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HECHO EN ORCASITAS: Memorias vinculantes de un barrio

La historia de Orcasitas es una historia que será difícil que se repita. Es este el relato de un
Madrid diferente, de un Madrid chabolista, de un Madrid que pisa barro y que no tiene luz, de
un Madrid anónimo y también, por qué no decirlo, de un Madrid de miseria.

Sin embargo, quien se detenga a conocer lo vivido en este barrio situado al sur… siempre el
Sur… de la Capital podrá ver que también es la historia de unos acontecimientos prodigiosos,
de una serie de milagros. Pese a lo que pueda parecer, hoy, al pasear por sus calles, puede
afirmarse que la historia de Orcasitas es, sobre todo, la crónica de un triunfo.

Y, para acercarnos a conocer esta crónica, qué mejor que hacerlo de la mano de la figura de
Félix López-Rey, una auténtica ventana a una época de la que, afortunadamente, no queda
más que el recuerdo.

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Bonifacio Félix López-Rey Gómez fue uno más de cuantos llegaron a Madrid en aquel inmenso
trasvase de gentes que fluyó, como un torrente, del campo a la ciudad allá por los años
cincuenta del siglo pasado. En su caso, llegó desde Polán (Toledo) a la edad de 8 años para
asentarse con su familia en una chabola de 25 m/2, sin baños, en lo que hoy es Orcasitas.
Como hemos dicho, su chabola no era más que una de entre las treinta tres mil chabolas que
poblaban el barrizal de Orcasitas, donde se convivía también con 52 basureros. La civilización,
contaba ayer en la charla que daba para los alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos,
empezaba en Legazpi.

“El hombre ha llegado a la Luna, pero en Orcasitas seguimos cagando en una lata”

“En esa situación tampoco nos sentíamos unos marginados… no sabíamos lo que era eso, ni
sabíamos lo que era un psicólogo”, explicaba con una sorprendente naturalidad. Así se vivió en
el barrio de Orcasitas hasta que en el año 1970, por pura casualidad, a Félix López-Rey se le
ocurrió llamar al programa de radio Madrid protagonista y enunciar lo que se convertiría en el
epígrafe de la historia de la lucha vecinal del barrio de Orcasitas: “El hombre ha llegado a la
Luna, pero en Orcasitas seguimos cagando en una lata”. Aquella escatológica reflexión fue el
punto de partida para el movimiento vecinal de Orcasitas, que se aglutinó en torno a la figura
de Félix y se institucionalizó en una reunión en su cocina en 1971. Desde entonces, se comenzó
una lucha por mejorar el barrio en un momento donde “la gente en las manifestaciones se
jugaba la vida”, subrayaba el hoy concejal de Más Madrid.

Otra casualidad, como la que fue que Agustín Sánchez Corriendo, un barredero de Orcasitas, se
encontrara un documento oficial en el que se detallaban los planes para expropiar las chabolas
del barrio, dio lugar al inicio de una batalla legal que cambiaría la historia del urbanismo
nacional. En muchas ocasiones, la Historia avanza más por fortuna que por premeditación. Con
la ayuda de Eduardo García de Entrerría, además de otros abogados laboralistas como
Manuela Carmena o Cristina Almeida, el barrio de Orcasitas conseguiría en 1977 la llamada
sentencia de la “memoria vinculante” que sentaría jurisprudencia para el resto de zonas que se
encontraban en una situación similar y que paraba la expropiación que estaba en marcha. “Fue
una revolución del suelo. Conseguimos elevar el suelo a una amortización mensual de 20
euros, cuando en las chabolas aún se pagaba más alquiler. Treinta dos mil familias se
realojaron por 20 euros al mes”.
Además, cuenta Félix López-Rey que consiguieron del ayuntamiento ladrillos y cemento para
levantar ellos mismos las maquetas de sus casas a tamaño natural, pudiendo elegir cada
familia por votación cómo querían que fueran sus futuros hogares.

Muchas más anécdotas y muchas más experiencias apasionantes narró ayer Félix en su
encuentro con los estudiantes de la URJC, que concluyó con un llamamiento a los jóvenes a
participar y a involucrarse en su barrio. “Sí nosotros fuimos capaces de hacer todo lo que
hicimos, y con los escasos medios que había, imaginad lo que podéis hacer vosotros”, decía
ayer a sus oyentes. Lejos del victimismo, su historia rezumaba orgullo y pasión. Es la suya una
vida que ya quisieran contar muchas películas. Y es la historia de Orcasitas un pasado que ya
quisieran tener muchos barrios.

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