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Cuaderno de cátedra.

Breve introducción al problema del conocimiento científico.


Jorge E. Douglas Price

1 El significado de “conocer”.
Qué significa conocer o saber algo? No intentaremos definir “a priori” nada,
aunque ya al hablar de “a priori”, comenzamos por mencionar implícitamente uno de los
problemas del conocimiento. Y esto será siempre así, el conocimiento todo lo abarca,
empieza desde sí mismo y por ende siempre que hablemos estaremos inmersos en
“alguna” teoría del conocimiento.
No obstante, trataremos de dividir problemas o cuestiones, para ir
comprendiendo más de cerca el problema.
Según propone Ricardo Guibourg en su obra Introducción al Conocimiento
Científico, lo primero que podemos hacer para situarnos en la cuestión es examinar los
usos lingüísticos, es decir como usamos las palabras que tienen que ver con el problema
del conocimiento, empezando con la misma palabra conocimiento.
Advertimos que usamos la palabra “saber” o la palabra “conocer” como si
fuesen homólogas y en situaciones muy diferentes.
Así por ejemplo puedo diferenciar tipos de de conocimiento:
a) conocimiento directo: conozco a la novia de mi hermano;
b) conocimiento de habilidad: conozco cómo hacer una sopa;
c) conocimiento proposicional: se que la hipotenusa es igual al cuadrado de
los catetos.
Pero, inmediatamente, aparece el problema: alguien puede decir: no sabes cómo
es la novia de tu hermano, o así no se hace la sopa, o ese teorema es falso. Ha aparecido
el mayor de los problemas del conocimiento: el problema de la verdad.
Decimos entonces que el conocimiento consiste en saber distinguir las
proposiciones verdaderas de las falsas.
2 La “realidad”
Pero aquí aparecen una serie de problemas que no es fácil resolver, y que no
podremos resolver ahora, bastará con decir que las respuestas a los mismos influyen y
mucho en el desarrollo posterior.
Por ejemplo: ¿existe la realidad? Si existe, ¿qué cosa es eso a lo que llamamos
realidad? ¿Cómo en todo caso podría corroborarlo? ¿Cómo es que inferimos que eso
que hacemos es conocer algo? ¿Qué decimos cuando decimos que conocemos algo? ¿Se
trata de un estado de la mente? ¿De una capacidad para hacer algo?
La primera respuesta, la más ingenua, pero también la más aceptada
vulgarmente es que conocemos la realidad del mundo que nos rodea por los sentidos, lo
que equivale a decir que el mundo ES REAL.
Pero todo lo que tenemos, como sujetos cognoscentes, es nuestro aparato
psíquico y nuestro aparato psíquico podría engañarnos convenientemente acerca de que
el mundo existe.
La discusión pasa a ser entonces si tenemos una ilusión del mundo (Calderón de
la Barca: “que todo en la vida es sueño y los sueños, sueños son”) o, por el contrario,
existe un mundo "allí afuera" de nosotros, es decir una "realidad objetiva" la que por vía
de sucesivos contrastes de experiencias puede ser conocida, es decir que podemos llegar
a distinguir percepciones erróneas de percepciones acertadas.
Dice un poema del poeta italiano Eugenio Montale: “Quizás una mañana,
andando bajo un aire de vidrio, árido, volviéndome, veré cumplirse el milagro: la nada
a mis espaldas, el vacío tras de mi, con un terror de borracho. Luego, como en una
pantalla, acamparán de pronto, árboles, casas, colinas para el habitual engaño. Pero
será demasiado tarde; y yo me iré callado entre los hombres que no se vuelven, con mi
secreto”.

La idea de la irrealidad del mundo (o de que el mundo sea solo un producto de


nuestra mente) es algo que conmueve desde siempre todos los paisajes que portamos,
los más firmes y acabados. Sin embargo, aún cuando decidimos, como generalmente
decidimos, “que el mundo está ahí”, una sospecha, similar a la que tenemos cuando no
reconocemos nuestro rostro en el espejo, nos asiste de tanto en tanto para recordarnos la
ficcional constitución de la verdad (Lacan).

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Así, otra posición sostiene que aún cuando exista una realidad externa, ella solo
puede ser conocida por los sentidos, los que nos dan una "imagen" no necesariamente
coincidente con la "realidad". Pero, para esta teoría, de todos modos, existen "objetos
ideales" los que son cognoscibles por la razón. Emanuel Kant, que de él se trata,
distinguirá entre juicios a priori y juicios a posteriori, como los pertenecientes al
conocimiento analítico - los primeros – y al conocimiento sintético los segundos. Para
entendernos, en el breve marco de esta introducción, podríamos decir que los primeros,
los analíticos, se corresponden con el pensamiento basado en la especulación racional,
en la “razón pura”, mientras que los segundos, los sintéticos, son producto del
pensamiento basado en la experiencia, la empirea, lo que no implica que éstos últimos
carezcan de “racionalidad”.

3 Un objeto para un sujeto?


Tradicionalmente se ha afirmado que la cuestión del conocimiento es una
relación entre sujeto y objeto, donde el sujeto “aprehende” al objeto a través de las
facultades de la mente.
Ahora bien, sin embargo, la discusión sobre el problema del conocimiento suele
girar de modo implícito o explícito, en torno al problema de esa “relación” entre
“sujeto” y “objeto” del conocimiento.
Ello nos lleva a considerar, en primer lugar, si existen algo así como un sujeto y
un objeto.
Claro que esto es paradojal pues toda reflexión acerca del conocimiento es una
cuestión de conocimiento, que está sujeta por ende a las mismas preguntas o dudas,
como de si es posible conocer, en dónde se origina el pensamiento (si en la experiencia
o en la mente), si existe algo así como una relación entre un “sujeto” y un “objeto”; cuál
es el criterio que usamos para decir que un enunciado es verdadero y finalmente qué
tipos de conocimiento hay (lo que a su vez puede volvernos sobre las anteriores
cuestiones).
Por lo tanto la reflexión acerca del conocimiento es, de suyo, autorreflexiva,
puesto que a toda afirmación que hagamos sobre el conocimiento en general le
corresponderán las mismas preguntas, es decir las mismas dudas que pudiéramos
formularnos sobre cualquier conocimiento particular. Es decir si puedo dudar acerca de

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la afirmación de que la Tierra gira en derredor del Sol o viceversa (porque no sé cómo
es que puedo conocer eso), siempre podré dudar – sencillamente – sobre si puedo
conocer.
No olvidemos que el solipsismo (escepticismo extremo) niega la posibilidad de
todo conocimiento o, lo que es lo mismo, afirma que las afirmaciones o proposiciones
son válidas sólo para el que las piensa o enuncia. No es una discusión que vayamos a
desarrollar aquí, la dejamos insinuada para recordar que en el origen de todo el
problema del conocimiento existe una pregunta que pone todo "bajo sospecha" y esa
pregunta es: ¿el mundo o eso que llamamos la realidad, existen?

4 Las fuentes del conocimiento: memoria, percepción, testimonio.


Cualesquiera que fuesen nuestras ideas acerca del conocimiento in genere, lo
cierto es que las vinculamos siempre con algún tipo de “fuentes”, es decir “lugares” o
“modos” del origen de nuestros datos o fundamentos de nuestra creencia, origen al que
le atribuimos distintas propiedades en orden a producirnos confianza.
Ahora bien: ¿las fuentes nos dan confianza para qué? Las fuentes nos dan
confianza para obrar, actuamos como actuamos porque pensamos que en virtud de datos
provenientes de tales “fuentes” estamos en condiciones de asegurar que algo (una cosa,
un suceso, un pensamiento) es “un caso” de “algo”.
Pero cuidado: asegurar que algo es “un caso” es parte de nuestra estrategia
primordial de supervivencia. Definir que algo es “un caso” orienta nuestro obrar en los
casi infinitos sentidos que puede tener la expresión “orientación del obrar”, si por obrar
entiendo cualquier actitud humana, aún la de “hacer nada” en la vulgar expresión del
término.
Ahora veremos a partir de artículos tomados de enciclopedias algunos conceptos
que son necesarios a la comprensión del fenómeno del conocimiento humano.
Memoria1: La memoria humana es la función cerebral resultado de conexiones
sinápticas entre neuronas mediante la que el ser humano puede retener experiencias
pasadas. Los recuerdos se crean cuando las neuronas integradas en un circuito
refuerzan la intensidad de las sinapsis.

1
Wikipedia

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Estas experiencias, según el alcance temporal con el que se correspondan, se
clasifican, convencionalmente, en memoria a corto plazo (consecuencia de la simple
excitación de la sinapsis para reforzarla o sensibilizarla transitoriamente) y memoria a
largo plazo (consecuencia de un reforzamiento permanente de la sinapsis gracias a la
activación de ciertos genes y a la síntesis de las proteínas correspondientes).
La memoria humana, a diferencia de la memoria de los animales que actúa
principalmente sobre la base de sus necesidades presentes, puede contemplar el pasado
y planear el futuro. Respecto de su capacidad, se ha calculado el cerebro humano
puede almacenar información que “llenaría unos veinte millones de volúmenes, como
en las mayores bibliotecas del mundo”. Algunos neurocientíficos han calculado que en
toda una vida se utiliza solo una diezmilésima parte (0,0001) del potencial del cerebro2.
Percepción3: La percepción es la función psíquica que permite al organismo, a
través de los sentidos, recibir, elaborar e interpretar la información proveniente de su
entorno.
La percepción es el primer proceso cognoscitivo, a través del cual los sujetos
captan información del entorno, la razón de ésta información es que usa la que está
implícita en las energías que llegan a los sistemas sensoriales y que permiten al
individuo animal (incluyendo al hombre) formar una representación de la realidad de
su entorno. La luz, por ejemplo codifica la información sobre la distribución de la
materia-energía en el espacio-tiempo, permitiendo una representación de los objetos en
el espacio, su movimiento y la emisión de energía luminosa.
Testimonio4: (Del lat. testimonĭum). Tiene variadas significaciones, por
ejemplo: 1. m. Atestación o aseveración de algo. 2. m. Instrumento autorizado por
escribano o notario, en que se da fe de un hecho, se traslada total o parcialmente un
documento o se le resume por vía de relación. 3. m. Prueba, justificación y
comprobación de la certeza o verdad de algo. 4. m. Impostura y falsa atribución de una
culpa. 5. m. Ecd. Cada uno de los textos manuscritos o impresos que constituyen la
tradición textual de una obra.

2
Este artículo describe la memoria humana según del aprendizaje del Teoría del procesamiento de
información sustentado por la Psicología cognitiva.
3
Wikipedia.
4
Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española de Letras.

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5 Los “criterios de verdad”.
Vamos a aceptar ahora, para proseguir en este camino, que sea lo que fuere,
existe una “realidad” y que el problema del conocimiento se refiere a los enunciados
descriptivos, es decir a las proposiciones que se refieren a ella (a la realidad).
Más precisamente la cuestión principal será preguntarnos sobre cómo podemos
validar esas proposiciones o, lo que es lo mismo, cómo es que podemos decir que son
"verdaderas".
Allí tenemos entonces otro problema del conocimiento: el problema de los
llamados "criterios de verdad".
Existen tres teorías, al menos tres, que podríamos llamar “principales”:
a) La teoría de la correspondencia (Guibourg la ironiza celebrándola como
chocolate por la noticia), que es la que afirma que una proposición es verdadera si lo
enunciado por la proposición se corresponde con la realidad (la proposición papá me
trajo chocolate anoche, es verdadera si papá me trajo chocolate anoche, pero qué pasa si
un amigo te dice que te emborrachaste, alucinaste, y que el papel de chocolate que está
sobre tu mesa de luz es de uno que vos mismo compraste anoche en medio de tu estado
alucinatorio, para colmo, el ejemplo se complica, porque también tu amigo también
parece estar saliendo de un shock etílico).
b) Teoría de la coherencia (o bienvenidos al club) los enunciados
correspondientes a lo que denominamos conocimiento son verdaderos si no se
contradicen contra el cuerpo restante de enunciados.
Esta es de por sí una manera "difícil" de hablar. Veamos: ¿qué significa no
contradecir al cuerpo de enunciados?, ¿significa no contradecier a todos y cada uno de
los enunciados?; ¿ó solo a algunos que consideramos más importantes?; en todo caso,
¿hay un modo de seleccionar a cuáles?
Conviene aclarar, dice Guibourg, que lo que se entiende aquí por coherencia no
es lo mismo que se entiende por coherencia en lógica, existe además un segundo
requisito que además de la inexistencia de contradicción, las proposiciones que se
acepten como verdaderas puedan deducirse las unas de las otras; pero yo puedo realizar

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enunciados coherentes que no esté dispuesto a considerar como verdaderos, por ejemplo
(cito a Guibourg): decir que algunos perros tienen ocho patas se deduce perfectamente
del enunciado todos los perros tienen ocho patas, sin embargo pese a esta "coherencia"
me resisto a postular que dichos enunciados sean "verdaderos". Parece entonces que
esta teoría para refinarse necesita aceptar que habría al menos ciertos enunciados
"observacionales", es decir enunciados de "observación directa de la realidad" que
admitimos como verdaderos del mismo modo que admitimos como verdaderos los
primeros principios en los sistemas axiomáticos.
c) Teoría pragmática (o de la verdad como "éxito" o el chocolate del club)
quienes participan de esta teoría (William James, Charles Pierce) sostienen que un
enunciado es verdadero si (y sólo si) tiene efectos prácticos para quien lo sostiene,
entendiendo efectos prácticos como "los efectos prácticos buscados" para la
supervivencia o la prosperidad de quien la enuncia (de ahí la idea de “verdad como
éxito”).
Sea como fuere, dice Guibourg, ha de quedar claro que el concepto de verdad es
una decisión metodológica, decisión que pueden tener clara, a lo mejor, los
epistemólogos, o los científicos, y muy pocas veces las personas cognoscentes comunes,
que a veces son los mismos científicos puestos en una situación fuera de la ciencia.
Otro problema del conocimiento es la fuente del conocimiento: ¿de dónde
proviene el conocimiento? ¿El conocimiento, se origina en el intelecto o en la
experiencia? Los sostenedores de la primera posición han sido denominados
racionalistas (así Descartes o Leibniz), los del segundo, empiristas (Hume, Locke).
Lo cierto es que ese interesante debate que abarcó varios siglos y que implicaba
fuertes cuestiones políticas y religiosas, puede en cierto modo ser menguado si se
observa que en realidad el empirismo no es un irracionalismo (aunque, por otros
motivos, en materia moral Hume sea tomado como tal), y si también observamos que
admitimos que existen conocimientos que parecen ubicarse netamente en el plano del
intelecto (así las ciencias "ideales", lógica, matemáticas, etc.) y otros en el de la
experiencia (así precisamente las ciencias llamadas por lo mismo "experimentales",
física, química, biología, etc.), aún si teorías como las de Piaget ponen en duda esta
frontera.

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Podemos ahora plantearnos con esta introducción el problema del conocimiento
científico. Hago la salvedad de que no podré tratar aquí un problema metodológico
como lo es el problema del "lenguaje científico" en el sentido de que el desarrollo de lo
que damos en llamar el "conocimiento científico" mostró como es necesario que todo
campo del conocimiento desarrolle, valga la redundancia, un lenguaje "apropiado" para
describir su objeto.
El conocimiento científico se presenta en conglomerados de enunciados o
proposiciones en torno a ciertos sectores del universo (en el sentido más amplio de
"universo"), agrupados en torno a hipótesis, leyes o conjuntos de leyes que procuran
"describir" el objeto considerado. El modo en que estas proposiciones se fundan unas a
otras constituyen su "unidad lógica" (su coherencia) y el hecho de referirse a un "mismo
sector" del universo constituye su "unidad" temática.
6 Las características de la Ciencia o del conocimiento científico.
Enumeraré ahora sucintamente algunas características del discurso científico:
Es preciso: (tanto en el lenguaje que emplea, que pretende no tener vaguedad o
ambigüedad, cuanto en la adopción de patrones, medidas, parámetros que permiten
"contrastar" los fenómenos observados).
Es metódico: la actividad científica consiste básicamente en recopilar datos,
elaborarlos, extraer conclusiones, confrontar estas conclusiones con otros datos y el
resultado de otras investigaciones, ordenar esos resultados de modo sistemático
("coherente") y expresarlos con "precisión" (es decir con "economía semántica").
No es la única actividad metódica del ser humano, una receta de cocina es un
método, pero básicamente la idea de método se opone a la de azar, aunque a veces un
descubrimiento científico haya resultado por azar, tal como el descubrimiento de la
penicilina por Ian Fleming, quien experimentaba otra cosa y dejó un cultivo fuera de
cuidado sin querer, pero pudo “descubrir” algo porque estuvo observando
metódicamente y pudo observar el cambio que lo llevó al descubrimiento.
Si bien se acepta que el método científico tiene por objeto averiguar la "verdad"
(ya dijimos en que sentido hablamos de "verdad") de las proposiciones, lo que en
realidad hoy se acepta que las reglas metodológicas "científicas" se usan para encontrar
nuevas proposiciones "verdaderas".

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Ahora bien, un nuevo problema, nadie discute que, sea como sea, esta actividad
del hombre consiste en un tipo de "razonamiento" (aún los que sostienen que exista
conocimiento "intuitivo", no desconocen que una buena porción de lo que llamamos
conocimiento procede por vía de eso que llamamos "razonamiento"), pero por los
menos existen dos tipos de "razonamiento" ya admitidos desde Aristóteles: el
razonamiento deductivo (de lo general a lo particular) y el razonamiento inductivo (de
lo particular a lo general).
El primero es el típico de las ciencias ideales, la matemática, la geometría, la
lógica; el segundo el de las ciencias empíricas (física, química, biología, etc.).
El razonamiento deductivo procesa el material que se le somete pero no le
agrega nada diferente. De tal tipo de conocimiento lo prototípico son los cálculos, de allí
que la expansión del "conocimiento" humano haya llevado a la expansión del cálculo, la
invención del cálculo infinitesimal, las calculadoras, las computadoras, etc.
La palabra "inducción" ha sido extendida a diversos tipos de razonamiento o
hechos psicológicos que, por una razón u otra, caen fuera del concepto que usamos para
esta exposición.
Para algunos, como Aristóteles, existía un tipo de inducción llamada perfecta
porque se trata de un razonamiento en que en las premisas se enumeran todos los
miembros de la clase a la que se refiere la conclusión. Por ejemplo enumero
mencionándolos a todos los planetas del sistema solar, diciendo estos son planetas;
luego en la segunda premisa digo que los mismos mencionados en la primera premisa
giran sobre sí mismos, la conclusión diría que todos los planetas (del sistema solar)
giran sobre sí mismos. Sin embargo faltaría aquí el dato de que los enumerados en la
primera y segunda premisa son "todos" los planetas del sistema solar. Y esto no es un
dato menor en la historia de la ciencia (se puede recordar el ejemplo que Thomas Kuhn
cita en su libro "La estructura de las revoluciones científicas", como nunca podemos
afirmar definitivamente algo, por caso cuáles son “todos los planetas del sistema solar”.
Recuerda así como de la observación de la supuesta “irregularidad” de la órbita de un
cierto planeta, pudo deducirse la existencia de otro, dado que la fuerza gravitacional de
aquél que “no se veía” desviaba la trayectoria del que “se veía”. En este ejemplo puede
observarse la interrelación entre tipos de conocimiento, paradigmas y percepción.

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Dice Guibourg que la inducción, en su ejemplo clásico, es un procedimiento
conclusivo amplificatorio. Sin embargo, precisamente aquí aparece el célebre problema
planteado por Hume: ¿cómo podemos afirmar que lo que observamos que ocurre o ha
ocurrido de un determinado modo, hasta aquí, necesariamente ha de seguir ocurriendo
así, por los siglos de los siglos? Hume sostiene que deducir que de que algo haya
sucedido siempre de un modo no se sigue lógicamente que siempre que se repitan las
condiciones, va a volver a suceder (idea sobre la que está apoyado, como se verá, todo
el desarrollo de la ciencia).
La posición de Hume conduce a una suerte de irracionalismo, el de afirmar que
lo que sostiene la teoría de la inducción es una fe irracional que consiste en afirmar que
lo que he observado como repetidamente ocurrente va a volver a ocurrir de ese modo.
(Debemos anotar aquí que la aparición temprana de este modo de pensar es lo que
produce el pasaje que denominamos “del mitos al logos", en el siglo V aC., en Grecia).
Este cambio es paralelo al del giro del politeísmo al monoteísmo, idea que está
asociada a la de un solo Dios rector de todo el universo, que dota de regularidad y reglas
únicas al mismo.
El primero que sistematizó la idea de la inducción y con ella el método científico
fue Francis Bacon (siglo XVI), Inglaterra.
Sin embargo, vale advertirlo, la inducción "no puede nacer de gajo" (como no
nació de gajo el invento de la penicilina, no puedo observar y/o "deducir" nada si no
tengo un aparato intelectual previo con el cual hacer la observación, ese instrumento es
lo que llamamos hipótesis (recordar el ejemplo de Newton y la manzana: la caída de la
manzana en su cabeza no podría haberlo hecho pensar en la ley de gravedad si él no
hubiese dispuesto ya de los conocimientos que poseía).
Ahora bien, ¿cómo llego a formular una hipótesis? Si es cierto que las hipótesis
se inventan, ¿qué garantía tenemos de que las conclusiones sean verdaderas?
Karl Popper quien fuera reconocido como sistematizador del método "hipotético
deductivo" estableció hacia 1934 que ya no se podía considerar al conocimiento
científico como la simple aplicación del razonamiento inductivo y/o el deductivo. Debía
reemplazarse esa idea por una que pusiese más el acento en los procedimientos de
justificación de enunciados que se usaban en el terreno del discurso científico.

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Una hipótesis se elabora cuando se establece un problema (y también es un
problema, establecer un problema), así podemos también decir que hay un camino de
las hipótesis, a través del cual se van refinando por sucesivos acercamientos.
Pero, a su vez, la hipótesis no está destinada a funcionar en un discurso aislado
sino en medio del discurso científico propio del campo o ciencia donde se formula y
debe guardar "coherencia" con las mismas (a menos que se trata de una hipótesis
revolucionaria en el sentido de Kuhn, es decir que intenta contradecir el paradigma
explicativo vigente).
Una vez establecida se intenta corroborar su validez, a través de un número
indefinido de comprobaciones empíricas, a través de experimentos controlados. Si esto
ocurre tenemos una proposición que ha logrado un grado de confirmación y en este
sentido es verdadera. La ciencia empírica no puede ir más lejos, llamamos leyes
naturales (o científicas) a las hipótesis científicas suficientemente (hay que admitir que
es un término vago) confirmadas.
Si el enunciado observacional es "falsado" dice Popper, la hipótesis resulta
entonces refutada (debemos recordar su idea del camino de la ciencia como el de un
continuo y recursivo desplazamiento de Conjeturas a Refutaciones, de donde se podría
decir que para Popper el conocimiento científico es siempre "conjetural").

7 Kuhn y las "revoluciones científicas" o la teoría de los paradigmas.


Ahora bien, el progreso de la ciencia ha sido lineal, el desarrollo que ha seguido
puede observarse como una serie de conjeturas y refutaciones, meramente.
Thomas Kuhn sostiene básicamente que no en todo momento se puede hablar de
progreso de la ciencia, que, en ocasiones, esta palabra, la palabra progreso carece de
significado, en las ciencias se producen revoluciones caracterizadas por los que él
denominó "paradigmas".
La investigación científica se desarrolla a cada momento con un paradigma
dominante, así cuando el modelo era la física newtoniana se podía pensar al universo
como finito y al tiempo reversible, con la física de Einstein, el universo se revela
infinito y el tiempo irreversible (aunque el mismo Einstein no lo haya visto así).

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¿Qué es un paradigma? Es un grupo de proposiciones aceptado por la
comunidad científica en un momento dado, que postula lo que se conoce como ciencia
en ese momento. Ese paradigma es el trasfondo, el telón de fondo, si se quiere la
hipótesis básica de toda investigación científica en ese momento y determina los límites
y alcances de la misma ciencia. En definitiva es el consenso de los científicos el que
determina ese paradigma y por ende qué es lo científico o qué es lo verdadero en cada
ocasión.
Si nos paramos un paso más atrás, existe también un paradigma de lo que es
científico en cada época, así podemos analizar por ejemplo la historia del mismo
pensamiento científico desde Aristóteles a Lakatos, pasando por Descartes, Hume o
Popper.
La última relación: no hay garantías de que el consenso científico no esté
preñado de prejuicios que, a su vez, determinen “verdades y falsedades”, el único medio
de minimizar este riesgo es el debate abierto, público, de todos los posibles interesados,
conscientes sin embargo de los riesgos de toda comunicación, lo que Luhmann
denominara como principio de doble contingencia, lo que implica poner en cuestión la
misma categoría de “consenso”. No obstante a ello parece conectarse la condición de
posibilidad de la democracia.
Popper vincula en su obra “La sociedad abierta y sus enemigos” al progreso
científico con la democracia y viceversa, en el sentido de que las condiciones de libertad
(de la comunicación) son las que favorecen el desarrollo de la ciencia y ésta es la que
favorece el progreso de las condiciones de la vida humana (aún cuando lo que
denominamos progreso cae necesariamente en el círculo del mismo paradigma en el que
esa condición humana es definida como tal).

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