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JUEVES, 8 DE ENERO DE 2015


LITERATURA › SUMISION, LA SEXTA NOVELA DE MICHEL HOUELLEBECQ,
SIGUE GENERANDO POLEMICA

Miedo, confusión y pasiones


exacerbadas
En sombría coincidencia con el atentado al semanario satírico Charlie Hebdo, fue publicada
ayer la novela en la que el provocador escritor francés imagina su país gobernado por el
régimen islámico de un nuevo partido, la Fraternidad Musulmana.

Michel Houellebecq, de 56 años, suele ser acusado de misógino, reaccionario y racista.

 Por Silvina Friera

La ironía, afilada como un cuchillo que corta apenas se lo toca, puede ser un antídoto contra el
miedo. El semanario satírico Charlie Hebdo, atacado ayer en un atentado terrorista que estremeció
al mundo, dedicó una viñeta al gran excéntrico de la literatura francesa, Michel Houellebecq,
protagonista de un debate en Francia por haber imaginado en su nueva novela Sumisión –
publicada por Flammarion y distribuida en las librerías francesas casualmente ayer, en una
coincidencia sombría– que en un futuro cercano el jefe de un partido islamista moderado será el
presidente. En esta ficción, en la que se exagera la influencia de la religión de Mahoma en la vida
cotidiana francesa, la Sorbona es una universidad financiada por millonarios emires, tiene las
paredes decoradas con versos del Corán y un rector casado con tres esposas, una de ellas
adolescente. La caricatura del escritor se despliega en una de las tapas del semanario junto a la
siguiente leyenda: “¡Escándalo! ¡Alá ha creado a Houellebecq a su propia imagen!”. El revuelo
previo a la salida de esta novela continuará. Pero la maquinaria del miedo y las pasiones
exacerbadas –se presume– sembrará más confusión en el imaginario de una sociedad tan perpleja
como atemorizada.
A Houellebecq –que nació en Saint-Pierre, isla de La Reunión, el 26 de febrero de 1958– le sienta
bien la provocación; vigoriza una construcción esculpida con esmero: la del antiintelectual francés
que derriba mitos y tabúes, que pone el dedo en las llagas y se ríe con la carcajada del maldito que
goza al ver cómo logra agitar los peores fantasmas que asedian a sus compatriotas. En Sumisión,
retrata a una Francia convertida al régimen islámico tras la victoria de un nuevo partido,
Fraternidad Musulmana, en las elecciones presidenciales de 2022. Mohammed Ben Abbes le gana
la segunda vuelta a la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, gracias al apoyo del resto de las
fuerzas políticas, convencidas de que deben impedir una victoria de la ultraderecha. El nuevo jefe
de Estado es un musulmán “que defiende valores”: patriarcado, poligamia, el velo islámico y
mujeres en la casa. El narrador de Houellebecq se llama François, un profesor de la Universidad
de la Sorbona, cuarentón, soltero y alcohólico, especialista en Joris-Karl Huysmans (seudónimo de
Charles Marie Georges Huysmans, gran figura del decadentismo decimonónico, autor de A
contrapelo, que se convirtió al catolicismo al final de su vida). François contempla la necesidad de
una metamorfosis religiosa: convertirse al islamismo ante las circunstancias políticas. El deprimido
narrador, alter ego del escritor, se refugia en la Francia profunda, en un pueblo llamado Martel,
como el hombre que detuvo a los árabes en Poitiers en el año 732. Cuando regresa a París, días
después del desenlace electoral, se da de bruces con un país que ya no reconoce. Los profesores
que no predican el Islam han sido jubilados; el escote y la minifalda han sido proscriptos y las
mujeres son incitadas a retirarse del mercado laboral para consagrarse únicamente a las labores
domésticas y familiares.

Este escenario-presagio de la toma del poder de los islámicos suscitó las críticas de la izquierda,
que sostiene que sirve como sustento ideológico al Frente Nacional, primero en los sondeos. El
diario progresista Libération le dedicó siete páginas a Sumisión, antes de que se distribuyera la
primera edición de 150.000 ejemplares en las librerías. “Esta novela de política-ficción marcará un
hito en la historia de las ideas, con la irrupción –o el retorno– de las tesis de la extrema derecha a
la literatura”, denuncia el director del diario, Laurent Joffrin. El libro “ensalza las ideas del Frente
Nacional o las de Eric Zemmour”, un famoso polemista francés por sus ataques contra la
inmigración o contra Europa, que hallan terreno fértil en buena parte de la sociedad francesa. “En
resumen –afirma Joffrin–, permite calentar el asiento a (Marine) Le Pen en el café de Flore” y avala
las tesis ultraderechistas sobre la supuesta invasión musulmana. El filósofo conservador Alain
Finkielkraut, conocido por sus alertas sobre cómo la creciente presencia del Islam en el espacio
público mina el laicismo en Francia y cómo una parte de la izquierda ha derivado en la islamofilia al
calor del conflicto entre árabes e israelíes, ha sido uno de los primeros defensores de la novela.
Houellebecq reconoce que juega con el factor miedo para incentivar el interés por el libro. “Procedí
a una aceleración de la historia, pero no puedo decir que es una provocación en la medida en que
no digo cosas que me parezcan totalmente inverosímiles sólo para indignar. He condensado en el
libro una evolución de la historia que me parece plausible”, plantea el escritor sobre su sexta
novela, después de Ampliación del campo de batalla (1994), Las partículas elementales (1998),
Lanzarote (2000), Plataforma (2001), La posibilidad de una isla (2005) y El mapa y el territorio
(2010), con la que obtuvo el Premio Goncourt, el máximo galardón de las letras francesas. “Es
verdad que utilizo el miedo –admite–. Pero no dejo en claro qué hay que temer. ¿Quiénes son más
inquietantes, los musulmanes o los llamados ‘identitarios’ (partidarios de defender la identidad
nacional). Todo queda sin respuesta.” La polémica a escala nacional, se intuye, crecerá. “Marine
Le Pen no necesita nada de esto, ya le va muy bien. No creo que esta novela vaya a cambiar su
destino. No conozco ningún ejemplo de novela que haya cambiado el curso de la Historia. Son
otras cosas las que la cambian, como los ensayos, el Manifiesto del Partido Comunista, cosas así.
Pero no las novelas”, subraya el escritor para desestimar los argumentos que enarbolan que
Sumisión les viene como anillo al dedo a las ideas de Le Pen sobre la amenaza que supone la
creciente influencia de la inmigración árabe-musulmana. Decidió escribir su sexta novela, agrega
en una de las entrevistas, cuando comprendió que los electores musulmanes no se sienten
representados por ningún líder ni partido político. “La idea de un partido musulmán es una idea que
avanzará poco a poco”, asegura este narrador, poeta y ensayista de 56 años, que suele ser
acusado de misógino, reaccionario y racista.

El presidente François Hollande, presentado en Sumisión como un político acabado, dijo que leerá
la novela porque “provoca un debate”, pero pidió a los ciudadanos no dejarse “devorar por el miedo
y la angustia” que el libro refleja. Houellebecq, el gran provocador, manifiesta su credo existencial:
“Hago como si lo políticamente correcto no hubiera existido nunca. No soy un intelectual de
centroizquierdas (...), tengo más confianza en la inteligencia de la masa que en la de las elites”.

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