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UCAB Víctor Argimiro TARAZONA

Filosofía de la Argumentación
Filosofía del Derecho II
Prof.: José Carlos BLANCO Puerto Ordaz, 00 de XXX de 0000

El vicio de un Estado des-derercho


(Una lectura del Juicio a Carlos Andrés Pérez)

Preliminares
A poco más de veinte años desde que inició el “Juicio a Carlos Andrés Pérez por
el caso de los 250 millones de la Partida Secreta”, nos atrevemos a revisar tal juicio en
aras no a la defensa de una época ni de los hombres que durante ella coexistieron y
tuvieron, quererlo o no, una relevancia en el quehacer político y social de Venezuela,
sino de reconocer los elementos que nos ayuden a comprender la puntual relación entre
derecho y política. Así, el caso Carlos Andrés Pérez constituirá un tipo modélico de la
tal relación. Un tipo que, por lo demás, aún se evidencia en la práctica judicial
venezolana. Vamos a llamarlo, siquiera provisionalmente, dependencia de la aplicación
de justicia al orden político vigente. ¿Realmente el caso Carlos Andrés Pérez tiene visos
para hablar de esta hipotética dependencia?
A fin de responder a esta pregunta, expondremos, en primer lugar la cronología
del hecho imputado, tal cual han llegado hasta nosotros, sin ánimos de hacer juicios de
valor normativo ni moral al tal hecho. Para una mejor comprensión del caso, uniremos a
este itinerario un cometario en torno a la llamada Partida Secreta, un breve bosquejo del
tema de la corrupción, así como la descripción de los delitos de malversación de fondos
y peculado doloso.
Pasaremos, en segundo lugar, a colocar los argumentos de la fiscalía y de la
defensa en este caso, así como la sentencia dictada por el Tribunal Supremo de Justicia.
En tercer lugar, trataremos de colocar nuestras conclusiones, dando apertura en
ellas a las consideraciones que encontremos pertinentes y que nos permitan lograr
nuestro objetivo principal.
Debemos advertir, en honor a la seriedad investigativa, la limitación de fuentes
bibliográficas con las cuales contamos para emprender esta revisión, por lo cual sólo
puede tener un carácter provisorio y de primer acercamiento, como un tema nacional
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que está allí, no en cuanto a los hombres e instituciones concretas, sino en tanto sus
presupuestos e implicaciones nos acompañan aún en nuestros días. Con respecto a esta
limitación de fuentes bibliográficas diremos: a) hay una primera causa, para este ensayo
puntual, y es la brevedad de tiempo con el cual contamos para disponernos a su
realización. b) Se trata de un tema que para muchos, o bien carece de algún interés,
puesto que se refiere a unos hechos puntuales que estuvieron en la palestra política de
una época pero hoy son de mera referencia accidental, o bien es de un carácter histórico
pero no ha pasado aún un tiempo suficiente que nos ayude al examen objetivo de la
cuestión.

Cronología de los hechos


El 22 de febrero de 1989, la entonces titular del Ministerio de Hacienda, Dra.
Eglée Iturbe de Blanco, presenta en el Consejo de Ministros una solicitud presidencial
para una rectificación presupuestaria de 250 millones de bolívares, de la partida secreta
del Ministerio de Relaciones Interiores para gastos de seguridad y defensa de la nación.
La resolución de este acto fue publicada en Gaceta Oficial N° 34.166 del 24 de febrero
de 1989: “Por disposición del ciudadano Presidente de la República en Consejo de
Ministros, y conforme a lo establecido en el artículo 31 de la Ley Orgánica de Régimen
Presupuestario, se acuerda con cargo a la Partida “Rectificaciones al Presupuesto”, una
rectificación por la cantidad de DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE
BOLÍVARES (Bs. 250.000.000,00)…”
El lunes 27 de febrero de 1989, Carlos Vera, Director General Sectorial de
Administración y Servicios del Ministerio de Relaciones Interiores solicita ante Eva
María Morales, Directora General Sectorial de Divisas para Importación del Ministerio
de Hacienda, la autorización para cambiar a tasa preferencial de 14,50 Bolívares por
dólar americano la cantidad de 250 millones de Bolívares en U.S. $ 17.241.379, 31. El 2
de marzo, tras recibir la autorización de compra de divisas, Carlos Vera remitió la orden
de pago Nº 5062 por 250 millones de Bolívares, acompañado del pliego exigido por el
Reglamento de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República, donde se
especifican los gastos de la siguiente manera:
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Anexo a la orden de pago Especial Nº 5062 de fecha 2 MAR 1989 con cargo a
los “Servicios de Inteligencia y Seguridad del Estado”
• Gastos de personal………….………………………………..………Bs. 162.500.000
• Gastos de protección a personalidades………………..……..……......Bs. 50.000.000
• Gastos de movilización de los cuerpos de seguridad del Estado……..Bs. 37.500.000
• Total………………………………………………………..………...Bs. 250.000.000
La solicitud de entrega de los dólares preferenciales fue realizada, ante el Banco
Central de Venezuela, el día 2 de marzo de 1989 por Carlos Vera utilizando la planilla
DAI – 8 Nº 20004. En dicha planilla se específica al Ministerio de Relaciones Interiores
como beneficiario de los 17.2 millones de dólares en efectivo requeridos. El día hábil
siguiente (6 de marzo de 1989) el Banco Central de Venezuela solicita 30 millones de
dólares en efectivo al Federal Reserve Bank de Nueva York para cubrir la demanda de
los 17.2 millones de dólares.
El 8 de marzo de 1989, el Banco Central de Venezuela emite dos cheques a su
favor con los fondos de la orden de pago Nº 5062 de 250 millones de Bolívares
remitidos por Carlos Vera. El primer cheque Nº 11243329 por Bs. 7.250.000,00 y un
segundo cheque Nº 112453330 por la diferencia de Bs. 242.720.000,00. Ese mismo día,
la Gerencia de Tesorería del Banco Central de Venezuela utiliza el cheque Nº 11243329
de Bs. 7.250.000 para vender al Ministerio de Relaciones Interiores U.S. $ 500.000 en
efectivo a cambio preferencial. La entrega fue firmada por Carlos Vera, funcionario del
despacho beneficiado, así como por Oscar Barreto Leiva, Director General Sectorial de
Administración y Servicios del Ministerio de la Secretaría de la Presidencia.
El 10 de marzo de 1989, último día hábil de vigencia del Régimen de Cambios
Diferenciales (RECADI), el Banco Central de Venezuela utiliza el cheque restante Nº
112453330 de Bs. 242.720.000,00 para emitir un nuevo cheque Nº C – 2000 por U.S. $
16.741.379,31 contra el Irving Trust Company de Nueva York, especificando como
beneficiario al Ministerio de la Secretaría de la Presidencia. Posteriormente, el 16 de
marzo de 1989 el Banco Central de Venezuela recibe los 30 millones de dólares en
efectivo solicitados previamente al Federal Reserve Bank, sujetos al cambio libre de
37,60 bolívares por dólar, en virtud de la desaparición de RECADI publicada en la
Gaceta Oficial Nº 34.177 del 13 de marzo de 1989. Ese mismo día (16 de marzo de
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1989), Oscar Barreto Leiva, funcionario del Ministerio de la Secretaría de la


Presidencia, solicita ante el Banco Central de Venezuela el oficio Nº DA.DGSAS
1884300 para un adelanto de 2 millones de dólares en efectivo correspondientes a la
primera remesa. Tras la solicitud del funcionario Barreto Leiva, el Banco Central de
Venezuela procede a anular el cheque Nº C – 2000 por U.S. $ 16.741.379,31 para emitir
el nuevo cheque 2036 por U.S. $ 14.741.379,31 y efectuar la orden de pago de 2
millones de dólares en efectivo. La operación fue aprobada y firmada por Omar
Jacobskind, Director de Administración del Ministerio de la Secretaría de la
Presidencia.
El 17 de marzo de 1989, tanto Barreto Leiva como Jacobskind, proceden a
retirar la primera remesa solicitada el día anterior. A los tres días de la entrega de la
primera remesa, Oscar Barreto Leiva realiza la solicitud de entrega de una segunda
remesa de 2 millones de dólares en efectivo, la cual fue anulada por el Banco Central de
Venezuela, quienes se negaron a seguir realizando entregas parciales. Por esta misma
razón, se elimina el cheque 2036 de U.S. $ 14.741.379,31 y se emite un comprobante
por U.S. $ 16.741.379,31 firmado por Vera, Barreto Leiva y Jacobskind. La entrega se
realizó el 21 de marzo, pero manteniendo la fecha de retiro de los dos millones de
dólares, es decir, el 17 de ese mismo mes.

Breves consideraciones en torno al contexto jurídico


Antes de seguir presentando los detalles del caso, es bueno señalar cómo la
llamada Partida Secreta ha sido una práctica en la administración pública venezolana
desde los tiempos de López Contreras, con lo cual se ha prestado no sólo a las
interpretaciones acomodaticias de cada momento, sino a una posibilidad de corrupción
latente.
En las leyes venezolanas, vigentes para el 1993, se establecía a) la figura de la
Contraloría General de la República, la cual debía velar por el control, vigilancia y
fiscalización de los ingresos, gastos y bienes nacionales, éste era su mandato
constitucional; sin embargo, en el caso de las Partidas Secretas, este control se diluía
bastante, siendo la función de la Contraloría revisar las órdenes de pago de tales partidas
para determinar si están debidamente imputadas a créditos del presupuesto o a créditos
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adicionales legalmente acordados, si existe disponibilidad presupuestaria y si se han


cumplido los requisitos legales sobre su ordenación. b) Los ministerios que tenían
competencia para cuestiones de Seguridad y Defensa de la Nación eran: Ministerio de
Relaciones Interiores, Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Hacienda,
Ministerio de Hacienda, Ministerio de la Defensa y el Ministerio de Justicia. c) En cada
Ministerio debías existir mecanismos de regulación para el uso de esas partidas y los
titulares de cada despacho rendir cuentas periódicamente al Presidente de la República.
d) Existía la posibilidad de hacer Rectificaciones al presupuesto, pero ello con la
aprobación de la Oficina Central de Presupuesto. e) No se podían hacer traspasos ni
avances de dinero entre ministerios. f) En el momento de los acontecimientos, está
vigente un Control de Cambios con respecto a las divisas extranjeras, específicamente el
dólar estadounidense.

Señalamientos de la parte acusadora


La investigación por parte de la Subcomisión Especial de Contraloría de la
Cámara de Diputados estableció cuanto sigue:
a) En cuanto el presupuesto asignado al Ministerio de Relaciones Interiores para
1989 fue de 100 millones de bolívares, y la Rectificación Presupuestaria se hizo
por 250 millones de bolívares, produciéndose un incremento del 250%
b) No se realizó ninguna reunión del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa
previo a la rectificación presupuestaria
c) El propio Ministro de Interior desconocía la decisión de la mencionada
rectificación
d) En la tramitación de la partida presupuestaria, el destino de los fundos son
confusos, porque en el momento se justificó como gastos para la Seguridad y
Defensa dentro de la República y, luego, en la investigación los interpelados
arguyeron que eran para gastos de Seguridad y Defensa en el exterior
e) El pliego que justifica la Partida da a entender que fueron usados para gastos
dentro de la República
f) Dentro del decreto del Control Cambiario, los gastos de defensa y seguridad no
aparecen como rubros propensos a divisas preferenciales.

La Defensa
a) En la primera fase del antejuicio se niega el derecho a la legítima defensa de los
señalados
b) El Congreso no debió haber declarado la falta absoluta del Presidente, en cuanto
éste estaba suspendido senatorialmente y sometido a un juicio en el cual aún no
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había una decisión firme, de esta manera, el Congreso lo había prácticamente


enjuiciado y condenado
c) El Fiscal General se presentó como parte acusadora y parte de buena fe en el
juicio contra el Presidente Carlos Andrés Pérez
d) El carácter secreto de la partida, impide que existan comprobantes de los gastos
e información acerca de los mismos
e) Hay incompatibilidad entre el delito de malversación de fondos y el de peculado

El veredicto
En una decisión dividida de votos contra, se condenó al expresidente Carlos
Andrés Pérez a dos años y cuatro meses de arresto domiciliario por la comisión de
malversación genérica agravada y a resarcir el daño ocasionado al patrimonio público.
Sin embargo, queda absuelto del delito de peculado doloso.

Justicia, Derecho, política


Hemos mencionado al principio que queremos tomar el caso a Carlos Andrés
Pérez no como un “caso” sino como un tipo, como la tipología de un modo de hacer
política que afecta profundamente la institucionalidad jurídica y la práctica misma de la
justicia.
Desde el punto de vista político, el mensaje del juicio a Carlos Andrés Pérez no
es el de una institucionalidad fortalecida, no se trata que el juicio a Pérez hubiese sido
posible porque había una cierta independencia de los poderes públicos, más bien devela
el agotamiento de un sistema y las últimas bocanadas de una clase política que pugna
por no desaparecer. Desespero y desencanto ante un modelo que no supo afrontar los
grandes retos que se le vinieron encima, casi desde el mismo momento de su
instalación, y no comprendió las reales necesidades sociales para la construcción de la
República. Más allá de los fundadas o no de las acusaciones, el juicio en sí, su contexto,
la manera en que se sucedieron los acontecimientos, muestran no el interés por la
justicia sino el distanciamiento de la misma, el linchamiento de un chivo expiatorio,
tanto es así que la condena parece sacada de un cuento de hadas, un mero saludo a la
bandera, una condena que no afecta en nada al personaje en cuestión desde el punto de
vista político, ni para la moralidad o eticidad de la administración pública.
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El aparato judicial del Estado ha sido accionado no en aras de la justicia, sino en


aras de los intereses de unos cuantos que anhelan perpetuarse en el poder. Este parece
ser un mal arraigado en la sociedad venezolana y que hoy en día se ha agravado hasta
límites antes insospechado. La justicia se confunde con los deseos de un personaje, o de
un colectivo, con leyes elaboradas a la medida de los intereses del momento y no con el
dinamismo de una sociedad en constante evolución.
El Derecho, entonces, funciona como parte del aparato ideológico del gobierno,
así fue antes. Así sigue siendo ahora. Las leyes escritas, empezando por la Constitución,
no son sino una excusa, una vil pantalla, una tapadera de un andamiaje vacío. Y las
masas se convierten en paladines de esa excusa. Nos encontramos ante un “liderazgo”
político personalista, no es el proyecto de nación, es la persona, el líder, y nos
encontramos ante unas “masas” personalistas, puesto que en nada importa el proyecto,
sino una persona, más bien un ídolo. Relación idolátrica que anula la racionalidad
institucional.

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