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Introducción

Esta tesis tratará a el Nacional Socialismo en su relación con la historia

filosófica del pueblo alemán. Esta historia ideológica se constituye en dos

corrientes de pensamiento alemán, las cuales son el romanticismo y en el

irracionalismo. De igual manera, este trabajo pretenderá dar respuesta a la

“mal” intencionada pretensión de clasificar a el Nacional Socialismo como un

régimen político maligno y nocivo para la tan “apreciada” libertad del hombre.

La tesis aspira a ubicar al Nacional Socialismo como consecuencia resultante

de un trayecto que se encuentra en el pasado de la historia legítima del Volk

(pueblo) teutón, que lo une e identifica mediante su Weltanshaung (visión del

mundo), y que defiende con gran fuerza su cultura y su patrimonio político,

económico y social.

Los “guardianes” alemanes de estos valores supremos, crearían a

finales del siglo XVIII, durante todo el siglo XIX y principios del XX,

pensamientos filosóficos para combatir estructuras completas de diligencia

académica y sociopolíticas ajenas a las puramente germánicas. Estos

pensamientos filosóficos ajenos a la Weltanshaung provendrían de los nuevos

modelos de vida y producción técnica emanados de la sociedad industrial, y de

los elementos cientificistas propuestos por el racionalismo, los pensamientos y

la literatura que la Ilustración implementó y que son auspiciados, primaria y

universalmente, por la Revolución Francesa. Estas estructuras se

consideraban como intrusas, como usurpadoras, como “despojadoras” de la

grandeza teutona intentando arrebatar el patrimonio ancestral de su Grot Kultur

(gran cultura) germana. Es debido a ello que surgirán movimientos de reacción


filosófica, y que en esta tesis indico como los antecedentes filosóficos del

Nacional Socialismo: el romanticismo y el irracionalismo.

El Nacional Socialismo afirma ser la unión de lo único, puro y sacro de la

nación alemana, manifestándose en un nacionalismo exacerbado propio de la

naciente y tan trabajada unificación hacia una nación alemana. Es socialista,

no economicista o internacionalista, sino, nacionalista y romántica, proveniente

de un tiempo ancestral teutón, y que es única y solamente de ellos y de nadie

más. Así nace el Nacional Socialismo, el cual se armaría nuevamente, al igual

que sus Reiche (Imperios) antecesores, de un espíritu imperial, de un ímpetu

fascista y totalitario y de una esencia romántica e irracional.

La hipótesis de esta tesis, en consecuencia, es demostrar que el

nacimiento y desarrollo del Nacional Socialismo no se da tal cual como una

concepción de ideología política que surgió dentro de un determinado y

apresurado momento de la vida del Estado alemán, muy al contrario, la

hipótesis indicará, en consecuencia, que el Nacional Socialismo se vitaliza de

corrientes de pensamiento filosófico que provienen de tiempos más lejanos a

su propia aparición. Por lo tanto la hipótesis central de esta tesis es la

siguiente: “El Nacional Socialismo proviene de corrientes filosóficas más

antiguas en la historia alemana, las cuales se representan en el romanticismo y

en el irracionalismo”. Por lo tanto el Nacional Socialismo no puede ser

considerado como un simple movimiento de resistencia alemán.

Para sustentar dicha hipótesis será necesario indicar en el Capítulo

Primero lo que el Nacional Socialismo es, para ello será necesario situarlo

dentro de sus antecedentes históricos y el contexto político y económico

europeo en el que se presenta en el siglo XIX, repercutiendo en una nueva y


extraña sociedad industrial para la ancestral y unificada cultura germánica.

Seremos testigos de como el Nacional Socialismo acoplado en el III Reich, es

la consecución de un pasado milenario lleno de imperialismo, de reinos, de

culto al heroísmo y a la voluntad y al espíritu de sacrificio individual por el

pueblo teutón, que verían su “aparente” desaparición con la nunca reconocida

derrota, por las derechas alemanas, de su II Reich prusiano en 1918. No fue

sólo la esta teórica derrota que guiaba sus esperanzas hacia un definitivo

control hegemónico europeo, sino la implementación de “castigos” invasores al

patrimonio económico y cultural alemán, como lo fue el “Tratado de Versalles”,

los grandes gastos en capital que Alemania tuvo que sufragar por destrozar

naciones que no eran propicias para continuar y expandir el Reich, y que

fueron abandonados, estos valores teutones, por el nuevo “modelo” que

occidente traería consigo y que se representaría en la República de Weimar.

Así, sabremos el porqué del nacimiento de la esencia del Nacional Socialismo,

cómo nace y cómo se otorga a ella misma fuerza por medio de la Kultur

(cultura) germánica, dentro de una intensa glorificación hacia su pasado

ancestral. Son tiempos, éstos, de entreguerras, y es cuando las ideologías

nacen con pesos bélicos en toda Europa. El Nacional Socialismo contiene sus

propios elementos constitutivos, los cuales más que una ideología, serán un

cuerpo de culto a su herencia hegemónica como pueblo elegido entre todos,

como el único e idóneo para la supervivencia y, por ende, para el control total.

La doctrina fascista de dominio totalitario se expresarán dentro de este primer

Capítulo como elementos ideológicos y doctrinarios donde la corporación

nacional socialista toma lugar.


Para dar peso a esta fuerza filosófica de donde se le da vida a la

ancestral misión de Alemania sobre el resto del mundo, será la “vitalidad” del

romanticismo alemán la que emergerá con tal misión. El romanticismo alemán

es tratado dentro del Capítulo Segundo con el objetivo de presenciar como la

fuerte tendencia nacional germana se manifiesta mediante la creación de una

filosofía que expresa su tensión hacia una revitalización nacional mediante un

espíritu único como pueblo, y que sería derivado de una búsqueda sin término

del verdadero conocimiento de la realidad que el Nacional Socialismo

implementa. Por lo tanto, será imperativo entender los antecedentes que se

originan dentro de una tradición intelectual y política nacional tan poderosa

como lo es el Nacional Socialismo, que no se limita a la simple herencia

científica o filosófica de fines del siglo XIX, y que no responde en absoluto a los

ideales ilustrados, siendo, en consecuencia, la filosofía romántica alemana

opuesta a los valores universales que la Revolución Francesa expandió por

toda la Europa “liberalmente” dominada, en ese entonces, por los ejércitos

invasores napoleónicos. Seremos testigos del inmenso resurgimiento que en el

Nacional Socialismo hacen los posicionamientos románticos alemanes y que

revitalizarían su vida como pueblo y como nación; pueblo y nación que desde la

caída de su II Reich prusiano estaba escondida, empero, surgiría nuevamente

con una “vitalidad” suficiente para ser liberada con una fuerza descomunal.

Será necesario indicar que el romanticismo alemán se apoya sobre las dos

corrientes políticas principales del siglo XIX: el nacionalismo y el socialismo;

estas dos corrientes serían por mucho tiempo antagonistas. Esta aparente

derrota y la crisis alemana posterior a 1918 no hicieron más que reforzar esta

corriente romántica alemana, así se presentarán planteamientos que se hacen


desde el romanticismo alemán y que analizaremos en este primer Capítulo; es

prudente retomar a Horst von Maltitz, quien indica en cuanto:

La crítica frontal hacia de la democracia parlamentaria y


la aspiración a un gobierno fuerte son producto de la evolución
económica y política moderna. El liberalismo aparece como
superado. Para hacer frente a las nuevas tareas interiores y
exteriores, el Estado debe disponer de medios más amplios. El
parlamentarismo no fue aceptado jamás totalmente en
Alemania, ni siquiera después de 1918, y se lo ve como
producto de la Revolución Francesa, impuesto por el extranjero
victorioso. Weimar es el régimen de la derrota, antinacional por
esencia y nacimiento. La idea de Völkisch, el racismo y el
antisemitismo, la especificidad del pueblo y de la raza aria, y la
de un lazo estrecho entre el pueblo (naturaleza) y su perfección
(cultura) conoció una gran expansión y no solamente en
Alemania. La situación geopolítica de Alemania en Europa, sus
fronteras móviles y su reciente unidad, contribuyeron a la
necesidad de afirmar su superioridad.
El antisemitismo no es una exclusividad de Rusia o
Francia. En el plano político es en Austria donde alcanza su
desarrollo más brillante con Karl Lueger, intendente de Viena
entre 1897 y 1919. En Alemania, a pesar de que el intento de
Stöcker fracasó rápidamente y que los diputados antisemitas
en el Reichstag no fueron más de 16, la idea impregnó a
sectores cada vez más amplios de la población (ejército,
profesores, clases medias rurales y urbanas). Una poderosa
inmigración judía a comienzos del siglo XX proveniente de
Europa del este y la concentración de los judíos en ciertos
sectores de la vida nacional (banca, comercio, profesiones
liberales, prensa) no hicieron más que exacerbar, en ocasión
de la crisis, sentimientos ya arraigados en el pueblo alemán.
La política exterior: desde la caída de Bismarck (1890),
Alemania no cesó de reclamar su «lugar bajo el sol», es decir,
tierras para poblamiento, fuentes de materias primas,
mercados para su industria, colonias en relación con su
dinamismo demográfico. La amputación del 10% de su territorio
y la pérdida de las colonias en 1918 provocaron un profundo
sentimiento de frustración. El nacional-socialismo en este
aspecto no será sino el eco sonoro de una reivindicación
común a la inmensa mayoría de los alemanes.
La manifestación de todas estas aspiraciones será
planteada cuando el nacional-socialismo se exprese a través
de Adolf Hitler y su partido, el Nacionalsocialista de los
Trabajadores Alemanes (NSDAP). [...] el pequeño partido
fascista bávaro se convierte en un movimiento de masas
alemán, que pronto abarca todas las regiones y todas las
capas sociales del país.1

En el Capítulo Segundo será tratado el irracionalismo alemán, siendo el

segundo antecedente filosófico del Nacional Socialismo y que esta tesis tomará

para justificar su hipótesis. El Nacional Socialismo emerge con el soporte de

un pensamiento irracional alemán, el cual proclama que la comprensibilidad del

mundo y del cosmos se debe a una fuerza primigenia y ordenadora única e

incomprensible, por lo cual toda postura positivista o racionalista es un intento

absurdo a comprender el saber absoluto. Veremos como pensadores

alemanes del peso de Nietzsche destacan la importancia de fuerzas

consideradas irracionales y que son decisivas en el comportamiento humano y

social, presenciaremos como el irracionalismo adquiere connotaciones políticas

en Alemania, reforzándose después del término de la Primera Guerra Mundial,

y convirtiéndose en filosofía opositora a los nuevos e invasores modelos

occidentales, que configuran a la tan despreciada República de Weimar bajo

supervisión del Tratado de Versalles. El irracionalismo alemán tomará cuerpo y

espíritu en aras de rescatar a la “Gran Alemania”, que se desea vuelva a

resurgir grande y fuerte como la Alemania hegemónica. Es debido a ello que el

irracionalismo alemán retomará la “voluntad de poder” y la intuición racial

innata que se armará y luchara contra su enemigo por medio de la “virtud

heroica”, representada en el sacrificio personal, en el deber y la disciplina;

siendo, todas estas virtudes, al igual que la guerra, únicas y primigenias de la

energía germánica.

1
Horst von Maltitz. The Evolution of Hitler’s Germany: The Ideology, The Personality, The Moment.
McGraw-Hill: New York, 1973. p. 182
Es por todo ello que esta tesis tiene plena confianza en validar su

hipótesis central por medio de la asimilación del romanticismo filosófico y del

irracionalismo alemán fungiendo como antecedentes filosóficos del Nacional

Socialismo. La hipótesis central encontrará en las posiciones románticas e

irracionales del pueblo alemán, los elementos idóneos que revitalizarán su

ancestral perspectiva de orden europeo, abrazando a el Nacional Socialismo

como la lucha incansable por obtener la hegemonía del pueblo alemán sobre el

resto del mundo, el cual se logrará mediante su carácter como estructura

unitaria, fuerza de conformación y capacidad creadora.


Capítulo Primero

El Nacional Socialismo

La delegación de la gestión del poder político al fascismo por parte de la


burguesía marcó en efecto la puesta en marcha de un proceso de recambio de
la élite dirigente, el cual, si no hubiese sido interrumpido por la caída del
régimen como consecuencia de los acontecimientos bélicos, habría podido
desafiar a los centros de poder real controlados hasta entonces por las viejas
clases dominantes.
- Edda Saccomani (1997).

1. 1 Antecedentes históricos del Nacional Socialismo

El Nacional Socialismo alemán (nazismo)1 nació en el siglo XX como

reacción a la sociedad industrial, a la sociedad que se origina a partir de la

Revolución Industrial. Esta revolución capitalista mediante su proceso de

evolución técnica, científica e intelectual modificó la organización

socioeconómica, política y cultural en la Alemania premoderna. Teóricos

sociales como August Comte consideraban que la aparición del sistema

industrial y de las ciencias positivas estaban “destinadas a desarrollar la acción

racional de la humanidad, atribuyendo el impacto del espíritu técnico y científico

que iba a dominar en las modernas sociedades industriales, previendo la

secularización, a través de la cual el pensamiento teológico y metafísico pasó a

ocupar un segundo lugar”.2 Para Alexis de Tocqueville era la “sociedad

democrática”.3 Es importante señalar, para fines posteriores de esta tesis, la

obra del politólogo francés Raymond Aron, Dix-huit lecons sur la societe

industrielle4 (Dieciocho lecciones sobre la sociedad industrial), donde indica

1
Nazi es la contracción de la palabra alemana Nationalsozialist, de la cual deriva
Nationalsozialismus, que significa Nacional Socialismo o Nazismo.
2
Biblioteca de Consulta Microsoft. Encarta 2005. Microsoft Corporation, 1993-2004.
3
Ibid.
4
Raymond Aron. Dix-huit lecons sur la societe industrielle. Gallimard: París, 1962.
que en las sociedades industriales, ya fueran capitalistas o socialistas,

presentan una sola realidad: la civilización industrial. Sus características

coincidían en los siguientes elementos: actividad productora ajena al marco

familiar, división del trabajo y concentración de la mano de obra, acumulación

de capital y orientación hacia el crecimiento.

De igual manera, el Nacional Socialismo se origina debido a la

emancipación liberal, producida, sobre todo, por la ideología implantada por la

Revolución Francesa, y, en especial, mediante la invasión napoleónica a

territorio alemán. En consecuencia, nace la época del nacionalismo alemán.

Las teorías ilustradas del gobierno representativo, se contraponen a la naciente

filosofía romántica que proclamaba libertad e identidad nacional, inspirando a

los alemanes en un deseo por la unificación nacional y a la reforma liberal. Las

conquistas de Napoleón I Bonaparte a territorio germano, posteriormente,

elevaron el sentido de la identidad nacional germana. De esta manera, nacen

las guerras napoleónicas de 1806 a 1814, donde los Estados alemanes

estuvieron implicados de forma diferente en cinco guerras en defensa contra

los ejércitos de la Francia revolucionaria y napoleónica. En 1814, Prusia al

mando de Federico Guillermo III de Prusia, junto con Austria y Rusia, dirigió la

denominada “Guerra de Liberación”, en la cual Bonaparte fue derrotado en

Leipzig (1813). Es en 1814 cuando los aliados (Prusia, Austria y Rusia) toman

París.

Es necesario indicar que posteriormente a los acontecimientos

señalados, en Europa se vivió un clima de constantes revoluciones civiles y

movimientos de diferente corte ideológico; siendo estos fundamentales para

lograr un completo estudio sobre los antecedentes del Nacional Socialismo


alemán. Puedo citar, entre ellos, los factores que dan origen a la Primera

Guerra Mundial: nacionalismo, imperialismo, expansión militar y las crisis

anteriores a la guerra (1905 a 1914); la Revolución Rusa y el comunismo; el

gran auge del constitucionalismo-liberal en occidente; el racionalismo-

cientificista; como los más representativos, son causantes fundamentales del

nacimiento nacional y socialista alemán. El Nacional Socialismo es

considerado por la ideología política como un tipo de socialismo diferente al

socialismo internacional o marxista, o que son contrarios al mismo; el Nacional

Socialismo es considerado como un socialismo romántico y nacionalista (como

se indicará más adelante), opuesto al socialismo economista o materialista:

El nacionalismo era el único sentimiento con atractivo


universal; [...], cualquier partido que se afirmara radical y
popular tenía que ser socialista, al menos nominalmente, para
neutralizar la atracción de los partidos que habían sido, por
mucho tiempo, marxistas o sindicalistas. La idea de un partido
al mismo tiempo nacional y socialista [...] en un país tenía que
poder desarrollar todos sus recursos cooperativamente, sin las
pérdidas y las fricciones de la lucha de clases y con una
distribución justa del producto entre capital y trabajo.5

De igual manera, el Nacional Socialismo surge como respuesta a la poca

fuerza y potencia de la hegemonía alemana después de la Primera Guerra

Mundial, derrota política, económica y militar, además de ideológica, que se

plasma bajo la supervisión del “Tratado de Versalles”. El Nacional Socialismo

debe establecerse como fenómeno histórico en dos momentos. Para

explicarlos tomo el estudio que hace de estos dos momentos Karl Dietrich.6 El

autor me indica que el Nacional Socialismo se establece, primero, como

reacción directa respecto de la Primera Guerra Mundial y de sus

5
George H. Sabine. Historia de la Teoría Política. Fondo de Cultura Económica: México,
1989. p. 653
6
Karl Dietrich. Diccionario de Política. Siglo Veintiuno: México, 1997. p. 1035
consecuencias. Segundo, se establece como resultado de tendencias e ideas

con origen más lejano en el tiempo, vinculadas a los problemas de unificación

política y de la modernización social alemana, problemas que dominan el

desarrollo alemán desde comienzos del siglo XIX. La “inesperada” derrota de

la Primera Guerra Mundial en 1918 y sus fuertes consecuencias –materiales y

psicológicas- fueron las que hicieron posible la fundación y el ascenso político

del Nacional Socialismo. Pero es importante considerar el hecho de que las

tendencias y las ideas políticas fundamentales del Nacional Socialismo

nacieron mucho antes de 1918 y de la guerra -en esta tesis indicaré, como

antecedentes de ello, al romanticismo y al irracionalismo, alemanes-, y de que

el Nacional Socialismo es mucho más que un simple movimiento de protesta de

la posguerra guiado por el Führer, Adolf Hitler.

1.2 Elementos ideológicos del Nacional Socialismo

El Nacional Socialismo es un sistema de dominación autoritario

caracterizado por: un monopolio de la representación política por parte de un

partido único: Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei7, sus siglas:

NSDAP (Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores), y de masas,

organizado jerárquicamente; una ideología fascista, fundamentada en el jefe:

Hitler; en la ideología totalitarista; en la exaltación a la colectividad nacional y

en el desprecio de los valores del individualismo liberal, en el ideal de

colaboración entre las clases, en una contraposición frontal ante el socialismo

materialista y el comunismo, en el ámbito de un ordenamiento de tipo

corporativo; objetivos de expansión imperialista en nombre de la lucha de las

7
Los veinticinco artículos adoptados por el Partido Nacionalsocialista en 1926 fueron
declarados inmodificables, elevándolos así a un lugar inocuo, por encima de cualquier
problema o de cualquier política. Aparecen numerados en la traducción inglesa de Mein
Kampf (Nueva York, 1939), p. 686.
naciones pobres contra las potencias plutocráticas y que debe llevar a

conquistar los pueblos que se consideren inferiores; una movilización de las

masas, encuadrada en organizaciones dirigidas hacia una socialización política

planificada en función del régimen; una eliminación de la oposición por medio

del uso de la violencia terrorista; una aparato de propaganda fundado en el

control de la información y de los medios de comunicación de masas; un

creciente dirigismo estatal en el ámbito de una economía que sigue siendo

fundamentalmente privada; un intento de integrar en las estructuras de control

del partido o del Estado, según una lógica totalitaria, al conjunto de las

relaciones económicas, sociales, políticas y culturales.

Los elementos constitutivos del Estado nacionalsocialista son el

resultado de posiciones ideológicas con profundas raíces históricas. Éstas

forman el marco de la Weltanshaung nacionalsocialista, que contiene los

postulados principales y el cuerpo específico del sistema de valores

nacionalsocialistas. Estos son la necesidad alemana de estructurar

definitivamente su nación, esto se representaba por el ímpetu germano de dar

fundamento natural a la organización del poder político dentro de un ente que

se fusionara entre Estado y nación; raza, dando bases al nacionalismo extremo

alemán reinterpretado como una ''raza de señores'' de pueblos de linaje

noreuropeo, que a su vez es retomada para purificarla, eliminando o

subordinando a razas inferiores, alzándola, la aria, como la “raza superior”

entre las razas existentes, y para dar justificación a sus postulados racistas y

militaristas, las raza aria se estructuró mediante el racismo (especialmente el

antisemitismo), creación de la Lebensborn, antieslavismo y superioridad de la

raza aria (alemana y nórdica); eutanasia y eugenesia con el objetivo de higiene


racial; darwinismo social, las leyes naturales son implacables, el débil es

destruido por el fuerte, el endeble no tiene cabida en el orden del grande y

poderoso; acción, el Volk tiene la obligación histórica de proclamarse como

centro de control hegemónico dentro del globo terráqueo; antimarxismo,

anticomunismo, antibolchevismo (de creación y procedencia judía); negación

de la democracia (con la consiguiente prohibición de la existencia de partidos

políticos y sindicatos), ya que representa la debilidad y decadencia de

occidente; autoridad y liderazgo, representada en el Führerprinzip, mediante

una creencia absoluta en el líder (responsabilidad ascendente y autoridad

descendente); fuerte exhibición de la cultura local; regeneración del arte; amor

a la naturaleza y la creación de reservas naturales y leyes de protección a la

naturaleza; frente y batalla; defensa de la “Blut und Boden” (Sangre y Tierra)

(idea representada por los colores de la bandera nacionalsocialista: rojo:

sangre, negro: tierra y blanco: pureza); la comunidad del pueblo (Volksgeer-

Schaft).

Ahora bien, para definir a la ideología (entendida en un plano político

únicamente), debo indicar que ésta proviene de las ideas trabajadas hacia

conceptos y las creencias trabajadas hacia doctrinas concretas, de un partido

político u otra organización similar y que relaciona directamente a sus

miembros. Esta relación se da, en primera instancia, por una actitud individual,

única, que se inserta en el cuerpo social que le da vida a la ideología:

Una actitud, como la define el diccionario, es una postura


o una forma de comportamiento que indica una creencia o un
sentimiento o una disposición a actuar. En este sentido amplio
de la palabra, los animales y no sólo el hombre, aunque no
estrictamente hablando no tienen creencias, sí tienen actitudes;
tienen sentimientos y disposiciones a actuar y podemos saber
cuáles son observando su comportamiento. Pero las actitudes
a las que nos referimos son humanas; son las actitudes de
criaturas que usan conceptos y expresan creencias. Los
sentimientos y disposiciones que indican son particulares de
esas criaturas; proceden de creencias o, mejor, se suscitan en
situaciones de las que las creencias son una parte esencial. Lo
que es más, el comportamiento que las indica es
predominantemente verbal. Juan, cuando se enoja con Pedro,
puede adoptar una actitud amenazadora sin formular una
palabra. Ciertamente, puede ser un idiota incapaz de hablar o
de pensar a nivel humano, y tomar una actitud amenazadora
como puede hacerlo un perro. Pero cuando los esclavos o los
siervos toman una actitud amenazadora hacia sus superiores
sociales, casi siempre usan palabras para hacerlo; y usar
palabras es usar ideas.8

John Plamenatz precisa que existe la ideología de tipo “amplio” dentro

de un grupo o comunidad compuesto por quienes comparten la ideología. Esta

ideología de tipo amplio, Plamenatz, la llama “visión del mundo” o “ideología

total”, que para los alemanes representa la Weltanschauug.9 Plamenatz, iguala

la Weltanschauug o “visión del mundo” con la “ideología total”.10 El filósofo

8
John Plamenatz. La Ideología. Fondo de Cultura Económica: México, 1983. p.18
9
El término "cosmovisión" es una adaptación del idioma alemán Weltanschauung (de Welt,
“mundo”, y anschauen, “observar”), una expresión introducida por el filosofo alemán
Wilhelm Dilthey en su obra Einleitung in die Geisteswissenschaften (Introducción a las
Ciencias de la Cultura, 1914). Dilthey, miembro de la escuela hermenéutica, sostenía que la
experiencia vital estaba fundada (no sólo intelectual, sino también emocional y moralmente)
en el conjunto de principios de la sociedad y de la cultura en la que se había formado. Las
relaciones, sensaciones y emociones producidas por la experiencia específica del mundo en el
seno de un ambiente determinado contribuirían a conformar una cosmovisión individual.
Todos los productos culturales o artísticos serían a su vez expresiones de la cosmovisión que
los crease; la tarea hermenéutica consistiría en recrear el mundo del autor en la mente del
lector.
La Weltanschauung como una definición de ideología, y no como un concepto distinto,
es la cosmovisión alemana, representada como el conjunto de opiniones y creencias que
conforman la imagen o concepto general del mundo que tiene una persona, época o cultura, a
partir del cual interpreta su propia naturaleza y la de todo lo existente. La Weltanschauung
define nociones comunes que se aplican a todos los campos de la vida, desde la política, la
economía o la ciencia hasta la religión, la moral o la filosofía.
La Weltanschauung no sería una teoría particular acerca del funcionamiento de alguna entidad
particular, sino una serie de principios comunes que inspirarían teorías o modelos en todos los
niveles: una idea de la estructura del mundo, que crea el marco para las restantes ideas, como
lo es la ideología nacionalsocialista. De este modo, pertenece al ámbito de la filosofía
llamado “metafísica”. La afirmación intransigente y autoritaria de la propia cosmovisión es el
fundamentalismo.
Wilhelm Dilthey. Einleitung in die Geisteswissenschaften. Versuch einer Grundlegung
für das Studium der Gesellschaft und der Geschichte. Leinen: Vandenhoeck & Ruprecht,
1914
10
“Una visión del mundo o ideología total es una cosa sofisticada que sólo unos cuantos
miembros de una comunidad u grupo social pueden tener”. Plamenatz. Op. Cit. p.19
francés Louis Althusser, definió a la ideología en oposición a la ciencia, ya que

para la primera, a diferencia del pensamiento científico, las funciones práctico-

sociales son más importantes que las teóricas: “La ideología es una parte

orgánica de cualquier todo social. [...] Las sociedades humanas secretan

ideología como el elemento y la atmósfera indispensables para su vida y

respiración histórica”.11 La ideología es para Althusser producto de una

actividad económica común, de una organización política particular, y de la

tradición religiosa, ética, filosófica y artística de una sociedad. Esto es, de todo

lo que no cae dentro de la esfera de lo puramente científico. Las ideologías no

son respuestas a la necesidad humana de adquirir conocimiento y no

pretenden ser verdades absolutas. Por su parte, Horst von Maltitz define a la

Weltanshaung como la relación entre el individuo y una particular concepción

ordenada y comprensiva del esquema de las cosas. Von Maltitz indica:

[...] los componentes principales de la ideología


nacionalsocialista –las teorías raciales, la doctrina Lebensraum,
antisemitismo, la cultura Germana, Romanticismo,
nacionalismo, y militarismo. Tomados en conjunto, es un
edificio ideológico de considerable tamaño- son un edificio en
donde el promedio alemán encontró un amplio espacio para
moverse y expandirse. Él se podía sentir en su hogar y seguro
en él. Para él, la ideología era una verdadera Weltanshaung,
esto es, una comprensible concepción ordenada de la
planeación de las cosas y de su relación con éste [...] La
ideología decía autoritariamente al promedio alemán que es lo
que él quería saber: de donde provenía, donde estaba
colocado, hacia donde iba, y también cual era la expectativa de
él en orden para llegar hacia ella. Esta búsqueda de identidad
había llegado a su final. Él había “encontradose a sí mismo”.12

Es debido al contexto que la cita anterior representa, lo siguiente: “El

promedio alemán, no veía tan difícil aceptar las premisas irracionales en las

11
Althusser, en Raymond Boudon. The Analysis of Ideology. Polity Press: Chicago, 1989. p.
18
12
Horst von Maltitz. The Evolution of Hitler’s Germany: The Ideology, The Personality, The
Moment. McGraw-Hill: New York, 1973. p. 268
cuales muchos de los contenidos ideológicos estaban basados”.13 Hitler en su

obra Mein Kampf, indica que la Weltanshaung nunca transige, es intolerante,

dogmática y fanática: “Los partidos políticos se hallan siempre dispuestos a

negociar; una teoría del mundo jamás lo está. Los partidos políticos pactan con

sus contrincantes; las teorías del mundo proclaman su propia infalibilidad”.14

La Weltanshaung nacionalsocialista, en consecuencia, se encontraba en una

batalla a muerte con las distintas visiones del mundo. Y, basándome en las

definiciones de ideología citadas, concluyo que la Weltanshaung, compone a el

Nacional Socialismo en una ideología.

Como he venido indicando la ideología nacionalsocialista adquiere su

estructura mediante un conjunto de ideas provenientes de diversas corrientes

del pensamiento alemán durante el siglo XIX. Esta ideología, con sus

componentes, nace con la separación que tuvo el Geist (espíritu) alemán de la

razón occidental a partir de la Revolución Francesa, y en especial con la

llegada del romanticismo, interpretado en Alemania como una reacción a la

Ilustración. A principios del siglo XX, la Weltanshaung era antagónica a las

filosofías racionales que prevalecían en occidente; existía una Weltanshaung

que negaba tanto la inviolabilidad del individuo, como lo sagrado de los valores

absolutos, exaltaba la unicidad alemana sobre los demás, haciendo de la

particularidad un factor de superioridad, y de lo Germanisch (germánico) un

atributo que otorgaba per se la comprensión automática de todos los valores

absolutos. De esta manera desaparecen los conceptos del bien y del mal: la

verdad, la justicia, son inherentes al Volk.

13
Ibid.
14
Adolf Hitler. Mi Lucha. Editors: Barcelona, 1980. p. 217
Ahora bien, pasaré a redactar el contexto político que se vivía en Europa

y que tenía consecuencias sobre la Weltanshaung; concluyendo, años más

tarde, con el ascenso e implementación del régimen nacionalsocialista en el III

Reich en Alemania (1933-1945). Alemania no estaba constituida mediante una

unificación nacional. Europa vivía una construcción política representada por la

unión de pueblos autónomos y originarios étnicamente en Estado-nación.

Alemania no seguía ese camino y, para los alemanes, la culpa la tenía

occidente, Francia en específico, mediante la filosofía denominada

racionalismo. Es la época europea donde nace el romanticismo, y en Alemania

se retoma y se engrandece, sobre todo en una de sus manifestaciones: el

romanticismo político. Este romanticismo político alemán enfrenta a la

Weltanschauug romántica con occidente. Esta teoría romántica, con

pretensiones de convertirse en filosofía, se manifestaba por medio de la

añoranza a las épocas medievales teutonas, a los estados imperiales

germánicos, a la dinastía Hohenstaufen, hacia su militarismo-prusiano, hacia su

hegemonía mundial. Debido a ello, Alemania estaba lista para ajustarse,

nuevamente, al imperialismo y al colonialismo europeo de la época. Estos

sentimientos nacional-imperiales comprimían el objetivo hacia movimientos

prefascistas antes de la Primera Guerra Mundial. Para el caso alemán, la

tradición ancestral de la especial misión de Alemania en Europa y en el mundo,

como indica el filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte, coincidió con la

reivindicación de la realización de un imperio pangermánico que comprendiese

no sólo a Austria y otros territorios de lengua alemana, sino que se reconociese

como potencia hegemónica de la Europa central.


Las ideas pangermánicas y hegemónicas fueron el núcleo de los

movimientos anexionistas germanos de la Primera Guerra Mundial. La derrota

en 1918 –nunca reconocida por los partidos de derecha de la República de

Weimar- llevó a la formación de grupos radicales antidemocráticos y

revisionistas; uno de estos fue el Deutsche Arbeiterpartei, que en 1920 se

convirtió en el Nacional Sozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP)

(Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores). Hubo una

característica de continuidad de las ideas de la preguerra, pero al respecto la

experiencia de la derrota en la Primera Guerra Mundial y las crisis de la

República democrática de Weimar aumentaron la intensidad de sus efectos

sobre la opinión pública, que debido al auge de las guerras civiles europeas, se

encontraba radicalmente politizada y en constante conflicto civil y paramilitar

(los Freicorps son un claro ejemplo de ello). Consecuentemente, la creación y

el ascenso del Nacional Socialismo pueden explicarse de la siguiente manera.

Primero, la situación existente entre 1918-1919 podía fácilmente movilizar un

nacionalismo agresivo contra el tratado de paz de Versalles con sus pesadas

imposiciones a la Alemania de posguerra: “La carrera de Hitler comenzó antes

que nada con sus eficaces discursos contra la `esclavización´ de Alemania en

el Tratado de Versalles”.15 Pero eso representaba más que el revisionismo de

los tratados, ya que el nacionalismo tuvo como objetivo la expansión

imperialista de la gran Alemania en su papel de potencia-guía mundial basada

en las cualidades superiores de la raza aria.

Segundo, surge la teoría ideológica del “espacio vital” necesario para los

alemanes: la Lebensraum. En su actividad política cotidiana, el Nacional

15
Dietrich. Op. Cit. p. 1037
Socialismo asumió la postura de centro aglomerado de las fuerzas contrarias a

Versalles; en su Weltanschauug volvió a la vieja idea de la especial posición de

Alemania en Europa y desarrolló la doctrina ideológica de la supremacía

cultural y racial de un futuro “imperio germánico de la nación alemana”

(pretendiendo igualar al Sacro Imperio Romano-Germánico):

La personalidad y las ideas de Hitler le dieron a esta


reivindicación de hegemonía nacionalista-imperialista la
ideología nacionalista típicamente austriaca de una gran
Alemania, y ésta se superpuso a las componentes prusiano-
alemanas de la filosofía del expansionismo. De la filosofía del
expansionismo y protegido por una estrategia de revisión del
tratado Hitler desde el comienzo apuntó a un objetivo inmutable:
ampliar el territorio del estado nacional y ampliar el Lebensraum
alemán mucho más allá del “núcleo racial” del pueblo alemán.16

La idea fundamental de Hitler era la de aplicar el principio expansionista

del estado nacional por medio del imperialismo, que constituía la prevalencia

de los elementos “superiores” biológica y racialmente, dirigiendo el ataque

contra los eslavos, racialmente “inferiores” en el este, y en el interior contra los

judíos, “el enemigo mundial número uno”. En Mein Kampf, Hitler indica el

futuro de Alemania y de Europa: para Europa, su realidad futura debería de ser

la de un gran Estado germano racialmente puro, su supervivencia sería

garantizada por la conquista de espacio vital en el este. Hitler afirma: “[...] es

esta limitación del Lebensraum lo que nos fuerza hacia la lucha por la vida

pero, por otra mano, la lucha por la vida es la base para desarrollos más

altos”.17 Todos estos elementos (como la Weltanschauug, el Volk, etc.) tienen

un carácter romántico. La teoría de la Lebensraum consiste en la necesidad de

mayor espacio vital para los alemanes donde vivir y desarrollarse. La

Lebensraum es difícil de definir, al igual que Volk y Weltanschauug, debido a la


16
Ibid.
17
Hitler, en von Maltitz. Op. Cit. p. 64
connotación romántica alemana que las retoma. Lo que parece seguro es que

la Lebensraum es parte esencial de la Weltanschauug romántico-política

alemana, ya que mantienen un impulso y un ímpetu que devoran a la ciencia y

a la razón, elementos constitutivos, éstos últimos, del racionalismo: “Esta

expansión de la Lebensraum no solamente tiene estrictos causes económicos y

políticos [...], sus motivos son más estéticos y filosóficos que económicos”.18

El Sturm und Drang19 (Tormenta e Impulso) fue el precursor de la

filosofía romántica alemana. Éste fue solamente un movimiento literario,

dejando de lado a la mitología y de las dinastías soberanas germanas, dieron el

origen a la teoría de la Lebensraum, manifestando la idea romántica alemana

del Estado como un organismo vivo. Retomo la obra Vorstellungen aus das

Menschheit Geschichte Philosophie (Ideas sobre la Filosofía de la Historia de la

Humanidad) del filósofo alemán Johann Gottfried von Herder:

Desde este punto de vista las definiciones legalistas de


estados y naciones parecen necedad; [...] La nación es un ser
orgánico, y Herder, como tantos otros en nuestra época, desde
Spengler a los representantes de la escuela geopolítica
alemana, subraya su aspecto biológico. Habla de una
nacionalidad como de una “planta de la naturaleza”. El “animal
nacional” y la “fisiología de la nación” son términos que
caracterizan su filosofía política. Y, sobre todo, existe un
“espíritu nacional”, el “alma de la nación”. Pero siempre, a
pesar de semejante entrega entusiasta a los abismos
emocionales de nacionalismo y romanticismo, descubrimos en
los escritos de Herder la fusión de historia y naturaleza. La
humanidad y la tierra forman para él una unidad inseparable.
Los acontecimientos decisivos en la vida de las naciones
pueden sólo explicarse por los eternos factores de la tierra:
suelo, espacio y situación.20

18
Vierek. Op. Cit. p.p. 174-175
19
Fue un movimiento literario alemán (1765-1785) que surgió como reacción al excesivo
valor atribuido por la Ilustración al intelecto, la razón y el refinamiento de la civilización;
conformado por jóvenes escritores alemanes que comenzaron a preocuparse por la emoción
subjetiva y la espontaneidad del acto creativo.
20
Hans W. Weigert. Geopolítica. Fondo de Cultura Económica: México, 1994. p. 97
Para Fichte, en el decimotercero de su obra Reden an die deutsche

Nation (Discursos a la Nación alemana), la cuestión era la siguiente: “Una

nación que ha permanecido fiel a la naturaleza podrá, si su territorio se ha

hecho demasiado pequeño, desear agrandarlo conquistando el territorio vecino

en orden a obtener más espacio, y entonces expulsará a los anteriores

habitantes de dicho territorio, [...] Finalmente podrá cambiar entre sus

miembros a los antiguos habitantes del territorio conquistado como futuros

objetos de uso, para ser usados como esclavos”.21

El tercer elemento es el militarismo alemán, que es constitutivo del

régimen nacionalsocialista. El Estado militar proviene de la tradición de un

Estado predominantemente militar como Prusia, y en especial el dirigido por el

político prusiano Otto von Bismarck. Moller van den Bruck, en su obra Der

preussische Stil (El Estilo prusiano) indica la importancia que el estado militar

prusiano tiene para la Grossdeutschland (Gran Alemania) nacionalsocialista:

De pronto él se dio cuenta que este edificio representaba


un estilo de arquitectura, una forma artística, un espíritu, una
Weltanshaung, y una manera de vida justamente independiente
y autosuficiente como el clasicismo de Italia y el mundo antiguo.
Aquí se encontraba un estilo verdadero en su propio derecho,
un “estilo Prusiano”, que no era ya más factible de explicar
simplemente asociándolo con estructuras similares del
Renacimiento italiano o francés. [...] El espíritu de Alemania
como un todo, es esencialmente romántico, el espíritu prusiano
es un contrapeso necesario y un antídoto. La principal tarea
que encaraba Alemania era la de organizar sus tremendos
poderes creadores, que han sido demasiado frecuentes
gastados extravagantemente en asuntos exteriores e indignos
finales; y para disciplinar su ansia y su sueño mediante la
aplicación de los principios de Prusia sobre poder político,
unidad y realidad. Alemania necesita a Prusia, en orden a
superar su peligroso romanticismo. Solamente en este camino

21
Fichte, en Hans S. Reiss (e.d.). The Political Thought of the German Romantics. Basil
Blackwell: Oxford, 1955. p. 103
Alemania podrá convertirse en un real “lebensfähig”- capaz de
una existencia exitosa.22

Este estado militar ejerció una notable influencia sobre la estructura

social y de poder en el III Reich. El ejército es considerado como el campo de

adiestramiento para la nación: la Schule die Nation (Escuela de la Nación). La

ideología bélica nacionalsocialista surgió sobre estas bases. Precisando el

papel del pensamiento militarista prusiano, así se dieron las ideas populares de

Hitler sobre los orígenes austro-alemanes. Los elementos ideológicos de este

militarismo prusiano son la glorificación de la guerra, de la organización, del

orden, de la jerarquía, a la obediencia, de la fuerza física y la sangre fría, y que

la Alemania nacionalsocialista retomaría en su esencia más pura. Para Rohan

D. Butler, el estado era el siguiente: “El Nacional Socialismo no es solamente

militarismo prusiano. Es mucho más formidable que eso. Es romanticismo

organizado. Es un híbrido de norte y sur, de técnica e idealismo, de propósito y

visión. Es un compuesto verdaderamente alemán. El corazón es prusiano,

pero el impulso es alemán como un todo”.23

Cuarto elemento, el nacionalismo antieslavo y antisemítico de tipo socio-

popular y cristiano-nacional tenía mucha fuerza desde hacia mucho tiempo, por

lo tanto, los precursores del NSDAP, entre fines del siglo XIX y principios del

siglo XX fueran originarios de Austria y de Bohemia, zonas en las que el

nacionalismo se radicalizaba: “Por lo mismo el partido de Hitler se fundó en

Munich, ciudad que, como Viena, favorecía no sólo las ideologías de oscuras

sectas ligadas al misticismo germánico sino también el concepto católico de la

22
Moller van den Bruck, en S.D. Stirk. The Prussian spirit: a survey of German literature
and politics 1914-1940. Faber & Faber: London, 1941. p. 46
23
Rohan D. Butler. The Roots of National Socialism. Dutton: New York, 1942. p.274
gran Alemania más que el protestante-prusiano del estado”.24 La tradición

político-militar y estatal de Prusia hizo posible que la ideología

nacionalsocialista y que la existencia del pueblo alemán, bajo el Imperio y bajo

la República de Weimar, pudieran ser militarizadas y que el Estado totalitario

consolidara su poder. La unión entre transnacionalismo y militarismo durante la

Primera Guerra Mundial tuvo una fuerte influencia sobre Hitler y su

supervivencia en la batalla contra la República de Weimar y en la alianza entre

los nacionalistas reaccionarios y los revolucionarios nacionalsocialistas que

hizo posibles los acontecimientos de 1933.

La ideología nacionalsocialista se puede considerar como la más amplia

expresión política que la vida del Estado y de la nación alemana pudieron

experimentar. El Nacional Socialismo, distinto al marxismo y al comunismo, no

derivó de una filosofía o teoría coherente, sino que fue un conglomerado de

ideas y de principios, de concepciones, de esperanzas y de emociones

mantenidas unidas por un movimiento político radical en un periodo de crisis;

movimiento que se retomaría, en gran parte, del romanticismo y del

irracionalismo. El hecho de que Alemania se encaminara hacia el III Reich, se

debió tanto a la naturaleza específica de las tendencias antidemocráticas en

Alemania, como a las particulares condiciones en las que se realizó el

nacimiento del Nacional Socialismo en la República de Weimar. La causa final,

fue la profunda ruptura entre el pensamiento político alemán y el de occidente y

la particular conmoción fatalista alemana con matices antioccidentales.

El antisemitismo radical en la ideología nacionalsocialista es otro de sus

componentes constitutivos. Los precursores antisemitas estaban formados, en

24
Dietrich. Op. Cit. p. 1037
el periodo de entre guerras, por grupos de mínima entidad, divididos por lo que

se refería a los objetivos, e incluso en sus ideas sobre el papel de los judíos.

No tenían ninguna influencia en el proceso legislativo y no eran capaces de

poner leyes antisemitas ni de controlar la emancipación y la asimilación de los

judíos, a pesar de la amplitud de sus manifestaciones entre 1873 y comienzos

del siglo XX. Por lo cual, todavía, no tenían ninguna posibilidad de éxito

político. Antes del surgimiento de Hitler, las manifestaciones de violencia

antisemitas eran raras en Alemania, a diferencia de Europa oriental.

Naturalmente, el antisemitismo estaba siempre presente, esperando nuevas

ocasiones, especialmente en periodos de crisis política y económica. Creció

con gran intensidad en los periodos 1873-1895, 1918-1923, 1930-1933, pero su

influencia sobre la vida política y la gran realización de sus objetivos

nacionalsocialistas se convirtieron en posibles sólo después de que había

entrado a formar parte de un movimiento antidemocrático de masas.25

Sin embargo, es necesario indicar que el antisemitismo no es un

fenómeno propio del Nacional Socialismo alemán, ni del siglo XX; sino que es

una tendencia que se ha dado en Europa desde siglos atrás. Los orígenes de

este fenómeno se pueden encontrar en la “diáspora” judía provocada por el

Imperio Romano en el año 70 d. C. aproximadamente:

La noción de una ininterrumpida continuidad de


persecuciones, expulsiones y matanzas desde el final del
Imperio Romano hasta la Edad Media y la Edad Moderna para
llegar a nuestros días, embellecida frecuentemente por la idea
de que el antisemitismo moderno no es más que una versión

25
Además del inicio protestante antisemita representado en la obra Gegen die Juden und ihre
Lügen (Contra los judíos y sus mentiras) de Martín Lutero en la Edad Media, existe ya en
Alemania en 1880 un antisemitismo como institución. Surgieron las primeras uniones de
ligas antisemitas organizadas en la Deutscher anti-semitischer Verein (Asociación antisemita
alemana). De ellas se da origen al primer partido antisemita alemán, denominado Deutsche
Reformpartier, el cual produce las Reformverein, llegando a tener cobertura en todo territorio
alemán.
secularizada de supersticiones populares medievales no es
menos falaz que la correspondiente noción antisemita de una
sociedad secreta judía que ha dominado, o aspira a dominar, el
mundo desde la antigüedad.26

La Biblia indica que en el “Éxodo” un tirano asume el poder de Egipto

como nuevo rey. Egipto, era considerada, en ese entonces, como tierra

adoptiva por los judíos. El faraón dijo a su pueblo: “Mirad, el pueblo de los

hijos de Israel es más numeroso y más fuerte que nosotros. Tomemos

entonces precauciones contra él, no sea que siga multiplicándose, y en caso de

venir sobre nosotros una guerra, se asocie también él a nuestros enemigos

para combatirnos”.27 De igual modo, la propia Biblia indica, a forma de

profecía, que muchos años después un nuevo tirano se alzaría como “amo” de

Europa, en donde los judíos habían logrado adoptar otra patria adoptiva:

Las intenciones del pensamiento judío son claras.


Consisten en bolchevizar a Alemania, es válido afirmar, acabar
con la inteligencia nacional alemana y unir las fuerzas del
trabajo alemán al yugo de las finanzas internacionales del
judaísmo, como condición preliminar indispensable para
extender por todas partes el plan judío de conquista universal.28

Como he indicado, la Weltanshaung es una realidad “única” del Volk,

cualquier elemento externo que invada o allane a ésta es intolerante, la

comunidad semita lo fue. De esta manera, y aunado a otros elementos de

peso, surge el nacionalismo radical, como el que vivió, en tiempos anteriores,

Alemania mediante la guerra de liberación: la xenofobia. Para la

Weltanshaung, los judíos representaban un “grupo extraño”, un estado dentro

de “su” Estado. Esto es muy grave para ellos, ya que este grupo extraño no

podía estar integrado en la Volksgemeinschaft (comunidad del pueblo); ya que

26
Hannah Arendt. Los Orígenes del Totalitarismo. Alianza: Madrid, 1981. p.p. 15-16
27
Sagrada Biblia. Barsa: México, 1980. Éxodo. Cap. I, V.9
28
Hitler. Op. Cit. p. 301
en la Weltanshaung debía existir armonía dentro del estado orgánico

romántico. Para el romanticismo político alemán, el judaísmo representa la

civilización occidental, que está en lucha a muerte con la cultura alemana.

Ante ello el antisemitismo es parte fundamental de la ideología

nacionalsocialista. En Alemania fue donde estos semitas establecieron una

simbiosis tan grande entre el pueblo judío y su “figurado” país adoptivo. El

judaísmo en Alemania tuvo una participación muy grande e importante en el

proceso de industrialización y en el desarrollo del capitalismo, y en varios

aspectos de la vida cultural, social, científica y artística.

A pesar de la difícil situación de asimilación judía en todo el mundo, esta

asimilación en Alemania, en origen, se debió a Francia, y concretamente a

Napoleón I Bonaparte. El general francés, mediante la invasión francesa a

territorio germano, impuso el “Edicto de Emancipación de 1812”, obligando al

Estado a dar concesiones más favorables a los judíos, que se incrementaron

después de la Revolución de 1848, estos derechos se les rescindieron con la

derrota de Bonaparte. La desigualdad económica que se vivió durante la

época de entre guerras, y sobre todo la situación política que incorporó la

República de Weimar, dirigió las armas irracionales de los nacionalistas hacia

los judíos. Éstos últimos venían de una gran prosperidad económica debido a

su gran intervención en la “época dorada” de las finanzas mundiales: la

intelectualidad racional judía, representada, ya fuera en comunismo,

socialismo, bolchevismo, capitalismo, a los culpables de la “puñalada por la

espalda” (culpables del Tratado de Versalles); imperativamente deben de ser

destruidos de la Weltanshaung, los encargados: los nacionalsocialistas. El

exterminio del pueblo judío es básico dentro de la ideología nacionalsocialista:


la Solución Final. La obviedad esta en Hitler, desde Mein Kampf hasta su

testamento político realizado antes de su “trayectoria” hacia el Sepulcro de los

Dioses: “Sobre todo, encargo a los dirigentes de la nación y a sus subordinados

la escrupulosa observancia de las leyes raciales y la despiadada oposición al

envenenador universal de todos los pueblos, el judaísmo internacional”.29

El nacionalismo y las teorías raciales unidas al darwinismo social30 son

elementos que no se tratan en esta tesis, pero que, indiscutiblemente, están

unidas a la ideología nacionalsocialista alemana y, donde, el antisemitismo, en

sus diferentes procesos y mecanismos, son elementos constitutivos de esta

ideología. El antisemitismo, en consecuencia, justifica a la ideología mediante

las teorías raciales. Aquí ascienden conceptos románticos, propios del

Volksgeist (espíritu de la nación); tomados de las obras del científico británico

Charles Robert Darwin (teorías biológicas de la selección natural y del derecho

del más fuerte) y del filósofo racista francés Joseph Arthur Gobineau: había una

nueva relación nación-raza que ni siquiera la religión podría romper:

29
Hitler, en Alan L.C. Bullock (e.d). Hitler: A Study in Tyranny. Harper & Row: New York,
1971. p. 479
30
El Darwinismo social es una teoría social inspirada en la teoría de la evolución por
selección natural, elaborada por el biólogo británico Charles Robert Darwin. El darwinismo
social considera que la selección natural no afecta únicamente a características biológicas de
una población sino que en el caso de la sociedad humana afecta a su propio desarrollo y al de
sus instituciones. El darwinismo social es considerado dentro de la biología evolucionistas.
Históricamente el principal proponente de la teoría del darwinismo social fue Herbert
Spencer contemporáneo de Darwin y muy popular en su época. Spencer interpretó la
selección natural en términos de la “Supervivencia del más apto”. El darwinismo social
sugiere que las características innatas o heredadas tienen una influencia mucho mayor que la
educación o las características adquiridas. Darwin indica que los “instintos sociales” o los
sentimientos morales habrían evolucionado a través de la selección natural aunque nunca
llegó a explicar como la presión evolutiva sobre diferentes individuos podía afectar al
colectivo de una sociedad. El darwinismo social fue popular desde finales del siglo XIX hasta
el final de la Segunda Guerra Mundial. Los proponentes del darwinismo social utilizaban esta
teoría para justificar diferentes esquemas sociales imperantes durante este periodo de tiempo
desde el capitalismo a la justificación de la desigualdad social. Entre sus influencias más
extremas se citan el comienzo de la eugenesia y de las doctrinas raciales Nazis. Aunque la
teoría en sí misma no implica una posición política determinada muchos de los proponentes
de la teoría la han utilizado para justificar posiciones de este tipo. Desde la inestabilidad del
progreso hasta la justificación de doctrinas raciales y en general todo tipo de movimientos
totalitarios.
En nuestro mundo abandonado por la trascendencia, la
identidad cultural avala las tradiciones bárbaras que Dios ya no
está capacitado para justificar. Indefendiblemente cuando se
ampara en el cielo, el fanatismo es incriticable, ya que se
ampara en la antigüedad y en la diferencia. Dios ha muerto,
pero el Volksgeist sigue fuerte.31

1.3 Ideología Fascista

El Nacional Socialismo como ideología de estado se funda en la doctrina

fascista. Es necesario especificar, nuevamente, que el fascismo italiano y el

Nacional Socialismo alemán asumen su postura máxima en los años treinta del

siglo XX durante los momentos en que las condiciones de paz impuestas en el

Tratado de Versalles, para el caso alemán, eran insostenibles. Estas posturas

reaccionarias se juntan con la grave crisis mundial que detonó en la “Gran

Depresión” de 1930, y en especial sobre el peso que representaban las

erogaciones de ayuda que realizaba el gobierno estadounidense hacia

Alemania. En este mismo contexto, a nivel mundial, las democracias liberales

y las economías capitalistas, quedan fuertemente desacreditadas. Todo

parece indicar que las reivindicaciones obreras, tradicionalmente vinculadas al

marxismo, toman fuerza a gran escala; surgen diversas guerras civiles en la

mayor parte de Europa, muchas de ellas de inclinación socialista, tomando

parte la Revolución Rusa que proclama la revolución comunista universal. Tal

y como Karl Marx había indicado en “El Capital”: “[...] el propio sistema se come

a sí mismo empobreciendo a la clase trabajadora y teniendo graves crisis más

complejas”.32

31
Alain Finkielkraut. La Derrota del Pensamiento. Anagrama: Barcelona, 1987. p. 110
32
Karl Marx, en Francisco López. ¿Vive aún el joven Marx?: Introducción a la sociología
dialéctica. UNAM, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias: México, 1997.
p. 45
Se acumulan los stocks y las empresas quiebran, despiden trabajadores

y la situación se agrava para la nueva sociedad industrial. En Alemania la

situación es más grave, ya que debe pagar el tributo, estipulado por el Tratado

de Versalles, sobre la derrota en la Primera Guerra Mundial y las

indemnizaciones a los países, que Alemania, había destruido o semidestruido.

El descontento popular alemán ante la injusta situación, produjo

manifestaciones extremistas de toda índole, sobre todo comunistas y

nacionalistas:

El socialismo cooperativo podía atraer a los pequeños


comerciantes y empleados con salarios bajos, podía arraigarse
entre el movimiento obrero organizado por una parte y las
grandes finanzas por otra y el nacionalismo podía atraer a los
grandes industriales y hombres de negocios, deseosos de
librarse de una presión efectiva por parte de los trabajadores y
que necesitaban el apoyo del gobierno para sus aventuras
comerciales en el extranjero.33

El fascismo es articulado por el nacionalismo alemán trayendo consigo

sus elementos ideológicos, sus criterios organizativos y sus finalidades

políticas. El fascismo surge con vocación de ir hacia otra “fase”, más allá de

las ideologías tradicionales (es por ello que fascismo nace de fascio, plural de

fascis, (fasces)). El fascismo italiano emerge con los poetas italianos Gabriele

D´Annunzio y Filippo Tommaso Marinetti. A D´Annunzio se le considera un

precursor de los ideales y las técnicas del fascismo italiano, su ideario nació en

Fiume (Rijeka, Croacia (en italiano, Fiume)) cuando escribió junto a Alceste de

Ambris su “Constitución”. De Ambris realizó la parte legal mientras que

D’Annunzio aportó sus habilidades como poeta. La Constitución establecía un

estado corporativista, con nueve corporaciones para representar a diferentes

33
Sabine. Op. Cit. p. 653
sectores de la economía (empleados, trabajadores, profesionales) y una

“décima” (invento de D’Annunzio), representación de los “humanos superiores”

(héroes, poetas, profetas, superhombres). Así nació también la cultura

dictatorial que Benito Amilcare Andrea Mussolini, político italiano, jefe de

gobierno y dictador (1922-1943), aprendió e imitó de D’Annunzio: su método de

gobierno en Fiume, la economía del estado corporativo, largos y emotivos

rituales nacionalistas, el saludo romano, seguidores compuestos con camisas

negras, respuestas brutales y una fuerte represión contra la disidencia.

D’Annunzio defendía la política expansionista italiana y aplaudió la invasión

italiana de Etiopía. Filippo Tommaso Marinetti, creador del “Futurismo”34, fue

miembro de la Academia de Italia, fundada por los fascistas y se convirtió en el

poeta oficial del régimen de Mussolini, al que fue fiel hasta los tiempos de la

República de Saló. A él se le debe el “Manifiesto Futurista”, que dentro de sus

once postulados destaca el octavo, del noveno, del décimo y del onceavo:

8. ¡Nos encontramos sobre el promontorio más


elevado de los siglos! ¿Porqué deberíamos cuidarnos
las espaldas, si queremos derribar las misteriosas
puertas de lo imposible? El Tiempo y el Espacio
murieron ayer. Nosotros vivimos ya en el absoluto,
porque hemos creado ya la eterna velocidad
omnipresente.
9. Queremos glorificar la guerra –única higiene del
mundo– el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor
de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se
muere y el desprecio de la mujer.

34
El movimiento futurista responde a la actitud desdeñosa y aristocrática de los intelectuales
de vanguardia en relación con las realidades comunes y con los valores clásicos y
tradicionales. Busca la originalidad, el irracionalismo, la exaltación de la euforia por los
momentos fugaces y la exaltación de la tecnología. A través de veladas poéticas de encuentro
con el público, y de revistas como Lacerba, los futuristas difunden sus ideas, en las que
exaltan sentimientos ultra nacionalistas, el amor al peligro, la exaltación de la energía, del
coraje y de la audacia; la admiración por la velocidad, la lucha contra el pasado, la exaltación
de la agresividad y de la guerra, considerada como “la única higiene del mundo”.
10. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las
academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo,
el feminismo y contra toda vileza oportunista y utilitaria.
11. Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas
por el trabajo, por el placer o por la revuelta: cantaremos
a las marchas multicolores y polifónicas de las
revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al
vibrante fervor nocturno de las minas y de las canteras,
incendiados por violentas lunas eléctricas; a las
estaciones ávidas, devoradoras de serpientes que
humean; a las fábricas suspendidas de las nubes por los
retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes
a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, y a las
locomotoras de pecho amplio, que patalean sobre los
rieles, como enormes caballos de acero embridados con
tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya
hélice flamea al viento como una bandera y parece
aplaudir sobre una masa entusiasta. Es desde Italia que
lanzamos al mundo este nuestro manifiesto de violencia
arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el
FUTURISMO porque queremos liberar a este país de su
fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de
cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado tiempo
Italia ha sido un mercado de ropavejeros. Nosotros
queremos liberarla de los innumerables museos que la
cubren por completo de cementerios.35

Los elementos constitutivos de la ideología fascista, y que el Nacional

Socialismo acopla, son los siguientes: un movimiento "totalitario", que

interviene en la totalidad de los aspectos de la vida del individuo; que es

anticomunista, antiliberal, enemigo de la democracia de partidos, de la razón,

de la pluralidad y de la variedad; que exalta el sentimiento y promueve la

unidad del Estado, ante todo es totalitario; que en lo económico es un régimen

de tipo capitalismo corporativista; que desdeña las instituciones del Estado

republicano y sustituye el voto, como expresión de la voluntad popular, por las

expresiones masivas de apoyo al líder: mein Führer. De esta manera, el líder

es el portavoz de la nación alemana unificada que habla con una sola voz, él es

35
http://www14.brinkster.com/docuhistoigle/DocsIglCont/Marinetti-manifiesto.htm
su guía y cabeza de la nación y su liderazgo no es racional, es irracional, de

ahí la concepción alemana al Führer. El fascismo alemán exalta la idea de

nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en

beneficio de un unipartidismo o partido único y los localismos en beneficio del

centralismo. Utiliza los medios de comunicación masiva y el carisma de un

líder en el que se concentra todo el poder. Aprovecha los sentimientos de

miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la

represión política y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común

real o imaginario, interior o exterior, que actúa como objetivo frente al que se

debe volcar toda la agresividad de forma irracional, logrando la unidad y

adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población.

El fascismo alemán mantiene los elementos constitutivos de Estado

expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del

irredentismo territorial y el imperialismo (utilizados por el Nacional Socialismo

en el siglo XIX). No considera un valor la libertad de expresión y recurre a la

violencia sistemática para obtener el poder o mantenerse en él; la violencia

tiene un valor positivo para el movimiento fascista alemán, es una fuerza de

cambio, al igual que la juventud, que también es exaltada. Un ejemplo

contundente de ello se expresa en el dictador que dio nacimiento al Fascismo

por medio de las Fasci italiani di combattimento de la Italia de 1919: “Benito

Mussolini, fundador del PNF (Partito Nazionale Fascista), opuso a los principios

de la Revolución Francesa de “libertad, igualdad y fraternidad” la consigna

“creer, obedecer y combatir”.36 Siguiendo con los elementos constitutivos, la

ideología fascista alemana se acciona por medio de una "estatización" de la

36
http://es.wikipedia.org/wiki/Fascismo
política: adopta uniformes y lenguaje militar y le da un gran valor a los símbolos

y a las grandes concentraciones. Es romántico e irracional, ya que se opone al

concepto de razón: el fascismo alemán es fuerza, vitalidad, energía, violencia y

juventud, no pensamiento racional, por lo cual los intelectuales son

despreciados. Ahora bien, el fascismo teutón utiliza la ideología de Friedrich

Nietzsche sobre el poder de la voluntad y la creación del hombre superior:

[...], tanto Nietzsche como el nazismo se oponen a la tradición


burguesa alemana y se rebelan contra el concepto
judeocristiano de culpa. Nietzsche, “filósofo del heroísmo”,
“solamente comprende al hombre como luchador contra el
destino” y entona “la melodía nórdica de la acción”. El “espíritu
nórdico” de Nietzsche se opondría “al punto de vista
mediterráneo”, de ahí su oposición al clero, y remplazaría “la
filosofía de la moral burguesa por la filosofía de la voluntad de
poder”. “En oposición a la filosofía de la conciencia, Nietzsche
arguye la aristocracia de la naturaleza”.37

Los movimientos fascistas surgieron, en distintas partes, apoyados por

sectores reaccionarios de sectores nacionalistas extremos. En general,

describieron como su enemigo a una conspiración internacional formada por el

judaísmo internacional, sinónimo de comunismo y bolcheviquismo; enemigo

radical, también de la masonería, la sinarquía (se incluye cualquier

organización que juzgue trasnacional), ya que para el fascismo alemán, es

opuesta a los intereses del Estado-nación, como el capitalismo excesivamente

“aburguesado” y que no indique beneficios al Estado; oposición a la masonería:

ya que para él es anacrónica, porque responde a una lógica de continuidad del

tiempo histórico en el que la red de los masones permanece como custodia

invisible de las ideas del liberalismo. La ideología sustenta una lucha entre los

estados que se resuelve mediante la imposición y expansión del más fuerte. El

37
Rosa Sala. Diccionario Crítico de Mitos y Símbolos del Nazismo. Acantilado: Barcelona,
2003. p. 275
imperialismo es elemento constitutivo de la ideología fascista. Para el fascismo

nacionalsocialista, se constituye por medio de mitos del pasado, y retoma el

romanticismo político, más de religión o de filosofía que de ideología; el

fascismo alemán recupera el esplendor pasado “heroico” y las denominaciones

de sus regímenes aluden a eso: das Dritte Reich (el Tercer Reich); los fascistas

reclaman territorios que consideran suyos por derecho histórico y sus líderes

están en conexión con esencias de carácter místico o sagrado.

Siguiendo a Ernest Nolte en su obra Theorie übre den Faschismus38

(Teoría sobre el Fascismo), el autor me indica que el fascismo como ideología

se divide dos grandes categorías: teorías singularizantes y teorías

generalizantes. El fascismo entendido en la primer categoría es el surgimiento

y la consolidación de los movimientos fascistas en pro a la utilización de

elementos estrechamente vinculados con las particularidades de una realidad

como ente nacional y rachaza todo intento de generalización desde un contexto

histórico específico a otros. A la segunda categoría pertenecen los elementos

fascistas que consideran a su ideología como un fenómeno supranacional, el

cual se subdivide en dos subcategorías: intrapolíticas y traspolíticas. Las

primeras se refieren a factores histórico-políticos determinados del ente

sociopolítico, prácticamente individuables; las segundas se refieren a factores

ahistóricos, inherentes a la naturaleza humana, al carácter represivo de la

cultura y a las características inherentes a la lucha política.

Es de hacer notar, como me indica Edda Saccomani, que para

determinar concretamente al fascismo, es necesario acercarlo a una categoría

histórica, ya que, para la politólogo representan recursos de comprobación

38
Nolte, en Edda Saccomani. Diccionario de Política. Siglo Veintiuno: México, 1997. p. 617
empírica.39 Ella expresa lo siguiente: “No tomaremos en cambio en

consideración aquellas contribuciones que, ubicándose en el terreno filosófico o

de la filosofía de la historia, constituyen un capítulo importante en la historia de

las ideas de nuestro siglo, pero escapan a toda posibilidad de control que se

pudiera ejercer mediante el recurso a categorías históricamente

determinadas”.40

La ideología nacionalsocialista se implementa en un estado fascista

totalitario debido a que, mediante sus programas administrativos y sus políticas

de estado, tiende a estar en desacuerdo con las concepciones del mundo

contemporáneas y con los credos dominantes, así como con las prácticas que

se manifiestan en el plano institucional existente, implementando su poder

totalitario. La ideología nacionalsocialista se diferencia de los programas y de

las corrientes de pensamiento “disidentes” en la carga emotiva con que se

expresa la disensión, en la perfección de su segregación corporativa, en su

nivel de hermetismo científico y en su aspiración a abarcar (cognitiva, valorativa

y prácticamente) todos los objetos y acontecimientos existentes y posibles.

1.4 Ideología Totalitaria

El régimen nacionalsocialista fue un sistema totalitario de dominio

político. Uno de los autores clásicos del totalitarismo es Hannah Arendt, quien

en su libro The Origins of Totalitarianism41 (Los Orígenes del Totalitarismo),

indica que el totalitarismo es una forma de dominio radicalmente nueva, porque

no se limita a destruir las capacidades políticas del hombre asilándolo en

39
En esta tesis se deja la categoría filosófica para el Romanticismo político (Capítulo I ) e Irracionalismo
(Capítulo II), respectivamente. Abarcando a estas dos teorías filosóficas como antecedentes de la
ideología nacionalsocialista.
40
Edda Saccomani. Diccionario de Política. Siglo Veintiuno: México, 1997. p. 617
41
Arendt, en Mario Stoppino. Diccionario de Política. Siglo Veintiuno: México, 1997. p. 1574
relación con la vida política, como lo hacían las viejas tiranías y los viejos

despotismos, sino porque tiende a destruir también los grupos y las

instituciones que forman la maquinación de las relaciones privadas del hombre,

sacándolo de este modo del mundo y privándolo hasta de su propio yo. En

este sentido el objetivo del totalitarismo es la transformación de la naturaleza

humana, la conversión de los hombres en “haces de reacción intercambiables”

y tal fin se persigue por medio de una combinación específicamente totalitaria:


La ideología totalitaria explica con certeza absoluta y de manera total el curso de la historia; se
vuelve por lo tanto independiente de todas las experiencias o afirmaciones empíricas, y construye un
mundo estricto y lógicamente coherente, del que se derivan directivas de acción cuya legitimidad está
organizada por la conformidad con la ley de la evolución histórica. Esta lógica coactiva de la ideología
pierde todo contacto con el mundo real, tiende finalmente a dejar en la oscuridad el mismo contenido
ideológico y a generar un movimiento arbitrario y permanente.42

Arendt indica que el terror totalitario sirve para traducir en realidades la

ideología, para confirmarla tanto en su contenido, como en su lógica irracional.

Afecta de hecho no sólo a los enemigos reales (cosa que sucede en la fase de

instauración del régimen), sino también y de manera característica hacia los

enemigos “objetivos”, cuya identidad esta definida por la orientación político-

ideológica del gobierno más que por su deseo de trastocarlo, y en la fase más

extrema golpea también a víctimas elegidas completamente al libre arbitrio. El

terror total controla a las masas de individuos aislados y las mantiene en un

mundo que se ha convertido para ellas en un “desierto” que se transforma, por

lo tanto, en un instrumento penetrante de gobierno y constituye un elemento

constitutivo esencial del totalitarismo; en tanto que la lógica deductiva y

coercitiva de la ideología es su principio de acción, o sea el principio que lo

hace mover.

42
Ibid.
En el plano organizativo, como ya se indicó, la acción de la ideología y

del terror se manifiesta a través del partido único (NSDAP). El partido crea

formaciones elitistas (un claro ejemplo para el Nacional Socialismo es la

Waffen-SS), el cual cultiva una creencia fanática en la ideología y propaga

incesantemente a la ideología. Estas organizaciones funcionales se ejecutan

llevando a cabo la sincronización ideológica de todos los tipos de grupos y de

instituciones sociales y la politización aun de la áreas más alejadas de la

política; a través de la policía secreta (GESTAPO), cuya técnica de operación

transforma toda la sociedad en un sistema de espionaje omnipotente. En la

ideología nacionalsocialista la voluntad del Führerprinzip es la ley del partido y

de toda la organización partidista. El Führerprinzip no tiene otro objeto que la

de ponerla en práctica. Él es el depositario de la ideología totalitaria: solo él

puede interpretarla o corregirla. Según esta interpretación, la personalización

del poder es un elemento constitutivo capital del régimen totalitario.

La radicalización del nacionalismo durante y después de la Primera

Guerra Mundial tuvo un franco origen: la aparición del fascismo como fórmula

de exaltación de una ideología, cuyo objetivo es que encontrar una salida a la

crisis económica, de la que se culpaba al fracaso del liberalismo, evitando la

tan despreciada vía comunista. El fascismo en Italia y la implementación del

éste por el Nacional Socialismo nacen gloriosos como regímenes totalitarios

que intentaban destruir la oposición y aglutinar todos los recursos del Estado

en la realización de un programa de engrandecimiento nacional. Dado que una

política semejante chocaba con los intereses e incluso con la supervivencia de

otras naciones, la guerra generalizada en Europa, por segunda ocasión, se

hizo inevitable.
Empleo a los politólogos Carl J. Friedrich y Zbigniew K. Brzezinski43,

para indicar los elementos constitutivos de la ideología totalitaria, estos son:

una ideología oficial tendiente a cubrir todos los ámbitos de la existencia

humana, a la cual todos obligatoriamente deben adherirse, al menos de

manera pasiva; un partido único de masa, guiado en su forma más típica por un

solo hombre (el Führer); un sistema de control policiaco terrorista (GESTAPO);

el control completo de los medios masivos de comunicación; el monopolio

completo del aparato bélico y, finalmente, un control centralizado de la

economía. El objetivo general de estos elementos constitutivos del

totalitarismo es conseguir el control total sobre la entera organización social al

servicio del movimiento fascista caracterizado ideológicamente por el estado

totalitario nacionalsocialista. Continuando con Friedrich y Brzezinski, quienes

en su libro Totalitarian dictatorship and autocracy44 (Dictadura totalitaria y

autocracia), define el totalitarismo basándose en los elementos constitutivos

que se encuentran en la organización de los regímenes totalitarios; en

consecuencia, el régimen totalitario resulta de la unión de los seis elementos

siguientes: una ideología oficial, que se refiere a todos los aspectos de la

actividad y de la existencia del hombre, que todos los miembros de la sociedad

deben “abrazar”, y que critica de manera radical el estado de las cosas

existentes y guía la lucha para su transformación; un partido único de masa

guiado típicamente por un dictador (Führer), estructurado de modo jerárquico

con una posición de superioridad con la organización burocrática del Estado,

compuesto por un pequeño y de elite porcentaje de la población (Waffen-SS),

una parte de la cual nutre una fe apasionada e inquebrantable en la ideología y

43
Carl J. Friedrich y Zbigniew K. Brzezinski, en Stoppino. Op. Cit. p. 1574
44
Ibíd. p. 1575
está dispuesta a cualquier actividad para propagarla y para llevarla a los

hechos; un sistema de terrorismo policiaco que se apoya en el partido y al

mismo tiempo lo controla (GESTAPO), explota la ciencia moderna y de manera

especial la sicología científica, y se orienta de manera característica no sólo

contra los enemigos plausibles del régimen sino también contra ciertas clases

de la población elegidas arbitrariamente; un monopolio absoluto en manos del

partido (NSDAP) y basado en la tecnología moderna de la dirección de todos

los medios de comunicación masiva, como la prensa, la radio, el cine; un

monopolio absoluto en manos del partido basado en la tecnología moderna, de

todos los instrumentos de la lucha armada; un control y una dirección central de

toda la economía a través de la coordinación burocrática de las unidades

productivas anteriormente independientes.

Para Friedrich y Brzezinski la combinación destructora de propaganda y

de terror, hecha posible por el uso de la tecnología moderna y de la

organización masiva moderna, otorga a los regímenes totalitarios una fuerza de

penetración y de movilización de la sociedad cualitativamente nueva respecto

de cualquier régimen autoritario o despótico del pasado, y lo convierte,

basándose en ello, en un fenómeno político históricamente único.


Capítulo Segundo

El Romanticismo alemán como fuente del Nacional Socialismo

El romanticismo fue un movimiento filosófico que se originó en Alemania

a fines del siglo XVIII como reacción al racionalismo de la Ilustración traída a

Alemania por la Revolución Francesa, de igual manera se desarrollo como

reacción hacia el neoclasicismo. Se desarrolló fundamentalmente en la

primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Alemania al resto de Europa.

El romanticismo alemán fue una reacción contra el “espíritu racional” expresado

por el racionalismo “hipercrítico” de la Ilustración y el neoclasicismo, y

favorecía, ante todo, la '''supremacía del sentimiento frente a la razón”; la

“fuerte tendencia nacionalista de cada país”; la del “liberalismo frente al

despotismo ilustrado”; la de la “originalidad frente a la tradición grecolatina”; la

de la “creatividad frente a la imitación neoclásica”; la de la “obra imperfecta,

inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada”. Es propio

de esta filosofía alemana un gran aprecio de lo personal, un subjetivismo e

individualismo absoluto, un culto al “yo fundamental” y al Volkgeist o “carácter

nacional” frente a la “universalidad y sociabilidad“ que indica la Ilustración en el

siglo XVIII. El romanticismo alemán representa el auge de lo nacional y de su

elemento constitutivo definido como nacionalismo, que nacen como una

reacción a la cultura francesa del siglo XVIII, de espíritu clásico y universalista,

dispersada por toda Europa mediante Napoleón I Bonaparte.

El romanticismo alemán retoma lo elemental, lo primitivo, la fuerza

desencadenada, con connotaciones negativas respecto de lo armónico, al

convencionalismo académico, de imitación de los modelos franceses; retoma


las antiguas culturas bárbaras de la Edad Media, en vez de en la Antigua

Grecia o del Imperio romano, su inspiración. La versión más extrema del

romanticismo “no respeta ni asume ninguna tradición” anterior:

“Lo original” de los románticos no está precisamente en


la inocencia (al contrario, con el paso del tiempo el sentido del
pecado y del mal llegan a ser un elemento constitutivo de la
mentalidad romántica), sino en lo vital, que lleva consigo, junto
a la posibilidad de la culpa y de la degeneración, la de la
redención y el renacimiento. [...] Lo que es común ... es la
actitud polémica respecto del racionalismo, el cual con sus
convenciones y sus leyes había puesto orden a los fenómenos
del mundo, pero al mismo tiempo no había sabido descubrir un
significado que fuera más allá de la descripción superficial del
fenómeno; con lo cual las relaciones interhumanas eran
reducidas a “leyes” mecánicas como si se tratase de las del
mundo ficticio, por lo que se hacía imposible explicar la vida que
late incluso en la materia inorgánica, y que de ahí se induce a
formar el organismo, natural y social.1

Se tienen antecedentes de que el romanticismo nace en el sectarismo

pietista del espacio ”colonial“ protestante (Silesia y Prusia), o en los núcleos

masónicos de los rosacruces en el área católica (francesa, renana, bávara). Lo

que es un elemento constante en los antecedentes del romanticismo alemán,

es su contraposición hacia occidente; esto es, contraposición hacia el orden

intelectual impuesto en Francia: el racionalismo. Así, a finales del siglo XVIII, el

romanticismo se transforma en filosofía, en movimiento antiracionalista de los

prerománticos. Es de hacer notar el razonamiento que hace el teórico político

Jean-Jacques Rousseau: “El derecho natural, en su forma más extremista

pretende el restablecimiento de una ley originaria; pero ésta, en definitiva,

solamente podía expresarse claramente a través del testimonio conjunto del

1
Claudio Cesa. Diccionario de Política. Siglo Veintiuno: Madrid, 1997. p. 1424
corazón y de la razón, en aquellos hombres que la civilización urbana,

mercantil y cortesana todavía no había corrompido radicalmente”.2

Por lo tanto, el romanticismo alemán busca poner en su lugar de honor a

la lengua original, considerada cargada de connotaciones semánticas perdidas;

el espíritu del pueblo y su carácter nacional (claros ejemplos son el Volk y la

Kultur); lo íntimo de una personalidad, tanto colectiva como individual; una

nueva “mitología”, retomando en gran parte la propia de la Edad Media,

fundamento a su vez de una nueva poesía; y, la continuidad del desarrollo

histórico. Es el iniciador del movimiento romántico alemán, en la segunda

mitad del siglo XVIII, el Sturm und Drang (Tormenta e Impulso), que inicia como

reacción al extremado racionalismo del Aufklärung (Ilustración alemana); y de

igual manera, es un antecedente del romanticismo, ya que se basa en la

“individualidad”, en lo “subjetivo” y en los “sentimientos” sobre la razón.

Este conjunto de elementos constitutivos del romanticismo alemán

mantiene otro elemento de carácter político, esto es, una oposición sucesiva al

despotismo ilustrado, al gobierno jacobino y al napoleónico, al sistema de

Metternich. Así, el romanticismo en Alemania manifiesta el interés por el

retorno a la naturaleza con un acentuado irracionalismo contra la razón. Surge

el romanticismo político como una identificación entre él y la derecha política;

esto es, una política “científica”, elitista, donde los fascismos europeos evocan

lo “clásico” de los grandes imperios, con un elemento constitutivo de éstos que

es el modo tecnocrático de la moderna organización militar-industrial,

organización, opuesta al modelo “pintoresco y desordenado” de la vida

preabsolutista.

2
Ibíd.
El romanticismo político alemán tiene connotaciones de la ideología

fascista: el culto de la empresa heroica y de la muerte hermosa, el uso de

ceremonias que difunden entre los participantes el sentido místico de una

comunión con la tierra y los muertos; rescate, puramente, de lo germánico

medieval, propias de los reinos germánicos:

Ya en 1934, el historiador de las religiones Mircea Eliade


se preguntaba cómo un movimiento político pretendidamente
revolucionario como el nazismo podía asimilar una mitología tan
pesimista como la germano-nórdica, que concluye
forzosamente en el Apocalipsis del Ragnarök o Destino de las
Potencias (en su día cuestionablemente traducido por Karl
Simrock como Götterdämmerung o “crepúsculo –u ocaso- de
los dioses”), y que supone la lucha final entre héroes y
monstruos, con la derrota definitiva de los primeros y la
destrucción final del mundo.3

Se utiliza una relación social “mecánica” como instrumento de

movilización de masas. En cuanto a esta relación social “mecánica”, o sea

basada en criterios funcionales, se estructura en una relación “orgánica”, donde

individuo y grupo cooperan entre sí o con los demás. El romanticismo alemán

no aceptan la distinción que se hace en el absolutismo entre lo público y lo

privado; tampoco aceptan una relación de mera subordinación, ya que sería

“atomístico” o despótico. Para el romanticismo político alemán no importa que

existan “garantías”, ya que son inútiles porque se fundan en leyes escritas y

llevan a la anarquía o a la tiranía. La relación social “mecánica” es un contexto

social en el cual el individuo encuentra satisfacción por medio de un vínculo de

amor, que es, al mismo tiempo, un sentimiento de dependencia, realizando, en

consecuencia, naturales y evidentes los deberes y la articulación de los grupos

a los que pertenece: la familia, el grupo, la tierra, el estado; siendo, éstos los

3
Sala. Op Cit. p. 88
contextos, intercomunicables y relacionables, entre los cuales hay equilibrio y

armonía.

Ahora, redactaré los antecedentes que el romanticismo político en

Alemania toma en tiempos posteriores a los redactados. Esta filosofía, fue un

movimiento que se originó en el último decenio del siglo XVIII, proviene

sociológicamente de eclesiásticos y funcionarios alemanes que eran los que

mantenían las estructuras del estado territorial. Manifestaban que mientras sus

padres se habían contentado con desempeñar funciones subordinadas y

habían puesto su honor en el servicio, ellos, los románticos políticos alemanes,

se colocaban en otro nivel, manifestando: “Debemos ir más allá del estado,

porque todo estado está obligado a tratar a los hombres libres como

engranajes de una maquinaria”.4

Es de hacer notar, que aunque en tiempos futuros la ideología

nacionalsocialista sería contraria a la Revolución Francesa, en esta época esta

revolución gala era vista, por los románticos alemanes, como positiva, ya que

ven en ella el ascenso de una generación joven y la ruptura de los viejos

cuadros, que en Alemania parecían muy lejanos. De igual manera, se toman

en consideración los razonamientos kantianos sobre la regeneración de la

moral, pero sobre todo las obras del gran idealista de la realidad y de la acción

moral, Fichte (sin embargo, aún dirigiéndose a un objetivo de regeneración

moral y cultural más que política). Así puedo notar que el romanticismo

alemán, en su primer periodo, no idealiza metas políticas concretas aún, metas

hacia la discusión de las formas institucionales y sobre los problemas sociales

existentes. En Francia tenía ya un carácter político fundamental:

4
Cesa. Op Cit. p. 1426
En aquellos años incluso la cuestión nacional carecía de
relevancia especial, y los planteamientos se hacen más bien,
desde un punto de vista cosmopolita, por una renovación del
género humano, a la cual los alemanes contribuían con sus
ideas, así como los franceses lo habían hecho con la acción
política.5

Estos elementos constituyen una transformación ideológica;

transformación que se representa como la mutación de la cultura como un

concepto universal común a la humanidad, hacia una cultura como

representación del espíritu místico del pueblo, la sangre y la tierra a la que

pertenece el individuo. Con estos elementos surge el romanticismo alemán a

través del Volksgeist (espíritu del pueblo o carácter nacional):

[...], la idealización nacionalista de la visión de Tácito condujo a


la creación de la figura alegórica de Alemania, que, bajo el
nombre latino de Germania, mostraba a una mujer con escudo
y espada desenvainada, en clara oposición a la Marianne
francesa, representación conciliadora de la República tocada
con el gorro frigio y portadora de un nivel y de una pica con la
punta hacia abajo. Desde las guerras contra Napoleón,
Germania solía ser representada escudriñando la orilla
occidental del Rin, dispuesta a defender el territorio alemán de
nuevas incursiones del enemigo francés.6

Herder fue quien utilizó el concepto de Volksgeist en su obra Andere

Geschichte Philosophie (Otra Filosofía de la Historia). Herder da las bases

para este nuevo esquema de razonamiento y da el estereotipo de poeta-filósofo

que prevalecería en Alemania durante toda la época romántica. Herder se

convirtió en: “Él campeón de la intuición contra el análisis, de la fe contra el

intelecto, de la historia contra la ciencia”.7 El cambio de rumbo se produjo con

el inicio del siglo XIX, donde el espíritu alemán se distancia de los resultados

5
Ibíd. p. 1426-1427
6
Sala. Op. Cit. p. 118
7
H. S. Reiss (ed). The Political Thought of the German Romantics. Basil Blackwell:
Oxford, 1955. p. 2
que la Revolución Francesa produjo, y por la política de poder establecida,

primero, por la República y, después, por el Imperio francés en relación con

Alemania. Es necesario citar a Görres, quien reconoce la necesidad de lo que

había sucedido:

Francia, para garantizar su existencia frente a los


peligros que la amenazaban por todos lados, ha hecho lo que
en casos parecidos el hijo de la naturaleza [...] Con este
movimiento se ha salvado de caer en el precipicio que la
amenazaba, pero se ha colocado al mismo nivel que los otros
estados, y su revolución ha perdido aquel interés universal
cosmopolita por el que había hecho suya, en un primer
momento, la causa de todos los pueblos.8

Basándome en la cita anterior, soy testigo del conflicto europeo. Por un

lado, la idea de una revolución que tenía como objetivo la universalidad y que

por el contrario se había instaurado en una nación. Y, por el otro lado, las

exigencias de sobrevivencia de los otros pueblos como entidades autónomas.

Veamos como nos lo explica la siguiente cita textual:

La Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas


habían difundido por la mayor parte del continente europeo el
concepto de democracia, extendiéndose así la idea de que las
poblaciones que compartían un origen étnico, una lengua y
unos mismos ideales políticos tenían derecho a formar estados
independientes. Sin embargo, el principio de la
autodeterminación nacional fue totalmente ignorado por las
fuerzas dinásticas y reaccionarias que decidieron el destino de
los asuntos europeos en el Congreso de Viena (1815). Muchos
de los pueblos que deseaban su autonomía quedaron
sometidos a dinastías locales o a otras naciones. Por ejemplo,
los estados alemanes, integrados en la Confederación
Germánica, quedaron divididos en numerosos ducados,
principados y reinos de acuerdo con los términos del Congreso
de Viena.9

De igual manera indica Cesa: “Los cerebros más lúcidos estaban

convencidos de que Alemania solamente podía sobrevivir a condición de una


8
Cesa. Op. Cit. p. 1427
9
Biblioteca de Consulta Microsoft. Op. Cit.
reforma radical: pero mientras que los políticos optaron por una `revolución

desde arriba´, los románticos empezaron a hablar de un nuevo tipo de estado.

Novalis, ya en 1789, evocó un estado `individualizado´ en el que la masa fuera

animada por el `principio vital´, o sea por el monarca”.10 Por su parte, Friedrich

Ernst Daniel Schleiermacher, no pretendía la creación de un estado como mal

necesario o como instrumento cuya única función fuera la de reprimir los vicios

humanos. Para él, tenía que ser el estado una representación institucional con

el objetivo de asegurar el goce de la vida integral, una entidad colectiva por la

que se debe estar dispuesto a sacrificarse. El romanticismo político alemán

también clama por la refundación de la polis antigua, y otros románticos por la

instauración de un estado “nacional”. El de la edad media alemana, para ser

preciso, en el cual la autoridad del poder temporal era limitada y guiada por una

autoridad espiritual, la de la iglesia.

Puedo encontrar en románticos como Novalis (seudónimo de Friedrich

Leopold von Hardenberg) elementos constitutivos del estado prusiano como

son el imperio y la iglesia. Pero a diferencia del régimen nacionalsocialista,

Novalis, intenta lograr un “concilio europeo”, donde el carácter religioso sería la

base para la renovación política, dando como supuesto resultado que todas las

demás reformas serían una consecuencia pacífica. Novalis, atribuye al

individualismo burgués la responsabilidad de las guerras y de las revoluciones

que habían conmovido al mundo. Fue el filósofo alemán Friedrich von Schlegel

en su obra Unterrichtsstunde (Lecciones), donde se reafirma una Ständish

(organización corporativa) de la sociedad y una supremacía del grupo de los

clérigos, atribuyéndole, a este último, el poder de vigilancia sobre la conducta

10
Cesa. Op. Cit. p. 1427
de la autoridad laica. Schlegel también estipula una organización política: el

imperio, quien garantizará la paz internacional. Schlegel habla aquí sobre la

función del imperio como garante de tal paz en pro de la individualidad de las

naciones y de las unidades estatales menores.

Se pueden encontrar similitudes entre los románticos y los liberales;

similitudes en cuanto a la función de autoridad y contención sobre los límites

del estado, la hostilidad al espíritu de conquista y en definitiva la defensa de lo

social contra la supremacía de lo político. Lo que diferencia a estas dos

filosofías, es que para los liberales, la forma de lo social está en función del

interés del individuo, y depende, en todo momento y circunstancia, del libre

consenso de éstos. Para los románticos, lo social es algo vinculante para el

interés del individuo. Punto decisivo entre estas dos filosofías, es su radical

diferencia en el tipo de desconfianza radical contra las pretensiones del poder,

que con la burocracia y las asambleas interviene en todas las esferas de la

vida, manipulándolas y modificándolas:

Las “revoluciones” que habían visto no parecían


promovidas por las fuerzas vivas del mismo cuerpo social, sino
esfuerzos de un efecto violento del poder (encarnado
indistintamente por un comité revolucionario o por un monarca)
para desviar la sociedad de su curso espontáneo, debilitando su
resistencia. Para los románticos, los ordenamientos políticos o
sociales no se construyen con base en elaboraciones
racionales, sino que son más bien el resultado de un desarrollo
que es histórico, pero sobre todo “natural”.11

A lo que se quiere llegar, para los románticos alemanes, como ya

indiqué, es a la permanencia de los miembros fundamentales del organismo,

que debe estar formado por las comunidades humanas: la familia, los grupos

sociales, la nobleza, el clero, la monarquía, que son para los ellos instituciones

11
Ibíd. p. 1428
que han existido siempre; éstas se mantienen y aseguran el libre juego de

fuerzas éticas y vitales. Éste ideal, sólo se logrará si los hombres participantes

se identifican con ellas, desarrollando coherentemente el tipo humano

vinculado con estas funciones y sin la posibilidad de un intercambio. Y sólo si

existe este vínculo entre los hombres, por una parte y las instituciones, por la

otra, se puede hablar de “representación” en un sentido político. Es de hacer

notar los indicios del carácter antiparlamentario del romanticismo, en cuanto:

“[...] los diputados no son los portadores de la mutable opinión de una

agrupación de individuos, sino de los intereses de cuerpos sólidos y

permanentes”.12

Progresivamente, el romanticismo político alemán se transformó en un

movimiento con elementos constitutivos específicos: nacionalismo13, necesidad

de unicidad alemana y la supremacía del Volk14 (pueblo) alemán sobre los

demás. En el estricto sentido, el radicalismo político del romanticismo alemán

se empieza a consolidar con las “Guerras de Liberación” que emprende Francia

al mando de Napoleón I Bonaparte. Las ideas de la Revolución Francesa se

tradujeron frente al romanticismo alemán como formas invasoras


12
Ibíd.
13
Ideología política y social que corresponde el concepto de nación con el de Estado. Aunque
tradicionalmente se ha llamado nacionalismo al pensamiento político relativo a la consecución
de la independencia nacional, para los pueblos y las etnias, el término también corresponde a
la actividad de un Estado.
Para la Weltanschauung, el nacionalismo sería la cohesión de los alemanes en base a su
procedencia étnica, por encima de diferencias sociales de clase; mediante un principio que
afirma que la unidad política y nacional deben ser congruentes.
Con la descolonización y la ideología nacionalsocialista que inspiró a Hitler al concepto de
nacionalismo, surgió la expresión "nacionalismo revolucionario" para designar procesos de
emancipación nacional de distintas clases.
13
Para captar en su esencia, más que definir, el concepto alemán Volk retomo a Peter Viereck
en su obra Metapolitics: From the Romantics to Hitler (1941), quien indica que se puede
traducir, el concepto Volk, por “nación” o “pueblo”. Sin embargo, precisa el autor, perdería
las connotaciones místicas y románticas del original. Geroge L. Mosse, en su obra The Cisis
of German Ideology: Intelectual Origins of the Third Reich (1964), capta al Volk como la
“visión del mundo” alemana en su Volkish, es decir, como el conjunto de ideas pertenecientes
al Volk.
implementadas por el ejército “conquistador” napoleónico. La concepción

ideológica de Bonaparte sobre el orden racional y el gobierno ilustrado

chocaron fuertemente con la filosofía política romántica alemana. La imperiosa

necesidad de unidad alemana, de igual manera chocó con la implementación

forzosa napoleónica de crear muchos pequeños estados de lengua germana,

todos ellos bajo control francés. El romanticismo alemán se convierte en

movimiento político radical, en ímpetu de guerra contra las fuerzas opresoras

occidentales, y en la necesidad política de una unificación alemana. Durante el

siglo XIX el ímpetu nacionalista romántico e irracional alemán emerge:

El destino, la tragedia del pueblo alemán, hablando en


términos generales, consiste en haber llegado demasiado tarde
en el proceso de desarrollo de la moderna burguesía. Pero
esta afirmación, formulada en términos sobradamente
generales, necesita ser concretada históricamente. Los
procesos históricos son extraordinariamente complicados y
contradictorios, y no puede decirse que el llegar demasiado
pronto sea, de por sí, más beneficioso que el llegar demasiado
tarde, o viceversa. Basta con echar un rápido vistazo a las
revoluciones democrático-burguesas para darse de que si, por
una parte, el pueblo inglés y el francés le llevaron una gran
delantera al pueblo alemán por haber ventilado sus
revoluciones democrático-burguesas ya en el siglo XVII, el
primero, y a finales del XVIII el segundo, por otra parte fue
precisamente el retraso de su desarrollo capitalista lo que
permitió al pueblo ruso encauzar su revolución democrático-
burguesa por los derroteros de la revolución proletaria,
sustrayéndose con ello a los sufrimientos y a los conflictos que
todavía hoy tiene que afrontar el pueblo alemán. Hay que tener
en cuenta, por tanto, donde quiera que el problema se plantee,
la interdependencia concreta de las tendencias histórico-
sociales; pero, hecha esta salvedad, se llega a la conclusión de
que, en lo tocante a la historia actual –contemporánea- de
Alemania, el factor decisivo reside, efectivamente, en el retraso
del desarrollo del capitalismo, con todas sus consecuencias
sociales, políticas e ideológicas.
Los grandes pueblos europeos se constituyeron como
naciones a comienzos de la época moderna. Plasmaron su
identidad territorial como naciones, sobreponiéndose a la
dispersión feudal. Surgió en ellas una economía nacional
única, que encuadraba a todo el pueblo y una cultura nacional
única, a pesar de la división de clases. En el desarrollo de la
clase burguesa, en su lucha contra el feudalismo, vemos actuar
a la monarquía absoluta por doquier, transitoriamente, como
órgano ejecutivo de esta unificación.
Alemania siguió, en este periodo de transición, otro
camino, el camino contrario. Lo que no quiere decir, en modo
alguno, que pudiera sustraerse a todas las necesidades
impuestas por el desarrollo general de la Europa capitalista,
para desarrollarse como nación por caminos absolutamente
propios y peculiares, como han sostenido los historiadores
reaccionarios y, la zaga de ellos, los fascistas.15

Alemania, bautiza su carácter nacional. Este elemento político

nacionalista dará la base a la vida social, cultural y política en Alemania por

más de un siglo. Es debido a ello que: “El pensamiento social y el pensamiento

nacional se unifican bajo el espíritu de los románticos, ya que expresan, de

forma diferente, su apego a las formas del pasado germánico: es la historia la

que justifica el conjunto de su concepción del mundo”.16 Sin embargo, existe el

problema de la unificación alemana –que llegará a su realización parcial hasta

el establecimiento del II Reich por el Estado de Prusia a mediados del siglo

XIX.- Es un momento clave para el incipiente espíritu alemán, ya que debido a

su antepasado imperial, bajo gobiernos autoritarios, ahora, sigue sin cumplir su

asignatura pendiente: la unidad política. Aunado a esto último, y como ya he

comentado, las demás naciones europeas ya estaban conformadas en estado-

nación. Para los alemanes la culpa la tenía occidente: Francia, mediante su

filosofía denominada racionalismo. Como consecuencia natural, los alemanes

se auto-definieron, en primera instancia, como opuestos a los franceses.

Francia, mediante el racionalismo mantenía los siguientes elementos

ideológicos: libertad, igualdad, fraternidad. Así es que todo elemento francés

15
György Lukács. El Asalto a la Razón: la trayectoria del Irracionalismo desde Schelling
hasta Hitler. Grijalbo: México, 1983. p. 29
16
Jacques Droz (e.d). Le Romantisme Politique en Allemagne. Armand Colin: Paris, 1963.
p. 30
representaría la oposición radical a lo alemán, sería por naturaleza y espíritu

algo no-alemán, algo racional. En consecuencia, Alemania regresa su

pensamiento romántico hacia su época heroica: a la “auténtica” Alemania, a la

dinastía medieval de los Hohenstauffen, al Imperio del Emperador Federico I

Barbarroja, fundador del I Reich, y hacia Federico II el Grande:

De entre todos los mitos nacionales alemanes


ensalzados por el nazismo a Federico II el Grande (1712-1786),
rey de Prusia, cabe atribuirle el lugar más destacado. En el
imaginario popular alemán se ha relacionado desde siempre a
Federico –afectuosamente apodado el viejo Fritz- con una
férrea disciplina (la famosa disciplina prusiana), con la
burocracia (instituyó una moderna administración) y con un
militarismo imperialista, y ha constituido desde antaño una
figura de culto para los nacionalistas.17

La Kultur alemana entra como un elemento vital en la historia ancestral

alemana en contraposición con el concepto racionalista de “civilización”. La

cultura es esencialmente alemana, la civilización es occidental; la cultura es

romántica, la civilización es racionalista. Para darle honor al imperialismo

alemán, tomo los postulados que hace de él Thomas Mann, en su obra

Betrachtungen eines Unpolitischen (Consideraciones de un apolítico). En esta

obra, Mann pondera el carácter del imperio alemán y de su modo expansivo.

Esto es, el imperialismo, manteniendo que el imperio es el núcleo de la

unicidad alemana y de su diferenciación con occidente:

La diferencia entre espíritu y política contiene la


diferencia entre cultura y civilización, entre alma y sociedad,
entre libertad y derecho del voto, entre arte y literatura; y el
carácter alemán es cultura, alma, libertad, arte, y no civilización,
sociedad, derecho del voto y literatura. La diferencia entre
espíritu y política es, para mejor ejemplo, la diferencia entre
cosmopolita e internacional. El primer concepto procede de la
esfera cultura, y es alemán; el segundo proviene de la esfera de

17
Sala. Op. Cit. p. 146
la civilización y de la democracia y es... algo totalmente
diferente.18

Ya anteriormente, aun antes de que la restauración europea otorgara

sus resultados, los razonamientos políticos de los románticos alemanes

presentaban características “apocalípticas”, una especie de “quietismo

resignado”, y también una situación social en la que se empezaba a abrir

camino la idea de que Europa había entrado en la fase decadente de su

historia. Schlegel empieza a hablar de un “futuro eslavo”. El romanticismo

político alemán teoriza en contra del constitucionalismo liberal; del Mythos

contra el Logos:

Las demandas de razón privan al pequeño burgués de su


contenido filantrópico; escapando de la ilustración él busca su
soporte en el Mythos; pero el Mythos al que él se aferra es
falso: confundido deambula tomando el lugar de una religión.
Confiando en lo subliminal, el desciende a lo vulgar; del
nacionalismo el camino lo guía a la bestialidad; brutalidad,
inicialmente un gesto retórico, se convierte en verdadero al
final.
El intelectual se convierte en un anti-símbolo, el “maligno
Oeste” engendra la decadencia democrática. Los profesores
posan como héroes: el humanismo es distorsionado como un
mundano trueque, el socialismo como la corrupción de la gente.
Para ser conservador y alemán es imperativo ser reaccionario;
el liderazgo se convierte a un nivel de escándalo elitista; el
hombre rompe con el confinamiento del humanismo y se
degenera en una bestia de presa. El pequeño-burgués equivoca
cada oportunidad en dejar el camino erróneo. Logos capitula
ante el Mythos de raza, sangre y nación; la palabra “alemán”
hace dorado todo.19

Al constitucionalismo liberal, los románticos políticos alemanes, lo

clasifican como la ideología de la burguesía financiera, iniciando a formular

indicaciones sociales en defensa de los pobres, o de los “proletarios” como se

18
Thomas Mann. Consideraciones de un Apolítico. Grijalbo: Barcelona, 1987. p. p. 48-49
19
Hermann Glaser. The Cultural Roots of National Socialism. Croom Helm: London, 1978.
p. 97
comienza a precisar. Aquí es donde encuentro la crítica romántica a la

revolución industrial; en estricto sentido a la “moderna” economía industrial:

[...] se habla de crisis recurrentes, de disminución de los


salarios, de la progresiva concentración de ganancias, de una
conjura permanente de los industriales contra los trabajadores
dependientes. Los parlamentos –a los cuales solamente se
permite acceso a la burguesía acomodada, por restricción
censal- legislan en beneficio de los ricos: no es pues de
extrañar si las masas, a las que la misma burguesía ha dado el
nombre solemne de “pueblo”, recurren a la insurrección
armada.20

La continuación en el uso de conceptos lingüísticos románticos son

específicos en la Kultur presente y posterior en la historia germana. Hitler en

su obra Mein Kampf (Mi Lucha) y Fichte en la propia, Reden an die deutsche

Nation (Discursos a la Nación Alemana), utilizan los conceptos de Volk,

Gemeinschaft (comunidad), Deutsche Geist (espíritu alemán), Rasse (raza).

Tanto Hitler como Fichte precisan el carácter de unicidad y de superioridad

alemanas. Son elementos constitutivos de la futura ideología

nacionalsocialista. Fichte, es un patriota alemán, creado radicalmente por la

invasión francesa a territorio prusiano y sus estados alemanes. En su obra

Reden an die deutsche Nation, Fichte representa el movimiento nacionalista y

patriótico del romanticismo político alemán. El nacionalismo alemán se

convierte en un culto, y Alemania adquiere la “misión cultural”, por su

supremacía espiritual, sobre el resto del mundo:

Nosotros no nos tendríamos entonces produciendo los


pretextos para nuestro destino y la guerra no sería librada
contra nosotros como negocio, no hubiésemos sido arruinados
como un lugar de mercado. Casi una década atrás, antes que
nadie pudiera prever lo que nos pasaría, los alemanes eran
avisados a hacerse a ellos mismos independientes de los
tratados internacionales y a crear un Estado comercial cerrado.

20
Cesa. Op. Cit. p. 1428
Estos propósitos eran contrarios a todos nuestros hábitos,
especialmente, por mucho, hacia nuestra idólatra veneración en
acuñar metales, y fue atacado pasionalmente e ignorado.
Desde ese tiempo hemos aprendido, obligados por fuerzas
exteriores y por el deshonor, a hacer sin eso y muchas cosas
más que nosotros estamos seguros que no las haríamos
cuando éramos libres y en posesión de nuestro altísimo honor.
¡Si tan sólo pudiésemos medir esta oportunidad cuando el
disfrute de estas cosas no nos corrompían, en orden a que
corrijamos nuestros conceptos para siempre! ¡Si tan sólo
pudiésemos reconocer de una vez por todas esas doctrinas
engañadoras acerca de los tratados internacionales y la
manufactura del mundo ser verdaderamente idóneo para lo
extranjero y formar parte de la armonía con la cual ha sido
librada la guerra contra nosotros, pero ellos no aplican a los
alemanes, si tan sólo nosotros pudiésemos reconocer que,
después de la unidad de los alemanes consigo mismos, la
autosuficiencia interior y la independencia comercial de los
alemanes son las próximas mejores intenciones para obtener
su salvación y así la salvación de Europa!21

El romanticismo alemán expresa el tema de la relación individuo-todo,

rechazando todo proyecto de ingeniería social “moderna” en nombre de la

continuidad entre pasado y presente, entre naturaleza y civilización, entre tierra

y alma, considerando “engañador” todo propósito de dar la felicidad al hombre

aquí y ahora, si la organización propuesta ignora o sacrifica alguna de las

funciones que expresan las necesidades fundamentales del hombre. Así,

puedo encontrar que en romanticismo alemán existe un movimiento circular

continuo, que pasa de las funciones más elementales y primitivas a las más

elaboradas y avanzadas, cuando las primeras se transfiguran en las segundas,

éstas adquieren su significado y valor cuando vuelven a encontrarse con las

primeras. Por lo tanto, para el romanticismo alemán, el productor económico

es el que alimenta –de aquí la simpatía o nostalgia, no solamente del Nacional

Socialismo, sino de la Weltanshaung- hacia los estratos campesinos o por los

21
Fichte, en Reiss. Op. Cit. p. 107-108
orígenes campesinos del Bürgerlich (ciudadano); el Soldat (soldado) que es el

que defiende, mientras que el sabio, es el que desempeña la función de

custodio de la tradición, como sacerdote o profeta. Platón dogmatizaba lo

siguiente:

El análisis del estado demuestra que es necesario que se


realicen tres funciones. Hay que satisfacer las necesidades
físicas latentes y el estado debe ser protegido y gobernado. El
principio de especialización exige que se distingan los servicios
esenciales y de ellos se sigue a que hay tres clases: los
trabajadores que producen y los “guardianes” que a su vez se
dividen, aunque no de modo tajante, en soldados y gobernantes
o –si se trata de un solo gobernante- el filósofo-rey. Pero como
la división de funciones se basa en la diferencia de aptitudes,
las tres clases se basan en el hecho de que existen tres
especies de hombres: los que son por naturaleza aptos para el
trabajo, pero no para el gobierno, los que son aptos para
gobernar, pero sólo bajo la dirección y el control de otros y, por
último, los que son aptos para los más altos deberes del
hombre de estado, tales como la elección última de los medios
y los fines.22

Así, el romanticismo alemán considera esta función igual a las que

tenían las religiones primitivas: la mediación entre la movilidad de la vida

humana y la permanencia de las fuerzas cósmicas:

Con todo lo dicho se explica la tenaz hostilidad romántica


hacia el mundo desacralizado, que considera y valora la
actividad sólo en términos de producción y de resultados; de
aquí también arranca la seguridad de que el descubrimiento de
un significado será la verdadera garantía de un sano equilibrio
social, en el que cada uno se considerará necesario; la idea de
que el progreso, de cualquier tipo que sea, transforme
radicalmente o suprima estas funciones es lo que la mentalidad
romántica no puede aceptar. Puede por tanto ser revolucionaria
cuando toma posición contra un sistema carente de relaciones
con las “potencias elementales”, o conservadora cuando
sostiene que tales relaciones están todavía vigentes y es
necesario defenderlas contra la modernización espiritual. 23

22
Platón, en Sabine. Op. Cit. p. 66
23
Cesa. Op. Cit. p. 1433
Debido a la cita anterior, entiendo, se le atribuye al romanticismo político

alemán, la representación de “reacción política” contra la Ilustración;

instaurándose, esta filosofía romántica alemana, como oposición patriótica

frente a la invasión cultural francesa. Pienso que el romanticismo político

alemán se estructuró conservador y reaccionario como ideología

nacionalsocialista alemana y, adquiere, sus elementos constitutivos:

revolucionariamente nacionalista con un gobierno autoritario y totalitario. Así,

el romanticismo político alemán por medio del III Reich se estructura como una

“revolución conservadora”, más que como una simple reacción, veamos:

“Revolución Conservadora” significaba el “eterno regreso


de lo mismo”, que era un cambio hacia la reafirmación de la
vieja fe germana en Barbarossa. La concepción medieval del
Tercer Reich fue revivida por Moeller van der Bruck: “El
conservador piensa en el Tercer Reich. Él sabe que, justo
como el Reich medieval de nuestros antiguos emperadores vive
en el Reich bismarckiano, entonces el Segundo Reich resistirá
en el Tercero”. Está destinado a ser un Reich de mil años.24

Es lo que Friedrich Leopold von Hardenberg denominó “una revolución

contra la Revolución”. Los románticos querían destruir el estado de las cosas

impuesto por los franceses, pero no para regresar al esquema inmediatamente

anterior, sino a un pasado lejano, místico y oscuro de grandezas teutonas, en

donde reinaba la unidad espiritual del Volk. Los neorrománticos como Arthur

Moeller van der Bruck y Oswald Spengler, reavivaron en la posguerra los más

exaltados sueños de los primeros románticos alemanes. De las cenizas del II

Reich había de surgir un Tercero, el más espiritual y alemán de todos. En la

búsqueda de este objetivo, los neorrománticos alemanes rechazaban la idea de

la racionalidad en la acción política (tanto en medios como en fines),

24
Glaser. Op. Cit. p. 128
glorificaban la violencia (no sólo como arma efectiva para conseguir fines, sino

por su valor per se), y promovían la indiferencia política. Para Gordon A. Craig,

la situación era la siguiente: “Eran producto de una combinación de patriotismo,

idealismo, nihilismo e irracionalismo”.25 En la primera posguerra, este particular

tipo de germanofilia se radicalizó, alcanzando a principios de los años treinta

del siglo XIX, límites extremos que produjeron en el irracionalismo el giro del

nihilismo al vitalismo. Hitler, aún siendo un profundo revolucionario, requirió

siempre a la tradición como fin y medio del nacionalismo. Para él, la autoridad

del Estado se debe de la siguiente manera: “[...] reposa sobre una base más

firme todavía, la autoridad de la tradición. Y si alguna vez se combinaran el

apoyo popular, la fuerza y la autoridad de la tradición, la autoridad podría

considerarse inconmovible”.26 En palabras del político nacionalsocialista Alfred

Rosenberg:

La grandeza del movimiento Nacional Socialista reside


en el hecho de ser la encarnación de la conciencia nacional
alemana en ropajes modernos. Por esta razón nos sentimos
identificados con toda la grandeza que hacía justificable el
orgullo por Alemania en el pasado; por esta razón somos
enemigos de todos aquellos que pretendan contaminar la
esencia de Alemania.27

Si analizamos las palabras de los líderes nacionalsocialistas, tales como

Hitler y Rosenberg, encontramos una voluntad de cambio, de evolución, de

progreso y de revolución. Sin embargo, precisan en la idea de que la nación

tiene una conciencia nacional específica, y que cualquier cambio o reforma

debe llevarse a cabo dentro del marco de la visión del mundo establecida por

dicha conciencia; dentro de la Weltanshaung nacionalsocialista. Y la única

25
Gordon A. Craig. Germany: 1866-1945. U. Press: Oxford, 1978. p. 486
26
Hitler. Op. Cit. p. 250
27
Rosenberg, en William McGovern. From Luther to Hitler: The History of Fascist-Nazi Political
Philosophy. Houghton Mifflin: Cambridge, 1941. p. 619
forma de conocer y entender esa visión del mundo, es a través del pasado.

Esa es la esencia de una revolución conservadora. En ella, los elementos

tradicionales y revolucionarios conviven incondicionalmente. Un concepto

fundamental del pensamiento romántico alemán es el de la síntesis orgánica en

todos los planos. Esto quiere decir que en la Weltanshaung romántica del

mundo el todo es mayor que la suma de sus partes, idea opuesta nuevamente

al racionalismo occidental. Aplicado a la sociedad, esto se traduce en una

supremacía de la nación, el Estado, la patria (o cualquiera otra organización

colectiva) sobre el individuo. La Gesellschaft (sociedad) es occidental,

representa la organización racional de los seres humanos por los seres

humanos; la Gemeinschaft (comunidad), en cambio, es alemana, representa la

unidad monolítica de un grupo de seres humanos por lazos de sangre y raza:

La sangre constituye la sustancia mística sobre la que se


asienta el pilar de la cosmovisión nazi. La naturaleza
simultáneamente simbólica y biológica de la sangre, entendida
como portadora de la raza, permite interpretarla tanto desde la
óptica cientifista de la antropología racial como, a la vez,
trascenderla y sublimarla hasta atribuirle claras dimensiones
místico-religiosas. A través de la sangre se pone de manifiesto
el materialismo fundamental de la religión secular nazi, que
rinde culto a un concepto -lo ario- que, aún siendo abstracto,
halla su encarnación biológica en el cuerpo físico de una
comunidad. La sangre es el elemento a través del cual se
efectúa dicha encarnación.28

En la tradición occidental, el individuo es tan seguro como la libertad y la

propiedad; para los románticos alemanes el individuo debe todo lo que es a la

Vloksgemeinschaft (colectividad del pueblo); esto se representa de la siguiente

manera:

Del oscuro vientre del desarrollo, la raza, surge el


individuo; al Volk le debe todo lo que es y todo lo que hace;

28
Sala. Op. Cit. p. 327
participa en el gracias a su nacimiento y es importante sólo
porque, temporalmente, encarna sus infinitas potencialidades.
Está unido a sus semejantes por la “mística sagrada de los
lazos de sangre”. Su formación más elevada es la disciplina en
su servicio y su mayor honor es ofrecerse para su preservación
y salvación.29

La “voluntad de todos” se opone a la “voluntad general”. La primera

representa la idea democrática de la suma de voluntades individuales de los

ciudadanos, mientras que la segunda significa la voluntad indivisible del Estado

orgánico por encima de los individuos. Idea que los nacionalsocialistas

denominaron: “La voluntad popular”.30 Habría que señalar que los teóricos del

Nacional Socialismo consideraban a el Estado per se como un medio y no

como un fin, pero esto se debe sobre todo a que lo consideraban una etapa

anterior al Estado-racial ario, purificado de todo elemento contaminante, y

compuesto por un inmenso Volksgemeinschaft actuando en perfecta armonía

orgánica.31 Aquí surgen otros dos términos fundamentales para el lenguaje

romántico alemán: Bult und Boden (Sangre y Tierra):

En el tiempo de la añoranza romántica por los paraísos


perdidos se interiorizó la antítesis originaria entre germanos
bárbaros y romanos civilizados para convertirla en una
oposición entre la primitiva cultura rural tradicional y la
denostada forma de vida de las grandes urbes, vinculada a la
industrialización y el progreso. 32

Es esta Weltanshaung nacionalsocialista que sirve de lazo entre el

individuo y el Volk, y que conforma la esencia del concepto de raza. El papel

que juega el Estado en la concepción romántica alemana del mundo es

fundamental. La política, en ese sentido, no es otra cosa que el “arte del

29
Stefan George, en Sabine. Op. Cit. p. 644
30
Rousseau, en Viereck. Op. Cit. p. 32
31
“Un organismo viviente cuyo exclusivo propósito sea el de servir a un concepto elevado”.
Hitler. Op. Cit. p. 183
32
Sala. Op. Cit. p. 336
Estado”, el Staatskunst (Arte de Estado) de Adam Müller. Para los

racionalistas, el Estado era un mal necesario, pero transitorio. Los románticos

alemanes, en cambio, aplicaron libremente al Estado las ideas naturalistas

dándole vida propia, orgánica, independiente de los hombres que lo componen.

Hitler, como heredero de estas ideas, sostiene que para sustituir a un Estado

mecánico: “[...] inherente que sólo desea subsistir en aras de sí mismo, tendrá

que formarse un organismo viviente cuyo exclusivo propósito sea el de servir a

un concepto elevado”.33

Ante todo se mantiene el propósito de conservar la vida


de la nación –es el elemento esencial- y uno no debe hablar de
una ley para la protección del Estado sino para la protección de
la nación: es sobre esta protección de la que uno debe
pensar.... En el lugar de esta rígida organización –el Estado-
debe establecerse el organismo vivo -el Volk-.34

Ludwig Jahn, nacionalista alemán, estableció la superioridad del Volk

sobre el Estado desde los años de las guerras de liberación; indicando en

cuanto:

Si los alemanes han de construir una nación unida sobre


una fundación firme, ellos deben buscar hacia lo que era más
antiguo y más esencial que el estado –hacia las místicas
fuerzas del Volkstum. ¿Qué era el Volkstum sino la interior vida
creativa del Volk, quien es por sí solo una manifestación de la
creación eterna de Dios? El Volk existe antes que el estado,
fue su fundación.35

Sin embargo, Jahn no descarta por completo la utilidad de un Estado

como cemento para el Volk, tomando el modelo del Estado militar de Prusia,

bajo el control de Federico II el Grande: “Un estado sin Volk es nada, un

33
Hitler. Op. Cit. p. 183
34
Hitler, en Norman H. Baynes (e.d.). The Speeches of Adolf Hitler: April 1922-August 1939,
vol. I-II. U. Press: Oxford, 1942. p. 188
35
Jahn, en Kohn. Op. Cit. p. 88
artificio desalmado; un Volk sin estado es nada, un fantasma aireado falto de

cuerpo, como los gitanso y los judíos. Solamente estado y Volk juntos pueden

formar un Reich, y tal Reich no puede ser preservado sin Volkstum”.36

Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, en 1802, con sus obra Vorlesunger

ubre die Methode des akademischen Studiums (Conferencias sobre el Método

de la Enseñanza Académica), fue quien estableció el nexo entre el naturalismo

y el romanticismo político alemán. De ese momento en adelante, el

romanticismo alemán y la concepción orgánico-naturalista de las cosas

permanecían inseparables. Como he indicado anteriormente, los distintos

componentes del nacionalismo están íntimamente ligados entre sí. Todos,

indudablemente, están impregnados de la Weltanshaung romántica. El

romanticismo político alemán sirvió, en particular, como base para la

conformación de los elementos constitutivos de la ideología nacionalsocialista.

En consecuencia el romanticismo alemán se articuló en elemento constitutivo

del Nacional Socialismo en un culto al carácter nacional alemán,

representando el auge de lo nacional, dirigiendo al Volk hacia el nacionalismo

exacerbado. Es propio de este romanticismo, la añoranza a las antiguas

culturas bárbaras teutonas de la edad media, reforzando la esencia vital del

espíritu del pueblo alemán y de su carácter nacional, de la esencia colectiva de

un pueblo guiado hacia un socialismo propio de su raza y de su cultura

ancestral, y guiado, de igual manera, hacia el rescate de lo íntimamente

individual propio únicamente del hombre alemán.

El romanticismo alemán abre la puerta a las nuevas doctrinas fascistas

evocando lo clásico de los grandes imperios, que se deben de construir, ahora,

36
Ibíd.
por medio de una moderna organización militar-industrial, guiado por la

voluntad heroica de un líder, de un Führer. Así el romanticismo alemán en su

esencia política se manifiesta con un carácter reaccionario ante las estructuras

sociales y económicas que las ciencias derivadas de la Ilustración han

producido en toda Europa, siendo enemigas de la vieja y ancestral hegemonía

imperial, sacra y unipolar de los viejos reinos germanos. De igual manera, el

romanticismo alemán en su esencia filosófica y política encuentra como un

adversario a la Revolución Francesa, madre del igualitarismo, del

humanitarismo, de la democracia y del parlamentarismo; ya que el

romanticismo alemán encuentra un contexto social en el cual el individuo basa

su realización por medio de un vínculo de amor; amor expresado en un

sentimiento de interdependencia social, que resulta en los deberes naturales

hacia su raza y hacia su nación, los cuales son: la familia, el grupo, la tierra, la

sangre y el pueblo constituido en nación. Es por ello, que los románticos

alemanes empiezan a hablar de un nuevo tipo de estado, un estado

individualizado en el que el pueblo alemán fuera animado y revitalizado por el

“principio vital”, y guiado, éste principio, por un guía depositario de todo el

espíritu nacional, el guía es Hitler.


Capítulo Tercero

El Irracionalismo alemán

3.1 Orígenes y principios del irracionalismo alemán

El término “irracionalismo” designa genéricamente a las corrientes

filosóficas que privilegian el ejercicio de la voluntad, la individualidad y los

impulsos vitales, en contra, o por encima de la comprensión racional del mundo

objetivo. Como tal, no se aplica a una escuela específica sino que designa una

tendencia general en el curso de la historia de la filosofía. Sin embargo, por

antonomasia suele aplicarse el término a las distintas corrientes existencialistas

y nietzscheanas que reaccionaron contra la hegemonía de la filosofía positivista

y neokantiana en la primera mitad del siglo XX. La gran diferencia que existe

entre el racionalismo ilustrado y el irracionalismo, que alimenta el espíritu

irracionalista nacionalsocialista, es que para los primeros toda la crítica de la

comprensibilidad del mundo o de la primacía de las facultades intelectivas

sobre las pulsiones psíquicas o biológicas se realiza mediante la razón;

mientras que para el irracionalismo alemán esto mismo se realiza por medio de

la vitalidad del espíritu y de la naturaleza primigenia del hombre (es por ello que

el irracionalismo también es denominado vitalismo).

Los orígenes del mayor posicionamiento irracionalista alemán se halla

en la crítica a la filosofía de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien creo el

“idealismo objetivo”, que representa el máximo esfuerzo por subsumir todas las

aparentes contradicciones de la experiencia en una unidad lógica que

ascendiera paulatinamente, por medio de la síntesis intelectual de los

opuestos, hacia el saber absoluto. Irracionalistas alemanes como Arthur


Schopenhauer, Friedrich Wilhelm Nietzsche, son irracionalistas en oposición a

la dialéctica hegeliana. Dentro de un amplio radio de pensamiento, se

encuentra un denominador común en la explicación del fenómeno de la vida, y

dentro de este amplio radio de pensamiento, existen dos elementos comunes,

estos son:

Primero, su crítica frontal a considerar a la razón como


elemento central o decisivo del comportamiento humano y
social, destacando más bien la importancia de fuerzas
consideradas irracionales, como la fe religiosa, las emociones y
los sentimientos, la voluntad de poder, la fuerza de la vida o de
los mitos y supersticiones; y, segundo, como condición también
necesaria, el hecho de que tendieron a ver esas fuerzas
irracionales con confianza y simpatía, simpatía que también
puede relacionarse con su crítica a la razón y la ciencia como
métodos adecuados de conocimiento.1

Antes de redactar la filosofía irracionalista, que alimenta a el espíritu del

Nacional Socialismo, es necesario precisar que el irracionalismo es una

filosofía radical y política la cual debe ser analizada históricamente por medio

de tres autores con posiciones ideológicas diferentes. Estas posiciones

irracionales dan inicio a finales del siglo XVIII con el teórico político francés

Joseph de Maistre, considerado el máximo representante del pensamiento

conservador opuesto a las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa y

padre del reaccionarismo católico; posteriormente, en la mitad del transcurso

de la historia irracionalista, están los filósofos alemanes Nietzsche y

Schopenhauer, y concluyen a principios del XX con el teórico político y filósofo

social francés George Sorel. De igual modo, antes de iniciar de forma más

particular y detallad con el irracionalismo, es necesario indicar que el

irracionalismo alemán no desprecia del todo o prescinden por completo de la

1
http://biblioteca.uam.es/documentos/Derecho/docencia/filosofia_der/irracion.pdf
razón en cuanto pretensión, y que se encuentra, el irracionalismo, más en una

forma literaria que abstracta o sistemática de argumentación en el uso de la

razón en la reacción filosófica hacia el positivismo del siglo XIX:

[...] la religión es superior a la razón no porque aporte más


respuestas convincentes que la razón, sino porque no aporta
absolutamente ninguna. No persuade ni discute, ordena. La fe
es verdadera sólo cuando es ciega; en cuanto busca
justificación esta liquidada. Todo lo que es en el universo
fuerte, permanente y eficaz está fuera del alcance de la razón y,
en cierto modo, en contra. La monarquía hereditaria, la guerra,
el matrimonio, persisten precisamente porque no se pueden
defender y, en consecuencia, no se pueden borrar de la
existencia refutándolos.2

Ahora bien, el irracionalismo alemán nace y se desarrolla debido a el

gran apogeo que el industrialismo dio a la economía europea, con su secuela

espiritual de atención unánime hacia la eficacia y las medidas, con la utilidad

como criterio de esta eficacia, con la vida de ciudad y sus emociones como

ambiente, con desprecio u olvido de lo espontáneo y primigenio y una

tremenda ceguera para las realidades exteriores a los laboratorios de utilidad

en producción que nacen del positivismo. Por lo tanto, el irracionalismo

alemán, de igual modo, surge en contra posición al positivismo, filosofía esta

última, “cegada” por las claridades que la ciencia empezaba a otorgar dentro de

la sociedad industrial, negando todo lo demás. La ruptura entre el

irracionalismo alemán y el positivismo, siendo un sistema de filosofía, se basa

en la diferencia a entender la experiencia y en el conocimiento empírico de los

fenómenos naturales. En virtud de lo anterior, el positivismo considera a la

metafísica y a la teología como sistemas de conocimiento imperfectos e

inadecuados, lo que para el irracionalismo es erróneo. Para el positivismo, que

2
Ibid.
se basa en el racionalismo, “todo lo demás” que ya no sea comprobable dentro

de su campo de estudio, es prácticamente desechado. Y esto que se desecha

es el universo irracional, el de las realidades con su simple estructura

metafísica, el de una alma sustancial, el de la posibilidad de una filosofía

primera, y, por tanto, también la de una salvación. Para dar una inicial idea de

lo que el irracionalismo alemán representa, me gustaría citar el razonamiento

que hace el Dr. Thomas Stroux sobre la filosofía nacionalsocialista, él indica :

Más que una doctrina filosófica estricta, lo que el


Nacional Socialismo representa es una Weltanshaung, una
concepción del mundo... que empuja a las almas de los
guerreros con sentimientos filosóficos, al menos, un estado de
espíritu, “una pedagogía oficial”, o concepción del mundo, por la
que mueren con sonrisa trágica. [...] Los que caen en la
gigantesca batalla de Stalingrado saben bien que detrás está
una Alemania que desean grande, muy fuerte; una Alemania
hegemónica. [...] difícilmente podrá explicarse la actitud de
tantos jóvenes que en los campos de batalla se encaran con la
muerte con la trágica sonrisa que en su rostro dibuja el eco
inconsciente de una voz que va susurrando imperceptible: “El
hombre es un ser para morir”.3

A el irracionalismo alemán pertenece la experiencia de que la vida es

demasiado difícil, demasiado compleja y demasiado variable para poder

entenderla; que la naturaleza es movida por fuerzas obscuras y misteriosas,

opacas a la ciencia, y que una sociedad convencional es intolerablemente

rígida y superficial. Su contraparte: el racionalismo y el positivismo. Su

ideología se expresa en que la “vida” controla a la razón, no la razón a la vida;

que los grandes hechos de la historia fueron realizados no por la inteligencia

sino por la voluntad heroica; que los pueblos se mantienen no por el

pensamiento sino por un instinto de rebaño o intuición racial innata; que los

pueblos se elevan a la grandeza cuando su voluntad de poder supera sus

3
http://www.filosofia.org/hem/194/esp/9421226a.htm
desventajas físicas y morales. El deseo de felicidad es despreciado, a

comparación con el heroísmo, el sacrificio personal, el deber y la disciplina. La

ideología democrática de libertad e igualdad y las libertades civiles y políticas

del gobierno constitucional y representativo, son considerados como los “restos

gastados” del racionalismo filosófico, que había culminado con la Revolución

Francesa: “Intelectualismo estéril era el término despreciativo generalizado con

el que el fascismo y el Nacional Socialismo describían a todas las teorías

políticas rivales, liberales o marxistas”.4

El fin político del irracionalismo alemán es la expansión nacional

mediante la guerra, debido a que este objetivo tenía que ser justificado, el

irracionalismo alemán no permitía que lo fuera por medio de un cálculo racional

de las ventajas individuales ni de los beneficios nacionales tangibles; la

justificación irracional es un valor místico más que un valor racional a la

grandeza de la nación, una meta remota y brillante de “creatividad” nacional,

que le da al individuo el heroísmo y la disciplina. El irracionalismo es voluntad

y acción. El irracionalismo enfrenta a la inteligencia racional e interpone otro

principio de acción y conocimiento: la intuición del genio o la astucia

inarticulada de los instintos con la afirmación de la voluntad y la acción. Esta

fuerza irracional destruye a la razón, ya que ésta es crítica, el irracionalismo es

creador, más profundo que superficial, más natural que convencional, más

incontrolable y demoníaco que metódico: “La apreciación paciente de la

realidad y la busca sistemática de los hechos reales son virtudes burguesas por

debajo de la dignidad del genio o del santo”.5

Nada ha causado más pestes a los hombres que el


conocimiento: es ésta la última pestilencia que llevó a toda la
4
Sabine. Op. Cit. p. 655
5
Ibid.
humanidad a la ruina, la que arrolló toda inocencia y nos ha
dejado sujetos a tantas clases de pecados y también a la
muerte [en referencia al mito bíblico del árbol de la ciencia]: que
ha extinguido la ley de la fe, lanzando a nuestras almas a las
ciegas tinieblas.6

Al verdugo está dedicado el que Berlín considera el


pasaje más famoso de las “Veladas de San Petersburgo”,
donde lo pinta como un ser “inexplicable” y “extraordinario”,
orgulloso de su habilidad en el patíbulo, aislado y detestado por
la sociedad, ni criminal ni virtuoso sino necesario: “toda
grandeza, todo poder, toda subordinación descansa en el
ejecutor: es el horror y el nudo de la asociación humana”.
Quitad del mundo ese agente incomprensible y en el instante
mismo el orden deja su lugar al caos, los tronos se hunden y la
sociedad desaparece.7

El irracionalismo se presentó en Alemania como un culto al Volk, el

pueblo representado en la nación alemana, y un culto del héroe, el genio o el

grande hombre. El Volk es colectivamente portador y fuente de cultura; de su

espíritu emergen místicamente el arte y la literatura, el derecho y el gobierno, la

moral y la religión, elementos, todos ellos, de las cualidades espirituales del

alma nacional. Ese culto al Volk, como ya indiqué en el Capítulo anterior, es

parte del romanticismo literario alemán. Antes de la aparición de la Revolución

Francesa, Herder, como ya se mencionó, había contrapuesto el “genuino”

pensamiento nacional alemán contra el racionalismo cosmopolita de la

Ilustración francesa e inglesa. El culto al Volk había estado vivo en la

idealización consciente del arte medieval, en contra del seudoclacisismo del

siglo XVIII, se presenta una renovada aparición de la poesía y la música

folklórica y el “germanismo” de las teorías históricas del derecho constitucional

y de las instituciones políticas. Mediante la capacidad de creador de Kultur, el

Volk acciona colectivamente en contra de la invención individual. Lo grande en

6
http://biblioteca.uam.es Op. Cit.
7
Ibid.
arte o política, es creación de los héroes o de los grandes espíritus que surgen

del alma del Volk. El culto al héroe es representado por teóricos irracionalistas

de peso como Nietzsche y Wilhelm Richard Wagner. Mediante esta filosofía

irracional de individualismo heroico, de reverencia por el Volk, colectivamente

se unen en contra de las masas individualistas. El irracionalismo alemán indica

tres puntos fundamentales: la razón no puede por sí sola resolver los

problemas del universo; el universo mismo es en esencia irracional; el hombre

es en esencia un animal irracional, y toda actividad social y política debe partir

de esta premisa. Establece la importancia de la intuición y el instinto como

complementos de la razón. György Lukács, explica en cuanto:

La confluencia del irracionalismo de la filosofía de la vida


con la “concepción del mundo” del fascismo [...] se produce
dentro de la atmósfera espiritual general de la duda radical en
cuanto a la posibilidad de un conocimiento objetivo, en cuanto
al valor de la razón y el entendimiento, al amparo de la fe ciega
en los “datos” intuitivistas e irracionalistas que repugnan al
entendimiento y la razón; en una palabra: dentro de la
atmósfera de una credulidad histérico-supersticiosa, con la
circunstancia, además, de que este oscurantismo de la lucha
contra la verdad objetiva, contra la razón y el entendimiento, se
presenta como la última palabra de la ciencia moderna, de la
teoría del conocimiento “más avanzada”.8

El individualismo del héroe es lo opuesto del igualitarismo democrático.

La filosofía irracionalista desprecia las virtudes unitarias y humanitarias de la

vida burguesa ordenada, mantiene un desprecio pesimista por la comodidad y

la felicidad. Es espíritu en nombre de las leyes, de la vida, se basa sobre la

experiencia vital que no puede reducir a elementos previos objetivos que

pretenden explicar, por medio de la razón, sus elementos. Su contenido es

ontológico o gnoseológico; en el primer sentido, trata las cosas que por su

8
Lukács. Op. Cit. p.p. 590-591
propia naturaleza no pueden reducirse a capítulo lógico; en el segundo, parte

del supuesto de las limitaciones de la razón humana para el conocimiento de lo

real, es filosofía de la existencia. Schopenhauer veía tras la naturaleza y la

vida humana la lucha de una fuerza ciega, a la que llamaba “voluntad”, una

lucha sin fin ni propósito, un esfuerzo agitado y sin sentido que desea todas las

cosas y no satisface con nada, que crea y destruye, sin obtener nada. Con

esta fuerza irracional, lo único que construye la mente humana es un pequeño

espacio de orden aparente donde la “ilusión” de la racionalidad y la finalidad

descansan precariamente. La filosofía de Schopenhauer se basa en la

intuición moral de la vanidad de las aspiraciones humanas en “semejante

mundo”; la pequeñez del esfuerzo humano y la desesperanza de la vida

humana. Sentía desprecio por los pequeños valores del filisteo, la afectación,

autosatisfacción y complacencia de la gente vulgar y sin distinción, que

“imaginaba” poder limitar las fuerzas incomprensibles de la vida y la realidad

dentro de las reglas de los convencionalismos y la lógica. Contra la lógica de la

historia, Schopenhauer contrapone la creatividad del genio, del artista y del

santo, que dominan la voluntad no controlándola sino negándola. Para el

filósofo alemán, la esperanza de la humanidad está no en el progreso sino en

la extinción, en la comprensión de que el esfuerzo y los logros no son más que

ilusiones; para él, esta liberación podía alcanzarse por medio del ascetismo

religioso o la contemplación de la belleza, que es conciencia sin deseo.

La moral de la vida cotidiana era derivación de la piedad para

Schopenhauer: “[...] del sentido de que el sufrimiento es inevitable y que todos

los hombres son esencialmente iguales en su infortunio”.9 Schopenhauer era

9
Sabine. Op. Cit. p. 656
el genio de Hitler. Sin embargo, fue Nietzsche el filósofo irracionalista que más

influyó en la ideología nacionalsocialista. El punto central de la filosofía

nietzscheana es la idea de la voluntad de poder (una de las expresiones

favoritas del Nacional Socialismo), que derivó, en cierta medida, de la doctrina

de la voluntad de Schopenhauer (en la que ésta es el motor de todo).

Igualmente es comparable al impulso vital de Henri Bergson, a la esperanza de

Bloch, y a la ley de la selección natural y la teoría de la evolución de Charles

Robert Darwin. Nietzsche define más específicamente a la voluntad que

Schopenhauer: no es ya meramente la voluntad de dominar y controlar lo que

te rodea, el medio ambiente y las demás voluntades. Ahora, Nietzsche

trasciende hacia el “poder”:

[...], la voluntad universal no es estrictamente la voluntad de


vivir, es la voluntad de poder. Cada ser viviente lucha por lograr
incrementar su poder venciendo a otros; la vida es por sí misma
esencialmente una lucha por lograr un superávit en poder. [...]
donde quiera que encuentre vida, ahí encuentro yo Voluntad al
Poder, y aún en la voluntad de un sirviente, aquí encuentro yo
la voluntad a ser dominado. Ni necesario, ni deseado, en
cambio el amor de poder es el demonio de la humanidad. Tu le
das todo lo posible al hombre –salud, alimento, protección,
place-, sin embargo están y permanecen infelices y
caprichosos, mientras el demonio espera y espera, y debe ser
satisfecho.10

Nietzsche aplica la teoría biológica y orgánica evolutiva de Darwin,

haciéndola parte integral de su “voluntad por el poder”. Para el filósofo alemán,

la voluntad por el poder es la verdadera causa de la evolución, causa real de la

acontecimiento de nuevas especies. La ley de la selección natural es, en ese

sentido, la lucha entre voluntades, en la que vence la más fuerte. El Nacional

Socialismo se nutre y se desarrolla de esta ideología: el pueblo con mayor

10
Nietzsche, en McGovern. Op. Cit. p. 410
voluntad debe ser quien imponga sus condiciones sobre los demás; el énfasis

en la lucha y la guerra (derivado de la “selección natural entre voluntades”) y;

en cuanto a la moral, Nietzsche negó la existencia de un código absoluto del

bien y del mal. Para él existen una infinidad de códigos morales, relativos a

distintas situaciones, y que sirven como armas en la lucha por el poder. Para el

Nacional Socialismo, los valores morales no son otra cosa que la justificación

particular de los actos que llevan a la satisfacción de las necesidades de una

comunidad específica, sean estos del tipo que sean. Así, una política de

extermino es “buena” en el sentido de que sirve para la preservación de la raza

superior, la “raza aria” (imperativo procedente de Darwin). Para Nietzsche la

vida y la naturaleza son irracionales. Para él, si los resultados de la actividad

humana carecen de sentido, salvo, en consecuencia, que la naturaleza humana

se ve impulsada “ciegamente” a actuar, los hombres sólo pueden aceptar, “y si

es posible aceptar jubilosamente”, la acción misma independientemente de sus

resultados. El valor está en la lucha e, inclusive, en la desesperanza misma de

la lucha:

Para Nietzsche la vida es verdaderamente una tragedia,


puesto que termina en enfermedad, pena, y muerte. Sin
embargo, nosotros debemos y podemos encontrar un
exuberante placer viviendo esta tragedia. Como los guerreros
de la antigüedad, nosotros debemos encontrar el placer de
nuestro jefe en el campo de batalla, aún cuando la batalla nos
lleve, tarde o temprano, a la muerte.11

No la piedad ni la renunciación, sino la afirmación de la vida y la voluntad

de poder son las fuerzas internas de la personalidad. Para el filósofo alemán,

la gente vulgar, satisfecha de si misma, “hipócrita”, son tan despreciables –

como indicaba Schopenhauer-, pero es el héroe más que el santo quien los

11
McGovern. Op. Cit. p. 410
trasciende. Es por ello que todos los valores morales deben “transvaluarse”

consecuente indica Nietzsche: “[...] en vez de la igualdad, el reconocimiento de

la superioridad innata; en vez de la democracia, la aristocracia de los viriles y

los fuertes; en vez de la humildad cristiana y la humanidad, la dureza y el

orgullo; en vez de la felicidad, la vida heroica; en vez de la decadencia, la

creación”.12 Nietzsche tuvo una importante influencia en la Weltanshaung de

los alemanes después de la derrota del II Reich; debido a que la Gesellschaft

demandaba de un nuevo Kaiser, un nuevo líder, a un superhombre, a un

Führer. Empero, para el gran teórico alemán, ésta no era una filosofía para las

masas, ya que le atribuye a las masas una categoría de seres inferiores, cuyo

instinto saludable es seguir a su líder. A juicio de Nietzsche, cuando se

corrompe el “sano” instinto, las masas sólo crean una moral de esclavos, una

ficción de humanidad, piedad y abnegación personal que refleja en parte su

propia inferioridad, pero es, en realidad, un veneno sutil, un invento de la

astucia servil, para esterilizar las facultades de los creadores. Porque no hay

nada que el hombre común odie o tema tanto como la fuerza de la originalidad.

Nietzsche indica que las dos “encarnaciones” de esta moral se encuentran en

la democracia y en el cristianismo, y que cada uno de éstos, son una

“apoteosis” de la mediocridad y un “símbolo” de la decadencia. En su obra Der

Wille zur Macht (La Voluntad del Poder), indica los elementos constitutivos de

su filosofía.

Es Nietzsche quien crea a el “Súper Hombre”, a la “Gran Bestia Rubia”,

encargada de arrollar a toda oposición, desprecia la felicidad y crea sus propias

leyes. Sin embargo, el nexo entre Nietzsche y el Nacional Socialismo es

12
Nietzsche, en Sabine. Op. Cit. p. 656
radicalmente incompatible en cuanto a la ideología racial, nacionalista y radical;

veamos porqué: “[...], su apasionado desprecio por las teorías raciales,

antisemitismo, militarismo y cualquier tipo de instinto de multitud hace evidente

el hecho de que, si él hubiese vivido para ver el Tercer Reich, él hubiese

preferido ser un preso de Dachau que un hombre superior”.13 Sin embargo,

para la Weltanshaung de la Gesellschaft, Nietzche fue fundamental en la

consolidación del III Reich. Posteriormente, el filósofo neorromántico francés,

Henri Bergson –aunque de ascendencia judía-, refuerza la teoría irracionalista

relacionándola con la biología: las facultades intelectuales se originaron en el

curso de la evolución orgánica y, por lo tanto, sólo poseían un valor

simplemente utilitario. Para el irracionalismo de Bergson, la razón solamente

servía para minar a la razón, de igual manera, criticaba las pretensiones de la

inteligencia científica como fuente de la verdad:

En su aspecto crítico, “La evolución creadora” de


Bergson fue un análisis destinado a demostrar que el intelecto
es simplemente un factor en la adaptación biológica y tiene
puesto, simplemente, una aplicación instrumental para controlar
el medio en que vive el hombre. La función de la ciencia es la
utilidad más que el alcance de la verdad.14

El objetivo de la filosofía de Bergson, era demostrar que la inteligencia

se sierva de la “fuerza vital”, un oscuro impulso cósmico; sólo la intuición puede

captar directamente al mundo tal como es: una fuerza creadora indefinible,

imprevisible, supraracional. Para el filósofo francés, la mente estaba

innatamente dotada de esta intuición, entendida con el instinto y más

profundamente arraigada en la vida que la razón, pero muy atrofiada en el

desarrollo humano por la excesiva dependencia del hombre en la inteligencia.

13
Feliks Gross. European Ideologies. Philosophical Library: New York, 1948. p. 786
14
Sabine. Op. Cit. p. 657
Bergson llegó a teorizar en cuanto a que las fuerzas intuitivas podían

recuperarse y convertirse en instrumento metódico para alcanzar la verdad

metafísica. Unida la filosofía irracionalista de Schopenhauer y Nietzsche, de

neorrománticos irracionalistas como Bergson, Alfred Bäumler, Ernest Bertram,

Karl Joel y Oswald Spengler, el resultado fue una glorificación romántica de la

fuerza, la guerra y la germanidad. Pero es a Nietzsche, a quien se le debe que

la Gesellschaft rompiera con la civilización occidental y moderna impuesta en

Europa mediante el racionalismo y la Ilustración. Él crea a un hombre nuevo,

instintivo, a una “Gran Bestia Rubia”, cuyo motor es la voluntad pura y absoluta

de poder. Por su parte, Oswald Spengler, en oposición al racionalismo, definió

al irracionalismo como proceso creador:

Racionalismo es en el fondo nada además que crítica, y


la crítica es lo opuesto a creador; el toma los objetos en piezas
y las pone juntas; concepción y origen son externos a él. Por
esta razón su trabajo es artificial y falto de vida y se mata
cuando se encuentra con la vida real.15

El romanticismo, al igual que el irracionalismo, de iniciar como

movimientos de carácter europeo, se transformaron en filosofía de práctica

esencialmente alemana. Esta filosofía se apegó a la mitología germana, hacia

la superioridad teutona y del destino alemán. El precursor de ello fue Wagner;

él dio elementos constitutivos al Nacional Socialismo. Hitler, siendo Canciller

de la República de Weimar, indicó: “Quien quiera entender la Alemania

Nacional Socialista debe conocer a Wagner”.16 Viereck, considera que los

escritos de Wagner significaron la más “fértil e importante” fuente individual

para el Nacional Socialismo. Es necesario citar a Thomas Mann: “Yo voy un

poco más lejos que Peter Viereck. Yo encuentro un elemento del nazismo no
15
Spengler, en Butler. Op. Cit. p. 244
16
Hitler, en Viereck. Op. Cit. p. 126
sólo en la cuestionable literatura de Wagner; yo lo encuentro además en su

`música´”.17 La historia política de Wagner es larga e imposible de indicar en

su totalidad en esta tesis. Sin embargo, debo destacar que el compositor

alemán se transformó del “revolucionario de 1830”, europeo y liberal, hacia un

fuerte nacionalismo místico y más puramente alemán. En el plano artístico,

Wagner siempre fue un romántico, pero en el plano político, lo fue hasta

después de la revolución liberal de 1848. Los años que vivió Wagner de exilio

en Francia, después de la “derrota del 1849” (en la que participó como activista

revolucionario en la toma de Dresden al lado de Mijaíl Alexándrovich Bakunin),

sirvieron para radicalizar sus tendencias irracionalistas. Cuando regresó a

Alemania, el racionalismo y occidente le eran inservibles. Retornó con dos

nuevas ideas: francofobia y antisemitismo. Wagner, daría vida a cuatro

elementos constitutivos del nacionalismo: el romanticismo político, el principio

del líder (Führerprinzip), la supremacía del Volk y la unidad alemana y la

purificación de la raza (con el antisemitismo como principal expresión). El líder

espiritual de la nueva Alemania sería precisamente él, el genio iluminado. El

heredero de Siegfried y de Barbarossa:

Yo soy la persona más alemana (der deutscheste


Mensch), yo soy el espíritu alemán (Geist). Preguntad a la
incomparable magia de mis obras, confróntenlas a ellas con
todo lo demás: no podrás decir nada mas que –esto es alemán.
¿Pero qué es esto alemán? ¡Debe de ser algo maravilloso,
porque es humanamente más bello que cualquier cosa más!
¡Porqué, mi Dios! ¿Debería esto alemán tomar origen?
¿Deberé de ser apto para encontrar mi Folk? ¡Qué magnífico
folk debe de ser! No obstante, solamente yo puedo pertenecer
a tal gente.18

17
Mann, en Viereck. Op. Cit. p. 92
18
Wagner, en Kohn. Op. Cit. p. 202
La ópera de Wagner, Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros

cantores de Nuremberg), da el ejemplo claro del líder espiritual de la

Weltanshaung del Volk. Der Ring der Nibelungen (1872) (El Anillo del

Nibelungo), fue la obra maestra, base de su creatividad artística y de su

pensamiento, mediante su teatrología nacionalista alemana. Ésta última

compuesta por Die Walküre (La Valquiria), Das Rheingold (El Oro del Rin),

Siegfried, y Die Götterdämmerung (El Ocaso de los Dioses).

Der Ring der Nibelungen representó para la Weltanshaung la más

popular de las expresiones del arte y espíritu del Volk; inspirada en el

Nidelungenlied (Cantar de los Nibelungos) y en el Edda. Estas dos,

representan antiguas leyendas del místico pasado precristiano de los teutones,

del paganismo germánico. La obra de Wagner se adaptó perfectamente a las

necesidades y propósitos particulares del nacionalismo alemán decimonónico.

Invocó a los sentimientos, tradiciones y pasiones más arraigadas de la Kultur

alemana, justificando la tarea mesiánica del pueblo alemán: como líder

espiritual del resto del mundo. Wagner llevó al irracionalismo a su punto

máximo: algo es grande por que es alemán, y si es alemán entonces debe ser

grande.

De igual importancia es la labor que realiza el teórico social inglés,

Herbert Spencer, a quien se le considera como el padre de la filosofía

evolucionista. Spencer destacó por sus investigaciones sobre el cambio social

desde la perspectiva evolucionista, desde el darwinismo social; parte del

estudio de la “estructura social” interpretada como el conjunto de formas en que

grupos e individuos se organizan y relacionan entre sí y con los distintos

ámbitos de una sociedad. La estructura es un instrumento para analizar la


realidad social. El concepto de estructura tiene una larga evolución, en el siglo

XVII en el campo de la historia natural para hacer referencia a las relaciones

entre las partes de un todo; y que el Nacional Socialismo retoma en el

romanticismo político y en el irracionalismo como representación del “estado

orgánico”. Spencer estableció el paralelismo entre la organización y evolución

de los organismos biológicos, y la organización y evolución de las sociedades.

La sociedad, considerada como un “organismo vivo”, podía ser dividida en

partes ordenadas y diferenciadas. Para Spencer, la estructura social sería la

“trama de posiciones e interrelaciones mutuas mediante las cuales se puede

explicar la interdependencia de las partes que componen la sociedad”.19 Es

por ello que Spencer indica que las sociedades están implicadas en un

movimiento histórico como consecuencia de la constante transformación de su

entorno, de sus valores, normas o símbolos, y de sus propios miembros, la

sociedad se ve influenciada por fuerzas externas e internas que modifican su

naturaleza y su evolución. En lo que el irracionalismo alemán retoma estas

teorías evolucionistas es en que esta alteración afecta a la organización de una

determinada colectividad y modifica su historia. La colectividad afectada ha

sido la alemana. Así se presenta el desolador acontecimiento para el Volk:

En el cambio social intervienen los factores, las


condiciones y los agentes del cambio. Factor de cambio es un
elemento que provoca la modificación de las estructuras ante
una determinada situación (por ejemplo, la instalación de una
fábrica en un medio rural implica el cambio en el mercado de
trabajo, la movilidad de la población o nuevas costumbres); las
condiciones son los elementos que frenan o aceleran el cambio
en una situación (en este caso sería el tipo de agricultura
empleada en el medio rural o la actitud de los vecinos); por
último, los agentes del cambio son las personas, grupos o
asociaciones, cuya acción, que podrá ser progresiva o

19
Biblioteca de Consulta Microsoft. Op. Cit.
regresiva, tendrá un gran impacto en la evolución de las
estructuras.20

Otro gran filósofo alemán fue Oswald Spengler, quien desarrolló una

teoría en la cual la civilización de Europa occidental vivía su definitivo ocaso,

ocasionado por si terminante decadencia. Mediante esta afirmación, y en el

contexto histórico del periodo de entreguerras, la filosofía de Spengler sirvió de

tesis argumental la defensa de posiciones políticas totalitarias. cada cultura

individual posee un “alma” única, o estilo de arte y pensamiento, y que todas las

culturas pasan por un ciclo vital de crecimiento y decadencia comparable al ciclo

biológico de los organismos vivos. En su análisis de la historia de Europa

occidental, Spengler sostenía que la cultura de Europa había entrado en la

etapa final de su existencia y que ésta sería sobre todo un periodo de expansión

tecnológica y política. Esa tesis provocó una controversia en el ámbito del

pensamiento que convirtió a Spengler en un autor muy polémico. En la década

de 1930, su influencia adquirió connotaciones ideológicas agresivas, de modo

muy acusado en el origen de los movimientos fascistas europeos.

Spengler en su obra Der Untergang des Abendlandes (La Decadencia de

Occidente), indica que la permanencia de los logros de la humanidad es

incorrecta, ya que la cultura occidental se condena, debido a que otras culturas

han estado antes que ella, y ha incorporado ya a su última etapa degenerada.

Spengler indica en cuanto:

¿Hay una lógica de la historia? ¿Existe, más allá de


todos los elementos causales e incalculables de los elementos
separados de los eventos separados, algo que nosotros
pudiésemos llamar estructura metafísica de la historia, algo que
es esencialmente independiente de las formas exteriores –
sociales, espirituales y políticas- que vemos tan claramente?

20
Ibíd.
¿No son estas actualidades hechos secundarios o derivados
de ése algo? ¿La historia-mundo presenta al ojo observador
ciertos rasgos magníficos, repetidas veces, con suficiente
constancia para justificar ciertas conclusiones? Y si es así,
cuáles son los límites a los que el razonamiento desde
semejantes premisas puede ser capaz de abarcar?21

Es Spengler quien realiza una diferencia entre el marxismo y el

socialismo alemán dentro del siglo XVIII en Prusia, donde la regla del Estado

sobre todos los individuos y clases ha sido aceptada. Spengler abogaba por la

idea de que el socialismo puede ser parte de la ideología conservadora,

indicando que un ejemplo claro de ello se manifiesta en la tradición prusiana con

su sentido de obligación hacia la patria. De igual manera, el filósofo alemán en

su obra Der Mensch und die Technik (El Ser Humano y la Tecnología), advierte

sobre el peligro que representa la tecnología y el industrialismo mediante su

destructivo impacto sobre la cultura, indicando lo siguiente: “Solo los soñadores

ignoran este hecho”.22

Spengler fue, en un principio, aceptado por el Nacional

Socialismo. El Nacional Socialismo le atribuía gran preeminencia a los ataques

que el filósofo de la historia realizaba hacia las ideas e instituciones liberales.

El Nacional Socialismo le atribuía a la obra Der Untergang des Abendlandes

gran valor, ya que se aseguraba glorificaba el militarismo. Posteriormente,

debido a su deslealtad al Führer, y a su vil actitud de crítica constante y actitud

pesimista al dictador, fue aislado y obligado a mantener silencio total.

21
http://www.kirjasto.sci.fi/spengle.htm
22
Ibíd.
3.2 El irracionalismo y el autoritarismo

Los orígenes irracionales del Nacional Socialismo se encuentra en

elementos profundos de la historia y el carácter nacional alemán, más que en

circunstancias o acontecimientos inmediatos como un Tratado de Versalles o

las crisis económicas que el mundo occidental vivió a finales de la década de

los años veinte del siglo pasado. El carácter autoritario y corporativo de los

gobiernos alemanes a lo largo de su historia como nación y como estado

conservador y militarizado responden en una época convulsiva, como lo fue la

República de Weimar, a encontrar el rechazo a la razón y a la realidad que se

afirmaba peligrosamente en la ideología alemana, un movimiento de gran peso

ideológico y político como lo es el Nacional Socialismo. La tremenda fuerza

intelectual alemana retoma a el Romanticismo y crea los posicionamientos

irracionales, poniendo en su lugar a el espíritu del pueblo y su carácter

nacional; y encuentra la individualidad del pueblo alemán muy aparte del resto

del mundo. El romanticismo encuentra en el Fascismo a su alma gemela, su el

significado político romántico. Alemania exige un obligado regreso a la

naturaleza mediante una filosofía irracionalista en contra del racionalismo;

racionalismo encarnado por el despotismo ilustrado, por el gobierno jacobino y

napoleónico; esto es, todo lo concerniente con la Ilustración, con la Revolución

Francesa y con la moderna ciencia económica derivada de la sociedad

Industrial, que se han enfrentado con un Estado nacional incompleto y

retrasado en muchas de las grandes obligaciones que exige la Europa

moderna. Este sentimiento popular alemán, llevó a la nación hacia una

glorificación por el Führer; por un revitalizada Weltanshaung, una

Weltanshaung nacionalsocialista romántica e irracional.


Lógicamente la derecha tradicional, imperativamente, debe conformarse

en partido de ultraderecha, y este es el caso del fascismo nacionalsocialista;

lograr, rápidamente, el asenso al poder político y, una vez, en cuerpo de

Estado-nación, constituirse como un ente totalitario, con políticas

gubernamentales dispuestas a la idealización de una nueva fase, una fase

nueva y única en la vida de la nación y en la conquista del mundo entero con el

objetivo de implementar y construir una nueva realidad, una realidad que su

pasado histórico sustenta y avala. Así el irracionalismo alemán termina

destruyendo al ineficaz “método” racionalista de concebir al mundo y al

universo. Es por ello que el Nacional Socialismo es un claro ejemplo de que el

gobierno autoritario es óptimo, y que el gobierno liberal-democrático es un

entrelazado sistema muy complejo donde, intencionalmente, convergen

intereses perfectamente establecidos en pro de su propia subsistencia y de su

propia enriquecimiento, siendo encarnaciones de modelos experimentales y

simulados en pro de ganancia materiales y destrucción de las capacidades

básicas naturales del ser humano y de la naturaleza misma. El gobierno

nacionalsocialista autoritario fue, de igual modo, la reacción ente las crisis

psicológicas y económicas que produjo la sociedad industrial europea en

Alemania. Así, los elementos políticos y militares que llevaron al II Reich

prusiano a intervenir en pro de su imperialismo en Europa y la “inesperada”

derrota que concluye con la Primera Guerra Mundial, las gravosas

imposiciones y los elementos ajenos que occidente impuso a la Weltanshaung,

dan pauta al nacimiento de la revolución romántica e irracional en cuerpo de

una Weltanshaung nacionalsocialista.


Ahora bien, el aspecto político del irracionalismo alemán se expresa en

la justificación que hace el autoritarismo. esto último se expresa en la

eficiencia que producen los regímenes que privilegian el aspecto de mando y

destruyen radicalmente el del consenso, concentrando el poder político en un

solo hombre, en un solo guía, en el “Hombre Superior”, en el Führer ; y que

mantiene el control vital de la nación en un solo órgano. El irracionalismo

alemán también interviene en las disposiciones psicológicas relacionadas con

el poder y con la ideología nacionalsocialista, en este sentido psicológico, el

irracionalismo sustenta sus bases filosóficas sobre una personalidad que por

orden natural es autoritaria y que es vital para el sustento de la nación elegida

como la más fuerte entre todas; esto se lleva a cabo por medio de la

disposición a la obediencia a los superiores y al respeto y adulación de todos

los que detentan la fuerza y el poder. Por otra parte, las posturas irracionales

alemanas marcan un elevado grado de desprecio a los inferiores jerárquicos y

especialmente, a todos los que están privados de fuerza o de poder. El

irracionalismo nacionalsocialista en cuestión de ideología política es

autoritario, ya que niega, como se ha venido indicando, la igualdad de los

hombres, basándose en el principio jerárquico y exaltan a manera de culto la

vitalidad de las virtudes de los componentes “naturales” y “orgánicos” de la

personalidad autoritaria. Para el irracionalismo nacionalsocialista, el

igualitarismo democrático es el que no es capaz de producir la “verdadera”

autoridad:

En este último sentido, diversos autores propugnaron,


especialmente en Alemania de los años 30, la doctrina del
“estado autoritario”. También la “personalidad autoritaria” fue
presentada, en parte, de manera anticipada por el psicólogo
nazi E. R. Jaensch, quien en 1938 describió un tipo psicológico
notoriamente parecido, juzgándolo de una manera más positiva
que negativa.23

En el sentido irracional, el orden autoritario se construye por medio de

ideologías de orden, como lo fue, primero, el NSDAP (como partido político

militarizado), y, segundo, el III Reich bajo el régimen nacionalsocialista. Estas

ideologías irracionalistas tienden a una transformación integral de la sociedad

donde se unen en perfecta conjunción con las ideologías totalitarias. Así, el

irracionalismo es per se autoritario, esto es, no se limita a propugnar por una

organización jerárquica de la sociedad política, sino que convierte a esta

organización en un ente orgánico mediante el principio político exclusivo para

conseguir lo que se considera el bien supremo: el orden. Para el autoritarismo

moderno que retoma el irracionalismo alemán, la situación es la siguiente: “Sin

un ordenamiento rígidamente jerárquico, la sociedad va fatalmente al encuentro

del caos y a la desintegración”.24

Toda la filosofía política de Hobbes... puede


interpretarse como un filosofía autoritaria del orden. Aunque es
una teoría autoritaria singular y en cierto modo anómala, ya
que parte de la afirmación de la igualdad de los hombres y
deduce con un método rigurosamente racional la necesidad de
obediencia incondicional al soberano. Por el contrario,
hablando en general, las doctrinas autoritarias modernas son
doctrinas antirracionalistas y antigualitarias, ya que para ellas el
ordenamiento deseado de la sociedad no es una organización
jerárquica de funciones creadas por la razón humana sino una
organización de jerarquías naturales, sancionadas por la
voluntad de Dios y consolidadas por el tiempo y por la tradición,
o impuestas de manera inequívoca por su misma potencia y
energía interna. Generalmente el orden jerárquico que debe
preservarse es el del pasado, y se finca en la desigualdad
natural de los hombres.25

23
Stoppino. Op. Cit. p. 125
24
Ibíd. p. 126
25
Ibíd. p. 126-127
El irracionalismo articula la ideología autoritaria mediante la acción de

que el orden ocupa el aspecto de los valores políticos y el ordenamiento

jerárquico que se desprende de él, abarca toda la técnica de la organización

política. Así, no se puede admitir que el ordenamiento jerárquico sea un simple

instrumento temporal para llevar a cabo la transformación parcial o integral de

la sociedad, para el autoritarismo, la organización jerárquica de la sociedad se

justifica en si misma y su validez es eterna e inmortal. De igual modo, el

irracionalismo alemán existe en el autoritarismo como ideología del orden, por

lo que el totalitarismo fascista además de imponer la obediencia incondicional

al súbdito, también impone la entrega total del miembro de la nación o de la

raza elegida. Es por ello, que el irracionalismo es hijo filosófico del

romanticismo alemán ya que ambos son parte del orden jerárquico del

autoritarismo teutón que es único y esencialmente el orden político anterior a

la revolución industrial.

El pensamiento autoritario moderno es una formación de reacción en

contra de la ideología liberal y democrática, por lo que se une perfectamente

bien a la ya añeja filosofía romántica alemana y a la nueva irracionalista;

podemos encontrar nuevamente la doctrina contrarrevolucionaria de de Maistre

quien lleva a cabo una formulación entre el autoritarismo y el nacionalismo,

desprendidos, nuevamente del inexorable avance de la sociedad industrial y

urbana tratando, de Maistre, de responder a la problemática general que se

presentaba en Europa con soluciones de carácter socialista:

No obstante, inmediatamente después de la revolución


francesa, la sociedad se puede encontrar aparentemente ante
una disyuntiva: por un lado, la prosecución de las corrientes
innovadoras; por otro, la plena restauración del orden
preburgués. Así, Joseph de Maistre logra contraponerle al
iluminismo revolucionario una doctrina que implica una
inversión casi completa. Al racionalismo ilustrado le
contrapone un irracionalismo radical: las cosas humanas son el
resultado de la concatenación imprevisible de innumerables
circunstancias, bajo las cuales se encuentra la providencia
divina, y por esta razón, el hombre debe ser educado en los
dogmas y en la fe, y no en el ejercicio ilusorio de la razón; a la
idea de progreso le contrapone la de tradición: el orden social
es una herencia de la historia pasada que lo ha consolidado y
experimentado en el trascurso del tiempo, y cualquier
pretensión del hombre por convertirse en legislador es
perturbadora y desintegradora; a la concepción de la igualdad
de los hombres, contrapone la de su desigualdad que no puede
suprimirse; a la tesis de la soberanía popular, la de que todo
poder viene de Dios; a los derechos del ciudadano, el deber
absoluto de obediencia del súbdito.26

Con el mismo espíritu se encuentra el vizconde de Bonald, quien indica:

“El poder del rey, absoluto e independiente de los hombres, es la causa; sus

ministros (la nobleza), que ejecutan su voluntad, son el medio; la sociedad de

los súbditos, que obedecen el efecto”.27 Se encuentran otros grandes

pensadores de la incipiente doctrina autoritaria, como el político español y

marqués de Valdegamas, Juan Donoso Cortés, quien indica:

Frente al desarrollo cada vez más decidido del


liberalismo y de la democracia y frente al desarrollo insipiente
del socialismo, encuentra en la raíz de todas estas corrientes
un mismo pecado contra Dios, una misma nostalgia satánica
por el caos por lo que pronuncia profecías apocalípticas sobre
sus resultados finales, llegando a prever que la monarquía no
será ya suficiente para restaurar el orden y que habrá que dar
vida a una dictadura política.28

El autoritarismo ha sido una característica importante y recurrente de

pensamiento político alemán del siglo XIX, constituyendo primeramente una

resistencia a la unificación nacional y a la industrialización, y luego

acompañándolas y guiándolas. Mencionaré solo algunos autores cuyas ideas

26
Ibíd. p. 127
27
Ibíd.
28
Ibíd. p. 128
han tenido un peso significativo aún en la política práctica alemana: Carl

Ludwig Haller, quien construyó un teoría revolucionaria basada en la

idealización del estado patrimonial de la Edad Media y ejerció gran influjo en el

círculo político de Federico Guillermo IV; Friedrich Julius Stahl, que teorizó la

monarquía hereditaria legítima de derecho divino, contribuyendo a dar forma a

programa conservador de la monarquía de Prusia que desembocó en la obra

unificadora de Bismarck; y Heinrich Treitschke, quien elaboró doctrinas que se

convirtieron en una parte integrante de la ideología del Imperio alemán hasta la

Primera Guerra Mundial. Los postulados de Treitschke son de gran peso, ya

que expresan la situación de un estado autoritario que se encuentra ante el

problema de llevar a cabo una fuerte movilización social para consolidar la

unidad nacional -al igual que el Nacional Socialismo- y para dirigir desde lo alto

la modernización. Aquí, se encuentra consecuentemente y de la misma

manera que en el régimen nacionalsocialista un nacionalismo extremo con

fuertes vetas imperialistas, además de una moderada acogida de las instancias

liberales para empujar a la burguesía a la colaboración. Es de destacar que en

el pensamiento autoritario de este político, la autoridad no se basa ya en la

voluntad de Dios sino en la historia alemana y en su misma potencia:

El estado es fuerza, tanto interna como externamente, y


el primer deber de los “súbditos” es la obediencia. La mejor
forma de gobierno es la monarquía hereditaria, que está de
acuerdo con las desigualdades naturales de la sociedad,
mientras que la democracia contradice el dato natural. El rey
detenta el poder, dirige el ejército y la burocracia, y elige
autónomamente su gobierno.29

La cita anterior indica el modelo de la monarquía constitucional prusiana,

donde la función del parlamento y de los partidos, es un poco más que

29
Ibíd.
consultiva. Esta estructura jerárquica prusiana del sistema político refleja y

preserva las jerarquías naturales de la sociedad civil, que encuentra en su

vértice a la nobleza hereditaria, el “estrato eminentemente político “, que tiene

en sus manos la dirección del Estado; en el centro la burguesía, que

desempeña un papel importante en la vida cultural y material, pero que

degenera cuando pretende ocuparse orgullosamente de los asuntos públicos; y

en la base la gran multitud de los trabajadores manuales. Entre éstos,

Treitschke tiene una predilección significativa por los campesinos,

conservadores y apegados a la tradición, y mira con suspicacia a los obreros

de la ciudad, inquietos y “particularmente sensibles a las ideas de subversión”.


Consideraciones finales

Posteriormente a la caída del II Reich, los alemanes étnicos bajo el

dominio de las autoridades francesas en Alsacia-Lorena y en la Renania o de

las tropas polacas en la Prusia occidental y en Silesia contribuyeron a la

intensificación emotiva del pensamiento völkisch, proporcionando ejemplos de

persecución y sufrimiento, y alimentando la creencia de que todos los

alemanes estarían mejor dentro de una “comunidad nacional” étnicamente

uniforme. Creían en una revolución conservadora que reconciliaría a las clases

y restauraría la autoridad. Ofrecían la visión de un socialismo nacionalista, bajo

un dirigente autoritario, que conduciría a Alemania a una nueva era en la que

todas sus contradicciones quedarían superadas para siempre. Este futuro

estado final sería el III Reich.

La sociedad alemana presentaba grandes fracturas, se trataba en parte

de determinantes estructurales de un país enorme con gran rapidez de

crecimiento entre mundos diversos y dividido por grandes diferencias políticas:

[...] Pero podrían decirse cosas parecidas de muchos otros


países que también estaban divididos por las creencias
religiosas... El Berlín “rojo” tenía sus equivalentes en el Madrid
“rojo” y la Viena “roja”. Los problemas económicos y las
tensiones políticas estaban desgarrando la República de
Weimar y los partidos políticos eran incapaces de trascender
sus entornos respectivos. Las personas cuya experiencia de
posguerra era de caos y de desastres, era lógico que deseasen
seguridad y predecibilidad de los acontecimientos.
Prácticamente todos los partidos, incluida la derecha
socialdemócrata, participaban de la retórica de una “comunidad
nacional”, con alguna forma de colectivismo autoritario como la
solución ideal para Alemania. 1

1
Michael Burleigh, El Tercer Reich. Una Nueva Historia. Punto de lectura: México, 2000. p. 170
La elección del mariscal Paul von Hindenburg en 1925 presagiaba

ciertas posibilidades políticas. Pero sólo un partido político dio con una fórmula

que sumaba el nacionalismo con una forma de socialismo “moral económico”,

basado en la “justicia” y con la promesa de poner los intereses “comunes” por

encima de los “individuales”. Emulando conscientemente la retórica de guerra,

este partido habló de deber y sacrificio más que de derechos individuales o de

grupo, tampoco habló de lucha de clases ni de la redistribución de la riqueza,

como lo hacía la gran mayoría de los partidos políticos existentes. En vez de

eso habló de raza. El jefe de ese partido, que hablaba en términos

apocalípticos y mesiánicos, negaba rotundamente que se tratase de un partido.

Pretendía ser un movimiento incontenible, sería el restaurador de la autoridad y

el orden, sus dirigentes utilizaban una retórica radical, romántica e irracional.

Su jefe reconocía: “No se puede apartar al pueblo de los ídolos falsos del

marxismo sin darle un Dios mejor”.2 Ese dirigente era Adolf Hitler, la fe, el

Nacional Socialismo.

Al inicio de esta tesis se advierte que el Nacional Socialismo tiene sus

antecedentes filosóficos en corrientes ideológicas que provienen de tiempos

más lejanos en la historia alemana, las cuales se representan en el

romanticismo y en el irracionalismo. Es por ello que el Nacional Socialismo no

puede ser considerado como un simple movimiento de resistencia alemán.

Esta última afirmación es, como ya se sabe, la hipótesis central de esta tesis.

Después de redactar los tres capítulo constitutivos de esta obra la hipótesis es

justificada por el desarrollo de la propia historia, una historia que no puede ser

considerada, en ninguno de sus episodios y hechos que la construyen, como

2
Ibíd. p. 173
una mera suma de sucesos individuales e independientes unos de otros. El

Nacional Socialismo alemán es uno de estos grandes episodios que la historia

política del hombre tiene que marcar como uno de sus hechos constitutivos de

peso sustancial, y de un peso que se antecede de antecedentes provenientes

de doctrinas filosóficas como lo son el romanticismo y el irracionalismo, que

han formado escuela en la propia ciencia política. Es por ello que el Nacional

Socialismo no puede ser considerado como un estado político “atroz” que

indicó un retroceso en la evolución del ser humano. El Nacionalsocialismo se

adecua por medio de orígenes filosóficos que la propia Weltanshaung ya

presentaba desde hace siglos atrás al nacimiento y al desarrollo del III Reich.

El mundo occidental de posguerra se ha encargado de evidenciar al Nacional

Socialismo y al fascismo, como parte de una construcción dictatorial y

autoritaria con el único fin de servirse a ella misma para abastecerse de poder

ilimitado y saciar su espíritu único de dominio sobre el mundo de la inexistente

fraternidad y armonía liberal.

La ecuación no es tan simple, el Nacional Socialismo es mucho más

grande y más fuerte en su acción filosófica que muchos de las directrices con

las que el “nuevo” mundo de posguerra de maneja. Los orígenes del Nacional

Socialismo están presentes en el pasado de la historia germánica y en el

carácter nacional que de manera gloriosa han encontrado y han establecido en

imperios y reinados.

La hipótesis en que se basa esta tesis, se justifica y se demuestra,

dentro de la gran crisis que vivió la ideología alemana dentro de un periodo

exacto que existió en la historia de esta nación y que descarga toda su fuerza

en su máxima expresión: el Nacional Socialismo. Para el Volk esta ideología


política se presentaba como capacidad de grandeza teutona, como la acción

por combatir y erradicar a los valores universales de la Ilustración, que trajo

consigo la invasora Revolución Francesa. De igual modo se encontró a la

industrialización, con su respectiva estructura social, que rompía con los

esquemas ancestrales de la Kultur germana y que se había modernizado y

desarrollado con sus propias fuerzas, no con los tecnicismos y modelos

cientificistas extranjeros que rompían con la visión económica germánica “la

economía es quien nos da de comer”. Estos elementos, aunados a otros más,

se presentaron en un periodo de tiempo que ya traía una fuerte importante

carga emotiva en el Volk alemán; se presentaron dentro de una sociedad con

objetivos de grandeza imperial y de triunfos enteros obstruidos por fuerzas

externas. Se presentaban, además, dentro de una nación que empezaba a

encontrar su unidad nacional y, por ende, se presentaba, todavía, como un

Estado nacional tardío, dentro de las ya construidos recientemente Estados-

nación europeos. Así, se presentó propicio la glorificación a trayectorias

filosóficas que medio siglo atrás venían componiéndose para asentarse en el

nuevo intento teutónico para dominar el mundo mediante una visión de él

fascista y totalitaria, romántica e irracional, racista y nacionalista.

El Nacional Socialismo es contrarrevolución romántica alemana, que

protegió al pueblo alemán de los ajenos valores occidentales que desde el

asentamiento de la Revolución francesa en territorio germano se consolidó y

acentuó por lo largo de un siglo y medio de historia, y que culmino con la

enorme manifestación del poderío de la expectativa única de dominio, como

raza y como cultura, del pueblo teutón: el Nacional Socialismo.


Es así como se advirtió al principio de esta tesis sobre la problemática

que el mundo occidental ha hecho en lograr concebir una correcta visión de lo

que el Nacional Socialismo fue y sigue siendo hasta el día de hoy en materia

de ciencia política: neonazi, con ideología fascista y totalitaria. Es ahora

cuando la hipótesis queda justificada y comprobada: El Nacional Socialismo es

una visión del mundo propia y única de una tradición milenaria que el pueblo

germano había venido creando siglo y medio antes de su aparición. El

romanticismo y el irracionalismo, fueron las corrientes filosóficas, que

anteceden a el Nacional Socialismo.

Es necesario cerrar este trabajo citando a Michael Burleigh, quien

expresa lo siguiente: “La gente humilde se había quedado en la ruina, pero se

acercaba ya la hora de la liberación y la venganza. Los que ahora reían pronto

estarían llorando. La fe, el espíritu de sacrificio y (siempre) la voluntad de

`hierro´ obtendrían la victoria”.3

El futuro era algo tan sin contornos como el cielo. Habría armonía en

vez de división, en gran parte porque se conseguiría que las dos ideologías

más vigorosas del periodo (nacionalismo y socialismo) se uniesen en vez de

combatirse. Tendrá que haber una “paz de la fortaleza” renovada, en la que los

extremos de la política ideológica se sintetizasen en vez de eliminarse, por el

bien de un conjunto nacional dinámico. En cuanto al Führer, Burleigh indica

que fue una maestra de Hamburgo quien escribió lo siguiente respecto a un

mitin donde Hitler expondría un magistral discurso en 1932: “¡Cuántos mirad

hacia él con una fe conmovedora! Como su auxiliador, su salvador, el que les

redime de la desgracia abrumadora. Hacia él, que salva a el príncipe prusiano,

3
Ibíd. p. 224
al intelectual, al eclesiástico, al campesino, al obrero, al parado, que les saca

de los partidos, les rescata de ellos para devolverles a la nación”.4

En 1934 un sociólogo estadounidense, obtuvo permiso para organizar un

concurso literario en el que miembros del Partido Nacional Socialista explicaba

sus antecedentes y su trayectoria política. Entre las setecientas respuestas

figuraba la de un obrero que escribía:

“La fe fue la única cosa que siempre nos guió, fe en


Alemania, fe en la pureza de nuestra nación y fe en nuestro
caudillo. Nuestro combate era sagrado y sagrado también
nuestro triunfo [...] El mundo reconocerá algún día que el
Reich que establecimos con sangre y sacrificio está destinado
a traer paz y bendiciones al mundo”.5

4
Ibíd.
5
Ibíd. p. 226
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