su carrera (y) es el triunfador indiscutido”, “marca la decadencia de su
pensamiento político”. No halla, en consecuencia, continuidad en su pensamiento. Las
influencias ideológicas, en las diferentes etapas de su vida, a su juicio, son distintas.
En Angostura Bolívar “sigue de cerca la Constitución inglesa”.

En 1826, ignora no sólo las instituciones inglesas y “las amargas lecciones de las
tentativas jacobinas y federales” sino que hace “concesiones al espíritu demagógico
y a la tendencia provincialista” hasta “caer bajo la seducción napoleónica” a punto que:
“No se puede explicar la Constitución de 1826 sin la Constitución consular”. El
ambiente en 1826, concluye Belaunde, “estaba preparado en América del Sur para la
constitución de un régimen autoritario”.

Bolívar “era esclavo de su propio triunfo. Estaba encadenado no sólo a muy humanas
y explicables ambiciones, sino a incontrastables exigencias del medio porque, en ese
momento, había “manifestaciones claras del deseo de una dictadura fuerte y
permanente como lo revelan los distintos proyectos monárquicos”.

Es difícil no hallar continuidad esencial en el pensamiento bolivariano que se


sustentaba, como es sabido, en algunas convicciones fundamentales de las que
jamás se apartó conforme lo prueban precisamente la Carta de Jamaica, el Discurso
de Angostura y el Mensaje del 25 de mayo de 1825. Ellas eran: la inmadurez e
impreparación de América para acceder a las instituciones fundamentales del régimen
democrático y, por tanto, la necesidad de asambleas representativas estables y
eficaces restringiendo el sufragio a quienes podían ejercitarlo con lucidez y
autonomía; la urgencia de gobiernos republicanos fuertes y paternales para garantizar
la unidad del Estado, por supuesto, en torno de un Presidente dotado de plena
autoridad; y finalmente, la necesidad de fundar los estados sobre la base de la
educación y el amor a la patria.
Republicano convicto, Bolívar era, sin embargo, hostil a la instauración, sin más, de
las instituciones democráticas y de la participación popular. “¿Se puede concebir que
un pueblo, recientemente desencadenado se lance a la esfera de la libertad sin fe,
como a Icaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo? Tal prodigio es
inconcebible, nunca visto.

Por consiguiente, no hay raciocinio verosímil que nos halague con esa esperanza”,
decía en la Carta de Jamaica. A pesar de ello, Bolívar, según Villarán, “Buscó
anhelante con esfuerzo sincero, la forma que conciliase la libertad y el derecho con la
paz interna y la estabilidad social y que, por igual, apartase las anarquías
demagógicas y las tiranías monócratas´”.

Aceptaba el principio de la soberanía popular pero no quería “que un pueblo ignorante


fuese el instrumento ciego de su propia destrucción” o que abusasen de su credulidad.
Creyente en el sufragio procuraba atenuar, con severas limitaciones, el voto, los
peligros de elecciones hechas por los rústicos del campo y por los intrigantes
moradores de la ciudad. “Los unos tan ignorantes que hacían sus votaciones
maquinalmente, y los otros tan ambiciosos que todo lo convertían en facción, lo que
ponía al gobierno en manos de los hombres ya ineptos, ya inmorales” (Manifiesto de
Cartagena).

Su propia experiencia y sus manipulaciones del voto en 1826 confirman su convicción.


Con el tiempo, sus prejuicios contra el sufragio se intensificaron. El proyecto de
Angostura “daba al pueblo el derecho de elegir a los miembros de la Cámara de
Representantes por medio del sufragio indirecto; pero en el proyecto constitucional
para Bolivia, los electores no eligen: proponen candidatos, y, dentro de ellos, las
Cámaras escogen en las renovaciones parciales a sus propios miembros. Es un
sistema parecido al imaginado por Sieyès con aprobación de Bonaparte para la
Constitución consular. Con deliberada parsimonia graduaba así Bolívar la función del
voto.
La democracia efectiva, completa era un ideal, no podía ser entonces un hecho”.

No era distinta su concepción del Poder Ejecutivo. “Nada tan funesto, según Bolívar
para las nacientes repúblicas, como la debilidad del Poder Ejecutivo”. De allí el
carácter centralista, concentrador y autocrático de sus proyectos que reñían no sólo
con el federalismo sino con toda forma o modalidad de descentralización incluyendo
la muy débil de índole municipal.

Hay quienes se esmeran en destacar la originalidad de algunas de las instituciones


de la Constitución vitalicia sin advertir que algunas de ellas, como el Poder Electoral,
eran una simple ficción o simulación; otras, como el Poder Legislativo tricameral
carecían de toda viabilidad política (como lo demostró Vidaurre, sin mayor esfuerzo)
y, finalmente, sin comprobar que hasta la presidencia vitalicia carecía de evidencia
empírica ya que la experiencia que la inspiró (Haití y los regímenes de Petion y Boyer)
agotaron por completo el modelo.

Podemos decir entonces que la Constitución vitalicia es el compendio y recorta


perfectamente el pensamiento y la experiencia política de Bolívar, en su plenitud vital.
Sus ideas entonces, como al final de su vida, revelaban su convicción inicial: la
imposibilidad de instaurar, en el sur, las instituciones que, con tanto suceso y aplauso
universal, nacieron y se asentaron en el norte del continente americano, desde luego,
por la aparente o real inmadurez de los pueblos.

La historia, sin embargo, se encargó de probar su error con la contundente evidencia


de las experiencias de Chile y Uruguay y la longevidad de sus regímenes
democráticos, precisamente en el siglo XIX, a diferencia de la inestabilidad, más bien
característica, de los países de neta influencia bolivariana.
La Constitución vitalicia, por su extremismo autoritario, jugó un papel análogo pero
opuesto al de la Constitución de 1823. En su caso, sirvió para inducir un claro rechazo
al autoritarismo centralista y para abrir el camino a un presidencialismo equilibrado y
racionalmente limitado por una descentralización fundada en una muy extensa
participación popular. A diferencia de la Constitución de 1823 que rigió parcialmente
210 por breves lapsos, la Carta de 1826 fue absoluta y totalmente inviable en el Perú.
Ni siquiera Bolivia asumió la Carta, redactada precisamente para ella. Ciro Félix Trigo
cree que su país aceptó “el Código fundamental de mala gana, sin mayor entusiasmo
ni cabal conciencia sobre su contenido y proyecciones”.

El mismo Trigo consigna este juicio, severo pero no alejado de la verdad de Sabino
Pinilla, que dice de la Constitución vitalicia: “Lucubración bastarda de una política que,
encarando al porvenir, se desenvolvía por caminos retrospectivos; amalgama confusa
de doctrinas monárquicas y republicanas; transición pusilánime y mal disimulada del
régimen nuevo con el antiguo, la Constitución bolivariana reposaba sobre principios
griegos, ingleses y americanos (...). Era más idealista que práctica, más deslumbrante
que sólida”. La Constitución configuraba un Estado centralista y autoritario, distante
del pueblo y puesto al servicio de un Presidente mesiánico que inspiraba y dirigía el
destino social con poderes omnímodos.

La sociedad y los derechos ciudadanos podían y debían subordinarse a la voluntad


del César cada vez que, a su juicio, las circunstancias lo exigían. La exacerbación del
poder y también la inviabilidad práctica de sus instituciones tenían que dar al traste
con su régimen que todos - incluyendo al propio Bolívar– sabían que era
absolutamente inviable.

Y así, Bolívar, guerrero afortunado que contribuyó a la libertad de algunos pueblos de


la América, no logró jamás la gloria a que aspiraba como legislador y político. Ninguno
de sus proyectos constitucionales, y lo que es más notorio, ninguna de sus tesis
sustantivas en torno de los regímenes políticos que propuso, sobrevivió a la algazara
de sus áulicos circunstanciales.
Influencias importantes en el contenido de la constitución

Premunido de un fuerte intelecto, hábil para el análisis y con amplia cultura política
sobre la ideología de su tiempo, Bolívar prepara su proyecto de Constitución haciendo
interactuar diversos pensamientos, ideologías, textos constitucionales conocidos,
tratando de buscar lo que consideraba el justo medio entre estabilidad y liberalismo.
Es injusto Toribio Pacheco cuando afirma que el texto constitucional es un plagio de
la Constitución consular de Napoleón. Fue una de sus fuentes, pero reconoce otras
recepciones, amén del aporte personal indudable que significó la continuidad del
pensamiento bolivariano proveniente desde Angostura (entre los cuales debemos
anotar la pedagogía democrática y moral, ética y responsabilidad gubernativa,
presidencialismo, realismo o pragmatismo jurídico, paternalismo, desconfianza frente
al autogobierno y su perfeccionismo). Como afirma Fraga, «[ ... ] no se aferró a ningún
modelo ni sirvió a ningún dogma», «no se aferró a ningún dogma y mantuvo vivo y
creador su pensamiento para hacer frente a las nuevas situaciones y problemas,
adaptándolo constantemente a nuevas emergencias».

El pensamiento filosófico-político de Jeremy Bentham

Hacia 1819, en su célebre discurso de Angostura, Bolívar afirmaba: “El sistema de


gobierno perfecto es aquel que produce mayor felicidad posible, mayor suma de
seguridad social y mayor suma de estabilidad politica”

Patentizando un innegable parentesco con el principio de la mayor felicidad del mayor


número planteada por Jeremy Bentham durante la misma época en Inglaterra.
Resaltar esta característica resulta importante en el estudio del pensamiento político,
en general, y constituyente, en especial, de Bolívar, por cuanto nos revela una
influencia que no es remota o simplemente la que pudiera derivarse de un interesado
lector de las ideas filosóficas contemporáneas de su tiempo, sino por el contrario de
un ascendiente directo en el desarrollo del pensamiento bolivariano durante la
segunda década del siglo pasado.
¿Pero qué, aspectos de la Constitución de Bolivia muestran la influencia del
pensamiento utilitarista?

Definitivamente, careciendo de la correspondencia epistolar entre ambos personajes


que nos informe de modo directo sobre los aportes específicos suministrados al
Libertador, sólo podemos -por vía deductiva- afirmar algunos puntos de contacto entre
las propuestas militaristas y el texto consagrado, tales como los siguientes: la
inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, la responsabilidad de los
funcionarios, el orden en los juicios, la proscripción del tormento, la independencia del
poder judicial y la consagración entre los deberes ciudadanos el sacrificio de sus
Intereses en función del interés de la mayoría.

La influencia del poder neutro de Benjamín Constant

En su detenido estudio sobre los aportes del pensamiento político de Benjamín


Constant en el diseño constitucional del Libertador, Hermann Petzold-Pernia
encuentra puntos de contacto alrededor del tratamiento dado al poder ejecutivo y al
poder neutro, a la concepción de soberanía limitada, la revalorización del poder
judicial, el empleo de los jurados, así como en materia de libertad religiosa. Si bien en
estos temas existen planteamientos coincidentes, no necesariamente son originados
en una exclusiva incidencia de uno con el otro, sino en compartir la ideología
preponderante sobre temas comunes como son la revalorización del poder judicial y
el tratamiento a la libertad religiosa. Donde definitivamente sí hay vinculación directa
es en el aspecto del poder neutro y en la concepción de soberanía limitada.
El constitucionalismo francés: Napoleón

Mucho se ha mencionado sobre la pretendida simetría entre la Constitución de 1826


y la de Napoleón preparada para Francia, particularmente con la acusación de plagio
que hace Toribio Pacheco en sus Cuestiones Constitucionales. Particularmente
apreciaremos esta conexión en aspectos orgánicos de la estructura de los poderes
como son el Consulado y la Presidencia vitalicios, la nominación de los Cónsules y
del Vicepresidente, la estructura tricameral de la Constitución y en las potestades
electorales de segundo nivel.

La Constitución de Haití de 1816

La única realidad constitucional que expresamente el Libertador alude durante esta


época como fuente directa de su proyecto es la Constitución de Haití de 1816
establecida por Petion. Tanto en su correspondencia como en el propio Discurso
presentado al Congreso boliviano hace mención concreta de este régimen político,
calificándole como el régimen más democrático del mundo, particularmente porque
luego de una sucesiva inestabilidad, la propuesta de un Presidente vitalicio con
derecho a elegir al sucesor había dotado la calma al Estado e incluso permitido el
tránsito en el mandato. Sin embargo, debemos de mencionar que en este extremo la
Constitución de Haití no poseía la autenticidad que parece atribuirle Bolívar, siendo
mas bien una recepción de la Constitución francesa de 1789. La intención de no atraer
sobre esta última, puede haber sido el motivo por el cual Bolívar haya señalado como
arquetipo a emular a tan modesta e internacionalmente intrascendente Carta.
Órgano Encargado de la

Constitución
A diferencia de todas las constituciones peruanas que se esmeraron en la búsqueda
de equilibrio en la distribución de las competencias constitucionales, la de 1826 no
dudó en crear un presidencialismo ilimitado, sin balances ni contrapesos. Bolívar era
perfectamente consciente de ese hecho. Tanto que intentó embozar y disimular esos
rasgos de modo muy insistente en su Mensaje al Congreso de Bolivia.

Contra la evidencia del texto constitucional decía que el Presidente de Bolivia se


hallaba “privado de todas las influencias: no nombra los Magistrados, los Jueces, ni
las Dignidades eclesiásticas, por pequeñas que sean”. Insistiendo en la idea señalaba
que “Los Sacerdotes mandan en las conciencias, los Jueces en la propiedad, el honor
y la vida; y los Magistrados en todos los actos públicos”.

Consideraba así que su influencia sería nula ya que incluso la administración


pertenecía toda al Ministerio.

Decía: “Los límites constitucionales del Presidente de BOLIVIA son los más estrechos
que se conocen: apenas nombra los empleados de hacienda, paz y guerra, manda el
ejército. He aquí sus funciones. La administración pertenece toda al Ministerio,
responsable a los Censores y sujeta a vigilancia celosa de todos los Legisladores,
Magistrados, Jueces y Ciudadanos.”

Insistiendo en esa línea, afirmaba que el Vicepresidente era:

“(...) el Magistrado más encadenado que ha servido el mando: obedece juntamente al


Legislativo y al Ejecutivo de un Gobierno republicano. Del primero recibe las Leyes:
del segundo, las órdenes, y entre estas dos barreras ha de marchar por un camino
angustiado y flanqueado de precipicios.” Omitía señalar que el Presidente, como Jefe
de la Administración del Estado y con autoridad suficiente para nombrar y remover,
por si solo al Vicepresidente y al Ministerio, podía imponer su voluntad sin asumir
nunca responsabilidad alguna.
La Presidencia vitalicia llevó el absolutismo presidencial a su mayor extremo e
irracionalidad. Unipersonal, como en los Estados Unidos, era depositario de todas las
atribuciones del Poder Ejecutivo y se hallaba exento de toda responsabilidad (arts. 80
y 83), ya que era inviolable.

Acumulaba, pues, todo el poder imaginable. A guisa de un monarca absoluto, el


Presidente que era inviolable e irresponsable, era asimismo titular de competencias
que le conferían poder en todas las esferas y ámbitos de la vida del Estado (art. 83).
Designaba no sólo al Vicepresidente y Secretarios de Despacho sino a todos los
agentes de la administración interna, jefes y oficiales de la Fuerza Armada, dignidades
eclesiásticas y autoridades locales. Administraba la hacienda nacional, dirigía las
relaciones externas, comandaba la fuerza armada y decidía la integración de la Corte
Suprema.

No mellaban la extensión desmesurada de sus competencias, las restricciones que la


Constitución imponía siguiendo las huellas de la Carta de 1823. Esas restricciones
hacían relación, fundamentalmente, con el respeto a la libertad de las personas, a la
propiedad privada y a las elecciones. No le era permitido, además, ausentarse del
territorio nacional o de la capital de la república sin permiso del cuerpo legislativo (art.
84).

Finalmente, la fidelidad de la Cámara de Censores que era titular de las más


importantes funciones de fiscalización (prensa, poder judicial, educación, acusación
de los altos funcionarios del Ejecutivo), estaba asegurada, de antemano. Garantizaba
al Presidente el pacífico desempeño de su función de “jefe de la administración del
Estado sin responsabilidad por los actos de dicha administración” (art. 80),
responsabilidad que recaía en el Vicepresidente y en el Ministerio (arts. 88, 89, 90 y
94).
Un primer aspecto a considerar en el planteamiento constitucional de Bolívar es su
propia visión acerca de la existencia de un poder público supremo que para su
ejercicio se divide en secciones (electoral, legislativa, ejecutiva y judicial) y no se tratan
de tres poderes esencialmente diferentes que han de relacionarse dentro de un
Estado. Es un distingo conceptual esencial que otras Cartas nacionales han omitido
establecer positivamente.

Luego de sostener la unidad esencial del poder público, el Libertador consagra la


limitación absoluta a fin que cada sección ejerza sus tareas sólo dentro de lo facultado
por la Carta, delimitando sus tareas e impidiendo la posibilidad de asumir atribuciones
implícitas o interpretaciones extensivas que afecten la soberanía popular y más aún
sujeta a cada órgano del poder público a restricciones expresas para su
funcionamiento. Como bien expresa Guzmán:

«De este modo las infracciones serán terminantes y manifiestas, cada uno
conoce sus funciones, y nadie tiene esa autoridad deforme, que, por un ejercicio
arbitrario, compromete las acciones ajenas, las confunde y llena de tinieblas a la
sociedad. Sobre todo, los altos poderes, que manejan enormes intereses, son de la
primera necesidad que tengan sus grandes diques que los contengan: sin ellos, se
precipitan sobre la sociedad en torrentes que lo arrasan todo. Cuando el poder judicial
no está ceñido a aplicar leyes existentes, en su tenor expreso; cuando puede
interpretarlas o llenar su vacío; es un poder monstruoso, que resume toda la
soberanía, que suple leyes, las aplica y cumple: usurpa toda la autoridad, confunde
las propiedades y asocia con el enredo y la falacia: entonces el foro pesa más que un
Sultán, devora más que la anarquía, aniquila la moral y concluye por el trastorno de
la sociedad: él es el déspota más abominable. Cuando el ejecutivo no tiene límites es
un absoluto que lleva la carrera de Fernando, que hace sufrir a la nación la suerte de
la España, y cuyo fin es de tal modo tenebroso, que no se alcanzan a ver los horrores
y las convulsiones de su muerte. Cuando el legislativo se supone el padre de los
poderes, y se atribuye toda la soberanía, no hay ambición que iguale a la suya, ni
horrores que no cometa, ni más barrera para contenerlo que una revolución. La tiranía
legislativa es tan cruel como jamás lo pudo ser la de Atila, y tanto más fuerte cuanto
es más bello el ropaje popular con que se viste».

La Constitución Vitalicia, redactada por el mismo Bolívar, no fue discutida por


Congreso alguno, ni tampoco se convocó a la consulta popular, como aparentemente
había ofrecido Bolívar, sino que se sometió su aprobación a los 58 Colegios
Electorales de la República.

El 18 de agosto de 1826 lo aprobó el Colegio Electoral de Lima, y sucesivamente, la


de provincias, con excepción de Tarapacá, que se remitió al Colegio Electoral de
Arequipa. Fue pues aprobada de manera unánime, con la condición de que Bolívar
fuera el primer presidente vitalicio del Perú.

Luego el Consejo de Gobierno del Perú declaró el 30 de noviembre de 1826 que: La


constitución vitalicia era la ley fundamental del Perú y Simón Bolívar era el presidente
vitalicio de la Republica

Proyecto aprobado a la fuerza

Bolívar no era ningún aliado de la democracia y dio instrucciones precisas a los


prefectos para la aprobación del proyecto presentado para Constitución Vitalicia, en
carta con fecha 28 de junio de 1826 dirigida al general Gamarra se observa el
siguiente texto:

"(...)Esta es, mi querido general, una operación que debe ejecutarse con el mayor tino
y habilidad, porque su resultado es de una inmensa importancia. Es la operación que
puede producir un bien perdurable para la república y, de consiguiente, debe ser
manejada por Vd. y el Dr. Torres con perfecto acuerdo para obtener un buen resultado
Vd. debe empeñarse con los Colegios electorales de ese Departamento a fin de que
aprueben íntegramente el proyecto y en el caso de que algún artículo les ofrezca
reparos, puede reservarse para ser discutido o reformado en el próximo Congreso
Constitucional. Cuando no pueda conseguirse que la aprueben en su totalidad todos
los Colegios electorales, procure que lo aprueben en masa los colegios con solo algún
artículo discutible en el próximo Congreso. Obtenida la aprobación del proyecto por
los Colegios de la República, queda sancionada la ley fundamental; nos libertamos
del conflicto de un Congreso constituyente, porque ya no tiene para qué convocarse,
y los congresos constituyentes no podrán alterar las bases esenciales de la ley
fundamental ya sancionada por el pueblo en las asambleas electorales. La vista por
todos los males que han producido en las nuevas repúblicas las asambleas
constituyentes, los peligros a que han expuesto a las naciones, el choque de pasiones
irritadas por fuertes estímulos de odio de intereses y de venganza con el ejercicio de
un poder absoluto, y conocerá con cuánta razón lo empeño en que haga pasar en los
colegios de ese departamento el proyecto de constitución del Perú que va a
sometérseles para su aprobación (...)".

Pasado un tiempo después de la sublevación del 26 y 27 de enero de 1827, el propio


Colegio Electoral de Lima en acta del 6 de febrero del mismo año, nombró los
atropellos a los que habían sido sometidos para aprobar el proyecto de la constitución
de 1826:

"(...) «Los electores de Lima fueron encerrados en la casa Universidad rodeados de


tropas para que aprobasen el Proyecto. En una mano les presentaba Freyre, satélite
de la tiranía, dádivas aéreas, y en la otra la muerte» (...)"

Después de aprobado

Ya el 26 de dicho mes la había aprobado el Congreso boliviano, que luego eligió


a Antonio José de Sucre como presidente vitalicio de Bolivia, con la condición de que
Bolívar ejerciera el poder supremo cada vez que hiciera acto de presencia en su
territorio.

Aprobada así la Constitución Vitalicia, fue juramentada en ambos países, el Perú y


Bolivia, el 9 de diciembre de 1826, segundo aniversario de la batalla de Ayacucho. En
Lima la ceremonia fue opaca, en medio de la indiferencia y el rechazo popular. Se
dice que se arrojaron monedas a los presentes, obligándoles a que gritaran «¡Viva la
Constitución! ¡Viva el Presidente vitalicio!».
Pero algunos burlonamente respondieron: «¡Viva la plata!». Por entonces Bolívar ya
se había embarcado a Colombia el 4 de septiembre de 1826, dejando en el Perú al
Consejo de Gobierno a cargo

• El poder ejecutivo complejo

Era consciente el Libertador de la difícil tarea de diseñar un poder ejecutivo


satisfactoriamente conformado, sobre todo cuando la tendencia emergente en
América de esa época era a favor de proscribir toda reminiscencia monárquica,
propiciar la alternancia en los gobiernos y establecer períodos presidenciales cortos;
particularmente, cuando dentro de su concepción existía el convencimiento que el
Ejecutivo debía ser la fuente y el motor de la fuerza pública.

Al respecto, su cercano colaborador Antonio Guzmán escribió en 1826 al referirse al


diseño de poder ejecutivo existente en América:

«[ ... ] Se ha desnudado al poder ejecutivo de todas aquellas atribuciones que


no hayan parecido indispensables a su existencia; sobre todo se ha apelado a un
medio, que todos han llamado ingeniosísimo, y que pareció un verdadero hallazgo:
este ha sido el de acortar todo lo posible la duración de un hombre en el manejo de la
autoridad ejecutiva; así es que los presidentes de nuestras repúblicas no duran en sus
destinos, sino cuatro, seis, y a lo más ocho años. De este modo se ha creído alejar
todo peligro de que un hombre pueda usurpar el poder público, y convertirlo en su
provecho; pero Napoleón e Iturbide contradicen esta teoría. Sin embargo, es justo
confesar, que generalmente el remedio evita el mal para el cual se ha aplicado, pero
resta averiguar, si él mismo no es otro mal mayor el que desterró».

Concluyendo su análisis considera que este corto período es adverso a la República:


por impedir la maduración de las políticas internas y externas, impedir la experiencia
gubernativa, propiciar los compromisos de los partidos condicionando sus políticas e
incitar el desorden social pre-electoral.
La propuesta bolivariana para este poder, era singular: un Presidente vitalicio,
irresponsable e inviolable por los actos de su administración, un Vicepresidente a
cargo de la administración y con derecho a sucesión y cuatro Secretarios de Estado
(ministros) ejecutores de las políticas de gobierno, logrando teóricamente una
estructura colegiada.

La presencia de la figura de la Presidencia vitalicia en la Constitución impregnó


imperecederamente su debate, con tal fuerza que la propia Carta terminó siendo
conocida con la denominación equívoca de Constitución vitalicia y en su tiempo, sus
partidarios fueron denominados, como «los vitalicios», sin que su impacto negativo
pudiera ser atemperado por la declaración que la propia Carta hacía en el sentido que
el Perú no puede ser patrimonio de ninguna persona ni familia (Art. 2°).

El Presidente debía ser nombrado la primera vez por el Congreso pleno, llamando al
cuerpo legislativo y en lo sucesivo era vitalicio con facultad para designar sucesor.

El Vicepresidente elegido por el Presidente con aprobación del cuerpo legislativo,


compartía la responsabilidad ministerial y sucedía obligatoria y formalmente a su
elector. La participación del cuerpo legislativo con su atribución negativa o veto
temporal a la nominación no era precisamente activa ya que, si el candidato era
rechazado sucesivamente, el Presidente presentaría segundo y hasta tercer
candidato, luego de lo cual, las Cámaras ineludiblemente debían elegir, a pluralidad
absoluta y dentro de las veinticuatro horas, entre los tres candidatos propuestos.

Por vez excepcional en nuestro constitucionalismo, el Vicepresidente posee funciones


efectivas originarias de gobierno pues es el Primer Ministro o Jefe del Ministerio (Art.
88°) y manda a los cuatro secretarios de Estado, siendo también delegado del
Presidente ya que despacha y firma a nombre de la República y del Presidente todos
los negocios de la administración con el secretario respectivo (Art. 90°).
Donde la conformación de esta figura dificulta su concreción, a la manera de los
primeros ministros de ciertos regímenes monárquicos o de gobiernos parlamentarios,
es en hacerlo depender del Presidente, quien lo puede separar por sí sólo sin
expresión de causa (Art. 83° inciso 3).

El cercano colaborador de Bolívar, Antonio L. Guzmán expone con claridad que la


intención de crear esta figura constitucional era consagrar un «Candidato a Presidente
en prueba permanente de idoneidad con derecho a sucesión de escuela y no por
consanguinidad» a diferencia de los príncipes inexpertos que suben al trono por
herencia y de los presidentes democráticos que son candidatos republicanos
inexpertos en asuntos públicos levantados por las fuerzas de un partido y en medio
de la agitación, intereses, pasiones, y fracciones sociales. Sentenciando que, bajo
este modelo, sólo accederá a la más alta magistratura del país quien ha aprendido en
la escuela del Presidente anterior, es aprobado por la sociedad y resulta comprobada
su idoneidad.

La administración pública quedaba en manos de los Secretarios de Estado (ministros,


según la versión boliviana) quienes actuarían bajo las órdenes del Vicepresidente,
firmando y asumiendo responsabilidad por todas las órdenes que autoricen; y estaban
sujetos a la fiscalización de los censores y a la vigilancia de los demás funcionarios,
incluyendo el poder electoral. Preveía también, la Carta que estos secretarios debían
dar cuenta anualmente de su conducta y de los gastos ante el legislativo.

La propuesta innovadora de esta Constitución ha sido calificada diversamente,


primero como una monarquía constitucional (por estudiosos como Gil Fortoul y Buchet
de Martigny) pero sin ser la calificación más justa debido a la inexistencia de la facultad
hereditaria de orden natural para transferir los títulos. También ha sido calificada por
André Marius como la constitución de la herencia sociocrática refiriéndola a la tesis
de Comte sobre la conveniencia de transmitir poderes públicos mediante una
modalidad hereditaria que no se base en el nacimiento sino en la elección. Pero, existe
consenso en que la propuesta se aproxima más bien a la idea del cesarismo (afirmada
por juristas como Fraga lribarne, V A. Belaunde y Parra Pérez) basado en la opinión
pública, la veneración nacional y la moralidad. Si de calificativos se trata, convendría
recordar que el propio Bolívar dirigiéndose a Santander denominaría a este diseño
como la de un «rey constitucional con poderes bien demarcados» (Carta de 23 de
junio de 1826).

La idea de vitalicia en los cargos públicos que Bolívar sostiene durante largo tiempo y
caracteriza a su propuesta de Presidencia de la República y a los miembros de la
Cámara de Censores, reposa en la observación que realiza de la crisis y turbulencia
inherentes a los procesos electorales, donde se agudizan contradicciones, la sociedad
se facciona y la inestabilidad se apodera de las jóvenes naciones. Por ende, dentro
de su concepción, desea evitar estos vicios periódicos, mostrándonos con esta
manera de enfocar la situación, la raíz republicana pero no plenamente democrática
ni totalmente liberal de su pensamiento en esta época, puesto que como el mismo
mencionaba:

«[ ... ] gobierno democrático absoluto es tan tirano como el absolutismo. Por lo


tanto, sólo podrá haber libertad bajo un gobierno templado "¿cómo queréis que yo
atempere una democracia si no es con una institución aristocrática?" (Carta a
Guillermo White de 26 de mayo de 1820, refiriéndose a la creación del senado
hereditario en su Constitución de Angostura)».

Más bien intenta atraer a su modelo la característica de las monarquías que les brinda
estabilidad y unidad, que por lo demás era el modelo predominante en este momento
de la historia en la mayoría de Estados influyentes del mundo, ya que sólo en Suiza,
Estados Unidos y algunas de las nacientes repúblicas americanas (en proceso)
existían propuestas democráticas, que aún no habían mostrado su eficiencia.
Perspectiva temporal que es indispensable tomar en cuenta para enjuiciar este
planteamiento bolivariano.
Para equilibrar la perdurabilidad del Presidente, se planteó la necesidad de limitar sus
facultades, llegando Bolívar a decir en su célebre discurso de presentación que «le
había cortado la cabeza para que nadie tema a sus intenciones y le han ligado las
manos para que a nadie dañe», mediante su no intervención directa en la
administración interna de los asuntos ordinarios, en el nombramiento de autoridades
representativas del gobierno unitario ni en las del Poder Judicial así como sus
limitaciones a favor de la libertad y seguridad individual. Si bien existía este
desprendimiento en cuanto a asuntos de política interna, la Presidencia mantenía con
exclusividad funciones apropiadas para el plan americanista y bolivariano, tales como,
las facultades sobre las declaraciones de paz y de guerra, las relaciones exteriores y
la hacienda nacional.

Pero con todo, las limitaciones impuestas a la institución presidencial -según


Belaunde, en un análisis contra fáctico sobre su eventual implantación- hubiesen
derivado o bien en un peligro por el debilitamiento que se propiciaba en el Gobierno
Central si acaso se afirmara la independencia de los electores o bien, en el supuesto
contrario, hubiese proyectado la sumisión de las autoridades al poder, si Bolívar
mantuviera influencia en los colegios electorales.
• El poder legislativo tricameral

Tributando a la inspiración de Sieyés y a la Constitución napoleónica, el poder


legislativo emanaba directamente de los Colegios Electorales y reposaba en tres
Cámaras, pero otorgando y distribuyendo funciones distintas: de tribunos, senadores
y censores, con veinticuatro integrantes cada una, durante los veinte primeros años.
Los tribunos debían durar cuatro años; los senadores, ocho; mientras que los
censores eran cargos de duración vitalicia mas no hereditarios, exigiéndose la edad
de veinticinco, treinta y cinco y cuarenta años. Los electores no elegían, sino
proponían los candidatos para las posteriores renovaciones, escogiendo las Cámaras
según un sistema parecido al imaginado por Sieyes para la Constitución Consular.
“Con deliberada parsimonia se graduaba, pues, la función del voto”.

La Cámara de los Censores era una reminiscencia de ese Poder Moral que había
propuesto Bolívar al Congreso de Angostura en 1819. Acusaba a los altos
funcionarios, iniciaba las leyes sobre imprenta, enseñanza, artes y ciencias. Revisaba
las leyes aprobadas en el Senado. Dirimía los desacuerdos legislativos entre el
Senado y el Tribunado. La fuerza política del Senado y de los Censores
preponderaban sobre la corriente popular encarnada en los Tribunos. Los primeros
tenían afinidades naturales. El censor vitalicio armonizaba con el senador elegido por
ocho años y aportaba al acuerdo su tendencia conservadora ligada a cierto orden de
intereses sociales. La organización legislativa estaba calculada para dar la
supremacía a los elementos representativos de la tradición y del orden.

Las cámaras tenían atribuciones generales y también propias. Las primeras se


referían al nombramiento de Presidente la primera vez, y, confirmar posteriormente, a
sus sucesores; aprobar el nombramiento de Vicepresidente; la designación de las
personas entre los propuestos por los cuerpos electorales, de los miembros del Poder
Legislativo y efectuar el juicio nacional del Vicepresidente, Secretarios de Estado y
miembros de la Cámara por violaciones constitucionales o delitos políticos.
Respecto a las funciones de las Cámaras, he aquí reunidas según las propias
palabras de Bolívar: “La primera Cámara es la de los Tribunos y goza de las
atribuciones de las cámaras populares sobre asuntos con mayor proximidad al interés
de la comunidad fundamentalmente en materias hacendaria, paz y guerra política,
obras públicas, ejército, marina, asuntos extranjeros, iniciativa de reforma de la Carta
y nacionalidad; teniendo por la misma norma una composición de gente más joven y,
por ende, con proclividad a la acción directa vehemente. Ella tiene la inspección
inmediata de los ramos que el Ejecutivo administra con menor intervención del
Legislativo. Los Senadores o Senado compuesto por personas intermedias entre los
tribunos y los censores, formas de Códigos y los Reglamentos Eclesiásticos y velan
sobre los tribunales y el culto. Toca al Senador las competencias de las legislaciones
judicial, civil y eclesiástica y la nominación de funcionarios a pedido de cuerpos
electorales. Escoger los Prefectos, los Jueces de Distrito, Gobernadores,
Corregidores y todos los subalternos del departamento de Justicia. Propone a la
Cámara de Censores los miembros del Tribunal Supremo, los Arzobispos, Obispos,
Dignidades y Canónicos. Del recorte del Senado es cuanto pertenece a la religión y a
las leyes. Los Censores ejercen una potestad política y moral (Censores recibía la
herencia del Poder moral propuesto por Bolívar en Angostura, pero sobre todo
incorporaba un elemento conservador que equilibraría los procesos a cargo del
Congreso con calidad definitoria), que tiene alguna semejanza con al del Areópago
de Atenas y los Censores de Roma. Serán ellos los instructores y fiscales contra el
Gobierno para velar si la Constitución y los tratados se observan con religión.
He puesto bajo su cuidado el juicio nacional que debe decidir de la mala o buena
administración del Ejecutivo”.

Tenían además como función decretar honores y recompensas y condenar al “eterno


oprobio a los usurpadores de la autoridad pública ya los grandes traidores”.
Sintetizando se puede decir que el Tribunado tenía las atribuciones tradicionales del
Parlamento en materia política y financiera, el Senado la legislación civil y eclesiástica
y los altos nombramientos y los Censores la instrucción y moralidad pública.

Dentro del pensamiento de Bolívar, esta composición era necesariamente armoniosa


entre sus partes pues:
«[ ...] no se hallará siempre dividido por falta de juez árbitro, como sucede donde
no hay más que dos Cámaras. Habiendo aquí tres, la discordia entre dos contrarios
queda resuelta por la tercera; y la cuestión examinada por dos partes contendientes,
y un imparcial que la juzga; de este modo ninguna ley útil queda sin efecto, o por lo
menos, habrá sido vista una, dos y tres veces, antes de sufrir su negativa. En todos
los negocios entre dos contrarios se nombra un tercero para decidir, y ¿no sería
absurdo que en los intereses más arduos de la sociedad se desdeñará esta
providencia dictada por una necesidad imperiosa?».

Como bien afirma Villarán:


«[ ...] las fuerzas políticas del Senado y de la Cámara de censores preponderaban
sobre la corriente popular representada por los tribunos. Aquellas cámaras tenían
afinidades naturales: el censor vitalicio armonizaba probablemente con el senador
elegido por ocho años y aportaba al acuerdo su tendencia conservadora, ligado a
cierto orden de intereses sociales. Como la mayoría de las leyes, y desde luego en la
más interesante y condenciosa (sic), la disidencia había de producirse entre los
tribunos y senadores, la decisión final de estas graves cuestiones de estado tocaba a
los censores; la organización legislativa, estaba pues, calculada para la supremacía a
los elementos representativos de la tradición y el orden».
El poder judicial independiente

El Poder Judicial se ejercía independientemente por la Corte Suprema y demás


tribunales del Ramo. La sección que la Carta de Bolívar depara para el Poder Judicial
muestra un conjunto de singularidades que bien le cabe la calificación de la más
fructífera para el constitucionalismo positivo peruano, de todas sus secciones, puesto
que se apartó del sistema norteamericano de elección popular y creó un Poder Judicial
independiente. En ella se congregan: la consagración de la independencia del poder
judicial del poder ejecutivo, su origen y control popular, la estabilidad de los cargos
judiciales, la creación de jurados, la intención sistematizadora del ordenamiento
jurídico al disponer la elaboración de Códigos en materia civil, criminal, de
procedimientos y de comercio a cargo de la Cámara de Senadores que implicaban la
modernización de la Justicia, la obligación de conciliación previa, la atribución directriz
a la Corte Suprema, el juzgamiento público de causas criminales, juicios por jurados,
abolición de recurso de injusticia notoria, de la confiscación de bienes, de la confesión
del reo.

El Título VII dedicado al poder judicial inicia con la declaración de principio que los
«tribunales y juzgados no ejercen otras funciones que la de aplicar leyes existentes»;
definición negativa a través de la cual aparece la tesis francesa sobre la jurisdicción,
tan en boga en aquella época. Esta concepción estaba dirigida directamente a evitar
la denominada -tanto Bolívar en su mensaje al Congreso boliviano como por Antonio
Guzmán en su exégesis- «tiranía judicial» que significa un poder judicial no ceñido a
aplicar el tenor expreso de las leyes existentes; involucraba vedar el ejercicio de una
interpretación judicial creativa, la subsanación de lagunas o defectos de la ley, e
imposibilitando cualquier desarrollo futuro de la revisión judicial de las disposiciones
normativas.
En cuanto al origen de los magistrados este apartado del proyecto se aleja de la Carta
de Napoleón considerando la nominación de magistrados mediante procedimientos
distintos a la nominación a cargo del Poder Ejecutivo, haciendo participar al pueblo en
la iniciativa según los requisitos de edad, conducta y versión que contempla la Carta
y reposando en el Legislativo la elección entre los propuestos. Los colegios electorales
provinciales formarían las ternas para los Magistrados y Jueces y los titulares serían
designados por el Senado. Los de la Corte Suprema eran escogidos por los Censores
entre listas preparadas por el Senado. Los colegios electorales, tenían también
intervención en la reforma de la Constitución, la que no podía ser suspendida.

Su propuesta que representa un avance se aparta del antecedente de nuestra Carta


de 1823 y no ser considerado en la de 1828, la misma que otorga su selección al
Poder Ejecutivo.

Contempla la conciliación judicial como fase ineludible para los procesos civiles y
penales de acción privada, con la finalidad de instituir un «medio (por él) que mueran
al nacer gran parte de los pleitos ruinosos, que concluyen con la fortuna de los
Ciudadanos». Con ella, profundiza la tímida disposición que sobre el particular
contenía la Carta de 1823 y retomar luego la Carta de 1828, representando un
instrumento perfeccionista y pedagógico propuesto por Bolívar a favor de la sociedad.

El título final sobre garantías contenía sobrios preceptos. La libertad y la seguridad


civil, la propiedad y la igualdad ante la ley, eran garantizadas. La libertad de prensa
estaba reconocida dentro de la responsabilidad legal correspondiente. Había libertad
de tránsito. El domicilio debía ser inviolable. Las contribuciones se repartían en forma
proporcional. Quedaban abolidos los empleos y privilegios hereditarios y las
vinculaciones eclesiásticas y laicales. (A este último respecto, la Constitución de 1826
resultó mucho más avanzada que la inmediatamente posterior, de 1828, donde fueron
abolidas solamente las vinculaciones laicales).
Además, únicos requisitos para ser ciudadanos eran la residencia en la Nación, saber
leer y escribir, ser casado mayor de 25 años y tener medios de vida, o sea
conocimiento y honestidad. Excluía de ella a los domésticos y servidores manuales.

Abolía el Gobierno Municipal, y sus funciones específicas se atribuían a las


autoridades políticas, al igual que en el régimen napoleónico, supresión que Belaunde
considera como el mayor defecto de esta Carta, pues creaba un régimen absoluto y
rígido de severo centralismo.

El poder electoral para la elección de segundo grado

Coincidiendo o siguiendo la propuesta de Sieyés, entre las cuatro secciones del


ejercicio del poder público Bolívar ubica al poder electoral, como sistema
representativo de segundo grado. Consistía en la facultad permanente de todos los
ciudadanos en ejercicio para escoger un delegado por cada diez electores, sobre la
base provincial quien se congregará al inicio del año con sus pares en el cuerpo
electoral para:
• Llevar el registro electoral,
• Calificar a los ciudadanos,
• Nombrar por primera vez a los miembros de las cámaras,
• Elegir o proponer en temas a los que debían renovarlas,
• Proponer candidatos:
- al ejecutivo, para los cargos de prefecto, gobernador y corregidores.
- al prefecto, para los cargos de alcaldes y jueces de primera instancia o paz.
- al senado, para los cargos judiciales de la circunscripción.
• Ejercer la facultad de representación de los ciudadanos que ejerzan su derecho
de petición y de queja por los agravios o injusticias, ante cualquier autoridad
particularmente ante las cámaras.
• Realizar el escrutinio para las elecciones populares y proclamarlos nombrados
constitucionalmente.
Para ser ciudadano se requería tener la nacionalidad peruana, saber leer y escribir,
tener un empleo o industria o profesar alguna ciencia o arte sin sujeción a otro en
condición de sirviente doméstico.

Este nuevo poder representaba una intervención preponderante de las provincias y


en general de la población en las decisiones principales del Estado, lo que
consideraba el Libertador una recepción del modelo federal: «los colegios electorales
de cada provincia representan las necesidades de los intereses de ellas y sirven para
quejarse de las infracciones de las leyes y de los abusos de los magistrados. Me
atrevería a decir, con alguna exactitud, que esta representación participa de los
derechos que gozan los gobiernos particulares de los estados federados».

La intención era, recordando la democracia griega y compartiendo nociones de las


Constituciones Consulares de los años VIII y X, la de Cádiz de 1812, y la peruana de
1823, que la soberanía nacional representada por un diezmo de la ciudadanía
peruana en cada provincia cobre acción por breve tiempo una vez al año para ejercer
sus funciones decisorias y electorales.

Los Colegios Electorales, “extraña fusión de una oligarquía con las apariencias de una
elección popular”, al igual que en el Consulado Napoleónico duraban cuatro años y se
reunían anualmente, formando asambleas con tareas diversas y heterogéneas, de
naturaleza más de política federal que unidades locales administrativas.
Esta presencia, de ser efectiva, estaba pensada para cubrir el espacio de acción
política que operaba en los Consejos municipales y evitaba los problemas de las
elecciones populares directas que tanto criticaba Bolívar.
Funcionando de esta manera, los Colegios electorales aparecerían como verdaderas
asambleas provinciales de corta actividad y automática operatividad, pero por su
naturaleza se convertirían -como dice Maurius- en una oligarquía de electores
privilegiados, dueños de la administración provincial y común, legitimados para
participar de manera activa en el gobierno de la nación. Este modelo de
representatividad no era censatario pero por su propia naturaleza tenía como efecto
tolerar o consolidar la aristocracia provinciana.
Los antiguos Cabildos o municipalidades quedaron suprimidos.
Preámbulo
Preámbulo es una explicación o advertencia que se incluye antes de un
discurso o al comienzo de un escrito acerca de lo que se va a tratar. En la constitución
de 1826 dice textualmente:
“Aprobada por el Consejo de Gobierno el 1 de julio de 1826 y sometida a los
Colegios Electorales, fue ratificada el 30 de noviembre y jurada el 9 de diciembre del
mismo año)

“EN EL NOMBRE DE DIOS”

En el preámbulo de esta constitución vitalicia podemos notar la inestabilidad política


de esta naciente república y los deseos del libertador Simón Bolívar que no tenía
anhelos democráticos, por ello esta constitución no es aprobada por el congreso, que
había dejado de funcionar el 10 de marzo de 1825, considerado como un susidio
parlamentario, por ello la constitución es aprobada por el consejo de gobierno de 1826,
sometida a los colegios electorales y promulgada en diciembre por el general José de
Santa Cruz que remplazaba a Bolívar que estaba de viaje.

En nombre de Dios esta constitución fue impuesta por Bolivar quie por intermedio de
Gamarra condiciona la aprobación de esta constitución vitalicia incluso con amenaza
de muerte a los miembros del colegio electoral de Lima y observando la elección de
los delegados de Arequipa a quienes los llama malditos delegados. Estos fueron
diputados liberales y antibolivaristas, entre los que destacaban, Francisco Xavier de
Luna Pizarro y Francisco de Paula González Vigil. Que finalmente fueron rechazados.
Para entender el contexto de esta constitución debemos saber que desde el año 1820
hasta el año 1823 gobierna la naciente república, la corriente libertadora del Sur
dirigida por don José de San Martín, luego asume la presidencia don Joseé de la Riva
Agüero desde el 28 de febrero de 1823 hasta el 23 de junio de 1823, luego don José
Bernardo de Tagle desde el 16 de agosto de 1823 hasta el 10 de febrero de 1824,
luego toma el control la corriente libertadora del Norte dirigida Por Simón Bolívar
desde el año 1823 hasta 1826, luego asume la presidencia Don José de la Mar el 9
de junio de 1827 hasta el 7 de junio de 1829, seguido de Don Agustín Gamarra del 1
de setiembre de 1829 hasta el 19 de diciembre de 1833.

El consejo de gobierno
El 1º de junio de 1826, el Consejo de Gobierno presidido por José de La Mar,
por viaje de Bolívar a las ciudades de Arequipa, Cuzco y Piura – decretó la creación
de seis secretarías de Estado: de Relaciones Exteriores, Justicia y Negocios
Eclesiásticos, Interior, Hacienda, Guerra y Marina.
Parte Dogmática
Durante la constitución de 1823 cabe recordar que el Perú independiente en su
artículo 11 establece que nadie nace esclavo en el Perú, pero alega que nadie puede
ingresar al Perú en la calidad de esclavo, que para efecto se prohíbe la compra y venta
de esclavos negros, que establecía la constitución de 1823.

Pero en los años siguientes, con la constitución de 1826, los propietarios de esclavos
logran coaccionar ya que durante ese periodo no repite la norma donde los
hacendados reclamaban sus derechos en las provincias litorales del departamento de
lima donde los argumentos que presentaban durante esta reclamación podrían
decirse que gira entorno de cuatro temas principales. Primero, menciona que la
esclavitud es una institución universal como aún se presenta en la biblia como se
presenta en la historia que fue de José en el cual fue vendido por sus hermanos;
Hecho donde lo que era insólito y condenable no es que existieran esclavo, sino que
los hermanos lo vendieran.

Asimismo, según los documentos, los seguidores de Jesús no aspiraban a la


emancipación, solo a tratar con caridad, porque el primer valor es el respeto a la
propiedad. Y si nosotros nos referimos en la actualidad a los tiempos modernos ya las
ideas que prevalecen en la actualidad y que, en Estados Unidos, una democracia
preeminente, no abolió en su constitución l esclavitud, por eso dicen los señores
hacendados que desde “el exaltado e inspirador Moisés, hasta los distinguidos
autores de la ley de independencia de los Estados Unidos, América del Norte se
adhiere a este axioma universal.

En segundo lugar, mencionaban que pagar por adelantado a los trabajadores


afectaría a la economía del país y que la agricultura estaba avanzando a pasos
agigantados de desaparecer.
En tercer lugar, hablaban de que los esclavos no saben vivir sin sus amos.

Y por último los hacendados para su reclamación presentan tres precedentes, como
a la defensa de derecho de propiedad y de la garantía de no confiscación que contiene
todas las constituciones que han regido en el Perú hasta entonces podemos observar
como un derecho fundamental para una persona no estaba establecido en la
constitución realizada por Simón Bolívar el libertador en su constitución Vitalicia.

Por otro lado, casi sin proponérselo el penúltimo artículo de la declaración de los
derechos del hombre y los ciudadanos del 26 de agosto de 1789 señaló las dos partes
que debe tener una constitución, en efecto el articulo decimosexto señala que cuando
no se garantiza ni la separación de poderes, entonces se puede decir que el pueblo
no tiene una constitución y a partir de allí tenemos la parte dogmática donde
encontramos los derechos fundamentales.

Bajo el nombre “De las Garantías” encontramos la parte dogmática constitucional,


ubica en el TITULO XI, CAPITULO UNICO, Articulo. 142° al Artículo. 150°:

Artículo 142. ° La libertad civil, la seguridad individual, la propiedad y la igualdad ante


la ley se garantizan a los ciudadanos por la constitución.

Artículo 143. Todos pueden comunicarse sus pensamientos de palabra, o por escrito,
y publicarlos por medio de la imprenta sin cesura previa; pero bajo la responsabilidad
que la ley determine.

Artículo 144.°. – Todo peruano pude permanecer o salir del territorio de la Republica
según le convenga, llevando consigo sus bienes, pero guardando los reglamentos
policía, y salvo siempre el derecho de tercero.

Artículo 145.°. – Toda casa peruana es un asilo inviolable. De noche no se podrá


entrar en ella sino por su consentimiento, y de día solo se franqueará su entrada en
los casos y de la manera que determine la ley.
Artículo 146.°. – Las contribuciones se repartirán proporcionalmente sin ninguna
excepción ni privilegio.

Artículo 147.°. – Quedan abolidos los empleos y privilegios hereditarios y las


vinculaciones; y son enajenables todas las propiedades, aunque pertenezcan a obras
pías, a religiones o a otros objetos.

Artículo 148.°. – Ningún género de trabajo, industria o comercio pueden ser


Prohibidos, a no ser que se opongan a las costumbres Públicas, a la seguridad y a la
salud de los peruanos.

Artículo 149.°. – Todo inventor tendrá la propiedad de sus descubrimientos y de sus


producciones. La ley le asegurará un privilegio exclusivo temporal, o resarcimiento de
la perdida que tenga en el caso de publicarlo.

Artículo 150.°. – Los poderes constitucionales no podrán suspender la constitución, ni


los derechos que corresponde a los peruanos, sino en los casos y circunstancias
expresadas en la misma constitución, señalando indispensablemente el término que
daba durar la suspensión.

La Constitución de Vitalicia (150 artículos divididos en 11 Títulos) establece un sistema


de "representación popular" (art. 7) y su ejercicio en el "poder supremo" dividido en
cuatro poderes (electoral, legislativa, ejecutiva y judicial) y dentro los límites de sus
respectivas competencias (artículos 8, 9 y 10). A pesar de según tan categórica
afirmación, el régimen no era ni popular ni representativo.

Estuvieron presentes el Presidente de la República, la Cámara de Censores y los


jueces toda la vida. El Presidente ha sido elegido, por una sola vez en la historia, y
tenía derecho a nombrar al vicepresidente para administrar el Estado y sucederle en
el mando. Ni eran admisibles por el pueblo ministros y ni siquiera miembros del
legislador.
Los votantes, no eligieron nada; solo ofrecieron triples candidatos. Entre estos, las
Cámaras de Tribunos y Senadores y diputados, por el contrario, han elegido, cooptado
a sus propios miembros, periódicamente, cada uno cuatro y ocho años y, en el medio,
cada dos y cuatro años, en respectivas renovaciones.

Bolívar que fue un republicano sui generis y apasionado defensor de la libertad e


igualdad, desconfiaba de la democracia. motivación para recordó el nombramiento del
vicepresidente por parte del presidente

Las elecciones son "el mayor flagelo de las repúblicas, y la anarquía, que es el lujo de
la tiranía y el peligro más inmediato y profundo gobiernos populares. La dieta tenía
más similitudes con una monarquía que con una república.

Completaban, en cierta forma, la dogmática constitucional, algunos principios


fundamentales que eran, en realidad, garantías de la administración de la justicia,
tales como la conciliación prejudicial obligatoria salvo tratándose de acciones fiscales,
la triple instancia en todos los procesos, la eliminación del recurso de injusticia notoria
y ciertos derechos y precauciones procesales como la interdicción de toda detención
sin expresión de la causa y mandamiento judicial previo, declaración ante juez
competente, sin juramento y en tiempo no mayor de 48 horas, salvo delito in fraganti
en que la persona podía ser detenida por cualquiera para ser presentada, de
inmediato, al Juez; la consagración, en las causas criminales de los principios de
juzgamiento público y conforme al derecho, por jueces y jurados; prohibición del
tormento y de la confesión del reo, interdicción de las penas crueles, de confiscación
de bienes y de “infamia trascendental” y limitación “en cuanto sea posible” de la pena
capital.
La Constitución permitía la suspensión de la Constitución, la de los derechos
consagrados por ella y, naturalmente, la de las precauciones procesales previstas
para la seguridad personal, en circunstancias extraordinarias, previa autorización del
Poder Legislativo (“señalando indispensablemente el término que deba durar la
suspensión”) o, en su receso, por decisión del Poder Ejecutivo dando cuenta y
respondiendo de los abusos en que hubiere incurrido (arts. 150 y 123)

La forma de Estado: unitario centralizado

La Constitución de 1826 -como la de 1823– omitió una definición específica de la


forma de Estado. Sus instituciones, sin embargo, configuraban un Estado unitario
férreamente centralizado que reposaba sobre cuatro pilares fundamentales: la
Presidencia y la Cámara de Censores vitalicios, una Vicepresidencia y cuatro
Secretarías de Estado totalmente fungibles y dependientes del arbitrio del Presidente
(art. 77) y una administración interior centralizada y absolutamente concentrada (arts.
124 y ss.).

Bolívar estaba convencido que la América no estaba en condiciones de adoptar, con


éxito el federalismo, precisamente porque no era capaz de acceder, con racionalidad
y prudencia, a los mecanismos democráticos del sufragio y de la participación electoral
directa. Creía en los regímenes fuertes y paternales y en la necesidad de la unidad
ideológica, política y territorial que imponían, por ello mismo, la concentración y
centralización del poder en manos de un Presidente, con poder incontestable de
mando y, libre de las contingencias del juego político.

Para consolidar el Estado, era necesario colocar en el centro de acción social un


“poder inmutable” que presentara obstáculos “insuperables” a la ambición, resistiera
con energía y con suceso las conmociones y rivalidades de pretensiones,
característicos de pueblos que nunca habían sido regidos por el “imperio de sí
mismos”.
Decía: “El Presidente de la República viene a ser en nuestra Constitución, como el
Sol que, firme en su centro, da vida al Universo. Esta suprema Autoridad debe ser
perpetua; porque en los sistemas sin jerarquías, se necesita más que en otros, un
punto fijo alrededor del cual giren los Magistrados y los ciudadanos, los hombres y las
cosas. Dadme un punto fijo, decía un antiguo, y moveré el mundo. Para Bolivia, este
punto es el Presidente vitalicio. En él estriba todo nuestro orden, sin tener por esto
acción. Se le ha cortado la cabeza para que nadie tema sus intenciones, y se le han
ligado las manos para que a nadie dañe.”

Pando, justificaba ese carácter, manifestando que la construcción del poder ejecutivo
había sido el gran problema social de la filosofía desde la reunión de los hombres en
sociedad. Mas, el que se instauraba en la Constitución reunía las ventajas que por
tanto tiempo se buscó con ahínco, esto es, evitar la degradación del pueblo, que lo
arrastra a la servidumbre cuando se halla sometido irrevocablemente a un mismo
magistrado y ponerlo a cubierto de las conmociones y partidos, inevitables en las
elecciones del poder ejecutivo. De ese modo, la arbitrariedad y la anarquía estaban
por siempre desterradas de la República. Además, recibiendo su fuerza
“incontrastable” de la misma Constitución que lo sostenía en la cumbre del poder, el
Presidente veía identificada su eminente posición con la observancia del pacto social
y el orden prefijado en él.

Por tanto, un Presidente de por vida llenaba “la medida de poder y grandeza a que
(se) puede aspirar en la América que no consiente sino repúblicas.”

Vana y vacía retórica que solo pretendía esconder los inocultables defectos del
proyecto.

La estructura y también el origen de los órganos y agentes de los poderes del Estado
aseguraban la concentración y centralización del poder. La fuerza y vigor del
Presidente eran indispensables para hacerse sentir continuamente sobre todo el
cuerpo del Estado, porque de ser débil e insuficiente, “lejos de llenar los objetos de su
institución”, sería un principio de desorganización “más bien que el centro vital de la
República”.
El Presidente, en el que residía el Poder Ejecutivo, lo controlaba, de modo absoluto.
Era su atribución nombrar al vicepresidente (art. 85) con aparente aprobación del
Poder Legislativo. Este podía rechazar, uno a uno, a los tres candidatos del
Presidente. Sin embargo, debía elegir forzosamente a uno cualquiera de los tres
rechazados (art. 57). A él competía, naturalmente, “separar, por si solo, al
vicepresidente y a los secretarios del despacho siempre que lo estime conveniente”
(art. 83, inc. 3).

De este modo controlaba la conducta de sus colaboradores inmediatos. Tenía


asimismo el control de la administración interior de la república (departamentos,
provincias y cantones) confiada a los prefectos, subprefectos y gobernadores. Estos
debían designarse por el Senado, a propuesta del Ejecutivo, propuesta formulada
sobre la base de las efectuadas por el “cuerpo electoral” (art. 26, inc.3).

El Senado, necesariamente también, debía elegir, entre los propuestos por el


Ejecutivo, “uno de la lista de candidatos propuestos por el cuerpo electoral para
prefectos, gobernadores y corregidores” (art. 83, inc. 26).

El Ejecutivo mismo proponía a la Cámara de Censores, en terna, a los miembros del


Tribunal Supremo de Justicia así como los candidatos a dignidades eclesiásticas (art.
83, inc. 25). El Poder Municipal, reconocido por la Constitución de 1823, fue sustituido
por un Alcalde o dos Alcaldes, designados por el Ejecutivo, a propuesta del cuerpo
electoral (arts. 124 a 131).

La centralización y concentración del Poder Legislativo era consecuencia inevitable


de la cooptación y también del arbitraje que se esperaba de su composición tricameral.
El Poder Legislativo debía contar, en efecto, en sus primeros 20 años, con 72
miembros, divididos en tres Cámaras (Tribunos, Senadores y Censores) a razón de
24 por cada Cámara (art. 28).
La tricameralidad –según Bolívar– debía resolver los conflictos suscitados entre las
Cámaras “por falta de un juez árbitro, como sucede donde no hay más que dos
Cámaras” y ninguna ley quedaría sin efecto, o, por lo menos, habría sido “vista una,
dos y tres veces, antes de sufrir la negativa”.

Se trataba de rebatir el principio de los radicales que afirmaban que el poder legislativo
no debía combatir contra sí mismo y, por ende, propugnaban una sola cámara.58 55.
Si bien la división del Legislativo en dos cámaras prevenía graves defectos y graves
males, dimanados de la existencia de una sola, ello no salvaba el escollo que se
quería evitar: “en que una sola Asamblea dé las leyes”. La prueba radicaba en que las
dos cámaras podrían ponerse de acuerdo en cuestiones intrascendentes, pero
disentirían en las de gran trascendencia.

En consecuencia, individuos de una cámara buscarían a individuos de la otra para


reducirlos a su partido, quedando libre el camino a las pasiones, y la elaboración de
la ley estaría sujeta “a las combinaciones del acaso”. Se hacía necesario que un
tercero dirima la discordia entre las partes contendientes. Una tercera cámara estaba
en capacidad de hacer un examen más prolijo e imparcial de las razones que
sostenían el pro o contra de una ley, esperándose de ella una decisión más conforme
a la razón, “como que está desnuda del espíritu de partido natural a los que sostienen
una opinión en rivalidad con los de otra.” Además, la institución reunía las ventajas de
“ahogar las pretensiones recíprocas de dos cuerpos que ejercen una misma
atribución”, de manera que marcharía con desembarazo y sin precipitación.

Pese a que la Constitución declaraba que el Poder Legislativo debía emanar “de los
cuerpos electorales nombrados por el pueblo” (art. 27), los Censores eran vitalicios
(art. 61). Los Tribunos y Senadores -cuyos mandatos eran de 4 y 8 años que se
renovaban por mitades, cada dos y cuatro años, respectivamente (arts. 44 y 48)- sólo
eran elegidos por el cuerpo electoral “la primera vez” (art. 26, inc, 2).
Después, eran cooptados, es decir, designados por sus propios pares. Las Cámaras,
de esta manera, definían y defendían su composición concentrando, en si mismas, su
poder que no era muy extenso.

Además de ejercer muy limitadas atribuciones electorales (nombrar por primera vez
al Presidente y ratificar a sus sucesores y elegir a sus propios miembros) decidían,
“en juicio nacional”, si había o no lugar a formación de causa contra el vicepresidente
y los secretarios de Estado así como investir, “en tiempo de guerra, o de peligro
extraordinario, al presidente de la República con las facultades que se juzguen
indispensables para la salvación del Estado” (art. 30).

Debe recordarse que los colegios electorales que aprobaron la Constitución


decidieron, asimismo, elegir a Bolívar, como Presidente vitalicio, contrariando la
formalidad de designación presidencial confiada al Poder Legislativo.

No eran más extensas o importantes las atribuciones específicas de las diferentes


Cámaras. A los Censores correspondía la vigilancia y fiscalización del cumplimiento
de la Constitución y de los tratados y la acusación, ante el Senado, del Vicepresidente
y los Secretarios de Estado por infracción de la Constitución, las leyes y los tratados
públicos, la acusación y suspensión de ellos mismos en casos de traición, concusión
o violación manifiesta de las leyes fundamentales del Estado (arts. 51 y 52).

Era su competencia, asimismo, elegir a los miembros del Tribunal Supremo de


Justicia, la iniciativa en materia educativa, de cultura, proteger la libertad de imprenta
y la enseñanza pública, las ciencias y las artes, honrar o condenar a quienes con su
conducta enaltecían o comprometían los intereses generales (art. 60).

Los Senadores ejercían, más bien funciones legislativas y de índole administrativa. A


ellos correspondía formar “los Códigos y Reglamentos eclesiásticos”, elegir a las
autoridades políticas y fiscalizar la administración de justicia y la conducta de sus
magistrados, el culto, el imperio de la legalidad y proponer al Ejecutivo las dignidades
eclesiásticas (art. 47).
Era su responsabilidad proponer a la Cámara de Censores los miembros del Tribunal
Supremo y tenían iniciativa en materia de legislación general (civil, judicial). 59. Los
Tribunos, por su parte, tenían la exclusividad de la iniciativa en materia de
demarcación territorial, tributaria, presupuestal, financiera, comercial, de transportes,
monetaria y, en general, en los aspectos políticos e internacionales (art. 43). A ellos
correspondía, según el propio Bolívar, “iniciar las leyes relativas a Hacienda, Paz y
Guerra.” La Cámara de Tribunos, añadía, “tiene la inspección inmediata de los ramos
que el Ejecutivo administra con menos intervención del Legislativo”.

El Poder Judicial (Corte Suprema, Cortes de Distrito y Partidos Judiciales) se


estructuraba sobre la base de magistrados y jueces inamovibles que durarían “cuanto
durasen sus buenos servicios” (art. 98), aunque sujetos a vigilancia y responsabilidad
por faltas graves al cuerpo electoral (art. 100). Los jueces debían limitar sus funciones
a “aplicar las leyes existentes” (art. 97) y los principios de la Administración de la
Justicia consagrados en la Carta.

Los jueces, garantes de la libertad y de los derechos individuales, dentro de la


concepción británica, eran, en la vitalicia, meros ejecutores de la legislación, según
expresa e inequívoca disposición constitucional (art. 97). No obstante haber dedicado
al Título VI, atinente al Poder Judicial, 26 artículos, la gran mayoría de sus normas
reguló la estructura
Poderes del Estado
Como bien sabemos en la actual constitución está conformada por 3 poderes que
conforman el estado, pero en la constitución vitalicia la división de los poderes del
estado de la constitución de 1826 se dividía en 4 conformada por el Poder Electoral,
Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Poder Judicial.

PODER ELECTORAL:

Bolívar se declaraba admirador de las instituciones británicas por lo que consideraba


sus expresiones de republicanismo (soberanía y origen popular, aunque limitado, del
régimen representativo, división y separación de funciones, responsabilidad ante la
Ley y el Parlamento del Ministerio y del Poder Ejecutivo). Parecía serlo más todavía
por el carácter no electivo e inamovible de la Cámara de los Lores, pero, sobre todo,
por la absoluta inviolabilidad e irresponsabilidad del monarca y del poder de que
estaba investido.

No obstante que, en el Discurso de Angostura, instaba a los legisladores a estudiar e


imitar las instituciones británicas, la Constitución vitalicia, en cambio, ignoraba las
bases del régimen popular y representativo sin las que no podía haber ni habrá
genuina república.

La Constitución de 1823 reservó el Capítulo II de su Sección Segunda al Poder


Electoral, denominación que usó también la Constitución vitalicia para regular tanto el
régimen electoral como la ciudadanía.

Sin embargo, intentó dar la impresión engañosa de que los cuerpos o colegios
electorales constituían una de las “secciones” del “poder supremo” (art. 9). No era así.
El Electoral, como se ha visto, no tenía más poder que el de formular “propuestas” de
candidatos. Si bien la Constitución declaraba que el Poder Electoral residía en los
ciudadanos (art. 20) su ejercicio estaba confiado a los colegios electorales (un elector
por cada 100 ciudadanos) (arts. 20 y 23), los que tenían un mandato de cuatro años
(art. 25).
El sistema electoral obviamente era indirecto. La ciudadanía, por otro lado, estaba
reservada a los peruanos, mayores de 25 años, que supieran leer y escribir y que
poseyeran empleo o industria, o que profesaren alguna ciencia o arte “sin sujeción a
otro en clase de sirviente doméstico” (art. 14). Las normas de la Constitución vitalicia
representaban un franco retroceso respecto de la Carta de 1823 que reconocía
plenamente la soberanía popular y que extendía más generosamente la ciudadanía,
ya que no exigía el requisito de saber leer y escribir sino a partir de 1840, además que
constituía los colegios electorales de parroquia con “todos los vecinos residentes en
ella que estuviesen en ejercicio de la ciudadanía” (art. 32), aunque sólo permitía la
designación de un elector por cada 200 electores (art. 33).

Bolívar usó con el llamado Poder Electoral una estrategia análoga a la que empleara
para legitimar el régimen vitalicio. No sólo exageró su importancia, sino que,
declinando su posición adversa al federalismo, intentó demostrar que, con ese Poder,
se confería a los pueblos “los derechos de que gozan los gobiernos particulares de
los Estados federados”, lo que estaba muy lejos de la verdad, dadas las muy limitadas
y mezquinas competencias de los cuerpos electorales.

Como se ha anotado ya, elegían, por una sola y única vez, a los primeros miembros
de las Cámaras (art. 16, inc. 2) y después, se limitaban a proponer candidatos para
que las Cámaras “cooptaran” a sus miembros al producirse renovaciones o vacantes
(art. 16, inc. 2 y art. 61).

Eran competentes, asimismo, para formular quejas o reclamaciones contra los


funcionarios, para calificar a los ciudadanos que entren o sean suspendidos en el
ejercicio de sus derechos (art. 26, inc. 1), proponer candidatos al Poder Ejecutivo para
la designación de autoridades políticas (Prefectos, Subprefectos y Gobernadores) y
al Senado, para la designación de los funcionarios judiciales (art. 26, incs 2 y 3) así
como para conferir “a los diputados de las tres Cámaras, poderes especiales para
alterar o reformar la Constitución” de conformidad con la ley que aprobaren las
Cámaras (art. 26, inc. 3).
Quien nombraba, o, en su caso, sometía a ratificación de los órganos del Legislativo
los nombramientos era el Vicepresidente que, a su turno, era propuesto por el
Presidente para su ratificación designando, por si mismo, a los Secretarios del
despacho a los que podía separar, a discreción (art. 83, incs. 2 y 3). 71. Es lo cierto
que Bolívar y, por ende, la Constitución de 1826, no favorecían la participación
electoral del pueblo.

“El poder electoral – decía el artículo 21- lo ejercen inmediatamente los ciudadanos
en ejercicio, nombrando por cada cien ciudadanos un elector”. Ese derecho sólo podía
ejercitarse cada cuatro años que era la duración del mandato de los cuerpos
electorales (art. 25), lo que limitaba la participación electoral directa del ciudadano que
ya había perdido su derecho individual de fiscalización y de petición a favor de los
“cuerpos electorales”.

Estos, a su turno, funcionaban apenas cinco días al año entre el 2 y 6 de enero para
ejercitar todas sus atribuciones: calificación de ciudadanos, nombramiento de las
Cámaras, por primera vez, proponer listas de candidatos (vacantes del Congreso,
autoridades políticas, alcaldes, jueces de paz, jueces de distrito y de primera instancia)
así como para “pedir a las Cámaras cuanto crean favorable al bienestar de los
ciudadanos y quejarse de los agravios e injusticias que reciban de las autoridades
constituidas” (art. 26). Es evidente que el tan pomposamente denominado Poder
Electoral no pasaba de ser una ficción que encubría la hostilidad hacia el sufragio y la
participación popular tanto en el ejercicio como en la fiscalización del poder.

El Electoral lo ejercían inmediatamente los ciudadanos. Se componían de un delegado


por diez electores, sobre la base provincial.

Para ser ciudadano se requería tener la nacionalidad peruana, saber leer y escribir,
tener un empleo o industria o profesar alguna ciencia o arte. Las fuentes que
inspiraron a Bolívar a la organización de su poder electoral. Ellas fueron las
Constituciones Consulares de los años VIII y X, la de Cádiz de 1812 y la peruana de
1823.
Los Colegios Electorales, “extraña fusión de una oligarquía con las apariencias de una
elección popular” al igual que en el consulado Napoleónico duraban cuatros años y se
reunían anualmente, formando asambleas con tareas diversas y heterogenias de
naturaleza más de política federal y de unidades locales – administrativa. Entre sus
atributos es que eran amplísimas, estaban

 Las de nombrar por primera vez a los que deberían renovarlas,


 Escoger a sus candidatos para las prefecturas,
 Escoger a sus candidatos para Gobiernos de provincia y de distritos,
 Escoger a sus candidatos para alcaldes,
 Escoger a sus candidatos para miembros de las Cortes Superior,
 Escoger a sus candidatos para Jueces de primera instancia o de paz,
 Escoger a sus candidatos para empleados políticos, curas y vicariatos,
 Calificar a los ciudadanos y ejercer el derecho de petición y de queja por
los agravios o injusticias de las autoridades.

Los Colegiados Electorales se componían de lectores nombrados por los


ciudadanos en ejercicio, uno por cada uno, con carácter provincial.

Compuesto por los electores que serían capaz de nombrar a los que serían miembros
del poder legislativo, asimismo para ser elector tenía que ser nombrado por 100
ciudadanos, mismo que establece el artículo. 20 de la constitución vitalicia, estos
desempeñarían su cargo durante 4 años establecidos, sus funciones eran calificar a
los ciudadanos que entren en el ejercicio de sus derechos y suspender a aquellos
ciudadanos que figuren en los casos que establece el artículo. 18 y el artículo 19 de
la presente carta magna.

Artículo 18.°. – El ejercicio de la ciudadanía se suspende:

1.- Por demencia.

2.-Por la tacha de deudor fraudulento.


3.-Por hallarse procesado criminalmente.

4.- Por ser notoriamente ebrio, jugador o mendigo.

5.- Por comprar o vender sufragios en las elecciones, o turbar el orden en ellas

Artículo 19.°. – El derecho de ciudadanía se pierde:

1.-Por traición a las causas públicas.

2.-Por naturalizarse en país extranjero.

3.-Por haber sufrido pena infamatoria o aflictiva, en virtud de condenación


judicial.

Asimismo, otra de las funciones que ejercían era nombrar a los miembros de la
cámara siempre y cuando fuera por primera vez, como también organizar en una lista
de aspirantes al cargo a las cámaras, al poder ejecutivo que amerite ser nombrado
prefecto de su departamento, gobernador de su provincia y corregidor de sus cantones
o pueblos, además al prefecto del departamento, alcaldes, Jueces de Paz, al senado,
los miembros de las cortes del distrito Judicial, revisando sus identidades de cada uno
de los seleccionados y a si nombrándolos constitucionalmente.

PODER LEGISLATIVO:

La constitución de 1826 establece 3 cámaras siendo tricameral conformada por


senadores, tribunos, sensores, cada uno con 24 miembros, que conformaban el
congreso con 72 miembros en total. Senadores eran elegidos cada cuatro años,
tribunos cada 4 años, sensores eran vitalicios, estando al cargo hasta la muerte. Otra
de las funciones establecidas era de elegir a los miembros para llenar las plazas en
cada cámara, asimismo cada miembro que conforme el cuerpo legislativo podría ser
nombrado Vicepresidente o como también secretario de estado.
Las atribuciones que tenia cada uno de los miembros legislativos era inmunidad ya
que ninguno podía ser preso durante su legislación salvo que sea encontrado
infraganti.

Las tres cámaras trabajaban de manera colectiva ya que no se podía celebrar la


reunión sin que estén presenta la mitad más uno (tribunos, senadores, censores) si
no sucedía como establece el precepto (Art.39-Inc.1) se cancelaba o en pocas
explicaciones no se daba inició al encuentro, como también debían encontrarse
presente el presidente de la República, el vicepresidente, y los secretarios del estado.

Estas reuniones se celebran siempre y cuando se cumple lo que esta establecido en


el Constitución Vitalicia:

Articulo 40.- Las cámaras se reunirán:

1.- Al abrir y cerrar sus sesiones.

2.-Para examinar la conducta del Ministerio, cuando sea este acusado por la
cámara de censores.

3.-Para rever las leyes devueltas por el poder ejecutivo.

4.-Cuando lo pida, con fundamento, alguna de las cámaras, como establece el


caso del Art 30-Inc 3.

5.-Para confirmar el empleo del presidente en el vicepresidente.

Y Para mantener un orden en esta reunión cada cámara les precedía uno de sus
presidentes por turno, según lo establece el Articulo 41.

De la constitución de 1826.
¿Pero cuál eran los requisitos y que función cumplían cada cámara
individualmente?

La misma constitución de 1826 establece en sus capítulos II, III, IV:

Capítulo II

De la Cámara de Tribunos

Artículo 42.°. - Para ser Tribuno es preciso:

1. Ser ciudadano en ejercicio;

2. Tener la edad de veinticinco años;

3. No haber sido condenado jamás en causa criminal.

Artículo 43.°.— El tribunado tiene la iniciativa:

1. En el arreglo de la división territorial de la República;

2. En las contribuciones anuales y gastos públicos;

3. En autorizar al Poder Ejecutivo para negociar empréstitos y adoptar arbitrios para


extinguir la deuda pública;

4. En el valor, tipo, ley, peso y denominación de la moneda y en el arreglo de pesas y


medidas;

5. En habilitar toda clase de puertos;

6. En la construcción de caminos, calzadas, puentes, edificios públicos y en la mejora


de la policía y ramos de industria;
7. En los sueldos de los empleados del Estado;

8. En las reformas que se crean necesarias en los ramos de la Hacienda y Guerra;

9. En hacer la guerra o la paz, a propuesta del Gobierno;

10. En las alianzas;

11. En conceder el pase a tropas extranjeras;

12. En la fuerza armada de mar y tierra para el año, a propuesta del Gobierno;

13. En dar ordenanzas a la Marina, al Ejército y milicia nacional, a propuesta del


Gobierno;

14. En los negocios extranjeros;

15. En conceder cartas de naturaleza y de ciudadanía; 16. En conceder indultos


generales.

Artículo 44.°. - La Cámara de Tribunos se renovará, por mitad, cada dos años y su
duración será de cuatro. En la primera legislatura la mitad que salga a los dos años
será por suerte.

Artículo 45.°. - Los tribunos podrán ser reelegidos.

Capítulo III

De la Cámara de Senadores

Artículo 46. °- Para ser Senador se necesitan:

1. Las cualidades requeridas para elector;


2. La edad de treinta y cinco años cumplidos;

3. No haber sido jamás condenado en causa criminal.

Artículo 47.°.- Las atribuciones del Senado son:

1. Formar los Códigos civil, criminal, de procedimientos y de comercio y los


reglamentos eclesiásticos;

2. Iniciar todas las leyes relativas a reformas en los negocios judiciales;

3. Velar sobre la pronta administración de justicia en lo civil y criminal;

4. La iniciativa de las leyes que repriman las infracciones de la Constitución y de las


leyes por los Magistrados, Jueces y eclesiásticos;

5. Exigir la responsabilidad a los Tribunales superiores de Justicia, a los Prefectos y a


los Magistrados y Jueces subalternos;

6. Proponer al Poder Ejecutivo una lista de candidatos que hayan de componer el


Tribunal Supremo de Justicia, los Arzobispos, Obispos, dignidades, Canónigos y
prebendados de las catedrales;

7. Aprobar o rechazar los Prefectos, Gobernadores y Corregidores que el Gobierno le


presente de la lista que formen los Cuerpos electorales;

8. Elegir de la lista que le presenten los Cuerpos electorales los Jueces del distrito y
los subalternos de todo el departamento de Justicia;

9. Arreglar el ejercicio del patronato y dar proyectos de ley sobre todos los negocios
eclesiásticos que tienen relación con el Gobierno;
10. Examinar las decisiones conciliares, bulas, rescritos y breves pontificios para
aprobarlos o no.

Artículo 48.°. - La duración de los miembros del Senado será de ocho años, y por
mitad se renovará cada cuatro años, debiendo salir por suerte la primera mitad de la
primera legislatura.

Artículo 49.°. - Los miembros del Senado podrán ser reelegidos.

Capítulo IV

De la Cámara de Censores

Artículo 50.°. - Para ser Censor se necesita:

1. Las cualidades requeridas para Senador;

2. Tener cuarenta años cumplidos;

3. No haber sido jamás condenado ni por faltas leves.

Artículo 51.°- Las atribuciones de la Cámara de Censores son:

1. Velar si el Gobierno cumple y hace cumplir la Constitución, las leyes y los tratados
públicos;

2. Acusar ante el Senado las infracciones que el Ejecutivo haga de la Constitución,


las leyes y los tratados públicos;
3. Pedir al Senado la suspensión del Vicepresidente y Secretarios de Estado si la
salud de la República lo demandare con urgencia.

Artículo 52.°.- A la Cámara de Censores pertenece exclusivamente acusar al


Vicepresidente y Secretarios de Estado ante el Senado en los casos de traición,
concusión o violación manifiesta de las leyes, fundamentales del Estado.

Artículo 53. °- Si el Senado estimare fundada la acusación hecha por la Cámara de


Censores tendrá lugar el juicio nacional; y si, por el contrario, el Senado estuviere por
la negativa, pasará la acusación a la Cámara de Tribunos.

Artículo 54. °- Estando de acuerdo dos Cámaras debe abrirse el juicio nacional.

Artículo 55.°.- Entonces se reunirán las tres Cámaras, y en vista de los documentos
que presente la Cámara de Censores se decidirá, a pluralidad absoluta de votos, si
hay o no lugar a la formación de causa al Vicepresidente o a los Secretarios de Estado.

Artículo 56.°.— Luego que en juicio nacional se decrete que ha lugar a la formación
de causa al Vicepresidente o a los Secretarios de Estado, quedarán éstos en el acto
suspensos de sus funciones y las Cámaras pasarán todos los antecedentes al
Tribunal Supremo de Justicia, el cual conocerá exclusivamente de la causa, y el fallo
que pronunciare se ejecutará sin apelación.

Artículo 57.°- Luego que las Cámaras declaren que ha lugar a la formación de causa
al Vicepresidente y Secretarios de Estado, el Presidente de la República presentará a
las Cámaras reunidas un candidato para la Vicepresidencia interina, y nombrará
interinamente Secretarios de Estado. Si el primer candidato fuere rechazado a
pluralidad absoluta del Cuerpo legislativo, el Presidente presentará segundo
candidato, y si fuere rechazado presentará tercer candidato, y si éste fuere igualmente
rechazado, entonces las Cámaras elegirán por pluralidad absoluta, en el término de
veinticuatro horas precisamente, uno de los tres candidatos propuestos por el
Presidente.
Artículo 58.°.-El Vicepresidente interino ejercerá desde aquel acto sus funciones hasta
el resultado del juicio contra el propietario.

Artículo 59.°. - Por una ley que tendrá origen en la Cámara de Censores se
determinarán los casos en que el vicepresidente y secretarios de Estado son
responsables en común o en particular.

Artículo 60.°.- Corresponde además a la Cámara de Censores:

1. Escoger de la terna que remita el Poder Ejecutivo los individuos que deben formar
el Tribunal Supremo de Justicia y los que se han de presentar para los arzobispados,
obispados, canonjías y prebendas vacantes;

2. Todas las leyes de imprenta, economía, plan de estudios y método de enseñanza


pública;

3. Proteger la libertad de imprenta y nombrar los Jueces que deben ver en última
apelación los juicios de ella;

4. Proponer reglamentos para el fomento de las artes y de las ciencias;

5. Conceder premios y recompensas nacionales a los quo las merezcan por sus
servicios a la República;

6. Decretar honores públicos a la memoria de los grandes hombres y a las virtudes y


servicios de los ciudadanos;

7. Condenar a oprobio eterno a los usurpadores de la autoridad pública, a los grandes


traidores y a los criminales insignes.

Artículo 61.°. - Los censores serán vitalicios.


CAPITULO V

De la Formación y promulgación de las Leyes

En este capítulo encontramos la Función que cumplía el poder legislativo desde como
el Gobierno puede presentar los proyectos de ley a las cámaras para que debatan
sobre estos, cuando la cámara de tributos adopte un proyecto de ley lo remitirá al
senado adjuntando el proyecto de ley, si la cámara de senadores aprueban el proyecto
de ley devuelven a la cámara de tributos con las palabras “el senado devuelve a la
cámara de tribunos el proyecto de ley, (con reforma o sin ella) y cree que debe pasar
al ejecutivo para su ejecución que a su vez todas la cámaras observaran esta misma
fórmula , si una cámara no aprobase la reforma presenta por alguna de las cámaras
esta llamara a las otras dos para a una reunión para discutir la reforma o algún
problema que se haya encontrado ya que esta reunión se hace con el fin de
entenderse. Una vez aceptado el proyecto, se dirigirán al presidente de la republica
de copias firmadas por el presidente y secretarios de cámara, si la cámara de
senadores se denegase a adoptar el proyecto de los tribunos, lo pasara a los
censores.
Cabe mencionar si el mandatario del país considera que la ley no es conveniente,
deberá en el término de 10 días cumplidas, devolverá a la cámara que la dio con sus
observaciones.

Otro punto a tomar en cuenta es que la constitución vitalicia Art. 71 menciona que las
leyes que se dieron en los últimos diez días de las sesiones podrán ser retenidas por
el poder ejecutivo hasta las próximas sesiones, cuando el poder ejecutivo devuelva
las leyes con observaciones a las cámaras, se reunirán estas para debatir y el acuerdo
a que lleguen la mayoría será respetado y se ara, pero si el poder ejecutivo no tuviere
que hacer observaciones a las leyes, las mandara a publicar con la palabra
“promúlguese”.

Los proyectos de ley, creados por la cámara del senado ira a la cámara de censores,
y si fueran allí confirmados, tendrán fuerza de ley, si los censores no aprobaron la ley
pasara a la cámara de Tribunos, y su decisión se cumplirá como se a dicho con
respecto a la cámara de tribunos, lo mismo sucederá con los proyectos de ley iniciados
en la cámara de censores pasaran a la cama de senado.

PODER EJECUTIVO

El poder ejecutivo era conformado por un presidente vitalicio que en este caso fue don
Simón Bolívar, por un vicepresidente que era elegido por el presidente, y tres ministros
ya que existía tres ministerios las cuales eran el:

-Ministerio de hacienda: que vendría a hacer el actual Ministerio de Economía y


Finanzas.
-Ministerio de Relaciones Exteriores
-Ministerio de Guerra

TÍTULO VI
DEL PODER EJECUTIVO

Artículo 77. °- El ejercicio del Poder Ejecutivo reside en un presidente vitalicio, un


vicepresidente y cuatro secretarios de Estado. Capítulo I Del presidente

Artículo 78. °- El presidente de la República será nombrado la primera vez por la


pluralidad absoluta del Cuerpo legislativo.

Artículo 79. °- Para ser nombrado presidente de la República se requiere:

1. Ser ciudadano en ejercicio y nativo del Perú;

2. Tener más de treinta años de edad;

3. Haber hecho servicios importantes a la República;

4. Tener talentos conocidos en la administración del Estado;

5. No haber sido condenado jamás por los tribunales ni aun por faltas leves.

Artículo 80.°.- El Presidente de la República es el Jefe de la Administración del Estado,


sin responsabilidad por los actos de dicha administración.

Artículo 81.°.— Por renuncia, muerte, enfermedad o ausencia del Presidente de la


República, el Vicepresidente le sucederá en el mismo acto.

Artículo 82.°.— A falta del Presidente y Vicepresidente de la República se encargarán


interinamente de la administración los Secretarios de Estado, debiendo presidir el más
antiguo en ejercicio hasta que se reúna el Cuerpo legislativo.

Artículo 83.°.— Las atribuciones del Presidente de la República son:

1. Abrir las sesiones de las Cámaras y presentarles un mensaje sobre el Estado de la


República;
2. Proponer a las Cámaras el Vicepresidente y nombrar por sí solo los Secretarios del
despacho;

3. Separar por sí solo al Vicepresidente y a los Secretarios del despacho siempre que
lo estime conveniente;

4. Mandar publicar, circular y hacer guardar las leyes;

5. Autorizar los reglamentos y órdenes para el mejor cumplimiento de la Constitución,


las leyes y los tratados públicos;

6. Mandar y hacer cumplir las sentencias de los tribunales de Justicia;

7. Pedir al Cuerpo legislativo la prorrogación de sus sesiones ordinarias hasta por


treinta días;

8. Convocar el Cuerpo legislativo para sesiones extraordinarias en el caso de que sea


absolutamente necesario;

9. Disponer de la fuerza permanente de mar y tierra para la defensa exterior de la


República;

10. Mandar en persona los Ejércitos de la República, en paz y guerra. Cuando el


Presidente se ausentare de la capital quedará el Vicepresidente encargado del mando
de la República;

11. Cuando el Presidente dirige la guerra en persona podrá residir en todo el territorio
ocupado por las armas nacionales;

12. Disponer de la milicia nacional para la seguridad interior dentro de los límites de
sus departamentos, y fuera de ellos, con consentimiento del Cuerpo legislativo;

13. Nombrar todos los empleados del Ejército y Marina;


14. Establecer escuelas militares y escuelas náuticas;

15. Mandar establecer, hospitales militares y casas de inválidos;

16. Dar retiros y licencias. Conceder las pensiones de los militares y de sus familias
conforme a las leyes, y arreglar según ellas todo lo demás consiguiente a este ramo;

17. Declarar la guerra en nombre de la República, previo el decreto del Cuerpo


legislativo;

18. Conceder patentes de corso;

19. Cuidar de la recaudación e inversión de las contribuciones con arreglo a las leyes;

20. Nombrar los empleados de Hacienda;

21. Dirigir las negociaciones diplomáticas y celebrar tratados de paz, amistad,


federación, alianzas, treguas, neutralidad armada, comercio y cualesquiera otras,
debiendo preceder siempre la aprobación del Cuerpo legislativo;

22. Nombrar los Ministros públicos, Cónsules y subalternos del Departamento de


Relaciones Exteriores;

23. Recibir Ministros extranjeros;

24. Conceder el pase o suspender las decisiones conciliares, bulas pontificias, breves
y escritos con anuencia del Poder a quien corresponda;

25. Proponer a la Cámara de Censores, en terna, individuos para el Tribunal Supremo


de Justicia, y los que se han de presentar para los arzobispados, obispados, canonjías
y prebendas;
26. Presentar al Senado para su aprobación uno de la lista de candidatos propuestos
por el cuerpo electoral para Prefectos, Gobernadores y Corregidores;

27. Elegir uno de la terna de candidatos propuestos por el gobierno eclesiástico para
curas y vicarios de las provincias;

28. Suspender hasta por tres meses a los empleados, siempre que haya causa para
ello;

29. Conmutar las penas capitales decretadas a los reos por los tribunales;

30. Expedir, a nombre de la República, los títulos o nombramientos a todos los


empleados.

Artículo 84.°.— Son restricciones del Presidente de la República:

1. El Presidente no podrá privar de su libertad a ningún peruano ni imponerlo por sí


pena alguna;

2. Cuando la seguridad de la República exija el arresto de uno o más ciudadanos, no


podrá pasar de cuarenta y ocho horas sin poner al acusado a disposición del tribunal
o Juez competente;

3. No podrá privar a ningún individuo de su propiedad sino en el caso que el interés


público lo exija con urgencia, pero deberá preceder una justa indemnización al
propietario;

4. No podrá impedir las elecciones ni las demás funciones que por las leyes competen
a los Poderes de la República;

5. No podrá ausentarse del territorio de la República, ni tampoco de la capital, sin


permiso del Cuerpo legislativo.
Capítulo II

Del Vicepresidente

Artículo 85.°.— El Vicepresidente es nombrado por el Presidente de la República y


aprobado por el Cuerpo legislativo, del modo que se ha dicho en el artículo 57.

Artículo 86.°.— Por una ley especial se determinará el modo de sucesión,


comprendiendo todos los casos que pueden ocurrir.

Artículo 87.°.— Para ser Vicepresidente se requieren las mismas cualidades que para
Presidente.

Artículo 88.°.— El Vicepresidente de la República es el Jefe del Ministerio.


Artículo 89.°.— Será responsable, con el Secretario del despacho del departamento
respectivo, de la administración del Estado.

Artículo 90.°.— Despachará y firmará, a nombre de la República y del Presidente,


todos los negocios de la Administración con el Secretario de Estado del departamento
respectivo.

Artículo 91.°.— No podrá ausentarse del territorio de la República, ni de la capital, sin


permiso del Cuerpo legislativo.

Capítulo III

De los Secretarios de Estado

Artículo 92.°. Habrá cuatro Secretarios del despacho, que despacharán bajo las
órdenes inmediatas del Vicepresidente.

Artículo 93. ° Ningún tribunal ni persona pública dará cumplimiento a las órdenes del
Ejecutivo que no estén firmadas por el Vicepresidente y Secretarios del despacho del
departamento correspondiente.

Artículo 94.°. Los Secretarios del despacho serán responsables, con el


Vicepresidente, de todas las órdenes que autoricen contra la Constitución, las leyes y
los tratados públicos.
Artículo 95.°. Formarán los presupuestos anuales de los gastos que deban hacerse
en sus respectivos ramos y rendirán cuenta de los que se hubieren hecho en el año
anterior.

Artículo 96.°. Para ser Secretario de, Estado se requiere:

1. Ser ciudadano en ejercicio;

2. Tener treinta años cumplidos;

3. No haber sido jamás condenado en causa criminal.

PODER JUDICIAL

TÍTULO VII

DEL PODER JUDICIAL

Capítulo I

Atribuciones de este Poder

Artículo 97.°. Los tribunales y Juzgados no ejercen otras funciones que la de aplicar
leyes existentes.
Artículo 98.°. Durarán los Magistrados y Jueces tanto cuanto duraren sus buenos
servicios.

Artículo 99.°. Los Magistrados y Jueces no pueden ser suspendidos de sus empleos
sino en los casos determinados por las leyes; cuya aplicación, en cuanto a los
primeros, corresponde a la Cámara de Senadores, y a las cortes del distrito en cuanto
a los segundos, con previo conocimiento del Gobierno.

Artículo 100.°. Toda falta grave de los Magistrados y Jueces en el desempeño de sus
respectivos cargos produce acción popular, la cual puede intentarse en todo el término
de un año por el órgano del Cuerpo electoral.

Artículo 101.°. La justicia se administrará en nombre de la nación, y las ejecutorias y


provisiones de los tribunales superiores se encabezarán del mismo modo.

Capítulo II

De la Corte Suprema

Artículo 102.°.La primera magistratura judicial del Estado residirá en la Corte Suprema
de Justicia.

Artículo 103.°. Ésta se compondrá de un Presidente, seis vocales y un Fiscal, divididos


en las salas convenientes.

Artículo 104.°.Para ser individuo del Supremo Tribunal de Justicia se requiere:

1. La edad de treinta y cinco años;


2. Ser ciudadano en ejercicio;

3. Haber sido individuo de alguna de las cortes de distrito judicial.

Artículo 105.°. Son atribuciones del Supremo Tribunal de Justicia:

1. Conocer de las causas criminales del Vicepresidente de la República, secretarios


de Estado y miembros de las Cámaras cuando decretare el Cuerpo legislativo haber
lugar a formación de causa;

2. Conocer de todas las causas contenciosas de patronato nacional;

3. Examinar las bulas, breves y rescritos cuando se versen sobre materias civiles;

4. Conocer de las causas contenciosas de los Embajadores, Ministros residentes,


cónsules y agentes diplomáticos;

5. Conocer de las causas de separación de los Magistrados de las Cortes de Distrito


judicial y Prefectos departamentales;

6. Dirimir las competencias de las Cortes de Justicia entre sí y las de éstas con las
demás autoridades;

7. Conocer en tercera instancia de la residencia de todo empleado público;

8. Oír las dudas de los demás tribunales sobre la inteligencia de alguna ley y consultar
al Ejecutivo para que promueva la conveniente declaración en las Cámaras;

9. Conocer de los recursos de nulidad que se interpongan contra las sentencias dadas
en última instancia por los cortos de justicia;
10. Examinar el estado y progreso de las causas civiles y criminales pendientes en
las cortes de distrito por los medios que la ley establezca;

11. Ejercer, por último, la alta facultad directiva, económica y correccional sobre los
tribunales y Juzgados de la nación.

Capítulo III

De las Cortes de Distrito judicial

Artículo 106. ° Para ser vocal de estas cortes es necesario:

1. Tener treinta años cumplidos;

2. Ser ciudadano en ejercicio;

3. Haber sido Juez de letras o ejercido la abogacía con crédito por cinco años.

Artículo 107.°. Son atribuciones de las Cortes de Distrito judicial:


1. Conocer en segunda y tercera instancia de todas las causas civiles del Fuero
común, Hacienda pública, Comercio, Minería, Presas y Comisos, en consorcio de un
individuo de cada una de estas profesiones en calidad de conjuez;

2. Conocer de las competencias entre todos los Jueces subalternos de su distrito


judicial;

3. Conocer de los recursos de fuerza que se introduzcan de los tribunales y


autoridades eclesiásticas de su territorio.
Capítulo IV

Partidos judiciales

Artículo 108.°. En las provincias se establecerán partidos judiciales proporcionalmente


iguales y en cada capital de partido habrá un Juez de letras con el Juzgado que las
leyes determinen.

Artículo 109.°. Las facultades de estos Jueces se reducen a lo contencioso y pueden


conocer sin apelación en los negocios civiles hasta la cantidad de doscientos pesos.

Artículo 110.°. Para ser Juez de letras se requiere:

1. La edad de veintiocho años;

2. Ser ciudadano en ejercicio;

3. Ser Abogado recibido en cualquier tribunal de la República;

4. Haber ejercido la profesión cuatro años con crédito.

Artículo 111.°. Los Jueces de letras son responsables personalmente de su conducta


ante las cortes de distrito judicial, así como los individuos de éstas lo son ante el
Supremo Tribunal de Justicia.

Capítulo V

De la administración de justicia

Artículo 112.°. Habrá Jueces de paz en cada pueblo para las conciliaciones, no
debiéndose admitir demanda alguna civil o criminal de injurias sin este previo requisito.

Artículo 113. ° El ministerio de los conciliadores se limita a oír las solicitudes de las
partes, instruirlas de sus derechos y procurar entre ellas un acomodamiento prudente.
Artículo 114.°. Las acciones fiscales no admiten conciliación.

Artículo 115.°. No se conocen más que tres instancias en los juicios.

Artículo 116.°. Queda abolido el recurso de injusticia notoria.

Artículo 117.°. Ningún peruano puede ser preso sin precedente información del hecho
por el que merezca pena corporal y un mandamiento escrito del Juez ante quien ha
de ser presentado, excepto en los casos de los artículos 84, restricción segunda, 123
y 133.

Artículo 118.°. Acto continuo, si fuere posible, deberá dar su declaración sin
juramento, no difiriéndose ésta en ningún caso por más tiempo que el de cuarenta y
ocho horas.

Artículo 119.° In fraganti todo delincuente puede ser arrestado por cualquiera persona
y conducido a la presencia del Juez.

Artículo 120. en las causas criminales el juzgamiento será público: Reconocido el


hecho y declarado por jurados (cuando se establezcan) y la ley aplicada por los
Jueces.

Artículo 121. ° No se usará jamás del tormento ni se exigirá confesión al reo.

Artículo 122.°. Queda abolida toda confiscación de bienes y toda pena cruel y de
infamia trascendental. El código criminal limitará en cuanto sea posible la aplicación
de la pena capital.

Artículo 123.°. Si en circunstancias extraordinarias la seguridad de la República


exigiere la suspensión de algunas de las formalidades prescritas en este capítulo,
podrán las Cámaras decretarlo. Y si estas no se hallasen reunidas podrá el Ejecutivo
desempeñar esta misma función como medida provisional y dará cuenta de todo en
la próxima apertura de las Cámaras, quedando responsable de los abusos que haya
cometido.
Reforma Constitucional
Se entiende por reforma a la modificación de una cosa con el fin de mejorarla.

Una reforma es aquello que se propone, proyecta o ejecuta con el objetivo de mejorar,

enmendar, actualizar o innovar algo. La reforma no se presenta como un cambio

radical y acelerado (como es el caso de la revolución), sino como una transformación

gradual de un sistema, estructura, institución, etc.

En la actualidad considerando el artículo 206 de la constitución politica del Perú de

1993, que aborda la reforma constitucional refiere:

Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso con mayoría

absoluta del número legal de sus miembros, y ratificada mediante referéndum.

Puede omitirse el referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos

legislaturas ordinarias sucesivas con una votación favorable, en cada caso, superior

a los dos tercios del número legal de congresistas.

La ley de reforma constitucional no puede ser observada por el Presidente de la

República.

La iniciativa de reforma constitucional corresponde al Presidente de la República,

con aprobación del Consejo de Ministros; a los congresistas; y a un número de

ciudadanos equivalente al cero punto tres por ciento (0.3%) de la población electoral,

con firmas comprobadas por la autoridad electoral.


En la constitución de 1826

Es potestad de la cámara de los tribunos proponer las reformas constitucionales,

además de las funciones que se señala en el artículo 43.

Art. 43º.- El Tribunado tiene la iniciativa:

1.- En el arreglo de la división territorial de la República.

2.- En las contribuciones anuales y gastos públicos.

3.- En autorizar al Poder Ejecutivo, para negociar empréstitos y adoptar

arbitrios para extinguir la deuda pública.

4.- En el valor, tipo, ley, peso y denominación de la moneda, y en el arreglo de

pesos y medidas.

5.- En habilitar toda clase de puertos.

6.- En la construcción de caminos, calzadas, puentes, edificios públicos, y en

la mejora de la policía y

ramos de industria.

7.- En los sueldos de los empleados del Estado.

8.- En las reformas que se crean necesarias en los ramos de Hacienda y

guerra.

9.- En hacer la guerra, o la paz, a propuesta del Gobierno.

10.- En las alianzas.

11.- En conceder el pase a tropas extranjeras.

12.- En la fuerza armada de mar y tierra para el año, a propuesta del Gobierno.

13.- En dar ordenanzas a la Marina, al Ejército y Milicia Nacional, a propuesta

del Gobierno.
14.- En los negocios extranjeros.

15.- En conceder Cartas de naturaleza, y de ciudadanía.

16.- En conceder indultos generales

El capítulo donde se aborda la reforma constitucional comprende 4 artículos

desde el 138 hasta el 141, donde queda establecido el procedimiento para la reforma

de algún artículo de la constitución, esta reforma puede plantearse pasados cuatro

años después de ser jurada.

La propuesta debe ser planteada por escrito y firmada por 8 miembros de la

cámara de los tribunos y apoyada por dos tercios de los miembros presentes de la

cámara de tribunos. La propuesta debe ser leída por tres veces cada 6 días para poder

ser admitida a debate.

Si la propuesta de reforma es admitida a discusión y las camaras están

convencidas de la reforma se emite una ley a los cuerpos electorales para que estos

confieran poderes especiales a los miembros de las tres cámaras para poder reformar

la constitución.

La propuesta debe discutirse en las primeras sesiones de la legislatura

siguiente y lo que decidan las cámaras se cumplirá, pero consultando al poder

ejecutivo sobre la conveniencia de la reforma. Aquí podemos notar la influencia de

Bolivar que no se inclinaba tanto por la separación de poderes, si mas bien que por la

razón o por la fuerza trataba de imponer sus principios y sus deseos de ser un

presidente vitalicio.
REFORMA CONSTITUCIONAL: CAPÍTULO ÚNICO

Art. 138º.- Si pasados cuatro años después de jurada la Constitución se

advirtiese que alguno de sus artículos merece reforma; se hará la proposición por

escrito, firmada por ocho miembros al menos de la Cámara de Tribunos, y apoyada

por las dos terceras partes de los miembros presentes en la Cámara.

Art. 139º.- La proposición será leída por tres veces con intervalo de seis días

de una a otra lectura, y después de la tercera deliberará la Cámara de Tribunos si la

proposición podrá ser o no admitida discusión, siguiéndose, en todo lo demás, lo

prevenido para la formación de las leyes.

Art. 140º.- Admitida a discusión, y convencidas las Cámaras de la necesidad

de reformar la Constitución, se expedirá una ley por la cual se mandará a los Cuerpos

Electorales confieran a los Diputados de las tres Cámaras, poderes especiales para

alternar o reformar la Constitución indicando las bases sobre que deba recaer la

reforma.

Art. 141º.- En las primeras sesiones de la Legislatura siguiente a la que se hizo

la moción sobre alterar o reformar la Constitución, será la materia propuesta y

discutida, y lo que las Cámaras resuelvan se cumplirá, consultado el Poder Ejecutivo

sobre la conveniencia de la reforma.

En nuestra constitución actual a diferencia de la constitución de 1826 la ley que

propone una reforma constitucional no puede ser observada por el presidente de la


república o por el poder ejecutivo, es potestad del congreso y debe ser aprobada en

dos legislaturas con dos tercios del numero legal de miembros o con una legislatura

seguida de un referéndum del ciudadano.

Estas disposiciones ponen de manifiesto lo difícil, que es el camino para lograr

una reforma constitucional y sobre todo muchas veces se necesita consenso de

fuerzas antagónicas del poder legislativo.


Paralelo de la Constitución
Considerando la dimensión espacio tiempo a veces es difícil comparar ambas

constituciones, pero hay aspectos que podemos hacer notar las diferencias y

similitudes.

En forma general podemos notar algunas diferencias más resaltantes, y lo

presentamos en el siguiente cuadro comparativo:

ELEMENTOS CONSTITUCION DE CONSTITUCION DE

1826 1993

GOBIERNO Dictador Bolívar Dictador Fujimori

ARTICULOS 150 206

TITULOS 11 6

DENOMINACION Constitución vitalicia Constitución fujimorista

CARACTERÍSTICA Conservadora Conservadora

DIVISIÓN DE Electoral, Ejecutivo, Ejecutivo, legislativo y

PODERES Legislativo y Judicial judicial.

PERIODO Vitalicio 5 años

PRESIDENCIAL

PARA SER Saber leer y escribir Incluso analfabetos

CIUDADANO

PODER LEGISLATIVO 3 cámaras: tribunos, 1 cámara: congresistas

senadores y censores
PODER EJECUTIVO Presidente vitalicio, un Presidente, dos

vicepresidente y 4 vicepresidentes,

secretarios de estado presidente del consejo

de ministros y 18

ministros

CORTE SUPREMA 1 presidente, 6 vocales y 3 salas permanentes y 4

1 fiscal salas transitorias con 35

jueces supremos

REGIMEN INTERIOR Departamentos Gobiernos regionales y

gobernados por prefectos, alcaldes provinciales y

provincia subprefecto y distritales

cantones gobernadores

FUERZA ARMADA Ejército de línea y Policía nacional,

escuadra ejército, fuerza aérea y

marina de guerra.
Continuando con las diferencias, tenemos a:

1.- En relación a la estructura

La estructura de ambas constituciones se diferencia notablemente por la


organización de los poderes, la estructura del estado, los derechos de la persona entre
otros lo que nos permite notar los cambios considerables que han sucedido en el
tiempo.

La constitución de 1826 está estructurada de la siguiente manera:

Constaba de 150 artículos, reunidos en once títulos:

 Título I: De la nación.
o Capítulo I: De la nación peruana.
o Capítulo II: Del territorio.

 Título II: De la religión.


 Título III: Del gobierno.
o Capítulo I: Forma de gobierno.
o Capítulo II: De los peruanos.
 Título IV: Del poder electoral.
o Capítulo I: De las elecciones.
o Capítulo II: Del cuerpo electoral.
 Título V: Del poder legislativo.
o Capítulo I: De la división, atribuciones y restricciones de este poder.
o Capítulo II: De la Cámara de Tribunos.
o Capítulo III: De la Cámara de Senadores.
o Capítulo IV: De la Cámara de Censores.
o Capítulo V: De la formación y promulgación de las leyes.
 Título VI: Del poder ejecutivo.
o Capítulo I: Del presidente.
o Capítulo II: Del vicepresidente.
o Capítulo III: De los Secretarios de Estado.
 Título VII: Del poder judicial.
o Capítulo I: Atribuciones de este Poder.
o Capítulo II: De la Corte Suprema.
o Capítulo III: De las Cortes de Distrito Judicial.
o Capítulo IV: Partidos Judiciales.
o Capítulo V: De la Administración de Justicia.
 Título VIII: Del régimen interior de la República.
o Capítulo único.
 Título IX: De la Fuerza Armada.
o Capítulo único.
 Título X: Reforma de la Constitución.
o Capítulo único.
 Título XI: De las garantías.
o Capítulo único.

La constitución de 1993 tiene la siguiente estructura:

Consta de 206 artículos, 26 capítulos y 16 disposiciones finales y transitorias,


ordenados en 6 títulos, así como un preámbulo y una declaración. Estos artículos se
mantienen hasta la actualidad
 Preámbulo.

 Título I: De la persona y la sociedad.

o Capítulo I: Derechos fundamentales de la persona.

o Capítulo II: De los derechos sociales y económicos.

o Capítulo III: De los derechos políticos y de los deberes.

o Capítulo IV: De la función pública

 Título II: Del Estado y la nación

o Capítulo I: Del Estado, la nación y el territorio

o Capítulo II: De los tratados.


 Título III: Del régimen económico.

o Capítulo I: Principios generales.

o Capítulo II: Del ambiente y los recursos naturales.

o Capítulo III: De la propiedad.

o Capítulo IV: Del régimen tributario y presupuestal.

o Capítulo V: De la moneda y la banca.

o Capítulo VI: Del régimen agrario y de las comunidades campesinas y


nativas.

 Título IV: De la estructura del Estado.

o Capítulo I: Poder legislativo.

o Capítulo II: De la función legislativa.

o Capítulo III: De la formación y promulgación de las leyes.

o Capítulo IV: Poder ejecutivo.

o Capítulo V: Del Consejo de ministros y congresistas

o Capítulo VI: De las relaciones con el Poder Legislativo.

o Capítulo VII: Régimen de excepción.

o Capítulo VIII: Poder judicial.

o Capítulo IX: Del Consejo nacional de la magistratura.

o Capítulo X: Del Ministerio público.

o Capítulo XI: De la Defensoría del pueblo.

o Capítulo XII: De la seguridad y la defensa nacional.

o Capítulo XIII: Del sistema electoral.

o Capítulo XIV: De la descentralización, las regiones y las


municipalidades.
 Título V: De las garantías constitucionales.

 Título VI: De la reforma de la constitución.

 Disposiciones finales y transitorias.

 Declaración (sobre vinculación del Perú a la Antártida)


2.- En relación al preámbulo.

En la constitución de 1826 refiere en NOMBRE DE DIOS, manifestando el


carácter religioso de la sociedad peruana y de la inspiración divina en la toma de
decisiones y en la dirección de las instituciones de gobierno. En la constitución de
1993 en su preámbulo refiere que:
“El Congreso Constituyente Democrático, invocando a Dios Todopoderoso,
obedeciendo el mandato del pueblo peruano y recordando el sacrificio de todas las
generaciones que nos han precedido en nuestra Patria, ha resuelto dar la siguiente
Constitución:”
En la constitución de 1993 hace referencia al mandato del pueblo peruano y al
sacrificio de todas las generaciones anteriores de nuestra patria, se nota la fraternidad
la inspiración en la voluntad popular pero con el paso de los años se ha notado que
ambas constituciones han sido redactadas para beneficiar a los grupos de poder
económico con muy pocos beneficios para el pueblo que últimamente tuvo que
afrontar una pandemia y una crisis mundial en la economía y nuestra clase política
solo piensa en sus beneficios personales.
3.- En relación a la persona y la sociedad.

En la constitución de 1826 desde los artículos 11 al 19 aborda todo lo


relacionado a la persona como ciudadano peruano, a sus deberes como peruano, las
condiciones para ser ciudadano; aquí podemos notar el carácter discriminador y
esclavista de esta constitución que estipulaba que para ser ciudadano la persona
DEBE SABER LEER Y ESCRIBIR Y TENER UN EMPLEO. Además, ser casado y
tener más de 25 años.

Art. 11º.- Son peruanos:


1.- Todos los nacidos en el territorio de la República.
2.- Los hijos de padre o madre peruanos, nacidos fuera del territorio, luego que
manifiesten legalmente su voluntad de domiciliarse en el Perú.
3.- Los Libertadores de la República, declarados tales por la ley de 12 de
febrero de 1825.
4.- Los extranjeros que obtengan carta de naturaleza, o tengan tres años de
vecindad en el territorio de la República.

Art. 12º.- Son deberes de todo peruano:


1.- Vivir sometido a la Constitución y a las leyes.
2.- Respetar y obedecer a las autoridades constituidas.
3.- Contribuir a los gastos públicos.
4.- Sacrificar sus bienes, y su vida misma, cuando lo exija la salud de la
República.
5.- Velar sobre la conservación de las libertades públicas.

Art. 13º.- Los peruanos que estén privados del ejercicio del Poder electoral,

gozarán de todos los derechos civiles concedidos a los ciudadanos.


Art. 14º.- Para ser ciudadano es necesario:
1.- Ser peruano.
2.- Ser casado, o mayor de veinticinco años.
3.- Saber leer y escribir.
4.- Tener algún empleo o industria; o profesar alguna ciencia o arte, sin sujeción
a otro en clase de sirviente doméstico.

Art. 15º.- Son ciudadanos:


1.- Los Libertadores de la República (art. 11, 3.)
2.- Los extranjeros que obtuvieren carta de ciudadanía.
3.- Los extranjeros casados con peruana, que reúnan las condiciones 3 y 4 del
art. 13.
Art. 16º.- Los ciudadanos de las naciones de América antes española, gozarán
de los derechos de ciudadanía del Perú, según los tratados que se celebren con ellas.
Art. 17º.- Solo los que sean ciudadanos en ejercicio, pueden obtener empleos
y cargos públicos.
Art. 18º.- El ejercicio de la ciudadanía se suspende:
1.- Por demencia.
2.- Por la tacha de deudor fraudulento.
3.- Por hallarse procesado criminalmente.
4.- Por ser notoriamente ebrio, jugador o mendigo.
5.- Por comprar o vender sufragios en las elecciones, o turbar el orden de ellas.

Art. 19º.- El derecho de ciudadanía se pierde.:


1.- Por traición a la causa pública.
2.- Por naturalizarse en país extranjero.
3.- Por haber sufrido pena infamatoria o aflictiva
En la constitución de 1993 hace referencia con mayor énfasis a los derechos
que a los deberes como personas miembros de una nación que necesita desarrollarse.
Pone de manifiesto que la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad
son el fin supremo de la sociedad y del estado. Pero al contemplar la realidad en la
ciudad de Lima capital de la república centro de todos los poderes del estado, las
condiciones en que viven los ciudadanos de los cerros, muchas veces condiciones
infrahumanas notamos que mucha tarea por realizar, lo mismo podemos decir de
peruanos en la Amazonía en nuestra región Ucayali hay peruanos en extrema pobreza
en donde la dignidad humana no es tomado en cuenta, a pesar de que desarrollan la
maravillosa tarea de vigilar los bosques que son los pulmones de la humanidad y la
mayor reserva de agua dulce del mundo.
o Capítulo I: Derechos fundamentales de la persona.

o Capítulo II: De los derechos sociales y económicos.

o Capítulo III: De los derechos políticos y de los deberes.

o Capítulo IV: De la función pública

En el Capítulo uno

Artículo 1º La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin


supremo de la sociedad y del Estado.

Artículo 2º Toda persona tiene derecho:

1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre desarrollo


y bienestar. El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece.

2. A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza,
sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra índole.

3. A la libertad de conciencia y de religión, en forma individual o asociada. No hay


persecución por razón de ideas o creencias. No hay delito de opinión. El ejercicio
público de todas las confesiones es libre, siempre que no ofenda la moral ni altere el
orden público.

4. A las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento


mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación
social, sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las
responsabilidades de ley.

Los delitos cometidos por medio del libro, la prensa y demás medios de
comunicación social se tipifican en el Código Penal y se juzgan en el fuero común.
Es delito toda acción que suspende o clausura algún órgano de expresión o le
impide circular libremente. Los derechos de informar y opinar comprenden los de
fundar medios de comunicación
5. A solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a recibirla de
cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se
exceptúan las informaciones que afectan la intimidad personal y las que
expresamente se excluyan por ley o por razones de seguridad nacional.

El secreto bancario y la reserva tributaria pueden levantarse a pedido del Juez,


del Fiscal de la Nación, o de una comisión investigadora del Congreso con arreglo a
ley y siempre que se refieran al caso investigado.

6. A que los servicios informáticos, computarizados o no, públicos o privados, no


suministren informaciones que afecten la intimidad personal y familiar.

7. Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar, así como a la voz


y a la imagen propias.
Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada en cualquier
medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma gratuita,
inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.

8. A la libertad de creación intelectual, artística, técnica y científica, así como a la


propiedad sobre dichas creaciones y a su producto. El Estado propicia el acceso a la
cultura y fomenta su desarrollo y difusión.

9. A la inviolabilidad del domicilio. Nadie puede ingresar en él ni efectuar investigaciones


o registros sin autorización de la persona que lo habita o sin mandato judicial, salvo
flagrante delito o muy grave peligro de su perpetración. Las excepciones por motivos
de sanidad o de grave riesgo son reguladas por la ley.

10. Al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y documentos privados.

Las comunicaciones, telecomunicaciones o sus instrumentos sólo pueden ser


abiertos, incautados, interceptados o intervenidos por mandamiento motivado del
Juez, con las garantías previstas en la ley. Se guarda secreto de los asuntos ajenos
al hecho que motiva su examen.

Los documentos privados obtenidos con violación de este precepto no tienen


efecto legal.
Los libros, comprobantes y documentos contables y administrativos están
sujetos a inspección o fiscalización de la autoridad competente, de conformidad con
la ley. Las acciones que al respecto se tomen no pueden incluir su sustracción o
incautación, salvo por orden judicial.

11. A elegir su lugar de residencia, a transitar por el territorio nacional y a salir de


él y entrar en él, salvo limitaciones por razones de sanidad o por mandato judicial o
por aplicación de la ley de extranjería.
12. A reunirse pacíficamente sin armas. Las reuniones en locales privados o
abiertos al público no requieren aviso previo. Las que se convocan en plazas y vías
públicas exigen anuncio anticipado a la autoridad, la que puede prohibirlas solamente
por motivos probados de seguridad o de sanidad públicas.

13. A asociarse y a constituir fundaciones y diversas formas de organización


jurídica sin fines de lucro, sin autorización previa y con arreglo a ley. No pueden ser
disueltas por resolución administrativa.

14. A contratar con fines lícitos, siempre que no se contravengan leyes de orden
público.

15. A trabajar libremente, con sujeción a ley.

16. A la propiedad y a la herencia.

17. A participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica,


social y cultural de la Nación. Los ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos
de elección, de remoción o revocación de autoridades, de iniciativa legislativa y de
referéndum.

18. A mantener reserva sobre sus convicciones políticas, filosóficas, religiosas o de


cualquiera otra índole, así como a guardar el secreto profesional.

19. A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad


étnica y cultural de la Nación.

Todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier autoridad
mediante un intérprete. Los extranjeros tienen este mismo derecho cuando son
citados por cualquier autoridad.
20. A formular peticiones, individual o colectivamente, por escrito ante la autoridad
competente, la que está obligada a dar al interesado una respuesta también por
escrito dentro del plazo legal, bajo responsabilidad.

Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional sólo pueden


ejercer individualmente el derecho de petición.
21. . A su nacionalidad, nadie puede ser despojado de ella. Tampoco puede ser privado
del derecho de obtener o de renovar su pasaporte dentro o fuera del territorio de la
República.

22. A la paz, a la tranquilidad, al disfrute del tiempo libre y al descanso, así como a gozar
de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida.

23. A la legítima defensa.

24. A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia:

a. Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que
ella no prohíbe.

b. No se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los


casos previstos por la ley. Están prohibidas la esclavitud, la servidumbre y la
trata de seres humanos en cualquiera de sus formas.

c. No hay prisión por deudas. Este principio no limita el mandato judicial por
incumplimiento de deberes alimentarios.

d. Nadie será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de


cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e
inequívoca, como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la
ley.

e. Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado


judicialmente su responsabilidad.

f. Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del Juez o
por las autoridades policiales en caso de flagrante delito.
El detenido debe ser puesto a disposición del juzgado correspondiente, dentro de las

veinticuatro horas o en el término de la distancia.

Estos plazos no se aplican a los casos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de


drogas. En tales casos, las autoridades policiales pueden efectuar la detención
preventiva de los presuntos implicados por un término no mayor de quince días
naturales. Deben dar cuenta al Ministerio Público y al Juez, quien puede asumir
jurisdicción antes de vencido dicho término.

g. Nadie puede ser incomunicado sino en caso indispensable para el


esclarecimiento de un delito, y en la forma y por el tiempo previstos por la ley.
La autoridad está obligada bajo responsabilidad a señalar, sin dilación y por
escrito, el lugar donde se halla la persona detenida.

h. Nadie debe ser víctima de violencia moral, psíquica o física, ni sometido a tortura
o a tratos inhumanos o humillantes. Cualquiera puede pedir de inmediato el
examen médico de la persona agraviada o de aquélla imposibilitada de recurrir
por sí misma a la autoridad. Carecen de valor las declaraciones obtenidas por
la violencia. Quien la emplea incurre en responsabilidad.

Artículo 3º La enumeración de los derechos establecidos en este capítulo no excluye


los demás que la Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se
fundan en la dignidad del hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del
Estado democrático de derecho y de la forma republicana de gobierno
4.- En relación al Estado, la Nación y el Territorio

En relación al estado y la nación se han producido cambios sustanciales, en la


constitución de 1993 se agrega un capítulo adicional sobre los tratados.

La república del Perú es democrática, es decir se rige por los principios democráticos,
entre otros, la alternancia en el poder y sus gobernantes libremente elegidos por voto
universal y directo no como pensaba Bolívar en un presidente vitalicio.

El gobierno de la República del Perú es unitario, representativo y descentralizado. En


la actualidad los ciudadanos estarían mejor representados si los partidos políticos
hicieran su trabajo de seleccionar adecuadamente sus candidatos, pero hoy como
ayer se ejerce presión, se manipula voluntades y muchas veces predomina el poder
del dinero, como aportes para la campaña o compras de candidaturas.

La descentralización ha mejorado un poco al centralismo agobiante de Lima, ahora


las regiones eligen libremente sus autoridades y tienen su presupuesto propio para
algunas obras, pero hubiese sido mejor si prosperaba las macrorregiones norte, sur,
centro y oriente.

Ahora el territorio está dividido en 24 regiones, Lima metropolitana y la provincia


constitucional del Callao, ya no como en los tiempos de Bolívar en departamentos,
provincias y cantones.

Con respecto a la religión antes solo se aceptaba la religión católica, hoy se acepta
otras confesiones religiosas, lo que es bueno ya que nadie puede ser discriminado
por motivos de su raza, sexo o religión entre otros.

Antes el poder supremo se dividía en poder electoral, poder ejecutivo, poder legislativo
y poder judicial. En la actualidad tenemos tres organismos autónomos del estado
encargados de los asuntos electorales, pero con una estructura y mecanismo de
funcionamiento totalmente diferentes, nuestros organismos son: el jurado nacional de
elecciones, la ONPE y la RENIEC.
Se establece en la actualidad que el poder emana del pueblo mediante el voto popular
y ninguna persona civil o militar u organización puede arrogarse el ejercicio de ese
poder porque puede ser juzgado por los delitos de SEDICIÓN O REBELIÓN.

También en la actualidad queda confirmado que nadie debe obediencia a un gobierno


USURPADOR y la ciudadanía goza del derecho a la INSURGENCIA.

Hoy tenemos la figura de los procuradores que se encargan de defender los intereses
del estado.

Otra diferencia es que en la actualidad se reconoce al idioma español como idioma


oficial, pero también al quechua, aimara y otras lenguas aborígenes.

Se considera a Lima como ciudad capital y al Cuzco como capital histórica.

Se considera como parte del territorio el espacio aéreo, el subsuelo y el dominio


marítimo hasta las doscientas millas.

Queda confirmado la supremacía de la constitución sobre otras leyes dentro del


ordenamiento jurídico.

En la constitución de 1826:
Art. 1º.- La Nación Peruana es la reunión de todos los peruanos.
Art. 2º.- El Perú es, y será para siempre, independiente de toda dominación
extranjera; y no puede ser patrimonio de ninguna persona ni familia.
Art. 3º.- El Territorio de la República Peruana comprende los departamentos de
La Libertad, Junín, Lima, Arequipa, Cuzco, Ayacucho y Puno.
Art. 4º.- Se divide en departamentos, provincias y cantones.
Art. 5º.- Por una ley se hará la división más conveniente; y otra fijará sus límites
de acuerdo con los Estados limítrofes.
Art. 6º.- La Religión del Perú es la católica, Apostólica y Romana
Art. 7º.- El Gobierno del Perú es popular representativo.
Art. 8º.- La soberanía emana del pueblo, y su ejercicio reside en los Poderes
que establece esta Constitución.
Art. 9º.- El Poder Supremo se divide para su ejercicio en cuatro secciones:
Electoral, Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Art. 10º.- Cada Poder ejercerá las atribuciones que le señala esta Constitución,
sin excederse de sus límites respectivos.

Constitución de 1993:

Artículo 43º La República del Perú es democrática, social, independiente y soberana.


El Estado es uno e indivisible. Su gobierno es unitario, representativo y
descentralizado, y se organiza según el principio de la separación de poderes.

Artículo 44º Son deberes primordiales del Estado: defender la soberanía nacional;
garantizar la plena vigencia de los derechos humanos; proteger a la población de las
amenazas contra su seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta
en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación.

Asimismo, es deber del Estado establecer y ejecutar la política de fronteras y


promover la integración, particularmente latinoamericana, así como el desarrollo y la
cohesión de las zonas fronterizas, en concordancia con la política exterior.

Artículo 45º El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con
las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen.
Ninguna persona, organización, Fuerza Armada, Policía Nacional o sector de la
población puede arrogarse el ejercicio de ese poder. Hacerlo constituye rebelión o
sedición.

Artículo 46º Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a quienes asumen


funciones públicas en violación de la Constitución y de las leyes.
La población civil tiene el derecho de insurgencia en defensa del orden constitucional.
Son nulos los actos de quienes usurpan funciones públicas.

Artículo 47º La defensa de los intereses del Estado está a cargo de los Procuradores
Públicos conforme a ley. El Estado está exonerado del pago de gastos judiciales.
Artículo 48º Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen,
también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes, según la ley.

Artículo 49º La capital de la República del Perú es la ciudad de Lima. Su capital


histórica es la ciudad del Cusco.

Son símbolos de la Patria la Bandera de tres franjas verticales con los colores rojo,
blanco y rojo, y el Escudo y el Himno nacional establecidos por ley.

Artículo 50º Dentro de un régimen de independencia y autonomía, el Estado reconoce


a la Iglesia Católica como elemento importante en la formación histórica, cultural y
moral del Perú, y le presta su colaboración.
El Estado respeta otras confesiones y puede establecer formas de colaboración con
ellas.

Artículo 51º La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las
normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es esencial para la
vigencia de toda norma del Estado.

Artículo 52º Son peruanos por nacimiento los nacidos en el territorio de la República.
También lo son los nacidos en el exterior de padre o madre peruanos, inscritos en el
registro correspondiente durante su minoría de edad.
Son asimismo peruanos los que adquieren la nacionalidad por naturalización o por
opción, siempre que tengan residencia en el Perú.

Artículo 53º La ley regula las formas en que se adquiere o recupera la nacionalidad.
La nacionalidad peruana no se pierde, salvo por renuncia expresa ante autoridad
peruana.
Artículo 54º El territorio del Estado es inalienable e inviolable. Comprende el suelo,
el subsuelo, el dominio marítimo, y el espacio aéreo que los cubre.
El dominio marítimo del Estado comprende el mar adyacente a sus costas, así como
su lecho y subsuelo, hasta la distancia de doscientas millas marinas medidas desde
las líneas de base que establece la ley.

En su dominio marítimo, el Estado ejerce soberanía y jurisdicción, sin perjuicio de las


libertades de comunicación internacional, de acuerdo con la ley y con los tratados
ratificados por el Estado. El Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el espacio
aéreo que cubre su territorio y el mar adyacente hasta el límite de las doscientas
millas, sin perjuicio de las libertades de comunicación internacional, de conformidad
con la ley y con los tratados ratificados por el Estado
138

5.- En relación al régimen económico

Sobre el régimen económico no existe un capítulo aparte en la constitución de 1826.


Salvo artículos separados en relación a las funciones del presidente, secretarios de
estado y poder judicial cuando administra justicia.

En la constitución de 1993 se aborda el tema con más detalle, pero muchos consideran
que este capítulo favorece a los intereses de los ricos y está en contra de las mayorías
empobrecidas y limita al gobierno en su capacidad de actuar frente a los privados.

Se acepta que la iniciativa privada es libre y da como pauta a seguir la ECONOMÍA


SOCIAL DE MERCADO (La Economía Social de Mercado se basa en la organización de
los mercados como mejor sistema de asignación de recursos y trata de corregir y proveer
las condiciones institucionales, éticas y sociales para su operatoria eficiente y equitativa;
La economía social de mercado es entendida como aquel orden social, económico y
político que se caracteriza por tener una política económica de mercado pero, al mismo
tiempo, una política social).

El estado actúa en la promoción del empleo, salud, educación, seguridad, servicios


públicos e infraestructura. Pero lamentablemente la situación de estos sectores sobre
todo de salud es muy precaria.

El estado brinda oportunidades de superación a aquellos que sufren desigualdades,


sobre todo a pequeñas empresas, pero esto depende del presupuesto estatal que por lo
general es muy limitado. Por ejemplo, en tiempos de pandemia se activó el programa
REACTIVA PERU, que no llegó a todos los emprendedores peruanos que no pueden
competir con el gran capital.
139

El estado vigila y permite la libre competencia evitando los monopolios, pero en nuestro
país no se cumple lo normado, los monopolios y las posiciones dominantes hacen mucho
daño a nuestro país.

LOS CONTRATOS – LEY, es un mecanismo mediante el cual el estado ofrece garantías


y seguridades a los inversionistas, pero muchos de ellos bajo los mantos de corrupción
perjudican mucho a nuestro país beneficiando solamente al empresario extrajero.
El estado no protege al inversionista peruano, muchas veces tiene que competir de
manera desleal con inversionistas extranjeros donde su producción es subsidiada por sus
gobiernos.
Por ejemplo, los textiles chinos, con la producción de nuestros empresarios de Gamarra.

En la constitución de 1826:

Secretarios de estado:
Art. 95º.- Formarán los presupuestos anuales de los gastos que deban hacerse en sus
respectivos ramos, y rendirán cuenta de los que se hubieren hecho en el año anterior.
Administración de justicia:
Art. 122º.- Queda abolida toda confiscación de bienes y toda pena cruel y de infamia
trascendental. El Código Criminal limitará en cuanto sea posible la aplicación de la pena
capital.

Constitución de 1993:
Artículo 58º La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado.
Bajo este régimen, el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las
áreas de promoción de empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e
infraestructura.
140

Artículo 59º El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y


la libertad de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser
lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad públicas. El Estado brinda oportunidades
de superación a los sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve
las pequeñas empresas en todas sus modalidades.

Artículo 60º El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se


sustenta en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa.
Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad
empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta
conveniencia nacional.

La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal.

Artículo 61º El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la
limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación
puede autorizar ni establecer monopolios.

La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social;


y, en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de
expresión y de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni
acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares.

Artículo 62º La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente
según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden
ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos
derivados de la relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial,
según los mecanismos de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley.
141

Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No


pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que se refiere el
párrafo precedente.

Artículo 63º La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones.


La producción de bienes y servicios y el comercio exterior son libres. Si otro país o países
adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el interés nacional,
el Estado puede, en defensa de éste, adoptar medidas análogas.

En todo contrato del Estado y de las personas de derecho público con extranjeros
domiciliados consta el sometimiento de éstos a las leyes y órganos jurisdiccionales de la
República y su renuncia a toda reclamación diplomática. Pueden ser exceptuados de la
jurisdicción nacional los contratos de carácter financiero.
El Estado y las demás personas de derecho público pueden someter las controversias
derivadas de relación contractual a tribunales constituidos en virtud de tratados en vigor.
Pueden también someterlas a arbitraje nacional o internacional, en la forma en que lo
disponga la ley.

Artículo 64º El Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda extranjera.

Artículo 65º El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios. Para tal efecto
garantiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que se encuentran a su
disposición en el mercado. Asimismo, vela, en particular, por la salud y la seguridad de
la población.
142

6.- En relación a la estructura del estado.

En relación a la estructura del estado también se observa muchos cambios considerando


la constitución de Simón Bolívar.

Nuestro poder legislativo solamente tiene una cámara de congresistas hecho que nace
en la dictadura del presidente Fujimori para facilitar el control de este poder del estado
como se observó al final la compra de congresistas. Los congresistas representan a la
nación y gozan de inmunidad y no pueden formar parte de organizaciones privadas.

El presidente de la república es elegido por un periodo de 5 años, mediante sufragio


universal y directo, personifica a la nación, no puede ser acusado o juzgado. En tiempos
de Bolívar el presidente tenía que ser vitalicio.
La potestad de imponer justicia emana del pueblo y la constitución es la ley de leyes, en
el ordenamiento jurídico está por encima de todas las normas.

Constitución de 1826:

Art. 7º.- El Gobierno del Perú es popular representativo.


Art. 8º.- La soberanía emana del pueblo, y su ejercicio reside en los Poderes que
establece esta Constitución.
Art. 9º.- El Poder Supremo se divide para su ejercicio en cuatro secciones: Electoral,
Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Art. 10º.- Cada Poder ejercerá las atribuciones que le señala esta Constitución, sin
excederse de sus límites respectivos.
143

Constitución de 1993:

CAPITULO I PODER LEGISLATIVO


Artículo 90º El Poder Legislativo reside en el Congreso, el cual consta de Cámara única.
El número de congresistas es de ciento veinte. El Congreso se elige por un período de
cinco años mediante un proceso electoral organizado conforme a ley. Los candidatos a
la presidencia no pueden integrar las listas de candidatos a congresistas. Los candidatos
a vicepresidentes pueden ser simultáneamente candidatos a una representación a
Congreso. Para ser elegido congresista se requiere ser peruano de nacimiento, haber
cumplido veinticinco años y gozar del derecho de sufragio.

Artículo 91º No pueden ser elegidos congresistas si no han dejado el cargo seis meses
antes de la elección:
1. Los ministros y viceministros de Estado, el Contralor General, y las autoridades
regionales.

2. Los miembros del Tribunal Constitucional, del Consejo Nacional de la Magistratura,


del Poder Judicial, del Ministerio Público, del Jurado Nacional de Elecciones, ni el
Defensor del Pueblo.

3. El Presidente del Banco Central de Reserva, el Superintendente de Banca y Seguros,


el Superintendente de Administración Tributaria, el Superintendente Nacional de
Aduanas y el Superintendente de Administradoras de Fondos Privados de Pensiones.

4. Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en actividad.

Artículo 92º La función de congresista es de tiempo completo; le está prohibido


desempeñar cualquier cargo o ejercer cualquier profesión u oficio, durante las horas de
funcionamiento del Congreso.

El mandato del congresista es incompatible con el ejercicio de cualquiera otra función


pública, excepto la de Ministro de Estado, y el desempeño, previa autorización del
Congreso, de comisiones extraordinarias de carácter internacional.
144

La función de congresista es, asimismo, incompatible con la condición de gerente,


apoderado, representante, mandatario, abogado, accionista mayoritario o miembro del
Directorio de empresas que tienen con el Estado contratos de obras, de suministro o de
aprovisionamiento, o que administran rentas públicas o prestan servicios públicos. La
función de congresista es incompatible con cargos similares en empresas que, durante
el mandato del congresista, obtengan concesiones del Estado, así como en empresas
del sistema crediticio financiero supervisadas por la Superintendencia de Banca y
Seguros.

Artículo 93º Los congresistas representan a la Nación. No están sujetos a mandato


imperativo ni a interpelación.
No son responsables ante autoridad ni órgano jurisdiccional alguno por las opiniones y
votos que emiten en el ejercicio de sus funciones.
No pueden ser procesados ni presos sin previa autorización del Congreso o de la
Comisión Permanente, desde que son elegidos hasta un mes después de haber cesado
en sus funciones, excepto por delito flagrante, caso en el cual son puestos a disposición
del Congreso o de la Comisión Permanente dentro de las veinticuatro horas, a fin de que
se autorice o no la privación de la libertad y el enjuiciamiento.

PODER EJECUTIVO

Artículo 110º El Presidente de la República es el Jefe del Estado y personifica a la


Nación.
Para ser elegido Presidente de la República se requiere ser peruano por nacimiento, tener
más de treinta y cinco años de edad al momento de la postulación y gozar del derecho
de sufragio.
145

Artículo 111º El Presidente de la República se elige por sufragio directo. Es elegido el


candidato que obtiene más de la mitad de los votos. Los votos viciados o en blanco no
se computan. Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta, se procede a
una segunda elección, dentro de los treinta días siguientes a la proclamación de los
cómputos oficiales, entre los candidatos que han obtenido las dos más altas mayorías
relativas. Junto con el Presidente de la República son elegidos, de la misma manera, con
los mismos requisitos y por igual término, dos vicepresidentes.

Artículo 112º El mandato presidencial es de cinco años, no hay reelección inmediata.


Transcurrido otro periodo constitucional, como mínimo, el ex presidente puede volver a
postular, sujeto a las mismas condiciones. (*) (*) Modificado por el Artículo 1º de la Ley
Nº 27365, publicada el 05.11.2000.

Artículo 113º La Presidencia de la República vaca por:

1. Muerte del Presidente de la República.

2. Su permanente incapacidad moral o física, declarada por el Congreso.

3. Aceptación de su renuncia por el Congreso.

4. Salir del territorio nacional sin permiso del Congreso o no regresar a él dentro del plazo
fijado.

5. Destitución, tras haber sido sancionado por alguna de las infracciones mencionadas
en el Artículo 117 de la Constitución.

Artículo 114º El ejercicio de la Presidencia de la República se suspende por: 1.


Incapacidad temporal del Presidente, declarada por el Congreso, o 2. Hallarse éste
sometido a proceso judicial, conforme al Artículo 117 de la Constitución.
146

Artículo 115º Por impedimento temporal o permanente del Presidente de la República,


asume sus funciones el Primer Vicepresidente. En defecto de éste, el Segundo
Vicepresidente. Por impedimento de ambos, el Presidente del Congreso. Si el
impedimento es permanente, el Presidente del Congreso convoca de inmediato a
elecciones.
Cuando el Presidente de la República sale del territorio nacional, el Primer Vicepresidente
se encarga del despacho. En su defecto, lo hace el Segundo Vicepresidente.

Artículo 116º El Presidente de la República presta juramento de ley y asume el cargo,


ante el Congreso, el 28 de julio del año en que se realiza la elección.

Artículo 117º El Presidente de la República sólo puede ser acusado, durante su período,
por traición a la patria; por impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias,
regionales o municipales; por disolver el Congreso, salvo en los casos previstos en el
Artículo 134 de la Constitución, y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del
Jurado Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral.

Artículo 118º Corresponde al Presidente de la República:


1. Cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás disposiciones
legales.

2. Representar al Estado, dentro y fuera de la República.

3. Dirigir la política general del Gobierno.

4. Velar por el orden interno y la seguridad exterior de la República.

5. Convocar a elecciones para Presidente de la República y para representantes a


Congreso, así como para alcaldes y regidores y demás funcionarios que señala la ley.

6. Convocar al Congreso a legislatura extraordinaria; y firmar, en ese caso, el decreto de


convocatoria.
147

7. Dirigir mensajes al Congreso en cualquier época y obligatoriamente, en forma


personal y por escrito, al instalarse la primera legislatura ordinaria anual. Los
mensajes anuales contienen la exposición detallada de la situación de la República y
las mejoras y reformas que el Presidente juzgue necesarias y convenientes para su
consideración por el Congreso. Los mensajes del Presidente de la República, salvo el
primero de ellos, son aprobados por el Consejo de Ministros.

8. Ejercer la potestad de reglamentar las leyes sin transgredirlas ni desnaturalizarlas; y,


dentro de tales límites, dictar decretos y resoluciones.

9. Cumplir y hacer cumplir las sentencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales.

10. Cumplir y hacer cumplir las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones.

11. Dirigir la política exterior y las relaciones internacionales; y celebrar y ratificar


tratados.

12. Nombrar embajadores y ministros plenipotenciarios, con aprobación del Consejo


de Ministros, con cargo de dar cuenta al Congreso.

13. Recibir a los agentes diplomáticos extranjeros, y autorizar a los cónsules el


ejercicio de sus funciones.

14. Presidir el Sistema de Defensa Nacional; y organizar, distribuir y disponer el


empleo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

15. Adoptar las medidas necesarias para la defensa de la República, de la integridad


del territorio y de la soberanía del Estado.

16. Declarar la guerra y firmar la paz, con autorización del Congreso.

17. Administrar la hacienda pública.

18. Negociar los empréstitos.

19. Dictar medidas extraordinarias, mediante decretos de urgencia con fuerza de ley,
en materia económica y financiera, cuando así lo requiere el interés nacional y con
cargo de dar cuenta al Congreso. El Congreso puede modificar o derogar los referidos
decretos de urgencia.
148

20. Regular las tarifas arancelarias.

21. Conceder indultos y conmutar penas. Ejercer el derecho de gracia en beneficio de


los procesados en los casos en que la etapa de instrucción haya excedido el doble de
su plazo más su ampliatoria.

22. Conferir condecoraciones en nombre de la Nación, con acuerdo del Consejo de


Ministros.

23. Autorizar a los peruanos para servir en un ejército extranjero.

Ejercer las demás funciones de gobierno y administración que la Constitución y las leyes
le encomiendan

PODER JUDICIAL

Artículo 138º La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el
Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las
leyes.
En todo proceso, de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y una norma
legal, los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre toda otra
norma de rango inferior.

Artículo 139º Son principios y derechos de la función jurisdiccional:

1. La unidad y exclusividad de la función jurisdiccional. No existe ni puede establecerse


jurisdicción alguna independiente, con excepción de la militar y la arbitral. No hay
proceso judicial por comisión o delegación.
149

2. La independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional. Ninguna autoridad puede


avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de
sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en
autoridad de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias
ni retardar su ejecución. Estas disposiciones no afectan el derecho de gracia ni la
facultad de investigación del Congreso, cuyo ejercicio no debe, sin embargo, interferir
en el procedimiento jurisdiccional ni surte efecto jurisdiccional alguno.

3. La observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Ninguna persona puede ser
desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a procedimiento
distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de
excepción ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su
denominación.

4. La publicidad en los procesos, salvo disposición contraria de la ley.

Los procesos judiciales por responsabilidad de funcionarios públicos, y por los delitos
cometidos por medio de la prensa y los que se refieren a derechos fundamentales
garantizados por la Constitución, son siempre públicos.

5. La motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los
decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de los fundamentos
de hecho en que se sustentan.

6. La pluralidad de la instancia.

7. La indemnización, en la forma que determine la ley, por los errores judiciales en los
procesos penales y por las detenciones arbitrarias, sin perjuicio de la responsabilidad a
que hubiere lugar.

8. El principio de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley.

En tal caso, deben aplicarse los principios generales del derecho y el derecho
consuetudinario.
150

9. El principio de inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan
derechos.

10. El principio de no ser penado sin proceso judicial.

11. La aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre
leyes penales.

12. El principio de no ser condenado en ausencia.

13. La prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el


indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa
juzgada.

14. El principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso.
Toda persona será informada inmediatamente y por escrito de la causa o las razones de
su detención. Tiene derecho a comunicarse personalmente con un defensor de su
elección y a ser asesorada por éste desde que es citada o detenida por cualquier
autoridad.

15. El principio de que toda persona debe ser informada, inmediatamente y por escrito, de
las causas o razones de su detención.

16. El principio de la gratuidad de la administración de justicia y de la defensa gratuita para


las personas de escasos recursos; y, para todos, en los casos que la ley señala.

17. La participación popular en el nombramiento y en la revocación de magistrados,


conforme a ley.

18. La obligación del Poder Ejecutivo de prestar la colaboración que en los procesos le sea
requerida.

19. La prohibición de ejercer función judicial por quien no ha sido nombrado en la forma
prevista por la Constitución o la ley. Los órganos jurisdiccionales no pueden darle
posesión del cargo, bajo responsabilidad.

20. El principio del derecho de toda persona de formular análisis y críticas de las
resoluciones y sentencias judiciales, con las limitaciones de ley.
151

21. El derecho de los reclusos y sentenciados de ocupar establecimientos adecuados.

22. El principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación
y reincorporación del penado a la sociedad.

Artículo 140º La pena de muerte sólo puede aplicarse por el delito de Traición a la Patria
en caso de guerra, y el de terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de los que el
Perú es parte obligada.

Artículo 141º Corresponde a la Corte Suprema fallar en casación, o en última instancia,


cuando la acción se inicia en una Corte Superior o ante la propia Corte Suprema conforme
a ley. Asimismo, conoce en casación las resoluciones del Fuero Militar, con las
limitaciones que establece el Artículo 173.

Artículo 142º No son revisables en sede judicial las resoluciones del Jurado Nacional de
Elecciones en materia electoral, ni las del Consejo Nacional de la Magistratura en materia
de evaluación y ratificación de jueces.

Artículo 143º El Poder Judicial está integrado por órganos jurisdiccionales que
administran justicia en nombre de la Nación, y por órganos que ejercen su gobierno y
administración. Los órganos jurisdiccionales son: la Corte Suprema de Justicia y las
demás cortes y juzgados que determine su ley orgánica.

Artículo 144º El Presidente de la Corte Suprema lo es también del Poder Judicial. La


Sala Plena de la Corte Suprema es el órgano máximo de deliberación del Poder Judicial.

Artículo 145º El Poder Judicial presenta su proyecto de presupuesto al Poder Ejecutivo


y lo sustenta ante el Congreso.
152

Artículo 146º La función jurisdiccional es incompatible con cualquiera otra actividad


pública o privada, con excepción de la docencia universitaria fuera del horario de trabajo.
Los jueces sólo perciben las remuneraciones que les asigna el Presupuesto y las
provenientes de la enseñanza o de otras tareas expresamente previstas por la ley. El
Estado garantiza a los magistrados judiciales:

1. Su independencia. Sólo están sometidos a la Constitución y la ley.

2. La inamovilidad en sus cargos. No pueden ser trasladados sin su consentimiento.

3. Su permanencia en el servicio, mientras observen conducta e idoneidad propias de


su función.

4. Una remuneración que les asegure un nivel de vida digno de su misión y jerarquía.

Artículo 147º Para ser Magistrado de la Corte Suprema se requiere:


1. Ser peruano de nacimiento;

2. Ser ciudadano en ejercicio;

3. Ser mayor de cuarenta y cinco años;4. Haber sido magistrado de la Corte Superior o
Fiscal Superior durante diez años, o haber ejercido la abogacía o la cátedra
universitaria en materia jurídica durante quince años.

Artículo 148º Las resoluciones administrativas que causan estado son susceptibles de
impugnación mediante la acción contencioso-administrativa.

Artículo 149º Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo
de las Rondas Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su
ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que no violen
los derechos fundamentales de la persona. La ley establece las formas de coordinación
de dicha jurisdicción especial con los Juzgados de Paz y con las demás instancias del
Poder Judiciales.
153

7.- En relación a las garantías constitucionales.

Desde antes se ofrece ciertas garantías a los ciudadanos y estas están consagradas en
ambas constituciones. La libertad, la propiedad privada y la igualdad ante la ley son
principios fundamentales.

También es importante destacar hoy las instituciones: Habeas corpus, acción de amparo,
habeas data, acción popular, acción de cumplimiento son utilizadas con frecuencia.

En la actualidad juega un rol fundamental el TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.

Constitución de 1826

Art. 142º.- La libertad civil, la seguridad individual, la propiedad y la igualdad ante la ley,
se garantizan a los ciudadanos por la Constitución.

Art. 143º.- Todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito, y
publicarlos por medio de la imprenta sin censura previa; pero bajo la responsabilidad que
la ley determine.

Art. 144º.- Todo peruano puede permanecer o salir del territorio de la República, según
le convenga, llevando consigo sus bienes, pero guardando los reglamentos de policía, y
salvo siempre el derecho de tercero.

Art. 145º.- Toda casa de peruano es un asilo inviolable. De noche no se podrá entrar en
ella, sólo por su consentimiento; y de día sólo se franqueará su entrada en los casos y
de la manera que determine la ley.
154

Art. 146º.- Las contribuciones se repartirán proporcionalmente, sin ninguna excepción ni


privilegio.

Art. 147º.- Quedan abolidos los empleos y privilegios hereditarios y las vinculaciones; y
son enajenables todas las propiedades, aunque pertenezcan a obras pías, a religiones o
a otros objetos.

Art. 148º.- Ningún género de trabajo, industria o comercio puede ser prohibida, a no ser
que se oponga a las costumbres públicas, a la seguridad, y a la salubridad de los
peruanos.

Art. 149º.- Todo inventor tendrá la propiedad de sus descubrimientos y de sus


producciones. La ley le asegurará un privilegio exclusivo temporal, o resarcimiento de la
pérdida que tenga en el caso de publicarlo.

Art. 150º.- Los Poderes Constitucionales no podrán suspender la constitución, ni los


derechos que correspondan a los peruanos, sino en los casos y circunstancias
expresadas en la misma Constitución, señalando indispensablemente el término que
deba durar la suspensión.

Constitución de 1993:

TITULO V : DE LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES

Artículo 200º Son garantías constitucionales:

1. La Acción de Hábeas Corpus, que procede ante el hecho u omisión, por parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad individual
o los derechos constitucionales conexos.
155

2. La Acción de Amparo, que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos
reconocidos por la Constitución, con excepción de los señalados en el inciso siguiente.
(*)

No procede contra normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de


procedimiento regular.
3. La Acción de Hábeas Data, que procede contra el hecho u omisión, por parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos a que
se refiere el Artículo 2º, incisos 5 y 6 de la Constitución. (*)

4. La Acción de Inconstitucionalidad, que procede contra las normas que tienen rango de
ley: leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del
Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales que
contravengan la Constitución en la forma o en el fondo.

5. La Acción Popular, que procede, por infracción de la Constitución y de la ley, contra los
reglamentos, normas administrativas y resoluciones y decretos de carácter general,
cualquiera sea la autoridad de la que emanen.

6. La Acción de Cumplimiento, que procede contra cualquier autoridad o funcionario


renuente a acatar una norma legal o un acto administrativo, sin perjuicio de las
responsabilidades de ley. Una ley orgánica regula el ejercicio de estas garantías y los
efectos de la declaración de inconstitucionalidad o ilegalidad de las normas.

El ejercicio de las acciones de hábeas corpus y de amparo no se suspende durante la


vigencia de los regímenes de excepción a que se refiere el Artículo 137º de la
Constitución.

Cuando se interponen acciones de esta naturaleza en relación con derechos restringidos


o suspendidos, el órgano jurisdiccional competente examina la razonabilidad y la
proporcionalidad del acto restrictivo. No corresponde al juez cuestionar la declaración del
estado de emergencia ni de sitio
156

(*) Incisos modificados por el Artículo único de la Ley Nº 26470, publicada el 12.06.1995.

Artículo 201º El Tribunal Constitucional es el órgano de control de la Constitución. Es


autónomo e independiente. Se compone de siete miembros elegidos por cinco años.

Para ser miembro del Tribunal Constitucional, se exigen los mismos requisitos que para
ser vocal de la Corte Suprema. Los miembros del Tribunal Constitucional gozan de la
misma inmunidad y de las mismas prerrogativas que los congresistas. Les alcanzan las
mismas incompatibilidades. No hay reelección inmediata. Los miembros del Tribunal
Constitucional son elegidos por el Congreso de la República con el voto favorable de los
dos tercios del número legal de sus miembros. No pueden ser elegidos magistrados del
Tribunal Constitucional los jueces o fiscales que no han dejado el cargo con un año de
anticipación.

Artículo 202º Corresponde al Tribunal Constitucional:


1. Conocer, en instancia única, la acción de inconstitucionalidad.

2. Conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias de hábeas


corpus, amparo, hábeas data, y acción de cumplimiento. 3. Conocer los conflictos de
competencia, o de atribuciones asignadas por la Constitución, conforme a ley.

Artículo 203º Están facultados para interponer acción de inconstitucionalidad:

1. El Presidente de la República;

2. El Fiscal de la Nación;

3. El Defensor del Pueblo;

4. El veinticinco por ciento del número legal de congresistas;


157

5. Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones.
Si la norma es una ordenanza municipal, está facultado para impugnarla el uno por
ciento de los ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este porcentaje
no exceda del número de firmas anteriormente señalado;

6. Los presidentes de Región con acuerdo del Consejo de Coordinación Regional, o los
alcaldes provinciales con acuerdo de su Concejo, en materias de su competencia.

7. Los colegios profesionales, en materias de su especialidad.

Artículo 204º La sentencia del Tribunal que declara la inconstitucionalidad de una norma
se publica en el diario oficial. Al día siguiente de la publicación, dicha norma queda sin
efecto. No tiene efecto retroactivo la sentencia del Tribunal que declara inconstitucional,
en todo o en parte, una norma legal.

Artículo 205º Agotada la jurisdicción interna, quien se considere lesionado en los


derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los tribunales u organismos
internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte.
158

Conclusiones

La constitución vitalicia de 1826 rigió en el Perú, solamente del 9 de diciembre de 1826


al 27 de enero de 1827, alrededor de 49 días. Reconocía 4 poderes: Electoral,
Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

La constitución de 1826 no fue debatida por congreso alguno, no fue sometida por algún

tipo de referéndum, sino que se sometió su aprobación a los 58 Colegios Electorales de


la República y se hizo a la talla de Bolívar, quien a su vez quiso hacer una réplica de la
constitución del año 8 de Francia, la constitución napoleónica. También aseguro que el
parlamento tenga 3 cámaras (senadores, censores y tribuna).

El territorio en la constitución de 1826 estaba distribuido en departamentos, provincias y


cantones, pero no se incluía el subsuelo ni el suelo marítimo de las 200 millas lo que en
la constitución actual se considera de vital importancia para aprovechar los recursos
marítimos como la anchoveta.

En el art 14 de la constitución de 1826 se visualiza la discriminación de no considerar


como ciudadanos peruanos a los analfabetos y a los desempleados, condición que es
aprovechada por los terratenientes para propagar la esclavitud.

Asimismo, la idea de unificar la Gran Colombia con Perú y Bolivia no prospero por la
realidad cultural de estos países, los cuales eran totalmente diferente y estaba
enmarcada por la ambición de poder de Bolívar.
159

En la parte dogmática de la constitución de 1826, se evidencia unos derechos


fundamentales restringidos comparado con nuestra constitución actual que existe
garantías constitucionales tales como el habeas corpus, acción de amparo, habeas data,
acción popular y acción de cumplimiento. De esta manera, contamos con el Tribunal
Constitucional que es una institución independiente al que se puede recurrir cuando se
vulnera nuestros derechos fundamentales.

Bolívar había tomado ideas de los diferentes sistemas para la elaboración de la carta
magna de 1826 como: De la monarquía, el principio de estabilidad; de la democracia, el
poder electoral; del régimen unitario, la absoluta centralización; del federalismo, la
intervención popular en los nombramientos políticos; del sistema oligárquico, el carácter
vitalicio de los censores; y del sistema plebiscitario, el derecho de petición y el referéndum
para las reformas constitucionales. El creía que había reunido todas las virtudes, pero en
realidad lo que hizo por enjaular todos los defectos
160

Recomendaciones

Es necesario conocer la historia de nuestras constituciones para comparar nuestra


realidad y precisar que es mejor un sistema democrático con alternancia en el Poder, ya
que como pudimos darnos cuenta Bolívar anhelaba perdurar de por vida

Esta monografía se recomienda a los lectores y estudiantes de la carrera de derecho y


afines para comprender, analizar, comparar los hechos históricos y constitucionales y asi
poder forjar como tales nuevos principios que nos beneficien. No solamente a las elites
políticas de los gobiernos de turno como Bolívar.

Es necesario que las constituciones sean elaboradas por la Asamblea constituyente o el


congreso para tener mayor legitimidad ya que la constitución vitalicia fue dada netamente
por Bolívar y aprobada por los cuerpos electorales haciendo menos probable su
aceptación por la ciudadanía.
161

Anexos

ELECTORAL

LEGISLATIVO
4 PODERES
EJECUTIVO

JUDICIAL

Respeto a la constitución

DEBERES Contribuir a los gastos

CONSTITUCIONALES públicos

Velar por la Libertad

CONSTITUCIÓN
Diputados
DE 1826
TRICAMERAL Senadores

Censores

Elegido

Vitalicio
PRESIDENTE
Secretario De

Estado

Abolición de Empleos

GARANTIAS Hereditarios incluso

religiosos
162

Constitución Política de 1826 (1 de julio de 1826)

CONSTITUCIÓN POLÍTICA PARA LA REPÚBLICA PERUANA


(Aprobada por el Consejo de Gobierno el 1 de julio de 1826 y sometida a los Colegios
Electorales, fue ratificada el 30 de noviembre y jurada el 9 de diciembre del mismo año)

EN EL NOMBRE DE DIOS

TÍTULO I

DE LA NACIÓN

CAPÍTULO I

De la Nación Peruana

Art. 1º.- La Nación Peruana es la reunión de todos los peruanos.

Art. 2º.- El Perú es, y será para siempre, independiente de toda dominación extranjera; y
no puede ser patrimonio de ninguna persona ni familia.
163

CAPÍTULO II

Del Territorio

Art. 3º.- El Territorio de la República Peruana comprende los departamentos de La


Libertad, Junín, Lima, Arequipa, Cuzco, Ayacucho y Puno.

Art. 4º.- Se divide en departamentos, provincias y cantones.

Art. 5º.- Por una ley se hará la división más conveniente; y otra fijará sus límites de
acuerdo con los Estados limítrofes.
TÍTULO II

De la Religión
Art. 6º.- La Religión del Perú es la católica, Apostólica y Romana.

TÍTULO III

DEL GOBIERNO

CAPÍTULO I

Forma de Gobierno

Art. 7º.- El Gobierno del Perú es popular representativo.

Art. 8º.- La soberanía emana del pueblo, y su ejercicio reside en los Poderes que
establece esta Constitución.

Art. 9º.- El Poder Supremo se divide para su ejercicio en cuatro secciones: Electoral,
Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
164

Art. 10º.- Cada Poder ejercerá las atribuciones que le señala esta Constitución, sin
excederse de sus límites respectivos.

CAPÍTULO II
De los peruanos
Art. 11º.- Son peruanos:
1.- Todos los nacidos en el territorio de la República.
2.- Los hijos de padre o madre peruanos, nacidos fuera del territorio, luego que
manifiesten legalmente su voluntad de domiciliarse en el Perú.
3.- Los Libertadores de la República, declarados tales por la ley de 12 de febrero de
1825.
4.- Los extranjeros que obtengan carta de naturaleza, o tengan tres años de vecindad en
el territorio de la República.

Art. 12º.- Son deberes de todo peruano:

1.- Vivir sometido a la Constitución y a las leyes.


2.- Respetar y obedecer a las autoridades constituidas.
3.- Contribuir a los gastos públicos.
4.- Sacrificar sus bienes, y su vida misma, cuando lo exija la salud de la República.
5.- Velar sobre la conservación de las libertades públicas.

Art. 13º.- Los peruanos que estén privados del ejercicio del Poder electoral, gozarán de
todos los derechos civiles concedidos a los ciudadanos.

Art. 14º.- Para ser ciudadano es necesario:

1.- Ser peruano.


2.- Ser casado, o mayor de veinticinco años.
3.- Saber leer y escribir.
165

4.- Tener algún empleo o industria; o profesar alguna ciencia o arte, sin sujeción a otro
en clase de sirviente doméstico.

Art. 15º.- Son ciudadanos:


1.- Los Libertadores de la República (art. 11, 3.)
2.- Los extranjeros que obtuvieren carta de ciudadanía.
3.- Los extranjeros casados con peruana, que reúnan las condiciones 3 y 4 del art. 13.

Art. 16º.- Los ciudadanos de las naciones de América antes española, gozarán de los
derechos de ciudadanía el Perú, según los tratados que se celebren con ellas.

Art. 17º.- Solo los que sean ciudadanos en ejercicio, pueden obtener empleos y cargos
públicos.

Art. 18º.- El ejercicio de la ciudadanía se suspende:


1.- Por demencia.
2.- Por la tacha de deudor fraudulento.
3.- Por hallarse procesado criminalmente.
4.- Por ser notoriamente ebrio, jugador o mendigo.
5.- Por comprar o vender sufragios en las elecciones, o turbar el orden de ellas.

Art. 19º.- El derecho de ciudadanía se pierde.:


1.- Por traición a la causa pública.
2.- Por naturalizarse en país extranjero.
3.- Por haber sufrido pena infamatoria o aflictiva, en virtud de condenación judicial.
166

TÍTULO IV

DEL PODER ELECTORAL

CAPÍTULO I

De las Elecciones

Art. 20º.- El Poder Electoral lo ejercen inmediatamente los ciudadanos en ejercicio,


nombrando por cada cien ciudadanos un Elector.

Art. 21º.- El Ejercicio del Poder Electoral no podrá jamás ser suspenso; y los magistrados
civiles, sin esperar orden alguna, deben convocar al pueblo, precisamente en el período
señalado por la ley.

Art. 22º.- Una ley especial detallará el reglamento de elecciones.

CAPÍTULO II

Del Cuerpo Electoral

Art. 23º.- El Cuerpo Electoral se compone de los Electores nombrados por los ciudadanos
sufragantes.

Art. 24º.- Reunidos los Electores en la capital de la provincia, nombrarán, a pluralidad de


votos, un Presidente, dos Escrutadores, y un Secretario de su seno; éstos desempeñarán
su cargo, por todo el tiempo de la duración del Cuerpo.

Art. 25º.- Cada Cuerpo Electoral durará cuatro años; al cabo de los cuales cesará,
dejando instalado al que le suceda.
167

Art. 26º.- Los Electores se reunirán todos los años en los días dos, tres, cuatro, cinco y
seis de enero para ejercer las atribuciones siguientes:

1.- Calificar a los ciudadanos que entren en el ejercicio de sus derechos, y suspender a
aquellos que estén en los casos de los artículos 18 y 19.

2.- Nombrar los miembros de las Cámaras, por la primera vez.

3.- Proponer una lista de candidatos: 1º a las Cámaras respectivas de los miembros que
han de llenar sus vacantes; 2º al Poder Ejecutivo de los individuos que merezcan ser
nombrados Prefecto de su departamento, Gobernador de su provincia, y Corregidores de
sus cantones y pueblos; 3º al Prefecto del departamento, los Alcaldes y Jueces de Paz
que deban nombrarse; 4º al Senado, los miembros de las Cortes del Distrito Judicial a
que pertenecen, y los jueces de primera instancia.

4.- Recibir las actas de las elecciones populares, examinar la identidad de los nuevos
elegidos, y declararlos nombrados constitucionalmente.

5.- Pedir a las Cámaras cuanto crean favorable al bienestar de los ciudadanos, y
quejarse de los agravios e injusticias que reciban de las autoridades constituídas.
168

TÍTULO V

DEL PODER LEGISLATIVO

CAPÍTULO I

De la División, Atribuciones y Restricciones de este Poder

Art. 27º.- El Poder Legislativo emana inmediatamente de los Cuerpos Electorales


nombrados por el pueblo: su ejercicio reside en tres Cámaras. Primera: de Tribunos.
Segunda: de Senadores. Tercera: de Censores.

Art. 28º.- Cada Cámara se compondrá de veinticuatro miembros en los primeros veinte
años.

Art. 29º.- El día 20 del mes de setiembre de cada año, se reunirá, por sí mismo, el Cuerpo
Legislativo, sin esperar convocación.

Art. 30º.- Las atribuciones particulares de cada Cámara se detallarán e su lugar. Son
generales:
1.- Nombrar al Presidente de la República por la primera vez, y confirmar a los sucesores.

2.- Aprobar al Vicepresidente, a propuesta del Presidente.

3.- Elegir el lugar en que deba residir el Gobierno; y trasladarse a otro, cuando lo exijan
graves circunstancias, y lo resuelvan los dos tercios de los miembros que componen las
tres Cámaras.

4.- Decidir, en Juicio nacional, si ha lugar o no a formación de causa a los miembros de


las Cámaras, al Vicepresidente, y a los Secretarios de Estado.
169

5.- Investir, en tiempo de guerra o de peligro extraordinario, al Presidente de la República,


con las facultades que se juzguen indispensables para la salvación del Estado.

6.- Elegir, entre los candidatos que presenten en terna los Cuerpos Electorales, los
miembros que deban llenar las vacantes en cada Cámara.

7.- Ordenar su política interior por reglamentos, y castigar a sus miembros por la
infracción de ellos.

Art. 31º.- Los miembros del Cuerpo Legislativo podrán ser nombrados Vicepresidente de
la República, o Secretarios de Estado, dejando de pertenecer a su Cámara.

Art. 32º.- Ningún individuo del Cuerpo Legislativo podrá ser preso durante su diputación,
sino por orden de su respectiva Cámara; a menos que sea sorprendido infraganti en delito
que merezca pena capital.

Art. 33º.- Los miembros del Cuerpo Legislativo serán inviolables por las opiniones que
emitan dentro de sus Cámaras en el ejercicio de sus funciones.

Art. 34º.- Cada Legislatura durará cuatro años, y cada sesión anual dos meses. Estas se
abrirán y cerrarán, a un tiempo, por las tres Cámaras.

Art. 35º.- La apertura de las sesiones se hará anualmente con asistencia del Presidente
de la República, del Vicepresidente y de los Secretarios de Estado.

Art. 36º.- Las sesiones serán públicas, y solamente los negocios de Estado que exijan
reserva se tratarán en secreto.
170

Art. 37º.- Los negocios, en cada Cámara, se resolverán por la mayoría absoluta de votos
de los miembros presentes.

Art. 38º.- Los empleados que sean nombrados Diputados para el Cuerpo Legislativo,
serán sustituidos interinamente en el ejercicio de sus empleos por otros individuos.

Art. 39º.- Son restricciones del Cuerpo Legislativo:

1.- No se podrá celebrar sesión en ninguna de las Cámaras, sin que estén presentes la
mitad, y uno más, de los respectivos individuos que las componen; y deberá compelerse
a los ausentes para que concurran a llenar sus deberes.

2.- Ninguna de las Cámaras podrá iniciar proyecto de ley relativo a ramos que la
Constitución comete a distinta Cámara; más podrá invitar a las otras para que tomen en
consideración las mociones que ella les pase.

3.- Ningún miembro de las Cámaras podrá obtener para sí durante su diputación, sino el
ascenso de escala en su carrera.

Art. 40º.- Las Cámaras se reunirán:

1.- Al abrir y cerrar sus sesiones.

2.- Para examinar la conducta del Ministerio, cuando sea éste acusado por la Cámara
de Censores.

3.- Para rever las leyes devueltas por el Poder Ejecutivo.

4.- Cuando lo pida, con fundamento, alguna de las Cámaras, como en el caso del artículo
30, atribución 3.
5.- Para confirmar el empleo del Presidente en el Vicepresidente.
171

Art. 41º.- Cuando se reúnan las Cámaras, las presidirá por turno uno de sus presidentes.

CAPÍTULO II

De la Cámara de Tribunos

Art. 42º.- Para ser Tribuno es preciso:

1.- Ser ciudadano en ejercicio.

2.- Tener la edad de veinticinco años.

3.- No haber sido condenado, jamás, en causa criminal.

Art. 43º.- El Tribunado tiene la iniciativa:

1.- En el arreglo de la división territorial de la República.

2.- En las contribuciones anuales y gastos públicos.

3.- En autorizar al Poder Ejecutivo, para negociar empréstitos y adoptar arbitrios para
extinguir la deuda pública.

4.- En el valor, tipo, ley, peso y denominación de la moneda, y en el arreglo de pesos y


medidas.

5.- En habilitar toda clase de puertos.

6.- En la construcción de caminos, calzadas, puentes, edificios públicos, y en la mejora


de la policía y ramos de industria.
172

7.- En los sueldos de los empleados del Estado.

8.- En las reformas que se crean necesarias en los ramos de Hacienda y guerra.

9.- En hacer la guerra, o la paz, a propuesta del Gobierno.

10.- En las alianzas.

11.- En conceder el pase a tropas extranjeras.

12.- En la fuerza armada de mar y tierra para el año, a propuesta del Gobierno.

13.- En dar ordenanzas a la Marina, al Ejército y Milicia Nacional, a propuesta del


Gobierno.

14.- En los negocios extranjeros.

15.- En conceder Cartas de naturaleza, y de ciudadanía.

16.- En conceder indultos generales.

Art. 44º.- La Cámara de Tribunos se renovará, por mitad, cada dos años, y su duración
será de cuatro. En la primera Legislatura la mitad que salga a los dos años, será por
suerte.

Art. 45º.- Los Tribunos podrán ser reelegidos.


173

CAPÍTULO III

De la Cámara de Senadores

Art. 46º.- Para ser Senador se necesita:

1.- Las cualidades requeridas para elector.

2.- La edad de treinta y cinco años cumplidos.

3.- No haber sido jamás, condenado en causa criminal.

Art. 47º.- Las atribuciones del Senado son:

1.- Formar los Códigos Civil, Criminal, de Procedimientos y de Comercio, y los


reglamentos eclesiásticos.

2.- Iniciar todas las leyes relativas a reformas en los negocios judiciales.

3.- Velar sobre la pronta administración de justicia en lo civil y criminal.

4.- La iniciativa de las leyes que repriman las infracciones de la Constitución y de las
leyes, por los magistrados, jueces y eclesiásticos.

5.- Exigir la responsabilidad a los Tribunales Superiores de Justicia, a los Prefectos, y a


los magistrados y jueces subalternos.

6.- Proponer al Poder Ejecutivo una lista de candidatos que hayan de componer el
Tribunal Supremo de Justicia, los Arzobispos, Obispos, Dignidades, canónigos y
prebendados de las Catedrales.
174

7.- Aprobar o rechazar los Prefectos, Gobernadores y Corregidores que el Gobierno le


presente de la lista que formen los Cuerpos Electorales.

8.- Elegir de la lista que le presenten los Cuerpos Electorales, los jueces de distrito, y los
subalternos de todo el departamento de justicia.

9.- Arreglar el ejercicio del patronato y dar proyectos de ley sobre todos los negocios
eclesiásticos que tienen relación con el Gobierno.

10.- Examinar las decisiones conciliares, bulas, rescriptos, y breves pontificios, para
aprobarlos, o no.

Art. 48º.- La duración de los miembros del Senado será de ocho años, y por mitad se
renovará cada cuatro años, debiendo salir por suerte la primera mitad de la primera
legislatura.

Art. 49º.- Los miembros del Senado podrán ser reelegidos.

CAPÍTULO IV

De la Cámara de Censores

Art. 50º.- Para ser Censor se necesita:

1.- Las cualidades requeridas para Senador.

2.- Tener cuarenta años cumplidos.

3.- No haber sido jamás condenado ni por faltas leves.


175

Art. 51º.- Las atribuciones de la Cámara de Censores son:

1.- Velar si el Gobierno cumple y hace cumplir la Constitución, las leyes y los Tratados
Públicos.

2.- Acusar ante el Senado, las infracciones que el Ejército haga de la Constitución, las
leyes, y los Tratados Públicos.

3.- Pedir al Senado la suspensión del Vicepresidente y Secretarios de Estado, si la salud


de la República la demandare con urgencia.

Art. 52º.- A la Cámara de Censores pertenece exclusivamente acusar de traición,


concusión, o violación manifiesta de las leyes fundamentales del Estado.

Art. 53º.- Si el Senado estimare fundada la acusación hecha por la Cámara de Censores,
tendrá lugar e Juicio nacional; y si por el contrario el Senado estuviere por la negativa,
pasará la acusación a la Cámara de Tribunos.

Art. 54º.- Estando de acuerdo dos Cámaras, debe abrirse el juicio nacional.

Art. 55º.- Entonces se reunirán las tres Cámaras, y en vista de los documentos que
presente la Cámara de Censores, se decidirá a pluralidad absoluta de votos si ha o no
lugar a la formación de causa al Vicepresidente, o a los Secretarios de Estado.

Art. 56º.- Luego que en juicio nacional se decrete que ha lugar a la formación de causa
al Vicepresidente o a los Secretarios de Estado, quedarán ésos en el acto suspensos de
sus funciones, y las Cámaras pasarán todos los antecedentes al Tribunal Supremo de
Justicia, el cual conocerá exclusivamente de la causa; y el fallo fue pronunciare se
ejecutará sin apelación.
176

Art. 57º.- Luego que las Cámaras declaren que ha lugar a la formación de causa al
Vicepresidente y Secretarios de Estado, el Presidente de la República presentará a las
Cámaras reunidas, un candidato para la Vicepresidencia interina, y nombrará
interinamente Secretarios de Estado. Si el primera candidato fuere rechazado a pluralidad
absoluta del Cuerpo Legislativo, el Presidente presentará segundo candidato; y si fuere
rechazado, entonces las Cámaras elegirán por pluralidad absoluta, en el término de
veinticuatro horas precisamente, uno de los tres candidatos propuestos por el Presidente.

Art. 58º.- El Vicepresidente interino ejercerá desde aquel acto sus funciones hasta el
resultado del juicio contra el propietario.

Art. 59º.- Por una ley que tendrá origen en la Cámara de Censores, se determinarán los
casos en que el Vicepresidente y Secretarios de Estado son responsables en común o
en particular.

Art. 60º.- Corresponde además a la Cámara de Censores:

1.- Escoger de la terna que remita el Poder Ejecutivo, los individuos que deben formar el
Tribunal Supremo de Justicia, y los que se han de presentar para los arzobispados,
obispados, canonjías y prebendas vacantes.

2.- Todas las leyes de imprenta, economía, plan de estudios, y método de enseñanza
pública.

3.- Proteger la libertad de imprenta, y nombrar los Jueces que deben ver en última
apelación los juicios de ella.

4.- Proponer reglamentos para el fomento de las artes y de las ciencias.


177

5.- Conceder premios y recompensas nacionales a los que las merezcan por sus servicios
a la República.

6.- Decretar honores públicos a la memoria de los grandes hombres, y a las virtudes y
servicios de los ciudadanos.

7.- Condenar a oprobio eterno a los usurpadores de la autoridad pública, a los grandes
traidores, y a los criminales insignes.

Art. 61º.- Los Censores serán vitalicios.

CAPÍTULO V

De la Formación y Promulgación de las Leyes

Art. 62º.- El Gobierno puede presentar a las Cámaras los proyectos de ley que juzgue
convenientes.

Art. 63º.- El Vicepresidente y los Secretarios de Estado pueden asistir a las sesiones, y
discutir las leyes y los demás asuntos: mas no podrán votar.

Art. 64º.- Cuando la Cámara de Tribunos adopte un proyecto de ley lo remitirá al Senado
con la siguiente fórmula: "La Cámara de Tribunos remite a la Cámara de Senadores el
adjunto proyecto de ley, y cree que tiene lugar".

Art. 65º.- Si la Cámara de Senadores aprueba el proyecto de ley, lo devolverá a la Cámara


de Tributos con la siguiente fórmula: "El Senado devuelve a la Cámara de Tribunos el
proyecto de ley, (con reforma o sin ella) y cree que debe pasarse al Ejecutivo para su
ejecución".
178

Art. 66º.- Todas las Cámaras en igual caso observarán esta misma fórmula.

Art. 67º.- Si una Cámara no aprobase las reformas o adiciones de otra, y todavía la
Cámara proponente juzgase que el proyecto, tal cual lo propuso, es ventajoso, podrá
invitar por medio de una diputación de tres miembros, a la reunión de las dos Cámaras,
para discutir aquel proyecto, o la reforma, o negativa que se le haya dado. Esta reunión
de Cámaras no tendrá más objeto que el de entenderse, y cada una volverá a adoptar
las deliberaciones que tenga por conveniente.

Art. 68º.- Adoptado el proyecto por dos Cámaras, se dirigirán al Presidente de la


República dos copias firmadas por el Presidente y Secretarios de la Cámara a que
corresponde la ley, con la siguiente fórmula:

"La Cámara de... con la aprobación de la de... dirige al Poder Ejecutivo la ley sobre... para
que se promulgue".

Art. 69º.- Si la Cámara de Senadores se denegase a adoptar el proyecto de la de


Tribunos, lo pasará a la de Censores, con la siguiente fórmula: "La Cámara de Senadores,
remite a la de Censores el proyecto adjunto: y cree que no es conveniente".

Art. 70º.- Si el Presidente de la República creyese que la ley no es conveniente, deberá


en el término de diez días cumplidos, devolverla a la Cámara que la dio con sus
observaciones, y con la fórmula siguiente: "El Ejecutivo cree que debe considerarse de
nuevo".

Art. 71º.- Las leyes que se dieren en los últimos diez días de las sesiones podrán ser
retenidas por el Poder Ejecutivo hasta las próximas sesiones; y entonces deberá
devolverlas con sus observaciones.
179

Art. 72º.- Cuando el Poder Ejecutivo devuelva las leyes con observaciones a las
Cámaras, se reunirán éstas; y lo que decidieren a pluralidad, se cumplirá sin otra
discusión ni observación.

Art. 73º.- Si el Poder Ejecutivo no tuviere que hacer observaciones a las leyes, las
mandará publicar con esta fórmula: "Promúlguese".

Art. 74º.- Las leyes se promulgarán con esta fórmula: "N. de N..., Presidente de la
República Peruana. Hacemos saber "a todos los peruanos: que el Cuerpo Legislativo
decreto, y "nosotros publicamos la siguiente ley"

(Aquí el texto de la ley. "Mandamos por tanto a todas las autoridades de la República, la
"cumplan y hagan cumplir".
"El Vicepresidente la hará imprimir, publicar y circular a "quienes corresponda", y la
firmará el Presidente con el Vicepresidente, y el respectivo Secretario de Estado.

Art. 75º.- Los proyectos de ley, que tuviesen origen en el Senado pasarán a la Cámara
de Censores, y si fueren allí aprobados, tendrán fuerza de ley. Si los Censores no
aprobaren el proyecto de ley pasará a la Cámara de Tribunos, y su decisión se cumplirá
como se ha dicho con respecto a la Cámara de Tribunos.

Art. 76º.- Los proyectos de ley iniciados en la Cámara de Censores pasarán al Senado:
la sanción de éste tendrá fuerza de ley. Mas en el caso de negarse su ascenso al
proyecto, se pasará éste al Tribunado, el cual dará o negará su sanción como en el caso
del artículo anterior.
180

TÍTULO VI

DEL PODER EJECUTIVO

Art. 77º.- El ejercicio del Poder Ejecutivo reside en un Presidente Vitalicio, un


Vicepresidente, y cuatro Secretarios de Estado.

CAPÍTULO I

Del Presidente

Art. 78º.- El Presidente de la República será nombrado la primera vez por la pluralidad
absoluta del Cuerpo Legislativo.

Art. 79º.- Para ser Nombrado Presidente de la República se requiere:

1.- Ser ciudadano en ejercicio, y nativo del Perú.

2.- Tener más de treinta años de edad.

3.- Haber hecho servicios importantes a la República.

4.- Tener talentos conocidos en la administración del Estado.

5.- No haber sido condenado jamás por los Tribunales, ni aún por faltas leves.

Art. 80º.- El Presidente de la República es el Jefe de la administración del Estado, sin


responsabilidad por los actos de dicha administración.
181

Art. 81º.- Por renuncia, muerte, enfermedad o ausencia del Presidente de la República,
el Vicepresidente le sucederá en el mismo acto.

Art. 82º.- A falta del Presidente y Vicepresidente de la República, se encargarán


interinamente de la administración los Secretarios de Estado, debiendo presidir el más
antiguo en ejercicio, hasta que se reúna el Cuerpo Legislativo.

Art. 83º.- Las atribuciones del Presidente de la República son:

1.- Abrir las sesiones de las Cámaras, y presentarles un mensaje sobre el estado de la
República.

2.- Proponer a las Cámaras el Vicepresidente, y nombrar pos sí solo los Secretarios del
despacho.

3.- Separar por sí solo al Vicepresidente, y a los Secretarios del despacho, siempre que
lo estime conveniente.

4.- Mandar publicar, circular, y hacer guardar las leyes.

5.- Autorizar los reglamentos y órdenes para el mejor cumplimiento de la Constitución,


las leyes y los Tratados públicos.

6.- Mandar y hacer cumplir las sentencias de los Tribunales de Justicia.

7.- Pedir al Cuerpo Legislativo la prorrogación de sus sesiones ordinarias hasta por treinta
días.

8.- Convocar al Cuerpo Legislativo para sesiones extraordinarias, en el caso de que sea
absolutamente necesario.
182

9.- Disponer de la fuerza permanente de mar y tierra para la defensa exterior de la


República.

10.- Mandar en persona los ejércitos de la República en paz y en guerra. Cuando el


Presidente se ausentare de la capital, quedará el Vicepresidente encargado del mando
de la República.

11.- Cuando el Presidente dirige la guerra en persona, podrá residir en todo el territorio
ocupado por las armas nacionales.

12.- Disponer de la Milicia Nacional para la seguridad interior, dentro de los límites de sus
departamentos; y fuera de ellos, con consentimiento del Cuerpo Legislativo.

13.- Nombrar todos los empleados del Ejército y Marina.

14.- Establecer escuelas militares, y escuelas náuticas.

15.- Mandar establecer hospitales militares y casas de inválidos.

16.- Dar retiros y licencias. Conceder las pensiones de los militares y de sus familias
conforme a las leyes, y arreglar, según ellas todo lo demás consiguiente a este ramo.

17.- Declarar la guerra en nombre de la República, previo el decreto del Cuerpo


Legislativo.

18.- Conceder patentes de corso.

19.- Cuidar de la recaudación e inversión de las contribuciones con arreglo a las leyes.

20.- Nombrar los empleados de hacienda.


183

21.- Dirigir las negociaciones diplomáticas, y celebrar tratados de paz, amistad,


federación, alianza, treguas, neutralidad armado, comercio, y cualesquiera otros,
debiendo preceder siempre la aprobación del Cuerpo Legislativo.

22.- Nombrar los Ministros públicos, Cónsules y subalternos del departamento de


Relaciones Exteriores.

23.- Recibir Ministros extranjeros.

24.- Conceder el pase, o suspender las decisiones conciliares, bulas pontificias, breves y
rescriptos con anuencia del Poder a quien corresponda.

25.- Proponer a la Cámara de Censores, en terna, individuos para el Tribunal Supremo


de Justicia, y los que han de presentar para los Arzobispados, Obispados, Canongías y
prebendas.

26.- Presentar al Senado para su aprobación uno de la lista de candidatos propuesto por
el Cuerpo Electoral para Prefectos, Gobernadores y Corregidores.

27.- Elegir uno de la terna de candidatos, propuestos por el Gobierno Eclesiástico, para
curas y vicarios de las provincias.

28.- Suspender hasta por tres meses a los empleados, siempre que haya causa para ello.

29.- Conmutar las penas capitales decretadas a los reos por los Tribunales.

30.- Expedir, a nombre de la República, los títulos o nombramientos a todos los


empleados.
184

Art. 84º.- Son restricciones del Presidente de la República:

1.- El Presidente no podrá privar de su libertad a ningún peruano, ni imponerle por sí pena
alguna.

2.- Cuando la seguridad de la República exija el arresto de uno o más ciudadanos, no


podrá pasar de cuarenta y ocho horas sin poner al acusado a disposición del Tribunal o
Juez competente.

3.- No podrá privar a ningún individuo de su propiedad, sino en el caso que el interés
público lo exija con urgencia, pero deberá preceder una justa indemnización al
propietario.

4.- No podrá impedir las elecciones ni las demás funciones que por las leyes competen a
los Poderes de la República.

5.- No podrá ausentarse del territorio de la República, ni tampoco de la capital, sin


permiso del Cuerpo Legislativo.
185

CAPÍTULO II

Del Vicepresidente

Art. 85º.- El Vicepresidente es nombrado por el Presidente de la República, y aprobado


por el Cuerpo Legislativo, del modo que se ha dicho en el artículo 57º.

Art. 86º.- Por una ley especial se determinará el modo de sucesión, comprendiendo todos
los casos que pueden ocurrir.

Art. 87º.- Para ser Vicepresidente se requieren las mismas cualidades que para
Presidentes.

Art. 88º.- El Vicepresidente de la República es el Jefe del Ministerio.

Art. 89º.- Será responsable con el Secretario del despacho del departamento respectivo,
de la administración del Estado.

Art. 90º.- Despachará y firmará a nombre de la República y del Presidente, todos los
negocios de la administración con el Secretario de Estado del departamento respectivo.

Art. 91º.- No podrá ausentarse del territorio, de la República, ni de la capital, sin permiso
del Cuerpo Legislativo.
186

CAPÍTULO III
De los Secretarios de Estado

Art. 92º.- Habrá cuatro Secretarios del despacho, que despacharán bajo las órdenes
inmediatas del Vicepresidente.

Art. 93º.- Ningún Tribunal ni persona pública dará cumplimiento a las órdenes del
Ejecutivo que no estén firmadas por el Vicepresidente y Secretario del despacho del
departamento correspondiente.

Art. 94º.- Los Secretarios del despacho serán responsables con el Vicepresidente, de
todas las órdenes que autoricen contra la Constitución, las leyes y los tratados públicos.

Art. 95º.- Formarán los presupuestos anuales de los gastos que deban hacerse en sus
respectivos ramos, y rendirán cuenta de los que se hubieren hecho en el año anterior.

Art. 96º.- Para ser Secretario de Estado se requiere:

1.- Ser ciudadano en ejercicio.

2.- Tener treinta años cumplidos.

3.- No haber sido jamás condenado en causa criminal.


187

TÍTULO VII

DEL PODER JUDICIAL

CAPÍTULO I

Atribuciones de este Poder

Art. 97º.- Los Tribunales y Juzgados no ejercen otras funciones que la de aplicar leyes
existentes.

Art. 98º.- Durarán los Magistrados y Jueces tanto cuanto duren sus buenos servicios.

Art. 99º.- Los Magistrados y Jueces no pueden ser suspendidos de sus empleos, sino en
los casos determinados por las leyes; cuya aplicación, en cuanto a los primeros,
corresponde a la Cámara de Senadores y a las Cortes del distrito, en cuanto a los
segundos, con previo conocimiento del Gobierno.

Art. 100º.- Toda falta grave de los Magistrados y Jueces en el desempeño de sus
respectivos cargos, produce acción popular, la cual puede intentarse en todo el término
de un año, por órgano del Cuerpo Electoral.

Art. 101º.- La Justicia se administrará en nombre de la Nación; y las ejecutorias y


provisiones de los Tribunales superiores se encabezarán del mismo modo.
188

CAPÍTULO II

De la Corte Suprema

Art. 102º.- La primera magistratura judicial del Estado residirá en la Corte Suprema de
Justicia.

Art. 103º.- Esta se compondrá de un Presidente, seis Vocales y un Fiscal, divididos en


las salas convenientes.

Art. 104º.- Para ser individuo del Supremo Tribunal de Justicia se requiere:

1.- La edad de treinta y cinco años.

2.- Ser ciudadano en ejercicio.

3.- Haber sido individuo de alguna de las Cortes de distrito judicial.

Art. 105º.- Son atribuciones del Supremo Tribunal de Justicia:

1.- Conocer de las causas criminales del Vicepresidente de la República, Secretarios de


Estado y miembros de las Cámaras cuando decretare el Cuerpo Legislativo a ver a
formación de causa.

2.- Conocer de todas las causas contenciosas de Patronato Nacional.

3.- Examinar las bulas, breves y rescriptos cuando se versen sobre materias civiles.

4.- Conocer de las causas contenciosas de los Embajadores, Ministros residentes,


Cónsules y Agentes Diplomáticos.
189

5.- Conocer de las causas de separación de los Magistrados de las Cortes de distrito
judicial, y Prefectos departamentales.

6.- Dirimir las competencias de las Cortes de Justicia entre sí, y las de éstas con las
demás autoridades.

7.- Conocer en tercera instancia de la residencia de todo empleado público.

8.- Oir las dudas de los demás Tribunales, sobre la inteligencia de alguna ley, y consultar
al Ejecutivo para que promueva la conveniente declaración en las Cámaras.

9.- Conocer de los recursos de nulidad que se interpongan contra las sentencias dadas
en última instancia por las Cortes de Justicia.

10.- Examinar el estado y progreso de las causas civiles y criminales pendientes en las
Cortes de distrito, por los medios que la ley establezca.

11.- Ejercer, por último, la alta facultad directiva, económica y correccional sobre los
Tribunales y Juzgados de la Nación.

CAPÍTULO III

De las Cortes de Distrito Judicial

Art. 106º.- Para ser Vocal de estas Cortes es necesario:

1.- Tener treinta años cumplidos.

2.- Ser ciudadano en ejercicio.

3.- Haber sido juez de letras, o ejercido la abogacía, con crédito, por cinco años.
190

Art. 107º.- Son atribuciones de las Cortes de distrito judicial:

1.- Conocer en segunda y tercera instancia de todas las causas civiles del fuero común,
hacienda pública, comercio, minería, presas y comisos, en consorcio de un individuo de
cada una de estas profesiones en calidad de conjuez.

2.- Conocer de las competencias entre todos los Jueces subalternos de su distrito judicial.

3.- Conocer de los recursos de fuerza que se introduzcan de los Tribunales y autoridades
eclesiásticas de su territorio.

CAPÍTULO IV

Partidos Judiciales

Art. 108º.- En las provincias se establecerán partidos judiciales proporcionalmente


iguales, y en cada capital de partido habrán Juez de letras con el Juzgado que las leyes
determinen.

Art. 109º.- Las facultades de estos Jueces se reducen a lo contencioso, y pueden


conocer sin apelación en los negocios civiles, hasta la cantidad de doscientos pesos.

Art. 110º.- Para ser Juez de letras se requiere:

1.- La edad de veintiocho años.

2.- Ser ciudadano en ejercicio.

3.- Ser abogado recibido en cualquier tribunal de la República.


191

4.- Haber ejercido la profesión cuatro años con crédito.

Art. 111º.- Los Jueces de letras son responsables personalmente de su conducta ante
las Cortes de distrito judicial, así como los individuos de éstas lo son ante el Supremo
Tribunal de Justicia.

CAPÍTULO V

De la Administración de Justicia

Art. 112º.- Habrá Jueces de Paz en cada pueblo para las conciliaciones; no debiéndose
admitir demanda alguna civil, o criminal de injurias, sin este previo requisito.

Art. 113º.- El ministerio de los conciliadores se limita a oír las solicitudes de las partes,
instruirlas de sus derechos, y procurar entre ellas un acomodamiento prudente.

Art. 114º.- Las acciones fiscales no admiten conciliación.

Art. 115º.- No se conocen más que tres instancias en los juicios.

Art. 116º.- Queda abolido el recurso de injusticia notoria.

Art. 117º.- Ningún peruano puede ser preso sin prudente información del hecho, por el
que merezca pena corporal, y un mandamiento escrito del Juez ante quien ha de ser
presentado; excepto en los casos de los artículos 84, restricción 2: 123 y 133.

Art. 118º.- Acto continuo, si fuere posible deberá dar su declaración sin juramento, no
defiriéndose ésta en ningún caso por más tiempo que el de cuarenta y ocho horas.
192

Art. 119º.- Infraganti todo delincuente puede ser arrestado por cualquier personal, y
conducido a la presencia del Juez.

Art. 120º.- En las causas criminales el juzgamiento será público: reconocido el hecho y
declarado por Jurados (cuando se establezcan); y la ley aplicada por los Jueces.

Art. 121º.- No se usará jamás el tormento, ni se exigirá confesión al reo.

Art. 122º.- Queda abolida toda confiscación de bienes y toda pena cruel y de infamia
trascendental. El Código Criminal limitará en cuanto sea posible la aplicación de la pena
capital.

Art. 123º.- Si en circunstancias extraordinarias la seguridad de la República exigiere la


suspensión de algunas de las formalidades prescritas en este Capítulo, podrán las
Cámaras decretarlo. Y si éstas no se hallasen reunidad, podrá el Ejecutivo desempeñar
esta misma función, como medida provisional, y dará cuenta de todo en la próxima
apertura de las Cámaras, quedando responsable de los abusos que haya cometido.
193

TÍTULO VIII

DEL RÉGIMEN INTERIOR DE LA REPÚBLICA

CAPÍTULO ÚNICO

Art. 124º.- El Gobierno superior político de cada departamento residirá en un Prefecto.

Art. 125º.- El de cada provincia en un Suprefecto.

Art. 126º.- El de los cantones en un Gobernador.

Art. 127º.- En cada pueblo cuyos habitantes no bajen de cien almas, por sí o en su
comarca, habrá un juez de paz.

Art. 128º.- Donde el vecindario en el pueblo o en su comarca pase mil almas, habrá (a
más de un juez de paz por cada doscientos) un Alcalde, y en donde el número de almas
pase de mil, habrá por cada quinientas, un Juez de Paz, y por cada dos mil un Alcalde.

Art. 129º.- Los destinos de Alcaldes y Jueces de Paz son concejiles, y ningún ciudadano,
sin causa justa, podrá eximirse de desempeñarlos.

Art. 130º.- Los Prefectos, Suprefectos y Gobernadores durarán en el desempeño de sus


funciones por el término de cuatro años, pero podrán ser reelegidos.

Art. 131º.- Los Alcaldes y Jueces de Paz, se renovarán cada dos años, mas podrán ser
reelegidos.
194

Art. 132º.- Las atribuciones de los Prefectos, Suprefectos, Gobernadores y Alcaldes serán
determinadas por la ley, para mantener el orden y seguridad pública, con subordinación
gradual al Gobierno Supremo.

Art. 133º.- Les está prohibido todo conocimiento judicial; pero si la tranquilidad pública
exigiese la aprehensión de algún individuo, y las circunstancias no permitieren ponerlo
en noticia del Juez respectivo, podrán ordenarla desde luego dando cuenta al Juzgado
que compete, dentro de cuarenta y ocho horas. Cualquier exceso que cometan estos
magistrados, relativo a la seguridad individual, o a la del domicilio, produce acción
popular.

TÍTULO IX

DE LA FUERZA ARMADA

CAPÍTULO ÚNICO

Art. 134º.- Habrá en la República una fuerza armada permanente.

Art. 135º.- La fuerza armada se compondrá del Ejército de línea, y de una Escuadra.

Art. 136º.- Habrá en cada provincia cuerpos de Milicia Nacionales, compuestos de los
habitantes de cada una de ellas.

Art. 137º.- Habrá también un resguardo Militar, cuya principal incumbencia será impedir
todo comercio clandestino.
195

TÍTULO X

REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

CAPÍTULO ÚNICO

Art. 138º.- Si pasados cuatro años después de jurada la Constitución se advirtiese que
alguno de sus artículos merece reforma; se hará la proposición por escrito, firmada por
ocho miembros al menos de la Cámara de Tribunos, y apoyada por las dos terceras
partes de los miembros presentes en la Cámara.

Art. 139º.- La proposición será leída por tres veces con intervalo de seis días de una a
otra lectura, y después de la tercera deliberará la Cámara de Tribunos si la proposición
podrá ser o no admitida discusión, siguiéndose, en todo lo demás, lo prevenido para la
formación de las leyes.

Art. 140º.- Admitida a discusión, y convencidas las Cámaras de la necesidad de reformar


la Constitución, se expedirá una ley por la cual se mandará a los Cuerpos Electorales
confieran a los Diputados de las tres Cámaras, poderes especiales para alternar o
reformar la Constitución indicando las bases sobre que deba recaer la reforma.

Art. 141º.- En las primeras sesiones de la Legislatura siguiente a la que se hizo la moción
sobre alterar o reformar la Constitución, será la materia propuesta y discutida, y lo que
las Cámaras resuelvan se cumplirá, consultado el Poder Ejecutivo sobre la conveniencia
de la reforma.
196

TÍTULO XI

DE LAS GARANTÍAS

CAPÍTULO ÚNICO

Art. 142º.- La libertad civil, la seguridad individual, la propiedad y la igualdad ante la ley,
se garantizan a los ciudadanos por la Constitución.

Art. 143º.- Todos pueden comunicar sus pensamientos de palabra o por escrito, y
publicarlos por medio de la imprenta sin censura previa; pero bajo la responsabilidad que
la ley determine.

Art. 144º.- Todo peruano puede permanecer o salir del territorio de la República, según
le convenga, llevando consigo sus bienes, pero guardando los reglamentos de policía, y
salvo siempre el derecho de tercero.

Art. 145º.- Toda casa de peruano es un asilo inviolable. De noche no se podrá entrar en
ella, sólo por su consentimiento; y de día sólo se franqueará su entrada en los casos y
de la manera que determine la ley.

Art. 146º.- Las contribuciones se repartirán proporcionalmente, sin ninguna excepción ni


privilegio.

Art. 147º.- Quedan abolidos los empleos y privilegios hereditarios y las vinculaciones; y
son enajenables todas las propiedades, aunque pertenezcan a obras pías, a religiones o
a otros objetos.

Art. 148º.- Ningún género de trabajo, industria o comercio puede ser prohibida, a no ser
que se oponga a las costumbres públicas, a la seguridad, y a la salubridad de los
peruanos.
197

Art. 149º.- Todo inventor tendrá la propiedad de sus descubrimientos y de sus


producciones. La ley le asegurará un privilegio exclusivo temporal, o resarcimiento de la
pérdida que tenga en el caso de publicarlo.

Art. 150º.- Los Poderes Constitucionales no podrán suspender la constitución, ni los


derechos que correspondan a los peruanos, sino en los casos y circunstancias
expresadas en la misma Constitución, señalando indispensablemente el término que
deba durar la suspensión.
198

Bibliografía

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e_1826
200

Indice

Dedicatoria .................................................................................................................... 2

Introducción ................................................................................................................... 3

Antecedentes Históricos .............................................................................................. 4

Órgano Encargado de la Constitución.......................................................................51

Preámbulo ....................................................................................................................69

Parte Dogmática ..........................................................................................................72

Poderes del Estado .....................................................................................................83

Reforma Constitucional ............................................................................................. 111

Paralelo de la Constitución ....................................................................................... 117

Conclusiones.............................................................................................................. 158

Recomendaciones ..................................................................................................... 160

Anexos ........................................................................................................................ 161

Bibliografía.................................................................................................................. 198

Indice........................................................................................................................... 200

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