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HEGEL
CAPÍTULO XI
1. Relacionismo
Para el sentido común, lo mismo que para casi toda la filosofía prekantiana, la
realidad se ofrece como un conjunto de substancias o cosas en sí, cada una de las cuales
tiene existencia independientemente de las otras, es decir es propiamente subsistente, se
basta a sí misma; ser substancia, en efecto, quiere decir bastarse a sí mismo, ser
independiente (cf. Cap. VIII, § 14). Y lo que no es substancia, sólo es en la substancia
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
Las dos dificultades apuntadas -la que plantean las críticas de Hume y Kant, y la
referente a la relatividad del conocimiento- lo llevan a Hegel a eliminar la hipótesis de que
la realidad esté constituida por substancias, y consiguientemente a eliminar también la
hipótesis kantiana de las cosas en sí incognoscibles. Y en lugar de valerse de la categoría
de substancia para pensar la realidad, en lugar de la categoría de lo en-sí como categoría
fundamental, Hegel se coloca en el punto de vista diametralmente opuesto: va a pensar la
realidad, como conjunto de relaciones, o, dicho de otro modo, lo absoluto no son para
Hegel las substancias, sino las relaciones, la relacionalidad. Según este modo de ver-que
denominaremos relacionismo para oponerlo al anterior substancialismo-, resultará que lo
que se llaman "cosas" o "substancias" no tendrán realidad más que en sus relaciones
recíprocas y por estas relaciones: el ser-en-sí se disolverá en última instancia en el ser-
en-relación-con. O dicho con mayor exactitud: Hegel no sostiene que no haya substancias
o cosas, sino que éstas sólo constituyen el aspecto inmediato y abstracto de algo que
luego, considerado mediata y concretamente, en toda su realidad plena, se desplegará
como una riquísima trama de relaciones. Para aclarar lo que se va diciendo, nos
2
valdremos de un ejemplo.
1
Cf. C. NOËL, La logique de Hegel. Paris, Vrin, 1933, pp. 6 ss.
2
Cf. J. ROYCE. El espíritu de la filosofía moderna trad. csp., Buenos Aires. Nova, 1947. pp. 200 ss.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
Supóngase que quiero saber quién soy yo, qué soy yo de verdad. Me lo pregunto, y
digo: Yo soy Fulano. Pero esta respuesta no me satisface, porque esto, Fulano, no lo soy
en mí mismo, sino que indica mi relación con cierta familia, con algo a que sin duda,
pertenezco, pero que no soy yo mismo. Digo entonces: yo soy profesor; pero esto
tampoco lo soy yo en mí mismo, sino que indica la relación en que estoy con respecto a
los alumnos, con respecto a la tarea que cumplo, pero que no soy yo mismo. Afirmo
después: soy argentino; pero esto, una vez más, indica una relación en que me encuentro
con algo que no soy yo mismo, la relación con el país en que he nacido. Y si continuara
preguntando y respondiendo de esta manera, llegaría siempre -como ya es fácil
presumirlo- al mismo resultado.
¿Cómo he preguntado, de qué manera? He preguntado suponiendo que mi
verdadero yo se descubriría haciendo abstracción de todo lo que no sea yo, prescindiendo
de todas las relaciones que mantengo con algo extraño a mí; suponiendo, entonces, que
soy una substancia y que me descubriría a mí mismo en la soledad, en el más absoluto
aislamiento, como especie de nuevo Robinson. Sin embargo, Robinson fue Robinson
porque antes de ir a parar a la isla había vivido en una comunidad, es decir, en relación
con otros hombres, dentro de determinada cultura, sin la cual no hubiera podido
sobrevivir. Además, "todos advertimos, si alguna vez lo hemos intentado, cuan vacía y
3
espectral resulta una vida que durante mucho se ha vivido en absoluta soledad". Si
intento determinar qué es lo que soy aisladamente de todos los demás, parece que me
convierto en fantasma de mí mismo: "No soy ya amigo, hermano, compañero,
colaborador, sirviente, ciudadano, padre, hijo" -porque todo esto lo soy en relación a otros-
; ya no existo para nadie, "y antes de "lucho, quizá para sorpresa mía, generalmente para
4
horror mío, descubro que no soy nadie", es decir, que todo mi ser se ha evaporado.
Resulta entonces que, al intentar responder, según aquel modo, a la pregunta: "¿qué
soy yo?", me encuentro con que todo lo que soy, lo soy por relación a lo que yo no soy, o
que todo lo que soy, lo soy, no en el modo el ser-en-sí, sino en el modo del ser-en-
relación. "Existo en un sentido vital y humano [es decir, soy en verdad] sólo en relación a
mis amigos, a mi tarea social, a mi familia, a mis compañeros de labor, a mi mundo de
5
otros yos".
Se ha elegido este ejemplo del yo porque con él resulta singularmente claro el
significado del pensamiento que nos ocupa (además de que ello muestra que el yo es
algo muy distinto de lo que creía Descartes). Pero lo que se acaba de decir no se limita,
por cierto, al yo, sino que sucede lo mismo en general con la totalidad de lo existente: las
cosas no tienen realidad más que en y por sus relaciones recíprocas. La cosa en sí, la
substancia, "en el fondo es una noción ininteligible y absurda. Es el caput mortuum de la
abstracción y nada más. Lejos, pues, de que las relaciones que las cosas mantienen con
el espíritu que las piensa [y con las otras cosas en general] les sean accidentales y
exteriores, son más bien lo que, en su conjunto sistemático, constituye la verdadera
6
naturaleza de las cosas." Con esto se llega a un primer enunciado fundamental para la
filosofía hegeliana: la realidad no es una substancia ni un conjunto de substancias, sino
un conjunto de relaciones, una complicadísima trama de referencias, de las que las
llamadas "cosas" o substancias no son más que las intersecciones, por así decir.
3
op. cit. p. 203
4
loc. cit.
5
op. cit., p. 204.
6
G. NOËL, La logique de Hegel. p. 7.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
2. Dialéctica
Lo lógico tiene [...] tres lados: ) el abstracto o [el] propio del entendimiento
9
(verständige), ) el dialéctico o racional-negativo, ) el especulativo o racional positivo.
7
op. cit p. 8
8
Hegel no utiliza las expresiones “tesis”, “antitesis” y “síntesis”, que sin embargo suelen emplear sus
expositores.
9
Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften [Enciclopedia de las ciencias filosóficas],
9 bis
De este modo Hegel distingue (cf. Cap. X, 8 6) dos formas del pensar: el entendimiento. que insiste en a
identidad y en la diferencia, y para el cual los opuestos se excluyen de modo absoluto, pues los considera
por separado; y la razón, que insiste en la identidad y en la diferencia consideradas conjuntamente, de
modo que, según tal punto de vista, los opuestos no se excluyen, sino que se identifican (identidad de los
opuestos)
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negación el uno del otro, en tanto que toman sentido en función de la negación de la
negación, que los abarca y contiene como momentos o articulaciones suyas. Esta
operación, mediante la cual a los dos primeros momentos se los elimina en su
independencia absoluta, y a la vez se los conserva en tanto momentos de la totalidad, la
llama Hegel Aufhebung, término que puede traducirse por "superación".
La dialéctica, entonces, no es para Hegel -como a veces suele decirse- un método,
sino que constituye la estructura misma de la realidad, integrada por oposiciones, por
contrastes, por tensiones entre opuestos (cf. Cap. II, § 3); y de tal manera que, por
exigencia de la dialéctica misma, cada oposición requiere un tercer momento que
establece la conciliación (Versönung) entre los dos opuestos. Ahora bien, como el
conocimiento es un aspecto de la realidad, resultará que en consecuencia,
secundariamente, la dialéctica es también un método, el método del conocimiento
filosófico.
De manera que ahora puede formularse un segundo enunciado: la realidad es un
conjunto de relaciones dialécticas.
Todo organismo es una totalidad de partes; por ello conviene distinguirlo de otros
tipos de totalidades. Hay todos meramente sumativos, meros agregados de partes -como,
por ejemplo, un montón de granos de trigo. Pero si tomamos esos granos (que ahora
observamos que son ocho) y los distribuimos de tal manera que constituyan una figura
geométrica, v. gr. un octógono, ya no se tratará de una mera suma, porque cada elemento
cumple ahora una determinada función dentro del todo, de modo que si se quita uno solo,
o se altera su posición, el octógono desaparece; aquí se trata, entonces, de un todo
estructural o, simplemente, de una estructura. Desde el punto de vista puramente
sumativo o numérico, ambas totalidades, el montón y la estructura, son por entero
equivalentes; pero en tanto que en el primer caso el montón sigue siendo montón
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cualquiera sea el número de sus componentes y con indiferencia de su posición
respectiva, en el segundo caso es esencial cada elemento y la disposición según la cual
se lo ha colocado, de tal modo que cada parte desempeña un papel determinado que da
sentido a la totalidad y que, a la vez, depende de la totalidad.
Dentro de los todos estructurales pueden hacerse una discriminación. Por un lado
están los que podemos llamar mecánicos, o simplemente máquinas; por otro, los
organismos. Una máquina está constituida por una serie de partes, o piezas, cada una de
las cuales se encuentra colocada en lugar determinado, en relaciones fijas con las otras
partes. Además, cada una de esas piezas es anterior a la totalidad, porque se fabrica
cada una por separado, es independiente de las demás, y sólo después, en el momento
de armar la máquina, se la une a las otras. Por último, el que fabrica o arma la máquina,
es algo exterior que procede mediante mera yuxtaposición de las partes.
Con los todos orgánicos, como los seres vivos, ocurre de manera muy diferente. Es
palmario que el cuerpo humano, v. gr., no se constituye agregando una cabeza, ya lista
de antemano, a un tronco igualmente listo, etc.; sino que aquí lo primero es la totalidad, y
no las partes. A partir del óvulo fecundado, el organismo vivo se forma a sí mismo a
través de un proceso de autoparticularización, de autodivisión, de autodeterminación: un
proceso que va de lo indeterminado y homogéneo (el óvulo fecundado) hasta el
organismo adulto, plenamente determinado, articulado y diferenciado. Aquí las partes no
preexisten al todo, sino que éste mismo es el que las produce, o, mejor, se las
autoproduce en su propio proceso de autodiferenciación; las relaciones no son "externas",
sino "internas".
Pues bien, mientras el substancialismo tiende en general a concebir la realidad de
manera atomista o corpuscular, entre cuyos integrantes no habría más que relaciones
mecánicas, es decir, externas, de modo que la totalidad sería nada más que la suma o el
agregado de sus distintas partes componentes, o bien un mecanismo de las mismas -para
Hegel, en cambio, la realidad es un sistema o totalidad de relaciones, formada no a partir
de partes-elementos, sino, al revés, en la cual lo primero es la totalidad, y lo resultante las
partes que surgen de la totalidad; donde ninguna cosa particular tiene existencia por
separado, sino en sus relaciones con las demás y con la totalidad; donde, por tanto, las
relaciones son "internas": como un organismo, aunque no, naturalmente, viviente,
biológico, sino de índole espiritual, un organismo de sentido.
En efecto, el organismo es una totalidad cada una de cuyas partes tiene existencia,
no por separado, sino en sus relaciones con todas las demás y, en definitiva, con el
conjunto; totalidad que se da forma a sí misma por y desde sí misma, desde dentro, por
así decirlo, por un proceso de autodiferenciación. De manera semejante sucede según
Hegel con la totalidad de lo real: una parte aislada de la totalidad no es más que un
producto muerto, como el cerebro o el corazón en la mesa del anatomista que los estudia
-es algo "abstracto", en el lenguaje de Hegel; porque lo que el corazón o el cerebro son en
verdad, lo son solamente dentro de la totalidad de las relaciones con todos los demás
10
Relativamente, claro está, porque ni un grano, ni dos, constituyen todavía un montón.
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órganos, miembros, etc., es decir, cumpliendo su respectiva función dentro del organismo.
Una cosa de por sí, es abstracta, y en ese sentido, no es verdadera- como una palabra
fuera del idioma del que constituye un miembro. Lo "abstracto" (del latín abstrao =
separar) es lo incompleto, unilateral, contradictorio, pues se aniquila a sí mismo, no es; en
tanto que lo que en verdad es, es lo concreto (de concresco = crecer con). Por ello,
entonces, la "verdad" de algo, es decir, su realidad plena, lo que ese algo en realidad es,
lo es sólo en su referencia a la totalidad, y así puede afirmar Hegel que "lo verdadero es el
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todo." La dispersión de que se habló al comienzo de este §, y que de otro modo se
convertiría en negación total, no es sino el proceso de autoarticulación de la totalidad, la
totalidad de la realidad misma en su proceso activo de autorrelación. La relacionalidad
universal, pues, no es una serie que se perdería en lo indefinido, sino que resulta
plenamente inteligible porque las distintas partes relativas, relaciónales, quedan
integradas en la unidad absoluta y final -la realidad total, el universal concreto, el
verdadero Absoluto, Dios-, de modo que la totalidad acaba por cerrarse o anudarse a sí
misma a la manera de un círculo en la definitiva conciliación de todos los opuestos.
Podemos entonces afirmar, como tercera enunciación: la realidad es un organismo
de relaciones dialécticas.
Pero todo lo anterior está todavía formulado de modo estático, por así decirlo, falto
de movimiento, del devenir, que, según Hegel, es algo así como el "medio" en que todo
existe; lo dicho hasta aquí es en este sentido todavía demasiado "abstracto", no concreto,
es decir, no plenamente real y verdadero (cf. Cap. VI, § 4). Tenemos, pues, que introducir
ahora el devenir.
Se sabe ya que para Hegel la cosa en sí no es más que un fantasma, porque lo que
en realidad algo es, lo es en relación con lo demás. Por tanto, Hegel no puede admitir la
oposición kantiana, y prekantiana, entre el mundo fenoménico y el mundo de las cosas en
sí (los noúmena): desaparece ahora ese contraste entre lo que es, y no se nos muestra
12
(lo en sí), de un lado, y de otro lado lo que senos muestra, lo que se nos aparece, como
algo distinto de lo que en realidad es. Una oposición de este tipo, como toda antítesis, no
puede ser para Hegel sino provisional, nada más que el resultado del entendimiento
abstracto -como el del sentido común, el de las ciencias o de buena parte de la filosofía
anterior-, pero no del pensamiento concreto, la razón especulativa, que penetra en la
entraña de las cosas y, sobre todo, en el movimiento de la vida y del espíritu. Según
Hegel, lo que aparece es, sin más, lo que es: el ser consiste en el aparecer. Pero esto
necesita aclararse más.
11
Phänomenologie des Geistes (Leipzig, Meiner, 1949), p. 21. (Fenomenología del espíritu. trad. esp.,
México, Fondo de Cultura Económica, 1966, p. 16). - Hegel emplea la palabra "verdad", por lo general, no
para designar la coincidencia del pensamiento o de la proposición con el objeto a que apunta-a la manera
como se dice que "la puerta está abierta" es una proposición verdadera si efectivamente ocurre que la
puerta está abierta (cf. Cap. VIII, § 8)- sino en el sentido en el que se la usa cuando se dice, v. gr., que "esta
flor es una verdadera flor". En este caso, lo que se quiere significar es que la flor no es artificial, fingida, sino
una flor real, que expresa plenamente lo que una flor debe ser; del mismo modo como se dice que "Fulano
es un verdadero hombre", con lo que se alude a la correspondencia entre el concepto o esencia de la cosa,
y su manifestación: un "verdadero hombre" es aquel en el cual la esencia (hombre) se realiza de manera
perfecta o plena.
12
Recuérdese que la palabra "fenómeno" significa literalmente "lo que aparece", "lo que se muestra"; cf.
Cap. XIV, § 5.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
5. El espíritu
El ser es el proceso mismo del aparecer (cf. § 4), y este proceso es comparable a un
organismo que se autodetermina y articula a sí mismo (cf. § 3). Ahora bien, como todo
aparecer es aparecer ante algo o ante alguien, y como no hay nada fuera del proceso del
aparecer, puesto que este proceso es la totalidad misma de la realidad y toda la realidad
se agota en este proceso, resulta que el aparecer no puede aparecer sino ante sí mismo,
es decir, se trata de un proceso de automostración; no habiendo nada fuera de él ante lo
cual el aparecer aparezca, el aparecer tendrá que ser autoaparecer, será
automanifestación.
Pues bien, esto que tiene la propiedad de aparecer ante sí mismo, de ser a la vez
sujeto y objeto para sí mismo, de re-flexionar -todo esto no es sino lo que se llama
conciencia, o, mejor, espíritu. Con este término no quiere señalarse nada misterioso, sino
13
G. NOEL. La logique de Hegel. p. 8.
14
Cf. JOHN LOCKE, An Essay Concerning Human Understanding, Bk. II, Chap. XXIII. § 2 (ed. Fraser I, 391).
15
G. NOEL, loc. cit
16
Hegel, en sus Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie Glockner, X Bd. 17, 49-59). (Lecciones
sobre la historia de la filosofía. trad. esp., México, Fondo de la Cultura Económica, 1955, lomo I. pp. 25-33),
refiere los conceptos de "en sí" y "para sí" a los conceptos aristotélicos de potencia y acto; cf. arriba, Cap.
VI, § 4.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
6. El sistema hegeliano
17
Recuérdese el "pensamiento del pensamiento" en Aristóteles, cf. Cap. VI, S 1 y aquí, § 16 in fine Cf.
4
Hegel. Philosophie des Rechts [Filosofía del derecho] (hrsg. Hoffmeister, Hamburg, Meiner. 1955; p. 14):
"Lo que es racional es real; y lo que es real, es racional".- Decir que la realidad es espíritu no significa que la
pared que estoy viendo, o una montaña en los Andes, no sean nada real; que sean especie de fantasmas o
sueños o productos de la imaginación. Sostener que la realidad -lo absoluto- es espíritu significa para Hegel
que toda realidad tiene sentido, que ese sentido es el sentido que otorga el pensamiento (la Idea), y que ese
sentido se expresa de la manera más perfecta como vida espiritual.
18
Cf. G. NOEL, op. tic., pp. 9-10.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
19
De esta obra existe una versión ampliada con agregados (Zusätze) hechos sobre la base de notas
tomadas por sus discípulos en clase; se la suele denominar Enciclopedia grande (Grosse Encyclopädie).
20
Cf. Enzyclopädie. § 18
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
Si se puede hablar aquí de una intuición, no hay en el ser nada que esta intuición
pueda captar, o, si se quiere, el ser mismo no es más que esta intuición pura y vacía. No
hay tampoco nada en él que pueda ser objeto de un pensamiento, o, si se quiere, él
mismo no es más que este pensamiento vacío. El ser inmediato, indeterminado, es en
22
efecto la nada, ni más ni menos que la nada.
21
G. NOEL, op. cit., p.24.
22
Wissenschaft der Logic (Lasson, Leipzig, Meiner, 1948), I, 66-67 (Ciencia de la lógica. trad. esp., Buenos
Aires, Hachette. 1956. tomo I, p. 107.)
23
op. cit.. I. 67 (trad. tomo I. pp. 107-108.)
24
Cf. nota II
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
25
loc. cit. (trad., tomo I. p. 108.)
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
8. Contenido de la Lógica
Si en función de las categorías del ser la realidad se muestra de forma directa, como
algo simplemente dado, la lógica de la esencia es lógica de la explicación, e introduce una
visión -por así decirlo- "doble" del mundo, de manera que la realidad se ofrece ahora en
dos planos, como, digamos, el fenoménico y el nouménico (cf. Platón); por ello se trata
aquí de categorías que marchan de a pares -como lo interno y lo externo, todo y parte,
substancia y accidente, causa y efecto. La verdad de la esencia "yace en la oposición,
justamente, de las ideas de lo positivo y lo negativo que encuentra expresión universal en
el hecho de que todo [...] tiene su significado sólo en su conexión con lo que lo enfrenta
27
como su otro"
Las categorías de la esencia corresponden a los dos últimos grupos de categorías
en la Crítica de la razón pura, las llamadas categorías "dinámicas" (las de la relación:
substancia y accidente, causa y efecto, y acción recíproca; y las de la modalidad:
posibilidad, existencia y necesidad). Hegel las divide en categorías de la esencia, del
fenómeno y las de la realidad efectiva o actualidad (Wirklichkeit) (grupo este último en el
26
De manera que "ser" tiene tres sentidos o aparece bajo tres puntos de vista parcialmente diferentes. En
forma de cuadro:
ser
ser nada
devenir
cualidad ser-determinado
doctrina del ser
ser-para-si
cantidad
medida
27
J. G. HIBBEN, Hegel's Logic, New York, Scribner's, 1902, p. 154. De este excelente libro se han extraído
muchas expresiones en este §.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
28
Cf. Spinoza, "omnis determinatio est negatio" ("toda determinación es negación").
29
Phän. d. G., p. 19 (Fenom. del. esp., p. 15).
30
J. G. HIBBEN. Hegel's Logic, p. 77.
31
loc. cit.
32
op. cit., pp. 77-78.
33
op. cit., p. 208.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
Por tanto ahora es preciso pasar a la filosofía de lo real -a la realidad en sus dos
formas, primero como naturaleza, luego como espíritu.
9. Filosofía de la naturaleza
La Idea, según se sabe, tomada por sí no es más que idealidad, no es nada real,
sino algo abstracto hasta que no adquiera existencia o realidad; mientras tanto, quedamos
en el dominio de lo meramente posible, de lo potencial, de lo irreal, en una palabra, de lo
no-existente. Dicho de otra manera, la Idea no tiene "realidad" más que en el pensamiento
de los hombres que la piensan; es algo comparable a lo que serían las categorías
kantianas en tanto no estén aplicadas aún al material de la sensibilidad. La Idea entonces
"por sí es algo abstracto, es el ser-en-sí, un reino de leyes, un mundo de sombras de
formas sin entidad, [...] y justamente por ello no es por sí ni puede serlo, sino sólo en
35
identidad con la realidad del mundo". Además, por otro lado, se sabe también que la
Idea es de índole dialéctica; es la totalidad del pensamiento desplegado en toda su
riqueza; pero como se trata de una totalidad dialéctica, requiere a su vez su total
negación, de manera que su propia índole es por sí insuficiente y exige su opuesto. Si,
34
Wiss. d. Logik, p. 31 (Ciencia de la lógica, tomo I, p. 66, retocada).
35
H. M. CHALYBÄUS, Historische Entwickelung der spekulativen Philosophie von Kant bis Hegel [Desarrollo
5
histórico de la filosofía especulativa de Kant a Hegel], Leipzig, Arnoldsche Buchh., 1860. p. 334.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
por último, la Idea ha de conocerse a sí misma, tendrá que hacerse objeto para sí misma,
tendrá que objetivarse. Y como no hay nada fuera de la Idea, tiene que ser ésta misma la
que "produzca" la realidad, poniendo ante todo la naturaleza.
La Idea se presenta entonces, en este contexto, como un en-si (potencialidad), o,
más exactamente, como lo en-sí en general y absolutamente, como irrealidad, es decir,
como la afirmación o tesis universal que requiere su negación o antítesis. La negatividad
dialéctica de la Idea como en-sí conduce pues a su antítesis como su ser-fuera-de-sí
(Aussersichsein), como el pensamiento que se ha alienado a sí mismo. Para que la Idea
tome realidad, tiene que aparecer, y esto por lo pronto no puede ocurrir sino en lo otro de
la Idea, en lo que no es la Idea, a saber, en la naturaleza. La naturaleza, en efecto, no es
sino la Idea que se ha puesto fuera de sí, la auto-enajenación de la Idea, su ser-fuera-de-
36 37
sí, "la Idea en la forma del ser-otro (Anderssein)", "la contradicción de la Idea", el auto-
extrañamiento de la Idea. La naturaleza en su raíz es pensamiento, Idea; pero no lo
"sabe", su esencia le está ignorada, por así decirlo, a las piedras, plantas y animales, y sin
embargo todos están sometidos a leyes, por tanto a algo que «o es naturaleza, sino
razón, pensamiento.
Se ha dicho más arriba que la Idea "produce" la naturaleza, y, en general, toda
realidad, y se ha hablado también de "creación". Pero en rigor todo esto no es más que
una manera de hablar. No se trata de creación ni de producción, porque para Hegel el
mundo no ha sido creado ni tiene propiamente origen temporal. En el fondo, si puede
hablarse de la Idea, es porque hay realidad, y no a la inversa; el orden es "lógico", no
cronológico.
Lo característico de la naturaleza reside en el ser-fuera-de-sí, en la "exterioridad" -no
sólo por respecto a la Idea, sino en la naturaleza misma considerada de por sí. Aquel
"fuera" señala que en la naturaleza cada cosa es exterior a las otras, que este campo es
el dominio del espacio, donde todas las manifestaciones se peculiarizan por su recíproco
ser mutuamente externas, exteriores las unas a las otras.
Así como en la Idea se encontró una "marcha" de determinaciones conceptuales
desde las más simples hasta la más compleja de todas, que es la Idea absoluta misma,
de la misma manera hay una serie dialéctica en la naturaleza. La Idea, en esta marcha
fuera de sí que constituye la naturaleza, recorre diversos momentos, desde los más
inmediatos y pobres hasta los más ricos y complejos, que se agrupan en tres grandes
secciones: la mecánica -que corresponde a las categorías de la cantidad-, donde se
estudian el espacio, su negación, que es el tiempo, y el movimiento como síntesis de
ambos; la física (físico-química) -que corresponde a las categorías de la cualidad-, donde
se estudian los elementos, la cohesión, el sonido, la luz, el calor, la electricidad, el
quimismo, etc.; y la orgánica, que se ocupa de los seres vivos.
Estos momentos hay que comprenderlos a manera de grados o peldaños, cada uno
de los cuales supone los anteriores -lo "mecánico" es más simple que lo "físico-químico",
y éste lo es más que lo "orgánico", pero a su vez no puede haber organismo sin hechos
físico-químicos, ni éstos sin lo mecánico; de modo que la orgánica "supera"
dialécticamente a los dos momentos anteriores. Sin embargo, no hay que entender estos
momentos como si significasen un orden temporal de producción real o de evolución, idea
que Hegel rechaza:
36
Encyc. § 247. De manera parecida, la naturaleza era para Kant la proyección de las formas a prori del
sujeto sobre el fondo de las impresiones sensibles; cf. Cap. X, §§ 14 y 16. Sólo que para Hegel no hay tal
fondo independiente del sujeto o de la Idea.
37
op. cit § 250
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
los inferiores), pero no como si uno fuese producido naturalmente de los otros, sino en la
Idea interior que constituye el fundamento de la naturaleza. La metamorfosis
corresponde sólo al concepto como tal, pues la modificación de éste solamente es
38
desarrollo.
38
op. cit. § 249. (Cf. Cap. VI, § 6). En otros términos, Hegel rechaza toda forma de "evolución" en el campo
de la naturaleza. Téngase en cuenta que El origen <le ¡as especies, de Darwin. apareció en 1859.
39
Enzyc. § 379 Zusatz.
40
Enzyc. § 215.
41
Enzyc. § 381 Zusatz (Werke VIl,, 18).
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
tienen por objeto suyo la Verdad, y por cierto que en sentido supremo -en cuanto
43
que Dios es la verdad y Él sólo es la verdad.
45
Philosophie des Rechts, § 33 Zusatz (trad. esp., Buenos Aires, Sudamericana. 1975. p. 67).
46
op. cit, § 41. Conviene subrayar la importancia que tiene en Hegel esta noción de propiedad para
comprender una de las críticas que le dirigirá Marx; cf. Cap. XII, § 2.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
tensión, que al individuo se le aparece como obligación, como deber ser; la esfera de la
47
eticidad es la identidad de ambos. Sus divisiones son: familia, sociedad civil y Estado.
El conflicto entre la voluntad individual (mis intereses particulares) y la ley moral, que
es universal, lo comienza a resolver la familia. En efecto, ésta constituye como una sola
persona, a la que están subordinados los individuos que la integran, de manera que lo
predominante es esta universalidad, todavía parcial y relativa, que es el mundo familiar. El
desarrollo dialéctico pasa por el matrimonio, el patrimonio familiar, y la disolución de la
familia, con lo cual se refiere Hegel al proceso por el cual los hijos se separan de la familia
en que han nacido para formar otras familias.
Al disgregarse la familia, sus integrantes, los individuos, se convierten en personas
independientes, cada una de las cuales busca sólo su propio provecho. Esto es lo que
Hegel denomina sociedad civil (bürgerliche Gesellschaft), es decir, la sociedad
considerada desde un punto de vista estrechamente individualista, como conjunto de
"átomos", los individuos, que sólo se preocupan por sus necesidades particulares. Sin
embargo, no se trata de un mero conjunto, sino de un "sistema de necesidades" (tal es la
primera subdivisión), porque las necesidades de los hombres están estrechamente
interrelacionadas entre sí y se complementan mutuamente (los zapatos que uno produce,
los necesitan otros, que a su vez producen lo que el zapatero precisa). En la medida en
que el individuo satisface sus propias necesidades, contribuye a satisfacer las de los
otros.
Nuevamente nos encontramos aquí con una oposición. La familia representa la
universalidad, pero indiferenciada (pues la particularidad está implícita), no articulada,
porque los miembros de la familia están como absorbidos por ésta; la sociedad civil, por
otro lado, sólo expresa el punto de vista de los individuos. Este antagonismo entre el
interés universal y el privado -podría decirse, un poco anacrónicamente, entre socialismo
48
y anarquismo (o individualismo extremo)-, lo concilia el Estado. El Estado es la totalidad
diferenciada, la universalidad articulada a través de los individuos, la armonía entre la ley
y los intereses particulares. Sólo puede haber oposición en tanto se los considera
abstractamente, como entidades separadas: lo particular, el individuo, de un lado, y lo
universal, el Estado, por el otro; y tal es el punto de vista en que se coloca el
entendimiento abstracto. Pero la razón especulativa (dialéctica) sabe que "lo verdadero es
el todo" (cf. § 3), vale decir, el universal concreto, el universal mediatizado a través de lo
particular, a través de las diferencias (así como el verdadero organismo es el que se ha
diferenciado íntegramente en sus diversas partes, sin dejar de ser uno). Siempre que se
ve una oposición entre individuo y Estado, es señal de que a éste se lo confunde con la
sociedad civil.
Porque en definitiva el juicio último sobre cada Estado no es cosa que concierna a
ningún tribunal internacional: es la historia misma del mundo el único tribunal universal
52
(Weltgeschichte ist Weltgericht). Con lo cual se pasa a la historia universal, que es una
filosofía de la historia, y no el simple relato de lo que los hombres han hecho a lo largo del
tiempo, sino su interpretación.
La historia universal es el desarrollo en el tiempo del concepto del Estado, desde sus
formas más primitivas o elementales, hasta las más articuladas y perfeccionadas. Así
como los individuos difieren unos de otros porque cada uno busca sus propios fines y
tiene sus propias necesidades, algo semejante ocurre con los Estados y pueblos: cada
uno tiene sus caracteres peculiares, es decir, cada uno expresa un momento en el
desarrollo de la Idea.
Puesto que este desarrollo tiene lugar en el tiempo y en la existencia, y por ello en
tanto historia, sus momentos y grados singulares son los espíritus de los pueblos; cada
uno [...] está destinado a llenar sólo un grado y a cumplir sólo una tarea de la acción
53
total.
50
La libertad es autodeterminación, mientras que en el capricho o en el arbitrio (Willkür) el hombre está
determinado por lo sensible, que no expresa su verdadero ser.
51
Cf. Philosophie des Rechts, § 258 Zusatz (trad., p. 290).
52
Cf. Enzyc. § 548; Phil. des Rechts, § 340.
53
Enzyc, § 549.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
54
Die Vernunft in der Geschichte [La razón en la historia) (Hamburg. Meiner, 1955), p. 156 (Lecciones sobre
la filosofía de la historia universal, trad. esp., Madrid, Revista de Occidente, 1953, tomo I, p. 128).
55
op. cit., p. 156 (I. p. 127).
56
loc. cit. (I, p. 128).
57
op. cit., p. 105 (I, p. 85).
58
cf. op.cit., p. 105 (I. p.85).
59
loc. cit. (I, pp. 84-85).
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
que las conservan y superan, como ocurre con cada momento o aspecto particular en el
desarrollo de un ser vivo.
El espíritu, que se ha arrancado de la naturaleza para volverse hacia sí mismo como
espíritu subjetivo (tesis), y que luego ha creado un mundo humano objetivo (antítesis) -
especie de segunda naturaleza- en el derecho, la moral y el Estado, tiene que regresar
hacia sí en un movimiento que supere a la vez la subjetividad y la objetividad: es el
espíritu absoluto (síntesis), el espíritu definitivamente reconciliado consigo mismo. En
60
efecto, tanto el espíritu subjetivo cuanto el objetivo son unilaterales: el primero es
consciente y personal, pero interior y por ende carente de objetividad; el segundo es
objetivo, pero no consciente ni personal. El espíritu absoluto, en cambio, es el espíritu
consciente que se tiene por objeto a sí mismo en cuanto reconoce que todo objeto posible
(el mundo natural tanto como el humano) no es sino él mismo; es el momento, por tanto,
en que desaparece cualquier oposición entre lo subjetivo y lo objetivo -los cuales, puesto
que se oponen, son finitos- y el espíritu realiza su verdadera esencia, que es la infinitud.
El espíritu absoluto es sujeto, pero no un sujeto que tenga un objeto diferente de sí,
porque si hubiera algo diferente, ese algo lo limitaría y entonces no sería infinito o
absoluto. De manera que el espíritu absoluto es el momento del autoconocimiento de la
totalidad (§ 5), de lo Absoluto -el momento en que el espíritu reconoce que todo es en
fondo sujeto, espíritu, y que lo finito y relativo sólo es momento o aspecto parcial de lo
infinito y Absoluto. El espíritu absoluto recorre en su desarrollo tres momentos: arte,
religión y filosofía. Los tres tienen el mismo contenido, que es lo Absoluto, y su diferencia
reside en el modo cómo éste se manifiesta: en la intuición sensible, en la representación y
en el pensamiento. En cuanto al espíritu absoluto se lo identifica con Dios, el momento
religioso ostenta cierto predominio, lo cual salta a los ojos en el enfoque que Hegel hace
del arte; pero como el espíritu absoluto sólo alcanza su perfección sabiéndose, i.e.
pensándose -no representándose- en la filosofía, ésta ocupa el momento culminante y
definitivo de todo el desarrollo.
15. El arte
60
Cf. W.T.STACE, The Philosophy of Hegel, pp. 439 s.
61
Aesthetik (edit, por Bassenge, Westberlin, Das Europäische Buch, 1985), I, 117. En la palabra Scheinen,
que se traduce por "aparecer", y también significa "brillar", resuena un eco de Platón (cf. Cap. V, § 7).
62
Cf. op. cit.. I, 49
63
Cf. Aesthetik. I, 77.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
carácter o desenlace de una acción. El arte lo pone de relieve de modo más claro y vivo
de lo que puedan hacerlo los hechos naturales o aun los de la vida real. De donde resulta
que las creaciones del arte sean superiores a las producciones de la naturaleza. "De
64
todos modos ningún ser natural puede exponer ideales divinos como lo puede el arte."
Un gran intérprete de Hegel señala que todo arte tiene como característica el elevar "el
caso particular, el hecho prosaico o corriente a su significado universal, eterno, infinito",
porque expone "un hecho singular, pero que ahora tiene tras de sí y dentro de sí el
65
universo entero."
A través del material sensible -como el mármol en el caso de la arquitectura o la
escultura, los colores en el de la pintura, los sonidos en la música- se revela la Idea en la
obra de arte. Lo peculiar de la creación artística es cierta "luminosidad" interior, que Hegel
llama el "brillar de la Idea", el peculiar encanto que la obra posee y que permite la visión o
entrevisión de la Idea, de lo Absoluto que resplandece a través del material sensible. El
arte se sirve de las cosas o elementos naturales como si fueran símbolos para expresar
ideas, crea imágenes que han de exponerlas, vale decir, que muestren la verdad detrás
de las formas sensibles.
Aquellos dos factores -contenido y forma- han de darse de manera tal que lo
sobresaliente no sea el material, sino el contenido que con él se quiso expresar -el
discóbolo, por ej., y no el mármol. Pues la obra de arte, según su concepto, reside en que
el material sensible se encuentre perfectamente traspasado y transformado por la Idea,
por el contenido que el artista ha querido transmitir.
[...] en cuanto el arte tiene la tarea de exponer la Idea para la intuición inmediata
en forma sensible, y no en la manera del pensar y de la pura espiritualidad en general, y
esta exposición tiene su valor y dignidad en la correspondencia y la unidad de ambos
lados de la Idea y de su figura (Gestalt), así dependerá la altura y excelencia del arte en
la realidad, según su concepto, del grado de intimidad y unidad en que aparecen
66
trabajados una en otra Idea y figura.
En primer término, la Idea se busca, se esfuerza por hallar forma adecuada, intenta
dominar el material sensible; pero, aún abstracta e indeterminada, no lo logra y el material
predomina sobre el contenido. Es el arte simbólico, forma de arte que, más que expresar,
sugiere, en que la Idea sólo se insinúa. Hegel estudia aquí el arte de la India, de Persia y
de Egipto.
64
Aesthetik, I. 40.
65
W. WALLACE. Prolegomena to the Study of Hegel's Philosophy (Oxford, Clarendon Press, 1931), p. 196.
66
Aesthetik, I, 79.
67
Estas denominaciones -simbólico, clásico, romántico- no tienen aquí el sentido habitual, según lo muestra
el contexto, ni Hegel pretende sostener que los egipcios, v.gr., hayan carecido de música o de cualquier otro
arte singular, sino que aquellas artes particulares constituyen las expresiones típicas y dominantes en cada
una de aquellas formas: la arquitectura es sobre todo arte simbólico; la escultura, clásico; la música,
romántica, etc. Cf. Aesthetik, II, 333. De lo que se trata es de caracterizar el arte en su desenvolvimiento
histórico y lógico, y de señalar sus características y expresiones más propias.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
El Egipto es "el país del símbolo, que se plantea la tarea espiritual de autodescifrar el
68
espíritu sin alcanzar realmente a descifrarlo." Sus obras de arte son enigmas, extraños y
misteriosos símbolos, donde lo espiritual viene confundido con figuras animales o con
símbolos abstractos desprovistos de carácter personal, como los números -el siete,
número de los planetas, y el doce, número de los meses, son frecuentes en la
69
arquitectura egipcia: doce escalones, siete columnas. En tal sentido se puede "señalar a
la esfinge como símbolo para esta significación propia del espíritu egipcio. Es en cierto
70
modo el símbolo de lo simbólico mismo."
La idea, que el arte simbólico buscaba vanamente, se encuentra a sí en el arte
clásico -el arte griego-, el arte más bello, pues "algo más bello no puede ser ni llegar a
71
ser". En efecto, en él se da un equilibrio o perfecta compenetración entre forma y
contenido, i.e. se realiza plenamente el concepto de arte. Ahora éste no encuentra su
centro y verdadero contenido en formas animales (según acontecía en el arte oriental),
sino en el hombre, al advertir que el cuerpo humano "es la única morada del espíritu", la
72
"única posible existencia natural en que el espíritu se manifiesta". Sólo las formas de lo
humano revelan sensiblemente lo espiritual. De ahí la visión griega de sus dioses, que
toman el aspecto de la perfección humana, con plena serenidad y calma justo por su
perfección. "Entre las artes particulares, por lo tanto, sobre todo la escultura es adecuada
73
para expresar el ideal clásico."
El arte clásico, empero, encierra una contradicción, porque la adecuación entre
forma y contenido sólo puede cumplirse en la esfera de la exterioridad, en lo sensible -en
tanto que el espíritu es por esencia interioridad y conformidad consigo mismo. El espíritu
no consiste en hundirse en lo corpóreo; debe por tanto regresar de éste a sí mismo. El
carácter exterior y sensible del arte, y junto con ello la multiplicidad de la figura de los
dioses griegos, terminan por llevar al "fastidio del pensamiento por una realidad que ya no
74 75
(le) corresponde". Sobreviene entonces el arte romántico. (La denominación "arte
romántico" abarca toda la época cristiana, que se expresa sobre todo en la devoción
interior -en tanto que entre los griegos lo hacía en la tranquilidad y la calma de la
contemplación estética). Desaparecido el equilibrio entre forma y contenido, la Idea se
sobrepuja, se esfuerza por una forma más alta de expresión espiritual que la del arte, se
remonta más allá de lo sensible y predomina sobre lo material: no sólo lo ha penetrado
por entero, sino que va más allá y, por así decirlo, lo desmaterializa. Si bien el arte clásico
es, como arte, el más bello, en cambio el romántico es más alto y significativo. Entonces
76
la belleza plástica resulta "algo subordinado y se convierte en belleza espiritual".
68
Aesthetik. I. 345.
69
Cf. op. cit. I. 344.
70
op. cit.. I. 352.
71
op. cit., I. 498
72
op, cit., I. 419
73
op. cit., I. 468
74
Aesthetik I, 483.
75
Cf. op. cit. I. 499.
76
op. cit. I. 499.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
libertad interior. En tanto las otras artes particulares resultan limitadas por el material
sensible, la poesía es ilimitada en cuanto a su contenido.
La poesía tiene su medio en la palabra -el medio de comunicación más inteligible y
por lo tanto más conforme al espíritu. Es el arte más elevado, superior y objetivamente
más importante. En tanto que las otras artes están ligadas a un material (piedra, color,
etc.), la poesía deja de lado los materiales, y por ello puede expresar cualquier contenido.
Dentro de la poesía distingue Hegel tres géneros particulares. La épica tiene carácter
objetivo, describe acciones, que son generalmente las de un pueblo. La lírica se ocupa de
la subjetividad, de la interioridad del sujeto en cuanto sujeto. La poesía dramática reúne
las dos anteriores, acción y sentimiento; considera las colisiones entre las pasiones y los
caracteres, y el desenlace de tales conflictos. Dentro de la dramática, estudia Hegel
especialmente la tragedia, que representa el conflicto entre fuerzas éticas (cf. § 13)
78
igualmente fundadas en un derecho; se refiere por ej. a la Antígona, de Sófocles, donde
se da la lucha entre la heroína, Antígona, que venera los lazos de la familia, y Creón, que
representa los intereses de la vida pública y el bien del Estado.
Otros ejemplos pueden ilustrar más el tema del arte. El simbolismo de la catedral
gótica -la arquitectura, según se ha dicho, es para Hegel arte simbólico, pero por su
tendencia interior es el gótico arte romántico- lo interpreta en los siguientes términos:
"Como la tendencia ascendente ha de manifestarse aquí como el carácter fundamental, la
altura de los fustes sobrepasa la anchura de su base de un modo que ya el ojo no puede
calcular: las columnas van adelgazándose, se hacen más esbeltas y suben de tal modo
que la mirada no puede abarcar de una vez toda su forma, sino que se ve obligada a
vagar y a remontarse, hasta que se tranquiliza al llegar a las suaves líneas de la bóveda
en que convergen los arcos, como el espíritu del hombre en oración, que, remontándose
inquieto sobre el suelo de lo finito, sólo encuentra quietud al llegar a Dios", es decir, a lo
infinito, a la Idea. Y agrega: "Además, las vidrieras de los ventanales policromados son
transparentes sólo a medias. Unos representan historias santas, otros temas religiosos de
otras clases, pero los colores que los cubren responden, en parte, a la finalidad de no
dejar pasar demasiada luz, para que el interior aparezca envuelto en penumbra y en ella
resplandezca mejor la luz de los cirios. Pues se trata de que aquí alumbre otro día que el
79
que alumbra en el exterior." Hegel señala que la construcción de la catedral gótica
tiende a que la mirada se eleve, y en esa ascensión desde lo finito es presa del vértigo
que sólo se ve aplacado al llegar a la bóveda; como la actitud del hombre que reza y,
dirigiéndose en la plegaria hacia lo alto, sólo allí encuentra la quietud que su alma busca.
La luz interior al templo, es como un recurso para sugerir una luz diferente de la del
mundo exterior, la luz del otro mundo.- En otro pasaje se refiere a la Divina comedia:
"Todo lo concreto y particular de los intereses y fines humanos desaparece aquí ante la
grandeza absoluta del fin último y la meta final de todas las cosas, pero, al mismo tiempo,
lo más perecedero y lo más fugaz del mundo vivo aparece escrutado objetivamente en su
80
valor y en su falta de valor por el supremo concepto, por Dios [...]". La Divina comedia
es como la representación simbólica del Juicio Final, del juicio de todas las cosas, juicio
77
Aesthetik. II, 334.
78
Cf. op.cit. II, 568, y cf. Phänomenologie (Hoffmeister) 336 (trad., 277).
79
Werke, X2, pp. 339 s. (cit. en E. BLOCH, El pensamiento de Hegel, trad. esp., México, 1949, pp. 288-289).
80
Werke, X3, pp. 409 s. (cit. id. id., p. 289).
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
que para Hegel no es sino la historia (cf. § 12), es decir, que transcurre en este mundo, y
donde el tribunal de la historia está presidido por la Idea misma. Todo lo pasajero y
cambiante de este mundo aparece juzgado y terminado; pero al mismo tiempo el poema
lo mantiene todavía viviente, no en su faz casual o contingente, sino escrutado y
representado en su aspecto permanente, el aspecto a través del cual la Idea se
autorrealiza. Lo infinito -la Idea, el espíritu- no está separado del mundo, sino que se
realiza a través de lo finito. "Lo que los individuos fueron en sus actos y en sus
sufrimientos, en sus intenciones y en sus realizaciones, es lo que son aquí, petrificados
para siempre como estatuas de bronce", es decir, en el momento más esencial de cada
personalidad (Francesca, v.gr., cf. Div. Com., Inf. V, 133 ss).
El arte, entonces, no tiene para Hegel la mera función de entretener, ni solamente
sentido religioso o social, sino que su función primordial es metafísica, la de manifestar la
naturaleza última de las cosas, puesto que es la expresión sensible de la Idea.- No
obstante, ninguna forma sensible puede expresar adecuadamente lo absoluto, la Idea,
que no es nada sensible, sino pensamiento.
16. La religión
El arte es sólo una forma del espíritu absoluto, y no su figura más alta, pues ningún
objeto sensible puede adecuarse en plenitud al espíritu; el arte está forzado a tener que
darle configuración sensible a su contenido, pero por su propia índole el espíritu no puede
nunca realizarse perfectamente en la exterioridad. Y en tanto la poesía abandona lo
sensible, el arte comienza a disolverse y se halla en camino de convertirse en
representación.
La representación (Vorstellung) es la forma o medio propio de la religión -así como la
intuición sensible lo era del arte. Hegel entiende por "representación", aproximadamente,
lo que por lo común llamamos pensamiento, es decir una especie de imagen a la que se
81
le otorga sentido universal, un pensamiento envuelto en ropaje imaginativo y por tanto
82
todavía atado a lo sensible. Cuando se sostiene, v.gr., que Dios ha creado el mundo,
nos encontramos, según Hegel, con una representación mediante la cual la inteligencia
común, no educada filosóficamente, se figura en forma temporal y contingente el proceso
intemporal y necesario por el cual la Idea se pone fuera de sí en la realidad (cf. § 9, y
83
aquí, más adelante nota 85); la Trinidad divina, para tomar otro ejemplo, expresa el
movimiento dialéctico de la Idea. -Por otro lado, en tanto que la obra de arte se ofrece
nada más que como tal, la representación religiosa remite explícitamente a lo Absoluto, al
dios, como algo que está más allá del sujeto. El concepto de religión tiene tres momentos:
1) el momento de lo universal, el espíritu puro. Dios (el Reino del Padre); 2) la
particularización, la diferencia, los sujetos particulares (el Reino del Hijo); 3) la unión de
los sujetos con Dios, el retorno hacia sí, el culto (la Idea en el elemento de la comunidad
de los fieles o el Reino del Espíritu).
La religión, como el arte, ofrece un desarrollo histórico de su concepto. Hegel
procede al detallado estudio del saber histórico-religioso accesible en su tiempo
subordinándolo a su concepto. Comienza con I) la religión natural (Naturreligion), donde lo
divino aparece como sustancia natural (distingue la magia, la religión china, el hinduísmo,
el budismo, el zoroastrismo, la religión siria o religión del dolor -culto de Adonis- y la
81
Cf. Vorlesungen über die Philosophie der Religion (Lecciones sobre la filosofía de la religión), ed. Lasson,
I, i, 115.
82
Cf. op. cit., 113.
83
Phil. d. Religión, II, ii, 53 ss.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
religión egipcia o religión del enigma). Luego siguen las religiones de la 2) individualidad
espiritual, en las cuales lo espiritual se eleva sobre lo natural: a) el judaismo o religión de
la sublimidad, donde se da una total separación de espiritualidad y naturaleza; b) la
religión griega o religión de la belleza, en la que se encuentra una íntima unidad entre
espíritu y naturaleza; y c) la religión romana o religión de la utilidad (Zweckmässigkeit),
donde a Dios se lo concibe como sujeto, pero en tanto persona individualizada.
La c) religión absoluta la ve Hegel en el cristianismo. Allí Dios es unidad de
substancia y sujeto, espíritu absoluto. En Cristo, Dios es a la vez Dios y hombre. El
cristianismo
Por ello Hegel puede decir que la religión cristiana es la religión manifesta, pues es
86
"el espíritu para el espíritu" -religión manifesta (offenbare), no simplemente revelada
(geoffenbarte) como una verdad que le viniera de fuera al espíritu, sino la del espíritu
mismo. Según lo cual Dios no es un ente trascendente, sino que su realidad la tiene en la
vida del espíritu, y no sería nada sin ella (cf. § 10).
17. La filosofía
Sin embargo, en la religión subsiste aún la dualidad entre lo finito y lo infinito, entre el
hombre y Dios, y tal relación se la capta en la forma de la representación. Sólo la razón
supera tales oposiciones. Lo peculiar de la filosofía es que la Idea absoluta (Dios) se
reconoce a sí misma en su "medio" propio, el concepto, porque la Idea es pensamiento: la
filosofía es el momento en que la Idea -el fundamento último de todo- se piensa a sí
misma, en que ella es a la vez sujeto y objeto y reconoce esta identidad, que es al par
87
identidad del pensamiento (Idea) consigo mismo, la (cf. Cap. VI, §
7). La filosofía también se desarrolla históricamente según un orden que, en líneas
generales, es el orden de la Idea. Hegel fue el primero en ver con entera claridad, y en
desarrollar en detalle, la teoría según la cual la historia de la filosofía no significa -tal como
se la consideraba hasta su tiempo y aún hoy la consideran muchos- una serie caótica de
doctrinas sin relación las unas con las otras y caprichosamente antagónicas; por el
84
Werke XIII. 124 (cit. por Bloch, p. 324).
85
Phil d. Religion, 11, ii 35.
86
loc. cit.
87
Al final de la Enciclopedia, Hegel cita y hace suyas estas palabras de Aristóteles.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
contrario, discierne en esa historia el proceso dialéctico progresivo por el cual la Idea
alcanza paulatinamente el conocimiento completo de sí:
88
Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie (Lecciones sobre la historia de la filosofía), en Werke
(Glockner), XIII, 43. -Sobre el tema de la historia de la filosofía en general, cf. A. P. CARPIO, El sentido de la
historia de la filosofía (Buenos Aires, Eudeba, 1977); sobre Hegel en particular. Cap.IV, secc.i (pp. 110-139).
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA EL IDEALISMO ABSOLUTO. HEGEL
BIBLIOGRAFÍA
Hegel es autor de lectura muy difícil. Se recomienda empezar a leerlo, antes que por
sus libros propiamente dichos, por sus cursos universitarios: Lecciones sobre la filosofía
de la historia universal, trad. GAOS, Madrid, Revista de Occidente (y Universidad de
Puerto Rico), varias ediciones; Lecciones sobre la historia de la filosofía, trad. W. ROCES,
México, Fondo de Cultura Económica, 1955 (versión que, sin ser irreprochable, puede sin
embargo utilizarse; no así la de E. Terrón, Editorial Aguilar). Además hay traducciones
responsables de la Fenomenología del espíritu, por el mismo W. Roces, México, Fondo
de Cultura Económica, 1966 (que, sin embargo, tiene tallas), y de la Ciencia de la lógica,
trad. R. Mondolfo, Buenos Aires, Hachette, 1 a ed. 1956. La trad. de la Enciclopedia, por E.
Ovejero, publicada primero en Madrid por V. Suárez, y reeditada luego en Buenos Aires
por la Editorial Claridad, es absolutamente inutilizable.
Libros sobre Hegel hay muchos, pero son pocos los que realmente pueden ayudar al
principiante; en función exclusivamente de los intereses de éste, mencionamos las
siguientes obras:
CAPITULO XII
1. Aclaraciones previas
1
"Diamat "es abreviatura de "materialismo dialéctico". Sobre éste puede verse I. M. BOCHENSKI, Der
sowjetische dialektische Materialismus, München. Lehnen, 21956 (trad. esp., El materialismo dialéctico,
Madrid, Rialp): H. MARCUSE, Soviet Marxism. A Critical Analysis. New York. Vintage Books (Random
House), 1961 (trad. esp., Alianza Editorial); G. A. WETTER, Hombre y mundo en la filosofía comunista, trad.
esp., Buenos Aires, Sur, 1965, y sobre todo, del mismo WETTER, Der dialektische Materialismus, Wien,
Herder, 1952 (hay trad. esp.), ya citado en el Cap. VIl, nota 1. -A las consideraciones precedentes es
preciso agregar que el colapso del imperio soviético y de sus satélites, le ha quitado al marxismo gran parte
de su "prestigio", si no todo, y que sean de esperar nuevas interpretaciones y formulaciones. Entre los
manuales soviéticos, puede mencionarse V. AFANASIEV, Fundamentos de filosofía, trad. esp., Moscú,
Editorial Progreso (sin fecha, probabl. alrededor de 1960).
2
Es lo que sucede con H. MARCUSE, Reason and Revolution, Boston, Beacon Press, 1960 (hay trad.
esp.), o con Marx y su concepto del hombre (trad. esp., México, Fondo de Cultura Económica, 1962), del
psicólogo E. FROMM.
3
Cf. H. KNITTERMEYER, Die Philosophie der Existenz von der Renaissance bis zur Gegenwart, Wien,
Humboldt. 1952. pp. 135-152.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
2. Crítica de la filosofía
4
La ideología alemana fue escrita en colaboración F. ENGELS, y "es difícil apreciar la parte que procede de
Marx y la de Engels"(A CORNU, Karl Marx et Friedrich Engels. Leur vie el leur oeuvre, tomo IV, Paris,
Presses Universitaires de France, 1970, p. 170); con todo, suele atribuirse a Marx la primera parte, que es la
más importante.
5
Aquí y en lo que sigue se utilizan algunas fórmulas y expresiones tomadas de H. MARCUSE, Reason and
Revolution, pp. 259 ss.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
Vistas así las cosas, la dialéctica hegeliana se le ofrecía a los ojos de Marx con una
notable ambigüedad. Porque, por una parte, aparece concluida: con el sistema de Hegel
el proceso dialéctico ha llegado a su cumplimiento final (Vollendung), y no sólo habría
terminado la filosofía, sino que quedaba consagrada la monarquía prusiana conservadora
y reaccionaria, y el cristianismo, no menos reaccionario, de la Iglesia oficial -en una
palabra, quedaba consagrado el status quo. Pero, por otra parte, la dialéctica, si era el
movimiento de la realidad misma, su pulso, su vida, no podía detenerse sin que la
realidad misma se detuviera y desapareciera; por tanto, la dialéctica debía ser
esencialmente abierta y "revolucionaria". Marx se inclina decididamente a interpretarla en
este sentido.
En efecto, sostiene Marx que las contradicciones están lejos de haber quedado
finalmente conciliadas. La verdad -en el sentido hegeliano de la palabra-, los principios de
la razón, no coinciden con el orden social y político existente. Hegel había enseñado que
"lo verdadero es el todo" (cf. Cap. XI, § 3), esto es, una totalidad que tiene que estar
presente en cada elemento singular de tal manera que si un solo aspecto o un solo hecho
no pudiese conectarse racionalmente con el proceso dialéctico total, la verdad de la
totalidad quedaría manca. Y justamente esto es lo que Marx señala: que hay en el mundo
humano un elemento irracional, inadecuado respecto de la Idea, desajustado o
inarmónico respecto de la totalidad, y que es señal de que la verdad todavía no se ha
realizado cabalmente, de que la plena racionalidad aún falta.
Ese hecho irracional, esa contradicción que el sistema hegeliano dejaría subsistir,
ese elemento de carencia, es la existencia del proletariado. La sola presencia de éste
contradice la supuesta realidad de la razón, porque el hecho del proletariado significa la
existencia de una clase social entera que representa la negación de la razón. En efecto,
Hegel había sostenido en su Filosofía del derecho que la propiedad es la manifestación
exterior de la persona libre; pero el proletariado es la clase totalmente desposeída, la que
carece de toda propiedad, y por tanto ni es libre ni es persona, si es que, siguiendo a
Hegel, la libertad y la personalidad se objetivan y apoyan en la propiedad. Hegel, había
enseñado también que el hombre es hombre gracias al espíritu -esto es, mediante el
ejercicio de las actividades espirituales, como el arte, la filosofía, donde se encontraría la
forma más perfecta de vida humana-; pero entonces ocurre que el proletario está
completamente separado de esa esencia, por la sencilla razón de que las condiciones de
su existencia no le permiten ocuparse de nada de ello; agobiado por su trabajo, por sus
necesidades puramente animales que a duras penas logra calmar, el proletario carece de
la posibilidad de acceder a las formas de vida propiamente humanas, a la cultura. El
proletario es entonces un hombre que no puede realizarse como hombre. Escribe Marx en
los Manuscritos económico-filosóficos:
De esto resulta que el hombre (el obrero) sólo se siente obrando libremente en sus
funciones animales, en el comer, beber y engendrar, y todo lo más en aquello que toca a
la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente sólo como
6
animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal.
6
Ökonomisch-philosophische Manuskripte [Manuscritas filosófico-económicos] (que abreviaremos M) M I 3,
p. 86; H p. 35; trad. esp. Rubio, p. 109, retocada (M indica Marx-Engels Gesamtausgabe. Nos atenemos al
texto de G. Hillmann (quien reproduce la paginación de M, en K, Marx. Texte zu Methode und Praxis, II,
München, Rowohlt, 1966, que citamos H). En general seguimos la trad. esp. de Rubio Llorente,
Manuscritos: economía y filosofía, Madrid, Alianza Editorial, 1968, que se cita R).
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
7
"un superar pensante que deja intacto su objeto en la realidad". La realidad social y
política de la época es contradictoria, está colmada de antagonismos que aún no han sido
conciliados, de manera que la historia y la realidad social "niegan" a la filosofía. Por lo
tanto de loque se trata, según Marx, es de llevar a cabo la coincidencia entre los hechos y
la razón, pero no en el plano abstracto del pensamiento, no en el plano meramente
especulativo, sino en el plano social y político. Y tal tarea no puede cumplirse sólo
teoréticamente, mediante la teoría filosófica, sino que ha de consistir en la praxis 8 socio-
política y, en definitiva, revolucionaria. Éste es el sentido de la famosa tesis XI, de las
llamadas Tesis sobre Feuerbach:
Qué sea el hombre, no puede determinarse a partir del espíritu ni de la Idea, sino a
partir del hombre mismo, de lo que éste es concretamente; el hombre de que se debe
hablar es
[...] el hombre real, corpóreo, en pie sobre la tierra firme y aspirando y exhalando
11
todas las fuerzas naturales [...].
7
M 166; H 122; R 200.
8
En su significado más general, teoría -el conocimiento puro- y praxis ( ) -la acción-son actividades
de signo contrario; porque en tanto que en el conocimiento lo determinante es el objeto y lo determinado el
sujeto, en la acción ocurre al revés: el sujeto es lo determinante y lo determinado o modificado es el objeto.
Pero cf. Cap. X, § 3.
9
M 1 5, p. 535; H 192; La ideología alemana, trad. Roces, Montevideo, Pueblos Unidos, 1968, p. 668,
retocada.
10
Mss. M 121; H 82; R 151, retocada.- De este modo se plantea la pregunta acerca de si el pensamiento de
Marx puede todavía llamarse "filosofía". Cf. H. MARCUSE, op. cit,. pp. 258. 261, 275 s. J -Y. CALVEZ. La
pensèe de Kart Marx (Paris, Éditions du Seuil. 1956), p. 17: "...el marxismo no es ni pura ciencia económica,
ni pura especulación filosófica, sino teoría del obrar (agir)": cf. también pp. 42. 105. 107. K. LOWITH, Von
Hegel zu Nietzsche (Stuttgart. Kohlhammer. ' 1964; hay trad. esp.). p. 108, sostiene que se trataría de "un
género de filosofía totalmente nuevo, que ya no es filosofía en el sentido que hasta ahora ha tenido".
11
Mss. M 160; H 116: R 193.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
El hombre no es el "ego" del ego cogito; sino que el hombre es su mundo humano.
En lugar de buscar la esencia del hombre como determinación interior, Marx la busca
entonces en las relaciones "exteriores" que cada hombre mantiene con la naturaleza y
con los otros hombres en el conjunto de sus relaciones sociales, con "el mundo del
hombre".
Y esas relaciones, la sociedad y la naturaleza, no las piensa Marx como algo dado y
estático, que fueran objeto de la pura contemplación (teoría), sino como realizaciones del
hombre mismo, como creaciones suyas, y, según se verá (cf. § 6), históricamente
cambiantes; de tal manera que se da un juego recíproco entre el individuo y la sociedad,
en el que ambos se constituyen. Dicho de otro modo, Marx concibe al hombre como el
14
ente que se produce (erzeugend) a sí mismo. Y ese acto autogenerador del hombre es
el trabajo: "el trabajo es el acto de la autoproducción (Selbsterzeugungsakt) del
15
hombre".
Marx se coloca así en radical oposición con la mayor parte de la tradición filosófica, y
ante todo con Aristóteles, quien había visto la esencia del hombre en la razón teórica, y
quien había señalado como su meta la pura contemplación (cf. Cap. VI, §§ 6 y 9). Es
cierto que Hegel (sobre las huellas de Kant, cf. Cap. X, § 3), había entrevisto la
importancia del trabajo, y en ello justamente reside "lo grandioso" de la Fenomenología
16 17
del espíritu; pero Hegel sólo tuvo en cuenta el aspecto abstracto espiritual del trabajo,
lo consideró propiamente como actividad de la Idea, no del hombre y fundamentalmente
como actividad de conocimiento. Para Marx, por el contrario, el trabajo es una relación
real del hombre con las cosas mismas, con la naturaleza y con los demás hombres, praxis
histórico-social:
12
Critica de la filosofía del derecho de Hegel, trad. A.R. y M.H.A., Buenos Aires. Ediciones Nuevas. 1965,
pp. 8-9.
13
Tesis sobre Feuerbach 6, H 191; Id. al, p. 667. retocada.
14
Cf. M 156, 167 H 113, 123; R 189-190, 201.
15
M 167; H 123; trad. mía. (cf. R 201).- En rigor, puesto que Marx habla de una Aufhebung der Arbeit
(superación del trabajo), quizás no sea enteramente lícito decir que la esencia del hombre sea el trabajo,
sino más bien la praxis como acción transformadora que incluye el pensamiento como momento suyo. Sin
embargo, el sentido de la expresión Aufhebung der Arbetl es oscuro, por no decir misterioso. En todo caso
el trabajo sería el primer acto humano; cf. cita correspondiente a la nota 18.
16
Cf. M 156; H 113; R 189.
17
Cf. M 157; H 114; R 190.
18
La ideol, al., trad. cit., p. 19.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
La diferencia, entonces, entre el trabajo humano y esa actividad que puede llamarse
trabajo animal, consiste en que aquél está siempre precedido o dirigido por una idea o
representación -esto es, en el fondo, por la conciencia. En el pasaje citado señala además
Marx como categoría fundamental del trabajo la de finalidad, es decir, aquella forma de
causalidad donde lo primero es el "efecto", pero no ya realizado, sino como meta a que
tiende un proceso (cf. Cap. VI, § 5). En cuanto ese "fin" es una idea o representación, el
trabajo consistirá en la objetivación o exteriorización en la naturaleza de la representación
que el hombre tenga; será una objetivación de sí mismo. Entonces se da en el hombre un
desdoblamiento, "no sólo intelectualmente, como en la conciencia", donde es a la vez
sujeto y objeto, sino que además se desdobla "activa y realmente, y se contempla a sí en
20
un mundo creado por él".
*
El primer tomo de Das Kapital. apareció en 1867; el segundo, en 1885; el tercero, en 1894.
19
El capital, tomo I, vol. I. libro I, Cap. 1 (se cita seg. trad. de Castrada, Trabajo y alienación en la
"Fenomenología" y en los "Manuscritos", Buenos Aires, Siglo Veinte, 1965, p. 63). (En la trad. de El capital
de Roces, México. Fondo de Cultura Económica, 1946, p. 200).
20
Mss. M 89; H 57-58; R 112.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
La sociedad es, pues, la plena unidad del hombre con la naturaleza, la verdadera
resurrección de la naturaleza, el naturalismo realizado del hombre y el realizado
21
humanismo de la naturaleza.
En este sentido, Marx pone de relieve la enorme importancia que tienen sobre la vida
22
humana la ciencia moderna, la técnica y la industria con ellas relacionada.
También en los Manuscritos se lee:
21
M 116; H 77; R 146.
22
Cf. M 121-123; H 82-83; R 150-152. También cf. Ideol, al., trad. cit., pp. 68-70.
23
M 88; H 57; R 112.
24
La expresión Gattungswesen (así como universelles Wesen) -que puede traducirse por "ser genérico",
"ente genérico", o también "esencia genérica"-, es especialmente importante en el pensamiento de Marx. Es
el individuo que elimina y supera el conflicto entre la vida o el interés privado y la vida política, entre lo
privado y la comunidad (cf. L. KOLAKOWSKI, Main Currents of Marxism, pp. 126-127).- Nótese que la
expresión equivale, hasta cierto punto, a razón, que justamente se define como el conocimiento de lo
universal (cf. Cap. II, nota 41, y Cap. VI, § 6 donde se habla del hombre). Uno de los trabajos más recientes
sobre el tema (TRÁN VAN TOAN. "Note sur le concept de “Gattungswesen” dans la pensée de Karl Marx".
Revue Philosophique de Louvain, tomo 69, nov. 1971, pp. 525-536) resume en los siguientes términos: "El
hombre es Gattungswesen (ser genérico) en tanto que se realiza como un ser universal, y ello de varias
maneras. En tanto ser vivo, está abierto a la naturaleza entera. Mediante el trabajo el hombre asocia la
naturaleza a su vida transformándola efectivamente en su cuerpo orgánico. Su pensamiento capta los
objetos universales, es decir los géneros, los conceptos. En tanto ser pensante, el individuo humano se
identifica con el género humano en su conjunto. Sin embargo, el hombre no es inmediatamente
Gattungswesen: le es preciso realizar, en el mundo del trabajo, su unidad efectiva con los otros mediante
una acción histórica común conscientemente conducida" (p. 570). Por su parte, H. MARCUSE escribe: "La
naturaleza propia del hombre reside en su universalidad. Sus facultades intelectuales y físicas pueden ser
realizadas plenamente sólo si lodos los hombres existen como hombres (...]. El hombre es libre sólo si lodos
los hombres son libres y existen como 'seres universales'. Cuando se alcance esta condición, la vida será
modelada por las potencialidades del género, el Hombre, que abarca las potencialidades de todos los
individuos que comprende. El énfasis pueslo en esta universalidad coloca igualmente a la naturaleza dentro
del autodesarrollo de la humanidad. El hombre es libre si 'la naturaleza es su obra y su realidad', de modo
que él 'se reconoce a sí mismo en un mundo que él mismo ha hecho'" (Reason and Revolution, p. 275).
25
M 88; H 57; R 112. retocada.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
4. El hombre alienado
En efecto, el ser del hombre consiste en el trabajo, o, para decirlo con más exactitud,
puesto que el hombre es histórico (cf. § 6), su esencia depende de las condiciones
concretas del trabajo en cada circunstancia histórica; y ocurre que en la sociedad en que
Marx vive, en la sociedad que él describe y critica, el hombre está alienado, es decir, se
encuentra "ajeno" (alienus) a sí mismo, vive desconociendo su propia esencia. Esta
alienación tiene lugar en todos los planos de la existencia humana -en el social, político,
religioso, filosófico-; pero todas las formas de enajenación tienen su fundamento y raíz en
el trabajo, puesto que en éste estriba la esencia del hombre.
El trabajo es la actividad propia del hombre. Y sin embargo ocurre que, en las
condiciones históricas que Marx describe, el hombre lo desconoce: "sólo se siente
obrando libremente en sus funciones animales, [...] y en cambio en sus funciones
humanas se siente sólo como animal" (cf. arriba, § 2); ignora su propia esencia y asume la
animal. En lugar de significar la realización espontánea, plena y gozosa de su humanidad,
el trabajo paraliza las actividades propiamente humanas e impide cualquier tipo de
satisfacción intrínseca. En el trabajo
26
M 88; H 57; R 111.
27
M 88; H 57; R 112 modificada.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer
las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el
hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se
28
huye del trabajo como de la peste.
28
M 85-86; H 54-55; R 109.
29
Cf. M 86; H 55; R 109-110.
30
M 83; H 52; R 105; cf. M 83, H 52, R 106: "el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como
con un objeto extraño" (trad. R retocada).
31
M 90-91; H 59; R I 15.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
[...] la clase se sustantiva, a su vez, frente a los individuos que la forman, de tal
modo que éstos se encuentran ya con sus condiciones de vida predeterminadas, por así
decirlo; se encuentran con que la clase les asigna su posición en la vida, y, con ello, la
33
trayectoria de su desarrollo personal; se ven absorbidos por ella.
Tanto el trabajo cuanto el trabajador pasan a ser nada más que mercancías en un
mundo en el cual, cuanto más se valoran las cosas, tanto más se olvida la humanidad del
hombre; la "mercancía" es "la estructura ontológica fundamental de nuestro mundo
35
objetivo entero". En lugar de estar las mercancías al servicio del hombre, está el hombre
al servicio de las mercancías. Se trata entonces de un proceso de cosificación o
reificación (Verdinglichung) –que Marx expondrá luego en El capital con la denominación
de "fetichismo de las mercancías"- por obra del cual las relaciones entre los hombres sólo
se entienden como relaciones entre las mercancías que intercambian; los hombres se
consideran unos a otros sólo en función de las mercancías que producen, compran o
venden. Al hombre no se lo comprende como lo que en verdad es, como persona, como
fin en sí mismo, sino meramente como medio, como especie de instrumento para alcanzar
un fin, comparable a una máquina o a una herramienta de trabajo. Y ello afecta todos los
32
H. MARCUSE, Reason and Revolution, p. 290.
33
Ideol, al., trad. ROCES p. 61.- Pasajes como éste permiten ver la vertiente "individualista" (cf. arriba, nota
2) del pensamiento de Marx. Éste no querría disolver al individuo en el grupo o subordinarlo a él, sino más
bien permitir el desarrollo libre e independiente de cada persona. y dar con el equilibrio justo entre individuo
y sociedad. Cf.: "Hay que evitar ante todo el hacer de nuevo de la 'sociedad' una abstracción frente al
individuo. El individuo es el ser social [...]. La vida individual y la vida genérica del hombre no son distintas
[...)". (M 117; H 78; R 146).
34
M 82-83; H 52: R 105 levemente modificada.
35
K. LOWITH, Von Hegel zu Nietzsche, p. 171.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
estratos de la sociedad. Así para el capitalista el obrero no es nada más que un medio o
instrumento para lograr ganancias; pero la recíproca también es verdadera: porque para
el obrero tampoco es persona el capitalista, sino tan sólo un medio que le proporciona
trabajo, necesario para su sustento.
De ello resulta también una alienación política, una escisión entre la vida pública, la
del ciudadano, la de los intereses generales, por un lado, y la vida del individuo, su trabajo
y sus intereses privados, por el otro. El Estado debiera conciliar ambos aspectos, el
individual y el universal; pero no lo hace, sino que perpetúa la contradicción en la medida
en que la sociedad se encuentra dividida en clases y el Estado expresa el dominio de una
determinada clase -la de los que poseen mayor poder económico- sobre las demás.
Se da también una alienación religiosa. Ya L. Feuerbach (1804-1872), discípulo
disidente de Hegel, había sostenido que la religión no significa nada más que la
proyección de los ideales del hombre; que la religión no es sino la alienación y el
desconocimiento de la verdadera esencia del hombre, porque el ente divino, Dios, no es
nada más que el hombre ideal objetivado. El hombre individual se siente limitado, finito, y
cree que también lo es la humanidad entera; y entonces, creyéndose incapaz de realizar
plenamente la verdad, el bien, etc., proyecta estos atributos a un ente superior, a Dios. En
La esencia del cristianismo (1841) escribe Feuerbach:
36
La esencia del cristianismo, trad. esp. F. Huber, Buenos Aires, Claridad, 1963, pp. 26-27. corregida.
37
Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, trad. citada, pp. 8-9.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
Por último, hay una alienación filosófica. Según Marx, el filósofo se mueve en una
contradicción, porque pretende actuar sobre la realidad sólo mediante el pensamiento, y
por tanto éste será forzosamente ineficaz -es la contradicción entre la vida y el
pensamiento abstracto. La filosofía materialista (Feuerbach) es "teórica", es decir,
meramente contemplativa. Es verdad que el idealismo (Hegel), en cambio, ha reconocido
el lado activo del hombre; pero lo ha hecho sólo "de un modo abstracto", es decir, con
desconocimiento de "la actividad real, sensorial, en cuanto tal". 39 En uno y otro caso se
supone que el hombre es sólo conciencia, en lugar de partir del hombre real que es praxis
histórico-social. De modo que es preciso lograr una síntesis de idealismo y materialismo, y
considerar al sujeto no sólo como actividad teorética, sino también práctica que se
objetiva y reconoce en el objeto, y a éste como realidad humanizada, pues refleja
asimismo algo que el hombre ha proyectado. Tal síntesis no es sino la praxis a la que es
inmanente la teoría; y la filosofía -si es que aun quiere emplearse este término- no podrá
ser más que la comprensión inherente a la praxis histórico-social, inmanente al
movimiento de la realidad humana. Por ello se lee en la segunda de las Tesis sobre
Feuerbach:
38
op. cit., pp. 9-10.
39
Tesis sobre Feuerbach. I. H 190; en La ideol, al., p. 665.
40
H 190: trad. nuestra (en la trad. de Roces, Ideol, al., p. 666).
41
Hay aquí una coincidencia -ni fortuita ni única-del marxismo con el pragmatismo. que pasa por ser algo
así como la filosofía "nacional" norteamericana. El núcleo del pragmatismo, en efecto, reside en su
concepción de la verdad, y uno de sus fundadores, W. James (1842-1910), sostenía que se trataba de un
método consistente "en tratar de interpretar cada noción de acuerdo con sus consecuencias prácticas
respectivas", de manera que las ideas "son verdaderas en la medida en que nos auxilian a entablar
relaciones satisfactorias con otros sectores de nuestra experiencia" (Pragmatismo, trad. esp., Buenos Aires,
Emecé. 1945. pp. 48 y 56).
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
interés que el que puedan tener las disputas meramente verbales (cf. Cap. IX, § 10). Así
se comprende mejor el sentido de la Tesis XI, ya citada (cf. § 2): "Los filósofos se han
limitado a interpretar el mundo de diversas maneras; de lo que se trata es de
transformarlo".
6. El materialismo histórico
toda la llamada historia universal no es otra cosa que la producción del hombre por
42
el trabajo humano.
En tanto que según Hegel la Idea dominaba la historia y su dialéctica, y por ende
constituía la clave de la historia, para Marx se trataría de leer la historia por sí misma -no
en función de algo trascendente a ella, según le parece serlo la Idea hegeliana. Hegel vio,
sin duda, que la historia es un proceso dialéctico; pero la consideró como dialéctica de
ideas, sin percatarse de que se trata de una dialéctica "real". Por ello Marx invierte el
enfoque hegeliano:
Hegel no habría hecho sino invertir la verdadera relación entre las cosas, dando la
consecuencia por principio, y el principio por efecto; por tanto, no hay más que colocar las
cosas en su orden debido:
42
M 125; H 85; R 155. Cf. M 162, H 118. R 196.
43
El capital, trad. Roces, tomo I, p.17. retocada.
44
op. cit., p. 18.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
De manera que "no es la conciencia la que determina a la vida, sino la vida la que
determina la conciencia"; la vida concreta y real de los hombres tal como éstos la llevan a
cabo en "un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas" y según "el intercambio
47
que a él corresponde" esto es lo que determina sus ideas. Sin embargo, ello no significa
que el hombre individual sea mero producto de la sociedad; su índole activa, práctica,
impide caer en tal consecuencia. Por el contrario, reactúa constantemente: "las
circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que éste hace a las
48
circunstancias". Y esa transformación incluye a la misma naturaleza, que, según se dijo,
se va humanizando por obra del trabajo y se convierte en un producto histórico más:
[...] el mundo sensible que le rodea no es algo directamente dado desde toda una
eternidad y constantemente igual a sí mismo, sino el producto de la industria y del
estado social, en el sentido de que es un producto histórico, el resultado de la actividad
49
de toda una serie de generaciones [...].
45
Cf. M 160. H 116. R 193. citado arriba, a nota 11. En la primera formulación del materialismo histórico se
lo llama "humanismo naturalista", formulación que "está determinada por la crítica que loma como punto de
partida, en lugar del espíritu absoluto, la naturaleza antropológica'" (K. LÖWITH, op. cit., p. 301; cf. M 121 ss
y 160 ss. H 82 ss y 116 ss, R 150 ss y 193 ss). Sobre el significado del término "materialismo" en Marx, cf.
L. LANDGREBE. Fenomenología e historia, trad. esp. (Caracas, Monte Avila, 1975). pp. 139 y 140 s.; G.
WETTER, Hombre y mundo..., cit., p. 25; E. FROMM. Marx y su concepto del hombre, p. 25; R.
MONDOLFO, Materialismo histórico, bolchevismo y dictadura. Buenos Aires, Ediciones Nuevas. 1962, p. 29.
En un sentido más particular, el materialismo histórico sostiene, siempre contra el idealismo, que ningún
modo de considerar las cosas, que ninguna teoría, carece de supuestos, sino que siempre parte de
supuestos reales. (En la trad. esp. de la Ideol, alemana, p. 27, se vierte erróneamente por "no es algo
incondicional" lo que debe leerse "no carece de supuestos", y "condición" en lugar de "supuestos"). Sobre el
tema de los "supuestos" en filosofía, cf. Cap. III, § 10, cap. XIII, 5 7, y Cap. XIV. § 20.
46
Ideol, alemana, p. 26. Por "ideología" entiende Marx la justificación engañosa y enmascarada de los
intereses de una clase. Cf. op. cit., pp. 50-51: "las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal
de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como
ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que
confieren el papel dominante a sus ideas".- El señalado es el concepto marxista de ideología; naturalmente,
hay otros.
47
Ideol, al, p. 26.
48
op. cit., p. 41
49
op. cit., p. 47.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
7. La marcha de la historia
50
Contribución a la crítica de la economía política, trad. C. Martínez y F. Mazía, Buenos Aires, Ediciones
Estudio. 1 970. Esta cita, y todas las que siguen sin otra indicación, corresponden a las pp. 8-10 de esta
traducción.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
Poco más adelante traza Marx un breve esquema de las distintas etapas de la
historia humana, determinadas según aquellos criterios:
El mundo burgués representa para Marx "la última forma antagónica" de la vida
humana en su proceso de producción; antagonismo que se expresa en las formas de
alienación ya estudiadas. Y en el momento en que se supere la forma burguesa de
producción, se habrán superado todas las escisiones, es decir, se habrá llegado a la
sociedad perfecta -superación que Hegel había colocada en el plano teórico y, al menos
en principio, en su propio tiempo, y que Marx coloca en el plano de la praxis histórico-
51
social y reserva para el futuro. En efecto,
Así como hay un pasaje del modo de producción asiático al modo de producción
antiguo, y del antiguo al medieval, y del medieval al burgués, también el modo de
producción burgués deberá dejar paso a una nueva estructura de relaciones de
producción, el comunismo: "llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera
52
al estado de cosas actual". En esa nueva forma de sociedad que será la sociedad
comunista, desaparecerán las clases, el hombre habrá superado la alienación, y en el la,
y sólo en ella, el hombre podrá cumplir cabalmente su esencia; por eso dice Marx que
sólo entonces comenzará la verdadera historia del hombre, el reino de la libertad,
respecto de la cual toda la anterior debiera llamarse "prehistoria". Y en la sociedad
burguesa, señala Marx, se encuentran "las condiciones materiales" para su superación,
con lo que se refiere al gran desarrollo de las máquinas, mediante cuya utilización social
53
podrá el hombre realizarse plenamente.
El mundo burgués, según se dijo, es un mundo traspasado por contradicciones, y
entre ellas se destaca la escisión entre las dos clases sociales fundamentales, la
burguesía y el proletariado. Pero a este último le corresponde la función especial de
redimir a la humanidad entera; porque burguesía y proletariado no son clases en el mismo
sentido. "El proletario se distingue por el hecho de que, como clase, significa la negación
de todas las clases. Los intereses de todas las otras clases son esencialmente
54
unilaterales", intereses válidos en función de esa clase solamente, mientras que el del
51
Futuro que en un comienzo Marx creyó inminente, pero que luego, sobre la base de la experiencia
histórica de su tiempo, fue viendo cada vez más lejano.
52
Ideol. alemana, p. 37
53
Marx ponía grandes esperanzas en "la reducción de la jornada de trabajo" como condición fundamental
para el reino de la libertad. Cf. El capital, trad. Roces, México. Fondo de Cultura Económica, tomo III, vol. II,
Cap. 48, pp. 951-952 (cit. por C. Astrada, Trabajo y alienación, pp. 74-75).
54
H. MARCUSE, Reason and Revolution, p. 291.
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
proletario es universal, pues desde el momento en que no tiene nada que perder, ya que
no posee nada, su interés es el mismo para todos. "El proletario no tiene propiedad ni
beneficios que defender. Su única preocupación, la abolición del modo vigente de trabajo,
es el interés de la sociedad como totalidad. Ello se expresa en el hecho de que la
revolución comunista, en contraste con todas las revoluciones anteriores, no puede dejar
en la servidumbre a ningún grupo social, porque no hay ninguna clase por debajo del
55
proletariado", y hasta, podría decirse, por definición de lo que debería ser el comunismo
según Marx. La sociedad comunista es aquella sociedad que crea "la base real para hacer
56
imposible cuanto existe independientemente de los individuos." Puesto que en ella
Entonces:
Esta comunidad no es otra cosa, que la asociación de los individuos [como tales
individuos, no en función de clases sociales] (partiendo, naturalmente, de la premisa de
las fuerzas productivas tal y como ahora se han desarrollado), que entrega a su control
las condiciones del libre desarrollo y movimiento de los individuos, condiciones que
hasta ahora se hallaban a merced del 'izar y habían cobrado existencia propia e
independiente frente a los diferentes individuos precisamente por la separación de éstos
como individuos y que luego, con su necesaria asociación y por medio de la división del
58
trabajo, se habían convertido en un vínculo ajeno a ellos.
Resumiendo: la historia tiene para Marx, como para Hegel, un desarrollo dialéctico,
resulta de las contradicciones inherentes al curso histórico mismo; y tiene también una
meta hacia la que se orienta, está pensada ideológicamente, según un telos o fin que
puede decirse es el mismo: que el hombre llegue al conocimiento de su propia esencia y a
la libertad. Tanto para un filósofo como para el otro la causa eficiente y final es la
racionalización de lo real. Pero en tanto que para Hegel ello significaba la autoconciencia
de la Idea en la filosofía (pensada como teoría), en Marx ese conocimiento de sí es el
conocimiento del hombre como autoproducción de sí mismo que se logrará en libertad
plena con el advenimiento de la sociedad sin clases: la historia es el proceso de
alienación y marcha hacia su supresión, el proceso cuya meta es la organización racional
de la vida humana en plena libertad.
9. Observaciones críticas
La propia índole del pensamiento marxista exige una toma de posición crítica frente
a él diferente de la que corresponde en el caso de otros pensadores. En efecto, Marx no
solamente se ocupó de cuestiones filosóficas, sino también y de manera cada vez más
absorbente, se entregó al estudio de las cuestiones económicas y a la política práctica.
55
loc. cit.
56
Ideol. alemana, p. 82.
57
op.cit., p. 34.
58
op. cit., p. 87
PRINCIPIOS DE FILOSOFÍA EL MATERIALISMO HISTÓRICO. MARX
No debe olvidarse que las obras de mayor interés filosófico -los Manuscritos y La
ideología alemana- quedaron inéditas. Ello no es casual si se recuerda la Tesis XI; mas
sea de ello lo que fuere, el hecho es que las obras que Marx publicó fueron casi todas de
carácter histórico, económico y político, y entre ellas se destaca El capital. Y El capital es
en substancia un análisis de los fundamentos económicos de la sociedad burguesa de
mediados del siglo pasado, análisis que intenta mostrar que esa sociedad habrá de entrar
en crisis, la cual conducirá a la revolución proletaria y al establecimiento del comunismo.
Porque lo que a Marx le interesaba fundamentalmente era el problema práctico, histórico-
social del advenimiento de esa nueva sociedad.
Por lo tanto es preciso, si uno quiere ponerse en claro sobre el pensamiento de
Marx, separar los temas propiamente filosóficos de aquellos otros que se refieren a la
descripción de su propia época y a las perspectivas que veía para ésta.
59
Cf. I. BERLÍN, Karl Marx. Su vida y su contorno, trad. esp., Buenos Aires, Sur, 1964, p. 95.
60
Cf. loc. cit.
61
Cit. en op. cit., pp. 95-96.- Otra cuestión es la de saber si el propio Marx se mantuvo fiel a estos
principios, o no.
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condiciones de seguridad y salubridad eran prácticamente nulas, etc. Ahora bien, es
sabido que tales condiciones de trabajo, y en general de vida, ya no existen, por lo menos
en los países más desarrollados. A diferencia de lo que Marx preveía, no se ha producido
un aumento del proletariado y su pauperización creciente, sino un ascenso económico-
social de las clases obreras.
De manera que, si se quiere ser consecuente con las ideas de Marx, lo que
corresponde no es repetir los resultados de las observaciones que él efectuó en su época,
sino analizar concretamente las condiciones en que vive el hombre de hoy, que son
notablemente distintas. Sin duda, también hoy día el hombre está alienado. Pero esa
alienación no se manifiesta con las mismas formas que revestía en el siglo XIX, puesto
que las condiciones de trabajo se han transformado y mejorado notablemente -lo cual no
quiere decir que sean ideales. Han aparecido nuevas manifestaciones de alienación,
posiblemente peores porque son más sutiles, menos visibles y por tanto más peligrosas:
no sólo la monotonía de la misma operación en la gran fábrica, sino la que nace de la
incapacidad para llenar el vacío del ocio cuando la jornada de trabajo se ha reducido a 6 ó
7 horas, vacío que el hombre no puede soportar pero que tampoco suele llenar
racionalmente, por lo que puede entregarse a las drogas, a la violencia, a las peores
formas de la televisión o la seudoliteratura (como las fotonovelas), y al veneno de la
propaganda que lo fuerza a adoptar tales o cuales actitudes o productos para solo
beneficio de los explotadores comercies o políticos.
62
Esas condiciones de vida fueron las peores que hubiera sufrido la humanidad hasta esa época, peores
que las de los esclavos. F. ENGELS en La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845). contaba que allí
se empleaba a mujeres y niños, desde los 8 años, para arrastrar los vagones de minerales en las galerías
de las minas. Cf. E. Mc. BURNS, Civilizaciones de Occidente, trad esp.. Buenos Aires, Peuser, 1951, p.653;
E. KAHLER, Historia universal del hombre, trad. esp., México, Fondo de Cultura Económica, 1953, p. 396.
63
Al respecto conviene observar -así como en relación a la expresión "socialismo científico", con que el
marxismo se caracteriza a sí mismo por oposición al "socialismo utópico" -que la palabra alemana
"Wissenschaft" (así como el correspondiente adjetivo, "wissenschaftlich") tiene un sentido bastante menos
estrecho que el vocablo español "ciencia". En la terminología del idealismo alemán, es la filosofía la
Wissenschaft por excelencia; y en general el vocablo mienta el saber crítico, fundado (científico o filosófico),
por oposición a cualquier saber o seudosaber (aun de carácter filosófico) impreciso, fantasioso o vulgar.
64
J. -Y. CALVEZ. La pensée de Karl Marx. p. 429 (subrayado mío).
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Marx afirma que las premisas de que parte "pueden comprobarse [...] por la vía puramente empírica"
(Ideal, alemana, p. 19); que "la observación empírica tiene necesariamente que poner de relieve en cada
caso concreto, empíricamente y sin ninguna clase de falsificación, la trabazón existente entre la
organización social y política y la producción" (p. 25; cf. también p. 27): más todavía, que "todo profundo
problema filosófico se reduce a un hecho empírico puro y simple" (p. 47). Y en el Prefacio a la Contrib. a la
crít. de la econ. política se lee: "Cuando se estudian esas conmociones, hay que distinguir siempre entre los
cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la
exactitud propia de las ciencias naturales...", etc. (tra. cit., p. 9; subrayado mío).
66
La metafísica -tal como aquí se la entiende- no significa nada extravagante, misterioso o "alejado de la
realidad", sino el proyecto fundamental de la existencia humana, el acto originario por el cual el hombre
otorga sentido a los entes (cf. Cap. XIV, § 19). Cuando Marx afirma mantenerse en "el terreno histórico real"
(Ideol. alemana, p. 40), o que la suya es una dialéctica "real" por oposición a la dialéctica hegeliana, etc.,
Marx ya ha proyectado lo que él entiende por "real". Pero justamente en filosofía se trata de saber qué es lo
real (para Platón, lo es el mundo inteligible; para Hegel, la Idea; para Santo Tomás, Dios, etc.)
67
Un mismo fenómeno lo explican los historiadores marxistas de una manera, los no marxistas de otra; lo
cual sería difícilmente explicable si todo se redujese a la "observación empírica" y si se encontrase allí "la
exactitud propia de las ciencias naturales". Caso típico es el referente a las relaciones entre el
protestantismo y el capitalismo; en tanto que Marx veía en éste el fundamento de aquél, Max Weber
consideraba el capitalismo como consecuencia del protestantismo. (Sobre este problema, cf. J.
DELUMEAU, Naissance et affirmation de la Reforme. Paris, Presses Universitaires de France, 1965, pp. 301
ss.).
68
Cf. Ideología alemana, pp. 25 y 26.
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puede dudarse del acierto de muchos de los análisis que Marx hace de la alienación que
conoció. Lo discutible se encuentra en todo caso en los momentos en que pasa de la
descripción a la explicación, en el paso de la sintomatología al diagnóstico y al pronóstico.
Aquí la cuestión está en saber si la descrita por Marx es "la" alienación, o simplemente
"una" entre muchas otras posibles; y si esa alienación, y en general cualquier alienación,
es suprimible, o si más bien es constitutiva del ser del hombre, de su condición
radicalmente finita -si es que en verdad se quiere acabar con las ilusiones. Sin embargo,
para responder a estas cuestiones sería preciso ponerse en claro sobre dos cuestiones
que Marx propiamente no tocó, a saber, cuál es el punto de referencia para hablar de
alienación, y cuál es el "origen" de la misma.
En efecto, para poder hablar de alienación es preciso partir de la no-alienación, de la
verdad de la esencia del hombre, sin la cual aquélla no tendría sentido, puesto que la
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alienación se la piensa por contraposición a la no-alienación. Ahora bien, ocurre que esa
esencia no está dada -si lo estuviera, no habría alienación-, sino que es un concepto, una
valoración, un "ideal", que le sirve a Marx tanto de punto de partida cuanto de norma para
los análisis empíricos; concepto que no es, él mismo, nada empírico, sino un supuesto
para la comprensión de lo empírico, un proyecto (cf. Cap. X, § 15 y Cap. XIV, § 20) sobre
la base del cual tan sólo pueden darse y comprenderse los hechos. Se ve entonces el
carácter "ontológico" que forzosamente tiene la cuestión, y que no hay hechos puros, pura
experiencia a que recurrir para dirimir la cuestión.
Tampoco aclara Marx el "origen" de la alienación; en el momento en que plantea la
70
pregunta en los Manuscritos, la exposición se interrumpe. Porque contra lo que podría
presumirse, su origen no está en la propiedad privada-Marx dice explícitamente que
"aunque la propiedad privada aparece como fundamento, como causa del trabajo
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enajenado, es más bien una consecuencia del mismo".
69
Cf. H. POPITZ, El hombre alienado, trad. esp., Buenos Aires, Sur, 1971, pp. 89-90.
70
Cf. M. 93, H 62, R 118.
71
M 91, H 60, R 116.
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señalaba al puntualizar su divergencia con Hegel-, y, en tal medida, quedó sujeto al
mismo plano en que aquél se movía.
72
Cf. cita a nota 44.
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BIBLIOGRAFÍA
Sobre las obras de Marx, véase lo dicho arriba, § 1. En general debe observarse que
las versiones en lengua española no suelen ser competentes. Nos limitamos a señalar:
Manuscritos: economía y filosofía, trad. F. Rubio Llorente, Madrid, Alianza Editorial. 1968
(otras traducciones de esta obra, como la de W. Roces, o la que figura en el libro de E.
Fromm citado en nota 2, no son recomendables). La ideología alemana, trad. W. Roces,
Montevideo, Pueblos Unidos, 1968 (que sepamos, la única versión española disponible,
pero no inobjetable). Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel, con notas de R.
Mondolfo, trad. por A. R. y M.H.A., Buenos Aires, Ediciones Nuevas, 1966.