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Material de estudio 3
11.1. Introducción 3
11.2. Los condicionantes de la percepción del riesgo 5
11.3. La información y la percepción del riesgo 7
11.4. La homeostasis del riesgo 13
11.5. Bibliografía 16
Material de estudio
11.1. Introducción
Nuestra respuesta se basa en procesos que tienen que ver con los mecanismos de
nuestra memoria. Debido a ellos, nos resulta más fácil recuperar y recordar las
palabras por las letras que empiezan que por cualquier otra incluida en ellas. Las
palabras que empiezan por «k» son más accesibles, pero eso no significa que
realmente sean más abundantes.
Realidad.
Sensación.
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
Fantasía.
Percepción.
Una sensación es una impresión que percibe un ser humano cuando uno de sus
sentidos es estimulado. Una fantasía no es más que una imagen como expresión de
la facultad que tiene el ánimo de reproducir, por medio de imágenes, las cosas
pasadas o lejanas, de reproducir las ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
Una percepción es una sensación interior que resulta de una impresión material
hecha en nuestros sentidos.
Así, por ejemplo, donde más seguro se siente el paciente es en una unidad de
cuidados intensivos. Este es, tal vez, el servicio de mayor riesgo en la asistencia
hospitalaria, habida cuenta de la extraordinaria instrumentalización de la asistencia
sanitaria que, por lo general, exigen para la atención al paciente. Es decir, los servicios
que más riesgos acumulan suelen ser los que los pacientes «erróneamente» perciben
con más seguridad.
Entre los condicionantes del riesgo, no cabe duda de que la magnitud del
daño como consecuencia de la exposición al riesgo es crucial.
Hoy tenemos mucho más presentes los daños del hábito tabaquero que en los 70, y
no solo por la evidencia científica y las estadísticas, es decir, por «la evaluación del
riesgo por la ciencia», sino, sobre todo, por las imágenes, por los recuerdos de las
personas próximas que han padecido cáncer de pulmón y han fallecido, es decir, por
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
El miedo al riesgo —bien porque este sea controlable, poco evidente o de bajo
impacto, en cuyo caso será poco importante; o, por el contrario, porque sea difícil de
reducir, con impacto claro en el sujeto; o por riesgo creciente o simplemente
incontrolable— también acabará configurando una diferente percepción del riesgo,
en este caso, de mayor trascendencia.
«¿hay algún caso que presentar?... una mujer de 32 años tiene programada
una cirugía para hoy. Sufría intensos dolores de cabeza y le hicieron un
escáner cerebral... un aneurisma en medio de una arteria cerebral… Los
dolores que padecía la paciente habían sido en realidad bastante leves y el
aneurisma era un hallazgo fortuito, se había descubierto por casualidad. No
tenía nada que ver con los dolores… tiene un riesgo de rotura de 0,5%
anual… si se rompe el 15% de los pacientes muere de inmediato, y otro 30%
muere en unas semanas por una hemorragia posterior, así que la tasa de
mortalidad anual pasa a ser del 4%... ¿qué deberíamos hacer?... los
radiólogos intervencionistas dicen que es inabordable por sus técnicas…
Podrías operarlo… Pero ¿debería hacerlo? …si no hacíamos nada, la paciente
podía acabar sufriendo una hemorragia que probablemente causaría un
derrame catastrófico o la mataría. Pero también podía morir la cabo de
muchos años de otra cosa, sin que el aneurisma llegara a romperse nunca.
En ese momento gozaba de buena salud; el dolor de cabeza por el que se le
había hecho el escáner era irrelevante, y la paciente había mejorado. El
aneurisma se había descubierto por casualidad. Si la operación podía
provocar un derrame y dejarla discapacitada; el riesgo de que pasara algo
así rondaría el 4 o el 5%. De modo que corría más o menos el mismo riesgo
si se sometía a la intervención que si pasaba toda la vida sin hacerse nada.
Sin embrago, si no hacíamos nada, se vería obligada a vivir sabiendo que
tenía ese aneurisma plantado en el cerebro, y que podría matarla en
cualquier momento…. ¿Qué deberíamos hacer?... ¿hablar con ella?...
¿cuáles son los riesgos de la intervención?... ¿qué haría usted si estuviera en
mi lugar?... Quiero operarme…no quiero vivir con esa cosa en mi cerebro».
Esta historia, este párrafo pone de manifiesto dos cuestiones clave en la percepción
del riesgo. Por un lado, la idea de los riesgos competitivos; si existen los dos y hay
que elegir uno de ellos, ¿cómo elegir?, y, sobre todo, ¿cuáles serán los determinantes
de la elección? Y, por otra parte, la influencia de la información del profesional como
condicionante de la elección por parte del paciente, que no es problema menor.
© Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
Evidentemente, son coincidentes; pero, si somos el enfermo, ¿cuál de las dos formas
preferimos? La primera, sin duda. Sin embargo, a un ordenador le daría lo mismo.
En 1982, se llevó a cabo una investigación en Estados Unidos que mostró que los
cirujanos —como humanos que son— también sucumben al efecto del
enmarcamiento. Los participantes en el experimento, basándose en datos clínicos
reales, informaron sobre una intervención quirúrgica de una determinada manera a
un grupo de ellos y de otra distinta a un segundo grupo. Concretamente, se les dijo
esto: «La supervivencia media para esta intervención es del 93 %», «La mortalidad
media para esta intervención es del 7 %». Los cirujanos informados en positivo
―sobre la supervivencia― se mostraron más dispuestos a recomendar esta
operación a sus pacientes.
Nuestro cerebro interpreta igual una probabilidad del 8 % y otra del 1%.
Asimismo, nuestra ilógica con los porcentajes la podemos detectar en el hecho
de que preferimos que la probabilidad de que nuestro avión se estrelle sea de
0,000001 (1/1 000 000) que de 0,0000009 (9/10 000 000). En este caso, lo de
menos es el resultado; la elección depende simplemente de que, en el primer
supuesto, hay un uno en lugar de un nueve, y por este motivo la probabilidad
nos parece menor.
La actitud corporal.
El tono de voz.
Esto contrasta con la escasa preocupación a que dan lugar riesgos más comunes y
bien conocidos, como:
Por un lado, una serie de condiciones latentes que incluyen la cantidad y calidad
de los recursos, la llamada cultura de la seguridad y las características del contexto
institucional.
Por otro, los profesionales y equipos que desarrollan su actividad en el entramado
asistencial.
Debemos señalar que, para que el sistema sea dinámico, siempre debe existir un
umbral de actuación —diferencial— entre el riesgo percibido y el aceptado, dado
que todas las acciones tendrán un riesgo tácito. Cuando ambos son iguales, el
individuo no tomará ninguna acción que le conlleve riesgo y optará por no hacer nada
―lo cual es improductivo y va en contradicción a las actuaciones naturales―.
11.5. Bibliografía
2. Wilde G. Target Risk: Dealing with the Danger of Death, Disease and Damage in
Everyday Decisions. Toronto: PDE Publications; 1994.
Aranaz JM, Buil JA. Gestión Sanitaria: acerca de la coordinación entre niveles
asistenciales. Med Clin (Barc). 1995;106:182-4.
Bennett P. Understandig reponses to risk: some basic findings. En: Bennett P, Calman
K, editores. Risk communication and Public Health. Oxford: Oxford University Press;
2005:3-32.
Acosta DE. ¿Por qué más es menos? La paradoja de la insatisfacción en riesgos. SIC.
2012 feb.;98,78-80 [citado 2022 feb. 3]. Disponible en:
http://www.deacosta.com/wp-content/uploads/2014/01/SIC-
98_Teoria_de_la_Homeostasis_del_Riesgo.pdf