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La verdad científica y religiosa en

GALILEO GALILEI
de Bertolt Brecht

Cristina González Fernández


Pensamiento filosófico y científico
1º Curso grado en Filosofía
Grupo 2

1
ÍNDICE

Introducción …………………………………………………………………. 3

1. El final del milenio de la fe ………………………………………….. 4


2. La verdad científica: demostración del sistema de Copérnico ………. 6
3. La verdad religiosa: las escrituras …………………………………… 8
4. Choque de las dos verdades: la sentencia …………………………… 12
5. La única verdad ……………………………………………………… 14

Conclusión: pensamiento filosófico y científico …………………………….. 15

2
Introducción

En su obra Galileo Galilei, Bertolt Brecht expone una metáfora del conocimiento
científico enfrentado a todo lo que intentaba negarlo en su época -la religión, las
costumbres, la opinión general, etc- por medio de diferentes escenas teatrales de la vida
del físico más famoso de su tiempo, Galileo Galilei.

En el siguiente trabajo expositivo me dispongo a analizar la obra de Brecht


centrándome en la cuestión de La verdad científica y religiosa en el pensamiento de la
época y los intereses que se encuentran detrás de ella.

3
1. El final del milenio de la fe.

La obra comienza con Galilei en su lugar de trabajo en Padua. Allí lo acompaña


Andrea, un niño pequeño hijo de la ama de llaves que lo escucha sin prejuicios y con
curiosidad. El hecho de que exista este personaje a través del cual el científico nos
transmite sus ideas en la obra resulta muy significativo, pues supone la metáfora de “el
hombre del futuro”. Galilei está convencido de que se encuentra al comienzo de una
nueva era protagonizada por una nueva ciencia moderna y que, por tanto, en el futuro,
todos contarán con los conocimientos que le está inculcando al niño y la actitud curiosa
y dubitativa de este es la que debería interiorizar cada individuo: “el tiempo viejo ha
pasado y estamos en una nueva época”1.

Durante la conversación, Galilei le explica a Andrea el funcionamiento de un


astrolabio, es decir, la representación del sistema de Ptolomeo, el cual “muestra cómo los
astros se mueven alrededor de la tierra, según la opinión de los viejos”2, haciendo así
referencia a la creencia de lo que Galilei consideraba ya ciencia antigua. Cuando el niño
se fija en los anillos del sistema, el científico le pregunta por el número de estos. Este
gesto muestra el nuevo punto de vista cuantitativo protagonista en la ciencia moderna.
Esta ciencia tiene, a diferencia de la anterior, las matemáticas como base, pues estas dan
lugar a un saber cierto, verdadero.

En otra ocasión, el protagonista le dice al niño que mirar no es observar. A partir


de esta afirmación podemos comprender que la observación a la que Galilei se refiere es
aquella en la que hay interpretación y razón. Durante siglos las personas miraban al cielo
convencidos de que allí arriba se encontraba su futura vida eterna; no obstante, con esta
simple observación utilizada de manera razonada se podría advertir esta falsedad. Andrea,
en este caso, destaca la imposibilidad de que el Sol permanezca inquieto cuando él mismo
advierte su movimiento todos los días. Por medio de una comparación, Galileo consigue
cambiar la creencia del niño, de forma que este varía su forma de mirar y comenzará a

1
Brecht, Galileo Galilei, p. 6.

2
Brecht, ibid.

4
observar en el momento que nuevamente se dirija hacia el cielo y contraste lo que ve con
la afirmación de Galileo.

A continuación de la escena anterior, aparece la madre del niño y culpa a Galileo


de las “falsas” enseñanzas de las que hace partícipe a Andrea. Se queja de que “los señores
del clero” protestan porque el niño “difunde esas cosas del diablo”. Este es un primer y
claro ejemplo de un choque de verdades. La verdad científica, después de ser puesta en
duda y reflexionada, queda aplastada por una verdad religiosa que se lleva manteniendo
siglos y que carece de los razonamientos anteriores. La principal diferencia entre ambas
verdades es que, a continuación de la afirmación de la primera, existió una explicación
que incluso se puso en comparación con situaciones cotidianas, mientras que la segunda
verdad fue solo afirmación, no hubo intento alguno de explicarla o argumentarla. El niño,
más adelante, incluso continúa poniendo en duda la verdad de Galileo y este vuelve a
aportar nuevas explicaciones.

En el final del primer acto Galileo le advierte a Andrea que no debe hablar de sus
ideas porque “la Superioridad lo ha prohibido”, a lo que el niño responde: ¡pero si es la
verdad! De la actitud mantenida por Andrea en ese momento podemos sacar dos
conclusiones básicas: por un lado, la confusión e incomprensión del niño ante la negativa
de que alguien quiera ocultar una verdad y, por el otro, su misma creencia de que esta
debe ser buscada y defendida en todo momento. En ese momento, Galileo le explica que
sus ideas tampoco son verdades, solo hipótesis. Las hipótesis tienen una gran importancia
en el pensamiento científico, pues, el funcionamiento de una ciencia es la búsqueda y
demostración de verdades. Para ello, primero es necesario considerar una cosa como
cierta y, posteriormente, demostrarla empíricamente. Las verdades religiosas, por el
contrario, carecen de demostraciones empíricas. Dicho de otro modo, podrían tratarse de
hipótesis tomadas como verdades.

5
2. La verdad científica: demostración del sistema de Copérnico.

Tal y como Galileo explicó al final del primer acto, las ideas que compartió con
Andrea sobre el heliocentrismo no eran más que hipótesis pues aún no habían sido
demostradas. No obstante, el 10 de enero de 1610, Galileo Galilei demuestra el
heliocentrismo gracias al telescopio, comprobando así que el sistema de Copérnico es
cierto. En ese momento nace una nueva verdad científica, una verdad que, gracias a sus
demostraciones empíricas, se convierte en absoluta: el Sol es el centro del Sistema Solar
y la Tierra gira a su alrededor. Con la demostración de esta verdad científica, la verdad
religiosa mantenida durante dos siglos se convierte en falsa. Si para demostrar este tipo
de verdades se llevase a cabo el mismo procedimiento que con las científicas, un hecho
así no hubiese tenido lugar, el que una verdad pase a convertirse en falsedad.

Sagredo, amigo del protagonista, le pregunta ante el descubrimiento dónde estaría


Dios -pues según la que era considerada verdad hasta el momento, Dios se encontraba en
el cielo-, a lo que Galileo le responde que, o en nosotros mismos o en ningún lado. A
continuación, tiene lugar una escena particular. Galileo afirma que, hasta el momento, él
no creía en el sistema de Ptolomeo, sino en el de Copérnico, pero como no podría
demostrarlo, se limitaba a enseñar el primero en sus clases de la universidad. Nuevamente
aquí aparece otra distinción entre ambas verdades, religiosa y científica. Las religiones se
basan en historias -recogidas en la Biblia en el caso de la religión católica- nunca
demostradas. El sistema de Ptolomeo tampoco había sido puesto en duda ni comprobado
y aún así fue expuesto como el único verdadero durante siglos. Sagredo, sin embargo,
afirma que este sistema sí fue comprobado por las Sagradas Escrituras. La verdad
científica nunca se podría basar en escritos sin demás pruebas, por muy sagrados que
estos escritos puedan ser.

“Creo en los hombres, es decir, en su razón”3, afirma Galileo, a lo que se opone


su amigo, creyendo que estos mismos hombres creen ciegamente en los que se les dice.
Esta razón en la confía Galileo no es solo la base de la verdad científica sino el eje central
sobre el que girará la Ilustración, culminando el fin del milenio de la fe. Esta razón

3
Brecht, ibid., p. 26.

6
comienza con poner en duda cuanto se conoce y, tras reflexionar sobre ello, creer
únicamente las verdades establecidas mediante el método científico.

Sagredo le advierte a Galileo sobre sus intenciones de ir a Florencia, considerando


que los monjes y el propio Papa no aceptarán su demostración pues solo escucharán la
afirmación constante de que están errados. “Ha sido abolido el cielo”4, sintetiza el mismo
Sagredo, para hacer ver a Galileo la gravedad de su afirmación.

En el cielo se había situado hasta el momento el lugar para la vida eterna en la


religión católica. Esta misma promesa de una vida más allá de la muerte tiene una doble
función en la religión:

Por un lado, supone la base de la creencia en la verdad religiosa, pues las personas
tienen miedo a la muerte, por eso se ven necesitadas de creer en una alternativa. Por tanto,
sin la existencia de ese cielo, no tendría sentido nada más.

Por otro lado, el cielo como una vida eterna de paz, opuesta al infierno, al
inframundo. Estos dos tipos de vida eterna suponen también un sustento de la religión
pues son los que hacen a las personas “hacer el bien”, para así no condenar su alma
después de la muerte.

De esta manera, la demostración de Galilei supuso la destrucción de la base de la


religión y de su sustento. En mi opinión, este hecho debía haber producido el derrumbe
absoluto de la verdad religiosa. Sin embargo, es sabido que esto no fue así, pues las
personas siguieron confiando en su religión y lo continúan haciendo en la actualidad,
cuando es bien sabido que el cielo como lugar para la vida eterna no existe y que los
escritos sagrados están repletos de falsedades.

4
Brecht, ibid., p. 30.

7
3. La verdad religiosa: las escrituras.

El sexto acto de la obra se sitúa en la sala del Colegio Romano en Roma, donde
altos representantes eclesiásticos charlan y bromean sobre los experimentos de Galilei.
Un monje expone una falacia de falso dilema y a su vez de hombre de paja al preguntar
públicamente: “¿qué es mejor, presenciar un eclipse de luna tres días más tarde que lo
indicado por el calendario o no alcanzar nunca la bienaventuranza eterna?”5, pretendiendo
afirmar que la investigación llevada a cabo por Copérnico carecía de utilidad.

Otro monje se acerca con la Biblia abierta y afirma que si el Sol permanece parado
no tiene sentido que las Sagradas Escrituras digan: “Sol no te muevas de encima de
Gabaón ni tú Luna de encima del valle de Ayalón”. Por lo tanto, lo que está haciendo
como ya observamos en otro acto es justificar una verdad solo por lo que está escrito en
las Sagradas Escrituras. Finalmente son los astrónomos de la escena los que afirman no
es necesario que le hombre lo comprenda todo y se retiran, por lo que los monjes creen
haber ganado la discusión.

A continuación, el primer erudito se dirige a Galilei para decirle que se ha caído


algo ahí abajo, a lo que el físico le responde que se ha caído hacia arriba. Galileo Galilei
hace referencia aquí a que no hay arriba o abajo, pues la tierra como él sabe, es redonda,
y lo que en algunas de sus regiones es abajo, en otras es arriba. El prelado gordo le llama
desvergonzado por hacer esa afirmación. Cuando la ciencia es contradicha, ella misma se
esfuerza en abrirse a las críticas y buscar nuevas explicaciones o reforzar las que ya tenía
con nuevas pruebas. La religión, por otro lado, se ha dedicado a lo largo de la historia a
negar los nuevos descubrimientos e incluso a asesinar a algunos de sus impulsores, como
fue el caso de Giordano Bruno -al que los personajes hacen referencia en varias ocasiones
a lo largo de la obra-, el cual fue quemado por hereje. Un cardenal muy viejo demuestra
esta tendencia de la religión cuando dice: “He oído que ese señor Galilei trasplanta al
hombre desde el centro del orbe a un borde cualquiera”, haciendo referencia a la falsa
idea de que la Tierra estaba en el centro del universo, frente a la verdad, que esta no solo

5
Brecht, ibid., p. 48.

8
no está en el centro sino que gira alrededor del sol, “por consiguiente y sin ninguna duda
es un enemigo de la naturaleza humana y como tal debe ser tratado”6.

Finalmente, el veredicto afirma la demostración de Galileo; él tiene la razón y


ahora “tienen que arreglárselas los teólogos para componer el cielo”7. Galilei responde
que no ha sido él quien ha vencido, sino la razón. En este primer gran enfrentamiento la
vencedora es, por tanto, la verdad científica frente a la religiosa.

Sin embargo, en el séptimo acto, la Inquisición pone la teoría de Copérnico en el


Index, es decir, en su lista de libros prohibidos. Galilei se encuentra en un baile en la casa
del Cardenal Belarmino, en Roma, donde los cardenales Barberini y el propio Belarmino
se enfrentan a Galilei afirmando que ellos desaprueban las teorías que contradicen las
Escrituras. Ambos cardenales niegan que la razón sea suficiente, a lo que Galilei responde
furioso que el cree en ella. Nuevamente, la razón vuelve a alzarse como la cuestión más
importante y que diferencia ambas verdades, científica y religiosa.

El principio del octavo acto tiene gran trascendencia en la cuestión de la verdad.


En él, el pequeño monje le dice a Galileo que ha decidido renunciar a la astronomía, pues
se le han revelado, como dice, “los peligros que traería para la Humanidad un afán
desenfrenado de investigar”8. Al fin y al cabo, investigar sí trae un peligro en cierto modo,
pero no para la Humanidad, sino para la religión. Se puede interpretar la renuncia de este
monje a investigar porque los descubrimientos científicos han comenzado a contradecirse
a la propia religión. De esta manera, a través de este personaje, somos partícipes al
comienzo de la separación de las dos verdades, religiosa y científica, pues si hasta el
momento fueron compatibles y se les pudo tratar como una, a partir de los
descubrimientos como el de Galilei, este fenómeno no podrá volver a darse, no volverán
a ser jamás una única verdad. El monje, como el mismo indica, estudio matemáticas, y si
bien hasta el momento sus trabajos de eclesiástico y científico fueron compatibles, ya no
lo son. Por tanto, podemos entender la vida del monje como una metáfora de lo que le
sucede a la propia humanidad en general y a la verdad en particular.

6
Brecht, ibíd., p. 49.

7
Brecht, ibíd., p. 51.

8
Brecht, ibíd., p. 60.

9
A continuación, poniendo el ejemplo de sus padres, el pequeño monje dice: “A
ellos no les va bien, pero aun en su desdicha se oculta un cierto orden”9. Interpreto ante
esta afirmación que, aunque sus padres puedan vivir en cierta pobreza, gracias a su fe en
la religión, a tener algo en que creer, pueden ser felices, su trabajo agotador se ennoblece
en cierto modo. La verdad revelada por la ciencia, por tanto, lo que hace atentando contra
la verdad religiosa es afectar a esas personas que necesitan algo en que creer. La respuesta
de Galilei al monje, en la que se le nota bastante furioso, se posiciona en contra de esa
creencia en algo “vacío”, afirmando que es necesario conocer la verdad, lejos de vivir en
la ignorancia solo para alcanzar una cierta felicidad. El pequeño monje le replica que
deben callar esa verdad por esos sagrados motivos a los que se refirió anteriormente y
relaciona la verdad religiosa con “la tranquilidad espiritual de los desdichados”10.

En conclusión, este diálogo entre Galilei y el pequeño monje tiene una gran
relevancia, pues muestra una consecuencia adicional a favor de la verdad religiosa: la
tranquilidad y supuesta felicidad de los creyentes de dicha verdad.

En el acto noveno acto Galilei lleva a cabo una acción destacable. El personaje de
Mucius aparece en su casa dispuesto a mostrarle los párrafos de su libro que reprochan la
teoría de Copérnico. Entonces, Galilei, con notable enfado le responde que “quien no sabe
la verdad solo es un estúpido, pero quien la sabe y la llama mentira es un criminal”11,
haciendo referencia a que Mucius realmente sabe que el sistema de Copérnico es
verdadero, pero lo niega por mantener la verdad religiosa en la que dicho sistema es falso.
La respuesta de Galilei no puede ser pasada por alto pues supone una gran importancia.
La verdad debe ser buscada siempre, en todas las sociedades, bajo pena de caer todas ellas
en una manipulación a manos de una minoría que se ocupe de todo el poder. Al fin y al
cabo, esto es lo que hizo la religión tras la demostración de muchas verdades científicas
que contradecían su propia verdad; en vez de reconocer la equivocación continuaron y
continúan tomando sus textos como los únicos verdaderos. De esta manera, consiguiendo
que las personas se convenzan de su verdad, es muy sencillo lograr posteriormente que

9
Brecht, ibíd., p. 61.

10
Brecht, ibíd., p. 62.

11
Brecht, ibíd., p. 66.

10
lleven a cabo los actos que la organización les ordene. Todo comienza y termina con la
verdad.

En el décimo acto podemos observar una de las vías llevadas a cabo para legitimar
la verdad religiosa: la cultura. En esta ocasión, aparecen juglares cantando contra Galileo.
Uno de ellos, el cantor de baladas, recita versos en los que cuenta como Dios ordenó al
Sol dar vueltas a la Tierra, y que ese hecho condiciona todo el sistema en el que los
cardenales giran en torno al papa, los arzobispos en torno al cardenal, etc, y califica este
orden con el nombre de orden consumado u ordo ordinum. A continuación, sigue
cantando que Galilei llegó y tiró la Biblia, obligando a este orden a detenerse.

La verdad religiosa, al fin y al cabo, busca dar explicaciones a todos los fenómenos
del mundo y así ordenarlo a su antojo. Su intención pudo ser buena en un inicio, para
convencer a la sociedad de que deben hacer el bien, no obstante, una vez que la verdad
científica es demostrada, estas antiguas verdades religiosas deben apartarse y reconocerse
como falsas, no intentar oponerse a las anteriores.

11
4. Choque de las dos verdades: la sentencia.

En el onceavo acto, Galilei y su hija acuden al palacio de los Médici en Florencia,


donde Cosme de Médici parece resentido con el físico insinuándole que observa
demasiado por su telescopio. A continuación, cuando la hija de Galilei le expresa su
miedo y deciden irse, un alto funcionario les advierte de que el coche de la Santa
Inquisición lo espera para llevarlo a Roma a ser interrogado. La corte florentina no se
encuentra ya en condiciones de oponerse al deseo de la Inquisición.

El doceavo acto representa una discusión entre el Papa Urbano VIII, ex Cardenal
Barberini y el Cardenal Inquisidor. Este último quiere condenar la demostración de
Galilei y enumera toda una serie de argumentos ya mencionados anteriormente,
mostrando el principal de ellos un ataque de Galilei a la fe humana. Sin embargo, al
mismo tiempo, el propio inquisidor quiere utilizar los planos de Galilei para la
navegación, lo que conseguiría beneficios económicos. En esta ocasión, por tanto, el
Cardenal Inquisidor, además de mostrar un claro oportunismo político está llevando a
cabo una acción que el propio Galilei condenó actos atrás: “quien no sabe la verdad solo
es un estúpido, pero quien la sabe y la llama mentira es un criminal”. Quedar evidente
así, que las grandes personalidades de la Iglesia que decidieron condenar a Galilei sí
pensaban que su demostración era verdadera, pero decidieron negarlo para proteger la fe
religiosa y así sus propios intereses.

En el acto trece ambas verdades, científica y religiosa se enfrentan bajo el juicio


de la Inquisición, juicio no neutral, por tanto. En el palacio de la Legación florentina en
Roma, están esperando amigos y alumnos de Galilei, Andrea y Virginia, para saber el
resultado de las acusaciones del tribunal inquisidor sobre Galilei. A través de las
conversaciones se sabe que Galileo fue encarcelado, maltratado e interrogado a la espera
del juicio. Andrea está convencido de que Galilei no se retractará de sus descubrimientos,
como quieren que haga, mientras que su hija Virginia reza para que se retracte. Un
individuo les indica que, si se retracta, tocarán las campanas a las cinco. Pasan las cinco
y no suena nada, por lo que sus amigos lo celebran, convencidos de que “ahora comienza
realmente la era del saber”12, debido al triunfo de la verdad científica sobre la verdad
religiosa. No obstante, suena la campana y todos se paralizan. Se escucha la retractación

12
Brecht, ibíd., p. 91.

12
de Galilei: “Yo, Galileo Galilei, maestro de matemáticas y de física en Florencia, abjuro
solemnemente lo que he enseñado, que el Sol es el centro del mundo y está inmóvil en su
lugar, y que la Tierra no es centro y no está inmóvil. Yo abjuro, maldigo y abomino con
honrado corazón y con fe no fingida todos esos errores y herejías así como también todo
otro error u opinión que se opongan a la Santa Iglesia”13. De esta manera, ha sido la
verdad religiosa la que se ha impuesto a la verdad científica a ojos del público, todo el
pueblo entenderá que Galilei mentía y que la Biblia refleja la única verdad. ¿Por qué ha
sucedido esto? Porque detrás de la verdad religiosa aparecen múltiples intereses, que
permiten utilizar la coacción como arma y a su favor.

Al final de este acto se realiza una lectura delante del telón compuesta enteramente
de palabras de Galileo Galilei. En ella, este afirma que los individuos pequeños tienen
más resistencia que los grandes. Interpreto esta lectura relacionando a los individuos
grandes con los poderosos, los cuales en malos momentos no contarán con ninguna
resistencia. Los individuos pequeños, por su parte, serían los defensores de la ciencia,
dispuestos a caerse y sufrir muchas veces para que al final se acabe conociendo su verdad.

En el décimo cuarto acto podemos observar a un Galileo anciano, con graves


problemas de vista y viviendo en su casa de campo. Aparece Andrea en la puerta, quien
se encuentra de viaje rumbo a Holanda, donde se dedicará a la ciencia. Este le reprocha a
Galileo que por culpa de su retractación tuvo lugar un retroceso incluso en los países que
escapan a la vigilancia de la Iglesia. El propio Descartes archivó uno de sus trabajos de
física a causa de dicha retractación. No obstante, Galilei le dice a Andrea que ha
terminado sus Discorsi en torno a dos nuevas ciencias: mecánica y leyes de gravitación.
Andrea afirma que pueden fundar una nueva física y Galilei le pide que los esconda en
su chaqueta, será el joven quien se encargue de difundirlos. En un diálogo sobre la
retractación de Galilei, Andrea comprende que el científico fue más útil habiéndose
retractado y vivo que sin haberlo hecho y muerto.

13
Brecht, ibíd., p. 92.

13
5. La única verdad.

Casi al final del acto catorce, el anciano Galilei realiza dos afirmaciones
relacionadas con la verdad científica y la religiosa respectivamente: “La ciencia comercia
con el saber, con un saber ganado por la duda”, teniendo en cuenta que la Iglesia nunca
duda, solo se conforma con lo que dicen las Escrituras y lo que hace es establecer un
“vaho nacarado de supersticiones y viejas palabras”14. La duda, por tanto, se establece
como un elemento imprescindible de la verdad científica, el único que puede llevar a la
cuestión primordial de esta: el uso de la razón.

Esta misma duda es puesta de manifiesto por Andrea en el último acto, tras pasar
el control fronterizo para salir de Italia y dirigirse a Holanda. Allí se encuentran unos
niños jugando y bromeando y uno de ellos le pregunta a Andrea si se puede volar. Él le
responde: “No se puede volar montado en un palo, por lo menos tendría que tener una
máquina. Pero todavía no existe una máquina así́. Tal vez nunca la habrá́ porque el
hombre es muy pesado. Pero es claro, no lo podemos saber. Nosotros no sabemos lo
suficiente, Giuseppe. Estamos realmente en el comienzo”15. Aquí se establece
nuevamente otra clara diferencia entre la verdad científica y religiosa. Hasta el momento,
las observaciones de Andrea como científico le han enseñado que el hombre no puede
volar, pues siempre va a “caer hacia abajo”, no obstante, duda de sus observaciones y no
se cierra a ningún suceso futuro. Un defensor de la verdad religiosa, de encontrarse en la
situación de Andrea, respondería rotundamente que no, que los seres humanos habitantes
en la tierra no pueden volar porque así lo dicen las Escrituras. El que no duda de sus
afirmaciones y se conforma con ellas no avanzará. La mayor prueba de esto es que en la
actualidad las verdades religiosas han confirmado su falsedad: la Tierra no es el centro
del universo, el Sol no gira a su alrededor, en el cielo que conocemos no hay lugar para
ninguna vida eterna, etc. Un científico duda, utiliza la razón y siempre continúa
investigando. No hay otra receta posible para alcanzar la verdad.

14
Brecht, ibíd., p. 101.

15
Brecht, ibíd., p. 106.

14
Conclusión: pensamiento filosófico y científico

A lo largo del análisis de la obra de Brecht nos hemos centrado en la


contraposición de dos verdades, la religiosa y la científica. La primera de ellas sustenta
su método en afirmaciones a priori, es decir, sin recurrir a la experiencia para su
confirmación como verdaderas. La verdad científica, sin embargo, recurre siempre a la
experiencia y establece afirmaciones a posteriori, como base de su método, del método
científico.

El método científico, además, avanza a través de la duda, de cuestionarse a sí


mismo, utiliza siempre la razón. Ambos conceptos, razón y duda, principales en la
definición del método científico, suponen también las bases del pensamiento filosófico:
el uso de la razón, la duda de todo cuanto se puede dudar, la reflexión. Una prueba de este
paralelismo entre el pensamiento científico y el filosófico es como fueron los pensadores
presocráticos los primeros en llegar a la conclusión de que todo debía estar formado de
átomos. El procedimiento de los presocráticos consistía en generalizar fenómenos
naturales conocidos para explicar el funcionamiento general de la naturaleza. Estaban
interesados en averiguar de qué están hechas las cosas y por qué cambian. Sus ideas eran
fructíferas como hipótesis científicas, lo único que habrían necesitado era el método
experimental para verificarlas. Los orígenes del pensamiento científico y del filosófico,
por tanto, no solo tuvieron grandes similitudes, sino que fueron el mismo, solo se
dividieron cuando la ciencia obtuvo la posibilidad de comenzar a experimentar.
Posteriormente, en la época de Galileo Galilei, el pensamiento científico se separó más
del filosófico al reconocer la gran importancia de las matemáticas y adoptar un método
mucho más cuantitativo. La verdad científica dejó de justificarse tanto por la observación
y fueron las demostraciones matemáticas las que tomaron gran importancia.

En conclusión, pensamiento científico y filosófico cuentan con un origen común


y responden a las mismas cuestiones. Cuentan además con la razón como instrumento
principal de su método.

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