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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA 

MINISTERIOS DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA CIENCIA, TECNOLOGÍA.
UNIVERSIDAD DOCTOR JOSE GREGORIO HERNANDEZ

RECONOCIMIENTO Y VALORACIÓN
DE LA DIVERSIDAD VALORACIÓN DE
LAS PERSONAS.

Nombre:
-Raúl Erick Pérez Chourio
C.i: 29.956.189

ZULIA, MARACAIBO, 5 de Octubre de del 2022


Elaborar un informe desarrollando el tema a continuación

• Respeto a la libertad y autonomía personal

• Realización habitual de actos de generosidad y solidaridad, dentro del marco


del Reconocimiento y respeto por la justicia, la verdad, los derechos humanos y
el bien Común.

• Valores Personales y Sociales


Respeto a la libertad y autonomía personal

Todas nuestras democracias constitucionales limitan de algún modo el poder del


Estado sobre el individuo; establecen, en otras palabras, un ámbito de autonomía
como no interferencia o libertad negativa. Ahora bien, el modo específico de
regulación de dicho ámbito varía significativamente de constitución en
constitución. Algunas, como la Constitución argentina, establecen un principio
general que contiene y del cual derivan al menos buena parte de los derechos
particulares explícitos (libertad religiosa, de trabajo, de reunión, de asociación, de
circulación, derecho de propiedad, a la intimidad, etc.). Otras, como las
constituciones mexicana, chilena y española, solo establecen esas libertades
particulares; la existencia del referido principio es algo cuya determinación queda
librada a la discusión doctrinaria y a las decisiones jurisprudenciales. En todo
caso, ¿existe tal principio como cuestión de moralidad política, con independencia
de lo que las constituciones particulares digan? ¿Cuál sería su fundamento? De
existir parece que sería deseable que las constituciones que solo lo tienen
implícito le den una formulación explícita.

En el ámbito privado entonces rige el principio de autonomía como no


interferencia. Nino lo formula en los siguientes términos: “Siendo valiosa la libre
elección individual de planes de vida y la adopción de ideales de excelencia
humana, el Estado (y los demás individuos) no debe interferir en esa elección o
adopción, limitándose a diseñar instituciones que faciliten la persecución individual
de esos planes de vida y la satisfacción de los ideales de virtud que cada uno
sustente e impidiendo la interferencia mutua en el curso de tal persecución”

En general la libertad se puede definir como la capacidad que tienen los individuos
de obrar según su voluntad, si un individuo no tiene un margen de opción y decisión
entonces no se puede decir que es responsable de sus actos ya que la
responsabilidad es inseparable de la libertad de la voluntad, y la palabra autonomía
la podemos definir como la capacidad de tomar decisiones por iniciativa propia,
entonces si un hombre no tiene autonomía en sus decisiones deja también de ser
libre ya que no tiene la capacidad para decidir y obrar como se quiere. Entonces si
condicionamos a un individuo.

Realización habitual de actos de generosidad y solidaridad, dentro del


marco del Reconocimiento y respeto por la justicia, la verdad, los
derechos humanos y el bien Común.

En la actualidad, la sociedad globalizada está inmersa en el cumplimiento de unos


objetivos globales de “Desarrollo Sostenible”. Por ello, desde aquí se constata
que estamos ante una nueva era, la “era de la sostenibilidad”.
Por todo ello, ya no sólo se da un predominio y preocupación casi exclusiva en el
impacto económico generado, también se valoran los impactos de índole
ambiental y social.

Esta preocupación provoca el surgimiento de un nuevo ciudadano, que apoya


sin reservas el cumplimiento de los objetivos globales antes mencionados, por lo
que contribuye y promueve el apoyo al desarrollo sostenible. A este nuevo
ciudadano le hemos propuesto que se llame “ciudadano moral”.
La contribución al desarrollo sostenible supone un nuevo paradigma de actuación,
que debe apoyarse en una nueva conciencia global. Ésta se debe apoyar en una
serie de valores, aquí propuestos e incluidos en un código que se propuso con el
nombre de “eticismo”.

La solidaridad se refiere a ayudar sin recibir nada a cambio con la aplicación de


lo que se considera bueno. También se refiere al sentimiento y la actitud de
unidad, basado en metas o intereses comunes. Es ésta segunda acepción la
aplicable a efectos del propósito común de contribuir al desarrollo sostenible.
La generosidad es el hábito de dar o compartir con los demás sin recibir nada a
cambio. La generosidad no ha de estar basada solamente en actos paliativos
puntuales, ante desastres o siniestros de todo tipo. Al contrario, incluye las
intenciones puras del nuevo ciudadano de mirar hacia fuera para el bien común de
la sociedad, o bien de terceros individuos o grupos, y así dar ejemplo a los demás.
Aunando ambas definiciones para el propósito perseguido por el nuevo ciudadano,
éste actuará con solidaridad, es decir, será solidario con sus conciudadanos que
sienten y piensan lo mismo que él, aunados en la contribución al desarrollo
sostenible. Y su actuación será generosa en esfuerzo de tiempo y dedicación,
dando ejemplo y siendo referente.
Con estas prácticas promovidas desde este valor dual, se favorece la tarea de
implicar, previa explicación, con argumentos y razonamientos de las bondades del
apoyo y contribución al desarrollo sostenible, a nuevos ciudadanos y, por tanto, de
obtener nuevos apoyos a la causa global.

Hay que remarcar que este valor dual es uno de los valores que más
explícitamente valoran la contribución al bien común, además de pensar en el bien
propio. Es uno de los cambios más importantes a dar en el cambio de paradigma
global.

 Marco del reconocimiento y respeto por la justicia, la verdad, los derechos


humanos y el bien Común.

Sistema político latinoamericano todavía no ha instaurado una democratización


que impulse reformas estructurales, orientadas a la creación de sociedades
iguales, inclusivas y de bienestar generalizado. No es obvio, por lo tanto, que los
avances democráticos se correspondan con una mayor observancia de los
derechos humanos y de ciudadanía. Al contrario, su ausencia impide valorar, en
su justa dimensión, los avances democráticos conseguidos en las últimas dos
décadas. La confusa combinación de nacionalismo y populismo y de derecha e
izquierda ha desembocado en una política ineficaz, cuando no ha hecho colapsar
el sistema. El desafío del cambio social ha sido asumido en la actualidad por
partidos y movimientos que, en términos generales, se esfuerzan por vincular la
lucha por la democracia con el combate contra la desigualdad y la exclusión. Pero
los resultados obtenidos, al menos hasta ahora, no satisfacen las expectativas,
cuando no adolecen de ambigüedades e incluso de contradicciones. El
incumplimiento de las promesas genera cada vez más impaciencia, malestar y
frustración entre la población.

La sociedad dual, heredada del neoliberalismo, ha favorecido una mayor


concentración de la riqueza. En efecto, en las últimas dos décadas, ésta se ha
concentrado a un ritmo y en un volumen hasta ahora desconocidos. El mismo
mecanismo que hace a los ricos cada vez más ricos, empuja a las clases medias
por debajo de la línea de la pobreza y a los pobres les impide superar dicho límite.
El marginado de antes tenía la expectativa de volver al centro. El excluido de hoy
no posee esa posibilidad, porque el capitalismo neoliberal es intrínsecamente
excluyente. La marginalidad era un problema para el liberalismo. Pero para el
neoliberalismo, la exclusión sería parte de la lógica del crecimiento económico y
de la acumulación de capital. En el mejor de los casos, ofrece medidas paliativas
para poder sobrevivir en la exclusión y el empobrecimiento. Es por eso que
gobiernos, y sobre todo los organismos multilaterales, hablan de la urgente lucha
contra la desigualdad. Pero esta lucha todavía no ha tenido lugar o, en el mejor de
los casos, no es exitosa. Los llamados “objetivos del milenio”, que sólo se
alcanzarán de forma parcial y en un plazo más largo del previsto, responde a la
misma inquietud. La extensión y la profundidad de la desigualdad y la exclusión
son tales que se debe hablar de un “mal común”.

El mal común posee características de injusticia estructural e institucional. Las


estructuras son injustas y la violencia está institucionalizada cuando el derecho a
la vida, a la alimentación, a la salud, a la educación, a la libertad, al juicio justo, a
no ser capturado sin motivo, a no ser torturado, a la organización política y a la
libre expresión, es negado durante un tiempo prolongado.

El bien común es la contrapartida del mal común. Sin embargo, éste es una
realidad operante, mientras que aquél es una alternativa aún no concretizada. El
bien común posee las mismas características y dinamismo que el mal común, pero
orientadas a la justicia. El bien es común cuando su bondad afecta a la mayoría,
cuando el bien se difunde y cuando las estructuras e instituciones contribuyen a
que todos los seres humanos, y no sólo una minoría privilegiada, satisfagan sus
necesidades básicas y gocen de condiciones para construir su vida personal. El
bien es realmente común cuando propicia un tipo de vida en común. Es decir,
cuando nadie es privado de las condiciones básicas para su desarrollo personal y
cuando nadie se aprovecha del bien de todos en menoscabo del derecho de los
otros para servirse de él3. El mal común no tiene, por lo tanto, la última palabra.
Aun cuando su poder devastador es inmenso, la resignación está fuera de lugar,
porque no es una fatalidad inexorable. La posibilidad de construir un bien común
es real.

Valores Personales y Sociales

Los valores personales, como su nombre lo indica, dependerán de la personalidad


de cada quien. Para algunos será más importante el respeto y la amistad, para
otros la honestidad y el compromiso.

Sin embargo, existe una lista de valores que en términos generales son
importantes y reconocidos por todos.

Respeto

Respetarse a uno como individuo y respetar a los demás. Ser respetuoso es


valorar a quienes te rodean por ser las personas que son, es sinónimo de justicia y
tolerancia. El respeto también implica el cuidado espiritual y de salud propia.

Por ejemplo, respetar a las personas mayores escuchando con atención sus
consejos.

Tolerancia

Ser tolerante y respetar la vida que otros llevan. Es saber escuchar e intercambiar
opiniones. Entender que todas las personas somos individuos únicos y con rasgos
propios que a veces no nos agradan.
Por ejemplo, intercambiar ideas y opiniones, de manera respetuosa, con aquellas
personas que sabes que tienen otras costumbres y experiencias de vida.

Honestidad

Ser honesto es actuar bajo la verdad y ser sincero con lo que se expresa. No se
miente ni se engaña a los demás. Las personas honestas actúan desde el respeto.

Por ejemplo, decir la verdad al docente cuando se olvidó cumplir con una tarea o
actividad escolar y no responder con mentiras.

Responsabilidad

Es la capacidad de asumir responsabilidades y dar respuesta a un compromiso u


obligación. La responsabilidad también es un reflejo de la honestidad de las
personas, de que su palabra y compromiso es valedero. También implica asumir
las consecuencias de nuestros actos.

Por ejemplo, cuando se asume la responsabilidad de tomar un libro prestado por


unos días y devolverlo a su dueño, en buen estado y en el tiempo estimado.

Justicia

La justicia conlleva a la igualdad. Tratar a todos por igual respetando los derechos
y deberes que nos corresponden como personas que formamos parte de una
sociedad.

Ser equitativo en lo que se ofrece o aporta. Los deberes y derechos son iguales
para todos los ciudadanos.

Por ejemplo, si se comparte un pastel lo ideal es cortar trozos del mismo tamaño
para todos, y no unos más grandes que otros según se trate de persona más
apreciada que otra.
Libertad

Se refiere a la capacidad que tenemos las personas de pensar y tomar decisiones


sobre nuestra vida. La libertad de una persona se limita cuando afecta la de otra.
Ser libre es también ser responsable de los actos cometidos y obligaciones
adquiridas.

Los valores sociales son una clasificación de los valores en general, entendiendo
que son una representación de las cualidades y las virtudes que poseen y
representan a una persona, hecho u objeto.

Existen diversos valores que se pueden considerar como valores sociales. Sin
embargo, es importante exponer cuáles son los principales valores sociales y sus
ejemplos.

Respeto

El respeto es un valor sumamente apreciado por las personas. Es importante, ante


todo, respetarse a uno mismo y respetar a los demás. Es una manera de
reconocer que todos los individuos somos importantes más allá de las diferencias
que existan entre nosotros.

Por ejemplo, escuchar con atención la opinión de un compañero, aun cuando no


compartan las mismas ideas, es sinónimo de respeto.

Justicia

Poner en práctica la justicia puede resultar una tarea difícil, sobre todo porque se
trata de respetar y resguardar, de manera equilibrada, los derechos y los deberes
de los individuos en la sociedad.

Por ejemplo, cuando una persona estafa a otra a través de la venta de un vehículo
con problemas mecánicos ocultos, ésta debe ser penalizada según lo establecido
en la ley por haber ocasionado daños y haber engañado al comprador.
Amor

Amarse como individuo y amar a quienes nos rodean es un valor que genera
felicidad y confort. Amar es respetar y aceptar a los demás como son, reconocer
su libertad de pensamiento y acción. También implica dar apoyo sin pedir nada a
cambio.

Por ejemplo, es amor cuando aceptamos a un amigo tal como es y más allá de las
diferencias que puedan existir entre ambos, pues no lo juzgamos, al contrario, lo
ayudamos a superarse y ser cada día mejor.

Libertad

La libertad se refiere a ser libres de expresar nuestros sentimientos, de ser la


persona que deseamos pero, sin hacerle daño a quienes nos rodean. Libertad de
ser y hacer lo deseado. Sin embargo, al actuar de manera incorrecta ante la ley
puede limitar la libertad de un individuo.

Tolerancia

La tolerancia se refiere a aceptar que todos somos seres únicos con fortalezas y
debilidades. Por tanto, las diferencias siempre van a existir y, lo importante es
reconocerlas y saber respetarlas.

Por ejemplo, las opiniones sobre los resultados de un partido de fútbol pueden ser
muy diferentes para los espectadores. Sin embargo, la persona tolerante sabe
escuchar y compartir su opinión sin generar discusiones ni sobreponer su palabra
ante los demás.

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