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EL LIBRO DE ECLESIASTÉS

1. Nombre:
La palabra Eclesiastés es la transliteración de la palabra griega “Ekklesiastés” que traduce la Septuaginta
del término: “Coheleth” que es el título del libro en el texto hebreo. La palabra “Coheleth” deriva del
término: “Qahal” que significa “asamblea” o “convocatoria”. En este caso, “Coheleth” sugiere la idea de
uno que convoca o que se dirige a la asamblea, por ello la versión de los setenta (LXX) tradujo
“ekklesiastes” que se relaciona con el término “ekklesía” de ahí que algunas versiones españolas
traducen “Coheleth” como predicador o maestro. Aunque el término más preciso sería el de maestro
por las connotaciones cristianas que encierra el término predicador.

2. Autor:
El autor de este libro se identifica con el hijo de David, rey en Jerusalén .Si bien no aclara ni especifica
que su nombre es Salomón, es razonable inferir que se trate del sucesor directo del rey David, y no de
algún descendiente posterior. Esta presunción se ve confirmada por numerosas evidencias internas,
como la referencia a su sin igual sabiduría (1:16), su inigualada riqueza (2:8), su inmenso número de
servidores (2:7), sus oportunidades para el placer carnal (2:3), y sus numerosas actividades (2:4-6).
Ningún otro descendiente de David, aparte de Salomón, cumple estas especificaciones. La tradición
judía que se halla en el Baba Bathra 15ª, en el sentido de que “Ezequías y su grupo escribieron
Eclesiastés”, probablemente no signifique otra cosa que Ezequías y sus colaboradores sólo tomaron el
texto, lo editaron y publicaron.
Por otra parte, varios elementos en el texto indican que el Libro es obra de un escritor diferente y
posterior a Salomón. El estilo hebreo es inusual y se considera tardío; la referencia a «todos los que
fueron antes de mí en Jerusalén» (2:9) parece extraña para Salomón, el segundo rey israelita de
Jerusalén. El escritor también expresó puntos de vista negativos sobre los gobernantes (ver 4:13; 5:8-9;
7:19; 8:2-3); algo difícil de imaginar que proceda de Salomón.
Puede ser, como se hace evidente en el caso de Proverbios, que Salomón fuera el autor principal del
material, pero que un editor desconocido lo ampliara y revisara en un momento posterior, tal vez hasta
finales del siglo v a.C. No hay nada en el Libro que Salomón no haya podido escribir, y ciertamente
ningún personaje del AT encaja mejor en la descripción de alguien que «enseñó sabiduría al pueblo... y
compuso muchos proverbios» (12:9, ver 1 Rey. 4:32).

3. Fecha:
Probablemente Salomón lo escribió en sus últimos años (no más tarde de alrededor el 931 a.C.),
primordialmente para advertir a los jóvenes de su reino, sin omitir a otros. Él les advirtió que evitaran
caminar en la vida por el camino de la sabiduría humana; él los exhortó a vivir por la sabiduría revelada
de Dios (12:9–14).
Hay pruebas claras de que el libro fue escrito en la época de Salomón. Por ejemplo, el gran
conocimiento de la literatura de las antiguas Mesopotamia y Egipto. El autor también demuestra
conocer el “Canto del arpista”, una poesía de Egipto muy anterior al periodo de Salomón. Eclesiastés
9:7-9 es similar a ella y además refleja una porción de la famosa Épica de Gilgamesh, de Mesopotamia.
Salomón tenía estrecho contacto con Egipto, cuyo imperio se extendió hasta el río Éufrates; por tanto,
resulta verosímil que conociera estos textos y reflexionara en ellos. Es improbable que, 500 años más
tarde, cuando la gloria de Egipto y Mesopotamia había acabado, y Judá era una nación empobrecida, un
autor judío anónimo haya tenido acceso a éstos textos y pudiera comprenderlos.
Lo que se podría argüir es que luego del exilio un sabio recopiló los textos antiguos y les dio el toque
final para actualizar el lenguaje a la época en que se vivía.

4. Propósito:
Mostrarnos cuan vacía e insatisfactoria puede ser la existencia humana si en ella no hay lugar para Dios.

5. Tema:
Las contradicciones de la vida

6. Contenido Teológico:
La palabra clave es “vanidad”, la cual expresa el intento fútil por estar satisfecho de manera
independiente de Dios. Esta palabra es usada treinta y siete veces expresando las muchas cosas difíciles
de entender acerca de la vida. Todas las metas y las ambiciones terrenales, cuando son buscadas como
fin en sí mismas, únicamente producen vacío. La declaración del autor de que “todo es vanidad”
encierra el mensaje primario del libro (cp. 1:2; 12:8). La palabra traducida “vanidad” es usada por lo
menos en tres maneras a lo largo del libro. En cada caso, ve la naturaleza de la actividad del hombre
“bajo el sol” como: 1) “pasajera”, lo cual considera la naturaleza transitoria de la vida, semejante al
vapor; 2) “fútil” o “sin significado”, lo cual se enfoca en la condición maldecida del universo y los efectos
debilitadores que tiene sobre la experiencia terrenal del hombre; o 3) “incomprensible” o “enigmática”,
lo cual considera las preguntas sin respuesta de la vida. Salomón emplea estos tres significados en
Eclesiastés.

Eclesiastés nos lleva a la reflexión sobre el propósito de la vida. Debido a la caída del hombre la
existencia humana se volvió sombría y sin sentido. El hombre ha perdido la capacidad de percibir lo
eterno y trascendental. Ahora está condenado a una vida debajo del cielo y limitada por la muerte. Sin
embargo, aún en ese estado, puede llegar a tener una vida plena si sabe disfrutar de lo sencillo y bueno
que tiene delante de él, siempre sobre la conciencia de Dios en su vida respetándolo y demostrando ese
respeto al obedecer sus mandamientos.

7. Perspectiva Novo-testamentaria:
Jesús, cuando estuvo en la tierra, al igual que “Coheleth” también hizo declaraciones sobre la vida y la
muerte, sólo que a diferencia del maestro de Eclesiastés, el maestro de nazareth afirmó tajantemente:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” y “vengan a mí todos los que están trabajados y cansados que yo
los haré descansar”. Mientras que el mensaje del sabio Coheleth era pesimista y desesperanzador, el
mensaje de Jesús era de esperanza y gozo.
Cristo, fue la prueba de una perspectiva diferente de la vida, podía rodearse de pecadores y
menospreciados así como de ilustres y poderosos para decirles que hay una nueva vida para todos lo
que decidan creer en Él.
Jesucristo, es quién da sentido a la existencia y propósito a la vida. Sólo él puede llenar el vació del
corazón. La futilidad de la vida y el sin sentido de muchas cosas pierden su impacto cuando el ser
humano conoce a Dios y cuando entiende lo que no pudo entender el sabio Coheleth, que la eternidad
es real y que la muerte no es el fin sino el inicio de una nueva vida en un plano superior. Esa nueva vida
plena y dichosa no solo se experimentará en el más allá sino desde ahora gracias a Cristo.
8. Estructura del libro:

- TÍTULO: (1:1)
- ESTRIBILLO DE APERTURA: (1:2)
- POEMA INICIAL: (1:3-11)
- DISERTACIONES VARIAS: (1:12-11:10)
- POEMA FINAL: (12:1-7)
- ESTRIBILLO DE CIERRE: (12:8)
- EPÍLOGO: (12:9-14)

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