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LINGÜÍSTICA
CÁTEDRA “A”
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Guiomar E. Ciapuscio Notas de clase 6 Lingüística A – Curso virtual 2020
colocar en sus divisiones los pensamientos. La idea de Saussure es que también el plano
de los sonidos se define como una sustancia informe, que denomina materia plástica.
Los sonidos son una masa que las lenguas pueden moldear, definir y formar.
Entre la masa amorfa de los pensamientos y la sustancia fónico-plástica de los
sonidos ocurre la lengua. La lengua es una intermediaria entre los dos planos, que da
forma tanto al plano de las ideas confusas como al plano de los sonidos indeterminados.
La lengua es “el dominio de las articulaciones”. Saussure recurre a un famoso esquema
para tratar de mostrar esta relación:
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Otra imagen que Saussure usa para explicar la manera en la que opera la lengua
respecto de los pensamientos amorfos y la materia de los sonidos es la de una capa de
agua con la cual entra en contacto una brisa. El contacto del aire produce determinadas
ondulaciones, determinadas formas sobre el agua. En esas ondulaciones se manifiesta la
unión de los dos elementos. Y la comparación más famosa de Saussure es la de la
lengua como una hoja de papel: en el anverso está el pensamiento y en el reverso, la
materia fónica. No puedo cortar las partes constitutivas de esa hoja de papel que es la
lengua, porque si afecto a una cara, necesariamente también estaré afectando a la otra.
Esto quiere decir que, para Saussure, resulta imposible separar al sonido del
pensamiento, o aislar al pensamiento del sonido. Esta separación sólo puede ser
realizada por medio de procesos de abstracción. Por lo tanto, el territorio propio de la
lingüística debe ubicarse en esta zona limítrofe e intermediaria. El campo de la
lingüística es el de la conformación de significados organizados en sonido organizado.
Al comienzo del Capítulo encontramos la definición que guía toda su
argumentación: la lengua no puede ser otra cosa que un sistema de valores puros.
Ahora bien, para este sistema de valores puros, la idea de que el signo es arbitrario
resulta fundamental. La arbitrariedad es la ausencia de motivos para que, a una porción
acústica determinada, deba corresponderle una idea determinada. Justamente lo
arbitrario del signo es lo que nos permite comprender mejor por qué es el único hecho
social que crea un sistema de valores, es decir, el sistema lingüístico. Los valores son
dados por la colectividad que los establece. Su única justificación de ser se encuentra en
el uso de la lengua por parte de esa comunidad. Un individuo, por sí solo, no puede
cambiar el valor de determinado elemento o de una estructura lingüística.
Ahora bien, la noción de valor emana, no de cada signo, sino del sistema
completo: en el sistema encuentra su razón de ser. En términos saussureanos, no es
correcto indagar sobre el valor de un elemento aislado, porque la noción misma de valor
emana de la noción de sistema, y el sistema se define como un conjunto de elementos
interrelacionados. Es decir, para determinar el valor no es admisible comenzar por un
elemento aislado, sino que hay que poner siempre en relación un término del sistema
con otro término del mismo sistema. El valor es una noción relativa: siempre necesita
de, al menos, otro elemento.
Llevando esta idea de valor al terreno de los ejemplos concretos, Saussure elige
trabajar con ejemplos del nivel de la palabra. En este sentido, divide su exposición en
dos partes. Aplica la noción de valor tanto al plano del significante como al plano del
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semejantes, es decir, vale también por su relación respecto de los otros billetes disponibles
en ese sistema monetario. Un billete puede ser comparado con valores similares de su
mismo sistema. Lo mismo ocurre con las palabras y con los signos elementales de la
lengua.
Veamos un ejemplo. SI queremos traducir al español la palabra inglesa fish
tenemos dos opciones: pez y pescado. En el vocabulario del español, se utiliza pez con el
rasgo semántico [+viviente] y pescado con el rasgo semántico [-viviente]. Se ve
claramente que es imposible decir que la palabra pescado “vale” lo mismo que fish en
inglés. El valor de pescado es distinto, porque está ligado con la presencia simultánea, en
su sistema del español, de un signo relacionado que designa al mismo animal pero
distinguiéndolo por el rasgo [+/-viviente]. En español, para responder acerca del valor
semántico de pez, debo considerarlo en relación con su par correspondiente: pescado. En el
contenido que el inglés designa con un solo signo lingüístico, fish, el español distingue con
dos signos lingüísticos, a partir de un rasgo del significado que el inglés no toma en cuenta.
Veamos otro ejemplo, considerando sólo el castellano, laa palabras huésped y
anfitrión. En principio, un anfitrión es quien tiene un huésped en su casa, y un huésped es
quien está alojado en la casa de un anfitrión. Sin embargo, si consultamos el diccionario,
encontraremos que la distinción entre los significados respectivos no es tan clara. Observen
la entrada huésped que trae el diccionario de la lengua española
(https://www.diccionarios.com):
huésped, a
(Del lat. hospes , -itis, hospedador, hospedado.)
1 s. Persona que está alojada en casa de otra o en un hotel o fonda .
EJEMPLO: los huéspedes protestaron por la mala calidad de la comida.
SINÓNIMO: alojado, convidado, invitado
2 Persona que hospeda a otra en su casa .
EJEMPLO: el huésped acompañó al salón a sus invitados.
SINÓNIMO: anfitrión
3 BIOLOGÍA Vegetal o animal en cuyo cuerpo se aloja un parásito que vive a costa de él.
NOTA: También se escribe: huéspede
El diccionario informa dos acepciones (más una tercera para el campo de la biología) con
significados contrarios. Según las distintas acepciones, la palabra huésped puede significar
los dos polos de la relación. Por huésped puedo entender la persona que se hospeda en casa
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ajena, o puedo entender que se trata de la persona que hospeda a otro en su casa.
Evidentemente, el significado más usado y difundido es el que liga a huésped con la idea
de un sujeto pasivo; por eso aparece como primera acepción y, en cambio, el significado
inverso o menos difundido es el que aparece como segunda acepción o posibilidad.
Es interesante acotar que la palabra anfitrión proviene de un nombre propio: Anfitrión era
un rey tebano que daba espléndidos banquetes. Si observamos este artículo de diccionario,
un rasgo que separa a anfitrión de huésped es que la última palabra siempre aparece como
entidad activa (la que recibe). Hay un solapamiento en la zona de significación de ambos
términos, pero también hay una diferencia. Este pequeño campo de dos signos lingüísticos
me muestra que hay una zona de significación en la cual estas palabras -estrechamente
asociadas por su significado- pueden distribuirse. Puedo establecer una oposición entre
huésped y anfitrión. Al mismo tiempo, también observo que existe una ambivalencia en el
significado de huésped. Esa ambivalencia hace que el término pueda significar tanto uno
como otro extremo de la relación {estar en casa de}. Puedo estar en una casa, ya sea como
huésped o como anfitrión y, en este último caso, también puedo utilizar la palabra huésped.
Ahora contrastemos estos dos términos en alemán. La idea de alguien que se
encuentra en la casa o a la mesa de otro se expresa Gast, es decir, la traducción de huésped
al alemán es Gast. En cambio, en el otro extremo de la relación, la persona que hospeda en
su casa o en su mesa es Gastgeber (in) para designar a aquel o aquella que aloja recibe en
su mesa. El alemán apela a la composición de palabras: a Gast le agrega geber (in),
nominalización que deriva del verbo geben (dar/brindar). En este otro sistema de valores,
constituido por la lengua alemana, podemos encontrarnos con una zona de significación
claramente separada para cada caso.
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Español Alemán
Español huésped1= “persona que Gast (-(e)s|Gäste)
recibe alojamiento o “ huésped.
comida en casa de otra o en invitado, convidado (a
un hotel” comer).
huésped2= “persona que cliente m. (cliente de hotel,
hospeda a otra en su casa” etc.).”
Alemán anfitrión (a): “Persona que Gastgeber (in): “anfitrión,
recibe invitados en su casa dueño (a) de la casa”
o en su mesa”
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Para el habla coloquial, nuestro dialecto prefiere utilizar la serie acá/allá. Sólo
cuando necesitamos hacer una distinción de medianía es cuando recurrimos a ahí. Sin
embargo, aunque no la use, ningún hablante del español de Buenos Aires ignora la otra
serie. Más allá de que se utilice con menor frecuencia, en un corte sincrónico, la serie
aquí/ahí/allí está presente en nuestro sistema del español. Fíjense que en el español
rioplatense se combinan los dos subsistemas, porque solemos utilizar más acá/allá pero
incorporando también ahí, cuando las circunstancias lo requieren.
Ahora bien, hay razones de historia de la lengua para que esto ocurra. Las lenguas
son fenómenos dinámicos. Si comparamos las lenguas romances, vamos a encontrar
muchísimos desplazamientos. En los sistemas de ciertas lenguas donde había tres
opciones, una de ellas cayó completamente en desuso y esos sistemas se han convertido en
binarios.
La zona pronominal es muy productiva para contrastar los elementos del sistema.
Tomemos, por ejemplo, los pronombres personales de 2ª persona. En el español, dispongo
de tres formas pronominales para designar a mi interlocutor: vos, tú y usted. El vos es una
forma propia de un tratamiento de confianza. El usted se corresponde con un tratamiento
de respeto. El tú es una variante dialectal del tratamiento de confianza que se usa en
España y varios países latinoamericanos. En el español rioplatense no la utilizamos; sin
embargo, esto no implica que no dejemos de manejarla como una posibilidad virtual del
sistema. De hecho, la comprendemos perfectamente cuando vemos películas o cuando
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interactuamos con personas de esas procedencias. Incluso es bastante usual observar que
personas voseantes cuando se encuentran en países tuteantes opten por esta forma, por
razones de índole personal o particular.
Veamos ahora cómo se da el fenómeno del valor con otro tipo de entidades propias
del sistema: las categorías morfológicas. En español la categoría de género es binaria, se
subdivide en masculino y femenino (sin entrar ahora en las cuestiones de lenguaje
inclusivo, para la explicación). Los sustantivos pueden ser masculinos, femeninos y de
género inherente -es decir, sólo masculinos o sólo femeninos-. Un sustantivo como árbol
es inherentemente masculino, mientras que otros pueden variar, por ejemplo, actor/actriz.
Consideremos una serie mínima de fonemas del español, por ejemplo, la bilabial
sorda /p/ y la bilabial sonora /b/. Puedo determinar que se trata de dos unidades con valor
en el sistema del español a partir de la prueba de la contrastación. Debo buscar un contexto
idéntico, es decir, donde coincida todo el resto de la cadena segmental, y enfrentar
entonces a las dos unidades que quiero contrastar. Tomemos, como ejemplo, [bato] y
[pato]. Lo que observo es que la alternancia entre la bilabial sonora y la bilabial sorda
produce un contraste de significado. Además, el test de la conmutación debe estar en
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condiciones de ser expandido sobre la base de los rasgos diferenciales mínimos de las
unidades fonemáticas. Tanto /p/ como /b/ son bilabiales y orales; por lo tanto, el rasgo de
contraste entre ambos es el criterio sonoridad/sordez. En /p/ no hay vibración de las
cuerdas vocales, mientras que en /b/ sí lo hay. Tengo que encontrar el rasgo opositivo, el
rasgo que me permita determinar el límite de valor, es decir, en qué se diferencia /b/
respecto de /p/, una vez encontradas las semejanzas.
El límite para distinguir un fonema de otro, para realizar una distinción fónica
relevante respecto de otra, está dado por la capacidad del miembro de la comunidad
lingüística para individualizar el elemento distintivo. Los hablantes tenemos cierta
elasticidad para pronunciar o escribir una lengua. Determinados grafemas o formas fónicas
pueden ser realizados con ciertas variantes. Saussure da el ejemplo de las distintas formas
de escritura de la letra "t". Las diversas formas de escritura, dentro de ciertos límites, no
generan ningún conflicto para identificar la unidad distintiva. Existen variantes de
realización cuyo límite es la posibilidad de reconocer a la entidad distintiva que realiza esa
variante.
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Cada lengua elige sus propias unidades fónicas distintivas, cada lengua posee sus
propios límites. La libertad de realización queda acotada por el criterio de que esa
realización no se confunda con otra unidad distintiva.
En español digo /'bweno/ y /'baso/. La diferencia entre los grafemas "b" o "v" no
resulta significativa para el español, ni tampoco una pronunciación forzada de "v", como la
que se utilizaba en los dictados escolares. En cambio, para el alemán esa diferencia fónica
sí es distintiva. Por ejemplo, la palabra vino se dice Wein. En cambio, si utilizo el fonema
/b/, produzco un cambio de significado: Bein, que significa "pierna".
Por todo esto, es fundamental al aprender una lengua extranjera identificar cuáles
son las unidades distintivas del plano fónico, en tanto son distintas que las del español.
Cada lengua configura sus propias unidades distintivas y, por lo tanto, el valor de una
unidad no puede ser trasladado a otra lengua o sistema. No es trasladable en el plano del
significado, ni tampoco en el plano del significante. La lengua no porta ni sonidos ni ideas
preexistentes al sistema. La lengua porta diferencias conceptuales y fónicas: diferencias
que son resultantes de ella en tanto sistema. Siguiendo a Saussure, importa muy poco lo
que un signo aislado tiene de significado o de forma fónica. Lo que sí importa es lo que ese
signo tiene a su alrededor. Porque es en ese alrededor donde vamos a encontrar las
unidades de límite y contraste para cada signo respecto de los otros. Es en este sentido que
Saussure llega a su famosa frase: en la lengua no hay más que diferencias. La lengua es un
sistema de diferencias, de diferencias de sonido y de diferencias de significado.
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totalidad, la lengua puede ser definida como un juego de oposiciones lingüísticas. Podemos
concluir entonces que, en una lengua, todo se basa en relaciones.
Esto nos permite pasar al segundo tema de hoy: los dos tipos de relaciones básicas
que establece Saussure para el sistema lingüístico y que ya adelantamos: las relaciones
sintagmáticas y las relaciones paradigmáticas, que son tratadas en el capítulo V del Curso.
Las relaciones del sistema lingüístico se despliegan en dos planos distintos y, cada una de
ellas, produce un determinado orden de valores. El examen de estos dos tipos de relaciones
nos permite comprender mejor el funcionamiento del sistema lingüístico.
Estos dos tipos de relaciones se corresponden con dos tipos de actividad mental.
Un primer tipo de actividad mental se realiza en forma secuencial, en presencia y
simultaneidad. Todos estos atributos se corresponden con las relaciones sintagmáticas, que
se realizan en el discurso, en la extensión. Un segundo tipo de actividad mental se realiza
por asociación y en ausencia. Estos atributos se corresponden con las relaciones
paradigmáticas.
Por otro lado, tenemos las relaciones paradigmáticas, las cuales son de tipo
asociativo y se dan fuera del discurso -por eso son en ausencia-. Todo hablante, en su
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mente, conforma grupos a partir de relaciones diversas. Las relaciones asociativas, al ser
en ausencia, son más libres y no tienen, en principio, ninguna finitud preestablecida. Una
cadena asociativa podría no tener fin. En las relaciones sintagmáticas existe en cambio un
criterio de orden para la sucesión secuencial y un límite para el número de elementos. En
cambio, las relaciones paradigmáticas no están sujetas a un orden preestablecido ni están
limitadas a un número determinado de elementos.
Las relaciones sintagmáticas me permiten construir una palabra simple como pato
o una compleja como prejuzgar. En pato se produce el encadenamiento de dos sílabas. La
unidad silábica tiene sus propias reglas de combinación secuencial que son particulares
de la lengua dada; y en el encadenamiento de dos sílabas ya hay una relación sintagmática.
También pueden verificarse las relaciones sintagmáticas en la conformación de unidades
morfológicas y en la combinación de los formantes morfológicos de las palabras. En todos
estos casos, podemos verificar la existencia de un orden en esa sucesión. No puedo decir
*juzgarpre, porque siempre el prefijo va delante de la base.
Para entender mejor las relaciones asociativas, tomemos como ejemplo el prefijo.
Estas relaciones implican la posibilidad de pensar en aquellos elementos que por
asociación puedo relacionar con ese prefijo. Si mi asociación partiera de la idea de los
prefijos, evocaría el paradigma de los prefijos disponibles en español: /pre-/, /por-/, /re-/,
etc. Sólo he realizado un prefijo en el sintagma; pero puedo -por relación paradigmática-
evocar los otros. Se trata de una relación producida en ausencia, en el cerebro.
Estos dos tipos de relaciones son la base del sistema y articulan los elementos de
los distintos niveles. La organización de los distintos subsistemas de la lengua - el
fonológico, el morfológico, el sintáctico- se apoya en estos dos tipos básicos de
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