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Retorcidas.
Tenga en cuenta que esta es una novela romántica oscura. No
está dirigida a lectores sensibles que busquen seguridad y
momentos dulces en los que se exprese un amor sano entre los
personajes. Tampoco es una historia paranormal.
Capítulo 1
Danielle
—De nada.
—¿Y?
Blackwood... Blackwood...
***
Hablé con el señor Baudelaire por correo electrónico y me
contrató amablemente (o desesperadamente) en el acto. Hace dos
días, estaba en esa cafetería esperando un milagro y ahora estoy
sentada en el tren, camino a lo desconocido. El tren da tumbos,
pasa entre la vegetación y yo soy una de las pocas pasajeras que
quedan.
Jugueteando con la cremallera de mi equipaje, empiezo a
sentirme un poco nerviosa. Nunca he trabajado en privado para
alguien y me preocupa que el señor Baudelaire y yo no nos
llevemos bien. Suelo ser bastante simpática, pero la gente mayor
puede ser irritable y he tenido pacientes que se quejaban de que
querían a alguien más maduro y más 'fiable'.
—En realidad se fue hace una hora, así que para responder
a tu pregunta... sí, tú y yo estamos solos por aquí.
—Me encantaría.
—Qué atento eres —dice antes de morderse el labio: —Oye,
Hunter... hay algo que deberíamos aclarar primero.
—Hay un ascensor.
—Veinticuatro.
—Dicen que hay una razón para eso —añado y ella me mira
confundida. —Dicen que la gente se queda estancada en la edad
que fue más significativa para ellos.
Baja la mirada y se mueve como si de repente estuviera
nerviosa. —Sí, bueno, a mí no me pasó nada importante cuando
tenía diecisiete años, así que... —dice bruscamente antes de
afinarse impaciente. —¿Ya hemos llegado o qué?
¿Un hombre antes que ella? Creo que no. —Puedo manejar
la mayor parte por mi cuenta, pero necesito ayuda para
ducharme.
—No tienen por qué serlo —ronca Hunter, —las reglas están
para romperlas.
Levanto las cejas y niego con la cabeza. —Aunque siempre
hay consecuencias.
—En el bosque.
—¿Tienes miedo?
—No.
—Hazlo antes de que me duela el cuello.
—Quédate.
—Tengo insomnio.
—¿El piano? —dice Danielle con voz ronca. —Vi uno abajo,
pero no.
Solo no me jodas.
—¡Danielle!
—Danielle...
—Puedo hacer que lo desees —dice con voz oscura y mis ojos
se desorbitan de sorpresa cuando mete sus dedos en mi boca,
humedeciéndolos antes de frotar mi clítoris y lágrimas atónitas
pinchan mis ojos ante la reacción inmediata de mi cuerpo. Algo
estalla en mí, la sangre me hierve de necesidad y, de repente, lo
deseo tanto que siento que voy a romperme si alguna vez me
niega lo que yo le estoy negando.
Fue un error.
—¿Qué quieres?
—¿Por qué?
Se le levanta el pecho al inspirar. —Porque me di cuenta de
que me deseabas. Debería haberte rechazado, habría sido lo
correcto, pero...
—¿Pero qué?
No lo creo.
Hay alguien más aquí, pero ¿adónde han ido? Los escuché
correr pero los estaba esperando en el pasillo. Debería haberlos
atrapado. No hay forma de que hayan pasado junto a mí, sin que
yo los viera. A menos que esperaran y salieran cuando yo estaba
en la cocina, pero no creo...
—Las cinco.
—De la tarde.
Aparte del que está sentado frente a ella, aunque eso puede
ser debatible.
—Corre.
Capítulo 8
Hunter
Sólo un poco.
Mmm...
Ahora tengo hambre y siento un destello de impaciencia y la
necesidad de acelerar este juego. Ya han pasado más de veinte
minutos y el bosque es grande. A estas alturas debería estar en
algún lugar a medio camino hacia los acantilados. Es lo único
que espera detrás del bosque.
***
Danielle
No puedo creer lo que está pasando. Parece como si me
hubieran metido en una pesadilla y no importa cuántas veces me
pellizque, sigo sin poder despertarme. No estoy segura de cuánto
tiempo llevo corriendo, quizá media hora o así, y me tiemblan las
piernas, me arde la garganta y empiezo a marearme al ver que
todo parece igual.
Amor.
Libertad.
—¡Hunter!
***
Hunter
—¿Lo dije? —le digo con aspereza, levantando una ceja, y ella
asiente.
—Sí.
—Mentí.
—¡Cállate y tómalo!
Jadeando, gime cuando su cabeza cuelga pero no la dejo
escapar, agarrándola por la garganta y tirando de ella hacia mí.
—Me amarás por lo que soy —gruño, —cada minuto del día
durante el resto de tu vida y si alguna vez me rechazas, o apartas
tus labios de mí de un modo que me haga pensar que no me
quieres, te haré esto, Danielle.
Para siempre.
Capítulo 10
Danielle
Sacudo la cabeza.
¡Admítelo!
No, no quiero.
Me acaricia la mejilla.
Ahora me cree.
—Siempre.
Se gira hacia mí. —Pero... nunca hemos jugado con otras
personas.
Fin